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 i ! PERIÓDICO OFICIAL OE LA SOCIEDAD VE TE RI NA RI A DE SOCORROS MUT UOS. RESUMEN,  De la papera en el ganado vacunoSecreción luctea sin gestación antecedente.Ojos artificiales para el eaballo. Desprendi- miento del casco. Defensa de la sociedad  La protectora. Los pedidos y recla macio nes se ha rán á D.  \iccnte Sans González, calle del Sordo, núm.  9 , cto. tercero de la derecha. líe la papera eu el ganado vacuno. El catedrático de clínica en la escuela veterinaria de To- losa (Francia) Mr. Lafosse ha pu blicado en el Diario de los veterinarios del Mediodía, el articulo sig uie nte , q u e con ceptuamos  muy instructivo y por lo tanto deber ocupar un 'ugar en el Boletín. El  titulo de este escrito va sin duda hacer  creer que los bandes rumiantes estan espuestos á presentar el  cuadro xacto ó conjunto de síntomas p o r lo s qu e se manifiesta la eccion  tan común de los solípedos,  llamada papera, lo "al de hecho no es  así. No esesclusivameute p o r las  for— as  aparentes por las que  se descubre el genio ó carácter e as e n fcnncdades; sin duda sus manifestaciones estertores

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i!PERIDICO OFICIAL OE LA SOCIEDAD VETERINARIA DE SOCORROS MUTUOS. RESUMEN, De la papera en el ganado vacunoSecrecin luctea sin gestacin antecedente.Ojos artificiales para el eaballo.Desprendimiento del casco.Defensa de la sociedad La protectora. Los pedidos y reclamaciones se harn D. \iccnte Sans calle del Sordo, nm. 9, cto. tercero de la derecha. Gonzlez,

l e la papera eu el ganado vacuno.

El catedrtico de clnica en la escuela veterinaria de Tolosa (Francia) Mr. Lafosse ha publicado en el Diario de los veterinarios del Medioda, el articulo siguiente, que c o n ceptuamos muy instructivo y por lo tanto deber ocupar un 'ugar en el Boletn. El titulo de este escrito va sin duda hacer creer que los bandes rumiantes estan espuestos presentar el cuadro xacto conjunto de sntomas por los que se manifiesta la eccion tan comn de los solpedos, llamada papera, lo "al de hecho no es as. No esesclusivameute por las for as aparentes por las que se descubre el genio carcter e a s en fcnncdades; sin duda sus manifestaciones estertoresTOMO x. G

82 concurren demostrar la naturaleza, pero esta en realidad no se descubre sino apreciando las causas patognicas y las verdaderas consecuencias de los fenmenos morbficos. Las enfermedades son casi idnticas cuando tienen el mismo origen, cuando llegan los mismos fines por medios trastornos que aunque diferentes, presentan sin embargo i n contestables analogas. Esto es lo que resultar, segn se nos figura, de la esposicion que vamos hacer. Establecemos que la papera de los animales solpedos es esencialmente una eliminacin de los humores linfticos de la primera edad, que se verifica en el mayor nmero de casos por medio de una inflamacin cuyo sitio puede var i a r , pero que por lo comn se establece en las primeras vias digestivas, mucosa respiratoria , ganglios y tejido celular circunvecino. No creemos necesario desarrollar esta idea q u e , en el estado actual, se nos figura no encuentra opositores. Es la afeccin , as definida en su naturaleza, que va ser comparada la que denominamos papera del ganado v a c u n o , cuyos caracteres vamos trazar con rapidez. Esta enfermedad acomete las reses vacunas jvenes durante los primeros cinco aos de su existencia, sobre todo en la poca de la erupcin de los molares permanentes, siendo muy raro se manifieste despus de esta edad. Los animales criados en parages frtiles, que pasan una parte de su juventud en dehesas pastos feraces, que encuentran en abundancia en el establo alimentos nutritivos, heno de los prados artificiales, hasta maiz y habas en el invierno, algarrobas y otras semillas en el verano, despus del verde habitual de la primavera , son los afectados con mas particularidad. Estos alimentos contienen albmina, legumina, inuclago, azcar, grasa, y son muy adeca-

