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OBJETIVIDAD TAGE LINDBOM ay dos maneras de contestar a la pregunta relativa a las relacio- nes entre la razón y la experiencia religiosa. Podemos referirnos a los límites de la razón y decir que carece de competencia más allá de esos límites. Podemos decir también que la religión es “una cosa diferente” de las que pertenecen al mundo del pensamiento racional y establecemos así un paralelo entre la religión y la razón como si se tratase de dos órdenes inconmensurables en su grandeza. * Ninguna de las dos respuestas es falsa, pero ambas son insatisfacto- rias. Desde luego que la verdad trascendente no puede ser aprehendida por nuestras facultades mentales y que nuestra vida terrestre no puede imponerse en plano de igualdad y mezclarse la verdad de fuente trascen- dente y lo que resulta de un proceso mental discursivo. Pero repetimos: supongamos que la razón rechaza la experiencia religiosa y la enseñanza vinculada a ella. En efecto, toda representación religiosa se encuentra en algún lugar con la razón. Pero vayamos más lejos. La conciencia intelec- tual, el intellectus intuitivo, no podría transmitir un mensaje sobre la reali- dad divina sin transponerlo, en el hombre, a una conciencia sensorial y H

Objetiv i Dad

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Esoterismo

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  • OBJETIVIDAD

    TAGE LINDBOM

    ay dos maneras de contestar a la pregunta relativa a las relacio-

    nes entre la razn y la experiencia religiosa. Podemos referirnos a

    los lmites de la razn y decir que carece de competencia ms all de esos

    lmites. Podemos decir tambin que la religin es una cosa diferente de

    las que pertenecen al mundo del pensamiento racional y establecemos as

    un paralelo entre la religin y la razn como si se tratase de dos rdenes

    inconmensurables en su grandeza. *

    Ninguna de las dos respuestas es falsa, pero ambas son insatisfacto-

    rias. Desde luego que la verdad trascendente no puede ser aprehendida

    por nuestras facultades mentales y que nuestra vida terrestre no puede

    imponerse en plano de igualdad y mezclarse la verdad de fuente trascen-

    dente y lo que resulta de un proceso mental discursivo. Pero repetimos:

    supongamos que la razn rechaza la experiencia religiosa y la enseanza

    vinculada a ella. En efecto, toda representacin religiosa se encuentra en

    algn lugar con la razn. Pero vayamos ms lejos. La conciencia intelec-

    tual, el intellectus intuitivo, no podra transmitir un mensaje sobre la reali-

    dad divina sin transponerlo, en el hombre, a una conciencia sensorial y

    H

  • mental. Con seguridad decimos que nuestro conocimiento de una reali-

    dad superior es intuitivo, pero como criaturas debemos transponer esa

    experiencia al plano mental para que pueda convertirse en conciencia. El

    testimonio de la verdad divina debe manifestarse en nuestros rganos ps-

    quicos y mortales. La experiencia religiosa en el mundo sensorial implica,

    pues, inevitablemente, un encuentro con la razn.

    Si la realidad divina y con ella la experiencia religiosa que se mani-

    fiestan en nuestros rganos sensoriales y mentales estuvieran en contra-

    diccin con la razn, eso significara que desde hace milenios generacio-

    nes ininterrumpidas de hombres piadosos, incluidos tambin innumera-

    bles sabios y eruditos, habran vivido en un terrible estado de conflicto

    interior. En su piedad profunda, se habran adherido a una manera de ver

    las cosas que su razn habra rechazado. El temible conflicto interior que

    habra resultado de ello debera naturalmente haber dejado huellas visi-

    bles en la historia de la humanidad. Ahora bien, nada indica la existencia

    de tal conflicto. Incluso en nuestra esclarecida poca se encuentran

    hombres que unen la ms alta inteligencia a la fe del carbonero y no te-

    nemos la impresin de que sean especialmente aquellos entre los que los

    asilos psiquitricos reclutan sus huspedes.

    Si hubiese existido realmente ese conflicto, la historia de la huma-

    nidad hubiera tomado un cariz muy distinto. O bien ya no habra iglesias

    ni comunidades religiosas sobre la tierra, o bien la humanidad en su tota-

    lidad estara alienada. No, el conflicto entre la conciencia religiosa y la

    razn humana es un efecto de la secularizacin. Cuando la conciencia

    intelectual se debilit como consecuencia de un orgullo espiritual crecien-

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  • te, qued un mayor campo de accin para las facultades mentales racio-

    nales. A la luz del racionalismo, el smbolo aparece cada vez ms como

    una forma incomprensible y absurda. Para la bsqueda profana, la reve-

    laciones no son ms que acontecimientos cuya autenticidad histrica

    est cada vez ms cuestionada. Se considera entonces a la tradicin en

    todas sus formas como un obstculo que emana del conservadurismo, una

    barrera en el camino, y a las enseanzas verificadas por los siglos como

    cadenas de esclavitud espiritual.

