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91 Paulo Freire: sus virtudes, su generosidad, su personalidad Ana Maria Araújo Freire** Quiero destacar aquí algunas de las cualidades más grandes de Paulo que forma- ban la parte más profunda de su ser, de su inteligencia, de su vida; su generosi- dad, su amor, su fe y creencia en los hombres y en las mujeres; su esperanza, su sencillez, su curiosidad y osadía en el pensar, en el hacer y en el actuar, su constan- te buen humor y sentido de justicia, su capacidad de ser leal con todos y con todas y consigo mismo, sin apartarse del comportamiento radicalmente ético; su serenidad y forma respetuosa de establecer relaciones de horizontalidad y convi- vencia con todos. A ese trato amable, a sus virtudes, a las innumerables, auténticas y profundas maneras de ser y de comportarse frente al mundo y con el mundo y las personas. En el fondo la humanidad de Paulo, su deseo inmenso de que todos y todas pudiesen ser más seres, es lo que yo llamo la nobleza de Paulo. Esas virtudes se desarrollaron en él al mismo tiempo por su coherencia en el ser, el conocer y el valorar dialécticamente, complementándose una en la otra. Estas cualidades-ca- tegorías explican la comprensión histórica, utópica y teórica de la educación liberadora, justificadas por su propia manera de leer y de enfrentar el mundo, sustentadas en sus intuiciones, emociones y sentimientos. No quiero ni puedo separar sus cualidades como persona de su obra teórica porque aquéllas están incorporadas en ésta. No hay dicotomía entre su ser en el mundo y lo que propone en su obra. Su manera de comportarse como hombre público, como educador de la praxis, como educador ético-político compro- metido y como hombre en extremo devoto de las relaciones familiares y de la * Tomado de: Ana Maria Araújo Freire (2006). Paulo Freire: Uma história de vida. Villa das Letras, Indaiatuba, SP, con la autorización de la autora. Traducción del portugués de Martha Elena Cuevas. Revisión de la traducción: Margarita Mendieta. ** Ana Maria Araújo Freire es doctora en Educación por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, en la que actualmente se ha dedicado a los estudios freirianos procurando, como algunos otros estudiosos del área, perpetuar el verdadero esfuerzo político y educativo de Freire. Profundizó sus estudios teóricos sobre la historia y la filosofía de la educación durante su matrimonio con Paulo Freire, enfatizando sus investigaciones sobre el problema del analfabetismo en Brasil. Sus libros publicados en Brasil son: Nita y Paulo, crónicas de amor y Analfabetismo en Brasil . *

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Paulo Freire: sus virtudes, su generosidad,su personalidad

Ana Maria Araújo Freire**

Quiero destacar aquí algunas de las cualidades más grandes de Paulo que forma-ban la parte más profunda de su ser, de su inteligencia, de su vida; su generosi-dad, su amor, su fe y creencia en los hombres y en las mujeres; su esperanza, susencillez, su curiosidad y osadía en el pensar, en el hacer y en el actuar, su constan-te buen humor y sentido de justicia, su capacidad de ser leal con todos y contodas y consigo mismo, sin apartarse del comportamiento radicalmente ético; suserenidad y forma respetuosa de establecer relaciones de horizontalidad y convi-vencia con todos.

A ese trato amable, a sus virtudes, a las innumerables, auténticas y profundasmaneras de ser y de comportarse frente al mundo y con el mundo y las personas.En el fondo la humanidad de Paulo, su deseo inmenso de que todos y todaspudiesen ser más seres, es lo que yo llamo la nobleza de Paulo. Esas virtudes sedesarrollaron en él al mismo tiempo por su coherencia en el ser, el conocer y elvalorar dialécticamente, complementándose una en la otra. Estas cualidades-ca-tegorías explican la comprensión histórica, utópica y teórica de la educaciónliberadora, justificadas por su propia manera de leer y de enfrentar el mundo,sustentadas en sus intuiciones, emociones y sentimientos.

No quiero ni puedo separar sus cualidades como persona de su obra teóricaporque aquéllas están incorporadas en ésta. No hay dicotomía entre su ser en elmundo y lo que propone en su obra. Su manera de comportarse como hombrepúblico, como educador de la praxis, como educador ético-político compro-metido y como hombre en extremo devoto de las relaciones familiares y de la

* Tomado de: Ana Maria Araújo Freire (2006). Paulo Freire: Uma história de vida. Villa das Letras,Indaiatuba, SP, con la autorización de la autora. Traducción del portugués de Martha Elena Cuevas.Revisión de la traducción: Margarita Mendieta.

** Ana Maria Araújo Freire es doctora en Educación por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo,en la que actualmente se ha dedicado a los estudios freirianos procurando, como algunos otrosestudiosos del área, perpetuar el verdadero esfuerzo político y educativo de Freire. Profundizó susestudios teóricos sobre la historia y la filosofía de la educación durante su matrimonio con PauloFreire, enfatizando sus investigaciones sobre el problema del analfabetismo en Brasil. Sus librospublicados en Brasil son: Nita y Paulo, crónicas de amor y Analfabetismo en Brasil.

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amistad, de un lado, y su praxis y obra de otro, se fundieron dialécticamenteporque él fue, éticamente, coherente. Es así que para describir alguna de suscualidades como persona busco su obra teórica sin preocuparme de la divisiónque pudiera haber entre ellas. Él era así, y le gustaba ser así: sentimientos, emocio-nes y razón eran parte del mismo cuerpo consciente, por eso no puedo ni quierosepararlos, así como él no lo hizo.

Paulo fue, sin duda, un hombre sensible, fuerte y apasionado contra todo loque estuviese fuera de los principios éticos y de sus creencias político-ideológicas.Su manera utópica de hablar y escribir su epistemología, y tan frecuentementemetafórica para contar sus historias, fue inigualable. Con su manera de respetara los demás, con su honradez y franqueza, pero sobre todo con su inteligenciacreadora y revolucionaria de hombre inconforme con las injusticias que han sidohistóricamente impuestas a gran parte de hombres y mujeres, se preocupó, escri-bió y luchó casi toda su vida de una manera muy especial.

