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1 La política económica del régimen postrevolucionario: la creación e implementación del impuesto sobre la renta.” Hugo Armando Nateras Jiménez. 1 PALABRAS PRELIMINARES. El trabajo que a continuación se presenta, es en términos generales el proyecto de investigación que se esta desarrollando para obtener el grado de licenciado en Historia. En tal sentido y siguiendo los lineamientos establecidos por el comité organizador en cuanto a la extensión de los documentos, es que ahora solo se presenta lo que bien puede considerarse el núcleo, o propuesta central de la argumentación, de tal forma que los resultados aquí vertidos son parciales dado el actual estado del proyecto. Menester también, es señalar que la investigación hoy día se encuentra en la fase de elaboración de su segundo capítulo, por lo que en la exposición se hablara también de los resultados a los que se ha llegado en la primera fase de la investigación. 2 1 Egresado de la licenciatura en Historia por la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, generación 2010-2014. 2 Proyecto de investigación que generosamente ha sido asesorado por el Dr. Jorge Silva Riquer.

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“La política económica del régimen postrevolucionario: la creación e implementación

del impuesto sobre la renta.”

Hugo Armando Nateras Jiménez.1

PALABRAS PRELIMINARES.

El trabajo que a continuación se presenta, es en términos generales el proyecto de

investigación que se esta desarrollando para obtener el grado de licenciado en Historia. En

tal sentido y siguiendo los lineamientos establecidos por el comité organizador ―en cuanto

a la extensión de los documentos―, es que ahora solo se presenta lo que bien puede

considerarse el núcleo, o propuesta central de la argumentación, de tal forma que los

resultados aquí vertidos son parciales dado el actual estado del proyecto. Menester también,

es señalar que la investigación hoy día se encuentra en la fase de elaboración de su segundo

capítulo, por lo que en la exposición se hablara también de los resultados a los que se ha

llegado en la primera fase de la investigación.2

1 Egresado de la licenciatura en Historia por la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San

Nicolás de Hidalgo, generación 2010-2014. 2 Proyecto de investigación que generosamente ha sido asesorado por el Dr. Jorge Silva Riquer.

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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El propósito de esta investigación, será el de analizar y explicar los fundamentos por los

cuales se implementó el impuesto sobre la renta en territorio mexicano, por parte de las

autoridades hacendarias, presididas por Alberto J. Pani, durante los años de 1924, tiempo

en el que aparece por primera vez, en la ley de ingresos3 y 1925 —año en que aparece ya

propiamente como una ley —.4 Periodo que a su vez comprende el último año del mandato

presidencial de Álvaro Obregón y el primero de Plutarco Elías Calles.5

Menester de este trabajo, será también mostrar, como la implementación de este

gravamen significó un mecanismo fundamental para las autoridades federales, en la

definición y aplicación de la llamada política económica del nuevo régimen.6 Medidas de

orden económico que girarían principalmente alrededor de tres aspectos, que serían

fundamentales para la reconstrucción económica de México; el fiscal, el monetario-

crediticio y la renegociación de la deuda externa.7

La instauración de este impuesto en la nación mexicana, se inserta en una

temporalidad que ha sido definida por varios autores como el periodo de reconstrucción

posrevolucionaria,8 y se le ha definido así, ya que es en este momento donde bajo el

amparo de las reformas contenidas en la Constitución de 1917 —y que no se habían

implementado en su totalidad— y gracias a la mayor estabilidad político-social que

imperaba en el territorio nacional —en comparación con la década de 1910— se empiezan

a crear y transformar instituciones que serán el soporte mediante el cual la nueva clase

3 Ley de ingresos que fue emitida el día 31 de diciembre del año 1923, a esta ley le siguió la del 21 de febrero

de 1924, que reglamentaba la recaudación de estos impuestos, en Córdova, 1995, p. 356. 4 La primera ley de ingresos del gobierno de Calles en 1925 ya incluía, con su denominación corriente, el

impuesto sobre la renta, en siete renglones especiales contenidos en la fracción V del artículo primero. Pero

en ese mismo año el día 18 de marzo se expidió una nueva ley que fue perfeccionada en lo relativo a algunas

disposiciones, en Córdova, 1995, pp. 356-357. 5 Aboites, 2003, p. 131. 6 Terminó que utiliza María del Carmen Collado Herrera para referirse a las ideas políticas que se

implementaron entre los años 1920-1932, en Ludlow (coord.), 2002, p. 351. Cabe hacer mención que Enrique

Krauze y Jean Meyer utilizan el terminó Nueva Política Económica Mexicana para referirse a este paquete de

medidas de orden político-económico, en Krauze, 1977, p. 19. 7 Iturriaga, 1976, p. 9. 8 Ya que como bien comenta Alan Knight “los años veinte fueron años de reconstrucción económica, de

reforma social y del proceso de “forjar-Estado”, en Knight, 2010, p. 473.

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dirigente cimentará sus esfuerzos para reconstruir y dirigir económica y socialmente a la

nación. 9

Reconstrucción que tendría como base, una política económica signada por un

alejamiento del pensamiento liberal decimonónico y sus tesis en ella contenidas,10 en lo

referente a la participación del Estado en el desarrollo de las actividades productivas del

país. Este alejamiento o crítica del pensamiento liberal decimonónico, por parte de las

autoridades postrevolucionarias, se traduciría en un posicionamiento, que exigiría un viraje

en cuanto al grado de participación del Estado en el desarrollo de las actividades

económicas de la nación. Para lo cual, era necesario que las autoridades federales crearan

y/o transformaran diversas instituciones, por medio de las cuales, su presencia vendría a ser

determinante en el desempeño de los factores económicos, y estas, a su vez serían los

pilares en los cuales se cimentaría el futuro crecimiento económico mexicano.11

De esta forma la emergente política económica postrevolucionaria se articulaba a

través de tres ejes fundamentales, el primero; la reforma bancaria, que incluía la creación

del Banco de México y la reorganización de la banca privada, segundo; la renegociación y

reanudación del pago de la deuda externa, para con ello restablecer el crédito de México en

los mercados internacionales de capitales, y con esto fortalecer la soberanía financiera del

país y por ultimo —precisamente el tema que más nos interesa— la reforma fiscal, que

planteaba la necesidad de delimitar los ámbitos de competencia fiscal y la creación del

impuesto sobre la renta.12

Hasta bien entrado el año de 1923 se puede decir que la Revolución no había llegado

o se había retrasado en lo referente a los aspectos hacendarios del país, ya que el sistema

fiscal mexicano existente, a mediados de la década de los veinte, no había sufrido

transformación alguna, ya que se conservaba el sistema tributario de raigambre porfirista,

no obstante que en su fisonomía era muy fácil descubrir el sello inequívoco de un sistema

colonial.13

Y esto se comprueba en voz del ministro Pani cuando nos dice que, “desde el

triunfo de la revolución maderista solo se había continuado el sistema hacendario forjado y

9 Collado, 2002, p. 351. 10 Lomelí, 2004, pp. 199-221. 11 Gómez, 2008, p. 382. 12 Gómez, 2008, p. 385. 13 Pani, 1926, pp. 35-36.

