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ECONOMÍA INFORMA 5 Notas sobre la evolución de la desigualdad y la pobreza en México José Luis Avila* *Facultad de Economía, UNAM. Dirección electrónica: [email protected] La desigualdad y la pobreza son rasgos históricos de la economía mexicana que generan profundas tensiones sociales y sentimientos de agravio que han alimentado estallidos sociales. De hecho, el llamado “programa económico de la Revolución de 1910” colocó como prioridades del nuevo Estado fortalecer la soberanía nacional, reactivar el mercado interno, propiciar la equidad en la distribución del ingreso y mejorar los niveles de vida de la población (González, 1985; Tello, 1993). En las dos últimas décadas la sociedad mexicana ha vivido un serio revés en los fines del desarrollo, es decir en la creación de condiciones económicas, sociales y políticas para que un número cada vez mayor de personas puedan tener una vida digna y realizar sus proyectos. Una diversidad de factores se ha conjugado para que en ese lapso amplios grupos continúen padeciendo las privaciones asociadas a la desigualdad de activos e ingreso, el empleo precario y la falta de acceso a bienes públicos. Sin duda, la frustración social que ello genera pone en la agenda nacional la discusión de las nuevas estrategias, políticas y programas necesarias para hacer posible un crecimiento económico incluyente y sostenible. Este artículo examina con un enfoque de mediano plazo los patrones de desigualdad en la distribución de ingreso y la evolución de la pobreza, concentrando la atención en años recientes. En la primera sección se describen las tendencias básicas de los fenómenos en el período de 1963-1984, cuando predominó un modelo de desarrollo estatista de mercado interno; en la segunda sección se analizan los efectos en la distribución del ingreso y la pobreza en los últimos 20 años como resultado de las crisis recurrentes y la implantación de una economía abierta de Estado mínimo. Por un último, se llama la atención sobre la necesidad de impulsar la recuperación del mercado interno como una estrategia adecuada para arraigar en el país un crecimiento económico sostenible en el mediano y largo plazos que disminuya la desigualdad y la pobreza en el país. Cabe señalar que algunas de las ideas y cifras que se presentan fueron tomadas de un trabajo de próxima publicación (Avila, 2005). La era de desarrollo estatista de mercado interno: menor desigualdad y pobreza En la posguerra, cuando predominó el modelo económico estatista de mercado interno sustentado en la industrialización, la injusticia distributiva disminuyó lenta pero sostenidamente, en medio de una dinámica demográfica que aumentó en 2.5 veces la población total entre 1950 y 1981. En ese lapso, el alto crecimiento económico determinó que el PIB per capita creciera en 3.5% como promedio anual, registrándose entonces aumentos sistemáticos en el empleo formal y los ingresos reales de los trabajadores y del campesinado. Debido al activismo estatal característico de ese modelo de desarrollo, durante esas décadas se produjo un aumento sistemático del

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Notas sobre la evolución de la desigualdad y la pobreza en MéxicoJosé Luis Avila*

*Facultad de Economía, UNAM. Dirección electrónica: [email protected]

La desigualdad y la pobreza son rasgos históricos de la economía mexicana que generan profundas tensiones sociales y sentimientos de agravio que han alimentado estallidos sociales. De hecho, el llamado “programa económico de la Revolución de 1910” colocó como prioridades del nuevo Estado fortalecer la soberanía nacional, reactivar el mercado interno, propiciar la equidad en la distribución del ingreso y mejorar los niveles de vida de la población (González, 1985; Tello, 1993).

En las dos últimas décadas la sociedad mexicana ha vivido un serio revés en los fines del desarrollo, es decir en la creación de condiciones económicas, sociales y políticas para que un número cada vez mayor de personas puedan tener una vida digna y realizar sus proyectos. Una diversidad de factores se ha conjugado para que en ese lapso amplios grupos continúen padeciendo las privaciones asociadas a la desigualdad de activos e ingreso, el empleo precario y la falta de acceso a bienes públicos. Sin duda, la frustración social que ello genera pone en la agenda nacional la discusión de las nuevas estrategias, políticas y programas necesarias para hacer posible un crecimiento económico incluyente y sostenible.

Este artículo examina con un enfoque de mediano plazo los patrones de desigualdad en la distribución de ingreso y la evolución de la pobreza, concentrando la atención en años recientes. En la primera sección se describen las tendencias básicas de los fenómenos en el período de 1963-1984, cuando predominó un modelo de desarrollo estatista de mercado interno; en la segunda sección se analizan los efectos en la distribución del ingreso y la pobreza en los últimos 20 años como resultado de las crisis recurrentes y la implantación de una economía abierta de Estado mínimo. Por un último, se llama la atención sobre la necesidad de impulsar la recuperación del mercado interno como una estrategia adecuada para arraigar en el país un crecimiento económico sostenible en el mediano y largo plazos que disminuya la desigualdad y la pobreza en el país. Cabe señalar que algunas de las ideas y cifras que se presentan fueron tomadas de un trabajo de próxima publicación (Avila, 2005).