Paulo fue un hombre que creyó en la palabra, que para él era acción, erapraxis, por eso mismo tuvo mucho cuidado con su uso; no sólo correcto, boni-to, adecuado y poético, sino político. Desde joven se enfrentó a la abstinencia dela palabra. Me dijo algunas veces:

Sé que eso no fue determinante para el golpe de Estado de 1964, pero que la abstinenciade la palabra de muchos de nuestros hombres y mujeres de izquierda contribuyó para elodio de los que destruyeron aquel sueño brasileño, contribuyó. Alguien andaba por ahídiciendo y repitiendo: “Voy a matar a toda la burguesía y clavar la cabeza de cada uno deellos en los postes de la ciudad”. Cuando me dijo esto, yo, cortésmente: advertí: compa-ñero, cuidado con lo que hablas… ¿Tú crees que eso es posible? Antes que tú llegues alúltimo burgués te habrán liquidado… y te digo: no cuentes conmigo para eso.

Orgulloso y feliz, pero modesto y consciente de su posición en el mundo, Paulovivió su vida con fe en Dios y en los hombres y mujeres con mucha humildad,sensualidad, sencillez y alegría; con seriedad, convicción y deseo de transforma-ción. Aprendió con todos y todas, más que nada con los grupos oprimidos, yluchó, de manera crítica, para la superación de sus relaciones de opresión y encontra del opresor; vivió intensamente las tensiones y los conflictos de la vida, siem-pre esperanzado en las posibilidades de un necesario cambio en el mundo. Impacien-temente paciente luchó, con tolerancia, coherencia y respeto a las personas y a todoslos seres, por largos años de su vida, por un mundo más justo y más bonito. Paulonunca dejó de soñar los sueños verdaderamente democráticos.

Cuando algún periodista o estudiante le pedía un mensaje respondía sin pes-tañear: “Hijo mío, sólo el Papa da mensajes”. Desde que estudió y trabajó en elextinto Colegio Oswaldo Cruz, de Recife, Paulo entendió aún más lo que había

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aprendido con sus padres; la importancia de la generosidad de Aluízio y GenoveAraújo a través de la enseñanza y del afecto dados por mis padres y su despren-dimiento de las cosas materiales, cualidades que luego fueron buscadas y cons-truidas por Paulo para ser más persona, para convertirse verdaderamente en uneducador y en un hombre público.

Quien conocía mínimamente a Paulo podía percibir, de inmediato, su capaci-dad de escuchar con atención, tocando y mirando a una u otra persona que lonecesitara, con un grado de acogimiento tal que, al hacerlo, enseñaba y aprendíaal mismo tiempo. Respetaba y era respetado, aceptaba y valoraba el decir, laidea, las intuiciones, los sentimientos, la voz del otro y de la otra. Se hizo así unmaestro de los sueños, de los deseos, de las ansias y de los intereses legítimos delos otros y de las otras porque resonaban su propio sentir, desear, entender,reflexionar, actuar y escribir todo eso sistemáticamente. Resonaban en todo sucuerpo, en su cuerpo consciente.

El hecho de tocar el cuerpo de las personas fueron cambios afectivos inten-sos que proliferaron en otras formas de comunicación que, casi siempre, sehicieron epistemológicas y antropológicas. Eso en el fondo denota la coherenciade Paulo, pues él no dividió jamás el saber del sentir; la razón de la emoción; elser del decir; el conocimiento de la sensibilidad; la generosidad de la esperanza; laesperanza del amor, porque lo suyo era generosidad esperanzadora y no genero-sidad hipócrita.

Su capacidad y voluntad de escuchar la voz de los otros en las circunstanciasde la vida con sensibilidad, amor y cuidado que lo provocaba epistemológica-mente, iban en ese camino de búsqueda. El haberse posicionado siempre contrala cultura de la violencia,1 existente en la historia humana, y forjar una filosofía

1 Sobre la violencia, en 1993, Paulo publicó en el libro Aprendiendo con la propia historia, v. II. conSérgio Guimarães (Paz y Tierra, 2000), lo siguiente: “Yo ya había dicho que lo ideal es que lastransformaciones radicales de la sociedad –que trabajan en el sentido de la superación de la violen-cia– fuesen hechas sin violencia. Ahora, la responsabilidad de que ellas sean salpicadas de violenciano es de quien pretende cambiar el mundo. Es de quien pretende que el mundo no cambie.Entonces, una vez más, son los dominantes, son las clases dominantes las que llevan a las clasesdominadas a la pelea, al conflicto, inclusive físico, cuando las clases dominadas –en defensa de susderechos y de su humanidad– protestan contra la preservación de la maldad, de la perversidad, de lamaldad del opresor… Para concluir a tu pregunta: delante del problema de la violencia y de lademocracia, yo hoy continúo pensando que la democracia no significa que desaparezca en absolutoel derecho de violencia a quien le está siendo prohibido sobrevivir. Y que el esfuerzo de sobrevivira veces rebasa el diálogo. Para quien está prohibido sobrevivir, algunas veces, la única puerta es la dela pelea. Entonces yo concluiría diciéndote: yo hago todo para que el gasto humano sea menor, comopolítico y como educador. Entiendo, sin embargo, el gasto mayor. Si tú me preguntaras: ¿para dóndete inclinas? Yo me inclino para la disminución del gasto humano, de las vidas, por ejemplo, peroentiendo también que ellas puedan ser gastadas, en la medida en que tú pretendas mantener la vida.Lo propio de la preservación de la vida lleva a la pérdida de otras y eso es doloroso. Ahora, en lo queyo no creo es en la concientización de los poderosos. Yo creo en la conversión de algunos poderosos,pero no en cuanto a la clase que comanda, no en cuanto a la clase que domina”. (pp. 84-86).