    Se pone en marcha entonces el cortejo triunfal del racionalismo.

    Las fuerzas luciferinas creen presentarse como portadoras de luz. En rea-

    lidad, es una toma de posesin de las tinieblas que se instalan cuando la

    luz interior se debilita. La razn no aporta una nueva luz porque es una

    funcin y lo funcional no puede por s mismo ser portador de luz y menos

    an fuente de luz. La razn, ratio, pertenece al mundo de las formas, por

    lo que los hombres no pueden alcanzar con sus facultades racionales una

    verdad o una certeza absoluta. El conocimiento racional es separativo,

    est hecho de fragmentos que nunca podran juntarse en una unidad ab-

    soluta e indiscutible. Las verdades del racionalismo son, y siempre sern,

    verdades parciales.

    La razn cumple su ms elevada misin cuando est sometida al

    conocimiento intelectual. Se encuentra entonces iluminada por la luz de

    la verdad que ensea el camino en el plano terrenal. No hay oposicin

    entre el intelecto, intellectus, y la razn, ratio, mientras sta se halla someti-

    da a nuestra conciencia de una verdad superior y trascendente y acepta

    ese papel como una funcin de servicio. Es en nuestro esfuerzo por en-

    OBJETIVIDAD

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  • contrar el camino de la verdad y la vida cuando la razn se ala con la

    certeza intelectiva, con el smbolo, con la revelacin y la tradicin. Puede

    reconocerse que los hombres, en su imperfeccin terrenal, no siempre si-

    guen tales caminos. Pero tambin puede reconocerse que la luz existe y

    con ella las posibilidades de ser guiado. Y eso es lo decisivo. Los vicios de

    los jueces y de los abogados no nos conceden el derecho de abolir la justi-

    cia, como tampoco los pecados de los sacerdotes suministran argumentos

    contra la existencia de Dios.

    Lo intelectivo y lo racional se encuentra en el hombre como me-

    dios de alcanzar la verdad. De alguna forma, enmarcan a los otros tres me-

    dios, que son el smbolo, la revelacin y la tradicin. El smbolo es el reflejo

    csmico de lo divino. La revelacin es un aqu y ahora que penetra en el

    cosmos como un rayo del sol y aporta el testimonio que percibimos y con-

    servamos. En fin, la tradicin constituye el modo al que debemos confor-

    marnos para recibir y conservar. Gua nuestros esfuerzos destinados a guar-

    dar, a mantener y a transmitir en el tiempo y el espacio, es decir en el plano

    horizontal, lo que nos ha sobrevenido como revelacin en el plano vertical.

    Aunque los portaestandartes del Reino del hombre se presenten

    bajo las apariencias ms modestas diciendo que no pretenden resolver to-

    dos los enigmas de la vida, intentan sin embargo acreditarse a costa de lo

    contrario: en el Reino del hombre, dicen, todas las aproximaciones a la

    verdad se caracterizan por la objetividad a diferencia de la religin que,

    en su prctica personal humana, debe ser tachada de subjetivismo. Ese

    acercamiento del Reino del hombre a la objetividad, se pretende adems,

    sera sobre todo la obra de la ciencia profana.

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  • Objetividad significa que hay un objeto de conocimiento observa-

    do por un sujeto. Tal es el punto de partida de la ciencia profana. La

    ciencia es la relacin entre el sujeto pensante y el objeto pensado con el

    cometido de establecer su realidad objetiva sin tener en cuenta las necesi-

    dades o desiderata subjetivos. Lo que implica que para ser verdaderas y al-

    canzar valor general, las opiniones del sujeto deben concordar con los ob-

    jetos observados. Slo a condicin de esa concordancia puede hallar la

    ciencia una verdadera objetividad.

    Para Descartes, que ha construido los fundamentos filosficos de la

    ciencia moderna, la realidad se presenta bajo dos formas paralelas: espiri-

    tual y material. La espiritual, en forma de pensamiento, observa a la ma-

    teria y, para l, el pensamiento humano constituye al mismo tiempo la

    prueba ontolgica: cogito ergo sum, pienso luego soy. La contemplacin me-

    ditativa del mundo constituye as el trayecto a la verdad objetiva. La res

    cogitans contempla a la res extenda. La accin incesante y metdica del pen-

    samiento humano sobre la existencia circundante conduce a su pleno co-

    nocimiento.

