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Artículo sobre Tomelloso y su historia.
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Nuestra verdad y nuestra tierra: el Tomelloso recobrado
Francisco Javier Navarro |
Peridico de Castilla-La Mancha | 17 de Marzo de 2015
Todo pueblo se justifica ante la historia por la verdad que descubre y en la que se siente
encajado. Verdad que ordena los pensamientos y marca los caminos de una generacin,
un cauce para la vida, una fuente de la que emana la palabra. Esta conquista de la
verdad que un pueblo arranca al universo le crea una soledad y a su vez supone un lugar
desde el que diferenciarse.
Escribir, hablar, es defender esa soledad y ese peculio. El escritor escuda esta soledad
pues solo en y desde ella se encuentra. Esta diferenciacin que producen las races
generadoras de la verdad queda defendida por la palabra. Y es esta palabra, sbita,
instantnea, la que nos permite liberarnos del hachazo de los tiempos. Es la palabra
originaria de nuestra verdad la que permite alzar el grito al cielo. Pero no lo olvidemos:
siempre vence el tiempo. El hombre pasa y la palabra queda enterrada con su dueo.
Nadie gana a la vida. De esta derrota ntima y humana surge la necesidad de escribir.
Toda la gloria humana viene de este lado, de esta conquista de la eternidad que supone
la palabra fijada en tinta. Salvando a las palabras de su enterramiento con el hombre, de
su momentaneidad, crea cada pueblo su verdad. As la voz de un pueblo entero se alza
hasta ese cielo de lo inmortal que llamamos historia. Aquello que no puede ser hablado
se plasma de repente en la escritura. La verdad queda as protegida del fugaz paso del
tiempo. Si algo caracteriza el habla es que a la palabra hablada se la lleva el tiempo. Y
es por esto mismo por lo que las grandes verdades no pueden decirse hablando, y
porque no pueden decirse deben ser escritas. Todo libro es un martillear al tiempo, un
olvidar aquello de que todo pasa y todo llega. As dice Jos Lpez Martnez: Partir, /
andar por los caminos/ que nosotros pensamos cada da, / porque pensar es caminar al
fondo/ del mundo que nos puebla y nos impulsa/ Ir hacia la verdad/ atravesando el
silencio/ de las noches oscuras de la vida Es en este caminar de espaldas yendo hacia
la verdad, atravesando las noches de la vida, en el que nos embarcamos ahora con los
nicos utensilios de la memoria.
En este rato, que voy a pasar yo con ustedes y ustedes conmigo, en ntima
comunicacin, nuestra pregunta ser Qu forma tiene nuestra soledad? Cul ser
nuestra verdad?
Flix Grande (Flamenclogo, poeta y crtico espaol)
Una imagen: las sirenas suenan en Mrida y la gente corre despavorida a refugiarse de
los bombardeos. Silban las sirenas de nuevo y el cielo deja de escupir fuego. Una mujer
encuentra camino de su casa un cadver de alguien que no ha llegado a tiempo a
refugiarse. Aquel cadver yaca cabeza abajo y con l se hermanaban miles de cuerpos
sin vida que yacan, bajo el sol o la lluvia, en cualquier calle annima de Espaa.
Cuerpos fraternos, cada uno con su nombre, pero todos unidos en la rendicin que
supone la muerte. Mi madre estuvo loca, estuvo completamente loca, ella saba, su
corazn saba, su cerebro saba, que su marido estaba a mucha distancia de Mrida, en
una trinchera republicana, sin embargo se inclin a darle la vuelta al cadver de una
calle de Mrida porque tuvo el terror de que fuera su marido. No lo era y mi madre me
cont que llor de compasin y de alegra.
Fue apenas un ao antes de su muerte cuando Flix Grande, con la cabeza enterrada en
las canas que sobre su vida sembraron los aos recordaba esta imagen, que por otra
parte nunca haba olvidado, y que una vez le cont su madre, aquella mujer que llor
una tarde al resol de las calles de Mrida. Su vida se le caa encima y rememoraba
tambin al abuelo Palancas que mientras vivi se aliment con lo que su destino le
pona sobre el plato. Gachas manchegas las ms veces.. El abuelo, aquel tomellosero
que vivi siendo ejemplo y muri sin saber que lo era. El abuelo Palancas, en cuya
carne se refleja toda la esencia del mgico Tomelloso del pasado y en cuyo talante
siempre reluca una especie de conformidad con la vida, pag el regalo de su vida con
un plazo de agradecimiento diario, sabiendo que era casual y finito como todos los
seres, y ese conocimiento radical acab siendo la plataforma de sus sosiego y el
alimento de su tolerancia.
