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juan-pajuelo-vera
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Estructura
El Ollantay está escrito en verso y dividido en tres actos. Hay tolerancia en la medida y libertad
en la rima. El verso predominante es el octosílabo que se alterna con el endecasílabo. En
cuanto a la rima, prevalece la asonantada; sin embargo, hay cantidad de versos blancos.
[editar]Personajes
[editar]Principales
Pachakutiq (Pachacútec, Sapa Inca)
Ullanta (Ollantay, general del Antisuyu)
Kusi Quyllur (Estrella Alegre, hija del Inca Pachakutiq, amada de Ullanta)
Rumi Ñawi (Ojo de Piedra, general del Hanansuyu)
Tupaq Yupanki (Túpac Yupanqui, Auqui o príncipe real, hijo de Pachakutiq y Sapa Inca tras
la muerte de su padre)
Los personajes tienen caracteres bien definidos: Pachacútec encarna al Inca, ora magnánimo hasta la
ternura, ora cruel hasta la vesania. Ollántay es tierno, apasionado, orgulloso y valiente; Cusi Coyllor, pese
a aparecer al final de la obra, representa la hija dócil y la amante apasionada; Rumi Ñahui expresa el
servilismo cortesano y la rampante astucia. (Antenor Samaniego)
[editar]Secundarios
Chaski (Mensajero)
Ccoya o Anahuarqui (Reina madre, esposa de Pachakutiq)
Hanqu Wallu (Olla Blanda, un noble anciano, nombrado general tras la autocoronacion de
Ullanta como Inca de los Antis, o pobladores del Antisuyu)
Ima Sumaq (Bella Niña, hija de Kusi Quyllur y Ullanta)
Mama Qaqa (Madre Roca, gobernanta del Acllahuasi o casa de las escogidas)
Piki Chaki (Pata Pulga, criado de Ullanta, se caracteriza por darle humor al drama)
Pitu Salla (Cortesana, tutora de Ima Sumaq)
Urqu Waranqa (Mil Montañas, general de Ullanta, su segundo al mando del ejército del
Antisuyo)
Willka Uma (Gran Brujo o Sumo Sacerdote)
Runas (Indios)
Llapankuna (Coro de Yaravíes)
Resumen
El general de los ejércitos incas, Ollantay, es un guerrero de origen plebeyo que por sus
excelentes servicios ha sido elevado a la nobleza de privilegio y se le han concedido
numerosos premios. Pero se enamora de Cusi Coyllur (Lucero Alegre o Estrella), hija del
Inca Pachacútec (El restaurador del mundo), amor prohibido, pues de acuerdo a las leyes de
Imperio, nadie, salvo otro de linaje inca, puede casarse con una princesa. No obstante,
Ollantay, enceguecido por el amor, se une a Cusi Coyllur, secreto que comparte la reina madre
Ccoya o Anahuarqui.
Pese a los augurios en contra que le da el Huillac Uma o sumo sacerdote, Ollantay decide pedir
al Inca que apruebe formalmente su unión con Cusi Coyllur. Pachacútec le recuerda a Ollantay
su origen humilde y le señala su increíble audacia de querer “subir demasiado alto”; luego,
enfurecido, lo expulsa de su presencia. Cusi Coyllur es encerrada en un calabozo de la casa de
mujeres escogidas o Acllahuasi, donde deberá expiar su falta; allí dará a luz una niña, fruto de
su amor con Ollantay, a la cual llamará Ima Súmac (Bella Niña).
Ollantay, al enterarse que Cusi Coyllur ya no está en el palacio de la reina madre, cree que ha
sido asesinada y decide abandonar el Cuzco, junto con Piqui Chaqui (Pies de pulga), su
confidente y servidor, no sin antes amenazar con volver y destruir la ciudad imperial. Se instala
en la ciudad que lleva su nombre, Ollantaytambo, donde se atrinchera y se hace independiente,
dispuesto a resistir con las armas a las huestes del Inca.
El Inca ordena a su general Rumi Ñahui (Ojo de Piedra) que reúna fuerzas y marche a combatir
a Ollantay. Por su parte, Ollantay envía a su general Orco Huarancca (Mil Montañas) quien
tiende a Rumi Ñahui una emboscada en un desfiladero, derrotándolo. Diez años después el
Inca Pachacútec muere sin haber conseguido su deseo de derrotar a Ollantay; le sucede su
hijo Túpac Yupanqui (El estimado por la realeza).
Mientras tanto, en el Acllahuasi, Cusi Coyllur tiene a su favor a una de las acllas o vírgenes del
Sol, Pitu Salla, pero como fiera oponente a la dura Mama Caca (Madre Roca), la gobernanta
del Acllahuasi. No obstante haber pasado diez años de férrea prisión, Cusi Coyllur aun
conserva alguna esperanza de salir de ella. Su hija, Ima Súmac, ha sido criada por Pitu Salla
como una escogida más, pero sin enterársela nada de sus padres; la niña descubrirá por
casualidad a su madre, proponiéndose desde entonces ir donde el nuevo Inca a fin de pedir
clemencia para ella.
Mientras tanto, Túpac Yupanqui se propone derrotar y capturar a Ollantay, para lo cual envía a
Rumi Ñahui, quien le promete rehabilitarse de su anterior derrota. Esta vez Rumi Ñahui decide
emplear la astucia: se presenta ante Ollantay cubierto de heridas y pretende que así lo ha
tratado el nuevo Inca; de esa manera se gana su confianza y aprovechando una fiesta
nocturna, abre las puertas de Ollantaytambo para dar acceso a sus tropas, las cuales, sin
ninguna resistencia, logran capturar a Ollantay, a Orco Huarancca y a otros oficiales, que son
llevados al Cuzco, ante la presencia de Túpac Yupanqui. Éste pregunta a sus consejeros qué
debería hacer con los rebeldes. El Huillac Uma, que siempre hace de pacificador, pide
clemencia; más Rumi Ñahui pide la muerte de ellos. Túpac Yupanqui aprueba la pena capital;
pero a último momento no solamente perdona a los rebeldes, sino que les confiere puestos
todavía más altos. Ollantay es nombrado general mayor y lugarteniente del Inca en caso de
ausencia de éste por asuntos bélicos. Orco Huarancca es nombrado jefe del Antisuyo.
Pero Ollantay tendrá otra dicha más por recibir: su reencuentro con su amada Cusi Coyllur. Ello
ocurre en efecto, gracias a la casualidad: Ima Súmac, desde su niñez valiente, ingresa al
palacio imperial y se arrodilla ante la presencia del Inca, pidiéndole piedad para su madre,
encadenada en lo más recóndito del Acllahuasi. Aunque por el momento no sabe de quién se
trata, el Inca se interesa por el asunto y junto con Ollantay se dirige al Acllahuasi, donde
encuentran a la mujer prisionera, que más que persona les parece un espectro cubierto solo
por su larga cabellera. Finalmente el Inca reconoce en ella a su hermana (lo que es una
bonita anagnórisis) de cuyos labios oye su penosa historia. Entonces Túpac Yupanqui,
magnánimo, la libera y allí mismo la desposa con Ollantay, terminando así, con final feliz, el
drama inca.
Genero Literario:Dramático.Especie Literaria:Teatro Dramatico.Personajes Principales:Ollantay y Cusi-Coyllur.Otros Personajes:Pachacútec, tupac Yupanqui, Ima-sumac, Rumi-Ñahui, Piqui-Chaquiy Mama-Ranra.Tema Central:Los amores prohibidops entre Ollantay y Cusi-Coyllur.Los temas Secundarios son: La Rebeldía, El Odio y La Venganza.
RESUMEN DE OLLANTAY
Se trata de los amores ilícitos de dos protagonistas; Ollanta y Cusi Coyllur, de cuyos amores
tuvieron como fruto una niña de nombre Ima Sumac quien será una actuante desiciva para el
desenlace de la obra.
Se inicia en el vestíbulo del templo del sol, donde Ollantay ignora Piqui Chaqui sobre Cusi
Coyllur.
Se ignora como, cuando y por que se enamoran Ollanta (general de lo ejércitos incaicos bajo
el mando directo de Pachacutec) y la ñusta Cusi Coyllur (estrella alegre) pero una vez
casados en secreto y sin que lo supiera nadie mas que la madre de ella (Anahuarqui) y el
sumo sacerdote, a quien nadie escapa (huillca uma) existe el temor que Pachacutec prohíba
sus amores.
Cusi Coyllur se hallaba recluida en la casa de mujeres, Ollanta se cree oficialmente digno de
ella y pide la mano de la princesa a su padre, pero el iracundo Pachacutec le recuerda su
origen y la imposibilidad del matrimonio por no pertenecer al linaje real y le ordena retirarse.
No solo eso sino que mas adelante pretende mandarlo prisionero.
