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«Nuevas» expresiones de la maternidad. Las madres con carreras profesionales «exitosas» Carlota Solé y Sònia Parella Universidad Autónoma de Barcelona 1. INTRODUCCIÓN 1 En la actualidad, de la mano de la incorporación masiva de la mujer en el mercado de trabajo en España, estamos asistiendo a «nuevas» formas de expresión de la maternidad; unas manifestaciones que cuestionan, matizan y debilitan, en las prácticas cotidianas, el modelo tradicional de la «maternidad intensiva», basado en una madre dedicada a tiempo completo a sus hijos y que se impuso entre las clases medias y clases altas occidentales durante un breve periodo histórico. A lo largo de estas páginas pretendemos ir más allá del modelo genérico de las madres que, dentro del marco tradicional de la familia nuclear de «dos salarios», tienen que compatibilizar trabajo remunerado y vida familiar («doble presencia») 2 . La doble condición de «madre» y «trabajadora» no es una situación homogénea. Bien al contrario. Dentro de esta etiqueta se engloban multiplicidad de experiencias, moduladas a partir de la clase social que ocupan las mujeres y las jerarquías de raza y etnia en que están insertas. El objetivo de este artículo es presentar los principales resultados de una investigación que analiza los factores materiales (barreras profesionales a la promoción) e ideológicos (ideología de los roles familiares, constructos de la «maternidad») que condicionan la vivencia de la maternidad de las mujeres con actividades profesionales especialmente exigentes y absorbentes en términos de formación y dedicación. Dentro del colectivo de 1 Este texto recoge los principales resultados de una investigación, Nuevas expresiones de la maternidad, financiada por el Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya, dirigida por la catedrática de Sociología Dra. Carlota Solé y coordinada por la Dra. Sònia Parella. El trabajo de campo se ha llevado a cabo durante el segundo semestre de 2003 y en su realización han participado los siguientes investigadores: Kàtia Lurbe, Víctor Malgesini, Paola Martínez, Raquel Moreno y Albert Terrones. 2 Este modelo no es nuevo. Generaciones de madres de clase trabajadora han tenido que integrar maternidad y ocupación en sus experiencias vitales. Lo que sí es más reciente es la extensión del patrón de los «dos salarios» también a las familias de clase media durante las últimas décadas. RES nº 4 (2004) pp. 67-92

Nuevas Expresiones Maternidad Mujeres Exitosas

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Estudio sobre la desigualdad de género

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  • Nuevas expresiones de lamaternidad. Las madres con

    carreras profesionalesexitosas

    Carlota Sol y Snia ParellaUniversidad Autnoma de Barcelona

    1. INTRODUCCIN 1

    En la actualidad, de la mano de la incorporacin masiva de la mujer en el mercado detrabajo en Espaa, estamos asistiendo a nuevas formas de expresin de la maternidad;unas manifestaciones que cuestionan, matizan y debilitan, en las prcticas cotidianas, elmodelo tradicional de la maternidad intensiva, basado en una madre dedicada a tiempocompleto a sus hijos y que se impuso entre las clases medias y clases altas occidentalesdurante un breve periodo histrico. A lo largo de estas pginas pretendemos ir ms alldel modelo genrico de las madres que, dentro del marco tradicional de la familia nuclearde dos salarios, tienen que compatibilizar trabajo remunerado y vida familiar (doblepresencia) 2. La doble condicin de madre y trabajadora no es una situacinhomognea. Bien al contrario. Dentro de esta etiqueta se engloban multiplicidad deexperiencias, moduladas a partir de la clase social que ocupan las mujeres y las jerarquasde raza y etnia en que estn insertas.

    El objetivo de este artculo es presentar los principales resultados de una investigacinque analiza los factores materiales (barreras profesionales a la promocin) e ideolgicos(ideologa de los roles familiares, constructos de la maternidad) que condicionan lavivencia de la maternidad de las mujeres con actividades profesionales especialmenteexigentes y absorbentes en trminos de formacin y dedicacin. Dentro del colectivo de

    1 Este texto recoge los principales resultados de una investigacin, Nuevas expresiones de la maternidad,financiada por el Institut Catal de la Dona de la Generalitat de Catalunya, dirigida por la catedrtica deSociologa Dra. Carlota Sol y coordinada por la Dra. Snia Parella. El trabajo de campo se ha llevado a cabodurante el segundo semestre de 2003 y en su realizacin han participado los siguientes investigadores: KtiaLurbe, Vctor Malgesini, Paola Martnez, Raquel Moreno y Albert Terrones.

    2 Este modelo no es nuevo. Generaciones de madres de clase trabajadora han tenido que integrar maternidady ocupacin en sus experiencias vitales. Lo que s es ms reciente es la extensin del patrn de los dossalarios tambin a las familias de clase media durante las ltimas dcadas.

    RES n 4 (2004) pp. 67-92

  • madres que combinan la crianza de sus hijos y el trabajo no remunerado en el hogar consus actividades profesionales, existe un pequeo segmento de mujeres con carrerasprofesionales a las que denominamos exitosas. Nuestra investigacin define xitode acuerdo con las pautas valorativas masculinizadas, en trminos de periodo formativorequerido, remuneracin, ingresos, estatus social; as como de sistemas de reclutamientoy de promocin fuertemente exigentes y basados en la competencia profesional, laeficacia y la disponibilidad (principalmente horaria, pero tambin geogrfica) 3. Amenudo, a todas estas orientaciones ms productivistas se le aaden orientaciones dendole vocacional o creativo (medicina, carrera acadmica, investigacin, carrera poltica,artistas...). La relacin que tienen estas mujeres profesionalmente exitosas con lamaternidad, al igual que ocurre en el caso de otros colectivos de mujeres que se hanabordado en el estudio 4, ilustra una serie de transformaciones, resultado de condicionanteseconmicos, sociales y culturales, que sitan a estas mujeres como agentes activos detransformacin del sentido de la maternidad en nuestros das.

    El estudio se aproxima a las estrategias individuales y familiares de estas madres,entendiendo por estrategia familiar el margen disponible de las personas a la hora deoptimizar los recursos familiares para adaptarse a las constricciones del medio social(Moreno 2002). La investigacin se ha llevado a cabo en el rea Metropolitana deBarcelona, a travs de un estudio emprico basado en la aplicacin del grupo focal comotcnica de recogida de informacin. Los resultados de los grupos focales nos hanpermitido conocer los dilemas y las necesidades de estas madres que, si bien compartencon el resto de madres trabajadoras la sobrecarga de la doble presencia, su proyeccinen la esfera pblica les confiere una serie de especificidades no extensibles al resto demujeres trabajadoras.

    Para comprender los discursos y prcticas alrededor de la maternidad, se requierepartir de una definicin de la maternidad como relacin social y cultural y superar sudimensin estrictamente biolgica; as como sus connotaciones esencialistas. Con estecometido, el artculo arranca con una breve aproximacin al contexto global de latransformacin de las relaciones familiares y de la emancipacin del colectivo femenino,

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    3 Tal como recogen P. Carrasquer et al. (1996: 134-135), en un estudio sobre la ocupacin femenina enel sector financiero, el discurso de muchas mujeres empieza a cuestionar la deseabilidad de una promocinprofesional y de xito en el trabajo definido en trminos masculinos. El rechazo a este imaginario respondea unas prioridades o valores sobre el xito vital distintos de los oficialmente considerados como vlidos.Ello se puede traducir en la priorizacin de valores como la satisfaccin personal, el sentirse a gusto, o hacerun trabajo agradable, por encima del estatus social o el sueldo. Son mujeres que priorizan la realizacin personalpor encima del triunfo laboral.

    4 A lo largo de esta investigacin, adems de estudiar las mujeres con carreras profesionales exitosas,se ha analizado la gineparentalidad de madres solteras voluntarias que optan por la maternidad en solitario yque superan la divisin sexual del trabajo como eje estructurador de las relaciones familiares; as como lamaternidad transnacional. Esta ltima, debida fundamentalmente a condicionantes de carcter econmico yen el contexto de la internacionalizacin del trabajo reproductivo, conduce a muchas madres procedentes depases pobres a tomar la difcil decisin de emigrar hacia los pases ricos como empleadas domsticas y desepararse temporalmente de sus hijos, durante a menudo prolongados periodos de tiempo.

    5 La gineparentalidad de las madres solteras voluntarias supone desmontar por completo la divisin

  • como factores claves en la transformacin del significado social de la maternidad. Acontinuacin, se ofrece una revisin terica del estudio de la maternidad como relacincultural e histricamente variable, que tiene lugar en contextos sociales especficos. Lasegunda parte del artculo nos presenta una sntesis de los principales resultados de losgrupos focales con madres con trayectorias profesionales exitosas, en los que seconstata que, si bien las prcticas cotidianas rompen con el modelo de la maternidadintensiva y se encaminan hacia formas de maternidad compartida y menos presencial,el peso del imaginario de la maternidad intensiva sigue generando frustracin yambivalencia en unas mujeres que no estn dispuestas a ver menguar su carreraprofesional; pero a las que, al mismo tiempo, les gustara poder dedicar mayor atencina sus hijos. Todo ello, enmarcado dentro de la falta de corresponsabilidad masculina enla esfera reproductiva, causante de que estas mujeres perciban que es su calidad de vidala que se deteriora y no la de sus cnyuges, con la llegada de los hijos. Para ellos, serpadres y seguir una trayectoria profesional exitosa se plantea como algo compatible,que no implica renuncias ni a nivel prctico ni a nivel simblico.