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emanado de la dictadura”.14 Aunque, de ello no debemos creer, que la temática fiscal haya

estado fuera de las discusiones o proyectos a lo largo de estos años de lucha revolucionaria,

al contario es posible afirmar, que esta problemática fue una de las más abordadas y

discutidas por los jefes revolucionarios durante ese periodo.15

Ya que como bien lo menciona Luz María Uthoff, la idea de llevar a cabo una

reforma fiscal y en particular la creación de un impuesto que gravara sueldos y ganancias,

ya estaba presente en los planes y proyectos de Luis Cabrera y Rafael Nieto —ideólogos

del régimen de Venustiano Carranza— cuando en el año de 1914 redactan el nuevo

programa hacendario,16 pero donde quizá se encuentra de una manera más diáfana la

necesidad de implementar una reforma fiscal que tenga como base un gravamen sobre

sueldos y ganancias, es en el Proyecto para la creación de un Banco de México, ya que

aquí, es donde Rafael Nieto expone, que la implementación de un impuesto de esta

naturaleza sería clave para la nivelación del presupuesto nacional y con ello la

estabilización de las finanzas publicas mexicanas.17

Para el año de 1917, esta visión —de la necesidad de una reforma fiscal— fue

correspondida y reforzada, ya que Venustiano Carranza contrató al experto fiscal

estadounidense Henry Chandler, de la Universidad de Columbia para elaborar un

diagnostico sobre las finanzas mexicanas, donde formuló varias recomendaciones para

mejorarlas y aumentar los recursos del erario público. Chandler llegó a la conclusión de que

el sistema hacendario mexicano, además de confuso y desorganizado producía bajos

ingresos, ya que buena parte de las actividades productivas estaban al margen de la acción

fiscal y la carga tributaria recaía sobre las clases trabajadoras, ya que gravaba mucho más al

consumo que a la propiedad o a la renta18Para combatir estos males, una de sus

recomendaciones era la creación del income tax, impuesto sobre sueldos y ganancias.19

Recomendación que no tendría una materialización efectiva, esto debido quizá a lo

convulso de la situación en la que se encontraba aun el país y la reducida autoridad que

14 Pani, 1941, p. 59. 15 Uhthoff, 1998, p. 65. 16 Mismo que pretendía estructurar una nueva política fiscal, bancaria y monetaria. Uthoff, 1998, p. 66. 17 Uthoff.1998, p. 67. 18 Chandler, 1918, pp.1-42. 19 Se le llamaba income tax debido a que así era conocido en varios países europeos y en E.U.A, al impuesto

que gravaba los sueldos y ganancias. En México se le nombró así hasta 1925, ya que después quedó

formalmente establecida la “ley del impuesto sobre la renta”. Uhthoff, 2004, p. 161.

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ostentaba el ejecutivo a lo largo y ancho del territorio nacional. De esta manera, pasarían

alrededor de cuatro años para que el tema de la reforma fiscal se volviera a situar en la

palestra del escenario político nacional. Ya con Adolfo de la Huerta como encargado de la

Secretaria de Hacienda y teniendo a Álvaro Obregón como jefe del ejecutivo, una vez más

el tema fiscal cobraría relevancia como uno de los problemas acuciantes a resolver, para

ello De la Huerta comisionaría a Manuel Gómez Morín, la revisión de la política bancaria y

fiscal, y este a su vez se propondría crear un seminario para tales fines, mismo que tenía

como objetivo explícito estudiar los puntos sobresalientes sobre los que habría que actuar

en materia económica-fiscal.20

Es en medio de este contexto, y como parte de las labores resultantes de este

seminario, que podemos encontrar el principal antecedente — en el tintero — del impuesto

sobre la renta. El llamado “Impuesto del centenario”, gravamen que fue concebido por las

autoridades —indirectamente— como una posible fuente de financiamiento para la

celebración de las fiestas del centenario de la independencia, aunque como bien menciona

Collado Herrera, también puede ser visto como un posible experimento fiscal —que nunca

se llevó a cabo— por parte de las autoridades federales, para sopesar el posible impacto y la

respuesta pública ante tal medida, ya que pretendía ser un impuesto directo que gravaría al

comercio, la industria, las profesiones liberales, los réditos, y dividendos con porcentajes

que oscilaban entre el uno y el cuatro por ciento, de acuerdo al monto de ingresos. Y esto

sin duda podría ocasionar altos costos políticos.21

Sin embargo, la implementación de este impuesto no se llevó a cabo, esto quizá a la

fuerte dosis de pragmatismo político que imperó en la clase dirigente en este momento

histórico —y quizá también, por los altos costos de índole política que traería una

innovación de estas características —. Pragmatismo que tuvo como base, el creciente nivel

de ingresos que aportó para el erario federal, la industria petrolera, y esto a su vez fue

consecuencia de que esta industria, a principios de los años veinte, se convirtiera en el

segundo mayor productor a nivel mundial, a tal grado que los ingresos percibidos por el

fisco federal mexicano, alcanzaron para el año 1921 casi un tercio de los ingresos totales.22

20Krauze, 1996, p. 116. 21Collado, 2008, p. 374. 22 Zebadua, 1994, p. 38, Uhthoff, 2008, p. 10.