El hábil guerrero del antisuyo huye a.C. las posiciones de Ollantaytambo. En tanto la primera,
a causa de su embarazo es recluida para siempre en una caverna del acllahuasi (casa de las
vírgenes del sol) bajo la atenta vigilancia de mama Ranra y en donde nacerá Ima Sumac
quien será cuidada por la nodriza Pitu Salla, en Ollantaytambo es incitado revelarse contra el
inca.
Pronto es proclamado por los antis. El anciano Anco Allin – auqui le siñe en la frente a
Ollanta, la mascaipacha roja. Su fiel Piqui Chaqui (pies de pulga) lo acompaña.
Pas el tiempo y Pachacutec muere de anciano quedando como heredero del trono su hijo
Tupac Yupanqui. Al nuevo inca Rumiñahui le pide una nueva oportunidad.
Próxima a las fiestas del Inti Raymi valiéndose de una estratagema (cubierto de llagas y
andrajos) Rumiñahui logra ingresar en el cuartel de Ollanta y aprovechando tres días de
fiesta que se produce en su homenaje por el supuesto apoyo brindado a Ollanta, da aviso al
grueso de la tropa cuzqueña que esperaba guarecida cerca de la fortaleza.
Este ingresa violentamente y encuentra un ejército desprevenido y embriagado incapaz de
poder resistir el combate. Son apresados Ollanta, Orco Huaranca, Anco Allin y diez mil
guerreros más que acompañaban a sus jefes desarmados. Así van rumbo a Qosco.
En tanto Ima Sumac había reconocido en Cusi Coyllur a su madre, ella arropada ricamente
por su cabellera, es más espectro que ser viviente. A intersección de Ima Sumac ante Tupac
Yupanqui, Coyllur es liberada, Ollanta la reconoce como su mujer y a Ima Sumac como su
hija.
Yupanqui concede el perdón a Ollanta y a los jefes antis, incluyendo al fiel Piqui Chaqui, mas
aun, nombra al bravo guerrero como su representante en el cuzco y formaliza su unión con
Coyllur. El perdón a florecido del magnánimo soberano inca.
OLLANTAY RESUMEN Y PERSONAJES
RESUMENOllantay (qu: Ullantay) es el protagonista principal de una obra dramática homónima, inspirada en una leyenda o saga inca sobre la rebelión de los Antis contra los Incas y fuertemente marcada por las costumbres del teatro barroco español, aunque de autoría anónima. También fue un héroe, titán y jefe militar legendario del Tawantinsuyo, en quien se inspiró la leyenda.
Según la leyenda, Ollantay se enamoró de la inalcanzable Cusi Coyllur, hija del gran Inca Pachacútec. La princesa Cusi Coyllur (estrella=coyllur; feliz=cusi en quechua) también se había enamorado del valor y de la hermosura de Ollantay, pero sabía que este amor era un romance prohibido por la estricta ley del Inca, ya que jamás una doncella de sangre real, una hija del Inca, y un anti/hatun runa, un hombre del pueblo, podían llegar a celebrar un matrimonio tan desigual, puesto que tal acto sería considerado sacrilegio por el Huillaq Uma, el sumo sacerdote, y les acarrearía el castigo máximo.
Cusi Coyllur fue recluida en el templo de las Aqllas, en cargo de las Mamacunas, mientras que el ofendido general Ollantay se levantó en rebeldía contra la crueldad del poder político y religioso y dio comienzo
a una lucha épica y desigual, enfrentándose el héroe al mismo Inca y consiguiendo reunir todas las virtudes totémicas bajo su arma.
Así, según la leyenda, Ollantay se mueve con la elasticidad de la serpiente, actúa con la astucia del zorro, llega hasta donde sólo lo hace el cóndor; es tan valeroso como el jaguar y tan duro como las montañas de los Andes.
El guerrero y la princesa se ven recompensados con el nacimiento de una hija, de Ima Sumaq, ella es muy bella, y ya termina el drama de amores para dar comienzo al final feliz del triunfo de los humanos sobre el poder incontestable de los incas.
Con la lucha del padre Ollantay y la entrega enamorada de la princesa Cusi Coyllur, el pueblo que vive apartado del mundo cerrado del Inca, puede aspirar a ser parte de la historia de la que sólo ha sido súbdito.Época - Corriente:duque y carrillo [editar]Según los historiadores, eran los Amauta(Maestros) y Harahuicu(Jovenes mayores de edad) los que tenían la obligación de saber de memoria y de contar todas las composiciones poéticas que tengan que ver con los hechos memorables. Hubo muchos entre ellos, que se hacían llamar Quipucamayos o encargados de los quipus, estaban exclusivamente consagrados a conservar los mismos por medio de este género de escritura peculiar de los Incas y único en el mundo. Ahora solamente hay una manera posible de conservar el drama desde la época en que se compuso hasta la de su escritura: o quizás fue conservado Ollantay en un quipu que se pudo salvar de la destrucción de los objetos Incaicos y que guardado por alguno de aquellos quipucamayos. Este quipu fue luego trasmitido por medio de la narración a algún religioso aficionado a esta clase de sexos, el cual lo escribía a medida que el otro le dictaba, o uno de los amautas que lo sabían de memoria, muchos de los cuales es probable existieran aún durante los treinta o cuarenta años primeros de la conquista. Sin embargo, como han hecho notar especialistas y escritores como Ricardo Palma, Ollantay tiene más de español que de Inca.
El Drama "Ollantay" [editar]Autor [editar]Según la historia oficial, el autor de esta obra es anónimo o desconocido. Indudablemente, este no fue el único drama incaico, sino que hubo otras obras similares, como Uska Paukar y la Tragedia del fin de Atahualpa de las cuales ésta resultó ser una de las más sobresalientes. Existen, supuestamente, dos razones por las cuales la obra debe ser anónima: la primera remonta a la prohibición total de representaciones artísticas que evocaran la vida del incanato previa a la conquista impuesta por la inquisición, argumento de poco peso si se
tiene en cuenta que los cronistas, tanto laicos como sacerdotes no tuvieron ningun reparo en registrar cuanto pudieron sobre los indígenas. La segunda se refiere a la prohibición bajo pena de muerte a la lectura pública o impresión de esta obra en especial, tras el levantamiento de Túpac Amaru II. Sin embargo, esta prohibición era efectiva solo para los indígenas, los españoles y en especial los intelectuales de la época no tenían ningún impedimento al respecto, como consta en las referencias dejadas por Javier de Luna Pizarro.
Sin embargo algunos historiadores afirman que el drama que nos llega fue escrito en el siglo XVIII, después de la muerte de Túpac Amaru II, por el Clérigo Antonio Váldez (1770), lo que explicaría la fuerte influencia de la literatura española barroca en él. Entre estos historiadores está el Dr. Raúl Porras Barrenechea, y en su época, también fue no solo sustentado por Ricardo Palma, si no que fue más allá al catalogarlo como 100% producto español, por lo que que fue, como el mismo relata, llamado "mal peruano".
Argumento [editar]Toda la historia va alrededor del amor entre Ollantay y Cusi-Coyllur. Ella, al ser hija preferida del Inca, no se podía casar con él, ya que era un plebeyo. Durante la época Incaica, eran muy famosos los oráculos por lo que Ollantay acude a uno de el , Huilca Uma, para así pedir consejo. Ollantay se molestó con Huilca Uma ya que él quería que le diga algo favorable pero lamentablemente le dice que no podrá estar con Cusi-Coyllur pero lo que el oráculo no sabía era que ya estaba con ella. Le dice que se separe que le irá mal pero Ollantay no hace caso. Nuestro personaje principal ya estaba obteniendo la confianza del Inca cuando de pronto, en una conversación, le pide la mano de su hija preferida. El Inca Pachacútec, al oírlo le dice “tan sólo eres un hombre” como diciendo que no es nadie noble ni importante así que no se podrá casar con su hija hasta que estos dos hombres discuten terminando en una separación. Ollantay molesto, se va y funda la actual ciudad de Ollantaytambo y se hace una persona muy poderosa. Cusi-Coyllur, en plena etapa de gestación es sepultada viva en los túneles del Aclla Huasi o casa de vírgenes, de donde sacaban esposas para la gente importante. Allí es donde Ima-Sumac, la hija escondida de la pareja descubre a su madre. Después de alrededor de quince años de persecución todo acaba cuando Ollantay es vencido en una acción estratégica militar. Al morir el Inca Pachacútec, ya todo está dispuesto para que la pareja prohibida regrese y tengan plena felicidad. El sucesor de Pachacútec sería Tupac Yupanqui, un hombre muy benévolo, aun más que Pachacútec y llega a perdonar tanto a Ollantay como a su hermana.
