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PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA JEFFREY G . WILLIAMSON 4 Cinco siglos de revoluciones industriales, globalización y desigualdad El desarrollo económico mundial en perspectiva histórica

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    cienciaSociales

    Vctor lucea ayala El pueblo en movimiento. La protesta social en Aragn (1885-1917)

    Jess gascn Prez Alzar banderas contra su rey. La rebelin aragonesa de 1591 contra Felipe II

    Gaspar mairal Buil Tiempos de la cultura. (Ensayos de antropologa histrica)

    Marie salgues Teatro patritico y nacionalismo en Espaa: 1859-1900

    Jernia Pons y Javier silvestre (eds.) Los orgenes del Estado del Bienestar en Espaa, 1900-1945: los seguros de accidentes, vejez, desempleo y enfermedad

    Richard Hocquellet La revolucin, la poltica moderna y el individuo. Miradas sobre el proceso revolucionario en Espaa (1808-1835)

    Ismael saz y Ferran arcHils (eds.) Estudios sobre nacionalismo y nacin en la Espaa contempornea

    Carlos flavin y Carmina fandos (coords.) Turismo gastronmico. Estrategias de marketing y experiencias de xito

    Jos ngel Bergua amores Estilos de la investigacin social. Tcnicas, epistemologa, algo de anarqua y una pizca de sociosofa

    Fernando Jos Burillo alBacete La cuestin penitenciaria. Del Sexenio a la Restauracin (1868-1913)

    Luis germn zuBero Historia econmica del Aragn contemporneo

    Francisco ramiro moya Mujeres y trabajo en la Zaragoza del siglo xviii

    Daniel justel vicente (ed.) Nios en la Antigedad. Estudios sobre la infancia en el Mediterrneo antiguo

    cienciaSociales

    Por qu Ha cr ecido el comercio mundial? Desde hace cunto vivimos en un mundo globali-zado? Por qu los primeros pases en industrializar-se fueron tambin pioneros en la emigracin masiva de sus poblaciones? Por qu la revolucin industrial tard tanto en llegar a varios puntos del planeta? El presente libro recoge las aportaciones de Jeffrey G. Williamson a los temas ms relevantes para com-prender el desarrollo econmico en los ltimos qui-nientos aos. Williamson, uno de los historiadores ms prolficos de la actualidad, es el referente prin-cipal para la historiografa econmica neoclsica. Los trabajos aqu reunidos se basan en un minucioso anlisis de nuevos datos empricos, fruto de ms de veinte aos de investigacin.

    ISBN

    978

    -84-

    1553

    8-67

    -7

    Prensas de la Universidad

    PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

    jeffr ey g. w illi a mson

    4Cinco siglos de revoluciones industriales, globalizacin y desigualdadEl desarrollo

    econmico mundial en perspectiva histrica

    jeffrey g. williamson naci en Nueva Inglaterra (EE. UU.) en 1935. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Stan-ford en 1961 y de 1963 a 1983 fue pro-fesor en la Universidad de Wisconsin. Entre 1983 y 2008 fue profesor de la Facultad de Economa de la Universi-dad de Harvard e investigador de la Na-tional Bureau of Economic Research. En 1994-1995 presidi la Asociacin Internacional de Historia Econmica y entre 1997 y 2000 dirigi el Departa-mento de Economa en Harvard. En la actualidad, es miembro honorario y profesor emrito en la Facultad de Eco-noma de la Universidad de Wisconsin. Su obra incluye ms de veinte libros y casi doscientos artculos publicados en revistas acadmicas.

  • TABLA DE CONTENIDOS

    Presentacin

    Primera parte: La primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricasCaptulo 1. La Revolucin Industrial britnica a debate Captulo 2. La demanda de trabajo y la absorcin de inmigrantes de origen agrcola Captulo 3. El efecto equilibrador de la oferta: mano de obra, mquinas y trabajo cualificado

    Segunda parte: Transiciones demogrficas y revoluciones industrialesCaptulo 4. Transiciones demogrficas y milagros econmicos en el Asia emergente

    Tercera parte: Genera la globalizacin una desigualdad mayor?Captulo 5. Globalizacin: hacia un mundo ms desigual? Captulo 6. Globalizacin, tierra y trabajo en el tercer mundo, 1870-1940

    Cuarta parte: Globalizacin: evolucin y polticas. Del mercantilismo al primer siglo globalCaptulo 7. Europa despus de Cristbal Coln: una explicacin de la expansin del comercio

    de ultramar, 1500-1800 Captulo 8. De Malthus a Ohlin: comercio, industrializacin y distribucin desde 1500

    Quinta parte: La globalizacin en la periferia: desindustrializacin y proteccinCaptulo 9. La globalizacin y la Gran Divergencia: relacin real de intercambio y volatilidad

    en la periferia pobre, 1782-1913 Captulo 10. La desindustrializacin de la India en los siglos xviii y xix: la cada del Imperio

    mogol, los impactos del clima y el ascenso industrial britnico Captulo 11. Anlisis de los aranceles en el comercio mundial: polticas comerciales estratgi-

    cas, ingresos estatales y el teorema Stolper-Samuelson, 1870-1938

    Sexta parte: El surgimiento del mercado mundial de factores: fuerza de trabajo y capitalCaptulo 12. La evolucin de las migraciones mundiales desde la poca de Cristbal Coln Captulo 13. El impacto de las migraciones masivas sobre la convergencia y la desigualdad Captulo 14. El sesgo de la riqueza durante la primera gran expansin del mercado mundial

    de capitales, 1870-1913

    Agradecimientos

    Bibliografa

    ndice de figuras y tablas

  • EL DESARROLLO ECONMICO MUNDIALEN PERSPECTIVA HISTRICA

    Cinco siglos de revoluciones industriales, globalizacin y desigualdad

    Jeffrey G. Williamson

    Santiago Colmenares(traductor y coordinador cientfico)

    PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

  • WILLIAMSON, Jeffrey G.

    El desarrollo econmico mundial en perspectiva histrica : cinco siglos de revoluciones industriales, globalizacin y desigualdad / Jeffrey G. Williamson ; Santiago Colmenares (traductor y coordinador cientfico). Zaragoza : Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2012

    645 p. ; 22 cm. (Ciencias Sociales ; 88)Bibliografa: p. 569-628 ISBN 978-84-15538-67-7

    1. Desarrollo econmico y social. 2. Historia econmicaS. XVI-XX330.34(100)(091)338.1(100)15/19

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

    Jeffrey G. Williamson De la presente edicin, Prensas de la Universidad de Zaragoza 1. edicin, 2012

    Ilustracin de la cubierta: Jos Luis Cano

    Coleccin Ciencias Sociales, n. 88Director de la coleccin: Pedro Rjula Lpez

    Prensas de la Universidad de Zaragoza. Edificio de Ciencias Geolgicas, c/ Pedro Cerbuna, 1250009 Zaragoza, Espaa. Tel.: 976 761 330. Fax: 976 761 [email protected] http://puz.unizar.es

    Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusin y comercializacin de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

    Impreso en EspaaImprime: Servicio de Publicaciones. Universidad de ZaragozaD.L.: Z-1903-2012

    www.cedro.orghttp://puz.unizar.esmailto: [email protected]
  • Es difcil entender cmo generaciones futuras del tercer mundo podran converger ms deprisa con los pases de ingre-sos altos si se establecieran prohibiciones a la exportacin de manufacturas que emplean trabajo infantil. All donde los ca-minos a una mayor escolarizacin y un crecimiento ms rpi-do del ingreso parecen estar bloqueados, no lo estn por las oportunidades de empleo en el sector moderno de exporta-cin. Estn bloqueados por la ausencia de una poltica nacio-nal que aumente la partida presupuestaria destinada a la edu-cacin pblica.

    Peter H. Lindert y Jeffrey G. Williamson

  • PRESENTACIN

    Jeffrey G. Williamson es uno de los autores ms prolficos que ha dado la Historia Econmica en el mundo. Al buscar una forma breve para definir su obra no hay ms que destacar el optimismo con el que ha anali-zado distintos aspectos del desarrollo econmico en el largo plazo, y tam-bin su empeo por estudiar las razones que estn detrs de la pobreza y las maneras de erradicarla. As pues, en Historia Econmica podramos situar a Williamson como el padre del optimismo. Ha abordado todos los temas que un estudiante avanzado de Economa desea entender: niveles de vida, crecimiento econmico, desigualdad en la distribucin del ingreso, globa-lizacin y transicin demogrfica, entre otros, tal y como queda ejemplar-mente recogido en esta obra. En las pginas que siguen se ofrece un itine-rario por el pensamiento de Williamson a lo largo de su vida y se van desgranando a travs de sus ensayos los problemas ms candentes de la economa en las sociedades contemporneas.

    Ya en los aos ochenta del siglo xx, cuando la historiografa debata la bondad de la Revolucin Industrial, los resultados de Williamson fueron los ms optimistas. A su vez, destacaban la gran ruptura econmica que supuso la Revolucin Industrial en trminos de mejora de los niveles de bienestar. Ello era especialmente relevante en el contexto de los debates historiogrficos del momento, que no siempre contemplaban el crecimien-to econmico como un factor deseable para la humanidad. Y Williamson

  • 8 Presentacin

    destac la gran consecucin que todo ello signific: permiti mejorar los niveles de vida y aumentar el nmero de habitantes de Inglaterra, primero, y de buena parte del mundo, despus.

    Otro aspecto del anlisis econmico en el que este autor ha sido recu-rrente es el estudio de la desigualdad. Para muchos, la principal objecin que puede hacerse al capitalismo industrial es que aument mucho los ni-veles de desigualdad en la distribucin del ingreso. Los resultados de Wi-lliamson en esta direccin son doblemente innovadores al enfocar el estu-dio de la desigualdad desde todas las vertientes posibles para su anlisis. A pesar de ser cierto que en una fase inicial la Revolucin Industrial aument la desigualdad en Inglaterra, una vez alcanzado un cierto grado de madurez econmica, las fuerzas redistributivas presionaron al retorno a un nuevo estadio con mayor igualdad en la distribucin de los ingresos. Ello est ejemplarmente analizado en sus escritos aplicando el modelo de la U inver-sa de Kuznets. Quiz la Revolucin Industrial aument la desigualdad, pero, a cambio, su principal secuela fue que quedaron atrs las hambrunas y las crisis de subsistencias que haban azotado a la poblacin antao. Ade-ms, a partir de las primeras dcadas del siglo xix Inglaterra se convirti en una economa abierta que demandaba al mundo los alimentos, minerales y primeras materias necesarias para impulsar el crecimiento econmico. Y este nuevo factor, el de la apertura econmica, abri las puertas al anlisis de los temas relacionados con la globalizacin que han nutrido su obra en las ltimas dcadas.