    2. LOS NUEVOS CONTORNOS DE LAS RELACIONES FAMILIARES Y LA CRISIS DE LA MATERNIDAD

    INTENSIVA.

    En el marco del cambio social en el que est inmersa la sociedad espaola, el estudiode los nuevos significados y expresiones del ejercicio de la maternidad requiere partirdel contexto global de la transformacin de la institucin familiar y de la emancipacindel colectivo femenino. Gracias a los adelantos cientficos en materia de anticoncepciny al cambio ideolgico y de valores, los que han dejado de ser una cuestin social ycolectiva para convertirse en algo propio y privado. Las parejas contemporneasdifcilmente admiten como normal que un hijo no haya sido planificado. Hace ms deveinte aos se consideraba que las personas que se casaban tenan que tener hijos paraconsumar su matrimonio; hoy en da, en cambio, empieza a aceptarse socialmente queuna pareja decida no tenerlos y esto supone un importante cambio de valores.Ciertamente, la mujer dispone de la posibilidad de gestionar con un amplio margen deautonoma su capacidad reproductiva (Beck-Gernsheim 2003).

    Las mujeres postmodernas, definidas por Ins Alberdi et. al. (2000) como aquellasmujeres que asumen ms directamente la orientacin de su propia vida y que constituyenun colectivo de vanguardia en trminos de estilos de vida y de preparacin cultural, sonlas que estn contribuyendo de manera ms directa a la transformacin del sentido de lamaternidad y a la aparicin de formas de maternidad menos convencionales (tener hijosa una edad ms avanzada, al margen de la estabilidad de la pareja, maternidades menosintensivas...).

    La familia biparental integrada por un padre, una madre y los hijos engendrados porambos convive con familias monoparentales, cada vez ms configuradas a partir de unafamilia biparental en la que el padre y la madre biolgicos no viven juntos, as como apartir de familias recompuestas. Tambin estn aumentando, aunque a menor escala, las

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  • familias uniparentales o gineparentales encabezadas por una mujer que, voluntariamente,decide acceder a la maternidad en solitario, ya sea biolgica o adoptiva, sin tener unapareja estable y sin contar con la figura del padre 5. Sin embargo, esta diversificacinde las expresiones de la maternidad y el aumento del control por parte de las mujeres ala hora de decidir cundo y cmo tener hijos, no parece entrar en contradiccin directacon la doble presencia 6 que las afecta a ellas, resultado de la muy arraigada ausenciade corresponsabilidad masculina en la esfera reproductiva. La desigualdad entre gnerospersiste, desde el momento en que el reparto de las responsabilidades reproductivas entrehombres y mujeres sigue siendo desigual (a pesar de los avances que protagonizan lasgeneraciones ms jvenes) y desde el momento en que el Estado no asume la provisinde una suficiente oferta de servicios e infraestructuras de apoyo al cuidado de nios ypersonas dependientes (servicios sociales personales). Aqu subyace el origen de ladiscriminacin laboral que afecta a las mujeres. Es el papel que se adjudica a las mujerescomo principales cuidadoras del hogar y de la familia lo que permite explicar la menorpresencia femenina en la esfera pblica en general, y en los puestos de trabajo de mayorresponsabilidad en particular.

    Tal y como seala Gerardo Meil (2002), la postmodernizacin de la familia suponepasar del ideal de la familia tradicional (entendida como proyecto de convivencia concarcter pblico y de por vida y con una segregacin radical de los roles y de los mbitosde decisin en funcin del sexo) a un nuevo modelo menos rgido, que se distingue,sobre todo, por la prdida de legitimidad del control social sobre la vida de los individuosy la creciente libertad de conformacin individual de los proyectos de convivencia. Desdeesta perspectiva, no se tratara tanto de la emergencia de un nuevo modelo igualitario,como de la privatizacin de las opciones acerca de cmo se construyen las biografasfamiliares. Cuatro son, segn Meil (2002), las transformaciones bsicas que caracterizanestos nuevos modelos familiares: la emergencia de los valores de la individualizacin yla autonoma personal, la cada de la natalidad, la incorporacin masiva de la mujer almercado de trabajo y el incremento de la ruptura matrimonial.

    La crisis del patriarcado y la revolucin que han protagonizado las mujeres hacia laigualdad, tanto en la esfera pblica como en la privada, han provocado cambiosimportantes en la familia, sobre todo con respecto al rol que asume la mujer dentro desta. La autonoma econmica de las mujeres est modificando las relaciones de poderde la familia tradicional, de manera que los modelos patriarcales son sustituidos, comomnimo a nivel de discurso, por la negociacin interna y el igualitarismo entre losmiembros de la pareja. En este contexto de emancipacin femenina, se asiste a una clara

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    sexual del trabajo como eje estructurador de las relaciones familiares; rompe el equilibrio entre, por un lado,el papel tradicional de la mujer, como madre intensiva que cubre todas las necesidades reproductivas de lafamilia y, por el otro, el papel tradicional del padre, principal sostn econmico y fuente de autoridad dentrodel grupo domstico.

    6 La sociloga italiana Laura Balbo (1978) utiliza el trmino doble presencia para dar cuenta de lasituacin de duplicidad simultnea de funciones laborales y domsticas que afecta a las mujeres.

    7 Luis Moreno (2002) utiliza el trmino supermujeres para referirse a ellas.

  • redefinicin de la institucin matrimonial. El sentido fundamental de la pareja ya no esla procreacin, sino la relacin afectiva entre dos adultos en situacin de plena igualdadque, voluntariamente, se plantean un proyecto de vida en comn. Pero este reforzamientode las relaciones afectivas y de la libertad individual comporta, al mismo tiempo, unamayor inestabilidad de las parejas. El compromiso y el sacrificio ceden espacio a la merabsqueda de la felicidad, del amor y de la realizacin personal. El matrimonio se convierteas en algo deseado y valorado que, justamente por ello, implica que las relaciones depareja tiendan a ser ms libres, menos sometidas a coercin y, precisamente por ello,ms frgiles y eventuales. Las relaciones familiares cada vez se basan ms en lanegociacin y la corresponsabilidad, lo que explica que el conflicto y la revocabilidad,en sentido positivo, siempre estn presentes (Beck, Beck-Gernsheim 1998; Beck-Gernsheim 2003).

    Cuando se habla de cambios en los patrones de la maternidad, a menudo slo setiene en cuenta el retraso de la edad del primero hijo y la reduccin del nmero finalde los hijos que las familias finalmente tienen. Pero la maternidad no slo se pospone,sino que su ejercicio cada vez entra ms en disonancia con el patrn de la maternidadintensiva, propia de la familia tradicional y que, como su nombre indica, concibe elpapel de la madre a partir de una gran dedicacin a los hijos en trminos de tiempo;asumiendo que es ella quien mejor puede ocuparse del cuidado de los hijos (Hays 1998).Pero si bien el papel de la mujer en la sociedad ha cambiado, as como sus expectativasy aspiraciones, el mito de la maternidad intensiva sigue estando bien arraigado en elimaginario colectivo de las mujeres, pese a su inoperatividad en la prctica cotidiana enmuchos casos. El dilema ante aspiraciones incompatibles genera una fuerte sentimientode frustracin, estrs, angustia y culpabilidad.

    Los resultados de la investigacin de Ins Alberdi et al. (2000) sobre las mujeresjvenes con un nivel educativo elevado en Espaa ponen de manifiesto esta paradoja.La maternidad deja de ser el nico elemento central del proyecto vital y de las trayectoriasbiogrficas de las mujeres y pasa a ser un complemento de su profesin, una profesinque en algunos casos se coloca en primera posicin en su escala de valores. La maternidades percibida como obstculo para la promocin laboral o el xito profesional; de maneraque tener un hijo se asocia a la reduccin de libertad, a la incompatibilidad con una vidaprofesional intensa y a la carencia de control sobre el proyecto propio de vida. El referentede estas jvenes es la experiencia de las mujeres activas de los pases mediterrneosentre 40 y 59 aos 7, que han tenido que conciliar, con grandes dificultades y sacrificiospersonales, el trabajo remunerado con la tradicional exigente vida familiar, en elcontexto de un rgimen de bienestar mediterrneo que fundamenta la provisin debienestar fundamentalmente en la familia 8 (Sarasa, Moreno 1995; Moreno 2001, 2002).Las nuevas generaciones de mujeres jvenes no quieren seguir el mismo modelo de lassupermujeres, lo que constituye un factor ms a tener en cuenta a la hora de explicarla baja natalidad en los pases del sur de Europa. Si se pregunta a las mujeres jvenescules son sus planes de vida, la mayor parte sigue afirmando con firmeza que quieretener hijos. Pero no son pocas las que, no renunciando al deseo de ser madres, posponenesta decisin al mximo con el fin de evitar los cambios negativos que esto puede

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  • comportar en sus vidas. Es slo cuando llegan a la edad lmite (al tan recurrente relojbiolgico), que a menudo surge un deseo muy fuerte que les plantea una gran urgencia;y es entonces cuando el proyecto de la maternidad se intenta llevar a la prctica.

