Pablo García Baena

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"...Balbuceo palabras y rozo con mis labiosel caracol marino de tu pequeo odo,hmedo como rosa que la aurora regase..."

"Portrait"Joan Mir

Resea biogrficaPoeta espaol contemporneo, nacido en Crdoba en 1923.Estudi Bellas Artes. En 1947 fund, junto a Ricardo Molina, Juan Bernier y Julio Aumente, la revista Cntico, punto de encuentro de un grupo de escritores andaluces que reivindicaba una mayor exigencia esttica y enlazaba con la poesa del 27.Su obra, antes casi olvidada, fue rescatada por un grupo de poetas de la promocin del 70. Se destacan los ttulos "Rumor oculto" 1946, "Mientras cantan los pjaros" 1948, "Antiguo muchacho" 1950, "Junio" 1957, "Prehistoria" 1994, "Poniente" 1995 y la Edicin completa de su obra en 2008. En prosa, ha escrito, entre otras, "Lectivo" 1983, "El retablo de las cofradas" 1985 y "Zahor Picasso" 1999.De los galardones recibidos deben mencionarse el premio Prncipe de Asturias en 1984, Medallas de Oro de la Ciudad de Crdoba en 1984 y de la Provincia de Mlaga en 2004","Hijo Predilecto de Andaluca en 1988, Premio Andaluca de las Letras en 1992 y la XVII edicin del Premio Reina Sofa de Poesa Iberoamericana 2008.

Agatha 2

Alma feliz

Amantes

Antiguo muchacho

Antrim road

Arca de lgrimas

Bajo la dulce lmpara...

Bajo tu sombra, junio, salvaje parra...

Bobby

Cndido Como el rbol dorado suea la hoja verde...

Cmo el rbol dorado suea la hoja verde II...

Elega

Galn

Hace ya tiempo que no s de ti... Infame turba

Jardn

Jazmn

Junio

La calle de armas

Narciso

Noche oscura

Otro adis

Palacio del cinematgrafo

Pinar de la piedraRondel para un joven violinista

Slo tu amor y el agua...

Tentacin en el aire

Todos los santos

Vienes como el amanecer...

Viernes santo Puedes escuchar al poeta en: La voz de los poetas

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AGATHA 2

A Rafael Bentez

Empezar, todo joven, de nuevo aquel amores como abrir de pronto cerrado gabinete irrespirablede agona suntuosapor donde ibas o flotabas, galgos,crisantemos, formol, caobas rubias.Tendida en la otomana de cachemir,culpable, desencantada,insomnio de lilas por el prpado,abras el cestillo de sierpes de los celos,lumbre verde lamiendola spera humedad de las hojas de higuera.Pliegues sacerdotales por el traje pesadocomo vendimias, pavosreales o noche en Samarcanda.Sexo-Ceremonial. Daba risa y respetoverte por el teatro de tu vida, ondulanteterciopelo o leopardo, repitiendodeclamatoria y mtica,como la Duse, Sarah o Norma Desmond,palabras favoritas: Fatalidad, Destino.

La carne era tan nueva y t sabas tanto:la jerarqua del palo y su brillo funesto,la anestesia fugaz del heliotropo,el ajenjo de paso silencioso.Frutas de cera roja como remordimientos,palomas como alados pechos nveoscolmaban las bandejasy en tus ojos distintos se agrandaba el ocasocomo una piedra oscura hundindose en las aguas.Por las copas esbeltas, glaucas, altas, Falerno,Chablis, Tokay, Mosela, podras,misteriosa verter los antiguos venenos:oropimente, acnito, cicuta mayor ftida,escamonea de Alepo, piedra de Armenia, trtatro?Reas. Dependa del color de la tnica,del color del deseo invadiendo tus hombroscomo yedra que repta por estatua de otoo.Reas.Era dulce aquel txico,aquel filtro o narctico del amor en tus brazos:un dragma de beleo, phelandrio, tejos fnebres.Un da te alejaste. Como un golpe de marte arrebat, desnuda, la galerna de Europa.Pienso si salvaras al menos del naufragio el samovar de plata.

ALMA FELIZ

Alma felice che sovente torni... Petrarca, Soneto XIV

Alma feliz por siempre, pues lo fuiste un instante,vuelve, ligera corza de la dicha pasada,junto al fro torrente donde flota el recuerdo,donde la rosa ltima de fugitivas horasan perfuma suave con su filtro de llanto.

Vuelve bajo la luna floral de primaveraa las tmidas huellas de dormidos senderos,y aspira en esa rosa melanclica y puratodo el bosque que arde perdido en tu memoriacon sus rojas maderas incendiando los das.

Como nauta que asiste impasible en su leoal naufragio solemne de la torva tormenta,desde la roca prpura por el himno del rayomira al joven ahogado, coronado de algas,flotar en la encrespada cabalgata marina.

Jardines de amatista, emergiendo sombroscon plidos estanques y la perla del cisne,desde la lejana pronunciarn tu nombrey pulsar el ocaso sus lades de luna,latentes como vrgenes corazones secretos.

Nocturnas bayaderas su cintura de estoaplastarn corceles con las crines ardiendo.Mensajeros errantes agitarn pauelosantes de ser talados por el hacha implacableque convierte a los cedros en funerales lmparas.

Era nio y el claustro de la vida empezabas:la mirada dorada, rubio el ligero rizo.Bajo brisas de ensueo escondas al mundotus joyas de ternura, la soledad y su fuente,como el avaro guarda metlicas lucirnagas.

Viviste bajo el ala florida de aquel tiempoglorioso para el hombre. Hoy, que cansado vuelves,mira cmo endiamanta tu llanto las ruinas,cual pjaro de agua que anidara en sus yedrascuando mayo suspira en las flautas fragantes.

As fueron tus tardes. As el viento. Las lilas,el gorjeo diminuto de sus clices tibiosdeshojaban. De nuevo volver todo un da.Dime que has de volver con la mgica llavede la puerta perdida en un muro de niebla.

Y ser igual que entonces: el brodequn de orosobre la misma tienda. Gonfalones sagradospasarn en das santos. Madam Lily, la slfide.purpurina en el pelo, cantar en el alambre,y un reguero de paja dejarn las carretas.

Escucha el preludiar de violines antiguos.Ya ha empezado la danza. Los cmbalos sonorosgotean ureo polen en ansiosas corolasy desnuda a la luz de trompas y de oboesembrigate, oh alma, recordando tu dicha.