El abuelo Palancas posea la gentileza y la sencillez que tiene todo aquello que se
entrega a la vida sin reservas. Y son esta franqueza y campechana las que hacen que el
abuelo Palancas sea nuestro abuelo, el abuelo de cualquier tomellosero, el antepasado de
una generacin entera, el remoto eco familiar de tiempos atvicos. Nuestro abuelo, que
afront la empresa del vivir con denodada alegra, que destin su adolescencia a ganarse
el jornal, a aprender el oficio de vinatero, a beber con la prudencia que da la tradicin,
es -este nuestro abuelo- la estampa de una forma de vida. Y es de su Tomelloso, aquel
de los caminos de tierra, aquel pueblo con el semblante embrutecido por los tiempos,
del que surgi la palabra y la imagen, nuestra verdad. Fueron aquellas tierras
parturientas las que dieron a luz a lo mejor de las letras manchegas. Y es que hay veces
en que un ser humano sufre tanto que si no se apoya en la pared de un poesa puede caer
al suelo.
Pero aquel abuelo muri, y con l un Tomelloso entero que, con los odos atronados por
el ruido de los caones de la guerra y con los cuerpos hermanos enterrados en cualquier
terruo de esta nuestra Espaa, tuvo la necesidad de alzar la voz desde las entraas de
aquel rinconcito perdido de La Mancha. Y el grito se alz muy alto, y las artes, que
plasmaron aquel grito nos dejaron el sabor agridulce que dejan todas las cosas que estn
hechas para ser tomadas en serio. As exclamaba Flix Grande: todo mi oficio se
reduce a buscar sin piedad ni descanso la frmula con que poder vociferar socorro y que
parezca que es el siglo quien est aullando esa maravillosa palabra.
Entre el tremebundo panorama de aqul Tomelloso surgi el fuego originario de la
palabra. Eladio Cabaero, Flix Grande, Garca Pavn, Dionisio Caas y muchos otros,
hijos y descendientes de aquella muerte del abuelo, de aquel tiempo que muchos aos
despus rememora Eladio Cabaero:
Ah tiempo recordable, sombra izada/ como un mal sueo en nuestra juventud, / todo
ha sido verdad? Qu gran sospecha/ nuestra vida pasada all en el pueblo: / sus fiestas
de guardar, sus romeras; / () / el pueblo con gamberros por las calles, / gamberros
como hermanos, cariosos, / bromistas del petardo y de los dichos/ gordos y hasta
poticos a veces.
Y aqu estamos nosotros: recordando a los que nos dieron voz y de los que somos hijos,
intentando barruntar entre el jaleo aquel grito ntimo de nuestro pueblo para localizar en
su eco nuestra verdad. sta, al igual quizs que toda verdad, tiene al horror por madre.
Al horror de la guerra en algunos casos, pero tambin a un horror ms silencioso; el de
la memoria de lo perdido, de lo ya inalcanzable, de aquel pueblo del abuelo diluido en el
mar de los tiempos.
Para indagar en estos temas tenemos la gran oportunidad de hablar con Rubn Jos
Prez Redondo, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y experto en este
fenmeno social que es la literatura (y el arte en general) en Tomelloso, fenmeno en el
que hemos de rastrear la huellas de nuestra verdad y las races de lo que somos. Rubn
Jos nos confiesa que los dos ltimos libros que ha ledo de un autor tomellosero son
Lugar de Dionisio Caas y otro Brasas de la memoria de Jos Lpez Martnez. Su tesis
doctoral lleva el nombre de Sociologa de la literatura: un estudio de la creacin
literaria en Tomelloso.
Francisco Garca Pavn (Escritor y crtico literario)
Debemos ahora; de nuevo; yo con ustedes y ustedes conmigo, hacer un esfuerzo.
Escapamos de este gritero de la ciudad y nos transportamos a aquel Tomelloso de hace
algunos aos. Aquel Tomelloso que Garca Pavn denominaba la Atenas de La
Mancha. As, dice Rubn Jos: toda la geografa manchega, en general, tiene una
gentica artstica que tiende fuertemente a la letra. Puede que tenga que ver con
reminiscencias de la obra maestra de Cervantes unidas al ingenio nato del manchego.