    Si de lo que se trata es de explicar las causas del retraso de la maternidad en lasociedad espaola, sin duda intervienen factores sociales y culturales, tales como laemergencia de nuevos estilos de vida; la mayor reticencia de los jvenes a comprometerseen la formacin de una familia; la voluntad de las mujeres con estudios de plantearse lamaternidad tras haber cumplido una serie de hitos en el terreno profesional; o la exigenciade contar con una estabilidad econmica, en el contexto de un aumento generalizado delos niveles de consumo. Tambin intervienen factores de carcter ms estructural, comopor ejemplo las dificultades de acceso a la vivienda; la precariedad de la ocupacin; lacarencia de servicios para las familias que faciliten la conciliacin entre vida familiar ylaboral, o la escasa implantacin en Espaa y Catalunya de la ocupacin a tiempo parcial.Pero esto no lo explica todo. Es menester aadir otro factor que se acostumbra aminusvalorar en este tipo de anlisis: la vigencia del mito de la maternidad intensiva;causante de generar un fuerte desajuste entre las prcticas y la simbologa, entre deseosy realidad. Este desajuste es vivido de forma traumtica por las madres y por las futurasmadres que, temerosas que su estilo de vida no les permita lograr los niveles deexigencia que socialmente se espera de una madre, se inhiben y posponen todava msla maternidad.

    La vigencia del imaginario de la maternidad/paternidad responsable oprofesionalizada, impregnado de constantes adelantos desde la psicologa, la psiquiatray la pedagoga, comporta que las mujeres quieran vivir su condicin de madres con plenaconciencia y dedicacin. Los resultados de un estudio sobre las actitudes de las madresocupadas con hijos menores de 18 aos, financiado por el IMU, evidencian claramentela contradiccin entre los deseos de tener una profesin y la percepcin de lo que seconsidera una buena madre (Tobo, Arteta, Fernndez-Cordn 1998). Si bien estasmadres trabajadoras opinan de forma bastante generalizada que la situacin ideal de lasmujeres es poder trabajar fuera de casa; cuando se les pregunta sobre la situacin idneapara los hijos, casi la mitad de las entrevistadas considera que es preferible que la madreno trabaje y slo un 9,5% considera que es mejor para los hijos que la madre trabaje atiempo completo (Tobo 2000). Sin lugar a dudas, el mito de la maternidad intensivasupone, para estas mujeres, un obstculo ms a tener en cuenta ante la decisin de tenerun hijo.

    3. SIGNIFICADOS DE LA MATERNIDAD. DE LA MATERNIDAD INTENSIVA HACIA LAS NUEVAS

    EXPRESIONES DE LA MATERNIDAD

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    8 Por rgimen de bienestar entendemos el entramado institucional en el que se combinan recursos legales,materiales y organizativos de los productores principales de bienestar: estado, mercado y familia.

    9 Algunas femnistas han visto en el rol de la mujer en la reproduccin biolgica el origen de la divisinsexual del trabajo, que supuso relegar la mujer al mbito domstico.

  • Lejos de pretender reducir la maternidad a su ineludible dimensin biolgica, en esteestudio se concibe como relacin cultural e histricamente variable, en la que unindividuo, del sexo que sea, proporciona cuidado afectivo y material a su hijo.Efectivamente, la maternidad, debe ser estudiada como relacin cultural e histricamentevariable, que tiene lugar en contextos sociales especficos, que varan en funcin de losrecursos y las constricciones culturales y materiales, as como de la construccin activaque hombres y mujeres hagan de ella (Nakano Glenn 1994: 3). Dicha agencia es clavepara entender la maternidad como constructo social y no como algo meramente biolgico

    Pero no podemos negar que la nocin de maternidad est ntimamente vinculada ala nocin de gnero; entendiendo por gnero el resultado de las relaciones y prcticassocialmente construidas, organizadas alrededor de las diferencias visibles entre los sexos.El concepto de maternidad y el de gnero estn estrechamente conectados, en el sentidoque cada concepto constituye un elemento del otro. El hecho que la maternidad sea elresultado de la divisin sexual de la funcin reproductiva, que biolgicamentecorresponde a la mujer, ha favorecido que la maternidad, en mayor medida que ningnotro componente del gnero, haya sido objeto de una interpretacin fuertementeesencialista y se haya construido como algo universal, natural e inmutable, patrimonioexclusivo de las mujeres. En definitiva, cuando hablamos de maternidad, nos encontramosante una compleja ideologa funcional para los grupos dominantes, orientada a mantenerla dominacin masculina (patriarcado) y el sistema econmico de explotacin(capitalista). Esta ideologa permite asegurar que la mujer proporcione el cuidado de lafutura fuerza de trabajo a un coste mnimo, a la vez que posibilita contar con una reservapermanente de fuerza de trabajo.

    Oakley (1984) describe el mito contemporneo de la maternidad alrededor de trescreencias, que considera falsas: (1) que todas las mujeres quieren ser madres; (2) quetodas las madres necesitan a sus hijos y (3) que todos los hijos necesitan a sus madres.Segn la autora, estos falsos supuestos han ejercido un papel legitimador de la opresinde las mujeres dentro de las relaciones de gnero, a base de anularlas como individuosautnomos, con intereses proyectados fuera de la familia.

    Sin duda, el modelo patriarcal imperante se ha servido de la capacidad biolgica paraprocrear que tienen las mujeres, para fundamentar la unidimensionalidad del ser femeninoy la permanente identificacin entre feminidad y maternidad (Cid Lpez 2002). Es ascomo la funcin reproductora se ha convertido en la principal y exclusiva tarea de lasmujeres en la sociedad y slo en los tiempos ms recientes se ha llegado a cuestionareste rol. Tal y como pone de manifiesto Rosa Mara Cid Lpez (2002: 11), no haresultado fcil, ni todava lo resulta, la erradicacin de la creencia del instinto maternal,que se ha considerado un comportamiento arraigado en la naturaleza de la mujer ytambin ha tardado en ser cuestionado el propio hecho de la maternidad comoconstruccin cultural y elaborada por los hombres. Tal y como sostiene Henrietta L.Moore (1999: 39), el concepto de madre no se manifiesta nicamente en procesosnaturales (embarazo, parto, lactancia, crianza), sino que es una construccin culturalerigida por muchas sociedades utilizando mtodos distintos.

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  • Es una creencia muy extendida que las mujeres son madres no slo por el hechobiolgico de parir, sino porque son ms capaces de entender, escuchar y conocer susnecesidades (Alberdi et. al. 2000). Pero la asociacin entre mujer y madre no es nimucho menos tan natural como pueda parecer a simple vista. La tan reiterada reduccinde la maternidad a la condicin biolgica universal femenina supone una peligrosatrampa, ya que ha generado mitos encorsetadores sobre cul es el rol de la mujer:una mujer relegada a la esfera reproductiva y a las tareas de cuidado. Estos estereotiposbenefician sin duda a los intereses masculinos (relaciones patriarcales) y a losrequerimientos de una sociedad capitalista que precisa trabajadores a bajo precio y futurosciudadanos obedientes y adaptados al sistema (Hays 1996; Walby 1992). El capitalismo,a base de concentrar la produccin fuera del hogar, altera de forma sustancial el estatusde la mujer. Los requerimientos del capital exigen contar con la fuerza de trabajo de lostrabajadores; por lo que el rol de las mujeres pasa a ser no slo producir, sino sobretodo reproducir. La madre que trabaja fuera de casa constituye un problema social deprimera importancia. De ese modo, tal y como sostiene Oakley (1984:67), la institucinde la maternidad es el mecanismo a travs del cual las mujeres se convierten en madresen las sociedades industrializadas hoy en da (...).

    No es lo mismo la maternidad como hecho biolgico (embarazo y parto), que lasdimensiones sociales, econmicas, polticas e, incluso, religiosas, de la maternidad,entendida tambin como crianza de los hijos (Cid Lpez 2002: 14). La maternidad tienelugar en contextos sociales, econmicos y tnicos distintos y, en consecuencia, est sujetaa prcticas y manifestaciones diversas. Desde una dimensin social no podemos hablarde un nico patrn de maternidad, sino que es preciso hablar de distintas maternidades(Soto 2000). Partir de modelos ideales o normales puede provocar efectosperniciosos en la salud fsica y mental de las mujeres que no pueden o no quieren ajustarsea estos patrones. Estos imaginarios refuerzan la inseguridad y el sentimiento de culpa demuchas madres jvenes, sobre todo las que tienen una vida diaria ms complicada ydifcil de gestionar. Debe asumirse que la funcin de la maternidad puede ser (y, dehecho, es) realizada culturalmente de formas muy diversas.

