Para Que El Mundo Crea Nuevo

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  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

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    PED RO G RIN G O IRE

    ·P QUE

     

    MUN O eRE

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

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    nario del prestigiado Le Fígaro de París, del 8 d febre-

     0

    Agradece desde luego, a Su Eminencia la claridad

    on que precisó esa posición de su Iglesia. Porque todo

    fuerzo en pro de la unidad cristiana, así de una parte

    como de la otra, debe estar fundado sobre la realidad,

    aunque ésta no sea tan placentera como se desearía, y

    no sobre una ilusión, fruto de un optimismo exagerado.

    Marc Boegner insiste en la necesidad primordial de

    que los cristianos de las varias confesiones procuren, an-

    te todo, conocer a fondo, aparte leyendas negras, prejui-

    cios y apreciaciones superficiales, las confesiones dife-

    rentes de la suya propia. Hace un llamado a los protes-

    tantes a desechar ideas extrañamente falsas sobre la

    doctrina católica, y a los católicos a desistir de u na po·

    lémica rechazada por todos los teólogos católicos de hoy .

    Finalmente, reconociendo que hay divergencias fun-

    damentales de doctrina, cuya resolución no vemos hoy,

    concluye, coincidiendo otra vez con Karl Adam, que sin

    embargo, amándonos en Cristo, vivimos ya una unidad

    de la cual El es la fuente y la garantía .

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    SIM PO SIO EC U M ÉN IC O SO BRE EL C O N C ILIO

    Noviembre

    7, 1962

    Tan pronto como quedó oficialmente anunciada la

    reunión inminente del Concilio Ecuménico Vaticano la

    prestigiosa revista católica

    Esprit

    de París, fundada por

    aquel gran espíritu que se llamó Emmanuel Mounier

    realizó una encuesta entre cristianos católicos, ortodoxos:

    anglicanos y reformados, sobre la significación de la tras-

    cendental asamblea.

    Participaron en ella veinte personas, a título indivi-

    dual, y un grupo de once laicos italianos católicos, como

    grupo. El simposio resultante se publicó en el número

    301 de la revista, y ocupa cerca de 200 páginas. En la

    imposibilidad de reseñar por separado la opinión de cada

    uno de los participantes, nos limitaremos a compartir

    con nuestros lectores algunos pensamientos espigados en

    los cuatro campos mencionados.

    Corresponde el primer término a las opiniones

    cató-

    licas romanas. La más autorizada, por esta parte, entre

    los participantes, es sin duda la del R P

    Yves

    M

    Congar O P

    que desde hace muchos años se ha dedí-

    cado a los estudios cuménicos y a meditar la gran enes-

    tión de la unidad cristiana.

     El a ercami nto de la Iglesias cristianas. .. exige

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    hoy abrirse al diálogo in

    traicionar

    la certidumbres

    del dogma. El punto más delicado de las iniciativas que

    se tomen est.riba en la nueva exigencia de reconocer lo

    po itivo en los otros . Sin duda es imposible que el

    Concilio franquee, n uno cuantos meses, una etapa que

    demandará la atención de muchas generaciones. Pero

    puede hacer que la Iglesia la emprenda bajo nuevas con-

    diciones, mejores que aquellas n que algunos de sus

    hijos la han emprendido hasta aquí .

    R P P A Liégé

    O.

    P :

     El Papa ha presentado

    muchas vec s el Concilio esperando de él un rejuveneci-

    miento de la Iglesia. . . Lo cual supone, en consecuencia,

    una reforma de los comportamientos y de la instituciones

    para que, según la palabra de Juan XXIII, 'la Iglesia

    vuelva a tener un rostro más evangélico' .

    R P Georges Mollard:

     Sacerdote de parroquia du-

    rante treinta y cuatro años, yo espero el Concilio como

    un Pentecostés, un resurgimiento evangélico para la Igle-

    sia niversal . Para vivir su fe y dar testimonio del

    Evangelio en pleno mundo, el pueblo cristiano tiene ne-

    cesidad de la palabra de Dios. Ahora bien, actualmente

    se nutren de la Biblia algunos privil giados, pero el

    pueblo cristiano no tiene acceso a ella. .. Lo importan-

    te es que el Pueblo de Dios viva de la Biblia .

    Los laicos italianos:

     Esperamos que la Iglesia rei-

    vindique abiertament una libertad completa, pero des-

    provista de privilegios, de modo que los católicos se sien-

    tan en la obligación d mantenerla viva y en acción por

    medio de su fe y de su espíritu de sacrificio e iniciativa .

     Este deseo de una libertad sin privilegios para la Igle-

    sia. .. lo comparten, en nuestra opinión, un gran núme-

    ro de católico en Italia .

    De las opiniones de los ortodoxos, entresacamos las

    iguientes:

    Jean Meyendorff:

     Es evidente que el Papa actual

    56

    no se contenta solamente con desear la unión, sino que con-

    cibe la unidad como un problema a la vez externo de la

    Iglesia de Roma. Al convocar el Concilio, ha querido

    crear, en el interior mismo de la Igl sia Romana, con-

    diciones tales que la unión de lo cristianos se haga po-

    sible . Su diversas declaraciones relativas al Concilio,

    su deseo de acentuar su propia función de 'obispo de

    Roma', un obispo local, 'hermano' de todos los obispos

    del mundo -Pio XII acentuaba, por lo contrario, su

    'episcopado

    universal'e+

    y, en fin, su deseo de plantear

    de un nuevo modo el problema de la unidad de los cris-

    tianos, todo esto ha mostrado que Juan XXIII se ha es-

    forzado por operar un verdadero retorno a las fuentes

    de la tradición cristiana .

    Nikita

    Struve Lo que los ortodoxos quisieran es

    que Roma los reconozca por fin como lo que quieren ser

    y tienen la conciencia de ser. Que la ortodoxia no sea

    considerada ya como un cisma puramente de jurisdicción

    debido a factores no teológicos y perpetuada por rancios

    nacionalismos. .. Que los ortodoxos no sean considera-

    dos ya como parientes pobres, separados a su pesar, y a

    los cuales se trata de reunir a Roma a toda costa .

    Por el lado anglicano y reformado, marcamos estos

    conceptos:

    Obispo Stephen Neill

    una de las grandes figuras del

    Concilio Mundial de Iglesias:

     ¿

    Revestirá el Concilio

    una alta significación? Eso depende de que consienta o

    no afrontar un cierto número de graves problemas, y ha-

    cer respecto a ellos declaraciones perfectamente claras e

    inequívocas. Las otras IgI sias quieren saber exactamen-

    te dónde se hallan en relación con la Iglesia Católica

    Romana .

     Estos últimos años se ha manifestado en el seno de

    la Iglesia Romana algo así como una renovación vital

    que los otros cristianos no han podido menos que ohser-

    57

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    var on la mayor satisfacción. Así, el hincapié que re-

    .

    nt m

    nte e ha hecho en la Biblia, su lectura por los

    lai  0 la publicación de una verdadera ola de numero-

    sa y excelentes traducciones de la Biblia católica en mu-

    h s lenguas, el renacimiento de una predicación bíblica,

    on otras tantas mani:festaciones que un obs rvador an-

    glicano no podría acoger más que con piadosa gratitud .

     El Concilio podría ejercer una influencia profunda

    y decisiva sobre este punto: la formación que reciben la

    mayoría de los sacerdotes católicos romanos en cuanto a

    las Iglesias no romanas es una muy grave insuficiencia.

    Muchos no han leído jamás una sola palabra sobre la

    teología de dichas Iglesias: no las conocen sino al través

    de manuales que ya no tienen vigencia y que resultan hoy

    verdaderamente inadecuados .

    M ichel Wagner:  Es necesario que todas las Iglesias

    cristianas, más bien poseídas por la verdad que poseyén-

    dola, en una renovación evangélica que las lleve de nue-

    vo a los primeros tiempos de la Iglesia, se abran junta.

    mente a las cuestiones y problemas nuevos de este mundo,

    aprendan a considerarlo con el ojo amoroso con que Dios

    lo ve y acepten darle, con tanto amor como El, la res-

    puesta justa de la gracia .

    Georges Casalis : ''Yo creo que la celebración del Con-

    cilio puede sobrepasar en importancia todo lo que se

    puede prever para él . Yo creo

    -y

    esta fe sostiene mi

    intercesión- que el poder de la verdad y el amor del

    Espíritu se manifestarán también en el Vaticano

    y

    que

    se renovarán muchas cosas . El redescubrimiento del

    Evangelio como buena nueva para todo hombre, sea quien

    fu ire, el anuncio de la gracia y la liberación, el llamado

    al gozo

    y

    la esperanza, tal debiera ser la preocupación

    mayor

    d e

    los miembros del Concilio .

    Ceorges Crespy:  El Concilio del Vaticano debe te-

    n r, todo el mundo está en ello de acuerdo, una impor-

    58

    tancia decisiva para la renovación de la vida de f~ en ~

    interior de la Iglesia Católica . Pero, ¿ en nom re e.

    u

    , he de hablar? Ciertamente no en nombre del la

    I

    elp.

    q .  1 d a a g esta

    ranza, siempre por completo 1USf°rla, e ve~ madre pero

    , ., La Re orma

    es rm ,

    .atólica protestantlza,rse. d . d los hijos de

    no me parece que pueda ser madre e too os ue too

    Dios Simétricamente, tampoco creo m esp~:o q

    dos l~~ 'cristianos sean un día cató~icos rO~~~~~r' s;omq:,~

    deseo con más fuerza, es q~e ~nslo, Eml

    1

    P d 'Teilha:d

    if í Senorlo

     

    a re

    nüique, y ~am leste su   nt~' En un globo terrestre,

    emplea una l~~gen mU

     

    h

    sfI~~e en 'el Ecuador, al máximo

    dice, los ~er~dlanos s~ a Pero en el Polo convergen.

    de su alejamIento

    recíproco- .

    hi 1 1 0 1 0 se encuentra Cristo .