Personajes Principales
Ollantay : el personaje principal de esta obra quien vive un gran amor por la hija del Inca, Cusi-Coyllur así que hace todo tipo de locuras por el amor de la misma y al final logra el amor de Cusi-Coyllur Secundarios
Piqui-Chaqui: personaje cómico; el sirviente de Ollantay; trata de ayudarlo con respecto a su amor con Cusi-Coyllur. Huilca-uma: un viejo oráculo quien se supone le dice su futuro a Ollantay. Coya : la esposa de Pachacutec, el Inca y madre de Cusi-Coyllur. Cusi-Coyllur ("Estrella feliz"): hija de Pachacutec; siente también un gran amor por Ollantay así que su padre la encarcela pero ella logra escapar. Ima-Sumac: hija de Ollantay y Cusi Coyllur. Pachacutec: Inca, dios del sol y la luna quien es el dueño y líder del imperio Incaico. Padre de Cusi-Coyllur y esposo de Coya. Mamaramra: Jefa del wawahuasi Rumiñahui: Leal compañero y guerrero de Ollantay
Comentarios Reales de los Incas
Portada de la Primera parte de los Comentarios Reales, primera edición, 1609.
Los Comentarios Reales de los Incas o Primera parte de los Comentarios Reales es un libro
histórico-literario escrito por el primer literato mestizo peruano Inca Garcilaso de la Vega y publicado
en Lisboa en el año 1609. Es la primera parte de una nutrida obra que trata sobre el Perú
prehispánico y que se complementa con una segunda parte titulada Historia General del Perú, que
abarca la conquista española y el inicio de la colonia, y que fue publicada en 1617. Es la primera
gran obra de la literatura peruana y una de las más importantes del período colonial. En el campo
historiográfico tuvo mucha influencia entre los historiadores peruanos y americanos, hasta mediados
del siglo XIX, cuando se empezó a cuestionar su valor histórico.
Índice
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1 Publicación
2 Explicación del título
3 Primera y segunda parte
4 Estructura
5 Resumen de la obra
o 5.1 Libro Primero
o 5.2 Libro Segundo
o 5.3 Libro Tercero
o 5.4 Libro Cuarto
o 5.5 Libro Quinto
o 5.6 Libro Sexto
o 5.7 Libro Séptimo
o 5.8 Libro Octavo
o 5.9 Libro Noveno
6 Ediciones y traducciones
7 Importancia e trascendencia
8 Véase también
9 Referencias y notas de pie
10 Enlaces externos
[editar]Publicación
Residente en España desde 1560, Garcilaso empezó en 1586 a compilar documentos, crónicas e
informaciones orales sobre el Perú. Desde allí le enviaban noticias su tío Francisco Huallpa y el
caballero Garcí Sánchez de Figueroa. También le sirvieron las cartas y las visitas de amigos y otros
“indianos” que llegaban de América, con quienes Garcilaso entablaba largas charlas. Todo esto,
sumado a las crónicas de autores como Cieza, el padre Acosta y Blas Valera, así como su propia
memoria que atesoraba los relatos sobre los incas que escuchó de niño de boca de sus parientes
maternos, amén de su propia experiencia (pues hasta los 20 años residió en el Perú), fueron las
fuentes para la redacción de su obra cumbre. Empleó varios años en darla por acabada,
escribiéndola mayormente en Córdoba. Su proyecto consistía en publicarla en dos partes, la primera
dedicada a los incas y la segunda a la conquista española. La primera parte vio la luz pública
en Lisboa, en 1609, en una magnífica edición realizada por Pedro Crasbeeck y dedicada a la
princesa Catalina de Portugal. La segunda parte sería publicada póstumamente en 1617; no
obstante, la fama del Inca Garcilaso se debe más que nada a la parte primera, conocida
universalmente como los Comentarios Reales de los Incas
[editar]Explicación del título
El autor tituló así a su obra como reacción a cronistas españoles que él consideraba no brindaban
un testimonio veraz, mientras que a su juicio, la suya lo era porque había sido escrita por un
descendiente de los antiguos gobernantes peruanos, que conocía a cabalidad su lengua (quechua o
runasimi). No obstante, una lectura crítica es capaz de evidenciar una versión interesada en
enaltecer a los antepasados incaicos en detrimento de otros pueblos y de civilizaciones anteriores.
En ese sentido, el Inca Garcilaso afirma que antes del Tahuantinsuyo, estos territorios eran algo
«desastroso» y que el mundo preinca estuvo sumido en el oscurantismo y la barbarie (la “era de la
gentilidad”), contradiciéndose a sí mismo, pues en su obra menciona a grandes culturas regionales
contemporáneas de los incas, como la Chincha y la Chimú, así como grandes centros religiosos
como Tiahuanaco y Pachacámac, todas las cuales tenían un alto grado de desarrollo; pero aún más,
las modernas investigaciones arqueológicas sobre otras culturas preincas más antiguas como
la Chavín, Paracas, Moche y Nazca así como el descubrimiento de sitios comoCaral, terminaron por
demostrar definitivamente como errónea la apreciación del escritor.
[editar]Primera y segunda parte
La obra fue publicada en dos partes, ambas separadas en tiempo, título, y contenido: en la
primera 1609, en 9 libros de 262 capítulos, se refiere a los hechos de los incas y su civilización; en la
segunda, en 8 libros de 268 capítulos, póstumamente publicada en 1617 como Historia General del
Perú, se aboca a la guerra de conquista del Perú y a las guerras civiles fratricidas por los restos del
imperio y sus riquezas que surgen entre los conquistadores.
En la primera parte, no sólo se pone de manifiesto la calidad literaria del autor, sino también su
interpretación del Imperio Incaico como modelo de sociedad y gobierno casi bucólico y paradisíaco.
Muestra para la posteridad la cultura incaica desde el punto de vista de sus gobernantes Incas, de
los cuales era parte Garcilaso. La obra empieza con los inicios de los Incas, y termina con lo
sucedido hasta que los españoles conquistaron el Tahuantinsuyo; la obra describe
las costumbres incaicas, sus religiones, su sistema de gobierno, sus vidas, sus guerras, etc.
En la segunda parte, el autor desarrolla con estilo vibrante la conquista del Perú, las guerras civiles
entre los conquistadores y la instauración del Virreinato del Perú, así como la resistencia de
los incas de Vilcabamba, que culmina con la ejecución del último de estos, Túpac Amaru I, en la
plaza del Cuzco en 1572. Incluye en sus páginas una rehabilitación de su padre, el capitánSebastián
Garcilaso de la Vega, desprestigiado ante la Corona por haber militado en el bando del
rebelde Gonzalo Pizarro.
[editar]Estructura
"…forzado del amor natural de la patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos Comentarios, donde clara y distintamente se verán las cosas que en aquella república había antes de los españoles, así en los ritos de su vana religión como en el gobierno que en paz y en guerra sus Reyes tuvieron...".
(Proemio al lector).
Dedicatoria
Proemio al lector
Advertencias
Libro Primero (26 capítulos).
Libro Segundo (28 capítulos).
Libro Tercero (25 capítulos).
Libro Cuarto (24 capítulos).
Libro Quinto (29 capítulos).
Libro Sexto (36 capítulos).
Libro Séptimo (29 capítulos).
Libro Octavo (25 capítulos).
Libro Noveno (40 capítulos).
En total, 9 libros con 268 capítulos.
[editar]Resumen de la obra
[editar]Libro Primero
Siguiendo las pautas de los historiadores de entonces, Garcilaso empieza su relato con la
descripción física del mundo, aunque sin pretender extenderse en el asunto. Explica que la división
en “Viejo” y “Nuevo Mundo” no era geográfico sino solo dos modalidades de un mismo mundo.
Explica que el clima variado del Perú no solo está condicionado por su cercanía a la línea ecuatorial,
sino por sus altitudes con respecto al mar. Relata también una historia que había escuchado de
boca de viejos conquistadores, sobre un pre-descubrimiento de América realizado por el piloto
español Alonso Sánchez de Huelva, unos años antes del viaje de Colón. Luego remite a la Historia
del cronista Gómara para quienes deseasen enterarse más sobre los viajes del navegante genovés.
