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Pablo Neruda (1904–1973) Cien sonetos de amor (1960) A Matilde Urrutia SEÑORA MÍA MUY amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida. Octubre de 1959. MAÑANA I

Pablo Neruda Cien Poemas de Amor

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Pablo Neruda(19041973)

Cien sonetos de amor(1960)A Matilde UrrutiaSeora ma muy amada, gran padecimientotuve al escribirte estos mal llamados sonetosy harto me dolieron y costaron, pero laalegra de ofrecrtelos es mayor que unapradera. Al proponrmelo bien saba queal costado de cada uno, por aficin electivay elegancia, los poetas de todo tiempodispusieron rimas que sonaron como platera,cristal o caonazo. Yo, con mucha humildadhice estos sonetos de madera, les di el sonidode esta opaca y pura substancia y as debenllegar a tus odos. T y yo caminando porbosques y arenales, por lagos perdidos, porcenicientas latitudes, recogimos fragmentos depalo puro, de maderos sometidos al vaivn delagua y la intemperie. De tales suavizadsimosvestigios constru con hacha, cuchillo, cortaplumas,estas madereras de amor y edifiqu pequeascasas de catorce tablas para que en ellas vivantus ojos que adoro y canto. As establecidasmis razones de amor te entrego esta centuria:sonetos de madera que slo se levantaronporque t les diste la vida.

Octubre de 1959.

MaanaIMatilde, nombre de planta o piedra o vino,de lo que nace de la tierra y dura,palabra en cuyo crecimiento amanece,en cuyo esto estalla la luz de los limones.

En ese nombre corren navos de maderarodeados por enjambres de fuego azul marino,y esas letras son el agua de un roque desemboca en mi corazn calcinado.

Oh nombre descubierto bajo una enredaderacomo la puerta de un tnel desconocidoque comunica con la fragancia del mundo!

Oh invdeme con tu boca abrasadora,indgame, si quieres, con tus ojos nocturnos,pero en tu nombre djame navegar y dormir.

IIAmor, cuntos caminos hasta llegar a un beso,qu soledad errante hasta tu compaa!Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.En Taltal no amanece an la primavera.

Pero t y yo, amor mo, estamos juntos,juntos desde la ropa a las races,juntos de otoo, de agua, de caderas,hasta ser slo t, slo yo juntos.

Pensar que cost tantas piedras que lleva el ro,la desembocadura del agua de Boroa,pensar que separados por trenes y naciones

t y yo tenamos que simplemente amarnos,con todos confundidos, con hombres y mujeres,con la tierra que implanta y educa los claveles.

IIIspero amor, violeta, coronada de espinas,matorral entre tantas pasiones erizado,lanza de los dolores, corola de la clera,por qu caminos y cmo te dirigiste a mi alma?

Por qu precipitaste tu fuego doloroso,de pronto, entre las hojas fras de mi camino?Quin te ense los pasos que hasta m te llevaron?Qu flor, qu piedra, qu humo mostraron mi morada?

Lo cierto es que tembl la noche pavorosa,el alba llen todas las copas con su vinoy el sol estableci su presencia celeste,

mientras que el cruel amor me cercaba sin treguahasta que lacerndome con espadas y espinasabri en mi corazn un camino quemante.

IVRecordars aquella quebrada caprichosaa donde los aromas palpitantes treparon,de cuando en cuando un pjaro vestidocon agua y lentitud: traje de invierno.

Recordars los dones de la tierra:irascible fragancia, barro de oro,hierbas del matorral, locas races,sortlegas espinas como espadas.

Recordars el ramo que trajiste,ramo de sombra y agua con silencio,ramo como una piedra con espuma.

Y aquella vez fue como nunca y siempre:vamos all donde no espera naday hallamos todo lo que est esperando.VNo te toque la noche ni el aire ni la aurora,slo la tierra, la virtud de los racimos,las manzanas que crecen oyendo el agua pura,el barro y las resinas de tu pas fragante.

Desde Quinchamal donde hicieron tus ojoshasta tus pies creados para m en la Fronteraeres la greda oscura que conozco:en tus caderas toco de nuevo todo el trigo.

Tal vez t no sabas, araucana,que cuando antes de amarte me olvid de tus besosmi corazn qued recordando tu boca,

y fui como un herido por las calleshasta que comprend que haba encontrado,amor, mi territorio de besos y volcanes.VIEn los bosques, perdido, cort una rama oscuray a los labios, sediento, levant su susurro:era tal vez la voz de la lluvia llorando,una campana rota o un corazn cortado.

Algo que desde tan lejos me parecaoculto gravemente, cubierto por la tierra,un grito ensordecido por inmensos otoos,por la entreabierta y hmeda tiniebla de las hojas.

Pero all, despertando de los sueos del bosque,la rama de avellano cant bajo mi bocay su errabundo olor trep por mi criterio

como si me buscaran de pronto las racesque abandon, la tierra perdida con mi infancia,y me detuve herido por el aroma errante.VIIVendrs conmigo dije sin que nadie supieradnde y cmo lata mi estado doloroso,y para m no haba clavel ni barcarola,nada sino una herida por el amor abierta.

Repet: ven conmigo, como si me muriera,y nadie vio en mi boca la luna que sangraba,nadie vio aquella sangre que suba al silencio.Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!

Por eso cuando o que tu voz repetaVendrs conmigo fue como si desatarasdolor, amor, la furia del vino encarcelado

que desde su bodega sumergida subieray otra vez en mi boca sent un sabor de llama,de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.VIIISi no fuera porque tus ojos tienen color de luna,de da con arcilla, con trabajo, con fuego,y aprisionada tienes la agilidad del aire,si no fuera porque eres una semana de mbar,

si no fuera porque eres el momento amarilloen que el otoo sube por las enredaderasy eres an el pan que la luna fraganteelabora paseando su harina por el cielo,

oh, bienamada, yo no te amara!En tu abrazo yo abrazo lo que existe,la arena, el tiempo, el rbol de la lluvia,

y todo vive para que yo viva:sin ir tan lejos puedo verlo todo:veo en tu vida todo lo viviente.IXAl golpe de la ola contra la piedra indcilla claridad estalla y establece su rosay el crculo del mar se reduce a un racimo,a una sola gota de sal azul que cae.

Oh radiante magnolia desatada en la espuma,magntica viajera cuya muerte florecey eternamente vuelve a ser y a no ser nada:sal rota, deslumbrante movimiento marino.

Juntos t y yo, amor mo, sellamos el silencio,mientras destruye el mar sus constantes estatuasy derrumba sus torres de arrebato y blancura,

porque en la trama de estos tejidos invisiblesdel agua desbocada, de la incesante arena,sostenemos la nica y acosada ternura.XSuave es la bella como si msica y madera,gata, telas, trigo, duraznos transparentes,hubieran erigido la fugitiva estatua.Hacia la ola dirige su contraria frescura.

El mar moja bruidos pies copiadosa la forma recin trabajada en la arenay es ahora su fuego femenino de rosauna sola burbuja que el sol y el mar combaten.

Ay, que nada te toque sino la sal del fro!Que ni el amor destruya la primavera intacta.Hermosa, reverbero de la indeleble espuma,

deja que tus caderas impongan en el aguauna medida nueva de cisne o de nenfary navegue tu estatua por el cristal eterno.XITengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu peloy por las calles voy sin nutrirme, callado,no me sostiene el pan, el alba me desquicia,busco el sonido lquido de tus pies en el da.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,de tus manos color de furioso granero,tengo hambre de la plida piedra de tus uas,quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,la nariz soberana del arrogante rostro,quiero comer la sombra fugaz de tus pestaas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepsculobuscndote, buscando tu corazn calientecomo un puma en la soledad de Quitrate.XIIPlena mujer, manzana carnal, luna caliente,espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,qu oscura claridad se abre entre tus columnas?Qu antigua noche el hombre toca con sus sentidos?

Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:amar es un combate de relmpagosy dos cuerpos por una sola miel derrotados.

Beso a beso recorro tu pequeo infinito,tus mrgenes, tus ros, tus pueblos diminutos,y el fuego genital transformado en delicia

corre por los delgados caminos de la sangrehasta precipitarse como un clavel nocturno,hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.XIIILa luz que de tus pies sube a tu cabellera,la turgencia que envuelve tu forma delicada,no es de ncar marino, nunca de plata fra:eres de pan, de pan amado por el fuego.

La harina levant su granero contigoy creci incrementada por la edad venturosa,cuando los cereales duplicaron tu pechomi amor era el carbn trabajando en la tierra.

Oh, pan tu frente, pan tus piernas, pan tu boca,pan que devoro y nace con luz cada maana,bienamada, bandera de las panaderas,

una leccin de sangre te dio el fuego,de la harina aprendiste a ser sagrada,y del pan el idioma y el aroma.XIVMe falta tiempo para celebrar tus cabellos.Uno por uno debo contarlos y alabarlos:otros amantes quieren vivir con ciertos ojos,yo slo quiero ser tu peluquero.

En Italia te bautizaron Medusapor la encrespada y alta luz de tu cabellera.Yo te llamo chascona ma y enmaraada:mi corazn conoce las puertas de tu pelo.

Cuando t te extraves en tus propios cabellos,no me olvides, acurdate que te amo,no me dejes perdido ir sin tu cabellera

por el mundo sombro de todos los caminosque slo tiene sombra, transitorios dolores,hasta que el sol sube a la torre de tu pelo.XVDesde hace mucho tiempo la tierra te conoce:eres compacta como el pan o la madera,eres cuerpo, racimo de segura sustancia,tienes peso de acacia, de legumbre dorada.

S que existes no slo porque tus ojos vuelany dan luz a las cosas como ventana abierta,sino porque de barro te hicieron y cocieronen Chilln, en un horno de adobe estupefacto.

Los seres se derraman como aire o agua o froy vagos son, se borran al contacto del tiempo,como si antes de muertos fueran desmenuzados.

T caers conmigo como piedra en la tumbay as por nuestro amor que no fue consumidocontinuar viviendo con nosotros la tierra.XVIAmo el trozo de tierra que t eres,porque de las praderas planetariasotra estrella no tengo. T repitesla multiplicacin del universo.

Tus anchos ojos son la luz que tengode las constelaciones derrotadas,tu piel palpita como los caminosque recorre en la lluvia el meteoro.

De tanta luna fueron para m tus caderas,de todo el sol tu boca profunda y su delicia,de tanta luz ardiente como miel en la sombra

tu corazn quemado por largos rayos rojos,y as recorro el fuego de tu forma besndote,pequea y planetaria, paloma y geografa.XVIINo te amo como si fueras rosa de sal, topacioo flecha de claveles que propagan el fuego:te amo como se aman ciertas cosas oscuras,secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y llevadentro de s, escondida, la luz de aquellas flores,y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpoel apretado aroma que ascendi de la tierra.

Te amo sin saber cmo, ni cundo, ni de dnde,te amo directamente sin problemas ni orgullo:as te amo porque no s amar de otra manera,

sino as de este modo en que no soy ni eres,tan cerca que tu mano sobre mi pecho es ma,tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueo.XVIIIPor las montaas vas como viene la brisao la corriente brusca que baja de la nieveo bien tu cabellera palpitante confirmalos altos ornamentos del sol en la espesura.

Toda la luz del Cucaso cae sobre tu cuerpocomo en una pequea vasija interminableen que el agua se cambia de vestido y de cantoa cada movimiento transparente del ro.

Por los montes el viejo camino de guerrerosy abajo enfurecida brilla como una espadael agua entre murallas de manos minerales,

hasta que t recibes de los bosques de prontoel ramo o el relmpago de unas flores azulesy la inslita flecha de un aroma salvaje.XIXMientras la magna espuma de Isla Negra,la sal azul, el sol en las olas te mojan,yo miro los trabajos de la avispa,empeada en la miel de su universo.

Va y viene equilibrando su recto y rubio vuelocomo si deslizara de un alambre invisiblela elegancia del baile, la sed de su cintura,y los asesinatos del aguijn maligno.

De petrleo y naranja es su arco iris,busca como un avin entre la hierba,con un rumor de espiga vuela, desaparece,

mientras que t sales del mar, desnuda,y regresas al mundo llena de sal y sol,reverberante estatua y espada de la arena.XXMi fea, eres una castaa despeinada,mi bella, eres hermosa como el viento,mi fea, de tu boca se pueden hacer dos,mi bella, son tus besos frescos como sandas.

Mi fea, dnde estn escondidos tus senos?Son mnimos como dos copas de trigo.Me gustara verte dos lunas en el pecho:las gigantescas torres de tu soberana.

Mi fea, el mar no tiene tus uas en su tienda,mi bella, flor a flor, estrella por estrella,ola por ola, amor, he contado tu cuerpo:

mi fea, te amo por tu cintura de oro,mi bella, te amo por una arruga en tu frente,amor, te amo por clara y por oscura.XXIOh que todo el amor propague en m su boca,que no sufra un momento ms sin primavera,yo no vend sino mis manos al dolor,ahora, bienamada, djame con tus besos.

Cubre la luz del mes abierto con tu aroma,cierra las puertas con tu cabellera,y en cuanto a m no olvides que si despierto y lloroes porque en sueos slo soy un nio perdido

que busca entre las hojas de la noche tus manos,el contacto del trigo que t me comunicas,un rapto centelleante de sombra y energa.

Oh, bienamada, y nada ms que sombrapor donde me acompaes en tus sueosy me digas la hora de la luz.XXIICuntas veces, amor, te am sin verte y tal vez sin recuerdo,sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,en regiones contrarias, en un medioda quemante:eras slo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copaen Angol, a la luz de la luna de Junio,o eras t la cintura de aquella guitarraque toqu en las tinieblas y son como el mar desmedido.

Te am sin que yo lo supiera, y busqu tu memoria.En las casas vacas entr con linterna a robar tu retrato.Pero yo ya saba cmo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqu y se detuvo mi vida:frente a mis ojos estabas, reinndome, y reinas.Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.XXIIIFue luz el fuego y pan la luna rencorosa,el jazmn duplic su estrellado secreto,y del terrible amor las suaves manos purasdieron paz a mis ojos y sol a mis sentidos.

Oh amor, cmo de pronto, de las desgarradurashiciste el edificio de la dulce firmeza,derrotaste las uas malignas y celosasy hoy frente al mundo somos como una sola vida.

As fue, as es y as ser hasta cuando,salvaje y dulce amor, bienamada Matilde,el tiempo nos seale la flor final del da.

Sin ti, sin m, sin luz ya no seremos:entonces ms all del la tierra y la sombrael resplandor de nuestro amor seguir vivo.XXIVAmor, amor, las nubes a la torre del cielosubieron como triunfantes lavanderas,y todo ardi en azul, todo fue estrella:el mar, la nave, el da se desterraron juntos.

Ven a ver los cerezos del agua consteladay la clave redonda del rpido universo,ven a tocar el fuego del azul instantneo,ven antes de que sus ptalos se consuman.