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eminentemente generosa y esperanzadora –humanista y liberadora– es la mayorprueba de eso.

Partir de esas premisas para comprender bien el mundo ya es en sí un estarsiendo que rebasa el simple estar en el mundo. Es ese estar con el mundo queimplica estar con todos los hombres y mujeres, con todos los otros seres delmundo. Y ese modo de estar con, viniendo de lo mas profundo de su ser, reflejasu nobleza conscientemente construida, que proviene de sus cualidades, sobretodo del amor, de la esperanza y de la generosidad.

Se sentía a gusto hablando con las personas de las clases populares. Valorabasus ideas, manera de hablar, costumbres y creencias. Todo eso le provocabasentimientos de solidaridad, compasión y cooperación y le permitía entendermás dialécticamente, con ellas y a partir de ellas, su peculiar acto de escuchar lafilosofía, la política, la ciencia y la propia vida.

A partir de esa capacidad poco común de escuchar al pueblo, de oír, acogery elaborar las ideas, las razones, las necesidades, las aspiraciones, los dolores y lasalegrías de los hombres y de las mujeres comunes es que Paulo creó una teoríadel conocimiento tan concreta, tan engranada, tan revolucionaria y con tantorigor científico. Su teoría del conocimiento tiene concreción porque partió de suapertura para escuchar, sentir y emocionarse con las clases populares.

Paulo tuvo muchos amigos y amigas; recibió el afecto y el cariño de hombresy mujeres por donde pasaba, conversaba, daba clases o conferencias. General-mente era muy grande la receptividad de los oyentes cuando él hacía sus discursos.Tenía un magnetismo que emanaba de todo su cuerpo a través de su mirada. Le dijealgunas veces: “Naciste para el palco… para ser conferencista o cantante…”.2

Sólo una vez me tocó ver que lo abuchearan en público, ciertamente la únicaen su vida. Fue en una reunión con educadores y educadoras de la SecretaríaMunicipal de Educación de São Paulo, en el Parque Anhembi. Sin avergonzarse,Paulo no tuvo ninguna reacción negativa. Entendía que el público generalmenteabuchea cuando no concuerda con lo que oye o con la situación creada por elorador o la oradora. O también cuando la persona halaga a otra que el públicono acepta. Ese fue el caso. Paulo había nombrado a una funcionaria de la Red enreconocimiento por su lucha organizada y su valentía contra el gobierno autori-tario del presidente municipal Jânio Quadros, pero los y las educadoras de la redmunicipal no estuvieron de acuerdo con el comentario de Paulo ni con la actua-ción de la nombrada.

2 Véase “Vocación de cantante”. En: Nita y Paulo: crónicas de amor (pp. 28-29).

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Nadie aplaude, decía Paulo, aquello que no representa una parte de sí mismo,de sus deseos, de sus ansias o de sus pensamientos, de sus ideas. Quien aplaudeal otro está aplaudiendo a sí mismo. Quien abuchea, está abucheando en el otroo a la otra lo que no encuentra en sí o lo que no le gusta en sí.

Era tolerante y tranquilo, pero suficientemente agresivo para defender su es-pacio personal y profesional. Nunca ofendía, pero tampoco soportaba que loofendieran. Abominaba a los injustos, los explotadores, los “dueños” de perso-nas, las maledicencias, “hablar mal de la vida ajena”, y sobre todo las traiciones ylas injurias.

En nuestro último verano en Pernambuco estábamos en el centro de Recife,en la avenida Guararapes, comprando algunos discos de música clásica. Hacíamucho calor, Paulo salió de la tienda y se quedó afuera, esperándome. Oí a unhombre que decía a gritos: “¡Hijo, éste es un monumento nacional! Fíjate bien enél, es el famoso Paulo Freire”. Salí para “auxiliar” a Paulo de ese discurso quesabía que lo estaría inhibiendo. Cuando los dos estaban frente a mí, Paulo per-manecía inmóvil, impactado. Después pudo hablar:

Nita, aquel hombre ahí que corre entre los carros y autobuses fue una de las personasque yo ayudé en los años 60. Él era funcionario de la Universidad de Recife y me pidióir a trabajar en el SEC. Conseguí su transferencia, y en verdad se esforzó para hacer bienlas nuevas tareas. En fin, vino el golpe de 1964, yo estaba sufriendo las persecuciones enmi casa o en la prisión cuando un camión del Ejército fue hasta el lugar donde seencontraba el SEC y donde sistematizábamos el ‘Método de Alfabetización’ para recogertodo el material subversivo con el cual, decían, estábamos preparando una revoluciónbolchevique/nazista.3

Durante horas revisaron todo lo que les daba la impresión de ser “material alservicio del comunismo”. Insatisfecho con la denuncia ya hecha, aquel hombre,un joven entonces, corrió a alcanzar al grupo militar que ya partía y dijo maldosay sumisamente: “Coronel, el más subversivo de todos no fue atrapado.”

Paulo tomo aire, respiró hondo y no paraba de sudar. Después continuó:

Los soldados regresaron al interior del predio y el joven apuntó los cuadros del famosoartista Francisco Brennand,4 pintados especialmente para el trabajo de codificación/

3 Véase la indagatoria militar a la que Paulo se sometió y cómo su interrogador creía, como la mayoríade los “dueños del golpe”, que esas dos ideologías antagónicas eran apenas de izquierda.

4 Paulo siempre pensó que en cuanto Lula llegara al poder le pediría localizar esos cuadros. Él tenía laesperanza de que no hubieran sido destruidos con el vandalismo y con la idiotez de los militares deentonces. Paulo nutrió el sueño de recuperar esos cuadros y llevarlos a un museo de educaciónpopular. En 1989 me dijo que si su nombramiento como Ministro de la Educación se confirmase, en

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decodificación del “Método de Alfabetización”, para la concientización de los alfabetiza-dos, que estaban colgados en las paredes. Estos cuadros (más de diez) que me habíandonado, y que yo consideraba del grupo del SEC, del pueblo, jamás los volvimos a ver.

