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Paisaje Antonia

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Paisaje Antonia. Pepe Lara. 1990-2012.

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Paisaje Antonia

PEPE LARA

1990 - 2012

Córdoba, 2013

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Imprime: Gráficas San Rafael (Fuente Palmera)

Edita: Editores Florentinos

[email protected] issuu.com/florentinos

D.L. CO 668-2013

Edición de 300 ejemplares

Ejemplar N.º

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El agua te quiso llevar... y el agua te llevó.

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La tarde

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Sabi en do

Sabiendo del mundo en rotación. Sabiendo de las cosas su volumen

y sabiendo de las plantas su esencia.

Sabiendo que el tiempo es algo inventado y que la piedra,

en su relación con el universo, se vuelve arena y luego

a piedra torna… Sabiendo que te quiero… Solo esto.

f

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M i rarte

Entre tormenta y tormenta había cantos de chotacabras.

Si a mí me criaron en un terronal ¿qué hago en este garito? Sólo se me ocurre mirarte.

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V i n o

Bebemos vino juntos y te me vuelves muchacha,

los arriates se llenan de tu risa, las sombras de la siesta

se refrescan con tu parpadeo y contigo me iría a cualquier parte, en cualquier lugar.

f

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Dame

Dame de tu risa lo que me ames, dame de tu voz

lo que me quieras, lo que me merezca

dámelo de tus manos, de tus besos

pídeme lo que desees...

Y lo demás lo compartiremos mientras se pueda.

f

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C am po

La candela duerme. Veo árboles pequeños

y oigo los pajarillos piar.

Resulta agradable reconstruir el mundo por enésima vez durante la vida.

Hay un campo de girasoles, un gato que escarba en el huerto

y un castillo en lontananza.

f

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V i en tre

Esta mañana abriste los ojos

y conseguiste que amaneciera.

La noche acabó diluyéndose en la alegría de tu sonrisa.

El aire fresco entraba por la ventana y acaricié tu vientre sembrado,

huerto redondo de nuestro amor.

f

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Pai saje

Hay en este paisaje un castillo y unas encinas, hay dos ríos y una sierra,

una campiña.

Hay una niña con dos manos preciosas

y una su madre que la mima.

Hay vientos y tormentas, una verde hierba que me viste

la paz del campo; trigales y caminos, olivos y máquinas…

Pensamientos que me vienen con las nubes y que me chorrean

con la lluvia.

Versos hilvanándose en torno a ti, mi compañera,

y pajarillos que vienen a cazar moscas en la ventana de la cocina.

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Hay piares y palomos contertulios en el rastrojo,

atardeceres de cielo colorado sobre montañas agarradas a la bruma.

Y mi mano lo anda tocando.

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Sen ti rte

Me abrazas y te siento compañera,

esposa y amiga. Los sueños son prescindibles,

no son necesarios porque tu abrazo

es un acto de certeza, que no necesita de promesas.

Me abrazas y los fríos se quedan fuera de la casa,

intentando atenazar a las gentes, y yo me siento

protegido de las locuras que pueblan las calles

de las ciudades, arropado en el seno

del latido de tu corazón.

f

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M atern i dad

La maternidad te viste de mujer y los jazmines florecen en tu piel.

Y entiendo más que nunca lo que es el amor.

f

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Esen ci a

La esencia de flor que habita en tus labios, que se disuelve lentamente

en la penumbra de la habitación, en esta noche que nos anda murmurando

la luna con su párpado abierto.

Me iría a seguir quedándome en ti, ese lugar del universo donde te busco

y te encuentro.

f

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In stan te

Era un momento precioso y en tus ojos cabía todo.

Era un momento precioso y todo cabía en tus ojos.

La luna se volvía líquida y chorreaba en los cristales de la ventana.

Morirse. En los bosques se encelaban las alimañas.

Pero el tiempo no tenía mágicas clavijas.

Fue un instante precioso y en tus ojos cabía todo.

f

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Le n tejuel as

Llevabas lentejuelas…

Llevabas lentejuelas en el filo de tu falda.