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No obstante, esta excesiva dependencia de las finanzas públicas con respecto al

mercado exterior, tendría graves consecuencias, ya que un año más tarde esta situación —

de bonanza económica— sufriría una transformación de gran envergadura, ya que para el

año de 1923 el peso de los ingresos tributarios provenientes de la industria petrolera se

reducirían bruscamente, todo esto como resultado de los movimientos en el mercado

mundial —caída de los precios—, apertura de pozos en Venezuela, así como las mismas

maniobras de las compañías para evadir el pago de impuestos.23

De tal manera, esta conjunción de elementos desembocaría en una de las situaciones

de desequilibrio presupuestal para el Estado mexicano más graves de la época, ya que el

déficit alcanzó casi un tercio de los ingresos totales federales —alrededor de $42´383,583

de pesos—.24

De esta forma, en medio de esta crisis hacendaria y económica es que Adolfo de la

Huerta presenta su renuncia, para dedicarse a su campaña electoral, —que como sabemos

desembocó en una rebelión—.25 Álvaro Obregón en su calidad de jefe del ejecutivo le

ofrece el cargo a Alberto J. Pani, quien de inmediato se aprestaría a resolver los problemas

más acuciosos para la nación, quien a su llegada al cargo expresaba que:

(…) “para poder formar un plan racional de trabajo, era preciso un

conocimiento exacto del estado en que se encontraba la Hacienda

Pública. (…) tuve la pena de descubrir que la situación hacendaria era

infinitamente peor de cómo la sospechaba.”26

Con una situación deficitaria sumamente grave, la creciente disputa con las

compañías petroleras en torno a la aplicación del párrafo cuarto del artículo 27 — de la

Constitución de 1917— y la presión que el Departamento de Estado de E.U.A. ejercía, para

que el gobierno mexicano derogara este artículo, y la tensión existente entre los banqueros

europeos y norteamericanos que exigían la inmediata reactivación del pago del servicio de

la deuda externa, es que Alberto J. Pani, se aprestó a presentar las medidas que en su

concepto, “era de toda urgencia dictar con el fin de poder conjurar el peligro de una

inminente catástrofe financiera.”27

23 Zebadua, 1994, p. 40. 24 Zebadua, 1994, p. 42. 25 Córdova, 1995, p. 262. 26 Pani, 1950, p. 292. 27 Pani, 1950, p. 293.

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De esta manera, la primera medida que tomó fue la supresión de una gran cantidad

de personal administrativo y el recorte de excesivos gastos, que en su opinión eran

superfluos e innecesarios. Todo esto con la finalidad inmediata de tratar de menguar a

corto plazo el déficit, que no cesaba de incrementar. Esto se comprueba cuando nos dice

Pani:

“Mientras no se resolviera, pues, el problema de restablecer el equilibrio de los

presupuestos, resultará absurdo, por lo lógico e irrealizable, todo propósito de

reformas en la política fiscal y financiera, que tendieran a imprimir, de acuerdo

con la ciencia hacendaria, las orientaciones marcadas, por los ideales de

mejoramiento social y de justicia económica que México persigue y por los

cuales, ha derramado durante los últimos años su sangre generosa”.28

Menester es también, situar estas medidas, como una respuesta a corto plazo, ya

que sin duda dentro del proyecto de Pani, estos esfuerzos iban encaminados a pesar de los

obstáculos políticos-económicos que habría que atravesar, hacia el cumplimiento de lo que

el definió como La política hacendaria del nuevo régimen, que tendría como base —como

se ha venido mencionando— la instauración de las reformas bancaria, fiscal y la

renegociación de la deuda externa.29

Establecido esto, el primer paso hacia la instauración de esta política hacendaria, lo

constituía la implementación del impuesto sobre la renta. Ya que este gravamen vendría —

a ojos de Pani— a solucionar algunos de los defectos más graves del sistema fiscal

mexicano. El primero, tenía que ver con el defecto que la misma Constitución de 1917

contenía, esto es, la carencia de preceptos constitucionales, que delimitaran con precisión

las respectivas jurisdicciones de tributación del Gobierno Federal, de los Gobiernos de los

Estados, así como de los Municipios.30

Desprendiéndose con ello, las invasiones reciprocas, que estorbaban e impedían el

pleno desenvolvimiento del comercio y de la industria nacional, y a su vez esto, hacía que

se complicara la recaudación fiscal de una forma articulada por parte de las autoridades de

los distintos niveles. Ya que seguía existiendo una multiplicidad de gravámenes,

heterogeneidad en cuanto a la forma y época de pago, mismo que llevaba a un grado

28 Pani, 1926, p. 12. 29 Pani, 1926, p. 15. 30 Pani, 1926, p. 18.

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enorme de confusión e ineficiencia, por lo que el Secretario de Hacienda definiría esta

situación como un estado de anarquía fiscal.31

Desde la perspectiva de Pani, el segundo y quizá el defecto más grande del sistema

fiscal mexicano, habría sido, la funesta aplicación de los principios que sustenta la escuela

liberal en materia fiscal, principios que solo estaban enfocados a la necesidad siempre

apremiante —económica— de proveerse de fondos demandados por las obligaciones

presupuestales del Gobierno. Esto es, que ponderaba el factor económico, por sobre el de

la justicia social.32

Los principios liberales en materia de impuestos, a los cuales hacía alusión el

ministro Pani, eran los de la generalidad y uniformidad, de lo cual se derivaba que el

Estado debía gravar a todos sin excepción, al aplicar las mismas cuotas.33 Los impuestos

sobre el consumo —principalmente los que recaen sobre los artículos de primera necesidad

— son los que cumplían con cuantía el desiderátum de la generalidad, ya que llegaban a

toda la población y por efecto de la imposición de cuotas homogéneas a los artículos de

consumo básico, resultaba que contribuía lo mismo, la clase trabajadora que consumía —

apenas para llegar a sobrevivir— toda su renta, que la clase propietaria que destinaba un

porcentaje mínimo de sus rentas, para adquirir los artículos de primera necesidad.34

De esta manera y siguiendo las ideas expresadas por el Secretario de Hacienda, los

impuestos de esta índole influían en la repartición de la riqueza, ya que acentuaban la más

peligrosa desigualdad económica.35 Gravámenes como el llamado impuesto del timbre,

reflejaban la fisonomía del sistema fiscal federal, ya que era un impuesto inversamente

proporcional a la capacidad económica del contribuyente, complicado en su

reglamentación, y contrario a todo propósito de mejoramiento social.

