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Foto: Jorge Cazenave
BOLETIN MESETANOTICIAS DESDE EL PARQUE NACIONAL PATAGONIA
MAYO2016NÚMERO 2
DEL A
EDITORIAL
Fundación Flora y Fauna Argentina PAG.1
GENERALES
Lugares y nombres PAG.3
Cañadón del Río Pinturas (A. Stubelt)
Fundación Flora y Fauna ArgentinaEstancia Los Toldos | Cueva de las Manos
La Fundación Flora y Fauna
Argentina, ONG dedicada a la
creación y ampliación de áreas
protegidas, adquirió reciente-
mente la antigua Estancia Los
Toldos.
Desde hace varios años, la co-
munidad de Perito Moreno a
través de distintos actores ha
impulsado y sostenido la pro-
tección, valorización y el uso
turístico racional de las “Cue-
va de las Manos del Rio Pin-
turas”, sitio que cuenta con la
protección de legislación vi-
gente y que fuera declarado
Patrimonio Mundial de la Hu-
manidad por la UNESCO en el
año 1999. Estas situaciones se
mantienen y se fortalecen con
el cambio de titularidad de la
tierra circundante.
Es intención de la Fundación
continuar el trabajo que ve-
nían realizando los anterio-
res propietarios de la estan-
cia en forma conjunta con los
representantes del municipio,
la provincia de Santa Cruz y la
Nación para fortalecer la con-
servación del patrimonio cul-
tural de la zona promovien-
do el estudio de los valores
del área, el manejo turístico
EDITORIAL
PÁGINA 2MAYO 2016 NÚMERO 2
HISTORIAS
El relincho del Macá Tobiano PAG.13
EVENTOS
II Jornadas del Parque Patagonia
PAG.16
equilibrado y el acceso públi-
co compatible con la conser-
vación del lugar.
Como organización dedicada a
la conservación de los ecosis-
temas naturales con su flora
y fauna nativas, la Fundación
buscará a su vez la restaura-
ción natural de los suelos pro-
curando retirar del área el ga-
nado existente a fin de reducir
el impacto que este causa so-
bre los numerosos sitios ar-
queológicos existentes en la
estancia.
En un plano más amplio la
Fundación lleva más de 4 años
en la provincia de Santa Cruz
y se encuentra comprometida
con la puesta en valor de la re-
gión mediante sus aportes a la
creación del nuevo Parque Na-
cional Patagonia en la cercana
Meseta Lago Buenos Aires.
Valle Chacabuco (Macarena Varela Neita)
Jornadas del Parque Patagonia (G. Vittone)
Cueva de las Manos (Marian Labourt)
Alrededores de Cueva de las Manos (Andrés Stubelt)
CAPACITACIÓN Y TALLERES
Historias del lugar PAG.10
INVESTIGACIÓN
¿Cómo es la Patagonia? PAG.11
Voluntariado enero 2016 PAG.5
Un día de trabajo en Cueva de las Manos PAG.8
PÁGINA 3MAYO 2016 NÚMERO 2
La Patagonia suele describirse
detallando sus faltantes. Es co-
mún escuchar que en el sur hay
muchos lugares sin gente, sin
vegetación, sin agua, sin anima-
les, y hasta hay cerros y lagunas
sin nombre. Llevando esta para-
dójica descripción al absurdo hay
quienes afirman que son lugares
donde “no hay nada”. Pero si us-
ted nos está leyendo es porque
sabe, o al menos sospecha, que
en estos lugares mal llamados
“vacíos” se esconde una riqueza
excepcional.
Creo que ya podemos quitar de
esa categoría a la Meseta del
Lago Buenos Aires, cuyos atri-
butos naturales y culturales co-
mienzan a valorarse gracias a
la creación del Parque Nacio-
nal Patagonia y al interés por la
conservación de sus alrededo-
res. De modo que no me voy a
explayar sobre los valores de la
zona, sino que me voy a ocupar
de algo que aunque no del todo
ausente está en gran medida in-
completo: los nombres.
Empecemos por nuestra querida
meseta, que a falta de un nom-
bre propio tuvo que tomar el del
gran lago que se encuentra a sus
pies. ¿Cómo se referirían a ella
los pueblos originarios? Segu-
ramente tenía un nombre más
Laguna sin nombre en la Mesta del Lago Buenos Aires (Guido Vittone)
Guanaco frente al “Complejo volcánico Zeballos”
Lugares y nombresPor Guido Vittone
GENERALES
PÁGINA 4MAYO 2016 NÚMERO 2
adecuado que el transferido por
la denominación que Moyano le
dio al lago, porque según relatos
la meseta era el lugar donde el
mundo fue creado. En base a esta
explicación de los tehuelches el
viajero Musters la identificó en
su mapa como “Colinas de Dios”
diez años antes de que Moyano
bautizara el lago.
