Obra Poetica - Romulo Bustos

7/31/2019 Obra Poetica - Romulo Bustos

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r m u l o b u s t o s a g u i r r e


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r m u l o b u s t o s a g u i r r e

obra potica

t o m o x v b i b l i o t e c a d e l i t e r a t u r a

a f r o c o l o m b i a n a

m i n i s t e r i od e c u l t u r a x

v


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Obra potica

primera edicin, obra reunida, 2004

2010, Ministerio de Cultura2010, Rmulo Bustos Aguirre2010, (del prlogo) Roberto Burgos Cantor

isbn coleccin 978-958-8250-88-5isbn 978-958-753-002-5

Jos Antonio Carbonell Blancodireccin editorial

Gustavo Mauricio Garca Arenascoordinacin editorial

ngela Alfonso Boteroasistente editorial Camila Cesarino Costa

concepto grfico y diseo

Emperatriz Arango Blanquicethgestin y comunicacin

Guillermo Zea Fernndezasesora jurdica

Fundacin Tridhaadministracin

Nomos Impresoresimpresin

Imagen de cartulajos horacio martnezS E R I E A F R I C A L I Sin ttulo100 cm x 50 cm leo sobre lienzo 2005-2007CortesaBiblioteca Luis ngel Arango

Impreso en ColombiaPrinted in Colombia

Reservados todos los derechos. Prohibidasu reproduccin total o parcial por cualquier medio, o tecnologa, sin autorizacin previay expresa del editor o titular.

Bustos Aguirre, Rmulo Obra potica / Rmulo Bustos Aguirre. Bogot : Ministerio deCultura, 2010.287 p. (Biblioteca de Literatura Afrocolombiana; Tomo 15) ISBN Coleccin 978-958-8250-88-5 ISBN Volumen 978-958-753-002-5

1. Poesa colombiana Siglo xx. 2. Poesa afrocolombiana. 3.Mitos Poesa. 4. Naturaleza en la poesa. 5. Vida en la poesa. 6.

Moscas Poesa. 7. Cielo Poesas. 8. Tiempo Poesas. 9. Peces -Poesas. 10. Subjetividad en la poesa.

CDD 861. 6


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M s Cb C C Mb

aula Marcela Moreno ZapataM s C

Mara Claudia pez sorzanoV C M s C

nzo a ael riza alas C G

Clari a uiz CorrealC s

Mel a co ar de ogaleC

Viviana Gam oa odrguezC

y C b b C f C Mb

yireccin de o lacione

bi lioteca acional de Colom ia

M s C

Carrera 8 8-09

nea gratuita 01 8000 913079) (571) 3424100bogot .C., Colom iawww.mincultura.gov.co

C CC f C Mb

C M o erto burgo Cantorriel Ca tillo Mieraro Henao e trepol on o M nera Cavadal redo Vann omero


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n d i c e

p g

A la sombra del camajor17rober to burgos cantor

p t i c

E S C R S E E I S ( 1 9 8 4 - 1 9 8 5 )

i c D U D Scaro dudoso 33

Potica 34iversas voces 35

Hay alguien que yo s morndome36Nufragos 37

Cada da nuestro temblor 38Esta ansiosa copa que somos 39

Viaje 40

Costumbre de ro 41emasiado vasto es el misterio 42

el otro lado 43na ancha ventana 44

Cada da volvemos a inventar el paraso45Tanto cielo sobre nosotros 46

Viajeros 47

Tal vez mis pies sobre esta hierba48


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a cancin de la carne 49Todo nace del corazn del cielo50

El corazn es un cuenco sediento y extrao51El corazn del hombre 52

scuro sello de ios 53el cielo fabulado 54

i i c S Dcaro abrasado 61

diseo 62Ajedrez 63

Jungla 64Socrtica 65

Palenqueras 66Borgiana 67

Hombre sentado en un escao de piedra68

Cuestin de estilo 69Variacin mnima sobre un tema de Montale70

Metfora 71Como aquel mortal que entre los muertos72

Consolacin pedestre 73Monlogo del verdugo 74

Monlogo del actor 75

Monlogo del minotauro 76A la sombra de Stevenson 77

Cotidiana 78esde Kayam 79

n vaso de aguas del eteo80Y ser tan slo 81

n hombre de piel negra 82

a rosa de los vientos 83Consejo desde rfeo 84


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N A C I N E A M R ( 1 9 8 7 - 1 9 8 8 )

el amor 89[so lo e l t oque t e r r ib l e de un c o r a z n ] 90

[en t i hace c a r n e ] 91[t us pasos l c i to s en l a s c m a r a s de l vaco ] 92

[en lo p l e n a r i o de l a l m a un apogeo ] 93[t e impones a mi a l m a con a rgumentos ] 94

[a r r e a d o de l uz e l se r no v i s to ] 95[hab i t a s i nmvi l ] 96

[e l ros t ro de l a l una e l gozoso ] 97[t u cue rpo desnudo f l u y e n d o ] 98

[a l i en to de al tos r b o l e s ven ta l l e ] 99[odiseos de l a p ie l atados ] 10 0

[en los f a s tos de l cue rpo se d e r r a m a n ] 10 1[a l b a a c a s o ] 102

[so lo me e s t u y o t u i n d e s c i f r a b l e ] 10 3[p r o f e s a s l a d icha ] 104

[qu in e s e s t e se r aqu e x t e n d i d o ] 10 5[como un pe z nico que emerge ] 10 6

[e x t r a o se r que sobre m t e i nc l inas ] 10 7[s e m e j a s un a espada que en bronces ] 10 8

rfico i 10 9rficoii 110rficoiii 111

[c e t r e r o s que e n alta ba ta l l a se i l uminan ] 112[r e sp i ro de i ncensa r ios a s ] 113

[en l a es t ac in en due lo de t u r o s t r o ] 11 4[a c a s o en a lgn l uga r de t u a l m a ] 115

[b r a m a l a s o m b r a due le ] 116[a n i m a l ciego ] 117

el amante 11 8


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el amado 119[como a t e r r a d o molusco c a d a a m a n t e ] 120

[l a rosa sbi ta que f lo rece ] 121

E N E T R A S P A T I E C I E ( 1 9 9 3 )

c n ic S De S h Sas lentos 127

rbol camajor 128

Al otro lado del mundo130a visita 131

Matarratn 132Crnicas de la horas 133

Vuelo y construccin del caballo de palo141Balada del agua de Cacagual142

a casa de los pjaros143

En el traspatio del cielo144

c n i c S D e c i eI. Crnica del rbol de agua149

II. Crnica de la madre del ngel150III. Crnica de los nueve cielos151

IV. e los juegos celestes15 2

Poema de las pertenencias 15 4Poema a la hermana menor155

Balada de la casa 156Ajedrez 157

El otro, el innombrable 15 8


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g U i j STortuga 163

Tinaja 164Palenquera 16 5

Nubes 166Pjaro 167

Almendro 168Arcoiris 16 9

rculo 170

Baera 17 1Potica 17 2

A E S T A C I N E A S E ( 1 9 9 8 )

c i n D e i p UCrnica 179

Escenai 18 0Cotidiano 181El silencio 182

Marina 18 3Ritual 18 4

Ciempis 18 5Escenaii 18 6

El pajarero 18 7Chassmodio 18 8El inquilino 18 9

na vez en un sitio190El justo juez 191

Seal 192Metafsica del color blanco 193


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Jano 194Medallas 195

Botnica 197Morada 198

Vuelo 199El ojo 20 0

Sepelio 20 1Cuento 20 2El don 203

D e D i f i c U t D p t p U n S c Escena de Marbella 20 7

estino 20 8Epifana 20 9

Monlogo de Jons 210e la dificultad para atrapar una mosca211

Accin de gracias 21 2El ngel 213Consejo 21 4

e S t c i n D e S e Dos brujos durmientes 219

rishas 22 0

Historia del arte 22 1Aluna 222

Hexagrama 22 3a estacin de la sed22 4

Quiromntico 22 7


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S A C R I F I C I A E S ( 2 0 0 1 - 2 0 0 3 )

io eterno 23 5

a escritura invisible 23 6o tuyo 23 7

e la forma de ios 23 8 e origen 23 9 El carroero 240

El silencio 241Fruta akki 242

a mensajera 243a inocencia 244

Mamite 245Cenicio 246

Sicologa de la madreperla 247Para un manual del inquisidor248

San Jorge 249a cosa 250

El nombre 251El perplejo 252

i iMantarraya 257

Poema con pez y garcetas258Hombre sentado en una silla plegadiza259

a culpa 26 0Cotidiana 261

actiloscopia 262e la levedad 263

Cinegtica 265e la ldica de la naturaleza26 6


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e los slidos platnicos 267Contra Parmnides o la mariapalito26 8

El Arcngel 26 9El amanuense 27 1El joven ios 27 3

Vaca 274Mirando una estampa de santa uca en un texto hagiogrfico275

Siams 27 6En el zoolgico 27 7

Sacrificial 28 0Poema probable 28 2

n paco-paco 28 4a capa de los juegos28 6


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P r l o g o

la sombra d l ama orR o b e r t o B u rg o s C a n t o r

Esta es la tierra en que hemos sido felices.Esta es la tierra en que hemos sufrido.

