Oye Arnold! Donde Estás? Tomo 3

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    O ye Arnold! © 1996 by Nickelodeon/Viacom y Craig Bartlett.Oye Arnold! ¿Donde estás? 2009 por Hebo Freire.

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     Esta escrito, lo amo y lo amare por siempre.

     El pequeño libro azul 

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    9 El bolevar de los sueños rotos.10 Ese chico con gafas11 Un largo dia escolar.12.Un mal dia13.Los pensamientos de Arnold14.Amor y Fresas15. Intervencion16.La trampa

    17.La extraña desaparición de Arnold18.Sunset arm: habitacion #1319.Una extraña primera cita20.Dimesión desconocida21.La balada de Abner.

     Contenido

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     El bulevar de los sueños rotos

    Los chicos caminaban hacia el campo Gerald a jugar béisbol, comoera habitual.

     —¿Supieron lo último? El príncipe encantador cortó con Helga enla feria del vecindario - Dijo Rhonda sacando a relucir el tema del día- al parecer al n se quitó los lentes color de rosa.

      —Pobrecita, Ella debe estar sintiéndose muy mal. Comentó Sheena.  —Seguro, debe estar encerrada en su casa y no querrá ver a nadie.Dijo Rhonda.

     —¿Pero por qué le terminó? ¿Que no se llevaban muy bien?Cuestionó Sid.  —¡Ah! Por amor a dios, estamos hablando de Helga, conociéndolaseguramente lo echó a perder. A decir verdad yo no le veía futuro aesa pareja. Dijo Rhonda.  —No deberías alegrarte de la desgracia ajena. Replicó Arnold.  —No me alegro... en realidad hacían una pareja adorable perode ninguna manera iba a ver un “y vivieron felices para siempre”- Rhonda se adelantó al grupo - Muy seguramente no vamos a ver aHelga en un largo tiempo.

    Y entonces al llegar al campo Gerald se encontraron a una gura parada en medio del campo.

      —Quince minutos tarde. Reclamó Helga con voz de mando, sinuna sola expresión de tristeza en su cara.  —¿Helga que haces aquí? creímos que estabas... dijo Rhondavisiblemente sorprendida  —¿Qué? llorando en mi casa, abrazada a mi almohada, escuchandomúsica de despecho, no soy tan patética como tú... – Helga escupióal suelo y luego se dirigió al resto de sus compañeros - Y bien ¿van a

     jugar o van a seguir hablando de mi vida, obra y milagros? —Pues no... Balbuceo Rhonda.

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      —Entonces ¿Qué les parece si jugamos? O ¿tienen algúninconveniente al respecto?  —Pues yo si tengo algo que decir, pero no tengo ganas de pelear.Dijo Harold.

      —Pues señores no perdamos tiempo, quiero ver sus respectivostraseros en cada una de las bases, yo seré el cátcher del día de hoy ysi tienen algún problema con eso, me lo informan y Betzy responderáa sus inquietudes. Dijo Helga retomando su posición como líder,ninguno puso objeción alguna, se limitaron a hacer caso sin discutirnada, salvó Phoebe quien la siguió.

     —Pero Helga... le dijo.

      —Pero nada - Helga le tiró el guante a Harold - en posición niñorosa. — A la orden Madame mamí. Obedeció el chico parándose sobre

    la arena.Una vez todos tomaron su posición, el juego arrancó y Helga volvió

    a integrarse al grupo como si nunca se hubiera ido.  —¡Vaya! Helga tiene el corazón de piedra, ayer le terminaron y hoyesta como si nada. Dijo Gerald sorprendido por el temple de Helga.Arnold guardó silencio y recordó la feria y la cabina de teléfono. Eracomo si Helga hubiera resurgido de las cenizas o hubiera montadouna muy buena actuación, Sin embargo se alegró que ella hubieravuelto.  El juego fue entretenido, se divirtieron, anotaron carreras, Helgaevitó muy a su manera que Curly se robara una de las bases. Eugenele dio a la bola en su turno pero el bate se soltó de sus manos y fue

    a dar a las gradas, cuyos espectadores huyeron menos el infortunadoIggy que recibió el impacto, por suerte no fue grave y el juego pudocontinuar.

    Al nal, los chicos se divirtieron mucho.  —Helga esto va a sonar extraño pero echábamos de menos tusgritos. Dijo Stinky.  —¡Ay! que tierno Stinko, te aseguro que mañana me extrañaras

    más... de nuevo a las 4. Ordenó Helga mientras todos partían haciasus casas.

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      —Sí, su señoría. Exclamó Stinky. Arnold se iba con Gerald pero se quedó un instante al ver que una chicase acercaba a Helga con una caja en sus manos, ellas intercambiaronalgunas palabras y entonces la chica le entregó la caja a Helga, ella

    miró de soslayo el contenido de la caja y luego siguió su camino.  —Vamos Arnold. Le dijo Gerald.  —Adelántate, te veo después. Dijo Arnold y fue tras Helga.  —De acuerdo. Dijo Gerald y se adelantó. El chico alcanzó a Helga,

     —Helga. Dijo él a sus espaldas y ella se sobresaltó al escuchar suvoz.

     —Zeppelín, me asustaste. Contestó Helga.

      —Lo siento, no era mi intención.  —Nunca es tu intención. Murmuró Helga.  —Y ¿Cómo estás?  —No es de tu incumbencia pero hoy me siento de muy buen humor.

     – Dijo Helga y se detuvo esculcando la caja y sacó un casete de un juego – a propósito esto es tuyo.

    Helga le entrego el juego de la “Ocarina del tiempo” Arnold loobservo, tenía dibujada una calavera roja en la caratula, la cual noestaba antes.

     — Estaba así cuando me lo entregaste. Dijo Helga. —No importa. Dijo Arnold.

      —Muy bien. Dijo Helga y siguió su camino sin ningún deseo dequedarse a charlar.

     —Supe lo que pasó. Dijo Arnold siguiéndola.  — Los chismes vuelan pero no tiene importancia, esas cosas pasan.

     —Es cierto, pero... - por primera vez en la vida no sabía exactamenteque decir o hacer - no deja de ser triste ¿verdad?

     —¡Oh sí! Lo es... sin embargo me sobrepondré no fue tan terrible,terminamos en muy buenos términos, sin rencores, me devolvió miscosas, le devolví sus cosas, un apretón de manos, besos, abrazos, notuve que llamar a mi abogado, pudo a ver sido peor. Dijo Helga connaturalidad. Arnold esperaba que se quejara como solía hacerlo.

      —Pero.  —Es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca.

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    Dijo Helga sin remordimientos.  —Creo que tienes razón.  —Me voy a casa. Dijo Helga.  —Te importa si te acompaño. Dijo Arnold.

      —No solo me importa sino que me molesta, así que ha molestara otro ¡Camarón con pelos! Dijo Helga con frialdad y se marchó. Elchico se quedó atrás molesto por su actitud grosera.

    ***

    Helga regresó a su casa, entrando por la puerta lanzó la caja al

    suelo y se dirigió a la cocina, no encontró a nadie y tampoco encontrócomida, buscó algo en la nevera y en las despensas pero no encontrónada cocido que pudiera comer, aburrida, rondo por la cocina y sumirada se topó con un recetario de cocina sobre el mesón. Era un librode la colección de “cocina para Dummies”  —Alguien aprendiendo a cocinar en esta casa… Ja. - Bufó con

     burla ojeando el libro con desdén– como si fuera posible un milagroasí.  El chico la había seguido hasta su casa, desde la distancia y una vezla vio, regresó sobre sus pasos, topándose con Miriam Pataki, quienllegaba cargando unas enormes bolsas del supermercado.

     —Hola, tu eres uno de los compañeros de Helga, eres… ¿Arthur?  —Arnold. La corrigió amablemente el chico  —¡Ah! Hace mucho que no te veía ¿venias a ver a Helga?  —No exactamente, solo pasaba por aquí. Dijo Arnold.

      —Oh ya veo. Dijo Miriam y siguió su camino pero sus llavescayeron al suelo y ella se agachó para recogerlas, entonces la boca dela bolsa se abrió y las naranjas rodaron por el suelo. Arnold le ayudóa recogerlas y luego le ayudo a cargar el paquete.  —Eres muy amable. Dijo Miriam mientras el chico la acompañabahasta la puerta – Helga debe estar en casa, ¿quieres seguir? Hare jugode naranja.

      —No gracias, tengo que regresar a casa. Dijo Arnold entregándolela carga y bajó las escaleras.

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      —De acuerdo, gracias. - Dijo ella entrando a la casa – ¡Helga!¿Estás aquí?  Después de que la puerta se cerró, el chico entornó los ojos,realmente si quería jugo de naranja, pero sabía que a Helga tal vez no

    le haría gracia verlo ahí.

    ***

    Miriam entró a la cocina y encontró a Helga frente a la estufa conun par de ollas sobre el fogón.

     —¿Qué haces?

     —Cocinando, porque aquí nunca hay nada de comer. Dijo Helgacon desdén.  —Fui por unas cosas al supermercado. - Dijo Miriam pasando poralto el comentario de su hija – y me encontré a ese chico de tu curso.  —¿Cuál chico?  —Ese chico amable que te ayudó cuando te golpeaste la cabeza,estaba en frente de la casa. - Contestó Miriam y Helga arqueó su ceja.

     –es un chico bueno y noble ¿no crees?  —Seguro Miriam, y es un bobo y metiche también. Dijo Helgaechando la sal en una cantidad exagerada en la olla.  — No sabía que te interesaba la cocina Helga ¿quieres que te ayude?  —No, ya voy a la mitad. Dijo ella y probó el agua haciendo unamueca, el arroz le había quedado muy salado.

    ***

    El chico entró a la casa dirigiéndose a su cuarto, cruzando por lasala.  —¿Eres tu hombre pequeño? Dijo el abuelo sentado en su sillaleyendo el periódico, en compañía de la abuela y una de las mascotas

     –¿Dónde estabas?  —Estaba en la casa de Helga.

    Su respuesta tomó por sorpresa al abuelo.  —¡¿Le estás montando guardia?! – exclamó el abuelo rompiendo

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    el diario por el medio – Re cáspita! ¡Pero ella está con ese otro chico!  —Abuelo, no es lo que crees. - Dijo Arnold entornando los ojos conaburrimiento ante su exagerada reacción– y además ellos terminaron.

     —Así que tu amiguita de una sola ceja terminó con el tal héroe.

    Dijo el abuelo recobrando la compostura.  —Si. Contestó Arnold, sentándose en la silla de al lado  —Eso debe alegrarte mucho. Dijo el abuelo dejando el periódicosobre sus rodillas.  —Realmente no, Helga actúa como si nada hubiera pasado peroen el fondo sé que esta lastimada, pensaba decirle algo que la hicierasentir mejor, pero no sé qué decir exactamente.

      —Arnold ¿Estás perdiendo el toque? preguntó el abuelo sorprendido. —No sé qué decirle, conozco a Helga, si digo la más mínima silabaincorrecta me hará pedazos pero... Dijo Arnold.

    La abuela escuchó atentamente la conversación mientras espulgabaa la mascota, sentada en la silla mecedora de la sala.