    Cuando se habla de la maternidad como experiencia universal, se est aludiendo,obviamente, al instinto maternal. A base de negar las caractersticas socio-demogrficas,histricas y culturales como elementos que puedan influir en la experiencia maternal,sta se sita claramente en el terreno de la biologa. La maternidad intensiva ignoralas circunstancias, las relaciones de poder patriarcales y los intereses que han convertidoa las mujeres en las principales responsables de la maternidad, en nombre de unasdeterminadas habilidades que se consideran inherentes a la condicin biolgica demujer y que, en consecuencia, nadie ms puede asumir (Hays 1996).

    La imagen de una madre aislada en el hogar, que organiza su vida cotidiana alrededordel cuidado de los nios, no slo no puede generalizarse a todas las culturas, sino quela unidad madre-hijo tampoco puede hacerse extensiva a todos los periodos de la historiade Occidente (Moore 1999). Por consiguiente, la maternidad es una construccin social.Durante los inicios de la industrializacin, por ejemplo, exista una elevada proporcinde mujeres y nios trabajadores y asalariados. Tampoco podemos olvidar, en el otro lado

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  • del espectro social, a las mujeres pertenecientes a los estratos con mayor poder adquisitivoque, a lo largo de la historia, han seguido la pauta cultural de no ocuparse directamentede la crianza de sus hijos y de confiarlos a sus nodrizas (Tubert 1991). En este sentido,sin lugar a dudas, la presencia de las nannies ha alterado de forma sustancial la relacinentre las categoras culturales mujer y madre.

    La funcin materna adquiere nuevas formas y contenidos a lo largo de los siglos XIXy XX, a medida que se van consolidando los procesos de industrializacin, urbanizaciny el liberalismo poltico y econmico (Brullet 2004). La privatizacin y psicologizacinde la funcin materna se va afianzando en paralelo al proceso de exclusin de las mujeresdel mercado de trabajo. Sin embargo, es sobre todo durante la segunda mitad del sigloXX, aproximadamente, que se asiste a un fenmeno sin precedentes: la exaltacin delamor maternal como valor natural y social; de modo que se propugna que sean las madreslas que se ocupen de los hijos personalmente, no slo durante la lactancia, y les dediquentodo su tiempo. Es en este momento que se multiplican las publicaciones sobre el nuevopapel de la buena madre, a travs de consejos sobre cmo las mujeres madresactuales o futuras tienen que desarrollar de la mejor manera este papel. Este idealburgus de la figura del ama de casa se constituye como hegemnico en el mundooccidental y se expande tambin a la lite de la clase trabajadora; de manera que lashijas de las madres obreras empiezan a optar por quedarse en el hogar una vez casadas,a fin de cumplir con los preceptos de este modelo de maternidad (Brullet 2004).

    A lo largo de la historia, a medida que las mujeres han ido adquiriendo concienciade su papel en la sociedad patriarcal, la cuestin de la maternidad ha visto aumentar suimportancia dentro del imaginario colectivo. La maternidad ha sido objeto de anlisisdesde una perspectiva de gnero por parte de los movimientos feministas, sobre todo apartir de los aos 60 y 70. Autoras como Simone de Beauvoir (1949), primero, y comoAdrianne Rich (1976) y Nancy Chodorow (1978), ms adelante, empiezan a plantearsela funcin de la maternidad y el papel de las mujeres en calidad de madres. Simone deBeauvoir, en El segundo sexo, obra de la posguerra emblemtica del feminismocontemporneo, considera que la maternidad anula a la mujer como persona y dificultala consecucin de la igualdad. Otras tericas coinciden en el rechazo hacia la maternidady proponen que la tarea reproductiva se lleve a cabo a travs de tcnicas que no precisenla intervencin de la mujer, como Sulamith Firestone 9; o bien que sea el Estado quienasuma la crianza y la educacin de los hijos, tal y como propugna J. Mitchell. Endefinitiva, para las feministas ms radicales, la maternidad es el principal obstculo haciala emancipacin de la mujer y la equiparacin entre sexos, basando su argumentacin apartir de la equivalencia entre maternidad, dependencia y opresin (Moreno 2000).En cualquier caso, estos planteamientos no persiguen tanto un rechazo directo al hechoque las mujeres sean madres; sino que abogan por la posibilidad sin precedentes deexpresar abiertamente los aspectos negativos de la maternidad, sin que esto se asocie alfracaso de la mujer (Rowbotham 1981).

    A partir de los aos 70 y 80, con la aparicin del feminismo de la diferencia, aparecenotras corrientes que reivindican la funcin maternal, entendida como fuente de identidad,de placer y de conocimiento (Rich 1976). Desde esta perspectiva, no es tanto la

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  • maternidad el problema, sino que la fuente principal de opresin y desigualdad es laresponsabilidad exclusiva de las mujeres en relacin al cuidado de los hijos y la esferadomstica. En otras palabras, el discurso feminista separa la dimensin biolgica de lamaternidad de la social e intenta combatir la construccin social de la maternidad quese ha llevado a cabo desde el patriarcado.

    Siguiendo las tesis de Amparo Moreno (2000: 1), si bien es cierto que no podemosafirmar que el debate sobre la maternidad sea algo novedoso; s se encuentra de plenaactualidad hoy en da, a tenor de la transformacin del papel de la mujer en nuestrasociedad y la emergencia de valores como la individualizacin y la autonoma personalen las trayectorias vitales de los individuos. Asistimos a nuevas manifestaciones de lamaternidad, cosa que genera nuevas perspectivas y cuestiones a resolver. La tan arraigadaactitud de aspirar a comportarse como el modelo ideal de la buena madre y querercontrolarlo todo ante la maternidad es el inicio de lo que Sharon Hays (1998) denominaideologa de la maternidad intensiva; segn la cual el proceso de crianza y educacinde los hijos requiere mucho esfuerzo, dedicacin y trabajo cotidiano, con el fin de atendera los hijos con afecto, escucharlos, intentar descifrar sus necesidades y deseos, lucharpor dar respuesta a sus necesidades y por anteponer el bienestar del nio a la propiaconveniencia (Hays 1998: 177).

    Existen una serie de estereotipos sobre la buena y la mala madre, generadoresde conflictos psicolgicos, profundamente arraigados. Estos estereotipos se sustentan,obviamente, en el mito de la maternidad como necesidad universal de las mujeres,caracterizada por la absoluta abnegacin, renuncia y dependencia hacia los hijos(Fernndez-Montraveta 2000). La buena madre, segn Swigart (1991), es una mujerque slo quiere lo mejor para sus hijos, que sabe intuir sus necesidades sin el menoresfuerzo; en definitiva, una mujer inmune al aburrimiento, que vive la crianza de sushijos como una fuente de placer que no requiere sacrificio. La maternidad no se concibecomo deber; sino que madre e hijo disfrutan el uno del otro de manera casi instintiva(Brannen, Moss 1991). Como contrapartida, la mala madre es una mujer que se aburreestando con los hijos, narcisista, sin empata, centrada en sus propios intereses, lo quela convierte en un ser insensible a las necesidades de sus hijos; unos hijos que acabanpadeciendo trastornos psicolgicos de los cuales la madre no es consciente (Swigart1991). Este tipo de enfoques dejan completamente de lado la responsabilidad de lospadres en la atencin de los hijos y el contexto institucional. En definitiva, en base aeste imaginario de la maternidad intensiva, tener hijos/as sin renunciar necesariamentea otras aspiraciones o relaciones se aproxima al rol de la mala madre.

    La maternidad ha sido sinnimo en nuestra cultura de realizacin personal,competencia, serenidad, equilibrio y estabilidad de pareja. Esta visin romntica, sinembargo, contrasta con otros enfoques que subrayan que este proceso puede considerarsetambin desencadenante de cambios, tensiones y redefiniciones de la propia vida y de

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    10 Segn datos de una reciente encuesta, un 65% de las bajas de las mujeres que ocupan cargos directivosson por estrs (Chinchilla, Len 2004: 88).

  • las relaciones personales significativas; vividos muchas veces de forma problemtica ytraumtica, tal y como bien recogen los manuales de psiquiatra (Hidalgo 1988). La vidacotidiana, la vida profesional, la vida afectiva de la mujer se ve afectada de forma radical.Las mujeres describen una variedad de sentimientos ante la vivencia de la maternidad,como por ejemplo la angustia, la prdida de libertad y el sentimiento de culpa; atrapadaspor las prescripciones ideolgicas que postulan que slo el cuidado de las madres essuficientemente bueno (Brannen y Moss 1991). Tambin la satisfaccin de la vida enpareja puede verse negativamente afectada, ante la menor disposicin de tiempo paracompartir actividades, la disminucin de la frecuencia de las relaciones sexuales, o laacentuacin, en muchos casos, de los papeles de gnero tradicionales. En definitiva, unaserie de rasgos negativos asociados a la maternidad, como por ejemplo la atadura quecomportan los hijos, el hecho de no disponer de tiempo para uno mismo, o lasrepercusiones en la trayectoria profesional, estn contribuyendo a retrasar la decisin detener hijos.