Al condensar y sintetizar esto, en proposiciones más concretas, podemos decir que

los defectos fundamentales del sistema fiscal mexicano, procedían de dos causas

primordiales; la carencia de preceptos constitucionales que delimitaran técnicamente los

ámbitos de competencia fiscal, así como la composición de dicha estructura, casi

31 Pani, 1926, p. 18. 32 Pani, 1926, p. 36. 33 Smith, 2008, pp. 350-351. 34 Pani. 1926. p. 40. 35 Pani, 1926, p. 40.

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exclusivamente con dos fuentes tributarias, el comercio exterior —exportaciones e

importaciones— y el llamado impuesto del timbre. En suma un sistema tributario basado

principalmente en impuestos indirectos engendrados con propósitos puramente fiscales,

esto es, con la sola mira de obtener recursos económicos para solventar los gastos del

Estado.36

Para corroborar esta información, basta con observar los siguientes datos, ya que

para el periodo comprendido entre los años de 1900 y 1912, el rubro de impuestos al

comercio exterior llegó a aportar 46.33% de los ingresos totales, y para el periodo de 1917-

1928 las ingresos de esta actividad aportaron 35.22%.37 En cuanto a los fondos recaudados

por concepto de impuestos internos, se tienen las siguientes cifras, entre 1903-1909 este

rubro aporto 57% del ingreso total federal y para el año de 1923 contribuyó con 64% del

total recaudado por el ejecutivo federal. Cabe mencionar que el impuesto del timbre —

gravamen indirecto— era el que más peso tenía dentro de las fuentes fiscales internas.38

En medio de este contexto, es que en el año de 1924, a través de la ley de ingresos,

—que introducía dos conceptos nuevos; que gravaban las percepciones por sueldos,

salarios, emolumentos, y las utilidades de sociedades y empresas— las autoridades

hacendarias establecían oficialmente en territorio mexicano, el impuesto sobre la renta.39

Con la firme intención de que este gravamen significará una reestructuración de la política

fiscal existente, al buscar ampliar los impuestos internos y directos en detrimento de los

indirectos y externos, y con ello reducir significativamente la dependencia de las

fluctuaciones del mercado exterior, y empezar a establecer uno de los pilares de política

económica postrevolucionaria.

De esta manera Pani argumentaba la implementación de tal medida:

“Pero la reforma trascendental no es la que tiende a corregir los defectos de

mera forma, sino los de fondo, esto es, la que impulsa al Ejecutivo a torcer la

vieja ruta de los principios basados en el falso postulado de la Escuela Liberal

y de la sola mira de obtener recursos, para seguir la que conduzca a una

36 Pani, 1926, p. 41. 37 Aboites, 2003, p. 62. 38 Uhthoff, 2007, pp. 58-62. 39 Se le llama renta, al producto del capital, o de la combinación de capital y trabajo. Puede distinguirse para

efectos impositivos, la renta bruta, renta neta y renta libre. Para mayor información remito al lector a Flores

Zavala Eduardo, Elementos de finanzas públicas mexicanas. Los impuestos, México, Porrúa, 1996, pp. 435-

440.

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repartición más equitativa de la carga de los impuestos, y usar a estos como

instrumentos para intervenir eficazmente con la resolución de altos problemas

de índole social o moral, tales, como provocar, fomentar, o hacer desaparecer

costumbres o instituciones según que sean útiles o dañinas, respectivamente

para la colectividad.”40

De las líneas precedentes nos queda claro que el impuesto sobre la renta fue

concebido por las autoridades federales, como un elemento que dotaría a la estructura

mexicana de justicia y equidad, ya que encarnaba una contribución directa y progresiva. Y

por ello, debemos entender el gravamen por el cual el legislador, se dispone a alcanzar al

contribuyente, al suprimir todo intermediario y a su vez evitar que el pago se traslade a

terceros, al gravar directamente el disfrute o posesión de la riqueza. Con este impuesto el

contribuyente debe tributar solo si es capaz de hacerlo, esto es, solo puede ser requerido, si

su renta es superior al mínimo necesario para vivir en una determinada sociedad política.

Por la misma razón esta contribución es progresiva, lo que quiere decir, que debe regularse,

según tipos de gravamen que comiencen con un mínimo, y se establezca un máximo —el

que más gana, más paga—.41

De este modo, para las autoridades federales, el impuesto sobre la renta, alcanzaría

directa y progresivamente hasta las más grandes fortunas, —y con ello remediaría una de

las grandes deficiencias de la política fiscal mexicana— favorecería a las clases

trabajadoras, al establecer un mínimum de existencia, establecería una diferenciación entre

los distintos tipos de rentas, y aplicaría una reducción por cargas de familia, efectos todos,

contrarios a los de las contribuciones indirectas, que como ya hemos hecho referencia

habían predominado en el sistema federal de tributación.42

Sin embargo esta propuesta del gobierno federal, se enfrentó con los altos costos

políticos que una medida de esta envergadura traería consigo, ya que como bien menciona

Arnaldo Córdova la oposición a este impuesto adquirió las proporciones de un verdadero

movimiento social.43Encontrándose en primera instancia, con la oposición de las

legislaturas estatales, que veían en la implementación de este gravamen, un elemento de

ruptura y redefinición en los ámbitos de competencia fiscal, ya que modificarían uno de los

40 Pani, 1926, p. 46. 41 Pani, 1926, p. 47. 42 Pani, 1926, p. 49. 43 Córdova, 1995, p. 357.

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acuerdos tácitos del arreglo político aun vigente, —no establecido en la Constitución—

argüido por las autoridades locales, que expresaba que a los estados les correspondían los

impuestos directos y a la federación los indirectos.44

El principio que delimitaba el ámbito de competencias fiscales —y con el cual, a los

ojos de las legislaturas locales rompía el ISR—, tenía su origen en La ley de Clasificación

de Rentas emitida en el año de 1857, la cual establecía una clasificación de las rentas

públicas, dividiéndolas en rentas, contribuciones, y bienes generales, y rentas,

contribuciones y bienes de los Estados; estableciendo para las primeras; derechos de

importación, exportación, tonelaje, el real de minería, derecho de patentes, impuestos a las