No hay aqu sino luz, cantidades, racimos,espacio abierto por las virtudes del vientohasta entregar los ltimos secretos de la espuma.

Y entre tantos azules celestes, sumergidos,se pierden nuestros ojos adivinando apenaslos poderes del aire, las llaves submarinas.XXVAntes de amarte, amor, nada era mo:vacil por las calles y las cosas:nada contaba ni tena nombre:el mundo era del aire que esperaba.

Yo conoc salones cenicientos,tneles habitados por la luna,hangares crueles que se despedan,preguntas que insistan en la arena.

Todo estaba vaco, muerto y mudo,cado, abandonado y decado,todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,hasta que tu belleza y tu pobrezallenaron el otoo de regalos.XXVINi el color de las dunas terribles en Iquique,ni el estuario del Ro Dulce de Guatemala,cambiaron tu perfil conquistado en el trigo,tu estilo de uva grande, tu boca de guitarra.

Oh corazn, oh ma desde todo el silencio,desde las cumbres donde rein la enredaderahasta las desoladas planicies del platino,en toda patria pura te repiti la tierra.

Pero ni huraa mano de montes minerales,ni nieve tibetana, ni piedra de Polonia,nada alter tu forma de cereal viajero,

como si greda o trigo, guitarras o racimosde Chilln defendieran en ti su territorioimponiendo el mandato de la luna silvestre.XXVIIDesnuda eres tan simple como una de tus manos,lisa, terrestre, mnima, redonda, transparente,tienes lneas de luna, caminos de manzana,desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba,tienes enredaderas y estrellas en el pelo,desnuda eres enorme y amarillacomo el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequea como una de tus uas,curva, sutil, rosada hasta que nace el day te metes en el subterrneo del mundo

como en un largo tnel de trajes y trabajos:tu claridad se apaga, se viste, se deshojay otra vez vuelve a ser una mano desnuda.XXVIIIAmor, de grano a grano, de planeta a planeta,la red del viento con sus pases sombros,la guerra con sus zapatos de sangre,o bien el da y la noche de la espiga.

Por donde fuimos, islas o puentes o banderas,violines del fugaz otoo acribillado,repiti la alegra los labios de la copa,el dolor nos detuvo con su leccin de llanto.

En todas las repblicas desarrollaba el vientosu pabelln impune, su glacial cabelleray luego regresaba la flor a sus trabajos.

Pero en nosotros nunca se calcin el otoo.Y en nuestra patria inmvil germinaba y crecael amor con los derechos del roco.XXIXVienes de la pobreza de las casas del Sur,de las regiones duras con fro y terremotoque cuando hasta sus dioses rodaron a la muertenos dieron la leccin de la vida en la greda.

Eres un caballito de greda negra, un besode barro oscuro, amor, amapola de greda,paloma del crepsculo que vol en los caminos,alcanca con lgrimas de nuestra pobre infancia.

Muchacha, has conservado tu corazn de pobre,tus pies de pobre acostumbrados a las piedras,tu boca que no siempre tuvo pan o delicia.

Eres del pobre Sur, de donde viene mi alma:en su cielo tu madre sigue lavando ropacon mi madre. Por eso te escog, compaera.XXXTienes del archipilago las hebras del alerce,la carne trabajada por los siglos del tiempo,venas que conocieron el mar de las maderas,sangre verde cada de cielo a la memoria.

Nadie recoger mi corazn perdidoentre tantas races, en la amarga frescuradel sol multiplicado por la furia del agua,all vive la sombra que no viaja conmigo.

Por eso t saliste del Sur como una islapoblada y coronada por plumas y maderasy yo sent el aroma de los bosques errantes,

hall la miel oscura que conoc en la selva,y toqu en tus caderas los ptalos sombrosque nacieron conmigo y construyeron mi alma.XXXICon laureles del Sur y organo de Lotate corono, pequea monarca de mis huesos,y no puede faltarte esa coronaque elabora la tierra con blsamo y follaje.

Eres, como el que te ama, de las provincias verdes:de all trajimos barro que nos corre en la sangre,en la ciudad andamos, como tantos, perdidos,temerosos de que cierren el mercado.

Bienamada, tu sombra tiene olor a ciruela,tus ojos escondieron en el Sur sus races,tu corazn es una paloma de alcanca,

tu cuerpo es liso como las piedras en el agua,tus besos son racimos con roco,y yo a tu lado vivo con la tierra.XXXIILa casa en la maana con la verdad revueltade sbanas y plumas, el origen del dasin direccin, errante como una pobre barca,entre los horizontes del orden y del sueo.

Las cosas quieren arrastrar vestigios,adherencias sin rumbo, herencias fras,los papeles esconden vocales arrugadasy en la botella el vino quiere seguir su ayer.

Ordenadora, pasas vibrando como abejatocando las regiones perdidas por la sombraconquistando la luz con tu blanca energa.

Y se construye entonces la claridad de nuevo:obedecen las cosas al viento de la viday el orden establece su pan y su paloma.

MediodaXXXIIIAmor, ahora nos vamos a la casadonde la enredadera sube por las escalas:antes que llegues t lleg a tu dormitorioel verano desnudo con pies de madreselva.

Nuestros besos errantes recorrieron el mundo:Armenia, espesa gota de miel desenterrada,Ceyln, paloma verde, y el Yang Ts separandocon antigua paciencia los das de las noches.

Y ahora, bienamada, por el mar crepitantevolvemos como dos aves ciegas al muro,al nido de la lejana primavera,

porque el amor no puede volar sin detenerse:al muro o a las piedras del mar van nuestras vidas,a nuestro territorio regresaron los besos.

XXXIVEres hija del mar y prima del organo,nadadora, tu cuerpo es de agua pura,cocinera, tu sangre es tierra vivay tus costumbres son floridas y terrestres.

Al agua van tus ojos y levantan las olas,a la tierra tus manos y saltan las semillas,en agua y tierra tienes propiedades profundasque en ti se juntan como las leyes de la greda.

Nyade, corta tu cuerpo la turquesay luego resurrecto florece en la cocinade tal modo que asumes cuanto existe

y al fin duermes rodeada por mis brazos que apartande la sormbra sombra, para que t descanses,legumbres, algas, hierbas: la espuma de tus sueos.

XXXVTu mano fue volando de mis ojos al da.Entr la luz como un rosal abierto.Arena y cielo palpitaban como unaculminante colmena cortada en las turquesas.

Tu mano toc slabas que tintineaban, copas,alcuzas con aceites amarillos,corolas, manantiales y, sobre todo, amor,amor: tu mano pura preserv las cucharas.

La tarde fue. La noche desliz sigilosasobre el sueo del hombre su cpsula celeste.Un triste olor salvaje solt la madreselva.

Y tu mano volvi de su vuelo volandoa cerrar su plumaje que yo cre perdidosobre mis ojos devorados por la sombra.

XXXVICorazn mo, reina del apio y de la artesa:pequea leoparda del hilo y la cebolla:me gusta ver brillar tu imperio diminuto,las armas de la cera, del vino, del aceite,

del ajo, de la tierra por tus manos abiertade la sustancia azul encendida en tus manos,de la transmigracin del sueo a la ensalada,del reptil enrollado en la manguera.

T con tu podadora levantando el perfume,t, con la direccin del jabn en la espuma,t, subiendo mis locas escalas y escaleras,

t, manejando el sntoma de mi caligrafay encontrando en la arena del cuadernolas letras extraviadas que buscaban tu boca.

XXXVIIOh amor, oh rayo loco y amenaza purprea,me visitas y subes por tu fresca escalerael castillo que el tiempo coron de neblinas,las plidas paredes del corazn cerrado.

