Participación social, trabajo social y globalización. Notas breves

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Reflexiono sobre los desafíos que nos está presentando el cambio de época de la modernidad a la posmodernidad (¿socialismo de siglo XXI?). frente a estos retos algo tenemos que hacer los y las agentes del trabajo social pensantes.

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Notas sobre participacin social, trabajo social y globalizacin Csar Barrantes INTRODUCCIN La presente comunicacin da cuenta de la exposicin del autor en el Foro de cierre del XVI Congreso Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS), el cual se celebr en Santiago de Chile entre el 9 y el 14 de noviembre de 1998. Mi intervencin tuvo un carcter conceptual, reflexivo y relacional, cuyos telones de fondo fueron las discusiones sobre participacin social y ciudadana, suscitadas en los talleres inte-grados que coordin a solicitud de los organizadores del Evento. Aqu ofrecemos al lector el ncleo de las discusiones y los tres puntos abordados en el Con-greso; al final, agregamos un posfacio contentivo de algunas definiciones esquemticas que forman parte de la ptica que me permite organizar mi apertura hacia las realidades imaginarias, simblicas y reales objeto de la intervencin de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales. Con ello no intentamos clausurar, sino, problematizar nuestra propia discursividad que slo adquiere sentido en tanto paradojalidad e incompletud. Slo as, creo, dejaremos abierta la dis-cusin que nos pueda acercar a la construccin del trabajo social-por-hacerse-trasdisciplinaria-mente-complejo-y-posmoderno en el transcurso del tercer milenio. PRIMER PUNTO Hay muchos tipos y mbitos de participacin. En consecuencia, las preguntas suscitadas son las siguientes: Primero, qu es y cmo describimos, comprendemos y explicamos la partici-pacin?, para qu participar, con qu intencionalidad o, mejor dicho, con qu racionalidad, y desde dnde (el habitus , la posicionalidad , el lugar al que fuimos lanzados o al que fuimos a parar , la trama social , las circunstancias que nos toca vivir en la sociedad de que se trate) participar?, participar en qu y por qu? A qu niveles se promueve y en qu dimensiones de los procesos sociales se realiza la participacin?, quines participan en qu? Segundo, cmo se relaciona la participacin con la poltica, la economa, la cultura, la vida cotidiana, lo ideolgico-simblico, lo imaginario, lo localvecinal-nacional? Tercero, el problema crucial de la determinacin de la participacin social por las percepciones e imgenes que los agentes-actoressujetos sociales construyen tanto de sus propias realidades -tanto la objetiva como la intersubjetiva- como de sus necesidades (carencias, aspiraciones, incluyendo la necesidad de realidad misma y la necesidad de trascendencia) y estrategias de satisfaccin y creacin de stas. La participacin requiere sujetos, los sujetos requieren participacin o stos se consti-tuyen en y a travs de los procesos de participacin? Cmo se constituyen los sujetos y las re-laciones sociales? Si bien estas preguntas pudieran resultar obvias para muchos, los sentidos y significados de las relaciones y los impactos del tipo de participacin que promueven los(las) trabajadores(as) so-ciales en especial los(las) que tienen como objeto de conocimiento y accin profesional a los procesos participatorios creo que implican un ejercicio de rigor metodolgico de dilucidacin que debe ser asumido en cada momento y en cada dimensin de la realidad social donde significamos, simbolizamos nuestra intervencin profesional, en especial cuando el objeto de intervencin est implicado en un conjunto de correlaciones de fuerzas sociales, cada una por-tando sus propios circuitos de acumulacindesacumulacin de recursos de poder. Y es aqu cuando adquiere sentido la conjugacin que un cientista social latinoamericano rea-liz en un evento anterior, del verbo participar: yo participo, ustedes participan, todos partici-pamos...pero...ELLOS deciden. Esto para sealar que la participacin -adjetivada muchas veces de organizada y conciente- de-ja de ser una mediacin potenciadora para constituirse en

