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7/31/2019 Pablo Blitstein. Las condiciones de la comparacin: reflexiones en el cruce de los estudios sinolgicos y latinoamer
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Las condiciones de la comparacin: reflexiones en el cruce de los estudios
sinolgicos y latinoamericanos1
1 Este texto fue escrito originalmente en francs. Le agradezco al equipo de
traduccin de la UNSAM por haberlo traducido para lo acasin de este coloquio. Las
reflexiones tentativas esbozadas en este trabajo estn ligadas a un proyecto de1
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Pablo Ariel BLITSTEIN (Argentina)
Collge de France
CEMECH UNSAM
A partir de un cruce comparativo entre las tradiciones letradas china y latinoamericana, en este
breve trabajo nos proponemos explorar la condicin de posibilidad en que un investigador puede
establecer un trabajo comparativo. Hasta qu punto una cultura o una tradicin determinan
la eleccin de los objetos de estudio y el desarrollo de los modos de reflexin? En este trabajo
mostraremos que la posibilidad de una comparacin esta ligada a la configuracin de relaciones en
las que se inserta el sujeto: es decir, en lugar de pensar sobre la base de a priori culturales, nos
proponemos ofrecer a esta pregunta una respuesta a partir de un enfoque microanaltico,
configuracional y generativo (inspirado de la micro-historia italiana) de la experiencia del
investigador. Este enfoque nos permitir abordar una evidencia significativa para pensar el modo en
que los hombres determinan su relacin con el pasado o con otros hombres de otras geografas:
relacin que, lejos de establecerse en el marco de naciones, culturas o tradiciones, es
generada en cada experiencia local de apropiacin de discursos y de objetos. Es precisamente en este
trabajo de apropiacin (del cual la comparacin no constituye sino una forma entre otras) que el
historiador integra pasado y presente y da forma a las configuraciones futuras de apropiacin del
pasado.
Hace un tiempo, cuando daba comienzo a mi tesis sobre los letrados del Medioevo chino, me dediqu
a la lectura de un clsico de la historia-cultural latinoamericana, La ciudad letrada, de ngel Rama.
Haba odo hablar de este libro algunos aos antes, en la Universidad de Buenos Aires, cuando
terminaba mi Licenciatura en lenguas clsicas. Como hasta ese momento no haba tenido tiempo de
leerlo ya haba decidido dedicarme a la historia china y quera terminar mi licenciatura y como alcomienzo de mis investigaciones de tesis buscaba fuentes de inspiracin, sent que an cuando el libro
hablaba de una tradicin muy lejana, poda ayudarme a pensar en la figura del letrado chino. Qu
sorpresa fue descubrir que los letrados hispanoamericanos eran ms parecidos a los letrados chinos de
lo que haba imaginado! Una devocin anloga por la escritura, anloga mezcla de burocratismo y de
humanismo, representaciones anlogas del poder poltico, conflictos anlogos con el poder. Y qu
sorpresa adems cuando descubr que, as como Rama afirmaba en los aos 80 que la tradicin
investigacin colectivo de la seccin de China del CEMECH : Amrica Latina y China :
qu lectura puede englobarlas?.2
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intelectual latinoamericana tena sus races en el letrado colonial, as tambin Yu Yingshi afirmaba en
su libroEl letrado (shi) y la cultura china que el intelectual chino tena sus races en el letrado de
la poca imperial!
Un ao ms tarde me encontraba en un seminario de historia global organizado por
Laurent Berger y Anne-Christine Trmon en ENS-EHESS ; luego, en un seminario de Serge
Gruzinski en el EHESS, que realizaba las mismas conexiones de la cultura letrada de los imperios
portugus y espaol y la cultura letrada de la China de los Ming ; y al mismo tiempo discuta estas
ideas con una colega argentina, Ana Hosne especialista en Matteo Ricci y la Compaa de Jess
que haba hecho consideraciones similares acerca de las dos tradiciones letradas. De esta asociacin
de ideas result, finalmente, un proyecto de investigacin para comparar estas dos tradiciones
letradas, tanto desde el punto de vista de la historia social como de la historia cultural e intelectual.
