Página_12 __ Libros __ El Viaje de Ida

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    21/3/2016 Página/12 :: libros :: EL VIAJE DE IDA

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    Domingo, 8 de diciembre de 2013

    EL VIAJE DE IDAEs docente, y se lo puede ver en televisión en el programa Mentira la verdad, que élmismo conduce por Canal Encuentro, dedicado a divulgar la filosofía. Es que DaríoSztajnszrajber no le teme, precisamente, a la palabra “divulgación” y acaba de escribir un libro complejo pero comunicable en esa dirección. En ¿Para qué sirve la filosofía?(Pequeño tratado sobre la demolición) propone las preguntas sobre para qué y cómofilosofar bajo la forma de un viaje nocturno por la ciudad y sus alrededores, abriendo lapuerta a la extrañeza, el goce y el desvío.

    Por Mariano Dorr 

    Hacer de un viaje en colectivo el inicio del camino del pensamiento es elprimero de una larga cadena de aciertos de Darío Sztajnszrajber. Nopuede tratarse de un viaje metafórico (o alegórico), esta posibilidadqueda excluida de entrada: si el medio de transporte operara comometáfora, seguiría siendo un transporte. Metáfora significa precisamenteeso: transportar, trasladar. Antes de tratarse de un recurso retórico, elnarrador se encuentra ya inmerso en una lógica del traslado, siempre enmovimiento. Maravillado ante el poderoso mundo significante delómnibus, evita bajar en su parada y continúa viajando. Cuandodesciende, entiende que quizás, en su deriva, se dejó llevar demasiadolejos. Perdido en algún lugar de los barrios periféricos del Gran Buenos

     Aires, ejercita la filosofía y observa, t anto al mundo circundante como así mismo, con el mismo extrañamiento: “Hacer filosofía es colocarse enun lugar de extrañamiento frente a todo lo que nos rodea, frente a todo loque se nos presenta como obvio. Todos podemos desmarcarnos de locotidiano para ingresar en la penumbra del extrañamiento, que no esmás que recuperar de alguna manera nuestra capacidad de asombro”,escribe el autor. El subtítulo del libro –“Pequeño tratado sobre lademolición”– funciona como advertencia: si bien estamos ante una obrade divulgación filosófica, lo que Sztajnszrajber acerca al lector noespecializado no es un mero rejunte de ideas ordenadas según unesquema histórico o cronológico. Lo que se divulga son problemas filosóficos en sí mismos: ¿qué es la filosofía?¿Cómo entender lo que se ha dado en llamar filosofía? Y sobre todo, ¿para qué sirve? ¿Se trata de un saber útil ohabría que pensarla como un desarrollo del pensamiento por fuera del valor de la utilidad? Si este segundo caminoes viable: ¿qué implica pensar a la filosofía como un saber inútil?

    EL SER Y LA ANGUSTIA

    Darío Sztajnszrajber ejerce la docencia de la filosofía en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y en elCiclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, es conductor del programa Mentira la verdad, un ciclodedicado a la divulgación de la filosofía en Canal Encuentro. Y ¿Para qué sirve la filosofía? es su primer libro.

    El primer autor que mencionás no es un filósofo en sentido estricto sino un poeta, Charles Baudelaire.¿Cómo fue esta elección?

     –La forma en que está trabajada la idea de filosofía en el libro tiene mucha afinidad con la apuesta del paseante

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    baudelaireano. Sobre todo en la medida en que pensemos a la filosofía como un modo de interrumpir la utilidadcomo valor dominante. En definitiva, el mismo título del libro apunta a poner en cuestionamiento hasta qué punto ladominancia de la utilidad se vuelve hegemónica, se naturaliza. Ese flâneur baudelaireano es para mí el mejor ejemplo de lo que llamaría “desviar la mirada”, que es lo que más cuesta en la vida cotidiana. Y es también, almismo tiempo, lo que de algún modo la filosofía propone, siempre y cuando entendamos la filosofía como unejercicio de la pregunta. Se trata, en este sentido, de abandonar la pregunta utilitaria, la pregunta técnica, para dar lugar a la pregunta existencial que viene a interrumpir el tipo de pregunta propio de la vida cotidiana. Es decir, ir dela pregunta por el cómo a la pregunta por el qué. Y cuando nos hacemos esta pregunta, por el qué, observamos quesiempre se vuelve una búsqueda infructuosa. Se trata de una pregunta imposible en el sentido derridiano: unaimposibilidad que pone en jaque al mundo de lo posible y que nos hace pensar hasta qué punto lo que entendemos

    como las posibilidades nos encorsetan a ciertas formas de construcción de sentido que no son las únicas.