Paulo jamás perdonó a aquel hombre por su capacidad de traicionar al pueblo,de someterse al poder, por considerarlo cobarde y malediciente; porque sé cuantosabía amar, por eso mismo tenía una rabia profunda. La justa rabia, decía, es unaemoción que moviliza a las personas. La reacción del cuerpo de Paulo en aquellatarde caliente de Recife, en enero de 1997, me dio la impresión de que él nohabía disculpado a aquel hombre. Paulo vivió las contradicciones humanas en sucuerpo consciente, y nunca las negó. Creo que a más de dos personas Paulonunca entendió ni perdonó; su enorme capacidad de amar y respetar no fuesuficiente para eso. No perdonó nunca a los que fueron “para el otro lado delrío”, expresión que usaba para referirse a los que habían negado los sueñosutópicos de justicia y democracia.

Ese estado de discernimiento ético de Paulo se amplió en su teoría y praxis,marcándolas con su cuerpo consciente y con su alma generosa y lúcida, porqueél no sólo pensó y escribió dialécticamente, sino que materializó la dialéctica delas contradicciones; él abominó con todas sus fuerzas a los envidiosos, a losvengativos y a los que se imponen valiéndose de sus posiciones para faltar a sudeber de cualquier forma y en cualquier situación. Paulo marcó su posición en elmundo también por haber tenido una compasión enorme por aquellos que nosaben ser firmes en sus posiciones; fue respetuoso con las preferencias y decisio-nes ajenas o leales a sus compañeros de lucha.

Quiero decir que en Paulo no hay neutralidad. Está a favor de qué y de quién,o contra qué y contra quién, del ¿por qué? el ¿cuándo? el ¡porqué! Y sabemos queél estuvo a favor de los explotados, de los oprimidos, de los desarrapados delmundo, de los que necesitan de justicia y libertad; de los que quieren vivir plena-mente sus sueños legítimos, ya sea a nivel personal o social.

Trabajó intensamente desde muy joven y dormía muy poco hasta su madu-rez. En su “vejez” sintió la necesidad de descansar; pensó en disminuir, nunca enabandonar, su ritmo de trabajo. Alargó su período de sueño y para recuperarsedurante el día no hacía siestas, optaba por “pasear en coche” para ver gente,paisajes verdes y lugares perfilados por la belleza. Le gustaba el dinamismo de lavida urbana y el sol caliente brasileño, las noches quietas y claras para sentir lavida, en la contemplación de la luna y las estrellas. Fue un hombre ligado a los

la primera reunión ministerial pediría a Lula y al Ministro del Ejército localizar y devolver pública-mente esos cuadros.

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problemas concretos de la realidad social, pero le gustaba “descifrar” las formasde las nubes blancas en los cielos azules, sentado en las arenas de la playa o desdela terraza de nuestro departamento en Piedade, Pernambuco. Era tan sutil en susanálisis sobre los hechos “triviales” de la vida, de lo que venía del pueblo y de sumodo de conocer –el sentido común– como cuidadoso en sus análisis teóricoscientíficos y en el dejarse llevar por sus fantasías de niño… por las fantasías de sucuriosidad estética.

Como buen nordestino, a Paulo le gustaba el calor de las aguas y caminar porla arena blanca de las playas. Después del exilio perdía el ánimo con el frío quetraía consigo lo oscuro de la eterna noche y se complacía con el calor que el solfuerte y luminoso del Noreste brasileño impone a todos y a todo.

Caminábamos mucho por las mañanas en las arenas de la playa de Piedade opor la calzada que nos llevaba de nuestro departamento hasta la “Terminal deBoa Viagem”, siempre al final de la tarde, el sol poniéndose, el calor dejándo-nos… En el “mercadito” siempre lleno de turistas y de gente de la localidad,admirábamos y algunas veces comprábamos artesanía nordestina: bordados ytejidos, cerámicas, maderas talladas, hamacas para descansar o para dormir, cadavez más coloridas y con bordes más trenzados, bisutería hecha de cáscara decoco y de conchas coloridas del mar; comida fina y apetitosa de toda clase paradeleite de quien no quiere perder sus raíces: buchada de bode, sarapatel, pé-de-moleque (pastel crocante hecho con azúcar moscabado y diversos aromatizantes,relleno de castañas de cajú), Pastel Souza Leão (muy famoso en el país, prepara-do por primera vez por la familia que le dio su nombre, la receta se mantuvoescondida por años y hoy es de dominio público), pastel de fubá, bolo-de-rolo,grude de goma asado en hojas del plátano. Angu, mungunzá, pamonha y canjicaauténticos que tienen como uno de los ingredientes la leche de coco que resalta elsabor del maíz. Maíz cocido y maíz asado; cacahuates cocidos o asados, pasasde cajú y de carambola. Y tantas otras cosas sabrosas que hacen agua la boca delcomensal… Siempre comíamos a la misma hora una tapioca calientita con cocorallado. La de Paulo, absolutamente tradicional, sin queso. Cuando yo pedía lamía con queso asado decía: “esos son inventos a los que no me quiero adherir”.Tuvo una fidelidad enorme a las comidas de su tierra, a lo que aprendió a comercon su madre, ¡y Elza se vio “obligada” a seguir por ese camino! Decía que élhabía jurado sobre la Biblia y la bandera de Pernambuco que no traicionaría a sutierra, a partir de la fidelidad a la comida… Decía con cierto orgullo: “Jamáscomí fondue en Suiza o quesos mal-olientes en Francia, casi morí de hambre enInglaterra y en Japón…”. Sus “traiciones” nunca fueron más allá de la cocina delos países del Mediterráneo: Portugal, España y Grecia…

Así, la comida típica nordestina, cuyo sabor guardaba en la memoria, era casiexclusiva en su menú. No cambiaba por nada una “galinha de cabidela” servida