    Pues, len, en e

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    E L C O N C IL IO E C U M É N IC O Y L A L IB E R TAD

    R E L IGIO S A

    Noviembre

    28, 1962

    Si la autoridad del Papa Juan XXIII y la influencia

    de la que se empieza a llamar ala progresista de la

    Iglesia Católica Romana, logran afirmar su ascendiente

    en la marcha de esa importante rama de la cristiandad,

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    recepción protocolaria qu les ofreció el aticano y en

    la que el cardenal Bea los llamó mis h rmanos en Cris-

    to ; la clara afirmación de éste, de que entre las dife-

    rentes ramas de la cristiandad existen lazos más fuertes

    que nue tras diferencias ; el hecho de que en el cuerpo

    privado de consejeros del Papa, en relación con el Con-

    cilio, figure uno de los teólogo protestantes más ilustres

    de nuestros días: Oscar Cullman, y otros indicios de to-

    lerancia y fraternal cordialidad, son augurios de una

    nueva era en las relaciones de la Iglesia Católica Roma-

    na con las demás iglesias cristianas.

    Claro está que no faltan problemas, tanto de doctri-

    na como de práctica, interponiéndose en el camino de

    esas relaciones. Y uno de los más agudos, que tendrá que

    tratarse tarde o temprano, ya en sesiones abiertas o en

    pláticas privadas, ,es el de la libertad' religiosa. Una de

    las proposiciones condenadas en el famoso SyIlabus de

    errores, promulgado por Pio IX en 1864, es la de. que

    la libertad de conciencia y de cultos es un derecho inhe-

    rente de todos los hombres.

    Estrictamente hablando, el Syllabus no es una deela-

    ración ex cathedra y por lo tanto no e

    protegido por

    el dogma de la infalibilidad papal. Así lo han explicado

    autores católicos entendidos. Es decir que es un documen-

    to que los propios católicos pueden discutir, y que el Va-

    ticano puede en cualquier momento revisar y si fuere ne-

    cesario rectificar.

    o obstante esta salvedad, en la práctica la actitud

    general de las autoridades católicas romanas en la ma-

    yor parte del mundo, particularmente en países de ma-

    yoría católica romana, ha sido hasta nuestros días nor-

    mada por aquella directiva papal. Todavía en 1948, por

    ejemplo, Civiltá Cattolica de Roma, deela.raba:

     La Iglesia Romana, convencida, mediante sus pre-

    62

    rrogativas divinas, de que ella s la única Iglesia verda-

    dera, debe exigir el derecho de libertad para ella sola ...

    En cuanto a otras religiones, la Iglesia ciertamente jamás

    desenvainará la spada, pero sí demandará que, por los

    medios legítimos se 1 s impida propagar falsa doctrina .

    Son obvias las consecuencias de la aplicación de esa

    posición a las relaciones con otros credos, y especialmen-

    te con los profesados por otros cristianos. Los teólogos

    católicos romanos no podrán evitar, dadas las nuevas

    orientaciones papales, el tener que examinar de nueva

    cuenta la cuestión de si la libertad de conciencia en asun-

    tos religiosos, al igual que en otros, es o no un derecho

    humano inherente que debe garantizarse y protegerse.

    Que sí lo es lo afirma claramente el artículo

    18

    de la

    Carta niversal de los Derechos Humanos, proclamada

    por la ONU, y aceptada, el menos en principio, por todos

    los gobiernos de la Tierra.

    La necesidad de esa revisión, y la esperanza de que

    el Concilio la incluya en su temario, ha sido expresada

    por algunos portavoces católicos del ala liberal. Escri~e,

    por ejemplo, Daniel J. Callahan, en el núme~o especl~l

    dedicado por la revista católica francesa Esprit al ConCI-

    lio (diciembre de

    1961):

     A pesar de todo, el Concilio .debería ocupars:. de la

    libertad religiosa y de la tolerancia, Un~ declaraclOn, ~o-

    sitiva de su parte sobre ese asunto sena muy benéfica

    tanto fuera como dentro de la Iglesia: .les renovaría a

    los no católicos la seguridad de que la Iglesia tien~ p~ena

    confianza en la libertad humana, y haría nacer indirec-

    tamente en su evolución interna una disposición favora-

    ble a la libertad, que con demasiada frecuencia parece

    hacer falta .

    Hay países en que.' por

    1 0

    me~~s  de facto si todavía

    no de jure las autondades .cleSlaStlC~Sro~a:la:,. y en

    buena parte la masa de los fieles de dicha

    filiación,

    re-

    63

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    conocen y practican, en sus relaciones con los no católi-

    cos, e a libertad. Por ejemplo, los países del norte de

    Europa, en buena medida los Estados Unidos,

    y

    los paí-

    ses de otros continentes en que los católicos romanos son

    minoría.

    Pero si el Concilio trata el punto, no podrá e itar

    el examen de la situación que prevalece en países como

    España, Colombia y la mayoría de los países iberoame-

    ricanos, donde las minorías protestantes sufren serias li-

    mitaciones de sus franquicias cívicas, y donde suelen

    ocurrir brotes de persecución violenta. Lo cual va en

    contra, desde luego, del espíritu cordial y del reconoci-

    miento de vínculos cristianos comunes, que representa el

    actual Sumo Pontífice.

    La actitud de las jerarquías y las masas católicas

    tendrá que modificarse en esos países, para ponerse a

    tono con la actual política amistosa del Vaticano hacia

    los hermanos separados . Habrá que estar pendientes

    de las orientaciones que al respecto puedan resultar del

    Concilio. Es de esperarse que si, como puede suceder,

    son las mismas que Su Santidad Juan XXIII personifica,

    las mayorías católicas y sus directores en esos países no

    quieran ser más papistas que el Papa .

     

    E L C O N C IL IO E C U M ÉN IC O Y L A R E N O V AC lO N

    D E L A IGL E S IA

    Diciembre 4, 1962

    El mayor acercamiento recíproco

    y

    las relaciones

    más cordiales de la Iglesia Católica Romana con las otras

    confesiones cristianas, dependen en buena medida de la

    actitud propicia al diálogo amistoso que asuman una y

    otra parte. Pero también dependen, y en forma decisiva,

    del grado de renovación interna que la propia Iglesia

    Católica Romana experimente como resultado de las

    orientaciones y resoluciones del Concilio.

    Al emplear la palabra renovación no hacemos más,

    aunque hablando desde afuera, que repetir lo que promi-

    nentes portavoces del catolicismo romano vienen dicien-

    do desde que

    comenzó

    a prepararse la trascendental

    asamblea del Vaticano. Entendemos que S. S. Juan XXIII

    mismo ha expresado la esperanza de que dicho Concilio

    suscite un rejuvenecimiento de la Iglesia.

    Se expresa lo mismo desde el título del ya afamado

    libro del teólogo Hans Küng, a la vez que se precisa la

    estrecha relación que hay entre esa renovación y los tra-

    bajos en pro d la unidad cristiana. En la traducción

    fran a dicho título reza: Concilio y retorno a la uni-

    dad. Renovarse para suscitar la unidad (Ed. du Cerf,

    París, 1961).

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    Una de las preguntas de la encuesta realizada por la

    revista católica francesa Esprit a la cual hemos aludido

    en anterior artículo, es bastante explícita a ese respecto:

     ¿Cuáles son los puntos en qu os parece particularmente

    deseable una reforma, un rejuvenecimiento, una innova-

    ción? Y luego se explica: Se le demanda a la Iglesia

    un gran esfuerzo de purificación y renovación para que

    este Concilio sea una etapa esencial en el camino de la

    reunión de las Iglesias .

    Las informaciones de prensa que nos llegan de Roma

    --entre las cuales destacan los penetrantes reportes del

    enviado especial de Excélsior R. P. Ramón de Ertze Ca-

    ramendi-, marcan cuestiones importantes que se han es-

    tado discutiendo en las comisiones preparatorias o que

    flotan en el ambiente general del Concilio, y en relación

    con las cuales se proponen, proyectan o presienten cam-

    bios de alguna consideración. A la luz de esos informes

    parece que pueden percibirse ya por lo menos las direc-

    ciones en que esa renovación interna de la Iglesia Cató-

    lica Romana podría producirse.

    Respondiendo a la encuesta de

    Esprit

    el padre P. A.

    Liegé, O. P., ha hecho una rápida enumeración de algu-

    nos de los puntos en que espera esa renovación, al hablar

    de una reforma de los comportamientos y las institu-

    ciones para que, según la palabra de Juan XXIII, la

    Iglesia recupere un rostro más evangélico . Y continúa:

     Respecto a esta reforma de la vida y las institucio-

    nes, se desea ver consagradas las aspiraciones de nume-

    rosos cristianos: costumbres más fraternales y evangéli-

    ca en el gobierno de la Iglesia; pobreza de prestigio y

    de poder para que se transparente mejor la fe; elimina-

    ción de una herencia tradicional de prácticas que fa-

    vorecen la superstición, y mayor seriedad en las prácti-

    cas; adaptación del derecho canónico y de la liutrgia;

    impulso misional; descIerización; hacer r saltar el valor

    66

    de lo esencial d 1mensaje de la fe; lucha contra los con-

    formismos mundanos y eclesiásticos. etc.

    Por su parte el padre Yves M. J. Cangar, O. P., uno

    de los más preclaros ecum nistas del catolicismo contem-

    poráneo, llega todavía más al fondo de la cuestión, o sea

    al nivel de la doctrina y d 1mensaje mismo . Hace hin-

    capié en la importancia de que la predicación sea una

    proclama de la Revelación bíblica y evangélica , la

    cual, dice, no es, en su intención esencial, un sistema

    de tipo teórico, sino una afirmación simple, a la vez que

    muy rica, sobre lo que es la verdadera relación religiosa,

    la relación del hombre hecho a la imagen de Dios con

    el Dios Viviente .

    y hablando del estilo de predicación que el mundo

    necesita hoy, añade: Esto exige un redescubrimiento del

    Dios bíblico, del Dios Viviente. Esto requiere una cierta

    noción, o más bien una cierta realidad, de la fe como en-

    trega al Dios Viviente: lo cual no traiciona en nada los

    aspectos intelectuales de esa fe, antes les da su verdadero

    estatuto y su verdadera plenitud bíblicos .

    A base de lo que está aconteciendo ya en el seno de

    la Iglesia Católica Romana, y de lo que se espera que

    acontezca aún, n esa dirección renovadora, se señalan,

    por el lado de los cristianos no romanos, algunos princi-

    pios que, de seguirse acentuando o de llegarse a acentuar

    n ella, harán más cordidal, amistoso y fraternal el acerca-

    miento intercristiano, ya que no la fusión de todas las

    ramas cristianas en un solo tronco.