mediatizacin y cooptacin del acce-so de los ciudadanos a sus propios capitales (culturales, simblicos, econmicos, espirituales...) en beneficio de la legitimacin de las necesidades objetivas de reproduccin del sistema socioeconmico-poltico-cultural de que se trate, circunstancias en las que, no obstante que los sujetos sociales puedan encontrarse ms cosificados, no por ello dejan de desaparecer la piedad, la caridad y la generosidad como la proclividad de no pocos(as) trabajadores(as) so-ciales (pero tambin de positivistas, curas, gerentes sociales oficiales, privados y civiles popu-lares y no populares, y organizaciones civiles de desarrollo social) de legitimar la manipulacin, la participacin manipulada o, simplemente, acotada o restringida. He querido esbozar lo ms claramente que me ha sido posible, que la participacin es un fenmeno complejo porque es relacional y, por lo tanto, requiere ser mirada, oda, sentida y pensada en y a partir de un pensamiento complejo que viene desde hace varias dcadas inten-tando abrir las ciencias sociales a los anlisis posdisciplinarios de insospechados dinamismos de las realidades socialmente construidas . Ello nos coloca a los(las) trabajadores(as) sociales frente a uno de nuestros grandes retos: el de constituir-encarnar una plataforma conceptual bsica de nuevo cuo epistmico y hermenutico mediante la cual podamos dar cuenta del cmo pensamos y relacionamos en condiciones epocales y societales de exclusin, segmentacin, fragmentacin, heterogeneizacin, di-ferenciacin, diversidad y, evocando los giros lingsticos de Gramsci y Benjamin, polisemiza-cin y polifonizacin- la participacin con otras categoras tales como ciudadana, gnero, eco-noma popular, organizaciones civiles y oficiales de desarrollo social, mercado, lo local, publi-ficacin, decentralizacin, gerencia social, justicia de paz, justicia comunitaria, presupuestacin participatoria, agentesactores-sujetos, desarrollo sustentable, desarrollo urbano, proteccin al consumidor, nuevas tecnologas de la informacin, sistemas sociales de innovacin, evaluacin de impactos socioambientales, y otras an hoy ausentes en el diccionario nuestro. SEGUNDO PUNTO Respecto a lo antes dicho, evocamos la conferencia inaugural de este XVI Congreso de ALA-ETS, en la que el eminente economista neoestructuralista chileno, Osvaldo Sunkel, llam la atencin de los asistentes al preguntar sobre qu aspectos de la globalizacin eran de nuestro inters (informativo, cognocitivo, contextual?), en especial cuando no es posible hablar de UNA sola globalizacin, si no, de muchas en el transcurso de la historia, la ltima (le seguirn otras posiblemente, distintas tambin para Europa y para Amrica Latina y otros continentes), coincidente con una nueva revolucin cientfico-tecnolgica, con la crisis de modernidad, la mundializacin, la pos o neomodernidad como condicin epocal del presente y con la ofensiva neoliberal, hoy tambin en crisis para bien o para mal. De la misma manera no podemos hablar de la existencia actual de una sola si no de varias formas de capitalismos centrales y/o perifricos en los que la relacin capital-trabajo no es la misma hoy que antao ni en Amrica Latina y en Europa, Asia o frica.Y es en este punto que planteamos el problema de los abor-dajes o formas de pensar la globalizacin (tanto como la participacin, la realidad social y el pensamiento mismo), vgr., por un lado, aquellas complejas para las cuales sta no es absoluta ni nica como no son absolutas ni nicas la modernidad y la posmodernidad, sus relaciones ni sus crisis a las que pertenece la globalizacin misma. Y, por otro lado, aquellas simplistas que esencializan sta y para las que la globalizacin les evoca tanto la consigna de la determinacin en ltima instancia por la economa como la del imperialismo como fase superior del capitalismo, pero sin preocuparse de analizar qu de nuevo y qu de viejo, qu de real y qu de apariencia tienen los fenmenos actuales en relacin con los del pasado, globalizacin que, por lo dems, se reduce fcilmente a los aspectos perversos del neoliberalismo. Segn estos abordajes, toda la culpa de nuestros males pasados, presentes y