    Sin embargo, tal y como sostiene Blanco (2002: 131), pese a que pueda parecer quela ideologa de la maternidad intensiva resulta caduca y desfasada en nuestros das, nadams lejos de la realidad. Justamente es en la actualidad cuando ms se acenta, en lamedida que la imagen de la maternidad de hace unas dcadas no era tan exigente comolo es hoy. Los estudios de Julia Brannen y Peter Moss (1991) durante la dcada de losochenta, demuestran que segua plenamente vigente la creencia de que la crianza de loshijos es una responsabilidad privada que, en un contexto ptimo, se tendra que llevar acabo dentro del hogar, a cargo de la madre, sin contar con apoyo social externo. Delmismo modo, si bien aumenta en todas las sociedades occidentales la aceptacin socialde que la mujer con hijos menores de 3 aos trabaje fuera de casa, se suele justificarms en trminos de necesidad econmica que no de eleccin personal.

    Un interesante estudio de Mar-Klose y Nos Colom (1999) constata que el 50% delas mujeres estn de acuerdo con la afirmacin en el nico lugar dnde se puede serfeliz es en casa con los hijos. Si bien el porcentaje aumenta con la edad; no es menoscierto que entre las mujeres jvenes la visin tradicional de la mujer aflora en el momentoen que tienen hijos. Tal y como concluyen las autoras, a diferencia de los hombres, conuna identidad cultural fundamentada principalmente a partir de su ocupacin y supresencia en el espacio pblico; a las mujeres no se les atribuye en la misma medida lacultura del trabajo remunerado y permanece la creencia de que una mujer no es unaverdadera mujer si no tiene hijos. Pero, al mismo tiempo, la mujer que opta por (opuede permitirse) seguir los prospectos de la maternidad intensiva tradicional tambinrecibe una valoracin negativa (la maruja, en trminos coloquiales), puesto que lasociedad no reconoce el trabajo de la madre como valioso (Blanco 2002: 138). Se trata,sin duda, de una trampa ideolgica, un doble mensaje que hace que las mujeres sesientan cada vez ms inseguras en cualquier fase de su vida (Beck-Gernsheim 2003).

    Ciertamente, la imagen que tiene la mujer de s misma ha cambiado; ya no se veslo como madre y mujer perfecta y ello retrasa la llegada del primero hijo y lareduccin del nmero de hijos que finalmente se tienen (Soto 2000: 91). Ahora bien,este cambio de la imagen de la mujer no ha ido acompaado de una transformacin de

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  • la autoimagen de la madre; en cuanto que el ideal de madre que se ocupa directamentedel cuidado de los hijos se mantiene. Es decir, los cambios estructurales que han permitidoa la mujer incorporarse a la esfera pblica no se corresponden con cambios simblicosalrededor de la maternidad ideal, puesto que sigue vigente la inercia del modelotradicional de la maternidad intensiva. Este hecho permite explicar la inhibicin en elnmero de hijos y la discordancia entre deseos y realidad.

    La madre o la futura madre se siente presionada, puesto que por un lado sabe quetiene que ser una buena madre y debe dedicarse al cuidado de su hijo y, por la otra,siente la imperiosa necesidad de disfrutar de una vida personal propia y de una carreraprofesional exitosa (Vzquez 2000). En definitiva, la madre que trabaja fuera del hogarse ve enfrentada al estereotipo de mala madre desde el momento que no puede atenderdirectamente todas las necesidades de sus hijos. Una de las principales preocupacionesde la madre trabajadora es el tiempo, en el sentido que considera que no puede ofrecera su hijo el tiempo necesario. Es aqu cuando surge el concepto tiempo de calidad,para definir el tiempo que las madres dedican a sus hijos fuera de su horario laboral; untiempo ms breve desde una dimensin temporal, pero ms intenso en trminos dededicacin (Brannen y Moss 1991).

    La conclusin de Blanco (2002) es que si bien las mujeres quieren tener ms hijosde los que tienen, cada vez renuncian ms a este deseo, dado que los rgidos modelosde madre, en el plan simblico, no son operativos. Tal y como bien describe SharonHays (1996), la mujer debe enfrentarse a un dilema que parece indisoluble, a unasexigencias profundamente contradictorias: si no se dedica lo suficiente a su profesin,se ver etiquetada socialmente como madre y su progreso profesional se resentir.Por el contrario, si opta por quedarse en casa con los hijos ser tildada de improductivae intil. Este conflicto personal es impensable en un hombre, cuya concepcin de lapaternidad no se ve impregnada por las imgenes ideales y absorbentes de lamaternidad intensiva, por cuanto sigue atribuyndosele la funcin de sustentadoreconmico del hogar (breadwinner). En definitiva, tal y como bien concluyen I. Alberdiet. al. (2000: 201), la maternidad se valora mucho y puesto que se han sobrevaloradolos significados, provoca toda una serie de temores. Segn Moreno (2000: 4), muchosde los conflictos y desasosiegos a los que se enfrentan las madres podran reducirse sino estuvieran abocadas a la exigencia de vivir la maternidad desde una expectativaidealizada, desde el mito de una experiencia de maternidad universal y completamentefeliz.

    En sntesis, la mujer tiene que ser libre a la hora de optar en relacin con lamaternidad. En palabras de Blanco (2000: 8-9), (...) la maternidad es una experienciacompleja con aspectos positivos y negativos, la madre es sujeto de su experiencia, lamadre influye en sus hijos tanto como el resto de agentes sociales, la actuacin de lasmadres no est prefijada y no puede analizarse fuera de la historia y el contexto socio-cultural; el padre y las instituciones sociales son tambin responsables de sus hijos. Encualquier caso, debe tenerse muy presente que las asunciones actuales sobre lamaternidad intensiva estn arraigadas en las experiencias de generaciones de mujeresque no han disfrutado nunca de la posibilidad de escoger cmo queran vivir su

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  • maternidad y, en consecuencia, se han construido desde la ideologa dominante patriarcal(Rowbotham 1981). En definitiva, lo fundamental es evitar una visin determinista yesencialista de la maternidad, dado que la rigidez de estos patrones ayuda a mantener elstatus quo de las madres normales, que acostumbran a ser blancas, casadas, de clasemedia y, o bien sin ocupacin o bien con una ocupacin que no es central en sus vidasy que no obstaculiza su papel de buena madre; al tiempo que las otras madres ylas nuevas manifestaciones de la maternidad se consideran desviadas y socialmenteestigmatizadas y penalizadas (Woollet, Phoenix 1991).

    4. LA VIVENCIA DE LA MATERNIDAD DE LAS MADRES CON TRAYECTORIAS LABORALES EXITOSAS

    El colectivo de madres con trayectorias laborales de las que hemos denominadoexitosas no trabajan fuera de casa por imperativos econmicos o, simplemente, paradisfrutar de autonoma econmica; buscan, adems, el xito profesional y son conscientesdel sacrificio y dedicacin que ello supone. Su profesin les resulta gratificante y la hanescogido conscientes de sus requerimientos y atradas por el estilo de vida que va asociadoa ellas (viajes frecuentes, reciclaje continuo, un elevado estatus social, ausencia derutina...). En consecuencia, el dilema que afecta al resto de las mujeres trabajadoras seagudiza para este colectivo. La cuadratura de la variable tiempo va ms all de laecuacin que es comn a muchas mujeres trabajadoras: reducir tiempo presencial altrabajo (o incluso dejar de trabajar fuera de casa durante un tiempo) sin perder poderadquisitivo, a cambio de poder dedicar ms tiempo a los hijos. En realidad, las mujerespertenecientes al colectivo que hemos estudiado no querran tener que renunciar a nada.Su profesin se convierte en una de las principales fuentes de satisfaccin, adems dela familia.

    Cuando se trata de mujeres que desempean trabajos creativos (escritoras, artistas) oque siguen carreras acadmicas o en el campo de la investigacin, menos sujetas a rgidoshorarios laborales, el tiempo que dedican a su profesin les aporta una serie desatisfacciones que, muchas veces, trascienden la propia carrera profesional o los baremosdel xito en el trabajo remunerado definido en trminos masculinos (ingresos, estatus).El tiempo de dedicacin al trabajo, el tiempo de ocio y el tiempo para uno mismo, enalgunos casos, incluso se solapan y son difcilmente separables. La realizacin profesionalde la mujer en este tipo de ocupaciones se ve claramente obstaculizada con la llegadade los hijos.