Hay otro antiguo nombre para la
meseta o para alguna de sus ele-
vaciones más prominentes: “As-
hpesh” o “Ashpaik”, asociado a
leyendas y mitos sobre el origen
del mundo. Tema fascinante que
dejamos para cuentos de fogón,
manteniendo la tradición de
quienes estuvieron aquí mucho
antes que nosotros. Esto me lle-
va a otro topónimo vinculado a
la meseta: “Los Antiguos” como
traducción de “I keu kenk” o “I
keu kon” que en tehuelche sig-
nificaría “la gente de los tiem-
pos de antes”. Tengamos pre-
sente que además del nombre
del pueblo es el del río que nace
en la meseta, en el gran cerro
nevado que tal vez sea el mítico
“Ashpesh”.
Y el cerro más alto de la mese-
ta, tiene nombre? Si, Moyano lo
bautizó Zeballos. El nombre se
expandió más tarde para deno-
minar al área boscosa conocida
como “Monte Forestal Zeballos”,
también al arroyo que se une con
el Rio Jeinimeni, zona que figu-
ra en viejos mapas como “Paraje
El Zeballos”. El cerro que coro-
na la meseta, el “Zeballos” ori-
ginal, es en realidad un cordón
de altas cumbres que esconde al-
gunos glaciares y muchos enig-
mas. Los geólogos lo denominan
“Complejo volcánico Zeballos”
porque eso es lo que es: un enor-
me volcán que con sus erupcio-
nes de lava formó la meseta.
Así, entre nombres repetidos y
lugares innominados vamos re-
corriendo el paisaje de la región,
completando nuestro mapa sim-
bólico con rincones “llenos” de
significación. Y en este nuevo
paradigma aparece Patagonia:
el nombre de nuestro parque,
esencia del sur y carta de pre-
sentación al mundo entero.
Guido Vittone. Coordinador local Proyecto Parque Patagonia, Fundación Flora y Fauna Argentina.
Otra laguna sin nombre en la Meseta del Lago Buenos Aires (Jorge Cazenave)
PÁGINA 5MAYO 2016 NÚMERO 2
Entre el 11 y 31 de enero se realizó
en la Ea. La Ascensión el Primer
Programa de Trabajo Voluntario
de la Fundación Flora y Fauna en
Patagonia. Bajo la coordinación
de Guido Vittone y junto con Die-
go Morgan, Juliana García, Sere-
na Lacroze, Marina Ephtyneos,
Txomin Aboitiz y Luisa Flores
Pirán, formamos el primer gru-
po de voluntarios que tuvimos
oportunidad de trabajar en este
increíble lugar de la Patagonia.
Tal como estaba previsto, inicial-
mente nos dedicamos a acondi-
cionar el Puesto del Cisne, donde
hicimos base durante toda nues-
tra estadía en la estancia. En él
realizamos trabajos varios de
limpieza, acopio y orden de ma-
teriales y la remoción de basura
y viejos cercos en desuso. Este
trabajo continuó durante toda
nuestra estadía, pero a cargo de
“caseros” rotativos que, además,
tomaban la posta de la cocina y
limpieza diaria mientras el res-
to del grupo trabajaba en nuestra
tarea principal, la remoción de
alambrados.
En Argentina, y gran parte del
mundo, los alambrados son las
estructuras tradicionalmente
más utilizadas para: el manejo
de animales domésticos, la pro-
tección de recursos, establecer
límites perimetrales de las pro-
piedades y subdividir las mismas
en distintas zonas de uso. Para
determinar su disposición y
construcción raramente se tuvo
en cuenta las características del
ambiente y su fauna silvestre,
por lo que en la mayoría de los
casos también constituyen ba-
rreras para sus desplazamien-
tos y contribuyen a la fragmen-
tación del hábitat, entre otros
problemas. Para los guanacos,
por ejemplo, yo mismo publiqué
un trabajo donde estimo que los
enganches en alambrados pro-
ducen una mortalidad del 1% de
los guanacos adultos y de más del
5% de sus crías (Rey et al. 2012).
La Ea. La Ascensión no escapó a
esta coyuntura y la remoción de
alambrados actualmente inne-
cesarios (“redes fantasmas”, en
este caso terrestres) constituyó
nuestra principal actividad con
el fin de volver a ofrecer un am-
biente continuo donde la fauna
nativa pueda desplazarse libre-
mente y hacer un uso del espa-
cio y los recursos como lo hacía
originalmente.
Desde un primer momento la
tarea no resultó sencilla. Es que,
además de cortar el alambre,
había que acopiarlo de forma
ordenada para poder retirarlo
definitivamente. Rápidamente
comprendimos que este sería
un trabajo necesariamente co-
laborativo. Como la mayoría de
los alambrados vacunos, cada
tramo de alambrado tenía unos
Voluntariado enero 2016Por Andrés Rey
Levantando alambrados (Andrés Rey)
PÁGINA 6MAYO 2016 NÚMERO 2
7 hilos (alambres) de 100 m, 5 de
ellos pasados por 9 postes fijos y
entre 70 y 80 varillas y los 2 hi-
los restantes estaban maneados,
atados a cada varilla. El sueño de
cortar las puntas y simplemente
tirar y enrollar el alambre desde
una de ellas era eso, simplemen-
te un sueño...