    El flâneur aparece como una figura privilegiada a lo largo de toda la obra.

     –Es que el flâneur, en su distracción, en su deriva, junto a todo el pensamiento literario decimonónico, es para mí lafigura que mejor expresa la contra a esa modernización donde empieza a germinar la industrialización de laconciencia. El narrador de ¿Para qué sirve la filosofía? es un flâneur que está perdido, no se sabe de dónde vieneni tiene claro hacia dónde va. Lo que sí se sabe es que es de noche. El flâneur se pierde mejor en la noche. Lanoche tiene algo de esa zozobra de la perdición. Y anticipémosle al lector que el libro termina al mediodía. Elnarrador pasa toda la noche recorriendo el conurbano bonaerense, la capital, distintos lugares emblemáticos que levan generando una reflexión que juega todo el tiempo con la tensión entre lo cotidiano y lo existencial. Este es ellugar que más me interesa del flâneur. Otra figura que siempre me gustó y que me influyó mucho, desde laliteratura hacia la filosofía, es el personaje de Horacio Oliveira, de Rayuela. No es muy distinto tampoco. Aquí no

    estamos buscando a La Maga, pero estamos buscando a Sofía, y obviamente no la encontramos. En estospersonajes está presente esta misma tensión permanente entre una cotidianidad que abruma y esas otras facetas –que de algún modo conviven con lo cotidiano– y que también son propias de lo humano, lo que llamamos loexistencial.

    Parece que marcaras vías de acceso poco comunes a la filosofía.

     –La primera vez que tuve contacto con algo del orden de la filosofía fue a través de la música y de la literatura.Creo que eso también condiciona una manera de lectura y de producción filosófica. Mi primera lectura fuertementefilosófica –en este sentido– fue Rayuela. Y con la música, lo mismo: Spinetta. Me partió esa forma de poetizar laexistencia desde la pregunta y desde la angustia. Porque tanto la música como este tipo de literatura sonangustiantes. Y desde mi punto de vista, la filosofía –heideggerianamente hablando– es una forma de reconciliarsecon la angustia. Una forma de atravesar las angustias de otro modo que aquel que propone la farmacología. Es

    decir, la angustia, o no es una patología, o todo es patológico. Pensar que la felicidad pasa por combatir la angustiaes, ante todo, angustiante. Entonces, éste no es un libro liberador de las angustias sino un libro más afín con esaidea del Fedón de Platón según la cual hacer filosofía es un ejercicio para la muerte. A mí esa definición de Platónme mató: ¿qué es aprender a morir? ¡Es vivir! De lo que se trata, entonces, es de cómo relacionarnos durante lavida con la conciencia de que somos finitos. Eso es un ejercicio para la muerte; en cambio, tapar la angustia no loes. Al contrario, pretender tapar la angustia es negar la muerte, es decir, negar el hecho de que somos finitos. Estees el clima del libro: el tedio baudelaireano, el spleen, pero traído a Buenos Aires y sus suburbios en el siglo XXI.

    Hay escenas casi cinematográficas. Bares, estaciones de tren, baños apestados, robos en la vía pública...