    Yo hago mucha trabajo en casa, porque parte de mi trabajo se tiene que hacer encasa, no?, mucho trabajo de estudio y esto es una trampa. Porque claro est, como tests en casa, coincide que eres la mujer y que eres la madre, quiero decir, demasiadascoincidencias, no? Tienes que tener como si fuera un ordenador, muchos chipsdiferentes, no?, y aqu tengo los huevos y ms adelante el estatuto de los trabajadoresy aqu tengo una reunin con la psicloga del colegio de mi hija de 6 aos, que no s,son tres temas totalmente diferentes, seguro que mi marido tiene slo un chip

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  • La maternidad que yo ejerzo es una maternidad loca, porque es horrorosocompaginar el ser madre con un trabajo en el que, por ejemplo, no tienes un horariofijo, donde, por ejemplo, tienes una presentacin de datos o una rueda de prensa o unareunin depende del da, no sabes a qu hora. Es decir, tengo un trabajo que tieneventajas, porque si un da el nio est enfermo yo me quedo en casa a veces y mepuedo llevar el trabajo a casa; pero no hay nada peor que llevarse el trabajo a casa.Tenemos un tipo de profesin, al menos la ma, que no se acaba nunca.

    De todos es sabido que en las empresas privadas existen barreras para las mujeresprevias a la contratacin, as como barreras internas para la promocin. En este sentido,una mujer joven, preparada y con experiencia tendr dificultades para ser contratada enun lugar de responsabilidad o de promocionarse si el empresario intuye que tieneintencin de formar una familia. Es lo que se conoce como techo de cristal, tan presenteen las culturas empresariales y que impide el acceso de las mujeres a los lugaresjerrquicos ms elevados. Para el caso de la administracin pblica y el mundo de launiversidad, aun cuando la representacin de la mujer es ms importante y ms equitativaque en la empresa privada (ya que las vas de acceso son ms democrticas ymeritocrticas), la presencia de las mujeres es, una vez ms, claramente inferior. Lacarrera acadmica, por ejemplo, que acostumbra a iniciarse a partir de los 30 aos,coincidiendo con la etapa del ciclo vital en la que las mujeres se plantean la maternidad,cuenta con una menor presencia de mujeres (Izquierdo et al. 2004). Ello es as por cuantosu vida familiar les impide cumplir con los absorbentes requerimientos de dedicacinprofesional y de competitividad. La mujer que no est dispuesta a renunciar a la vidafamiliar competir en inferioridad de condiciones, cosa que no ocurre en el caso de loshombres.

    Las madres profesionales entrevistadas han conseguido superar buena parte de estosobstculos y ejemplifican trayectorias laborales exitosas. Sin embargo, cul ha sido elprecio y la incidencia que ello ha tenido en su condicin de madres? Lo que msreivindican estas madres, por delante de medidas de flexibilidad y servicios, es lacorresponsabilidad masculina en las tareas del hogar. Segn ellas, la no implicacin delos hombres (sus maridos y compaeros) en las tareas domsticas y familiares es lo quems dificulta la conciliacin. Latente o explcito, siempre existe un conflicto de roles anteel reparto de tareas y de responsabilidades en el hogar, de difcil resolucin. En la medidaen que siguen siendo ellas quienes cargan con la mayor parte de los trabajos del hogar ytambin su planificacin y organizacin, se resiente tanto la profesin como la vivenciade la maternidad; en definitiva, su calidad de vida. El papel del marido, en cambio,claramente subsidiario en el hogar, es perfectamente compatible con el xito profesionaly con una vivencia de la paternidad ms espordica, no tanto rutinaria, pero a la vezms gratificante.

    Participan mucho, pero t tienes que tenerlo todo pensado, no? Puede ocurrir quel prepare la cena un da, pero quien sabe si hay huevos, si hay no s qu, sta soyyo.

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  • Lo acabas haciendo porque, de hecho, lo que menos trabajo te da es hacerlo, entrecomillas. A ver, es una cuestin de tenerlo en la cabeza, no? (...) El problema no eshacerlo o no hacerlo, sino que la que lo tiene controlado eres t.

    Por eso es por lo que estas mujeres desmitifican el concepto de tiempo decalidad, en cuanto que el agotamiento fsico y mental que les supone la doblepresencia no les permite ofrecer la calidad que desearan en la atencin a sus hijosdurante los ratos que comparten con ellos. Adems, la falta de tiempo implica que elejercicio relajado de la maternidad se circunscriba a los fines de semana; por lo quela relacin materno-filial se reduce a compartir momentos de ocio y diversiones con loshijos y no tanto dificultades o actividades cotidianas. Esta situacin les genera estrs yangustia, as como un fuerte sentimiento de culpa, de no estar a la altura de lascircunstancias. La sensacin de no realizar suficientemente bien su papel de madres afloraen sus discursos y lo atribuyen a la falta de tiempo y a la injusta distribucin de laresponsabilidad en relacin al trabajo domstico y familiar dentro de la pareja.

    Esta frase que se dice mucho, con mis hijos poco tiempo, pero de calidad estoes una mentira, porque cuando tienes poco tiempo, calidad no tienes ninguna, porqueyo a las 8 de la tarde muerdo, aunque sean mis hijos, es inhumano decirlo pero no losaguanto, porque no puedo con mi alma y porque a las 8 de la tarde todava falta elpan, todava los calcetines del ftbol del da siguiente estn sucios y todo esto resultaque lo tengo que solucionar yo. Entonces esto no es calidad, porque, claro, escchame,soy humana, no? De vez en cuando me coge la llorera porque no puedo ms.

    En definitiva, si bien las mujeres han conseguido la igualdad en relacin a los hombresen lo que se refiere a su incorporacin en la vida pblica; este cambio no se ha vistoacompaado de la penetracin del hombre en el mbito del hogar. Dicha situacin reportaa las mujeres graves consecuencias en la gestin de su vida cotidiana, en cuanto hanvisto aumentar de forma espectacular la carga total de trabajo. El exceso de trabajo noslo empeora su vivencia de la maternidad, sino que tambin hipoteca su vida profesional.Tener que optar por priorizar una u otra dimensin resulta algo necesario para estasmujeres, a diferencia de lo que pasa en el caso de los hombres, que no se ven en latesitura de tener que escoger. El modelo de la superwoman implica un estrs y unnivel de presin que las mujeres entrevistadas consideran insoportable 10.

    Los hombres no se han movido. Y en consonancia, las instituciones y la imagensocial no se ha movido tampoco. Y se sigue pensando que hay una familia maravillosae idlica, porque haba una persona que se ocupaba las 24 horas. Ahora que esta personaha desaparecido no ha cambiado nada. Pero esta persona ya no tiene las 24 horas.Sigue siendo la misma trampa (...) porque nada ha cambiado y siguen haciendo las doscosas.

    Yo siempre digo que queramos ser iguales y que hemos conseguido ser ms, quierodecir que no hemos conseguido ser iguales que los hombres, hemos conseguido sumar

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  • nuestro papel al de los hombres y ahora tenemos dos papeles en nuestra vida. No ha pasadocomo si furamos vasos comunicantes, como mximo los ms concienciados [refirindosea los hombres en general] se muestran dispuestos a ayudar.

    Pese a cuestionar abiertamente el concepto tiempo de calidad, no se autodefinencomo peores madres que las madres tradicionales que slo se dedican a las tareas delhogar, sino todo lo contrario. Se sienten orgullosas de su situacin y plenamenteconvencidas de que las condiciones bajo las que ejercen su maternidad son ms duras.Son conscientes de que, en su caso, por el hecho de contar con una vida profesionalsatisfactoria, representan modelos muy positivos para sus hijos; en cuanto que estimulanla sociabilidad, as como una buena actitud hacia la igualdad de la mujer en el caso delos nios de sexo masculino y una mayor autoestima e independencia en el caso de lasnias (Vzquez 2000).

    Sin embargo, esta autocomplacencia no evita que, en ocasiones, su discurso se vuelvaambivalente y las participantes manifiesten dudas sobre si estn realizandosuficientemente bien su papel de madres por el hecho de tener una profesin sumamenteabsorbente; se preguntan si el no poder dispensar una gran dedicacin a sus hijos puedellegar a repercutirles de forma negativa. Curiosamente, este dilema no aparece cuandose refieren a la figura del padre que, al igual que ellas, tambin trabaja fuera de casa yen profesiones que no le permite dedicarse de manera intensiva a sus hijos. Las exigenciasy presiones de la maternidad intensiva con la que han sido socializadas estas madresafloran en su discurso. El intento de reconciliar la ideologa con las prcticas cotidianasaqu tambalea de forma clara.

    Porque en el fondo todava somos las que nos consideramos responsables, esto haceque muchas veces aparezcan dudas....

    Porque nosotros tenemos el modelo de nuestras madres, al menos mi madre erauna madre que estaba en casa, que poda estar en casa y, claro est, entonces esto tehace tambalear mucho.

    Yo todava palpo en el ambiente una cierta culpabilizacin por el hecho de no estaren casa, de no dedicarte a los hijos, no? En general, en la sociedad todava de vez encuando, si hay problemas , sobre todo cuando son adolescentes, entonces empieza laculpa y, claro, la educacin de los hijos ests todo el da replantendotela, si lo hacesbien o no, todava encuentro un cierto mensaje subliminal.