La era de desarrollo estatista de mercado interno: menor desigualdad y pobreza

En la posguerra, cuando predominó el modelo económico estatista de mercado interno sustentado en la industrialización, la injusticia distributiva disminuyó lenta pero sostenidamente, en medio de una dinámica demográfica que aumentó en 2.5 veces la población total entre 1950 y 1981. En ese lapso, el alto crecimiento económico determinó que el PIB per capita creciera en 3.5% como promedio anual, registrándose entonces aumentos sistemáticos en el empleo formal y los ingresos reales de los trabajadores y del campesinado. Debido al activismo estatal característico de ese modelo de desarrollo, durante esas décadas se produjo un aumento sistemático del

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Deciles de hogares Porcentaje del ingreso1950 1968 1977 1984

I 1.00 0.90 1.10 1.54II 1.60 1.60 2.10 2.25

III 2.10 2.40 3.10 2.86IV 2.80 3.20 4.10 3.83V 3.70 4.10 5.20 4.76

VI 4.70 5.20 6.50 5.77VII 6.30 7.00 8.30 7.18

VIII 9.80 10.50 11.60 9.31IX 17.80 16.80 17.90 13.57X 50.20 48.30 40.10 48.93

Total 100.00 100.00 100.00 100.00Coeficiente de Gini 0.606 0.586 0.518 0.501Desv. Est. de los Log. 1.1790 1.1881 1.0504 1.0401Índice de Theil 0.2990 0.2761 0.2045 0.188

Fuente: Hernández Laos, Enrique y Jorge Velázquez, Globalización, desigualdad y pobreza.Lecciones de la experiencias mexicana, UAM-Plaza y Valdés, México, 2003, p. 79.

Cuadro 1Distribución del ingreso de los hogares e indicadores de desigualdad (1950-1984)

porcentaje de población con acceso a bienes públicos esenciales, como la educación, la salud y la infraestructura y equipamiento urbanos, entre otros.

Por consiguiente, la sociedad mexicana de entonces se transformó con el aumento relativo de los sectores medios, sobre todo urbanos, y la mejora del ingreso real y las condiciones de vida de la mayoría de la población, aun cuando debe precisarse importantes grupos sociales, como los indígenas, permanecieron al margen del proceso de desarrollo y en las tres principales ciudades se formaban estratos de población marginada, por lo regular integrada por inmigrantes de origen rural cuya expectativa de ascenso social se vio frustrada al no poder integrarse en la actividad productiva formal. En el cuadro 1 puede verse que uno de los resultados de la sinergia entre el crecimiento económico y el desarrollo social fue el aumento de la equidad, pues mientras 40% de los hogares con los menores recursos aumentó de 7.5 a 10.4 por ciento su participación en el ingreso entre 1950 y 1977, 50% de los hogares con ingresos medios la mejoró de 42.3 a 49.5 por ciento y 10% de los hogares más ricos (decil X) la disminuyeron de 50.2 a 40.1 por ciento, respectivamente. Como resultado de esos avances en la justicia distributiva, el Índice de Gini de la distribución del ingreso descendió de 0.606 en 1963 a 0.518 en 1977.

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En el cuadro 1 también puede observarse que el avance más importante en materia de equidad se produjo durante el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, descalificado junto con el de José López Portillo como “populista” por Carlos Bazdresch y Santiago Levy (1992), dado que el Índice de Gini disminuyó 11% entre 1968 y 1977, mientras que en los años del desarrollo estabilizador, es decir entre 1963 y 1968, lo hizo en 3.3%, descenso idéntico al registrado entre 1977-1984, lapso que incluye el boom petrolero y la crisis de 1982-1983. Cabe señalar que no obstante que el presidente José López Portillo aplicó un política restrictiva que hizo descender la participación de los salarios en el ingreso nacional, el alto crecimiento económico (y con ello del empleo) así como el deterioro de los ingresos de los más ricos que también supuso la crisis de 1981-1982, explican la menor desigualdad observada en el lapso de referencia.1

El crecimiento económico, la mejoría del ingreso real y las descritas tendencias a la equidad determinaron que la pobreza disminuyera sistemáticamente a lo largo del período de análisis. En el cuadro 2 puede verse que de acuerdo a las estimaciones de Enrique Hernández Laos y Jorge Velásquez, la incidencia de la pobreza extrema se redujo prácticamente a la mitad al descender de 60.9 a 30.4 por ciento entre 1963 y 1977, en tanto que la pobreza moderada aumentó en los años sesenta de 12.2 a 19.5 por ciento entre 1963 y 1968 pero en los años posteriores disminuyó hasta situarse en 1997 casi en el nivel de 1963. Debe precisarse entre 1977 y 1984 se produjo una reversión de la tendencia a disminuir la pobreza, tanto de la pobreza extrema (aumentó 10%), como de la moderada, que lo hizo en 7 por ciento.

Si bien entre 1963 y 1984 la pobreza total disminuyó en el país de 73.1 hasta 59.9 por ciento de la población, la elevada concentración del ingreso y el alto crecimiento demográfico de la época, entre otros factores, determinaron que en ese lapso el total de población en condiciones de pobreza extrema aumentara de 23.4 a 31.2 millones de personas, así como de quienes padecían las privaciones asociadas a la pobreza moderada (de 4.7 a 14.5 millones, respectivamente). Asimismo, debe precisarse que el gran salto en el total de población pobre se produjo entre 1977 y 1984, cuando la política de contención salarial y la crisis de 1982-1983 se combinaron para reducir el empleo formal y el ingreso real de los trabajadores, determinaron un aumento de la población en pobreza extrema (19.3 en 1977 a 31.2 millones de personas en 1984) y la casi duplicación del total de habitantes en pobreza moderada (de 7.4 a 14.5 millones, respectivamente).

1 Como es sabido y más adelante se comprueba, las crisis tienden a reducir los niveles de concentración del ingreso al afectar a los grupos mejor posicionados.