Otro asunto que le toma interés es la deducción del nombre Perú: refuta la suposición de aquellos
que lo consideraban derivado de la voz quechua "pirua" (pirhua o granero), o del nombre Ofir bíblico;
para él, deriva del vocablo "pelu" o "beru", con que los indios de las actuales costas del Pacífico
colombiano y ecuatoriano designaban a ríos. El nombre del Perú ya era usado por los españoles
desde antes que arribaran al territorio peruano. Luego el autor señala los límites del Perú, al norte
hasta el río Ancasmayo, en los confines de Pasto y Popayán, y al sur hasta el río Maule, en Chile; al
oriente llegaba hasta la región de los Antis o selva, territorio cuya columna vertebral lo constituye
“aquella nunca jamás pisada de hombres ni de animales ni de aves, inaccesible cordillera de
nieves”, los Andes. Se intercala la historia de Pedro Serrano, un náufrago español que sobrevive en
una isla inhóspita, relato que constituye toda una joya literaria y que parece ser un antecedente
de Robinson Crusoe. Finalizada las descripciones geográficas, el autor pasa a relatar la historia del
Perú. Sostiene que antes de los incas los pobladores del antiguo Perú eran muy primitivos y
salvajes, que practicaban la idolatría, el canibalismo y los sacrificios humanos, así como costumbres
sexuales nefandas como el incesto y la sodomía, y usaban venenos y hechizos, época toda que se
conoce como la gentilidad. Y que precisadamente para rescatar de la barbarie a estos habitantes el
Sol envió a sus hijos, Manco Cápac y Mama Ocllo, que salieron de las aguas del Lago Titicaca con
la misión de fundar una población donde se hundiera una barreta de oro que llevaban consigo, lo
que ocurrió en la falda del cerro Huanacauri, cerca de donde se elevó la ciudad Cuzco, futura
cabecera del Imperio inca. Esta leyenda archiconocida es solo relatada por Garcilaso; ningún otro
cronista la consigna. El autor menciona también otra variante de esta leyenda sobre el origen de los
incas, así como la forma en que la pareja real civilizó a sus vasallos, enseñándoles la agricultura, la
textilería y otros oficios, así como a rendir culto al Sol como dios principal, obedecer las leyes y a
abandonar sus prácticas aberrantes. Se describen también las insignias de la realeza inca. Manco
Cápac fue pues el primer inca y antes de morir dejó un testamento, encargando a sus hijos que
recordaran siempre que eran hijos del Sol y que cumplieran siempre las leyes dadas por su padre, y
que fueran mansos y piadosos con sus vasallos. Otro de los mandatos que diera el padre Sol era la
de someter a las poblaciones primitivas por la fuerza del convencimiento, a quienes debían ofrecer,
a cambio de su vasallaje, una nueva religión, nuevas leyes y costumbres para que vivieran como
hombres y no como brutos. Solo en caso de que se mostraran esas poblaciones belicosas y reacias,
los incas podían aplicar la fuerza de las armas. Finaliza el capítulo con una explicación del
significado de los nombres reales de los incas.
[editar]Libro Segundo
En este libro el autor trata sobre la idolatría de los Incas de la segunda edad, y su origen. Afirma que
los incas rastrearon al Dios verdadero, que tuvieron una cruz en un lugar sagrado del Cuzco, que
creyeron en la inmortalidad del alma y la resurrección universal. Explica el significado de la
palabra huaca y explica la adoración que daban al Sol y sus sacrificios de llamas, más no de seres
humanos. Describe sus sacrificios y ceremonias, y que sus leyes religiosas fueron impuestas por el
primer Inca; sobre sus leyes y la división del imperio en cuatro distritos
o suyus(Chinchaysuyu, Contisuyu, Collasuyu, Antisuyu), y cómo registraban a sus vasallos por
decurias, a la cabeza de los cuales se hallaba un decurión o chunca camayoc. Luego pasa a narrar
la vida y hechos de Sinchi Roca, el segundo rey de los Incas, quien luego de dedicar las debidas
exequias a su padre, salió del Cuzco en campaña hacia el sur, al Collasuyu, logrando someter por la
fuerza del convencimiento a los indios puquinas y canchis. Llegó hasta el pueblo de Chuncara, a 20
leguas hasta donde su padre había dejado los límites de su reino. Le sucedió su hijo Lloque
Yupanqui, el tercer inca, cuyo nombre significa zurdo destacado. Éste salió también a hacer
conquistas; mientras que los canas salieron y se sometieron voluntariamente, los ayaviris se
resistieron, por lo que tuvieron que ser sometidos por las armas, para que sirviera de escarmiento al
resto de pueblos. Luego el Inca capturó la fortaleza de Pucara, cerca de la actual Puno. Tras
algunos años, Lloque Yupanqui se dirigió a la provincia de los collas, inmensa comarca en torno
al Lago Titicaca, cuya población se dedicaba a la ganadería de auquénidos y a la agricultura. Los
collas, a fin de escapar de la suerte de los ayaviris, se reunieron en Hatuncolla (Colla la grande) y
aceptaron ser vasallos de los incas. La siguiente provincia en someterse a los incas fue la
deChucuito; otros pueblos siguieron su ejemplo. Al oeste envió a sus generales, que sometieron los
poblados hasta las faldas de la cordillera de los Andes, ya cercana a la costa. Acabadas las
conquistas, Lloque Yupanqui regresó al Cuzco y el resto de su vida los dedicó a los oficios de la paz.
El autor deja por un momento de lado los relatos bélicos y pasa a exponer sobre las ciencias que los
Incas desarrollaron. En Astrología supieron hacer la cuenta del año y los solsticios y equinoccios;
narra también cómo explicaron los eclipses del Sol, y lo que hacían cuando ocurrían los de la Luna.
En medicina conocieron muchas yerbas medicinales; también tuvieron conocimientos de Geometría,
Geografía, Aritmética y Música. En el campo de la poesía tuvieronamautas o filósofos que
componían tragedias y comedias, y a los haravicus o poetas, que recitaban poesías amorosas.
Finaliza el autor este libro dando cuenta de los pocos instrumentos que los indios tuvieron para
realizar oficios como la metalurgia y la platería, pese a lo cual destacaron en tales artes.
[editar]Libro Tercero
En este libro se relata la vida y hechos de los incas Mayta Cápac y Cápac Yupanqui. Mayta Cápac,
el cuarto rey Inca, luego de visitar a sus vasallos, tal como era la costumbre de su casta, salió en
campaña con 10.000 guerreros, en dirección al Collao, que por ser tierra plana parecía más fácil de
conquistar. Llegó al Desaguadero al que cruzó con balsas; pasó cerca de las ruinas de Tiahuanaco,
que el autor describe citando a otros cronistas. El Inca se dirigió hacia la provincia de Hatunpacassa,
a la mano izquierda del Desaguadero, y conquistó Cac-yauiri, episodio del que se contaba la
leyenda de que los collas dispararon sobre los incas sus flechas y piedras pero estas se volvieron
contra ellos. Los collas, derrotados se rindieron y aceptaron ser vasallos del Inca. Conocido este
suceso por los demás pueblos collas, muchos se redujeron voluntariamente, como las tres
provincias de Cauquicura, Mallama y Huarina (al S.E. del lago Titicaca). Luego el Inca mandó a sus
maeses de campo en dirección al mar, donde invadieron la provincia de Cuchuna, cuyos pobladores
se atrincheraron en un fuerte (posiblemente Cerro Baúl, cerca deMoquegua) y se rindieron tras un
largo sitio. Allí los incas castigaron severamente a quienes usaban venenos contra sus adversarios.
Mayta Cápac prosiguió sus conquistas y sometió a otras tres provincias collas: Llaricassa (Larecaja),
Sancauan (San Gabán) y Huaychu; en esta última sus habitantes opusieron resistencia pero luego
se rindieron. Luego el Inca construyó el primer puente de mimbre o colgante que en el Perú se hizo,
para cruzar el río Apurímac, causando gran admiración. Muchos pueblos se redujeron
voluntariamente, atraídos por la fama del Inca. Las conquistas prosiguieron, llegando hasta
Parihuana Cocha (Parinacochas) y Coropuna. A Lloque Yupanqui le sucedió su hijo Cápac
Yupanqui, que se convirtió así en el quinto rey inca. Continuando la expansión del imperio, este Inca
salió del Cuzco con 20.000 hombres y se dirigió al Cuntisuyu, donde conquistó más provincias. La
provincia de Yanahuara se redujo voluntariamente, pero la Aymara, de naturaleza rebelde y
agresiva, se negó a rendir vasallaje a los incas. Pero finalmente, al ver el poderío de sus
adversarios, los aymaras se rindieron, y sus curacas se vieron obligados a besar las manos del Inca.
También fueron sometidos los quechuas de Cotapampa y Cotanera. En la costa fueron anexados
los valles de Acarí, Caravelí, Camaná y Quilca. Por última vez el Inca salió en campaña hacia el
Collao; en el Desaguadero mandó a construir un famoso puente de paja y enea (puente colgante); y
sometió Chayanta, así como otras cinco provincias grandes, entre otras menores. Por su parte, su
hijo, el príncipe Inca Roca, redujo muchas y grandes provincias mediterráneas y marítimas, pasando
por Amancay (Abancay), Nanasca (Nasca) y Arequipa. Por entonces se iniciaron los traslados de
poblaciones a otras provincias, método de control político llamado mítmac (mitimaes). Luego el autor
se explaya en la descripción de la casa y templo del Sol (Coricancha) y sus grandes riquezas, los
sitios de los sacrificios y los atributos del sumo sacerdote o Uíllac Umu. Finaliza el libro con la
descripción del templo del Titicaca y sus leyendas.