Aqu muchas veces lloramos

sin lgrimas, hondamente, y soamosdulces sueos.

aurelio arturo

Una cuestin previaEn el aparte quinto de losCantos de Maldoror se desliza una

advertencia: Qu uente abundante de errores y de equvocos es una verdad parcial! Tal vez aqu resida una de las ms severas difcultadescon las que se en renta quien pretende dar cuenta de la experiencia,quizs intransmisible, de la lectura del poema.

Enunciar una difcultad no pretende contribuir a las ideologasineptas que proponen la poesa como un objeto de culto al misterio.

Un talismn cuyas virtudes perversas o bienhechoras arrojan e u- vios inaprensibles. Por el contrario, apunta a situar dos problemas


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18 Rober to Burgos Can to r

para el lector que por algn motivo, siempre temerario e insensato,se ve impelido a cambiar la sensacin ntima de su encuentro conel poema, su repeticin en voz alta, su deslumbramiento cotidiano,por el riesgo in ructuoso de escribir sobre lo escrito.

Cmo sustituir, entonces, el orden riguroso del lenguaje del poe-ma, cuyo esplendor aparece de repente y denota lo que Jos ngelValente llamaba una relacin carnal con la palabra, por un texto quesin traicionar transmita la pasin, sin duda provisoria, que despert

en el lector? La provisionalidad de la pasin lejos de ser un de ecto dela sensibilidad del lector, constituye una atalidad de las posibilidadesinfnitas de la lectura de la poesa. El poema sigue all, abierto.

Entonces, sin el mecanismo de la sustitucin y sin el recurso deagregar sentido a ese abrevadero de libertad y desacondicionamien-to, el lector de poesa aventura un sentido que se acerca, apenas, altestimonio de un entusiasmo, a la gratitud de una compaa leal.

Una verdad parcial no es menos verdad que otra. Y a lo mejorel ser humano est agobiado por las verdades y le interese ms laconjetura, la bsqueda en medio de la incertidumbre, el hallazgopersonal sin prdica y exento de aceptacin colectiva. Como si sudesignio secreto, y negado, uera la disidencia, el descubrirse distin-to para ser, para indagar su condicin propia.

Una meditacin como la anterior me condujo al interrogante dequ podra yo, un lector ms de Rmulo Bustos Aguirre, confar alos muchos adictos que tendr su poesa.

La viej a treta de DiosHace varios aos, por esa especie de burla de las aduanas que hace

la poesa y sus trasiegos de contrabando, conoc (se conoce el poema?)

un libro de Bustos Aguirre,El oscuro sello de Dios. Como al acasopas las primeras pginas en las que estaban impresas la dedicatoria y


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A la sombra de l camajo r 19

un epgra e de Tagore. La una y el otro, sin prevenirme, me predispu-sieron a una inocencia de la cual, ya lo intua, carece la poesa. Comotambin carece la verdad. Y en defnitiva del enorme aparato de ar-tilugios con los que el ser humano esconde o justifca su racaso, suprecaria ambicin sin logros.

Sin embargo, los poemas deEl oscuro sello de Dios, con unas pa-labras despojadas por la or ebrera de talla del poeta, undaban unterritorio desde donde era posible la indagacin que escarbaban sin

concesiones. Y el ttulo, con la dedicatoria y el epgra e, creaban unatensin, evidente para el lector ms desapercibido, ante las astuciasinvoluntarias del poema que inicia su imperio desde una ronteraanterior a las tapas del libro que lo guarda o lo expone.

Sello, en sus acepciones varias, indica una marca, un signo que enninguna circunstancia lo imprime quien lo ostenta, a menos quesea la moda sin consecuencias de estos das en que se copia una tra-

dicin y un ritual ajenos, y por supuesto no produce el milagro sinouna in eccin, una mirada, una pregunta, una extraeza.

Pero pensar que un sello haba sido impreso por Dios, esa fgu-ra que potencia hasta la desmesura la concepcin de la cultura delPadre, muestra el destino subversivo, transgresor y desacralizantedel poeta Rmulo Bustos. En el Caribe, a una idea as, la llamabanpretensin. Y la prueba del pretencioso es realizar su proyecto, noquedarse en la pedrada que se devuelve, en el escupitajo que te caeen la cara.

La verdad es que un libro con esa dimensin del abismo, contantas conjeturas nacidas de la zona que se habita por una sola vez y desde la cual la voz no repite su reclamo, requera una persistenciaque llevara, lo que all se deca, ms all de la primera pataleta y

la orinada impertinente. Por lo menos as lo exiga el lector, cruelcomo el pblico que se ganan los boxeadores.


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Sea lo que sea, los poemas de este libro surgen de un largo si-lencio, del valiente acercamiento al vaco, de la duda sobre todoaquello que nos ha sido o recido y la vida desdice con persistenciaincrdula.

Este primer libro mani estaba algo que a lo mejor se desbordaen la juventud temprana: la capacidad de alimentar un espritu queha indagado en el inferno de sus semejantes. Para ello es necesariauna ambicin que en esa edad del poeta est intacta para empear-

se y permitirse medir en el propsito creativo. All se deja ver. Seanuncia o se agota.Una repetida y piadosa justifcacin intenta explicar y justif-

car a aquellos autores cuya obra concluy en el primer intento, enel logro inicial. Como si una pesada hernia hubiese amarrado laspotencialidades y las consecuencias de la anunciacin. En muchoscasos ha ocurrido que no ue el autor el que debi cumplir con las

o rendas secretas de su primer y nico libro, sino otro que ley conprovecho y ue capaz de decidir su antecesor, su uente auxiliar, susangre semejante.

Pero El oscuro sello de Dios, al ser el primer libro de RmuloBustos, arroja un privilegio para el lector, el cual consiste en poderobservar cmo la obra posterior ilumina ese libro, primero y am-bicioso, enriquecido por la conjetura y delicado en la alquimia dela intimidad. Quiz sea este su riesgo ms notable: la intimidad, elinterior del poeta, su construccin de abismo propio sin que resulteingenua ni hermtica la expresin potica.

All aparecen, entonces, los motivos del poeta. El saberse mo-rado por presencias irreconocibles. La reiteracin de una imagenllamada ngel que a veces es la fgura de la iconogra a cristiana y

en otras un recurso para lo innombrable. El ser como un orasteropara s mismo. La apropiacin de mitos o temas acuados por la


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cultura y usados como pretexto para mostrar una pregunta desdeeste presente an vlida. Y cierta miseria y vaco como concepcinde la existencia que obligan a una indagacin ms descarnada, enmomentos hasta irnica.

Cualquier lector podra pensar, de manera razonable, que sumer-girse en un mundo de sensibilidad personal, en esa edad que PaulNizan no permite que nadie diga que es la edad ms hermosa dela vida, conduce al agotamiento. Como si excavar un interior que

se deja ampliar cada vez que su vnculo con el mundo exterior essignado por la extraeza, con un desencanto explcito, uera recom-pensado con la esterilidad de las repeticiones, las variaciones de unmismo poema que se encierra en su propio agotamiento.

El gusano de la belle zaL u n a c i n d e l a m o r , 1 9 8 7 - 1 9 8 8

Este peligro lo salva el joven poeta y responde a la duda con sulibro siguiente,Lunacin del amor . Por supuesto que una duda comola anterior no constituye un problema creativo sino, apenas, una conjetura del lector, quien oscila entre la admiracin y las preguntas quesu dilogo con el poema suscita.

El poeta avanza en su ambicin. Del concepto de Dios, omnipre-sente aun en la ausencia, a la idea del amor que por siglos uctaentre lo sublime y una mundanidad que lo trae, desde el antiguoy cultivado ideal, a los sentimientos contemporneos, no siempreheroicos.

Entre preguntas hechas a un interlocutor sin nombre, quien noresponde, entre dioses que agonizan, ngeles inmviles y el almacomo un nuevo personaje invitado, surge la imagen del cuerpo, en-

carnacin del objeto amoroso. El poema se acerca a una especie demstica pagana so ocada por las certidumbres de su acabamiento.


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[] Todotala y olvidoen la implacable lunacin del amor.

Ya el golpe de dados aboli el azar y las cuestiones subalternas al poe-ma, la curiosidad por este poeta que domestica las vigilias y busca enla penumbra de las estrellas la iluminacin de su lnea pictrica, sudesencanto sin escndalo, abren paso a la presencia del texto potico,

a su progresin sin concesiones, a sus territorios ganados palabra apalabra, verso a verso, poema a poema.

Tiempo de pobl amientoE n e l t r a s p a t i o d e l c i e l o , 1 9 9 0 - 1 9 9 3

El otro motivo, ineludible para algunos, al cual Bustos Aguirrese acerca en su aventura de indagar y construir una expresin, es el

tiempo. Est agazapadoEn el traspatio del cielo. El libro y su particu-lar estructura, varias partes con su ttulo integradas por un conjuntode poemas, parecen sugerir que cada poeta unda su cielo, como suinferno, y que tiene la libertad de tirarle piedras.