Pero se plantearon nuevas preguntas: realmente se haban descubierto dos tradiciones anlogas? O
era simplemente una ilusin? Y an si no fuera una ilusin, para qu comparar las dos tradiciones ?
En qu contexto? Finalmente, en tanto que intelectual latinoamericano , era yo realmente un
heredero de la tradicin del letrado colonial hispanoamericano? O tambin esta idea era una
ilusin? No se trataba en absoluto de una cuestin de identidad latinoamericana o de una
alteridad china: se trataba simplemente de comprender qu vas llevan a hacer una comparacin
en ciencias sociales y los motivos por los cuales queremos servirnos de ella, en el marco ms general
de la produccin del saber histrico. Porque es en la produccin de este saber que el historiador
establece sus lazos con los muertos, en un tiempo y en un lugar determinados, y toma la decisin
acerca de las formas bajo las cuales esos muertos sern juzgados en el porvenir.
Motivos de la comparacin
Se podra pensar en varios motivos para establecer una comparacin. Se compara, como se lo hace a
menudo en las ciencias sociales, para encontrar la especificidad de un fenmeno. En el marco de unalgica que trata de clasificar el mundo en gneros y especies, si se quiere determinar lo que es
especfico de una realidad cualquiera lo que la hace nica o al menos diferente de otra es necesario
explicar en relacin a qu esta realidad es nica o diferente. Esta comparacin no debe forzosamente
hacerse en relacin a algo existente: puede ser tambin una posibilidad, algo que habra podido
producirse, pero que no se produjo. Es el caso del juicio de posibilidad , la hiptesis contrafctica
de la cual se sirve Weber para la determinacin de las causas en la historia 2. El objeto de la
2 Ver Weber, Max, Objektive Mglichkeit und adquate Verursachung in der historischenKausalbetrachtung , en Schriften zur Wissenschaftslehre, Tbingen: Mohr, 1988.
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comparacin podra ser el letrado colonial, pero tambin podra ser un campesino, un comerciante, o
letrados de otros momentos de la historia china. Cualquiera sea este otro punto de comparacin, es a
partir de las diferencias que se llega a establecer una especificidad en el marco ms general de una
especie.
Pero la comparacin no se limita a su uso en el marco de esa lgica. Podemos servirnos
de la comparacin, como yo haba tratado de hacer, para encontrar en el fenmeno a estudiar los
aspectos en los cuales yo no haba pensado. Por ejemplo, en el caso del manejo de la escritura como
elemento de prestigio un elemento compartido por la cultura letrada china y la lusoamericana
puedo buscar en los estudios sobre el letrado latinoamericano elementos que no hayan sido
subrayados en el letrado chino. Puedo como se dice a menudo de modo ms impreciso
inspirarme en otros estudios para delimitar mejor el mo, del mismo modo que, con ese fin, me
inspiro en el estudio del letrado chino de otras pocas de la China imperial. As como no hay
fenmeno humano idntico a otro, slo las analogas con otros estudios y por lo tanto, con otras
realidades histricas pueden ayudarme a profundizar mis reflexiones, an si los objetos son
diferentes. Un antroplogo conoce muy bien este problema cuando aborda un campo nuevo: no puede
desarrollar sus reflexiones ms que en una tradicin de estudios donde los objetos estudiados son
siempre distintos al suyo. En esta forma de comparacin, lo que ocupa el primer lugar no es la
clasificacin en gneros y especies. Es ms bien la comparacin entre fenmenos que, por una u otra
razn, resultan o no anlogos.