[editar]Libro Cuarto
Empieza tratando sobre la casa de las vírgenes escogidas dedicadas al Sol (Acllahuasi), sobre sus
estatutos y ejercicios, la veneración de los indios hacia las cosas que hacían las escogidas, y la ley
contra los que las violasen. No solo en el Cuzco, sino en las distintas provincias del Imperio existían
estas casas de escogidas; el autor desmiente que estas vírgenes eran entregadas por mujeres a los
curacas y los capitanes, ya que estaban dedicadas exclusivamente al Sol y al Inca. Explica
enseguida cómo se casaban los indios del común y por qué casaban al príncipe heredero con su
hermana; detalla las diferentes maneras de heredar el gobierno; cómo se criaban a los hijos; la vida
y ejercicio de las mujeres casadas; cómo se visitaban las mujeres y cómo trataban su ropa.
Menciona también la existencia de mujeres públicas o rameras, llamadas pampayrunas, que vivían
en chozas alejadas de las poblaciones y eran muy menospreciadas. Luego el autor retoma la
historia de la realeza inca y se ocupa de Inca Roca, sexto rey, quien conquistó muchas naciones,
llegando hasta Antahuaylla (Andahuaylas), donde sometió a los Chancas, etnia muy brava y
guerrera que incluía a otras muchas naciones como Hancohuallu, Uramarca, Uillca (Vilcas),
Utunsulla, que ocupaban los actuales departamentos de Apurímac, Ayacucho y Huancavelica,
aunque se sometieron de muy mala gana y con la velada esperanza de rebelarse no bien se
presentase la ocasión. De vuelta al Cuzco, Inca Roca vivió en paz algunos años y envió a su
hijo Yahuar Huaca a la conquista del Antisuyu, región oriental colindante con la selva amazónica.
Explica que el nombre de este príncipe significaba “el que llora sangre” y que fue bautizado así por
haber llorado efectivamente sangre cuando era muy niño. Tiempo después Inca Roca salió
nuevamente en campaña dejando en el gobierno a su hijo; el inca se dirigió esta vez a laprovincia de
Charcas, en el altiplano andino, pero los pueblos se mostraron hostiles y especialmente los jóvenes
se negaron a someterse y dejar sus idolatrías; sin embargo, fueron convencidos por los viejos para
que acataran el vasallaje al Inca. La dominación inca se amplió así hasta los territorios donde
después se fundarían Chuquisaca y La Paz, en la actual Bolivia. Luego Inca Roca volvió al Cuzco y
descansó en paz, dando leyes sabias leyes y fundando escuelas para los nobles en el Cuzco; se
citan algunos de sus dichos sentenciosos, según los recogió el padre Blas Valera. Luego de su
muerte le sucedió su hijo Yáhuar Huaca, que fue así el séptimo Rey, siendo éste más hombre de
paz que de guerra. Pero aun así envió un ejército de 20.000 hombres bajo el mando de su hermano
Apumayta, con dirección al sureste del Cuzco hasta el mar, campaña que permitió la conquista inca
desde la costa de Arequipa hasta Tacana (Tacna). Otra expedición fue enviada a la conquista de
algunas provincias del Collasuyu. El Inca se hallaba enfrascado en estas campañas, cuando debió
afrontar los problemas causados por su hijo mayor, designado para sucederle, quien era díscolo y
de mal carácter. Cansado de intentar doblegar su ánimo, lo recluyó en el paraje campestre de Chita,
a diez km al oeste del Cuzco, poniéndole al cuidado del ganado del Sol, bajo amenaza de muerte si
volvía a presentarse en el Cuzco. No obstante la amenaza, al cabo de tres años el joven se presentó
ante su padre, diciendo que tenía un mensaje de parte de alguien más grande que él. Enojado
Yahuar Huaca, pero picado por la curiosidad de saber quien sería ese otro “más grande” que él,
recibió a su hijo, quien le contó lo siguiente: “… señor, sabrás que estando yo recostado hoy a
medio día (no sabré certificarme si despierto o dormido) debajo de una gran peña de las que hay en
los pastos de Chita… se puso delante un hombre extraño, en hábito y en figura diferente a la
nuestra; porque tenía barbas en la cara de más de un palmo, y el vestido era largo y suelto que le
cubría hasta los pies; traía atado por el pescuezo un animal no conocido”. El personaje de dicha
visión, quien dijo llamarse Viracocha, le advirtió que se preparaba mucha gente de armas en las
provincias sujetas por los incas y de otras aun no sujetas, para marchar contra el Cuzco con la
intención de destruirla. Yahuar Huaca al oír tal relato se enfureció y no quiso creerle tomando todo
como inventos disparatados. Ordenó pues a su hijo que volviera de inmediato a Chita,
amenazándolo con matarlo si regresaba. Tres meses después, llegaba al Cuzco la noticia del
levantamiento de los feroces Chancas, quienes con un ejército nutrido al que se sumaron otras
naciones del Chinchaysuyu, se acercaban peligrosamente al Cuzco. Atemorizado, Yahuar Huaca
abandonó la ciudad y se refugió en Muyna. Enterado de la noticia, su joven hijo abandonó su retiro
de Chita y partió presuroso al Cuzco; en el camino se encontró con su padre, a quien ásperamente
reprochó su conducta. Luego organizó la defensa del Cuzco y fue conocido desde entonces
como Viracocha Inca, pues todos conocían ya sus visiones.
[editar]Libro Quinto
El autor explica cómo se acrecentaban y repartían las tierras a los vasallos, la orden que tenían
estos en labrar sus tierras, y la fiesta con que labraban las tierras del Inca y las del Sol. La tierra que
daban a cada indio, y cómo la beneficiaban. La repartición del agua para regar y cómo castigaban a
los descuidados. El tributo que daban al Inca, y la cuenta de los orones. La provisión de armas y
bastimentos que tenían para los soldados. El oro y plata y otras cosas de estima no eran tributo
obligatorio, sino presentadas voluntariamente, pues solo eran tenidas como ornamentos. La guarda
y gasto de los bastimentos. Daban de vestir a los vasallos. No hubo pobres mendigantes. El orden y
división del ganado y de los animales extraños. Leyes y ordenanzas de los Incas para el beneficio
de los vasallos. Cómo conquistaban y domesticaban los nuevos vasallos. Cómo proveían los
ministros para todos oficios. La razón y cuenta que había en los bienes comunes y particulares. En
qué pagaban el tributo. La cantidad de él, y las leyes acerca de él. Citando a Valera, detalla el orden
y razón para cobrar los tributos. El Inca premiaba a los curacas que le presentaban cosas preciadas.
Luego el autor retoma la historia de los incas y se ocupa del príncipe Inca Viracocha, que fue el
octavo Rey. Éste, luego de dejar a su padre en Muyna, volvió al Cuzco a organizar la defensa, ante
la amenaza de los chancas, y recibió inesperadamente la ayuda de sus vasallos quechuas, que
odiaban a los chancas pues antaño habían sufrido su tiranía. La batalla entre incas y chancas se
libró en Sacsahuana, cerca del Cuzco, y el resultado parecía indeciso pues ambos rivales se
batieron con bravura, hasta que una fuerza de aliados quechuas fueron en auxilio de los incas
atacando el flanco derecho de los chancas, y estos empezaron a flaquear. Muchos lugareños se
fueron también sumando a las fuerzas del Inca en gran número, tan así que tiempo después surgió
la leyenda de los puraraucas o de las piedras que se convertían en guerreros. Después de ocho
horas de lucha los incas se alzaron en triunfo; tanta sangre corrió que el campo de batalla se
denominó desde entonces Yahuarpampa o campo de sangre. El Inca Viracocha se dirigió a la tierra
de los chancas pero se mostró generoso y no desató su venganza sobre las mujeres y niños, por lo
que la población quedó muy agradecida. Luego retornó al Cuzco y se entrevistó con su padre
Yahuar Huaca, a quien desposeyó del imperio. El autor explica enseguida el significado del nombre
Viracocha, y por qué los indios apodaron así a los españoles: según su versión era porque el
fantasma aparecido en sueños al joven inca era barbudo y vestido con túnica, similar a la traza de
los hispanos. También desmiente la versión de que Viracocha era un dios superior al Sol, sino que
era hijo de éste y hermano de los incas, según lamitología inca. En memoria a este dios, el Inca
Viracocha levantó un templo en Cacha, a 16 leguas al sur del Cuzco; allí también hizo levantar una
estatua de piedra que representaba a la deidad. Este templo sería después destruido por los
españoles. También en memoria de su victoria sobre los chancas, mandó pintar en una peña
altísima la figura de dos cóndores. Acabados los festejos, el Inca salió y recorrió su imperio,
anexando nuevas provincias como Huaytará y los Pocras (Huamanca); luego continuó
sucesivamente al Contisuyu y al Collasuyu, llegando hasta Charcas, donde le salió al encuentro una
embajada de indios del reino de Tucma o Tucumán, lejano en 200 leguas, los cuales le pidieron ser
sus vasallos. Acabada la visita del Collasuyu, el Inca pasó al Antisuyu, poblada por gentes más
rústicas. Mientras tanto, el jefe chanca Hancohuallu, no queriendo estar bajo la sujeción de los
incas, decidió partir con su gente hacia la selva. El territorio despoblado por los chancas
(actual departamento de Apurímac) fue repoblado con mitimaes traídos de diversas regiones del
imperio. El Inca Viracocha fue muy aficionado a retirarse alvalle de Yucay, lugar agradable donde
construyó edificios; amplió también el templo del Sol. Vivió algunos años de paz y tuvo con su
esposa, la coya Mama Runtu, un hijo al que puso por nombre Pachacútec, que significa el que
transforma el mundo, nombre que al principio quiso ponerse a sí mismo, pero luego se quedó con el
de Viracocha pues así le empezaron a llamar sus súbditos. También se cuenta que vaticinó la
llegada de los españoles. Fallecido, fue llorado por todos y su cuerpo fue momificado a la usanza de
los incas, y cuenta el autor que vio su momia en Lima, hacia 1560, adonde fuera trasladado por los
españoles junto con los cuerpos de otros incas.