Sin embargo en poco tiempo
empezamos a desarrollar estra-
tegias, en general trabajando de
a pares en un mismo “hilo”:
- ¡Libre el 3°!
- ¡No corre!
- ¡Ese no es el 3°!
- ¡@&%$%/#”&%!
- ¡Se traba! ¿Fijate si tiene nudos?
- ¡Nudo!
- ¿Quién tiene el alicate?
Las distintas tareas también
fueron encontrando especialis-
tas: cortadores, des-maneado-
res, serruchadores, enrollado-
res, etc. Cada día era igual y a la
vez distinto: cambiaba el grupo,
cambiaba el terreno, el alam-
brado pasaba por un espinal,
aparecía el alambre de púas y el
camino al puesto quedaba más o
menos lejos.
Más allá de las dificultades, que
nos moderaban el ritmo y nos
templaban la paciencia, siem-
pre hubo una excelente predis-
posición y siempre se priorizó la
cooperación. Aunque de a pares,
siempre trabajamos todos jun-
tos, atentos a lo que necesitaba
el otro, a que no le quede lejos la
mochila, a compartir el agua, a
proponer un descanso y tomar
unos mates. Así removimos
aproximadamente 5.000 m de
alambrado (35 km de alambre,
3500 varillas) y pudimos darnos
el gusto de ver como un grupo de
guanacos con crías usaba ambos
lados del alambrado removido.
El mismo clima de cooperación
también lo vivimos en el puesto
y nuestros momentos de ocio y
familia, donde con el correr de
los días nos fuimos conociendo
en nuestras mejores y peores
horas, fortalezas y debilidades,
pero siempre con mucho respe-
to y generosidad. El día que nos
tocaba quedarnos como case-
ros éramos responsables de la
comida y calentar la suficiente
agua en la cocina económica
para que los que volvieran can-
sados del alambrado pudieran
bañarse. Las comodidades no
eran muchas, “la ducha” era un
pallet de madera dentro de un
refugio de tres paredes y techo
de chapa al que cada uno acudía
por turno con un balde de agua
tibia y un jarrito. Sin embargo
nadie se quejó y la ducha era tan
Grupo de voluntarios enero 2016 (Andrés Rey)
PÁGINA 7MAYO 2016 NÚMERO 2
o más reparadora que las que
tomamos habitualmente. Con
la comida pasaba algo similar. El
menú no era variado pero si lo
eran las ideas para que siempre
el plato fuera distinto, y aunque
todos aprendimos ahí a hacer
pan y tortas fritas, el esmero que
poníamos no tenía que ver con la
competencia. Algo que me llamó
particularmente la atención es
que comíamos siempre juntos,
nos llamábamos y esperábamos,
y la mesa era un lugar de disfrute
y alegría. Con el tiempo, incluso
se fue imponiendo la costumbre
de ir despertando a cada uno en
su carpa ofreciéndole un mate o
un té, para luego desayunar en
el puesto mientras organizába-
mos el día.
Pero no todo fue trabajo, tam-
bién tuvimos la oportunidad
de recorrer y conocer distintos
lugares de la estancia como: el
Cerro la Calle, la laguna detrás
del mismo, el Puesto Amarillo,
el Puesto del Baño y el casco. En
dos grupos subimos a la mítica
meseta del lago Buenos Aires y
también conocimos Los Anti-
guos. Los últimos días, ya dejan-
do atrás La Ascensión, visitamos
la cueva de las manos y acam-
pamos dos noches en el maravi-
lloso cañadón del Río Pinturas.
Para terminar nuestro volunta-
riado de la mejor manera, pa-
samos nuestro último día en el
Puesto Méndez, sobre la mese-
ta. Allí aprovechamos a visitar
a quienes trabajan en el proyec-
to del Macá Tobiano y a conocer
la Laguna del Cervecero, don-
de tuvimos guías de lujo para
poder verlos. La última noche
transcurrió mansa bajo un cielo
infinito y al cobijo de un corral
de piedras que culturas previas
adornaron con petroglifos. ¿Qué
más se podía pedir?
Desde lo estrictamente personal
fue una experiencia sumamen-
te enriquecedora. Aunque por
mi edad y formación yo ya ha-
bía pasado por experiencias de
trabajo en el campo, en general
me había tocado liderarlas, tra-
bajar con pocas personas y rea-
lizar trabajos de investigación
más que de aplicación. Esta fue
una oportunidad para encon-
trarme del otro lado, como un
voluntario más, y poniendo en
práctica recomendaciones que
personalmente ya había hecho
en ámbitos académicos. Pese a
estas diferencias les estoy in-
mensamente agradecido a cada
uno de mis compañeros de vo-
luntariado, ya que de cada uno
aprendí algo y me hicieron sentir
uno más, al punto que me cayera
mal que me preguntaran ¿cómo
te llevas con ellos? ¡Si yo era uno
más de ellos!