    Quiz a causa de los orgenes irlandeses de su familia, pero tambin y sin lugar a dudas a causa de la gran intensidad de la emigracin irlande-sa a Amrica, el primer aspecto de la globalizacin abordado por el autor fue el de las migraciones internacionales. Y en las pginas de Williamson sobre estos temas encontramos el pensamiento de un economista neocl-sico que aborda el tema de las migraciones desde la perspectiva de los fundamentos econmicos que estn detrs de la misma. Nuevamente, el balance que podemos hacer del fenmeno es enormemente optimista: las economas dotadas con ms trabajo, como Irlanda, generaron fuertes co-rrientes migratorias a las economas dotadas con ms tierra, como las americanas, teniendo ello como resultado un uso ms eficiente de los fac-tores productivos. Adems, y merced a las fuerzas globalizadoras, el precio relativo de los factores productivos tendi a converger. En Irlanda, que se

  • Presentacin 9

    haba visto azotada por las hambrunas de la crisis de subsistencias de la patata en 1846, los salarios reales aumentaron gracias a la emigracin, tendiendo a converger con los norteamericanos. Siguiendo los modelos econmicos de Hecksher y Ohlin, economistas que escribieron durante el primer tercio del siglo xx, encontramos las principales soluciones a la sobre-poblacin, por medio de la emigracin, y los efectos equilibradores del mercado en la retribucin de los factores productivos.

    Y, adems, la globalizacin no siempre engendra desigualdad, tal y como se desprende de sus escritos. En las reas superpobladas del mundo que generan emigracin el resultado de las fuerzas globalizadoras es alcan-zar un nuevo estadio con mayor igualdad. En cambio, en las zonas recep-toras de poblacin en donde se acusa el aflujo de inmigrantes procedentes de reas ms deprimidas aumentan los niveles de desigualdad. Por tanto, la relacin entre globalizacin y desigualdad no es unvoca y depende de las dotaciones de los factores productivos de la economa en cuestin. De otro lado, en todo el bloque de temas relacionados con la globalizacin se estu-dian con detalle las caractersticas del comercio desde el descubrimiento de Amrica y su incidencia sobre la reasignacin de recursos productivos, los movimientos migratorios y de capitales.

    Al tratarse de un libro de Historia, las observaciones que estn en la base de los distintos captulos suelen finalizar en los aos treinta del siglo xx. Pero no por ello las lecciones econmicas que podemos sacar de estos episodios histricos son menos ilustrativas y actuales, tal y como sucede con las lec-ciones sobre el proteccionismo. Segn palabras del autor, la descoloniza-cin de Amrica Latina durante las primeras dcadas del siglo xix tuvo efectos parecidos a los que ha tenido en el siglo xx la descolonizacin de frica. La principal, generar repetidos conflictos civiles de cara a definir las fronteras, establecer los modelos de sociedad, revoluciones nacionales para establecer nuevas administraciones, todo ello muy costoso para el erario. La solucin adoptada por la Amrica Latina histrica fue elevar los arance-les que gravaban el comercio internacional en una edad dorada para las exportaciones desde este continente. Y es que, para Williamson, todo pro-ceso descolonizador implica unos cincuenta aos perdidos para el crecimien-to econmico, hasta que no se han redefinido las fronteras y construido las administraciones nacionales. Por ello, el autor es nuevamente optimista en relacin con el futuro de frica, continente que vivi la descolonizacin

  • 10 Presentacin

    despus de la Segunda Guerra Mundial y para el cual en el largo plazo prev soluciones parecidas a las adoptadas en Amrica Latina a lo largo del siglo xix.

    Por todo ello, y a pesar de tratarse de un libro de Historia, el lector encontrar en sus pginas mltiples temas de actualidad para el anlisis del presente. Especialmente en un pas como Espaa, que ha vivido buena parte del siglo xx de espaldas a la economa internacional. Todos los temas que se van desgranando adquieren gran significacin ahora, cuando esta-mos viviendo una nueva ola globalizadora, sobre todo en economas como la espaola, peor equipadas, histricamente hablando, para afrontar los retos del siglo xxi.

    Enriqueta CampsUniversitat Pompeu Fabra

    Noviembre 2011

  • Primera parteLA PRIMERA REVOLUCIN INDUSTRIAL:

    DEBATE Y EVIDENCIAS EMPRICAS

  • Captulo 1LA REVOLUCIN INDUSTRIAL BRITNICA

    A DEBATE*

    1.1. Introduccin

    Muchos de nosotros estamos ahora de acuerdo en que el crecimiento britnico fue lento hasta 1820 aproximadamente y mucho ms rpido a partir de ese momento. El punto de inflexin alrededor de 1820 tambin parece manifestarse respecto a las mejoras en los niveles de vida, la tasa de industrializacin, las tendencias de la desigualdad, los cambios en los pre-cios relativos, la tasa de emigracin del campo y el ritmo del progreso tec-nolgico. Tambin estamos de acuerdo en que la tasa de acumulacin fue lenta a lo largo de la Primera Revolucin Industrial. En lo que no estamos de acuerdo, sin embargo, es en el porqu.

    1.2. Imperfecciones en el mercado de factores y comidas gratuitas

    Nick Crafts ha argumentado recientemente que la mano de obra del sector agrcola en Gran Bretaa fue liberada temprana y rpidamente, y

    * Traduccin de Jeffrey Williamson, Debating the British industrial revolution, Explorations in Economic History, 24, pp. 269-292 y 390-395. 1987, con permiso de Elsevier.

  • 14 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    que la reasignacin de este factor contribuy a las ganancias de productivi-dad en el conjunto de la economa. As, nos dice que

    el triunfo de la economa britnica a finales del siglo xviii y comienzos del xix radica en haber empleado mucha gente en la industria y relativamente poca en la agricultura, en lugar de haber alcanzado extraordinarios niveles de pro-ductividad o elevadas tasas de crecimiento en la industria tomada como un todo (Crafts, 1987).

    Adems, dado que la tasa de emigracin del campo fue especialmente grande tras las guerras napolenicas (Williamson, 1986a, tabla 3), las su-puestas ganancias en productividad debieron haber sido superiores despus de 1820. Esta liberacin de trabajo por parte de la agricultura britnica en una fase temprana del desarrollo (Crafts, 1985a, p. 2) implica ganancias de productividad en toda la economa en la medida en que el trabajo tuviera una productividad marginal mayor en la industria. De hecho, este tipo de razonamiento es esencial para economistas del desarrollo como Simon Kuznets (1971) y Hollis Chenery y Moshe Syrquin (1975), as como para la contabilidad del crecimiento de Edward Denison (1967 y 1974). Crafts cree que hacia 1840 los mercados de factores estaban bastante bien integra-dos (Crafts, 1985a, pp. 3 y 7), aunque el diferencial de salarios entre la agricultura y la industria era todava pronunciado (Crafts, 1985a, p. 68). Comparaciones con otros pases de desarrollo temprano han convencido a Crafts de que la integracin relativa de los mercados de factores en Gran Bretaa y la pronta liberacin de mano de obra fue atpica en Europa y relevante para su temprano xito.

    Fue exactamente este tipo de razonamiento el que me llev a tomar una posicin similar en mi reciente libro (Williamson, 1985a, apndice E). La reasignacin de factores desde sectores con productividades margi-nales bajas hacia sectores con productividades marginales altas implica que las tasas de crecimiento de la productividad total de los factores de toda la economa no pueden ser derivadas simplemente mediante el pro-cedimiento de tomar un promedio ponderado de los diferentes sectores, sino que deben aadirse los efectos de la reasignacin de factores. Por desgracia, cuando me encontraba escribiendo mi libro no haba datos sobre los efectos potencialmente importantes de esta reasignacin de fac-tores a principios del siglo xix en Gran Bretaa. Ahora ya hay algunos datos disponibles.

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 15

    Figura 1.1Anlisis de lA brechA sAlAriAl entre dos sectores

    en el modelo de equilibrio generAl

    Producto marginal y salario real en la industria (I)

    Gananciade la industria

    Salariosindustriales

    Brecha

    AWI

    DI

    WADA

    C

    E

    H

    B

    G

    F

    l*E

    de eficiencia

    Prdida

    lEmpleo en la industria (LI)

    Salarios agrcolas

    Empleo enla agricultura (LA)

    Renta y gananciaen la agricultura

    Producto marginaly salario real

    en la agricultura (A)

    Basndome en las brechas salariales estimadas entre los sectores urba-no y rural durante la dcada de 1830, he calculado prdidas de eficiencia como las descritas en la figura 1.1 (Williamson, 1986a). Despus de corre-gir por los diferenciales en el coste de vida, el auxilio a los pobres y la pr-dida de bienestar que implica la vida urbana, estimo la brecha salarial entre la industria y la agricultura en alrededor del 33 %, lo cual evidencia posi-bles fallos en el mercado laboral. Digo posibles porque aquella brecha salarial puede ser explicada por los costes de movilidad y por diferencias en la eficiencia del trabajo. Incluso si tal brecha se trata como una verdadera distorsin en el mercado laboral, la prdida de eficiencia que esta implica representara tan solo el 3,3 % del ingreso nacional de 1831, aproximada-mente (tabla 1.1). Si el efecto del fallo del mercado de trabajo en 1831 fue tan insignificante para el ingreso nacional y para las productividades del

  • 16 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    trabajo promedio de toda la economa, es poco probable que la temprana liberacin de mano de obra del sector agrcola britnico con anterioridad a ese ao pueda haber hecho una contribucin cuantitativa significativa al crecimiento de la productividad laboral entre 1780 y 1830, especialmente si se tiene en cuenta que las brechas salariales parecen haber sido ms gran-des en 1830. Parece, as, que Crafts y los economistas del desarrollo esta-ban equivocados: la liberacin temprana de mano de obra (por ejemplo, una asignacin de trabajo ms eficiente en un mercado imperfecto) sim-plemente no era lo bastante importante para afectar al crecimiento britni-co en general.

