16
CuPAUAM 27, 2001, pp. 63-78 Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el mundo púnico: Una revisión ante el nuevo Milenio. Fernando Prados Martínez Universidad Autónoma de Madrid Resumen Ahora que iniciamos un nuevo siglo, la arqueología púnica cuenta con más de cien años de historia. En el presen- te artículo se va a tratar de realizar un recorrido a lo largo de la historia de las investigaciones sobre el mundo púnico así como de establecer un estado de la cuestión del desarrollo de esta disciplina y su posición de cara al futuro. Resumé L’archéologie punique a déjà plus d’un siecle d’histoire. Dans cet étude, on va faire un bilan sur l’histoire des recherches scientiphiques sur le monde punique et sur certaines perspectives generaux et l’avenir de cette discipli- ne archéologique. I. INTRODUCCIÓN En este trabajo vamos a realizar un recorrido a lo largo de más de 150 años de estudios histó- ricos sobre el mundo cartaginés. Para su realiza- ción nos hemos encontrado ante numerosos pro- blemas, derivados, fundamentalmente, de la escasez de estudios historiográficos realizados en profundidad sobre este periodo cultural. La cul- tura púnica, sin duda, ha tenido un trato desigual en relación a otras disciplinas que podríamos definir como “hermanas” metodológica y crono- lógicamente hablando. Se trata por supuesto de aquellas que conforman el mundo “clásico”, esto es, las conocidas como Arqueología de Grecia y Arqueología de Roma. Si las investigaciones sobre la cultura de Cartago, la “madre medite- rránea” que definieron ya hace años, autores de la talla de Sabatino Moscati y Enrico Acquaro fueron tardías, es decir, se organizaron bien entrado el siglo XIX, éstas fueron, además, muy escasas. Además, pese a que la disciplina histo- riográfica púnica ha evolucionado de forma paralela al resto de los estudios historiográficos sobre la Antigüedad y ha pasado por las mismas “reformas”, estructuraciones y variaciones en su enfoque, éstas han sido mucho más lentas y han tenido un nivel de incidencia bastante inferior. Si para el caso del mundo romano tenemos bien marcadas las fases culturales de sus estudios historiográficos y los avances científicos e inter- pretativos que se han ido sucediendo desde el Renacimiento, para el caso cartaginés, estas cues- tiones son mucho más difusas y, en muchos de los casos, están aún por definir. Este dato, desde luego, viene a corroborar que la arqueología púnica es una disciplina aún joven y en proceso de formación. Además, tiene a su favor la posibi- lidad de apoyarse en los modelo teóricos aplica- dos para las otras grandes culturas del mediterrá- neo occidental y ajustarlos a su medida, según conveniencia. Uno de los principales problemas es la gene- ralizada opinión por parte de los investigadores de incluir el mundo púnico dentro del periodo “Protohistórico”. De aquí parten muchas de las dificultades, ya que la cultura cartaginesa evolu- cionó de forma coetánea al mundo romano y nadie duda que éste se encuadre, historiográfica- mente hablando, en fases “históricas”. La bruma que ha cubierto durante años el conocimiento de la historia de Cartago ha originado que su civili- zación se enmarque dentro de aquellas “proto- históricas”, o, lo que es lo mismo, entre aquellas que, sin tener definida la escritura (siendo éste el rasgo identificativo que marcó la incursión o no dentro de la “Historia”) convivieron con pueblos que sí la conocían. Es evidente que el mundo Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 63

Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

CuPAUAM 27, 2001, pp. 63-78

Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el mundopúnico: Una revisión ante el nuevo Milenio.

Fernando Prados MartínezUniversidad Autónoma de Madrid

Resumen

Ahora que iniciamos un nuevo siglo, la arqueología púnica cuenta con más de cien años de historia. En el presen-te artículo se va a tratar de realizar un recorrido a lo largo de la historia de las investigaciones sobre el mundo púnicoasí como de establecer un estado de la cuestión del desarrollo de esta disciplina y su posición de cara al futuro.

Resumé

L’archéologie punique a déjà plus d’un siecle d’histoire. Dans cet étude, on va faire un bilan sur l’histoire desrecherches scientiphiques sur le monde punique et sur certaines perspectives generaux et l’avenir de cette discipli-ne archéologique.

I. INTRODUCCIÓN

En este trabajo vamos a realizar un recorridoa lo largo de más de 150 años de estudios histó-ricos sobre el mundo cartaginés. Para su realiza-ción nos hemos encontrado ante numerosos pro-blemas, derivados, fundamentalmente, de laescasez de estudios historiográficos realizados enprofundidad sobre este periodo cultural. La cul-tura púnica, sin duda, ha tenido un trato desigualen relación a otras disciplinas que podríamosdefinir como “hermanas” metodológica y crono-lógicamente hablando. Se trata por supuesto deaquellas que conforman el mundo “clásico”, estoes, las conocidas como Arqueología de Grecia yArqueología de Roma. Si las investigacionessobre la cultura de Cartago, la “madre medite-rránea” que definieron ya hace años, autores dela talla de Sabatino Moscati y Enrico Acquarofueron tardías, es decir, se organizaron bienentrado el siglo XIX, éstas fueron, además, muyescasas. Además, pese a que la disciplina histo-riográfica púnica ha evolucionado de formaparalela al resto de los estudios historiográficossobre la Antigüedad y ha pasado por las mismas“reformas”, estructuraciones y variaciones en suenfoque, éstas han sido mucho más lentas y hantenido un nivel de incidencia bastante inferior.

Si para el caso del mundo romano tenemos

bien marcadas las fases culturales de sus estudioshistoriográficos y los avances científicos e inter-pretativos que se han ido sucediendo desde elRenacimiento, para el caso cartaginés, estas cues-tiones son mucho más difusas y, en muchos delos casos, están aún por definir. Este dato, desdeluego, viene a corroborar que la arqueologíapúnica es una disciplina aún joven y en procesode formación. Además, tiene a su favor la posibi-lidad de apoyarse en los modelo teóricos aplica-dos para las otras grandes culturas del mediterrá-neo occidental y ajustarlos a su medida, segúnconveniencia.

Uno de los principales problemas es la gene-ralizada opinión por parte de los investigadoresde incluir el mundo púnico dentro del periodo“Protohistórico”. De aquí parten muchas de lasdificultades, ya que la cultura cartaginesa evolu-cionó de forma coetánea al mundo romano ynadie duda que éste se encuadre, historiográfica-mente hablando, en fases “históricas”. La brumaque ha cubierto durante años el conocimiento dela historia de Cartago ha originado que su civili-zación se enmarque dentro de aquellas “proto-históricas”, o, lo que es lo mismo, entre aquellasque, sin tener definida la escritura (siendo éste elrasgo identificativo que marcó la incursión o nodentro de la “Historia”) convivieron con pueblosque sí la conocían. Es evidente que el mundo

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 63

Page 2: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

64 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

púnico nació ya con su propia escritura, si tene-mos en cuenta que en su origen confluyen tressociedades culturalmente avanzadas como son lafenicia (con claros influjos egipcios), la griega y lalíbica-beréber. Los problemas de la falta de datosderivan de la no conservación de los textos y laliteratura en lengua púnica, de la que tenemosconstancia a través de las fuentes. Bueno es traeraquí a colación el tratado agronómico del carta-ginés Magón, empleado profusamente en elmundo latino por autores de la talla de Varrón,Columela e incluso Virgilio, aunque éste lo nega-se (Prados Martínez, 2000b, 52):

"…Praecepta rusticationis, quaeplurima tradiderint Poeniex Africa scriptores."

Columela, De Re Rustica, I, 1, 6.

Hos rei rusticae scriptores nobilitateMago Carthaginiensis praeterit.

Varrón, Rerum rusticarum libri I, 1, 10.

En sentido convencional, el término de “pri-mera historia” o Protohistoria se aplica almomento en que una sociedad empieza a tenercontacto con la escritura (Gutiérrez Lloret, 1997,42). Parece, pues, que el término designa un con-cepto transicional y regional, ya que la escriturano fue un fenómeno universal y la cronología desu utilización varió enormemente de unas zonasa otras. En el caso que nos ocupa, en cambio, lafalta de textos –por razones eminentemente his-tóricas- sumió a la cultura cartaginesa en la más“profunda” de las protohistorias.

Por otra parte, la cuestión de la falta de docu-mentación literaria cartaginesa se acrecentó conla falta de descubrimientos de monumentospúnicos espectaculares, lo que sumó, aún más sicabe, a la civilización púnica en el olvido.También el interés constante de los historiógrafosgriegos y latinos en menospreciar cualquier cosaprocedente de Cartago o de su entorno y de suimperio, tampoco ayudó demasiado, sobre todosi tenemos en cuenta que la historiografía medie-val y posterior bebió directamente de las fuenteshistóricas grecolatinas. De todas formas, de estosasuntos nos ocuparemos algo más adelante conmayor detenimiento.