Con discrecin la primera parte se llama Crnicas de las horas.La discreta humildad del anuncio advierte su oposicin a los privile-gios de un tema como el tiempo. A ponerlo en el mundo que su poesa va revelando, encarnarlo en el pasar cotidiano de la vida. Su transcu-rrir ms cercano al hasto que a la angustia.

Das lentosy verdes y amarillos como grandes camaleones

a la orilla del tiempo.

En este libro que de manera delicada comienza a abrir un proba-ble exterior del poeta, a poblarlo y ponerlo en comunicacin con la


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sensibilidad que dej expuesta en los dos libros anteriores, las cosasno pasan, estn. Los traspatios, los rboles, el camajor cuyo rutocomen los ngeles, el mango, el ciruelo, el matarratn. El roble. Elmar. El coco, el tamarindo. La hoja de bijao. El arroz pilado. Y losconjuros y gestos que invocan las imgenes.

Ahora la ambicin del poeta determin su orma. De cules te-rritorios inviolables la trajo? Rimbauddixit : el poeta desciende a losabismos: si cuando regresa trae la orma, da la orma: si trae lo in or-

me, da lo in orme.Ya Bustos Aguirre es inventado por su poesa. Y ese es el designio.

Dios cre las seis de la maana para que la madredespierte

Y nosotros podamos recoger los mangoscados durante la noche.

Ya las ronteras entre lo interior y lo de a uera desaparecen. Ca-cagual se escapa del municipio de Santa Catalina e ingresa a la cos-mogona potica, donde seguir deslizndose con sus aguas que sonms que aguas y proponiendo las preguntas que destrozan el sentidodel mundo:

Por qu es amargo el llanto de la madresi sus ojos son tan dulces []?

Ahora, si el tiempo es lo que se pierde, el poeta lo ha recuperadocon creces, embellecido aun en lo doloroso, y vuelve a estar con lasclaves para no dejarlo desaparecer. Ahora el bullicio de los llama-dos no lo va a con undir, sabr siempre que es a l a quien estn

llamando.


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A l a intemperieLa e stacin de l a sed, 1996-1998

Entonces publicaLa estacin de la sed . El libro se inicia con dospoemas: el del nacimiento y el de la muerte. Ambos, con una ironafna, desechan la aceptacin complaciente de una vida signada por laconfanza. El croquis potico de Bustos Aguirre se habit, generoso y evocador, para comprobar que todo est, que la poesa revela y anun-cia sin composicin de lugar, que desde all y desde all se en renta la

misma agona, el vaco horizonte y la insomne nada. Y el poeta comoun rescatador de restos de nau ragio unda la imaginacin inacabablede la libertad.

Es posible que en ese animal de pro undidades, nunca de ma-yor envergadura que un puo cerrado, que atrapa y devora piezasnueve veces ms grandes, y reposa en el silencio, est una clave delpoeta, de la desmesura de su contemplacin alteradora de cdigos

y costumbres.El cielo anunciado en el libro precedente, su paraso esquivo y

ugaz atravesado ya por los venenos de quien sabe que no pertenecesino a lo que es capaz de permanecer en el poema, se quedan sinmuros y una errancia solitaria inventara despojos. Risas derrama-das en el aire que el poema acoge y preserva. Los desniveles inter-nos que acumulan aserrn al buscar el equilibrio. Inquilinos que nopueden terminar de irse. El hombre no necesita alas y acepta el retodel equilibrista: caminar por el flo. O como postula en su compo-sicin Luigi Nono: Hay que caminar soando. De todas maneras,pensar Bustos Aguirre, siempre se estar cayendo.

Prestamista de alas, ve que su territorio no es de vuelo y las devuelve o las cuelga en el viejo ropero o templo abandonado del pri-

mer libro.


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Tras la focaS a c r i f i c i a l e s , 2 0 0 1 - 2 0 0 3

El voluntarioso designio de Rmulo Bustos Aguirre pareceracerrar un ciclo. Lo unde, lo detiene y lo inicia conSacri ciales.Entonces el poeta indaga y desde su propia condicin encuentraclaves, secretos de su ofcio y reordena. Para poder hacerlo, desa-craliza y ahonda: Dios es un animal de dos cabezas. El ngel, unsaltimbanqui cansado que aplaude, sin vergenza, su racaso. El

vaco que construyes, ponlo sobre tu corazn y aguarda con con-fanza.Sacri ciales, conjunto de poemas con los que concluye esta

obra reunida, es una manera de arte potica en la cual el poetaconfesa, se despide de motivos que aletean en su poesa, se burla,cambia la respiracin y el ritmo de sus rases. El poema surge deun trato con la inteligencia, es su riesgo y su elicidad. Y sobre

todo el poeta queda sometido al imperio del poema, y lo acepta;no podr romper el yugo. A lo mejor la capa o el manto de SantaCatalina que comparti con su hermana y que ella mereci porbella, y l usurp por mago travieso, en los juegos de la in ancia,se convirti en la piel, dej de ser dis raz y lo aprision como iden-tidad y destino.

El poeta ha domesticado el enigma y sabe, para su mal, que debematar la oca.


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bra o a


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A mi madre, imagen previa del paraso.

el os uro s llo d D os (1984-1985)


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Si nuestros cuerpos proyectan sombra

es que hay una lmparaque no hemos encendido.

r. tagore

i aro dudoso


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El oscuro se l lo de Dios 33

ca ro dudoso

Tal vezLlevamos alas a la espaldaY no sabemos


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34 Rmulo Bus tos Agui r re

P o t i c a

Encender el misteriode una lmpara ciegacuya luz imposibleacaso nos haya sido prometidaHe aqu el terrible regalo de los dioses


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Dive r sa s v oces

Diversas voces nos llegan desde adentroOcultas manos revuelven el cordaje del almaNuestros ayes y clamoresacordes de una extraa msica que no entendemos


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Hay a lgu ien que yo s morndome

Hay alguien que yo s morndomeArrastra sus alas de ngel sonmbulocomo quien busca una puerta

entre largos corredoresTriste de sPulsando intil las cuerdas ms dulces

de mi almaQuizs me existiera desde siempreDe qu ancho cielo habr venido

este husped que no conozco?

a J. Arleis, fraternos

en la demora de la dicha


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Nuf r agos

Asperjados de luzderivamos en la vasta ilusin del universoMisterio de este donque nos hace desdichados y per ectos


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Cada d a nues t ro t emblor

Cada da retorna intacto nuestro temblorde nios

Vuelve entoncesa abrumarnos la grandura del mundoY madrees un pao muy blanco que nos enjuga

el almaLuegouna vieja sangre de treinta aos

aparenta crecernos


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Es ta ans iosa copa que somos

Esta ansiosa copa que somosA qu labios destinada?


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V i a je

Las huellas que encontramos son nuestrosmismos pasosotros pasos perdidos sobre la misma tierraUna ruina abrasada en lo solonos revel hace siglos un destino de escombrosque no queremos

Por eso hemos soado el esplendor ms alldel horizonteLa ilusin es nuestro lazarillo en este viajesin rutas


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Cos tumbre de r o

Morir ahogado no es solo costumbre de roEl polvo al polvo. El polvo al aguaQuizs en otro barro amasado


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Demas i a do va s t o e s e l m i s t e r i o

Demasiado vasto es el misteriopara encerrarlo en la pupilaLa noche nos roba el mundoEl da nos lo devuelve intacto

de sombraEl entreacto es el sueo

En la copa del deseopretendemos el secretoPero este solo es privilegio

de los grandes durmientes


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Del o t ro l a do

Del otro ladoes un nio el que juegaHa izado inocente sus cometasdesde la maana del mundoUn nioo un viejo muy cansado

Ah, cmo nos zarandea el viento


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Una ancha ven tana

Fuera la vida una ancha ventanapara saludos de cuerpo enteroY que nadie quedara sin regresosLlenos de cuerpo, siempres, sin adiosesEste largo paseo no nuestro

quin lo inventara?


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Cada d a vo lvemos a inven ta r e l pa ra so

Cada da volvemos a inventar el parasoCada da la espada ogosa del ngelcalcinndonos el almaCada daalejamos nuestros pasossin saber ni siquiera qu es

lo que se nos niega


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Tanto c ie lo sobre noso t ros

Tanto cielo sobre nosotroscomo un cumpleaos que no llegaMucho ya hemos aguardado anclados a la esperacolgantes las piernas de las altas sillasY cunto ms habremos de esperar

a la hermana mayor que nos crezca?

a Jorge Garca Usta


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V i a je ros

A cada pasosentimos morir nuestro atado a la espaldaescurrirse el lento peso de ilusionesOscuros viajeros sin rboles ni cisternasAs partimos a otra orilla (a otras voces?)Extraos compaeros de un barquero sin nombre

Extraos como vinimos. An sin certezas


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Tal vez mis p ies sobre es t a hie rba

Tal vez mis pies sobre esta hierbaempaan la mirada eterna de un di untoTal vez la brisa existasolo para despeinar a los rbolesSi el blanco es un color invisiblequ ser de la echa?