    Ese dualismo que implica un mundo espiritual y un mundo mate-

    rial, un sujeto pensante y un objeto pensado, constituye la base, no slo

    de la ciencia especulativa, sino del empirismo. A este respecto, Francis

    Bacon y Descartes se encuentran en el mismo punto de partida. Se han

    levantado vivas polmicas sobre la cuestin de saber si la realidad objeti-

    va, la verdad, puede ser alcanzada por va especulativa o por la reunin y

    la observacin empricas del material, pero permanece una base comn:

    el hombre pensante y buscador es el portador subjetivo de la aspiracin a

    OBJETIVIDAD

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  • la verdad objetiva. Est por tanto abierto el camino al positivismo cientfi-

    co que triunfa en el mundo occidental en los siglos siguientes.

    Sin embargo, el Reino del hombre ofrece otras vas para alcanzar

    el anhelado objetivo de una verdad entera y plena en un mundo profano

    buscada con medio profanos. Contra el positivismo se alza sobre todo un

    sistema de pensamiento que niega que el espritu humano domine libre-

    mente por encima de la realidad sensorial, especulando, examinando,

    reuniendo material y analizando las estructuras: el marxismo. Karl Marx,

    que no era hegeliano, emprendi la inversin del hegelianismo: la nica

    realidad no es espiritual, sino material. Lo espiritual est contenido en esa

    realidad material, forma su reflejo. El hombre es productor: produce y

    se reproduce por el alimento y por la generacin sexual; produce tambin

    mercancas e ideas. stas, las ideologas, son los fieles reflejos de la posi-

    cin del hombre en el proceso de produccin material. La superestructu-

    ra ideolgica refleja as el asiento material, las relaciones de fuerza que

    descansan en las estructuras sociales del mundo de la materia. Das Ideelle

    ist das im Menschkopf umgesetzte Materielle (Lo ideal es lo material traspasa-

    do al cerebro humano).

    Segn Marx, el hombre vive exclusivamente en el mundo material

    y se encuentra en l como productor. Esa existencia productiva se con-

    funde con su existencia social. El hombre est socialmente integrado.

    Der vergesellschaftete Mensch es un ser social y no tiene vida fuera de

    la sociedad. Marx ha resuelto el dualismo que caracteriza al pensamiento

    positivista que distingue entre un sujeto espiritual que observa, el hombre,

    y un objeto observado, el mundo sensorial. Ha sumergido lo espiritual en

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  • el mundo de la materia declarando que lo material era lo nico real y que

    lo espiritual le era inmanente. La manifestacin de lo espiritual est hecha

    de proyecciones, de reflejos de la realidad material.

    Desde el punto de vista espacial, Marx ha colocado al hombre en

    un mundo material vuelto absoluto. Pero ese mundo material no se en-

    cuentra en un estado inmutable. El hombre vive tambin en el tiempo.

    Cmo se comporta lo materialmente espacial en relacin con tiempo?

    Marx contesta declarando que la historia de la humanidad es una auto-

    rrealizacin dialctica. La diosa de la Historia interviene en el sistema

    marxista, que se convierte en una dualidad muy distinta de la del positi-

    vismo burgus. El sistema de pensamiento marxista equivale a una fan-

    tasa pseudometafsica cuando eleva las dos categoras existenciales que

    son el tiempo y el espacio a la categora de pseudodivinidades. El mar-

    xismo fue, y sigue siendo, un producto fantstico sin vnculo con la reali-

    dad de la que pretende ser el nico intrprete vlido.

    El positivismo y el marxismo tienen una cosa en comn: el objeto

    de su bsqueda de la verdad es la existencia sensorial. Pero, mientras

    que el marxismo, sin hacer la menor tentativa para probar su afirma-

    cin, declara que la realidad es exclusivamente de orden material, el po-

    sitivismo, por regla general, evita abordar este tipo de nociones pseu-

    dometafsicas. El mtodo del positivismo es diferente: excluye la pregun-

    ta de los fines ltimos. Segn John Locke, nuestro deber no es saber to-

    do. Si aprendemos solamente a ordenar razonablemente nuestras ideas

    y nuestras acciones aqu abajo en la tierra, no tendremos necesidad de

    preocuparnos de todo lo que nuestro conocimiento no puede alcanzar.

