"Páramo" de João Guimarães Rosa en la Revista Número 69

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Acerca de “Páramo” y su traducción“Páramo” es un texto póstumo del genial escritor brasileño João Guimarães Rosa, publicado en 1969 por la editorial José Olympio en el volumen Estas estórias, preparado por Vilma Guimarães Rosa y el crítico Paulo Rónai. Es un relato inconcluso, que el autor dejó entre los innúmeros papeles que, llenos de literatura, se estaban aún procesando en el momento de su muerte, en noviembre de 1967. Según los organizadores de Estas estórias, el autor llegó a dactilografiar y revisar el texto, que se encuentra en una fase intermedia entre la estructuración inicial y la forma definitiva. Entre los años 1942 y 1944 Guimarães Rosa ejerció funciones diplomáticas en la Embajada de los Estados Unidos del Brasil en Bogotá y regresó en 1948 como miembro del cuerpo que representaba a su país en la IX Conferencia Panamericana. Por algunos indicios puede inferirse que la acción de “Páramo” se desarrolla en la ciudad de los años previos al Bogotazo y que, probablemente, el autor de Grande Sertão:Veredas emprendió su redacción hacia el año 1961, junto con textos como “Evanira!”, “Jardim fechado” y “A caça à lua”. (Ave, Palabra. Río de Janeiro: José Olympio, 1970). En este relato –en mi opinión mucho más una nouvelle que un cuento– se narran los meses de soroche de un diplomático brasileño en Bogotá, una extrema experiencia de desubjetivación y exilio en una ciudad fría, hostil, llena del encanto brutal que bien conocemos sus habitantes. En sus páginas, con seguridad, el lector se sentirá en un ambiente tan familiar como extraño, notará cómo adopta un aspecto diferente en la bella recreación de Guimarães Rosa, empezará a desconocer íntimamente a la Bogotá de Cordovez Moure y Eduardo Zalamea Borda, la misma que dio acogida a Aurelio Arturo y Tomás Vargas Osorio. Ese íntimo extrañamiento alcanza al propio corpus rosiano, pues “Páramo”, por su ambiente, temática y personajes, es un relato atípico dentro de la obra del escritor. El lenguaje es singular e incluso tortuoso, y se caracteriza por usos inusitados de la puntuación, la adjetivación, los adverbios y sustantivos; por sus articulaciones de tiempos verbales y pronombres diversos; por la creación de neologismos; por el uso de palabras anacrónicas o de otras lenguas; por la frecuente torsión de las estructuras sintácticas; por la utilización de signos puramente visuales; por un ritmo entrecortado, entre otros procedimientos. Esa tendencia al desvío -a veces irónico- de la norma es característica de la lengua literaria de Guimarães Rosa y, mucho más que el producto de la incuria del autor (o del traductor), puede entenderse como una experimentación incesante, una creación siempre en curso en la que lo insólito de las soluciones tiende a conmover al lector en su excesiva comodidad, en su propensión a mantenerse en estado anestésico con respecto a sus hábitos lingüísticos. Para mí, este relato no podría ser traducido sin conservar su color extranjero, su sotaque, que sólo tiene como patria a la escritura rosiana. Intenté a toda costa mantener esa singularidad en esta traducción, conservando las estructuras proposicionales del autor, respetando sus neologismos, su puntuación, las aparentes redundancias, no adaptando algunos vocablos a su uso habitual en Bogotá; en ocasiones, no traduciendo. Espero que esta primera tentativa sea digna de la magnitud de Guimarães Rosa y de la historia bellísima con que homenajea a nuestra ciudad.Bairon Oswaldo Vélez Escallón