Para Un Marxismo Libertario - Daniel Guerin

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  • 8/13/2019 Para Un Marxismo Libertario - Daniel Guerin

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    PARA UN MARXISMOLIBERTARIO

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    DANIEL GURIN

    PARA UN MARXISMO

    LIBERTARIO

    PROYECCIN - BUENOS AIRES

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    Ttulo de la obra en francs:Pour un marxisme libertaire

    Editor:Robert Laffont

    Traduccin:T e o d o r o L e c m a n

    IMPRESO EN LA ARGENTINAHecho el depsito que marca la ley 11.723

    editorial proyeccinYapey 321Buenos Aires

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    1. POR QU "MARXISTA LIBERTARIO

    Mi fo rm aci n es marxi st a antistalinista; hace ya t i empo,sin emba rgo, me at rev a sondear las r i quezas del pensa-

    m i ent o l i bert ar i o, pensami ent o si empre vi vo y act ual si p r e-

    v i ament e se l o despoj a de al gunos i nfan t i l i smos, utopas y

    romant i ci smos, tan ant i guos como fal t os de ut i l i dad.

    D e ah se deri v a el mal ent end i do , casi i nev i t abl e, agudi zadoempero po r ciert a mala fe de mi s cont radi ct ores. Los mar-

    xist as se encar garon de da rm e l a espalda po r " anarquist ay l os anarquist as, por el hecho de m i marxi smo, no siempr e

    qui sieron v erm e como uno de l os suyos.

    U n j ov en mar xist a, nefi t o y p o r lo t ant o sect ari o, crey

    v er asimi smo en el p ropsi t o de est e l i bro el al i vi o d e una

    " conci enci a desgar rada , que est ara rebot ando desespera-

    dament e del marxi smo al anarqui smo. Pero es si n el meno r

    desgarr am i ent o n i l a m eno r vaci lacin, y sin pr eocupaci n

    al guna po r m i comodi dad i nt el ect ual personal , que creo en

    l a necesi dad como en l a pr act i cabi l i dad de una sntesi s en t re

    marxi smo y anarqui smo.

    U n diar i o obrero , de i nspi raci n trotskista, y d i cho sea depaso de alt a cal i dad, aseguraba r eci ent ement e que yo habapasado del marxismo al anarquismo. A esta inexact i tud,

    surgi da de una necesi dad pr i mar i a de cat alogar a todo el

    mundo, cont estdi ciendo qu e aport aba " una cont r i buci n

    a l a bsqueda de una snt esi s en t re marxi smo y anarqui smo,

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    snt esi s que desde mayo de 1968 se ha t rasl adado d el t er reno

    de las i deas al de la acci n .

    Si n emba rgo, t ena qu e encont rar una denom i nacin, ya

    que para p oder comuni carse, cada un o d ebe hacerse reco-

    no cer po r una et i quet a. La de " social i st a l i bert ar i o" , quem e haba rot ul ado durant e d i ez aos ya no m e pareca

    apr opi ada, po rque exi st en " soci al i smos" de t oda cl ase, yen-

    do del reform i smo social demcrat a al comuni smo " revi si o-

    nista y a un humani smo adul t erado ; en resum en, por que

    l a pal abra " soci al i smo pert enece a la cat egora de las

    pal abras manoseadas.

    U nos est udi ant es i t al i anos, con los qu e f u i a di scut i r acercadel mar xi smo y el anarqui smo en general , y de l a aut oges-

    t i n en par t i cul ar, me sum i ni st rar on l a et i quet a: est os j v e-

    nes se decan cor r i ent em ent e marxi st as l i bert ar i os. A deci r

    verdad est e no es n i ngn descub r i m i ent o : los contest at ari os

    de M ayo en Franci a, con l as banderas roj as y negras mez-

    cl adas, aun si n saberl o n i decir l o, ya eran marxi st as l i ber-

    tarios.

    D e ah prov i ene el t t ul o d el present e t rabaj o. En l se en-

    cuent ran reuni dos ci ert o nmero de t ext os, muy vari ados

    en cuant o al t ema y l a poca de redacci n, per o conf or-

    mando t odos, po r di versas vas, una ap ro xi macin al mar-

    xismo l i ber t ar i o .

    M i pequeo t rabaj o de di v ul gacin pub l i cado baj o el tt ul o

    de El anarquismo pudo haber creado un dobl e mal ent en-d i do : el qu e haya un i do t odas las i deas al l expuest as a

    t t ul o pur am ent e i nformat i vo o, i gual ment e, el que me

    haya most rado i napt o para ext ra er de aquel resumen una

    snt esi s pr opi a , vl i da t ant o para el pr esent e como para el

    futuro. Suposicin dos veces inexacta, ya que me eclips

    fr ent e al tema po r pr opi a v olunt ad. En el pr esent e l i bro,sobre t odo en la concl usi n, t rato d e vol ar con mi s propi as

    alas, po r m i cuent a y r i esgo.

    Los mat er i al es present ados aqu al l ect or estn ordenados

    por l a fecha de redacci n, si b i en al gunos han t eni do que

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    sufr i r r et oques mnimos para po der i nt ro ducir en el est i l o

    una concordanci a t empora l con r espect o al pr esent e.

    La Revol uci n que est ascend i endo serya l o es mar-xist a l i bert ar i a.

    Mayo de 1969.

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    2. HERMANOS GEMELOS;HERMANOS ENEMIGOS

    El mundo editorial da pruebas en todas partes de laactualidad del anarquismo. En Francia, Inglaterra, EstadosUnidos, Italia, Holanda, Amrica del Sur, estos ltimostiempos en todos lados han aparecido trabajos de conjuntosobre el anarquismo, como selecciones de textos y mono

    grafas de los grandes pensadores libertarios.Por qu este renacimiento?En primer lugar, porque se busca reparar una injusticia;

    un pensamiento tan fecundo, tan original, no debera habercado en el olvido, se lo requiere rescatar. Luego, porquese han dado cuenta que el anarquismo como doctrina dereconstruccin social est siempre vivo. Ciertamente no

    cuenta con muchos voceros en el mundo de hoy, pero susms valiosas ideas han sobrevivido mejor que sus partidarios.

    Globalmente, el anarquismo permanece actual en dosplanos:

    Desde el primer momento, hace ya un siglo, percibi ydenunci de manera proftica los riesgos de la desviacinautoritaria y dictatorial del marxismo, fundada en un Estado todopoderoso, dirigido por una minora que pretende monopolizar la ciencia del devenir histrico.

    A esta falsificacin del socialismo contra la cual pusoen guardia por anticipado, opuso de inmediato otro socia

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    lismo que yo llamara libertario, basado en nociones inversas, propulsado de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo, haciendo un llamado a la iniciativa creadora delindividuo, a la participacin espontnea de las grandes

    masas.Hoy en da los graves inconvenientes del primer tipo

    de "socialismo son experimentados hasta en los pasesque lo haban erigido en dogma. En el plano de la produccin se percibe que es muy mediocremente rentable.Y para corregir los excesos, como en Yugoslavia, se colocan,sin saberlo y sin proclamarlo, en la escuela de Proudhon.

    El anarquismo es inseparable del marxismo. Oponerloses plantear un falso problema; su querella es una querellade familia. Veo en ellos a dos hermanos gemelos arrastrados a una disputa aberrante que los ha hecho hermanosenemigos.

    Forman dos variantes, estrechamente emparentadas, deun solo y mismo socialismo.

    Adems, el origen es comn. Los idelogos que los engendraron hallaron su inspiracin simultneamente, antetodo, en la gran Revolucin Francesa; luego, en el esfuerzo emprendido por los trabajadores en el siglo XIX enFrancia a partir de 1840, con miras a emanciparse detodos los yugos.

    La estrategia a largo plazo, el objetivo final, es, en resumidas cuentas, idntico. Se proponen voltear al capitalismo,abolir el Estado, deshacerse de todo tutor, confiar la riquezasocial a los trabajadores mismos.

    No estn en desacuerdo ms que en algunos medios parallegar a ello, ni siquiera en todos. Hay zonas de pensamiento libertario en la obra de Marx como en la de Lenin, y Bakunin, traductor al ruso de El capi ta l , le debe muchoa Marx.

    El desacuerdo de hace un siglo giraba principalmente en torno al ritmo de disolucin del Estado tras el estallidode una revolucin, en torno al papel de las minoras (conscientes o dirigentes?), y tambin en torno al uso de los

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    medios de la democracia burguesa (sufragio universal, etc.).A stos se han agregado un cierto nmero de malentendidos, prejuicios y cambios de palabras.

    Pero la brecha entre anarquismo y marxismo no se con

    virti ciertamente en abismo sino al principio de nuestrosiglo, es decir, cuando la Revolucin Rusa, libertaria y sovitica, en octubre de 1917 tuvo que ceder lugar poco a poco a un formidable aparato estatal, dictatorial y policaco. El anarquismo, la idea anarquista, fueron liquidadosen Rusia como lo fueron los soviets mismos.

    Es desde aquella poca que los puentes han estado levantados entre los dos hermanos. Creo que la tarea de losverdaderos socialistas de nuestro tiempo debera ser restablecerlos; el socialismo, algo desacreditado, todava podraregenerarse si se lograra inyectar, en los marxismos delpresente, una buena dosis de suero anarquista.

    En qu nos ofrece el anarquismo elementos utilizables

    para la construccin de la futura sociedad socialista?Desde un primer instante, con Proudhon, el anarquismose hace defensor de la asociacin obrera, llamada en nuestros das autogestin.

    Los libertarios no quieren la gestin econmica por elcapitalismo privado. Igualmente rechazan la gestin porel Estado, pues la revolucin proletaria quedara a sus ojos

    vaca de todo contenido si los trabajadores cayesen bajola frula de nuevos tiranos: los burcratas.

    La autogestin es la democracia obrera en la fbrica.El trabajador se desdobla: es a la vez productor confinadoen su especialidad y cogestor de la empresa. Cesa as deestar alienado; escapa a la condicin de asalariado; recibesu parte de los beneficios de la empresa.

    Pero lo que se tiene en vista no es instaurar una especiede patronato colectivo, impregnado de una mentalidadegosta. Sera indispensable que todas las empresas auto-gestionadas fueran solidarias, interdependientes; su nicoobjetivo debera ser el inters general; tendran que con

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    formarse con un plan de conjunto. Esta planificacin nosera burocrtica, como en el comunismo de Estado, sinoanimada de abajo hacia arriba, regulada en comn por losdelegados de las diversas unidades de produccin.

    Otro elemento constructivo del anarquismo es el federalismo.

    La idea de la federacin no naci en el cerebro de unterico. Proudhon no hizo ms que tomar la experienciade la Revolucin Francesa, donde haba germinado espontneamente. En efecto: en el vaco creado por el desmoronamiento del antiguo Estado absolutista, las municipalidades, federndose, haban intentado reconstituir por labase la unidad nacional. La fiesta de la Federacin del14 de julio de 1790 haba sido la de la unidad voluntaria,una unidad contrariamente ms slida que la impuesta porla buena gana del Prncipe.