     –El juego del libro t iene que ver con ir explicando distintas definiciones de f ilosofía, pero siempre puestas en unasituación concreta y cotidiana, en el curso del viaje de este flâneur. Estas imágenes o escenas cinematográficasque mencionás a mí me nutren –igual que en Mentira la verdad, el programa– de una ficción que hace que toda la

    explicación filosófica se corporice en algo concreto. Es muy distinto explicar que la filosofía es un saber inútil demanera abstracta que explicarlo tirando la cadena de un inodoro. Ahí es donde nos topamos con la inutilidad odonde nos reconciliamos con lo inútil. La filosofía es un hecho urbano. Y si bien la hiperurbanización va matandocierto propósito originario de la filosofía, sin embargo llega a tal expansión que permite, al mismo tiempo, queaparezcan nuevos formatos filosóficos que aún en este contexto pueden seguir planteando la pregunta por elporqué. El libro se propone todo el tiempo una emancipación a partir de esta pregunta. En la medida en que elporqué sea la última palabra, no hay última palabra. Entonces, hay una reivindicación de la ultimidad del porqué,porque es una ultimidad que abre. En ese sentido el libro presenta una fuerte conexión con la tradiciónhermenéutica y sus diferentes líneas; la deconstrucción y la hermenéutica están muy presentes en mi trabajo.

    TOCARSE EL ALMA

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    La prosa de Sztajnszrajber es tan intensa como natural. Entre el ensayo y la ficción, el texto consigue que el lector levante la vista del libro para encontrar su propio mundo –su situación concreta– bajo el mismo influjo de unamirada “desviada”, problematizándolo todo, como si de repente la vida se revelase una ficción asumida comoverdadera realidad. Es la potencia del pensamiento deconstructivo, capaz de hacernos pensar de un modocompletamente diferente del acostumbrado, abriendo una grieta allí donde creíamos que todo estaba cerrado. Es elextraño arte de ver las cosas como si fuera la primera vez, como si fuéramos extraterrestres recién llegados alplaneta Tierra. Y esta forma de ver y pensar se traslada a la forma en que está escrito este libro, además de lasmarcas recientes y pasadas que deja presentir.

    “Hay un libro que me marcó mucho, ya siendo adulto, un texto relativamente reciente que operó como la última

    fuerte influencia para abrir la puerta a lo que luego fue ¿Para qué sirve la filosofía?”, señala Sztajnszrajber. “Merefiero a No ser Dios, la autobiografía a cuatro manos de Gianni Vattimo, con quien estuve hace algunos díascompartiendo un panel. Un paréntesis: qué loco es, para quienes hacemos filosofía, tocar al filósofo. Toqué aVattimo y pienso en lo maravilloso de tocar una idea. Mi primera aproximación a la filosofía fue justamente aquelverso de ‘Barro tal vez’, cuando Spinetta escribe: ‘Si quiero me toco el alma’. ¿Cómo se toca un alma? ¿Por quéusa el verbo tocar y no otro? Y ahora... lo tocamos a Vattimo. Hay un texto de Derrida sobra la obra de Jean-LucNancy cuyo título es ‘El tocar’; no recuerdo exactamente la frase, pero sugiere la idea de los ojos que se tocan.Derrida puede ser –a veces– muy spinetteano. Volviendo a No ser Dios –que según me dijo el propio Vattimo no loescribió él sino su entrevistador–, es un libro increíble en donde él va oscilando sin pedir permiso entre su debutsexual, la muerte de sus parejas y por qué Heidegger y Marx son iguales. Leyendo eso descubrí, en cierto modo, loque yo mismo quería escribir. Esto es, un libro que aunara ambas cuestiones, la preocupación existencial en elseno de lo cotidiano.”

    VOLVER A PASEAR

    “También hay que decir que la figura del flâneur podemos encontrarla en la filosofía desde sus orígenes –sin temor a resultar anacrónicos– en la antigua Grecia”, señala. “Cuenta Platón que Tales de Mileto, de tanto mirar el cielo ylas estrellas, se caía en todos los pozos... Esa forma de hacer filosofía, caminando, involucrando todo el cuerpo enel filosofar, es precisamente la que fue perdiéndose o burocratizándose. En las instituciones filosóficas se escindiólo que es poner el cuerpo de lo que es una profesionalización liberal y analítica. Se separa todo lo que pertenezca alámbito del cuerpo del trabajo estrictamente filosófico y argumentativo. Sin embargo, la tarea del pensamiento no essólo una cuestión de comprensión racional, sino que es también una experiencia estética que, como tal, involucraal cuerpo, a los sentidos. Creo que la filosofía se encuentra más cerca del arte que de la ciencia. La filosofíaconmueve. En esta idea de conmoción hay algo del sentido originario de lo que fue la filosofía cuando nació.Originario también en términos de una recuperación de la pregunta por el para qué. ¿Para qué hacemos filosofía?