Nadie sabr que slo fue la delicadezaconstruyendo cristales duros como ciudadesy que la sangre abra tneles desdichadossin que su monarqua derribara el invierno.

Por eso, amor, tu boca, tu piel, tu luz, tus penas,fueron el patrimonio de la vida, los donessagrados de la lluvia, de la naturaleza

que recibe y levanta la gravidez del grano,la tempestad secreta del vino en las bodegas,la llamarada del cereal en el suelo.

XXXVIIITu casa suena como un tren a medioda,zumban las avispas, cantan las cacerolas,la cascada enumera los hechos del roco,tu risa desarrolla su trino de palmera.

La luz azul del muro conversa con la piedra,llega como un pastor silbando un telegramay entre las dos higueras de voz verdeHomero sube con zapatos sigilosos.

Slo aqu la ciudad no tiene voz ni llanto,ni sin fin, ni sonatas, ni labios, ni bocinasino un discurso de cascada y de leones,

y t que subes, cantas, corres, caminas, bajas,plantas, coses, cocinas, clavas, escribes, vuelves,o te has ido y se sabe que comenz el invierno.

XXXIXIPero olvid que tus manos satisfacanlas races, regando rosas enmaraadas,hasta que florecieron tus huellas digitalesen la plenaria paz de la naturaleza.

El azadn y el agua como animales tuyoste acompaan, mordiendo y lamiendo la tierra,y es as cmo, trabajando, desprendesfecundidad, fogosa frescura de claveles.

Amor y honor de abejas pido para tus manosque en la tierra confunden su estirpe transparente,y hasta en mi corazn abren su agricultura,

de tal modo que soy como piedra quemadaque de pronto, contigo, canta, porque recibeel agua de los bosques por tu voz conducida.

XLEra verde el silencio, mojada era la luz,temblaba el mes de Junio como una mariposay en el austral dominio, desde el mar y las piedras,Matilde, atravesaste el medioda.

Ibas cargada de flores ferruginosas,algas que el viento sur atormenta y olvida,an blancas, agrietadas por la sal devorante,tus manos levantaban las espigas de arena.

Amo tus dones puros, tu piel de piedra intacta,tus uas ofrecidas en el sol de tus dedos,tu boca derramada por toda la alegra,

pero, para mi casa vecina del abismo,dame el atormentado sistema del silencio,el pabelln del mar olvidado en la arena.

XLIDesdichas del mes de Enero cuando el indiferentemedioda establece su ecuacin en el cielo,un oro duro como el vino de una copa colmadallena la tierra hasta sus lmites azules.

Desdichas de este tiempo parecidas a uvaspequeas que agruparon verde amargo,confusas, escondidas lgrimas de los dashasta que la intemperie public sus racimos.

S, grmenes, dolores, todo lo que palpitaaterrado, a la luz crepitante de Enero,madurar, arder como ardieron los frutos.

Divididos sern los pesares: el almadar un golpe de viento, y la moradaquedar limpia con el pan fresco en la mesa.

XXXIIIRadiantes das balanceados por el agua marina,concentrados como el interior de una piedra amarillacuyo esplendor de miel no derrib el desorden:preserv su pureza de rectngulo.

Crepita, s, la hora como fuego o abejasy es verde la tarea de sumergirse en hojas,hasta que hacia la altura es el follajeun mundo centelleante que se apaga y susurra.

Sed del fuego, abrasadora multitud del estoque construye un Edn con unas cuantas hojas,porque la tierra de rostro oscuro no quiere sufrimientos

sino frescura o fuego, agua o pan para todos,y nada debera dividir a los hombressino el sol o la noche, la luna o las espigas.

XLIIIUn signo tuyo busco en todas las otras,en el brusco, ondulante ro de las mujeres,trenzas, ojos apenas sumergidos,pies claros que resbalan navegando en la espuma.

De pronto me parece que diviso tus uasoblongas, fugitivas, sobrinas de un cerezo,y otra vez es tu pelo que pasa y me parecever arder en el agua tu retrato de hoguera.

Mir, pero ninguna llevaba tu latido,tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque,ninguna tuvo tus diminutas orejas.

T eres total y breve, de todas eres una,y as contigo voy recorriendo y amandoun ancho Mississippi de estuario femenino.

XLIVSabrs que no te amo y que te amopuesto que de dos modos es la vida,la palabra es un ala del silencio,el fuego tiene una mitad de fro.

Yo te amo para comenzar a amarte,para recomenzar el infinitoy para no dejar de amarte nunca:por eso no te amo todava.

Te amo y no te amo como si tuvieraen mis manos las llaves de la dichay un incierto destino desdichado.

Mi amor tiene dos vidas para amarte.Por eso te amo cuando no te amoy por eso te amo cuando te amo.XLVNo ests lejos de m un solo da, porque cmo,porque, no s decirlo, es largo el da,y te estar esperando como en las estacionescuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entoncesen esa hora se juntan las gotas del desveloy tal vez todo el humo que anda buscando casavenga a matar an mi corazn perdido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,ay que no vuelen tus prpados en la ausencia:no te vayas por un minuto, bienamada,

porque en ese minuto te habrs ido tan lejosque yo cruzar toda la tierra preguntandosi volvers o si me dejars muriendo.XLVIDe las estrellas que admir, mojadaspor ros y rocos diferentes,yo no escog sino la que yo amabay desde entonces duermo con la noche.

De la ola, una ola y otra ola,verde mar, verde fro, rama verde,yo no escog sino una sola ola:la ola indivisible de tu cuerpo.

Todas las gotas, todas las races,todos los hilos de la luz vinieron,me vinieron a ver tarde o temprano.

Yo quise para m tu cabellera.Y de todos los dones de mi patriaslo escog tu corazn salvaje.XLVIIDetrs de m en la rama quiero verte.Poco a poco te convertiste en fruto.No te cost subir de las racescantando con tu slaba de savia.

Y aqu estars primero en flor fragante,en la estatua de un beso convertida,hasta que sol y tierra, sangre y cielo,te otorguen la delicia y la dulzura.

En la rama ver tu cabellera,tu signo madurando en el follaje,acercando las hojas a mi sed,

y llenar mi boca tu sustancia,el beso que subi desde la tierracon tu sangre de fruta enamorada.XLVIIIDos amantes dichosos hacen un solo pan,una sola gota de luna en la hierba,dejan andando dos sombras que se renen,dejan un solo sol vaco en una cama.

De todas las verdades escogieron el da:no se ataron con hilos sino con un aroma,y no despedazaron la paz ni las palabras.La dicha es una torre transparente.

El aire, el vino van con los dos amantes,la noche les regala sus ptalos dichosos,tienen derecho a todos los claveles.

Dos amantes dichosos no tienen fin ni muerte,nacen y mueren muchas veces mientras viven,tienen la eternidad de la naturaleza.XLIVEs hoy: todo el ayer se fue cayendoentre dedos de luz y ojos de sueo,maana llegar con pasos verdes:nadie detiene el ro de la aurora.