Podra mencionar tambin otras formas de comparar. En el seminario al que asist hace
unos aos, Gruzinski hablaba de comerciantes portugueses que encontraban letrados de la China de
los Ming a comienzos del siglo XVI, y que se sentan desconcertados frente a un enorme aparato
administrativo que no comprendan. Por otra parte, en su libroLas cuatro partes del mundo, uno de
los temas es Matteo Ricci, el cual, algunos decenios ms tarde, tuvo menos problemas que los
comerciantes portugueses para entenderse con las lites letradas chinas: al igual que esas lites
letradas, y a diferencia de los comerciantes portugueses, Ricci daba a la palabra escrita un valorprivilegiado. De todos modos, la comparacin entre los comerciantes portugueses y los letrados
chinos, o entre Ricci y un letrado como Li Zhi, se presenta menos como el resultado de una analoga
en la mente del investigador que como el resultado de un problema prctico real de los personajes
estudiados: por qu se entienden entre ellos? Hasta qu punto se entienden? O en qu no se
entienden, y hasta qu punto no se entienden? La comparacin entre dos universos intelectuales o
entre dos tipos de ethos se vuelve inevitable si se quiere comprender la dimensin de los problemas de
comunicacin que estos hombres han podido o pudieron enfrentar durante sus encuentros. En estecaso, se trata entonces de hacer una historia comparada a partir de una historia conectada: la puesta en
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paralelo de dos historias alejadas en el espacio, las cuales, en un momento y espacio dados, se
cruzaron en el encuentro situado entre personas de distintas partes del mundo.
Finalmente, un ltimo ejemplo de comparacin: la que se hace en el marco de una
sociologa o de una historia general. Es el caso, por ejemplo, de la sociologa de Max Weber, ya sea
en la lnea de su sociologa de las religiones donde se pregunta sobre la compatibilidad de las ticas
religiosas dominantes con el desarrollo de un capitalismo burgus racional3 o en la lnea de su
sociologa general Economa y sociedad, donde intenta construir tipos ideales de accin social, de
dominacin, de burocracia, de burocracias patrimoniales (en las cuales se podra incluir tanto al
letrado hispanoamericano o luso-americano como al letrado chino), etc. Respecto del letrado, se
podra haber retomado esta metodologa de la sociologa general: fijar la categora de letrado
construida a partir de rasgos comunes en todas las figuras que pueden considerarse letradas en la
historia universal y buscar las especificidades en cada caso particular. Pero los riesgos inherentes al
enfoque weberiano son evidentes: se corre el riesgo no slo de violentar el fenmeno estudiado nada
garantiza que lo que en China se llamaba shi sea lo mismo que un letrado hispanoamericano sino
tambin el de desfigurar el objeto de estudio: en vez de entender la figura concreta situada en un
contexto histrico particular, se busca un tipo ideal ya hecho, ya construido, y se cae as en la ilusin
de queshi y letrado son una y la misma cosa.
El recurso a la comparacin es inevitable en el caso de una historia conectada como la
de Gruzinski. Pero en todos los dems casos de comparacin, all donde no se haba encontrado la
conexin histrica real, las dificultades de la comparacin parecen insalvables. En efecto, en los dos
primeros casos la comparacin por gneros y especies y la comparacin por analogas la
comparacin corre el riesgo de caer en lo arbitrario: al fin de cuentas, nada garantiza que la
comparacin entre dos realidades no sea ms que el resultado de las asociaciones arbitrarias del
investigador. Frente a estos riesgos, es necesario privarse de la comparacin cuando no es posible
establecer una conexin histrica real entre dos realidades? Habr que suponer que no se puede
comparar dos fenmenos desconectados entre s?4 No obstante, es evidente que todas las
3 Es, al menos, el enfoque que le atribuye C.K.Yang en su introduccin de 1964 a The Religion of China :Confucianism and Taoism (New York : MacMillan, 1964). Para una crtica de la interpretacin de Yang,ver Molloy, Stephen, Max Weber and the Religions of China : Any Way out of the Maze ?, The BritishJournal of Sociology, Vol. 31, no. 3, sep. 1980, pp. 377-400.