    El federalismo proudhoniano es la unidad sin coercin,vale decir, un pacto libremente consentido, constantementerevocable entre los diversos grupos de base, lo mismo sobreel plano econmico que sobre el plano administrativo. Estafederacin piramidal que se anuda localmente, regionalmente, nacionalmente, en verdad internacionalmente, asocia a la vez entre ellas a las empresas autogestionadas y alas comunas autnomas.

    Nunca se recordar lo suficiente que las ideas de Leninsobre la cuestin nacional es decir, la libre determinaciny el derecho de separacin estn tomadas del anarquismo. Del mismo modo la repblica de los soviets fue ensu origen una repblica federativa; hoy no lo es ms queen los papeles.

    Un tercer elemento que completa el edificio y que el

    anarquismo agreg ms tarde a los dos primeros, es elsindicalismo revolucionario. Para asegurar la solidaridady la interdependencia de las empresas autogestionadas, almismo tiempo que para animar las comunas unidades primarias de administracin hara falta un organismo emanado directamente de la clase obrera que englobase y con

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    jugase las diversas actividades, estructurado l mismo demodo federativo: tal es el papel devuelto a los sindicatos;en la sociedad capitalista simples rganos de reivindicaciny de protesta; en la sociedad socialista uniendo a esta fun

    cin primaria de defensa de los trabajadores, un papel decoordinacin, estructuracin, estimulacin y educacin (parael que debern prepararse por anticipado). Gracias a unsindicalismo obrero poderoso claro est que con la condicin de haberlo desburocratizado previamente la indispensable unidad del conjunto podra quedar asegurada sinnecesidad de resucitar los engranajes estatales. En la Cata

    lua anarcosindicalista de 1936 el "municipio, es decir, lacomuna, y la unin local de los sindicatos, constituan unaunidad. La C.N.T. tenda a confundirse con la Repblica.

    Slo bajo la suposicin que la podredumbre y la burocratizacin del sindicalismo fuesen irremediables, se tendra que hacer tabla rasa, y la necesaria coordinacin delas empresas autogestionadas debera ser asegurada por un

    organismo de un carcter enteramente nuevo: una federacin de consejos obreros nacida de los comits de huelgaque agrupara a sindicados y a no sindicados.

    El anarquismo fue por largo tiempo una simple doctrinasin posibilidad de aplicacin. Despus, en el curso delpresente siglo, sufri la prueba de la prctica revolucionaria, especialmente durante la revolucin rusa y la revolucin espaola.

    As, por ejemplo, el inolvidable episodio de los campesinos libertarios del sur de Ucrania, impulsados por unode ellos, Nstor Makhno, practicando la guerrilla revolucionaria, llevando a la derrota, mejor que el Ejrcito Rojo,a los ejrcitos blancos intervencionistas de Denikin y deWrangel, creando soviets libres en una poca en que los

    soviets ya estaban domesticados por el Estado bolchevique,entrando en conflicto con los comisarios instalados en elcampo por el gobierno central; destrozados finalmente porun Ejrcito Rojo al servicio de un Estado cada vez msdictatorial.

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    Hay otro episodio que me parece particularmente esclarecedor: el de la revuelta de los marineros de Kronstadt,en 1921. Estos insurrectos eran revolucionarios autnticos.En 1917 haban sido la vanguardia en el combate por la re

    volucin comunista. Adems estaban estrechamente ligadoscon la clase obrera, con las fbricas de Petrogrado, por eseentonces el ms importante centro industrial de Rusia.Pero osaron entrar en disputa con el poder bolchevique:le reprochaban al Partido Comunista el haberse alejado delas masas, el haber perdido la confianza de los obreros, elhaberse vuelto burocrtico. Denunciaban la domesticacin

    de los soviets, la estatizacin de los sindicatos. Acometieroncontra la mquina policial omnipotente que pesaba sobreel pueblo e impona la ley por medio de los fusilamientosy la prctica del terror. Protestaban contra un duro capitalismo de Estado en el que los obreros, del mismo modoque antes, no eran ms que simples asalariados y explotados.Reclamaban el restablecimiento de la democracia sovitica,

    elecciones libres en todos los niveles. De este modo, muchoantes que comenzase el reinado de Stalin, hombres del pueblo ya denunciaban con letras de fuego el acaparamientode la Revolucin de Octubre por el comunismo de Estado.

    La revolucin espaola, a pesar de las circunstancias trgicas de una guerra civil prontamente agravada por la intervencin extranjera, mostr por s misma el notable xito

    de la autogestin tanto en la ciudad como en el campo, ytambin la bsqueda por los libertarios de una conciliacin entre los principios anarquistas y las necesidades de la guerra revolucionaria a travs de una disciplina militar sinjerarqua ni grados, libremente consentida, practicada ysimbolizada a la vez por un gran soldado anarquista, Du-rruti.

    El anarquismo valora antes que nada al individuo. Espartiendo del individuo libre que se propone edificar unasociedad libre. Aqu reaparece el principio federalista. Elindividuo es libre de asociarse o de no asociarse, siempreest libre para desprenderse de la asociacin. A los ojos

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    de los anarquistas un pacto as es slido y fecundo en unsentido diferente del pretendido contrato social de Jean

    Jacques Rousseau, en donde los libertarios no ven ms queimpostura y coercin social.

    El individuo no es un medio sino el objetivo final dela sociedad. El anarquista entiende ayudar al individuo adesarrollarse plenamente, a cultivar y desplegar todas susfuerzas creadoras. Finalmente, la sociedad obtiene tantoprovecho como el individuo, puesto que no est ms formada por seres pasivos, serviles, hijos del s-s, sino quees una suma de fuerzas libres, un conglomerado de energas

    individuales.De este postulado de libertad se desprende todo el huma

    nismo anarquista, su rechazo de la autoridad religiosa como del puritanismo en las costumbres. En este ltimo terreno de la libertad sexual, los anarquistas, mucho antes queFreud, los racionalistas a la Ren Guyon, los existencialistasy los situacionistas, figuraron como pioneros.

    Ingresando en las fuentes del anarquismo el marxismode hoy puede salir limpio de sus pstulas y regenerado.

    1966.

    3. UN PROCESO

    EN REHABILITACIN

    El anarquismo fue vctima de un descrdito que no mereca.

    De una injusticia que se manifest en tres formas:En primer lugar, sus difamadores sostienen que el anar

    quismo habra muerto. No habra resistido las grandes pruebas revolucionarias de nuestro tiempo: la Revolucin Rusa,la Revolucin Espaola. No conservara ms su lugar en elmundo moderno, caracterizado por la centralizacin, lasgrandes unidades polticas y econmicas, la concepcin totalitaria. Segn la expresin de Vctor Serge, a los anarquis-

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    tas no les quedara ms que "retomar, por la fuerza de lascosas, el marxismo revolucionario.1

    Adems, sus detractores nos proponen, para desacreditarlo mejor, una visin absolutamente tendenciosa de su

    doctrina. El anarquismo sera esencialmente individualista,particularista, rebelde a toda forma de organizacin. Apun-tara al fraccionamiento, al desmenuzamiento, al replieguesobre s mismas de las unidades locales de administraciny de produccin. Sera inapto para la unidad, para la centralizacin, para la planificacin. Tendra nostalgias dela "edad de oro. Tendera a resucitar formas perimidas

    de sociedad; pecara de un optimismo infantil; su "idealismo no tendra en cuenta las slidas realidades de la infraestructura material.

    Finalmente, varios de sus comentaristas se toman el cuidado de no dejar en el olvido, de no librar a una ruidosapublicidad sino sus desviaciones ms discutibles y, en todocaso, las menos actuales, tales como el terrorismo, el aten

    tado individual, la propaganda por medio de explosivos.Reabriendo el proceso no intento nicamente repararen forma retrospectiva una triple injusticia, ni hacer galade erudicin. Me parece efectivamente que las ideas constructivas de la "anarqua siempre estn vivas, que pueden,con tal de ser reexaminadas y filtradas, ayudar al pensamiento socialista contemporneo a retomar impulso.

    El anarquismo del sigloXIX

    se distingue netamente delanarquismo del siglo XX. El anarquismo del siglo XIX esesencialmente doctrinario. Aunque Proudhon haya estadoms o menos integrado en la revolucin de 1848, y losdiscpulos de Bakunin no hayan sido totalmente extraosa la Comuna de Pars, estas dos revoluciones del siglo XIXno fueron en su esencia revoluciones libertarias, sino ms

    bien, en cierto modo, revoluciones "jacobinas. El siglo XX,por el contrario, es para los anarquistas el de la prcticarevolucionaria. Desempearon un papel activo en las dos

    1. Nota al pie de pgina de Joaqun Maurn, Revolucin ycontrarrevolucin en Espaa, 1933.

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    revoluciones rusas y ms an en la Revolucin Espaola.

    El estudio de la autntica doctrina anarquista tal comose form en el siglo XIX, pone al descubierto que la Anarqua no es ni la desorganizacin, ni el desorden, ni el

    desmenuzamiento, sino la bsqueda de la verdadera organizacin, de la verdadera unidad, del verdadero orden, dela verdadera centralizacin, que no pueden residir ni en laautoridad, ni en la coercin, ni en una fuerza ejercida dearriba hacia abajo, sino en la asociacin libre, espontnea,federalista, remontando desde lo bajo hacia lo alto. Encuanto al estudio de las revoluciones de Rusia y Espaay del papel que all cumplieron los anarquistas, demuestraque, a la inversa de la inexacta leyenda acreditada poralgunos, aquellas grandes y trgicas experiencias dan engran parte razn al socialismo libertario en contra delsocialismo que yo llamara "autoritario. En el curso dela cincuentena de aos que sigui a la Revolucin Rusa

    y de la treintena de aos que sigui a la Revolucin Espaola, el pensamiento socialista en todo el mundo permaneci ms o menos obnubilado por una caricatura del marxismo, rebosante de sus dogmas. Particularmente, si la querella intestina entre Trotsky y Stalin (conocida mejor hoypor el lector de vanguardia) contribuy a rescatar al marxismo-leninismo de un conformismo esterilizante, no hizo

    en verdad toda la luz sobre la Revolucin Rusa, porque noapunt (porque no poda apuntar) al fondo del problema.

    Para Volin, historiador libertario de la Revolucin Rusa,hablar de una "traicin de la Revolucin, como lo haceTrotsky, es una explicacin insuficiente: "Cmo pudo serposible esta traicin tras una victoria revolucionaria tanhermosa y completa? Esta es la verdadera pregunta. [ . . . ]

    Lo que Trotsky llama traicin es en realidad el efecto inevitable de una lenta degeneracin debida a falsos mtodos.[ . . . ] Es la degeneracin de la Revolucin la que trajo aStalin, y no Stalin el que hizo degenerar la Revolucin.Acaso Trotsky hubiera podido 'explicar verdaderamente

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    el drama (pregunta Volin), cuando l mismo junto conLenin haba contribuido a desarmar a las masas?1

    Discutible es la afirmacin del malogrado Isaac Deutscher, segn la cual la controversia Trotsky-Stalin va a "pro

    seguir y repercutir durante todo el siglo.2 El debate areabrir y a proseguir entre sucesores de Lenin, ya superado,es tal vez de menor importancia que aquel entre socialismoautoritario y socialismo libertario. El anarquismo salihace poco del cono de sombra al que lo relegaban susadversarios. El ejemplo de Yugoslavia, particularmente, ensu intento de levantar el cerco de hierro de un sistema

    econmico demasiado centralizado y burocrtico, al redescubrir los escritos de Proudhon, es un sntoma, entre otros,de esta resurreccin.