    Por supuesto, la generalizacin a todos los mercados de factores de lo acontecido con el mercado de trabajo puede ser un error, especialmente si los fallos del mercado de capitales eran an ms pronunciados (William-son, 1986a). La tabla 1.1 muestra que los fallos de este mercado eran, de hecho, ms pronunciados, ascendiendo quiz las prdidas de eficiencia al 8,2 % del ingreso nacional, de manera que la influencia conjunta del mal comportamiento de los mercados de trabajo y capital era del 11,5 %, o ms, del ingreso nacional. He insistido mucho en este punto porque Crafts hace deducciones equivocadas sobre los clculos relativos a las prdidas de eficiencia. l supone que yo creo ahora (en contraste con lo que deca en mi libro) que los efectos de la reasignacin de recursos sobre la productivi-dad eran minsculos. Est equivocado. En lugar de eso, creo que los cam-bios en la productividad derivados de la liberacin temprana de mano de obra fueron minsculos. Los fallos en los mercados de capitales son un asunto totalmente distinto.1

    1 Crafts afirma que ahora yo me deseo retractar del punto de vista previo, sobre la base de que las prdidas de eficiencia derivadas de asignaciones indebidas de mano de obra eran pequeas, y as afirmar presumiblemente que z estaba cerca de cero (Crafts, 1987). Aunque, ciertamente, deseo desligarme de su apreciacin de que las asignaciones incorrec-tas de mano de obra implicaron grandes prdidas de eficiencia (no lo hicieron), nunca afirm, o quise afirmar, que z estaba cerca de cero. Crafts realiza esa deduccin errnea al ignorar el hecho de que el fallo del mercado de capitales era muy importante. (Tambin estim que las prdidas de eficiencia asociadas a las Leyes de Granos eran muy grandes, pero estas importantes distorsiones polticas son irrelevantes para el debate entre Crafts y yo). La tabla 1.1 muestra que la influencia conjunta de los fallos en los mercados de traba-jo y capital fue del 11,5 %, o ms, del ingreso nacional. Si esta prdida de eficiencia haba sido eliminada entre 1831 y 1861, esto implica una ganancia de la productividad total de

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 17

    TaBLa 1.1

    FAllos en los mercAdos de FActores Y PrdidAs de eFicienciA: 1831

    Origen del fallo Prdida de eficiencia como porcentajedel ingreso nacional

    Mercado de trabajo 3,3

    Mercado de capitales 8,2

    Ambos mercados combinados 11,5

    FUENTE: Williamson (1986a, tabla 13). La influencia combinada deriva de la teora y de la nota 16 de este captulo. No es la influencia conjunta ofrecida en la tabla 13 de aquel artculo, debido a defectos en el algoritmo de clculo.

    Sin embargo, ah estn los efectos sutiles sobre la acumulacin que hay que considerar. Aunque la ganancia de eliminar aquellas prdidas de efi-ciencia en los mercados laborales era pequea, sus implicaciones distributi-vas pueden haber sido profundas. Mientras que la eliminacin de la brecha salarial en la figura 1.1 implicaba solo pequeas ganancias estticas deriva-das de la eliminacin de las prdidas de eficiencia, bien pudo haber impli-cado ganancias grandes para la rentabilidad de la industria (rea ABHC) y grandes prdidas para las rentas agrcolas (y las ganancias de los agricultores; rea EHGF). Si las tasas de reinversin eran mucho ms altas en la industria que las correspondientes en la agricultura, tal como crean firmemente los economistas clsicos, las tasas de acumulacin se habran incrementado con la liberacin temprana de mano de obra en Gran Bretaa. Las ganancias dinmicas atribuibles a alguna respuesta de la acumulacin pudieron haber excedido de lejos a las ganancias estticas convencionalmente asociadas con prdidas de eficiencia y los tringulos de Harberger. De ser as, an quedara mucho trabajo por hacer con las ganancias del crecimiento derivadas de las mejoras en los mercados de factores durante la Primera Revolucin Indus-trial. Si, en contraste, hay pocas pruebas que permitan sostener el punto de vista de que el mercado de factores se fue integrando cada vez ms hasta 1850, deberamos tener una explicacin parcial para las bajas tasas de acu-mulacin registradas durante la Primera Revolucin Industrial.

    los factores de alrededor del 0,4 % anual. Esta es casi exactamente la magnitud implicada por el supuesto de z = 0,44 de mi libro. En resumen, no me he retractado de mi posicin previa en esta cuestin.

  • 18 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    1.3. El misterio del crecimiento de la productividad

    Gran parte del incremento en el ingreso nacional por trabajador du-rante la Primera Revolucin Industrial fue provocada por el avance de la productividad, y poco por la acumulacin y la intensificacin en el uso del capital. Esto es lo que han dicho durante mucho tiempo los libros de texto. Ahora hay alguna prueba para sustentar dicha afirmacin. Charles Feinstein (1978, p. 86, tabla 26), por ejemplo, estima que el crecimiento de la pro-ductividad total de los factores explica casi el 90 % del crecimiento del pro-ducto por trabajador desde 1761 hasta 1860. McCloskey llega a un resulta-do muy similar, apoyando la conclusin de que el ingenio, en lugar de la abstencin, gui la Revolucin Industrial (McCloskey, 1985). Crafts est de acuerdo. Sus estimaciones (Crafts, 1987, tabla 4) muestran que todos los incrementos en la produccin por trabajador durante el siglo que sigui a 1760 obedecieron al crecimiento de la productividad total de los factores. Es verdad; aunque la contribucin del capital crece un poco durante el se-gundo tercio del siglo xix y se incrementa an ms a partir de ese momento (Matthews, Feinstein y Odling-Smee, 1982, p. 208, tabla 7.2), el dominio de la productividad total de los factores hasta 1831 es sorprendente.

    A la luz de lo que sabemos acerca de otras economas durante sus fases tempranas de Revolucin Industrial, la experiencia britnica resulta misteriosa. Comnmente, el crecimiento de la productividad total de los factores representa un porcentaje pequeo del crecimiento de la produc-tividad del trabajo durante el desarrollo temprano, mientras que la gran participacin del residuo es ms bien un fenmeno del siglo xx, asocia-do a los pases ya industrializados. Por ejemplo, en el tercer mundo con-temporneo las mejoras en la productividad total de los factores explican solo cerca del 10 % del crecimiento (Maddison, 1970, p. 53). Conside-rando otro ejemplo importante, Moses Abramovitz y Paul David (1973, p. 430) han mostrado que las mejoras en la productividad total de los factores apenas explican alrededor del 27 % del crecimiento de la produc-cin per cpita de Norteamrica durante el perodo anterior a la Guerra Civil. De forma similar, Kazushi Ohkawa y Henry Rosovsky (1973) su-gieren lo mismo para Japn entre 1908 y 1938, donde los avances de la productividad total de los factores explican solo un tercio del crecimiento de la productividad del trabajo. La Revolucin Industrial britnica parece extraa: mientras que durante la industrializacin temprana otros pases

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 19

    han registrado altas contribuciones de la acumulacin de capital conven-cional y bajas contribuciones del crecimiento en la productividad total de los factores, Gran Bretaa sugiere lo opuesto.

    Crafts sostiene el punto de vista de que Gran Bretaa creca despacio porque, como pionera en la industrializacin, Gran Bretaa encontr di-fcil lograr tasas rpidas de crecimiento de la productividad en un frente amplio (Crafts, 1987). Estoy de acuerdo. Tambin estamos de acuerdo en que este pas alcanz tasas muy bajas de acumulacin (Crafts, 1985a, p. 64; Williamson, 1984a). En lo que estamos en desacuerdo es en la causa. Para Crafts, el proceso causal va de tasas de crecimiento bajas en la productivi-dad total de los factores a retornos disminuidos, un descenso en la deman-da de inversiones, una tasa de acumulacin pequea y, por tanto, un creci-miento lento. El argumento suena bastante plausible, pero despus de 1801 el crecimiento de la productividad total de los factores en ese pas no fue ciertamente ms lento que el de Norteamrica durante el perodo an-terior a la Guerra Civil, y, sin embargo, esta ltima regin tuvo tasas de acumulacin de capital ms altas y el crecimiento de la productividad total de los factores contabiliz una participacin menor en los avances de la productividad del trabajo. En contraste con Crafts, prefiero hacer hincapi en el lado de la oferta de ahorro. Apoyo el punto de vista de que el ahorro constri significativamente la acumulacin en Gran Bretaa. El debate surgir de nuevo ms adelante en este captulo.

    No puedo terminar la seccin sin subrayar un punto clave. La revisin de las estimaciones de Feinstein hecha por Crafts ofrece una confirmacin espectacular del pesimismo de los economistas clsicos. Los datos de su tabla 4 pueden ser reescritos en trminos por trabajador. Entre 1761 y 1831, la tasa de acumulacin de capital fue insignificante tan insignifi-cante, de hecho, que no compens el efecto de la escasez creciente de tie-rra. Por qu fue tan lenta la tasa de acumulacin?

    1.4. Avance desequilibrado de la productividad: un misterio an mayor

    Qu pasa con los avances desequilibrados en la productividad secto-rial? Un elemento clave en todos los anlisis de la industrializacin, en el pasado y en el presente, ha sido la observacin de que los sectores modernos

  • 20 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    ofrecen unas tasas de progreso en la productividad mucho ms rpidas, mientras que los sectores tradicionales quedan rezagados en este aspecto.

    Este punto de vista tecnolgico desde el lado de la oferta ha sobrevivi-do al debate sobre las causas de la Revolucin Industrial por dos razones. En primer lugar, la poca informacin que tenemos sobre los avances en las tasas sectoriales de la productividad total de los factores parece confirmar la pre-misa. Dicha informacin coincide, ciertamente, con los datos de Estados Unidos durante el siglo xix (Williamson y Lindert, 1980, cap. 7) y parece estar en lnea tambin con los datos del tercer mundo (Kelley y Williamson, 1984, apndice C). McCloskey (1981a, tabla 6.2, p. 114) piensa que los datos disponibles sustentan la interpretacin para Gran Bretaa entre 1780 y 1860, donde las tasas de crecimiento de la productividad fueron anual-mente del 1,8 % en los sectores modernos (industria y transporte), del 0,45 % en la agricultura y del 0,65 % en todos los dems sectores (sector de bienes no comerciables y servicios). En segundo lugar, este enfoque tecno-lgico desde la oferta tiene implicaciones atractivas, ya que puede dar cuen-ta de varios de los cambios estructurales asociados a la Revolucin Indus-trial. Ayuda a explicar la expansin relativa de la produccin industrial y la cada relativa de la agricultura ms bien como reduccin sustancial de costes (y desplazamientos hacia la derecha en la curva de oferta) en la industria, lo que fomenta la expansin a lo largo de curvas de demanda bastante elsti-cas. Ayuda a explicar el descenso en los precios de los bienes industriales en relacin con los productos alimenticios y los servicios. Ayuda a explicar la baja productividad marginal de los factores en sectores tradicionales como la agricultura y, por tanto, las brechas salariales y las brechas en las tasas de retorno, reflejando la escasez de factores en la industria y el excedente en la agricultura. Y, finalmente, ayuda a explicar la desigualdad creciente en los sueldos, en la medida en que los sectores no agrcolas emplean trabajo cualificado de forma ms intensiva de lo que lo hace el sector agrcola (Williamson, 1985a; Williamson y Lindert, 1980).

    Crafts rechaza este relato convencional del lado de la oferta. Los datos de su tabla 4 argumentan que durante las cuatro dcadas previas a 1801 la agricultura y la industria tenan la misma tasa de crecimiento de la produc-tividad total de los factores, 0,2 % anual. An ms revisionistas son sus clculos para el perodo de ms fuerte industrializacin, entre 1801 y 1860: aqu Crafts quiere hacernos creer que la tasa de avance en la productividad

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 21

    agrcola fue casi dos veces la de la industria. Aunque su definicin de in-dustria es muy amplia e incluye ms que la simple manufactura, sus esti-maciones sugieren de modo inequvoco que la agricultura inglesa era un sector tecnolgicamente lder.