4 Este problema no pertenece slo al mtodo de la comparacin. Cada vez que se intenta construir unacategora cualquiera clase, Estado, arte, etc. nos vemos obligados a fundir en esa categora realidadesque no coinciden forzosamente con la definicin. Esta es la razn por la que toda categora essimplemente el instrumento y no el fin ltimo de una investigacin, por lo que el investigador debe
someter sus propias categoras a una crtica constante; una crtica que, en el fondo, es simplemente lahistorizacin de esas categoras. Cuando la crtica desaparece, y las categoras se convierten en el finltimo de la investigacin, estamos en la oscuridad donde todos los gatos son pardos.
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comparaciones que he mencionado no slo han sido emprendidas, sino que han sido el comienzo de
una larga tradicin de historia comparada.
Historia conectada, historia comparada
Reflexionemos un momento sobre el ejemplo de la sociologa de Weber, que tomo aqu por el hecho
de que ha sido y es an un referente tanto para historiadores latinoamericanos como para historiadores
chinos. Cuando Weber inici el proyecto de hacer una sociologa general, necesit construir puntos de
apoyo: sus tipos ideales. Hoy, esos tipos ideales son parte de una tradicin cientfica que se expandi
por todo el mundo, de China a Amrica Latina. Cuando un historiador chino o latinoamericano de hoy
en da se propone estudiar la figura del funcionario patrimonial5 (sera el caso del letrado chino o
del letrado hispanoamericano o luso-americano), no slo suele retomar las categoras que Weber
defini hace casi siglo, sino tambin los casos particulares que Weber incluy dentro de la categora
funcionario patrimonial; cuando, por el contrario, el historiador se propone criticar esta categora,
no tiene otra opcin que analizarla para encontrar en ella los elementos discordantes, las
contradicciones, las reducciones excesivas. Pero tanto en el caso de una aceptacin sumisa o como del
caso de una crtica radical de la categora, el comienzo es siempre el mismo: retomar las conexiones
que Weber ha establecido en una categora que agrupa sub-tipos alejados en el espacio y el tiempo,
como puede ser el chinovnichestvo ruso, la nobleza de toga francesa o el mandarinato chino. El
investigador weberiano o el investigador crtico de Weber participan as, cada uno a su manera, de la
historia del desarrollo de la categora funcionario patrimonial, y en consecuencia de la historia de
las conexiones intelectuales que han hecho posible la existencia de esta categora reapropiada sumisa
o crticamente: ambos forman parte, quiz sin saberlo, de una historia conectada, la historia que
conecta, en Weber, al funcionario patrimonial chino con los funcionarios patrimoniales de otros
lugares y de otros tiempos de la historia universal. Hay entonces en Weber, en esta persona de
5 Como ejemplo, podemos citar Yu Yingshi o Yan Buke , que, sin ser weberianos,retoman distintas categoras de la sociologa de Weber. En el marco de sus investigaciones sobre la ruptura filosfica en China preimperial, Yu Yingshi retoma los problemas planteados por lasociologa de la religin de Weber tal como fueron reelaborados por Talcott Parsons. Ver, por ejemplo,Yu Yingshi, Shi yu zhongguo wenhua(Elshi y la cultura china), Beijing : Beijing daxuechubanshe, 2003, pp. 19-25. Yan Buke, por su parte, nos ofrece un ejemplo reciente del uso de lacategora weberiana de funcionario patrimonial en la historiografa sobre la China imperial; ver YanBuke, Zhongguo gudai guanjie zhidu yinlun (Discusiones sobre el sistema de
jerarquas administrativas en China antigua), Beijing : Beijing daxue chubanshe, 2010, pp. 65-66. Para elcaso latinoamericano, un libro reciente de Rodrigo Ricupero propone un estudio del patromonialismo enel Brasil colonial. Pero el estudio del funcionario patrimonial en el Brasil colonial ya se encuentra en
Sergio Buarque de Hollanda. Cf. Rodrigo Ricupero,A formao da elite colonial. Brasil c. 1530 c. 1630,So Paulo : Alameda, 2009, pp. 42-49; Sergio Buarque de Hollanda, Razes do Brasil, So Paulo :Companhia das Letras, 1995 [1ra ed. 1936], pp. 145-146.