Nadie detiene el ro de tus manos,los ojos de tu sueo, bienamada,eres temblor del tiempo que transcurreentre luz vertical y sol sombro,

y el cielo cierra sobre ti sus alasllevndote y trayndote a mis brazoscon puntual, misteriosa cortesa:

Por eso canto al da y a la luna,al mar, al tiempo, a todos los planetas,a tu voz diurna y a tu piel nocturna.LCotapos dice que tu risa caecomo un halcn desde una brusca torrey, es verdad, atraviesas el follaje del mundocon un solo relmpago de tu estirpe celeste

que cae, y corta, y saltan las lenguas del roco,las aguas del diamante, la luz con sus abejasy all donde viva con su barba el silencioestallan las granadas del sol y las estrellas,

se viene abajo el cielo con la noche sombra,arden a plena luna campanas y claveles,y corren los caballos de los talabarteros:

porque t siendo tan pequeita como eresdejas caer la risa desde tu meteoroelectrizando el nombre de la naturaleza.LITu risa pertenece a un rbol entreabiertopor un rayo, por un relmpago plateadoque desde el cielo cae quebrndose en la copa,partiendo en dos el rbol con una sola espada.

Slo en las tierras altas del follaje con nievenace una risa como la tuya, bienamante,es la risa del aire desatado en la altura,costumbres de araucaria, bienamada.

Cordillerana ma, chillaneja evidente,corta con los cuchillos de tu risa la sombra,la noche, la maana, la miel del medioda,

y que salten al cielo las aves del follajecuando como una luz derrochadorarompe tu risa el rbol de la vida.LIICantas y a sol y a cielo con tu cantotu voz desgrana el cereal del da,hablan los pinos con su lengua verde:trinan todas las aves del invierno.

El mar llena sus stanos de pasos,de campanas, cadenas y gemidos,tintinean metales y utensilios,suenan las ruedas de la caravana.

Pero slo tu voz escucho y subetu voz con vuelo y precisin de flecha,baja tu voz con gravedad de lluvia,

tu voz esparce altsimas espadas,vuelve tu voz cargada de violetasy luego me acompaa por el cielo.LIIIAqu est el pan, el vino, la mesa, la morada:el menester del hombre, la mujer y la vida:a este sitio corra la paz vertiginosa,por esta luz ardi la comn quemadura.

Honor a tus dos manos que vuelan preparandolos blancos resultados del canto y la cocina,salve! la integridad de tus pies corredores,viva! la bailarina que baila con la escoba.

Aquellos bruscos ros con aguas y amenazas,aquel atormentado pabelln de la espuma,aquellos incendiaron panales y arrecifes

son hoy este reposo de tu sangre en la ma,este cauce estrellado y azul como la noche,esta simplicidad sin fin de la ternura.

Pablo Neruda(19041973)

Cien sonetos de amor (1960):

TARDE

LIVEsplndida razn, demonio clarodel racimo absoluto, del recto medioda,aqu estamos al fin, sin soledad y solos,lejos del desvaro de la ciudad salvaje.

Cuando la lnea pura rodea su palomay el fuego condecora la paz con su alimentot y yo erigimos este celeste resultado!Razn y amor desnudos viven en esta casa.

Sueos furiosos, ros de amarga certidumbredecisiones ms duras que el sueo de un martillocayeron en la doble copa de los amantes.

Hasta que en la balanza se elevaron, gemelos,la razn y el amor como dos alas.As se construy la transparencia.LVEspinas, vidrios rotos, enfermedades, llantoasedian da y noche la miel de los felicesy no sirve la torre, ni el viaje, ni los muros:la desdicha atraviesa la paz de los dormidos,

el dolor sube y baja y acerca sus cucharasy no hay hombre sin este movimiento,no hay natalicio, no hay techo ni cercado:hay que tomar en cuenta este atributo.

Y en el amor no valen tampoco ojos cerrados,profundos lechos lejos del pestilente herido,o del que paso a paso conquista su bandera.

Porque la vida pega como clera o roy abre un tnel sangriento por donde nos vigilanlos ojos de una inmensa familia de dolores.LVIAcostmbrate a ver detrs de m la sombray que tus manos salgan del rencor, transparentes,como si en la maana del mar fueran creadas:la sal te dio, amor mo, proporcin cristalina.

La envidia sufre, muere, se agota con mi canto.Uno a uno agonizan sus tristes capitanes.Yo digo amor, y el mundo se puebla de palomas.Cada slaba ma trae la primavera.

Entonces t, florida, corazn, bienamada,sobre mis ojos como los follajes del cieloeres, y yo te miro recostada en la tierra.

Veo el sol trasmigrar racimos a tu rostro,mirando hacia la altura reconozco tus pasos.Matilde, bienamada, diadema, bienvenida!LVIIMienten los que dijeron que yo perd la luna,los que profetizaron mi porvenir de arena,aseveraron tantas cosas con lenguas fras:quisieron prohibir la flor del universo.

Ya no cantar ms el mbar insurgentede la sirena, no tiene sino pueblo.Y masticaban sus incesantes papelespatrocinando para mi guitarra el olvido.

Yo les lanc a los ojos las lanzas deslumbrantesde nuestro amor clavando tu corazn y el mo,yo reclam el jazmn que dejaban tus huellas,

yo me perd de noche sin luz bajo tus prpadosy cuando me envolvi la claridadnac de nuevo, dueo de mi propia tiniebla.LVIIIEntre los espadones de fierro literariopaso yo como un marinero remotoque no conoce las esquinas y que cantaporque s, porque cmo si no fuera por eso.

De los atormentados archipilagos trajemi acorden con borrascas, rachas de lluvia loca,y una costumbre lenta de cosas naturales:ellas determinaron mi corazn silvestre.

As cuando los dientes de la literaturatrataron de morder mis honrados talones,yo pas, sin saber, cantando con el viento

hacia los almacenes lluviosos de mi infancia,hacia los bosques fros del Sur indefinible,hacia donde mi vida se llen con tu aroma.LIX(G. M.)Pobres poetas a quienes la vida y la muertepersiguieron con la misma tenacidad sombray luego son cubiertos por impasible pompaentregados al rito y al diente funerario.

Ellos -oscuros como piedrecitas- ahoradetrs de los caballos arrogantes, tendidosvan, gobernados al fin por los intrusos,entre los edecanes, a dormir sin silencio.

Antes y ya seguros de que est muerto el muertohacen de las exequias un festn miserablecon pavos, puercos y otros oradores.

Acecharon su muerte y entonces la ofendieron:slo porque su boca est cerraday ya no puede contestar su canto.LXA ti te hiere aquel que quiso hacerme dao,y el golpe del veneno contra m dirigidocomo por una red pasa entre mis trabajosy en ti deja una mancha de xido y desvelo.

No quiero ver, amor, en la luna floridade tu frente cruzar el odio que me acecha.No quiero que en tu sueo deje el rencor ajenoolvidada su intil corona de cuchillos.

Donde voy van detrs de m pasos amargos,donde ro una mueca de horror copia mi cara,donde canto la envidia maldice, re y roe.

Y es sa, amor, la sombra que la vida me ha dado:es un traje vaco que me sigue cojeandocomo un espantapjaros de sonrisa sangrienta.LXITrajo el amor su cola de dolores,su largo rayo esttico de espinasy cerramos los ojos porque nada,porque ninguna herida nos separe.

No es culpa de tus ojos este llanto:tus manos no clavaron esta espada:no buscaron tus pies este camino:lleg a tu corazn la miel sombra.

Cuando el amor como una inmensa olanos estrell contra la piedra dura,nos amas con una sola harina,

cay el dolor sobre otro dulce rostroy as en la luz de la estacin abiertase consagr la primavera herida.LXIIAy de m, ay de nosotros, bienamada,slo quisimos slo amor, amarnos,y entre tantos dolores se dispusoslo nosotros dos ser malheridos.

Quisimos el t y yo para nosotros,el t del beso, el yo del pan secreto,y as era todo, eternamente simple,hasta que el odio entr por la ventana.