AMANTESEl que todo lo ama con las manosdespierta la caricia de las ctaras,siente el silencio y su pesada carnefluyendo como ungento entre los dedos,lame la lenta lengua de sus manosel hueso de la tarde y sus sortijasse enredan en el ave adormecidadel viento. Labra en mrmoles de humoel cuerpo palpitante del abrazoextenuado cual cervato agnico,y con el pico fro de sus uasmonda la oliva efmera del beso.El que se ama solo, el que se sueabajo el deseo blanco de las sbanas,el que llora por s, el que se pierdetras espejos de lluvia y el que buscasu boca cuando bebe el don del vino,el que sorbe en la axila de la rosala pereza oferente de sus hombros,el que encuentra los muslos del aljibecontra sus muslos, como un saurio verdesobre el mrmol desnudo e inviolado,ese que pisa, sombra, desdeosoel pavimento de las madrugadas.El que ama un instante, peregrinovoluble, de flauta hasta los labios,de la trenza al ctiso, de los cisnesa la garganta, de la perla al prpado,de la cintura al gata, del pajea la calandria y tras l, silente va talando el olvido de las mieses altas,tirso ureos de espigas, leves brotes,todo un bosque confuso de recuerdos,y l va cantando, ruiseor nocturno,capricho y galana, bajo la luna.Y el que besa llorando y el que slosabe ofrecer y aquel que cubre el pecho,para no amar, de oscuro arns, sonrisay un gerifalte lleva silenciosodevorando su corazn de gules.Todos, la noche maga con su rezolos enloquece, clava en sus pupilasel helor de su vaga nieve negra,les da a beber rencor entre sus manos,los hurta en el arzn de sus corceles,los trae y los lleva como mar en clera,coronadas las olas de sollozos,de cabelleras nufragas, de sangre,y los devuelve dulces, posedos,hasta la playa bruna y solitaria.

ANTIGUO MUCHACHOEntre la noche era la madreselva como de msicay el sueo en nuestros prpados abejas que extraande las lluviosas arpas del otooun panal de violetas y silencio.Con un escalofro se presenta entonces el amor fugitivocomo un trovador, bello de lazos y de cintas,que, junto a un cenador donde una tea alumbra,bajara por la escala del desmayado cuerpo de la infantaal par que entre la fronda el ruiseor perfuma de armona la noche.Erraba en las almenas un vago suspirar de abandonados velos,de cabelleras lnguidas flotando en los estanquesy un ajimez quedaba solo frente a la lunaadormecida por el lad de los besos.Revivo la mirada plida de los espejosy mi rostro preguntando en su orculo,y la mano que repasaba, lenta, mis mejillas, mis labios.Haba una ventana donde el mar converta en espumas sus cisnes,y en los aparadores bandejas con membrillos cocidos y el tarro de las guindas,y las cidras fras por el mrmol de la madrugada,y los dulces de pionate en su estrella de papel rizado.El domingo escalaba con su luz amarilla,con su parra latiendo de ureos cimbalillos,los lamos sombros del invierno,y las horas, veloces, agitaban sus ptaloscomo rosal que deja su nieve por el aire.Y la noche llegaba al campo reclinando su cabeza en los montes,y un miedo suave bajaba con el ladrido de los perros por las caadas,y la ltima garza de la tarde dorma entre los juncos.Decidme dnde tengo aquel nio con el cuelo sujeto de bufandasy la enorme mosca negra de la fiebre aleteando en mis sienes,y en torno de mi lecho, Sandokn con la perla roja en su turbantey Aramis perfumado de uncin episcopal,y Robinsn bajo el verde loro balanceante de los bambes.Aquel cerrado mirador, entre lutos,donde paraban todos los aos la Oracin del Huertocuando el Jueves Santo gema en su larga trompeta morada.Y la Virgen Dormida, en un agosto de bengalas,y los muertos contemplando desde su balaustrada de ausenciaslas dbiles lamparillas de la noche de Todos los Santos.Llova en los cristales. Ahora, silenciosos, vuelven tristes perfiles,voces que plidas renacen,como hojas arrastradas a un otoo de olvido.Y como el nadador, dichosamente cansado,deja escurrir los dedos del agua por su cuerpo desnudovolviendo su mirada hacia la playa,as a ti me vuelvo,buscado tu sonrisa en mi sonrisa,tu mirar en mis ojosy tu honda voz pura, antiguo muchacho,fluyendo como un agua fresqusimadel manantial cegado de los das.

ANTRIM ROAD

Para Lola del Estal

Vienes con el amanecero ya ests, ests sentado an con las estrellasen el duro escaln del arriatedonde encaados crecen los guisantes de olory el botn estallante de la amapola india,el pequeo dominio urbano de tu siembra.Alguna vez pensaste que te ornaran los brotes,los tanteantes pmpanos prensiles,en caligrafa de dibujo sobre la fnebre pizarra?Inmvil no suspiras,pensativo y domstico dios menor y guardin,slo atento a la losa que tu nombre proclamay tu derecho:Abraham Higgins, proprietor. 1876.Vendido el predio,la actual duea intrusa a sabiendas te ignoratal no repara en el caracol de zurrn deslizante,vulnerando tu espacio de armonatendaleras con prietos calcetines de lanade su amante gals, beodo y rojo.En el prerrafaelista clarear de la luzla malvarrosa yergue sus speros papelesy slo yo te veo, accidental husped de semana,de bed and breakfast.Cuando regrese al fuego suicida de mi patriadefinitivamente t habrs muerto.

ARCA DE LGRIMAS

Quin sois, Seora, que dejis vuestra casa sobre la cuesta, vuestro camarn de buganvillas y lucesy vais llorosa en noche de tambores-otra vez los tambores, ahora en gloria fnebre-, Seora enlutada que caminis hacia los patbulos?

El madero se yergue sobre el montey pende a punto de caer el fruto bendito, acorred, Seora de los ajusticiados.

El condenado grita en la noche: Padre. No es a Vos, humansima, no divina, amarga slo y slo en la amargura entreabrs vuestros labios. Y est la noche erizada de tambores, cientos de aos bajando en soledadpor el monte de la calavera, vuestro manto empapado en el lodo y la sangre por siempre jams, Madre del supliciado, la voz encomendndote: Mujer, ah est tu hijo, el reo, el acusado, el hombre.

Otra vez los tambores anuncian la ejecucin junto a la tapia blanca, Seora que acuds sola en vuestro sollozo, las lgrimas lloviendo silenciosas.

Llagas de la tortura en las celdas,fiebre de heridas en las sbanas coaguladas de los hospitales, blanca sobredosis de luna sobre el crimen.Rasean los tambores con el vuelo de las rapaces amarillas,la quieta brasa de sus ojos brillando sobre las osamentas de la guerra y el hambre, y el vacilante abandono de la razn cuando el dedo de infamia seala las tinieblas exteriores.

Sin duda estis cansada en vuestro acuitamiento, Seora que presides la noche de la necesidad, escalera, lienzos, sepultura.Vuestro pueblo os aclama y a la vez -no callan los tambores- brillan en vuestro corazn los cuchillos del abandono, y florecen en vuestras manos los juncos marinos de las espinas, el frreo lirio sangriento de los clavos.

Seora que caminis al atardecer tras el cadver rgido sobre el fro de la losa, sobre la terca ceguera de los hombres marcados como el rebao con la seal del matadero, Seora que volvis los ojosen la fatiga de la compasin-velan an, confusos, los tambores-, aydanos, Altsima.

BAJO LA DULCE LMPARA...