futuros los tiene la globalizacin, como si sta fuera la sobredeterminacin final propia de la dialctica de la exte-rioridad, olvidando fcilmente que el cmo-pensar estratgica y, por lo tanto, complejamente, requiere anlisis no menos complejos y no menos estratgicos de las crisis de modernidad (que no es igual a la del modernismo ni sta a la de la modernizacin) y de la condicin epocal pos-moderna que exacerba la modernidad porque ya estaba y sigue estando en sta. Por eso me parece que la demonizacin y absolutizacin de la globalizacin tanto como de la posmodernidad y la modernidad misma, slo puede dejarnos anclados en la repeticin de for-mas de pensamiento automtico que nos bloquea el desarrollo de nuestras propias capacidades y potencialidades, la apropiacin de nuestras propias realidades universal-concretas y, por en-de, de nuestro futuro que se encuentra ya en el presente. Creo que hay un abanico de formas, estrategias o vas de entrada al anlisis (y a la intervencin social profesional) de la realidad social. Me pregunto por qu tenemos que seguir entrando siempre por lo econmico, la globalizacin, la esencia, lo global y lo general que a veces se asimilan a lo universal?. por qu no por lo relativo, lo singular de la vida cotidiana y las historias y testimonios de vida, por lo particular poltico, lo cultural, lo ideologico-simblico, lo local, el ocio, la empresarialidad popular y el microcrdito oficial, bancario o civil, o por lo fenomnico que es tan esencial como lo universal, para slo mencionar algunas mediaciones que son tan constituyentes de la socialidad de lo social como la eticidad, la nacionalidad, la estatalidad, la civilidad, la culturalidad, la negritud, la etnicidad...?, por qu no por cuales-quiera otras de las ene micro, meso, macro y megamediaciones imaginarias, simblicas, ilusorias y reales, no obstante que todo tiene que ver con todo, aunque no siempre de manera evidente, inmediata ni necesaria? . Por qu seguir pensando la globalizacin como si fuera un tnel respecto del cual, como no hay salida posible dentro del capitalismo, slo nos queda esencializar la opcin entre persistir en la conciencia protestataria y transformadora o abandonarnos a la alienacin, por lo dems, normalizada poltica, cultural, tecnolgica y masmediticamente? TERCER PUNTO Como tercer punto, me permito mencionar la problemtica de ALAETS-CELATS, impactado por el informe de la Junta Directiva sobre su dolorosa situacin jurdica, financiera, organiza-cional y representacional, informe presentado ante una asamblea de la que slo ocho colegas tuvieron derecho a voz y voto, ya que el resto de los delegados no aport o solo present cre-denciales no certificadas por el consulado del pas respectivo, tal como lo ordena la ley que regula este tipo de organizaciones. En coherencia con el espritu de las discusiones que se vienen dando desde los ochenta, propu-se restructurar ALAETS-CELATS con el afn de crear una asociacin latinoamericana de amigos o simplemente de apoyo a stos o sustituirlos por una asociacin latinoamericana de trabajadores sociales integrada ya no por escuelas, porque la membresa institucional es an-nima, cosificada, no democrtica ni participatoria y ha demostrado inefectividad, ineficiencia y reproduccin de lites, a pesar de los esfuerzos de la actual junta directiva y quiz de otras anteriores- por repotenciar la ALAETS, sanear y relanzar al CELATS. En esta nueva organizacin que hoy propongo, la membresa ser individual y su asamblea es-tar no slo legalizada, si no, adems legitimada por la participacin irrestricta de todos y cada uno de los asistentes a cada congreso internacional que se convoque. La cuota anual podra ser de $50 a $100 por miembro, a cambio de la suscripcin a la Revista Accin Crtica -con lo cual se expandira su restringida difusin-, boletines y acceso a bases de datos y otros servicios informacionales (incluyendo actividades virtuales) abiertos a la participacin irrestricta de los y las colegas, cada quien desde y sus propias posicionalidades, intereses y responsabilidades.