    A Crafts le va a resultar difcil convencer a los que estudian la Revolu-cin Industrial britnica de que sus revisiones deben ser tomadas en serio. Incluso quienes sostienen el punto de vista de que la revolucin agrcola precedi u ocurri simultneamente a la Revolucin Industrial se inclinan a considerar extremista la posicin de Crafts (como lo hara Mokyr, 1985a, pp. 19-21). Adems, la visin revisionista de Crafts de un progreso des-equilibrado de la productividad a favor de la agricultura no lo va a tener fcil a la hora de explicar la cada relativa de la agricultura y la expansin relativa de la industria durante la oleada industrializadora posterior a la batalla de Waterloo.

    Dado que el avance relativamente rpido de la tecnologa en el sector industrial es rechazado por Crafts, cmo puede explicar la espectacular industrializacin observada? Aqu hay dos explicaciones simples, y ambas me parecen improbables. Segn la primera, deberamos ver la economa britnica como cerrada al comercio, con una elasticidad precio de la de-manda interna de productos agrcolas menor que la unidad. En este caso, el progreso tecnolgico relativamente rpido en la agricultura se habra encontrado con una cada espectacular de los precios, con un descenso en el valor de los productos marginales de los insumos utilizados en este sec-tor, con una emigracin de mano de obra y capital hacia sectores donde la remuneracin de los factores era ms alta e, inevitablemente, con una contraccin del sector. Hay dos errores fatales en este anlisis: 1) Gran Bretaa no estaba cerrada al comercio exterior y, por consiguiente, es pro-bable que la elasticidad precio de la demanda de productos agrcolas fuera considerablemente mayor a la unidad; y 2) el precio relativo de los pro-ductos agrcolas no baj durante el perodo, sino que ms bien se incre-ment. Puesto que la economa britnica estaba abierta al comercio, por qu el supuesto avance rpido de la tecnologa en la agricultura no propi-ci un cambio en la ventaja comparativa que se hubiera reflejado en una contraccin de las importaciones agrcolas y de las exportaciones de manufacturas? Una posible respuesta a esta paradoja artificiosa se en-cuentra en los efectos venerables de Heckscher-Ohlin. Crafts tendra que

  • 22 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    argumentar que la acumulacin de capital y el crecimiento de la fuerza laboral, en vista de una oferta inelstica de tierra, favoreci la expansin de la industria a expensas de la agricultura. Esto es, a pesar del crecimien-to relativamente rpido de la productividad total de los factores en la agricultura, la oferta inelstica de tierra habra servido para restringir en ese sector la expansin de la produccin. La industria no se habra enfren-tado a tal restriccin, de manera que se expandi y la Revolucin Indus-trial se desarroll. Esto podra denominarse Revolucin Industrial por incomparecencia agrcola, y lo encuentro poco atractivo. Se industriali-z Gran Bretaa primero porque la oferta de tierras era ms inelstica y/o porque la presin demogrfica era mayor? Seguramente, no. De ser esto cierto, se seguira que gran parte de Asia debi haberse industrializado la primera y Norteamrica la ltima.

    Parece que Crafts ha encontrado embarazosa esta lgica, puesto que ahora ofrece una explicacin ms sutil para lo que, de otra manera, sera una coincidencia paradjica entre un avance tecnolgico relativamente rpido en la agricultura y la industrializacin. Siguiendo a Corden y Neary (1982), Crafts subraya la importancia potencial de los bienes no comerciables. Reproduzco aqu su figura 2 (fig. 1.2) para repetir el ar-gumento y hacer ms evidentes sus errores. En la figura 1.2 se muestran tres sectores compitiendo por una fuerza de trabajo fija en toda la eco-noma, de los cuales dos producen bienes transables (agricultura A y manufactura M) y uno de ellos bienes no transables (servicios S). Perm-tase que el avance tecnolgico relativamente rpido en la agricultura desplace hacia fuera la demanda derivada de mano de obra en ese sector, hacia D'A, de manera que la demanda derivada de trabajo en la agricul-tura y la industria combinadas tambin se desplaza hacia fuera, hacia D'M+A. Si no ocurre nada ms, se produce una desindustrializacin, dado que el empleo en los sectores manufactureros y de servicios cae (este ltimo desde el punto A hasta el punto B). El empleo agrcola se incrementa desde el punto E hasta el punto F. Crafts denomina a esto efecto directo. Sin embargo, tambin hay un efecto indirecto que considerar. Este proviene del incremento en el precio de los servicios, lo cual desplaza la demanda derivada de mano de obra hacia D'S o D''S. Si el cambio es hacia D''S, el empleo en el sector servicios se expande hacia el punto D y el empleo en el sector agrcola se contrae hasta el punto H, haciendo as posible que el avance tecnolgico desequilibrado

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 23

    a favor de la agricultura genere industrializacin. Esta es la posicin de Crafts. Supngase, sin embargo, que el cambio en la demanda derivada de mano de obra en el sector servicios sea solo hasta D'S. En este caso, el empleo en la agricultura se expande desde el punto E hacia el G. Esta es mi posicin; o sea, el avance tecnolgico relativamente rpido en la agricultura no habra promovido la industrializacin.

    Figura 1.2eFecto del cAmbio tecnolgico en el sector AgrcolA

    sobre los mercAdos de trAbAjo con bienes trAnsAbles(AgrcolAs Y mAnuFActureros) Y no trAnsAbles (servicios)

    Salario real enel sector no transable (S)

    D"S

    D"S

    w"

    w'

    w

    FB C A D

    G E H

    D'S

    D'S

    D'M+A

    D'M+A

    D'A

    D'A

    DA

    DA

    DM+A

    DM+A

    DS

    DS

    Salario real en el sector transable

    (M y A)

    w"

    w'

    w

    S Empleo A y M Empleo

    Desde luego, solo hay un modo de contrastar nuestras dos posiciones, y es empleando modelos de equilibrio general del tipo que se presenta en la figura 1.2. Pero este es, precisamente, el tipo de modelo utilizado en mi libro. Experimentos realizados con l muestran de forma inequvoca que el progreso tecnolgico en la agricultura habra causado una desindustrializa-cin en Gran Bretaa durante la Primera Revolucin Industrial.

  • 24 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    Por tanto, rechazo el enfoque revisionista de Crafts de un avance des-equilibrado en la productividad total de los factores.2

    Sus frgiles datos de productividad tienen que estar equivocados. Sin embargo, sus intentos pioneros para documentar las tasas sectoriales de los avances de la productividad total de los factores deben ser un estmulo para todos nosotros. Simplemente, necesitamos ms y mejores datos sobre esta cuestin fundamental.

    1.5. El frecuente malentendido del papel de la demanda

    Motivadas por la intuicin keynesiana, en las historias tradicionales sobre el crecimiento econmico de Gran Bretaa, hasta muy recientemen-te, han tendido a dominar los cambios exgenos en la demanda. En nin-gn lugar alcanz esta posicin ms credibilidad que all donde se vio el comercio como un motor del crecimiento, en la cual los incrementos exgenos de las exportaciones elevan el ingreso interior a travs del multi-plicador del comercio exterior. Ciertamente, el comercio, el crecimiento y la industrializacin han estado estrechamente correlacionados desde finales del siglo xviii. Como Joel Mokyr (1985a, p. 21) seala,

    en la dcada de 1780, las importaciones totales netas equivalieron a [] menos del 10 % del ingreso nacional a precios corrientes. Esta proporcin creci durante la Revolucin Industrial y fue del 25 % aproximadamente en la dcada de 1850.

    Pero podemos saltar de la correlacin a la inferencia causal de que el comercio fue el motor del crecimiento? No podemos. La correlacin no nos dice si el crecimiento en el comercio fue determinado por la oferta

    2 Crafts y yo estamos de acuerdo, sin embargo, en que los servicios, no transables, registraron bajas tasas de progreso en la productividad durante la Revolucin Industrial. El hecho de que parezca probable que, en comparacin con los bienes no comercializados internacionalmente, Gran Bretaa haya tenido un crecimiento de la productividad relativa-mente rpido en los dems tipos de bienes, tanto exportables como importables (Crafts, 1987), tiene implicaciones importantes a las que ha seguido la pista William Baumol (1967; Baumol, Blackman y Wolff, 1985) a propsito de otro tema. El retraso en el avance de la productividad en el sector servicios puede generar incluso un incremento de su parti-cipacin en el ingreso nacional en condiciones adecuadas en la demanda, unas condiciones que me parecen bastante plausibles.

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 25

    interna o por la demanda externa. Si fue la primera, entonces Gran Bretaa tiene el mrito de la industrializacin. Si fue la segunda, Gran Bretaa, simplemente, tuvo suerte.

    Como es obvio, las condiciones favorables para las exportaciones en los mercados mundiales son ms propicias para el crecimiento que las con-diciones desfavorables, como el tercer mundo contemporneo ha descu-bierto de forma dolorosa desde mediados de la dcada de 1970. Pero mien-tras que Hatton, Lyons y Satchell (1983) han encontrado pruebas de que hubo un componente exgeno en la demanda de exportaciones en el siglo xviii (en el sentido de la causalidad de Granger), Robert Thomas y Donald McCloskey estn convencidos de que hasta 1860 los datos susten-tan claramente el punto de vista de que tales efectos de la demanda de ex-portaciones representaron un componente muy pequeo de la expansin revolucionaria del comercio exterior:

    La revolucin comercial tuvo un pequeo papel en la industrializacin, muy pequeo si se da credibilidad a los clculos de este captulo. Como empez a ser evidente a finales del siglo xviii, el efecto ms fuerte entre el comercio en el extranjero y la industria en el interior fue de la industrializacin al comercio, no al revs. El comercio fue el hijo de la industria (Thomas y McCloskey, 1981, p. 102).

    De forma similar, Ronald Findlay (1982) emplea un modelo simple de la economa britnica para mostrar que era probable que el progreso tecnolgico nacional fuera la principal fuerza que orient las exportaciones entre 1780 y 1800.

    Las interpretaciones recientes han tendido, pues, a desinflar la tesis del comercio como motor del crecimiento. A pesar de esto, y con la po-sible excepcin del artculo de Findlay, en ninguna parte de la literatura existe siquiera un intento sistemtico de determinar el papel que desem-pearon las cambiantes ofertas internas y las cambiantes condiciones del mercado mundial en la expansin de las exportaciones. Seguramente, este punto va a ser prioritario en la investigacin futura. Aunque es poco probable que con la base de datos existente sea posible una estimacin economtrica directa, puede ser fructfero rastrear el anlisis de sensibi-lidad mediante la simulacin de modelos de equilibrio general, tal como se ha hecho en gran parte para el siglo xix tardo en Norteamrica (Williamson, 1980).