[editar]Libro Sexto
Empieza con la descripción de la casa real de los Incas, sobre su fábrica y ornamento; la manera
como contrahacían de oro y plata todo cuanto había para adornar dichas casas. Los criados de la
casa real y los que traían las andas del rey; las salas que servían de plaza, y otras cosas de las
casas reales. Los entierros de los reyes incas, cuyas exequias duraban un año. Las cacerías
solemnes o chakus que los reyes hacían en todo el reino. El sistema de correo de postas a cargo de
corredores llamados chasquis. El sistema de contabilidad por hilos y nudos llamadosquipus, de cuya
gran fidelidad da fe el autor. Luego el autor se ocupa de las conquistas, leyes y gobierno del
Inca Pachacútec, noveno Rey. Este hizo una visita a su imperio, que le tomó tres años; luego envió
a su hermano, el general Cápac Yupanqui, hacia el Chinchaysuyu, donde conquistó a la nación
Huanta, cuyo principal centro era Sausa (Jauja). Este mismo general anexó también Tarma y Pumpu
(Bombón), hasta llegar a la provincia de Chucurpu, en los Antis (colindante con la selva amazónica).
Luego las tropas incaicas se trasladaron a Ancara y Huaylas, donde castigaron merecidamente a los
sométicos (sodomitas) por las aberraciones que cometían. Luego se describen los edificios, leyes, y
nuevas conquistas que Pachacutec ordenó hacer a su hermano, que esta vez llevó a su sobrino,
llamado Inca Yupanqui. Una nueva campaña se abrió en el Chinchaysuyu, donde se sometió a la
provincia de Pincu, pero otros pueblos —Huaras (Huaraz), Piscopampa (Piscobamba) y Cunchucu
(Conchucos)— se negaron con soberbia a aceptar el yugo de los incas, debiendo ser sometidos con
hambre y astucia militar. Más al norte, el curaca de Huamachuco, hombre sabio, se rindió ante los
incas; en cambio los Cassamarcas se resistieron con las armas pero a la postre se rindieron. De
retorno al Cuzco, Cápac Yupanqui y su sobrino sojuzgaron a los Yauyos. Luego de tres o cuatro
años de paz, los incas retomaron las conquistas, esta vez de los valles de la costa al norte de
Nanasca, poblado por los yungas. Tras ocupar sin resistencia los valles de Ica y Pisco, se
enfrentaron al poderoso señor de Chincha, que al frente de su súbditos resistió tenazmente hasta
que no le quedó otra opción que la de rendirse. Esta fue una conquista de importancia superlativa
pues el valle de Chincha era muy fértil y poblado. Luego el autor pasa a describir la fiesta principal
de los incas, la rendida en homenaje al Sol o Inti Raymi, y cómo se preparaban para ella. Se
detallan los ceremoniales, el sacrificio del cordero (llama), los agüeros y el fuego. También
menciona la ceremonia del huaracu (huarachicu) o de iniciación de los príncipes de la realeza,
equivalente al armarse de caballeros. Retomando la historia de las conquistas de los incas, el
general Cápac Yupanqui pidió nuevos refuerzos al Cuzco para proseguir sus conquistas sobre los
yungas de la costa, refuerzos que le llegaron junto con el príncipe Inca Yupanqui, junto con el cual
marchó contra Chuquimancu, señor de cuatro valles: Runahuánac (Lunahuaná), Huarcu (Huarco),
Malla (Mala) y Chillca (Chilca). En Huarcu se produjo un encuentro sangriento, pero la guerra se
prolongó demasiado hasta que el hambre empezó a acosar a los súbditos de Chuquimancu, quien
presionado por los suyos se rindió a los incas. En memoria a esta conquista los incas elevaron la
fortaleza de Huarcu. Continuando hacía el norte, los incas invadieron el señorío de Cuismancu, que
abarcaba los valles de Rímac y Pachacámac, regiones célebres por dos santuarios que daban
oráculos: el del dios hablador del Rímac, en la actual Lima (posiblemente la huaca Pucllana), y el del
dios Pachacámac, cuyo nombre significa el que mueve la tierra al cual Garcilaso lo define como
un dios no conocido, siendo su templo el más majestuoso y adonde los indios de todas las regiones
iban en romería. Cuismancu no quiso someterse a los incas y trabó resistencia; finalmente los incas
pactaron su sometimiento a cambio de respetar sus cultos; el autor afirma que ello se debió a que
los incas reconocían también como deidad superior al dios Pachacámac. Tras esta conquista hubo
paz por seis años luego de los cuales los incas salieron nuevamente en campaña, esta vez para
conquistar el reino del Gran Chimú, en la costa norte. Esta vez las fuerzas incas estuvieron
comandadas por el príncipe Inca Yupanqui y contaron con el apoyo de los yungas de Chuquimancu
y Cuismancu, antiguos enemigos de los chimúes. La guerra fue larga y sangrienta. Con grandes
esfuerzos los incas avanzaron por Parmunca (Paramonga) y Santa, y no pudiendo doblegar la
resistencia del enemigo, el príncipe inca pidió más refuerzos, que le llegaron en número de 20.000
soldados, y ante lo cual el Gran Chimú, viendo que era imposible resistir más y presionado por sus
propios súbditos, se rindió, sometiéndose en vasallaje a los incas. Cuenta el autor que en memoria
de esta conquista, los incas elevaron la fortaleza de Paramonga (aunque ésta es en realidad
preinca). Ya viejo, Pachacútec descansó de las conquistas y se dedicó a los oficios de paz.
Construyó templos del sol en las principales poblaciones de su imperio, así como casas de
escogidas y depósitos o graneros. Amplió también el Cuzco y levantó nuevos edificios. Dejó su
imperio a su hijo Inca Yupanqui, al que tuvo en la coya Anahuarque. Finaliza el autor este libro
citando a Valera sobre otras obras de Pachacútec en lo que respecta a la creación de escuelas y
sus leyes para el buen gobierno, así como algunos de sus dichos sentenciosos.
[editar]Libro Séptimo
Empieza mencionando las colonias que hacían los Incas, trasladando poblaciones hacia zonas
despobladas. Llamábase a la gente así trasladada mitimaes y por lo general se trataban de
poblaciones belicosas que eran desarraigadas de su lugar de origen a fin de tenerlas vigiladas. Otra
política de los incas era criar a los hijos de los señores o curacas en la corte del Cuzco, a fin de
quechuizarlos. Luego cita el autor al padre Valera sobre la importancia de la lengua cortesana de los
incas o lengua general del Perú, el quechua o runasimi, en un mundo andino regionalizado donde
existían muchas lenguas y dialectos. Se describe la tercera fiesta principal de los incas (la primera
era el Inti Raymi y la segunda, la del huarachicu, ya mencionados en el anterior libro) que se
llamaba Cusquieraymi y era también en homenaje al Sol; había una cuarta fiesta importante,
llamada Citua, que era dedicada a la expulsión de las enfermedades y otras penas, con un ayuno
previo. Enseguida se describe la imperial ciudad del Cuzco, cuyos barrios representaban a todo el
imperio; se describe el sitio de las escuelas, el de tres casas reales, y el de las escogidas, así como
los barrios y casas que había al oeste del arroyo. Luego el autor retoma la historia imperial inca y
relata las conquistas de Inca Yupanqui, hijo y sucesor de Pachacútec y décimo Rey. Este Inca es
incluido exclusivamente por Garcilaso en la lista real incaica, pues otros cronistas no lo mencionan.