    ¿Qué es lo que me empuja a hacerme estas preguntas? Es ese asombro primigenio. Ahora bien, eso no quieredecir que no exista una filosofía “oficial”, académica, con sus métodos y características. El problema es que esaforma oficial de ejercer la filosofía se ha vuelto hegemónica, excluyendo toda otra forma de filosofar. Por esorecupero la divulgación, y no le temo a la palabra. Alguien me dijo que en lugar de hablar de divulgación dijera“difusión” de la filosofía. Pero, justamente, se trata de entender el hecho de que la filosofía pueda llegar a capascada vez más extendidas de ciudadanía. Más aún tratándose de este modo de practicar la filosofía, que no esmejor ni peor: una filosofía hecha a martillazos, como diría Nietzsche. Una divulgación en el sentido popular deltérmino, que es también lo que le molesta a la academia.

    El libro es también una introducción a la filosofía escrita desde la idea de diferencia, con una fuerteimpronta deconstructiva. Teniendo en cuenta lo que se ha escrito hasta hoy, producir una introducción a lafilosofía a partir de la idea de diferencia, haciendo hincapié en la cuestión del otro, en la alteridad, es unanovedad.

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    ¿Para qué sirve la filosofía? Pequeñotratado sobre la demolición. DaríoSztajnszrajber Planeta 344 páginas

     –Sí. Es el asombro asombrándose. La f ilosofía asombrándose de sí misma. Esto lo permite el hecho de ser un libroen el intertexto entre el género filosófico y el género literario. Por otro lado hay un único tema que atraviesa todo elvolumen: entender qué es la filosofía. Es una introducción no sólo a la filosofía sino también a la idea de filosofía.No es un trabajo sobre los distintos temas de la filosofía sino puntalmente sobre qué es eso que llamamos filosofía.

     Ahora bien, entender qué es la filosofía constituye un problema filosófico en sí mismo. Y este problema es yailimitado, podrían escribirse miles o millones de páginas al respecto. Si además lo abordamos deconstructivamente,hay mucho para decir sobre las diferentes figuras con las que se ha intentado explicar qué es la filosofía. El trabajo

    de deconstrucción implica un salto de un plano a otro, es decir, cada vez que se deconstruye una forma deentender la filosofía, esa deconstrucción nos conduce a otra figura posible que, a su vez, vuelve a deconstruirse.En todo caso, si hay algo indeconstruible, ese algo es la pregunta. No me refiero a la pregunta formulada sino másbien a lo que abre la pregunta. Frente a esa indeconstructibilidad, frente a lo que abre en la pregunta, empiezan aaparecer las distintas definiciones de filosofía. Es una recuperación del propósito originario: la pregunta. Aquellaque está por detrás de toda pregunta formulable. Y esto es clave. Ese abismo, eso infundado que está por debajode todo lo que se dice, es algo inasible, no conceptualizable. Sin embargo, es algo que si no puede ser alcanzado,sí puede ser rodeado. Es el viaje –el recorrido– el que va haciendo perder estabilidad a los lugares. Viajar no estanto ir de un lugar a otro. Viajar es viajar, los lugares son en todo caso el imaginario que construimos cuando noscansamos del viaje. Se da entonces una suerte de vuelta fascinante que, en definitiva, es la vuelta del flâneur.Volvemos a Baudelaire: no es necesario caminar la ciudad. Uno puede ser un flâneur en la cocina de su casa.Cuando mi hijo de dos años agarra una cuchara, para él ese objeto es cualquier cosa menos una cuchara. Ese esel viaje del flâneur, cómo puede hacerse de una cuchara infinitas cosas.

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