Así, con todo esto, parece lógico que los estu-dios históricos sobre Cartago y su civilizacióntuviesen unos difíciles comienzos. Difíciles aexcepción de una importante anotación: la pro-pia desdicha, la idiosincrasia de este pueblo ven-cido, arrasado y olvidado provocó el interés dealgunos personajes cultos de finales del siglo

XVIII, precisamente los primeros romanticistasy los orientalistas que vieron en esta civilizaciónun espejo en el que reflejar sus sentimientosinternos, su propia “ruina vital”.

II. MARCO CRONOLÓGICO E HISTÓRICO:APROXIMACIÓN AL MUNDO DE CARTAGO

Cartago, la ciudad origen de todo el procesocultural, desde mediados del siglo VI a.C. (fechade la toma de Tiro por Nabucodonosor de Babilo-nia) disfrutó de un auténtico despegue económicoy político como gran polis de carácter comercial,que fue adquiriendo importancia a través de unapolítica exterior tremendamente agresiva, que seencaminó siempre a facilitar el control de lasrutas y de los territorios que más interesaron parala empresa económico-comercial.

El siglo VI a.C. supuso la transformación delmodelo económico y social que había permane-cido en las franjas costeras del MediterráneoOccidental desde la llegada de los primeros colo-nos fenicios, en el siglo VIII a.C. A la crisis gene-ralizada de todo el sistema, con la caída de Tirocomo causa -para algunos, lo suficientementeremota como para no tener apenas incidencia-(Alvar, 1991, 24 y ss.) hay que sumar una serie desucesos coincidentes cronológicamente enOccidente, que tuvieron una trascendenciamayor si cabe, como el colapso del sistema eco-nómico de Tartessos, con el abandono delcomercio de metales y el decrecimiento de laproducción que se aprecia en Gadir, así comotambién con los sucesivos abandonos de centrospoblacionales desde el 600 a.C. por todo elMediterráneo occidental, que supusieron la totalindependencia de Cartago, que rápidamente sepuso al frente de todas las fundaciones hermanastirias que sobrevivían aún. Toda esta transforma-ción se manifestó con el despegue de Cartago,como ciudad en la vanguardia de todo el nuevosistema económico del Mediterráneo.

La aparición de esta ciudad norteafricana y suposición hegemónica no conllevó, al menos enprincipio, grandes movimientos de población (semantuvo un amplio contingente de población deorigen fenicio en las principales fundacionessemitas arcaicas). Sí se llevaría a cabo, por el con-trario, un trasvase de población a pequeña esca-la, a nivel de elites gobernantes procedentes delnorte de África, con lo que afloró el elementosemita como rasgo distintivo. Cartago suposobreponerse rápidamente a la crisis de todo elsistema y se aprovechó de tal manera que secolocó al frente de todas estas ciudades. Estascuestiones conllevaron la adopción por parte dela mayor parte de las poblaciones de origen feni-

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 64

Page 3: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

cio de un modo de vida sociopolítico definidocomo púnico, que se erigió de una manera simul-tánea en todo el Mediterráneo.

La presencia púnica en Ibiza, Sicilia yCerdeña, también en el siglo VI a.C., coincidiócronológicamente con lo anteriormente mencio-nado; en Sicilia, a principios del siglo VI a.C., seinició una oleada de agresiones contra los centrosfenicios por parte de sus rivales en el comercio,los griegos, los cuales quisieron aprovecharse deese momento de inestabilidad del que venimoshablando. Estas acciones fueron las que provoca-ron la intervención de Cartago, que se aupócomo una especie de árbitro en las cuestionespolíticas y económicas de los antiguos centrosfenicios, que fueron quienes le requirieron en sudefensa. Conocemos bien el dato de que granparte de estas poblaciones no contaban con uncontingente militar importante, ni les interesabamantenerlo, pues sabían que podían contar, a lamenor dificultad, con la ayuda de las tropas deCartago, que se erigió como madre protectora detodos sus aliados. La implantación fenicia enSicilia y Cerdeña fue completamente diferente loque provocó también que el posterior dominiocartaginés de los territorios tuviese matices muydistintos (Gómez Bellard, 1991, 48 y ss.).

La presencia de los cartagineses en las islas enlos largos periodos de paz que existieron entretodos los conflictos, supuso la aceleración de losprocesos de aculturación. Durante estos lapsosde tiempo, la sociedad púnica adquirió influjoshelenísticos que fueron claves para su evolución

y desarrollo posterior y que veremos claramentereflejados en algunas manifestaciones culturalestales como la arquitectura. En Cerdeña, las cau-sas de la penetración púnica fueron las mismasque las de la anterior presencia fenicia; la enor-me riqueza de la isla en materias primas, espe-cialmente hierro y plomo argentífero. Tambiénaquí las causas bélicas y el antagonismo entrepúnicos y griegos supusieron la entrada y el pos-terior establecimiento de los cartagineses. Laacción de los griegos no sólo ponía en peligro alas antiguas ciudades fenicias, sino que sobretodo, dificultaba el comercio a través de las rutasmarítimas históricamente dominadas por lossemitas.

El control púnico de la isla de Cerdeña fueabsoluto, al contrario del que mantuvieron en eloeste de Sicilia. Para asegurar el control de la isla,levantaron fortificaciones y sistemas de controlde territorio (Barreca ,1978, 126) donde se pre-sentaron numerosos aspectos técnicos novedososy adaptados, en mayor o menor medida, a lospreexistentes de origen sardo-nurágico y fenicioarcaico. La presencia púnica en los diferenteslugares se manifestó con diferente intensidad. Nopodemos definir esta presencia como imperialis-ta, como algunos investigadores aceptan. Tansólo en el caso de Cerdeña, como se ha detalla-do arriba, el control político de los cartaginesesfue más rotundo que en el resto de los territorios,pues se ocupó el espacio geográfico con contin-gentes militares y con población civil y ademásse explotó comercialmente.

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 65

Estratigrafía clásica de Cartago en la zona de la “Acrópolis de Byrsa”: 1. Nivel Geológico. 2. Necrópolis fenicia (VIII a. C.).3. Talleres Metalúrgicos (V-III a. C.). 4. Barrio púnico (III-II a. C.) 5. Derrumbe (146 a. C.). 6. Relleno. 7. Cimentación del foro

(II-I a. C.). 8. Nivel de uso romano. 9. Construcciones romanas. 10. Arrasamiento moderno.

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 65

Page 4: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

66 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

En el caso siciliota, los procesos de acultura-ción se dieron en las épocas de paz y su volumenfue tan amplio que se puede hablar de una socie-dad púnica en Sicilia totalmente permeable a losinflujos helénicos (Gómez Bellard, 1991, 50) loque sobre todo incidió en el desarrollo de laarquitectura. En Sicilia, ya desde época feniciaarcaica, el interés de los semitas estuvo en el con-trol de los puntos estratégicos y en la fundaciónde bases de apoyo para las rutas de navegación,lo que demuestra el enorme valor estratégico deesta gran isla del Mediterráneo Central.

Para el caso de la Península Ibérica, tan sólopodemos pensar en un interés imperialista carta-ginés durante la etapa de control bárquida, enplena Segunda Guerra Púnica, en la que se fun-daron nuevos centros urbanos, se realizaronaportes importantes de población, y se explota-ron sistemáticamente los recursos naturales. Detodas formas, para algunos (López Castro, 1991,66) Cartago se erigió como protectora de los inte-reses comerciales de los fenicios occidentalesdesde el 510 a.C. cuando se reconoció en elPrimer Tratado Romano-Cartaginés el monopo-lio comercial cartaginés en el Mediterráneo y yaprincipalmente desde el tratado del 348 a.C.cuando además del control comercial, se prohi-bió a los romanos y a sus aliados la fundación decolonias en el Extremo Occidente. En laPenínsula, pues, será difícil admitir una políticaimperialista como la llevada a cabo en Cerdeñapor los cartagineses, por lo que debemos pensaren una hegemonía política y económica de laciudad norteafricana sobre las antiguas fundacio-nes fenicias.

De la expansión cartaginesa por el Mediterrá-neo surgió todo un conjunto de población caracte-rizada por el fenómeno del mestizaje, a la quesucesivamente se iban incorporando nuevos gru-pos humanos, procedentes del norte de África, conlo que se iba afianzando el elemento cultural púnico,con la arquitectura o la lengua como algunos desus rasgos propios y diferenciadores.