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con frijoles o un pescado con leche de coco, servido con frijoles sazonados concilantro y leche de coco. Saboreaba la buchada de bode, el zarapatel, el cocidopernambucano y la feijoada paulista. ¿Nieves? Sólo las de “frutas tropicales”:pitanga, cajá, graviola, mangaba… Nunca tomaba una nieve de crema, de cho-colate, de nueces… ¿Dulces? De jaca y guayaba sobre todo. ¿Frutas? Mangos,jaca, papaya, zapote, araçá, plátanos, sobre todo el plátano-manzano, piña, ca-rambola, graviola, cajú…

Paulo era y se sabía goloso. “Tengo miedo de aquel que no le gusta comer…,de quien le gustaría vivir apenas con píldoras de la saciedad…”, dijo algunasveces. Le gustaba la “cachacinha”, sobre todo la de Minas, amarillita; le gustabael buen whisky, y de una manera muy especial los vinos tintos que había aprendi-do a beber y a apreciar en los tiempos que vivió en Chile, pero tenía un enormecontrol sobre sí en lo que se refería a las bebidas alcohólicas: “Sólo exagerécuando Elza murió y me sentía vacío, hueco… sin perspectivas de vida. Sola-mente por algunos meses…”, decía con una cierta dosis de censura a sí mismo.

Osado y fuerte, tenía miedo de viajar en avión, pero eso no le impidió volarpor los cinco continentes hablando de su obra, de sus sueños democráticos, deque todos y todas fuesen verdaderos ciudadanos en su ciudad y en su país, de susganas de cambiar el mundo…, enfatizando que cambiar es difícil, pero es posible.

En uno de esos innumerables viajes que hicimos, cuando el avión estabapreparándose para despegar, la sobrecargo del vuelo se paró enfrente de todospara hacer las recomendaciones de rutina. Paulo entonces me sorprendió conuna afirmación obvia, pero que tenía la connotación de una cosa absolutamentenueva: “Nita, ve… ¡Nosotros somos un cuerpo que habla…! el único ser quehabla…” Nunca había pensado en eso… él me hablaba tranquilo y pensabaprofundamente sobre ese hecho porque estuvo siempre atento a las cosas ob-vias… a las cosas que vemos pero no nos detenemos en ellas para reflexionar. Éllo hacía siempre. Se hizo por eso el pedagogo de lo obvio.

Paulo fue un hombre que reflexionaba sobre las cosas obvias que observabaen donde vivía y por donde andaba, y las tomó como punto de partida paraformar, entre otros fundamentos, su teoría. Se convirtió, por eso, verdadera-mente en el “andador de lo obvio”, en el “caminante de la esperanza”.

Podríamos considerarlo un profeta, un “adivino” del mañana porque, comoél mismo decía: “profeta no es el hombre de barbas blancas que vaga por lacalles con su bastón en la mano, profeta es todo hombre o toda mujer queviviendo profundamente el hoy, puede prever el mañana”. Paulo fue siempre elhombre del hoy, de ahí el haberse anticipado en ver la realidad oculta por lasideologías, haber podido muchas veces ver tan bien lo que la historia nos estabareservando. Por eso su obra, desde sus primeros escritos, continúa vigente.

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Se consideraba un ser privilegiado por haber podido acompañar muchoseventos históricos importantes: la Revolución de 1930; el surgimiento de las masaspopulares y los movimientos de educación popular; el viaje y llegada del hom-bre a la Luna;5 la velocidad y eficiencia de los medios de comunicación; la luchade la emancipación de la mujer y su nuevo espacio conquistado; las “proezas” delos aviones grandes y veloces, de las computadoras y del fax; el regreso delpueblo a las calles de Brasil pidiendo elecciones “Directas ya” y después repu-diando la corrupción y exigiendo, al mismo tiempo, la ética en la política y la“moción de censura” del presidente corrupto elegido por la “inexperiencia de-mocrática” de nuestro pueblo. Así, se conmovió con la participación alegre ydecidida de los jóvenes “cara pintada”,6 con los millones por las calles y plazasdel país en los años 90. Vivió todo eso con emoción y críticamente.

Puedo imaginar la conmoción de Paulo si estuviese con nosotros viendo a unhombre del pueblo, Luís Inácio Lula da Silva, ser electo presidente de la Repú-blica. ¡Con más de 53 millones de votos! Haber tomado posesión en la fiestamás bonita y conmovedora de todas las organizadas por nuestros presidentes.Brasilia llena de gente de todas partes del país. Explosión de alegría jamás vistaen nuestra vida pública. No sé si Paulo hubiera sido invitado de nuevo a ser elMinistro de Educación de ese gobierno, o si él juzgaría más prudente dedicarsesolamente a la educación de adultos/educación popular.7 O si hubiera decididoquedarse fuera del gobierno.

Sé que Paulo tampoco diría: “Fui yo quien instigó desde los años 50 del siglopasado al pueblo para salir a las calles y luchar por sus derechos, por la democra-tización de nuestro país”. Porque nunca se otorgó el derecho de traer para sí las

5 Paulo me contó que en esa ocasión él estaba en uno de los días del Seminario en una universidadnorteamericana muy celosa de sus obligaciones, cuando propuso que en aquel momento deberíanparar las actividades y ver, por la TV, que una nueva época histórica estaba comenzando. Muchos delos alumnos y profesores no querían creer en la propuesta que oían. Algunos hasta decían: “¡Noesperaba que Paulo Freire propusiese semejante cosa: eso significa una evidente falta de responsabi-lidad delante de los compromisos asumidos!”. Paulo comentó conmigo: “Perderíamos la curiosidaden caso de que no hubiésemos parado para ver tamaña hazaña de los hombres y mujeres, de laincreíble conquista de la ciencia. En nombre de la eficiencia académica evidenciaban sus mentes deburócratas. Qué pena que la Academia sea así…”

6 Véase en Pedagogía de la tolerancia (pp. 231-232), la carta escrita para Verónica Coelho sobre ese hechoy su emoción.

7 Cuando el primer ministro de Educación del gobierno de Lula, Cristóvão Buarque, me invitó a suprimera audiencia después de su toma de posesión el 2 de enero de 2002, a su “audiencia emblemática”,como dijo en esa ocasión, yo le dije: “Cristóvão, si Paulo estuviera vivo y hubiera ‘partidarios dePaulo’ y ‘partidarios de Cristóvão’ pidiendo a Lula el nombramiento de ministro de la educación,tengo absoluta certeza de que mi marido le diría, entre otros motivos, por haber declarado en sudiscurso de posesión ese su deseo profundo: ‘Amigo, quédate de ministro y nómbrame director delDepartamento de Educación de Adultos’.”