REFLEXIONES COMO PREFACIO PARA NUEVAS DISCUSIONES Hasta aqu hemos dado cuenta de un conjunto de ideas que no se proponen plantear conclusio-nes, mucho menos contundentes; esto no obstante que s tiene como teln de fondo no explici-tado un enfoque trasdisciplinar con perspectiva histricosociopoltica de la ciencia y de lo real. Fue as como he sido hablado por un discurso epistmico que pretende pensar en voz alta, pero no a partir del qupensar definitorio de la razn ordenadora de lo dado, si no, del cmo-pensar (desde lo que fue el aqu y ahora del XVI Congreso de ALAETS y teniendo bsicamente como referencia mi experiencia en las academias venezolana y costarricense) la apertura hacia los sujetos que encarnan cada una de las nuevas y viejas realidades objeto de la inter-vencin y el anlisis de los(las) trabajadores(as) sociales. Dicho cmo-pensar tiene varias exigencias problematizadoras que paso a esquematizar: 1. Una perspectiva sociopoltica, entendiendo que es en las relaciones de poder entre actores-sujetos individuales, colectivos y jurdico-institucionales y la manera de antagonizar, domi-nar, competir y convencerse unos a otros al mismo tiempo que, por otro lado, se resignifican y encarnan la diversidad, la pluralidad, la cooperacin, la tolerancia, la prudencia, la mesura y los consensos fraternos constructores de mundos y de futuros. Es aqu donde en-contramos el punto de partida para abordar la cuestin del modo en que los contenidos y las formas de la poltica -y, especficamente, poltica social- estn matizados por las tendencias dominantes de las correlaciones de fuerzas con opciones de poder (poltico, econmico, cultural, moral, cognocitivo, comunicacional...) en los momentos co-constitutivos de las configuraciones sociales modernas: el estado, la sociedad, la nacin, el rgimen poltico-eco-nmico-social-cultural y el escenario electoral trasnacional pero, tambin local, regional y nacionalmente sobredeterminados. 2. Afirmar la necesidad de los sujetos individuales y colectivos -entre stos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales- de agregarle valor a la realidad social mediante la apro-piacin de los dinamismos que les es posible simbolizar, potenciar y crear desde sus prcti-cas cotidianas. 3. Pensar la realidad social desde las prcticas heterogneas de los sujetos constitutivos de la categora pueblo y abrir la posibilidad utpica mas no por ello irreal o inalcanzable- de encarnar un proyecto nacional que, permitiendo las diferencias, gue las tareas deseables, posibles y necesarias para resemantizar y redimensionar tanto al trabajo social como y la so-ciedad, ambos considerados en sus conjuntos ms inclusivos. 4. Superar las visiones reduccionistas basadas en enfoques doctrinarios y disciplinarios de cor-te empirista, legalista, y productivista dentro de las cuales se excluye o se diluye el carcter comprehensivo y sustantivo de la categora pueblo, y, por lo tanto, se bloquea la puerta de entrada al conocimiento del modo en que los agrupamientos populares viven, piensan, sienten y hacen economa, poltica y cultura en sus mbitos constituyentes. 5. El concepto de totalidad, que no es un objeto filosfico, si no, una exigencia epistemolgica del modo de organizar, por un lado, la produccin, circulacin y consumo del conocimiento concreto y, por otro, la apertura a la realidad desde un concepto de lo real. Entiendo lo real como la realidad objetiva pero socialmente acotada, es decir, en proceso de redefinicin, conceptuacin, simbolizacin, intersubjetivacin y socializacin. El momento de mayor cualificacin de la praxis constituida como tal en tanto productora de sentido (significados, intencionalidades y direccionalidades no siempre concientes pero que nos implican y com-prometen). Es el todo-posible, la racionalidad, total mas no absoluta, de la siempre inconclusa aproximacin del sujeto al conocimiento, apropiacin y potenciacin de la realidad social a la que l es lanzado o va a