Tus piernas eran más hermosas que caer rodando por un paisaje.

Lamer los metales cerrando los ojos.

Lentejuelas sobre tus rodillas.

El reflujo de la luna tenía los ojos más hermosos

que vio mi alma.

Y aquel día llovió.

f

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No ch es

Noches veraniegas que Diosa Fortuna puso en mi piel.

Fantásticos viajes con los ojos entornados.

Finalizaba el plazo para poder soñar y me resistía.

El fresco de la madrugada tenía la adolescencia del verso,

la ternura del agua fresca y la redondez de una tetaluna.

f

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M ás ese n ci a

La esencia de flor que habita en tus besos

y que anda derramándose por mi espalda, haciéndome tus dedos un murmullo,

que apenas alcanzo a descifrar... después de todos estos años

juntos en la huerta y de los dos cachorros

que han venido a hacerse en la besana de nuestro amor.

f

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Ho jas

De los árboles caen las hojas y son como besos que se te cayeran

como descuidadamente, como sin pensarlo…

pero el sabor se me queda en los labios y en la boca,

me va resbalando pensamiento adentro…

hasta que llega a un lugar.

f

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Lugare s

Nuevos lugares en el mismo sitio de todos los días;

nuevos besos en la misma boca

de todas las noches; nuevos sentimientos en el mismo cariño de toda la casa…

Porque al despertar cada mañana sé que eres la misma de siempre,

y por eso, cada minuto, espero algo nuevo de ti.

f

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Si l e n ci o s

Ese sonido que tenía tu silencio, aquellos silencios cuando me hablabas.

Esas arquitecturas, músicas y garabatos

en el papel.

Esto de aquí, en este sitio, con esta sensación y las tantas veces

que crucé el río.

f

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Lun a

Nada quedaba dicho. Debajo de la almohada

los grillos detenían su tenue pensamiento

y, en las ventanas, las locas cortinas añoraban

la flor de tus zapatos.

Todo lo que no se decía quedaba debajo de la almohada,

junto a los silentes grillos, cerca cerca como una sensación

y lejos lejos como un deseo.

En ambos casos la cara oculta de la luna se hacía la indiferente.

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Qué be so s

¿Adónde caían los besos? ¿Por dónde resbalaban

como resbalaba mi mano por tu cuerpo?

Qué besos, qué labios, qué sueño comprado en qué extraña tienda.

Y el silencio iba llegando, callado como callados son los recuerdos...

¡Ay jazmines! ¡Ay granados!

en la noche canicular.

f

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A i re

Yo quería estar contigo pero el aire te llevaba y la luz te disolvía.

Yo quería estar contigo pero la luz te llevaba

te disolvía el aire y te respiró la gente.

Y ya no te encontraba.

f

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Verso

El verso te tiene, respira por tu piel

y bebe de la humedad de tu pensamiento.

Los versos te tendrán siempre, siempre andarás tú por ellos,

y tu risa hará un bordado con la rima.

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C e l o s

Sientes celos de los versos que en otros tiempos

escribí a otras mujeres; pero ellas los sienten

de los versos que a ti te hago, de los días que paso contigo,

del libro que son nuestros hijos y que juntos estamos escribiendo.

Sienten celos de la tinta que derramamos en nuestras noches de amor

y de los besos que de ti recibo.

No sientas celos, compañera mía, porque todo lo mío

lo estoy compartiendo contigo.

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C ruzan do pai sajes

Te llevé a cruzar el paisaje

y tú te dejaste llevar, construyendo nuestro amor

con la artesanía de los lugares, haciéndo nudos con tus miradas y mis palabras;

nudos que nos han atado ya para siempre.

Y ahora nos hemos hecho paisaje en estos campos, en estos lugares donde

dos niños juegan, unos niños que saben

de nuestro olor y que tus pechos amamantaron.

Me invitaste a quedarnos en ellos y yo me dejé quedar.

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M ás que pal abra

En tus labios el amor era algo más que palabra.

