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ODUMODNEURTSE (EL RUIDO DE UN ARBOL) Grupo “Los Retoños” de Puerto Berrío El día trascurría en el ambiente normal del ajetreo del comercio entre negociantes y compradores que desde muy temprano buscaban como asegurar el sustento diario, las gentes madrugadoras de Puerto Berrío, se confundían entre los pocos visitantes que llegaban de paso en las diferentes

ODUMODNEURTSE (EL RUIDO DE UN ÁRBOL)

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ODUMODNEURTSE (EL RUIDO DE UN ÁRBOL)

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ODUMODNEURTSE (EL RUIDO DE UN ARBOL)

Grupo “Los Retoños” de Puerto Berrío

El día trascurría en el ambiente normal del ajetreo del comercio entre negociantes y compradores que desde muy temprano buscaban como asegurar el sustento diario, las gentes madrugadoras de Puerto Berrío, se confundían entre los pocos visitantes que llegaban de paso en las diferentes flota de buses en medio de un impresionante calor que abrazaba cada rincón del pueblo, las heladerías, cafeterías, restaurantes y estaderos se iban agolpando de paisanos en busca de un café, un buen desayuno o una refrescante bebida para empezar el día, entre los establecimientos públicos más reconocidos de la zona central

está el Estadero “El lado de los Cisnes” de reconocida fama por su excelente tinto, su ubicación cerca de la Alcaldía y al parque “El Obrero”, también por la comodidad de sus sillas y mesas, además goza de fama debido al rumor de ser el mejor sitio de “comidillas”; allí en medio de un tinto o una cerveza bien fría se pueden conocer los último chismes del pueblo.

Este sitio tradicional se encuentra ubicado al sur-occidente del Parque “El Obrero” donde existe un monumento en su representación, es un obrero de cuerpo entero, el cual está allí en homenaje a la lucha de la clase trabajadora del municipio; en especial los braseros; hombres encargados de cargar y descargar trenes y barcos en las estaciones del ferrocarril y en el puerto, este monumento se encuentra rodeado por una gran cantidad de árboles frondosos; entre los que se cuentan: seis Acacias, cinco Acacias rojas o Flamboyán, dos Gallineral o Payandé, un Piñon de Oreja, a Palma real, un Caucho o Matapalo, un Mango, un Mamoncillo y un Piñón de oreja, los cuales son el refugio para una gran variedad de aves, iguanas e insectos, además de purificar el aire, da una sombra que refresca a este lugar, a la casetas de los taxis y al Estadero ”Los Cisnes”, que lo que lo convierte en uno de los lugares más frescos en esta zona central.

La tarde llegó y el calor arreciaba, de pronto una densa nube se encargó de opacar los fuertes rayos del sol, pero el bochorno no cesaba se hizo aún más insoportable, la tarde moría, el Estadero “El Lago de los Cisnes” seguía recibiendo a los visitantes que conversaban y disfrutaban de una bebida refrescante, de repente un ventarrón se vino sobre las calles levantando el polvo con una furia implacable, más nubes poblaron el oscuro firmamento, los truenos no se hicieron esperar, la lluvia se vino encima, los árboles se agitaban violentamente al paso del viento, el agua caía a cántaros, la gente corría apresurada buscando refugio, un rayo tras otro deslumbraban, bajo el estruendo de los ensordecedores truenos, la furia implacable de uno de los rayos descargó su electrizante potencia sobre uno de los árboles del Parque “El Obrero”, dividiendo el macizo tronco en dos mitades, la parte donde se mantenía su follaje que cayó torpemente con todo su peso, lentamente el rollizo árbol se vino abajo dejándose caer bruscamente sobre el monumento al obrero, que quedaba a su lado; un golpe implacable dió en la escultura y en pedazos fue destrozada su parte superior la cual rodó por el piso encharcado por la lluvia, en trozos se esparcieió la mitad de la efigie, su cabeza, su pecho y sus brazos extendidos muy cerca de las ramas del árbol derribado, de este sólo quedaba en pie, una parte inclinada que se aferrada rebeldemente con sus raíces a la tierra resistiéndose a caer.

Mientras sobre un pedestal permanecía parte del obrero con un medio cuerpo del que colgaba un solo brazo destrozado por el golpe del árbol y que en su incapacidad parecía implorar clemencia.

Una vez cesada la lluvia del Estadero “Lago de los Cisnes” salieron presurosos el poeta Daniel Díaz y el artista plástico Gildardo Rodríguez “el Tato”, quienes se inclinaron para

recoger del piso los menudos pedazos dispersos del torso del obrero, los restos de su cara fraccionada, sus frágiles dedos destrozados apenas unidos por las varillitas que le daban forma, en sus rostros se notaban los gestos lastimeros, levantaron una por una todas las partes del custodio del parque, cargados de una fuerte ilusión de poderlos reunir y así recuperar la emblemática figura.

Y del árbol, estaba allí vencido el gigante que doblegaba su voluntad ante la motosierra del Cuerpo de Bomberos Voluntarios que destrozaba lo que quedaba de su tronco rendido y empapado por la cruda tormenta. A su regreso al sitio del acontecimiento el poeta Daniel Díaz se ubicó al lado del gigantesco árbol dominado por el destino y ante la mirada de los curiosos, exclamó varios poemas en homenaje al árbol y también al obrero, allí con voz fuerte cerró su ritual con un una palabra que pocos entendieron en el momento ¡ODUMODNEURTSE! … ¡ODUMODNURTSE! “Ese es el sonido que hace un Árbol al caer ODUMODNEURTSE es ESTRUENDO MUDO al revés.