    Sólo mencionados, esos principios centrales son: (1)

    n mayor hincapié doctrinal y práctico en la centralidad

    d Jesucristo como único Salvador, y como Señor supremo

    la Iglesia y del mundo; (2) Un reconocimiento patente

      la Biblia como fuente fundamental de la Revelación,

    n primacía sobre la tradición, y como crit?rio final

    sobre la validez de r ta; (3) Una mayor sencillez y un

    67

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    cont nido más rico de efectiva edificación en el culto,

     n luyendo la simplificación ornamental, el uso de las

    1 nguas vernáculas, la más. activa participación congrega-

    i nal,

    y

    el empleo de las dos especies en la comunión

    otorgada a los fieles; (4) La descentralización de la

    autoridad eclesiástica, dando mayor autogobierno a las

    dióceses, y (5) Una participación más amplia

    y

    activa

    del laicado en el gobierno, la vida y el trabajo de la

    Iglesia.

    El esperar de la Iglesia Católica Romana cambios en

    esas direcciones, y el ver con beneplácito que algunos de

    ellos se estén iniciando ya, no significa, por supuesto,

    que las demás confe iones cristianas no necesiten a su

    vez, de experimentar también ellas una renovación y un

    rejuvenecimiento. Küng ha hablado,

    y

    con razón, de la

    nec idad de que el protestantismo xperimente una se-

    gunda Reforma. ¿No podría decirse también que es me-

    nester que la Iglesia Ortodoxa Griega igualmente se re-

    nueve y rejuvenezca?

    Porque hay dos hechos que no pueden negarse,

    y

    que

    se aplican por parejo. Toda in titución que está compues-

    ta de seres humanos y que vive y actúa en el mundo

    -las Iglesias no son excepciones-, propende fatalmente

    a cuajar en formas rígidas, a estereotiparse, o aferrarse

    a las formas externas exigidas una vez por las circuns-

    tancias del medio a fin de contener, sin derramarse, su

    depósito de verdades y de convicciones, cuando esas cir-

    cunstancias han cambiado revolucionariamente, y deman-

    dan nuevas formas a fin de que el contenido no escape

    o se extinga.

    y el segundo hecho es que si esas instituciones no

    quieren quedarse a un lado, como simples reliquias vene-

    rables del pasado o como ruinas patéticas de un desas-

    tre, tienen que experimentar una constante renovación.

    Lo que D'Annunzio dijo de Rinovarse o morire , es

    68

    verdad tanto para los individuos como para las corpo-

    raciones.

    Por lo que toca a las Iglesias, hay, felizmente, un

    tercer hecho que es a la vez seguridad y esperanza. El

    Espíritu Santo de la promesa es espíritu de vida

    y

    no de

    muerte. Y si El está presente en la Comunidad Cristiana,

    y

    si ésta se somete dócilmente a su ímpetu

    y

    guía, vivirá

    en un estado de perpetua renovación. Manteniendo la

    esencia de la fe, sabrá hallar para ada generación las

    formas visibles más adecuadas para proclamarla y vivirla

    eficazmente.

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    /O H N R M O TT~ C R ISTIAN O U N IV E R SAL

    Junio ]P, 1965

    El viajero que corre a lo largo de una carretera que

    atraviesa el condado de Sullivan, en el Estado de Nueva

    York, puede detenerse ante una placa colocada a un lado

    de la ruta, y que lleva esta inscripción: Esta señal domina

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    U N P ASO H AC IA L A U N ID AD C R ISTIAN A

    Marzo

    29 1966

    La visita de Su Gracia el arzobispo de Cantórbery,

    doctor Arthur Michael Ramsey, Primado de la Iglesia

    de Inglaterra, a Su Santidad el Papa Paulo VI, autoridad

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    con que el doctor Ramsey declaró que las últimas dispo-

    siciones papales sobre el matrimonio mixto no satisfacen

    del todo el criterio anglicano al respecto, constituyen una

    advertencia a los entusiastas -desde luego minoritarios

    en relación con la mayoría renuente- que piensan que

    todos estos contactos fraternos y este bienvenido diálogo

    interconfesional significan que la unidad visible de todos

    los cristianos se encuentra sólo a la vuelta de la próxima

    esquina.

    Pero considerando ambos aspectos de la cuestión, no

    cabe duda de que la visita del Arzobispo al Papa, es

    otro vigoroso jalón hacia la unidad cristiana. El mensaje

    vivo que de ella emana es que las grandes dificultades

    que existen y con justo criterio realista se reconocen, no

    deben ser obstáculo suficiente para desalentar el decidido

    empeño de obtener por lo menos y por lo pronto una

    mejor comprensión y una caridad más profunda , como

    lo expresa la Declaración Conjunta de los dos altos jefes

    cristianos.

     Su Santidad el Papa y Su Gracia el Arzobispo de

    Cahtórhery

    -dice el memorable documento citado- tie-

    nen conciencia, es verdad, de las grandes dificultades que

    estorban la restauración de una completa comunión de

    fe y de vida sacramental . Esas dificultades Ronde varios

    órdenes: doctrinal, litúrgico y, ante todo, administrativo.

    Por esto último queremos decir serias diferencias en

    materia de orden, autoridad y gobierno eclesiásticos.

    La dificultad mayor en este terreno, y no sólo para

    los anglicanos, sino para los prote tantes y los ortodoxos

    griegos, estriba en la aceptación del punto de vista cató-

    lico romano sobre la forma que el gobierno eclesiástico

    habría de adoptar en el caso de llegarse a la unificación

    de lo cristianos.

    Fiel a su doctrina tradicional y básica, la Iglesia Ca-

    tólica Romana concibe la unidad cristiana visible, en Sil

    164

    forma final, como el acatamiento de la suprema autori-

    dad del Papa por todos los cristianos, o sea en otros

    términos, la final incorporación al redil romano de todos

    los seguidores de Cristo que hoy están fuera de aquél.

    Tal cosa parece, humanamente al menos no sólo mucho

    muy distante sino acaso enteramente im~osible.

    El reconocimiento, pues, de las dificultades existentes

    ti ne que servir para corregir el optimismo rosado de los

    e~~siastas en demasía, a la vez que para aquietar las

    parncas alarmas de los renuentes encasillados. No vamos

    a amanecer un día de éstos, y ni siquiera en un futuro

    previsible, con la noticia de que anglicanos, protestantes

    y ortodoxos gri~gos, simple y sencillamente han ingre-

    sado en la IgI sia de Roma.

    O

    de que ésta ha entrado,

    como una de tantas, en el Consejo Mundial de Iglesias.

    Pero esta marcha hacia la unidad cristiana, que es

    uno de 10.s.más grandes sucesos de nuestro siglo en el

    campo relIgIOSO,o tal vez el mayor, ya no puede ni debe

    contenerse 'por el solo hecho de que la meta final de-

    finida de una u otra manera, no haya de alcanzarse acaso.

    Tras el honrado reconocimiento de las dificultades el

    Papa y el arzobispo declararon que están unánimem~nte

    decididos a promover contactos responsables entre las

    dos comunidades en todos los campos de la vida de la

    Iglesia en. los que la .c,olaboración puede llevar consigo

    a una

    mejor

    comprensron y una caridad más profunda .

    En un mundo trágicamente escindido por diversas cla-

    ses de.~isensiones, entre l~s.cuales no es la menos trágica

    la religiosa, el que los cristianos de todas las confesiones

    señalemos en vanguardia la ruta de la convivencia humana

    pacífica, por la manera como convivimos' y colaboramos

    los unos con los otros, por encima de nuestras diferen-

    cias, es no sólo la obligación que nos encomendó nuestro

    C?mÚllSeñor y Salvador, sino un ejemplo y un testimo-

    mo que la hora demanda con urgencia.

    165

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    15/35

    Porque nosotros, los crrstranos, hasta muy próximos

    días, no hemos dado --confesémoslo-, ese ejemplo y

    ese testimonio. Las guerras y persecuciones de unos cris-

    tianos contra otros, aun cayendo en la blasfemia de in-

    vocar para ello el nombre y el auxilio de Cristo, han

    llenado de sangre y dolor muchas páginas negras de la

    Historia. Ya era hora --como que han pasado casi veinte

    siglos de hahérsenos ordenado-, de que nos veamos mu-

    tuamente como hermanos, no sólo de labios sino de hecho.

    y aunque no logremos jamás la unidad orgánica vi-

    sible en un solo cuerpo' institucional sobre la tierra, ni

    quedemos todos sujetos a una sola j rarquía eclesiástica,

    un solo rito y un mismo orden administrativo,- lo menos

    que debemos lograr -y los signos de los tiempos indi-

    can que con la ayuda divina podemos lograrlo- es,

    como dice la Declaración Conjunta citada, una mejor

    comprensión y una caridad más profunda .

    Atrás, definitivamente, deben quedar los días en que,

    al modo farisaico, nos decíamos unas a otros: Tú, an-

    glicano o protestante, no eres cristiano, sino hereje . O

     Tú, ortodoxo griego, no eres cristiano, sino cismático .

    O

    también Tú, católico romano, no eres cristiano, sino

    papista . El tiempo ha llegado, una vez más, en que sólo

    probará ser en verdad cristiano quien de verdad respire

    el espíritu de Cristo, El que ama, el que perdona, el que

    comprende, el que sirve y ayuda.

    ¿No fue acaso El mismo quien nos dejó dicho, con

    palabra irrecusable: En esto conocerán todos que sois

    mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros

    (S. Juan 13.35)?

    Pero no se crea que Su Santidad y Su Gracia se

    quedaron detenidos en lo que los escépticos podríamos til-

    dar de mero consejo de perfección . Porque a continua-

    ción de lo antes citado, expresaron estar también deci-

    didos

    a

    realizar el esfuerzo necesario para ver de resol-

     66

    ver de común acuerdo los grandes problemas que en-

    cuentran hoy día los que creen en Cristo . Y encomen-

    d,aron ese esfuerzo a la gracia de Dios y la luz del Espí-

    ritu Santo.

    Se colige que esa colaboración, que seguramente es

    de variada índole, entraña el estudio conjunto, franco

    pero fraternal, de las diferencias a que antes aludimos.