Miro al cielo y aguardo las seales del truenoy de los pjarosEste juego cuya gracia tal vez es no entenderlo


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La c an c i n de l a c a rne

Todo ese cielo entrevistoen el amor entre doso en el dulce amor soloCuando la carne canta


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Todo nace de l co r azn de l c i e lo

Todo nace del corazn del cieloEl agua, la piedra, el pasto suaveTodo brota de su extrao coraznLa luna que nos hace buenos

con solo mirarlaLa noche

que es la orma oscura y continuadel resuello pavoroso de un Dios


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El cora zn es un cuencosed i en to y ex t r an ~ o

El corazn es un cuenco sediento y extraoToda el agua del cielo cabe en l

sin derramarseNunca se colmara aunque lloviera

todo el cielo

Aunque todo el cielo se derramaracomo una cosecha de llanto


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El cora zn de l hombre

Entre el cielo y la tierrasuspendido de un hilo que no vemospalpita en su misterio el corazn del hombreCuentanque no son rectos los caminos que hasta all

conducen

Tampoco hay seales visiblesSolo su latidocomo una auta lejana llenando el almaSolo esto sabe la leyendaSolo esto cuentan los ms viejos sabios

del mundo

a Fon, a Luci

habitantes de mi mismo territorio


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Oscuro se l lo de Dios

Acaso sea nuestra sombraindeleble sello de Diososcuro emblema del vaco

que nos acecha


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Del c ie lo fabu la do

i

Nada oscuro segua nuestros pasos en el jardnSolo en el agua nuestra clara sombra

mirndonosSolo la extraa o renda de un sol manual

y suave

Nada sumiso a nuestros pies como una manchaque no olvidaY todo era solpues el sol moraba nuestra sangre

a Rubn

a Esperanza


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ii

Un ngel de alas blancas vena a mojar su pan en nuestro platoEra el ms hermoso entre los ngelesSus alas blancas llenando el aireMojaba su pan en nuestro platocomo dicindonos:Solo hay en el mundo antorchas encendidas


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iii

En el materno recinto de los rbolescomo un manto o una ancha mano extendidaEl juego de las ramas eran delgados niosEn un pas muy dulce como un claror de ngelesY todo era solpues el sol doraba nuestra sangre


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iv

Regazo ya imposible o sueo despertadoQu manosempaaron el cristalcon el perenne duelo de su roce?


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i i

c a r o a br a s a d o

y enseguida anochece.s. quasimodo

ii aro abrasado


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c a r o abra sad o

Extrao exvotoen un templo ya vacocuelgan mis dos alas abrasadas


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Odiseo

La guerra que descamin mis dastambin me ha entregado su rosaCada cual ha de ir en busca de su rosaUna rosa sangrientaS que hay unapara cada hombre en la guerra

Al fnal sers una sombra, un n ora vaca. Pero habrs odo cantara las sirenas

a Raymundo Gmez Csseres


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Ajed re z

Alguien ha dejado abandonado este juegoAqu las fchas en desorden. El caballoinicia un eterno salto en el aireLa torre menudos peones y guerreroscados como si hubiera sido tomada

por asalto

El paseo desolado de la reina que a vecesasoma su plido rostro entre las almenasy parece an no entender lo que ha pasado


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Jung l a

La jungla no est soloen el corazn del tigre o en su garraEl sigilo del aire, el rugido, el oscurohorror, la dentelladacuelgan al lado izquierdo de tu pecho

como inocente medalla

Un da cualquierate asomars al espejoy pudieras ser la primera vctima


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S o c r t i c a

No con es en la respuesta del espejoque tu cuerpo interrogaLo que somos o no somoses el secreto que hubiera salvadodel suicidio a la esfnge tebanaLa verdad no es negocio de hombres

RecurdaloSiempre sers tu ms ntimo orastero


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P a l enq ue ra s

Mujeres grandes que llevantesoros blancos en los dientesSentadas parloteando en lengua extraacomo enormes diosas ya olvidadasAcaso mejor que el sabioconozcan sus cabezas

el peso exacto de las cosas del mundo

a Amelia


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Borg iana

Dulce es imaginar que la gil echaorecer en su inmovilidad de siglos

que el raudo Aquiles jams har un estncon la tortuga


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Hombre sen tado en un esc a o de p iedr a

Justo es imaginar que viene de muchas partessin cicatrices visiblesImaginar que ha mirado todos los horizontesbebido de toda aguaHabr entendido ya que hay tanto de trampaen esta vida

de la que solo ha rozado su misterioPodemos incluir dos o tres remordimientosque nunca altan en el inventario de un hombreImaginar tambin su vuelta lenta a una estancia verlo hundirse bajo las sbanasy repetir puntualese viejo ensayo de la muerte

a Jaime Arturo Martnez


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Cues t in de es t i lo

Los cuarenta das de diluvio. Sodomacalcinada. Borrones, tachaduras en el manuscritode Dios, ha dicho el sabioSu per eccionismo en verdadpodra del todo aniquilarnosTambin cabe imaginar un fnal rosa

Como se puede ver es simple cuestin de estilo


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Var i ac in mnim a sobre un t e m a de Mon ta l e

Arcngeles de uego vio la mujerde Lot. Aires de sal y castigopetrifcando sus ojosAs hemos de volver el rostroy contemplar sin horrorel diario espectculo de nuestra nada


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Met fo ra

Llevamos el arenal adentro, la jorobaen el almaTambin estn el oasis casual, el lejanoespejismoTodo eso que en verdad no es solouna met ora


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Como aque l mor ta l que en t re los muer tos

Como aquel mortalque entre los muertosdeseando abrazar una sombra amadanau ragaban sus manos en el aireas vacuospretendemos abrazarnos ervorosos

a la vida


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Conso lac in pedes t re

No es imposible imaginarque como Crusoe en su islahallemos la huella de un pie

sobre la arenaViernes, sbado, domingo... qu ms daDe este juego semanal

nos hemos siempre alimentadoMas nada hasta ahora indica que hayamoshallado un pie, solo su huellaA qu agregar un da ms a la semana?

al maestro Santiago Colorado


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Monlogo de l ve rdugo

Cuando el rey baja la manodebo entender que hay que aniquilar a la vctimaSi la deja a media astase trata entonces de una mutilacin simpleSi un poco ms abajo de una mutilacin dobleIgnoro si alguna vez ha levantado la mano

absolutorioDiarias son las inmolaciones. Los dasno son menos violentos que las nochesLlegar un descanso para mi atigado brazo?En verdad no soy mejor ni peor

que el resto de los mortales


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Monlogo de l ac to r

De los varios papeles que he representadoel que ms aplausos me ha cosechado

es el de vctimaLos antiguos hablaban de catarsisPoco probablees la actualidad del trmino

Extraos ervores de este pblicoque goza con mi muerte


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Monlogo de l mino tauro

Fresca era la piel de los manceboscomo si hubieran crecido bajo los rbolesDulce al paladar el sabor de la sangreEn la ciega devoracin los vi

implorantes y bellosCmo no creer entonces en un cielo de toros

o de hombres?Era una festa tan hermosa el sacrifcio


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A l a sombra de S t evenson

Dad al cuerpo lo que es del cuerpoal alma lo que es del almaSagrada rmulapara este par de rivales que me comparteny se reparten mis asuntos


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Cot id iana

El rito cotidiano de la sangreNuestros ntimos ros galope adentroCualquier instante es la trampala pupila abierta al vacoEl lento desangrarse al mar previsto


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Desde Kayam

i

En la ciega aventura que a todos correspondecada da golpeamos el bculo contra el muroy el corazn cree desci rar en el ecola msica de las es eras

ii

Nos es dado escuchar ecosdel eterno banquete de los diosesMas solo hemos sido invitadosa los estines del polvo


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Un vaso de aguas de l Le teo

Un vaso de aguas del Leteono bastar para esta bronca memoriaEs el peso de Canlo que nos duele y nos asechaVa y viene con su quijadaderrotndonos el alba

Y luego se nos arrimaY reclama su sitio en nuestro lechoEl sitio que sin duda tambin le corresponde


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Y se r tan s lo

Y ser tan slo gtico sueoque empina sus altas torres

a la nada


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Un hombre de p ie l negr a

Un hombre de piel negra danzacon un pie en el corazn

y el otro ms allen el asiento espessimo del almaAcampado en el bailehila su vasto cielo


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La rosa de los v ien tos

La rosa violenta de mis dasRosa de los vientosDespetalada yay el norte tan lejano


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Conse jo desde Or feo

Sigamos arrancandoilusas melodas de nuestra pobresiringaNo como Or eo miremos impacienteshacia atrsy descubramos

que todo ha sido una alsapromesa de los dioses


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u a d l amor (1987-1988)


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Lunac in de l amor 89

Del amor

ArdiendoEn el vuelo castigado de la echaque ignora su blancoCliz de tierra sedienta, el que amaY quin puso la sed adentroel uego?