Sin embargo Tomelloso, en relacin a su nivel poblacional, es un caso singular por la
gran cantidad de pintores y escritores que tiene, ya sean estos ms talentosos o menos, o
tengan ms dedicacin o menos a cada una de las artes. Denominar a Tomelloso como
la Atenas de La Mancha no es ms que una metfora muy bien trada que simboliza la
grandeza artstica del pueblo. T puedes tener una cosecha excepcional, pero si no
vuelves a sembrar no volver a salir nada. En Tomelloso se han labrado estos dos
elementos culturales de una manera extraordinaria para que sigan brotando.
Escuchamos ahora una voz. Nos habla directamente Garca Pavn (Esta es mi tierra-
Tomelloso, documental emitido en el ao 83). Tomelloso es un pueblo de origen muy
peculiar. Casi todos los pueblos nacen con una justificacin. Nacen, yo que s,
producto de un poblado primitivo, al lado de una iglesia, de un convento, de un ro, de
alguna fuente de riqueza. Tomelloso sin embargo naci en una de las tierras que menos
justifica que all se iniciase un pueblo. Tomelloso naci adems en una tierra pobre, en
un someral, como dicen aqu, en una tierra con muy poco suelo, poco productiva, con el
rio ms prximo el Guadiana, bastante lejano. No hay nadie que se explique por qu
naci aqu Tomelloso.
Estamos all: en tierra de pedruscos, de viento solanero y campo inagotable. En esa
ciudad que era Tomelloso, asentada entre llanuras infinitas, ese pueblo que rene la
esencia del pueblo manchego. En la llanura, azotada por el calor, emergen como plantas
sin raz los bombos, que construidos de la manera ms elemental, colocando piedra
sobre piedra, dan cobijo al campesino que trabaja en el inmenso ocano que es el campo
manchego.
Fotografa de la antigua Plaza de Tomelloso
La vendimia: motor de vida tomellosera y madre del trabajo y la ocupacin en
Tomelloso, recuerdan el enorme madrugn para trabajar, la plaza del pueblo plagada de
temporeros andaluces y manchegos que ofrecen su ser ms ntimo: el trabajo. Es esta
misma plaza, en la que an hoy se ve a los ancianos, esos hombres inmarcesibles y con
las costillas dobladas por los aos, charlando sobre los temas ms importantes del
mundo, adquiriendo ese saber que no figura en los libros de ni ninguna estantera, ese
conocimiento profundsimo de la vida y de las cosas que da el haberlas tratado cara a
cara. Toda aquella sabidura que se reuna en diminutas pero eternas frases. Fue tambin
aquella plaza la que un 14 de Abril recibi a la Repblica con el corazn en alto y la
esperanza abierta. Garca Pavn recuerda el da que termina la triste Guerra Civil
nuestra y entonces ocurre algo inaudito y es que en vez de haber un cambio de
ayuntamiento sangriento o feroz como hubo en tanto sitios, el llamado alcalde rojo
entreg la vara al alcalde reciente, al nuevo alcalde del franquismo y todo el mundo lo
presenci con una naturalidad tremenda.
Es de estas calles polvorientas, de estos campos desamparados, de aquella plaza siempre
hogarea, es, repito, en este ambiente casi hiertico, en el que surgi la generacin de
oro de las letras tomelloseras.
Antonio Lpez Torres (Pintor realista espaol)
Pero no solo las letras se hicieron un hueco. Otra voz. Un hombre de larga barba blanca
amparado por un sombrero del sol inmisericorde nos habla. No es otro que Antonio
Lpez Torres: mi iniciacin en la pintura empez en edad muy temprana, en la escuela
primaria ya dibujaba y entonces pues cuando el maestro se dio cuenta de mi vocacin
pues me dejaba los sbados por la tarde que no haba clases, pues me dejaba
dibujar. Yo siempre dibujaba del natural. () Mi padre deseaba que yo aprendiera las
labores del campo y a los doce aos me quitaron de la escuela y me llevaron a trabajar
al campo. All aprend el oficio del campesino, al mismo tiempo mi padre me dejaba, a
ratos, estando en el mismo campo, al capataz le deca que me dejara pintar, y
aprovechaba la hora de descanso en el campo para salirme a pintar, pintaba pues, que se
yo; gaanes, la ganadera
Es este Tomelloso narrado y puesto al desnudo en su esencia por esta generacin en el
que debemos nosotros, hijos de nuestro tiempo, y hurfanos, por tanto, de cualquier
otro, buscar nuestra verdad. Es orillando este ensarte de imgenes como podemos hallar
un sentido. Es solo mediante la consecucin de esta ineludible tarea como podremos
hallarnos a nosotros mismos. Y es este deseo de re-unin de todas las piezas el que lleva
a Rubn Jos a emprender la tarea de su tesis doctoral, es este re-hacer un puzle el
motor de su investigacin y as contesta a nuestra pregunta de qu lleva a un pacense a
interesarse por un pueblo como Tomelloso y a cules son sus conclusiones: pues, para
hacerlo muy grfico, es como si de repente te encuentras con las piezas de un puzle y
alguien tiene la capacidad de unir esas piezas para construir algo, para dotar de
significado una realidad que sin organizar, por separado, no tendra demasiado sentido.