Bajo la dulce lmpara,el dedo sobre el atlas entretena al muchacho en ilusorios viajesy un turbador perfume de aventurassalpicaba de sangre el mar antiguo de los corsarios.Los galeones, como flotantes cofres de tesoros,eran abordados por las naos piratasy el yatagn, las dagas, los alfanjes se hundan en los cuerpos cobrizos y las manos violentasarrancaban la oreja donde el zafiro luca como Vega en la noche.Las arcas destrozadas de alcanfor y palosantovolcaban el carey, las telas suntuariasy el coral, no tan ardiente como el beso del bucaneroen los plidos labios de las virreinas.Las antiguas colonias Veracruz, Puerto Prncipe,el ndigo Caribe y las islas del Vientoconocen las hazaas de bajeles fantasmasy Maracaibo canta con los esclavos su desganaa la luz que deshace la cabellera bano de los banjosen un ro de jengibre.Otras veces al soplo suave de Favonio,empujado por Tetis y las verdes Nereidas,el Mediterrneo dorado por la escama de los delfinesdejaba su plegaria fugitiva de algasen las votivas gradas de los templos.All Venecia en el otoo adriticomece en la ola prpura su cesto de corrompidos frutos,desfalleciente en el abrazo joven de los gondoleros,y las jnicas islasse yerguen como mitras de mrmol sobre las aguas.En su lento carro de bueyes rojos avanza Egiptoy Alejandra, Esmirna, Ptolemaida, brillan en la nochecomo un velo bordado de sardioscuyos pliegues sujeta la diadema de Estambulall en el Bsforo fosforescente.El incansable dedo atravesaba Arabiay el clamo aromtico cea con un mismo turbante de cansanciolas cinturas de los amantes.Al crepsculo,surga Persia como un lento girasol de fastuosidades,y el brbaro etope, negro fnix llameante,consuma sus entraas en el furor celoso de la cazamientras Ceyln los bosques de canela y caobasilenciaba con el ala de sus pjaros misteriosos.Muchacho infatigable, bajo la dulce lmpara,tal vez buscaba una secreta dichaapenas confesada en su interior.Cuando los das pasaron, l ya supoque su destino era esperar en la puerta mientras otros pasaban.Esperar con un brillo de sonrisa en los labiosy la apagada lmpara en la mano.

BAJO TU SOMBRA, JUNIO, SALVAJE PARRA...

Bajo tu sombra, Junio, salvaje parra,ruda vid que coronas con tus pmpanos las dradas desnudas,que exprimes tus racimos fecundos en las siestassobre los cuerpos que duermen intranquilos,unidos estrechamente a la tierra que tiembla bajo su abrazo,con la mejilla desmayada sobre la paja de las eras,la respiracin agitada en la gargantacomo hilillo de agua que corriera secreto entre las rosasy los labios en espera del beso ansiosoque escapa de tu boca roja de dios impuro.Bajo tu sombra, Junio,yedra de sangre que tiende sus hojasembriagando de sonrisas la pared ms sombra,la piedra solitaria;Junio, paraso entre muros, que levantas la antorcha de tus rbolesardiendo en la prpura vesperal,bajo tu sombra quiero ver madurar los frutos,las manzanas silvestres y los higos cuajados de corales submarinos,la barca que va dejando por los ros lejanos sus perfumes,los bosques, las ruinas,las yuntas soolientas por los caminosy el zagal cantando con un junco en los labios.Quiero or el inquieto raudal de los torrentes,el crujido de las ramas bajo el peso del nidoy el resonante silencio de las constelacionesentreabriendo sus alas como pjaros espumantes de fuegoal fnebre conjuro de los nocturnos pfanos.Bajo tu sombra quiero esperar las maanas fugitivas de frescuray los atardeceres largos como miradascuando todo mi ser es un canto al amor,un cntico al amor entregado,mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudasy mis prpados se tien con el violento jacinto de la dicha.

BOBBY

No era el amor y se llamaba Antonio.Hablaba como un indio del Far- West:hombre alto, boca larga. Era de Fuengirola.y siempre haba un telfono donde llamarlo cuando-y rea-la noche era ms larga, ms amarga, ms lenta.Por las villas de canos jubilados de Holanda,por la suite de la vieja dama inglesa,la viuda o divorciada ms all de los cidos,por el apartamento oscuro del borracho,surga su desnudo auroral como Jonia.Era animal de dicha y entraba fiel, ruidoso,un grueso calabrote de plata por el cuello...Sobre muebles de Herraiz o lacas chinas,biombo bermelln de zancudas doradas,o en rada moqueta o taquillonesde castellano en serie,iba dejando las botas deportivas,los calcetines rojos,el pequeo taparrabos celeste,la camiseta como broquel de un pechosin defensa. Portador de alegra,tal un dios de tobillos alados que bajaraa los orcos humanosahuyentaba la lgrima, la carta, los somnferos,la desesperacin y su lvida mecha.Y una noche me dijo, su lengua por mi odo,Quisiera haberme muerto.

CNDIDO

Tanto tiempo en silencio, tantos dasjuntos sobre el jergn encarnizado,sobre el ara o caverna de la camaque altas cortinas, como altivos muros,defendan de gritos y de msica.Amablemente preso te tenaamor de seda y garra leonada,inerme animal capturadoen incendiados bosques venatorios.Mas en tus ojos un oscuro brilloforestal, un latido bronco y libreme decan que no es lo suficiente-mente espesa la red entretejida,como nupcial velambre o madriguera,ni la llave de oro y la carlancaseguros contra el odio del vencido.As un da te fuiste y los perrosladraron a tu muerte entre la niebla,entre el olvido, pjaro de lgrimas....Por las torres de Crdoba llova... Vuelves ahora en altas madrugadasde recin lluvia, a encender los cirios,ceremonial augusto del recuerdo,por mi noche que almbrase en lo hondode nueva luz, oh lvidos pualeslevantados, fantasmas fulgurantes,cartas, fotografas, siemprevivas,volved a vuestras vainas, a los fretrossilenciosos que arrastra la corriente.Junto a los olas yo tambin soy libre.

COMO El RBOL DORADO SUEA LA HOJA VERDE...Como el rbol dorado suea la hoja verde,ahora que no ests y en los bosques nevadoscruje lvidas urnas, fantasmal, el invierno,los jvenes deseos a la deriva quierencubrir tu memorial de hmedas laureas.

Era el marzo feliz que oreaban los vientosprimaveral baslica los juncos erigan,las varitas moradas de san Jos, la avenacomo lluvia menuda y un recado secretola cardelina lleva por alfarjes de ramas.

As como la tierra mi corazn hinchadogerminaba de ocultas semillas sepultadas.As como la tierra nupcias al mar ofreceel oleaje crespo de los besos unalabio y tierra en anillos de herrn indestruibles.

Veamos el mundo juntos sobre la roca...Qu lejos el sollozo, los dioses, la leyendaque luego t seras, rojeantes racimosde riparia cubriendo, armoniosa, tu estatuacuando ya fuiste mrmol inaccesible y ciego.

Pero el cielo era puro y fugaz y la locaalegra de vivir, esa mscara errantey beoda rea bajo el galoneadoraso del capuchn del domin talar,otorgando antifaces que realidad cubran

La tristeza, una calle por donde no pasbamos,la poesa, una flauta que gime abandonaday el rezo y los sociales lazos y la amistad,esa vieja burguesa con labor de ganchillo,nos vieron ir desnudos bajo constelaciones.

Sabamos que un soplo acabara con todo:estancias en la noche centelleante de araas,copas alzadas, senos, ms hielo, el jardn rosay verde de la aurora irrumpiendo en cristales,desgarrando la cola de satn de la huida.

Sabamos que un soplo... Y que no volveraaquel vino jams a mojar nuestros labios.Confusamente turbia tiendo la mano ahorahacia la puerta, arcano, tarot, encantamiento,y all encuentro tu mano entreabriendo el recuerdo.