Si era de noche, tus labios se volvían mañana,

si era tarde en noche se tornaban...

Eran besos y cuando me besaban

los caminos se llenaban de agua.

Eran ven conmigo, eran no me dejes sola,

un abrázame, eran hijos.

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Ere s l a m uje r

Tú eres la mujer que más me enseñó

acerca del amor, de la que más amor aprendí

y que más amor me dio. Contigo comprendí

que el amor, al hacese cotidiano,

se acrecienta, se va asentando en el corazón

y se extiende y prolonga más allá del tiempo que se nos asignó,

derramándose hacia todas partes, continuándose en nuestros hijos

en busca de la quizás posible eternidad.

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Sabo r a cam i n o

Tus besos me dejan sabor a camino,

el deje de tu saliva y la sensación

de querer otro beso más.

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La noche

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Pestañ as

Deseé amar el sueño en tus pestañas…

Deseé desearte y la sangre se me aceleró

en los caminos de mis venas, fui capaz de percibir tu olor

y noté placer en mi pituitaria.

Tus pestañas y tus medias ocupaban mi conocimiento…

Y en verdad que fui feliz de haberte deseado

en tal medida.

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C aer y so ñ ar

Fui a caer en tu escote y a soñar sueños que habían sido prohibidos;

fui a enamorarme del olor de tu camiseta y olvidé todos los deberes mundanos.

Durante semanas solo quise saber de tus bocados en mi carne y del sudor de tu espalda.

Fui a caer tras tu escote y a soñar sueños

que eran cosas prohibidas; fui a suicidarme en tu entrepierna

y a olvidar todas las preocupaciones.

Durante una semana me lamiste el cuerpo entero

y por tu lengua te amé hasta el estremecimiento.

Fui a caer por tu escote y a soñar sueños

que estaban prohibidos por los estados del mundo.

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Fui a derretirme en tu boca y a derramarme en tu pelo,

ausente por completo de cualquier censo.

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C ade ras

Que la música haga de tus caderas un telar, que tengo frío.

Que maduren los limones luneros y sepa yo del azahar de tu axila.

Que salga el sol, no me importa, sé en qué parte de tu cuerpo

encontrar más noche.

Que el aire sepa volverse a tiempo para encontrarte en un rincón,

que si no, lo haré yo.

Ven, baila…

Oye lo que te quiero decir: Que la música haga de tus caderas un telar,

que tengo frío.

Que maduren los limones luneros y sepa yo del azahar de tus ingles.

Que salga el sol, no me importa, sé en qué parte de tu cuerpo

encontrar más noche.

f

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So mbras

Entre las sombras había una burbuja de amor. Acaso la noche podía extenderse

y confundir sus límites con los del universo.

Las palabras se oxidaban en la rigidez de la escritura,

sucumbiendo al corrosivo musgo de los libros y sus intenciones.

Recuerdo la suavidad de las sábanas y el color aterciopelado de tu piel.

Recuerdo el beso de tus labios y cómo mi mano terminó

de desnudarte.

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Tu cam i sa

Entonces desabroché dos botones de tu camisa

y pensé en la selva.

En la radio del coche sonaban canciones de éxito

y decían la hora.

La temperatura de tus piernas contrastaba con los cristales empañados.

Me mordías la cara y las orejas; te me echabas encima.

Olía tus pechos; mi mano buscaba la selva y un conjunto de lianas me reventaba la ropa.

Quise ver las flores de la luna, pero tus abrazos me mostraban el cálido interior de la tierra.

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Estrel l a

Dejé que un beso se hiciera

en ese sitio de tu cuello donde sabemos tú y yo

que se corre una estrella.

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Nardo s

Un tenue olor a nardos que lejanos se intuían,

nubes blancas, la sensación de que los dos

queríamos levitar y gravitar planetarios

según la Ley Universal del beso…

El olor de la camomila se refresca a la sombra

de una palmera, el gato bosteza a las moscas

y el tic-tac de los relojes se va ralentizando y distanciándose

en proporción inversa a una pequeña distancia: la que hay entre tu cuello

y mis labios…

Vampiro…

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De repen te

Y de repente me asaltó la visión de tu ropa íntima, el olor que de entre tus muslos emanaba.