Fundamentalmente la conclusin a la que llego es que Tomelloso cuenta con una
ingente cantidad de piezas artsticas que sin vertebrar se quedaran en la nada.
Quines fueron los que supieron hilvanar esa realidad individual en una realidad
social? Pues los intelectuales; los Martnez Ramrez, los Garca Pavn, los Lpez
Martnez, los Grande o los Cabaero entre otros en la literatura y los Lpez Torres, Los
Carretero, los Lpez Garca entre otros en la pintura. Son verdaderos adalides de la
institucionalizacin del arte tomellosano. En la literatura el crear unos premios literarios
fue fundamental para la construccin de un puzle con sentido, reforzando y
alimentando de esta manera el surgimiento de nuevas piezas para el arte. Estos
intelectuales supieron guiar el talento hacia la construccin social de una realidad
literaria que exista pero que haba que estructurar para que se reafirmase y no se
perdiera en el transcurso del tiempo y para ello se realizan diversas acciones.
Y es que como afirma Rubn Jos no hay mejor promocin para el pueblo que poner
un tomellosero en algn punto geogrfico del mundo; el orgullo a su tierra, el intenso
sentido de pertenencia grupal y la capacidad de persuasin hacen del tomellosero el ms
eficaz medio de transmisin de todo su acervo cultural.
Es mediante la observacin del campo, mediante el olor a uva de la vendimia, mediante
ese estar en la plaza y sentirse como en el saln de casa como el tomellosero se
encuentra a s mismo en su soledad, en aquello que le es peculiar. Es esta una soledad
compartida que diferencia a Tomelloso de cualquier otro pueblo del mundo. Queda
alumbrada as esa la soledad de la que habamos partido; queda alumbrada mediante el
recuerdo del olor de la uva, de la sensacin de estar en la plaza, el jaleo de las risotadas
de los nios en las calles, esas calles que albergaron la niez de muchos. Es mediante
este reconocerse donde uno nunca ha estado mediante el cual encontramos aquello que
hemos llamado nuestra verdad y nuestro peculio.
Rubn Jos afirma: el ser humano es un ser social y a la vez es un homo simbolicus y
cualquier tipo de arte es un smbolo que nos sirve para afianzar nuestros usos, valores,
formas de pensar y sentir, en definitiva nos sirve para consolidar nuestra cultura. Y la
cultura es muy importante porque, entre otras cosas, sirve para mitigar el vaco y la
incertidumbre en la que el ser humano se encontrara en soledad. Es la puesta en comn
de sentimientos e ideas de una colectividad dada. Es por eso que el entorno social es
absolutamente primario. Por lo tanto, con respecto a lo que me preguntas he de decir
que est claro que de forma individual las personas pueden trasladar sus ideas,
pensamientos o sentimientos al papel, pero si eso no se pone en comn sera
simplemente un hecho residual. Muchos pueblos cuentan con algn vecino que destaca
en algo, pero si se queda en eso no se puede hablar de fenmeno social. En Tomelloso,
refirindonos al caso concreto de la literatura, el fenmeno cristaliza por la labor
comunitaria de los que escriben. Hubo una poca en la que un importante nmero de
agricultores tomelloseros escribieron, y narraron los acontecimientos ms importantes
que se daban en Tomelloso.
Es entonces, en nuestras letras y nuestra pintura en las que reflejamos nuestra soledad
constitutiva. Es en este desnudarse en el que todos nos descubrimos como estando
juntos. Es aquel campesino de rostro adusto y con la espalda abrazada por el sol el que
siente la necesidad de compartir su soledad, su estar en medio del campo como quien es
lanzado de repente al mundo.
De este modo indica Rubn Jos: as escriban sobre la vida rural, las fatalidades, el
trabajo en el campo o la fe religiosa. Es una importante pgina en la construccin de una
cultura que se va levantando poco a poco. Que alguien supiera vertebrar esa aficin de
una manera ms social, creando premios literarios, fomentando los recitales o
representaciones teatrales y dems eventos permiten que las acciones particulares se
colectivicen y se genere un fenmeno social que de otra manera hubiese sido difcil de
dar.