    En la bsqueda de sus formas ms eficaces se ofrecen alos hombres de hoy, apasionados por la emancipacin social,los materiales de un nuevo examen, y quiz de una sntesis,a la vez posible y necesaria entre dos pensamientos igual

    mente fecundos: el de Marx y Engels y el de Proudhony Bakunin. Malatesta, el gran terico y luchador anarquistaitaliano, observ que casi toda la literatura anarquista delsiglo XIX "estaba impregnada de marxismo.3 Por el contraro, el pensamiento de Proudhon y Bakunin contribuyen no poca medida a enriquecer el marxismo.

    1965.

    1 Volin, La Revolucin desconocida, 1945, reedicin 1969.2 Isaac Deutscher, Trotsky, vol. III, 1965.3 Malatesta, polmica de 1897 citada por Luiggi Fabri, Dictadura

    y Revolucin, Proyeccin, Bs. As.

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    A despecho de la aparente stal inizacin de un vasto sectordel movimiento obrero de nuestro pas, esta tradicin no est extinguida bajo las cenizas. El socialismo francs, porotra parte, se dirige a un pas donde la pequea propiedad

    campesina, artesanal e industrial, sigue siendo muy importante, a pesar de la concentracin econmica. El socialismofrancs tendr la originalidad, entre otras, de inculcar elaprendizaje de la libre asociacin a millones de pequeosproductores. En cuanto a la supersticin del Estado, lamisma no amenaza envenenar nuestro socialismo, puesnadie en Francia cree ya en el Estado, salvo el efmero

    poder personal y tecnocrtico que se ha apoderado denuestro pas por medio del fraude, que lo rige arbitrariamente y sin control, y logra de esta manera desprestigiarla idea del Estado mejor de lo que podra hacerlo la propaganda ms libertaria.

    1960.

    5. TRES PROBLEMASDE LA REVOLUCIN

    Volin, historiador libertario de la Revolucin Rusa, despus de haber sido actor y testigo de la misma, escribe:

    "Un problema fundamental nos han legado las revoluciones precedentes, principalmente las de 1789 y 1917. Erigidas por una gran mayora contra la opresin, animadaspor un soplo poderoso de libertad y habiendo proclamadola libertad como su objetivo esencial, cmo fue que zozobraron en una nueva dictadura ejercida por otras capasdominantes y privilegiadas, en una nueva esclavitud delas masas populares? Cules seran las condiciones quepermitiran a una revolucin evitar este triste fin? Sedebera ste a factores pasajeros o ms simplemente a erro

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    res y faltas que podran ser evitados de ahora en adelante?Y en este ltimo caso, cules seran los medios para eliminar el peligro que amenaza a las revoluciones del porvenir?.1

    Pienso, con Volin, que las dos grandes experiencias histricas de las revoluciones francesa y rusa estn indisolublemente unidas. A pesar de las diferencias de poca, delmedio circundante, del "contenido de clase, el problemaque agitan, los escollos con los que chocan son fundamentalmente los mismos. A lo sumo, stos se manifiestan deuna manera ms embrionaria en la primera revolucin que

    en la segunda. Por eso los hombres de hoy no pueden esperar encontrar el camino de su emancipacin definitiva sino saben distinguir el progreso y el fracaso en las dosexperiencias, con el objeto de extraer de las mismas enseanzas para el futuro.

    Para retomar los trminos de Volin, la causa esencial,a mi juicio, del relativo fracaso de las dos mayores revo

    luciones de la historia, no reside ni en la "fatalidad histrica ni en simples "errores subjetivos de los actos revolucionarios. La Revolucin lleva en s misma una gravecontradiccin (contradiccin que felizmente, y ya volveremos a ella, no es irremediable y se atena con el tiempo):no puede surgir, no puede vencer a menos que se origine enlas profundidades de las mismas masas populares, en su irre

    sistible sublevacin espontnea; pero las masas popularesa pesar que el instinto de clase las empuja a romper suscadenas carecen de educacin y conciencia. Y como chocan en su impulso formidable, pero tumultuoso y ciegohacia la libertad, con clases sociales privilegiadas, conscientes, instruidas, organizadas, experimentadas, no pueden ven-

    1 Volin, La revolucin desconocida ; 1917-1921, reedicin, Pars,1969, pg. 19. En El nico y su propiedad (1845), Max Stirner enunciaba ya como "principio de la Revolucin este axioma pesimista:"Un nuevo amo es puesto siempre en el lugar del antiguo y ladestruccin es una reconstruccin [ . . . ] . Resucitando el amo comoEstado, el servidor reaparece como ciudadano. Trad. francesa, Ed.S .L .I . M ., 1948, pgs. 139, 172-173.

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    cer la resistencia que encuentran si no logran adquirir enel fragor de la lucha la conciencia, la ciencia, la organi-zacin, la experiencia que les falta. Empero, el hecho mismode forjar las armas que acaban de ser enumeradas suma

    riamente, y que son las nicas que pueden asegurarles lasuperioridad sobre el adversario, contiene en s mismo uninmenso peligro: el de matar la espontaneidad que es elnervio de la Revolucin, el de comprometer la libertadpor la organizacin, el de dejar copar el movimiento a unalite minoritaria de militantes ms instruidos, ms conscientes, ms experimentados, que en un principio se ofrecen

    como guas para imponerse al fin como jefes y sometera las masas a una nueva forma de opresin del hombre porel hombre.

    Desde que el socialismo fue capaz de pensar este problema, desde que percibi esta contradiccin, es decir, mso menos desde la mitad del siglo XIX, no ha cesado de debatirse, de oscilar entre los dos polos extremos de la libertad

    y el orden. Cada uno de sus pensadores y actores se haesforzado en resolver laboriosamente, a tientas, y al preciode todo tipo de dudas y contradicciones, el dilema fundamental de la Revolucin. Proudhon en su famosa M emor i asobre l a propi edad (1840), haba credo encontrar la solucin cuando escriba con optimismo: "La mayor perfeccinde la sociedad se encuentra en la unin del orden y la

    anarqua. Pero un cuarto de siglo ms tarde compruebacon melancola: "Estas dos ideas, libertad [ . . . ] y orden,estn adosadas una a otra. [ . . . ] No se puede ni separarlas,ni absorber una en otra; hay que resignarse a vivir conlas dos juntas, equilibrndolas. [ . . . ] Ninguna fuerza poltica ha dado todava la verdadera solucin de la concordancia entre libertad y orden.1

    Un inmenso imperio, construido hoy bajo el signo del"socialismo, busca penosamente, empricamente, convulsivamente a veces, evadirse del cerco de hierro de un "or-

    1 De la capacidad poltica de la clase obrera , 1864, ed. Rivi-re, 1924, pg. 200.

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    den fundado en la coercin, para reencontrar el caminode la libertad al que aspiran sus millones de individuos,cada da ms despabilados y conscientes.

    Por lo tanto, el problema queda planteado, siempre de

    manera acuciante, y la ltima palabra no est dicha.Si se mira ms de cerca, el problema contiene tres aspec

    tos relativamente distintos, aunque estrechamente ligados:

    1. Cules deben ser, en el perodo de la lucha revolucio-naria, las partes respectivas de la espontaneidad y de laconciencia, de las masas y de la direccin?

    2. Una vez derribado el antiguo rgimen de opresin,

    qu forma de organizacin poltica o administrativa debereemplazar a la que acaba de ser vencida?

    3. Finalmente, por quin y cmo debe ser administradala economa despus de la abolicin de la propiedad privada(problema que se plantea en toda su amplitud en la revolucin proletaria y solamente en forma todava embrionaria en la Revolucin Francesa)? Cules socialistas? Lossocialistas del siglo XIX han dudado, tergiversado, se hancontradecido y enfrentado.

    En conjunto, se pueden distinguir entre ellos tres corrientes principales:

    a) los que yo llamara los autoritarios, estatistas y centralistas, herederos unos de la tradicin jacobina y blan-quista de la Revolucin Francesa otros de la tradicinalemana (o ms exactamente prusiana) de la disciplinamilitar y del Estado con E mayscula;

    b) los que llamara antiautoritarios, libertarios, herederos por una parte de la democracia directa de 1793, de laidea comunalista y federalista, y por otra, del apoliticismosantsimoniano, aspirando reemplazar el gobierno poltico

    por la "administracin de las cosas;c) finalmente, los socialistas llamados cientficos (Marxy Engels), esforzndose laboriosamente no siempre con cohesin ni xito y frecuentemente por motivos puramente

    1 Gurin, Marxismo y socialism o libertario; Proyeccin, Bs. As.

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    tcticos (pues deban hacer concesiones a las alas autoritaria y libertaria del movimiento obrero), en conciliar lasdos corrientes precedentes, en encontrar un compromiso entre la idea autoritaria y la libertaria.

    Tratemos de resumir brevemente las tentativas hechaspor estas tres corrientes del pensamiento socialista pararesolver los tres problemas fundamentales de la Revolucin.

    I. Espont anei dad y concienci a

    Los autoritarios no tienen confianza en la capacidad delas masas para llegar por s mismas a la conciencia, y lestienen un miedo pnico aun cuando pretenden lo contrario.Si hay que creerles, stas todava estn embrutecidas por siglos de opresin; tienen necesidad de ser guiadas y dirigidas; una pequea lite de jefes debe sustituirlas, ensearlesuna estrategia revolucionaria y conducirlas a la victoria.

    Los libertarios sostienen, por el contrario, que la Revolucindebe ser obra de las mismas masas, de su espontaneidad, desu libre iniciativa, de sus facultades creadoras tan insospechadas como formidables y ponen en guardia contra losjefes, que en nombre de una mayor conciencia pretendenimponerse a las masas para expoliarles luego los frutos desu victoria.

    En cuanto a Marx y Engels, stos ponen el acento unasveces en la espontaneidad, otras en la conciencia. Sin embargo, la sntesis permanece defectuosa, incierta, contradictoria. Por otra parte, conviene precisar que los mismoslibertarios no escapan siempre al mismo reproche. Yuxtaponindose a la exaltacin optimista de la "capacidad poltica de las clases obreras, encontramos en Proudhon pasa

    jes pesimistas, en los que arroja dudas sobre dicha capacidad y se rene con los autoritarios que sugieren que lasmasas deben ser dirigidas desde arriba.1 Bakunin, del mismo modo, no logra nunca despojarse completamente del

    1 Proudhon, De la capacidad..., cit., pgs, 88, 119.

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    conspiracionismo "cuarenta y ochesco de su juventud, einmediatamente despus de haberse jugado por el irresistible instinto primario de las masas, lo vemos preconizarpor dirigentes conscientes y organizados en sociedades secretas, el "nucleamiento invisible de las mismas. De aheste singular peloteo: los que l acusa a veces no sin fundamento de autoritarismo, lo encuentran en flagrante delitode maquiavelismo autoritario.