    En otras declaraciones el doctor Ramsey anunció que en

    Inglaterra están constituyéndose comisiones mixtas -ca-

    tolicos y anglicanos-, para estudiar las diferencias teo-

    lógicas y de toda clase entre las dos comuniones, bus-

    cando solución o por lo menos comprensión mutua. A este

    respe~to, y en otr,o ~bito, cabe recordar que el Consejo

    Mundial de Iglesias tiene desde su fundación una Comi-

    sión de Fe y Orden, dedicada a un estudio similar. En

    ella participan anglicanos, protestantes

    y

    ortodoxos grie-

    gos y colaboran teólogos católicos romanos como observa-

    dores.

    Eso es lo que significa, para ser realmente efectivo,

    el diálogo. No sólo el intercambio de frases amables. Ni

    s quiera sólo la expresión de beneplácito por lo que se

    tiene de común en fe

    y

    disciplina. Sino también la con-

    versación cordial, cortés, amistosa, pero honrada sobre

    las diferencias. '

    167

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    16/35

    SU C E SO E C U M É N IC O E N U P SAL A

    Julio

    16, 1968

    • Nueve teólogos católicos romanos forman parte ya

    de la Comisión de Fe y Orden, compuesta de 134 miem-

    bros, del Consejo Mundial de Iglesias, organismo for-

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    17/35

    profundas, que había entre las confesiones cristianas, en

    mal rias de doctrina, ordenanzas y régimen eclesiástico.

    Ese mismo año, convencido de que debería convocar-

    e a. una conferencia mundial para considerar cuestiones

    de fe y orden -según dice en su diario-lanzó la idea,

    que fue acogida desde luego. Y así nació lo que se llamó

    entonces Movimiento de Fe y Orden.

    Tardó, sin embargo, en efectuarse la proyectada con-

    ferencia. Pero al fin se efectuó en Lausana, en 1927.

    Hubo una segunda (Edimburgo, 1937). El Movimiento

    de Fe

    y

    Orden vino a ser uno de los principales proge·

    nitores del Consejo Mundial de Iglesias, y al constituirse

    éste en su Asamblea de Amsterdam (1948), se convirtió

    en. una de sus más importantes comisiones.

    La composición y labores de la Comisión de Fe y

    Orden hubieron de limitarse en un principio a la partici-

    pación protestante y ortodoxa griega, ya que sólo estos

    dos sectores eran -y lo son aún- los que formaban el

    CMI. Había la circunstancia de que el Vaticano había

    prohibido expresamente a los católicos asistir, ni aun en

    calidad de observadores, a la Asamblea de Amsterdam.

    Esto cerraba el paso a cualquier posible colaboración, si-

    quiera fuese a título personal, en todos los traba jos del

    CMI, inclusive los de su CFO.

    Pero en el decenio que siguió, el impulso ecuménico

    realizó grades avances en el seno del catolicismo romano.

    y

    surgió la gran figura ecuménica del Papa Juan XXIII,

    cuyo espíritu lo hacía hermanarse con los grandes promo·

    tores del movimiento ecuménico del otro lado: el arzobispo

    Soederblom, el arzobispo Temple, el obispo Brent, el

    Rdo. J. H. Oldham, el laico doctor John R. Mott, el doctor

    John A. Mackay.

    y

    sucedió lo que, en la p rspectiva no católica roma-

    na, tiene todavía los visos de un milagro: la Iglesia

    atólica Romana se abrió oficialmente -y luego más con

    202

    el Concilio Vaticano II- a las relaciones ecumemcas.

    En el campo de la teología, propio de la Comisión de

    Fe y Orden, S. S. Juan XXIII dio el primer gran paso.

    En su cuerpo privado de consejeros teológicos incluyó a

    Osear Cullman, profesor de la Universidad de Basilea,

    uno de los teólogos protestantes más significados de

    nuestros días.

    A su vez, la Comisión de Fe y Orden comenzó a con-

    tar con la colaboración de teólogos .católicos en sus con.

    sultas, pero, aunque oficialmente autorizados por Roma,

    sólo a título de observadores. No obstante, ya dentro de

    la corriente del aggiornamento había una circunstancia

    que favorecía una más estrecha colaboración. La CFO

    tiene sus propios estatutos, y conforme a ellos pueden ser

    miembros de ella aun adh r ntes de iglesias que no forman

    parte del Consejo Mundial .

    Debido a ello, y contando ahora con la buena volun-

    tad del Vaticano, ha podido tener lugar este gran suceso

    ecuménico de Upsala.

    Puesto que tiene que ver con materias de doctrina,

    entre otras de relativamente menor importancia, la labor

    de la CFO es por demás delicada. Pero por otra parte,

    fundamental e indispensable. Tradicionalmente, el odium

    theologicum ha sido uno de los más enconados de la

    historia, y ha dado lugar a sangrientas guerras y perseo

    cusiones que pueden perdonarse pero que es muy difícil

    olvidar.

    Si, por lo menos entre cristianos, ha de establecer-

    se, ya que no la uniformidad dogmática absoluta, por lo

    menos una comprensiva concordia, es imposible -y hasta

    diríamos que no honrado- eludir la planteación y el

    examen serenos de las diferencias doctrinales que dividen

    a los cristianos. Diferencias, algunas de ellas, bien pro-

    fundas, y dentro de la perspectiva y limitaciones huma-

    nas, tal vez insolubles. Diferencias que existen entre las

    203

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    18/35

    confesiones protestantes mismas, y entre é tas y la onfe-

    sión ortodoxa griega, y entre ambas y la atólica romana.

    Sin esa planteación y ese examen de diferencias, el

    ecumenismo podría quedarse en una mera relación senti-

    mental, romántica, hecba de silencio corteses, de tole-

    rancias amables y de sonrisueños apretones de manos.

    Claro que esto es de todos modos mucho mejor que

    andar unos con otros, por razones de creencia, a tarasca-

    das y trompicones. Y a veces, peor aún, hasta con de-

    rramamiento de sangre. Pero el espíritu ecuménico, si

    ha de significar algo en verdad trascendente en el campo

    de la unidad cristiana, y aun de la simple buena convi-

    vencia humana, tiene que ser mucho más.

    El diálogo cordial sobre esas diferencias es justamente

    la principal tarea de la Comisión de Fe y Orden, que

    ahora puede contar con la participación plena de teólo-

    gos del catolicismo romano. ¿Y cuál es el propósito de

    esa tarea? Primero que todo, es el estudio a fondo de

    las respectivas doctrinas, expuestas y, aun si se quiere,

    decentemente defendidas, por los mismos que las profe-

    san. Así se despejan las falsas versiones y hasta las cari-

    caturas sobre lo que creen los que no creen igual que

    nosotros. Así se eliminan los hombres de paja que

    creamos, con nombre ajeno, para luego darnos 1 gusto

    de acuchillarlos muy fácilmente,

    Tras ello viene, como natural con ecuencia, algo más

    positivo. Si esas diferencias se conocen mutuamente a

    fondo, es posible descubrir puntos comunes que la polva-

    reda de las apolog éticas rampantes y las vocíferantes con-

    troversias . no había permitido ver. Y e o significa un

    acercamiento efectivo, una comunión de fe, por lo menos

    n esos puntos, que obviamente vincula más que la simple

    corte ía. El vago pr sentimiento de que entre di cípulos

    fieles de Cristo, lo que une es mucho más fundamental

    204

    que lo que separa, se convierte en feliz hallazgo

    y

    sólido

    conocimiento.

    n e am n así permite, a la vez, fijar la verdad ra

    índole y el alcance real de las diferencias que quedan.

    Se les da cara a los hechos. Pero también se estudia hasta

    qué punto es posible, y al mismo tiempo compatible con

    la convicción y conciencia de cada cual, reducir o atenuar

    esas diferencias. Hecho esto, siempre quedan diferencias

    profundas, que no e ve, a fuer de honrado , manera de

    suprimir. Pero entonces siempre hay una posibilidad:

    la de entender su razón de ser, sin asestarle necesariamente

    al qu las sustenta la consabida

    reductio ad absurdum

    y la de tender sobre esas diferencias insuprimibles, el

    puente d 1 amor fraternal.

    De un diálogo oficial, conducente a esos deseables re-

    sultados, había estado ausente la confesión cristiana que

    cuenta con más numerosos adherentes en el mundo. Aho-

    ra -desde Upsala 1968- ya no lo está. De ello tienen

    que derivarse saludables consecuencias para el movimien-

    to que aspira a la unidad cristiana. Por eso hemos dicho

    y reiteramos que se trata de un suceso ecuménico tras-

    cendenta1.

    205

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

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    C ELA M : APU N TES DE U N O BSERVADO R

    Septiembre

    3, 1968

    Medellín Colombia

    En lo alto de un monte, y do-

    minando la tacita de plata que es Medellín, en el fértil

    cuenco formado por el cerco de la serranía, se destaca

    el blanco dombo de la capilla del Seminario Mayor, con-

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

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    Va.ticano I1 ( A modo de prólogo , Documento de tra-

    bajo}, Esa revisión se haría en relación con la realidad

    i~ r~americ~na, en sus varios aspectos: demográfico, eco-

    nomico, SOCIal,cultural, político y religioso. Se buscaría

    concr.etar cuál haya de ser la respuesta y misión de la

    Iglesia ante .esa realidad, definiendo su base teológica y

    sus proyeCCIOnes pastorales.

    y

    lo primer~ que el ,observador ha podido compro-

    b~r desde los primeros días del trabajo de la Conferen-

    CIa, es el generalizado anhelo de honrada verificación

    ?e los hec?os, por dolorosos que sean, así en 'la situación

    Iberoamen~ana misma como en la actitud y actividad

    de la Iglesia frente a esa situación. Se ha querido hacer,

    en verdad, un franco examen de conciencia. No se ha

    vacilado en señalar fallas, omisiones, deficiencias yerro-

    res en el programa de acción que la Izlesia ha seguido

    en Iberoamérica hasta el presente. Y e~ ello se ha dado

    atención. a ~a voz de los laicos, igual se trate de portavoces

    del ~ovImIen~? obrero y del sector campesino que de eco-

    norrnstas, sociólogos, antropólogos y expertos en comuni-

    cación social.