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conquistas políticas de nuestro país. Nunca se colocó la corona de laureles8 en supropia cabeza. El haber llegado Lula al cargo máximo de la nación le daría,innegablemente, motivo de gran alegría. Pero su alegría y gusto democráticoseran más radicales. Eran radicalmente ético-político-humanistas. Su alegría resi-diría en la constatación de que hombres y mujeres brasileños habían cambiado,se venían politizando desde los tiempos del MCP y del SEC, habían aprendido adecir su palabra,9 hecho por el cual Paulo empeñó toda su vida. Gracias a él y aun gran número de mujeres y hombres brasileños abrimos, en diversos frentes yconcepciones de mundos diferentes, no tengo la menor duda, la mayor posibi-lidad de la historia brasileña, quizá del mundo, de construir un nuevo modo degobernar un país y su pueblo. Paulo así lo entendía: tomar el poder y reinventarun nuevo poder.10 El poder socialista y verdaderamente democrático con el cualPaulo soñaba y para el cual ofreció su vida pasa por la reinvención del gobiernoque debe ser practicado por los que quieren una sociedad más justa e igualitaria.

Quiero y debo enfatizar, por el bien de la verdad, que Paulo tiene mucho quever con eso, fue uno de los artífices más grandes de la democratización de lasociedad brasileña.11 Pocos días antes de su muerte Paulo lloró cuando cinco

8 La única que él recibió, sin haberla pedido, con mucho orgullo y cariño, fue en su DoctoradoHonoris Causa de la Universidad de Estocolmo, la cual guardó junto con el Diploma.

9 Sobre eso, remito al lector a la carta que escribí a Lula el 28 de octubre de 2002, cuando fue electo parapresidente de la República, en la cual enfatizo la influencia y repercusión de la obra y praxis de Pauloen ese hecho de nuestra democracia (véase el Capítulo 18 de la biografía de Paulo que escribí).

10 Al hacer, en agosto de 2005, la revisión de esta biografía, me siento obligada a comentar sobre la actualy profunda crisis ética y política que amenaza el proceso de democratización brasileña. Debo hablarsobre eso porque a lo largo de este libro expuse algunas veces cómo Paulo contribuyó para eseproceso –que no sólo yo, sino 53 millones de electores creíamos estar listos para que se concretizara–y de la alegría que él sentiría con la llegada de un hombre del pueblo a la presidencia de Brasil, sitodavía estuviese entre nosotros. Me pregunto, entre espantada, desilusionada y perpleja, ¿por quéalgunos militantes del Partido de los Trabajadores “olvidaron” sus ideales históricos, aquellos queaceleraron y nutrieron la esperanza de convertir nuestro país en el suelo de todas y todos nosotros,muchos de los cuales, repito, aprendidos con la comprensión ético-político-educativa de Paulo?Intentando entender esta realidad con mi marido, percibo que lo que está determinando esta posturade varios componentes del PT viene siendo, inadmisiblemente, una carrera ambiciosa e incontroladaque ofusca y ciega a los que se quieren mantener en el poder haciendo concesiones insensatas conel único deseo de “habiendo llegado ahí, estar ahí de cualquier manera”, desvirtuando y aniquilandoasí la ética de la Vida y sueño posible de justicia social. En suma, la esperanza ética de un gobiernoverdaderamente democrático como Paulo soñó, buscó, dio los subsidios teóricos y los ofreció paraque la sociedad política, cambiando las formas de gobernar reinventase el poder a favor del pueblo, detodas y de todos los brasileños, desgraciadamente no se está concretizando. Ciertamente nos restaluchar contra el desencantamiento y la desesperanza porque la esperanza es parte indisociable de lacondición humana –y comenzamos a (re)organizar el sueño posible de hacer de Brasil un paísverdaderamente democrático ¡A la altura de su pueblo!

11 Remito al lector a la carta de Frei Betto del 27 de octubre de 2002 a Lula, cuando fue su elección parapresidente de la República (véase el Capítulo 18 de la biografía de Pulo que escribí).

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jóvenes, hijos de padres ligados al poder de Brasilia, quemaron vivo a nuestro“padre-hermano”, el indio pataxó Galdino Jesus dos Santos.

Para la Pedagogía de la indignación12 Paulo escribió, con una extraña belleza,desde su ética profunda (él no disociaba la estética de la ética), con compasiónverdadera, con angustia y luto: “Que cosa extraña ‘jugar’ a matar al indio, a matargente. Me quedo a pensar aquí, sumergido en el abismo de una profunda perple-jidad, espantado frente a la perversidad intolerable de esos jóvenes que sedeshumanizan en el ambiente en que decrecieron en lugar de crecer” (p. 65).

