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un film de Raúl Ruiz

Palomita Blanca

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Antologia de cine chileno de los 90s

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un film de Raúl Ruiz

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“Virgencita del Socorro, haz que Juan Carlos se enamore de otra, de una mujer extranjera que no lo quiera a él, sino que a otro. Haz Virgencita que ese otro se enamore de mi, y que yo no lo quiera, Virgencita, porque yo quiero a Juan Carlos con todo mi corazón. Haz Virgencita, que esa mujer abandone a Juan Carlos por ese hombre; haz que ese hombre abandone a esa mujer por mi; haz que yo rechace a ese hombre; haz que Juan Carlos lo sepa todo y se de cuenta de que la única que lo quiere soy yo. Que yo soy la única, Virgencita. Por Cristo Señor Nuestro, así sea”.

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Realizada en 1973, no fue sino después de diecisiete años que la obra de Raúl Ruiz, basada en la novela homónima de Enrique Lafourcade escrita en 1970, se estrenó en las salas de cine del país. En un período histórico y un clima político atemporal a su producción, Palomita Blanca se ha transformado con el tiempo, en el fiel retrato del ambiente social y cultural chileno de ante sala a dictadura.

La historia cuenta la vida melodramática y amorosa de María, una joven santiaguina de clase baja interpretada por Beatriz Lapido, quien se enamora de Juan Carlos, un muchacho de la acomodada burguesía chilena, interpretado por Rodrigo Ureta. Entre evidentes diferencias de costumbres, familia, vivienda y educación, María transcurre el relato con sus pensamientos, temores y recuerdos acerca de un amor que pareciera imposible pero no lejano.

Con personajes, situaciones y episodios agregados por Ruiz a la versión literaria y una banda sonora original producida por Los Jaivas, el largometraje refleja toda una generación que se ve identificada con los protagonistas: a través de cartas, diarios personales, diálogos y teleseries que intervienen develando una realidad política y social tratada con sutil ironía, que no se vio afectada por el limbo producido entre su fecha de rodaje inicial y el posterior estreno en la década de los noventa, transformándola en uno de los íconos cinematográficos de la transición.

RE

SE

ÑA

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C O N T E X T OH I S T Ó R I C O

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El año comenzó con uno de los hechos que marcó la década política. Luego de haber sido secuestrado el 9 de septiembre de 1991 por miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Cristián Edwards, hijo de Agustín Edwards Eastman, dueño de El Mercurio, fue liberado cinco meses después tras pagar un millón de dólares.

A pesar de este incidente, 1992 fue el año del Piñeragate, protagonizado por el en ese entonces senador Sebastián Piñera y la miembro de Renovación Nacional, Evelyn Matthei. El 23 de agosto, en el programa de Megavisión A eso de…, Ricardo Claro, dueño del canal, dio a conocer en vivo la grabación extraída de una conversación telefónica entre Piñera y su amigo Pedro Pablo Díaz. En ella, ambos planeaban una maniobra para complicar a Matthei. Las consecuencias de este escán-dalo bajaron la precandidatura a la presidencia de Sebastián Piñera, terminaron el programa, volvieron a poner sobre la mesa el espionaje político.

En temas sociales y económicos, el 22 de abril se llevó a cabo el decimosexto Censo, que reflejó el crecimiento de la población en 1,6%. Chile tenía entonces 13.348.401 habitantes.

El 9 de marzo, Televisión Nacional de Chile estrenó el programa Buenos Días a Todos, con la conducción de Felipe Camiroaga y Tati Penna. En tanto, el 29 de agosto Sábado Gigante cumplió 30 años al aire. Posteriormente, el 26 de diciembre, se emitió por última vez el programa grabado desde Chile. A partir de 1993, éste se realizaría exclusivamente desde Miami.

El área cultural fue una de las aristas sociales más privilegiadas de este año con la instauración del FONDART, entonces cargo de la división cultural del Ministerio de Educación. Esta fuente de financiamiento por parte del Estado, fue creada para el exclusivo desarrollo de la cultura y las artes, incluyendo el cine. Gracias a este tipo de acciones y al deseo a la recuperación de memoria y materiales perdidos en la dictadura, se instaló en Santiago y regiones una serie de escuelas de cine y comunicación audiovisual, las cuales conformaron un ámbito de formación profesional que por mucho tiempo se dio por perdido. Raúl Ruiz, quien había sido docente en los 70, volvió después de 20 años a tener su revancha con Palomita Blanca, la cinta que tenía pendiente desde aquella época.