Así pues, desde este momento comienza ageneralizarse una cultura púnica por todo elMediterráneo central y occidental. Se extiendetanto a través de nuevas fundaciones y ocupacio-nes de territorios poco poblados tales como elLevante de la Península Ibérica o la costa deArgelia, como también a través de la influenciadirecta sobre territorios de gran tradición culturalcon establecimientos antiguos, bien de poblacio-nes indígenas, bien de colonos procedentes deoleadas migratorias del norte de África, o de laprimera gran presencia comercial fenicia, desdeel siglo VIII a.C. (casos del sur de la PenínsulaIbérica, Ibiza, Cerdeña o Sicilia). En estos luga-

res aparecerán, por ejemplo, modelos arquitectó-nicos que responden a un mismo patrón cultural,pese a la gran heterogeneidad manifiesta de laspoblaciones púnicas de los distintos lugares delMediterráneo, que tendrán peculiaridades pro-pias de cada lugar en los que la tradición anteriortendrá gran influencia y por lo tanto persistirá engran medida.

El cierre cronológico del proceso cultural pro-tagonizado por la ciudad de Dido, es, curiosa-mente, bastante más difuso que el propio final“histórico” del mundo cartaginés, que desapare-ce tras la destrucción de la Megalópolis al finalde la Tercera Guerra Púnica en el 146 a.C. Esésta, sin duda, una fecha clave, que pone términoa más de siete siglos de historia de una culturaeminentemente híbrida, con claros componentesorientales, pero que fueron matizados por el haloafricano y occidental de los diferentes enclaves,que hicieron de esta cultura posiblemente la másmediterránea de todas las que se dieron a lolargo de la llamada Protohistoria del Mediterrá-neo, principalmente por la propia idiosincrasiade un pueblo que trató de aglutinar la erudición,el desarrollo y los conocimientos de dos mundosa ambos lados del mar (o lo que es lo mismo, deluniverso conocido en ese momento) sin perdernunca su identidad original.

Decimos que la fecha que supone el final dela cultura cartaginesa es difusa, porque no existerealmente esa fecha; no podemos afirmar quecon la destrucción de la cuidad en el 146 a.C., seperdiese una cultura tan rica y arraigada. A pesarde la fuerza y el eminente poder de aculturaciónde Roma, los antiguos territorios dominados porCartago mantuvieron vivas cuestiones de granimportancia como la lengua, las creencias y lasmanifestaciones religiosas. El arraigo y el conser-vadurismo cultural de las poblaciones púnicasera tal que aún a finales del siglo IV de nuestraera, San Agustín, obispo de Hipona, al quererevangelizar a campesinos del Sahel, no com-prendía la lengua que éstos empleaban y, a supregunta de “...pero, vosotros que sois” los cam-pesinos contestaron en lengua púnica simple-mente: “somos cananeos”

Unde interrogati rustici nostri quid sint punice respon-dentes Chanaani

(S. Agustín. Epistola ad Romanos inchoata,Expositio 13)

También en los lugares alejados del foco nor-teafricano, los influjos púnicos se dejaron sentirtanto en la arquitectura, como en otros aspectosde la cultura, incluso adentrados varios siglos ennuestra era. Buen ejemplo de ello son los casos

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 66

Page 5: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

del sur de la Península Ibérica (Bendala Galán,1982, 193; López Castro, 1995) y de Cerdeña(Barreca, 1988, 49 y ss.) por citar los dos más sig-nificativos.

III. BREVE APUNTE SOBRE LA HISTORIOGRAFÍACLÁSICA: DEL MENOSPRECIO A LA ALABANZA

Pese a la imagen tradicional bárbara, sangui-naria y pérfida de la civilización cartaginesa, pesea los falsos tópicos asumidos históricamente comoverdaderos, basados fundamentalmente en lasparciales opiniones de los escritores latinos, quese encargaron de menospreciar a su enemigo his-tórico, Cartago se muestra hoy ante la historiacomo nexo cultural que se encargó de unir Orien-te y Occidente, de estrechar la mano a diferentespueblos y conformar una sólida base sobre la quese construyó una comunidad mediterránea, queno alcanzó, como es lógico, el desarrollo de lagriega, pero que bien podría haberlo logrado deno verse truncadas sus aspiraciones por la apari-ción de un poderoso e invencible enemigo:Roma.

La cultura híbrida, la mezcla de elementosorientales semitas, griegos y beréberes generóuna civilización rica, porque precisamente en lavariedad y en el mestizaje está la riqueza. Si yahabíamos alabado la cultura fenicia como unasociedad que aglutinó tradiciones orientalesancestrales, la cartaginesa absorbió aquella, laasimiló y la fundió con las tradiciones preexis-tentes en el área líbica y con aquellas que fueronaprehendiendo en sus contactos más o menosviolentos con los griegos de Sicilia. La historia deCartago fue, durante siglos y siglos, la historia deun pueblo vencido, desconocido y bárbaro; unasucesión de acontecimientos históricos quedemostraban que la perfidia, la traición y la fal-sedad no tenían cabida en un espacio “civiliza-do”, dominado por la razón y el orden. A pesarde que personajes celebérrimos como Aristótelesalababan la igualdad y la valía democrática de laConstitución de Cartago, o aunque otros comoTácito afirmaran “Antequam Roma vicus esset, iamKarthago civitas erat” tratando de exaltar la míticaCartago, vencida por Roma, para enaltecer aúnmás la magna obra llevada a cabo desde la Urbs,otros dedicaron todo su esfuerzo a contribuir a ladannatio memoriae más injusta, rota tan sólo porvocacionales historiadores de la talla de Plinio elViejo y Tito Livio, que se movieron en la máscompleta ambigüedad ante los datos que logra-ron manejar.

Si atendemos a los datos que nos ofrece la lec-tura de las fuentes clásicas, el universo púnico sederrumbó per se, es decir, a causa de su propia

naturaleza. En el fin de este pueblo vencido tene-mos que añadir la ira de los dioses que castigósin piedad por su crueldad manifiesta, por supropia personalidad despiadada. Esta imagenviene definida a través de siglos y siglos en losque los únicos datos que se han manejado hansido las referencias de las fuentes clásicas, amenudo pertenecientes a autores latinos comoPolibio, Diodoro, Tito Livio y Apiano, que des-cribieron al pueblo púnico desde la perspectivadel vencedor, desde la parcialidad que se mani-fiesta a través del que salió victorioso, que unasveces despreció por completo a su aniquiladoenemigo y otras veces lo ensalzó para enaltecer-se de esta manera a sí mismo.

IV. DE LA EDAD MEDIA AL SIGLO XIX: CO-LECCIONISMO, EXOTISMO, ROMANTICISMO YORIENTALISMO

En la destrucción de Cartago en la primaveradel 146 a.C. por las tropas comandadas porEscipión, debemos colocar el despegue econó-mico y político de su antagónica potencia medi-terránea, es decir, Roma, que se transformó en lagran dominadora y en la gran potencia hegemó-nica. Es ésta, sin duda, la principal causa por laque de Cartago nos quedó la imagen de un pue-blo vencido, casi olvidado. Sin embargo seráaquí, en el trasfondo romántico que implica unasituación como la que tuvo que afrontar Cartagodonde radica una de las principales causas delsurgimiento de un especial interés en el conoci-miento de esta cultura.

La historiografía durante la Edad Media esfácilmente criticable en su conjunto; al teocen-trismo que inunda cualquiera de las historiasrelatadas en este periodo, hay que sumar la faltade sentido crítico y de rigor metodológico-cientí-fico. A lo largo de este periodo la CienciaHistórica no se manifiesta como un estudio autó-nomo, y se ve inmersa dentro de las corrientesculturales “oficiales” tales como la Filosofía y laTeología (Ferrer Albelda, 1996, 17). En el caso dela historiografía de Cartago, ésta padece exacta-mente las mismas vicisitudes que cualquier otrode los acontecimientos históricos: se escribe lahistoria de las grandes batallas, de los grandespersonajes y es ese precisamente el tema centralde cualquiera de las fuentes medievales que deésta cultura se ocupan.

La principal fuente de conocimiento nos laproporciona la obra de San Agustín, del siglo IVy la de su discípulo Orosio, quien redactó a prin-cipios del siglo V la obra Historia contra los paga-nos, donde el mundo cartaginés aparece como unagente negativo que esta abocado al fracaso por

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 67

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 67

Page 6: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

68 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

su propia idiosincrasia (Ferrer Albelda, 1996, 19).En estas obras se aprecia una especial animad-versión por todo lo relacionado con Cartago,como ciudad pagana y enemiga no sólo de la fe,sino también del orden universal promovidodesde Roma.