  • 26 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    Si bien los cambios exgenos de la demanda reciben mucha atencin en la literatura tradicional, no sucede igual con la elasticidad precio de la demanda. En ningn lugar se puede ver esto con mayor claridad que en los debates sobre el papel de la agricultura. Aceleraron o retardaron la industrializacin los avances en la productividad de la agricultura en Gran Bretaa? Como seala Crafts, hay dos interpretaciones enfrentadas, las cuales son totalmente contrarias. Patrick OBrien (1977, p. 179) escribe en nombre de una de ellas: sin el incremento en la [productividad] agr-cola [] la industrializacin habra sido ms lenta y pudo haberse deteni-do por completo. Esto, desde luego, es pensamiento ricardiano y maltu-siano. El estancamiento agrcola lleva a un deterioro en la relacin real de intercambio de la industria, un incremento de los salarios, una reduccin de las ganancias, una mayor lentitud en la acumulacin y, por tanto, una paralizacin de la industrializacin (Mokyr, 1985a, p. 20). En contraste, yo he adoptado una visin no ricardiana (Williamson, 1985a, p. 139), en el sentido de que el avance tecnolgico relativamente rpido en la agri-cultura habra favorecido un cambio en la produccin hacia este sector [y] una contraccin del comercio a medida que la agricultura britnica entra-ra en mayor competencia con las importaciones del extranjero, supri-miendo as la tasa de industrializacin. Cmo pueden conciliarse estas dos interpretaciones? La respuesta es simple. OBrien ve la demanda in-terna como altamente inelstica y la economa como cerrada al comercio: por consiguiente, las ganancias de productividad en la agricultura forza-ran la liberacin de recursos hacia la industria, porque, si la agricultura no liberara tales recursos, la produccin se expandira, pero, en presencia de una elasticidad precio de la demanda menor que la unidad, los precios agrcolas caeran an ms, rebajando as la demanda de todos los factores en la agricultura. Aunque la teora econmica de OBrien es desde luego correcta, los supuestos subyacentes me parecen irreales. Esto es, aunque acepto la posicin de que la demanda interna de productos agrcolas era inelstica, rechazo el punto de vista de que la economa estaba cerrada al comercio internacional. Incluso en el contexto de las Leyes de Granos, es probable que el comercio exterior hubiera asegurado que los suministros agrcolas totales con que se enfrentaba Gran Bretaa fueran muy elsticos, especialmente teniendo en cuenta que la produccin agrcola britnica constitua una parte muy pequea de la produccin agrcola total de Eu-ropa y Norteamrica.

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 27

    Crafts manifiesta su desacuerdo, pero no est claro en qu se basa para ello. Rechaza el supuesto de pas pequeo implcito en el anlisis de equi-librio general realizado en mi libro. Con todo, el supuesto de pas pequeo se supone que Gran Bretaa era precio aceptante de bienes comerciables en el mercado mundial no es realmente el problema:

    Ciertamente, la oferta de materias primas y de productos alimenticios a la que se enfrentaba Gran Bretaa nunca fue infinitamente elstica, as como tampoco fue perfectamente elstica la demanda de manufacturas britnicas en los mercados mundiales. Pero fueron tales elasticidades suficientemente altas para justificar el conveniente supuesto de pas pequeo empleado a lo largo del libro? Creo que s, aunque otros puedan estar en desacuerdo (Williamson, 1985a, p. 205).

    Insisto: no est claro en qu se basa el desacuerdo de Crafts. Apela al estudio de McCloskey sobre las tarifas ptimas en la Gran Bretaa victo-riana, pero ah no se encuentran estimaciones de las elasticidades (McClos-key, 1980, pp. 314-319). Apela tambin al hecho de que Gran Bretaa se hizo con una gran cuota de las exportaciones mundiales de manufacturas, a pesar de que lo que realmente importa es la participacin en la produccin total de manufacturas (Williamson, 1974, pp. 217-220).

    Crafts cita, asimismo, el conocido declive de la relacin real de inter-cambio por trueque neto de Gran Bretaa, estimando que esta es una prueba clara de que una oferta abultada de manufacturas britnicas debi haber sido la causa de tal declive, cuando, de hecho, no sabemos realmente cul era la fuerza que gobernaba la relacin real de intercambio. Un argu-mento plausible puede ser, creo, que, tras las guerras napolenicas, las con-diciones del mercado mundial estaban desempeando el papel ms impor-tante en el impulso a la baja del precio relativo de las manufacturas en los mercados britnicos. En primer lugar, hay que considerar la rpida expan-sin de los artculos extranjeros que entraban en competencia. Entre 1820 y 1860 la participacin britnica en el comercio mundial, sumando Fran-cia, Alemania, Italia, Estados Unidos y la misma Gran Bretaa, descendi del 27 al 25 % (Capie, 1983, p. 5). Esto se presenta como un punto impor-tante que debe tenerse en cuenta al debatir las causas de las tendencias de los precios relativos en la economa britnica. El punto adquiere una rele-vancia an mayor cuando se recuerda que la participacin de la produc-cin industrial britnica, sumando Francia, Alemania, Estados Unidos y la misma Gran Bretaa, tambin descendi, en este caso, del 24 al 21 %

  • 28 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    (Capie, 1983, p. 6). Entre 1820 y 1840, Alemania increment su participa-cin a expensas de Gran Bretaa, y Estados Unidos hizo lo propio, en espe-cial entre 1840 y 1860. Seguramente, esta expansin extraordinaria de la produccin industrial entre los competidores britnicos sirvi para abarro-tar los mercados mundiales y hacer caer el precio relativo de las manufactu-ras. En segundo lugar, qu sucede con el incremento de la proteccin en los mercados extranjeros de Gran Bretaa tras las guerras napolenicas? No sirvi tambin para rebajar el precio relativo de las manufacturas en Gran Bretaa? Aunque las tasas efectivas de proteccin pudieron haber sido mo-destas, despus de las guerras napolenicas las tarifas se incrementaron en Estados Unidos, Francia y Prusia (Capie, 1983, pp. 3-4). Las condiciones del mercado mundial fueron importantes en el deterioro de la relacin real de intercambio britnica, y quiz lo fueron an ms que el progreso tcnico en la industria britnica. Creo que mi supuesto de pas pequeo hace un trabajo muy efectivo colocando en su debido lugar tales fuerzas.

    Crafts est en lo cierto al subrayar que necesitamos investigaciones sobre las elasticidades que caracterizaron a los mercados britnicos de bie-nes durante la Revolucin Industrial. Est equivocado al afirmar que mi modelo de Revolucin Industrial presenta graves defectos por adoptar la simplificacin de pas pequeo.

    1.6. El debate sobre el crecimiento a costa de la desigualdad

    Los crticos del capitalismo han elegido la Revolucin Industrial brit-nica como su principal campo de batalla. Durante ms de un siglo han de-nunciado que la desigualdad se increment durante la Revolucin Indus-trial y que, de hecho, los salarios reales de la clase obrera apenas aumentaron. Ms an, han argumentado que los resultados del crecimiento fueron esca-sos y que Gran Bretaa fracas. Bajo esta condena, Gran Bretaa se caracte-riza como un pas que busc una estrategia de crecimiento capitalista en la que se intercambi equidad por crecimiento lento, desde luego un mal ne-gocio. La crtica al capitalismo ha recibido un duro golpe de los nuevos historiadores econmicos, pero vuelve a la carga cada cierto tiempo.

    Aunque Crafts parece estar de acuerdo con la caracterizacin de los niveles de vida y las tendencias de la desigualdad que Peter Lindert y yo hemos documentado, puede ser til revisar estas cuestiones una vez ms, as como hacer hincapi en las razones del arraigo de la crtica al capitalismo.

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 29

    En primer lugar, parece haber existido un agudo punto de inflexin en algn momento alrededor de 1820. El nivel de vida muestra una mejo-ra muy pequea hasta 1820, pero se incrementa rpidamente a partir de entonces. Estas tendencias se mantienen firmes incluso cuando se incluye en la evaluacin la prdida de bienestar asociada a la vida industrial/urbana (Lindert y Williamson, 1985a; Williamson, 1982 y 1985a). Tampoco se modifican cuando se presta una atencin explcita a la evolucin de la mortalidad (Williamson, 1984b; para el caso de Estados Unidos ver tam-bin Fogel, 1984, pp. 101-103 y 140-141). Y tampoco cambia la historia cuando se aade un ndice mejorado del coste de la vivienda (Williamson, 1986a). An ms, es poco probable que afecte demasiado a la evaluacin el hecho de aadir el ocio y tiempo libre a la medicin del salario real de mercado de Lindert y Williamson.3

    Crafts est en lo cierto, sin embargo, al afirmar que la agregacin del ocio y tiempo libre a las mediciones del consumo per cpita podran importar, pero la expresin ocio y tiempo libre necesita ser mejorada. Se-guramente, no equivale solo a horas fuera del mercado. No basta con citar la sugerencia de Tranter (1981, pp. 220-221) de que el ao laboral para el trabajador promedio empleado a tiempo completo se increment de 2500 a 3000 horas durante el siglo que sigui a 1750. Las horas tota-les (T) se componen de cuatro partes, T = MW + HW + L + R, donde MW es el trabajo en el mercado (en crecimiento, de acuerdo con Tranter), HW es el trabajo en casa (que proporciona productos de la huerta, carne de los cerdos que se poseen, ropa tejida y confeccionada en el hogar,

    3 Crafts (1987) argumenta que la adicin de ocio y tiempo libre (evaluado a la tasa del salario por hora de cada momento) al consumo real reducira la medicin de la tasa de crecimiento en los niveles de vida, dado que las horas trabajadas se incrementaron entre mediados del siglo xviii y mediados del xix. Est equivocado, al menos en lo que respecta a la aplicacin del razonamiento a los indicadores de Lindert y Williamson sobre el nivel de vida. Estos ltimos estn construidos a partir de salarios semanales o por hora, y los ndices anuales son derivados suponiendo un nmero constante de horas trabajadas por ao. Inclu-so si coincidimos con Crafts en que las horas trabajadas se incrementaron y las horas de ocio y tiempo libre disminuyeron durante la Revolucin Industrial, el efecto neto en el ingreso medido sera igual a cero, con el ingreso aumentado como consecuencia del nmero cre-ciente de horas trabajadas (por ejemplo, ms semanas por ao), siendo compensada exacta-mente la disminucin de las horas de ocio y tiempo libre. Las estimaciones del consumo real per cpita son un asunto totalmente diferente, como queda implcito.

  • 30 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    cerveza elaborada tambin en casa, turba para combustible, etc.), L es el verdadero ocio y tiempo libre y R es lo que Freudenberger y Cummins (1976) llaman el resto. Muchos de nosotros estaramos de acuerdo en que HW cae con el tiempo y que las estimaciones de consumo que cap-tan ese efecto seguramente van a servir para sesgar hacia arriba las ten-dencias en los niveles de vida. Lo mismo sera cierto acerca de L si, de hecho, este bajara con el tiempo y si pudiramos estar seguros de que un declive en el ocio y tiempo libre no fue ms bien un declive en el resto. El argumento de Freudenberger y Cummins sobre este punto merece alguna elaboracin.