    Las primeras informaciones de la prensa han dejado

    la impresión de que existe en el seno de la Conferencia

    un agudo conflicto, una profunda división, un cisma casi.

    y es que la asamblea ha querido vivir y ha estado vivien-

    do ante todo la hora de la verdad. La verdad en cuanto

    al mundo que la rodea, pero también en cuanto a sí

    misma. Y en esto ha tenido que crearse un clima de li-

    bertad y de franqueza.

    Posiblemente porque reporteros y corresponsales ten-

    gan la experiencia de que en las asambleas católicas

    todo aparezca normado por una hermética uniformidad

    se han sorprendido al encontrar aquí diferencias de oni-

    mono La presencia, además, de prelados como Dom Hel-

    der Cámara, el llamado obispo rojo de Brasil, les habrá

    2 8

    infundido una expectante predisposición, ya que también

    asisten jerarcas como el cardenal Mazzoni, nuncio apos-

    tólico de Argentina, a quien se tiene por ultra del mte-

    grismo de la derecha ,.. .

    Sea como fuere, lo cierto es que se

    necesita convivir,

    como lo ha hecho .este observador, con los participantes

    en la Conferencia, y no sólo escuchar las pone~cias sin~

    asistir a discusiones de grupo y aun a conversaCIOnes PrI-

    vadas, para situar los hechos en su verdadera pe~s~~ctiva.

    Sin duda existen diferencias y tensiones de opimon.

    y

    esto es justamente un signo saludable. Un signo de que

    el episcopado iberoamericano .en gen~ral no está dispues-

    to ya ni a engañarse a sí mismo ~ll a que. lo ~ng~nen,

    sino a buscar

    y

    poner en práctlca las ImphcacIOnes

    profundas del Evangelio, aun si ello significa una refor-

    ma a fondo de estructuras y programas de la propia

    Iglesia.

    Pero nada de esto significa precipitarse en la anar-

    guía. Porque los cambios internos que se consideran in-

    dispensables para que la Iglesia pu~da participar ca.p,i-

    talmente en la promoción del cambio o transformaclOn

    de la sociedad, están normados por grandes y sólidas di-

    rectrices. Las ponencias, por ejemplo, que podrían lla-

    marse más revolucionarias , en el buen sentido de la

    palabra, están cuajadas de apoyos derivados d~ las Sa-

    gradas Escrituras, de los docuI?entos del Va~Icano II~

    y

    de encíclica.s y otra~ dec~~racIOne~ .papales Impregna-

    das del espíntu y onentaclOn concIhares.

    Dentro de este marco de principios básicos se extiende

    la gama de los matices, las diferencias, los hincapiés, las

    inclinaciones de los conferenciantes. Este observador no

    pudo percibir, hasta dónde pudo llegar su limitada ~e~e-

    tración en el ambiente de la Conferencia, una OpOSICIón

    frontal a las corrientes emanadas del Concilio. Sí le pa-

    reció observar tres tendencias entre los participantes, en -

    2 9

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    U NA O LIM PIAD A E SP IR ITU AL

    Octubre 15, 1968

    México ha introducido, como bien se sabe, una nueva

    modalidad en las olimpiadas: la Olimpiada Cultural.

    Desde hace meses han venido efectuándose fiestas de

    arte y letras en que participan -amistoso certamen-

    delegaciones culturales de diversos países. México ha

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    por ello menos importante que cualquier otro. De hecho,

    un aspecto indispensable.

    Porque los Juegos Olímpicos se efectúan bajo el

    emblema d la paz. Porque se espera que la amistosa com-

    petencia de atletas de todas las naciones, derive en mo-

    tivación potente de concordia. Porque se quiere que una

    vez más la convivencia olímpica acerque a pueblos que

    las pugnas políticas y económicas, y los prejuicio de

    toda clase, tratan de convertir en enemigos.

    y la paz del espíritu -meta suprema a la que se diri-

    gen, por diversos caminos y en la medida de verdad

    que poseen, las grandes religiones- es la condición in-

    dispensable y la raíz última de la paz entre los hombres.

    No se puede obtener la verdadera paz del espíritu sino

    en la paz y comunión con Dios. Ni es posible vivir en

    paz con los demás hombres si no se les ve y trata como

    seres creados a imagen y semejanza de Dios y como

    hijos de un mismo Padre Celestial. Al nivel puramente

    biológico, no hay solidaridad humana real. Simplemente

    como individuos de la misma especie, no queda sino la

    ley de la selva: la supervivencia del más fuerte.

    Los espíritus religiosos no pueden menos que sentirse

    contritos por el hecho de que el sentimiento. religioso, al

    convertirse por degeneración en feroz intolerancia, ha

    sido a menudo en el curso de la historia un motivo de

    discordia entre los hombres. Las guerras de religión no

    han sido menos crueles que las motivadas por ambiciones

    de dominio y por odios de raza. Mucha sangre han de-

    rramado espadas diversamente bendecidas por los repre-

    sentantes de confesiones religiosas.

    Pero el espíritu ecuménico, inicial y propiamente

    cuestión de relaciones intercristianas, ha ensanchado su

    aliento y significado, hasta procurar abarcar a los cre-

    yentes de confesiones no cristianas. Y en plan de pacífica

    y humana convivencia, aun a los que carecen de confesión

    224

    alguna. Emanando d fuentes característicamente religio-

    s~s, el espíritu ecuménico ampara bajo su manto, en

    virtud de su propia índole, a todo ser humano, por enci-

    ma de cualquier difer ncia.

    y

    en ese espíritu ecuménico ha surgido la iniciativa

    que tanto honra a México y cuyas primeras realizaciones

    estamos comenzando a ver. Es la de constituir una Comi-

    sión de Servicios Religiosos para los juegos de la XIX

    Olimpiada, con integrantes de diversas filiaciones religio-

    sas. Su propósito es ofrecer a los atletas olímpicos y de-

    más visitantes, oportunidades para el cultivo de su vida

    espiritual, según el credo de cada uno.·

    El primer acto público patrocinado por la Comisión

    ha sido la Jornada Ecuménica por la Paz, efectuada la

    noche del jueves último en el estadio de la Ciudad de los

    Depo~tes. EXCELSIOR y otros órganos de la prensa han

    ofrecido a sus lectores extensas reseñas de la ocasión, que

    no ? a y qu~ .repetir aquí. Basta recalcar qu.e la partid-

    pacion

    religiosa fue quíntuple: tres sectores cristianos

    -católico romano, ortodoxo griego y protestante-, y al

    lado de ellos el judaísmo y el budismo zen.

    Es significativo que la fuerza y destreza físicas han

    servido a las grandes religiones como parábolas de

    la

    vida moral  Y ~~pirit~a~.Así, aunque el judaísmo repudió,

    por la asociacion ongmal con prácticas paganas los cer-

    támenes atléticos grecorromanos, la figura del hombre

    físicamente fuerte pudo ser evocada por el profeta Isaías

    al exclamar:

     Los mancebos se desmayan y fatigan, -los jóvenes

    se tambalean vacilantes, -mas los que esperan en el Se-

    ñor -ganarán nuevas fuerzas: levantarán las alas como

    águilas, -correrán sin fatigarse, -caminarán sin des-

    mayar (40.30, 31).

    .y ~l apóstol Pablo, que es muy probable que visitara

    Olimpia, pero que de todos modos sin duda había presen-

    225

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    24/35

    -ciado competencias atléticas, se servía de ellas como me-

    táfora de la vida cri tiana, y exhortaba: ¿Ignoráis acaso

    -que

    de los que corren en la pista, aunque es cierto que

    tO?O~~o re~, e~ uno solo ~l que recibe el premio? iCo-

    rred de tal manera que lo obtengáis

    Y

    pensando en la

    'guirnalda de laurel del atleta victorioso, se ref ría al

    premio de la vida eterna como una guirnalda que na

    se marchita nunca (la. Ep. Coro9.24,

    25 .

    Y ~s significativo también que judaísmo, cristianismo

    'Y.hudismo, n~ obstante sus-divergencias y disparidades,

    cifren en el amor a los demás hombres el supremo se-

    creto de la paz y la concordia. Así lo expresó de su parte

    el rabí Melamed, recordando Ia gran sentencia del Le-

    vítico: Ama a tu prójimo como a ti mismo

    (19.18),

    que

    según algunas autoridades, entre las cuales Martín Buber

    ha 'de traducirse más bien: Ama a tu prójimo: es

    como

    tú mismo .

    Este mandato, ratificado textualmente, y recalcado

    por Jesucristo con su Amaos los unos a los otros , fue

    evocado igualmente por el arzobispo Miranda y el obispo

    metodista Alejandro Huíz portavoces cristianos. Y tamo

    bién el portavoz budista, reverendo Takata, dio a su meno

    saje el tono del amor mutuó y la buena voluntad entre

    los hombres. ¿No dejó dicho Buda: El odio no cesa por

    el odio, sino sólo por el amor: tal es la regla eterna ?

    La Jornada Ecuménica por la Paz ha iniciado, para.

    lela a la Olimpiada Cultural y a los Juegos Olímpicos,

    una Olimpiada Espiritual, cuyo centro visible será la Ca-

    pilla Ecuménica, próxima a la Villa Olímpica. De ahí irra-

    diará, esperamos, el sentido profundo de lo trascendente

    y de lo eterno. Conjugándose con la labor de la Comisión

    de Servicios Religiosos, habrá sin duda otras iniciativas

    impregnadas del mismo espíritu. Desde luego, por ejem-

    plo, la Sociedad Bíblica de México está haciendo clrcu-

    22 6

    lar, bajo el título de Más que victoriosos un cuadernillo

    de selecciones bíblicas .

    Para quienes no pudieron concurrir a la Jornada ano

    tedicha, transcribimo a continuación el texto íntegro de

    la Oración por la paz del mundo , que los asistentes a

    ella el varon al unísono:

     Te agradecemos, oh Dios, que el día de hoy haya.

    mos podido celebrar este fraternal encuentro. Un rayo

    nuevo de tu luz ha guiado nuestros corazones hacia ti

    y hacia el destino de toda la familia humana. Dentro

    de nuestro mundo dividido, queremos 'que estos Juegos

    Olímpicos, que son ya un testimonio de cooperación entre

    los hombres, sea también un signo de fraternidad basada

    .  

    en ti

    Queremos aceptar nuestra responsabilidad por cada

    hombre, creado a tu divina semejanza. Queremos traba-

    jar por un mundo mejor, que respete y promueva la

    libertad y la dignidad de todos los hombres y de todos los

    pueblos. '

     Padre misericordioso, enséñanos a vivir en paz

    y

    amor, a pesar de estar en continua competencia, corno

    lo hacen ahora millares de atletas. Que nosotros, seres

    humanos, nos veamos unidos, como en este momento

    las banderas del mundo. Sé nuestro guía para ganar la

    carrera de la paz, que s obra de la justicia, y así ganar

    la carrera de la vida. Amén .