¡Celebro que el Programa de
Trabajo Voluntario de la Funda-
ción Flora y Fauna en Patagonia
haya comenzado! ¡Y espero que
muchos se animen a tener esta
lindísima experiencia! Que yo
haré lo posible por repetirla, ya
es seguro.Voluntarios levantando alambrados (Guido Vittone)
Andrés Rey. Dr. y Prof. en Ciencias Biológicas. Especialista en conservación y manejo de guanacos silvestres. Autor (entre otras publicaciones) de “Mortalidad de guanacos silvestres por enganches en alambrados”. Docente en nivel me-dio y superior. Vive en San Martín de los Andes.
PÁGINA 8MAYO 2016 NÚMERO 2
Amanece en el cañadón del Río
Pinturas, un paisaje imponen-
te y congelado en el tiempo. En
este sector el río, que nace en la
Meseta del Lago Buenos Aires, se
encuentra encajonado entre pa-
redones de piedra de 250 metros
de altura.
La fresca mañana invita a em-
pezar el día haciendo fuego en
la estufa a leña para
tomar unos mates
con pan recién hecho
mientras esperamos
a los primeros visi-
tantes, visitantes que
invariablemente se
sorprenden al encon-
trarse con semejante
paisaje en medio de
la estepa patagónica.
Saben que van a ver
una cueva con pintu-
ras de manos pero no
esperan ver el majes-
tuoso paisaje en el que
se halla enmarcado el yacimien-
to arqueológico.
Cueva de las Manos es mucho
más de lo que dice su nombre.
Es una cueva con varios aleros
y paredes con diferentes picto-
grafías de manos en negativo,
grupos de guanacos y algunos
más dinámicos con cazadores al
acecho y con figuras biomorfas y
geométricas que dan testimonio
de 8000 años de ocupación por
parte de los primeros cazadores
recolectores de la Patagonia. El
paso del tiempo también quedó
plasmado en el suelo de la cue-
va donde debajo de los aleros
se encontraron huellas de los
asentamientos humanos a tra-
vés de los restos de los animales
que consumían, las herramien-
tas que utilizaron y vestigios de
fogones y pigmentos minerales
con los que pintaban en las ex-
cavaciones arqueológicas, todas
evidencias de su modo de vida!
Al ser grupos nómades aparecen
más testimonios en otros luga-
res de la zona como en la gran
Meseta del Lago Buenos Aires,
zona que se está explorando en
la actualidad.
Desde el primer registro en 1941
gracias a las fotografías del Pa-
dre Salesiano Alberto María D A-
gostini, fueron varios los estu-
diosos que pasaron por el lugar.
En 1964 el topógrafo y arqueólo-
go Carlos J. Gradin inició las pri-
meras exploraciones en el área
de Cueva de Las Manos. A partir
de 1973 junto a Carlos Aschero y
Anette Aguerre comenzaron las
investigaciones científicas con el
auspicio del CONICET
de las cuales surgió
que el primer asen-
tamiento humano fue
hace 9.300 años. Car-
los Gradin gran co-
nocedor y estudioso
del lugar falleció en
2002 y Carlos Asche-
ro y Anette Aguerre
siguen investigando
con mucha pasión so-
bre los primeros habi-
tantes del lugar.
Esto es arte rupestre
original, no hay res-
tauración ni réplica. Está tal cual
la dejaron los nativos del Pintu-
ras y fue declarado “Patrimonio
Cultural de la Humanidad” por la
UNESCO en 1999.
Desde mi trabajo como guía in-
tento que los visitantes al ca-
minar por el sendero se sientan
como los nativos que vinieron a
este lugar, que vean como apro-
vecharon los recursos y que
sientan que fue y es un lugar
Un día de trabajo en Cueva de las ManosPor Natalia Morrone
Pinturas rupestres (Natalia Morrone)
PÁGINA 9MAYO 2016 NÚMERO 2
muy especial de singular belleza
que felizmente permanece vir-
gen y prístino.
Un Patrimonio es lo que recibi-
mos de las generaciones pasa-
das y lo que entregaremos a las
generaciones futuras. Además
de informar, los guías debemos
generar consciencia sobre la
importancia de estos vestigios
únicos e irremplazables. Todos
somos afortunados de recibirlo y
tenemos la gran responsabilidad
de cuidarlo.
Llega el atardecer. Luego de un
día de recibir visitantes de todo
el mundo que aprendieron de los
nativos y que se admiraron por
el paisaje, el cañadón queda en
silencio. Solo el sonido del vien-
to y el canto del gaucho serra-
no acompañan al cielo rosado
que enmarca al cañadón del Río
Pinturas. En ese momento todo
tiene sentido, es el lugar que
ellos eligieron y es el que vuelvo
a elegir día a día. ¡Me siento muy
dichosa de trabajar acá!