     —Cuando algo lastima el corazón de una mujer, duele mil vecesmás que a un hombre y muchas veces esa clase de heridas no se curancon palabras, sino con acciones. Dijo ella poniéndose seria como

     pocas veces.  —Galletita, eso es lo más sensato que has dicho este año. Dijo elabuelo asombrado.  —Yo digo cosas sensatas todo el año... - protestó la abuela y selevantó dejando caer al animal al suelo, el cual se levantó y se echó acorrer - lo que pasa es que raras veces me entienden.

     —Pero lo que has dicho tiene sentido... las mujeres son una ciencia

    asombrosa y peligrosa, un paso en falso y se acabó. Dijo el abuelo.El chico pensó en lo dicho por su abuela y tal vez ella tenía razón

    tal vez una acción valía más que mil palabras. 

    ***

    En la escuela al día siguiente, todos los chicos estaban en el salón

    charlando y jugando, Arnold estaba en la puerta junto con Gerald ySid cuando una sombra lo cubrió.

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      —¡Quítate! Gritó Helga y Arnold saltó contra la pared asustado,Helga entro al salón y todos se volvieron a verla.

      —¡Si! ¡Soy yo! Tarados. Dijo Helga con su expresión malhumoradade siempre y sin añadir nada más fue a su puesto.

     —De vuelta a lo clásico. Dijo Gerald mientras su amigo recuperabael pulso normal.

     —Si Gerald, estoy totalmente de acuerdo contigo. Dijo Arnold yentornó los ojos. Pero no lo sintió de esa forma.

     ***

    Las clases nalizaron sin ninguna novedad, Arnold regresó a sucasa, frustrado, no había tenido la menor oportunidad con Helga, ellase limitaba a mirarle con odio y a evitarlo como a la peste. Arnold nosabía que la razón por la que Helga lo evitaba era porque él mismohabía sido razón que condenó su tórrido romance escolar al fracaso.

    Al llegar la noche Arnold sacó a pasear a Abner su cerdo mascotay recorrieron el vecindario, luego fueron al parque encontrando aHelga parada sobre el puente del lago, donde meses atrás había sidosalvada por el príncipe encantador.  —Hola Helga ¿Qué haces aquí? La interrumpió. Helga levantó sucabeza con pesadez.  —¡Ah! eres tú, - le contestó con aburrimiento - solo estaba

     pensando en la inmortalidad del cangrejo.  El chico se detuvo a su lado y Abner olfateó los zapatos de Helga.  —¿Puedo quedarme un rato contigo? Preguntó y ella se volvió

    hacia él con el ceño fruncido, fulminándolo con la mirada.  —¡No! Contestó Helga secamente y se alejó, recorriendo elsendero. El chico no se dio por vencido y la siguió jaloneando lacorrea de Abner. Helga notó que la seguía y se enojó, se detuvo y loamenazó con su puño derecho.  —¿Que parte de “no” no entendiste? Preguntó lo más agresiva que

     pudo.

      —Iba por este mismo camino. - Dijo Arnold sin amedrentarse enabsoluto – Es un país libre.

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      —¡Y tiene que ser justo por el camino por donde voy yo!  — ¡Oye tranquila! Solo pasaba por aquí. Dijo Arnold levantandolas manos.  —¡Pues sigue y piérdete! Exclamó Helga y siguió su camino.

      —No es mi intención fastidiarte, Helga, solo trato de ser amablecontigo, quiero saber si estás bien.  —¿Que no ves? Estoy bien. Dijo Helga.

     —No lo pareces realmente. Dijo Arnold.  —Que yo esté o no este, no es asunto tuyo, Zeppelin! ExclamóHelga.  —Tal vez no, pero quiero saber. Dijo Arnold y su insistencia

    fastidio a Helga.  —¿No tienes cosas que hacer en la vida? bramó Helga volviéndosehacia él, con muchas ganas de darle un buen golpe.  —Estoy hablando contigo. - Contestó Arnold y Helga bajó loshombros - Solo quiero saber cómo estás, como estás realmente.  —¡A ti que demonios te importa! ¡Ah claro! se me olvidaba. Elgran samaritano quiere consolar a este pobre corazón destrozado ydespechado.  —No es necesario el sarcasmo, Helga, solo estoy preocupado porti eso es todo. Dijo Arnold entornando los ojos.  —¿Preocupado por mí? Pero ¡Qué lindo! ¡Qué lindo eres! Eres tan

     bueno, realmente me conmueves Cabeza de balón, - El sarcasmo le brotaba por los poros de la piel - pero no hay nada de qué preocuparse.

     —No sé cómo lo logras, yo en tu lugar estaría triste y despechado,con ganas de cortarme las venas.

      —Yo no soy tan patética como tú o como el resto de la humanidad.Dijo Helga.

     —No, pero tampoco eres un monstruo al que no le duele que lerompan el corazón. Dijo Arnold y esa frase hizo que bajara las armas

     por un momento.  —Tal vez si soy un monstruo, un monstruo despiadado, tú deberíassaberlo mejor que nadie.

      —No, no lo eres.  —Si lo soy, vaya que lo soy.

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      —El hecho de que las cosas hayan salido mal no signica que hayasido tu culpa.

     —Lo arruine viejo, lo arruine por completo, me obsesione con eltipo y…

      —Porque obsesionarse así por alguien, me parece una tontería -Interrumpió Arnold sin contemplaciones pensando que se refería aAnthony - debes sentirte muy sola para hacer algo así.

     —¡¿Por qué no te largas?! - atajo Helga molesta - ¡alguna alma endesgracia debe necesitar de ti! ¡Ve! el mundo te necesita.

     —De acuerdo, ya me voy. Dijo Arnold enfadándose también y pasó por su lado, Helga se quedó en su lugar con los brazos cruzados,

    guardándose toda su amargura mientras el chico se alejaba jalando lacorrea de Abner, deteniéndose de repente. Ese fue el momento exactoen que todo cambió, por más que quiso alejarse de esa repelente chica,no pudo.  —¿Sabes una cosa? Estoy molesto con ese tipo... tu nunca eresdulce con nadie y cuando lo fuiste te lastimaron. Dijo Arnold y alescuchar eso Helga arqueó su ceja, fue una frase muy dulce, una frasedigna del Arnold que tanto amaba.

     —Fue lindo... - Dijo Helga con mirada triste - fue lindo tenera alguien que le gustara como soy, alguien que me necesitara, fuelindo tener a alguien que se quedara conmigo aún después de ver lodesagradable que puedo ser.  ¿Desagradable? Ella no era desagradable, grito su subconsciente yquiso gritárselo, pero no se atrevió.

     —Estoy seguro que algún día encontrarás de nuevo a ese alguien...

     —Ya lo encontré Arnold, ya encontré a esa persona especial y laextrañaré como no tienes ni idea, pero todo terminó. Dijo Helga y sefue caminando por el sendero.

     —¿Y si él no era ese alguien? preguntó. —Si lo era... Prosiguió ella pateando una piedra y una lágrima se

    le escapó de los ojos, la seco disimuladamente con la manga de suchaqueta.

      —Yo no lo creo, dime loco pero yo creo que esa persona especialnunca te dejaría marchar, no importa lo que suceda. Dijo Arnold con

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    total convicción.  —Si claro, tienes una idea muy romántica sobre la vida... ojalafuera cierto. Dijo Helga y más lágrimas brillaron en sus ojos.  —Lo es, es cierto, empecé a creer en eso después de que termine

    con Lila – Helga se enfadó de sobremanera al escuchar ese nombre–después de un tiempo me di cuenta de que ella no era la chica paramí, pero no deje de creer que algún día encontraría a esa persona ycuando la encuentre, ahora o más tarde, seremos felices.  —Es la creencia más estúpida que he escuchado. Dijo Helgamirándolo sobre su hombro y por un momento se dejó ver comoestaba realmente.

     —¿Estas llorando? Le preguntó él sorprendido.  —No – Dijo ella poniéndose su máscara de niña mala – No es nadase me metió una basura en el ojo.

     —¿Por que siempre haces lo mismo? ¿Por qué tienes que ngir? —¿Fingir? ¿Yo? por favor ¿Qué te pasa?- dijo Helga enfrentándolo

    - ¿Olvidas quién soy? soy Helga G. Pataki. —El hecho que seas Helga no quiere decir que no puedas llorar.

    Dijo Arnold y ese fue el momento en que se le cayó la máscara deniña mala.  —Sí, tienes razón, no me queda de otra que llorar - Dijo elladesconsolada y ya no pudo detener las lágrimas - mírame Arnold, soyuna chica de 10 años con un drama amoroso de una adolecente de 16años, llorando como una boba en medio del parque, frente a un grantonto con cabeza de balón, para cuando tenga 27, voy estar muerta.

     —No digas eso.

     —Mi vida es un asco, me voy a morir sola y sin perro que me ladre, pero al menos tengo al gran señor de los consejos gratis, que nosilumina a todos como un rayito de sol y ya que estás aquí buen señor¿tienes alguno de tus consabidos consejos que quieras darme paraalegrar mi miserable vida?  Arnold no dijo nada, lo único que hizo fue acercase lentamente haciaHelga y abrazarla con todas sus fuerzas. Helga se quedó inmóvil por

    un instante que pareció eterno y entornó los ojos mientras sus labiosse torcían y sin poder evitarlo por primera vez en mucho tiempo, se

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    aferró a él con desesperación. Abner vio algo a la distancia y jaló lacorrea zafándose de la mano de su dueño, pero el chico no se percatóde nada, siguió inmóvil abrazando a Helga, perdiéndose en su calidez.La lluvia se desató de repente, ellos no se movieron se quedaron ahí

    abrazados bajo la lluvia olvidándose por un momento del dolor y elamor.

    Pero entonces Helga abrió los ojos y empujo al chico y lo hizo caerentre el fango.  —Nunca te vuelvas a acercar a mí, ¡te odio! ¿Entiendes? ¡Te odiocon toda mi alma! Exclamó Helga y se giró en sus talones echándosea correr bajo la lluvia. Arnold desconcertado se quedó inmóvil. Su

    cerdo Abner se acercó a él olisqueando el aire, como preguntándolesi estaba bien.  En ese momento un ciclista encapotado de amarillo aparecióencontrándose a Arnold en medio del camino, de inmediato virorápidamente, perdiendo el control de su bicicleta y tropezó con untronco caído. El desenlace no pudo ser más trágico y gracioso. El

     pobre hombre terminó de cabeza entre un charco, totalmente mojado.Maldiciendo su infortunio se levantó y alzó su puño en el aire.  —¡Enano! ¿Qué haces ahí tirado como un cono de transito? ¡Casime mato por tu culpa!

    Pero Arnold poco caso le hizo a sus quejas, siguió mirando hacia elhorizonte del sendero.  —¡¿Por qué? ¿Por qué Helga?! ¡¿Por qué eres mala conmigo?!Gritó, pero ella no le contestó, se perdió en la lluvia y nunca regresó,dejándolo en la incertidumbre más grande de su vida.