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comienzos del siglo XX, una conexin realde fenmenos sacados de historias en apariencia alejadas
entre s (fenmenos ligados al funcionario patrimonial), incluso si se considera que la conexin es
el puro producto de una imaginacin neo-kantiana a principios de siglo. Acaso la conexin entre un
Ricci y un Li Zhi y la conexin entre fuentes diferentes en la mente de un socilogo de comienzos del
siglo XX no son ambas conexiones que tiene lugar en un lugar y en un tiempo, es decir, en un punto
determinado de la historia humana? No son ambas, acaso, el encuentro de materiales heredados de la
historia formaciones letradas en Ricci y Li Zhi, materiales escritos en la imaginacin de un
socilogo en la experiencia de personas situadas histricamente? O acaso Weber podra siquiera
haber concebido su funcionario patrimonial chino si no hubiera tenido algn tipo de experiencia,
mediada o no, con las huellas que ese funcionario patrimonial ha dejado en la historia?
Lo que ocurre con las categoras de Weber ocurre, en realidad, con todo nuestro
lenguaje: no es posible comenzar una comparacin de cero, porque toda representacin tiene lugar
gracias a la ayuda de un lenguaje, y ese lenguaje tiene una historia propia. Cmo suponer entonces
que no hay puntos de apoyo preexistentes en mi representacin que me permitan hacer una
comparacin? Es imposible: siempre hay algo en mi cabeza, siempre hay representaciones (errneas
o no) que preceden a la posibilidad de iniciar una comparacin. De otro modo, cmo habra podido
yo asociar como todos los que participamos de nuestro proyecto de investigacin las tradiciones
letradas chinas e hispanoamericanas sin al menos una nocin de lo que encontraramos en una y otra
tradicin?
Si retomamos lo que he contado en el comienzo de este artculo, podramos decir que la
asociacin entre las dos tradiciones letradas al menos en mi caso obedece a una experiencia
personal con nuestro lenguaje cientfico: en primer lugar, simplemente he seguido una palabra, la
palabra francesa lettr (mi experiencia cientfica con el trmino comienza en Francia), que se pretende
una traduccin de la palabra china shi (traduccin, a decir verdad, bastante problemtica) y un
equivalente aunque no siempre un verdadero equivalente de la palabra castellana letrado. Esto es
lo que me ha permitido establecer una primera conexin: la palabra, una palabra con una historiaasociada a ciertas representaciones que son producto de la historia de las enunciaciones de la palabra
letrado en distintas lenguas. Segunda conexin: una vez que he ledo La ciudad letrada, he
descubierto las afinidades entre el letrado chino y el letrado hispanoamericano. Con sus diferencias,
haba tambin aspectos, ideas, culturas similares, que, por analoga, me permitan reflexionar de modo
general acerca de ambos tipos de letrado. Entonces, se puede decir que no hay conexin entre el
letrado colonial hispanoamericano y el letrado chino de la Edad Media? Es seguro que la hay: esta
conexin soy yo, son mis colegas, es todo aqul que ha establecido esta conexin. Slo cuando heactivado estos dos conocimientos, cuando he activado estas dos representaciones realmentepresentes
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en mi reflexin, slo entonces he podido establecer una comparacin entre las dos tradiciones
letradas. Los elementos a comparar ya estaban ah, en mi mente, y si estaban ah, efectiva y realmente
presentes en m, es porque un conjunto de instituciones que van de Buenos Aires a Pekn estn ya
conectadas en mi persona. As toda historia comparada implica una conexin real: es en la reflexin
de una persona donde todas estas formas de representacin categoras sociolgicas, palabras o
analogas se encuentran y entran en actividad. Esta persona es, en gran parte, el producto de una
historia de relaciones institucionales, polticas y sociales que concentran en un mismo punto, en una
actividad reflexiva, espacios y tiempos quiz alejados entre s. Una historia comparada implica
siempre la posibilidad de una historia conectada: la historia conectada de las representaciones que, en
el espritu del investigador, se unen en la forma de una configuracin de relaciones entre experiencias,
lenguajes y objetos que provienen de lugares diferentes.