    OBJETIVIDAD

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  • Empecemos, pues, recomienda Locke, por examinar nuestros propios

    recursos mentales, as como nuestras posibilidades de accin. Nuestros

    medios mentales no pueden ir ms lejos, pero contentmonos con ellos.

    Tal es el verdadero sentido de las consideraciones de John Locke sobre

    el conocimiento humano.

    Cmo pueden entonces el marxismo y el positivismo pretender

    ambos la objetividad? Si el marxismo fuera una imagen fiel de la realidad

    sera necesario explicar cmo el orden material puede estar seguro de

    ejercer su preponderancia en el espacio y cmo la historia se autorrealiza

    por va dialctica. Quin garantiza a estas dos potencias, la materia y la

    historia, su posicin dominante? Dnde est la autoridad superior que

    mantiene para siempre jams la supremaca del mundo de la materia?

    Qu mano invisible gua histricamente a los hombres hacia la completa

    liberacin de la necesidad, hacia el salto definitivo al reino de la liber-

    tad? El marxismo no sabe qu responder. Porque la nica verdad de este

    fantstico sistema de redencin social es que ha salido del cerebro no he-

    geliano del profesor de filosofa Karl Marx.

    Qu pretensin a la objetividad puede hacer valer el positivista

    que declara que todas las cuestiones que sobrepasan los lmites de la ra-

    zn son absurdas e indiferentes? Las facultades psquicas humanas,

    esa unidad intelectual de la que hablaba Augusto Comte, deben ser

    movilizadas hasta llegar al encuentro del mundo fenomnico pero qu

    nos garantizar que ese encuentro desembocar en un conocimiento ob-

    jetivo, dado que una gran parte de las preguntas relativas a ese mundo

    fenomnico se encuentran excluidas de antemano?

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  • Si intentamos penetrar en el mundo de la materia nos encontra-

    mos con la constante presencia de fenmenos tenidos en cuenta en nues-

    tra vida cotidiana y que la ciencia utiliza sin titubear como piedras angu-

    lares de los edificios de su sistema. Hablamos de calor, de electricidad, de

    energa, de vida. Pero qu es el calor, la electricidad, la energa, la vida?

    La ciencia puede establecer dentro de ciertos lmites las relaciones entre

    diferentes elementos del mundo fenomnico. Qu ms podra hacer? Ya

    a principios de siglo haba buscadores cientficos que estimaban poder

    concluir que la ciencia era incapaz de ir ms all de un conocimiento de

    las relaciones recprocas de las cosas y los fenmenos. Incluso no es posi-

    ble establecer con certeza la objetividad de esas relaciones como tampoco

    saber de forma indudable su validez para todos los hombres y en todos los

    tiempos. En cuanto a las tentativas de aislar los fenmenos unos de otros y

    procurar determinar su esencia, son vanas, segn el matemtico francs

    Henri Poincar. El conocimiento que podemos adquirir de la naturaleza

    propia de las cosas es, en el mejor de los casos, una imagen grosera.

    Los esfuerzos de la ciencia profana para adquirir una imagen

    completa y objetiva de la realidad tropiezan con una frontera inexorable

    todava en otro punto. Durante los ltimos decenios, la fsica ha tenido

    cada vez ms tendencia a considerar que no poda alcanzarse un conoci-

    miento pleno y entero en un dominio cientfico definido. Si el hombre tu-

    viera, como pensaba Descartes, puntos de observacin fijos a partir de los

    cuales pudiera contemplar el mundo de la materia, podra existir la es-

    peranza de alcanzar un conocimiento general de las cosas. Si tuviera a su

    disposicin instrumentos de medida invariablemente vlidos en todas las

    circunstancias, podra ponerse manos a la obra con algunas posibilidades.

    OBJETIVIDAD

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  • Pero en nuestro mundo creado, el mismo concepto de tiempo no se mani-

    fiesta como un orden de magnitud inmutable. La definicin del tiempo

    dada por Newton, Absolute, true Mathematical time, of itself, and from its own

    nature flows equally without regard to anything extern es una de las piedras an-

    gulares del edificio del mito cientfico que se ha desmoronado en nuestros

    das. Porque nuestro conocimiento terrenal es, y seguir siendo, fragmen-

    tario y, en nuestro mundo creado e imperfecto, esos fragmentos no pue-

    den ser unidos en una verdadera unidad objetiva.