Partió a conquistar el país de Musu (o Moxos), cruzando la provincia de los Chunchos y
adentrándose más en la selva amazónica; sobre esta expedición orlada por los incas con proezas
fantásticas, quedaban algunos rastros que los españoles comprobaron cuando hicieron entradas en
dicha provincia. El Inca intentó también la conquista de la provincia de los chiriguanas, más allá de
Charcas, pero fracasó. Su siguiente plan fue la conquista del reino de Chili, al sur de sus dominios,
región poblada por los belicosos araucos (araucanos). Tras un meticuloso preparativo, se puso en
marcha un poderoso ejército inca, que llegó a sumar 50.000 soldados y que realizó una marcha
triunfal desde Atacama, pasando por Copayapu (Copiapó), Cuquimbu (Coquimbo), hasta llegar al
valle de Chili, que da nombre a la provincia. Luego continuaron más al sur y llegaron hasta el río
Maulli. No contentos con haber extendido las fronteras del Imperio más de 500 leguas de largo, los
incas siguieron más al sur, pero se encontraron con la feroz resistencia de los purumaucas. No
viendo mayor beneficio en reducir a poblaciones extremadamente brutas y salvajes, los incas
retrocedieron y fijaron la frontera en el río Maulli. Luego el autor se extiende relatando
el descubrimiento de Chile por obra de los españoles, la llegada del gobernador Pedro de Valdivia,
la guerra entre españoles y araucos, la muerte de Valdivia (1554), luego de la cual los indios se
mantuvieron en pie de guerra durante 50 años y todavía seguían así al momento de escribir la obra
el autor, según las últimas noticias desgraciadas que le llegaron de Chile sobre una rebelión general
en 1599. Volviendo a la historia inca, tras poner punto final a las conquistas, Inca Yupanqui llevó una
vida quieta hasta su muerte, por enfermedad. Dejó como sucesor a su hijo Túpac Inca Yupanqui,
que tuvo en la coya Chimpu Ocllo. Los últimos capítulos de este libro el autor los dedica a la
descripción de la fortaleza del Cuzco, Sacsayhuamán, y la grandeza increíble de sus piedras.
Considera que lo más admirable de esta obra arquitectónica son los tres muros de la cerca, pasadas
las cuales existía una plaza larga y angosta donde había tres torreones fuertes, el del medio circular
y los de los flancos cuadrados. Menciona a los cuatro maestros mayores de la fortaleza y relata la
historia de la piedra cansada, un inmenso bloque pétreo que no llegó a su destino.
[editar]Libro Octavo
En este libro el autor relata las conquistas de Túpac Inca Yupanqui, undécimo Rey, cuyo nombre
significa el que relumbra o resplandece. Empezó por preparar la conquista de los Chachapuyas
o Chachapoyas, situada al oriente de Cajamarca, pero previamente debía someter a la provincia de
Huacrachucu (que significa tocado o sombrero de cuerno), cuyos habitantes resistieron con las
armas hasta que acataron ser vasallos del Inca. Luego se relata la conquista de los primeros
pueblos chachapoyas, llamados también chachas, quienes trabaron brava resistencia en Cúntur
Marca y Cassamarquilla. Los incas prosiguieron la conquista de otros pueblos y naciones bárbaras,
que eran más propiamente dicho behetrías habitadas por gente muy salvaje y bestial. Una vez
sujetos a los incas, estos se encargaron de civilizarlos, tan así, que dos de esas provincias,
Cascayunca y Huancapampa, llegaron a ser de las mejores del imperio. Otras tres provincias
belicosas y tenaces, Cassa, Ayahuaca y Callua, que fueron conquistadas después. Luego Túpac
Yupanqui se dedicó a visitar su imperio, ordenando levantar en varios puntos grandes edificios como
casas reales, depósitos, casas de escogidas, etc. pasado algunos años reemprendió las conquistas:
la siguiente provincia en ser anexada fue la de Huánucu, en la sierra central del Perú, cuyo principal
centro (Huanucopampa) se convirtió en la cabecera de muchas provincias. Luego se aprestó a
realizar la conquista de la provincia de los Cañaris, gente belicosa y valiente, en el actual territorio
de Ecuador. De camino hacia allí, sometió a la provincia de los Paltas, indios que se deformaban la
cabeza y en cuyo territorio cultivaban unos frutos muy preciados llamados también paltas
(aguacates). Llegado al país de los cañaris, el Inca hizo a estos los requerimientos acostumbrados,
es decir les dio la opción de rendirse pacíficamente o de tomar las armas para medirse con las
suyas; los cañaris, luego de deliberar entre ellos, aceptaron someterse. Los incas construyeron en
ese país canales, acequias, así como edificios; especialmente se engalanó con muchas
construcciones Tumipampa, que se convirtió en la cabecera de la región. Luego continuaron las
conquistas de otros pueblos, entre ellos los huancavilcas, hasta llegar a los confines del reino
de Quito. Tras algunos años de quietud, Túpac Inca Yupanqui organizó la conquista de Quito, reino
extenso y muy rico, para lo cual apercibió 40.000 soldados que se concentraron en Tumipampa.
Pero el rey de Quito era muy bárbaro y tosco, y por ende muy belicoso, y sin más, rechazó los
requerimientos del Inca. Los quiteños resistieron durante mucho tiempo trabando varios combates
indecisos con las tropas del Inca. Viendo éste que la guerra se prolongaba demasiado, ordenó a su
joven hijo Huayna Cápac que se ejercitase en la milicia y le encomendó el mando de 12.000
hombres. Trasladado al frente de lucha, Huayna Cápac se destacó pese a su juventud y fue ganado
poco a poco el reino de Quito, al punto que su padre decidió volver a descansar al Cuzco, dejándole
el mando de la campaña. La conquista de Quito duró tres años, y se cuenta que el rey quiteño murió
de pena al ver perdido la mayor parte de su reino. Huayna Cápac prosiguió las conquistas
marchando más al norte; conquistó la provincia de Quillacenca y llegó hasta Pastu, Otauallu y
Caranque, quedando en esos parajes fijaba la frontera septentrional del Imperio. Rematada así las
conquistas de las provincias del norte, Huayna Cápac regresó al Cuzco a dar cuenta a su padre,
siendo recibido en triunfo. El autor cuenta que el príncipe casó tres veces, y nombra a sus esposas:
Pillcu Huaco, Raua Ocllo y Mama Runtu; la primera no le dio hijos y las restantes fueron
consideradas al mismo tiempo como coyas o reinas legítimas y dieron descendencia. Pasado algún
tiempo de quietud y sosiego, el Inca Túpac Inca Yupanqui enfermó gravemente e hizo su
testamento, dejando el imperio a su hijo Huayna Cápac. Su cuerpo fue embalsamado según la
costumbre inca; el autor vio su momia en el año de 1559, y según él, parecía tener vida. Luego
Garcilaso hace una larga enumeración descriptiva de las riquezas naturales nativas del Perú: los
animales mansos y bravos, las mieses y legumbres, frutas y aves, piedras y metales preciosos.
Trata sobre el maíz (que en la lengua del Perú se llamaba zara; maíz es nombre de origen
caribeño), y una semilla llamada quinua que los españoles llamaron mijo, así como otras semillas
como los purutus (frijoles) y el tarwi (chocho); de las legumbres que se crían debajo de la tierra
(papas, ocas, batatas); de las frutas de árboles mayores (pepinos, guayabas, pacaes, paltas,
lucmas); del árbol mulli y del pimiento o uchu (ají), este último infaltable en los potajes nativos; del
árbol maguey y de sus propiedades; del plátano, piña y otras frutas sabrosas; de la preciada hoja
llamada cuca o coca, y del tabaco; del ganado manso y las recuas que habían (se refiere a las
llamas y alpacas); del ganado bravo (guanacos, vicuñas, tarucas) y otras sabandijas (zorros,
zorrillos, vizcachas), así como leones (pumas), osos, tigres, micos y monas; de las aves bravas de
tierra y agua bravas y mansas; de las perdices, palomas y otras aves menores; las diferentes
especies de papagayos y su mucho hablar. Menciona y describe también a cuatro ríos
famosos: Amazonas o Río Grande, Apurímac, Marañón y el Río de la Plata o Paraguay; así como el
pescado que se cría. Finaliza tratando sobre las esmeraldas, turquesas y perlas, el oro y la plata, el
azogue, y cómo se fundían los metales antes de los españoles.