El problema de la alteridad
Algunos discursos de impronta culturalista nos llevan a pensar que las comparaciones deben hacerse
entre tradiciones nacionales o regionales: China con Amrica Latina, China a partir de Amrica
Latina, o Amrica Latina a partir de China. Pero si se tiene en cuenta el hecho de que la conexin
entre representaciones tiene siempre lugar en la cabeza de una persona concreta, se ver que los
elementos a comparar no coinciden forzosamente con tradiciones nacionales o tradiciones
regionales: se puede comparar grupos, instituciones, personajes, ideas, y encontrar tal vez ms
analogas entre un letrado medieval chino y un letrado hispanoamericano de la poca colonial que
entre el mismo letrado medieval chino y un campesino chino de la misma poca, o entre el letrado
medieval chino y un noble chino de la poca de los Reinos Combatientes, o incluso entre este letrado
y un empresario chino moderno es decir, entre miembros de una misma (hipottica) tradicin o
cultura. En efecto, las mayores diferencias no estn necesariamente ligadas a las tradiciones y
culturas generadas por los efectos ideolgicos de la divisin del mundo en Estados-Nacin: lasmayores diferencias pueden ser vecinas, pueden ser contemporneas, pueden incluso coexistir en la
misma persona.
Es comn que las tradiciones o culturas (como tambin las naciones o las
civilizaciones) sean abordadas de modo apriorstico cuando se las utiliza para establecer
comparaciones, y que esos apriorismos revistan en general un modo exclusivamente tipolgico: se
buscan los rasgos tpicos de las tradiciones y culturas, se las tipifica y, a partir de estos tipos, se
entabla una comparacin que pueda confirmar ya sea la diferencia, ya sea las afinidades de tal o cualtradicin con otra. China y Amrica Latina tendran entonces afinidades en tanto son regiones
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perifricas o en tanto son miembros del Tercer Mundo, o seran radicalmente diferentes en tanto
son miembros de dos culturas diferentes: la cultura occidental y la cultura China. Pero estas
tipologas terminan por sustancializar implcita o explcitamente la tradiciones o las culturas.
Reducir a tipologas las diferencias o las afinidades y hacer de estas tipologas el eje privilegiado de
comparaciones entre China y Amrica Latina impedira reconocer las mltiples conexiones histricas
entre estas dos geografas, sus interdependencias, las discontinuidades internas de estas culturas o
tradiciones tipificadas y, finalmente, los isomorfismos entre fenmenos diversos de una y de otra.
El uso exclusivo de la tipologa para entablar comparaciones abre el camino a una sustancializacin
de los objetos de esa tipologa.