    La figura 1.3 ofrece el argumento en insumos de alimentos a la productividad del trabajo. Las necesidades intermedias pueden verse como la diferencia entre los ingresos brutos (en trminos de bienes alimenticios, en el punto F) y los ingresos netos (en el punto F'). El equilibrio entre trabajo y tiempo libre para una economa agraria po-bre se designa en el punto E'. El salario mismo (y el consumo medido) se ubica en el punto G, pero el nivel de vida neto est en el punto G'. Los dos pueden diferir significativamente en niveles de vida bajos, como en la Inglaterra del siglo xviii. A medida que los niveles de vida se incrementan, sin embargo, la importancia relativa de la demanda intermedia, G-G', declina. La moraleja de la historia es que las tenden-cias del consumo medidas van a dar unas tasas de crecimiento de los niveles de vida ms bajas de lo que lo harn los verdaderos niveles de vida, representados en los cambios de OG'. La figura 1.4 ofrece el ar-gumento en trminos de el resto como un insumo intermedio. Aun-que Tranter mide el ocio y tiempo libre como el residuo ON, la verda-dera medida del ocio y tiempo libre es apenas OM. Dado que esperamos que la importancia relativa de el resto disminuya a medida que se incrementan los niveles de vida y los niveles de nutricin, se sigue que el declive medido en el tiempo diferente al tiempo de trabajo puede sobrestimar la verdadera reduccin del ocio y tiempo libre. Como re-sultado, no podemos concluir, como lo hace Crafts, que prestar aten-cin a los clculos de Tranter sobre el tiempo de trabajo vaya necesa-riamente a producir unas estimaciones ms bajas de la mejora en los niveles de vida hasta 1820.

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 31

    Figura 1.3los Alimentos como un insumo intermedio

    (Bruto) FAlimento

    (Neto) F'

    G

    G'

    O

    Intermedia

    Demanda final

    Ocio TrabajoHorasAW

    Figura 1.4ocio (descAnso) como un insumo intermedio

    A'Alimento

    B'

    G

    O HorasOcio Descanso Trabajo

    AM N

    E N

  • 32 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    Es posible que todos los problemas de medicin planteados por Freu-denberger y Cummins puedan abordarse con nuevos datos antropomtri-cos. Como ha sealado Fogel (1984), la relacin entre consumo y niveles de vida es compleja, dependiendo ambas del nivel de consumo y de las necesi-dades de consumo. Los datos de las estaturas, por ejemplo, estn siendo explotados actualmente (por ejemplo, Floud y Wachter, 1982), y un nuevo proyecto en curso sobre estaturas puesto en marcha por Joel Mokyr y Cor-mac OGrada parece que puede aadir nuevos datos tiles al debate.

    Por qu debera subrayarse el punto de inflexin alrededor de 1820? Mokyr ofrece una explicacin clara:

    Entre 1760 y 1830 cuatro acontecimientos afectaron profundamente la vida econmica en Gran Bretaa: la serie de malas cosechas que ocurrieron entre mediados del siglo xviii y el final de las guerras napolenicas; el estado de guerra en el que se encontr Gran Bretaa durante gran parte de este perodo; el resurgimiento y posterior aceleracin del crecimiento demogrfico desde mediados del siglo xviii; y la combinacin de cambio tecnolgico, acumula-cin de capital, transformaciones sectoriales y cambios relacionados que nor-malmente atribuimos a la Revolucin Industrial. De los cuatro, los tres prime-ros tendieron a rebajar los niveles de vida [] Si vamos a evaluar los efectos de la Revolucin Industrial, de alguna manera debemos obtener el efecto neto, separando los dems acontecimientos (Mokyr 1985a, pp. 38-39).

    Existen dos maneras de distinguir todas estas influencias con el fin de obtener el efecto neto. Una es desplazar el centro del debate sobre los nive-les de vida al perodo posterior a 1815 o 1820, cuando desaparecen aque-llas otras fuerzas que se presentaron de forma simultnea a la Revolucin Industrial (de ah la importancia de encontrar un punto de inflexin alre-dedor de 1820). Pero hay una segunda va para distinguir aquellos efectos, y es mediante un anlisis contrafctico. Creo que tal anlisis es posible, y se ha hecho para la que considero es la ms importante de las tres fuerzas mencionadas por Mokyr: la guerra. La financiacin de la guerra y el efecto macroeconmico de desplazamiento de la inversin privada parecen expli-car gran parte de las bajas tasas de acumulacin de capital y, por tanto, la estabilidad en los salarios reales hasta 1820, aproximadamente (William-son, 1984a). Luego dir algo ms sobre el tema.

    Es conveniente sealar que la estabilidad en los salarios reales durante la industrializacin temprana no se limita a la experiencia de Gran Bretaa. En efecto, la era Meiji en Japn tambin muestra una industrializacin

  • La Revolucin Industrial britnica a debate 33

    lenta y una estabilidad en los salarios reales hasta 1905, tras lo cual experi-ment un crecimiento acelerado en ambos (Kelley y Williamson, 1974, cap. 9). T. S. Ashton (1948) crea que el punto de inflexin alrededor de 1905 tambin podra explicarse por la guerra, puesto que con anterioridad a ese ao el Japn de la era Meiji se hallaba envuelto en un costoso conflic-to militar con China y Rusia. El anlisis contrafctico sugiere que Ashton estaba en lo cierto (Kelley y Williamson, 1974, cap. 7).

    Qu pasa con la racha ascendente en los niveles de vida britnicos con posterioridad al punto de inflexin de 1820? Participaron plenamen-te los ingresos reales de la clase obrera del auge en tiempos de paz? Aparen-temente no, porque los salarios reales de los trabajadores no cualificados se retrasaron con respecto a los de los trabajadores cualificados y porque, como seala Crafts, tambin se retrasaron en el consumo real per cpita (Crafts, 1987). El hecho implica una desigualdad creciente, como muestra la tabla 1.2, y concuerda con otros datos independientes que sugieren un alza en la curva de Kuznets (Lindert y Williamson, 1983). Mokyr (1985a, n. 63) indica que inadvertidamente pudimos haber infravalorado el incre-mento en la desigualdad al subestimar el pauperismo en 1867 (William-son, 1985a, cap. 4; Lindert, 1985). Considero que el aumento en la des-igualdad de ingresos despus de 1820 puede explicarse de forma apropiada mediante los acontecimientos tecnolgicos asociados a la Revolucin In-dustrial, principalmente el avance desequilibrado de la productividad, el cual genera un ahorro de mano de obra no cualificada (Williamson, 1985a). El nfasis en el avance desequilibrado de la productividad hace an ms crtico mi debate con Crafts, desarrollado en la seccin 1.4.

    TaBLa 1.2lA desiguAldAd inglesA bAsAdA en lA AritmticA sociAl

    de King, mAssie, colquhoun Y bAXter

    Participacin del ingreso posedo por el 10 % ms ricoAos Lindert-Williamson (1983) (%) Lindert-Williamson (revisado) (%)1688 44,0 45,01759 44,4 45,11801-1803 47,9 48,81867 53,4 53,7

    FUENTE: Lindert y Williamson (1983b, p. 102, tabla 3). Los datos revisados corrigen errores en las estimaciones anteriores y siguen la sugerencia de Mokyr, citada en el texto, respecto al pauperismo en 1867.

  • 34 La Primera Revolucin Industrial: debate y evidencias empricas

    Los datos disponibles parecen sealar las siguientes verdades histri-cas: con posterioridad a 1820, los niveles de vida de los trabajadores se elevaron, pero la desigualdad tambin, y ambos hechos pueden atribuirse a la Revolucin Industrial en s misma. Parafraseando a Mokyr (1985a, p. 43), ningn investigador serio puede sostener hoy que a Gran Bretaa le habra ido mejor sin la Revolucin Industrial. Pero es esta, en primer lugar, la pregunta adecuada? Yo no lo creo, Nick von Tunzelmann (1985) ciertamente no lo cree y espero que Max Hartwell y Stanley Engerman (1975, pp. 193-194) tampoco lo crean. En lugar de eso, todos parecemos considerar que podran haberse aplicado un conjunto de medidas polticas que habran permitido a las clases trabajadoras estar mejor de lo que lo estuvieron, no solo en 1780 o 1860, sino tambin en 1780 y 1860. Hasta ahora, sin embargo, solo von Tunzelmann ha asumido el reto. Es poco pro-bable que sus intentos de identificar sendas ptimas de crecimiento conven-zan a la mayora de los participantes en el debate, pero uno espera que puedan ayudar a cambiar la direccin intelectual de este. Desde mi punto de vista, aqu es donde la batalla debera haberse librado, y, hasta que tal cosa suceda, los crticos del capitalismo seguirn en la brecha, sin que les importe el hecho de que aparentemente hayan sido derrotados por los golpes cuantitativos lanzados por los nuevos historiadores econmicos.

    1.7. El problema de la acumulacin1.7.1. Visin general

    Los problemas difciles deberan dejarse para el final, y entender la acumulacin durante la Primera Revolucin Industrial es, de hecho, difcil.

    Qu sabemos sobre la acumulacin durante la Revolucin Industrial? Me temo que no mucho. Una vez ms recurro al balance reciente de Joel Mokyr (1985a, pp. 33-34) para ilustrar este punto. Los pioneros esfuerzos empricos de Feinstein (1978) y las revisiones de Crafts (1983 y 1985a, cap. 4) al menos nos permiten confrontar dos hiptesis claves. Una es la afirmacin por parte de Arthur Lewis (1954) y Walt Rostow (1956 y 1960) de que la ratio de inversiones debera doblarse durante las revoluciones industriales. La otra es la venerable aseveracin, subrayada ms reciente-mente por Sir John Hicks (1969) y Gustav Ranis y John Fei (1969), de que las revoluciones industriales generan un cambio en el modo de acumula-cin desde el capital circulante hacia el capital fijo.

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    Crafts y Mokyr piensan que la experiencia britnica confirma la hip-tesis de Lewis-Rostow. Estoy en desacuerdo. Los datos de Feinstein pare-cen ofrecer un apoyo moderado, al mostrar un crecimiento de la participa-cin de la inversin bruta en el producto interior bruto del 8 % en la dcada de 1760 al 14 % durante la dcada de 1790, permaneciendo en este nivel despus de 1811. Las revisiones de Crafts parecen ofrecer un apoyo ms slido, al mostrar un incremento en la participacin del 5,7 % en 1760 al 11,7 % en 1830. No me parece que esto sea una rotunda confir-macin de la tesis de Lewis-Rostow. Despus de todo, la participacin de la inversin estimada por Crafts requiri setenta aos para duplicarse. Di-fcilmente es esta la materia de la que estn hechas las revoluciones. An ms, una participacin de la inversin bruta del 12-14 % es muy pequea para una economa con una tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo que oscila entre el 0,8 y el 1,4 % anual. De hecho, esa participacin de la inver-sin fue capaz de sostener una tasa de acumulacin de entre apenas 1 y 1,4 % anual y, como hemos visto antes, sin prcticamente ninguna inten-sificacin relativa en el uso del capital. El incremento en la tasa de inver-sin fue apenas suficiente, ms o menos, para satisfacer la ampliacin en el uso del capital asociada al crecimiento de la fuerza laboral, generado a su vez por la transicin demogrfica. Y, desde luego, esto no es el tipo de cosas de las que estn hechos los despegues revolucionarios. En cualquier caso, tanto Lewis como Rostow estaban hablando de participaciones netas de la inversin en el ingreso nacional, y no de participaciones de la inversin bruta en el producto interior bruto. La diferencia es importante.