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P E P E d E l A V E g A

1973

Fue demasiado fuerte lo que pasó a nivel cine después del golpe de estado aquí en Chile. Nosotros estrenábamos Palomita Blanca el 18 de septiembre de 1973, y cercana a la fecha yo ya había visto la copia cero, que es lo único que se alcanzó a hacer de la película. Todo el resto fue quemado en las afueras de Chilefilms, todo lo que se había echo hasta el minuto en cine. Yo estaba ahí, miraba por la ventana y me corrían las lagrimas, y con ellas no se podía apagar el incendio, ni con las de Jorge Miller, ni con las de nadie que estaba ahí. Pero así fue.

1992

Ver la película a través de una nube fue difícil, pero la vimos con calma, la revisamos, y uno de los valores mas grandes que tiene esa película, es que Raúl no cambió ni un solo plano de la película original del 73, ni uno solo. La película está tal cual como Raúl se la imaginó. Nunca se cambió un plano, nunca se rehízo. Fue la primera gran producción del cine chileno, y la pudimos ver recién 20 años después.

Palomilla Brava

Hay un material que hay que encontrar, que es Palomilla Brava; un documental que hicimos con Raúl y Jorge Miller acerca de la selección de las palomitas. Lo hemos buscado y buscado, pero tiene que estar en alguna parte, alguien lo debe tener.

Se hizo un concurso para encontrar a la protagonista y fue increíble ver una cola que empezaba en Chilefilms y terminaba en Colón. Puras niñitas desde 14 hasta 20 y tantos años, además de un centenar de cartas que llegaron que decían que se creían palomitas blancas; una cosa maravillosa. Y ahí empezamos a hacer un documental con todo lo que sucedía. El que no aparecía era el personaje hombre, el lolo. Raúl estaba un poco desesperado, nos decía: “pero oye qué pasa que tenemos 20 palomitas y ningún niño”. Estábamos en eso y un día llega un cabro que abre la puerta y nos dice: “oye, aquí es el casting?” Y Raúl lo ve y dice: “ese es!” Y resultó ser Rodrigo Ureta, nuestro Juan Carlos.

S O N I d I S TA PA l O m I TA B l A N C A

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la música

Trabajamos con unos viñamarinos amigos del barrio, Los Jaivas. Hicimos la música de la película y mientras se iban montando las imágenes se iba haciendo la música. Se terminaba una secuencia y se creaba la pieza musical a partir de las escenas. Los Jaivas se vinieron de viña y se instalaron en el estudio de Chilefilms, entonces en la sala de arriba se terminaba una secuencia y subía el Gato, Gabriel o Claudio y mirábamos las secuencias para improvisar las piezas musicales. Había mucha magia en el proceso creativo, temas incluso fueron sacados de titulares de diarios tirados en el piso. Muy bonito.

De culto

Palomita Blanca fue bien interesante después, ya que esa una visión de nosotros en la época y tenía mucho de todos ahí dentro. Se refleja la identidad de un Chile que estaba terminando. Santiago en esa época era mara-villoso, yo lo recuerdo como la mejor época. Estaba lleno de gente, artistas de todo el mundo observando el proceso. Donde ibas había gente hablando de filosofía, de política, de arte.

Cuando empezamos a filmar fue una locura, no parábamos.

