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Parábola Del Buen Pastor

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Leonardo Castellani

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Leonardo Castellani

Leonardo CastellaniParbola del Buen Pastor

La Iglesia pone en medio del Tiempo Pascual la parbola del Buen Pastor o del Pastor hermoso literalmente: "kals" y no "agaths". Es la parbola ms personal que hizo Cristo; o mejor dicho, la nica personal, en la cual se retrat a s mismo. En las dems parbolas habla de Dios Padre: l es all "el Hijo", que su Padre manda a los malos arrendatarios, y es asesinado por ellos. Mas esta parbola empieza con YO: "Yo soy el Pastor Hermoso". Es de notar que es ste su retrato, Cristo implcitamente dice que es Dios: pues este nombre de "Pastor" dan los profetas antiguos a Yahveh, Dios; y aqu Cristo se auto aplica esta palabra, e incluso toma versculos de Isaas, Ezequiel y Zacaras. Pone en ellos su sello personal; diciendo una cosa que los Profetas no podan decir de Dios: "El Buen Pastor da su vida por sus ovejas"; lo cual es la mxima prueba de amor como dijo en otra parte.

Cristo pinta aqu cmo es y ser su gobierno: como el de un Pastor. En las apariciones de estos cuarenta das hasta la Ascensin, Cristo asume el papel de Consolador, como dice San Ignacio; es decir, el de Pastor Bueno y Rey Magnnimo. No reprende a los Apstoles que lo haban abandonado en su Pasin, porque los ve arrepentidos; slo a Pedro, que haba de ser la cabeza, le pide una retractacin de sus tres negaciones, en una forma amable: "Me amas t ms que estos?", que es una forma tambin sagaz: pues el Pedro fanfarrn de antes hubiera respondido sin vacilar: Pues s seor; te amo ms que todos como de hecho ya lo haba hecho: "Aunque todos estos te abandonaren YO no te abandonar". Pero el Pedro ya morigerado responde cercano a las lgrimas remitindose al juicio del Maestro: "Maestro, t sabes que te amo". No dice ya "ms que los otros". No cay en la trampita.

De manera que ste ser el gobierno de Cristo en este mundo y el mundo por venir; porque sta es la idiosincrasia de Cristo como hombre, pintada por El mismo. "La Poltica de Dios y el Gobierno de Cristo" dice Quevedo.

Con este ttulo escribi Don Francisco de Quevedo y Villegas un libro de poltica cristiana, imitando y tambin superando a Bossuet: "Poltica Sacada de las Sagradas Escrituras". Describi la poltica de la Cristiandad cuando ella se perda, se haba perdido en algunas naciones, comenzaba a perderse en Espaa. Eso suele pasar, la gente se fija en el sol cuando se pone, los poetas describen los crepsculos, en que el sol parece ms Peter Winsey, su hermano mayor el Duque de Denver, su hermana Mara y su madre la Duquesa, que son cuatro descentrados casi chiflados; pero llega el momento del apuro y se muestran insustituibles, con una conducta de seoro que ningn plebeyo puede tener. "Esto se va a perder; pero miren Uds. lo que pierden" parece decir la escritora.

As, cuando comienza la decadencia de Espaa, Quevedo recuerda con aoranza el gobierno antiguo, la poltica de la Cristiandad, es decir, de Cristo. Esos dos Reyes que le tocaron, Felipe III, Felipe IV, eran dos irresponsables: Felipe III fue el primer Rey catlico que hizo la inflacin de la moneda; Felipe IV se meti en alianzas funestas y guerras insensatas; pero no fueron ellos propiamente sino los dos favoritos, el Duque de Lerma y el Conde Duque de Olivares, que eran los que gobernaban en realidad y cuyos gobiernos fueron desastrosos. Por eso Quevedo en su obra habla continuamente del problema de los "ministros" (que los espaoles llamaban "validos") y exhorta a los Reyes a no entregarse a ellos. La primera parte de su "Poltica de Dios, Gobierno de Cristo y Tirana de Satans" es una catilinaria embozada contra el ineptsimo gobierno de Lerma, ministro inepto y ladrn; el cual acab por mandarlo a la crcel. Librado con gran trabajo cuando subi Olivares, bajo Felipe IV, no dej un momento de censurar el mal gobierno del pas, y fue dos veces ms a la crcel; y muri en ella.

El libro de Quevedo no poda aprovechar a los dos Felipes ltimos de la casa de Austria: Felipe III fue dbil, perezoso ignorante y beatn; Felipe IV, ms capaz, fue un desatado libertino, a quien se poda tener quieto presentndole mujeres livianas. Para quin escribi Quevedo? Para la posteridad? La posteridad no le ha hecho caso. Digamos escribi para la eternidad, para la cual escriben todos los grandes escritores.

En qu consiste pues este gobierno de Cristo? En una palabra: consiste en la justicia con los pobres y la piedad con los ricos (no al revs, como parecera debe ser) y el rigor con los malos magistrados, sobre todo los malos ministros. El gobierno descrito por Quevedo, que parece complicado, es en su espritu el gobierno del Buen Pastor. En el captulo XVIII pregunta a quin han de ayudar y para quin nacieron los Reyes. Y responde: "para los pretendientes, los benemritos (o sea los que tienen mritos), los agraviados, los oprimidos, los pobres y las viudas", lo que dice el profeta Ezequiel que hace el Buen Pastor: acude primero a las ovejas desvalidas.

Durante estos malos aires de Espaa naci la ciudad de Buenos Aires. Lo peor que haba entonces en Espaa (en medio de muchas cosas buenas) era la adulteracin sutil de la religin, que se esclerotizaba, se volva exterior, se entibiaba en la fe y se "iba en vicio", es decir, en follaje. El ejemplo lo tenemos a la vista: Quevedo era un hombre rebelde, iracundo y procaz en el hablar (no tanto empero como se cree) pero tena una genuina fe sobrenatural, iluminada y actuante; al frente de l se hallaban Felipe III con sus novenas y medallitas y Felipe IV que en medio de sus liviandades se carteaba con una monja santa, la Beata Mara de Agreda, para aparecer como cristiano; lo mismo que la Reina Isabel II, la Reina ms libidinosa que hubo en Espaa, que tena por confesor a San Antonio Mara Claret a quien no haca el menor caso. Estos no tenan genuina fe, en medio de sus aspavientos de devocin y religiosidad; que era supersticin.

As que en este pas tuvimos una pesada herencia: por un San Francisco Solano, muchos Felipes, Lermas y Olivares; y no el gobierno de Cristo, sino un despotismo ilustrado, como ahora. El que va a reconstruir el pas, si acaso, no ser un Economista, sino un hombre religioso y un Dictador Agobiado; es decir, un hombre a quien le duela la Argentina, entraablemente, y que cargue en sus hombros por amor de Cristo una carga que no pueda llevar. Y nosotros lo nico que podemos hacer es rogar a Dios por ese tal hombre. Digo mal, podemos ms: podemos gobernarnos en nuestro pequeo crculo por la poltica de Dios y el gobierno de Cristo, que es gobierno de justicia y caridad de Pastor Hermoso; tener en su alma sed de justicia y sabor de caridad, eso puede el ms humilde de nosotros.

(Leonardo Castellani, Domingueras prdicas, Ed. Jauja, Mendoza, 1997, pg. 129-132)