Paulo se hubiera alegrado con la marcha y la lucha pacífica y consciente de losque componen el Movimiento de los Sin Tierra (MST),13 proclamando marchasigualmente pacíficas y reivindicadoras: “¡La marcha de los desempleados, de losenjuiciados, de los que protestan contra la impunidad, de los que claman contrala violencia, contra la mentira y la falta de respeto a las cosas públicas. La marchade los sin techo, de los sin escuela, de los sin hospital, de los renegados. Lamarcha esperanzadora de los que saben que cambiar es posible!”.14

Esos son ejemplos de cómo Paulo amó. Amó a las personas independiente-mente de su raza, de su género, de su religión, de su edad o de su oposiciónideológica. Amó la naturaleza; el mar azul caliente y ruidoso, las corrientes de losríos y las caídas abruptas de sus aguas, el calor del sol que todo calienta, la nievecayendo sobre las hojas amarillentas que el otoño había preparado para su lecho,las nubes blancas dibujando figuras que a él le gustaba interpretar en sus eternosmovimientos en los cielos azules o durante la puesta del sol;15 las flores con suvariedad de colores, sobre todo las rosas. Los árboles de gran porte; se asom-braba ante los árboles de mangos y de jacas, con sus frutos generosamente gran-des y sabrosos, con sus sombras. Tenía fascinación por los perros –muchas ve-ces incluyó a Jim16 y Andrea en sus textos teóricos– y todavía más por los paja-ritos.17 Miraba a esas aves pequeñitas y les silbaba, me parecía que quería conver-sar con ellas. Los pintassilgos y los sabiás eran sus preferidos. Grabamos en el

12 Confróntese en Pedagogía de la indignación, la 3ª Carta (p. 65-9). Véase también “De la tolerancia, unade las cualidades fundadoras de la vida democrática”, en Pedagogía de la tolerancia (p. 23-4).

13 Cfr. Pedagogía de la indignación, 2ª Carta, pp. 53-63.14 Ibidem, 2ª Carta (p.61).15 “Hay otra forma curiosa de entregarnos gustosamente al desafío. Se trata de la curiosidad estética. Ella

me hace parar y admirar la puesta del sol. Es lo que me detiene, perdido en la contemplación de larapidez y elegancia con que se mueven las nubes en el fondo azul del cielo. Es lo que me emociona,el rostro de la obra de arte que me centra en lo bonito” (A la sombra de este mango, p. 77).

16 Cfr. “Jim”. En Nita y Paulo: crónicas de amor, pp. 48-49.17 Paulo trajo de Ginebra, cuando regresó a Brasil, un pajarito hacia el cual tenía una predilección tan

grande que no pudo dejarlo. Le dio el nombre de “Chacrinha”, en homenaje al animador de TV,porque el animal tenía la alegría y la vivacidad del brasileño que tan bien, según Paulo, se relacionabacon el pueblo.

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jardín de nuestra casa en la calle Valencia, en São Paulo, una cinta con el canto delos sabiás, que al final de las tardes venían hasta nosotros para alegrarnos.

La enorme capacidad de amar de Paulo incluía los animales y está retratadaen tres historias que voy a contar.

La primera aconteció después de que Elza falleció y Paulo, para levantarse desu dolor, quiso “distraerse” registrando oficialmente, en la Sociedad Paulista dePerros Pastores Alemanes, una pareja de pastores alemanes que le daban seguri-dad y afecto y que acababan de procrear siete cachorros. Anotó con cuidado enla ficha, con su propia letra, los nombres escogidos y sus significados: “Cacho-rros. Nacimiento: 9 de enero de 1987. Perras: Aicá (tribu indígena), Andira (ár-bol), Andorinha (ave), Arumã (planta). Machos: Aracati (viento), Aracaju (tiem-po firme), Acauã (nombre propio)”.

La segunda se refiere a una “carta de recomendación” dirigida a nuestrochofer de entonces para que cuidara a la pareja de pastores alemanes:

Carlos:Aplicamos ayer, siguiendo la receta de la doctora, la medicina de Jim. Los cachorritosestaban muertos de hambre y Andira no quiere amamantarlos. Les dimos leche Nido yse la tomaron toda. Sería bueno que me hicieras este favor: compra leche para el domin-go y lunes. De la playa pediremos a Sabrina que les dé la leche el lunes. Dejo también10 000 cruzeiros para el combustible del carro y para la leche. Después hablo contigo.Buen Carnaval con los tuyos.Paulo

La tercera es sobre su reacción inmediata por la vida y no por el valor financierode las cosas. Una vez, mientras le contaba una bonita película de amor y sobre eldiálogo entre los dos personajes, rehice la misma pregunta que la protagonistahabía hecho a su compañero: “Si en un incendio tuvieses que salvar a un gato oun cuadro de un famoso pintor, de un Rembrandt, de un Picasso, de un…”, élinterrumpió mi pregunta y dijo con una fuerte mirada: “Yo salvaría, sin dudar, elgato... cualquiera que fuera… Nita, el gato tiene Vida…”.

A Paulo le gustaba oír música. Cuando trabajaba oía a los clásicos: Villa-Lobos, Bach, Vivaldi, Mozart y Beethoven eran sus preferidos. Silbaba paradivertirse, para pensar, para expresar sus sentimientos de alegría o para calmarsus dolores. Le gustaban mucho mis elogios a sus silbidos: “Nunca nadie medijo eso que me acabas de decir…”. Silbó bien, muy bien, hasta el final de suvida. ¡Villa-Lobos sabe de eso! Las bachianas, sobre todo la número cinco, eransus favoritas.

De la música popular brasileña tenía predilección por la “triste o sentimen-tal”, canciones tradicionales y muy apreciadas antes del bossa nova, que cantaban

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en su juventud Francisco Alves, Nelson Gonçalves, Carlos Gallardo, Sílvio Cal-das, Orlando Silva, y después Altemar Dutra. Las cantó hasta el día que cumplió50 años… hizo hasta una grabación… Cosas de la vida, de su misma rabia, lohicieron abandonar ese hábito que tanto le gustaba. De este género le gustabaescuchar a Maria Bethânia, Gal Costa, Chico Buarque, Caetano Veloso, GilbertoGil y otros más. Me contó que sufrió con la muerte prematura de Elis Regina,por quien tenía una predilección muy especial: le gustaba su espontaneidad alcantar, su voz, su repertorio y su compromiso político. Le gustaban también lascanciones francesas románticas y los tangos argentinos.