    227

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    25/35

    O C TAVAR IO D E LA U N ID AD C R ISTIAN A

    Enero

    21, 1969

    Se está celebrando en la ciudad de México, en la

    presente semana, con reuniones interconfesionales en va-

    rias iglesias católicas, protestantes y ortodoxas griegas, el

    Octavario de Oración Universal por la Unidad Cristiana.

    La celebración ha sido preparada por una comisión ecu-

    ménica semioficial, con apoyo

    y

    participación de algunas

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    26/35

    La celebración había sido, sin embargo,. aunque ~n

    octavario en forma, de índole sólo parroquial. Pero a

    .n lusión de no católicos entre los oradores. sagrados ~e ~a

    semana le prestaba ya su carcácter propIO y consntina

    . . adecuada para lo que ahora acontece

    una preparaclOn ., . bi

    por primera vez n esta ciudad. La celebración, 1 len

    h

    ., o d la parroquia del padre

    Barreto,

    se ha

    e

    a micra o

    en

    did f de ella y abarca dos templos protestantes,

    xten 1 o uera ,

    dos ortodoxos y tres católicos.

    Desde hace mucho tiempo que en los tres ~ectores meno

    . -d de la cristiandad se hacían oraciones por la

    ClOna os o o

    unidad de los cristianos, ya ocasIOnalmente ya e~ Clero

    tas partes de la liturgia establecida, ya en días   ~pocas

    especiales. Pero no obstante su asunto .y proposI~O, se

    oraba por separado. Y, además, predominaba ~ acenoto

    1

    o

    i

    ta Cada confesión oraba por la unidad CrIS-

    xc USIV . .

    tiana, pero entendiéndola roayorI?,ente co~o una mcorpo-

    ración de los otros a la confesión propIa: ,

    A

    . 1895 el Papa León XIII ínstituyo la Nove-

    SI, en , 1 b

    na del Pentecostés con el propósito de apresur,~r a o. ra

    de reconciliación de los hermanos s~pa:adoos, . P?r otra

    t curiosamente con la misma inclinación, solo que

    ~:f

    ~r~ campo, dos ministros anglicanos, del ala llamad~

     anglo católica , iniciaron en 1908 la Octav~, de la y ~ n

    dad de la Iglesia, que o~spiraba a una fusión orgamca

    de anglicanismo y catolIcIsmo romano. . . úl

    La conversión de un? de los dos mmIs,tros a ~sta -

    tima confesión despertó suspicac.ias  esto adhesiones a

    la celebración dentro del anglicanismo. Y dentro de~

    catolicismo, por influencia del converso, la Oc~~va llego

    franco medio para procurar la

    conversión

    de los

    a ser un 1 ..

    no católicos a esa comunión. E mimstro que p rr_nane-

    ció en el anglicanismo siguió trabajando por .la reI~C?r-

    . , de la Igle ia Anglicana a la IgleSIa Católica

    poraclOn

    23

    Romana. y esto hizo caer el movimiento en un callejón

    sin salida .

    Pero en las varias confesiones cristianas sobr vivía,

    no obstante, un concepto de la unidad de los creyentes

    que taba más próximo al anhelo original -puesto que

    la oración de Jesucristo no imponía en sí una sola y

    precisa manifestación orgánica- y que tenía un sentido

    genuinamente ecuménico. Sería la oración por la unidad,

    pues, no una rogativa para que los cristianos de otra con-

    fesión se convirtieran a la propia, pues de ser así ya no

    habría posibilidades de oración conjunta. Y se efectua-

    ban aquí y allá, aun dentro del propio anglicanismo,

    semanas o días de oración por la unidad, exentas de

    intención proselitista.

    Debemos al padre Paul Couturíer, ya finado, de Lyon,

    Francia, la inspiración y la fórmula ecuménicas para el

    octavario actual de la unidad de los cristianos. Su labor

    de reconciliación con el protestantismo -no en sentido

    de reabsorción sino de fraternal relación- había sido

    empeñosa y a la vez humilde, hasta el punto de promover

    en las iglesias católicas actos públicos de penitencia por

    la matanza de la Noche de San Bartolomé.

    El padre Couturier instituyó, para celebrarse del 18

    al 25 de enero, la Semana de Oración Universal, pero

    con intención diferente a las novenas u octavas que hasta

    entonces se habían efectuado dentro del catolicismo y en

    algunos sectores del protestantismo. Volviendo a la moti-

    vación de la oración intercesora de Cristo, propuso que

    la semana se dedicara a pedir a Dios la unidad que

    Cristo quiere para su Iglesia, por los medios que él

    quiera . ¿ Qué Índole y forma de unidad?, ¿ cómo

    y

    cuándo realizarla? Tal cosa se deja a la voluntad de

    Cri to y a la dirección de su Espíritu. ¿ Qué cri tiano

    verdad ro podrá negar e a orar en esos t' rminos al lado

    de su hermano de otras confesiones?

    23

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    27/35

    Con su primera celebración en enero de 1936, el pa-

    dre Couturi r abrió la vía para un octavario realmente

    cuménico. Mientras tanto, n el sector protestante la

    celebración se había ido orientando desde 1920 en el

    mismo sentido. El Consejo Mundial de Iglesias, funda-

    do en 1948,

    y

    del cual formaban parte iglesias ortodo-

    xas griegas, adoptó el patrocinio ecuménico de la idea.

    y cuando se cambió del Pentecostés a enero 18 al 25 la

    fecha de la celebración, pudo consolidarse ya el carácter

    ecuménico de ésta.

    Desde hace años el llamado y el- programa para la

    Semana de Oración Universal por la Unidad de los Cris-

    tianos se emiten conjuntamente por el Secretariado de

    Fe

    y

    Orden (o Constitución), del Consejo Mundial de

    Iglesias, y por un grupo de representantes de centros ecu-

    ménicos católicos, constituido con la aprobación del Se-

    cretariado por la Unidad de los Cristianos, que venía pre-

    sidiendo el finado cardenal Bea.

    Es el programa que está sirviendo de guía, con la

    fórmula del padre Couturier como epígrafe, en la cele-

    bración del octavario de esta sarnana, cuyo tema central

    es la libertad cristiana, según el concepto expuesto por

    San Pablo en su Epístola a los Gálatas.

    En México hay heridas recientes, abiertas todavía,

    que la intolerancia religiosa ha causado. Hay antagonis-

    mos, resentimientos, recelos entre los cristianos de las va-

    rias iglesias. El espíritu de cruzada -en el sentido

    agresivo y triunfalista de la palabra- domina aún en

    muchos medios religiosos. Todavía se pronuncian y escri-

    ben tiradas polémicas de tono violento y de efecto ofensivo.

    Todavía en un mundo al que se le dice que su esperanza

    está en Cristo, y en el que el anhelo de paz es acaso más

    vivo que nunca, muchos discípulos de Cristo ofrecen el

    triste espectáculo de los rencores y las pugnas entre sí

    mismos.

    232

    En este doloroso panorama, bien pueden parecer los

    contactos, diálogos y oficios de oración ecuménica, como

    el presente octavario, gotas in ignificantes de aceite en

    un mar de encabritadas aguas. Con todo, su fecto acu-

    mulativo puede, asistido por el poder divino, llegar a

    ser más considerable de lo que se piensa. En todo caso,

    la fraternidad sin cálculos ulteriores es deber esencial de

    los cristianos. Y es por ella por la que pueden unirse en

    una de las plegarias del octavario:

     Señor Jesús, danos la lealtad de reconocer y la va-

    lentía de rechazar lo que en nosotros se esconde de indi-

    ferencia, desconfianza y aun hostilidad mutuas. _. En Ti,

    que eres el Amor perfecto, haznos encontrar el camino

    que conduce a la unidad en la obediencia a Tu Amor y

    a Tu Verdad .

    233

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    28/35

    EC U M E N ISM O DE L SILE N C IO

    Enero

    28, 1969

    Con buen

    éxito

    para ser un primer experimento en

    esta capital, aunque con menos asistencia que la que era

    de desearse, concluyó el sábado 25 por la noche la Se-

    mana Universal de Oración por la Unidad Cristiana, a la

    cual se aludió en esta columna hace ocho días, La ce-

    lebración compuesta cada noche de breves mensajes, cán-

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    29/35

    las varias comunidades participantes.

    Hubo

    no obstante,

    en las liturgias empleadas, así como en la fisonomía fío

    sica -por decirlo así- y en el arreglo de los templos

    en que se efectuaron las rogativas por la unidad, suficiente

    variedad para que un aspecto importante de esta xpe·

    riencia ecuménica haya sido la disposición a comprender y

    apreciar los unos las tradiciones rituales de los otros.

    Quedó, por supuesto, en esta experiencia, como queda

    en pie en todo lo comprendido por el movimiento ecumé-

    nico, el hecho de la existencia de profundas diferencias,

    y aquí y allá, aun oposiciones dogmáticas y de constitu-

    ción eclesiástica. Y no de ahora sino de siempre ha sur-

    gido la cuestión vitalísima de si el éxito y el futuro del

    movimiento ecuménico

    ha -

    de asegurarse sólo por uno

    de dos únicos caminos: el de que los participantes des-

    tiñan o aun repudien aquellas convicciones 'que no como

    parten los demás, y el que parece más fácil o sea el de

    guardar hermético silencio, en presencia unos de otros,

    sobre lo que los separa.

    Un ecumenismo de infidelidad a la verdad, según a

    cada comunión ha sido revelada y encomendada o un

    ecumenismo del silencio, y reducido, como dijimos antes,

    a cortesías y carantoñas. Pero, aunque si sólo esto

    últi-

    mo fuera, ya sería un gran progreso sobre el andar a

    perros y gatos como en tristes épocas y situaciones no

    superadas por completo todavía, el ecumenismo bien

    entendido no puede solamente ser lo uno o lo otro: un

    ecumenismo de infidelidad o uno de silencio.