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Tipo de pobreza

Porcentaje del ingreso

1963 1968 1977 1984 1989 1992 1994 1996 1998 2000Pobreza extrema

60.9 40.8 30.4 40.9 41.3 31.4 31.2 40.1 32.8 30.8

Pobreza moderada

12.2 19.5 11.7 19.0 20 20.1 19.8 20.1 19.2 20.5

Pobreza total

73.1 60.3 42.1 59.9 61.7 51.5 51 60.2 52 51.3

Fuente: Hernández Laos, Enrique y Jorge Velázquez, Globalización, desigualdad y pobreza. Lecciones de la experiencias mexicana, UAM-Plaza y Valdés, México, 2003, p. 79.

Cuadro 2México, incidencia de la pobreza extrema y moderada, 1963-1984

Una medición de la pobreza realizada de acuerdo a los conceptos oficiales de pobreza confirman las tendencias anotadas para el período en que predominó el modelo de desarrollo estatista de mercado interno.2 Sin embargo, en el gráfica 1 se aprecia que existen algunas diferencias de interés con las mediciones de Hernández Laos y Velásquez. En efecto, de acuerdo los datos de Miguel Székely la pobreza alimentaria, próxima a la pobreza extrema, habría descendido de 45.7% en 1963 hasta 24.3% en 1968, pero en contraste con los datos presentados en el párrafo anterior, entre este año y 1977 aumentó a 29.5% de la población y disminuyó durante el boom petrolero y la crisis de 1982-1983 hasta situarse en 22.5% en 1984. La pobreza de capacidades, que incluye la anterior más gastos en educación y salud, disminuyó sistemáticamente en el período de análisis de 55.8 en 1963 a 30.3% en 1984. Por último, la pobreza de patrimonio, que considera a las dos anteriores más los gastos en vestido, transporte, vestido y aseo personal, tuvo un descenso de 22.2 puntos porcentuales al pasar de 75.3% en 1963 a 53.1% en 1984.

No obstante que el alto crecimiento económico y el esfuerzo gubernamental determinaron un importante desarrollo social en la época del desarrollo estatista de mercado interno, a comienzos de los años setenta del siglo pasado el país aun mostraba importantes rezagos sociales. Así, en 1970 la tasa de analfabetismo ascendía a 26% (6.7 millones de personas de 15 o más años de edad), 40% de las viviendas carecía del servicio de energía eléctrica y 41% tenía piso de tierra, entre tras privaciones que contribuyen a explicar que en ese año la tasa de mortalidad infantil se situara aun

2 Las estimaciones de Hernández Laos y Velásquez difieren de las realizadas por Miguel Székely por diferencias de metodología de medición y de conceptos utilizados, así como porque este autor no ajusta a cuentas nacionales los microdatos de las encuestas.

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en 79 muertes por cada mil nacidos vivos, debiéndose mencionar que el esfuerzo realizado en los años setenta hizo descender este indicador hasta 50 en 1981. No está demás señalar que estudios diversos han demostrado que esos rezagos no se deben a que faltó un período más largo de crecimiento económico sostenido sino a limitaciones de índole estructural que bloquean la propagación del progreso técnico en el conjunto de estructura productiva, 3 así como al hecho de que la política social respondió a la prioridad de atender al mayor número de habitantes, con lo cual los mayores esfuerzos públicos se concentraron en las ciudades.

“Crisis de la deuda externa” y retroceso social

En los años ochenta y noventa se produce la crisis del modelo estatista de mercado interno y la estructuración de otro en que predomina unas economía abierta de

61,964,5

60,9

45,7

24,3

29,5

22,5 22,7 22,5 21,1

37,133,9

24,220,3

73,369,8 70,0

55,8

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33,030,3 29,2 28,0 29,5

45,340,8

31,9

25,6

88,5

83,581,3

75,3

69,4

63,8

53,1 53,3 52,655,7

69,6

63,9

53,751,7

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

80,0

90,0

100,0

1950 1956 1958 1963 1968 1977 1984 1989 1992 1994 1996 1998 2000 2002

Pobreza AlimentariaPobreza de capacidadesPobreza de patrimonio

porcentajedelapoblacióntotal

años

Fuente: Székely, Miguel, Es posible un México con menor probreza y dsigualdad, SEDESOL, 2003.

Gráfica 1México, evolución de la pobreza, 1950-2002 (conceptos oficiales)

3 Se trata de una característica conceptualizada como “heterogeneidad estructural“ por la Comisión Económica para América Latina, “articulación de modos de producción” por autores marxistas y “dualismo estructural” por A. Lewis.

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Deciles de hogares Porcentaje de ingreso total corriente

1984 1989 1992 1994 1996 1998 2000I 1.72 1.58 1.55 1.59 1.79 1.50 1.52II 3.10 2.82 2.73 2.77 3.01 2.66 2.64III 4.21 3.72 3.70 3.69 3.94 3.63 3.61IV 5.31 4.74 4.72 4.61 4.90 4.67 4.58V 6.42 5.90 5.71 5.68 5.97 5.83 5.69VI 7.84 7.30 7.12 7.06 7.32 7.21 7.09VII 9.72 8.98 8.92 8.76 8.96 8.92 8.83VIII 12.18 11.42 11.40 11.32 11.50 11.50 11.25IX 16.76 15.61 16.00 16.12 16.02 15.99 16.11X 32.73 37.94 38.15 38.41 36.60 38.08 38.67Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00Coeficiente de Gini

0.429 0.469 0.475 0.477 0.456 0.476 0.481

Cuadro 3Distribución del ingreso corriente total mensual de los hogares y Coeficiente de Gini, 1984-2000 (pesos constantes de agosto de 2000)

Fuente: estimaciones propias con base en INEGI, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Ho-gares (ENIGH), Tercer Trimestre, 1984, 1989, 1992, 1994, 1996, 1998 y 2000.