En época moderna no variaron demasiadomuchos de los postulados historiográficos que seencargaron de escribir la historia de Cartago ysus territorios. La sombra de los textos clásicosgriegos y romanos es lo suficientemente alargadacomo para cubrir cualquier intento de búsquedade testimonios fieles sobre más de trescientosaños de soberanía política y económica en elMediterráneo central y occidental. De nuevotoman la cabeza los estudios sobre las GuerrasPúnicas y la derrota de Cartago por parte deRoma. Pensemos que muchos de estos estudiosfueron auspiciados por Carlos V, una figura queasumió su papel de Emperador a la perfección yque no sólo se colocó a la cabeza de los designiosdel mayor imperio europeo tras el Romano, sinoque, alzándose como nuevo César, buscó en elantiguo poderío de Roma las raíces del nuevoorden europeo que él mismo promovió.

Los siglos XVII y XVIII ofrecen una histo-riografía de nuevo centrada en los grandes acon-tecimientos bélicos, en las grandes victorias yderrotas, en los grandes tratados y en los actosheroicos. Podemos afirmar, por lo tanto, que lasrecreaciones literarias y las fábulas redactadasen los últimos siglos crecen aún más en esteperiodo, añadiendo nuevas invenciones y recu-perando otras, ya que se pierde la tradición deacudir a las fuentes clásicas de manera directapara centrarse en las lecturas de los textosmedievales y modernos, con lo que se van acu-mulando errores.

La erudición ilustrada y el academicismoeuropeo del siglo XVIII se ocupó de rescribir laHistoria, pero partiendo desde postulados cen-trados en la tradición y en la sucesión de aconte-cimientos recogidos en la Biblia, siempre que sefuese a tratar sobre el mundo prerromano. Pese aello, durante este “Siglo de las Luces” sí se entien-de la Historia como una Ciencia y se comienza atrabajar sobre la misma de una forma indepen-diente. Esto provocó una crítica constructivasobre las publicaciones existentes hasta el mo-mento e incluso surgieron corrientes que aboga-ban por unos enfoques mucho más sociales ypolíticos, alejados de la sucesión de grandes per-sonajes y grandes acontecimientos que habíanprotagonizado cualquiera de los textos elabora-dos hasta esa fecha. Parece que la historiografíailustrada fue, fundamentalmente, antiheroica(Ferrer Albelda, 1996, 55).

La búsqueda de lo original y de los orígenescomo única salida a una libertad insatisfecha y elalejamiento de una sociedad en constante deca-dencia llevó a muchos eruditos de las primerasdécadas del siglo XIX a sumarse al Romanti-cismo, aunque fuese de una manera tardía. Estosintelectuales europeos se alejaron de la razón ydel academicismo del siglo anterior para buscarnuevos mundos y descubrir otros lugares.Precisamente gracias a este movimiento secomenzó a redescubrir Cartago como centro delas nostalgias de muchos, que trataron de encon-trar infinitos y lejanos países, en espacio y entiempo. La búsqueda de lo expresivo, por enci-ma de lo bello, y el rechazo a la perfección delarte clásico promovido por Winckelmann provo-có un mayor interés en las culturas periféricas,alejadas de la tradición y del gusto oficial.

Las corrientes orientalistas que entroncabandirectamente con el movimiento romántico delos primeros años del siglo XIX fueron las quepromovieron los citados sentimientos de evasióny búsqueda de lo original. En ese momento elviaje por el norte de África se convirtió en unode los destinos primordiales. Debemos incluirtambién el especial interés que muchos eruditosmostraron por la cultura púnica, principalmentepor todo el halo oculto y mistérico que la rodeó.A muchos de los personajes cultos del viejo con-tinente les atrajo lo primitivo y escatológico de lacivilización cartaginesa, cuyo conocimientoadquirieron a través de la lectura de las fuentesclásicas. Muchos de estos personajes trataron derecuperar datos sobre la existencia de un puebloque mantuvo su hegemonía durante siglos en elMediterráneo, pero que tras ser derrotado porlos romanos, quedó sumido en el más profundode los olvidos. Veremos como todo el interés enla extracción de piezas de valor para coleccionesprivadas y en el especial morbo y afán de recupe-rar rasgos de este pueblo derrotado, atrajo a per-sonajes adinerados y a literatos románticos detodo el vecino continente europeo.

Humanistas de todas las épocas se detuvieronsiempre en las fuentes que aludían directamenteal mundo cartaginés, quejándose a menudo deque ninguna fuese propiamente púnica y quesiempre fuesen obra de manos de personajesprocedentes de Grecia y Roma, los dos enemigosnaturales de Cartago. Los textos que aluden almundo púnico no sólo aparecen desde épocamoderna; ya desde la Edad Media existen refe-rencias a monumentos y a vestigios de épocapúnica en la fructífera provincia islámica deIfriqiya. De los escasos restos púnicos conserva-dos hacen alusión algunos textos árabes quemencionan la destrucción intencionada de gran

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 68

Page 7: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

parte de éstos que se ubicaban en zonas costeras,para evitar que fuesen ocupados por los cruzadoscristianos. Se tiene conocimiento de cómo lasautoridades árabes tras expulsar a los cruzadosen 1270, ordenaron arrasar todos los restosmonumentales antiguos hasta el nivel de lascimentaciones para que no les sirviesen en futu-ras invasiones (Prados Martínez, 2000, 303).

En la mente de los primeros aventureros quedesde las últimas décadas del siglo XVIII inicia-ron el viaje a Barbaria (Nombre romántico quealude a las provincias del Africa Romana, que fue-ron ocupadas anteriormente por el ImperioCartaginés) estuvo siempre el interés de recuperarCartago con toda su fuerza y su originalidad, quehizo de ella una cultura mixta ubicada entreOriente y Occidente, que jamás ocultó su tradi-ción norteafricana. Estos primeros personajes que-daban impresionados de la majestuosidad de losvestigios que se veían íntegros en Tunicia, aunquetodos ellos, sobre todo aquellos particularmentemonumentales, se fechaban en época romana.

Quizás esta situación en la que se encontrabaesta cultura hizo acrecentar aún más si cabe laleyenda y el interés de viajeros y científicos euro-peos. Al tiempo que las campañas napoleónicasse centraban en extraer antigüedades en Egipto,otros personajes como el vizconde de Chateau-briand (1768-1848) gran conocedor de países afri-canos y asiáticos, se vanagloriaban de ser los pri-meros en haber descubierto por ejemplo laauténtica ubicación de los puertos de Cartago, lasede de la gran flota que le dio el nombre a laciudad de "reina de los mares", aunque en gene-ral, salieron tremendamente decepcionados delos escasos y poco monumentales restos deépoca cartaginesa que lograron identificar. Lascrónicas del viaje del afamado vizconde francésse recogen en un manuscrito en el que explica el

interés cultural de su viaje por el Mediterráneo,que comenzó en Tierra Santa, pasando porGrecia, para llegar finalmente a Cartago, en1807.

A todo este conjunto de vicisitudes históricaspor las que pasó la Cartago Púnica, que provo-caron la pérdida de memoria histórica sobre ella,y a la enorme escasez de restos hay que sumarque la ciudad norteafricana se convirtió durantesiglos en la cantera de toda la región. De las ilus-tres piedras de Cartago surgieron nuevas ciuda-des como Túnez o Kairouan, además de granparte del mármol empleado en la edificación dela catedral de Pisa.

Vistos estos antecedentes, no es sorprendentepues que los principales datos sobre el mundopúnico hayan sido obtenidos años después con lallegada de las intervenciones arqueológicas pormedio de excavaciones, donde se han encontra-do vestigios importantes de esta civilización queeran imposibles de admirar. Muy probablemen-te todo este problema del escaso interés que sus-citó el mundo púnico hasta bien entrado el sigloXIX tiene su origen en estas cuestiones de laescasez de vestigios de carácter monumental delorden de los conservados en Italia, Grecia oEgipto que provocaron el interés de las principa-les naciones europeas que realizaron enormesdesembolsos económicos para recuperar elmayor número posible de antigüedades.

La figura de Gustave Flaubert (1821-1880) elcelebérrimo autor de Madame Bovary, destaca eneste momento. El definido por los especialistas dela literatura como precursor del realismo en lanovela viajó por el norte de África especialmentefascinado con todo lo relacionado con la Cartagomítica, de ahí obtuvo la inspiración necesariapara la creación de su novela Salammbô (1862)

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 69

Retrato de René de Chateubriand

Grabado de Flaubert en su juventud

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 69

Page 8: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

70 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

que supuso una magnífica, imaginativa e ilustra-da evocación de la vida cartaginesa. En los peri-plos que por el norte de África llevó a caboFlaubert desde 1858, jamás encontró una arqui-tectura púnica interesante, es más, incluso llegó aescribir que “no existe la arquitectura púnica",aunque por el contrario quedó maravillado porlos santuarios, los tofets y las necrópolis que pudollegar a contemplar y que tuvieron una vitalimplicación en la elaboración de su Salammbô. Lanovela, incluida dentro de la corriente orientalis-ta por los especialistas, no obtuvo una gran acep-tación, aunque despertó en los ambientes cultosfranceses un especial interés por la historia deCartago. La antigua metrópolis púnica fue amenudo citada en obra epistolar “Correspondance”que conforman una de las producciones literariasmás interesantes del autor galo.