COMO EL RBOL DORADO SUEA LA HOJA VERDE II...A Jos Infante

Como el rbol dorado suea la hoja verde,ahora que no te tengo, que no te temo, inventoaquellos das, fueron ciento cincuenta das,larga vida de hombre solo con su infortunio,de leproso que vela su urea lacera.

Solo contigo, solos en isla, en celda, en faroen la noche... Condena que anhelaba perpetua.Por ventanas clavadas, grietas, gritos, caricias,miraba hervir el mundo, anillado cual avesuntuosa que arrastra, enferma, la cadena.

Terror a despertar con el ltimo vino,con el ltimo alba: ests, estoy. Infiernode las manos palpando, galeote de nieblaque reencuentra en la sombra la tortura del remo,en el ornamental podero del naufragio.

Y el harapo de dicha que yo crea clmide,y el azur, la corona pagada con las lgrimasy el coturno falaz de la guardarropa,ese foco a destiempo, se nos ve todo falso:saurio de oro, deseos, joyas, tizn, alcoba.

Al rito de los das sanguinolenta entraa-Come, bicho-, entregabas, amor, devora, besa.Pasaban procesiones: Oh Corazn Sagrado...T tambin ostentabas mi corazn en llamas,vellocino de prpura que estrujaba tu mano.

Como en ciudad sitiada cuyo botn codiciael rubio lansquenete, al humo del incendioaltas picas enhiestas, lanzas de jiferadesollaron las viejas virtudes cuyos nombres,Prudencia, Compasin, aroman los breviarios.Haba que hacer algo: huir de m contigo,una sola maleta, un atad, un trenque nos arrase juntos o llamar por telfonoo al cielo... Estarn comunicando ahora.Desde los altos muros arrojamos la llave.Y creci un lirio rojo de llanto sobre el mundocuando ya las campanas, funeral husped mo,te doblaban y el negro caballo de los muertos,pisndose el jirel polvoriento y solemne,te arrastraba al glacial destierro de la ausencia.

ELEGA

Me envuelvo en tu recuerdocomo en nieblas secretas que me apartan del mundo.En la calle sonro al amigo que pasa,y nadie,nunca nadieadivin mi muerte bajo aquella sonrisani el fro sin consuelo de mis ojos que cieganpidiendo de los tuyos ms desdn,ms veneno.Ahora que la tarde se derrumba en las sombras,y que el libro de versos resbala por mis manos,ahora que la lluvia llora por los cristalesde mi ventana,y llanto va a caer de mis ojos,antes de que una mano encienda la doradallama de mi quinqu,dime si t no sueas en tu balcn, ahoraque la lluvia nos une a los dos con sus lgrimas,o si sobre el teclado de tu piano oscuroagoniza Chopinbajo tus manos trmulas.Nunca sabrs el loco deseo que me torturade cautivar tus labios bajo mi boca vida,y sentir el latido de tu sien en mi manoaprisionada como un pjaro aterido.Pero no sabrs nunca nada de mi deseo.Nada de cuando pienso desgarrar con mis dienteslos azules canales de tus venasy juntosmorirnos desangrados, confundidas las sangres.Pero estamos ajenos.Yo sigo en mi ventana,y t soando en otro mientras Chopin suspira,ahora que an no arde en mi quinqu la luzy que a los dos nos une la lluvia con sus lgrimas.

GALNAqu est ya el amor.La luna crece en el espacio virgen.Desnudo, el desvelado hacia la aurora sienteresbalar por su cuerpo un agua de sonrisas.Los lamos palpitan de finos corazonesy lento va el cortejo de los enamorados suspirante en la noche,deshojando el jazmn de las vihuelas.Una mano enjoyada de anillos y serpienteshunde sus uas sabias de placer en los durmientes nbilesy fra en su belleza la alta madrugada respira en las glicinas.

l piensa:"Ah, caminar a solas bebiendo tu embelesopor el vientre sombro de la playadonde el mar, a nuestros pies descalzos,rompe en astros su voz amarga y su desdn.Un rumor de guitarras perezosasen los puertos azules donde la palma florecida mece,ebria, su danza lnguidanos dir que el amor es tan slo un sorbo de verano.Viviremos bajo un dolmen de yedras y de lluviasen las suaves colinas enrojecidas de frutosy la dicha fugaz apartar sumisa para vernoslos pmpanos silvestres dorados por el ala de los abejarucos.Ah, morir, quiero morir con tu nombre en mis labios."La noche unge con sus sacros leos los ojos del amante.Juglares y doncellasque ofrecan manzanas de amor entre columnasduermen bajo una brisa de besos que deshace sus cabellos floridosy slo el ruiseor, el prncipe nocturno,asciende por las altas graderas de la lunay en su pluma suaveuna rosa de ludano crece esparciendo olvido.

El piensa entre los sueos:

"Quiero morir cantando junto al mar".

HACE YA TIEMPO QUE NO S DE TI...

A Cndida Guerrero Natera

Hace ya tiempo que no s de tiy est la sierra como te gustabacon el otoo.Por Escalonias y por San Calixtoa las primeras lluvias han crecidolas hierbas y una sea silenciosame entregan tuya en verdor y aroma.Las ciervas ramonean acebuchesy est la brama resonando fiera,en el fragor del monte su sollozo.El venado de sombra taciturnaalza la cuerna como un candelabroque incendiara de celo y oro el bosque,y el jaro jabal hspido bateel hosco ramo prieto de la encina,tal me decas.

Hace ya tiempo que callas, lejana.Maana de los lunes en el viejoarchivo provincial, legajos, cintasrojas de las carpetas, boletines.Todo el oficinal rito perennese estremeca al aire del lentisco,al varear de juncos en las fugas,al corno ingls en peras de Weber.

Y queda an olor de jara y plvora,en el veraz relato, entre tus manos,hace ya tiempo.

Y pienso en ti y sonro y me es gratatu memoria, como una prenda usadade abrigo al calofro de la casa.

INFAME TURBA

Nunca supimos qu pjaro era aquelque cantaba al besarnos...

Al besarnos el albasera la alondra ilustre,el vano timbalero de Verona,diana floreciendo en el dormido alfizar,salvas inoportunas,diligentes clarines matinaleshostigando al amante perezososu ligera fanfarria.

Nunca supimos qu pjaro era aquelque cantaba...

Que cantaba en la noche,ruiseor, geiser purode lgrimas brotando, silenciosaperla de la armona, copa lvidadesbordando tristeza y ebriedad.Voz sacra de la luna. A su conjuro,espectral mdium plido,entre la fronda ensimismada surgeninvocadas estatuas.

Nunca supimos qu pjaro era aquel...

Era aquel mirlo blancoque llamaba desde la oscura tarde,cuco, pndulo primaveralpausadamente hiriendo en el recuerdo.Ribera del amor, aparejadaslas aves, las sonrisas, golondrinas,paloma de collar, colibr, pechirrojo,pueblan libres el mbito.

Nunca supimos qu pjaro...

Qu pjaro del fro, aguzanievesdel olvido, avefra, nevatilla,trmulas patas sobre ramas yertas,con sus picos hurgando en el sonorocorazn, tronco vivo retumbante,cavaban tumbas al helor del tiempo?