Estado mínimo. Durante ese lapso la economía nacional registró un pobre desempeño económico que mantuvo estancado el PIB per capita, registrándose entre 1982-1987 un período de franco retroceso productivo con altas tasas de inflación y devaluaciones del tipo de cambio que redujeron la capacidad para generar empleo formal y deterioraron los salarios reales. Para contrarrestar los adversos efectos de la crisis y de los programas de estabilización aplicados por el gobierno de Miguel de la Madrid, la población ensayó estrategias de sobrevivencia que implicaron un aumento del número de activos, jóvenes y mujeres principalmente, así como una incursión masiva en los mercados de trabajo informal (Cortés, 2000: 125-128). Cabe destacar que la migración a Estados Unidos se convirtió en una auténtica válvula de escape a la crisis de los mercados laborales, pues aumentó significativamente tanto la migración definitiva (quienes se van a vivir al país vecino) como la de trabadores temporales

No obstante esos esfuerzos de los hogares por contrarrestar el deterioro de sus condiciones, en esos años infames aumentaron la concentración del ingreso y la incidencia de la pobreza. De acuerdo a estimaciones propias no ajustadas a cuentas nacionales que se presentan en el cuadro 3, entre 1984 y 1989 los hogares de todos

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los deciles de ingreso perdieron participación en ingreso total, salvo los integrantes del decil X, es decir los más ricos, que la aumentaron en 5.2% al pasar de 32.7 en 1984 a 37.9% en 1989. El efecto depresivo en el ingreso de las capas medias de la crisis de los ochenta se aprecia en que mientras 20% de los hogares con los ingresos más bajos perdieron 0.42% de participación en el ingreso total, los integrantes de los deciles VI-IX perdieron 3.2%. Como consecuencia de esos movimientos la sociedad mexicana se hizo más injusta y el Índice de Gini aumentó de 0.429 a 0.469 entre 1984 y 1989. La pobreza extrema aumentó ligeramente al pasar de 40.9 a 41.3% entre 1984 y 1989, en tanto que la pobreza moderada lo hizo en un punto al situarse en 20% en 1989. Sin embargo y pese a la desaceleración del crecimiento demográfico, el total de pobres se elevó hasta 50.4 millones de personas en 1989, lo que representa una adicción de 4.7 millones de personas respecto de 1984. En cambio, las estimaciones de Miguel Székely sugieren que los efectos de la crisis habrían sido prácticamente nulos, pues la pobreza alimentaría pasó de 22.5 a 22.7 por ciento entre 1984 y 1989, la de capacidades habría disminuido de 30.3 a 29.2 por ciento, respectivamente, y la de patrimonio se habría mantenido en 53%, con lo cual el total de pobres aumentó en 4.8 millones de personas en el período de referencia.4

Economía abierta de Estado mínimo: desigualdad y empobrecimiento (1987-2000)

Después de la crisis de 1987, cuando se desplomó la bolsa de valores, se deterioró ostensiblemente el tipo de cambio y la inflación alcanzó la tasa anual de 160%, el gobierno modificó significativamente la política económica al implantar el Pacto de Solidaridad Económica (PSE). Asimismo, aplicó un conjunto de reformas que significaron de hecho los primeros cambios de fondo para implantar en el país una economía abierta de Estado mínimo. A ese respecto destacó la apertura comercial ocurrida con el ingreso de México al GATT así como la firma del Tratado de Libre comercio con Estados Unidos y Canadá, mientras que en la reversión del estatismo fueron especialmente significativos el proceso de privatización de grandes empresas públicas estratégicas, incluidos los bancos, así como más de 500 modificaciones al marco institucional para derogar las regulaciones gubernamentales a la actividad económica, liberalizar el mercado de capitales y promover la inversión extranjera directa e indirecta. La reforma estructural fue iniciada por Miguel de la Madrid y llevada hasta sus últimas consecuencias por la administración de Carlos Salinas de Gortari. Sólo quedaron pendientes las reformas en el sector enérgico, aun cerrado a la inversión privada nacional y extranjera, así como en el mercado de trabajo.

El crecimiento económico se recuperó luego del crack bursátil de 1987 y se prolongó hasta 1991, a partir de cuando comenzó a perder dinamismo. En esos años

4 La aparente identidad del aumento del total de pobres se debe a las diferentes poblaciones totales que utilizan cada uno de los autores, ligeramente más elevada en Miguel Székely.

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se observó una mejoría de la tasa de ocupación y del salario real manufacturero promedio, pero prosiguió el deterioro del salario mínimo y las remuneraciones así como el aumento del trabajo informal o precario. EL PSE rindió frutos notables y la inflación descendió hasta tasas anuales de un dígito, se estabilizó el tipo de cambio y aumentó significativamente el ingreso capital externo (sobre en la bolsa de valores), sobre todo una vez que el gobierno logró un desahogo financiero al renegociar la deuda externa en los marcos del Plan Brady.

De la información presentada en cuadro 3 se deduce que entre 1989 y 1992 los patrones de la distribución del ingreso prosiguieron su tendencia concentradora, dado que en ese lapso los hogares de los primeros ocho deciles de ingreso perdieron participación en el ingreso total y los integrantes de los deciles IX y X la aumentaron ligeramente, con lo cual el Índice de Gini se elevó de 0.475 a 0.477. En el último trienio del gobierno de Salinas los hogares de 20% más pobre y más rico mejoraron moderadamente su participación, produciendo con ello un modesto aumento del Índice de Gini, aun cuando debe precisarse que dichos cambios no son significativos estadísticamente.