    Las dos tendencias antagnicas de la Primera Internacional, cada una con algo de razn, se reprochan recprocamente maniobras subterrneas, tendientes a asegurarseel control del movimiento. 1 Como se ver, ser necesarioesperar a Rosa Luxemburg para que sea propuesta unasntesis aproximadamente vlida entre la espontaneidad yla conciencia. Pero Trotsky, para llevar la contradiccina su culminacin, compromete este equilibrio tan laboriosamente alcanzado: en ciertos aspectos es "luxemburguis-ta, como lo testimonia notablemente su 1905 y su His to r i ade la rev ol uci n rusa; tiene el sentido y el instinto de la revolucin desde abajo, pone el acento en la accin autnomade las masas. Sin embargo, despus de haberlas combatidobrillantemente, se rene finalmente con las concepcionesde organizacin blanquistas de Lenin2 y, una vez en elpoder, se comportar de forma ms autoritaria todava quesu jefe de columna. Finalmente, en el duro combate de suexilio, se escudar en Lenin convertido en tab para intentar el proceso a Stalin; esta identificacin le impedir,hasta su ltimo da, hacer consciente la parte de luxem-burguismo que llevaba en l.

    1 Cf. La alianza de la Democracia Socialista y la Asociacin Internacional de los Trabajadores. Londres-Hamburgo, 21 de juliode 1873.

    2 Cf. Trotsky, Defensa del terrorismo, 1920, ed. francesa 1936,pg. 53.

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    II. El prob l em a del poder

    Los autoritarios sostienen que las masas populares dirigidas por sus jefes, deben reemplazar al Estado burgus

    por su propio Estado decorado con el epteto de "proletario, y para asegurar la perennidad del mismo debenllevar al extremo los medios de coercin que usaba elprimero (centralizacin, disciplina, jerarqua, polica). Esteesquema arranca a los libertarios (y de esto hace ya msde un siglo) gritos de espanto y horror. Para qu, preguntan, una revolucin que se contentara con reemplazar un

    aparato de opresin por otro. Adversarios irreductibles delEstado, de toda forma de Estado, esperan de la revolucinproletaria la abolicin total y definitiva de la coercin estatal. Querran reemplazar al viejo Estado opresor por lalibre federacin de las comunas asociadas, por la democracia directa de abajo hacia arriba.

    Marx y Engels buscan su camino entre estas dos tenden

    cias extremas. Recibieron la marca del jacobinismo, pero elcontacto con Proudhon hacia 1844, por un lado, la influencia de Moiss Hess por el otro, la crtica del hegelianismoy el descubrimiento de la "alienacin, los volvieron algolibertarios. Rechazan del mismo modo el estatismo autoritario del francs Luis Blanc y el del alemn Lasalle; sedeclaran partidarios de la anulacin del Estado, pero a su

    tiempo. El Estado, el "armatoste gubernamental, debe subsistir, solamente por un tiempo, tras la Revolucin. Unavez que se hayan dado las condiciones materiales que permitan estar sin l, ste "se extinguir. Y mientras seespera este da, hay que esforzarse en "atenuar inmediatamente al mximo los efectos ms enojosos.1 Esta perspectiva inquieta, con justicia, a los libertarios. La supervi

    vencia aun "provisoria del Estado no Ies dice nada y anuncian profticamente que, una vez reinstalado, el Leviathan2

    1 Prefacio de Engels del 18 de marzo de 1891 a La guerra civilen Francia.

    8 Ttulo de la clebre obra del ingls Tomas Hobbes (1651).que era, entre otras, una apologa del despotismo.

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    se rehusar obstinadamente a abdicar. La crtica hostigadorade los libertarios pone a Marx y Engels en apuros, y sucedeque hacen a sus adversarios de tendencia tales concesionesque en cierto momento la disputa entre ambos socialismosparece carecer de objeto y no ser sino una simple discusinde palabras acerca del Estado. Desgraciadamente, este hermoso acuerdo no durar.

    Pero el bolcheviquismo del siglo XX revela que no setrataba de una disputa puramente verbal. El Estado transitorio de Marx y Engels, ya en forma embrionaria con Le

    nin1, se convierte en un monstruo tentaculado (y muchoms posteriormente) que proclama sin ambages su negativaa extinguirse.

    III. La gest i n de l a economa

    Finalmente, por qu rgimen de propiedad reemplazaral capitalismo privado?

    Los autoritarios no se sienten embarazados por responder.Como su defecto principal es la falta de imaginacin ytienen miedo de lo desconocido, se apoyan en formas deadministracin y de gestin plagiadas del pasado. El Estadocaptar en su inmensa red toda la produccin, todo el intercambio, todas las finanzas. El "capitalismo de Estado sobrevivir a la revolucin social. La burocracia, gigantesca yabajo Napolen, bajo el rey de Prusia o bajo el zar, no secontentar ms en el rgimen socialista con percibir impuestos, reclutar ejrcitos y multiplicar sus policas; extender sus tentculos sobre las fbricas, minas, bancos, medios

    de transporte. Los libertarios lanzan un grito de espanto.Esta extensin exorbitante de los poderes del Estado lesparece la tumba de la libertad. Max Stirner fue uno de losprimeros en rebelarse contra el estatismo de la sociedad

    1 Gurin, Marxismo y socialism o . . . , cit.

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    el congreso de la Primera Internacional en Basilea, en 1869, decide que en la sociedad futura "el gobierno ser reemplazado por los consejos de las corporaciones.1 Marx yEngels, entre los dos extremos, flotan y navegan hacia

    donde sopla el viento. En el M ani f i est o comunist a de 1844,inspirados por Luis Blanc, haban adoptado la muy cmodasolucin omniestatista. Pero ms tarde, bajo la influenciade la Comuna de 1871 y bajo la presin de los anarquistas, moderarn ese estatismo y consentirn en transferir la produccin "a manos de los individuos asociados.2 Sin embargo, estas veleidades libertarias no dudarn mucho y volve

    rn casi inmediatamente a una fraseologa ms autoritariay estatista, en ocasin de la lucha a muerte que emprendencontra Bakunin y sus discpulos.

    Por lo tanto, no totalmente sin razn (aunque no siemprecon total buena fe), Bakunin acusa a los marxistas de pensar concentrar en manos del Estado toda la produccinagrcola e industrial. En Lenin, las tendencias estatistas y

    autoritarias estn en germen, superponindose a un anarquismo que contradicen y aniquilan, y bajo Stalin, transformndose la "cantidad en "calidad, degeneran en uncapitalismo de Estado opresor que Bakunin, en su crticade Marx, a veces injusta, parece haber anticipado.

    Este breve llamamiento histrico no tiene inters sinoen la medida que puede ayudar a orientarnos en el presente.

    Las enseanzas que de l extraemos nos hacen comprender,de manera tan brillante como dramtica, que a pesar demuchas concepciones que hoy parecen desusadas, infantilesy desmentidas por la experiencia (por ejemplo, su "apoliti-cismo), los anarquistas, en lo esencial, tenan razn contralos autoritarios. Estos volcaron torrentes de injurias sobrelos primeros, tratando su programa de "amasijo de ideas

    de ultratumba3, de utopas reaccionarias, perimidas y de

    1 Cf. Oscar Testut, La Internacional, 1871, pg. 154.2 Prefacio del 24 de julio de 1872 al M anifiesto comunista,3 "Las pretendidas escisiones de la Internacional, 5 de marzo

    de 1872, reproducido en el Movim iento Socialista, julio-diciembrede 1913.

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    cadentes. 1 Pero hoy se revela, como la subraya con fuerzaVolin2 , que lejos de pertenecer al futuro, la idea autoritaria no es otra cosa, en realidad, que una secuela del viejo mundo burgus, gastado y moribundo. Si existe una utopa

    es seguramente la del autodenominado comunismo deEstado, cuya quiebra es tan patente, que sus propios beneficiarios (preocupados ante todo por salvar sus interesesde casta privilegiada buscan hoy, laboriosamente y a tientas, los medios de enmendarlo y evadirse de l.

    El futuro no est ni en el capitalismo clsico ni tampoco,como quera persuadirnos el extinto Merleau-Ponty, en el

    capitalismo revisado y corregido por un "neoliberalismoo por el reformismo social-demcrata; la doble bancarrotade ambos no es menos resonante que la del comunismo de Estado. El futuro est siempre, y ms que nunca, en el socialismo, pero en un socialismo libertario. Como lo anunciabaprofticamente Kropoktin desde 1896, nuestra poca llevar el sello del despertar de las ideas libertarias. [ . . . ]

    La prxima revolucin no ser ms la revolucin jacobina?.3

    Los tres problemas fundamentales de la Revolucin, quehemos bosquejado ms arriba, deben y pueden encontrarfinalmente su solucin. Ya no estamos en los balbuceosy tanteos del pensamiento socialista del siglo XIX. Los problemas ya no se plantean ms en abstracto sino en concreto.

    Hoy disponemos de una amplia cosecha de experienciasprcticas. La tcnica de la Revolucin se ha enriquecidoinmensamente; la idea libertaria ya no se asienta ms enlas nubes sino que se desprende de los hechos mismos, de lasaspiraciones ms profundas (aun cuando son reprimidas)y ms autnticas de las masas populares.

    El problema de la espontaneidad y la conciencia es mu

    cho ms fcil de resolver hoy que hace un siglo; si bien

    1 Plejanov, M arxismo y anarquism o, fin cap. VI y pref. EleanorMarx-Aveling.

    2 Volin, op. cit., pgs. 218, 229.3 Kropotkin, La Anarqua, su filosofa, su ideal, pg. 51.

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    lento, aun si grava a la sociedad con gastos suplementarios,y si no puede ser efectuado ms que al precio de algn "desorden, estas dificultades, estos atrasos, estos gastos suplementarios, estos problemas de crecimiento, son infinita

    mente menos nocivos que el falso orden, el falso brillo, lafalsa eficiencia del comunismo de Estado que aniquilaal hombre, mata la iniciativa popular y finalmente deshonrala idea misma del socialismo.