V. LOS INICIOS DE LA HISTORIOGRAFÍAPÚNICA: DEL POSITIVISMO CIENTÍFICO A LOSINICIOS DE LA DISCIPLINA ARQUEOLÓGICA.

El primer trabajo arqueológico como tal fuerealizado sobre la ciudad de Cartago en 1833 por

el cónsul general de Dinamarca en Túnez, C.T.Falbe, el cual se preocupó de recuperar datostanto desde el punto de vista cartográfico comodesde el trabajo de campo realizado directamen-te sobre el terreno. Así pues, el equipo dirigidopor este político levantó el primer mapa topográ-fico de la ciudad de Cartago (Falbe, 1833). Para elmagnífico trabajo que realizó, se apoyó en la ubi-cación de más de un centenar de puntos de inte-rés enmarcando las improntas que formaban elterreno en cuadrados de 2.400 pies de anchura(exactamente las superficies estipuladas en elcatastro ordenado por los Graco en el 122 a.C.).

Desde este primer trabajo puramente científi-co, las iniciativas sobre el conocimiento de la ciu-dad de Cartago se multiplicaron. En 1837, seorganizó la Sociedad para la Exploración deCartago, con Falbe como uno de los miembrosmás destacados. Entre los estatutos de esta socie-dad se incluían una serie de puntos que eran jus-tificables en su momento, pero hoy del tododeleznables. Estos puntos permitían la venta deobjetos de la excavación a particulares o a muse-os extranjeros a cambio de lograr financiación

Mapa topográfico de Cartago elaborado por Falbe (1833).

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 70

Page 9: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

para las excavaciones. La interpretación de losrestos exhumados reflejaban un claro Positivismoasí como la motivación en la escogida de los dife-rentes lugares objeto de excavación (centradosen encontrar los suntuosos palacios imaginadospor Flaubert).

El pastor anglicano Nathan Davis explorótodo el litoral de Cartago, y apoyándose en losestatutos de la Sociedad, enriqueció en granmedida el British Museum con mosaicos roma-nos y con otros muchos objetos provenientes desus excavaciones. Este “arqueólogo” y exploradoringlés, amigo de Flaubert, se centró en la partebaja de la ciudad y publicó todos los resultados desus investigaciones en 1861 (Davis, 1861).

Otro de los pioneros que realizaron investiga-ciones arqueológicas en el territorio tunecino fueCharles Ernest Beulé. Este miembro del InstitutoFrancés comenzó sus trabajos en 1859 tras haberleído a Flaubert y por lo tanto, tras ser atraídopor lo sugestivo, oculto y fascinante de la culturapúnica. Tanta fue la impresión que la novela desu compatriota le causó, que se empleó a fondopara tratar de hallar los restos del palacio de lareina Dido, que incluso llegó a ubicar sobre undibujo de la planicie existente en la zona superiorde la colina de Byrsa.

A medio camino entre lo real y lo imagina-rio, la cultura púnica comenzaba a salir a flote;poco a poco se comenzaban a detener un mayornúmero de especialistas en este mundo que tansólo hacía unos lustros, había comenzado a verla luz de nuevo, tras siglos de oscuridad. Se tratadel redescubrimiento de la cultura púnica, en elque tomaron parte una sucesión de personajesque exhumaron datos ocultos bajo siglos desedimentos (no sólo geológicos, sino tambiénintelectuales) con unas metodologías y un cien-tifismo fácilmente criticables desde los avancesque disfrutamos y los trabajos que desarrollamoshoy en día.

El primer gran hallazgo de materiales púnicosfue le exhumación de más de dos mil estelas per-tenecientes al tofet que recuperó E. de SainteMarie, un miembro del consulado francés enTúnez, con escasa formación arqueológica, quetuvo la suerte que no había tenido Beulé, pueseste hallazgo apareció unos metros por debajo dedonde había dejado la excavación aquel. Lamayor parte del conjunto de las estelas fueronperdidas durante el naufragio del buque que lastrasladaba hacia Francia.

Desde aquí y hasta finales del siglo XIX yprincipios del XX, tenemos el inicio de laarqueología púnica como una disciplina científi-ca, dotada de un método, más o menos correcto

en los primeros años de su existencia. El interésya no sólo provenía de las autoridades europeas,sino también de las tunecinas, lo que sin dudafacilitó la realización de grandes empresasarqueológicas para la recuperación del mayornúmero posible de restos. Desde 1882 Túnezpasaba a formar parte del Protectorado Francés,lo que provocó la llegada de estudiosos y erudi-tos desde este país, además de la creación de unareglamentación legal sobre las excavaciones y laconservación de antigüedades (decretos del 26de Septiembre de 1890 y del 2 de Agosto de1896). También el interés que el arzobispo deArgel, el padre Lavigerie, puso en las antigüeda-des púnicas supuso un gran desarrollo de lasintervenciones, la mayoría de las cuales fueronllevadas a cabo por una orden de misionerosfranceses, los "Pères Blancs", cuyo papel princi-pal consistía en escolarizar a la mayor parte delos jóvenes tunecinos, y que se ocuparon de de-sarrollar un gran conjunto de intervencionesarqueológicas.

De entre todos estos Padres Blancos, destacópor encima del resto la figura de A. L. Delattre,un misionero llegado a Túnez en 1875 y que pro-venía del continente americano. Conjuntamente,el inicio del protectorado galo en el país nortea-fricano provocó un mayor control sobre losrestos arqueológicos, que tuvo como mayorexponente la formación de un Servicio deAntigüedades. Durante estos años, la labor delReverendo Padre Delattre fue incansable. Sustrabajos, los primeros de carácter sistemático, seextendieron a lo largo de más de cincuenta añosy se centraron fundamentalmente en las necró-polis. El hecho de que fuesen las ciudades de losmuertos los yacimientos que suscitaron mayorinterés se explica porque eran éstos los lugaresque ofertaban unos materiales más ricos y llama-tivos. Los trabajos de Delattre y de todo el equi-po de los Padres Blancos, auspiciados por laAcadémie des Inscriptions et Belles-Lettres deParís conformaron las primeras investigacionescientíficas. Dichos religiosos fueron artífices denumerosos trabajos arqueológicos y epigráficossobre el mundo púnico, que además publicaronen la colección "Publications des Pères Blancs",una de las pioneras en lo referente al mundo dela arqueología cartaginesa Las publicaciones deestos folletos, de entre 10 y 50 páginas, constabande magníficas ilustraciones de las piezas, asícomo de excelentes fotografías. Todos ellos seincluían en una serie editada por el MuseoLavigerie de Saint-Louis de Carthage, desde 1897.

Todo pese a la utilización continua del méto-do de "excavación" llamado Decauville, que con-sistía en el vaciado continuo de los hipogeos,

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 71

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 71

Page 10: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

72 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

practicando cortes verticales llenando unas vago-netas cuyos raíles de vía estrecha alcanzaban lapuerta de las cámaras funerarias. Estas vagonetaseran volcadas después para cribar toda la arena,en unas labores más propias de buscadores detesoros que de arqueólogos. Evidentemente anteestos métodos, era imposible contemplar unasucesión de deposiciones estratigráficas, por loque la pérdida de datos era ingente. Para algu-nos, como G. Ville (Ville, 1968, 6), el PadreDelattre fue "el más célebre excavador y masa-crador de la ciudad antigua de Cartago", funda-mentalmente por los métodos que utilizó y por elvolumen de tumbas que excavó. El enormeritmo de excavaciones que se llevaron a caboentre los años 1878 y 1903 se debió principal-mente a la actuación de dos equipos, uno el delos Padres Blancos y el otro el del Servicio deAntigüedades. Ambos equipos trabajaron congran precipitación como si compitiesen por obte-ner objetos cada vez más hermosos y valiosos.Las primeras prospecciones las llevaron a cabolos Padres Blancos en 1878 dirigidos por Delattreen la colina de Junon, dos años después continuósus trabajos en la colina de Byrsa. Entre 1892 y1906 excavó centenares de tumbas en Douimes,Bordj Jadid y en toda la planicie de SainteMonique. Entre 1899 y 1901 más de 1.300 tum-bas fueron vaciadas a menudo con una motiva-

ción mayor en la búsqueda de objetos de valorque con un interés científico.