De acuerdo a Hernández Laos y Velásquez del cuadro 2, la pobreza extrema disminuyó en 10 puntos porcentuales durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, pues mientras que en 1989 comprometía la calidad de vida de 41.3 dado que en 1992 se ubicó en 31.4% de la población y se mantuvo en ese porcentaje en 1994. La pobreza moderada, en cambio, al mantenerse en alrededor de 20% de la población entre 1989 y 1994. Por consiguiente, en el régimen de Carlos Salinas la incidencia de la pobreza total disminuyó en 10 puntos porcentuales, lo que supuso que luego de aumentos sistemáticos de la década de los ochenta, en medio de la consolidación de la tendencia a reducir el crecimiento poblacional, el total de población pobre bajó de 50.4 a 45.6 millones de personas en 1989 y 1994, respectivamente. Cabe precisar que las ya citadas estimaciones de Miguel Székely sugieren que la pobreza alimentaria, de capacidades y patrimonio se habrían mantenido sin grandes cambios entre en el período 1989-1994 (véase gráfica 1).

La crisis de 1995 fue el descalabro financiero que ocasionó más daño a la economía real y al ingreso de los hogares en la historia económica del siglo XX. Ese fatídico año el PIB se desplomó en 6.9% y ocasionó la pérdida masiva de empleos y el deterioro de los ingresos reales, así como un aumento notable de economía informal. Debe precisarse que los sectores medios y grupos de ingresos altos con pasivos en el sistema bancario y financiero afrontaron la pérdida de activos, pues la restricción del crédito y el aumento de las tasas de interés los llevó a renegociar sus deudas en términos desventajosos o a declararse en quiebra.

Existe un amplio consenso en que la crisis de 1995 aumentó la pobreza extrema de forma significativa. De acuerdo a las estimaciones de Enrique Hernández y Laos y Jorge Velásquez, la pobreza extrema aumentó en 10 puntos porcentuales entre 1994 y 1996, situándose este último año en 40.1%, es decir en el nivel de 1989, de forma que

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lo ganado en la administración salinista se perdió en 1995. Por su parte, los datos de Miguel Székely sugieren un impacto de la crisis aun mayor, pues mientras que en 1994 la pobreza alimentaria comprometía el nivel de vida de 21.1% de la población, en 1996 ese porcentaje aumentó en 16 puntos porcentuales al situarse en 37.1%, lo que significa que la crisis de 1995 habría llevado a la pobreza extrema a cerca de 16 millones de personas más de los que ya existían en 1994. En cambio, la crisis no habría significado aumentos relevantes en la pobreza moderada, así como tampoco en la pobreza de capacidades y de patrimonio, como advierte en el cuadro 2 y en la gráfica 1.

Un salvamento por 50 mil millones de dólares ofrecido por Estados Unidos y la comunidad financiera internacional al gobierno de México a cambio de un severo programa de ajuste aplicado en 1995 y 1996, eliminaron los riesgos de una crisis financiera internacional y permitieron recuperar la estabilidad macroeconómica así como el crecimiento económico nacional. Aun con una evolución errática del PIB, no hay duda que de forma que Ernesto Zedillo logró recuperar el crecimiento económico y mejorar la tasa de ocupación y el ingreso real. En el año 2000 el PIB creció en 6.9%. En la reactivación de crecimiento destacó el dinamismo de las exportaciones de manufacturas hacia Estados Unidos, país que vivía una prolongada fase alto crecimiento económico, beneficiadas además por la subvaluación del tipo de cambio y los bajos costos de la mano de obra en el país.

No obstante la recuperación del empleo, la mejoría de los salarios reales fue insuficiente para recuperar los niveles previos a la crisis de 1995, de forma que persistieron las tendencias a la concentración del ingreso y la pobreza disminuyó lentamente. En el cuadro 3 puede verse que luego de la crisis de 1995, cuando disminuyó ligeramente la concentración del ingreso debido a que todos los hogares mejoraron modestamente participación en el ingreso total, excepto del 10% más rico, entre 1997 y 2000 la distribución del ingreso se hizo más injusta: 20% de los hogares con los menores recursos disminuyeron su participación en el ingreso total de los hogares de 13.6 en 1996 y a 12.4 por ciento en 2000. Por su parte, los hogares de las capas medias, ubicados en los deciles V-VIII, mantuvieron el alrededor de 33% su participación en el ingreso, pero 20% de los hogares con los ingresos más elevados la aumentaron de 53 a 55 por ciento. Con ello, el Índice de Gini, en plena recuperación económica, aumentó de 0.456 a 0.481. La combinación del crecimiento económico con un aumento de la concentración del ingreso entre 1997 y 2000 sugiere que la economía abierta de Estado mínimo es un modelo económico socialmente excluyente.

Entre los diversos determinantes de la injusticia distributiva destacan tanto la desigual distribución de activos generadores de ingresos (Székely, 2003) como el débil encadenamiento de los sectores exportadores con el resto del aparato productivo nacional volcado al mercado interno, de forma que el elevado crecimiento económico alcanzado entre 1997-200 denota el desempeño exitoso del sector exportador y oculta estancamiento del mercado interno (Hernández Laos y Velásquez, 2003). Por

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consiguiente, la reversión de las tendencias concentradoras del ingreso reclaman, entre otras cuestiones relevantes, la aplicación de políticas públicas orientas tanto a elevar el capital humano (educación y salud) de los grupos cuyo nivel de vida depende del ingreso por trabajo como a promover los procesos de inversión y la innovación tecnológica en las ramas productoras de bienes y servicios para el consumo nacional. No está demás precisar que esas acciones deben combinarse con otras destinadas a fortalecer al sector exportador, cuya competitividad internacional enfrenta retos desafíos.