    En lo que concierne al Estado, la leccin de la RevolucinRusa est claramente escrita en las paredes. Liquidar, comose ha hecho, el poder de las masas, en vsperas del triunfo

    de la Revolucin; reconstruir sobre las ruinas del antiguoaparato estatal un nuevo aparato de opresin todava msperfeccionado que el precedente, bautizado fraudulentamente "partido del proletariado; absorbiendo frecuentemente en el nuevo rgimen las "competencias del rgimenextinto (siempre imbuidas del viejo Fhrerprinzip); dejarque poco a poco se erija una nueva clase privilegiada, ten

    diente a considerar su propia supervivencia como un finen s mismo, y a perpetuar el Estado que asegura esta supervivencia; tal es el modelo que hoy nos corresponde noseguir. Por otra parte, si se toma al pie de la letra la teora marxista de la "extincin, las condiciones materiales quehaban provocado y (segn los marxistas) legitimado lareconstruccin de un aparato estatal, deberan hoy permitir

    abstenerse cada vez ms de ese gendarme obstaculizadory vido de quedarse en su lugar, que es el Estado.

    La industrializacin, aunque a ritmo desigual segn lospases, avanza a pasos de gigante en el mundo entero. Eldescubrimiento de nuevas fuentes de energa de posibilidades ilimitadas acelera prodigiosamente esta evolucin.El Estado totalitario engendrado por la penuria, de Ja cualextrae su justificacin, se vuelve cada da un poco mssuperfluo. En lo que concierne a la gestin de la economa,todas las experiencias hechas tanto en un pas esencialmente capitalista como los Estados Unidos, como en lospases sometidos al "comunismo de Estado, demuestran

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    que el futuro, por lo menos para muy grandes sectoresde la economa, no est ms en las unidades gigantes deproduccin. El gigantismo, que haba alucinado por igualtanto a los extintos capitanes de industria yanquis como

    al comunista Lenin, pertenece al pasado. Demasi ado gran-de, tal es el ttulo de un trabajo americano acerca de losestragos de esta peste sobre la economa de los EstadosUnidos.1 Por su lado, el rstico y socarrn Kruschev habaterminado por captar, aunque tarda y tmidamente, lanecesidad de una descentralizacin industrial. Por muchotiempo se haba credo que los imperativos sacrosantos de

    la planificacin exigan la gestin de la economa por elEstado. Hoy se percibe que la planificacin por arriba,la planificacin burocrtica, es una fuente espantosa dedesorden y desperdicio y, como dice Merleau-Ponty, que"no planifica.2 Carlos Bettelheim nos haba mostrado (enun libro sin embargo demasiado conformista para con elmomento en que fue escrito3), que sta no podra funcionar

    eficazmente a menos que fuese dirigida desde abajo haciaarriba y no de arriba hacia abajo, salvo que emanase delos niveles inferiores de la produccin, y fuese sometidaconstantemente a su control, mientras que en Rusia esecontrol de masas brilla por su ausencia. El futuro, sin ninguna duda, est en la gestin autnoma de las empresaspor las asociaciones de trabajadores. Lo que queda por

    poner a punto es el mecanismo, ciertamente delicado, desu federacin, de la armonizacin de los diversos interesesen un orden que sea un orden libre. Desde este punto devista, la tentativa de sntesis, demasiado olvidada hoy, entreanarquismo y estatismo, del socialista belga Csar de Paepe,merecera ser exhumada.4

    1 Morris Ernst, Too Big. Nueva York, 1940.2 "Reforma o enfermedad infantil del comunismo, LExpress,

    23 de noviembre de 1956.3 Carlos Bettelheim, La planificacin sovitica, 1945, pgs. 149,

    258-259.4 Cfr. Cesar de Paepe, "Acerca de la organizacin de los servicios

    pblicos en la sociedad futura, 1874, en Ni Dieu matre, anthologie historique du mouvement anarchiste, reedicin 1969, ps., 317 ssq.

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    En otros planos, la evolucin misma de la tcnica, de laorganizacin del trabajo, abre el camino a un socialismodesde abajo. En materia de psicologa del trabajo, las investigaciones ms recientes han conducido a la conclusin de

    que la produccin no es verdaderamente "eficiente sinocuando no aplasta al hombre, cuando lo asocia en lugarde alienarlo, cuando hace un llamado a su iniciativa, a sucooperacin plena; cuando transforma su trabajo de cargaen alegra, condicin que no es plenamente realizable ni enlos cuarteles industriales del capitalismo privado, ni en losdel capitalismo de Estado. Por otra parte, la rapidez de

    los medios de transporte facilita singularmente el ejerciciode la democracia directa. Un ejemplo: gracias al avin,los delegados de las secciones locales de los sindicatos obreros americanos ms modernos dispersos por todo un continente, como el del automvil, pueden ser reunidos fcilmente en algunas horas.

    Pero si se quiere regenerar el socialismo invertido por

    los autoritarios, hay que apurarse para volver a colocarlosobre sus pies. Desde 1896 Kropotkin subrayaba con fuerzaque, en tanto el socialismo tome un aspecto autoritario yestatista, inspirar a los trabajadores cierta desconfianza yde este modo ver comprometidos sus esfuerzos y paralizadosu desarrollo ulterior.1 El capitalismo privado, condenadohistricamente, no sobrevive hoy sino gracias a la carrera

    armamentista, por una parte, y a la quiebra relativa del comunismo de Estado, por otra. No podremos vencer ideolgicamente al Big Business y su pretendida "libre empresa,a cubierto de la cual domina un puado de monopolios;no podremos devolver al depsito de accesorios al nacionalismo y al fascismo, siempre dispuestos a renacer de suscenizas, a menos que seamos capaces de presentar en los

    hechos un sustituto concreto del pseudo-comunismo de Estado. En cuanto a los pases socialistas, los mismos no saldrn de su impasse actual a no ser que los ayudemos no a

    1 Kropotkin, op. cit., pgs. 31-33.

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    liquidar sino a reconstruir por completo su socialismo.Kruschev finalmente se ha estrellado por haber dudadodemasiado tiempo entre el pasado y el futuro. Los Gomulka,los Tito, los Dubcek, pese a su buena voluntad y sus velei

    dades de desestalinizacin o desestatizacin, se arriesgan apatinar, a oscilar sobre la cuerda donde se mantienen enequilibrio inestable, y a la larga, a caer, si no adquieren la audacia y la clarividencia que les permitiran definir lospostulados esenciales de un socialismo libertario.

    La Revolucin de nuestro tiempo se har desde abajo o no se har.

    1958.

    6 . LENIN O EL SOCIALISMODESDE ARRIBA

    En los albores del socialismo proletario, en las circunstancias y en el pas en que el proletariado constitua unadbil minora, carente de conciencia poltica y relativamente incapaz de iniciativa revolucionaria, una vanguardiasurgida de las clases cultas vale decir, burguesas tratde reemplazarlo, de pensar y de querer por l. As, pues,se organiz con el fin de tomar el poder independientemente de la masa trabajadora y, en consecuencia, recurria los medios de la clandestinidad y la conspiracin. Talfue el caso de la Conspiracin de los Iguales, de 1796,dirigida por Babeuf, y el de las "Saisons, de 1839, fomentada por Blanqui. "Gracias a Dios escriba este ltimoen 1852 hay muchos burgueses en el bando proletario.Son ellos quienes constituyen su fuerza principal... Leaportan un contingente de luz que, desgraciamente, el pue-bl o no est en condi ci ones de poseer . Fueron los burguesesquienes levantaron las primeras banderas del proletariado,

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    quienes formularon las doctrinas igualitarias y, tambin,quienes las propagaron. . . 1

    Engels defini con mucho acierto las concepciones fundamentales del "blanquismo cuando escribi que los blan-

    quistas, "educados en la escuela de la conspiracin y mantenidos en cohesin por la rgida disciplina que esta escuelasupone. . . partan de la idea de que un grupo relativamentepequeo de hombres decididos y bien organizados estaraen condiciones no slo de aduearse en un momento favorable del timn del Estado, sino que, desplegando unaaccin enrgica e incansable, sera capaz de sostenerse hasta

    lograr arrastrar a la revolucin a las masas del pueblo y congregarlas en torno al puado de caudillos. Esto llevabaconsigo, sobre todo, la ms rgida y dictatorial centralizacin de todos los poderes en manos del nuevo gobierno revolucionario.2 Se necesitaba una " organizaci n mi l i t ar . 3Y Kautsky seal que, a juicio de los blanquistas, "el proletariado, demasiado ignorante y desmoralizado como para

    organizarse y dirigirse por s mismo, debera ser organizadoy dirigido por un gobierno compuesto de su l i t e instruida:algo as como los jesutas del Paraguay, que haban organizado y dirigido a los indios.4

    Pero si bien es verdad que en la Francia de 1839 el movimiento obrero estaba an en paales y si bien es cierto quedurante la primera mitad del reinado de Luis Felipe fuedominado por las conspiraciones de las sociedades secretasrepublicanas, la rpida industrializacin del pas y la educacin del proletariado dieron brusco nacimiento, a partirde 1840, a un movimiento especficamente obrero, al principio ms corporativo que poltico, pero "politizado inmediatamente. Se sabe cun importante fue el papel de

    1 Blanqui, Lettre Maillard, 6-6-1852, en Textes choisis, 1955,pg. 132.

    2 Engels, Introduccin del 18 de marzo de 1891 a La G uerre Civi-le en France, Ed. Sociales, pg. 16.

    3 Blanqui, Manuscrito de 1868, en T e x t e s ..., cit., pgs. 218-219.4 Kautsky, La dictature du proltariat, 1918, ed. en ingls,

    pgs. 17-18.

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    los trabajadores en la Revolucin de 1848. Esta irrupcinde la clase obrera signific la caducidad del blanquismo.En 1847, Marx y Engels condenaban los mtodos de dicha corriente, ya superados: "No somos de esos conspiradores

    que quieren desencadenar la revolucin en fecha fija. "Loscomunistas. . . saben q u e .. . las revoluciones no se hacena voluntad, segn un propsito deliberado, y que siempre yen todas partes fueron consecuencia necesaria de circunstancias por completo independientes de la voluntad y ladireccin de tal o cual partido.5 En 1850 Marx escribaque la preocupacin de los conspiradores consista en "im

    provisar artificialmente una revolucin, sin que existieranlas condiciones necesarias para ella, y los censuraba pordesinteresarse de la educacin de clase de los trabajadores.Repite que, para ellos, "la fuerza motriz de la revolucin no radica en la situacin real, sino en la mera v o luntad.6

    Marx y Engels se haban percatado de que este "voluntarismo implicaba una valoracin pesimista sobre el papel

    del proletariado, una subestimacin aristocrtica de su capacidad poltica, y sealaban: "Los comunistas... no tienenintereses separados de los del conjunto de la clase obrera. . . No sientan principios particulares para modelar, conformea los mismos, el movimiento proletario. Representan siempre el inters del movimiento en su totalidad. La teoracomunista no ha sido aportada al proletariado desde a fuera:

    naci de la propia experiencia de las revoluciones populares (en primer lugar, de la Gran Revolucin Francesa)y del ejercicio de la lucha de clases: "Las concepcionestericas de los comunistas declaran Marx y Engels nose cimentan sobre ideas, sobre principios inventados o descubiertos por este o aquel reformador. Son la expresingeneral de las condiciones efectivas de una lucha de cla-

    8 Escritos diversos en el M anifeste Communiste, Costes, 1953,pgs. 128, 133, 173.

    6 Neue Rheinische Revue, 1850, en Rubel, Pages choisies de Marx, 1948, pg. 227; Discurso de Marx al Comit Central de laLiga de los Comunistas, 15 de setiembre de 1850, en Karl Marxles jures de Cologne, Costes, 1939, pg. 107.