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      Brainy, el chico asmático, tímido y raro del cuarto grado, siemprefue un misterio para la mayoría, se desconocía sus gustos o que

     pensaba de la vida. Su mayor virtud era aparecer en cualquier partey siempre detrás de Helga quien posteriormente le golpeaba con eldorso del puño en medio de los ojos. Brainy terminaba en el suelo con

    un montón de estrellas girando sobre su cabeza mientras Helga sealejaba lanzando un budo. Aquella persecución comenzó en el jardínde niños. Una vez se le declaró obsequiándole un anillo de fantasía elcual Helga rechazó como mejor sabía hacerlo, tirándolo lejos. Peroesa acción no le extraño a él. Brainy conocía de sobra el motivo,Helga estaba perdidamente enamorada de Arnold el chico con cabezade balón. Un amor que era tan intenso como el suyo propio, aun en suépoca más oscura y confusa.  En su tiempo libre el chico con lentes tenía un pasatiempo, le gustabafotograar y dibujar, pero su hobby no era tomarle fotos a aves o lanaturaleza, o tener la remota posibilidad de captar un avistamientoovni, Helga era el objetivo de su lente.Helga pensaba que lo suyo por Arnold sobrepasaba lo obsesivo perotenía que a ver visto a Brainy, él iba más allá, no erigía monumentosen su nombre, ni sacricaba animales en su honor pero llevaba todo

    un registro histórico de su vida. En el sótano de su casa albergabatoda la historia de Helga, todas las hojas desechadas, sus soliloquios,sus rabietas, las golpizas que le daba a sus compañeros, sus sonrisassarcásticas absolutamente todo, una colección de fotos, papeles yvideos, desde el jardín de niños hasta el presente.  El día de su cumpleaños recibió una nueva cámara de video,

     pequeña de color plateado. La videocámara tenía muchas funciones,

    grababa más de 8 horas de video, se recargaba con batería de litio ytomaba fotos en lugares oscuros y en movimiento con una nitidez

    Ese chico con gafas

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    extraordinaria. Era el regalo perfecto para Brainy, gracias a esteingenioso aparato podría capturar aunque solo fuera en fotos a su másgrande amor.

     *** 

    Un día cualquiera en la biblioteca, Brainy estaba haciendo unainvestigación sobre los presidentes de los Estados Unidos y sacóunas cosas de su maleta, entre ellas su cámara, dejándola un momentosobre la mesa en el preciso momento en el que Sid distraídamentedejaba unos libros al lado, mientras hablaba con Gerald el chico barrióla mesa y echo todos los libros en su maleta, arrastrando consigo lacámara.

    Brainy la buscó, pero no la halló, la busco por todas partes, mientrasesta se alejaba en la maleta de Sid.  Los problemas comenzaron para él cuando la cámara apareció enmanos de Arnold en una cita de estudio, y esta salió a relucir cuandoSid tiró la maleta al suelo.

     —¿Y esto qué es? Preguntó Harold tomándola entre sus manos.  —Es una de esas nuevas cámaras digitales. Explicó Arnoldtomándola- ¿Como la conseguiste Sid?  —No es mía, yo no tengo dinero para algo tan caro. Contestó elchico

     —Entonces ¿Te la robaste? Preguntó Stinky  —Por supuesto que no, ¿Por quién me tomas? - Protestó Sid

    ofendido - pero tal vez sea de Lorenzo la abre tomado por error de sucasa. —¿Porque no vemos que tiene? - propuso Gerald con curiosidad -

    Tal vez contenga una película o algo interesante.Arnold estuvo de acuerdo fue a su escritorio y conectó la cámara al

     puerto USB de su computadora. En la pantalla se abrió el exploradormostrando su contenido. Habían videos y muchas fotos, pronto sedieron cuenta que todas sin excepción eran fotos de Helga, Helga en

    la playa, Helga tomando agua, Helga empujando a alguien. El chicoabrió el video, vieron un avión, luego el paso del tren #13 cruzando a

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    gran velocidad, luego la proyección de una sombra en el pavimento,después su salón de clases y a Helga lanzando una bolita de papel asu víctima favorita.

     —Ya tienes una prueba contundente del crimen. Dijo Gerald a su

    amigo. Arnold cerró el video y abrió el siguiente video, encontrandoque como las fotos, todos los videos era sobre Helga, corriendo,suspirando quejándose, algunos tenían fechas de hace varios meses yotros eran recientes, como si fuera un documental.

     —Esto parece una película sobre la vida obra y milagros de Helga.Comentó Sid.

     —Y es tan mala como la segunda parte de la bruja de Blair. Añadió

    Gerald —¡Quítenlo! o voy a tener pesadillas. Rogo Harold. Arnold ibahacer caso cuando el video llego a una escena en especial, en estaestaba Helga jugando a la casita con sus muñecos (uno de ellostenía una pelota de rugby por cabeza) formando una especie de citaromántica, no pasaron tres segundos antes de que todos los chicosrompieran a reír y las risas se multiplicaron cuando Helga se levantófuriosa de la mesa al escuchar a su mamá que la llamaba y se enredócon el mantel , cayendo al suelo haciendo sin querer el truco de quitarel mantel sin tumbar los platos.

     —¡Ay no!… - Harold no podía hablar de la risa - este video semerece un premio.  —Sí, creo que deberíamos mandarlo a sopa de videos de seguroque ganamos. Se le ocurrió a Sid, Arnold detuvo el video  —No me parece buena idea. Se opuso.

      —¿Por qué? Preguntó Stinky  —A Helga no le gustaría verse en televisión y menos en esasituación.

     —Pero el mundo debe ver esto, no podemos negar al público la risa- Argumentó Gerald – seguro que se llevaría el premio.  —No estoy de acuerdo. Siguió negándose Arnold y Sid sonrió  —Si te ríes, lo haremos. Reto y volviendo a abrir el video, mostrando

    el alocado soliloquio de Helga y la estrepitosa caída. Por más que lointentó Arnold no pudo contener la risa.

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      —Está dicho el video se manda. Sentencio Harold —¡No! si Helga se entera nos matará. Se opuso Arnold con una

    falsa expresión de seriedad.  —Ya nos la arreglaremos con ella. Lo tranquilizo Sid.

      —Olvidan como es Helga, ella es de los que golpean y después preguntan, admito que puede ganar pero de nada nos servirá el premiosi estamos muertos. Dijo Arnold.  —No nos matará. Dijo Sid desconectando la cámara del computador.

     — Pero… Arnold dejo de hablar al ver una foto de Helga plasmabaen la pantalla, en esta se veía melancólica, aquella imagen tenía algoen particular que le gustó - Sid prométeme que no enviaras ese video.

     —Arnold, no seas aguaestas.  —¡Prométemelo! No enviarás ese video y buscarás al dueño, o lohare yo.  —Está bien, lo prometo. Prometió Sid cruzando los dedos en suespalda. Una clara señal de que no iba a cumplir su promesa.

    *** 

    Los videos que se emitieron esa noche en sopa de videos fueronlos más divertidos, pero ninguno superaba al de la chica del moñorosa y su soliloquio accidentado. La risa invadió muchos hogares. Enla casa de los Pataki sucedió algo muy distinto, Bob sentado en sugran sillón dejo de leer su periódico al escuchar un golpe seco en laalfombra encontrándose a Helga tirada en el suelo boca arriba frente

    al televisor, se había desmayado luego de verse en pantalla. Similarsituación se vivía en Sunset Arm pero sin desmayados. Los inquilinosreían divertidos, menos Arnold, sosteniendo su tazón de avena conuna mano y con la otra una cuchara, recriminó decepcionado.  —Sid tramposo. Me prometió que no lo haría.

     —Él no tiene palabra - aseguró Gerald dándole una probada a surespectiva avena - pero espera, tal vez gane.  —Sí y con el premio cubrirá lo de su funeral por que cuando Helga

    se entere lo va a matar. Dijo el chico. —Silencio - los interrumpió Oskar - van a decir el ganador.

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    En la televisión salieron los posibles ganadores.  —Y el ganador es… - sonaron tambores en el estudio - la niña delmoño rosa y su alocada declaración.Hubo una explosión de aplausos.

     —Sid es hombre muerto. Aseguró Arnold y la presentadora siguióhablando.  —… queremos agradecer este divertidísimo video a nuestroamiguito Arnold quien nos lo envió. Tanto en Sunset Arm como enla casa Pataki hubo una reacción similar. Helga se levantó como loharía Drácula de su féretro al escuchar ese nombre y Arnold dejócaer su cuchara en el tazón de avena. Gerald negó repetidamente con

    la cabeza.  —¡Mmm, mmm, mmm! No te va alcanzar para salir del país.Aseguró él.

    *** 

     —¿Sid cómo pudiste? - Le reclamó Arnold airado - me prometiste

    que no lo harías.Había hecho venir a Sid, especialmente para que le diera unaexplicación  —Y lo hice no lo envié pero tú no dijiste nada si lo enviaba otra

     persona.  —Pero ¿porque yo…?  —Estuve pensando en lo que me dijiste y tenías razón si yo lo

    hubiera mandado, Helga me hubiera asesinado pero si eres tu Arnoldno hay ningún riesgo, Helga no te va hacer nada. —¿Qué te hace pensar que no? - interrumpió Arnold - olvidas que

    entre todos, soy la persona que más odia en el mundo, si antes metorturaba con sus constantes bromas, después de esto va hacermecosas ilegales.  —No exageres viejo amigo, Helga es mala pero no lastimará a una

     persona tan razonable como tu sin escucharlo antes. Dijo Sid.

      —No lo creo, como dijo Arnold Helga es de las que golpea ydespués pregunta - dijo Gerald – lo escuchará claro que lo escuchará,

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     pero después de que salga del hospital.Arnold miró a su amigo de reojo al mostrarle ese panorama tan pocoalentador.

    El timbre de la casa sonó insistentemente. La abuela Pookie fue

    abrir y al hacerlo se encontró con la gura de una chica de 10 añoscon expresión homicida llevando en sus manos un hacha, se parecía aJack de Torrance de la película ‘El resplandor’  —Buenas noches. Saludó Helga secamente entrando a la casa a

     paso de carga.  —Está arriba. Avisó la abuela aludiendo a Arnold. Helga avanzó

     por el corredor implacable, si alguien se le hubiera atravesado hubiera

    sufrido graves consecuencias. El abuelo salió del baño y la viosubiendo las escaleras.  —¿Que vas a hacer con eso pequeña? Le preguntó.  —Voy a asesinar a Arnold. Contestó glacialmente y por supuestoque el abuelo se lo tomó en broma.

     —¿En serio? Pero por favor no destruyas la casa - dijo el abuelo-¡Ah niños!

    Desde la azotea vieron la puerta abrirse y vieron una fantasmagóricaaparición tras el umbral. La canción de psicosis le hubiera caídomuy bien a la entrada de Helga, ella entró en la habitación y paseó

     por esta, empezando a buscar con apremio, debajo de la cama, enel armario, detrás del sofá plegable sin hallar a quien buscaba. Loschicos observaban atentamente sus movimientos.

     —No pensé que se fuera a poner así - Dijo Sid mordiéndose lasuñas - no era mi intención ocasionar la muerte de un amigo.

      —Todavía hay tiempo huye de aquí. Le dijo Gerald.  —No voy a escapar de mi casa - se negó Arnold - aunque tengaque morir en piyama.