La creciente concentración del ingreso y las dificultades para generar el número necesario de empleos bien remunerados explica que fueran necesarios cuatro años de crecimiento con estabilidad de precios y tipo de cambio para que el país regresara al nivel de pobreza previo a la crisis de 1995. De acuerdo a las estimaciones de Enrique Hernández Laos y Jorge Velásquez, el principal beneficio del crecimiento económico de 1997 y 2000 fue la disminución en 10 puntos porcentuales de la pobreza extrema, con lo que ésta se ubicó en 2000 en el nivel de 1994, es decir en 30.8% de la población. La pobreza moderada, en cambio, se mantuvo sin variaciones y en 2000, como en 1996, fue de 20% de la población.

Las estimaciones de Miguel Székely sugieren que el crecimiento económico de 1997-2000 tuvo mejores resultados en la superación de la pobreza, pues la incidencia de la pobreza alimentaria habría disminuido en 13 puntos entre 1996 y 2000 al pasar de 37.1 a 24.2 por ciento de la población nacional, respectivamente, con lo cual quedó por debajo del nivel de 1994 (21.1%). En cambio, se habrían logrado avances verdaderamente sorprendentes en la disminución de la pobreza de capacidades, que bajó 20 puntos porcentuales al pasar de 45.3 a 25.6 por ciento de la población entre 1996 y 2000, pero aun así la cifra es superior a la registrada en 1994 (29.5%). En la superación de la pobreza de patrimonio el crecimiento económico de 1997-2000 habría también verdaderamente relevante, toda vez que se logró una disminución de 18% al pasar de 69.6% en 1996 a 51.7 por ciento en 2000.

Estancamiento económico y reducción de la pobreza (2000-2004)

En años recientes la economía mexicana ha tenido un pobre desempeño debido a la desaceleración de la economía estadunidense, que redujo la demanda de las exportaciones nacionales, así como por la contracción de la demanda interna. El PIB per capita decreció en 1.2 y 0.5% en 2001 y 2002, se estancó en 2003 (0.2%) y en 2004 creció en 2.7%. Es importante destacar que mientras la recesión económica de 2001-2003 se extendió a todos sectores productivos, en la recuperación de crecimiento que se insinúa en 2004 la exportación de manufacturas vuelve a ser la actividad que registra la tasa de crecimiento más elevada.

En los primeros cuatro del gobierno de Vicente Fox continuó aplicándose una política monetaria restrictiva, que impide y desanima el crecimiento económico, así como el ajuste libre del tipo de cambio, lo cual permitió mantener en los niveles

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previstos la inflación, la tasa de interés y el tipo de cambio —salvo en 2004, cuando la tasa de inflación se situó en 4% y rebasó en un punto porcentual la meta oficial.

Con el pobre desempeño de la economía nacional se deterioraron la ocupación y los salarios reales, de forma que el desempleo abierto aumentó de 2.2 a 3.7 por ciento entre 2000 y 2004, en tanto que los salarios por hora en la industria manufacturera disminuyeron a partir de 2002 hasta ubicarse en 2004 por debajo del nivel de 2001 (2.44 y 2.52 dólares por hora, respectivamente). La adversa evolución de los salarios se produjo no obstante que continuó disminuyendo el costo de la mano de obra y aumentó su productividad.

La falta de empleos bien remunerados en México, la demanda dinámica de trabajo migrante en Estados Unidos y el gran poder de atracción que ejerces las redes sociales, entre otros factores relevantes, determinaron que la migración al país vecino del norte continuase en los niveles elevados, de forma que entre 2000 y 2004 alrededor de 1.6 millones de connacionales se fueron a vivir a Estados Unidos, con lo cual la población nacida en México que vive allá actualmente asciende a 10.6 millones de personas. Asimismo, durante el cuatrienio de referencia se fortaleció la migración temporal luego de que su desgaste en el segundo lustro de la década pasada, de forma que entre julio de 2000 y 2003 un total de 1.2 millones de mexicanos regresaron a México después de trabajar unos meses en Estados Unidos.

Uno de los resultados más visibles e inmediatos de la migración internacional se localiza en el impresionante aumento de las remesas en el período de referencia, que aumentaron hasta 16 6000 millones de dólares en 2004, representando un aumento de 2.7 veces respecto del nivel alcanzado en el año 2000. El número de hogares receptores de remesas se situó en el 2002 en un total de 1.6 millones de hogares. Al respecto, es importante señalar que no existe una explicación consistente del impresionante aumento de las remesas, pues número de migrantes permanentes al país vecino del norte no se ha modificado sustancialmente, situándose en alrededor en poco menos de 400 000 personas como promedio anual en el período reciente, y la recuperación del flujo de migrantes temporales no explica semejante aumento de las remesas, además del hecho de que no todos los migrantes remiten dinero a sus familiares de México. Por lo demás, la estimación del monto de remesas recibidas que declaran los hogares en encuestas nacionales como la Nacional de Ingresos y Gastos de la Hogares y la Nación de Empleo, se ubican muy por debajo del total reportado por Banco de México y no se destinan exclusivamente en los grupos de ingreso más bajo, como enseguida se precisa.