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dos para aumentar la proporcin de materias proteicas y crasas que entran en la composicin normal de la sangre. La alteracin mas frecuente por la que se caracteriza la papera en las reses vacunas consiste en abscesos frios, que pudieran denominarse quistes purulentos. El sitio mas comn de estos abscesos es alrededor de la cabeza, sobre los carrillos, en la base de las orejas, detrs de las fauces, en el origen de la papada, cerca del c o n t o r no del borde del maxilar y en !a regin parotidea. Sin embargo , suele veces suceder que se colocan delante d e trs de la espalda, y solo por escepcion se manifiestan en otras partes. En resumen, casi en cuantos puntos se desarrollan, existen ganglios linfticos, el mavor nmero reciben vasos blancos procedentes de las mucosas digestiva y respiratoria y con mucha frecuencia estan afectados estos ganglios 'La evolucin de los abscesos por lo comn es muy lenta, y suele suceder que solamente en el espacio de muchos meses de un ao llegan al trmino de su acrecentainieno- En un principio son tumores pequeos, por lo ordinario hemisfricos, ovoideos elpticos que no llaman la atencin sino cuando su tamao sobrepasa el de una nuez, son lluros indolentes muy poco dolorosos, su superficie es regular; con el tiempo llegan tener el grosor del puo el de una cabeza de u n nio. En la inmediacin de la espalda los hay que adquieren dimensiones enormes. Cuando los tumores se acercan al trmino de su d e s a r rollo, se modifica su estado fsico, van siendo cada ve/, menos duros, llegando un momento en que estan fluctuantes en toda su estension, aunque en grados diferentes. La lluctuacion no es siempre igual en el mismo tumor,cuando este es muy voluminoso, puede presentar en eier-r

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tos puntos, de un modo palpable, la elasticidad de las bolsas distendidas por un liquido, mientras que en otros resiste casi al modo de los tumores fibroplstcos. El estudio de la testura de estas producciones morbficas dar mas adelante la razn de las diferencias que acaban de indicarse. Los tumores pueden permanecer mucho tiempo en este estado sin modificarse de una manera palpable. Nunca son resorbidos; por lo comn se manifiesta una elevacin en un punto de su superficie, siendo en l mas sensible la fluctuacin que en cualquiera otro, porque es mas delgada la pared de la bolsa ; con el tiempo el tumor se perfora en este punto, dando salida un pus blanco y cremoso; rara vez sigue la curacin la evacuacin de la materia; por lo comn se cierra la herida, se segrega de nuevo el pus , el tumor vuelve su mayor volumen, y pueden presentarse^ en varias veces, los fenmenos que acaban de designarse. Sucede en ocasiones que despus de la evacuacin de la materia contenida en el tumor se forma otra su inmediacin , lo que no siempre le impide volverse llenar. Cuando,se punciona el tumor, aunque se le incida en toda su longitud, sucede casi lo mismo que cuando se abre de por s, la oclusin definitiva por lo ordinario no sobreviene mas que en las reses adultas; la recidiva es mucho mas comn y casi segura en las que no pasan de cuatro aos. Los tumores paperosos no dejan veces de influir de una manera funesta en los rganos inmediatos : colocado en la regin parotdea, pueden, cuando llegan cierto volumen, comprimir la faringe y dificultar la deglucin; otra-! veces es la laringe la comprimida, desituada, y entonces se produce un ronquido mas menos intenso. Si el tumoi ocupa el carrillo puede dirigir la mucosa bucal sobre lo*

dientes molares incomodar para la masticacin. Otras veces es la espalda la desituada, se mueve mal queda inmvil por la presencia del tumor en uno de sus bordes debajo de su cara profunda. La organizacin de los tumores, cuando han llegado al periodo de fluctuacin, que es en el que hasta ahora hemos podido examinar la testura, nos ha parecido sencilla. Por su cara profunda suelen dar prolongaciones , especies de ciegos que penetran mas menos en el espesor en los intersticios de los rganos que los c u b r e n ; los hemos visto que atravesaban el mastero eslerno , y que su fondo apoyaba sobre la mucosa bucal; otros que, del borde inferior de la partida , llegaban hasta la faringe; y otros aun que pasando por debajo de la espalda llegaban hasta las paredes del trax. La circunferencia esterior de los t u m o res mas menos unida las partes inmediatas, la forma una capa fibroplslica, de medio dos centmetros de espesor (desde mas de seis lneas un travs de dedo). Este tejido, de un blanco sucio, muy denso, tiene en su superficie interna una seudomucosa la que est tan ntimamente unido que se diria existir entre ambas capas una v e r dadera fusin. La mucosa falsa es blanda, de color que vana desde el rosa claro al rojo oscuro, con frecuencia f u n gosa, y veces radiada como las cicatrices de las mucosas normales. Se introduce por todos los hundimientos de la capa fibrosa, bien aumenta las elevaciones, las columnas que sobresalen en relieve en la cavidad morbfica. Estas elevaciones internas son las que disminuyen y hacen des 'gual la fluctuacin existente cierta poca en toda la es tensin de la superficie del tumor. Los vasos propios de estas producciones no son n u m e rosos, rara vez tienen mucho calibre, se dividen y forman