    Tanto Rostow como Lewis pensaron que la duplicacin en la tasa de inversin poda darse tras un crecimiento en la tasa del ahorro interno, y Lewis consider que el incremento en la tasa del ahorro era inducido en gran parte mediante el mecanismo del modelo clsico de sobreoferta de trabajo. De acuerdo con este modelo, a medida que el sector moderno incrementa su importancia relativa, la participacin de las ganancias en el ingreso nacional se eleva y dado que los capitalistas ahorran mucho, los terratenientes poco y los trabajadores nada la tasa del ahorro interno agregado tambin aumenta. Las versiones decimonnicas y, en el siglo xx, la versin de Lewis de los modelos clsicos de acumulacin y crecimiento han incorporado, por tanto, el postulado smithiano de que un intercam-bio entre crecimiento y desigualdad subyace a todas las revoluciones in-dustriales exitosas: el cambio en la estructura de ingresos a favor de los

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    ahorradores capitalistas asegura tasas de acumulacin altas y crecientes. Sin embargo, la experiencia histrica britnica no ha sido amable con esta tesis tan elegante. Hasta despus de 1820 la desigualdad muestra un in-cremento poco espectacular (Williamson, 1985a); el crecimiento en la tasa de inversin no fue suficientemente amplio para permitir una inten-sificacin considerable en el uso del capital; y, cuando la desigualdad co-mienza a elevarse con posterioridad a 1820, a lo largo de la franja ascen-dente de la curva de Kuznets, la tasa de inversin permanece estable. En resumen, la informacin disponible rechaza la hiptesis clsica. En reali-dad, los datos apuntan hacia una cuestin fundamental que los historia-dores econmicos han ignorado hasta muy recientemente: por qu fue tan lenta la inversin y la acumulacin durante la Primera Revolucin Industrial?

    Cuando se la confronta con los datos, la hiptesis de Hicks-Ranis-Fei sale mucho mejor librada. Durante el siglo que sigui a 1760, el capital fijo se elev del 30 al 50 % de la riqueza nacional (Feinstein, 1978, p. 83). En la industria y el comercio, el incremento de la ratio entre capital fijo y circulante fue an ms espectacular, del 0,83 al 2,56 % entre 1760 y 1830. Es importante entender por qu la composicin del capital experiment un cambio tan importante durante la Revolucin Industrial. Muchos de nosotros creemos que el cambio en la composicin estuvo determinado por el lado de la demanda de inversin: las nuevas tecnologas, las necesi-dades de infraestructura social urbana y los transportes requeran inver-siones a largo plazo en capital fijo. El mercado de capitales, desde luego, ha estado orientado a gestionar las necesidades de capital circulante a cor-to plazo. En la medida en que el mercado de capitales estaba mal equipa-do para asumir este cambio en las necesidades de inversin, y si aquel fall en generar las innovaciones financieras necesarias para satisfacer las cre-cientes necesidades de inversin en activos fijos, la acumulacin de capital estaba restringida. As, las pruebas de la hiptesis de Hicks-Ranis-Fei sus-citan una segunda cuestin fundamental en la que los historiadores eco-nmicos han progresado poco: fallaron los mercados de capitales en in-novar, forzando as a las empresas a depender de fondos propios generados internamente para los proyectos de inversin en activos fijos, limitando de esta manera la tasa de acumulacin hacia los bajos niveles observados? Y si es as, por qu?

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    La inversin y la acumulacin fueron sorprendentemente bajas duran-te la Primera Revolucin Industrial.4 Constituy el ahorro la restriccin ms importante para la acumulacin? O fue la lenta demanda de inversio-nes la clave? Crafts apoya esta ltima interpretacin, mientras que yo me inclino por la primera. Respecto a las tasas de retorno, Crafts ve los ahorros como elsticos y la inversin como inelstica. En su opinin, los lentos desplazamientos hacia la derecha en la curva de la funcin de demanda de inversiones determinaban mayoritariamente que las tasas de inversin se mantuvieran bajas. Adems, la demanda moderada de inversiones se expli-ca, presumiblemente, por las modestas tasas de progreso tecnolgico as como por el supuesto sesgo hacia el ahorro de capitales, sirviendo ambos para mantener bajos las necesidades de inversin. Respecto a las tasas de retorno, en cambio, yo veo la demanda de la inversin como elstica y el ahorro como inelstico. En este caso, los lentos desplazamientos hacia la derecha en la curva de la funcin del ahorro determinaron mayoritariamen-te que las tasas de inversin se mantuvieran bajas, puesto que la escasez de ahorro incentiva a las empresas a reducir sus exigencias de inversin. Adicio-nalmente, considero que el efecto macroeconmico de desplazamiento de la inversin privada, producto de la deuda de guerra emitida masivamente durante los conflictos con Francia, es fundamental en esta historia (Wi-lliamson, 1984a y 1985a, caps. 11-12), aunque en contra de las afirma-ciones de mis crticos nunca fui tan imprudente como para afirmar que el supuesto extremista de un desplazamiento en la inversin privada a nivel de uno a uno, se sostena para las guerras napolenicas.5 En cualquier caso,

    4 La posicin de Crafts sobre esta importante cuestin parece haber cambiado. En 1983 subray la duplicacin de la participacin de la inversin hasta 1830, formulada por Lewis y Rostow, sugiriendo que la acumulacin fue rpida. Pero en su libro (1985a, p. 64) Crafts toma un rumbo diametralmente opuesto: [La] experiencia britnica tuvo tasas de acumulacin relativamente bajas [] Quiz no siempre se considera que durante gran parte de la segunda mitad del siglo xix el consumo fue inusualmente alto [] Por supuesto, que la experiencia britnica se diferenci de otros procesos de acumulacin de capital en Europa puede reflejar simplemente diferentes oportunidades de inversin (retornos) dispo-nibles, bien sea para Gran Bretaa como Gran Bretaa, o para Gran Bretaa en su carcter de pionero industrial. El ltimo y, creo, ms relevante punto, que explica las bajas tasas de acumulacin durante la Revolucin Industrial, es el que atrae ahora la atencin de Crafts. 5 Tanto Crafts como Mokyr han afirmado que yo considero que el desplazamiento de la inversin uno a uno describe con bastante efectividad los mercados de inversin britnicos durante las guerras napolenicas. Aunque subscribo resueltamente la tesis del

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    ahora tambin estoy convencido de que las imperfecciones del mercado de capitales constituyen una parte esencial en la explicacin de las bajas tasas de inversin.

    1.7.2. El efecto de desplazamiento de la inversin privada

    Dos datos histricos han sido invocados recientemente para cargar contra la tesis del efecto de desplazamiento de la inversin privada (Heim y Mirowski, 1985), datos que, en s mismos, no van a ser suficientes. El primero indica que los componentes de la inversin que fueron golpeados con mayor fuerza por el efecto de desplazamiento de la inversin fueron la construccin y otras formas de la inversin a largo plazo, un dato subra-yado por Ashton (1959). Y las inversiones en vivienda residencial, infraes-tructura social y mejoras de tierras en la agricultura dan cuenta de alrede-dor del 80 % de la formacin bruta del capital interior y de las estimaciones de la masa de capital calculadas por Feinstein. Ahora alguien podra argumentar que tal tipo de inversiones son en cierto sentido mar-ginales a las revoluciones industriales y que es la maquinaria lo que impor-ta. Tales argumentos no se los cree nadie. Despus de todo, el capital gastado en infraestructura social fue un insumo esencial (indirecto) en el proceso de produccin urbano durante la Primera Revolucin Industrial, tal como lo es en el tercer mundo de hoy en da. Todos los economistas del desarrollo estn de acuerdo en este punto, y es oportuno recordar el hecho cuando se nos dice que la industria britnica fue intensiva en mano de obra durante la Revolucin Industrial. Adicionalmente, el desplaza-miento de la inversin privada parece haber restringido seriamente la in-versin en vivienda residencial urbana. Esto tambin es importante recor-

    desplazamiento de la inversin, en ningn lugar he asumido la posicin extrema de que el efecto de desplazamiento funcion a nivel de uno a uno. Solo exploro las implicaciones del efecto macroeconmico de desplazamiento de la inversin privada cuando este se pre-senta en su forma ms fuerte, a nivel de uno a uno (Williamson, 1984a, p. 700, las cursivas son aadidas). En realidad, dedico un espacio considerable en una seccin de mi libro (Williamson, 1985a, pp. 179-180) a mostrar por qu tales clculos pueden haber exagera-do el efecto de desplazamiento. No obstante, incluso si los efectos del desplazamiento de la inversin fueron solo la mitad de los implicados por el supuesto de la magnitud uno a uno, creo que las emisiones de deuda de guerra todava proporcionan, con diferencia, la mejor explicacin para las peculiaridades empricas de la fase heroica de la Primera Re-volucin Industrial.

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    darlo, dado que la vivienda puede verse como otro insumo esencial (indirecto) del proceso de produccin en los sectores modernos. Segura-mente, sin l las rentas y/o la prdida de bienestar urbano se incrementa-ran, el coste de vida urbano se elevara y el coste nominal del trabajo afrontado por las empresas urbanas tambin crecera, asfixiando as a la industrializacin. Y qu pasa con la formacin de capital en la agricultu-ra durante un perodo de escasez de alimentos inducido por las guerras? En pocas palabras, el efecto de desplazamiento de la inversin privada s parece haber tenido su mayor repercusin sobre la inversin a largo plazo en activos fijos, y debi haber perjudicado el comportamiento de la eco-noma de una forma tan segura como si hubiera sido la maquinaria la que hubiese sido desplazada.

    El segundo argumento invocado contra la tesis del efecto de desplaza-miento es la afirmacin de que durante los aos de guerra, y hasta la bata-lla de Waterloo, los empresarios no contaron con mucha financiacin ex-terna para invertir en capital fijo. Por tanto, la mayor escasez de crdito generada por la emisin de la deuda de guerra debi de afectarlos poco. Esto puede haber sido cierto, pero los hechos, por s solos, no lo sosten-dran. Despus de todo, la tasa de acumulacin fue baja y la poca depen-dencia de la financiacin externa puede verse como una manifestacin de ello, pero esto es exactamente lo que la tesis del efecto de desplazamiento apuntaba a explicar. Y, como ha sealado Joel Mokyr, el desplazamiento de la inversin podra ocurrir incluso si los empresarios no vieron el mercado de capitales como una fuente de financiacin para la inversin a largo pla-zo en capital fijo:

    [] incluso si se hubiera asumido que los capitalistas no pueden tomar pres-tado en los mercados de capital, esto no implica necesariamente que ellos no pudieran prestar a agentes extrasectoriales tales como el Gobierno (Mokyr, 1976a, pp. 160-161).