Tuve deseos.

Pensé en las galaxias y mis sentidos se precipitaron sobre tu carne.

Sin metafísica, tu abrazo sabía a yerba y por mi piel corría agua.

Hembra desnuda hurgabas en los nidos de la incitación y la ventana se hacía puerta.

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G an as

Te tengo gana, te dije.

Te tengo la gana del sediento, la gana del náufrago,

la necesidad del esclavo.

Puedes entenderlo o ignorarlo; pero ese es mi sentimiento y reviento si no te lo digo,

y si no consigo besarte las piernas y las medias

creo que también reventaré.

Te deseo el vientre y quiero saber de tu saliva y otros venenos internos,

lamiéndote sin otra ciencia que un escalofrío recorriéndonos

los cuerpos.

Te tengo toda esa gana y el mundo es totalmente absurdo

e incomprensible si no te toco.

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El giro de los planetas en sus ejes matemáticos

se debe a la misma ecuación que balancea nuestras caderas.

Olvídate de tu familia y de tu oficina y ven, diosa, ven a cometer

el animal acto del amor.

Galaxias están olvidadas si no están en tus pechos.

Océanos no son agua si no los chorreas tú.

La vida no es vida si no me dejas morirme una noche en tu olor, besándote los labios.

Puedo pensarte o no pensarte.

Puedo ser hipócrita y no decirte que lo que busco

es puerto en tus adentros, tan solo por el placer

de conocer tus paisajes.

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Desconozco los códigos que me contienen, y además quisiera ignorarlos…

Porque en verdad que no comprendo la claridad de estas sensaciones

y el medio metro que aún nos separa.

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C l ave s

Me gustaría descifrar las claves de tu sujetador

y saber cuál es tu droga preferida, poner mi lengua no en el sitio exacto,

sino algo más allá para luego caer.

Te desbarataría el peinado como si el aire te agarrase para él. Pero también me desmoronaría

como un terrón de azúcar en la leche de tus pechos.

En este día, inventemos un mundo para esta noche y para nosotros.

Llámalo como quieras, que, incluso anónimo, no olvidaré su nombre.

Vístete, o desnúdate, y apaga el televisor.

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T i n ta

La tinta se derramaba entre tus pechos.

Caía. Resbalaba buscando papel en tu vientre

y tu ombligo era un punto y final.

No había palabras ni escritura.

Solo quedaba un beso

agarrado a las sábanas, un pensar

que antes o después amanecería.

f

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El alba

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A man e ce r

La primera claridad del día llega a la habitación

culebreando entre las cortinas.

En los árboles hierve un piar de pajarillos que se despiertan.

Abro los ojos y parece como si algo ya hubiese cambiado.

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Serpi e n te

La serpiente de los días me inocula el veneno de la soledad

y aunque nunca te encontrara quisiera, al menos, contar con la posibilidad

de volver a encontrarte.

Mi casa, mi vida y mi alma se van desbaratando...

No siento necesidad del futuro.

¿De qué color son los sueños de un daltónico?

Los atardeceres tienen un extraño mal sabor de boca.

Solo quiero que llegue la noche para volver a soñar contigo.

f

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Un úl t i m o be so

¿Cómo volver atrás para que los caminos

sean otros?

Imposible de tocar quisiera poder tocarte, sujetarte para detener

la entropía de lo que sucede...

Si me das un último beso, mi amor, te prometo

no volver a llorar.

f

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Ll uvi a

Que la lluvia era esto y las cosas eran algo indefinido; que si mi cuerpo era una casa,

tenía grietas y goteras...

Que el alma se me disolvía en los charcos de la melancolía.

Buscaba tus manos y el mundo tomaba forma de caja.

Yo seguía sin entender nada.

f

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Vei n te añ o s

¿Qué va siendo de nuestros días?