    En cambio, en relacin al cuidado de los hijos, parece evidente que el papel del padreha experimentado una transformacin sin precedentes y que asistimos a la gnesis de unnuevo concepto de paternidad que tiene poco que ver con el modelo tradicional y que sefundamenta en la progresiva perfecta intercambiabilidad de roles entre el padre y la

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    11 En Espaa, segn L. Moreno (2002: 53), tres de cada cuatro madres trabajadoras cuentan con un familiardisponible residiendo en la misma localidad; en ms de la mitad de los casos se trata de su propia madre.

  • madre en relacin a los hijos. En este sentido, los hombres empiezan a darse cuenta deque la socializacin diferencial de gnero les ha privado durante generaciones de poderdisfrutar del cuidado de los dems desde la proximidad y el afecto. Se han visto relegadosa un rol distante y autoritario. Los hombres, sobre todo los representantes de lasgeneraciones ms jvenes y con mayor nivel educativo, estn dispuestos a desprendersedel lastre de tener que erigirse como principales proveedores econmicos y renunciara disfrutar de una paternidad ms vinculada a las necesidades reproductivas inmediatasde los hijos.

    Yo creo que puede que la figura del padre ha mejorado muchsimo, los padres sonms prximos, padres ms madres. La idea ms tradicional que la madre es la msprxima, la ms de tocar, est desapareciendo. La generacin de mis padres era muydiferente. Mi padre dice algo y todava se piensa que todos tenemos que decir amn,no? Esto ha cambiado mucho, yo creo que la familia en este sentido se hademocratizado mucho.

    Es cierto que el rol de los nuevos padres ha cambiado de forma sustancial enrelacin al modelo de padre tradicional, ausente y autoritario. Los jvenes padres seaproximan cada vez ms al rol afectivo de la madre en todo aquello que hace referenciaa la paternidad. Pero parece ser que los nuevos padres han asumido slo la parte msdulce, e incluso ldica, del trabajo reproductivo: el cuidado de los hijos. En especial,todo aquello que implica compartir con ellos el mximo tiempo posible siempre y cuandono estn en el trabajo (traerlos y recogerlos a la escuela, compartir ratos de juego...).Pero el trabajo domstico y familiar tiene muchas otras dimensiones, intensivas entiempos e ineludibles, sin las cuales la reproduccin social de los hijos no es posible:desde la infraestructura del hogar (cocinar, lavar, limpiar), hasta toda la tarea deplanificacin y gestin diaria.

    Ciertamente, adems de la corresponsabilidad dentro de la pareja en relacin al trabajoreproductivo, lo que ms reclaman estas madres es la introduccin de medidasflexibilizadoras dentro del mercado de trabajo que faciliten la conciliacin. Pero porencima de todo, exigen servicios a los que transferir el cuidado de los hijos cuando aslo necesitan, ya sean procedentes de la administracin o de las propias empresas. Comoconsecuencia de las circunstancias extremadamente competitivas del mundo laboral y dela gratificacin personal que obtienen desde la vertiente profesional, estas mujeres noson demasiado partidarias de una reduccin de jornada. Consideran que las medidas deflexibilidad son perjudiciales porque acaben dirigindose a mujeres y, en consecuencia,devalan an ms su posicin en el mercado laboral (Chinchilla, Len 2004: 87).

    Las mujeres con carreras profesionales exitosas se ven forzadas a compartir (aveces, incluso a sustituir) la crianza de sus hijos con otras personas externas a su pareja.Lo que es ms frecuente es el recurso a otras mujeres: las abuelas-madres (tambindenominadas madres sustitutas) en los casos en que estn disponibles y residen cerca11; la externalizacin del cuidado a travs de la contratacin de otra mujer (cada vez msde origen inmigrante). Se trata, en definitiva, de una vivencia de la maternidad de tipo

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  • semipresencial o compartida. Las madres entrevistadas han tenido que recurrir aterceras personas para que se hagan cargo de sus hijos. En este sentido, todas ellas hanaplicado frmulas mixtas que combinan la externalizacin, contratar una niera ocanguro durante unas horas al da, y el recurso a otros miembros de la familia,generalmente a los padres de la madre. Externalizar parte del trabajo reproductivo yrecurrir a las redes familiares les ayuda a mitigar tanta tensin. La importancia de losabuelos y de las trabajadoras domsticas como infraestructura de estabilidad es tal que,ante cambios en los horarios laborales, estas madres a menudo lo consultan antes a laabuela o canguro que a su propia pareja.

    Nos encontramos ante una vivencia de la maternidad definida por sus protagonistascomo estresante e impregnada de dudas e insatisfacciones. Son mujeres, por un lado,marcadas por el imaginario de la maternidad intensiva; un imaginario que su condicinde profesionales no les permite ejercer bajo las condiciones que desearan, por lo que nopueden evitar sentirse culpables. Por la otra, viven con sacrificio la renuncia a algunosde los requerimientos de su profesin para poder hacerse cargo de los hijos y del hogar.Todo ello las empuja hacia complicadas estrategias que acaban penalizando su propiacalidad de vida; siempre a salto de mata, con prisas, con la sensacin de no llegar atodo. Perciben que son ellas, y no sus parejas de sexo masculino, las que tienen querenunciar en el terreno profesional. La rivalidad profesional dentro de los miembros dela pareja desemboca, generalmente, en el deterioro de la trayectoria laboral de la mujery no a la inversa.

    Este perfil de mujeres trabajadoras es tambin fuertemente vctima de ladiscriminacin social sobre la funcin materna que se practica desde el mbito laboral(despido por embarazo, rescisiones de contratos, dificultades de promocin, etc.). Hastaaqu no hay ninguna diferencia con el resto de madres trabajadoras. Pero en su caso,interviene un malestar adicional derivado del hecho de que sus profesiones seanvocacionales, en algunos casos creativas, y muy exigentes en trminos de dedicacin.Pasar a tener una menor disponibilidad de tiempo para la profesin despus de ser madres,no slo tiene consecuencias negativas derivadas de las exigencias externas (las presionesdel mundo laboral), sino que tambin les genera insatisfaccin personal.

    Tomando como ejemplo el caso de una madre que se dedique al mundo acadmico,el hecho de publicar menos que antes no slo obstaculizar su promocin (difcilmentellegar a ser catedrtica), sino que, adems, frustrar su deseo de contribuir al avancedel conocimiento o a su ambicin de xito profesional, totalmente legtima. Lo mismoacontece cuando se trata de mujeres empresarias o que ocupan altos cargos directivos,muchas de las cuales se ven obligadas a abandonar la empresa privada una vez seconvierten en madres y pasarse a la Administracin, renunciando as a sus expectativasprofesionales, con el nico objeto de hacer compatibles los horarios laborales con elcuidado de sus hijos. Por lo tanto, para estas madres todo es mucho ms complejo queel simple binomio de intercambiar tiempo de cuidado por tiempo laboral; por cuanto suprofesin, con un fuerte componente vocacional, ocupa un eje importante en sus vidas.

    Creo que no hay derecho que las mujeres que no quieren hacerlo [renunciar al xito

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  • profesional], no tengan ms remedio que hacerlo. Porque yo no creo que mi opcin lahaya tomado en libertad. Porque yo he llegado a la conclusin que no llegar jams aser catedrtica. No, porque necesito espacio de tiempo para mi hijo y para m. Lonecesito y a algo he de renunciar y a mi hijo no pienso renunciar. Por lo tanto, tengoque renunciar al trabajo.

    Ahora publico una cuarta parte de lo que publicaba, porque no tengo tiempo. Notengo tiempo. Ya no puedo coger y decir, bien, ahora tendr dos das seguidos, que eslo que necesitas para hacer un buen artculo (...) Esto me ha supuesto una frustracinhorrorosa (...) porque no puedes con todo, pero es triste, es duro tener que renunciarporque si hubiera sido un hombre no lo tendra que haber hecho.

    Cules son las alternativas? Ciertamente, las mujeres entrevistadas son conscientesde que buena parte de la causa del problema se sustenta en la penalizacin desde elmundo laboral de la funcin materna/paterna, tanto para los hombres como para lasmujeres. En este sentido, hace falta repensar la actual centralidad productiva y aspirar auna organizacin horaria de la jornada laboral y de los servicios que se adapte mejor alas nuevas formas de vida y organizacin de los individuos, hombres y mujeres, y delos grupos familiares.

    A nivel de organizacin de trabajo de los hombres, puede quedar muy mal decir,mirad, tendr que irme a las 8 porque tengo que baar a mi criatura.