Aleros del cañadón del Río Pinturas (Natalia Morrone)
Natalia Morrone. Licenciada en Turismo. Guía Nacional y Provincial. Trabaja en el sitio Cueva de las Manos desde 2009. Es coautora del libro “Cueva de las Manos, guía de un viaje hacia el pasado”. Trabaja en forma voluntaria con el arqueó-logo Carlos Aschero.
Vista del cañadón del Río Pinturas (Natalia Morrone)
PÁGINA 10MAYO 2016 NÚMERO 2
Llegué a la Ascensión a orillas
del Lago Buenos Aires dispuesta
a conocer el territorio y su gente.
Nada mejor para “una cuen-
tera” que andar el lugar escu-
chando historias. Historias que
tienen voces, aromas y el colori-
do de ese lugar maravilloso. Pero
mejor que eso, pudimos concre-
tar dos talleres de cuentos que
se llamaron “Historias del lu-
gar”, uno en Los Antiguos y otro
en Perito Moreno.
Después de ponernos de acuerdo
con Norma y Mariela, entusias-
tas funcionarias de la Secretaría
de Cultura de Los Antiguos, tu-
vimos fecha y lugar.
Sería el sábado 23 de enero en la
sede de la Secretaría de Cultu-
ra. Al día siguiente Mariela ha-
bía diseñado y repartido un Car-
tel con la publicidad del evento.
Y Norma, entusiasmada, hacía
la lista de gente que quería que
se haga presente en el evento,
y la gente que por la edad o por
la distancia ella personalmente
traería al encuentro.
En Perito lo organizamos con
Carolina para el viernes 22 de
enero en el Salón Iturrióz, pre-
cioso salón de eventos y café
ubicado sobre la Ruta 40 que
supo ser el taller de carpintería
de Don Iturrióz, quien a princi-
pios del siglo XX lo convertía du-
rante los fines de semana en el
lugar de encuentros de la loca-
lidad. Hoy, restaurado y puesto
en valor, sería el sitio en el que
nos reuniríamos para escuchar
las historias que los pobladores
traerían esa tarde!
¡Llegó el día del primer encuen-
tro!
Siempre que se organizan este
tipo de eventos, la alegría excede
cualquier otra emoción que pu-
diera andar dando vueltas. Tener
la oportunidad de reunir a per-
sonas que son sus historias y las
de los suyos, las vividas y las es-
cuchadas, las atesoradas con ca-
riño y las que por escuchar a otro
se hacen presentes de forma cla-
ra y urgente como nunca imagi-
naron. Porque lo importante y
constructivo es “reconstruir” la
identidad de cada lugar, de cada
época y de cada uno a través de
sus historias!
Tarde del 22 de enero en Perito
Moreno. Luego de una reunión
con las chicas del museo con
quienes trabajamos algunos as-
pectos de una serie de cuentos,
escritos y caricaturizados para la
Ludoteca del Museo Carlos Gra-
dín, cruzamos al salón donde
nos esperaba un público atento y
entusiasmado: gente del museo,
del sector de educación, de la co-
munidad, representantes de los
Guías de Cueva de las Manos…
etc. Todos atentos para escuchar
algunas técnicas que fueron in-
corporando en forma inmedia-
ta y, antes de despedirnos, cada
uno quiso y pudo contar histo-
rias suyas propias, de cómo y
porqué vivían allí, de sus ante-
pasados, de costumbres olvida-
das, y de las que contando his-
torias se proponían no olvidar.
También hablaron de sus nece-
Historias del lugarPor Gabriela Lubarsky
CAPACITACIÓN Y TALLERES
Taller “Historias del Lugar” en Salón Iturrioz
PÁGINA 11MAYO 2016 NÚMERO 2
sidades y de sus deseos de poder
trabajar para resolverlas.
Acordamos seguir trabajando...
Al día siguiente, sábado a la tar-
decita, nos esperaba la gente de
Los Antiguos en la sede de Cul-
tura!
¡Gente representado a gran par-
te de la comunidad! Docentes,
alumnos, gente de los medios
locales, catequistas, bibliote-
carios y...la promesa de Norma
cumplida! Don Gabino, un hom-
bre del lugar que vestido con
bombachas negras, botas, ca-
misa blanquísima, chambergo
en la mano... nos contó.“Yo tra-
bajé en la escuelita rural…. Esa
que queda arriba... No era fácil
llegar, pero los chicos llegaban...
Nosotros cortábamos leña para
calentarles la leche, para darles
de comer...” Y siguió envolvién-
donos con el hilo frágil de la voz
de aquel hombre que con su piel
curtida por el sol y frío nos re-
cordó que...todo lo que falte ha-
cer…debemos comprometernos
a hacerlo con la misma simpleza,
la misma grandeza y la misma
generosidad, que las historias de
Don Gabino nos enseñaron que
es posible.
Gabriela Lubarsky. Narradora de profesión, recorre el país contando cuentos y realizando talleres enseñando a contar.