Desde 1899, P. Gauckler, el segundo directordel Servicio de Antigüedades, tomó parte ennumerosas excavaciones en Dermech, junto alas Termas de Antonino, donde se realizaronnumerosas trincheras paralelas al litoral. La granrapidez con la que se acometieron estas excava-ciones llama bastante la atención. Los propieta-rios de los terrenos eran particulares que losalquilaban anualmente. Además como no habíatiempo ni dinero, se puede contemplar al revisarlas anotaciones realizadas durante estas excava-ciones, como todo se basaba en un trabajo pura-mente mecánico, prácticamente en cadena. Sesabe por ejemplo que en 1900, P. Gaukler lleva-ba un ritmo de excavación de una tumba al día,e incluso en alguna jornada se llegaron a exhu-mar por completo dos o tres tumbas. De la lec-tura de los diarios se desprende que, en jornadascomo la del 13 de Marzo de 1900, se abrieron lastumbas 223, 224 y 225, mientras que al otrolado de la colina, el equipo dirigido por el PadreDelattre llevaba aproximadamente la mismacadencia, como si de una carrera de fondo setratara.

Las labores del Servicio de Arqueología fue-ron continuadas desde 1906 por A. Merlin, elnuevo director que suplió a Gauckler en el cargo,y por L. Drappier. Tan sólo el magnífico trabajode Hélène Benichou Safar en 1982 ha podidoponer en orden gran parte de toda la informa-ción que se extrajo durante todo este primerafase arqueológica, escasamente metódica pero síal menos rigurosa en cuanto al registro de loshallazgos (Benichou-Safar, 1982).

Dentro de todo este conjunto de trabajos pio-neros no podemos dejar de citar también a otrosarqueólogos que centraron sus trabajos en estosmomentos en el mundo cartaginés, así pues tene-mos que mencionar a S. Reinach, E. Babelon(desde 1880) y sobre todo a F. Icard y a P. Gielly,que desde 1922 comenzaron las labores arqueo-lógicas en la zona del tofet. Otros personajes seacercaron a las antigüedades siendo ingenieros osimples aficionados, propietarios de tierras en lasque se habían encontrado de forma casual restosde época cartaginesa.

Como hemos visto, la mayoría de los primerostrabajos que se acometieron en el último terciodel siglo XIX se ocuparon de las necrópolis, loque evidencia el interés que se tenía en la obten-ción de materiales en buen estado de conserva-ción además de la recuperación de joyas y amu-letos, piezas éstas de gran interés en subastas ymuseos. La Arqueología Púnica tardaría algunos

Excavaciones del R. P. Delattre en Cartago (1905)

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 72

Page 11: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

años más en afrontar la problemática de la cerá-mica y sobre todo, en todo aquello relacionadocon el campo del urbanismo y la arquitectura, loque a priori parecía menos llamativo, que obtuvoun mayor desarrollo fuera de Túnez, de la manode arqueólogos británicos e italianos que actua-ron fundamentalmente en Sicilia y Cerdeña.

En el caso de la Península Ibérica, las prime-ras intervenciones arqueológicas llevadas a caboen un yacimiento identificado como púnico fue-ron las de la antigua ciudad de Baria (Villaricos,Almería) dirigidas por el ingeniero de minasbelga Louis Siret en el año 1890 y publicadasalgunos años más tarde (Siret, 1908).

VI. LA ARQUEOLOGÍA PÚNICA. DESARROLLOCRONOLÓGICO-HISTÓRICO A LO LARGO DELSIGLO XX

La Arqueología Púnica a lo largo del siglopasado ha sufrido numerosos cambios de rumbo,pero si de todos ellos hemos de quedarnos conalguno, más allá de la evolución de los estudios ylas tendencias historiográficas, es con el quemarca el final del colonialismo y la presenciaeuropea en los territorios norteafricanos. El finalde los protectorados españoles y franceses funda-mentalmente, e italianos e ingleses en una menorescala, trajo consigo un nuevo orden en la forma-ción y el desarrollo de las investigaciones en losyacimientos de la órbita púnica. Tampoco pode-mos dejar de lado los dos enormes parones pade-cidos en el curso de las dos grandes guerras. Perocomo no queremos plantarnos en tan cruentosacontecimientos para la humanidad y, por consi-guiente, para la Arqueología, vamos a centrarnosen las transformaciones acaecidas tras el primerde los momentos mencionado, el fin del colonia-lismo, y en la evolución de las corrientes historio-gráficas que se han detenido con mayor o menorincidencia en la cultura púnica.

Partiendo de unas primeras décadas de clarocontinuismo en las intervenciones, desarrolladasbajo los auspicios de las naciones coloniales y trasel lapso de las dos guerras mundiales y el periodode entreguerras, se pasó, en la segunda mitad elsiglo a unas nuevas fórmulas de estudios de con-junto realizados entre los centros de investigaciónestatales de algunos de los países mediterráneos.Cabe destacar las labores desarrolladas desde losaños cincuenta por el CNRS francés (CentreNational de la Recherche Scientifique) y el CNRitaliano (Consiglio Nazionale delle Ricerche).

Desde el punto de vista de la evolución delpensamiento, no podemos olvidar la crecientetendencia antisemita desarrollada en los paíseseuropeos, especialmente en aquellos de mayor

presencia fascista, que tuvo una gran incidencia enel descenso del interés de las investigaciones deéstos países en su pasado fenicio y púnico.Curiosamente se aprecia un decrecimiento de estetipo de estudio en Tesis Doctorales directamenteproporcional al crecimiento de trabajos dedicadosa las grandes culturas nacionales y a la presenciade pueblos célticos en esos mismos territorios.

Las dos primeras décadas del siglo XX noaportaron en su conjunto grandes novedades.Tan sólo algunos trabajos en España como los dePelayo Quintero Atauri en las necrópolis deCádiz, o los de Whitaker en Mozia (Sicilia) estu-diaban restos de entidad pertenecientes a épocapúnica. Las décadas de los cuarenta y los cin-cuenta no presentaron demasiadas novedades yaque la presencia griega era el factor dominante.El influjo etnocéntrico griego de investigadoresde la talla de Schulten era bastante potente y tansólo algunos autores como Bonsor, Cabré (éstosen las primeras décadas del siglo XX, antes de laGuerra Civil) Tarradell o García y Bellido valo-raban la presencia fenicia y cartaginesa en losterritorios por encima de la mayoría de colegasque habían sobrestimado la colonización griega(Tarradell 1951; 1960).

En los años sesenta y setenta el desarrollo delas investigaciones en yacimientos señeros italia-nos como Tharros y Mozia y los hallazgos casua-les en suelo hispano de El Carambolo (Sevilla) yla Necrópolis Laurita (Almuñécar, Granada)aumentaron el interés. La década de los setentadel siglo XX fue bastante propicia para la arqueo-logía púnica en el territorio originario norteafrica-no. A comienzos de ésta década se pusieron enmarcha los proyectos de investigación internacio-nales cofinanciados por la UNESCO en Cartago.De estos proyectos destacan los angloamericanosen la zona de los antiguos puertos de la ciudad(dirigidos por el profesor H.R. Hurst) y los fran-ceses en la Colina de Byrsa, la antigua acrópolisde la Megalópolis púnica (dirigidos por el profe-sor S. Lancel). También en estas fechas, y prácti-camente con carácter anual, se iniciaron losSeminarios Internacionales de Kerkouane, dirigi-dos por el Profesor M.H. Fantar del InstitutoTunecino de Patrimonio, una fórmula bastanteacertada de congregar en torno a un importanteyacimiento a jóvenes investigadores y a consagra-dos estudiosos, algo similar a lo que se realizaanualmente en nuestro país en Ampurias y recien-temente en Baelo Claudia; no sólo de cara a exca-var en algunos sectores, sino también de cara adiscutir sobre el terreno algunos de los problemasmás importantes que plantean los restos y losmateriales exhumados.

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 73

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 73

Page 12: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

74 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

VII. VALORACIÓN CRÍTICA: RUMBO A UNFUTURO INCIERTO

En los últimos años, principalmente desde lacelebración, a finales de los años setenta y prin-cipios de los ochenta, de los primeros congresosinternacionales sobre el mundo fenicio y púnico,bajo los auspicios del Istituto per la Civiltà Feniciae Punica y de su fundador, el malogrado profesorSabatino Moscati, esta disciplina ha adquiridouna gran relevancia en algunos de los centrosuniversitarios y de investigación más importantesde la cuenca mediterránea.