Las ediciones 2002 y 2004 de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares sugieren que la distribución del ingreso continuó sus tendencias concentradoras durante la recesión económica que caracterizó a los primeros tres años del gobierno de Vicente Fox y que por supuesto la recuperación del crecimiento el año pasado no revirtió. De esta forma y de acuerdo a tabulados de la encuesta de referencia elaborados por INEGI, mejoró ligeramente la participación de 40% de los

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hogares con el ingreso más bajo en 12.35 a 13.36 por ciento entre 2000 y 2002 y habría mantenido en ese nivel 2004, como se advierte en el cuadro 4. Los hogares de los deciles V-VIII la mejoraron un poco más entre 2000 y 2002 al aumentar su participación de 49 a 51% del ingreso total, proporción que mantuvieron en 2004. Por su parte, los hogares que integran el decil X perdieron 3.1% de su participación entre 2002 y 2002 al concentrar 38.1% del ingreso total en 2000 y 35.6 en 2002, pero recuperaron un punto porcentual entre 2002 y 2004. Por consiguiente, el Índice de Gini disminuyó de 0.481 en 2000 a 0.454 en 2002 y volvió a elevarse a 0.460 en 2004.

Deciles de hogares

2000 2002 2004

I 1.52 1.64 1.59 II 2.64 2.91 2.89 III 3.60 3.90 3.91 IV 4.59 4.92 4.91 V 5.70 6.12 5.97 VI 7.08 7.43 7.29 VII 8.84 9.25 9.09 VIII 11.24 11.86 11.62 IX 16.09 16.42 16.16 X 38.70 35.56 36.57 Total 100.00 100.00 100.00Índice de Gini 0.4811 0.4541 0.4601

Cuadro 4Distribución del ingreso corriente total trimestral de los hogares e Índice de Gini, 2000-2004

Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2000, 2002 y 2004

De los datos presentados se desprende la conclusión de que la concentración del ingreso de los hogares se ha mantenido en niveles sumamente elevados y que si bien en la recesión económica de 2000-2003 disminuyó ligeramente, con el crecimiento de 2004 se reeditó la tendencia a elevar la concentración. De esta forma, se confirma la hipótesis de que la economía abierta de Estado mínimo contiene profundos y preocupantes mecanismos concentradores del ingreso, de donde se deriva la necesidad de formular intervenciones públicas que la reviertan mediante la recuperación del mercado interno y la subsecuente generación de empleos.

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En este sentido, es importante señalar que de acuerdo a la información de la propia ENIGH 2004 que proporciona el INEGI, las remuneraciones al trabajo han aumentado su importancia en el ingreso monetario de los hogares al pasar de 63.4 a 66.3 por ciento entre 2000 y 2004. Cabe subrayar que si bien entre los hogares del decil I esos ingresos aumentaron sólo en un punto porcentual en el período de referencia, en el resto de los deciles II a IV lo hizo en 5% y en 6% en los hogares que integran el decil V. En el resto de los deciles los ingresos por trabajo es menor el aumento de su importancia relativa, salvo en el decil VI, donde pierde 2.7 por ciento.5 De esta forma, la generación de empleos bien remunerados entre los hogares de bajos recursos es una estrategia adecuada para reducir la desigualdad en la distribución del ingreso en el país. En abono a esta opinión cabe precisar que entre 2000 y 2004 la tasa de participación, el número de ocupados y perceptores de ingreso por hogar continuaron aumentando, situándose en 2004 en 57 por ciento, 1.7 y 2.0 miembros, respectivamente.

El pasado 14 de junio el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESO) dio a conocer estimaciones de la pobreza para el período 2002-2004 y re-estimó las ya presentadas para el año 2002 con la finalidad de hacer comparaciones con 2004. En la gráfica 2 puede verse que aun en medio de la recesión económica los datos del referido Comité Técnico sugieren que la pobreza alimentaria habría disminuido de 24.2 en 2000 a 17.4% en 2004, mientras que pobreza de capacidades lo habría hecho de 31.9 a 24.6% y la de patrimonio 53.7 a 47.0 por ciento, respectivamente. Con ello, el total de personas en pobreza alimentaria disminuyó de 23.7 a 18 millones de personas, es decir una reducción de 5.7 millones de personas; la de capacidades también habría descendido en poco menos (5.4 millones de personas) parta ubicarse en 25.7 millones de habitantes en 2004. Por último, el total de población en pobreza de patrimonio habría descendido de 52.4 a 49 millones. En principio, el Comité Técnico declinó explicar cuáles son los factores que determinaron la disminución de la pobreza en una coyuntura económica dominada por la recesión.

5 Adicionalmente, debe señalarse la preocupante disminución de la importancia relativa de la renta empresarial y el aumento de la renta de la propiedad en el ingreso monetario de los deciles IX y X; en el primer caso disminuyeron de 20.3 a 216.2 y de 27.8 a 18.7 por ciento, respectivamente, entre 2000 y 2004, mientras que en el decil X la renta de la propiedad aumentó su participación relativa de 5.4 a 10.2 por ciento en el período de referencia.

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Gráfica 2México, Población por tipo de pobreza, 2000-2004(porcentajes de la población nacional)

Pobreza AlimentariaPobreza de capacidadesPobreza de patrimonio

24,2

20,317,4

31,9

27,424,6

53,750,6

47,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

2000 2002 2004años

Porcentaje

Fuente: Comité Técnico para la Medición de la Pobreza, Medición de la pobreza, 2000-2004, Secretaría de Desarrollo Social, 14 de junio de 2005.