Odian los que no amaron nuestro amor,ni ningn otro amor, desventuradoscomo las sillas de un saln perdido,

hasta que se enredaron en cenizay el rostro amenazante que tuvieronse apag en el crepsculo apagado.LXIIINo slo por las tierras desiertas donde la piedra salinaes como la nica rosa, la flor por el mar enterrada,anduve, sino por la orilla de ros que cortan la nieve.Las amargas alturas de las cordilleras conocen mis pasos.

Enmaraada, silbante regin de mi patria salvaje,lianas cuyo beso mortal se encadena en la selva,lamento mojado del ave que surge lanzando sus escalofros,oh regin de perdidos dolores y llanto inclemente!

No slo son mos la piel venenosa del cobreo el salitre extendido como estatua yacente y nevada,sino la via, el cerezo premiado por la primavera,

son mos, y yo pertenezco como tomo negroa las ridas tierras y a la luz del otoo en las uvas,a esta patria metlica elevada por torres de nieve.LXIVDe tanto amor mi vida se ti de violetay fui de rumbo en rumbo como las aves ciegashasta llegar a tu ventana, amiga ma:t sentiste un rumor de corazn quebrado

y all de la tinieblas me levant a tu pecho,sin ser y sin saber fui a la torre del trigo,surg para vivir entre tus manos,me levant del mar a tu alegra.

Nadie puede contar lo que te debo, es lcidolo que te debo, amor, y es como una raznatal de Araucana, lo que te debo, amada.

Es sin duda estrellado todo lo que te debo,lo que te debo es como el pozo de una zona silvestreen donde guard el tiempo relmpagos errantes.LXVMatilde, dnde ests? Not, hacia abajo,entre corbata y corazn, arriba,cierta melancola intercostal:era que t de pronto eras ausente.

Me hizo falta la luz de tu energay mir devorando la esperanza,mir el vaco que es sin ti una casa,no quedan sino trgicas ventanas.

De puro taciturno el techo escuchacaer antiguas lluvias deshojadas,plumas, lo que la noche aprision:

y as te espero como casa solay volvers a verme y habitarme.De otro modo me duelen las ventanas.LXVINo te quiero sino porque te quieroy de quererte a no quererte llegoy de esperarte cuando no te esperopasa mi corazn del fro al fuego.

Te quiero slo porque a ti te quiero,te odio sin fin, y odindote te ruego,y la medida de mi amor viajeroes no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumir la luz de Enero,su rayo cruel, mi corazn entero,robndome la llave del sosiego.

En esta historia slo yo me mueroy morir de amor porque te quiero,porque te quiero, amor, a sangre y fuego.LXVIILa gran lluvia del sur cae sobre Isla Negracomo una sola gota transparente y pesada,el mar abre sus hojas fras y la recibe,la tierra aprende el hmedo destino de una copa.

Alma ma, dame en tus besos el aguasalobre de estos mares, la miel del territorio,la fragancia mojada por mil labios del cielo,la paciencia sagrada del mar en el invierno.

Algo nos llama, todas las puertas se abren solas,relata el agua un largo rumor a las ventanas,crece el cielo hacia abajo tocando las races,

y as teje y desteje su red celeste el dacon tiempo, sal, susurros, crecimientos, caminos,una mujer, un hombre, y el invierno en la tierra.LXVIII(Mascarn de Proa)La nia de madera no lleg caminando:all de pronto estuvo sentada en los ladrillos,viejas flores del mar cubran su cabeza,su mirada tena tristeza de races.

All qued mirando nuestras vidas abiertas,el ir y ser y andar y volver por la tierra,el da destiendo sus ptalos graduales.Vigilaba sin vernos la nia de madera.

La nia coronada por las antiguas olas,all miraba con sus ojos derrotados:saba que vivimos en una red remota

de tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia,sin saber si existimos o si somos su sueo.sta es la historia de la muchacha de madera.LXIXTal vez no ser es ser sin que t seas,sin que vayas cortando el mediodacomo una flor azul, sin que caminesms tarde por la niebla y los ladrillos,

sin esa luz que llevas en la manoque tal vez otros no vern dorada,que tal vez nadie supo que crecacomo el origen rojo de la rosa,

sin que seas, en fin, sin que vinierasbrusca, incitante, a conocer mi vida,rfaga de rosal, trigo del viento,

y desde entonces soy porque t eres,y desde entonces eres, soy y somos,y por amor ser, sers, seremos.LXXTal vez herido voy sin ir sangrientopor uno de los rayos de tu viday a media selva me detiene el agua:la lluvia que se cae con su cielo.

Entonces toco el corazn llovido:all s que tus ojos penetraronpor la regin extensa de mi dueloy un susurro de sombra surge solo:

Quin es? Quin es? Pero no tuvo nombrela hoja o el agua oscura que palpitaa media selva, sorda, en el camino,

y as, amor mo, supe que fui heridoy nadie hablaba all sino la sombra,la noche errante, el beso de la lluvia.LXXIDe pena en pena cruza sus islas el amory establece races que luego riega el llanto,y nadie puede, nadie puede evadir los pasosdel corazn que corre callado y carnicero.

As t y yo buscamos un hueco, otro planetaen donde no tocara la sal tu cabellera,en donde no crecieran dolores por mi culpa,en donde viva el pan sin agona.

Un planeta enredado por distancia y follajes,un pramo, una piedra cruel y deshabitada,con nuestras propias manos hacer un nido duro,

queramos, sin dao ni herida ni palabra,y no fue as el amor, sino una ciudad locadonde la gente palidece en los balcones.LXXIIAmor mo, el invierno regresa a sus cuarteles,establece la tierra sus dones amarillosy pasamos la mano sobre un pas remoto,sobre la cabellera de la geografa.

Irnos! Hoy! Adelante, ruedas, naves, campanas,aviones acerados por el diurno infinitohacia el olor nupcial del archipilago,por longitudinales harinas de usufructo!

Vamos, levntate, y endiadmate y subey baja y corre y trina con el aire y conmigovmonos a los trenes de Arabia o Tocopilla,

sin ms que trasmigrar hacia el polen lejano,a pueblos lancinantes de harapos y gardeniasgobernados por pobres monarcas sin zapatos.LXXIIIRecordars tal vez aquel hombre afiladoque de la oscuridad sali como un cuchilloy antes de que supiramos, saba:vio el humo y decidi que vena del fuego.

La plida mujer de cabellera negrasurgi como un pescado del abismoy entre los dos alzaron en contra del amoruna mquina armada de dientes numerosos.

Hombre y mujer talaron montaas y jardines,bajaron a los ros, treparon por los muros,subieron por los montes su atroz artillera.

El amor supo entonces que se llamaba amor.Y cuando levant mis ojos a tu nombretu corazn de pronto dispuso mi camino.LXXIVEl camino mojado por el agua de Agostobrilla como si fuera cortado en plena luna,en plena claridad de la manzana,en mitad de la fruta del otoo.

Neblina, espacio o cielo, la vaga red del dacrece con fros sueos, sonidos y pescados,el vapor de las islas combate la comarca,palpita el mar sobre la luz de Chile.

Todo se reconcentra como el metal, se escondenlas hojas, el invierno enmascara su estirpey slo ciegos somos, sin cesar, solamente.

Solamente sujetos al cauce sigilosodel movimiento, adis, del viaje, del camino:adis, caen las lgrimas de la naturaleza.LXXVsta es la casa, el mar y la bandera.Errbamos por otros largos muros.No hallbamos la puerta ni el sonidodesde la ausencia, como desde muertos.