Podemos afirmar sin pudor alguno que setrata en la actualidad de una de las disciplinasque se encuentran en pleno auge y desarrollo.Por primera vez equipos interdisciplinares com-puestos por arqueólogos, historiadores y filólo-gos componen los proyectos de investigación ypublican –con desigual frecuencia, eso sí- losresultados de sus investigaciones en monografíasexquisitamente elaboradas en la mayoría de loscasos. Todo esto parece presagiar un maravillosofuturo a los estudios fenicios y púnicos, pero, estono es del todo cierto, principalmente porque setrata de proyectos de investigación demasiadolocalistas y puntuales y, por toda la experienciaadquirida en los últimos ciento cincuenta años yque acabamos de tratar de resumir en estas líne-as, sabemos que esta disciplina necesita de estu-dios de conjunto, coordinados entre varias insti-tuciones y apoyados por diferentes gobiernos.

Algo similar a lo que se empezó a realizar con lasmisiones francesas, americanas, británicas ydanesas en Cartago en la década de los setentadel pasado siglo, pero desde unas motivacionesordenadas, coordinadas, con unos medios y unosobjetivos comunes y, como no, organizadas, diri-gidas y sancionadas por el gobierno tunecino.

Precisamente la existencia de proyectos de inves-tigación financiados por distintas instituciones,sean públicas o privadas, pero no coordinadasentre sí, provocan la diversificación de los datosy, en muchos casos, el desconocimiento, porgran parte de la comunidad científica interesada,de los resultados de muchas de las intervencionesarqueológicas y de los estudios realizados. Desdeluego en plena era de las telecomunicaciones yde Internet, es prácticamente un delito no poneren común y contrastar los datos, teniendo en cuen-ta, que, por desgracia, muchos de ellos vienenofrecidos a través de excavaciones arqueológicasde urgencia efectuadas en los cascos históricos delas urbes que fueron antiguos centros púnicos(pensemos por ejemplo en los casos de Cádiz,Málaga, Marsala, Palermo o Cagliari, por citaralgunos de los más importantes).

Como adelantó hace unos años el profesorRuiz Mata, es complicado y bastante presuntuo-so programar en forma alguna lo que deben serlos objetivos principales de la investigación en unfuturo a corto y medio plazo (Ruiz Mata, 1998,435) pero, pese a ello, sí podemos desde aquíabogar por la realización de proyectos interdisci-

Excavación del tofet de Tharros (1961)

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 74

Page 13: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

plinares que se centren, al menos en un primerpeldaño, en los estudios de territorio, aplicandolas nuevas fórmulas y las nuevas teorías, para,con posterioridad, llevar a cabo excavaciones sis-temáticas en los yacimientos centradas también,en una primera fase, en intervenciones estrati-gráficas en los lugares que presenten los princi-pales problemas. Sólo en una fase posterior aésta, y una vez conocidos los resultados de son-deos y analíticas, se deberían realizar interven-ciones en extensión de cara a obtener análisismás detallados del urbanismo y de la arquitectu-ra en conjunto, con buenos programas de con-servación, restauración y puesta en valor paradivulgar e incluir los asentamientos púnicos másrepresentativos dentro de los principales circui-tos culturales. No queremos pasar por alto lalabor que, en este mismo sentido y con similaresmotivaciones, realiza un equipo de la Universi-dad Autónoma de Madrid en la ciudad púnica,romana y medieval de Carteia (San Roque,Cádiz) desde 1994 (Roldán Gómez, BendalaGalán, Blánquez Pérez y Martínez Lillo, 1998,245 y ss.)

Dado que por el momento es impensable larealización de estudios cofinanciados por diver-sas instituciones públicas y privadas y por gobier-nos de diferentes países, y que, tal y como se pre-sentan en la actualidad las intervencionesarqueológicas, que dependen en muchos casosdel presupuesto de la constructora de turno, delplazo de ejecución de la obra que sea y de la

habilidad y capacidad gestora, más que de lavalía científica, del arqueólogo titular, podemosafirmar que se cierne un futuro bastante inciertosobre el conocimiento de una cultura híbrida,que se manifestó en ámbitos dispares y de la quecada vez es más difícil poner en común muchosde los aspectos. Parece que tan sólo la utopía deestablecer convenios de estudios y proyectosdirigidos desde una institución como la UNES-CO, a través de una política de nombramientode algunos de los centros más importantes comoPatrimonio del Mediterráneo, podría cambiar elrumbo al devenir científico. Utopía, sin duda, lade unir ambas orillas de un mar común que nosólo mantienen alejadas algunas millas marinas,sino el peso de la política y los intereses econó-micos y geoestratégicos que separan cada vezmás, como brazos hercúleos, las tierras a uno yotro lado del Mediterráneo. Curioso símil,Hércules abrió la tierra y conectó los mares parabeneficiar a los hombres, para permitir el pasode la cultura, de la civilización; hoy aprovecha-mos esa distancia para volver la cara a la historiay marcar unas diferencias antaño inexistentes.

BIBLIOGRAFÍA

ACQUARO, E. (1978): Cartagine. Un impero sul Mediterraneo.Roma.

ALMAGRO BASCH, M. (1958): Origen y formación del pueblohispano. Barcelona.

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 75

Mohamed Fantar en Arg-el Ghazzouani (Agosto de 1999)

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 75

Page 14: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

76 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

ALMAGRO GORBEA, Mª. J.

- 1984: La necrópolis de Baria. Excavaciones Arqueológicas enEspaña nº 129. Madrid.

- 1986: "Excavaciones en la necrópolis púnica de Villari-cos". Homenaje a Luis Siret, Cuevas del Almanzora1984. Sevilla; pp. 625-637.

ASTRUC, M. (1951): La necrópolis de Villaricos. Madrid.

BABELON, E. (1896): Carthage. París.

BARRECA, F.(1986): La civiltà fenicio-punica in Sardegna.Sassari.

BELTRÁN, A. (1952): “De Arqueología púnica”. ArchivoEspañol de Arqueología XXV. Madrid; pp. 362-366.

BENDALA GALÁN, M.:

- 1982: "La perduración púnica en los tiempos romanos:el caso de Carmo" Huelva Arqueológica 6 PrimerasJornadas Arqueológicas sobre Colonizaciones Orientales.Huelva; pp. 193-203.

- 1987: "Los Cartagineses en España". Historia General deEspaña y América, Tomo I.2, Madrid; pp. 115-170.

- 1992: "El mundo feniciopúnico y su expansión medite-rránea". Prehistòria de les Illes de la MediterràniaOccidental (X Jornades d'Estudis Històrics Locals).Palma de Mallorca; pp. 375-391.

- 1994: "El influjo Cartaginés en el interior de Anda-lucía". Cartago, Gadir, Ebusus y la influencia Púnica enlos Territorios Hispanos. VIII Jornadas de Arqueo-logía Fenicio-Púnica (Ibiza 1993). Ibiza; pp. 59-74.

- 2000: Tartesios, iberos y celtas. Pueblos, culturas y colonizado-res de la Hispania antigua. Madrid.

BENDALA GALÁN, M. y NAVARRO, J. (1991): "La coloniza-ción feniciopúnica". Boletín de la Asociación de Amigosde la Arqueología, XXX-XXI. Madrid; pp. 111-121.

BENICHOU-SAFAR, H. (1982): Les tombes puniques de Carthage.Topographie, structures, inscriptions et rites funéraires. París.

BEULÉ, C.E. (1861): Fouilles à Carthage. París.

BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.Mª.

- 1975: Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia enOccidente. Salamanca.

- 1980: "Colonización Cartaginesa". Historia de España I:Protohistoria. Madrid.

CABRÉ AGUILÓ, J.

- 1920a: “La Necrópolis de Tutugi: Objetos exóticos deinfluencia oriental en las necrópolis turdetanas”.Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas nº 28.Madrid; pp. 1-44.

- 1920b: “Arquitectura Hispánica. El Sepulcro de Toya”.

Archivo Español de Arte y Arqueología I. Madrid; pp.73-101.

CARCOPINO, J. (1943): Le Maroc antique. París.

CARTON, L. (1929): Sanctuaire punique découvert à Carthage.París.

CINTAS, P.

- 1949: "Fouilles puniques à Tipasa". Revue Africaine,XCII; pp. 1-68.

- 1954: Contribution à l'etude de l'expansion carthaginoise auMaroc. París.

- 1959: "Materiaux de construction employés àCarthage". Karthago 10; pp. 137-139.

- 1970: Manuel d'Archeologie Punique I. París.

- 1976: Manuel d'Archeologie Punique II. París.

CRUZ ANDREOTRI, G. y WULFF ALONSO, F. (1992):“Fenicios y griegos en la historiografía ilustradaespañola: Masdeu”. Rivista di Studi Fenici XX, 2.Roma; pp. 161-174.