Quin induce la mano del arquero?Quin labra la oquedad, el ondo?Y qu extraa, temible presenciahabr de llenarlo?


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Solo el toque terrible de un coraznabre otro coraznSolo su latido. Solo el eco

de qu pisadasen el oculto cielo?


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En ti hace carneel misterio de la lmparaque an no encendidapregona su llama


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Tus pasos lcitos en las cmaras del vacocomo una doncella mansa espantando el polvo

de los objetos a su cuidoIncesante tu albedro, tu anchura de luzSin medida el ansia del recipienteque no te contieneSuaves son tus pasos en los acos odres

del corazn.


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En lo plenario del alma un apogeode alas pues ha llegado el AnunciadorComo el ms delicado copero escanciaun cuenco de lirios y lo o receen su habla no eludibleCegadas las escalas. Cegadas las estanciasY aqu su vino dcil, noticia de esplendores


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Te impones a mi alma con argumentosdel aire

Di ano. Ubicuo. No terrestreTcita nube lo s tambin pudierasejercer el privilegio de ocultar el sol


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Arreado de luz el ser no vistoque en ti se ampara

Ataviado de alturas como un pjaroEscucha su clamido como si una manooscura cautivara su vueloEscuchaPursimos, atroces, resuenan sus pasos

en el alba


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Habitas inmviltodos los puntos de la RosaAscomo un ngel de Swedenborgsiempre estoy mirando el rostro de Dios


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El rostro de la luna el gozosoplumaje de los rboles

La suave lluvia. El mar oleando sus ogajesMas qu son todas las galasante el torso jubiloso de un arcngelsuspendido su respiro en la empinada ebriedaddel vrtigo?


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Tu cuerpo desnudo fluyendoen la caridad del alma

As te deposit en mis ojosAs estars insomne en la memoriaSiempre que vuelva el canto de la alondra


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Aliento de altos rboles ventallede otra alma asomada a la maCautela del amor. Zarpazo suaveY el alma ya no sola se aduerme

en lo vaco


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Odiseos de la piel atadosa su centroSolo as presentimosel canto dulce de las sirenas


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En los fastos del cuerpo se derramanlos vinos del alma

Ebria hermandad. Sagrado abismode la carne mutuamente pro anada


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Alba acasoO crepsculoSu oscuro territorio prometido


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Solo me es tuyo tu indescifrableescndalo de luz, el lujo

de tu enigmaCmo no temerte?


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Profesas la dichaas como algunos pro esan el hastoo llevan la mentira colgada a sus almascomo un tortuoso e ujoOfcias los duros ritos de la nocheY cargas el da a tu espaldacomo un ardo misterioso y unestoEvidente

Como un suplicio de tres solesas me ciegas


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Quin es este ser aqu extendidocomo un lago o el ragor de un trueno

an no pronunciado?Lago muy en calma, rbol contiguo que o rece

en lo altoSus races me taen. Y es alto el sonidoCallado nuncio de una vida o una muerte

sin clamores

Oh t, misterio cierto sobre mi orilla


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Como un pez nico que emergepor un instante ostenta su esplendory luego vuelve al uido laberintoas emerges de ti y te revelas

en tu ms pura esenciaVisin sobre las aguas. RelmpagoY adnde va esa rosa de ocano

el milagro sumergido?


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Extrao ser que sobre m te inclinasy en dulces ceremonias me desatasAtado a ti me sobrevuelo. Respiroel aire lcido de las DominacionesContemplo el uego azul, el corazn

sin llama de la llamaMas cul es el sendero de tu altura?Padeces otra dicha a cuyas puertas

un ngel violento me o ende con su espadaIrredentoOscura paloma de diluvios

ameo incesante sobre tus aguas


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Semejas una espada que en broncesesplende y en sudores

Enjaezada de flosEn atroces metales el espritu agoniza y se expandePalores de arcngeles incendiando la noche


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rf ico i

Ven al Templo de los Corazonesmutable guerrera de cuatro rostrosS propicia al que amay liba en nombre de tu altsimo vinoT, por quien ulge la noche y es otra vez dao ruges sonorosa in undiendo terrores

T, la ms secreta y agrantede las deidades


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rf ico i i

Y agitando muchos pares de alasconmueves terriblemente el aireOh estimableEscucha el gemido del dolienteRecibe en sacros vasos la o recida cenizael hlito esparcido de sus muertes


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rf ico i i i

Te celebro a tique rebosas el grato mundo de las ormasAmable y spero a los corazonesArdiendo entre los jvenes y las doncellasde la plaza bullenteOh Quemante

Acepta la o renda del que suplicacoronado de ramos


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Cetreros que en alta batalla se iluminanEn la caza del amordos abismos se vierten, dos cisternas se anudanComo undando la casa del cielo

en la tierraComo arrasndolaComo ascendiendo sin tregua las gradas

de algn templo

Como cayndoloComo ahogados bellos en las simas del deseoComo adoradores que alguna vez olvidaran las o rendas

debidas a un diosY ahora inocentes estuviera castigndolosen la hoguera ilusoria del amor


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R espiro de incensarios astu alientongeles adversos agtanlosa otros mbitos no mos


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En la estacin en duelo de tu rostroTodo el cielo ceniza detenidaToda presencia apenas huella extraamenteardiendo en la memoriaTodo ulgor apostando a la sequa. Todotala y olvidoen la implacable lunacin del amor


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Acaso en algn lugar de tu almaarda como en un muro la orma oscura

de tu llamaAcaso solo eras sombra y tu esplendorajeno, antasma de mi alma que en ti

morabaAcaso los dos solo espejosEn el crisol de tu ansia tambin t

me abularas


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Brama la sombra dueleinfnitamente el rumor del mundoDerramas la soledadcomo si la vida entera se inclinarasobre el eje de tu ausencia


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Animal ciegoque ha extraviado su rumbo. La vidaagolpando sus ms yertos designiosUn asedio de herrumbres desploma

el horizonteEs Dios que agoniza en tu exilio


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Del a man te

Cazador que a s mismodispone su mejor trampa, el ms cruelcuchilloY ervoroso levanta el ara sin indagarsequin proveer la vctima


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Del a mado

As como la sed inventa el aguaas el que amaDe ciertoel amado uye de su alma como un romisterioso, pro undoY ese ro arrastra su propia sed


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Como aterrado molusco cada amantelleva a cuestas la condicin

de su propio castigoJuntos han abierto una puertaJuntos tambin han comprendidolas voces del orculoToda puertaes la imposible comunin de dos vacos

Ante su doble hoja de misterio han vagadotal ecos que buscan su sonido


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La rosa sbita que floreceen el pecho del ciervo heridoacaso redima el alma del cazador


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e l ras a o d l lo (1993)

Sigo tirndole piedrecillas al cielobuscando un lugar donde posar sin mucha

fatiga el pie.r. gmez jattin

la belleza ser solo el fragmento

de algo roto que tuvo en cada sitio suureo centro y hoy es fuga y nostalgia

y extraeza.eliseo diego


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C r n i c a s d e l a s h or a s

i i

c a r o a br a s a d o

cr as d las oras


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En e l t r a spa t io de l c i e lo 127

Das l en tos

Das lentosy verdes y amarillos como grandes camaleones

a la orilla del tiempoY tal vez azulesYo los quisiera eternossobre un cielo redondo dulcemente curvado

por la mano de un nioYo los quisiera azules y redondoscomo la vieja taza de peltre en cuyo ondo volaba hechizada una brisa de pjaros.

a Vlad


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rb o l c ama jo r

iEn lo hondo del traspatioms all del mango, de los durmientes ciruelosest el rbol solo, el solitario camajorrodeado de sed, hechizado en el tajo de luz

en que una vez se le abri el cieloTodos lo miramos de lejosPero sus ramas ya no podemos verlas. Sus ramas

son invisiblesSus ramas volaron a lo alto. Sus ramas quedaron

prendidas en lo altoY son ahora el techo del mundo


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i iBajo las races del rbol camajor

hay otro rbolEl camajor de la tierra y el camajor del cieloAl camajor de la tierra se asciende bajandocomo en la escalera de un sueoY echa un ruto redondo como preez de lunaDel camajor del cielo poco sabemos

Dicen que si uno come su ruto puede quedar ciegoLos ngeles de l se alimentan

a Pedro Badrn


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Al o t ro l a do de l mundo

Al otro lado del mundo rondaba el marla voz salitrosa del agua, su bronco rumorsu desnudez muy blanca en la punta del daUn animal de agua moraba ms all del mundoY detrs de su voz estaba el silencioel pro undo respiro de algn ser acechante