Nosotros nos íbamos a hacer una película y vivíamos el largometraje todo el día. No había horarios, llegábamos a trabajar y las citaciones eran desde que el sol salía hasta terminar la secuencia. Estábamos viviendo el cine, y ninguno de nosotros pensó que iba a trascender tanto esta película.

aDiós, raúl

Y se nos fue Raúl. Se nos fue el maestro. Para su funeral, a mi se me cerró al puerta que él me abrió, pero hice algo lindo; fui con mi grabador al funeral y capté todo: lo que habló el cura; después cantó la Verónica Villarroel, había una orquesta de cámara; en el cementerio con todos los que hablaron. Tengo todo grabado. Y un amigo mío, llamado Víctor Uribe, filmó todo con una cámara Super 8.Además, en el cementerio hubo personas muy cercanas a Raúl que no pudieron hablar por falta de tiempo, escribieron sus palabras y me regalaron los papales, entonces pienso publicar lo que se habló más lo que no se habló. La gente tiene que saber lo que pasa, a propósito del arte y Raúl, quien era uno de los elementos más importantes para el cine; un referente muy importante.

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d AV I d V E R A - m E I g g S C I N E A S TA

PRUEBA DEL TIEMPO

Toda creación auténtica pasa la prueba del tiempo, porque es una síntesis que se produce en un mo-mento con lo que vino antes, con lo que ocurre en ese momento y se proyecta hacia delante. Que se estrenara casi 20 años después jugó a su favor. nada mejor que el grupo de viejas zurcidas de aden-tro, que prohibieron la película en su época, creando así el mito. Además, al final de la Unidad Pop-ular, todos los que estábamos in-volucrados en el mundo del cine y las artes, habíamos participado en alguna escena de Palomita Blanca. Por lo tanto, no era raro de que al haber negado el film, se hubiese potenciado tanto en el tiempo su reaparición, y cuando se estrenó al recuperarse la democracia, se pudo comprobar además cuales eran sus cualidad intrínsecas.

IDENTIDAD

Lo que hizo Raúl, fue traicionar de la A a la Z la novelita pequeña burguesa de Lafourcade. Enton-ces, ese es un acto involuntario e intuitivo de la razón del creador,

se filmó la película en una época muy efervescente; pasaban tantas cosas al mismo tiempo, que no podía un ojo certero no atrapar dos o tres pincelada sobre la esen-cia de lo que somos como país. Un intelectual me dijo una vez, que la escena de la discusión ide-ológica sobre los tejados, era la quinta esencia de toda la historia política chilena, y puede ser ver-dad. Como también, una profesora de la universidad de Boloña, me dijo que al ver la película, no había entendido nada, porque no hab-laba castellano lo suficientemente bien, pero lo único que deseaba después de ver la cinta era entend-er la cultura chilena. No había en-tendido ni una sola palabra, pero todo lo que había visto y el ruido la habían dejado deslumbrada. Me dijo: “Yo a este señor Ruiz no lo conozco, pero permíteme antici-par que es un genio”.

ESENCIA

Reúne en ese momento histórico, las coordenadas de todo lo que estaba sucediendo: el conflicto so-cial; el contraste feroz de una clase

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con respecto a otra; la buena onda de tratar de salir adelante (“yo te doy un trabajo de empleadita y tu atiendes mi negocio”); la música, y la atmosfera entre delirante, retrasada y demencial de dar un salto para adelante, pero sin sab-er a donde se iba a caer. No hay muchas otras películas en el cine chileno que tengan eso, y yo la encuentro una película bien im-perfecta, técnica y narrativamente hablando, pero son tales las po-tencias del resto del material que la cruzan, que salta mucho más allá de sus imperfecciones técni-cas. Fue la producción más cara de la época.

REFERENTE

Ruiz tiene esa extraña cualidad de los grandes autores nuestros, que son deslumbrantes pero no generan escuela. No hay una es-cuela Roberto Matta; no hay una escuela Gabriel Mistral, ni Violeta Parra. Son chispazos brillantes que iluminan nuestro firmamento de una manera que no se expro-pia, entonces cuando vamos cam-inando por la tierra y vemos por donde están las estrellas, eso nos puede orientar, pero no es que la estamos siguiendo. Nosotros no somos los reyes magos que vamos

a llegar a Belén; no tiene que ver con nuestra forma del ser cultural, lo cual no evita que existan escue-las, pero las escuelas no la dictan las estrellas, las dicta un grupo de gente.

1992

La gente estaba con muchas ex-pectativas, fue tremendo. El gran acontecimiento del cine chileno de vuelta a la democracia. No posee la universalidad de otras películas, ya que tiene códigos ne-tamente chilenos, pero sin duda fue una de las película más taquil-lera del año, y la historia del cine chileno.