    Abajo Helga paseaba como un león enjaulado, se tranquilizó un poco cuando un suave olor llego a su nariz y le recordó ese amor quese negaba a morir, entonces cayó en cuenta de donde estaba, en elsantuario olvidado, respirando profundamente soltó el hacha sobre la

    alfombra.  —Bien… no voy asesinarlo, solo voy a golpearlo pero solo un poco

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    ¡Oh Arnold! ¿porque me hiciste esto? ¿Por qué te burlas de mi amory lo pones en maniesto para que todos se rían? - la ira la volvió ainvadir - cuando te vea te voy a romper, en cuanto te ponga las manosencima.

    Un rayo iluminó el tragaluz proyectando una sombra en la alfombra,la sombra del que juro patear. Helga alzo su mirada asesina y lo vio,Arnold retrocedió intimidado por su expresión, rápidamente Helgatrepó las escalerillas del cuarto como un gato y llegó a la azotea,quedando frente a frente con Arnold, lejanos relámpagos siguieroniluminando el cielo mientras Helga miraba al chico jamente, como sise estuvieran batiendo en un duelo. Los presentes eran un manojo de

    nervios, no sabían en qué momento Helga atacaría, pasaron minutosenteros como siglos y no pasaba nada. —¿Bueno piensa matarlo o no? Preguntó Sid.

      —¡Cállate! Le gritó Gerald dándole un coscorrón, Helga siguióinmóvil, mirando a Arnold como a un enemigo a muerte.

     —Helga - dijo nalmente el chico sin dejarse intimidar - puedoexplicar lo del video.

     —Ah sí… —Si. Pareció que en cualquier momento Helga saltaría a hacerlo

     pedazos.  —Hasta aquí llegó. Aseguró Sid quitándose su gorra.  —Te recordaremos con cariño valiente Arnold. Dijo Gerald. Trasun tenso minuto Helga se relajó y dijo.  —Bien te escucho.

     Ni Arnold creyó lo que acaba de escuchar.

      —¿Vas a escucharme?  —Si melenudo, pero que sea rápido y más vale que sea una muy

     buena explicación o te aseguró que el próximo lugar que vas a visitares el pavimento.

     —Está bien, el video estuvo en mis manos pero yo no lo envié, lomando alguien en mi nombre.

    Un aire fresco invadió a Helga.

      —¡Ay! menos mal no fuiste tú - divagó extasiada - digo y ¿quiénfue el maldito?

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      —No puedo decirlo pero te aseguro que hablare muy seriamentecon él. Arnold miró de reojo a Sid quien se encogió de hombros trasel tanque de agua  —Siempre pensando en el prójimo ¿no Zeppelín? Pero no me va

    a costar mucho saber quién fue - Helga se retiró dándole la espalda pero se devolvió para pedir algo - solo una cosa, quiero el dinero del premio y el video, y lo quiero ya, luego podrás seguir con tu vidafelizmente.

    Sin esperar respuesta ella bajó por las escalerillas, Arnold la siguiócon la mirada, jamás creyó que pudiera razonar con Helga de esamanera. Era como si toda esa ciega locura hubiera desaparecido una

    vez la enfrentó.  ***

     —¡Si alguien se atreve a hacer un comentario al respecto juro ennombre de su santa madre que mato a todos los malnacidos presentes!Esa fue la advertencia que lanzó Helga esa mañana apenas ingresó alsalón de clase, le hubiera gustado decir algo más fuerte, algo insultante

     pero la frase estuvo bien, tuvo el efecto deseado, sus compañeros seabstuvieron de comentar algo, Helga fue a su puesto en alerta máxima,

     preparada para matar al primero que dijera la más mínima sílaba alrespecto

     —Buenos días Helga. Saludó su mejor amiga desde el puestocontinuo.  —¿Que tienen de buenos? - replicó Helga arrellanada en la silla -

    desde que salió el sol ha sido el inerno, solo basto que pusiera un piefuera de la casa y todo el mundo ya me estaba mirando, solo faltó queme sacaran fotos.  —Lo siento por ti Helga. La compadeció Phoebe.  —Es increíble que mi dignidad me haya costado $200 dólares -siguió Helga lamentándose - no me va alcanzar para nada.

     —No te preocupes Helga, en poco tiempo nadie lo recordará

    recuerdas cuando Arnold se disfrazó de conejo para complacer aIggy. Recordó Phoebe.

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      —¿Olvidarlo? es uno de los recuerdos más bellos de mi tiernainfancia, fue un momento Kodak. Remembró alegremente Helga,mientras que tres puestos adelante Arnold la miró de reojo por encimade su hombro.

     —A lo que iba es que el asunto quedo en el olvido. —Claro que no, quedo grabado en el corazón y en la sonrisa de cada

    niño, es así como por actos tan idiotas alcanzamos la inmortalidad.Parafraseo Helga aburrida.  —Pasará al olvido Helga te lo aseguro. Dijo Phoebe. Rhonda llegóal salón y lo primero que hizo fue ir directo hacia Helga.  —¡Oye Helga! ¿Quién te tiene así de loquita? dijo pasando por su

    lado haciendo el ademán universal de la locura. —Que te importa… contestó Helga controlándose para no perderlos estribos.  —¿Es alguien del salón? ¿O es tu príncipe encantador? SiguióRhonda sentándose en su respectivo puesto.

     —Nadie que te interese, Rhondaloide. Contestó Helga volviéndosehacia ella, deseando que sus palabras la apuñalaran en el corazón.

     —¡Ay Helga! No entiendo como una lengua viperina como la tuya puede decir cosas tan hermosas. Objetó Rhonda  —Diré unas en tu funeral, te lo aseguro. Siguió Helga

     —Bueno ya… - las refrenó Phoebe antes de que el asunto secaldeara- no es momento de pelear.Helga volvió la vista al frente.

     — Y dices que se va olvidar ¿pero cuándo? Dijo entre dientes —A mí me pareció encantador - se sumó de repente Lila atrás

    de Phoebe - especialmente el muñeco, estaba hecho a imagen ysemejanza.

     —¿Imagen y semejanza de quién? Preguntó Rhonda. Helga saltóde su puesto como un resorte.  —¿Cuál muñeco? ¡Eh! ¿Cuál muñeco? yo no recuerdo ningúnmuñeco. Preguntó Helga retadoramente alzando su puño y su voz fuehundiendo a Lila en su silla.

      —Lo siento Helga lo olvide. Se disculpó Lila, mientras la mitad delsalón volteo la vista hacia ellas. Helga volvió a su puesto cada vez

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    más irritada, dejándose caer pesadamente en su silla.  —Phoebe, toma nota. Le pidió.

     —Enterado. Dijo ella y sacó su libreta con un lápiz.  —Lo primero que voy hacer es encontrar al maldito que provocó

    todo esto. —¿Que no fue Arnold? Interrumpió ella

      —¿Tú crees que si hubiera sido él estaría tan campante?  —Con razón sigue vivo… siguió Phoebe.

     —Tengo la copia original del video por cortesía del siemprecolaborador Zeppelin, valiéndonos de esta, vamos averiguar quién fueel payaso que me ha estado grabando y cuando lo encuentre - Helga

    hizo tronar sus nudillos sonriendo con verdadera maldad- va tener elgran honor de conocer a la gran Betzy y los cinco vengadores.En la parte de atrás del salón alguien tragó saliva.

    ***

    Tiempo después en el patio de la escuela Helga paseaba, escuchandoatentamente el informe que Phoebe tenía para ella.  —Espero que me tengas buenas noticias.  —Tengo un par de pistas. - Phoebe repasó su libreta de apuntes- uno de los videos, es exactamente en el salón de clases, lo quecomprueba que se trata de alguien del salón, si tenemos en cuentala posición del sol, la sombra que proyectaba, tu posición en esemomento y el punto donde estaba la cámara obtenemos un recuadro

     perfecto.

      —Al grano Phoebe, solo dime si pudiste encontrar al maldito. Laatajó Helga impaciente  —A eso voy, teniendo en cuenta esos puntos tal vez logremos saberquién estaba detrás de la cámara - Phoebe sacó un dibujo del salóncon sus respectivos puestos - este es el punto donde estabas tú en elmomento de la grabación. - señaló una caricatura de Helga y luegoapuntó hacia el dibujo de la cámara - y este es el punto donde estaba

    la cámara, todo lo que tenemos que hacer es averiguar quién estabaen ese puesto.

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      —Muy bonito, pero olvidas que en el salón nunca estamos en elmismo lugar. Replicó Helga aburrida.

     —Es cierto, pero también pude apreciar que uno de los videosapunta hacia un casillero.

     —¿Y sabes donde esta ese casillero? Preguntó.  —Por supuesto.

     —Entonces a por él.Helga y Phoebe se dirigieron de inmediato hacia el casillero señalado.  —¿Es este? Preguntó Helga  —Si.  —Bien, por suerte vengo preparada para estos casos. Helga sacó

    una palanca y la sostuvo con ambas manos.  —Helga ¿qué vas hacer? —Lógico Phoebe voy a abrir el casillero.

      —No puedes, es propiedad privada.  —Claro que puedo, Avísame si viene alguien. Le dijo Helga

     poniendo la punta de la palanca en la puerta apalancándola, la puertase abrió, Helga la reviso rápidamente, sin encontrar nada salvo elcasillero normal de un chico.  —Phoebe estás segura que este es…  —Creo que me equivoque. - Recticó la chica revisando susapuntes - es el de al lado.  —De acuerdo. - Helga abrió el siguiente casillero pero tampocoencontró nada - este tampoco es.

    Helga sacó unos libros y se encontró un diario el cual no dudo enleer.

     —Querido diario, hoy tuve una experiencia inolvidable en el túneldel amor…

     —¿Helga que haces? - Replicó Phoebe airada - eso no está bien.  —Ok, a lo nuestro - dijo Helga cerrando el diario y miró de soslayoel muy decorado casillero - ¿Cómo no lo vi antes? Es el casillero deRhonda.

     —Ciérralo, esto es una grave violación a la privacidad, si el director

    nos sorprende nos va suspender.  —Lo sé, nos estamos jugado el pellejo. - contestó Helga cerrando

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    de golpe el casillero - Procuremos no fallar esta vez.Phoebe vio que alguien se aproximaba. Arnold y Eugene venían haciaellas.  —¡Zeppelín a las tres! Exclamó Phoebe y Helga de inmediato

    escondió la palanca tras de ella, ambas simularon estar charlandomientras los chicos se acercaban.  —…Y le dije a Bob “los medias rojas perdieron otra vez”.

     —¡Hola chicas! Saludó Eugene.  —Hola Costal de sal, Zeppelin ¿Qué hay de nuevo? Saludó Helga.Eugene sonriente se alejó pero Arnold las miró de reojo. Phoebelos siguió con la mirada y cuando ellos dieron vuelta a la esquina los

    siguió hasta perderlos de vista.  —Zeppelín fuera del rango. Avisó.  —Muy bien. Helga siguió con su tarea. Tres casilleros despuésencontró uno que apenas abrió se cayeron unos libros al suelo dejandoal descubierto un montón de fotografías todas de ella y tambiénencontraron un cuaderno. Helga se arrojó de rodillas y comenzó arevisar.