Fabricas, el contingente de los Estados, rentas del Distrito Federal y Baja California entre

otras. Por su parte a los Estados le correspondía; la contribución sobre la propiedad raíz,

introducción de géneros, frutos y efectos nacionales (mientras subsistan las alcabalas)

patente sobre giros mercantiles, sobre profesiones y ejercicios lucrativos etc. Sin embargo,

esta enumeración no tenía límites concretos ya que tanto la Federación como los Estados

podían establecer otros impuestos que creyeran necesarios.45

Esta situación creada en 1857, se conservó casi íntegramente en la Constitución

elaborada en 1917, pues tampoco en esta se hizo una discriminación estricta de los campos

impositivos federales y estatales, y solo se agregó entre las prohibiciones de los estados, la

de emitir estampillas, reservándole así completamente el impuesto del timbre a la

federación. De esta forma la carta magna de 1917, ratificó el modelo federalista como

modo de organización política y con ella revivía y/o dejaba intactos algunos de los

problemas inherentes al federalismo, como es, la llamada anarquía fiscal. Terminó que

como ya se hizo mención, utilizaba el gobierno federal para describir el desorden,

desarreglo, o la desintegración de la nación en términos fiscales.46

Aunado a ello, las legislaturas locales, percibían en este movimiento, una tendencia

indirecta hacia el centralismo político, tendencia que a su vez, les arrebataría parte de su

soberanía local, que emanaba de los acuerdos políticos consignados en las Constituciones

44 Aboites, 2009, p. 721. 45 Flores, 1984, p. 368. 46 Aboites, 2005, p. 200.

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de 1824, 1857 y 1917 y que daban vida a un conjunto de estados que ejercían sus derechos

y un gobierno federal que por su parte ejercía los suyos.47

Sin embargo, para las autoridades federales, uno de los principales obstáculos para

la reorganización del país —desde el aspecto económico—, residía precisamente en la

soberanía local, y su consecuente desvinculación fiscal que imperaba en territorio nacional,

ya que esto hacía imposible la tarea de armar un plan a largo plazo de desarrollo económico

nacional, que incluyera la explotación técnica de los recursos naturales, la fácil y rápida

circulación de bienes, y su distribución equitativa de ellos.48

Tales fallas eran más graves a los ojos del régimen postrevolucionario, en vista del

contexto mundial, donde la economía moderna, requería de un nuevo espacio — uno

nacional, y no uno fragmentado —.49 Ya que, como bien lo menciona Hobsbawm, la crisis

del periodo de entreguerras, arraigó en gran parte del orbe, la idea de un reforzamiento de la

llamada “economía nacional autárquica”.50 Idea que sin duda impulso a los especialistas

económicos de México a buscar imperiosamente la centralidad económica y política,

misma que debía sobreponerse y subordinar a los intereses locales.51 Y para corroborar esto

basta leer, lo que las autoridades decían al respecto:

“La comisión se ha preocupado especialmente por no olvidar que la república

entera es una unidad económica y que como tal, debe ser considerada para el

beneficio no solo de los estados, y municipios, sino para beneficio de toda la

nación. Considerar a la republica, como hasta ahora ha sucedido en la práctica,

como un conjunto de naciones accidentalmente unidas y sin un estrecho

vínculo que las presente como entidad única en el mundo entero, es condenar a

México a seguir viviendo sobre la realidad de una aterradora miseria.52

En segunda instancia, cuando el gobierno en marzo de 1924, expidió la ley de

ingresos donde como ya se mencionó, venía incluido el impuesto sobre sueldos y

ganancias, se generó de inmediato un clima hostil entre algunos sectores de la industria y el

comercio nacional. Álvaro Obregón daba cuenta de la amplia oposición que estaba

generándose a raíz de su iniciativa. “Los opositores habían llegado al punto de proponer

47 Aboites, 2009, p. 721. 48 Aboites, 2009, p. 719. 49 Fausto Hernández apunta que el gobierno federal vio en las premisas teóricas y en la experiencia

internacional, una oportunidad para argumentar la conveniencia de centralizar el país tributariamente, para así

potenciar el desarrollo económico nacional, Hernández, 2010, p. 578-580. 50 Hobsbawm, 1991, p. 143. 51 Aboites. 2009, p. 720. 52 Aboites, 2009, p. 718.

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que se derogue y que estarían dispuestos a pagar, duplicados, todos los impuestos del

timbre.53

Esta reticencia de la clase propietaria a ser gravada de manera directa, solo puede

explicarse si tenemos en cuenta que durante el régimen de Porfirio Díaz, este sector se

había visto beneficiado con prerrogativas y privilegios fiscales, y que con la

implementación de este gravamen por primera vez en la historia fiscal de nuestro país, sería

llamado a contribuir de una manera directa, a través de las percepciones en efectivo que

ostentaba.54

El 6 de abril de 1924 un diario de la Ciudad de México (Excélsior), publicó la

postura de este grupo, que se posicionó como la mayor fuerza opositora: los comerciantes

organizados a través de la llamada “Confederación de Cámaras de Comercio”. El

argumento presentado por este grupo, centraba su posición en lo que llamaban la

anticonstitucionalidad de las facultades extraordinarias otorgadas al presidente Carranza en

1917, y que seguían vigentes bajo el gobierno de Obregón. También alegaban que el ISR

recaería sobre una minoría sin capital, y que ponía en peligro el secreto industrial y

comercial y por ello violaba los códigos de comercio y penal.55

Además de combatir las facultades extraordinarias y de insistir en que la federación

no podía crear impuestos directos, el dictamen de los comerciantes argumentaba que este

gravamen sobrepasaba el ámbito puramente fiscal y era un elemento de “acción económico

social” que podía llegar a modificar drásticamente, el régimen de propiedad y llevarlo a su

socialización, es decir, al “sistema de propiedad comunista o al de la propiedad del

Estado”.56 Y eso iba en contra del individualismo “el eje máximo sobre el cual ha girado y

se ha engrandecido la humanidad, que llegó gracias a este individualismo, hasta el

prodigioso grado de desarrollo en que se encontró en las postrimerías del siglo XIX y los

albores del siglo XX”.57

Con el transcurso del tiempo, la tensión aumentaba y llegaban noticias al centro del

país, de que los comerciantes agrupados, de Torreón, Puebla, Guadalajara, Toluca, San Luis

Potosí y Monterrey, habían acordado no acatar la ley del llamado aun income tax y

53 Aboites, 2003, p. 133 54 Aboites, 2003, p. 133, 55 Aboites, 2003, p. 135. 56 Collado, 1996, p. 180. 57 Aboites, 2003. p. 130.