parar y en relacin a la cual se hace responsable. El fundamento de lo real son las relaciones de interioridad pletricas de discontinuidades entre sujeto y objeto, conciencia y realidad, pensamiento y ser, teora y prctica, poder y cono-cimiento; sociedad, estado y nacin; entre lo real y lo ideal; y entre lo econmico, lo poltico, lo espiritual, lo ideolgico, lo histrico y lo cultural. Es una forma de razonamiento que implica que lo dado pertenece a una realidad dinmica, susceptible de ser captada, pero a la vez constituida, con significados y sentidos inditos articulados a la praxis, es decir, a la intencionalidad (no siempre conciente), a la direccionalidad (no siempre deseada), y a la viabilidad (no siempre valorada o reconocida) de las opciones posibles en momentos distintos del desarrollo histricosocial, en nuestro caso, especialmente de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales. Un pensamiento como el esquematizado, nos viene dando cuenta de que las crisis o, mejor di-cho, los incrementos abruptos y perentorios de la complejidad societal, tanto como la globali-zacin real existente, nos presentan amenazas y oportunidades que slo son tales en relacin con nuestras fortalezas y debilidades. Enfrentar aqullas efectivamente, si bien depende de las instancias econmico-financieras internacionales, depende tambin de la capacidad de gobernacin y voluntad poltica de las clases gobernantes para poner en marcha las reformas naciona-les necesarias que permitan si bien neutralizar las amenazas, fundamentalmente constituir stas en oportunidades y crear otras inditas para manejar lo ms a nuestro favor posible, la glo-balizacin realexistente y las crisis implicadas en ella. Oponernos a stas simplemente porque no somos capaces de manejarla con nuestros propios modos de pensar, sentir, mirar y hacer colectivamente poltica, economa y cultura, equivale me parece- a bloquearnos nosotros mismos la experiencia del desarrollo sustentable y el ca-minar nuestro camino con nuestros propios pies en el(los) mbito(s) que nos toca vivir. Con Joan Prats me pregunto si habr algo ms directamente impactante en el desarrollo hu-mano de todos nuestros conciudadanos que generar un sistema financiero (internacional y na-cional) sano, confiable, transparente y competitivo" y si habr algo ms tambin que exija ma-yores cambios en el poder social existente. Esto, con el afn de construirnos, en las mejores condiciones intersubjetivas que nos sean posibles, nuestros propios lugares y nuestras propias vidas en el mundo globalizado. Me pregunto por el(los) papel(es) que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales es-tamos en capacidad tecnoprofesional real de desempear, pero ya no slo en el mbito de las macrotareas relacionadas con las finanzas mundiales, la macropoltica y los macro o megapo-deres trasnacionales, sin que ello implique como pareciera ser la tendencia de algunos colegas- dejar de lado las no menos grandes ni menos importantes microtareas en los mbitos singular-universales o universal-concretos en donde nuestros sentidos son impactados por problemas personales y familiares de Perico de los Palotes, de Juan y Pedro, de Mara y Jos y por las formas en que stos y sus amigos, familiares y vecinos simbolizan o resignifican sus relaciones intersubjetivas (con otros y el entorno ecosocial, ecosistmico, ecoautorganizacional..., y todos los mbitos que cubren, vgr., las denominadas ms por persistencia que por pertinencia- orga-nizaciones no gubernamentales. Concluyo con dos preguntas a este ltimo respecto, evocando el tema de mi ponencia, que fue presentada en la mesa sobre democracia y participacin de este Congreso: son las organiza-ciones civiles de desarrollo social las nuevas patronas de los trabajadores sociales?, son la fuente de trabajo asalariado alternativa a la significada por la vieja y devaluada empleadora que es la administracin pblica?, son socias (mayoritarias o minoritarias), simples instru-mentos o un campo estratgico abierto a una virtual iniciativa privada y sustantiva de los tra-bajadores sociales y las trabajadoras sociales?