    Sin embargo, es posible realizar algn progreso en el ensayo de la tesis del desplazamiento de la inversin, como han mostrado recientemente Carol Heim y Philip Mirowski (1985, pp. 3-12). Produjo la deuda de guerra britnica tasas de inters real ms altas? Basados en los rendimien-tos de los bonos del Este de la India y en una hiptesis de expectativa de precios, los incrementos en la deuda real estuvieron asociados con aumentos en las tasas de inters real. La hiptesis del desplazamiento de la inversin

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    gana en este aspecto. Pero cuando se utilizan los verdaderos ingresos netos del Gobierno derivados de la emisin de deuda, en lugar de los datos de emisin de deuda oficiales, el efecto de desplazamiento pierde. Esto es, el resultado parece depender de la forma como se mida la emisin de deu-da. Estos son descubrimientos interesantes y sugieren que necesitamos in-vestigar ms sobre cmo se formaban las expectativas de precios, as como encontrar mejores medidas de los prstamos del Gobierno y de las tasas de retorno de los activos financieros, ajustadas por el riesgo. Esta ltima cues-tin ha sido ignorada en el debate. Pudo suceder que la tasa de inters promedio ajustada por el riesgo se incrementara a medida que los merca-dos financieros se inundaban con los ttulos de deuda de primera clase emitidos por el Gobierno en el contexto de la guerra?

    Por supuesto, hay muchos factores que pudieron haber evitado que el gasto de guerra masivo tuviera algn efecto sobre la masa de capital real durante aquellos aos de guerra previos a 1820 aproximadamente. Richard Sutch y yo hemos sugerido uno que los partidarios de Tobin y Barro en-contrarn especialmente atractivo. El Gobierno pudo haber actuado de una manera que sirvi para destruir algo de la riqueza ya existente en car-teras con el fin de dejar espacio a la nueva deuda de guerra. Gravar fiscal-mente al capital habra producido el efecto, pero los impuestos sobre las rentas de la propiedad hubiesen servido igual de bien. Si los poseedores ricos crean que estos impuestos iban a continuar tras la guerra (no lo hi-cieron), el valor capitalizado del capital fsico se habra reducido y se habra creado una demanda por activos, la cual habra sido satisfecha por la deuda de guerra (carta de Richard Sutch fechada el 29 de octubre de 1985; Wi-lliamson, 1984a, p. 699).

    Aunque algunos han argumentado que el incremento masivo de la deu-da de guerra no tuvo efectos de desplazamiento de la inversin, otros han argumentado que el tamao de la deuda de guerra ha sido sobrestimado en s mismo. Joel Mokyr (1987, tabla 1) ha adoptado esta ltima posicin.

    En primer lugar, hay que dejar claro que Mokyr y yo estamos de acuer-do en dos puntos: 1) la inflacin inducida por la guerra sirvi para erosionar el volumen real de la deuda del Gobierno pendiente de pago, compensando as la influencia del efecto de desplazamiento en cada nueva emisin de deuda; y 2) los intereses de la deuda aumentaron los ingresos privados, incrementando de esta manera la capacidad de ahorro y compensando

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    nuevamente la influencia del efecto de desplazamiento en cada emisin de deuda. Mokyr denomina al efecto 1 impuesto de la inflacin sobre la deu-da, y yo lo tengo en cuenta explcitamente en mis estimaciones de la con-tabilidad real en valores devengados. O sea, uno de mis clculos considera el primero de los ajustes de Mokyr. El efecto 2 es denominado por ese autor efecto de los ahorro de impuestos directos y cargas de la deuda, mientras que yo lo llamo efecto redistributivo. En resumen, mis dos estimaciones incluyen ya el segundo de los ajustes recomendados por Mokyr.

    En segundo lugar, Mokyr argumenta que, en trminos netos, gran par-te de la deuda britnica termin ubicada en carteras irlandesas (un punto sealado tambin por Heim y Mirowski, 1985, y, en correspondencia priva-da, por Peter Solar). Mokyr cree que, si se corrigiera por Irlanda, se reduci-ra el incremento efectivo de la deuda en un 9 % aproximadamente (de 293,6 millones de libras a 266,6 millones, a precios de 1850; tabla 1). Aunque la contribucin irlandesa al esfuerzo de guerra ciertamente merece atencin, nos deja con algunos hechos incmodos. Feinstein (1978, p. 69, tabla 16, precios de 1851-1860) estima que la inversin britnica neta en el extranjero acumulada durante 1791-1820 fue de 4,5 millones de libras. (Mokyr prefie-re citar el dato de la inversin neta en el extranjero durante 1791-1820, que fue de 0,5 millones de libras. Omite sealar que entre 1760 y 1860, la d-cada que va de 1801 a 1810 fue la nica donde hubo un influjo neto de ca-pital. Cualquier otra dcada hasta 1820 fue de exportacin neta de capital). Si, en trminos netos, la inversin irlandesa estaba fluyendo hacia Gran Bre-taa durante este perodo por una suma de 27 millones de libras, la inversin extranjera britnica a todos los pases del mundo distintos a Irlanda fue de 31,5 millones. Aunque podemos compartir el escepticismo de Mokyr frente a las estimaciones de la inversin extranjera neta de Feinstein, estas no sugie-ren que el efecto de desplazamiento de la inversin, como consecuencia de la deuda de la guerra, se estuviera exportando fuera. La correccin por Irlan-da de Mokyr no va a cambiar este hecho.

    En tercer lugar, Mokyr, al parecer, considera que debemos restar a la emisin de deuda los subsidios externos, para obtener as el verdadero efec-to de desplazamiento de la inversin (ajuste de los subsidios externos). Reconozco mi perplejidad en este punto. Ya fueran externos o internos los recursos reales comprados por Gran Bretaa, esto no debera importar para los clculos de la carga de la deuda del sector pblico inducida por la

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    guerra. Si Mokyr argumenta que estos subsidios constituan transferencias de capital reales hacia el extranjero (como sucede, por ejemplo, con una parte de la inversin extranjera neta estimada por Feinstein), no est claro por qu deben ser restados de los efectos de desplazamiento de la inversin privada interior. De hecho, podra argumentarse que deberan ser sumados a tales efectos.

    Llegamos, por ltimo, al punto de los ajustes de contabilidad de Mokyr y de su efecto precio-ttulos de deuda. Aqu Mokyr pisa terreno ms firme y acepto el principio invocado, aunque otros, como Heim y Mi-rowski, puedan debatir la implementacin. Los ajustes de contabilidad ms transparentes son los relacionados con el valor real de la deuda emitida. Por desgracia, asum como supuesto que todos los ttulos fueron vendidos a la par. Naturalmente, este no fue el caso, ya que la mayor parte de los bonos del Gobierno se vendieron al valor del mercado (por debajo de la paridad). La diferencia importa, y los ajustes de contabilidad de Mokyr rebajan el efecto de desplazamiento de la inversin privada como consecuencia de la deuda pblica entre un 16 y un 32 %. El efecto precio-ttulos de deuda es ms sutil, pero sigue siendo significativo. Mokyr argumenta que la emisin de la deuda de guerra sirvi para incrementar las tasas de inters (un efecto asumido por mi modelo pero que el anlisis de series de tiempo de Heim y Mirowski rechaza), rebajando por esta va el valor de mercado de los ttulos. Tales prdidas para el capital habran llevado a un efecto integracin de ms ahorros privados a medida que los inversores civiles trataban de com-pensar aquellas prdidas de capital. Este hbil razonamiento implica que el efecto de desplazamiento debera ajustarse hacia abajo en un 6 % adicional. Los ajustes de contabilidad y el efecto precio-ttulos de deuda combina-dos hacen que mi estimacin del efecto de desplazamiento de la inversin privada como consecuencia de la deuda de guerra deba reducirse entre un 22 y un 38 %. As, incluso en el caso de que aceptemos los clculos de Mokyr, entre un 62 y un 78 % del efecto de desplazamiento de la inversin permanece an, as como el gran alcance que le he atribuido.

    Lo ms significativo de este debate acerca del efecto de desplazamien-to de la inversin puede resumirse de forma simple. Si uno cree que este efecto explica las bajas tasas de acumulacin durante la Revolucin Indus-trial, tenemos desde el lado de la oferta del ahorro una explicacin parcial sobre la peculiar falta de intensificacin en el uso del capital en Gran

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    Bretaa. Si uno rechaza o reduce la importancia del efecto de desplazamien-to, debemos esforzarnos an ms para explicar por qu la tasa de acumula-cin de Gran Bretaa fue tan baja durante la Revolucin Industrial.

    1.7.3. Distorsiones en el mercado de capitales, inflacin y otras fuerzas

    Respondan las tasas del ahorro interno a las tasas reales de retorno esperadas? Quiz sea esta la pregunta equivocada. Tal vez la pregunta ms pertinente es si la gran mayora de los ahorradores potenciales tuvieron alguna vez oportunidad de conseguir las (presumiblemente) mayores tasas de retorno prevalecientes en los sectores modernos dinmicos. Esto es, es-taban los mercados de capital rgidamente segmentados? Fallaron los mer-cados de capital en realizar las innovaciones financieras necesarias para romper la segmentacin? Basado parcialmente en el exhaustivo balance de Joel Mokyr (1985a, pp. 33-38), y en parte en alguna investigacin propia finalizada recientemente (Williamson, 1986a), he estado convencido de que estos pueden estar entre los temas de investigacin ms urgentes en el debate de la acumulacin. De hecho,

    La voluntad limitada de los bancos comerciales para financiar proyectos de largo plazo es comprensible. Los bancos necesitan sus activos en forma lquida para satisfacer las demandas de los depositantes, dado que no haba un prestamista de ltimo recurso. No obstante, esta restriccin era apenas el resul-tado de la naturaleza de los bancos comerciales. Los bancos de inversin y otras formas de intermediarios financieros no tenan que mantener carteras tan lquidas. Por qu tales instituciones eran relativamente poco importantes en Gran Bretaa sigue siendo una pregunta sin respuesta (Mokyr, 1985a, p. 37).

    Respondan los ahorros totales a las tasas reales de retorno esperadas? Mientras que el ahorro interno puede haber sido indiferente a las tasas de retorno britnicas, los ahorros totales pudieron haber sido alterables por aquellas en la medida en que los mercados externos de capital estaban muy bien integrados. No tuve en cuenta esta posibilidad para los aos de las guerras napolenicas, pero con seguridad no se puede proceder igual para el perodo de paz, durante los aos posteriores a la batalla de Waterloo. Ese mercado estuvo activo, especia