    La ciencia profana construye esencialmente sobre medidas. Son las

    relaciones entre los fenmenos lo que puede ser accesible a la observacin

    no la esencia de los fenmenos y por eso se encuentra cada vez ms

    prisionera de las exigencias de la verificacin cuantitativa. Incluso las

    ciencias del comportamiento estn ya dominadas por esa preocupacin

    cuantitativa, como si pudiramos aprender algo esencial sobre el hombre

    registrando en estadsticas sus actitudes hacia el mundo que le rodea.

    Aunque la fsica haya puesto en evidencia la fragilidad de nuestras obser-

    vaciones matemticas, los mtodos cuantitativos de investigacin conti-

    nan desarrollndose en la ciencia profana.

    La ideas sobre la posibilidad de alcanzar una cierta objetividad por

    medio de medidas y observaciones de orden cuantitativo se combinan con

    concepciones sobre las relaciones naturales de causa a efecto. En el

    fondo esta nocin de causalidad descansa en la opinin segn la cual los

    fenmenos deben poder ser explicados por acontecimientos precedentes,

    que el porvenir estar determinado por el presente y que el presente est

    determinado por el pasado. Esta concepcin de la causalidad consiste,

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  • pues, en mirar hacia atrs; todo lo que ocurre es el efecto de algo ocurrido

    en el pasado (post hoc ergo propter hoc). De ah que la creencia profana haya

    confiado en que la existencia estara sometida a un orden causal y por

    tanto dependiente de leyes. De ah tambin que la naturaleza haya po-

    dido ser presentada como un postulado radical en virtud del cual los

    hombres podran, por una parte, explorar esa naturaleza y sus ntimos

    secretos sometidos a las leyes y vinculados a la causalidad y, por otra,

    vivir en la conviccin tranquilizadora de tener siempre un terreno slido

    bajo los pies.

    Incluso esta idea de causalidad se ha revelado falsa. Cuando se le

    pregunt si la causalidad exista verdaderamente, el fsico y premio Nobel

    ingls Paul Dirac respondi: a veces. Haba estado, como tantos otros an-

    tes que l, obligado a reconocer que la ciencia est colocada ante un nme-

    ro creciente de preguntas a las que es incapaz de contestar: Existe el salto

    del quantum dijo, y es muy posible que Dios acte en l. Max Planck

    estima que la nocin cientfica de causalidad, causa efficiens, debe estar sujeta

    a la relacin inversa de causa y efecto, es decir que la existencia tiende tam-

    bin hacia un objetivo final, causa finalis. As se encuentra reconocido el or-

    den que Aristteles haba revestido con esa terminologa y que, para los

    hombres de la Edad Media cristiana, constitua una conviccin sobre la que

    no caba duda: es Dios quien dirige la flecha y no, como pretende Occam,

    el arquero. Hay una causa en la existencia, pero su realidad objetiva no de-

    be buscarse en la tierra ni con medios terrenales.

    La imagen clsica del mundo que la ciencia profana haba hereda-

    do de los siglos XVII y XVIII se ha resquebrajado. En realidad, esa imagen

    OBJETIVIDAD

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  • del mundo era mucho ms especulativa de lo que pensaban aquellos que

    desde hace tanto tiempo haban aceptado con entusiasmo dejar que ilu-

    minase su camino. Descansaba en una serie de postulados sin fundamento

    en la realidad, que eran considerados como partes objetivas de ella, de

    esa realidad que deba quedar sometida a una bsqueda objetiva. Lo que

    se trataba de demostrar ha originado esta situacin. Queda manifiesto

    que slo una pequea parte del dominio de la bsqueda cientfica era ac-

    cesible al conocimiento humano, que los instrumentos y los mtodos utili-

    zables eran muy insuficientes y que una constante variabilidad, princi-

    palmente en el tiempo y el espacio, desbarataba sin cesar los planes que

    pretendan asegurar un punto de observacin fijo y seguro.

    Pero, qu es, en definitiva, el instrumento primero y ltimo que

    tiene a su disposicin el hombre, su pensamiento? El pensamiento huma-

    no es un proceso operativo que se despliega en las dimensiones de espacio

    y tiempo. Se produce en el espacio en el sentido de que est vinculado,

    como proceso operativo, a las facultades fsicas de todo individuo. El

    vuelo del pensamiento es una licentia poetica que no consigue liberar al

    pensamiento de su vnculo espacial con el individuo. El pensamiento est

    en m; no puede ser cedido a otra criatura. Ni tampoco ir elevndose has-

    ta convertirse en proceso universal.