Veinte años de días, veinte años de amor

y una canción desesperada.

Ahora los días son otra cosa,

tienen otra definición y están hechos de otra sustancia,

no son sino un cúmulo de minutos y de recuerdos,

y lo que antes era el sol ahora es un extraño sabor en la boca,

una acidez en el corazón...

Es la pesada cortina de tu ausencia, y la sensación de que todo

lo que en el mundo es acabó ausentándose de ti.

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To carte

En sueños tocaba tus manos y el universo se ponía boca abajo.

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Si n l uz

Una luz se apaga y se lleva tu risa, se lleva tu voz,

el susurro del viento y la conversación de los gorriones.

Se acaban las canciones y ya no sé qué hacer

con los besos que nunca te di.

f

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Bue n o s dí as

Buenos días, mi amor. A esta hora de la mañana

estos campos están tranquilos. El verano está siendo largo, se echa de menos la lluvia.

Los gatos sobre la tapia miran quedamente

un no sé qué, con la mucha tranquilidad

de quienes no tienen nada que hacer.

A mediados de setiembre la claridad de la mañana tiene la luz de tus ojos.

Nuestros hijos todavía duermen, en su adolescente sueño.

Creo que se han enamorado este verano; tendrías que verlos,

se les nota en la cara.

Pajaritos saltan ruidosos en las ramas de los árboles,

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la casa todavía huele a ti y una suave brisa balancea la ropa

que está secándose en el tendedero.

Buenos días, mi amor, ¿cómo estás?

f

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Pi e n so e n tus m an o s

Pienso en tus manos.

El tiempo va y viene como en una mecedora en la que una madre amamanta a su hijo,

un hijo que nunca viene, un tiempo que no avanza...

Y yo pienso en tus manos.

f

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So n re cue rdo s

Todo son recuerdos.

Por cualquier sitio por donde vaya tus recuerdos surgen como flores de otoño

después de las primeras lluvias.

Todo lo que nos fue cotidiano recuerdo se me va volviendo.

f

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Jazmi n e s

Jazmines junto a la cama.

Evoco tu aroma, una caricia a tu pelo, el sabor de tus labios.

Jazmines en la noche de verano.

Unas lágrimas parecen ser estrellas

de la noche, pero no están en el cielo,

sino que caen en nuestra almohada.

f

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Si l e n ci o en l as co sas

Cuánto silencio hay en las cosas, qué quieto está el movimiento...

Hasta el sol parece haberse quedado anclado allí arriba,

como si la tierra no girase...

Todo parece estar esperando oír tu voz para volver

a moverse...

Tan solamente una palabra tuya, un poquito de tu risa...

Y decirte al oído palabras de amor,

esas palabras susurradas muy de cerca que se dicen los amantes

después de muchos años queríendose, aprovechando un momento de quietud

mientras los niños andan distraídos con el juego...

Tomándonos de la mano y entrelazando nuestros dedos.

f

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So ñ ar co n t i go

Todas las noches sueño contigo, nos encontramos en ese mundo sin ubicación ni dimensiones,

y mi alma se tranquiliza porque pienso

que no te perdí del todo, porque nos hablamos,

nos sentimos y nos amamos,

porque puedo contarte de lo cotidiano,

porque vuelves a casa y sigues cuidando

de los rosales del jardín, en los que todas las mañanas

hay una rosa fresca, que corto y dejo

sobre el trocito de tierra en el que a la tierra vuelves.

f

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Po r e sas vece s

Por las veces que nos amaneció juntos y no nos importó que amaneciera.

Por esas veces en que no necesitamos

de nuestros ojos para vernos y sentirnos.

Por las demás veces en las que la música

nos hizo bailar abrazados.

Por tantas veces, por tanto amor que nos dimos

y por el resto de momentos en que te andaré recordando.

f

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Ven tan a

Miro por la ventana de nuestra habitación.

Con las manos en los bolsillos.

Afuera la noche se extiende hasta un casi infinito.