    Por fortuna, no son esos los dos únicos caminos que

    se le ofrecen al ecumenismo, de manera que el dilema

    resulta falso, aunque a decir verdad uno y otro de sus

    términos ofrecen tentaciones para algunos. Cuantos

    dírí-

    gen el movimi nto ecuménico sincera y conscientemente,

    desde posiciones ya máximas, ya mínimas, no creen que

    el precio que deba pagarse por la reconciliación y la

    unidad de los cnstianos haya de ser necesariamente la

    infidelidad o el silencio.

    Por lo contrario, saben que no puede haber ecume-

    nismo auténtico y efectivo si no se llega alguna vez a

    encarar honrada y valerosamente el hecho innegable de

    las diferencias. Ningún paso en firme hacia la unidad

    de los cristianos puede apoyarse en la ignorancia o la

    mentira. Pero el cotejo necesario e inevitable de las dife-

    rencias no puede ser, de ninguna manera, el primer paso.

    Porque la cosa es tan delicada que se impone una pre·

    paración, que en ciertas situaciones pudiera requerir al-

    gún tiempo.

    y

    lo primero en esa preparación es el acercarse

    unos a otros para conocerse mejor, rompiendo las barre-

    ras de los prejuicios, las enemistades, los recelos, las

    malquerencias y los resentimientos, ingredientes funestos

    de la intolerancia y de las guerras religiosas, frías o

    calientes. Yeso demanda trato social y exige, claro está,

    cortesía y buena voluntad. No que el ecumenismo haya

    de limitarse siempre a eso. Pero sí es un indispensable

    prefacio para la reconciliación y la convivencia fraternal.

    Un segundo paso puede ser el de compartir tareas

    comunes compatibles con la conciencia de los participan-

    tes; Por ejemplo, celebraciones como la Semana Univer-

    sal de Oración, labores como la del comité interconfe-

    sional que atendió los oficios religiosos para los que

    asistieron a los Juegos de la XIX Olimpiada, y la pres-

    tación de servicios de beneficio social. Todo esto sirve

    para conocerse, comprenderse y apreciarse mutuamente.

    Pero no se trata de promover la unidad a cambio

    del silencio perenne. Tiene que llegar y debe llegar

    el momento de cotejar las diferencias. Pero n 1 modo

    está el s cr too Con la preparación antes apel1.a bo que-

    jada, ese cotejo podrá llevarse a cabo en una atmó fera,

    que in mengua de la sinceridad y la franqueza, pueda

    236

    237

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    30/35

    ser cordial, amistosa, fraternal. No con polémicas encre .

    padas o violentos exclusivismos -cada uno tratando sim-

    plemente de aplastar al que opina diferente-, sino bus-

    cando todos la dirección divina y la iluminación de 'la

    verdad.

    Esto se viene haciendo ya, y quizá el principal ejem-

    plo sea el de la Comisión de Fe y Constitución (u Orden),

    del Consejo Mundial de Iglesias, que antes, como movi-

    miento autónomo, precedió y aun directamente preparó

    la fundación de éste. Son precisamente cuestiones dog-

    máticas las que dicha Comisión estudia y compul a, bus-

    cando primeramente, como es.Io propio, los denominado-

    res comunes, pero también procurando precisar los puno

    tos de diferencia, contraste u oposición, a fin de discernir

    hasta qué punto son realmente insalvables, y cuando lo

    son, de qué manera pueden tenderse sobre éllos puentes

    de comprensión y sana tolerancia, que den paso a la

    unidad de espíritu y a la acción conjunta.

    La inclusión como miembros plenos de dicha comi-

    sión, desde la asamblea del Consejo Mundial efectuada

    1 año pasado en Upsala, de nueve teólogos católicos

    nombrados oficialmente por el Vaticano, da a la Iglesia

    Católica Romana una importante participación en ese

    diálogo de voces a la vez competentes en la materia, fíe-

    les a sus convicciones, y comprensiva y respetuosas ante

    las opiniones diferentes de los demás. Esto demuestra

    que hay un caminó para el ecumenismo auténtico, aparte

    de los dos que se consideran, fuera de los círculos bien

    informados, como único dilema.

    Porque así como no puede haber ecumenismo de in-

    fidelidad tampoco puede haber ecumenismo de silencio.

    238

    ECU M ENISM O EN ESPAÑ A

    Mayo 17, 1969

    . Tal vez sea en España donde pueda apreciarse mejor

    -Io que' la profunda renovación del catolicismo romano,

    promovida por el Concilio Vaticano

    n

    significa en la

    esfera del ecumenísmo. Y 'esto, muy especialmente en lo

    que se refiere a los protestantes. Porque España es el

    país donde la Inquisición asumió -y esto no pueden

    cambiarlo sus anacrónicos defensores- los caracteres

    más violentos. Ni en Francia .ni en Italia misma, el

    Santo Oficio alcanzó los extremos que en tierras ibéricas.

    España fue, además, el país de la Contrarreforma

    por excelencia. No sólo porque en ella nació y se desa-

    rrolló dicho movimiento, sino porque el carácter espa-

    ñol, tan dado al extremismo, sea en un sentido o en otro,

    le infundió desde un principio su temperamento. En

    otros países, la Contrarreforma, sin renunciar a sus esen-

    cias, se fue despojando de sus violencias. Al correr

    del tiempo, la Compañía de Jesús ha venido a colocarse

    prácticamente a la vanguardia del ecu~enismo católico.

    Por lo antes dicho alcanzan muy especial significa.

    ción los sucesos que van teniendo lugar en España en' el

    campo de las relaciones ecuménicas. Como se sabe, en

    ella los protestantes forman una minoría numérica:

    239

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    31/35

    30,000 según cálculos, que hay quienes stiman libera-

    les. La guerra civil aventó al exilio a buen número de

    sus pastores, en tanto que otros fueron fusilados por el

    bando vencedor. Tradicionalmente, como en otras tierras

    de linaje ibérico, ha sido una minoría no solamente

    proscrita socialmente, sino legalmente discriminada y fí-

    sicamente perseguida.

    Ya desde hace unos años, a raíz del aliento infundido

    por el finado Papa Juan XXIII, y luego por el Concilio

    Vaticano, se inició el diálogo fraternal entre católicos,

    que asumieron la iniciativa, y protestantes. Del plano

    del diálogo y la amistad personales entre sacerdotes y

    pastores, aquí y allá, se fue pasando a contactos más

    formales y oficiales. Durante varios años se ha celebra-

    do conjuntamente la Semana Universal de

    .Oración

    por

    la Unidad de los Cristianos.

    En Barcelona ha venido funcionando un Centro Ecu-

    ménico, activo promotor de estos contactos. En Madrid

    comenzaron a aparecer editoriales dedicadas especial-

    mente a promover el ecumenismo, como por ejemplo

     Cuadernos para el Diálogo , que entre otras obras pu-

    blicó el magnífico estudio de A. Carrillo de Albornoz,

    del Consejo Mundial de Iglesias, sobre la libertad

    religiosa. Otra editorial afín es Nova Terra que ha

    publicado una obra del pastor Juan Estruch sobre ecu-

    menismo, y la máxima obra del teólogo protestante Os-

    ear Cullman, la Historia de la salvación .

    Ya ha llegado a México, y ha empezado a circular,

    la versión del

    J

    uevo Testamento realizada en Barcelona

    por un equipo de traductores católicos y protestantes.

    Las editoriales Biblioteca de Autores Cristianos y Verbo

    Divino han entablado conversaciones con las Sociedades

    Bíblicas Unidas, con miras a una posible colaboración

    en el campo bíblico.

    En una conferencia de traductores de dichas socieda-

    24

    des, procedentes de todas partes del mundo, que sesiona

    durante el presente mayo en El Escorial, han estado

    d visita dos prominentes escrituristas católicos: fray'

    Serafín de Aus jo y el R. P. Evaristo Martín del Campo.

    El primero presidió el equipo que produjo la versión del

    Nuevo Testamento, antes citada. El segundo es director

    de la Casa de la Biblia de Madrid, y jefe del equipo de

    traductores católicos que produjo la versión completa de

    la Biblia, de las Ediciones Paulinas.

    Este año todo el mundo protestante de habla espa-

    ñola está celebrando el cuarto centenario de la publica.

    ción de la primera versión completa de toda la Biblia,

    hecha en castellano, directamente de las lenguas origina-

    les, la célebre de Casiodoro de Reina. En España esta

    celebración coincide con la del primer centenario de la

    Segunda Reforma, como suele llamarse al movimiento

    protestante español del que fue figura señera don Manuel

    Matamoros.

    Es muy significativo que por iniciativa propia la

    Universidad de Salamanca se haya unido a la conmemo-

    ración. En efecto, no hace mucho que efectuó un ciclo

    de conferencias dedicadas al estudio del protestantismo

    español como fenómeno histórico, religioso y cultural.

    Participaron prominentes pastores y catedráticos protes-

    tantes al lado de significados portavoces del catolicismo,

    en un ambiente de objetividad histórica y de cordialidad

    ecuménica.

    A fines de abril se reunió en España la Conferencia

    de Iglesias Europeas, patrocinada por el Consejo Mundial

    de Iglesias, con representantes anglicanos, protestantes

    y ortodoxos griegos, entre los cuales figuraron delega-

    dos del patriarcado de Moscú. Actuaron como huéspe-

    des la Iglesia Evangélica Española y la Iglesia Española

    Reformada Episcopal.

    Las sesiones de la Conferencia se efectuaron en

      l

    240

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    32/35

    Escorial, pero la ceremonia de apertura tuvo lugar en

    Madrid, en el templo r formado episcopal de la calle

    de Beneficencia. Presidió el obispo anglicano don Ramón

    Taibo Sienes.

    y en

    1

    presbiterio ocuparon sitiales al lado de su

    cátedra episcopal, monseñor Pedro Cantero Cuadrado,

    arzobispo de Zaragoza, presidente del Secretariado Na-

    cional de Ecumeni mo; el metropolitano ortodoxo de

    Tallin, monseñor Alexis Ridiguer, el profesor Nicolás

    Zobolotosky, de la Academia Teológica de Leningrado;

    el arcipreste Sokolovsky, de Moscú, y los pastores don

    Benito Corvillón, presidente de la Iglesia Evangélica Es-

    pañola, y don Humberto Capó, presidente del Consejo

    Evangélico de España.