[editar]Libro Noveno
Empieza el autor narrando las grandezas y magnanimidades de Huayna Cápac, el doceavo
soberano inca, quien inició su reinado haciendo una visita general a su imperio. Tuvo por entonces
un hijo, al que después llamó Huáscar Inca, cuyo nombre, que significa soga o maroma (Huasca),
fue debido a que en homenaje a su nacimiento su padre ordenó hacer una pesada cadena de oro de
700 pies de largo. Huayna Cápac tuvo otro hijo, llamado Atahualpa, quien, según afirma Garcilaso,
nació en Quito, siendo su madre la hija del rey quiteño sometido (aunque ahora se puede asegurar
que en realidad nació en Cuzco y que fue hijo de una coya cuzqueña). Enseguida se detallan las
conquistas de Huayna Cápac, que sometió pacíficamente a diez valles de la costa
entre Pacasmayo y Tumbes, para después regresar a Quito, donde pasó dos años construyendo
edificios. Luego volvió a ponerse en campaña y se dirigió a Túmpiz o Tumbes, habitada por gente
“regalada y viciosa”, quienes de buena gana aceptaron la dominación inca; allí el Inca construyó una
fortaleza, un templo de sol y una casa de escogidas. Luego castigó a los indios huancavilcasque en
el reinado de su padre habían matado a las autoridades incas. Luego de hacer otra visita al Imperio,
Huayna Cápac se dirigió contra la isla de la Puná, cerca de Tumbes, donde reinaba un reyezuelo
llamado Tumpalla, quien aceptó ser vasallo del Inca, aunque de mala gana y con el propósito de
rebelarse a la menor ocasión. En efecto, al momento en que las autoridades incas pasaban en
barcas hacia la isla, fueron atacados intempestivamente por la gente de Puná y arrojados al mar,
siendo asesinados a golpes usando como garrotes sus propios remos. La respuesta de Huayna
Cápac no se hizo esperar y el castigo contra los de Puná fue terrible: los principales rebeldes fueron
ejecutados de diversas formas: unos fueron degollados, otros ahorcados y algunos descuartizados.
Otra rebelión protagonizaron los Chachapoyas, al este de Cajamarca; contra quienes marchó
enseguida Huayna Cápac, pero antes de llegar a su destino un cortejo de mujeres chachapoyas,
encabezadas por la que fuera concubina de su padre Túpac Inca Yupanqui, rogó por el perdón de
los suyos, esgrimiendo muchas razones que convencieron al Inca. Luego Huayna Cápac se dirigió a
la costa del actual Ecuador, donde sometió a pueblos primitivos, como los Manta, que adoraban a
una esmeralda y que practicaban la sodomía y otras prácticas sexuales nefandas. Luego de someter
a otros pueblos, el Inca continuó más al norte, hasta llegar a Passau, ya debajo de la línea
equinoccial, poblado de gente más salvaje y bruta todavía. Ante tan desoladora visión, Huayna
Cápac retrocedió, pues consideró que aquellos salvajes no merecían tenerlo por señor. Luego
Garcilaso, citando al cronista Cieza, trascribe una leyenda de gigantes que supuestamente habitaron
la punta de Santa Elena y cuyos restos óseos podían aun verse en su tiempo. Cuenta también que
durante una fiesta del Inti Raymi, el Inca se atrevió ver al Sol en plena ceremonia, lo que fue tomado
por mal presagio por los indios. Durante otra visita que hizo a sus reinos, se enteró de la sublevación
de los Caranques, nación situada en los confines del reino de Quito, que como salvajes que eran,
mataron y se comieron a las autoridades del Inca. Huayna Cápac mandó su ejército contra los
rebeldes, quienes fueron sometidos y castigados merecidamente: unos 2000 fueron degollados y
arrojados en una laguna que desde entonces se llamó Yahuarcocha o laguna de sangre. Cuenta
enseguida el autor que Huayna Cápac decidió darle el Reino de Quito a su hijo Atahualpa, pues era
su preferido, y que Huáscar, que era el legítimo heredero del Imperio, aceptó la voluntad paterna.
Menciona también los dos caminos incas que surcaban transversalmente el Imperio, uno de la costa
y el otro de la sierra (el Cápac Ñan), y sobre las noticias que Huayna Cápac tuvo de los españoles
que por entonces recorrían la costa norte del Imperio; también sobre las señales vistas en el cielo
que anunciaron por entonces la caída del Imperio Inca y el cambio radical de la forma de la vida
andina que se avecinaba. Finalmente, Huayna Cápac enfermó y murió, y en su testamento ordenó a
sus súbditos que obedecieran a los extranjeros invasores que ya se acercaban, pues éstos eran
poderosos e imbatibles, de acuerdo a una profecía antigua, que aseguraba que tal suceso ocurriría
tras el duodécimo Inca. Luego, el autor describe las animales, plantas y otras cosas que los
castellanos trajeron al Perú: las yeguas y caballos, cómo los criaban al principio, y lo mucho que
valían; las vacas y bueyes, y sus precios altos y bajos; los camellos, asnos y cabras, y sus precios y
mucha cría; las puercas y su mucha fertilidad; las ovejas y gatos caseros; los conejos y perros
castizos; las ratas y la multitud de ellas; las gallinas y palomas; el trigo; la vid y el primero que
produjo uvas en el Cuzco; el vino, y el primero que lo hizo en el Cuzco, y sus precios; el olivo y
sobre quien lo llevó al Perú; las frutas de España y la caña de azúcar; las hortalizas, flores y yerbas;
el lino, espárragos, biznagas y anís. Luego menciona los nombres nuevos para nombrar a las
diversas generaciones nacidas en el Perú: criollo, mestizo, mulato, cholo, entre otros. Retomando la
historia inca, el autor cuenta que una vez muerto Huayna Cápac, reinaron sus dos hijos unos cuatro
o cinco años en paz: Huáscar como Sapa Inca y Atahualpa como rey de Quito. Sin embargo,
Huáscar se dio cuenta del error de su padre de dar a Atahualpa el gobierno de una inmensa
provincia del norte, pues así quedaba bloqueada la ampliación de la frontera norte por parte de la
casta cuzqueña, pues en el resto de las fronteras se había llegado a límites infranqueables, como el
mar, las selva y el territorio al sur del Maule, poblado de salvajes. También entrevió que tal partición
del imperio contradecía el mandato del primer inca Manco Cápac, que solo admitía un imperio
incaico único. Con tales razones, Huáscar invitó a su hermano que fuera al Cuzco para que jurara
como su vasallo, en aras de un interés mayor como la unidad del Imperio. Atahualpa, con astucia,
simuló acatar la orden, pero pidió permiso para llevar consigo a miles de sus vasallos, a fin de
celebrar fastuosamente las exequias de su padre, lo que Huáscar, sin sospechar malicia, aceptó.
Secretamente, Atahualpa ordenó a sus generales que organizaran batallones y que le siguieran
sigilosamente en su marcha al Cuzco; solo cuando ya estaba cerca del Cuzco ordenó a sus tropas
que enarbolaran sus insignias y marcharan en orden de batalla contra Huáscar. Sus principales
maeses de campo eran Challcuchimac y Quisquis; sus tropas superaban los 30.000, mayormente
soldados experimentados en las últimas guerras de conquista realizadas por Huayna Cápac.
Huáscar, sorprendido, convocó a sus tropas pero ya era tarde y solo pudo reunir unos 10.000 de los
suyos y otras tropas del Contisuyo, que eran inexpertas, mientras otras con más experiencia y
número, las del Collasuyo, tardarían en llegar por su lejanía. Hubo una serie de encuentros, hasta
que la batalla definitiva se dio cerca del Cuzco, en Quepaypampa, donde los atahualpistas
triunfaron, merced a su mayor número y experiencia militar. Aquel campo se conoció después como
Yahuarpampa o campo de sangre. El mismo Huáscar fue capturado y atado. Atahualpa, por
naturaleza crudelísimo, ordenó una matanza de toda la familia de su hermano, sin respetar niños ni
mujeres; se describe la manera espeluznante cómo se cumplió esta orden, aunque algunos de la
casta cuzqueña lograron salvarse, entre ellos, según cuenta Garcilaso, estuvieron su madre y su
tío, Isabel Chimpu Ocllo y Francisco Huallpa Túpac Yupanqui, que por entonces eran unos
muchachos. Pero la ira de Atahualpa se cebó también con los criados de la casa real y poblaciones
enteras fueron diezmadas. Otro en salvarse fue el que después sería príncipe Manco Inca, otro de
los hijos de Huayna Cápac. La crueldad de Atahualpa fue tan extremada que en tiempos de la
conquista española todavía los supervivientes de la masacre guardaban odio profundo hacia quien
consideraban un inca advenedizo o auca (traidor) y hasta dudaban si en realidad era hijo de Huayna
Cápac, ya que su conducta contrastaba con la natural piedad y benevolencia de los antiguos incas.
Es por ello que Garcilaso, que tenía también sangre inca, no incluye a Atahualpa en su lista de los
reyes incas. Finaliza el libro contando su autor que por el año 1603 se enteró que existían todavía
más descendientes de la sangre real de los Incas, que suplicaban entonces a Su Majestad española
excepciones de tributos y se quejaban de otras vejaciones que se les hacían.