La Patagonia es una vasta región
que se caracteriza por su relie-
ve formado por mesetas, serra-
nías y valles, su clima seco y frío,
sus suelos pedregosos y areno-
sos pero es mucho más que eso...
La vegetación presenta plan-
tas xerófilas, con adaptación a
la sequía, el viento y al pastoreo
de los herbívoros nativos, como
arbustos bajos, plantas en cojín o
formando placas sobre el suelo,
con hojas reducidas o sin ellas,
espinas, pelos, resinas y ceras,
raíces profundas, entre otros
casos.
El tipo de vegetación predomi-
nante es la estepa arbustiva,
formada por arbustos bajos y
esparcidos, entre los cuales cre-
cen hierbas muy perseguidas por
los herbívoros, dejando grandes
espacios sin cobertura vegetal o
suelo desnudo.
La historia de la ganadería en la
Patagonia se inicia a fines del si-
glo XIX, con la introducción del
¿Cómo es la Patagonia?Por Macarena Varela Neira
INVESTIGACIÓN
Grupo de guanacos y choique en el Parque Patagonia Chile en Valle Chacabuco (Macarena Varela Neira)
PÁGINA 12MAYO 2016 NÚMERO 2
ganado ovino, habiendo com-
probado la aptitud para la cría
de ovejas, grandes extensio-
nes de tierra fueron concedidas
a compañías o particulares en
ambos lados de la frontera ar-
gentino - chilena. Fue la época
de las grandes estancias, junto
con los locales, llegaron hom-
bres con sus familias principal-
mente de Europa y Chiloé a tra-
bajar con gran sacrificio y poblar
la Patagonia.
A principio del siglo XX, las ove-
jas habían colonizado la Patago-
nia, las existencias ovinas solo
de la región eran equivalentes a
las actuales en toda Argentina.
Un siglo de pastoreo, es mucho
tiempo sin descanso con dema-
siados animales sobre un recur-
so de por si frágil pero pasaron
muchos años antes de percibir
los efectos.
El pastoreo genera cambios en la
vegetación perceptibles en dis-
tintas escalas y dimensiones.
Entre la vegetación natural, las
ovejas prefieren los pastos a los
arbustos, así los pastos se vuel-
ven raros y los arbustos más co-
munes, reduciendo la cobertura
vegetal y ampliando los espacios
de suelo desnudo, dejándolo aún
más vulnerable a la erosión por
la acción del viento.
Ya no se puede volver el tiempo
atrás en la historia de la gana-
dería ovina y el sobrepastoreo,
cuando se desconocían las con-
secuencias del pastoreo excesivo
y ni siquiera existía una palabra
para definir “sobrepastoreo”,
que hasta el día de hoy tampo-
co tiene una definición precisa.
La otra cara de la historia es el
efecto sobre la fauna silvestre,
ya sea por la competencia y las
enfermedades del ganado, la
caza (por competencia o depre-
dación del ganado), el daño pro-
ducido por los perros de traba-
jo o los alambrados, que actúan
como barreras donde los gua-
nacos quedan atrapados y la de-
gradación o fragmentación de su
hábitat natural.
Hoy más que nunca, la relación
del hombre con la naturaleza se
encuentra en conflicto,
el alejamiento hacia las ciudades
no resuelve el problema sino que
lo intensifica.
Es importante entender que la
necesidad de producir no va en
contra de la responsabilidad de
conservar, sino que van de la
mano, no solo es posible sino
que es tan necesario producir
como conservar. Esto plantea
un desafío, trabajar junto con la
naturaleza y no en su contra, no
es necesariamente ni más com-
plicado ni más sencillo pero re-
sulta definitivamente más inte-
resante.
El hombre es capaz de producir
de forma racional e inteligente
con los recursos naturales, con-
servando y recuperando su dis-
ponibilidad en la naturaleza y la
vida silvestre. Existen formas,
hay que buscar prácticas, tan-
to recuperando las tradicionales
como encontrando otras nuevas,
para manejar la producción jun-
to la conservación.
Lo cierto es que la historia de la
ganadería es también la histo-
ria de la Patagonia, de su identi-
dad, su historia, su cultura, cos-
tumbres, tradición y su gente, su
conservación también es impor-
tante.
La Estancia Valle Chacabuco, es
parte de la misma historia, fun-
dada por el gran pionero argen-
tino Lucas Bridges a principios
del siglo XX, fue una estancia
ganadera tradicional por cerca
de 100 años. El valle del río Cha-
cabuco, es un valle transversal,
con dirección oeste–este, desde
la confluencia de los ríos Baker y
Chacabuco hasta la frontera con
Argentina en el Paso Roballos,
forma la transición del bosque
a la estepa patagónica, pasando
por lagunas y humedales, rodea-
das de montañas, la composición
de paisajes, colores y texturas es
simplemente increíble.