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una red, antes de penetrar, en la superficie de los tumores. Ademas de dificultar las funciones y desituar las p a r tes, suelen atrofiar los rganos cubiertos por dichos t u m o res; los msculos y glndulas disminuyen su volumen por la presin, y aun los huesos esperimentan veces este efecto, sino se atrofian se encorvan; cuando son huecos se aplanan por ceder al desarrollo de la produccin m o r bfica. No se ha analizado qumicamente la materia encerrada en estas especies de quistes, pero es perfectamente h o mognea y con todos los caracteres fsicos del pus loable, se desle en agua que pone lactescente y con la cual forma una emulsin: todo induce presumir que su composicin qumica es enteramente igual la del pus, cuya presuncin coopera el que la membrana que la segrega tiene de hecho la misma testura de las membranas piognicas. Solo una vez hemos encontrado en el pus de uno de estos quistes, colocado debajo de la espalda de una novilla , gran cantidad de pelos, que hasta existan en pelotones parecidos las egagropilas. Con los antecedentes descritos, se puede pasar comparar la papera de los solpedos con la enfermedad cuyos caracteres acaban de indicarse; mas esto lo haremos en el nmero prximo. N. C*

Oos c a s o s de secrecin lechosa en animales jvenes sin gestacin antecedente. Es cosa sabida en fisiologia la relacin mtua que e n tre s tienen el tero y las m a m a s , que estas se abultan y

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comienzan su accin secretoria poco de la gestacin preez y que la escitacion producida por la secrecin al tiempo de ordear es la causa de que contine la secrecin. Se sabe tambin que la especie humana ha presentado algunos ejemplares de personas, mugeres, hombres, jvenes o mas menos adultas, que por solo la escitacion continuada de las mamas han conseguido que estas segreguen leche, y que en los animales no se habian hasta el dia recogido casos de esta naturaleza. Tiempo hace que en las esplicaciones de fisiologia digo mis discpulos. Si se intentara la escitacion de las mamas en las hembras de los mamiferos d o msticos, es seguro se conseguirla el que segregaran leche, como se observa en la especie humana , sin necesidad de que estuvieran en gestacin, cual se dice se ha logrado en las cabras por medio de la urticacion. Esta sospecha la acaban de comprobar los dos casos siguientes observados por Mazure. Un labrador de la Zelandia ech primeros de mayo de 1851 una becerra de u n ao pasturar en un prado. Bien pronto se la abultaron las tetas , en disposicin de creer su dueo que estaba preada. Asi continu por mas de cuarenta dias, sin que pariera la ternera: las mamas volvieron poco poco su tamao normal. Volvi echar la becerra al prado sobre poco mas menos la misma poca del ao siguiente. A los catorce dias se observaron en las tetas iguales fenmenos, segregndose la leche en tal abundancia que se escretaba por si sola por los pezones. Se la establo y ordeaba regularmente dos veces al dia , dando cosa de una azumbre de leche muy buena. En 1848 fu -consultado Mazure para una potranca de tres meses cuyas mamas habian tomado u n desarrollo con-

siderable. Esta potra vivia con otra, la cual habia contrado la costumbre de mamarla, procediendo de esto la actividad anormal dlas glndulas mamarias.iV. C