La reduccin de las culturas y las tradiciones a tipologas tiene adems otra
consecuencia: la de considerar que las culturas y tradiciones determinan los procesos de
conocimiento. De acuerdo con esta idea, se suele identificar las limitaciones o las posibilidades
inscriptas en ciertos usos del lenguaje con una cultura y se crea de este modo una oposicin
artificial entre un nosotros y un ellos culturalmente determinados: as, una comparacin no
llegara a ser posible ms que como salida de una cultura para entrar en otra cultura que es
concebida como exterior como si esa exterioridad implicara una alteridad sustancial. Pero ni la
exterioridad puede ser identificada con una alteridad ni los rasgos tpicos que son conceptualizados
como cultura tienen la homogeneidad suficiente como para ser considerados una causa de los
procesos de conocimiento. En primer lugar, porque sera difcil argumentar que las culturas son algo
perfectamente coherente, sin rupturas internas, sin conflictos, sin discordancias, perfectamente
homogneas como si fueran macro-individuos que determinan las acciones de los hombres. La idea
segn la cual la cultura determina el proceso de conocimiento es la proyeccin, en el plano
intelectual, de una ideologa inherente al orden moderno de los Estados-Nacin: la idea de que las
naciones han trazado sus fronteras debido a diferencias culturales insuperables que determinan los
modos de comprensin del mundo. Pero no slo es evidente que las culturas no coinciden (y no se
sabe si alguna vez han coincidido) con los lmites impuestos por las fronteras polticas o por lageografa, sino que la palabra cultura no es sino un modo de referirse a una serie de relaciones
sociales que trascienden esas fronteras, que suelen ser desiguales y que tienen sentidos diferentes para
las personas implicadas en esas relaciones, ms ac o ms all de las fronteras. Por otro lado, en lo
que respecta el problema de la alteridad, nada garantiza que los elementos de una cultura exterior,
incluso bajo la apariencia de una alteridad radical, sean en verdad tan diferentes cuando se los conoce
en profundidad: se encuentra a menudo al Mismo bajo la apariencia de un Otro. Finalmente, an si se
considera la cultura como un monolito exterior y otro, los elementos tipificados bajo la palabracultura dejan de ser realmente exteriores u otros una vez que los he conocido y comprendido.
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Como en el caso de cualquier proceso de conocimiento, una vez que he conocido algo nuevo, ese algo
pasa a formar parte de mis representaciones, ya no es ms un desconocido, un extrao, sino que forma
parte de m mismo. He sido modificado por esta cultura, o al menos por ciertos elementos de lo que
considero una cultura: sta pasa a ser entonces una parte de m mismo, formamos parte de una
misma configuracin relacional. Por decirlo de otro modo: cuando he conocido algo, ese algo ya no es
ms exterior, ya no es ms otro, igualmente que, cuando estaba en la escuela, las matemticas o
la historia haban dejado de ser exteriores, de ser otras para m una vez que las haba estudiado y
comprendido.
De este modo, la alteridad, o ms bien la experiencia de la alteridad (la alteridad es en
efecto una experiencia), se produce en general en el marco de la simple ignorancia. Se puede tener
una impresin de alteridad cuando se mira por primera vez un texto chino, pero una vez que se ha
aprendido el chino, una vez que el chino forma parte de los conocimientos de la persona, la
experiencia de alteridad con la lengua (o al menos con los enunciados conocidos y los recursos
lingsticos disponibles en esos enunciados) ha terminado. En mi caso, la experiencia de alteridad
radical con los letrados chinos de la Edad Media ha desaparecido; por supuesto, hay muchas cosas
que ignoro, y muchas otras que quedarn para siempre en las sombras, pero la idea de estar frente a
algo radicalmente distinto no existe ms. Por el contrario, cuando he querido leer (quiz buscando
otras fuentes de alteridad) un texto sobre los letrados hispanoamericanos, me di cuenta de que mis
conocimientos acerca de estos letrados eran mucho ms pobres que mis conocimientos sobre el
letrado chino medieval, y que estos letrados de mi propia tradicin eran ms otros que los
letrados de la lejana China. Al final, luego de una experiencia intelectual con ambos, la alteridad de
los letrados coloniales y de los letrados chinos se volvi una simple especificidad. Cuando pienso en
ellos, pienso en discursos, relaciones, hbitos que me permiten pensarlos en conjunto y distinguirlos
respecto de otras figuras de la historia universal. Cuanto ms se conoce, cuanto ms precisas y
profundas son las representaciones, ms ricas sern las comparaciones. Una comparacin que supone
una diferencia radical entre tradiciones (como lo hacen los discursos culturalistas sobre lascivilizaciones), que no problematiza los elementos a comparar de estas tradiciones, que no pone
en cuestin la continuidad de esa tradicin en otras palabras, una comparacin que hace de las
diferencias culturales un a priori del conocimiento corre el riesgo de reificar las culturas y las
tradiciones y de esencializar la experiencia de la alteridad6.