Pero yo no lo vea. Yo lo soaba por los ojosde mi madrecuando en las tardes rallaba con sus manos

una lunaque ya diluida parecala leche pursima del coco

a Amaury Arteaga


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La v i s i ta

Dame un poco de ese dulce de tamarindoDijo el ngelque en lugar de voz sonaba un prodigioso metal

en la gargantaEl ngel estaba asomado a la ventanabajo la enredadera llamada trompeta de ngeles

Pero l no tocaba sus trompetas sino que repetadame un poco de ese dulce de tamarindoEn su camisn blanqusimo se vean manchas

desledasUna nube azul cubra sus ojos abiertoscomo alguien detenido en perpetuo asombroes que me manch el vestido comiendo pepas

de camajorDijeron las sonajas que agitaba en su gargantaY yo le contestlvalo con agua de astromeliaspara que cuando regreses no te regae tu madreA uera pareca que hubiera cado a la tierrael ms suntuoso de los astros

a Gustavo Adolfo Garcs


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Matar ra tn

El rbol de los relinchos lo llamamosBasta tocarlo con la mano y el rbol

se llena de relinchosEntonces nos ponemos bajo las ramas

y soamos un caballoY este es el conjuro del caballo

ngel rondoso que ests en el rbol venga a nosotros el ms fno caballolas frmes patas del caballola grupa sudorosa del caballoel viento impetuoso del caballolas alas invisibles del caballola blanca maravilla del caballo

Y el ngel que habitaba en el rbolnos lo daba


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Crn ic a s de l a s ho ra s

I . C rn ica de l sue o

Si bajara los prpados lentamente con el recuerdodel color amarillo

caeran las rutas ms altas de los rbolesSi anudara los dedos sobre la espalda

se detendra el vientoy vera sus alas y la red invisible con que envuelvelas hojas y las arrastra

Si diera un paso hacia atrs estara otra vezen la otra tarde

y vera a la madre en la blanca ceremonia de las sbanasSi peinara hacia adelante mis cabellos

crecera el agua de los espejosy se ahogaran todas las imgenesSi soplara sobre mi mano cerrada dejando un ojo de airese abrira un ojo de aire y por all pasara

un barco o una manada de caballosSi agitara los brazos estara en el cielo

de los barriletes y los pjarosSi ahora me diera una vuelta sobre el cuerpo

en qu otro sueo despertara?

a Deisy

a Dalmiro


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i i . C rn ica de l a madre

Dios cre las seis de la maana para que la madredespierte

Y nosotros podamos recoger los mangoscados durante la noche

Cuando el aire es todava un secretodicho en voz muy baja por la sombra

Ramiro encuentra los ms grandes y los muestraPequeos tro eos recogidos en la ms dulce guerraentre los hermanos

La madre atiza el da y suelta los oloresSobre las cuatro patas de la mesa como un animal mansolas hojas del bijao abren su ruta humeanteDesayuna el mundo

a Enrique Snchez


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i i i . C rn ica de lo s he rmanos

Los hermanos se adentran en la espesuraLos ojos de la torcaza son redondosSi ueran peces nadaran en silencio

entre los rbolesY no las alcanzara la honda del cazadorLos ojos de los conejos miran los pies descalzos

que avanzan sobre la hierbaY ya no duermenOscurece el pelaje de los venadosEl ngel golpea la tierra con el pieahora corrern todos los seres

que tienen cuatro patasDesliza lentamente la lengua sobre el cielo de la boca

Y agrega sonredo:ahora nadarn los peces del aire


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i v. Crn ica de l l i b ro

Entre las hojas del pltano hace muecasel gato de Cheshire

Un muchacho de anchos bombachones se a anabrillando sus lmparas

Alicia lo mira distrada y piensa que tal vezhaya cosas ms interesantes que hacer

detrs de los espejosEl caballero triste, como una delgada pieza de ajedrezcruza el baldosado entre la verja y los amarillos trompeterosComo si se hubiera bebido toda la luzde una de las lmparas brilladas por Aladinoel Rey del Ro de Oro resplandece. Sbitamente da tres saltosy se recuesta diminuto sobre el borde exacto de la hoja

(nio mo, halo el resco cordaje de los rbolescolgantes las piernas, leyendo el mundooculto entre las hojas, sus pginas an en blanco

para ti)

a Juan Manuel Roca


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v. Crn ica de l med iod a

La luz se empoza en los techos de zincUn pjaro cantaY su voz es un hilo tendido entre el picoy el color amarillo que ha hecho nido

en lo altoSera dichosa la madre

si sobre l pudiera tender la ropa recienlavadaCuando el pjaro acabe de cantarpodra venirse abajo el cielo


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v i . Crn ica de l a he rma na mayor

Dios cre las cuatro de la tardepara que los rboles hablen con la brisaPara que la hermana mayor regresey yo pueda esperarla junto a la verjaLa hermana mayor con sus dos largas trenzasEn la esquina

la acacia ha encendido cada una de sus oresy parece un fno candelabro a plena luzLas columnas del parque como las patas

de seis garzas blancasEl ngel siempre atareado mirando bajo el ala

de las cosasme murmura al odo lo que dicen los rboles

son las cuatro la hermana vuelve


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v i i . C rn ica de l a noche

es un ave muy negra arrastrando las grandes alasAnuncia la hermana mientras suelta las oscuras

trenzasmirando ms all de la ventana, entre los rbolesY yo adivino la noche deslizndosecomo si hubiera estado todo el tiempo oculta

bajo el palo de tamarindoLa sombra del ciruelo, la sombra de la casa,la sombra del mecedor

Todo el dala sombra ha seguido las cosas como animal manso

con bozales de luzAhora un aliento desconocido la esparce

Algo nace de la espalda de las cosas y las envuelvey late y trepa invisibleAlgo se duerme en el plumaje de los rbolesPero todo empieza junto al palo de tamarindoAlgo de la rescura de la noche queda siempreescondido entre sus ramas, bajo su resco sombreroes un pavorrealaade la hermana, mirando las estrellaspeinando largamente la noche

a Nubia Cubillos


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v i i i . C rn ica de l pa t io

Descuidadas mujeres han regadotodo el arroz pilado durante el day el patio es un antasma silenciosoLa luna se ha derramado gota a gotaSin embargosu delgado cuenco sigue intacto all arriba

Las piedras, la palma, el cercado de palos...que ahora no son verdes ni malvas ni doradoscomo si entre la luz y la sombra volvieran las cosas extraas a su condicin

ms verdadera


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Vue lo y cons t rucc in de l c aba l l o de pa lo

Del matarratn ms puro lo cortarsde un palo llovido por las lluvias de mayode la vara ms altapara que ya est acostumbrado al cieloA la mitad del da lo cortarscon el agudo canto de tres grillos labrars

sus ancasy en sus patas traseras soplarsel soplo de la sbila

Cuida que no est cerca una mujer muy viejamirndote de espaldas

pues su mirada podra en ermar su vueloSobre el techo de tu casa lo dejars tres das

Entonces sujtalopero no con la mano sino con el aire de la manocomo si tu mano estuviera soandoAhorasolo ten cuidado de no tropezar con las nubeso el asombro callado de los pjaros

a Fernando Linero


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Bal ada de l agua de Cacagua l

El agua de Cacagual est llena de rbolesCuando llueveel pavorreal que habita el cielo despliega la colay abre sus anchos ojosPor qu llorar el pavorreal del cielo?El agua de Cacagual es verde y lejana

De all vienen lentas mujeres con cntarosy pasan rente a la casacomo si llevaran sobre sus cabezas un largo arroyoPero la madre no va entre ellasElla ha recogido durante la noche toda la luna

que se vierte en el patioY ahora ilumina desde el ondo del tinajero

En el agua de Cacagual est el cieloHay ceibas que brisan en el agua resca de CacagualY pjaros que vuelan en su cielo siempre hmedoCuando lluevedos lluvias caen sobre sus aguasTambin dos lluvias caen de los ojos de la madrecuando mira el camino por el que an dice adis

la espalda del padrePor qu es amargo el llanto de la madresi sus ojos son tan dulces como los del pavorreal

del cielo?