Ojos artificiales para el e.tballo. Los caballos que han perdido completamente un ojo que le tienen muy atrofiado presentan una fisonoma tan fea como desagradable. Hacer este aspecto mas gracioso, conservar en parte la belleza de la cara, evitar el dolor que en tal caso ocasionan, ya la retraccin del bulbo del ojo, ya la presencia de los insectos , era el objeto de las operaciones que emprendi el veterinario alemn Schmid para conseguir colocar ojos artificiales en el caballo. El procedimiento que ha empleado, y que otros podrn mejorar, ha bastado para obviar la mayor parte de aquellos inconvenientes. Los ojos que hasta ahora ha aplicado en los caballos del ejrcito son econmicos, slidos y producen una ilusin bastante completa. Los caballos los soportan bien y no intentan quitrselos frotndose la parte, antes al contrario evitan tocar ella. As, en cuanto estos ojos estan en relacin con la rbita, conservan su posicin exacta, y no hay necesidad de quitarlos de cuando en cuando. Un caballo escelente de un trompeta que , por la prdida de un ojo, se habia quedado muy feo y movia continuamente la cabeza causa de los insectos que le atormentaban, lleva, dice, desde la primavera ltima un ojo artificial, sin que desde entonces se le haya quitado; desempeando su servicio como antes, siendo tal la ilusin que muchos no conocen que el animal es tuerto.

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Sea la que quiera la perfeccin con que se confeccionen, los ojos artificiales para el hombre , no pueden convenir para el caballo; asi es que solo ha tomado Schmid los c o n tornos y algo de la figura , pero no le han podido servir los materiales: la sustancia crnea reemplaza al cristal. Traducido del Repertorium der Thierheilk"u nde. Hering, 1853 p g . 2 8 9 . N. C.

UEMlTIltOS.

desprendimiento del c a s c o . El dia lo de agosto de 1852 fui llamado por Nicols Igual, vecino del pueblo del Gordo , provincia de Cceres, distante de esta una legua, para reconocer una mula q u e se la ocasion un desarraigo. Habindolo verificado , tom una relacin del dueo y del herrador de dicho pueblo, los cuales dijeron: que la mula habia estado en una h u e r ta, y acometida de las moscas trat saltar una hengarilla, y al tiempo de ejecutarlo se desprendi una piedra de la jamba que sostenia dicha hengarilla, la cual era cuadrada y do peso de mas de veinte y cinco arrobas. Cay sobre la corona y casco, desprendiendo la caja crnea de sus partes contenidas de la mano izquierda, quedando estas al d e s c u bierto, y dejndose el casco debajo de la piedra. La mula rompi al escape sentando la palma carnosa en la tierra, piedra y todo cuerpo escabroso y d u r o ; continu su carreja hasta la casa de su d u e o , que distaba unos trescientos pasos. Pasamos al sitio donde estaba la mula, cuya resea es: ne r *, emeo aos, cerca de siete cuartas, y bastante robusta .

90 Mande quitar el aposito y vendaje al dicho herrador Francisco Balmorisco, que hahia puesto como defensivo todos los cuerpos estemos, y detener en algun tanto la hemorragia, hasta mi llegada , la que no pudo acabar de contener. Estando ya manifiesta la parte mortificada y dislacerada, puse una ligadura compresiva en la cuartilla con el fin de contener la hemorragia arterial , y cort todas las partes carnosas dislaceradas; limpiando toda la sangre coagulada, dando un bao de aguardiente y azcar, un las partes separadas con compresas aglutinantes: espolvore la parte con licopodio asociado una tercera parte de los polvos de holln: la faj con estopas secas y sedeas, puse encima de la palma y de la faja de estopas una plancha de suela fuerte del dimetro de la p a l m a , la que sujet Con otra faja de orillo, circundada en todo el cuerpo y espesor del pie, fornamdo una caja zapato, se puso su trapo encima , y se la coloc en la caballeriza, donde se sigui hasta su total curacin. La cuadra era ventilada y seca con bastante cama de paja. La mula se la puso un mtodo plan diettico: sus alimentos fueron raiz de grama, agua en blanco; se la ponan lavativas emolientes; se la sangr las veinte y cuatro horas ; se dieron lociones de aguardiente alcanforado en toda la estension del tendn flexor y brazo doliente. La parte daada se la humedeci y cur con la composicin siguiente: aguardiente alcanforado 1 libra, tintura de mirra y de loes 3 onzas; siendo su aplicacin cada veinte y cuatro horas. Sin haber precedido el menor sntoma de inflamacin, descubr el rgano los diez dias; y vi estaban todas las partes aglutinadas y formando una capa crnea, de buena perfeccin y bastante enjuta. Volv ponerle su aposito y continuar con lo mismo hasta los cuarenta dias, que volv