     —¿Qué diablos es esto? Preguntó horrorizada. —Que fotogénica eres Helga. Dijo Phoebe detallando el cuaderno

    sin nombre y con muchos dibujos. —¡Cierra la boca! … es un demente, ¿de quién es esta porquería

    de casillero? - Helga se puso de pie indignada - ¿De quién es estecasillero?  Ella se dio la vuelta con el puño en alto y se encontró frente a frentecon Arnold quien había aparecido de tras de ella, sorprendiéndola en

    infraganti. —¡Arnold…! es decir ¿Qué diablos estás haciendo aquí? ¿Nos estás

    espiando? Interrogó luego de casi tragarse todo el aire del mundo.  —¿Qué estás haciendo?  —Yo estaba, eh bueno - Helga se rascó la cabeza y luego recobrola compostura - soy la nueva inspectora de casilleros.

     —No me digas. - Dijo Arnold - ¿por qué será que no te creo?

      —Puedo hacer que me creas. Dijo Helga y le amenazó con el puño.  —Te vas a meter en un lio, Helga. Dijo Arnold.

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      —El n justica los medios. - Dijo Helga - vámonos Phoebe.  —Pero… replicó Phoebe.  —Dije, vámonos Phoebe. Dijo Helga y se fue dejando a Arnoldcon el desorden. El chico observó las fotos y tomó una, la más bonita

    de todas, mirándola con desdén la guardó para sí. Marchándose deese lugar.

     ***

    Resulto ser que el cuaderno obtenido no tenía ningún tipo deinformación o nombre que lo pudiera vincular a alguien. Helga

    exasperada rompió varias hojas y luego se lo dio a Phoebe mientrascaminaban. —Voy hacerme vieja y no voy a encontrar a ese maldito desgraciado.

    Se lamentó impaciente. —No desesperes. La animó su amiga siguiéndola. —No pudimos investigar con mayor detalle, solo tenemos un

    cuaderno con esperpentos míos y del Zeppelin y unos estúpidos poemas.

     —Podemos llegar a la conclusión, de que esta persona tiene undesmedido interés por ti y un cierto odio por Arnold - Phoebe hojeóel susodicho cuaderno y corroboró lo dicho anteriormente mostrandounas caricaturas del chico, con un piano cayéndole encima y otrodonde era abducido por extraterrestres - lo podemos ver en estos

     peculiares dibujos. —Hay que decir que le quedo igualito. - destacó Helga divertida -

    ojala se hiciera realidad. —¿Lo del piano?

      —No, lo de los extraterrestres ¿Te imaginas? Ellos podríandescifrar porque tiene esa cabeza tan rara, - divagó Helga seriamentedeteniéndose a la mitad del patio- pero volviendo al tema. Esosignica que el muy maldito conoce mi más profundo secreto, si solotuviéramos algún sospechoso.

      —Es probable que se trate de alguien del salón o puede tratarsede… - Phoebe dudo un instante en decirlo- de Anthony.

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      —No es su estilo, Anthony es amante pero no religioso. —O también puede tratarse de Arnie.

      —¿El primo extraño de Arnold? No lo creo, la última vez deje muyclaro las cosas con él.

      —¿Cómo lo tomó?  —Me dejo una extensísima carta de amor de 47747 palabras y medijo que nunca lo olvidara, como si fuera posible olvidar a un sujetocomo ese. - Dijo Helga con aburrimiento. – además el casillero es

     prueba de que el sujeto estudia en esta escuela.  —¡Cierto! Entonces las posibilidades de encontrar al sospechosose reducen a un 99.9%. Dio como resultado Phoebe.

      —No es cero, hay que dar con él, tengo que encontrarlo aunque sealo último que haga en mi vida - juró solemnemente Helga cerrando su puño volviéndose a su amiga - pervertido siguiéndome, espiándomehurgando en mi vida privada ¿Qué clase de monstruo degeneradohace una cosa semejante?

    Phoebe se quedó mirándola y bajó sus lentes un poco para verlacon sus propios ojos, diciéndole con su mirada “mira quién habla”  —Digo sin agraviar a esta humilde servidora. Dijo ella librándosede culpas.

     —Helga, creo que debes considerarlo muy bien.  —Una cosa es hacer poesía y otra muy distinta fotograar y grabara la persona todo el día.  —Por favor tú has hecho lo mismo. Dijo Phoebe

     —Pero solo una vez por semana y no tengo tantas como este infeliz- Se defendió Helga - y lo estoy dejando, estoy decidida a olvidarlo.

    Pero ahora estoy más interesada en agarrar al maldito… así quecontinúa investigando.  —Está bien. Respondió Phoebe resignada.  —Sigue revisando el video, para encontrar más evidencia.  —Entendido.

     —Si es preciso contratamos un detective. El tarado de Geraldconoce un informante muy bueno, se llama Funky o Fuzzy o algo así.

     —Enterado. —Algún día tiene que aparecer. Dijo Helga

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      —Será pronto, es alguien muy cercano a tí. Es como si siempreestuviera detrás de ti. Las últimas cinco palabras de Phoebe hicieroneco en la mente de Helga. De pronto tuvo la respuesta que tantonecesitaba.

      —Phoebe.  —¿Si?  —Cancela la investigación, creo saber quién es el culpable. Y sin

     perder tiempo Helga se echó a correr sin esperar respuesta de Phoebe. 

    ***

    Helga llegó a un callejón y se paró en la pose del poeta, tomandoaire se inspiró.  —Mi corazón está roto, está hecho pedazos y aun así tiene fuerzas

     para no olvidarte ¡Oh Arnold! Si del agua de Selemno pudiera bebersin duda la bebería para así poder olvidarte - Se quedó un instante ensilencio a la espera de esa aguda respiración en su nuca. Esperó conel puño listo más nada sucedió. - He dicho quiero olvidarte pero no

     puedo, tu nombre marcado está en mi corazón - hubo otro silencio,ninguna señal apareció ante ella - distraído, benevolente, idiota,noble, cabezón, príncipe de mis sueños de amor, desgracia que memata cada día. Si llegara el día en el que te pudiera olvidarte ese díayo… - el soliloquio la dejo exhausta y no hubo ninguna respuesta. -Brainy cabeza de chorlito sé que estás ahí, siempre apareces cuandodigo estos estúpidos soliloquios. Aparece con tu cara de baboso yretardado y déjame matarte - la demanda de Helga no fue escuchada.

    - ¡Sal bastardo! - Helga comenzó a buscarlo en el callejón, entre los botes de basura y dentro de una caja de madera, estaba dentro de estacuando alguien apareció tras de ella.  —¿Helga? Al escuchar esa voz Helga se sobresaltó y levantándosese golpeó la cabeza con la parte superior de la caja, entre maldicionessalió y se volvió hacia su interlocutor.  —¿Arnold? - dijo visiblemente sorprendida - se ha vuelto manía

    tuya aparecer detrás de mí.  —Solo pasaba por aquí ¿con quién estabas hablando?

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      —Con nadie, solo estaba poniendo una carnada. Dijo saliendo delcallejón.

     —No entiendo ¿Que quisiste decir con carnada? Interrogó.  —Con que yo lo sepa es suciente cabeza de balón. Ahora deja de

    seguirme que me pones nerviosa. Dijo  —Sigues con la idea de encontrar a quien te grabó.

     —Por supuesto y no descansare hasta poner su trasero en un cañón.Dijo ella.  —No es para tanto, apuesto que nadie lo recuerda ya. Las palabrasde Arnold fueron desmentidas por un niño que señaló a Helga.  —Mira mami es la niña chiada del moño rosa ¿me das tu autógrafo?

    Helga gruñó como un lobo feroz asustando al pequeño que se echó acorrer a buscar a su mamá.

    ***

    Helga Llamó a Phoebe para que le ayudara a dar con el paraderode Brainy y mientras colgaba se sentó en la banqueta, jugueteo con sucelular mientras pensaba que haría con Brainy una vez lo encontrara.  —Hay tantas clases de tortura que son tan excitante que es difícilescoger una - Pensó viéndose interrumpida por una sombra que lacubrió. El dueño se sentó a su lado en completo silencio - ¿me estassiguiendo?  —Iba por el mismo camino. Contestó su compañero de banquetalamiendo un helado que compró al señor de los helados.

     —¿No tienes otras cosas que hacer en la vida?

     —Comerme este helado. Contestó simplemente. Helga gruñódisgustada limitándose a seguir jugando con su celular.

     —Deduzco que ya conoces a tu admirador secreto. Dijo el chicotratando de romper el hielo.  —Si vienes a decirme que considere y tome las cosas con calmaahórrate la saliva cabeza de balón no importa donde este voy aasesinarlo. Atajo vehemente Helga sin dar lugar a discusión.

     —Es bastante loco ¿no crees? que alguien se obsesioné así por una persona. Dijo el chico y la agresividad de Helga se evaporó.

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      —¿En serio?  —Y más de alguien como tú – Dijo Arnold y Helga supo que eralo que quería hacer con Brainy, quería golpear a un idiota con otroidiota - no lo tomes a mal.

      —¿Cómo debo tomarlo? Como un cumplido. Dijo Helga con elceño fruncido y el chico comprendió que si seguía hablando el muertosería él.  —Solo me preguntaba por qué la gente llega a esos extremos ¿estándifícil decir lo que se siente?

     —No tienes ni la más remota idea, Einstein. Masculló Helga.  —¿Has llegado a obsesionarte de ese modo? Preguntó el chico.

    El recuerdo fugaz de todas las estatuas erigidas en su honor pasaron por la mente de Helga, si no mal recordaba ya había contestado esa pregunta en la torre de IF. Pero eso ya no importaba en ese momento.  —Por supuesto que no - mintió descaradamente - ¿Quién crees quesoy? ¿Una maniática?  Había un video que decía lo contrario, una confesión que no quisoser escuchada y un chico que no le creyó mucho que digamos.

     —Y ¿el video?  —Eso solo era una actuación, quiero ser actriz, quiero ganarme unOscar.  —Fue muy gracioso. Comentó él  —¿De veras? ¿Crees que gane el premio a idiota del año? Haría

     juego con la docena de trofeos de Olga. Dijo Helga  —Creo que debieron poner todos los videos.

     —¿Cómo?

     —Debieron pasar todos los videos - la miraba de él vagaba porel pavimento - no solo lo gracioso sino para que la gente viera a laverdadera Helga.

     —¿Qué quieres decir con eso? Exigió saber Helga a la defensiva.  —Hubo una faceta que nunca antes había visto y francamente megustó mucho.

     —¡Eso era una actuación! La verdadera Helga G. Pataki es la que

    tienes al frente ¡nunca lo olvides! Dijo Helga dejándolo muy en claro. —Lo que tú digas Helga. Él se levantó tras terminar su helado y

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    siguió su camino pasando por el lado de Helga.  —¡Arnold!

     —¿Si?  —¡Te odio! Armó con toda su alma.

      —Lo sé. Murmuró Arnold con los ojos entornados, alejándose. 

    ***

    Ya se estaba dando por vencida, no encontraba a Brainy en ningúnlado, fue como si se lo hubiera tragado la tierra. Era como si el chicohubiera previsto esa situación de ante mano y hubiera desaparecido.

      —¿Porque será que cuando uno necesita de algo este algo se vuelvetan difícil de encontrar? - se preguntó Helga caminando por la aceracon los brazos cruzados - voy a tener que dejar la búsqueda hastaaquí. Pero algún día lo tengo que atrapar.