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La c a sa de l o s p j a ros

Estos eran los seres que habitaban el cielocerca de las nubes, ms all del inmenso

celaje de los rbolesnube-paloma con las alas abiertasnube-pez que rema cielo abajonube-pez escamado por una mano invisible

nube-caballo de seis pares de patasnube-mujer muy grande que desorienta sus cabellosnube-mujer sin rostro asomada a una ventananube-muchacho de veinte aos cazando nubesnube-extrao y ugitivo temor de ngelesEstos y otros seres yo vi uyendo bajo la tarde

uyendo boca arriba bajo la tarde

junto al rbol silencioso de los rutos rojosque de da era un rbol y de noche la casa

de los pjaros


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En e l t r a spa t io de l c i e lo

Sobre nuestras cabezas otantela casa del agua

Altos bosques acechantes de lluviarboles con races en otra parteen cuyas rondas mora el ruto invisibleque la gente al pasar mira y seala con el dedo

y nombra diciendo Deseo Resplandecientede lo AltoAll sobre nuestras cabezas otanteel ro que una mano oculta estremece y deshoja

como un rboly as en mitad de sus ramas queda suspendidala in atigable barca que lo surca

El viejo roble que en ora y desangraen el traspatio del cielo

cuyo extrao re ejo en el agua es un crculo


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cr as d l lo


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i . Crn ica de l rbo l de agua

Un daDios sembr un rbol de agua

para que llovieraTom lgrimas suyas y las sembrY vio Dios que era buena la tierra del cielopara sembrar la lluvia

Y hubo as estacionesY cada cierto tiempoel viento que agita las alas de mil ngelesestremece el rbol y sus hojas se esparcen

sobre la tierraEntonces comienza el inviernoY nosotros ponemos ollas y cntaros para recoger

la lluvia


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i i . Crn ica de l a madre de l nge l

El ngel merodea las aldas de la madremientras la madre barre las puertas del cielo

las que dan sobre el traspatioPor eso en das sin vientouno mira moverse las copas ms altas de los rboleso en la plaza se elevan sbitas

las hojas en remolinoPero en realidad ella no barre, solo recuerdaque ha barrido

As suceden las cosas en el cieloA l le basta con recordar que alguna vezrondaba las aldas de la madre mientras barraes como cuando t juegas al caballo

pero sin caballodice el ngel, con una risa que es tambinel recuerdo deslumbrado de su risa


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i i i . Crn ica de los nueve c ie los

El primero es la regin de las altas rondasy all mueve sus ramas el rbol CamajorSobre l hay un lago vastsimoatado por un delgado hilo al aliento de DiosEste es el segundo cielo y entre sus ramas brillael rostro hmedo del primer cielo

Es la tercera regin o cielo sumergidoEl cuarto es el cielo otante,la barca impasible en que navegan la claridady la sombraEl quinto es el esplendorque emerge de la voz de los ngeles remeroscuando cantan mirando hacia el oriente

El sexto es ese mismo esplendor vueltos sus rostroshacia el poniente

El sptimo es el eco dorado de ese cantoEl octavo es el silencio de Dios que se derramade un n oray orece en el rumor del mundoEl noveno es el ugitivo corazn del cieloesparcido en el corazn de nueve pjarosSu extrao plumaje nadie lo ha visto y nadie lo versalvo los ojos de nueve cazadoresque desde el origen del tiempo han sido dispuestos

para su muerte


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iv. De los juegos ce les te s

Pe reg r in a

El ngel asciende al tercer cieloa jugar con el gemelo de agua

Pez delicado, ngel sumergidocomo si en un extrao vueloaquel hubiera girado sobre s mismo

Gozosa criatura que se complaceinvirtiendo sus gestosy tan rgil que el aliento de la brisa

puede deshacerlaEn el juego pre erido(salta el ngel con el pie derechomientras el gemelo sonredo lo hace

con el izquierdo)empujan un guijarro imaginariohasta hacerlo caer sobre la tierraCierta vez imaginaron que la mano de un niolo lanzaba de vuelta y pudieron recogerloAs qued trazada la ruta de los peregrinos

del cielo

a la pequea Laura


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Cometa

El recuerdo no visto de un plumajey un canto redondo y luminoso como si la luna

se desovillara en ese cantoY la madre diciendo: el emplumado Corazn del CieloSolo existan los Nueve PjarosY el ngel y el gemelo de agua

deseaban un pjaro

y colorearon delgadas cortezas y anudarondelgadas caasY las elevaron con largas hebras del cabello

de la madrecantando: este es el juego de la elevacin

de los pjarospara que el canto anidara en sus picos

Este y otros juegosnavegan en la memoria del aguaY nosotros los recibimos con las primeras lluvias


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P o ema de l a s pe r t enenci a s

A la hermana perteneca el lado izquierdode la casa

Y las piedras pulidas que parecen solesTambin eran suyos el color amarilloY la palabraalamud pronunciada suavemente,los botones en orma de pequeos emperadores,

el santo y sea para entrar y salir de los espejos(una vez qued aprisionada en el espejo de la salay debi revelarme su secreto)Eran mosel ulgor de las nubes que anuncian la lluvia,el juego de la peregrina, el palo yaya, las telascrujientes como las alas de las grandes moscas,

la mitad de la palabra para abrir el da...La otra mitad era de la hermanaSubamos a la ventana bajo los trompeterosy repetamos:sayana , sayanay la luz se asomaba como doblando una esquina

del mundoA veces no despertbamos y desde el sueo

sobamos sayanaEra entonces ms brillante el cieloNunca nos preguntamosa quin pertenecan los dados cargados

del tiempo


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P o ema a l a h e r m ana menor

El cielo estaba a tiro de guijarrosen aquellos das, recuerdas?Bastaba trazar en surco las alas, los cajonessaltar con cuidadocomo subiendo en un solo pie una escalera empinadacuyo extremo se recostaba en el sueo

El aire se atareabade nubes bajas y verdes en aquel juego, recuerdas?Jaime, Hugo, Deya, Alberto, Anamara...En qu momento equivocamos el piey tropezamos contra los astros ingenuosque iluminaban aquel juego? Y luegocomo si un ser malvado hubiera borrado los surcos

con una ramasolo han quedado con usos trazos sobre la tierralas dbiles lneas, los allidos guijarros del poemaYo tena muy buen tino, recuerdas?


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Ba la d a de l a c a sa

Hallars una casa con un nombre extraoque intentars pronunciar en vano

Y muros del color de los buenos sueosPero t no vers ese colorTampoco bebers el vino rojo de los ciruelos

que ensancha los recuerdos

En la verjaun nio con un libro entreabiertoPregntale por el camino de los grandes rbolescuyos rutos guarda un animalque adormece a los andantes con solo mirarlosY l contestar mientras conversa

con un ngel de alas verdes

(como si uera otro nio que juega al ngelY se hubiera colocado anchas hojas de pltano a la espalda)moviendo apenas los labios en un leve conjuroel canto del gallo no es azul sino de un rosa dormidocomo el primer claro del daY t no entenders. Y sin embargohallars un zagun que yo recorr inmensodonde cuelga el retrato de un seor que resplandece

levemente, con el corazn en la manoY al ondo, muy al ondoel alma de la casa sentada en una mecedora, cantandoPero t no la escucharsPues, en ese instante

un sonido lejano ajar el horizonteY el nio habr pasado la ltima de las pginas


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Ajed re z

El caballo, sus ijares de madera y vientoan levanta su delgado vuelo?La reina Blancamoviendo sus rescos brazos por la casacomo si la palma le hubiera prestado

sus hojas apacibles

Los guerreros del sueoSus verdes armaduras cadascomo antasmas sobre el vasto patioEl lento juego de las noches y los dasdnde, madre, las torres desaladas de tu reino?

a Giovanni Quessep


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El o t ro , e l innombra b le

Equivocas el nombre de las cosasLlamas cuchillo o espada a tu propio floMiras a lo alto y dices azuly lo nico azul es esa cosa no azul, tu almaPero las cosas conocen tu verdadero nombre

el otro, el innombrable

Y t lo escuchas cuando en silencio te pronuncianmas no puedes reconocerlo aunque sabes que es a tia quien llaman

Como cuando nio te escondas y tu vieja madreal llamarte se con unda

y daba voces a todos los hermanosT an escondido sabes que es a ti

a quien estn llamando


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G u i j a r r o s

gu arros


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Tor tuga

Sobre su caparazn intildibuja su ajedrez el tiempocomo un nioque traza inocente su rayuela


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Tina ja

En la orma de la arcillase abrazanlas preguntas del agua


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P a l enq ue ra

Abre la boca anchay su pregn llena la callelos nios miran los pies descalzos

sobre la tierrabuscando las races de este rbolen cuya copa maduran todos los rutos


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Nubes

Seales enviadasdesde un ya perdido pasen la delgada lengua del humo


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Pja ro

Hoja sueltaque no acaba de caerdulcemente prendida de las ramas

del cielo

a Vanesa


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Almendro

A algn misterioso viajero aguardala hbil tejedora del ramaje

del almendroque en su larga pacienciahace y deshace su tejido


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Arco i r i s

Rastro que dejan en su huidalos nueve pjaros del Corazn del Cielo


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Or cu l o

El ngel de la lluviatiende la mirada sobre la tierra

hmeday mira correr los rosen las lneas de su mano


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Ban~er a

En su redondez de aguaueron puros mis das


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P o t i c a

La palabra golpeando un color imaginarioEs tan alto el techo del mundo con su incansable azul

siempre alejndoseHay una ventana o un abismo en cuyo borde se escuchantrompetas. O son pjaros invisibles picoteandointilmente el ruto dorado, el almohadn de oro

donde Dios recuesta su atiga?La palabra rompindose en la alsa or del ecoCayendo pedregosaO dormida en el aire. O lanzada en el ragor

de una hondalargamente tensada en el ms indigente y ervoroso

de los sueos


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a s a d la s d (1998)

Saber que no hay descansoni agua para apagarse.

hctor rojas hera zo


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179/294

ra d l m uro


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1 79La es tac in de la sed

Crnica

A los pocos das de nacido apareci el demonioSe pos sobre el cabezal de la camasiguiendo con su pico el movimiento de mis ojosUna vez msmadre lo espanta con un grito en medio

del recuerdo

y agrega sonreda:ahora estaras ciego, hijo mos, madre digomirando fjamente el vaco horizonte


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18 0 Rmulo Bus tos Agui r re

Escena i

De aquella escena entre paredes de caay tierra apisonada solo recuerdas

el desledo rostro del di unto y la moscantidamente emergiendo de su boca entreabiertaLuego est esa pregunta del catecismoque nunca supiste responder

Qu signi can las palabras Vida Perdurable?