Y al fin la casa abre su silencio,entramos a pisar el abandono,las ratas muertas, el adis vaco,el agua que llor en las caeras.

Llor, llor la casa noche y da,gimi con las araas, entreabierta,se desgran desde sus ojos negros,

y ahora de pronto la volvemos viva,la poblamos y no nos reconoce:tiene que florecer, y no se acuerda.LXXVIDiego Rivera con la paciencia del osobuscaba la esmeralda del bosque en la pinturao el bermelln, la flor sbita de la sangrerecoga la luz del mundo en tu retrato.

Pintaba el imperioso traje de tu nariz,la centella de tus pupilas desbocadas,tus uas que alimentan la envidia de la luna,y en tu piel estival, tu boca de sanda.

Te puso dos cabezas de volcn encendidaspor fuego, por amor, por estirpe araucana,y sobre los dos rostros dorados de la greda

te cubri con el casco de un incendio bravoy all secretamente quedaron enredadosmis ojos en su torre total: tu cabellera.LXXVIIHoy es hoy con el peso de todo el tiempo ido,con las alas de todo lo que ser maana,hoy es el Sur del mar, la vieja edad del aguay la composicin de un nuevo da.

A tu boca elevada a la luz o a la lunase agregaron los ptalos de un da consumido,y ayer viene trotando por su calle sombrapara que recordemos su rostro que se ha muerto.

Hoy, ayer y maana se comen caminando,consumimos un da como una vaca ardiente,nuestro ganado espera con sus das contados,

pero en tu corazn el tiempo ech su harina,mi amor construy un horno con barro de Temuco:t eres el pan de cada da para mi alma.LXXVIIINo tengo nunca ms, no tengo siempre. En la arenala victoria dej sus pies perdidos.Soy un pobre hombre dispuesto a amar a sus semejantes.No s quin eres. Te amo. No doy, no vendo espinas.

Alguien sabr tal vez que no tej coronassangrientas, que combat la burla,y que en verdad llen la pleamar de mi alma.Yo pagu la vileza con palomas.

Yo no tengo jams porque distintofui, soy, ser. Y en nombrede mi cambiante amor proclamo la pureza.

La muerte es slo piedra del olvido.Te amo, beso en tu boca la alegra.Traigamos lea. Haremos fuego en la montaa.NOCHE

LXXIXDe noche, amada, amarra tu corazn al moy que ellos en el sueo derroten las tinieblascomo un doble tambor combatiendo en el bosquecontra el espeso muro de las hojas mojadas.

Nocturna travesa, brasa negra del sueointerceptando el hilo de las uvas terrestrescon la puntualidad de un tren descabelladoque sombra y piedras fras sin cesar arrastrara.

Por eso, amor, amrrame el movimiento puro,a la tenacidad que en tu pecho golpeacon las alas de un cisne sumergido,

para que a las preguntas estrelladas del cieloresponda nuestro sueo con una sola llave,con una sola puerta cerrada por la sombra.LXXXDe viajes y dolores yo regres, amor mo,a tu voz, a tu mano volando en la guitarra,al fuego que interrumpe con besos el otoo,a la circulacin de la noche en el cielo.

Para todos los hombres pido pan y reinado,pido tierra para el labrador sin ventura,que nadie espere tregua de mi sangre o mi canto.Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme.

Por eso toca el vals de la serena luna,la barcarola en el agua de la guitarrahasta que se doblegue mi cabeza soando:

que todos los desvelos de mi vida tejieronesta enramada en donde tu mano vive y vuelacustodiando la noche del viajero dormido.LXXXIYa eres ma. Reposa con tu sueo en mi sueo.Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora.Gira la noche sobre sus invisibles ruedasy junto a m eres pura como el mbar dormido.

Ninguna ms, amor, dormir con mis sueos.Irs, iremos juntos por las aguas del tiempo.Ninguna viajar por la sombra conmigo,slo t, siempreviva, siempre sol, siempre luna.

Ya tus manos abrieron los puos delicadosy dejaron caer suaves signos sin rumbo,tus ojos se cerraron como dos alas grises,

mientras yo sigo el agua que llevas y me lleva:la noche, el mundo, el viento devanan su destino,y ya no soy sin ti sino slo tu sueo.LXXXIIAmor mo, al cerrar esta puerta nocturnate pido, amor, un viaje por oscuro recinto:cierra tus sueos, entra con tu cielo en mis ojos,extindete en mi sangre como en un ancho ro.

Adis, adis, cruel claridad que fue cayendoen el saco de cada da del pasado,adis a cada rayo de reloj o naranja,salud oh sombra, intermitente compaera!

En esta nave o agua o muerte o nueva vida,una vez ms unidos, dormidos, resurrectos,somos el matrimonio de la noche en la sangre.

No s quin vive o muere, quin reposa o despierta,pero es tu corazn el que reparteen mi pecho los dones de la aurora.LXXXIIIEs bueno, amor, sentirte cerca de m en la noche,invisible en tu sueo, seriamente nocturna,mientras yo desenredo mis preocupacionescomo si fueran redes confundidas.Ausente, por los sueos tu corazn navega,pero tu cuerpo as abandonado respirabuscndome sin verme, completando mi sueocomo una planta que se duplica en la sombra.Erguida, sers otra que vivir maana,pero de las fronteras perdidas en la noche,de este ser y no ser en que nos encontramosalgo queda acercndonos en la luz de la vidacomo si el sello de la sombra sealaracon fuego sus secretas criaturas.LXXXIVUna vez ms, amor, la red del da extinguetrabajos, ruedas, fuegos, estertores, adioses,y a la noche entregamos el trigo vacilanteque el medioda obtuvo de la luz y la tierra.

Slo la luna en medio de su pgina purasostiene las columnas del estuario del cielo,la habitacin adopta la lentitud del oroy van y van tus manos preparando la noche.

Oh amor, oh noche, oh cpula cerrada por un rode impenetrables aguas en la sombra del cieloque destaca y sumerge sus uvas tempestuosas,

hasta que slo somos un solo espacio oscuro,una copa en que cae la ceniza celeste,una gota en el pulso de un lento y largo ro.LXXXVDel mar hacia las calles corre la vaga nieblacomo el vapor de un buey enterrado en el fro,y largas lenguas de agua se acumulan cubriendoel mes que a nuestras vidas prometi ser celeste.

Adelantado otoo, panal silbante de hojas,cuando sobre los pueblos palpita tu estandartecantan mujeres locas despidiendo a los ros,los caballos relinchan hacia la Patagonia.

Hay una enredadera vespertina en tu rostroque crece silenciosa por el amor llevadahasta las herraduras crepitantes del cielo.

Me inclino sobre el fuego de tu cuerpo nocturnoy no slo tus senos amo sino el otooque esparce por la niebla su sangre ultramarina.LXXXVIOh Cruz del Sur, oh trbol de fsforo fragante,con cuatro besos hoy penetr tu hermosuray atraves la sombra y mi sombrero:la luna iba redonda por el fro.

Entonces con mi amor, con mi amada, oh diamantesde escarcha azul, serenidad del cielo,espejo, apareciste y se llen la nochecon tus cuatro bodegas temblorosas de vino.

Oh palpitante plata de pez pulido y puro,cruz verde, perejil de la sombra radiante,lucirnaga a la unidad del cielo condenada,

descansa en m, cerremos tus ojos y los mos.Por un minuto duerme con la noche del hombre.Enciende en m tus cuatro nmeros constelados.LXXXVIILas tres aves del mar, tres rayos, tres tijerascruzaron por el cielo fro hacia Antofagasta,por eso qued el aire tembloroso,todo tembl como bandera herida.