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levantar el aposito y not la palma y toda la caja crnea regenerada y en perfecta formacin; entonces apliqu la siguiente composicin: sebo 1 libra, manteca 4 onzas, miel 3 onzas, holln la cantidad suficiente para hacer una masa de mediana consistencia que la cubri todo el casco y c o rona, y se sigui hasta su perfecta curacin, quedando un casco perfecto y nutrido, siendo muy mnima la claudicacin. A. los dos meses del accidente , la puse una herradura con todo el mtodo que exije el arte. Se la ech un p r a do, y los tres meses se la puso trabajar alguna cosa, y hoy existe en su estado normal anterior, trabajando con su casco perfecto y mas nutrido que el anterior. Dios guarde Vds. muchos aos. Calzada de Oropesa y enero 7 de 1854.Antonio Zacaras Callejo.

El casco que se refiere la anterior observacin se encuentra colocado en el Gabinete de la escuela superior de veterinaria.

Sres. Redactores del Boletn de Veterinaria: al Director ae El Albitar digo con esta feeha lo siguiente: Muy Sr. mi de mi aprecio y consideracin. En el nmero 23 de su apreciable peridico perteneciente al dia 12 del pasado enero, que por casualidad ha llegado mis manos, ne visto inserto un remitido suscrito por D Domingo La-

-92 badia, sin duda profesor veterinario albitar de la poblacin de Osera: director gerente de la Sociedad espaola de seguros mutuos contra la mortandad inutilidad completa de las ganados de carga y tiro titulada La protectora, de que se .ocupa en su citado escrito el Sr. Labadia, no puedo dejar sin contestacin una asercin tan injusta como inveridica cual la que se promete el Sr. Labadia en lo que hace relacin la sociedad que tengo el honor de representar. En primer lagar haciendo tbdo el favor posible al Sr. Labadia , creo ha dado luz un producto que no concibi, porque parece increble, suscriba el que concibe, un escrito lleno de tanta acrimonia contra una institucin , que tantos aplausos ha merecido, que tan buena acojida ha tenido en toda la nacin por cabezas, me atrevo decirlo, mejor organizadas que la del Sr. Labadia. No es estrao esta temeridad, porque en su escrito se ve claramente que en el momento de escribir, su imaginacin se hallaba en un estado de exaltacin febril cual luego h a r ver. El Sr. Labadia da por causa principal de la poca representacin que tienen los veterinarios, el modo humillante con que una gran parte de ellos ejercen la facultad. No es mia la contestacin esta galantera y otras de esta especie que el Sr. Labadia usa en su escrito con sus comprofesores, ellos son en nombre de la ciencia y no yo, los que deben hacer ver al articulista lo ligero que ha andado, sentando este principio ; mas sin embargo , mas justo yo con los profesores de veterinaria, que el mismo que parece avergonzarse de pertenecer la clase, dir que en la veterinaria , como en todas las ciencias y en todas las clases, hay hombres que por su conducta degradan la que pertenecen, al paso que hay muchos y muchos que la honran

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no solo cumpliendo con su deber en la que ejercen, sino como ciudadanos, merecen el aprecio y consideracin de cuaato tienen el gusto de tratarlos ; y ciertamente no es la veterinaria la que menos sugetos de esta clase cuenta. Ya que dejo probado lo equivocado que ha andado el Sr. Labadia, al producirse tan mal contra sus comprofesores, voy ocuparme de la parte que en su escrito hace relacin La protectora. Dice que esta compaa sociedad que primera v i s ta parece til los intereses generales, y si no favorable, al menos inofensiva los de los profesores , es frtil sin embargo en resultados lamentables contra la clase en general, fundando este aserto en que los estatutos de esta compaa previenen, donde lo h a y a , que el facultativo n o m brado por la misma sea el que certifique en caso de siniestros inutilidad del animal asegurado, escluyendo d e esta gracia los dems profesores que no sean de la misma. Como se estraa el Sr. Labadia de esto? Hay cosa mas natural que el que certifique de u n caso de la sociedad el facultativo que pertenece ella? Mil ejemplos podamos poner de que esto es lo regular en todas las cosas. La contribucin de sangre merece mas consideracin que todas las sociedades del m u n d o , y sin embargo los mdicos y cirujanos nombrados al efecto son los que certifican , i n c l u yen o escluyen del servicio de las armas los que someten