    Helga dio vuelta en dirección a su casa. Cuando justo al llegar ala esquina se encontró con Brainy, ambos se quedaron inmóviles uninstante que pareció eterno, hasta que nalmente Helga reacciono.

     —¡Eres tu infeliz! Exclamó Helga apuntándole con el dedo índice.Brainy no esperó nada y echo a correr, Helga lo persiguió.

     —¡Alto ahí cuatro ojos! Exigió corriendo en pos del chico. La persecución fue digna de Pop Daddy show. Helga parecía un policía persiguiendo a Brainy, saltando autos y esquivando gente, él la perdió de vista luego de arriesgar su vida al cruzar una avenida muytransitada, creyéndose a salvo le dio una bocanada a su inhalador yse dirigió a su casa, rodeándola bajo unas escaleras que iban hacia

    una puerta. Suspirando Brainy sacó una llave y le dio vuelta a lacerradura. Cuando una sombra se materializo tras de él.

     —¡Ya te tengo miserable! Exclamó Helga saltándole encima comoun tigre y ambos cayeron dentro de la habitación, la cual prendió lucesautomáticamente. Helga le hizo una llave con su brazo alrededor desu cuello y comenzó apretar.

     —Vamos cobarde, ¡Déjame escuchar ese tronido! Exclamó Helga

     pero detuvo su acción homicida al dar un vistazo a su alrededor. Enlas paredes habían miles de fotos, todas de ella, liberó a Brainy de su

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    abrazo mortal y pasmada se acercó para ver más de cerca todo eso,fotos pequeñas, fotos grandes fotos en blanco y negro fotos de todaslas formas y colores se extendían por la pared, todas juntas formabanuna Helga gigante en todo su esplendor. Al fondo de la habitación

    había un televisor antiguo con un DVD, en este se proyectaba unvideo de ella, miró el suelo encontrándose con varias hojas de papel,se agachó para verlas encontrándose que eran poemas que ella mismahabía tirado a la basura, supo entonces que en ese lugar había todo unregistro histórico de su vida.

     —¡Criminal! - Helga no encontraba palabras que describieran suestupefacción se volvió a él y arrugó la hoja con su puño - ¿crees

    que esto es un chiste? ¿Estás loco? ¿Qué te crees? ¿Qué eres?¿Un acosador? ¿Por qué haces esto? Es repulsivo, esquizofrénico,escandaloso, un crimen, una aberración, un atentado… - Helga secontuvo de repente - y es la único forma de expresar lo que sientes

     por un amor no correspondido. Eres igual que yo dedicas tu vida aalguien que jamás será tuyo y lo amas aunque no te corresponda. Eracierto cuando decías que conocías todo sobre mi, debería asesinarte

     por loco, pero no tengo el derecho moral de hacerlo - Helga dejó versu lado bueno por un instante y dijo las siguientes palabras tanto paraél como para ella misma - quisiera decirte que no fueras estúpido, queno desperdicies tu vida adorando a alguien que no es para ti. Que lodejes ir por tu propio bien, porque lo único que conseguirás es sufriry no vale la pena, créeme no vale la pena.

     —Hel...ga dijo por n Brainy.  —Dijo un tal escritor del cual no recuerdo el nombre que “la peor

    forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber quenunca lo podrás tener”. ¿Es así como te sientes?

     —¡Ssi!  —Yo también y me muero un poco cada día. Dijo con voz sombría.  —Yo tengo esperanza. Dijo y no tartamudeo al decir la frase.  —Si amigo, la esperanza es lo último que se pierde y es el mayorde los males - sin previo aviso Helga se acercó y le torció la mano. El

    chico chilló de dolor - ahora quiero que cada vez que me recuerdes,recuerdes este mismo dolor por que nunca, nunca será posible, nunca

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    seré tuya, nunca corresponderé tu amor, porque me repugnas, y nodudare en hacer tu vida trizas si me molestas.Helga hubiera querido que Arnold hiciera lo mismo con ella, así securaría de ese mal amor que la había hecho perder todo lo que la hacía

    feliz. Con resentimiento lo empujó contra la pared y luego se volvió ala preciada colección de Brainy, tenía que decidir qué hacer con esta.Parte de su historia estaba ahí, tal vez en unos años todo eso costaríamillones de dólares, por ser objetos invaluables de la fantástica y

     poderosa artista Helga G. Pataki pero también en ese lugar estaba ese pasado que quería olvidar. Helga decidió que hacer. Era lo mejor paraella y para Brainy. El mal había que arrancarlo de raíz.

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     Un largo día escolar

    Helga tuvo esa horrible pesadilla de nuevo, esa pesadilla donde ellase hundía en un pozo sin fondo y se ahogaba lentamente. Despertósudando y desubicada, miró hacia la ventana. Afuera hacia un díamaravilloso pero eso no logró animarla. No tenía deseos de ir a laescuela pero no tenía muchas opciones, o iba a la escuela o pasaba

    el día con Miriam. Sin otro remedio saltó de la cama y corrió a darseuna ducha.Helga observaba el agua correr por el desagüe. Cuando Miriam

    llamó a la puerta.  —¿Helga te estas bañando? Preguntó ella.  —No, me estoy regando para crecer. Murmuró ella entre dientes.

     —¿Que dices cariño? Preguntó Miriam. El ruido del agua no le permitió escuchar con claridad.  —Si, me estoy dando una ducha, cielos. No puedo tener un momentode tranquilidad. Se quejó.

     —De acuerdo, no te demores mucho. Dijo Miriam y se retiró.Helga siguió con su baño. Al terminar cerró las llaves y al mirarseen el espejo, hizo un fantástico descubrimiento, se dio cuenta de quehabía crecido. No era muy notorio pero le emocionó.

     —¡Fantástico! En poco tiempo seré adulta y podre largarme de este

    cochino vecindario. Dijo ella con satisfacción y se envolvió en lagigantesca toalla corriendo a vestirse.

    Una vez lista no se molestó en cruzar por la cocina, fue directohacia la puerta y se fue a la escuela sin despedirse de su madre.  Al llegar, Helga cruzó por el lado de sus compañeros.  —¡Hola Helga! ¿Cómo estás? La saludó Stinky.  —¡No es asunto tuyo! Le gritó Helga y siguió de largo sin saludar

    a nadie y entró en la escuela, empujando a los chicos que interferíanen su camino.

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      —¿Quién era esa? Preguntó una chica de quinto grado.  —Por la forma en que entró, una bomba de tiempo. Contestó otrochico. Abajo de las escaleras los chicos de cuarto grado contemplaronel espectáculo.

      —Como por variar Helga esta de mal humor, parece una viejaamargada. Dijo Rhonda.

     —Se levantó con el pie izquierdo de la cama. Dijo Stinky.  —Ella siempre se levanta con el pie izquierdo. Añadió Rhonda.  —Hola chicos. Saludó una recién llegada Phoebe.

     —Hola Phoebe. La saludó Arnold y le siguieron los otros.  —¿Han visto a Helga? Preguntó.

      —Llego hace un momento. Dijo Sid.  —Iré a buscarla.  —Ten cuidado Phoebe, Helga esta de malas pulgas. - Le advirtióStinky - es capaz de comerte.  —Voy a verla. Dijo Phoebe y subió las escaleras.  —Soldado advertido no muere en guerra. Le dijo Stinky.

     ***

    Phoebe buscó a Helga, la encontró peleando con su casillero. La portezuela de este no quería abrir.  —¡Abre ya maldita cosa! Gritó golpeando el metal, consiguiendoabrirla.  —Buenos días, Helga.  —¡Eran buenos! Gritó y golpeo la puerta con su puño con rabia.

      —¿Por qué estás tan de mal humor? —¡Yo no estoy de mal humor! Gritó Helga.

      —¡Y yo no estoy sorda! Le informó Phoebe haciendo que Helgafrenara su actitud.  —Lo siento Phoebe, no dormí muy bien.  —¿Un mal sueño?  —Si, no ha sido una buena racha para mí. Dijo Helga.

     —No te preocupes, las cosas mejorarán. La animó su amiga.  —En este momento me encantaría irme de vacaciones.

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      —Todavía faltan unos meses para eso, ten paciencia - Dijo Phoebey sacó de su maleta un frasco - toma esto, te aseguro que te sentirásmucho mejor.

     —¿Qué es eso?

     —Es un jugo natural. Dijo Phoebe y Helga tomó el frasco bebiéndoselo de golpe.

     —Que rico, tráeme uno de estos mañana. Dijo Helga.  —Enterado, me alegro que te haya gustado, lo preparó mi madre.Dijo Phoebe y Helga se sintió muchísimo mejor. Ese jugo calmó un

     poco su ira. Cerró su casillero y se alejó en compañía de Phoebe,cruzándose con Arnold quien también dejaba sus libros. En ese cruce

    de miradas poco amistosas, Helga le hizo zancadilla y lo hizo caer alsuelo. Los demás chicos rompieron a reír mientras ella se volvía conuna sonrisa cruel.

     —¡Cuidado con el suelo! Le dijo y continúo su marcha impune.Dejando a Arnold atrás, con una mirada de rabia.  —¡Helga! - la reprendió Phoebe - ¡Eso fue muy cruel!  —¡Ay Phoebe! Según tú todo es cruel. Burlarme de él por qué secayó es cruel, ponerle una tachuela en el asiento es cruel, lanzarleuna bomba de humo mientras esta en los vestidores es cruel, llamarle“Cabeza de balón” es cruel, todo para ti es cruel,- Helga se exasperóy se volvió a Phoebe - ¡Pues perdóname por ser tan cruel!  —Tranquila Helga, solo era una observación, solo digo que nodeberías tratarlo así, no te ha hecho nada.  —¿Nada? Ese tonto cabeza ovalada nunca ha hecho nada, solo meha traído problemas.

      —¿Cuales? Preguntó Phoebe  —Los sucientes para odiarlo con toda mi alma. Dijo Helga yluego se guardó sus pensamientos.

    Phoebe no pudo entender cuál era el resentimiento que tenía Helgacontra de Arnold.

     ***

    La clase de música era impartida por un temperamental hombre de

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    cabello blanco que se parecía mucho al gran compositor Händel. Estemaestro tenía unas reglas muy especícas en su clase. Una de esasreglas era que tenían que anar sus instrumentos antes de comenzarla clase, pues él no toleraba el sonido de un instrumento desanado.

    Cuando eso pasaba se ponía rojo como un tomate y desataba su ira.Al llegar al salón cada uno tomó su instrumento favorito, Arnold

    escogió la auta, Gerald el piano, Phoebe el violoncelo, Stinky eltriángulo, Sid la trompeta, Harold el saxofón y Rhonda el clarinete,los demás instrumentos quedaron a manos del resto. Helga tocaba eltrombón y rápidamente lo preparó. Iba a cambiar de boquilla cuandoel sonido de un gato atropellado la hizo saltar de la silla, se volvió a

    mirar hacia atrás y vio a Lila tratando de anar su violín. —Lo siento, pero no logro anarlo. Se excusó ella y Helga dejó sutrombón a un lado, levantándose de su silla.  —Déjame ver. Dijo ella tomando el instrumento en sus manos.  —¿Tú qué sabes de violines? Preguntó Harold con sarcasmo.  —Si, ese es un instrumento muy renado para ti, Helga. Lo vas aromper. Dijo Rhonda. Helga los miró con desprecio absoluto.