    Pero hemos comprobado que para estas mujeres esto no lo es todo. No se conformancon ms facilidades de conciliacin en cuanto que madres y mujeres, a las que contoda probabilidad los hombres no se apuntarn. Mientras los hombres no asuman sucorresponsabilidad en las tareas domsticas y familiares y ellas tengan que seguirocupndose de la gestin y organizacin del hogar, el peso de la doble presencia lesgenerar una fuerte insatisfaccin, tanto como madres como mujeres con unaidentidad propia y una proyeccin pblica. La maternidad y la dedicacin intensiva a laprofesin parece ser incompatible, debiendo escoger entre una u otra dimensin: sipriorizan el xito profesional tienen que renunciar o postergar la maternidad; si quierenser madres, es probable que deban prescindir de algunas de sus metas profesionales. Encambio, para los hombres no se plantea tal dilema: ser padres y mantener un nivel ptimode dedicacin a la profesin es perfectamente compatible, a base de eludir una parteimportante del trabajo reproductivo y dejarlo en manos exclusivas de sus parejas: lasmujeres.

    Y es esta desigualdad la que explica, segn las madres profesionales entrevistadas,que su vida cotidiana, basada en la doble presencia, sea mucho ms difcil, costosa yagotadora que la de sus homlogos masculinos y el origen de todas sus frustraciones.

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    12 Sin embargo, las dificultades materiales de estas madres no son pocas, si tenemos en cuenta la ausenciade servicios pblicos que faciliten la conciliacin. Habitualmente se trata de familias que no disponen derecursos econmicos para poder aplicar estrategias de conciliacin propias de las clases medias y altas, como

  • Mientras la vivencia de la paternidad es perfectamente compatible con las aspiracionesprofesionales de los hombres, no lo es para ellas. Aqu radica la fuente del conflicto. Loque reclaman estas mujeres es el logro de la democracia familiar, un reparto equitativode las responsabilidades entre hombres y mujeres, de tal manera que se reconozca elderecho de las mujeres a decidir qu tipo de maternidad quieren vivir y qu tipo detrayectoria profesional desean seguir y con qu intensidad; en definitiva, reclaman superarel binomio familia-profesin al que actualmente se enfrentan.

    Pero tampoco podemos dejar de lado otra constatacin. No todos los obstculos sonexternos. La propia mujer constituye un impedimento en s misma que no podemosocultar y que los planteamientos feministas tienen que revisar. Existen barreras tambinen el interior de la mujer, en su subconsciente. La socializacin diferencial de gnero deestas madres se ve impregnada por el modelo de la maternidad intensiva. Este hechoexplica buena parte de la ambivalencia de un discurso que, por un lado, desde laracionalidad, reclama la igualdad total entre hombres y mujeres en la esfera pblica yen la privada; pero, por el otro, muestra un sentimiento de culpa por el hecho de nopoder proporcionar una presencia a sus hijos que no exigen o no esperan de los hombres.Es as como la maternidad no deja de ser un espacio propio, atribuido a las mujeres;un espacio tradicional de poder al que no quieren renunciar, en cuanto que lo consideraninherente a su identidad femenina. Lo mismo pasa con el trabajo reproductivo: delegarloy recurrir al mercado?; s, pero sin que la mujer pierda la esfera de control.

    Ciertamente, ellas reclaman con vehemencia la presencia de los hombres en la esferareproductiva, pero a la vez les resulta difcil compartir el espacio domstico-familiar al50%. Muchas veces, esta paradoja se pone de manifiesto cuando ellas mismasminusvaloran las capacidades masculinas para llevar a cabo una serie de tareasreproductivas, sobre todo en relacin al cuidado de los hijos, con expresiones del tipol no es capaz de cuidar del nio cuando est enfermo. Lo que hay detrs es un fuertesentimiento de patrimonio, de reticencia a cederles un espacio que socialmente se esperaque sea ocupado por ellas. As lo ilustra la apropiacin que hacen estas madres, a niveldiscursivo, de la potestad de gestionar y decidir a quin delegar el cuidado de los hijoscuando ellas no estn.

    5. CONCLUSIONES

    La identidad de las mujeres se construye a partir de los valores de la individualizaciny la autonoma personal (Beck 1986). Que la mujer pase a ser el centro de accinen calidad de individuo, implica que no planifique su proyecto de vida en torno a lafamilia, sino tambin a partir de la necesidad de contar con una vida profesional propiay una presencia en el mbito pblico a todos los niveles; sin olvidar una vida personalsatisfactoria. En definitiva, la maternidad deja de ser el nico eje central del proyectovital y de las trayectorias biogrficas de las mujeres y se convierte en un componentems, la importancia del cual variar en funcin de las caractersticas personales de cadamujer. Y la pregunta clave es: cmo evitar el dilema, aparentemente irreconciliable e

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  • indisoluble, entre trabajo remunerado, vida personal y maternidad? Un dilema que, hayque recordar, al que no tienen que enfrentarse los hombres, en cuanto que la construccinsocial de los roles familiares no les atribuye la responsabilidad del cuidado directo delos hijos.

    Pese a que pueda parecer que la ideologa de la maternidad intensiva se haya superadoen nuestros das, nada ms lejos de la realidad. Justamente es ahora cuando ms seacenta, en la medida que la imagen social de la maternidad de hace unas dcadas noera tan exigente como lo es hoy. Sigue todava fuertemente arraigada la creencia que lacrianza de los hijos es una responsabilidad privada que, en un contexto ptimo, consuficientes recursos econmicos, se tendra que llevar a cabo dentro del hogar, a cargode la madre, a tiempo completo, sin contar con apoyo social externo. El arraigo de estemodelo ideal de buena madre, incompatible con las condiciones de posibilidad de lasmadres que trabajan fuera de casa, refuerzan la inseguridad y el sentimiento de culpa demuchas de ellas, sobre todo de las que tienen una vida profesional, afectiva o cotidianams complicada o ms atpica, sociolgicamente hablando. Esta carencia decorrespondencia entre determinadas prescripciones ideolgicas y la vivencia de lamaternidad no slo genera culpabilidad, sino tambin insatisfaccin, estrs, renuncias ysacrificios.

    Nuestro objetivo ha sido abordar un tipo de mujeres profesionales que constituyenun pequeo subsegmento dentro del amplio espectro de madres trabajadoras, por cuantotienen una proyeccin pblica especialmente exigente en trminos de formacin ydedicacin. Muchas de las mujeres trabajadoras, sobre todo las que cuentan con un niveleducativo ms bajo, trabajan fuera de casa no tanto como el resultado de la expresinde un deseo de realizacin personal, sino que se ocupan en trabajos poco gratificantesque slo les aportan poco ms que los ingresos econmicos necesarios para podersubsistir. Para estas mujeres, el dilema ideolgico entre vida familiar y laboral no esdemasiado traumtico y la mayora sabra con claridad cul sera su prioridad si pudieraescoger, sin, por supuesto, ver menguar su capacidad adquisitiva: ocuparse directamentede la crianza de los hijos 12. En definitiva, comulgan sin fisuras con el modelo dematernidad intensiva.

    Si bien las mujeres manifiestan que quieren tener ms hijos de los que tienen, cadavez renuncian ms a este deseo (a travs del retraso de la edad de la maternidad y lareduccin del nmeros de hijos y, en algunos casos, incluso la renuncia). Los rgidosmodelos en torno a la figura de la madre y la divisin sexual del trabajo, en el planosimblico, as como una serie de constreimientos adversos en el plano ms material(como, por ejemplo, la carencia de corresponsabilidad masculina en la esferareproductiva, la ausencia de polticas familiarmente responsables o las estructurasempresariales), no encajan con sus expectativas como individuos que no quieren renunciara una vida social y profesional plena. Eso ocurre sobre todo entre las generaciones demujeres ms jvenes y con determinados perfiles profesionales (ejecutivas, empresarias,acadmicas, investigadoras, etc.). A menudo se trata de mujeres jvenes que han sidosocializadas a travs del patrn masculino del xito profesional y desde el mito de laigualdad entre sexos, a partir del cual han trazado su trayectoria profesional, emocional

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  • y vital. Pero todo cambia, de pronto, cuando se enfrentan a la maternidad o al deseo deser madres y se ven atrapadas tambin por el imaginario de la maternidad intensiva(Alberdi et al. 2000).

    El precio que pagan estas mujeres, en muchos casos, es la renuncia a desarrollarsede forma integral a travs de una vida personal y familiar llena. Las que no lo hacen yprocuran lidiar con todos los frentes a la vez, de forma simultnea, tambin pagan unprecio elevado: la vida cotidiana estresante e insatisfactoria de las superwoman y, enmuchos casos, fuertes renuncias y sacrificios en el terreno profesional (promocin laboral,xito profesional...). Ms all de consideraciones sobre hasta qu punto compensa el xitoprofesional segn los cnones masculinos de proyeccin exitosa hacia la vida pblica yde la lgica competitiva propia del sistema capitalista de produccin, el quid de lacuestin es que las mujeres que de forma legtima ambicionan este xito, se ven amenudo obligadas a escoger entre ste y la maternidad, en cuanto que existen barrerasinvisibles que les impiden desarrollar ambas esferas a la vez. Por eso es por lo que laexperiencia vital de estas madres con trayectorias laborales exitosas demuestra que,pese a que las mujeres han conseguido el control de su capacidad reproductiva y lamaternidad se ha convertido en una eleccin y no en una imposicin social, no se danlas condiciones de posibilidad que les permitiran tener los hijos que desean.

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