Adentro de mí hay otra noche,

noche que trato de iluminar con tu recuerdo, con algo de la luz

que dejó tu presencia.

Las manos en los bolsillos. No sé qué hacer con ellas.

f

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Po r un cam i n o

Vas, seguramente cruzando los paisajes,

de los que te has vuelto camino.

Descansas en sus sombras y bebes en sus manantiales,

de los que te has vuelto agua.

Seguramente me estás esperando, dándome el tiempo que necesito.

Sé que no quieres llevarme, pero quiero irme contigo.

Sé que ya no tienes prisa... Pero por tus paisajes te sigo.

f

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En l o s o jo s

Estás en el sinuoso paisaje y en lo que el paisaje posee.

Estás en los agradecidos rosales y en el rocío que se les prende.

Estás en lo cotidiano de la casa, y la casa, entrañable, a ti huele.

Estás en las sencillas almas de los niños que a leer enseñaste...

En los caminos que conocieron tus pasos con el sol de la tarde...

Estás en los ojos de alguien...

f

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F l o r de ce re zo

El cerezo ha florecido con la certitud

de que es primavera.

Sus flores se dejan mimar por un tibio sol

y el tenue beso de la brisa.

En el sorteo del cosmos se decide que un pétalo caiga...

Se desprende, se balancea,

gira.

Se toma tiempo para ir

cayendo.

Parece que no quiere

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ser solamente caída.

Pero cae, sin prisa.

Pero cae.

Al llegar al suelo la hierba lo sujeta, sin ruido, sin estridencias.

Y así, en un tiempo lento, se transforma el pétalo en mariposa.

Aletea.

Levanta vuelo

y, alejándose de mí, se va por entre

el campo de cerezos.

f

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Para Toñi, mi compañera, mi amante y amiga, madre de Candela y Manuel,

nuestros hijos.

Sea cual sea el sitio ese al que se ha ido, sigue en los corazones de todos

los que compartieron su risa y en el de los niños a los que enseñó.

Córdoba, 1 de abril del año 2013

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Ín di ce

La tardeSabiendo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Mirarte . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10Vino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Dame . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12Campo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Vientre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14Paisaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15Sentirte . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Maternidad . . . . . . . . . . . . . . . 18Esencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19Instante . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20Lentejuelas . . . . . . . . . . . . . . . 21Noches . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22Más esencia . . . . . . . . . . . . . . . 23Hojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24Lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25Silencios . . . . . . . . . . . . . . . . . 26Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Qué besos . . . . . . . . . . . . . . . . 28Aire . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29Verso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30Celos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31Cruzando paisajes . . . . . . . . . . 32Más que palabra . . . . . . . . . . . 33Eres la mujer . . . . . . . . . . . . . . 34Sabor a camino . . . . . . . . . . . . 35

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La nochePestañas . . . . . . . . . . . . . . . . . 39Caer y soñar . . . . . . . . . . . . . . 40Caderas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42Sombras . . . . . . . . . . . . . . . . . 43Tu camisa . . . . . . . . . . . . . . . . 44Estrella . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45Nardos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46De repente . . . . . . . . . . . . . . . 47Ganas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48Claves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51Tinta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52

El albaAmanecer . . . . . . . . . . . . . . . . 55Serpiente . . . . . . . . . . . . . . . . . 56Un último beso . . . . . . . . . . . . 57Lluvia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58Veinte años . . . . . . . . . . . . . . . 59Tocarte . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60Sin luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61Buenos días . . . . . . . . . . . . . . . 62Pienso en tus manos . . . . . . . . 64Son recuerdos . . . . . . . . . . . . . 65Jazmines . . . . . . . . . . . . . . . . . 66Silencio en las cosas . . . . . . . . 67Soñar contigo . . . . . . . . . . . . . 68Por esas veces . . . . . . . . . . . . . 69Ventana . . . . . . . . . . . . . . . . . 70Por un camino . . . . . . . . . . . . 71En los ojos . . . . . . . . . . . . . . . 72Flor de cerezo . . . . . . . . . . . . . 73

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