Nunca supimos...

Supimos bien si aquel reclamo eragorjeo artificial, ruedas, tornillos,un jilguero mecnico, espejueloso canario de cuerda, fidelsimatrtola de latn y purpurina,selvtica viuda desolada.

Nunca...

S, nunca nos besamos.

JARDNLa sonrisa apagada y el jardn en la sombra.Un mundo entre los labios que se aprietan en lucha.Bajo mi boca seca que la tuya aprisionasiento los dientes fuertes de tu fiel calavera.

Hay un rumor de alas por el jardn. Ya lejos,canta el cuco y otoo oscurece la tarde.En el cielo, una luna menos blanca que el senoadolescente y frgil que cautivo en mis brazos.

Mis manos, que no saben, moldean asombradasel mrmol desmayado de tu cintura esquiva; donde naufraga el lirio, y las suaves plumastiemblan estremecidas a la amante caricia.

Sopla un viento amoroso el agua de la fuente...Balbuceo palabras y rozo con mis labiosel caracol marino de tu pequeo odo,hmedo como rosa que la aurora regase.

Cerca ya de la reja donde el jardn acabame vuelvo para verte ltima y silenciosa,y de nuevo mi boca adivina en la nieblael panal de tus labios que enamora sin verlo,mientras tus manos buscan amapolas de mayoen el prado enlutado de mi corbata negra.

JAZMN

Para Quinn Garca de la Brcena

Amiga ma, a veces si estoy leyendo y lluevecomo ahora, tu voz parece orse cerca,por entre los grabados del pasillo y la calque intenta ser imagen de un callejn de Crdoba.

Brilla en el vaso apenas un copo de jazmines,el fugitivo olor que tu mano ordenabasobre el mantel listado, con el pan y el cubiertode la ternura abierta en la frugal vianda.

Te olvidamos un poco? T cruzas silenciosa.Nuestros das se han hecho sordos y no esperamos,con la vejez terrible, unas lgrimas frescas.El llanto es privilegio de los amores jvenes.

Mas tu perfil en sepia de la fotografame lleva hasta los libres, primeros aos 30:las trenzas -Lily Cpannek- en diadema de mieses,la angostura del cctel, la rosa de un abdullah.

Aquel tnel de sangre del verano... Chirriandose detuvo el expreso en andenes hostilesy atrs qued el bagaje y el intil retornotall de sales duras la mirada al pasado.

Luego, ya tejedora de bufandas de hasto,vas y vienes, levantas el estor, la sonrisa,y en el alfizar hmedo desmenuzas las migasdoradas para el ave mortal de la tristeza.

Oscurece tan pronto. Obediente a los signoscaminas al encuentro en el atrio sombro.Fulge a la luna el miedo cipresal de la nochey est el naipe marcado con la indecible cifra.

JUNIOOh, s que he de buscartecuando el otoo abrume con sus frutos goteantesla tierra,cuando las mozas pasen mordiendo los racimoscomo si fueran labios,cuando las piernas rudas de los hombresse tian con la sangre prpura de las videsy quede una cancin flotando en el azul helor de la tardemadura.Oh, s que he de buscarte.Cuando caiga en el ro el beso desmayado de la ltima adelfa buscar tus pisadas sobre la arena tibiadonde tu cuerpo expiraba bajo el mocomo un talle verde en el suspenso medioda.Oh, s que he de buscartecuando el dormido cisne del otoo aletee en su nido;pero Junio es ahora un pastor silenciosoque coronan los oros sagrados de la trilla,y yo bebo en tu cuerpo la msica desnudaque languidece en los violines lentos de la siesta.Oh, yo s que he de buscartecuando la campia despierte del letargo amarillode los litros;pero ahora es tu cuerpo slo, tu cuerpo junto al mo,mientras Junio incendia la felicidad de los montesms lejanosy el ro besa tmidamente nuestros piescomo si Narciso nos contemplara con sus diluidos ojos verdes de agua.

LA CALLE DE ARMAS

As te amaba, voz lejana, cuando decas:Amaneca entonces en la calle de Armas...Era un carro ruidoso de gaseosas, sifones y aguas medicinalesdonde la aurora, dulce, sonreacomo en triunfal cuadriga de leonados caballos.Cantaban, enjauladas, desde los hondos patios, las perdices,y el santero enlazaba de frescos heliotroposel centro de la Virgen del Socorro.Abran los torneros sus puertas,y en la tienda cercana de tejidoscolgaban de las perchas, rgidos, los capotesy las listadas telas flameaban al indolente airecomo paramentos suntuosos abatidos sobre murientes fiestas.Las barberas humildes,el azogue manchado del espejo,irisaban de un rosa plido de pomadas,de un azul de colonias, de verdes brillantinas,como un pavo real entreabriendo el ocaso purpreo de su cola.Y los moldes de lata para dulces,las jaulas, las parrillas, los grandes rayadores,como escudos vencidos de guerreros,colgaban en la puerta del latonero hbil,donde el estao finge un pez que salta lquido.En el nmero 7 de la calle de Armas,al pasar, el esto soplaba sus vaharadas de esencias turbadoras:inmvil medioda en las eras calientescuando un stiro joven deja caer el chorro de agua de su flauta.All estaban las hoces, las trallas, los rastrillos,las cribas, los sombreros de segador, los bieldos,y Junio respiraba coronado de adelfasque mustian los deseos con sus labios ardientes.Sobre grandes canastosse encontraban la yesca y el laurel victorioso,las navajas y el huevo de zurcir calcetines;y en papeles aparte, la sal y los cominos,el azafrn bermejo, como cabellos crdenos de corsarios turques,el organo amargo y el perejil fragante.Mara Francisca, abeja en panal de almidn,con delantales blancos de caladas vainicas, por la confiterareparta la dicha en cajas de sorpresa,con estampas brillantes de fabulosos pjaros en selvas irrealesy misteriosas cruces que acercando a los ojos,enseaban la casa santa de Loretoo la gruta de Lourdes.Cuando la tienda estaba dormida en la bateas al sopor de las moscas,sus prodigiosas manos,con tibias tenacillas y el mbar de sus uas,rizaban los manteles albos de los altares,los amitos, roquetes, los finos paizuelos eucarsticosy los mismos repliegues, idnticas cenefasque bordaban de crema los pasteles de hojaldre,cndidas margaritas, abullonadas nubes,rodeaban el sacro pelcano sangrantey el velln inocente del Agnus Dei.Con un largo quejidoanunciaba el sillero amarillas aneas,y el vendedor de cuadros extenda sus cromosdonde una mujer rubia, con el cabello sueltoy felpa de brillantes,desde una rosaleda, arrojaba a los cisnes blancos copos de almendro,mientras la muerte rema, adornada de flores,por el viejo taller del relojero,en la dorada barca del tiempo, al comps de la pndola.tenue cual la guadaa abatiendo las mieses.As, lejana, voz perdida, te amaba cuando decas:Era el amanecer en la calle de Armas..."Antiguo muchacho" 1950