Volvemos a decirlo: es mediante la plasmacin de esta soledad sentida en el campo
mediante la cual conseguimos dejar de estar solos, o mejor dicho, hallamos lo que nos
diferencia y seguimos estando solos, pero en una soledad ya compartida. Escribir o
pintar significa entonces poder ser con los dems, compartir nuestro ser con la
comunidad. Solo as, hemos dicho, podemos olvidar nuestra constitutiva soledad. Y este
escapar de nuestra soledad es siempre singular y genuino. No hay dos vas de escapa
iguales.
Preguntamos a Rubn Jos por lo propio de las letras tomelloseras, de la singularidad de
esta nuestra va de escape: en Tomelloso hay diversos estilos y temticas derivados de
su lgico proceso evolutivo. Pero una de sus grandes seas de identidad y referente
tiene que ver con una literatura arropada bajo el manto del terruo que se caracteriza
fundamentalmente por una exaltacin de la cultura propia, una utilizacin de motivos y
personajes inspirados en el pueblo y un sentimiento preferencial de lo rural frente a la
realidad urbana. Esto lo podemos ver no slo en Cabaero o Garca Pavn, sino en El
Obrero, en Torres Grueso, Castellanos, Madrigal o Rosado entre otros. El terruo hoy se
ha ido difuminando poco a poco fagocitado por el proceso de globalizacin en el que
nos encontramos inmersos. No me puedo quedar con un escritor en concreto; me quedo
con todos porque cada uno aporta algo diferente y maravilloso: por supuesto Eladio,
Pavn, Flix, los Lpez Martnez, Dionisio, pero tambin poemas de Pozo Madrid,
Carretero, Moreno Daz, Garca Bols, Cepeda, Rosado, Madrigal... Son tantos y tan
maravillosos y diversos que no me puedo quedar con uno solo.
Es mirando a su alrededor como, el tomellosero que todos somos, puede construir su
cultura y su identidad. Es en medio del campo y de la ardiente tierra de nuestro campo
inmenso, donde el campesino o el pastor se sienten parte del mundo, sienten aquello
como suyo, se identifica con la tierra. En ella est su ser.
Regresamos. Todo aquello ha pasado: la edad de oro de las letras tomelloseras pas,
pero puede llegar otra. Actualmente hay una generacin de escritores jvenes con
mucho talento que tienen mucho que decir en el panorama literario como Manuel
Moreno Daz o Jos Pozo Madrid, que adems han visto reconocido sus talentos en
premios importantes del pas. El papel de la literatura en el Tomelloso actual debe ser el
de continuidad con la progresin, el de seguir sembrando para seguir cosechando. No
hay que temer a los cambios, slo hay que encauzarlos bien e interiorizarlos. Hoy las
posibilidades son ingentes porque pese a lo que dicen muchos agoreros no es cierto que
se lea menos. Se lee mucho ms, lo que pasa es que los soportes son diversos (ya no es
un nico soporte tradicional) y los motivos muy variados. Simplemente hay que dar con
la tecla para canalizar todo esto.
Se diluyen las voces de Garca Pavn y de Antonio Lpez y volvemos a nuestra
realidad. Tomelloso ya no tiene aquellas calles y los maestros han cado. Esa edad
dorada no es ya la nuestra. No tenemos ms que libros, papeles y pinturas comidas a
bocados por el tiempo. Y por eso nos encontramos as; desarraigados de nuestra tierra y
sin poder ver con claridad nuestro suelo nutricio. Pero una verdad ha salido a relucir; es
mediante la memoria, mediante ese caminar hacia atrs, como nos encontramos all en
un tiempo que no es el nuestro. Quizs esto es lo caracterstico del ser humano: que
puede hallarse mediante la imaginacin y la memoria all donde no est. Y es que si
queremos conocer la planta hemos de encontrar su semilla. Eso hemos hecho: encontrar
la simiente de nuestro ser ms ntimo y localizar el suelo que nos soporta. Quizs no nos
quede de aquel tiempo ms que el olor de las uvas en la vendimia y lo inmortal de las
letras y pinturas. Pero estamos en otro punto; hemos hallado lo peculiar y genuino de
nuestra soledad. Y podemos decir as: somos tomelloseros, y con ello, saber lo que
decimos.
Puede ver este artculo en la siguitente direccin http://www.periodicoclm.es/opinion/francisco-javier-
navarro/nuestra-verdad-y-nuestra-tierra-tomelloso-recobrado/20150317130257000695.html
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