6 Esta crtica no nos lleva a volver a los viejos discursos sobre la unidad de la naturaleza humana y areducir las diferencias entre los hombres a un fondo comn. Las diferencias entre personas puedenconvertirse en fuente de la experiencia de la alteridad. Cuando, a partir de esta experiencia de lasdiferencias, el otro es representado como una esencia abstracta independiente de su historia y de susrelaciones con el mundo, se llega a la idea de que su cultura es una forma que es la causa final de su
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Conclusin: cmo apropiarnos de la comparacin?
Cmo comparar? El problema estara sobre todo en una respuesta definitiva, en una decisin a priori
sobre el rol de la comparacin. La comparacin aparece en contextos diferentes y en funcin de
necesidades diferentes, y el error sera plantear la comparacin como un mtodo que precede a la
experiencia misma de conocimiento. Lo importante es partir siempre de una historizacin radical de
las condiciones en las que se hace presente la necesidad de una comparacin. Estas condiciones son
siempre la condicin histrica de la persona en s misma: la persona histrica (yo que pienso y que
tengo una historia) constituye la fuente de toda comparacin posible. Por esta razn, una comparacin
debera estar acompaada de una historizacin de los marcos en los que se la utiliza: es decir, una
historizacin de palabras, de categoras y de discursos que, por su presencia entre las representaciones
que he recogido de mi experiencia con el mundo, han podido ser puestas en marcha por mi actividad
de conocimiento. Por otra parte, esta historizacin debera estar tambin acompaada, tal como hacen
los antroplogos, por una historizacin de las ecologas que me han permitido convertirme en lo que
soy como persona: es decir, una historia de las condiciones de posibilidad de mis representaciones.
Porque, a fin de cuentas, toda comparacin es una apropiacin localizada en el cerebro del
investigador de dos fenmenos (cercanos o lejanos) que no mantienen necesariamente un lazo de
contigidad entre ellos. Cuando una persona compara mundos alejados entre s en el tiempo y en el
espacio, esos mundos convergen en una misma historia sin perder su singularidad: convergen en la
experiencia tambin ella singular de la persona que hace la comparacin a partir de su relacin con
esos mundos. En otras palabras: cuando una persona compara, no se enfrenta a mundos que le son
ajenos, sino a una historia de la que ella misma forma parte y que ella misma, al pensar y al actuar,
contina produciendo. Comparar es tambin generar una relacin en el presente: es producir la
historia, no slo pensarla.
Si la historia universal puede pensarse como un todo, y no como la historia denaciones, es porque en los ltimos siglos la experiencia de los hombres se ha enriquecido con
elementos provenientes de distintas clases y geografas. Una reflexin histrica que no tome en cuenta
desarrollo, es decir, una forma que debe obtener para continuar siendo idntico a s mismo. La diferencia,por el contrario, es simplemente lo que hace que una cosa no sea idntica a otra lo que no significa queesta diferencia deba reproducirse para conservarse siempre igual a s misma. Cuando se considera ladiferencia como un elemento esencial de la cosa, cuando se piensa que esta diferencia se va a reproducirad aeternum siguiendo una lgica interna a la diferencia, se cae en la idea de alteridad sustancial. Si seaplican estas ideas a las culturas, y si se piensa que la esencia de los hombres es esta forma esencializadade la cultura, las similitudes entre los hombres, as como la historicidad de sus relaciones y la unidadmisma de la historia, desaparecen de los horizontes del conocimiento.
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esta experiencia no puede sino caer en paradigmas arcaicos. En efecto, es en la actividad intelectual
de las personas donde convergen los cuatro rincones del mundo, donde las tradiciones nacionales se
desvanecen y pierden su sentido, donde la activacin y la produccin de nuevas conexiones histricas
se producen. En un mundo donde el aislamiento de las poblaciones se vuelve casi imposible, es en la
actividad intelectual de cada persona, en la heterogeneidad de su experiencia, donde se demuestra el
carcter arcaico de las representaciones culturalistas de la alteridad.
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