FIGURA FEMENINA

La Palomita va absuelta en todo este fresco social; es ella la esper-anza del futuro. Está puesto el én-fasis que no está en la novela, en la posibilidad de redención de ella, desde su condición desmedrada, a llegar a una nueva conciencia de si, que es lo que gana el per-sonaje. Es finalmente más libre, porque aprendió a ser si misma, y no a tratar de ser aceptada por los otros, pareciéndose a los otros, lo cual es una buena metáfora de la cultura nacional.

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“Lo más importante es el resultado de la aguda observación sobre las oblicuas y nada simples relaciones entre los distintos componentes de la sociedad chilena. Lejos del maniqueísmo político de los años 70, Ruiz exhibe una certera penetración en el descubrimiento de los juegos de dependencia, condicionamientos y desconfianzas mutuas entre nuestras clases sociales, visualizando –con ironía a veces cruel- sus más patéticas contradicciones. Como nadie, Ruiz ha sabido colocarnos delante de un espejo que se deforma solo” Revista Wikén de El Mercurio – 6 de noviembre de 1992.

“Y ahora, que por fin se estrena, el tiempo cambió la apreciación que se tiene de la cinta, casi como un valor agregado puede ser considerada también un registro de imágenes de esos años de hippies y enfrentamiento político. Comenzando los noventa la vemos como pieza de un pasado irremisiblemente perdido, testimonio artístico de un tiempo ido”. La Tercera, 6 de noviembre de 1992.

“Raúl Ruiz logra asombrar en este filme por la construcción de personajes, por la recreación caso documental de una época y por su capacidad de reflejar lo que somos como sociedad. Pero el impacto es mayor al descubrir que sus opciones estilísticas no fueron producto de una maduración lograda durante el desarrollo de su carrera en Francia, sino que éstas ya estaban presentes en sus primeros trabajos. Tanto el uso del lenguaje como pieza fundamental de su cine, la recuperación y la transgresión de un género y la reiteración narrativa en su construcción, quedaron plasmados en este largometraje suspendido desde 1973”. Revista A Tablero Vuelto de La Nación, 6 de noviembre de 1992.

P R E N S A

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|| Junto con Miguel Littín y Patricio Guzmán, Raúl Ruiz fue considerado parte del llamado ´nuevo cine chileno`, que incluía a los cineastas que habían comenzado a grabar en la década de los 60`s.

|| El Director de Fotografía de Palomita Blanca fue Silvio Caiozzi, quien posteriormente inicio una carrera como cineasta, realizando películas como Julio Comienza en Julio, La Luna en el Espejo y Coronación, entre otras.

|| La novela de Enrique Lafourcade publicada en 1971, en la cual se basa la película, fue en su tiempo una de las novelas más vendidas en la his-toria de la literatura chilena, con aproximadamente cuarenta ediciones y más de un millón de ejemplares editados, pasando a ser incluida a los libros de lectura complementaria en la enseñanza media de los años 80.

|| Al realizar el casting para encontrar a la protagonista, llegaron cientos de niñas a Chilefilms para el papel. Con ese material, el equipo de Raúl Ruiz realizó un documental titulado Palomilla Brava, que desde el 11 de septiembre de 1973 no ha podido ser encontrado.

|| La película se terminó de rodar el 25 de julio de 1973, día en que Raúl Ruíz cumplía 32 años

|| El día del estreno de Palomita Blanca, fue cerrado el Cine Continental, ubicado a unos metros de la Alameda por Nataniel Cox, luego de 50 años de funcionamiento.

|| A fines de noviembre comenzaron a funcionar los cines Las Lilas 1, 2 y 3, ubicadas en la plaza del mismo nombre. Considerados una gran inversión para la escena cinematográfica de la capital (300 mil dólares), las tres salas de cine fueron inauguradas con la exhibición de Cambio de Hábito, película protagonizada por Whoppi Goldberg.

|| Ese mismo mes, el cantante cubano, Silvio Rodríguez, celebró sus 25 años en la música con una gira internacional que incluyó a Chile en sus destinos.

d A T O S

E f E m É R I d E S

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“Mátame, Juan Carlos”