NARCISO

No, no quiero volver...S que est entre los mimbres secreto y aguardndome.S que me espera. Piso estos verdes helechosque llevan su sombra. Pero no he de ir.No he de ir? An el estocomo un ureo zagal se embriaga en las siestasy todo para l, esa rosa de fiebre y el venero escondidoy el queso blando y puroy el aire spero como la lengua del mastn sediento,es deseo en su carne.Pero no he de dar un paso ms.Desde aqu te adivino. Estoy tan cerca de tique si mi corazn pronuncia tu nombreme responders en la brisacomo la selva responde estremecida al largo lamento del caracol en labios de los cazadores,al penacho de luto que deja entre los rbolesla sombra guirnalda de las trompas.Desde aqu te deseo...Este lugar recuerda tu reino y tu silencio:ese musgo suave y esas vanas ruinaspor donde las palomas se aman entre yedrasy los granados abriendo el crter de sus frutasy las cimas lejanas como cuerpos de animales perezososque durmieran eternamente bajo el azul del cielo.As es tu dominio.Pero t ests ajeno a tu propia hermosura,fro junto a la lava rub de las granadas,callado al largo abrazo musical de la yedra,al gemido amoroso de las garzasque dejan en tu arena, como huella de un beso,la seal atrevida de sus patasy asustadas, de pronto, vuelan alzando al solel racimo turquesa de sus plumas.Viene el atardecer...Aguardar la noche para llegarme a ti,cuando no pueda verte, cuando no puedas verme,antes de que la luna te despierte en tu sueocon el rumor flotante de sus arpas crueles,en ese slo momento en que el campo dormita,hasta que la noche agite su tirso de lucirnagasy ya de nuevo vuelva al bosque la viday los insectos, como un velo bordado de joyeles vibrtiles,tiemblen en las adelfas y el jabal salvajeabra su ojo de cobre y al hechizo nocturnoquede un instante absorto y las flores,pjaros de perfume en jaulas de verdor,den al viento sus ptalos y el ruiseorbajo la luz astral enrede el heliotropo de lluvia de sus trinos.Ya se acerca la noche. Duerme, criatura amada.Abandona al sosiego tu cuerpo, donde el labiode mi pasin, morado, tu camal estatuariatrastornara con un placer intenso y misterioso.Mira las palmas de mis manos moldeando mis flancosque por ti palpitan como lebreles negros acollaradosque la brisa sostiene,hacindome gritar de angustia por tu cuerpo que escapa a mi cuerpopor esa imposible posesin que me enerva sobre el cspedcomo el pmpano verde retorciendo su alambre vivo en las hogueras.

Duerme, amante cuerpo,bajo las dalias calientes de quien te invoca,mientras las caas huecas de mi flautaderraman la rubia miel de sus quejasen el odre sombro que la tarde abandona en los barrancos.As estabas, dormida. Los sagrados ropajes descea y con sed, a la orilla de tu cuerpo tend el mo desnudo.Dormas al montono arrullo de los cielosy como un mrmol perfecto nada estremecatu letargo perfecto embriagado de dulce aburrimiento.Las nubes solitarias como navos anclados en los rboles,con los mstiles revestidos de pjaros errantespasaban lentamentey otras veces, el basalto crujiente de las tormentasdespeaba sus moles y el rayo converta en blandn suntuosoel pino y sus aromas...T dormas en la tierra. Dormas y esperabas.Me acerqu a tu mirada y mis piernas elsticasencontraron el loto esbelto de tus piernas.La maana era entonces unos labios abiertos,unas caderas giles, un cestillo de fresas,una corona hmeda del roco de la dicha.Me arrodill a tus pies. Ya tenas el arade los dioses y el hroey tus tobillos, donde las campanillas silvestres se enredaban,podan saltar grciles sobre la urna armoniosa de mi vencimiento.

All estaba tu boca... Yo imaginaba frutas, vinos ardientesy tu cintura joven cea un verano mortalque agostara la florecilla abierta en la grieta del muroy los bosques del xtasis,que secara los ros morenos y el manantial perdidoy las bestias se consumieran en la llama de sus rugidosy ni un viento azul refrescara la reseca corteza de la tierra.Todo mi ser era una ofrenda anhelante.Te implor como antes a las silentes sombras,a las altas deidades silenciosasofreca los mirtos y el velln.Como ellas, callabas y la rueca implacable de los dasdomaba los oscuros olivos de mi llantoy mi voz como altar de sacros caramillos,esperaba la yerta palabra de los diosesfra como ceniza al corazn del hombre.Mas t no eres un dios.Tal el prncipe que el otoo desnuda entre las vides,tu cuerpo despojado de prpuras divinasemerga brillante como lirio fulmneodctil a la caricia tenaz de mi presencia.Eso eres tan solo: un cuerpo que el deseo,sacerdotal, entrega al tlamo florido de otro cuerpo.

El alba... Ya te veo... La noche en el jardndel viento an levanta su veneno lunary re lejana porque sabe que el hombre anhela su retornosediento de su narctico misterioso.Re, vctima triunfal, segura de su pesada monarqua,esperando que los mortales invoquensu beleo irreal y la confidencia de sus tiorbas por las sienes.

De nuevo a tu lado.Tu carne... Esa es mi plegaria.Nacido de m mismo, tu amor, como pual en el estucheacecha para libertar mi soledadporque el amor tan slo puede ser posedo por la muertey es intil que los cuerpos se enlacen en un latido turbioy las bocas levanten sus voraces hoguerasy las piernas sus ros de vrtigos estrilesy cuelguen las cabezas, como degolladas, sobre las bandejas de lgamo de los cabellos,si la muerte no clava en la mdula su cuchillo de espasmo.Para siempre a tu lado.Prepara ya tus brazos.La aurora, en luminosas yuntas gneasabre los surcos plidos del cielo,y el sol, como perla friolenta en la rida mano del espacio,como semilla en manos del labrador,dora de rosa tu carne funeral oh cadver de dicha!nupcial materia ptrida!Entrgame en tus labios, amor, muerte, tu edn.

NOCHE OSCURA

San Juan de la Cruz

Porque es de noche y va cayendo el aguanos abrazamos, solos, en el viejoregazo del sof en tanto suenala voz de Nat King Cole, triste y clidarama de broncas ascuas crepitantesen la garganta humana de los discos.Aunque es de noche duerme en su litera de angustia el senescal, ora dormidoel obispo yacente sobre el laudey en su cama de ruedas duerme el ciego.Dormido el mundo, t y yo veamossolos sobre la tierra, porque es nochey el agua vierte pura hondo sueo.Un humo de durmientes nos acercalas bocas... Calla tu corazn al miedoaunque es de noche y est fro el planetacon nosotros y el bosque de esa msicatupiendo yedras alrededor nuestro.Llamas somos de un sueo largo y torpeque los tendidos suean silenciososdesde el catre postrero de la tierra.Slo es real el vaso rebosantede mi sed, aunque el agua est manandoy es de noche para siempre, noche oscura.

OTRO ADIS

La mermelada dur ms que el amor...no tendr que bajar ya por la confitura.Chillan los gorriones no informados:Levantaos amantes que dorms las maanas fras!Terminaron los desayunos para dos.Vuelve a tu duro pan de solitario.

IICreci la zarza ardiente del silenciosignaron hojas los gastados labios,quemaron las palabras sin decirse.Por qu no hablara yo?Gustavo Adolfodesde el visillo trmulo apuntandoel llameante aullido silencioso.