La pregunta sigue revoloteandozumbante como una mosca


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Cot id iano

Como sucede con los cuadros que cuelganen las paredes

cada maana sorprendesuna leve inclinacin de tu adentroCada maana crees corregir este desnivelPero entre la primera posicin y la segunda

queda siempre un residuouna brizna de polvo que se acumula

Sobre esta oscura aritmtica se edifca tu alma


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El s i l enc io

Escucha el silencio, su zumbido

Todas las cosas conspiran para callarlo

Sintonzalo como a una vieja emisoraque no cuadra bien en el dial

A la hora en que todo duermeSalvo el moscardn insomne de la nada


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Mar ina

El piso veintiuno es una isla otantecon un animal muy solo a bordo

El agua, su redondez, su abismo

Por las ventanas

otras pequeas islas como restosde un lejano nau ragio


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Ri tua l

Inmolar un animalY en silencio, en un terrible rezo de tu carnedevorar lentamente su mpetu, su ansiaSaberte impuro entonces y gemiren un terrible rezo de tu alma

Ahora, una vez msnunca podrs perdonarte


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Ciempis

El ciempis en el piso del retretetratando de escalar la paredO braceandoen la pequea vorgine de la taza

Las lisas, inexpugnables paredes

Las cien patas de tu alma


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Escena i i

A veces el ms alto re y la risa conmuevesu torso

y relumbra en el aireJvenes cargueros ofciando la jornadaEl sudor, el pao rojo sobre el cuelloEl ruido del camin alejndose. La risa

vanamente derramada en el aire como un smbolo


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El pa ja re ro

A este hombre lo vi niollevando en sus manos una jaulaUn poco ms usado el gesto de ociosa

inocenciala sigue llevando como quien porta una luzo un distrado sueo

El pjaro ya no estEn verdad nunca ha estadoPero, a veces, se detiene y aguza al aire el odocomo si escuchara su canto


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Chassmodio

Su tamao no es mayor que tu puo cerradoSu estmago como una red muy fnapuede atrapar una presa nueve veces

ms grande

Habra que imaginar su digestin lenta

diminuta, inapelable

en las silenciosas pro undidades del ocano


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El inqu i l ino

Alguien ha morado largo tiempouna casa alquiladay ya restituida a sus dueoslo asedia su oculta geometra

Desde la acera contempla la luz

en las ventanasy las sombras de los nuevos inquilinos

La cerradura ha sido cambiadaPero por algn benvolo pargra o del contratoposee el derecho de conservar una llave

de la puerta principal


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Una vez en un s i t io

Una vez en un sitio vi un muchacho que bailaba

con los ojos cerradosCasi no tocaba los pies con la tierraSu piel era oscura y hermosasin mcula alguna

Entonces me dije:Cunto durar su danza?

a Pedro Blas


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El jus to juez

Los restos de una mosca se columpianen el aire

Los hilos casi invisibles con brevesdestellos

En verdadDe qu servira la palabra de una mosca

ante el silencio inapelable que se agazapa?


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Sen~a l

La breve luz de una ventana intermitentecomo si una mano burlona provista de una lmparaquisiera hacer creer al transenteque hay un mensaje detrs de las cortinas


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Metaf s i ca de l co lo r b lanco

Pregntale a la cala sus arcngeles de piedraPregntales


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J an o

El haz o el envs de la puerta son indistintosa la mirada del visitante

El silencioso portero a modo de bacolleva un extrao alfletero para contabilizar las culpas


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M e d a l l a s

1El mapa es nuestro nico territoriol es tambinel inexistente tesoro

2Jinete que se cabalga a s mismo

el hombreSus oscuros centauros

3La hormiga que escala su terrnignora el vrtigo del alpinistaque asciende su migaja de gloria


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4Remueve tus letrinas. Haz de ellasinsospechado lujoNo ama ms la pureza el que se viste de luz


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Botn ica

La hoja ama la luzPero la raz es negocio de sombrasSobre este asunto capitalel rbol no puede andarse

por las ramas


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Morada

Nunca como en el caracolla concha es el animalla casa el habitanteFuera lo otro un indeseado husped


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Vue lo

El dbil insecto que las hormigas arrastranparece levitar

Los grandes litros inversosdesplegados a ras de suelo


202/294


El o jo

El ojo se deja habitar por la luzLa luz entra en l como en su casay all se aposenta y edifcael juego de sombras del mundo


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Sepe l io

Las inclinadas fguras alrededor del atadsugieren a la distanciaa las espigadoras de Millet, ngeles

recolectores de una oscura siembraDe ciertoel ojo del espritu es siempre

el mejor invitado a su propia festa


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Cuento

Aves perversashan comido todas las marcas, las migajas

protectorasHansel y Gretelestn ahora solos en el terrorfco bosque


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El don

A un hombre que cae le es dado por un instanteel don del colibrDetenido en el aire descubre que siempreen cualquier posicin en la que est, estar cayendoEntonces le devuelve las alas al colibry empieza a caminar sobre la lnea del horizonte


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207/294

D e l a d i f i c u l ta d p a r aa t r a p a r u n a m o s c a

D la d ul ad ara a ra ar u a mos a


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209/294


Escena de Marbel l a

Junto a las piedras est Dios bocarribaLos pescadores en fla tiraron largamente de la redY ahora yace all con sus ojos blancos mirando al cieloParece un baista defnitivamente distradoParece un gran pez gordo de cola muy grandePero es solo Dios

hinchado y con escamas impurasCunto tiempo habr rodado sobre las aguas?Los curiosos observan la pesca monstruosaAlgunos separan una porcin y la llevan

para sus casasOtros se preguntan si ser convenientecomer de un alimento que ha estado tanto tiempo

expuesto a la intemperie

a Juan Marchena,

cartagenero del otro lado del mar


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Des t i no

Una vez al ao, al inicio de las lluviasla isla es invadida por una ola de cangrejosque bajan de los montes a aparearse y desovar en el

mar

Se les puede ver en ebrecidos escalando muros

acortando caminos por entre los zaguanes de las casas

Das despus los minsculos recin nacidos abandonanel agua

e inician un penoso re ujo

Muchos mueren destrozados por los automviles

o en los malvados juegos de los nios

Pasajes de este misterioso argumento pueden leerseen los cientos de caparazones dispersos por la islaO con ciertas variantes que lo magnifcan

en algunas paginas de S ocles


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Epi fan a

Hay algo de monstruosa epi ana en el compradorde oro callejero

su pregn desvalido, su gastado maletn, los empolvadoszapatos

Y luego verlo regatear el precio de una sortija quebrada

a una anciana semioculta detrs de una puerta

Parece un monarca en derrota que vanamenteintentara recobrar

restos, ulgores de un dorado imperio


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Monlogo de Jons

Cuando echaron las suertes y los hombres uriososme arrojaron al mar

cre que era el fn. Pero esto es ms que el fnSi comiera de la carne de este animal durante el resto

de mis dasno alcanzara la salida. As es la pro undidad

de mi cautiverioHe transcurrido mucho tiempo sin otro solque mi propio uego

A veces me con unde el tumulto de su respiracin,la trepidacin de sus latidos magnifcados por el ecoa travs de las muchas cavidadesComo si uera yo quien respiraracomo si mis propios latidos lo inventaran

Acaso sea yo el corazn de la ballena


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De la d i f i cu l t ad pa r a a t r apa r una mosca

La difcultad para atrapar una moscaradica en la compleja composicin de su ojo

Es el ms parecido al ojo de Dios

A travs de una red de ocelos diminutos

puede observarte desde todos los ngulossiempre dispuesta al vuelo

Parece ser que el gran ojo de la moscano distingue entre los colores

Probablemente tampoco distinga entre tque intentas atraparla

y los restos descompuestos en que se posa


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Accin de gr ac ias

En el centro reposan las o rendasPltanos, grandes ahuyamas, rutas de estacinSe trata de una construccin del siglo de la cual se enorgullece la isla

Algo de los viejos himnarios ota en la nica

enorme nave

Una empinada escalera asciende tortuosamentea otro nivel

Un revoloteo incierto sobre tu cabeza. Un murcilagoo tal vez un ngel

Numerosos, toscos arbotantes sostienen el cascarn

de maderatodo piel y huesos y recndita respiracinComo si un gran huevo hubiera sido vaciadode todo su alimento


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El nge l

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Obra Poetica - Romulo Bustos