DAVIS, N. (1861): Carthage and her remains. Londres.

DE LAURIERE, B. (1874): Deux Mausoleés africains. Le Médracenet la Tombeau de la Chrétienne. Bulletin Monumental. 5ème

Serie II. París; pp. 305-346.

DELATTRE, A.L.

- 1890: Les tombeaux puniques de Carthage. Lyon.

- 1895: La necrópole punique de Douimès. París.

- 1905: La necrópole des Rabs, prêtres et prêtresses de Carthage.París.

DESANGES, J. y LANCEL, S.

- 1984: Bibliographie analytique de l'Afrique Antique XV. Roma.

- 1986: Bibliographie analytique de l'Afrique Antique XVI. Roma.

FANTAR, M.H.

-1993: Carthage. Approche d'une civilisation; 2 vols. Túnez.

-1995: "Les études phéniciennes et puniques en Tunisie àtravers des experiences personelles". I Fenici, ieri oggidomani. Roma; pp. 317-326.

FALBE, C.T. (1833): Recherches sur l'emplacement d Carthage.París.

FERNÁNDEZ DE AVILÉS y ÁLVAREZ-OSSORIO, A. (1942):"El aparejo irregular de algunos monumentosmarroquíes y su relación con el de Toya". ArchivoEspañol de Arqueología XV; pp. 344-347. Madrid.

FERRER ALBELDA, E.

- 1996: La España cartaginesa. Claves historiográficas para laHistoria de España. Sevilla.

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 76

Page 15: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

- 1998a: "Suplemento al mapa paleoetnológico de laPenínsula Ibérica: los púnicos de Iberia". Rivista diStudi Fenici XXVI, 1. Roma; pp. 31-54.

- 1998b: "Los Púnicos de Iberia y la Historiografía Gre-colatina". SPAL, Revista de Prehistoria y Arqueología nº5, 1996. Universidad de Sevilla. Sevilla; pp. 115-131.

GALA VELA, C. (1986): “La figura de Aníbal en una his-toria española del siglo XVII”. Rivista di Studi FeniciXIV, 2. Roma; pp. 229-249.

GARCÍA Y BELLIDO, A. (1942): Fenicios y cartagineses enOccidente. Madrid.

GAUCKLER, P. (1915): Nécropoles puniques de Carthage. París.

GSELL, S.

- 1901: Les monuments antiques de l'Algerie. 2 vols. París.

- 1923-28: Historie Ancienne de l'Afrique du Nord. 8 vols.París.

- 1926: Promenades Archéologiques aux environs d'Alger(Cherchel, Tipasa, le Tombeau de la Chrétienne). París

JODIN, A.

- 1966: Mogador. Comptoir phénicien du Maroc atlantique.Rabat.

- 1975: "Recherches sur la métrologie du Maroc puniqueet hellénistique". Mauretania Antiqua. Etudes Antiques.Tánger.

- 1987: Volubilis Regia Iubae. Contribution à l'étude des civili-sations du Maroc antique preclaudien. París.

- 1988: "Les phéniciens à Mogador". Les dossiers, Histoireet Archéologie nº 132. Dijon; pp. 88-91.

KRINGS, V. ed. (1995): La civilisation phénicienne & puni-que. Manuel de recherche. Leiden.

LANCEL, S.

- 1994: Cartago. Barcelona.

- 1995a: "L'Archéologie monumentale partim Occident".En Krings, V. (ed.) La civilisation phénicienne & puni-que. Manuel de recherche. Leiden; pp. 132-135.

- 1995b: "Vie des cités et urbanisme partim Occident".En Krings, V. (ed.) La civilisation phénicienne & puni-que. Manuel de recherche. Leiden; pp. 370-377.

- 1995c: "Architecture militaire, civile et domestique par-tim Occident". En Krings, V. (ed.) La civilisation phé-nicienne & punique. Manuel de recherche. Leiden; pp.397-411.

LEZINE, A.

- 1959: "Resistance à l'hellénisme de l'architecture reli-gieuse de Carthage". Les cahiers de Tunisie 26-27.Túnez; pp. 247-261.

- 1961: Architecture punique. Túnez

- 1968: Carthage, Utique, études de architecture et urbanisme.París.

LEFEBVRE, G. (1974): El nacimiento de la historiografíamoderna. Barcelona.

LIPINSKI, E. (ed.) (1992): Dictionnaire de la civilisation phé-nicienne et punique. París.

LÓPEZ CASTRO, J.L.

- 1992: “La colonización fenicia en el sur de la PenínsulaIbérica. 100 años de investigación”. La colonizaciónfenicia en el sur de la Península Ibérica. 100 años deinvestigación. Almería; pp.11-79.

- 1994: “Cartago y la Península Ibérica en la historiogra-fía española reciente”. Hispania Antiqua XVIII, II.Valladolid; pp.519-532.

- 1995: Hispania Poena. Los fenicios en la Hispania romana.Barcelona.

MAIER, J. (1992): “La necrópolis de “La Cruz del Negro”(Carmona, Sevilla): Excavaciones de 1900 a 1905”.Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de laUniversidad Autónoma de Madrid, 19. Madrid; pp.95-119.

MARIANA, J. de (1592): Historia de rebus Hispaniae. VersiónLas Glorias Nacionales. 1852-1854. Madrid

MERLIN, A. y DRAPPIER, L. (1909): La Nécropole puniqued’Ard el-Kheraïb. París.

MOSCATI, S.

- 1983: Cartagineses. Madrid.

- 1986: Italia punica. Milán.

- 1988: (dir.). Los fenicios. Barcelona.

PERICOT, L. (1934): Historia de España. Gran historia gene-ral de los pueblos hispánicos. Barcelona.

PICARD, G. Ch. y C. Ch. (1958): La vie quotidienne àCarthage. París

PRADOS MARTÍNEZ, F.

- 2000a: "La Arqueología Púnica. El descubrimiento deuna cultura y el nacimiento de una disciplina cientí-fica". Arqueologia Peninsular. História, Teoria e Prática.Actas do 3º Congresso de Arqueologia Peninsular, Vol. 1.Oporto; pp. 301-310.

- 2000b: El desarrollo de la viticultura y el consumo delvino en el ámbito cartaginés”. Espacio, Tiempo yForma, Serie III, Historia Antigua. 13. Madrid; pp.45-64.

- 2001: “La democratización de la muerte en el mundopúnico. Las necrópolis de Kerkouane (Túnez)”.Revista de Arqueología nº 241. Madrid; pp. 28-39.

CuPAUAM 27, 2001 Pasado, presente y futuro de las investigaciones… 77

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 77

Page 16: Pasado, presente y futuro de las investigaciones sobre el

78 Fernando Prados Martínez CuPAUAM 27, 2001

- 2003: Del Monte Líbano a las Columnas de Hércules.Madrid.

QUINTERO ATAURI, P. (1917): Cádiz. Primeros Pobladores.Cádiz.

ROLDÁN GÓMEZ, L.; BENDALA GALÁN, M.; BLÁNQUEZ

PÉRES, J. y MARTÍNEZ LILLO, S. (1998): Carteia.Madrid.

RUIZ MATA, D. (1998): “Fenicios en el Sur Peninsular:Sucinta reseña historiográfica y propuesta de objeti-vos de investigación en los albores del año 2000”.Albor, nº 635-636. Madrid.

SCHULTEN, A.

- 1929: Hispania. Barcelona.

- 1945: Tartessos. Madrid.

SIRET, L. (1908): Villaricos y Herrerías. Antigüedades púnicas,romanas, visigóticas y árabes. Memorias de la RealAcademia de la Historia. Madrid.

TARRADELL, M.

- 1951: "Las excavaciones en Lixus (Marruecos)".Ampurias XII; pp. 186-189.

- 1960: Marruecos Púnico. Tetuán.

TEIXIDOR, J. (1994): "Los cartagineses entre Aristóteles yPolibio". El mundo púnico. Historia, sociedad y cultura.Murcia; pp.131-139.

THOUVENOT, R. (1949): Volubilis. París.

TLATI, S-E., (1978): La Carthage Punique. Túnez.

VV.AA. (1991): Historiografía de la Arqueología y de laHistoria Antigua de España (Siglos XVIII-XX). Madrid.

VILLE, G. (1968): Dictionnaire d'Archeologie Larousse, pág. 6.

VUILLEMOT, G. (1965): Reconnaissances aux échelles puniquesd'Oranie. Autun.

WHITAKER, Y.I. (1921): Motya. A Phoenician colony in Sicily.Londres.

Tomo 27-C3 21/4/08 09:39 Página 78