Soledad, dame el signo de tu incesante origen,el apenas camino de los pjaros crueles,y la palpitacin que sin duda precedea la miel, a la msica, al mar, al nacimiento.

(Soledad sostenida por un constante rostrocomo una grave flor sin cesar extendidahasta abarcar la pura muchedumbre del cielo.)

Volaban alas fras del mar, del Archipilago,hacia la arena del Noroeste de Chile.Y la noche cerr su celeste cerrojo.LXXXVIIIEl mes de Marzo vuelve con su luz escondiday se deslizan peces inmensos por el cielo,vago vapor terrestre progresa sigiloso,una por una caen al silencio las cosas.

Por suerte en esta crisis de atmsfera errabundareuniste las vidas del mar con las del fuego,el movimiento gris de la nave de invierno,la forma que el amor imprimi a la guitarra.

Oh amor, rosa mojada por sirenas y espumas,fuego que baila y sube la invisible escaleray despierta en el tnel del insomnio a la sangre

para que se consuman las olas en el cielo,olvide el mar sus bienes y leonesy caiga el mundo adentro de las redes oscuras.LXXXIXCuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:quiero la luz y el trigo de tus manos amadaspasar una vez ms sobre m su frescura:sentir la suavidad que cambi mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,quiero que tus odos sigan oyendo el viento,que huelas el aroma del mar que amamos juntosy que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivoy a ti te am y cant sobre todas las cosas,por eso sigue t floreciendo, florida,

para que alcances todo lo que mi amor te ordena,para que se pasee mi sombra por tu pelo,para que as conozcan la razn de mi canto.XCPens morir, sent de cerca el fro,y de cuanto viv slo a ti te dejaba:tu boca eran mi da y mi noche terrestresy tu piel la repblica fundada por mis besos.

En ese instante se terminaron los libros,la amistad, los tesoros sin tregua acumulados,la casa transparente que t y yo construimos:todo dej de ser, menos tus ojos.

Porque el amor, mientras la vida nos acosa,es simplemente una ola alta sobre las olas,pero ay cuando la muerte viene a tocar a la puerta

hay slo tu mirada para tanto vaco,slo tu claridad para no seguir siendo,slo tu amor para cerrar la sombra.XCILa edad nos cubre como la llovizna,interminable y rido es el tiempo,una pluma de sal toca tu rostro,una gotera carcomi mi traje:

el tiempo no distingue entre mis manoso un vuelo de naranjas en las tuyas:pica con nieve y azadn la vida:la vida tuya que es la vida ma.

La vida ma que te di se llenade aos, como el volumen de un racimo.Regresarn las uvas a la tierra.

Y an all abajo el tiempo sigue siendo,esperando, lloviendo sobre el polvo,vido de borrar hasta la ausencia.ZCIIAmor mo, si muero y t no mueres,no demos al dolor ms territorio:amor mo, si mueres y no muero,no hay extensin como la que vivimos.

Polvo en el trigo, arena en las arenasel tiempo, el agua errante, el viento vagonos llev como grano navegante.Pudimos no encontrarnos en el tiempo.

Esta pradera en que nos encontramos,oh pequeo infinito! devolvemos.Pero este amor, amor, no ha terminado,

y as como no tuvo nacimientono tiene muerte, es como un largo ro,slo cambia de tierras y de labios.XCIIISi alguna vez tu pecho se detiene,si algo deja de andar ardiendo por tus venas,si tu voz en tu boca se va sin ser palabra,si tus manos se olvidan de volar y se duermen,

Matilde, amor, deja tus labios entreabiertosporque ese ltimo beso debe durar conmigo,debe quedar inmvil para siempre en tu bocapara que as tambin me acompae en mi muerte.

Me morir besando tu loca boca fra,abrazando el racimo perdido de tu cuerpo,y buscando la luz de tus ojos cerrados.

Y as cuando la tierra reciba nuestro abrazoiremos confundidos en una sola muertea vivir para siempre la eternidad de un beso.XCIVSi muero sobrevveme con tanta fuerza puraque despiertes la furia del plido y del fro,de sur a sur levanta tus ojos indelebles,de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,no quiero que se muera mi herencia de alegra,no llames a mi pecho, estoy ausente.Vive en mi ausencia como en una casa.

Es una casa tan grande la ausenciaque pasars en ella a travs de los murosy colgars los cuadros en el aire.

Es una casa tan transparente la ausenciaque yo sin vida te ver viviry si sufres, mi amor, me morir otra vez.XCVQuines se amaron como nosotros? Busquemoslas antiguas cenizas del corazn quemadoy all que caigan uno por uno nuestros besoshasta que resucite la flor deshabitada.

Amemos el amor que consumi su frutoy descendi a la tierra con rostro y podero:t y yo somos la luz que contina,su inquebrantable espiga delicada.

Al amor sepultado por tanto tiempo fro,por nieve y primavera, por olvido y otoo,acerquemos la luz de una nueva manzana,

de la frescura abierta por una nueva herida,como el amor antiguo que camina en silenciopor una eternidad de bocas enterradas.XCVIPienso, esta poca en que t me amastese ir por otra azul sustituida,ser otra piel sobre los mismos huesos,otros ojos vern la primavera.

Nadie de los que ataron esta hora,de los que conversaron con el humo,gobiernos, traficantes, transentes,continuarn movindose en sus hilos.

Se irn los crueles dioses con anteojos,los peludos carnvoros con libro,los pulgones y los pipipasseyros.

Y cuando est recin lavado el mundonacern otros ojos en el aguay crecer sin lgrimas el trigo.XCVIIHay que volar en este tiempo, a dnde?Sin alas, sin avin, volar sin duda:ya los pasos pasaron sin remedio,no elevaron los pies del pasajero.

Hay que volar a cada instante comolas guilas, las moscas y los das,hay que vencer los ojos de Saturnoy establecer all nuevas campanas.

Ya no bastan zapatos ni caminos,ya no sirve la tierra a los errantes,ya cruzaron la noche las races,

y t aparecers en otra estrelladeterminadamente transitoriaconvertida por fin en amapola.XCVIIIY esta palabra, este papel escritopor las mil manos de una sola mano,no queda en ti, no sirve para sueos,cae a la tierra: all se contina.

No importa que la luz o la alabanzase derramen y salgan de la copasi fueron un tenaz temblor del vino,si se ti tu boca de amaranto.

No quiere ms la slaba tarda,lo que trae y retrae el arrecifede mis recuerdos, la irritada espuma,

no quiere ms sino escribir tu nombre.Y aunque lo calle mi sombro amorms tarde lo dir la primavera.XCIXOtros das vendrn, ser entendidoel silencio de plantas y planetasy cuntas cosas puras pasarn!Tendrn olor a luna los violines!

El pan ser tal vez como t eres:tendr tu voz, tu condicin de trigo,y hablarn otras cosas con tu voz:los caballos perdidos del Otoo.

Aunque no sea como est dispuestoel amor llenar grandes barricascomo la antigua miel de los pastores,

y t en el polvo de mi corazn(en donde habrn inmensos almacenes)irs y volvers entre sandas.CEn medio de la tierra apartarlas esmeraldas para divisartey t estars copiando las espigascon una pluma de agua mensajera.

Qu mundo! Qu profundo perejil!Qu nave navegando en la dulzura!Y t tal vez y yo tal vez topacio!Ya no habr divisin en las campanas.

Ya no habr sino todo el aire libre,las manzanas llevadas por el viento,el suculento libro en la enramada,

y all donde respiran los clavelesfundaremos un traje que resistala eternidad de un beso victorioso.