    A continuacin, el pensamiento es un proceso operativo que se pro-

    duce en la dimensin del tiempo. Es un lapso de tiempo, y la memoria, que

    conserva y actualiza el pasado, depende de l. Al pensamiento pertenecen

    tambin la fantasa creadora y la capacidad de asociar y de combinar un

    material que, con la ayuda de la memoria, est tambin sacado del tiempo.

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  • Por el hecho de sus vnculos con el tiempo y el espacio y de su per-

    tenencia a las capacidades fsicas y mentales del hombre, el pensamiento

    est condenado a ser una parte del mundo creado. De la misma forma

    que el hombre es parte de la creacin, su pensamiento es parte de las

    fuerzas mentales activas en la vida terrestre. Por eso el pensamiento es, y

    seguir siendo, una funcin, una facultad operativa en el marco de todos

    los lmites trazados para el hombre. Es un proceso operativo cuya eficacia

    tropieza constantemente con barreras. La capacidad del pensamiento

    humano de abarcar con su mirada, de penetrar y de captar los problemas

    del mundo de las cosas es, pues, limitada.

    A resultas de ello el pensamiento humano est tambin desprovisto

    de la capacidad de alcanzar un conocimiento objetivo, completo y entero

    de la realidad en que vivimos. El hombre profano nunca llega a la esencia

    de las cosas por operaciones de su pensamiento. Sin embargo, de aqu a

    poner en duda el valor de la bsqueda cientfica hay un trecho. El cono-

    cimiento de las relaciones entre fenmenos es precioso y no lo desdea-

    mos. El llamado antiintelectualismo no es solamente una actitud limitada,

    desesperada e indigna, es tambin un rechazo orgulloso de la razn que

    Dios nos ha dado para que nos sirvamos de ella. Lo que hay que rechazar

    es la pretensin de la ciencia a la dominacin del mundo del espritu, as

    como sus propsitos presuntuosos y fatuos segn los que, por s misma,

    ser capaz de alcanzar las fuentes de la verdad.

    Cuando John Locke afirma que no existe conciencia prerracional,

    dada por Dios e innata al hombre, no solamente niega el intellectus. Al

    mismo tiempo encierra a aqul en el subjetivismo. Porque el hombre del

    OBJETIVIDAD

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  • sensualismo emprico, del que Locke es el primer anunciador en la poca

    moderna, ha rechazado su facultad de objetivacin desde el momento en

    que se niega a utilizar el conocimiento intelectivo y recurre nicamente a

    sus capacidades sensoriales y mentales. Todo conocimiento, toda nocin,

    es subjetiva en el hombre profano. Porque el pensamiento no puede pen-

    sarse a s mismo; no puede escrutar el contenido de la verdad de los pro-

    ductos que, como instrumento, elabora.

    Es con nuestra conciencia intelectiva como experimentamos la

    verdad y la objetivamos en el ojo del Corazn. Contemplamos la

    verdad no por un proceso lgico y discursivo, ni como el resultado final de

    una experimentacin o de una reunin emprica de material. Contem-

    plamos la verdad en la luz de la que hablan los Evangelios. El mundo es

    alcanzado por los rayos de sol de la verdad y por eso el hombre puede ver

    la verdadera naturaleza del mundo. Por ello experimentamos la objetivi-

    dad y la verdad como esencialmente una misma cosa: lo verdadero es ob-

    jetivo y lo objetivo es verdadero.

    Desde ese momento el crculo de la objetividad queda cerrado.

    Como un raudal creador, el mundo es objeto para la verdad divina. Pero

    lo que es objetivo no es acogida pasiva; no se trata de un conocimiento o

    de una nocin que podamos clasificar en archivos. La verdad es infinita-

    mente ms que una cuestin de sabidura. La verdad es tambin vida.

    Una vida en la verdad debe ser vivida en el camino de la verdad. La vida

    de la que hablan los Evangelios est lejos de la vida biolgica y de sus li-

    mitadas preocupaciones: Y la vida era luz de los hombres. La luz gua

    y, en la inteligencia objetiva de la que disponemos gracias a la luz, nos es-

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  • forzamos en llegar a la fuente de la que todo procede. La unin con el

    Creador, potencia que domina todas las cosas, es el objetivo. La objetivi-

    dad y la subjetividad, esa polarizacin de la existencia creada, se extin-

    guen al reunirse. Por eso no hay ms alta sabidura que sta: Yo soy el

    camino, la verdad y la vida.

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