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    ses... que existe... de un movimiento histrico que seopera ante nuestros ojos.7

    Pero, desde su nacimiento, el pensamiento marxista fueun tanto ambivalente a este respecto y se podra discernir,

    ya, cierta tendencia a subestimar el papel especfico delproletariado y a exal t ar el que se at ri bua a su v anguardi aesclarecida: "En lo que hace a la prctica, los comunistasconstituyen la fraccin ms decidida entre los partidos obreros, la que empuja siempre hacia adelante: en l o qu e hacea l a t eora, t i enen con respecto al rest o de l a masa t rabaj a-

    dora, la vent aj a de com pr end er las condi ci ones, la mar cha

    y los resul t ados genera l es del mov im i ent o pro l et ar i o" .8Aqu ya se dibuja, tal vez, la idea de una diferenciacin

    entre el proletariado y los jefes comunistas, de una superioridad de stos sobre aqul. Acaso no se percibe, en lasentrelineas, que la "ventaja as subrayada otorgara a loscomunistas el derecho "histrico de d i r i g i r al proletariado?

    Empero, Marx no quiere servirse de tal "ventaja paradictar a las obreros la lnea de conducta que han de seguir.Muchos aos despus en 1872 habr de aclarar que elprograma de la Internacional "se limita a trazar los grandesrasgos del movimiento poltico, y dej a l a el aboracin t e-ri ca del mi smo al impu l so p roporcio nado po r l as necesi da-

    des de la l ucha prct i ca, as como por el intercambio de

    ideas que se hace en las secciones, admitiendo indistintamente todas las concepciones socialistas en sus rganos yen sus congresos.9

    No obstante, su epgono, Kautsky, dar al marxismo unsentido ms autoritario. Es "totalmente falso sostiene que la conciencia socialista sea el resultado necesario, di

    7 Manifeste Com muniste (1847), ed. cit., pgs. 81-82; cfr. Maxi-milien Rubel, Pages choisies de Karl Marx, 1948. pgs. XLIII-XLV,y Karl Marx, Essaie de biographie intellectuelle, 1957, pgs. 102,288-290.

    8 Manif e s t e . . ., cit., pg. 82.8 Les prtendues scissions de l'lnternationales, 1872, reproducido

    en Mouvement Socia liste, julio-diciembre de 1913.

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    recto, de la lucha de clases del proletariado. El socialismoy la lucha de clases no se engendran mutuamente; surgende premisas diferentes. La conciencia socialista nace de laciencia, y el portador de la ciencia no es el proletariado,

    sino el i nt el ect ua l bu rgus. ste es quien ha "comunicadoa los trabajadores el socialismo cientfico: " La conci enciasoci al ista es un el ement o i mpor t ado desde af uera en l a l ucha

    de cl ases del pro l et ar i ado , y no a l go que sur ge espon tnea-

    ment e d e l ." 10

    Es verdad que luego Kautsky atenuar un tanto el extremismo de sus formulaciones. Y as, aunque sigue soste

    niendo que el movimiento obrero es incapaz de producirpor s solo la idea socialista, admite, al menos, que produceel "instinto socialista, y admite igualmente que dicho "instinto "lleva al trabajador a experimentar la necesidad delsocialismo; reconoce, asimismo, que si bien los obrerosdeben hacerse instruir por los intelectuales burgueses, estosltimos deben, a su vez, 'hacerse instruir por los obreros.11

    Mas la concepcin de Kautsky deja intacta la idea esencial. Idea autoritaria, de inspiracin mucho ms jacobina y blan-quista que socialista. En efecto: para un verdadero socialista, la "teora revolucionaria es, a no dudarlo, indispensable; pero la misma, en buena parte, es producida de abajohaci a arr i ba por la propia experiencia de las luchas populares. Y esa teora, para no quedar en pura abstraccin, parano extraviarse, debe ser en todo instante corroborada, vivificada, nutrida, rectificada por el empleo que de ella hacenaquellos a quienes va destinada y en cuyo nombre se lapropaga: los trabajadores.

    10 Kautsky, Neue Zeit, 1901-1902, X X , I, pgs. 79-80, citadopor Lenin en Que faire?, uvres, t. IV, pgs. 445-446; Henri Lefebvre incurre en la misma deformacin del pensamiento marxista(Pour la pense de Karl Marx, 1947, nueva ed. 1956, pgs. 56y 114).

    11 Kautsky al Congreso de la social-democracia austraca, 2-6de noviembre de 1901, P r o to k o l l .. .,Viena, 1901, pg. 124, cit.por Salomn Schwartz, Lnine et le Mouvement syndical, Pars,1935, pg. 23.

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    Por lo dems, el problema no puede encararse en elplano de lo absoluto, sino, como lo advirti Rosa Luxem

    burg, en el del movimiento dialctico de la historia. Cuanto ms numeroso y consciente sea el proletariado, menosrazn habr para que la vanguardia instruida tome la funcin rectora. El propio Marx, aleccionado por el despertarde la clase obrera francesa, escriba ya en 1845 (en una jerga an bastante filosfica) que "con la profundidad dela accin histrica aumentar el volumen de las masas que

    se lancen a la accin.12 A medida que la educacin arrancaa la masa trabajadora de su ceguera, derrmbase la basesocial que sirviera de sustento a los "jefes. La masa tomael papel de dirigente y sus jefes no son ya sino los "rganos ejecutivos de su "accin consciente. Este proceso no es,por cierto, instantneo, ni se produce en lnea recta. Sinduda, como escribe Rosa, "la transformacin de la masa

    en dirigente lcido y seguro; es decir, la fusin de la ciencia con la clase obrera sueo acariciado por Lassalle no es ni puede ser otra cosa que un proceso dialctico,dado que el movimiento obrero absorbe de manera ininterrumpida a nuevos elementos proletarios as como a lost rnsfugas de otras capas sociales. Empero, la tendenciadominante , que signa la marcha del movimiento socialista

    en la actualidad y en el futuro, es la abolicin de los "dirigentes y la masa "dirigida.13

    Dentro de esta perspectiva histrica, y no en el planode lo absoluto lo repetimos, es donde corresponde examinar las concepciones organizativas formuladas por Leninen la emigracin, entre 1901 y 1904, o sea bajo el zarismo.

    Hacia 1875, la situacin en que se encontraba el movi

    miento revolucionario ruso ofreca ciertas semejanzas con

    12 Marx, Le Sainte Famille (1845), uvres philosophiques, Costes, t. II, pg. 145.

    13 Rosa Luxemburg, "Masse et chefs (en alemn "Esperanzasfrustradas"), Neue Zeit, 1903-1904, XII, n 2, en M arxisme contre dictature, Pars, 1940, pgs. 36-37.

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    las del movimiento revolucionario francs antes de 1840.En un pas inmenso, atrasado y no industrializado, la claseobrera apenas si exista en forma embrionaria. Tal situacindio origen a la variedad local del blanquismo. Tkachev

    preconizaba la toma del poder mediante una conjuracinfomentada por la minora consciente; es un autoritario, unjacobino, que descree en absoluto de la capacidad de iniciativa popular, de la espontaneidad de las masas: "Ni en elpresente ni en el futuro ser capaz el pueblo, librado asus propias fuerzas, de hacer la revolucin social. Slonosotros, minora revolucionaria, podemos y debemos cum

    plir tal cometido.. . El pueblo no es capaz de salvarse a sm ism o.. . de dar cuerpo y vida a las ideas de revolucinsocial. "Sin dirigentes no est en condiciones de edificarun mundo nuevo... Esta misin pertenece exclusivamentea la minora revolucionaria.14

    Cuando entre 185)0 y 1900 el proletariado irrumpe enescena15 paralelamente con la industrializacin del pas,

    Lenin advirti como antes lo advirtieran Marx y Engels,con respecto a Blanqui que el factor determinante de larevolucin social en Rusia era la organizacin de la claseobrera, y descart, por superados, los mtodos conspirativosy voluntaristas de los discpulos de Tkachev. Empero, conserv hacia dichos mtodos una mal disimulada admiracin 16 y segn se ver ms adelante en cierto sentido

    se mantuvo fiel a la inspiracin de los mismos. El proleta-riado se haba expresado a travs de grandes huelgas enSan Petersburgo en 1896-1897, y, por primera vez en unahuelga poltica, el 1 de mayo de 1898.17 No obstante, suactividad era sobre todo reivindicativa, ya que se hallabaan carente de conciencia poltica. Adems, imperaba enRusia un rgimen autocrtico y policial, por lo cual la ac

    14 Cfr. Boris Suvarin, Staline, 1935, pg. 30; Nicols Berdiaev,Les sources et le sens du com munisme russe, Pars, 1951, pgs. 94-99.

    15 Cfr. Peter I. Lyashchenko, History of the National Economy o f Russia to the 1917 Revolution. Nueva York, 1949, pgs. 525-548.

    18 Lenin, Que faire?, 1902, uvres, t. IV, pg. 567.17 Lyashchenko, op. cit.,pg. 551.

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    cin revolucionaria se vea forzada a adoptar formas estrictamente clandestinas.