    Estuvo presente también monseñor Juan Francisco

    Arrighi, observador oficial del Secretariado para la Uni-

    dad de los Cristianos, enviado por el Vaticano. E igual-

    mente el doctor W. A. Visser't Hooft, que fue el primer

    secretario gerieral' del Consejo Mundial: de las. Iglesias.

    Lo anterior puede escribirse muy simplemente. Pero

    cuando

    I

    se considera que tal reunión de dignatarios cató-

    licos, protestantes y ortodoxos ha tenido lugar nada me-

    .nos que en la España de la antigua Inquisición, con sus

    autos de fe, y de la Contrarreforma, el suceso tiene una

    significación que trasciende a toda ponderación. Sobre

    todo cuando el lugar es un templo protestante, cuya fa-

    chada todavía hoy, por dictado legal, no puede rriostrar

    ninguna traza de su índole de santuario, y cuando la

    liturgia en que todos participan con unción y reverencia

    es la protestante.

    Pero más todavía. El arzobispo de Zaragoza, monse-

    ñor Cantero, pronunció una cordial alocución de bienve-

    nida a 10s .concurrentes a la conferencia. Y en ella, él

    mi mo puntualizó que lo que esa noche' tenía lugar en

    aquel Santuario habría sido sencillamente inconcebible

    243

    hace apenas unos cuantos años. Lo cual es en sí una

    demostración de que en el fondo de este acercamiento

    ecuménico de creyentes bautizados con un mismo bautis-

    mo, operan y guían, sin duda alguna, potencias de lo

    alto.

    242

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    33/35

    E C U M E N ISM O : E L O B JE TO D E L D IÁLO G O

    Septiembre 22, 1970

      l

    Vaticano acaba de expedir, según informa un cable,

    un documento especial para la orientación del diálogo

    ecuménico. Lo firma el nuevo director del Secretaria-

    do para la Unidad Cristiana, cardenal Willebrands_ y

    según la información, se refiere particularmente al diá-

    logo católico-protestante, que, en el seno de la cristiandad

  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

    34/35

    toda su existencia en la necesaria

    y

    completa reducción

    de esas diferencias, se convertiría en inalcanzable utopía.

    La citas que el cable da del documento mencionado,

    se refieren a este punto capital de las diferencias entre

    las iglesias cristianas. Algunas de ellas, dice, descan-

    san sobre datos de carácter histórico y sicológico, que

    se estima que son irreductibles . Y añade: Otras, más

    profundas, dependen de la forma en que uno concibe la

    fe propia y la vive. El diálogo parece impotente aquí .

    y según el resumen que da el reporte, cuando el

    diálogo resulta improductivo, queda sólo el recurso de

    la oración, con la esperanza de resolver las diferencias.

    Habría que conocer el texto completo del documento para

    cerciorarse de si efectivamente, como parece por las citas

    y el resumen del cable, no asigna al diálogo otro propó-

    sito que el de procurar resolver las diferencias. En todo

    caso, hay que plantearse la cuestión: ¿Cuál es el propó-

    sito o cuáles son los propósitos del diálogo ecuménico?

    . Insistimos en que no es posible ni debido sustraer

    del diálogo la realidad de las diferencias. Hacerlo sería

    faltar a la sinceridad

    y

    la honradez. Y cuando éstas

    faltaran se estaría bordando en el vacío. Sin embargo,

    al pensar en los propósitos del diálogo ecuménico tam-

    bién hay que pensar en las prioridades, o sea el orden,

    por lo menos cronológico, en que esos propósitos, que

    a nuestro ver, son varios, han de acometerse.

    Nos parece, pues, que el primer propósito del

    d i á

    lago- es establecer una relación humana y cristiana de

    cordialidad, de buena voluntad. Un trato amistoso mutuo,

    en el que el mutuo conocimiento vaya derribando prejui-

    cios y despejando falsas impresiones, las más de las veces

    obtenidas a distancias y en abstracto, no en el contacto

    personal y próximo.

    Lo primero que el diálogo ha de ayudar a de cubrir

    s que el que p rtenece a otra iglesia cristiana no porta

    uernos ni neva cola ni pisa con pezuñas de cabra'

    q~e no es necesariamente malévolo o imbécil porque no

    piensa y cree lo mismo que nosotros.

    Ya el estable er una relación amistosa entre miembros

    d. _las vari.a confe iones cristianas es de uyo un bene-

    f~ClO

    del dlálo~o ecuménico. o es suficiente, pero aún

    1 no s~ obt~vlera más, ya valdría la pena, y no habría

    por que consIderarlo impotente o improducrívo. De todas

    manera, p,or ahí hay que empezar todo diálogo verda-

    d~ro. ¿Qu~ resultado puede haber si los que se presentan

    dizque a dla.logar llegan con los puños cerrados, enseñan.

    do los colmillo , relampagueándoles los ojos?

    ,Tiene que llegar el momento, por supuesto, en que

    ~ incluya en el diálogo la consideración de las diferen-

    eras. ,Pero antes -sí, desde luego que antes- es menes-

    ter ~ inaplazable ~onsiderar los puntos de común acuerdo.

    Lo Igual o semejante, antes que lo diferente. Lo que

    une, antes que lo que separa. iY hay tanto de común

    que las varias iglesias comparten

    i

    Y en ello hay tanto

    ~e es real~,ente fundamental Descubrirlo, afirmarlo

    Juntos, rego~lJar e de. poder coincidir en ello, es ya em-

    rezar a sentrr una unidad profunda ahí donde antes sólo

    se veía~ diferencias a las que se permitió degenerar en

    antagonismo y hasta en odio.

    Partiendo de lo que une, puede ya onsiderarse con

    m~jor espíritu lo que diferencia. En lo cual ha de haber,

    prrm ro que todo, el esfuerzo por comprender las creen-

    cias ajena. Conoc rlas cuales son realmente a fin de

    corregir en la propia mente las nocione falsas, forma-

    d~s por ímpre i?~es superficiales, o peor aún, por meras

    oídas. Todo diálogo feraz comporta la capacidad de

    colocar e, hasta donde es posible, en el lugar de los

    otro.

    La consideración d las diferencias, cuando predomi-

    nan a la vez 1 amor a la verdad y la caridad para con

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  • 8/18/2019 Para Que El Mundo Crea Nuevo

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    el hermano diferente , al par que un estudio concien-

    zudo, dará un primer fruto de inapreciable valor. ~et-

    virá para de cubrir hasta qué punto algunas de esas dife-

    rencias son sólo aparentes, al paso qu otra resultan

    quizás menores qu lo que se pensaba, o tal v~z de cual-

    quier modo secundaria o d poca trascendencia, .

    En otros casos, el diálogo podrá llevar a descubrir

    maneras de conciliar las diferencias, sin por ello forzar

    la conciencia propia o atrop llar convi ciones que se

    tienen por sagradas. ¿Aca o se falta a la honradez

    cuando se reconoce el grado de razón que a i te al otro?

    ¿ Jo es tal cosa, por lo contrario, un imperativo justa-

    mente de la honradez?

    Procediendo, como quien dice, por eliminación, se

    llegará, naturalmente, a diferencias que se eS:lman ': que

    son realment irreductibles. Y entonces, ¿que habra que

    hacer? -Abandonar el diálogo porque ante ellas parece

    impotent~? ¿Considerarlo por tal vi~tu~ iI?~ro~uctivo?

    No debe creerse así. Lo que hace ma sIgmhcatlVo, por

    el contrario, el diálogo, es continuarlo a pesar de las

    diferencias que subsistan.

    Dicho en otra palabras, aunque uno de los r sultado

    benéficos del diálogo es allanar diferencias, ese no d be

    ser su propósito supremo. Tampoco es, por sup.~esto,

    un fin en sí mi mo. Hay quienes demandan 1

    diálogo

    como si lo fuera. Pero dialogar por dialogar e perder

    el tiempo. El propó ito del diálogo -qu no e un

    'fin .sino un medio-, no ha de ser otro que ntender e,

    comprender e, fomentar la mutua consideración

    y

    el

    respecto recíproco, establecer vinculo de humana cor-

    dialidad.

    y esto, él pesar de las diferencias que el diálogo, e~-

    tablado en actitud de buena voluntad, no haya con egm-

    do r olver. La prueba suprema d 1 diál go ecum 'ni o

    e que contribuya a la unidad cristiana, a p al' de la

    dif rencias irreductibles. Porque -¿habrá que decirlo

    una vez má ?-, unidad. no e uniformidad. Uniformi-

    dad e unidad de forma. La unidad ha de s r algo más

    profundo que las forma. nidad es concierto de voce ;

    11 monotonía. El diálogo. ha de ser eso, diálogo, y no

    monólogo a dos voces.

    Mant ner e unidos en espíritu, en fraternal cordiali-

    dad, ayudándose mutuamente ante el mundo en el testi-

    monio y el servicio, y esto aunque subsistan diferencias,

    tal es la verdadera unidad cristiana. Y por eso, porque

    s cristiana, puede subsi tir a pesar de las diferencias.

    Tener unidad cuando no existen diferencias, ¿qué mérito

    tiene?

    y

    que, en el caso, la' unidad no ha de depender

    oc la uniformidad de creencias. Porque debe ser unidad

    no en torno de dogmas, sino en torno de una persona:

    J

    e. ucristo.

    Decía una vez un prominente predicador, hablando

    de la unidad cristiana: Si donde hay cristianos de varias

    iale ias, preguntamos: ¿Qué crees?, inmediatamente sur-

    gen las dif rencias. Pero si preguntamos: ¿En Quién

    cree ?, no hay más que una sola respuesta . Si el diá-

    logo cristiano interconfesional acerca más a El, ayuda a

    inten ificar y profundizar más la suprema devoción y

    lealtad a El, hará que los cristianos vengan a encontrar-

    e n El más unidos entre sí.

    y entone s, de ninguna manera, pese a las diferencias

    (fue no hayan podido reducirse, podrá con iderarse im-

    pctente o improductivo el diálogo.

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