IIIProust otra vez ? Guermantes,vano ncar del tiempo, los biombosde olvido desplegando fastos...Eres t o una sombra que cuenta lo de otros?Sentimientos en eco,hay lejanas levitas en lo que dices,pasos que no son tuyos resonandopor galeras de espejos, muselinas,frutales cornucopias de alucinante alindedonde no te reflejas...Caiga al fin el guarnido cortinn escarlata.IVLleg el derribo urgente y necesario.Quedan las cartas. Quema las cartas,velador giratorio que consultas a vecesen busca del secreto.Infinitud de amor: estn los cedrosdando su sombra al msculo del lince,pjaros, lluvia, nardo asirio, huertoterrenal siempre.Incierto encuentro, realidad fue slolas escritas palabras, tal la lpida.All surges de nuevo, all te tengocriatura del amor ,naciendo entre las valvas venreas de las olas.

PALACIO DEL CINEMATGRAFO

Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre. T sabes que estoy aqu. Te espero. A travs de un oscuro bosque de ilusionismo llegars, si trado por el haz nigromntico o por el sueo triste de mis ojos donde alientas, oh lmpara temblorosa en el cuvano profundo de la noche, amor, amor ya mo. Llegars entre el grito del sioux y las hachas antes de que la rubia herona sea raptada: date prisa, t puedes impedirlo. O quizs en el mismo momento en que el pual levanta las joyas de la ira y la sangre grasienta de los asesinos resbala gorda y tibia, como crdena larva an dudosa entre sopor y vida, gotando por el rojo peluche de las localidades. Ven ahora. Un lago clausurado de altos rboles verdes, altos ministriles, que pulsa la capilla sagrada de los vientos nos llama; o el ciclamen vivo de las praderas por donde el loco corazn galopa oyendo al histrin que declama las viejas palabras, sin creerlas, del amor y los celos: Pagamos un precio muy elevado por aquella felicidad; o bien: Ahora soy yo quien necesita luz. y ms tarde: Tuve miedo de ir demasiado lejos, en tanto que el malvs, entre los azafranes del tecnicolor, vuela como una gema alada. Ah, llega pronto junto a m y vence cuando la espada abate damascenas lorigas y el gentil faraute con su larga trompeta pasea la palestra de draperas pesadas junto al escao gtico de Sir Walter Scott. Vence con tu ureo nombre, oh Rey Midas; convirteme en monedas de oro para pagar tus besos, en el vino de oro que quema entre tus labios, en los guantes de oro con los cuales tonsuras el capuz abacial de rojos tulipanes. Vendrs. Alguna vez estars a mi lado en la tenue penumbra de la noche ya eterna. Sentado en la caliza de astral anfiteatro te esperar. Tal ciego que recobra la luz, me buscars. Tus hijos estarn en su palco de congelado yeso, divertidos, mirando increbles proezas de cowboys celestiales, y yo, ya sabes dnde: impares, fila 13.

PINAR DE LA PIEDRA

Hay una dbil msica enredada en mis dedoscomo indolentes, verdes algas dormidas,cuando Mayo desnuda de negros pabellonesmi errante pensamiento.Hay un tejido espeso como aroma de mieles y de trigo,que envuelve adormeciendo roca y nube.Es temprano en la tarde.El arroyo abandona su flauta entre la hierba.Me inclino reverente para beber y el aguapone en mis cerrados prpados su hmeda caricia.Sobre la tierra extiendo mi perezay Mayo me despoja de la corteza gris y extraa de mi trajecindome triunfal con la guirnalda azul de sus ramajes lnguidosy en el silencio olvido el remolino inquieto de mi alma.Ahora soy complacido todo tierra,slo un montn de tierra donde crecen florecillas salvajescomo desnudas piernas deseadasy hay un himno en mis labios,un himno que levanta su corolacomo la prpura de la diana en un alba con lluvia.Por el pinar en sombra se difunden sonrisas de armonacuando la tarde estruja jacintos olorososen el cliz temblante de los rboles.La montaa se aleja en xtasis de humo...Yo espero confiado que tu inicial escrita en la piedra calladavuelva a hablarme en la noche con tu voz,con la voz del agua en el venero,de ese agua que rompe su lquido alabastroen el silencio verde de las hierbas.

"Mientras cantan los pjaros"

RONDEL PARA UN JOVEN VIOLINISTA

Mi canto, para aqul que no sabemi nombre. Para aqul que no sabe,mi sonrisa. Y mi amor para m,creciendo ante la luna, alzndose a la lunainmvil bajo el ropaje rgido,bajo el plegado ureo de su luzy la fugaz diadema de la fiebreardiendo con su gema misteriosa...Para aqul que no sabe, mi canto y mi sonrisa.Para ti, con tus labios de tierra,que en gndola embriagada pasassuave y silenciosoacariciando oscuros cabellos de violines,el mar tirnico y la inhumana ddiva de la msicapor quien desfalleces y para quien eres sloun torpe vaso donde ella vierte avaraunas gotas falaces de su vino,mientras, alta, en la alta gradera,ella re sagrada y desleal.Tu beso vivo para la carne de la humilde madera que la armona esparce slo con ser tu espejo,y los puros sonidos,cuando pulsas sombro el corazn nocturnoen las cmaras fras donde arde el tenebrario de la madrugada,acuden a tu mano como trmulas avessumisas, en espera de la simiente prdiga.Sueas con escenarios, pesados terciopelos de telonesque un xtasis de aplausos detuviera.Gala de las araas encendidasy los hombros desnudos por los palcos;perlas enfermas en gargantas nveasy un zumbel de doradas abejas coronndote,Haydn de nuevo... Y la hortensia moradade tus prpados agrandndose lvida,ignorando que hay un pjaro libre en tu ventanapicoteando en el cristal sonoro,y la inicial de una muchacha escrita en la manzana que te comes,y un canto para ti, que no sabes mi nombre,para ti que no sabes mi sonrisa.

SLO TU AMOR Y EL AGUA...Slo tu amor y el agua... Octubre junto al robaaba los racimos dorados de la tarde,y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,ahuyentando las negras violetas de la sombra.Yo iba perdido, nufrago por mares de deseo,cegado por la bruma suave de tu pelo.De tu pelo que ahogaba la voz en mi gargantacuando perda mi boca en sus horas de niebla.Slo tu amor y el agua... El ro, dulcemente,callaba sus rumores al pasar por nosotros,y el aire estremecido apenas se atrevaa mover en la orilla las hojas de los lamos.Slo se oa, dulce como el vuelo de un ngelal rozar con sus alas una estrella dormida,el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.Lo puro de tus senos me morda en el pechocon la fragancia tmida de dos lirios silvestres,de dos lirios mecidos por la inocente brisacuando el verano extiende su ardor por las colinas.La noche se llenaba de olores de membrillo,y mientras en mis manos tu corazn dorma,perdido, acariciante, como un beso lejano,el ro suspiraba...Slo tu amor y el agua...

TENTACIN EN EL AIRE

Saba que vendras a hablarmey no te huademonio, ngel mo, tentacin en el aire.Saba que tus ojos ahogaran mis ojoscansados ya de largos horizontes de hastoy de copiar tranquilos paisajes de remanso.Antes de verte, lejos, te adivin en mi alma,como algn fauno joven que con su flauta bquicaavivara en mi carneun fuego leve, quieto,amenazado casi de apagarse algn da,rodeado de hielos, engaos de m mismo.Al escuchar mi odo la brisa de tus voces,ngel mo, demonio, tentacin en el aire,aquel da que el cielo brillaba y era Agostosent en mi alma un roce de blandas plumas blancascomo si frescas alas me nacieran de pronto,y mi ser se llenara de pjaros cantores.