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ampararse. Por su parte se informaba que la Cervecería Cuauhtémoc, la Fundidora de

Fierro y Acero y el Banco Mercantil, tres de las compañías más grandes del país, ya habían

recurrido al amparo contra dicha ley.58 —Coincidentemente dos de estas empresas

(Cervecera Cuauhtémoc y Fundidora de Fierro y acero de Monterrey, S.A) en la llamada

primera ola industrializadora fueron, de las corporaciones que más beneficios obtuvieron

por conceptos de subsidios y exenciones fiscales—.59

Y además anunciaban la posibilidad de un cierre de comercios en toda la Republica.

Esto nos habla de la beligerancia y resistencia que este grupo de comerciantes puso ante la

medida del gobierno federal. La oposición fue tan grande que Obregón a mediados de

octubre decretó la expulsión del país de ocho comerciantes extranjeros residentes en Puebla

que se destacaron por su oposición contra la implementación este impuesto. Pero debido a

la intervención diplomática se evitó la aplicación de tal medida.60

Sin embargo, el gobierno federal estaba empeñado en la implementación de este

impuesto, ya que como se ha venido discutiendo, este gravamen representaba un

mecanismo fundamental en la constitución de la política económica de los gobiernos de

este periodo. Así, con el paso de los meses y la firme posición de las autoridades, la

oposición empezó a diluirse y en marzo de 1925, se expidió la ley del impuesto sobre la

renta, que hasta entonces, oficialmente empezó a llamarse así. De esta manera México se

sumaba a la ya considerable lista de países, que antes de 1924, habían creado este

gravamen, entre los que podemos señalar están; Suiza, Prusia, Austria, E.U.A., Canadá,

Francia, el imperio Alemán, Italia, Bélgica, y pocos años después Argentina, España y

Brasil.61

BALANCE HISTORIOGRÁFICO

Los estudios fiscales del periodo posrevolucionario.

Si bien, es cierto que es factible hablar de que a lo largo de las últimas décadas de la

centuria pasada y a principios de esta, dentro de la historiografía económica mexicana, se

58 Collado, 1996, p. 181. 59 Haber, 1992, p. 40. 60 Aboites, 2003, p. 136. 61 Aboites, 2003, p. 147.

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han acrecentado los estudios sobre fiscalidad, en particular sobre el periodo colonial, y el

siglo XIX, en contraste, es escaza, — por no decir muy pobre — la producción de estudios

que abarquen la temporalidad posrevolucionaria desde una óptica fiscal o económica.62 Una

de las razones a las que se puede aludir a la hora de explicar la escasez de producciones

historiográficas, es de carácter objetivo, y reside en la carencia de fuentes, sobre todo de

carácter estadístico.63 Y la otra, quizá se deba a un fenómeno enteramente subjetivo, esto

es, la interpretación positivista que ha predominado en gran parte de los estudios a la hora

de analizar este fenómeno, de donde se ha desprendido una visión de destrucción y crisis

generalizada a lo largo de este periodo.64

Esta escasez de trabajos, se vuelve problemática si como Jean Bodin creemos que

“Las finanzas, como los impuestos (en particular) constituyen los nervios del Estado”.65 Y

no cabría duda en aceptar que en este momento histórico en particular —periodo

posrevolucionario—, uno de los protagonistas centrales de la historia, es el Estado, que está

dejando atrás el paradigma estatista que pregonaba el liberalismo clásico, que está

emergiendo, que se está constituyendo como un Estado nacionalista, que empieza la labor

reconstructiva de esta nación, que crea, reconstruye y dirige instituciones sociales,

económicas y culturales.66

De tal manera, se hace cada vez más patente la necesidad de generar estudios que

vinculen y establezcan claramente los nexos que existen entre la política económica de este

momento histórico —política fiscal, monetaria y bancaría— con la construcción del Estado

moderno mexicano. Aunado a ello, resulta imperante que se preste una mayor atención a

los fenómenos de carácter económico-político que están sucediendo en gran parte del orbe.

Ya que sin duda existe una correlación estrecha entre los fenómenos de carácter

externo, como lo son, el hundimiento de los valores e instituciones del paradigma liberal, la

crisis económica del periodo de entreguerras, el movimiento progresivo en distintas

naciones hacía la búsqueda de economías proteccionistas y su impacto en el ideario de los

62 Uhthoff, 2004, p. 9. 63 Pues como es conocido, de 1914 a 1923 se dejaron de publicar las Memorias de Hacienda y las Cuentas del

Tesoro Federal, en: Uhthoff, 1998, p. 14. 64 Womack, 2012, p. 15. 65 Goldschmidt 1941. P. 114. 66 Krauze, 1977. p. 10.

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principales actores políticos de la época, y de estos a su vez, en la labor que desempeñaron

dentro de la reconstrucción del Estado mexicano del siglo XX.67

Si bien es claro —como ya se comentó— que existe una laguna dentro de la

historiografía económica mexicana que aborde esta problemática, se cometería craso error,

en no otorgar la justa validez y reconocer la calidad de los trabajos que existen para el

periodo en cuestión. Donde a pesar de las dificultades de carácter objetivo —escasez de

fuentes de orden estadístico— que existen, han podido sortear esta problemática y producir

estudios pioneros que han abierto una senda, sin la cual, la labor para futuras

investigaciones resultaría aún más complicada.

Desde estudios como el de Luz María Uhthoff, el cual, a través de sus páginas, nos

ha permitido observar y comprender la importancia que pudo llegar tener el control de las

finanzas públicas en la lucha revolucionaria, y estas a su vez, situarlas como uno de los

posibles elementos que pudieron ayudar en el posterior triunfo del constitucionalismo.

Innovador y fecundo resulta el estudio que presenta sobre dos personajes claves de este

periodo como lo fueron Luis Cabrera y Rafael Nieto,68 ya que nos muestra cuales fueron las

ideas y proyectos que desde la perspectiva de estos personajes, resultaban más acuciantes

para el porvenir del país, entre las que se destacan; la necesidad de crear un banco único de

emisión, la implementación de una reforma monetaria y la creación de un impuesto sobre

sueldos y ganancias.69

De gran valía resulta conocer el ideario y los proyectos que resultaron durante sus

gestiones, para estar en la posibilidad de situar las reformas que se implementaron a través

de la política económica postrevolucionaria en la década de los veinte del siglo pasado,

como parte de un continuum, enmarcado dentro de un proceso que se fue gestando a lo

largo de varios años.