Al respecto, cabe recordar que ya desde la presentación por parte de la SEDESO de las estimaciones de pobreza correspondientes al período 2000-2002 se produjo un debate álgido por su presunta disminución en un período de recesión económica. En particular se argumentó que la metodología elegida por el Comité Técnico para medir la pobreza subestimaba el fenómeno así como que los cambios en el cuestionario y el diseño muestral de la ENIGH de 2002 hacían incomparable sus datos con los de ENIGH 2000, razón por la cual no se podía definir si en realidad la pobreza había disminuido (Boltvinik y Damián, 2003).

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Frente a las críticas y reservas metodológicas, INEGI y el Comité Técnico sostuvieron que los datos de las encuestas eran comparables y la SEDESO destacó como factores explicativos de la disminución de la pobreza la mejoría del ingreso real de los hogares localizados en los primeros deciles de ingreso, el aumento de las transferencias gubernamentales (señaladamente la ampliación de la cobertura del programa Oportunidades) así como de las remisiones de dinero de los migrantes a sus familiares en México. Más tarde Fernando Cortés (2005) realizó un estudio que rechaza las reservas de comparabilidad de las ENIGH de 2000 con 2002 debidas a los cambios en el cuestionario y diseño muestral de la edición de 2002, y aun con algunos matices y precisiones revelantes, confirma las opiniones oficiales en el sentido de que la pobreza sí disminuyó en el período de información.

Lo reciente de la entrega de los resultados de la ENIGH 2004 hace imposible explorar sus microdatos para formarse una opinión sobre las razones por las cuales habría disminuido la pobreza entre 2002 y 2004. Con todo, cabe destacar que los tabulados de la ENIGH que se presenta en el cuadro 4 indican que el ingreso de los hogares pobres no aumentó porque haya mejorado su distribución, pues creció el Índice de Gini. Asimismo, la gráfica 3 deja ver que el incremento porcentual del ingreso corriente total de los hogares entre 2002 y 2004 fue modesto, así como que sus mayores logros no se registraron necesariamente en los grupos de menores recursos, como es evidente con 10 % más pobre. En dicha gráfica puede verse que los hogares de los deciles II-IV obtuvieron los mayores incrementos porcentuales en su ingreso per capita (6.4, 4.6 y 3%, respectivamente) así como el decil X, que lo aumentó en 4.29 por ciento.

Por otra parte, debe precisarse que el papel de las remesas en el alivio de la pobreza es modesto, pues sistemáticamente las ENIGH dejan ver que dichos recursos son recibidos por los hogares de todos los deciles de ingreso, aun cuando ciertamente son más relevantes para quienes tienen menos recursos. Así, las remesas aumentaron su importancia en el ingreso monetario de los hogares de 7.8 en 1992 a 11.7 en 2004, pero entre los hogares del decil I lo hicieron de 15.1 a 32.6, en el decil II de 13.3 a 23.8 por ciento y en el decil III de 10.3 a 15.1 por ciento, respectivamente. Sin embargo, ese aumento se produjo gradualmente a lo largo del período, de forma que no es imputable al lapso 2000-2004, cuando según Banco de México las remesas familiares aumentaron de 6.6 a 16.6 mil millones de dólares. La propia SEDESO ha rectificado su diagnóstico de 2002 y para 2004 sostiene que las remesas tienen un papel más bien marginal en el alivio de la pobreza, pues sólo benefician a cerca de 30% de la población pobre.

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Reflexión final

Hasta los años setenta del siglo pasado la economía mexicana se caracterizó por sostener un crecimiento económico elevado que mejoró el ingreso real de la población, redujo modestamente la concentración del ingreso de los hogares e hizo descender significativamente el nivel de pobreza. Desde el segundo lustro de los setenta comenzaron a revertirse esas tendencias históricas, lo cual se consolidó con las crisis económica de 1982 y 1983, que además marcó el final del modelo de desarrollo estatista de mercado interno y dio curso a un intenso proceso de restructuración que implantó en el país una economía abierta de Estado mínimo, con altos costo sociales, cuyo momento culminante se vivió durante el régimen de Carlos Salinas de Gortari.

El pobre desempeño económico durante los 20 años de dominio de la élite neoliberal, que incluyó severos retrocesos como en 1987 y 1995, tienen por resultado un aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso y un nivel de pobreza sumamente elevado que, de acuerdo a las estimaciones oficiales, ha disminuido lentamente desde 1997 pero aun se encuentra alejado del nivel 1977, cuando se registró la menor incidencia de la pobreza.

0,00

1,00

2,00

3,00

4,00

5,00

6,00

7,00

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Porc

enta

je

Decil de Ingreso

Gráfica 3Incremento porcentual del ingreso corriente total per capita de los hogares, 2002-2004

Fuente: INEGI, Escuela Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, 2004, México, 2005.

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Por consiguiente, es necesario revisar la estrategia económica seguida para establecer un crecimiento económico que reduzca la desigualdad y la pobreza. No se trata de regresar al estatismo de los años setenta sino de construir una alianza amplia en torno a la puesta en marcha de políticas y programas que hagan posible recuperar el dinamismo del mercado interno, dado que el sector exportador no logró convertirse en la nueva locomotora del crecimiento económico nacional.

Las cifras presentadas sobre los patrones de la distribución del ingreso y el empobrecimiento de la sociedad mexicana, ponen en evidencia no sólo la necesidad de que la política social se articule con la económica, sino también la urgencia de impulsar una nueva política social para superar las inequidades que no lograron remontarse en la era del desarrollo estatista de mercado interno ni en la actual en que predomina la economía abierta de Estado mínimo ▪

Bibliografía

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