En silencio, callado, yo te entregu mi alma,aquella que haba sido espada victoriosa,que haba decapitado todas las tentacionesa ti, mi ngel malo, te la entregu sin lucha,y t con tu sonrisa, oh tu risa que hiere!,arrancaste de m los altivos laurelesy casi sin mirarlos, despreciastes a aquelque alargando la mano te los daba vencidos.

Por seguir tus caminosdej en un lado a Cristo,tentacin en el aire, ngel mo, demonio;desert de las blancas banderas del ensueopara seguir, descalzo, tus huellas que manchaban.Abandon los quietos pensativos cipreseslevantados al cielo, msticos del paisaje,para pisar el polvo y las ruines hierbasque ocultan con sus verdes el agua cenagosa.Robaste de mi cielo las piadosas estrellas,aquellas que eran tenue revuelo de cristalescado del regazo virginal de la tarde,y slo me dejaste a la impdica Venus,brillante de lujuria, y al ciego Amor,el falso, el inconstante, el loco,el que adorna su frente, no con la eterna yedrasino con la guirnalda de los mirtos lascivosy las rosas de un da;aqul que con sus risas ha trastornado el mundosin ver nunca si el dardo que alegremente arrojahiere slo la carne o llega al hondo esprituhasta hundirlo en la muerte o en la locura acaso.

Quisiera ser la rota columna decadente,aquel ngel mancebo perfecto entre sus bucles,o mejor, el Apolo que ayer recibi culto,y que hoy sepultado bajo la tierra esperael da de volver a las nubes olmpicas,mientras que las races se enroscan a su cuerpo-a la gracia del nio tan slo comparable,ya las sencillas flores de los valles idlicos-como viejas y obscuras serpientes milenarias.

Todo lo que a tu alma, tentacin en el aire.demonio, ngel mo, arranca de su froquisiera ser, y humilde, ofrecrtelo todo,para que ya pasado un momento de fuegome despreciara ms tu cruda indiferencia;pero en ti hay algo que es mo y no lo sabes,algo que entr de m a pesar de ti mismo,y es esa indiferencia que te hiela los labiosa la que yo amo ms que a la amable sonrisaque no pasa del rostro.Qu sabes t de esto?, ngel mo,demonio, tentacin en el aire. Del helado placerde sentir el desprecio, y del llorar alegre,qu sabes t, qu sabes?Aunque me hayas quitado a Cristo, el que perdona,el comprensivo, el dulce, el manso Jesucristo,un da volver al alba, ya cansado,con mis descalzos pies sangrantes de la senday llorar las lgrimas, las que t no ves nunca,hasta borrar el ltimo recuerdo del pecado.

TODOS LOS SANTOS

Suena la noche, suena el cautiveriotenebroso, cadenas arrastradaspor el mrmol. Inician !as maderasy el metal la batalla de la orquesta,la nublada obertura crece suave,gotea la cera sobre el pao negro.Si pudieras dormir. Agazapadoel volatn de los timbales salta,re, te trae desnudo hasta la cama,bufn de cresta roja, cascabeles.Ya no puedes dormir. Ests conmigo,ah vana sombra, aparta tu ternura,tu torrente de lgrimas: la gravecamelia del oboe se desangra.Ah est la mancha. Leve, asciende,voces humanas, rgano, los tubosplateados del lamo en el bosquetienen tu voz. Apaga los blandones,retira antifonarios. Barbitricos,dosis letal de fiebre y laberinto,tu cabellera flota todavapor amargos violines del insomnio.Sube el fagot, el panten cerradoilumina la ojiva de las arpas,pabilos crujen junto al hueco oscuro.Humo es el sauce y su atabal ceniza.Bebe en mi corazn. Cmo estremecenlas lilas, las violas, las sonorascajas el ritmo marcan de latidos.Vulvete a la pared. Estn los sueosexhumando el espectro. Rosas abrenpor las trompas. Estallan las carcasasde primavera, besos, huellas fulgen.Duerme. El velorio sigue de las flautas,pavanas para un tiempo ya difunto,barragana intil del recuerdo.

VIENES CON EL AMANECER...

Para Lola del Estal

Vienes con el amanecero ya ests, ests sentado an con las estrellasen el duro escaln del arriatedonde encaados crecen los guisantes de olory el botn estallante de la amapola india,el pequeo dominio urbano de tu siembra.Alguna vez pensaste que te ornaran los brotes,los tanteantes pmpanos prensiles,en caligrafa de dibujo sobre la fnebre pizarra?Inmvil no suspiras,pensativo y domstico dios menor y guardin,slo atento a la losa que tu nombre proclamay tu derecho:Abraham Higgins, proprietor. 1876.Vendido el predio,la actual duea intrusa a sabiendas te ignoratal no repara en el caracol de zurrn deslizante,vulnerando tu espacio de armonatendaleras con prietos calcetines de lanade su amante gals, beodo y rojo.En el prerrafaelista clarear de la luzla malvarrosa yergue sus speros papelesy slo yo te veo, accidental husped de semana,de bed and breakfast.Cuando regrese al fuego suicida de mi patriadefinitivamente t habrs muerto.

VIERNES SANTO

Hace fro en los atrios esta noche,ascuas de cobre sobre los braseros aviva la criaday la helada ginebra enfra el labio.Roberto Carlos baja tu voz desde el Brasil, oh cuerpo tuyo,oh alma ma asmate al gallo, no, no le conozco, a la mirada, no, no quiero ver,slo tu pecho entreabriendo rosa oscuraa la tctil araa de las manos.Y est el Pretorio r con el alba,jaspes yertos, columna,y desnudo, desnudo hasta la sangre,nos desnudamos, rito, sobre el lecho, cordeles lacerantesde los besos, caricias aprietan,tiran, tinta la res del sacrificio,soldados, carcajadas, extinguidas antorchas humeantes,oh qu hambrienta vesania, brasas, bocasardiendo, crepitantes leos rojos,la tnica de loco arrodillado busca,ya no blanca, ni grana, ni violeta,s rgida por las costras,por el rayo fulmneo que derribay no apagues la luz quiero verte los ojos,averigua quin te dio el golpe,el mazo martillea los clavos en la fragua,tafetanes ungiendo sacerdotal desdn,y t me quieres, vino nuevo embriagando mis venas,arterias al ocaso como dalias,no apartes este cliz, esta hiel, est el campodel alfarero ya comprado con las treinta monedas,hmeda arcilla donde clavar alarias plateadas,plateados placeres, marea embravecida y plateadaluna, tinieblas, rueda el dado ciegoy un vaho de hedor sube de los sepulcros,pliega tus alas sobre mi carroa,sobre mi carne viva,suave buitre gneo, rapaz tormenta deseada,lluvia sangrienta empapa el monte oscuro,la adarga, los arneses, fluye crdenasobre las blancas sbanas, los lienzos taponados de rubes,no caiga sobre m la sangre de este justo,pues slo quise amarte.