Cuando llegué por primera vez
a Valle Chacabuco, rincón leja-
no y salvaje de la Patagonia, que-
dé profundamente impresionada
por sus paisajes y su gente, me
encontré con gauchos chilenos
que comparten las costumbres
de los argentinos, todos tienen
alguno de sus abuelos, padres o
hijos, sino son ellos mismos ar-
gentinos. Muchos de ellos pa-
saron de ser puesteros a guar-
daparques.
Tuve la oportunidad de hacer mis
prácticas en ganadería y conser-
vación, alternando el trabajo en-
tre ovejas, vacas y encantadores
perros Pastores de los Pirineos,
que mantienen alejados a los
predadores de los animales do-
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mésticos, sobre la vegetación
natural notoriamente recupe-
rada del sobrepastoreo, demos-
trando que es posible conciliar la
ganadería y la vida silvestre.
Guardo muchos buenos recuer-
dos con gran cariño de mi expe-
riencia, la vida sencilla y cálida
en los puestos con sus cocinas
económicas y el fuego siempre
prendido para compartir unos
mates e historias.
Algunos lugares, por su particu-
lar belleza y biodiversidad, exigen
su conservación permanente.
En el año 2003, la Estancia Valle
Chacabuco fue adquirida por la
fundación Conservación Patagó-
nica, hoy es una reserva priva-
da con acceso público y algún día
será, junto con las Reservas Jei-
nimeni y Tamango, el Parque Na-
cional Patagonia Chile. Proyecto
Parque Nacional Patagonia.
Todos nosotros de alguna u otra
forma, estamos relacionados con
la problemática de la producción
y la conservación, podemos ha-
cer algo, involucrarnos y contri-
buir a mejorar la realidad.
Hace 6 años nos embarcamos en
una huella que no sabíamos ha-
cia donde iba, una huella que nos
llevó a escribir las páginas de una
historia profunda que había co-
menzado en la década de los 80
y estaba llena de anécdotas, es-
fuerzos, logros y soledades. En
estos lugares donde lo lejano sólo
queda un poco más allá, los re-
cuerdos se arriman y amontonan
a cada paso mientras infinidad
de pensamientos vuelan en sal-
vaje libertad, no era una simple
aventura!
Recorrimos las largas distancias
de mi provincia, Santa Cruz, por
lugares que muy poca gente había
Macarena Varela Neira. Ingeniera Agrónoma, realizó su tesis y sus prácticas en ganadería y conservación en el Parque Patagonia.
El relincho del Macá TobianoPor Pablo Martín Hernández
HISTORIAS
¿A qué le llaman distancia?
¡Eso me habrán de expli-
car! Solo están lejos las co-
sas que no sabemos mirar.
Los caminos, son caminos
en la tierra y nada más.
Las leguas desaparecen si
el alma empieza a aletear.
Hondo sentir, rumbo fijo,
corazón y claridad… Si el
mundo está dentro de uno,
afuera… ¿Por qué mirar?
¡Qué cosas tiene la vida!
misteriosas por demás. Uno
está donde uno quiere, mu-
chas veces sin pensar. Si los
caminos son leguas en la
tierra y nada más, ¿A qué le
llaman distancia? ¡Eso, me
habrán de explicar!
—Atahualpa YupanquiMaca Tobiano (Pablo Hernandez)
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transitado, en un ambiente más
bien hostil y en busca de un ave
que pocos conocían: el Macá To-
biano. Al principio, nuestro ob-
jetivo fueron las lagunas donde
hubiera algún Macá Tobiano. Re-
corriendo kilómetros y kilóme-
tros y acampando con tempera-
turas bajo cero tras alguna barda
durante varios días, fuimos com-
prendiendo sus movimientos y
concentramos nuestros esfuer-
zos en los sitios de nidificación
más importantes para poder lle-
var adelante acciones directas de
manejo y conser-
vación.
El trabajo sobre
la meseta pone a
prueba hasta al
más pintado. El
clima salvaje mo-
dela el paisaje y se
encarga de tem-
plar el tempera-
mento. Allí, donde
los ojos no alcan-
zan a descifrar la
inmensidad, el silencio que en
las ciudades aturde, se transfor-
ma en un compañero que permi-
te apreciar y descubrir cosas que
normalmente no valoramos. Vi-
vir allí, te sumerge en el estado
más puro del ser. Cada paso se
transforma en un pensamien-
to, en asombro y en respeto ha-
cia la naturaleza. Por eso, cuando
nos toca acampar, decimos que
“nos encontramos en el medio
del todo”. En la soledad de esos
paisajes los voluntarios y guar-
dianes del tobiano pasan días
y meses lejos de sus familias, a
cientos de kilómetros de la civi-
lización convirtiéndose en ami-
gos en pocos días sin importar de
qué parte del mundo provengan.