     —¿Ah sí? - Dijo Helga y le quitó el arco a Lila - escuchen y lloren perdedores.Helga tocó la “partita N° 3 Gavotte en rondeau” de Johann SebastiánBach, tan magistralmente que dejó a todos boquiabiertos.  — ¡Wow Helga! - Dijo Phoebe cuando terminó de tocar - no teníaidea que sabías tocar el violín.

     —Aprendí a tocar el violín a los 8 años, todavía recuerdo cómohacerlo - Helga le entregó el violín a Lila - No está desanado.

     —¿Por qué lo dejaste? Preguntó Phoebe y Helga recordó tristementeel motivo “no perderemos el tiempo pagando clases a la niña, Olgaes el futuro”. Esas palabras tan duras las había dicho su padre BobPataki en uno de sus tantos descalabros.  —No me agrada el violín. Dijo Helga y volvió con su trombón. Elmaestro ingresó al salón extasiado.  —He venido corriendo desde el otro lado de la escuela. Porque me

     pareció a ver escuchado a Bach en las dulces notas de un violín.  —Fue Helga quien tocaba el violín. Dijo Phoebe y Helga saltó de

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    su silla volviéndose hacia ella con una mirada de odio.  —¿Toca el violín señorita Pataki?  —De vez en cuando. Dijo Helga.

     —Vuelve a tomarlo. Le ordenó el maestro.

      —Pero… yo escogí el trombón. —Cambiarás de instrumento. Ahora serás nuestra violinista.

      —¡Maldición! - Dijo Helga y le entregó el trombón a Lila, no de buena gana - Ya escuchaste, intercambiemos Lila, toma el trombón,la boquilla esta babeada.

    Lila hizo una mueca de desagrado.  —Vas a tener que lavar el trombón, debe estar plagado de Ger-

    Helgas. Dijo Rhonda.  —Rhonda, tú misma eres un germen. Dijo Helga mirándola comotal y ella le devolvió la mirada.

     —De acuerdo - dijo el maestro tomando la batuta - vamos a empezar.El maestro dio la orden y los chicos comenzaron a tocar pero todos

    los instrumentos sonaron desanados y tan estridentemente queel hombre monto en una ira iracunda y estuvo a punto de tomar elvioloncelo para tirarlo por la ventana.  Al terminar la clase, todos abandonaron el recinto, corriendo comouna manada de ñus salvajes, Helga se quedó atrás, tenía problemas

     para guardar el instrumento dentro del estuche.  —¡Entra aquí maldita cosa! Exclamó enfadada.  —Helga, debes tratarlo con delicadeza. Dijo Phoebe y guardó elviolín por ella - en serio que te levantaste con el pie izquierdo de lacama.

      —No molestes Phoebe. Dijo Helga y salieron del salón directohacia la siguiente clase. Deportes.  En el salón de música alguien se quedó, guardando su instrumentoen su estuche con parsimonia. Gerald se asomó por la puerta.  —Todavía sigues aquí, date prisa o nos pondrán retraso en lasiguiente clase.  —Ya voy. Dijo Arnold y salió del salón junto con su amigo.

     

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    ***

    Luego de ponerse la ropa más apropiada corrieron a clase dedeportes. La clase estaba dirigida por un profesor sustituto, un viejo

    conocido de Arnold. Los chicos se reunieron en el gimnasio y Helgallegó acompañada por Phoebe ubicándose en la la, notando queStinky la miraba jamente.  —¿Que me ves? - Reclamó Helga enfadada- ¿Se te perdió otraigual?  —Nada. Dijo él. Ella le vio como a una sabandija y se cruzó de

     brazos. El entrenador entró al gimnasio.

      —Bien no perdamos tiempo vamos a empezar - dijo el entrenadorsin saludar al grupo - ¿Qué tal, Arnold?  —Hola entrenador Wittenberg. Dijo él.  —Bueno, hagan dos las niñas y niños - ordenó él y todosobedecieron gradualmente - vamos a jugar un juego nacional no apto

     para débiles, vamos a jugar a los quemados.  —¡Bien! Corearon los chicos emocionados menos Arnold.  —Practicaremos un poco y luego tendremos un encuentro amistosocon el equipo del otro salón. Dijo el entrenador Wittenberg mientrasEugene traía las pelotas, todos comenzaron a sacarlas de la redmientras Arnold iba a hablar con el entrenador.  —Pero entrenador Wittenberg, los quemados son un juego muy

     peligroso. El año pasado, un niño perdió todos sus dientes. —Es un juego nacional y está en el programa así que vamos a jugar

    quemados.

     —Pero hay muchos otros deportes que no involucran romperle lacabeza a alguien. Puso en consideración Arnold.  —Vamos Arnie, pareces un viejo amargado, deja a un lado ese

     pacista enfermo por llevar la paz y saca al asesino que llevas dentro.Como lo haces cuando estas al bate, será divertido te lo aseguro. - elentrenador Wittenberg se dirigió al grupo. - Muy bien, jugaran losniños, las niñas irán a las gradas.

      —¿Y por qué? Protestó Helga indignada.  —Se pueden lastimar así que no correré riesgos. Dijo el entrenador

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    Wittenberg.  —Si, luego van a estar llorando. Dijo Harold.  —¡Ja! Yo puedo derribarlos a todos ustedes de un solo tiro, comosi fueran pinos de bolos. Dijo Helga e hizo el ademán con la pelota.

     —No derribarías a ninguno de nosotros aunque nos quedáramosquietos. Dijo Harold y entonces una pelota derribó sin previo aviso aSid, mandándolo lejos.  —Que buen golpe. Comentó el entrenador Wittenberg y todos sevolvieron a Helga.  —¡Zas! ¿Qué les pareció eso? Dijo Helga.

     —Suciente Helga a tu lugar. Esto es un juego para hombres.

      —¿Cuáles hombres? ¿El chico que le gustan las faldas y su pandilla?Replicó Helga y siguió a las chicas, mientras Sid se levantaba delsuelo sin aire.  —Cielos, Helga casi me hace comer ese balón. Dijo él adolorido.  —Es una suerte que no la dejen jugar, o estoy seguro de que acabaríacon nosotros. Dijo Arnold.  —La tomaría contra ti Arnold, serias su blanco predilecto. - DijoSid. - Ella no desaprovecharía una oportunidad de darle a un blancotan perfecto como tú.  —Si, eso es lo que más desearía. Dijo Arnold con tristeza y bajó lamirada.  —¡Alerta Arnold! Exclamó el entrenador Wittenberg y una pelotalo sorprendió derribándolo.  —¡Buuuu! ¡Ese no sirvió, sáquenlo de la cancha y arrójenlo al

     bote de la basura! - chió Helga desde las gradas y todas las chicas

    se volvieron a verla al mismo tiempo. - ¿Qué? No ha empezado el partido y ya está en el suelo ¡Pobre lombriz!

    ***

    Luego de unas cuantas practicas el entrenador Wittenberg trajo alequipo rival que estaba conformado por los chicos de quinto grado,

    los cuales no duraron en mostrar su superioridad. Al tomar el balónWolfgang hizo gala de su fuerza y golpeó a Eugene mandándolo hasta

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    el otro lado del salón. —Estoy bien. Dijo luego de resbalar por la pared y caer al suelo.

      —¡Esperen la señal chicos! Aún no ha empezado el partido. Dijo elentrenador Wittenberg.

      —Esto será pan comido. Dijo Wolfgang y entonces Arnold seacercó hacia él para entablar las reglas del juego. Lo cual no era una

     buena idea pues Wolfgang era un chico que nunca atendía razones.  —Escucha Wolfgang, no tenemos que recurrir a la violencia,

     podrías por favor no lanzar la pelota con tanta fuerza, no queremosque nadie salga lastimado.  —Yo no lo lance con fuerza, ustedes son muy débiles, parecen

    mariquitas. Dijo Wolfgang  —Puede resultar alguien herido. Dijo Arnold ofendido.  —¿Entonces que sugieres cabeza de balón? ¿Qué nos lancemosalmohadas? Preguntó Wolfgang y la idea pareció gustarle al chico.  —Tal vez podríamos conseguir algo que no sea tan duro algo mássuave ¿Qué les parece? Preguntó Arnold y Wolfgang y compañíaintercambiaron miradas, sonriendo con malicia.Sid, Stinky y Gerald estaban charlando animadamente, esperando alotro lado de la línea a que comenzara el partido. Cuando Arnold lescayó encima, derribándolos al suelo. Wolfgang lo había lanzado contodas sus fuerzas como si fuera un balón.  —¡Wolfgang! ¿Qué rayos fue eso? Preguntó el entrenadorWittenberg.  —Me equivoque de balón. Se excusó él mientras sus compañerosemitían risitas burlonas. Desde las gradas Helga se echó a reír.

      —¡Hiciste honor a tu nombre Cabeza de balón! Dijo divertida y laschicas se rieron. Él le hizo una mueca de disgusto.

     —¡Basta de eso! - Dijo el entrenador y sopló su silbato - ¡Vamosa jugar!

    El entrenador hizo el saque iniciándose el partido. Arnold jugó ysolo por qué el entrenador se lo rogó de rodillas pero sabía muy biena lo que se exponía.

      El partido “amistoso” se convirtió en una verdadera matanza,rápidamente los chicos de cuarto grado fueron reducidos, luego de

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    recibir el impacto de los balones que caían como cañonazos. El primerofue Arnold al que atacaron con todo el arsenal, resultó imposible paralos de quinto fallar un blanco tan formidable.

    Los chicos de grado superior eliminaron uno a uno y hasta hicieron

    acrobacias para acabar con el cuarto grado. Muy pocos quedaronde pie luego de la asonada del quinto grado. Los chicos apenas si semantenían de pie muy adoloridos  —¡¿Pero qué pasa?! Parecen estatuas ¡Muévanse! ¡Hagan algo poramor a dios! Exclamó el entrenador Wittenberg desesperado, al verque su personal mermaba alarmantemente.  —Oiga déjeme jugar, yo soy su salvación. Mi papá fue campeón en

    este juego y obviamente yo también. - Dijo Helga desde las gradas - puedo arreglar su problema.  —No niña, esto es un juego de hombres. Todavía se puede remontarel marcador.  —Sí, eso mismo pensaron los vaqueros de Dallas en el 89. DijoHelga pero el entrenador siguió en su empeño machista y no hubonada que hacer. Los de quinto exterminaron a los de cuarto y lavictoria fue contundente.

     —¡Me dan lástima! - Dijo el entrenador después del partido - no pudieron descontarse a un mísero contrincante, son una pandilla de...  —¡Entrenador Wittenberg! Por favor… lo retuvo Arnold ya cansadode tanto regaño.  —No me interrumpas Arnold, fue terrible.  —Solo era un amistoso. Dijo Arnold.  —Amistoso o no, no tenían por qué apabullarnos así. Dijo el

    entrenador y su regaño se extendió durante varios minutos más. Elentrenador no toleraba perder y menos cuando su esposa estaba en lasgradas burlándose de él. Afortunadamente la clase terminó. Arnoldse alegró muchísimo al poder escapar de eso y justo a la hora delalmuerzo.