Para la década de los veinte, ya en particular, nos encontramos con una serie de

producciones historiográficas, que han trabajado bajo la premisa de analizar el impulso

67 El Estado que emerge durante este periodo, estaría llamado a jugar un papel decisivo, no solo en América

Latina, sino en toda la economía mundial durante este ciclo, que se iniciaría durante los años veinte, en

muchos sitios, asociado con el keynesianismo y en América Latina con el desarrollismo. en; Bértola-Ocampo,

2012, p. 169. 68 Luis Cabrera fue Secretario de Hacienda durante el periodo 1914 -1917 y 1919 -1920. Rafael Nieto ocupó

el cargo de Subsecretario de Hacienda durante el periodo constitucional de Venustiano Carranza. Uhthoff,

2004, p. 67. 69 Uhthoff, 2004

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centralizador que se desató a lo largo de este periodo. Y para ello, han hecho uso de las

herramientas que el estudio de la historia fiscal proporciona, tales como son, el estudio y

análisis de las tendencias tributarias en larga perspectiva que siguieron tanto la hacienda

pública federal, como las locales desde finales del siglo XIX y principios del XX, y que

tuvo como resultado, las largas series estadísticas publicadas en algunos textos, que

explican la disparidad en torno al crecimiento que vivió la hacienda pública federal y en

contrapartida el empobrecimiento de las locales. De igual forma en estos estudios ha estado

presente, el análisis de las transformaciones que se han sucedido en la estructura fiscal

federal, en cuanto a la composición de los ingresos totales a lo largo de las primeras

décadas del siglo XX.70

Una problemática que ha permeado de buena manera los trabajos de esta época, y

que muchas veces se encuentra de forma implícita en la mayoría de las producciones de

esta índole, es la importancia que se le concede al estudio de las transformaciones en el

ámbito de las competencias fiscales entre federación y estados que se suscitaron en el

periodo posrevolucionario. Y es aquí donde el interés por el impuesto sobre la renta, ha

cobrado relativa importancia, ya que como lo menciona Aboites, este gravamen vino a

representar el mayor objeto de discordia entre el gobierno federal y los locales de la

primera mitad del siglo XX.71

Dentro de estos estudios, este gravamen, ha sido estudiado como un elemento que

vino a redefinir las relaciones fiscales entre los distintos niveles organizativos, ya que por

primera vez en la historia de nuestro país, se implementaría un impuesto directo y

progresivo, pero que además estaría bajo el cargo del gobierno federal.72 Cuestión que sin

duda, desataría una ola de conflictos a lo largo y ancho del territorio, ya que en las

entidades locales, se percibía como un movimiento que conduciría a la centralización

política, y que además violaba uno de los preceptos constitucionales, el cual, concedía el

cobro de impuestos directos a los estados y los indirectos a la federación. Aunado a todo

70 Véase, Aboites, 2003, 2009, 2006, Uhthoff, 2006, 2004, Hernández, 1993. Iturriaga, 1971, Carmagnani,

1994. 71 Aboites, 2009, pp. 134-135. 72 Aboites, 2009, pp. 131-132.

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ello, desataría una ola de protestas en el sector empresarial y comercial, que veían en este

gravamen el fin a las prerrogativas que por largo tiempo habían gozado.73

Otro ámbito en el que se ha trabajado —aunque no ha profundidad— es en el

análisis, en términos generales, de la modernización de las finanzas públicas, como uno de

los proyectos centrales del Estado mexicano de las primeras décadas del siglo XX. Y que

tenía como uno de sus proyectos centrales, buscar un desarrollo económico más

independiente, al intentar depender menos del sector externo, dado que una proporción muy

alta de los ingresos del gobierno federal se derivaba de los derechos aduaneros, el ingreso y

el consecuente gasto gubernamental tendían a correr paralelamente a las fluctuaciones del

mercado exterior, y esto resultaba muy peligroso para la estabilidad del país.74

Para remediar esto, uno de los objetivos primordiales era la creación de gravámenes

que no estuvieran relacionados con el sector externo —ISR— el combate a la anarquía —

término que utilizaba el gobierno federal, para referirse al desarreglo o desorden que existía

en materia impositiva en gran parte de los estados—, mediante la construcción de un centro

político-económico poderoso, que hiciera frente a los requerimientos que la economía

moderna planteaba, esto es, la conformación de un espacio nacional y no uno fragmentado,

para lo que resultaba necesario destruir las barreras impositivas entre entidades, así como la

homogeneización en el cobro de los impuestos.75

Si bien, se ha hablado aquí sucintamente de las vetas de investigación que se han

abierto en los últimos años, en torno a la fiscalidad de los gobiernos posrevolucionarios de

las primeras décadas del siglo XX, aún queda mucho por explicar, por analizar, para llegar

a una comprensión total del fenómeno en cuestión.

Cabría hacer notar la insuficiencia de estudios que sitúen la creación del impuesto

sobre la renta, como un elemento de primer orden en el proyecto de nación que buscó

implementar el Estado mexicano de la época. Que plantee la estrecha conexión que existió

entre la creación de este gravamen y lo que ha sido definido como la política económica de

la postrevolución, que vinculen de una manera más profunda la renegociación del servicio

del pago de la deuda externa y la creación de un Banco central a cargo del Estado, con la

reforma fiscal que representaba el impuesto sobre la renta.

73 De la Peña- Aguirre, 2006, p. 259. 74 Bulmer-Thomas, 1998, p. 201. 75 Aboites, 2003, p. 136.

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Estudios que logren identificar y distinguir las necesidades a corto plazo y sus

medidas consecuentes a las que recurrió el Estado mexicano, tal como fue, la supresión de

pagos y la eliminación de ciertos departamentos administrativos, con el fin de menguar el

creciente déficit presupuestal. Y en segunda instancia —lo más importante— el proyecto

económico a largo plazo que trató de implantar el nuevo Estado posrevolucionario.

Conocimiento a través del cual y por el cual estaremos en una mayor posibilidad de

comprender la naturaleza del Estado que emerge en este momento histórico.

Y aquí llegamos a uno de los puntos que a nuestro parecer, resulta nodal; la estrecha

relación que existe entre el fortalecimiento de los Estados nación modernos, y la

implementación del impuesto progresivo, que se da a nivel mundial en el periodo de

entreguerras, y del cual México no resultó exento.