    De estas premisas Lenin crey poder deducir una teorarelativamente pesimista sobre la capacidad poltica de lasmasas obreras. A su juicio, los trabajadores, dispersos, oprimidos, embrutecidospor el capitalismo 18, no estaban todava en condiciones o no lo estaban en su gran mayora de poseer conciencia poltica, la cual slo poda llegarlesdesde af uera. El movimiento obrero era incapaz de elaborarse por s solo una ideologa propia. Y , generalizando deuna manera abusiva, pretenda que "la historia de todos lospases atestige que, librada a sus solas fuerzas, la claseobrera no puede llegar ms que a la conciencia tradeunio-nista, vale decir, a la conviccin de que es preciso unirseen sindicatos, luchar contra los patronos....19 De estageneralizacin falaz, Lenin sacaba la conclusin no menosdiscutible de que la vanguardia tiene por cometido "com-bat i r la espont anei daddel proletariado (!). Inclinarse anteesta espontaneidad significara hacer de la vanguardia una"simple sirvienta del movimiento obrero. "Toda sumisina la espontaneidad del movimiento obrero, toda restriccindel papel propio del 'elemento consciente . . . significa. . . quirase o no, un fortalecimiento de la influencia de laideologa burguesa sobre los trabajadores.20

    Lenin rechazaba deliberadamente la concepcin materialista marxista, segn la cual el socialismo se produce por laexperiencia y la lucha de las masas populares. Apoyndoseen el pasaje de Kautsky antes mencionado, pero guardndose de hacer referencias a las enmiendas (insuficientes)que aqul haba expuesto posteriormente, sostiene la tesisidealista y blanquista de que la "doctrina socialista... surgi de teoras filosficas y econmicas elaboradas por losrepresentantes instruidos de las clases poseedoras: los inte

    18 Lenin, Un pas en avant, deux pas en arrire, 1904, EditionsSociales, pg. 37.

    19 Lenin, Que faire?, cit., pgs. 437, 445-446, 482.20 Ibid., pgs. 445, 447, 452.

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    lectuales, y agregaba: "Por su extraccin social, los fundadores del socialismo cientfico, Marx y Engels, eran intelectuales burgueses.2 1 Proclamaba, con entera razn: "S int eora revol uci onar i a, no hay mov im i ent o rev ol uci onar i o22,

    pero crea que esta teora revolucionaria saldra redonda yacabada, del cerebro de los dirigentes, para descender luegode l a cspi de a la base; vilipendiaba, por "anarquista, laconcepcin inversa, que basa la teora sobre la experienciamisma de las luchas obreras y la hace ascender de la basea la cspide; optaba lisa y llanamente por el centralismo,el burocrat ismo (es la palabra que l mismo utiliza), contra

    el democrat ismo que "desemboca en el anarquismo. 23Quera que la vanguardia de los iniciados estuviera com

    puesta, en forma principalsima, por "revolucionarios profesionales, por "gente cuya profesin es la accin revolucionaria, que "vive a expensas del partido; quera queste fuera "una organizacin de revolucionarios capaces dedi r i g i r la lucha emancipadora del pro let ar iado . Sin esta

    vanguardia profesional subrayaba, "ninguna clase dela sociedad contempornea puede desarrollar firmemente lalucha. 24 La vanguardia habra de concebirse son los mismos trminos empleados por Blanqui como una "o rgan i-zacin mi l i t a r , fuertemente jerarquizada y disciplinada. 25Y afirma Lenin que el proletariado se somete ms fcilmente que el intelectual a una disciplina, a una organiza

    cin de ese gnero, porque ha pasado por la dura escuelade la fbrica. 28 Argumento especioso, este ltimo, pues sibien es verdad que la "escuela de la fbrica constituye,en cierto sentido, una escuela de cooperacin, de organizacin, configura tambin y particularmente en la pocadel zarismo, como el propio Lenin se ve obligado a reconocer una escuela de obediencia pasiva y de sumisin.

    21 Ibid. , pgs. 437-438.22 Ibid., pg. 432.23 Un pas en avant. . . , cit., pgs. 6, 78, 86, nota.24 Que faire?, cit., pgs. 510-511, 516, 520-522, 528-530.25 Ibid., pg. 571, nota.26 Un pas en avant. . . , cit., pgs. 73-76.

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    Es innegable que en el pensamiento de Lenin esta concepcin tan tajante comportaba cierto nmero de correctivos. El revolucionario ruso acept gustoso el sambenitode "jacobino que le colgaron sus adversarios menchevi

    ques, pero agregndole este complemento: " Jacobino l iga-do , in di sol ubl ement e, a la organi zaci n del prol et ar i ado

    qu e ha t omado conci enci a de sus i nt ereses de cl ase."27 Aquienes objetaban que un partido as concebido no era sinouna "asociacin de conspiradores, les responda que haban"comprendido muy mal su pensamiento; que, para l, "elpartido no debe ser ms que la vanguardia, el gua de la

    inmensa masa obrera28, y que la organizacin de los revolucionarios profesionales slo tiene sentido en relacin con"la clase verdaderamente revolucionaria que se lanza a lalucha en forma elemental. La condicin previa y fundamental de su concepcin radica en que la clase obrera, deentre la cual la l i t e ha creado el partido revolucionario,"se distingue de todas las clases de la sociedad capitalista

    por su ptima capacidad de organizacin, en virtud de ciertas razones econmicas objetivas. "Sin esta condicin previa, la organizacin de los revolucionarios profesionales nohabra pasado de ser un juego, una aventura. . ."29 Y atempera un poco su hostilidad hacia la espontaneidad de lasmasas, expresando que dicha espontaneidad exige de la vanguardia una elevada conciencia. "La lucha espontnea del

    proletariado slo se convertir en verdadera 'lucha de clases cuando est dirigida por una fuerte organizacin revolucionaria.30

    No obstante estas enmiendas, en su espritu sigue existiendo un hiato entre la vanguardia y la masa. Segn l, no se debe confundir el partido con la clase.31 La masa

    27 Ibid., pg. 66.28 Lenin. Discurso al 2 Congreso del P. S. D. O. R . (PartidoSocialdemcrata Obrero Ruso), 4-8-1903, Pages choisies . . . , c it,t. I, I, pg. 176.

    29 Lenin, Que faire?, cit., pg. 508; prefacio de 1908 a diversosartculos, Obras (en alemn), t. XII, pg. 74.

    30 Que faire?, cit., pgs. 458, 532.31 Un pas en avant..., cit., pgs. 35-37.

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    acta bajo la direccin y el control del partido y "se congrega en torno de l, "gravita a su alrededor, pero, ensu gran mayora, no i ngresa n i debe i ngr esar en sus fi l as.El crculo clandestino de dirigentes pone en movimiento

    a la masa ms vasta posible, se extiende hacia los elementosproletarios, ligados a un trabajo pblico de masas32, peroslo se fusiona con ellas hast a ci er t o punt o. Si aspira areclutar obreros, es para transformarlos en revolucionariosprofesionales, en jefes.34 Con esto Lenin cree refutar victoriosamente a quienes lo acusan de querer imponer el socialismo a la clase trabajadora, desde afuera. Pero Bakunin,

    mucho antes que l, haba sealado el riesgo de que unapequea minora dirigente dominara al pueblo, aun cuandoest uv i era compuest a de tr abaj ador es: "S, por cierto, ex trabajadores que apenas se conviertan en dirigentes. . . dejarn de ser obreros y empezarn a mirar por encima delhombro a las masas laboriosas. Desde ese momento ya norepresentarn al pueblo, sino a s mismos y a su propia

    pretensin de gobernar a aqul.35Pero muy pronto, hostigado por las crticas del menche

    vique Martinov, y as como por las de Trotsky y las deRosa Luxemburg (al igual que lo haban sido antes Marx y Engels por las de los libertarios), Lenin admita quehaba exagerado un poco cuando afirmaba, de manera absoluta y general, que, librado a s mismo, el movimiento

    obrero caa fatalmente bajo la influencia de la ideologaburguesa. Si haba dicho una cosa as, lo hizo empujadopor el ardor de la polmica en que se hallaba embarcadocon sus adversarios de tendencia (los "economistas), quienes reducan el movimiento obrero a un sindicalismo estre

    32 Discurso al 2 Congreso, cit., pg. 176; prefacio de 1908, cit.,pg. 74.

    33 La maladie infantile du communisme, 1920, uvres, t . XXV,pg. 208.

    34 Que faire?, cit., pgs. 528-529. Discurso al 2 Congreso, cit.,Obras (en alemn), t. VI, pg. 24.

    35 Bakunin, El Estado y e l An arquismo , 1873 (en ruso), en G. P.Maximoff, The Political Philosophy of Bakunin. Grencol (III),EE. UU., 1953, pg. 287.

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    cho y reformista. La vara que estos ltimos haban curvadoen un sentido, habala l doblado en la direccin contraria.Pero con el solo fin de enderezarla.36 (Extraa manera decorregir un error, sta de incurrir en el exceso opuesto!)

    Y consideraba til puntualizar que el socialismo cientficose haba formado " en est recha conexi n con el crecim i ent odel mov imi ent o obr ero en genera l 31, que la teora revolucionaria "no es . . . un dogma acabado, sino que "se forma... en relacin estrecha con la prctica de un movimiento realmente revolucionario que abarque realmente alas masas.33 Admita que en sus escritos anteriores se

    haban deslizado algunas exageraciones. Las mismas eransntoma de lo que ocurre en un movimiento carente ande madurez. Se trataba ahora de romper con muchas pequeeces inherentes a la vida de la nfimos crculos clandestinos, las cuales eran una herencia del pasado y no servan,por lo tanto, para las tareas del presente.39

    Invocaba igualmente la excusa de la necesidad. En un

    pas autocrtico era indispensable, por elementales razonesde precaucin, el dar acceso al partido nicamente a quienes hacan de la revolucin un oficio.40 Por otra parte, lablandura, la inconstancia, la informalidad en una palabra: la "anarqua , que son rasgos muy notorios del temperamento ruso, y que, en particular, se daban en el partidosocialista ruso de la poca sobre todo entre la i n te l l i gen t-

    sia, le haban llevado a cargar las tintas de sus concepciones autoritarias y centralistas.41

    Tena tambin otra excusa, pero no poda invocarla sinfaltar a la modestia. Los defectos de su sistema de organizacin se vean en cierta medida compensados (y aun

    36 Lenin, Discurso, cit., Obras (en alemn), t. VI, pgs. 22-24.37 Del mismo, "Los frutos de la demagogia", marzo de 1905,

    Obras (en ruso), 3 ed., t. IV, pg. 546, cit. por Schwartz, op. cit.,pg. 25.

    38 M aladie in fan tile . . . , cit., pg. 208.39 Prefacio, cit., Obras (en alemn), t. XII , pg. 74.40 Que faire?, cit, pgs. 514, 522.41 Ibid., pg. 502; cfr. Bertram D. Wolfe, La Jeunesse de Lnine,

    Pars, 1951, pgs. 253, 259.

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    corregidos) por su genio. Y porque tena la inquebrantableconviccin de estar en lo cierto, de estar en lo cierto en beneficio del proletariado, afirmaba con tanta seguridad laprimaca de la "teora, el papel dirigente del partido,

    la orientacin "de la cspide a la base, la organizacin jerrquica de los revolucionarios profesionales en cuantobrazo ejecutor de su excepcional perspicacia.42

    Adems, este acrrimo partidario de la organizacin centralizada saba evadirse, llegado el momento, del fetichismodel aparato. Su notable aptitud para sentir la temperaturade las masas lo orientaba personalmente aunque en teora

    sostuviera lo contrario de abaj o haci a arr i ba. Trotsky noanda del todo descaminado cuando afirma que Lenin expresaba personalmente la presin de la clase sobre el partido,del partido sobre el aparato, que no representaba a stesino a la verdadera vanguardia del proletariado, que veaen el aparato, ante todo, una especie de palanca destinadaa aumentar la actividad de los obreros avanzados. Lo cual,

    hasta cierto punto, era verdad.43Por ltimo, superponindose a su dogmatismo y a su rigi

    dez, Lenin tena una asombrosa flexibilidad de espritu,un sentido casi infalible de la oportunidad, una capacidadpara desdecirse y para cambiar sbitamente de posicin,que ablandaban la rigidez militar y burocrtica del aparatopor l formado.44 Las fallas intrnsecas de sus concepcionesorganizativas resultaban un tanto atenuadas por su presencia al frente de la organizacin, Al desaparecer l, esosdefectos se agravarn y terminarn hacindose monstruosos.