     ***

    El chico esperaba pacientemente su turno en la la de la cafetería

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     para servirse su comida y su tazón de tapioca, la salsa que tanto legustaba. Al llegar al nal de la la la cocinera le sirvió y se giró

     para ir a una de las mesas. Cuando Helga apareció de la nada ydistraídamente se topó con él y sin titubeos le quitó la bandeja.

      —¡Gracias! Dijo y se giró sobre sus talones llevándose la bandeja.  —¡De nada! - Dijo Arnold y se dio la vuelta hasta que cayó encuenta del robo y de inmediato se giró saliendo en su persecución. -¡Oye no!  —Esto es de todos los días. Comentó Gerald a la cocinera. Arnoldalcanzó a Helga y la retuvo por un brazo.  —¡No es gracioso Helga! ¡Devuélvemela!

     —Lo que se regala no se pide de vuelta, Zeppelin. Dijo Helga yentonces el chico tomó la bandeja por el extremó.  —Fue un robo me tomaste distraído. Protestó Arnold.  —Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Dijo Helga ytrató de zafar la bandeja de sus manos.  —Dámela Helga.  —¡Pide otra! - Replicó Helga y forcejeo. - No seas llorón.  Y entonces comenzaron a jalar la bandeja.  —¡Devuélvemela!  —¡Es mía! Exclamó Helga molesta.  —Muy bien tú ganas. Dijo Arnold soltando la bandeja y la salsa detapioca y la comida terminó embarrada en el vestido de Helga.

     —Eres un… exclamó Helga y tomó un plato de un comensal que pasaba justo por ahí y se lo arrojó. Arnold lo esquivó con facilidad yese fue el detonante para el inicio de una guerra.

      —¡Guerra de comida! Gritó Curly y volaron platos, pasta, salsa, papas y frutas, de un lado al otro del salón, pero la guerra culminócuando uno de los platos de pasta fue a dar a la calva cabeza deldirector Wartz quien estaba al otro lado del salón y se dio la vuelta;furibundo.  —¡Miren! Al director Wartz le creció cabello. Exclamó Wolfgangy todos los chicos rompieron a reír. El hombre avergonzado y furioso

    se quitó el plato.  —¡¿Quién fue el culpable de esto?!

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      Todos apuntaron hacia la pareja en disputa. El director fue directohacia los culpables. Helga trató de escabullirse pero el director se loimpidió con un grito.  —¡Señorita Pataki!

      —Presente. Dijo Helga encogiéndose de hombros.  —Le parece que ese es el comportamiento que se debe tener en unacafetería.  —No. Dijo ella.  —Tendrá detención por 2 semanas empezando hoy después declases. Sentenció el director.

     —Ya que… dijo Helga resignada y luego él se volvió a Arnold.

      —¡Y tú también Arnold! Estás castigado. Llamare a sus padres yabuelos. —¿Pero por qué? Eso es totalmente injusto director Wartz. Dijo él

    indignado.  —¿Injusto? Tu comenzaste Cabeza de balón - y el director lafulminó con la mirada - es decir tu comenzaste Arnoldo, yo solo soyuna víctima de tu intolerancia.“intolerancia” No podía estar hablando en serio, nadie en el planetatoleraba a Helga más que él, Arnold frunció los labios, mucho másque indignado.  —¡Suciente! Ambos ya saben dónde después de clase. Dijo eldirector Wartz y se retiró. Helga se volvió a ver al chico sacándole lalengua y se marchó, dejando a Arnold gruñendo solo.

     ***

    El ser castigado por culpa de Helga le hizo enfadar mucho. Al sacarsu libro de arte para la siguiente clase, azotó su casillero con furia.  —De verdad que Helga te ha hecho enojar. Dijo Gerald y el chicocontó hasta 10 y respiró profundamente tranquilizándose y se centrónuevamente.  —Si - Dijo Arnold y caminaron hacia el salón de arte - No entiendo

     por qué siempre tiene que molestarme.  —Por la misma razón por la que tú la amas. Dijo Gerald con una

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    gran sonrisa y el chico se detuvo.  —Gerald, te lo vuelvo a repetir, no la amo ¿Cómo voy a amar a la

     persona que me trata como basura?  —He visto tantas cosas extrañas en mi vida.

      —¿A qué te reeres? Preguntó Arnold.  —Me puse a pensar en Helga y su comportamiento, pero algunascosas no me cuadraban y por eso le pregunte directamente a Phoebe.

     —¿Y qué te dijo? Preguntó Arnold sin evitar la curiosidad.  —Me dijo que Helga es una Tsundare.  —¿Qué es una Tsundare? Preguntó Arnold.  —Algún término japonés raro. El punto es que tal vez Helga

    en realidad te quiere y pretende odiarte, que ¿por qué? Tal vez poralguno de esos prejuicios femeninos sin sentidos que se inventan lasmujeres para atormentarse y de paso para atormentarnos a nosotros.Dijo Gerald.  —Bien, digamos que hipotéticamente hablando Helga en realidaduh… me ama - dijo Arnold y se detuvo - pero ¿por qué tiene queser tan mala conmigo? Creo que últimamente me odia más que decostumbre.  —Ya lo dije es una prejuiciosa. Dijo Gerald y avanzó por el pasillo.

     —Necesito pruebas.  —Tal vez nunca las obtengas, en tu caso yo le preguntaríaseriamente.  —Claro y luego estaría seriamente muerto. Helga me asesinaríasolo para quedar como la chica más mala frente a todos, o se burlaríao…

      —O te rechazaría, cruelmente y sin asco. —No quiero ser rechazado. - Dijo Arnold y siguió a Gerald -

    denitivamente no quiero ser rechazado. —De que te preocupas acabas de decir que la chica no te gusta.

    Arnold iba a protestar cuando un fuerte ruido los interrumpió.  —¿Que fue eso? Preguntó Arnold.  —Tal vez fue la llanta de coche que estalló, vamos a clase. Dijo

    Gerald restándole importancia.  

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    ***

    La clase de arte era la clase favorita de todos. La maestra llamadaDarwin era muy amable y dejaba que ellos jugaran y dibujaran lo que

    quisieran. Pero a Helga ya no le gustaba esa clase, porque según ellahabía perdido su talento artístico junto a su pasión por escribir.  Al entrar a clases todos se acomodaron en su lugar. La maestra,muy animada y sonriente ya estaba en el salón.  —Niños vamos a dibujar algo, empleando las herramientas y lastécnicas que hemos aprendido hasta ahora - dijo la maestra - tomensu lápiz y hagan un bosquejo.

      Los chicos tomaron sus lápices y comenzaron a dibujar en suscuadernos de dibujo, dibujando lo que primero les vino a la mente.En poco tiempo caricaturas, cosas abstractas, y retratos absurdostomaron forma.Helga no tenía ningún interés por la clase, estaba aburrida y ya queríamarcharse, durante toda la clase se dedicó a garabatear y arrancarhojas, haciéndolas bolas, lanzándolas por encima de su hombro. Alnal un gran morro de hojas arrugadas se alzaba detrás de su silla.  —Helga, ¿Tienes algún problema? Preguntó la maestra, al verlatan aburrida.  —No, ninguno.  —¿Estas segura? Preguntó la señorita Darwin apuntando a la granmontaña que amenazaba con desparramarse.  —Es que tengo un dibujo en mente y cuando lo paso al papel ya noes lo que tenía planeado.

     —Y ¿No te gusta el resultado?  —No mucho.

     —¿Puedo ver lo que has hecho? Preguntó la maestra inclinándose para tomar una de las hojas arrugadas.

     —¡No! - Exclamó Helga y todos se volvieron a verla - es decir no,es horrible.Ella no quería que la maestra viera las hojas, porque había muchos

    garabatos de Arnold acompañados con frases como “es un idiota” —Helga, la mayoría de artistas piensan que sus obras son horribles,

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     pero no necesariamente es así. —De verdad, solo son manchas y borrones. —Bueno, sigue intentándolo Helga y si la inspiración te guía a eso,

    entonces déjalo ser, será igualmente hermoso.

    Helga miró su boceto, solo rayones y círculos. La maestra la dejó yfue hacia Iggy para ver su trabajo.

     —Dejarlo ser, claro como ella no perdió su inspiración le es fácildecirlo.Sin inspiración era poco menos que un dibujante de preescolar.Al terminar la clase, los chicos salieron del salón corriendo entre risasy voces, Helga ya emprendía la huida cuando su maestra la detuvo.

     —Helga por favor recoge la basura. Le pidió ella amablementey Helga haciendo una mueca de disgusto se devolvió y empezó arecoger sus papeles.  —¿Quieres que te ayude? Preguntó Arnold quien seguía en el salón.  —No te molestes. Dijo Helga de mala gana metiendo las hojas enuna papelera y pasó junto a él airosa. Una de las hojas cayó al sueloel chico la tomó pero antes que pudiera decir o hacer algo, Helga sela arrebató con las uñas.

     —¡Dame eso pequeña sabandija! Exclamó y metió la bola conrabia entre la cesta.

     —¡Helga esa frase es muy fea! La reprendió su maestra y Helga sevolvió a ella.

     —¡Ah! Es cierto, lo siento maestra - dijo y luego se volvió a Arnold-Por favor discúlpeme señora sabandija. Dijo Helga con descaro yantes de que su maestra dijera algo más ella salió del salón.

      —¡Helga, ven aquí! Dijo ella siguiéndole para reprenderla por suaptitud grosera. El chico suspiró pesadamente y guardó su cuadernode dibujo.

     ***

    En el salón 206 antes de que comenzara la clase todos estaban

    divirtiéndose en el salón jugando. La puerta se abrió y todosenmudecieron al ser tomados por sorpresa, creyeron que se trataba

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    del señor Simmons pero no era él sino de Eugene quien apareciósonriente en el umbral de la puerta.  —¡Eugene! Se quejaron.  —Ese soy yo. Dijo Eugene cerrando la puerta.

      —Tarado, pensamos que era el señor Simmons. Dijo Helga.  —No, soy yo.  —Si, nos dimos cuenta. Dijo Harold y entonces la puerta se abriósúbitamente y golpeó a Eugene tumbándolo al suelo.  —Oh disculpa Eugene, no sabía que estabas detrás de la puerta -se disculpó el señor Simmons ayudándolo a levantarse mientras losotros ocupaban sus lugares - Niños, como la exposición de la antigua

    Grecia ya está muy cerca y como ya los vi en acción, ya tengo losroles protagónicos.  —¡Noo! Protestaron unánimemente.

     —La mitología griega es muy aburrida. Dijo Helga cruzándose de brazos.

     —Es parte de la historia antigua, Helga - dijo el señor Simmonssacando sus libretos - muy bien chicos aquí va la lista; Rhonda hará el

     papel de Hera reina de los dioses.  —La cornuda. Comentó Helga y Phoebe se rio y a Rhonda no lecauso gracia el comentario.  —Lila será Afrodita.

     —Cielos es fantástico, me encanta, es mi personaje favorito delmito, ella es tan bella. Dijo Lila y Helga hizo una mueca de disgusto.  —Sí, me imagino las razones por las que te sientes tan identicada.Dijo ella

      —Helga silencio - ordenó el señor Simmons - Eugene será Hermesel mensajero de los dioses, Stinky será Hades señor del inframundo.

     —Oh pero que papel tan espantoso. Se quejó él