¿Cómo explicar esto? Cómo entender lo que Sir Josiah Stump76 decía en el año de

1921.”La tasación progresiva de los ingresos ahora es casi universal y es difícil

imaginarse actualmente que este impuesto, hace apenas 2 décadas era visto con

desconfianza por todos”.77 ¿Cómo situar al Estado Mexicano dentro de esta tendencia

internacional?

Es indudable que dada la complejidad del fenómeno que se ha esbozado a lo largo

de estas líneas, existe una necesidad dentro de la historiografía especializada, de trabajos

que vinculen las experiencias internacionales —ya que como se ha llegado a comentar, la

tasación progresiva vive una especie de boom a lo largo del periodo de entreguerras— con

las experiencias ocurridas en territorio nacional.78

Producciones historiográficas que tengan un conocimiento pleno o referencia sobre

lo que está pasando en otras latitudes, en lo referente a las políticas económicas que se

están implementando y a partir de esto, relacionarlo con la realidad mexicana. Cómo

explicar que durante los años de 1921 a 1925 en la URSS, por hablar de un caso en

particular, se crea un banco de Estado, se crean bancos agrícolas, se lleva a cabo una

reforma monetaria, se busca a toda costa en el corto plazo el equilibrio presupuestal, y lo

más interesante, también se implementa el impuesto sobre la renta.79 ¿No existirá una

76 Sir Josiah Stamp (1880-1941), fue director del Banco de Inglaterra durante el periodo de 1928-1941. 77 Goldschmidt, 1941, p. 91. 78 Aboites, 2003, p. 147. 79 Nove, 1973, pp. 96-98.

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relación a nivel internacional, en diversas naciones, en cuanto a la forma de promover el

desarrollo económico? Y más aun ¿Qué relación existe entre estas políticas económicas y la

redefinición del Estado nación moderno?

En vista de lo planteado, se hace cada vez mas imperante que la historiografía

económica nos explique la relación que existió, entre el proyecto de desarrollo económico

orquestado por el Estado mexicano, —a través de la política económica

postrevolucionaria— y la implementación del impuesto sobre la renta, que analice de una

manera más profunda el vínculo que existió entre el fortalecimiento del Estado moderno y

el gravamen progresivo, entre la creciente participación del Estado en las actividades

productivas, y su creciente oferta de servicios públicos, entre el deseo de dinamizar la

economía mexicana a través de una mayor industrialización, de la que se desprendería el

surgimiento de una clase media, y a su vez, la relación que tendría esto con el elemento

fundamental sobre el que recae el impuesto sobre la renta, la progresividad, la cual le

aseguraba un ingreso constante al Estado y por otro lado, promovía la estabilidad del poder

adquisitivo al instituir un mínimo de existencia.

Estabilidad del poder adquisitivo que indudablemente repercutiría en la esfera del

consumo, —al asegurarlo — y este a su vez ejercería una acción reciproca en la

producción. A partir de lo cual, podemos entender la política económica postrevolucionaria

como una serie de actos que tenían como una de sus premisas fundamentales, la aceleración

en el desarrollo de la producción en particular -agricultura, manufacturas, etc.- y a su vez

como parte del desarrollo de una totalidad, en la cual producción, distribución, circulación

y consumo son un todo orgánico, y en el que todos los elementos constitutivos de este

proceso son determinados y determinantes.80

JUSTIFICACIÓN.

Desde el punto de vista historiográfico esta investigación encuentra su justificante en la

baja producción de trabajos que existen hasta el día de hoy, que aborden la temática de la

política económica, así como de la política fiscal —de modo particular— que se

implementaron en el México posrevolucionario . De tal manera, este trabajo pretende

aportar elementos de análisis histórico-económico que abonen a la discusión existente sobre

80 Marx, 1974, pp. 233-245.

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un proceso que vino a ser tan importante para la vida económica de nuestro país, como fue

la aplicación de una política económica con basamentos teóricos distintos a los que habían

dominado hasta inicios del siglo XX la vida política nacional y que giraban principalmente

en torno a las propuestas teóricas que se conocen como liberalismo.

Al situarnos desde el punto de vista profesional, no puedo más que manifestar que el

trabajo que aquí se presenta viene a poner de manifiesto los conocimientos y herramientas

de orden teórico y práctico adquiridas durante el curso de la carrera.

OBJETIVOS.

General

Analizar la creación del impuesto sobre la renta con base en su fundamento teórico

y político. Esto es, situar este gravamen como parte integral y fundamental de la política

económica posrevolucionaria. Aunado a ello, y de forma paralela, menester de este trabajo,

será situar la implementación de este impuesto como una respuesta puntual y precisa a

ciertas deficiencias presentadas por la estructura fiscal mexicana existente a inicios del

siglo XX.

ESPECIFICOS.

Rastrear la conformación de la crítica hacía la política económica del gobierno de

Porfirio Díaz a inicios del siglo XX, y a su vez, situar personajes claves dentro del

surgimiento de esta crítica.

Encontrar las ideas o propuestas que se van generando en las primeras décadas del

siglo XX en torno a la implementación del impuesto sobre la renta.

Analizar los principales problemas y opositores ante la implementación de este

gravamen

Definir y caracterizar en líneas generales lo que se conoce como política económica

posrevolucionaria, así como evaluar la importancia que tuvo el impuesto sobre la

renta en la implementación de este paquete de medidas de orden económico.

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HIPÓTESIS.

Demostrar la importancia que tuvo la implementación de este gravamen para las

autoridades posrevolucionarias en aras de implementar lo que se conoce como la política

económica posrevolucionaria y a su vez, demostrar cómo esta política económica fue la

cristalización de un proceso de alejamiento de las tesis del liberalismo decimonónico en lo

que se refería a la participación del Estado en las actividades productivas del país, de forma

general, así como del sistema fiscal en forma particular.

ÍNDICE TENTATIVO.

Introducción.

Capítulo I.

Características generales de la política económica implementada durante el régimen

de Porfirio Díaz

La crítica hacia la Política económica del Porfiriato a inicios del siglo XX.

Capítulo II.

Ideas y propuestas para la implementación del ISR durante los primeros años del

siglo XX.

El establecimiento oficial del impuesto sobre la renta durante los años de 1924-

1925.

Principales problemas y opositores que surgieron ante la implementación del

impuesto sobre la renta.

Capítulo III.

La política económica posrevolucionaria

Importancia del impuesto sobre la renta en la política económica posrevolucionaria

Conclusiones.

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