Transitando las huellas inter-
nas de estancias y visitando los
puestos aislados de las mesetas
nos permitió conocer al hombre
de campo que en compañía de su
mate, sus perros y caballos, son
los dueños del paisaje y la sole-
dad. Son personas entrañables,
de pocas palabras, atentos y ser-
viciales que nos hacen saber cada
vez que encuentran alguna lagu-
na con el “patito tobiano” y nos
mantienen informados del clima
y de sus cambios con sólo mirar
las nubes o sentir el malestar de
sus huesos.
Cada puesto es una postal que
permanece en el recuerdo de
aquel que alcanza ese lugar, don-
de por más precario que sea, todo
está en su lugar y cuidadosamen-
te limpio. Al llegar y como ley del
anfitrión, se pone la pava al fue-
Campamento de voluntarios (Patrick Buchanan)
Meseta del Lago Buenos Aires (Jorge Cazenave)
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go para unos mates y si hay, se
acerca el “juentón con tortas”
para que se sirva el que guste!.
Con el mate “ensillado” se com-
parten historias, se entreveran
anécdotas, enseñanzas sobre
animales y experiencias ador-
nadas con el “lenguaje campe-
ro”, que parece ser diferente al
que todos hablamos, pero ex-
presa lo mismo, pero con mayor
profundidad y sentimiento. Esas
historias son su propia escuela de
vida. En estos lugares, donde los
relojes no luchan contra el tiem-
po, se trabaja de sol a sol sin im-
portar el clima y el asado es de-
sayuno, almuerzo y cena. Es una
vida llena de valores y aunque
los celulares también llegaron a
estas realidades por más que no
haya señal, la palabra sigue sien-
do el valor más cuidado.
Aprovisionarnos de combusti-
ble, comida y equipamiento es
un buen motivo para contarle a
la comunidad que estamos ha-
ciendo y es el motivo que lle-
vo que poco a poco que se fue-
ran sumando voluntades. Hoy
el Macá Tobiano es parte del
folklore santacruceño y aunque
pocos lo conocen “en persona”
dejo de ser solamente el “pati-
to” para transformarse en ban-
dera y marca registrada de los
muchos logros gestados con los
esfuerzos de cientos de volunta-
rios y colaboradores: todos saben
de su situación y es un emblema
de la provincia y del mundo de la
conservación.
Poco a poco los esfuerzos de
muchísima gente van dejando
su huella y se ven coronados en
un logro tan trascendente como
es la creación del Parque Nacio-
nal Patagonia, sumado a los be-
neficios que se pueden palpar en
el desarrollo de las comunidades
vecinas. Queda mucho por hacer
pero sabemos que estamos en la
huella indicada. Es un privilegio
ser parte del grupo de gente que
aportó a esta causa y sigue esfor-
zándose galopando esas distan-
cias que ya tienen un rumbo fijo.
El tobiano nos permitió contar
una historia que
ojalá tenga un fi-
nal feliz. Hoy se
protegen miles de
hectáreas donde
conviven muchas
especies anima-
les y vegetales,
pero también hay
grabadas parte de
nuestra historia e
identidad que es-
peran ser descu-
biertas.
Las mejores y
más bellas cosas
de este mundo no
pueden tocarse
o ser vistas, de-
ben sentirse con
el corazón! Llegó el momento de
comprender que somos apenas
una pequeñísima parte de algo
mucho más grande donde todo
está íntimamente relaciona-
do y que somos solo un instan-
te en el tiempo del planeta pero
que nuestra influencia será para
siempre.
Pablo Martín Hernández. Fue uno de los iniciadores del proyecto Macá Tobiano. Actualmente se desempeña como Secretario de Medio Ambiente de la Municipalidad de Los Antiguos.
Puesto de Don Pancho Puebla (Pablo Hernández)
“Los tobianos son
una metáfora sobre
nuestro destino”
Link al documental
El ocaso del Macá Tobiano
https://youtu.be/8RfZH9x4CvI
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m [email protected] ) + 54 11 4807-3976 / 1285 w www.florayfaunaargentina.org
Las II Jornadas del Parque Pata-
gonia tuvieron lugar del 5 al 10
de abril en Los Antiguos, Peri-
to Moreno y Estancia La Ascen-
sión con talleres, disertaciones y
charlas sobre la importancia de
la conservación del patrimonio
natural y cultural de la región del
lago Buenos Aires.
Al igual que las Jornadas del
2015, el encuentro demostró el
compromiso y entusiasmo de los
presentes con el proyecto Parque
Patagonia. Fue un espacio de in-
tercambio entre vecinos, los que
trabajan en el estudio y protec-
ción del patrimonio arqueoló-
gico, la Administración de Par-
ques Nacionales, y referentes de
las distintas ONGs que desarro-
llan proyectos en la Meseta del
Lago Buenos Aires.
El clima otoñal fue óptimo para
una salida grupal al Cerro de
la Calle y un cierre con danzas
folclóricas dando vida al gal-
pón de esquila de Estancia La
Ascensión.
II Jornadas del Parque Patagonia
EVENTOS
Excursión grupal al Cerro de la Calle (Guido Vittone)