    Pero la luminosidad de este genio tena su reverso. Erademasiado dominante. La fuerza de su pensamiento en cierto modo frenaba el desarrollo independiente de sus colaboradores. Haba entre ellos y l una "gran brecha. Elpartido slo exista para l. Abandonados a su propia ini

    42 Trotsky, Ma vie, ed. Pars, 1953, pg. 175; Paul Frlich,Rosa Louxembourg, Pars, 1939 (en alemn), pgs. 86-89.

    43 Trotsky, Staline, Pars, 1948, pgs. 89-90, 314-317.44 Schwartz, op. cit., pg. 36.

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    ciativa, los lugartenientes se atascaban, desbarrancaban, cometan enormes desatinos.45 Estas fallas fatales de un tipo deorganizacin que intenta inspirarse, no en "la voluntadcolectiva de un pueblo, sino en una sola cabeza, po r muy

    geni al que el l a sea" , como deca Bakunin.46Las concepciones organizativas de Lenin suscitaron, en

    la poca, vehementes crticas. Cuando las mismas procedande mencheviques oportunistas como Martinov, Martov oAxelrod, le era muy fcil rebatirlas limitndose, de manerapor dems simplista, a tratar a sus adversarios de "girondinos modernos, mientras l se ufanaba calificndose de

    "moderno jacobino.47 Pero las crticas ms devastadoras,las ms slidas y, por ende, las ms difciles de refutar, provenan, no de los "oportunistas, sino de revolucionarios autnticos, de marxistas probados, como Rosa Luxemburg y Len Trotsky.48

    El "jacobinismo, el "blanquismo que Lenin reivindicaba con orgullo, condenbanlo Trotsky y Rosa por "peri

    clitado. A juicio de Rosa, no se poda trasponer mecnicamente el principio organizativo blanquista de los crculos de conjurados a la poca del socialismo, es decir, a lapoca del proletariado organizado y con conciencia de clase.Para el movimiento obrero europeo sostena Trotsky era cosa desde haca largo tiempo superada el estadio del"jacobinismo y del "blanquismo. En Rusia, ste respondaan a la psicologa poltica retrasada de la intel l igentsia

    45 Trotsky, Staline, cit., pg. 317; Suvarin, Staline, cit., pg. 7746 Bakunin, uvres, Stock, t. IV, pgs. 260-261.47 Lenin, Un pas en avant . . . , cit., pg. 66; "Deux tactiques,

    1905, Pages choisies..., t. II, pgs, 24-30; "Devons-nous organiserla Rvolutions?, 1905, ibid., pgs. 37, 46.

    48 Rosa Luxemburg, "Centralisme et Dmocratie, 1904, en

    M arxisme contre Dictature, cit.; Trotsky, Nuestras tareas polticas,Ginebra, 15)04 (en ruso); algunos extractos en Deutscher, The Pro-

    phet Armed, Trotsky: 1879-1921. Nueva Y ork y Londres, 1954.Conviene dejar constancia de que, posteriormente, Trotsky se creyen el deber de desautorizar este folleto (no permitiendo jams quese lo tradujera del ruso), y se adhiri al "leninismo, eludiendo, aeste respecto, todo examen crtico.

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    revolucionaria. Pero "no era para enorgullecerse si, a causade nuestro retraso poltico, seguimos detenidos en el jacobinismo.

    Ambos consideraban infeliz la frmula leninista de "jaco

    binismo ligado indisolublemente a la organizacin del proletariado : "En realidad exclamaba Rosa , la socialdemocracia no est ligada a la organizacin de la clase obrera:es el mov im i ent o pr op i o d e l a cl ase obrera ." A qu ponerel agregado de "ligado a la organizacin del proletariado inquira Trotsky si se conserva la psicologa jacobinade desconfianza con respecto a las masas? Y aada: "No

    por azar ha dado Lenin una definicin que no es sino unatentado terico contra el carcter de clase de nuestro partido, atentado no menos peligroso que el reformismo.

    Rosa denunciaba el "implacable centralismo de Lenin,los poderes exorbitantes que se arrogaba el comit central en materia de seleccin y de medidas disciplinarias, la sumisin absoluta y ciega de las organizaciones locales del Par

    tido con respecto a la entidad central. Los afiliados no sonms que instrumentos, brazos ejecutores de "su alteza, elcomit central. Y rechazaba, por considerarla gravsimaequivocacin, la idea de sustituir en el seno del partido aunque fuera con carcter temporario el poder de lamayora, compuesta de obreros conscientes, por el poderabsoluto del comit central. Trotsky se alzaba, igualmente,

    contra la depuracin mecnica, decretada desde arriba yllevada a cabo mediante exclusiones, degradacin y privacin de derechos. Denunciaba asimismo la poltica "susti-tucionista de Lenin: primero, el aparato sustituye al partido; luego, el comit central sustituye al aparato; finalmente, un "dictador nico sustituye al comit central. Laconcepcin organizativa de Lenin era la de un partido que

    sustitua a la clase obrera, que actuaba en su nombre, porpoder, sin preocuparse de lo que ella pudiera pensar ysentir. En una palabra, se trataba de una t eocracia or t odoxa.

    Rosa se indignaba al ver que Lenin atribua a los trabajadores algo as como una aficin masoquista por "los ri-

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    gores de la disciplina despiadada, y que tomaba en susmanos (tras haber sustituido, meramente, la autoridad dela burguesa por la del comit central) el tipo de disciplinainculcada a los obreros por la burguesa zarista; es decir:

    la disciplina de las fbricas y de los cuarteles. Y replicaba:"Solamente extirpando de raz estos hbitos de obedienciay servilismo podr la clase obrera adquirir el sentido deuna disciplina nueva, de la autodisciplina libremente consentida. Tambin Trotsky censura esa forma de disciplinaque suprime la fuerza vital de un movimiento.

    "En un movimiento autnticamente socialista afirmaba

    Rosa los progresos de la conciencia y de la organizacinno pueden operarse mecnicamente, sino que constituyenun proceso continuo y democrtico; por otra parte, no hayrecetas tcticas que un comit central pueda ensear a sustropas, como se hace en los cuarteles. Y expresaba enrgicamente: "El socialista es el primer movimiento de lahistoria que se basa. . . sobr e l a organi zacin y l a acci n

    di rect a y aut noma de las masas. . . El nico sujeto alcual corresponde hoy en da el papel de dirigente, es elyo colectivo de la clase obrera. Es innegable que, paraRosa, la iniciativa y la direccin de las luchas proletarias "incumben naturalmente al ncleo ms organizado y escla-recido del proletariado, o sea, al ncleo socialista, PEROSOLO HASTA CIERTO PUNTO: "Las rev ol uci ones no se

    dej an con du cir como nios po r un maest ro d e escuel a .. .Jams deber concebi r se el mov im i ent o d e cl ase del p r o l e-

    t ar iado como m ov im i ent o de una m i nora organi zada. . .

    Toda verdadera gr an l ucha de clases debe ciment ar se sobr e

    el apoy o y l a col aboraci n de las masas ms vastas posibl es,

    y una est rat egi a de l a l ucha de cl ases. . . que ni cament e sedesar rol l e al comps de marchas bi en ej ecut adas por una

    minora, " est ar condenada de ant emano a l ament abl e fr a-caso49.

    Trotsky, por un lado, explicaba que Lenin, al tratar de

    49 Rosa Luxemburg, Grve gnrale, Part et Syndicats (1906),ed. 1947, pgs. 47-49, 58.

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    imponer con tanta rudeza la ideologa marxista a la i n t e l l i-gentsia rusa, se propona empujar a los intelectuales a convertirse en jefes eficaces de un movimiento obrero carentean de madurez y de confianza en s mismo. Pero, al pro

    ceder as, se empeaba en forzar el paso de la historia, y tales artificios no podan obrar como sucedneo de un proletariado educado polticamente. En efecto: para preparara la clase obrera, con vistas a la conquista del poder, era pre-cis o desarrollar en ella el sentido de la responsabilidady el hbito de un constante control sobre el personal ejecutor de la Revolucin. Sin embargo, los "jacobinos, los

    "sustitucionistas, reemplazaban el gran problema de lapreparacin para la conquista del poder, por la estructuracin de un aparato dirigente. Todo lo reducan a una tcnica de seleccin de ejecutantes disciplinados. Invocando elejemplo de la Comuna de Pars, Trotsky, fiel en esto a lasenseanzas de Marx, recordaba que aqulla haba estadointegrada por tendencias diversas y a menudo opuestas.

    Mas la Comuna resolvi tales contradicciones (y no podahacerlo de otra manera) mediante la confrontacin de losdiferentes puntos de vista, mediante largas discusiones. Unaparato fuerte slo sera capaz de ahogar estas corrientesy divergencias, en el afn de abreviar y facilitar el procesode esclarecimiento. No era dable eludir dicho proceso conel expediente de instalar, por encima del proletariado, una

    minora bien seleccionada o incluso a una sola persona provista de poderes disciplinarios. La Comuna demostr,justamente, que el nico fundamento del socialismo es unproletariado independiente, y no una ciase a la que se ha inculcado el espritu de subordinacin frente a un aparato que se ha erigido por sobre ella. El social i smo se basasobr e l a confi anza en el i nst i nt o de cl ase de l os t rabaja-

    dor es y en su capaci dad para compr ender l a m i si n hi st-

    r i ca que l es compet e,

    Rosa denunciaba profticamente los rasgos conservadoresy esterilizantes del "sustitucionismo burocrtico. ste nohaca ms que apuntalar, hasta un grado muy peligroso, el

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    e so .. . El manifiesto de marras no es una broma, sino elsntoma de un peligro que de antiguo amenaza al partido.Hay que felicitar a los camaradas uralianos por haber llevado su lgica hasta el fin.

    El desenlace lgico de las concepciones que acabamos deresear fue la nocin del papel d i r i gen t e del Partido, luegode la toma del poder por el proletariado: "Al educar alpartido obrero escriba Lenin en 1917, el marxismoforma a la vanguardia del proletariado, la capacita para tomar el poder... para d i r i g i r y organizar un nuevo rgimen,para ser maestra y gua de todos los trabajadores50. As,pues, ya no es el proletariado en armas, si no un sust i t uto,el partido, el que gobierna. Isaac Deutscher y Vctor Ser-ge51 cometen un error al creer que esta nocin no era enabsoluto inherente al programa bolchevique y que nadiela haba formulado hasta que las circunstancias, la vida, la"necesidad, la impusieron52. En realidad, las circunstancias objetivas no han hecho ms que favorecer, desarrollarhasta el extremo una concepcin autoritaria que, ant es dela p ru eba del poder , haba ya madurado subjetivamente enel pensamiento de Lenin.

    Esta concepcin del partido dirigente habra de fusionarse en una concepcin, no menos autoritaria y jacobina, dela fo rm a del pod erque nacera tras la revolucin proletaria.

    En El Estado y la Revolucin, escrito en vsperas dela Revolucin de Octubre, Lenin comienza presentndosecomo libertario. El objetivo