Estoy oyendo ahora la Radio Cultural de São Paulo, la estación de radiofavorita de Paulo y mía, que nos acompañaba en las horas de trabajo o de placer,¡y qué coincidencia!, oigo “Mi Buenos Aires querido”, de Carlos Gardel, uno delos tangos que me llevan nostálgicamente a algunas tardes en las plazas de laRicoletta y a las noches de la capital porteña, con Paulo, con amigos argentinos:Gustavo Cirigliano18 y su mujer Helba; Tato Iglesias; Cristina y Alberto Vázquez,sus vecinos en Ginebra, cuando ellos fueron también exiliados por la dictaduramilitar argentina.

Considero que la cosa más marcada y significativa de Paulo era su fuertemirada, dulce y profunda; su mirada, que comunicaba por sí sola el amor, lasolidaridad, la mansedumbre y la ternura de su persona.

Paulo era cortés, comunicativo, alegre, de buen humor, siempre atento a todolo que fuese VIDA.19 De personalidad sencilla, hablaba con los expresivos gestosde sus manos dando afectividad a lo que hablaba. Si estaba al lado de algunapersona cuando hablaba, casi siempre la tocaba suavemente en el hombro. PeroPaulo escuchaba más de lo que hablaba. Sus alumnos y sus alumnas lo saben.

En fin, el mirar, el escuchar y el tocar20 fueron los gestos/movimientos conlos cuales, al lado del observar, del estudiar y del pensar/hablar/escribir Paulorevelaba sus deseos, los espantos y la esperanza de su ser eternamente apasiona-do por la vida.

Quien conoció a Paulo difícilmente se olvidará de esos rasgos que traducíansu personalidad segura y tierna, bien-humorada y apacible, tolerante y osada,comunicativa y amiga, eternamente preocupada por el otro y la otra y consigo

18 Estudioso de la obra de Paulo, filósofo de ideas progresistas, con varias obras publicadas, profesoren varias universidades del mundo, amante y estudioso de los tangos. En mi último viaje a Argentina,en septiembre de 2002, me presentó Tangología, de su propia autoría.

19 Recuerdo la frase con la que Paulo terminó su testimonio a Edney Silvestre en entrevista a la TVGlobo: “Me gustaría ser recordado como un sujeto que amó profundamente al mundo y las perso-nas, los bichos, los árboles, las aguas, la vida” (cfr. Pedagogía de la tolerancia, p. 329).

20 Escribí sobre eso en un trabajo publicado, Convergente(ia), y con algunas alteraciones en el libropublicado bajo los auspicios de la Prefectura de Recife, Paulo Freire – Cuando las ideas y los afectos secruzan (respectivamente, en las pp. 3-8 y 235-242).

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mismo, en el sentido de perfeccionar sus virtudes y de ser feliz, y así hacer felicesa los otros y las otras.

Entre muchas de las cosas que admiré en Paulo era que atendía siempre, demanera sencilla, paciente y respetuosamente, las llamadas telefónicas. No acepta-ba “secretarias telefónicas” o distorsionar la voz para no ser identificado, y asíhuir de personas que lo buscaban para hacerle preguntas o comentarios. Porteléfono lo llamaban ¡decenas de veces al día! Algunas de esas llamadas rebasa-ban las conversaciones de los parientes y amigos, de las personas e institucionesque lo buscaban para dar o recibir una información o hacerle una invitación;eran de estudiantes que le pedían “clases particulares” en la víspera de una prue-ba o seminario cuyo tema sería el educador Paulo Freire. Dedicaba el tiempoque el interlocutor o interlocutora demandara, aunque para eso tuviera que inte-rrumpir un texto que estuviera escribiendo o leyendo. Cuando yo le decía: “Paulo,estuviste mucho tiempo con esos muchachos en el teléfono, ¿valió la pena? ¿Noperdiste tu tiempo?”. Su respuesta irremediablemente era: “Nunca perdemos eltiempo cuando somos atentos, respetuosos y corteses con las personas. ¡Cuandoatendemos una petición legítima de un joven o una joven curiosa de saber!”.

Eso pasó muchas veces. Después instalamos una línea telefónica en mi anti-gua casa cuyo número había sido de una empresa comercial o industrial. “¿Esahí las Correas Mercurio?”, preguntaban con frecuencia. Paulo se extendía poralgunos minutos casi siempre. Explicaba que no les podría ayudar “porque no séel número de esa empresa”. Ni siquiera llegamos a saber si la empresa realmentefuncionaba todavía o no, si estaba en la capital o en alguno de los municipios delGrande São Paulo. Uno de esos “amigos desconocidos” informó: “Señor, esaempresa ¡es de Osasco!”. Paulo, ¿interrumpiste el trabajo tan importante y te quedasteconversando sin saber con quien? “Valió la pena, mujer. Siempre vale la pena teneruna atención especial a quien te pide una información. Nunca se pierde tiempo conotro ser que te pide una ayuda y que tiene ganas de conversar”.

Fue consciente de lo que su persona significaba para al mundo, pero jamás lodivulgó a los “siete vientos”, ni se dejó invadir por la vanidad. Me contó en unaocasión: “Cuando llegué a Europa, a Asia o a los Estados Unidos y conviví conmillares de personas que me decían: ‘la Pedagogía del oprimido cambió mi vida’me propuse trabajar mi lectura del mundo en la cuestión de la vanidad, pues ¡esfácil y tentador perder la humildad oyendo cosas como esa!”.

Así, Paulo siempre decía de sí mismo: “No soy ángel ni demonio, soy unhombre que sabe algunas cosas y que busca su perfeccionamiento en cuanto sercon el mundo”. Por eso, creo, tuvo una capacidad inmensa de aceptar las fragi-lidades humanas, pero, contradictoriamente, esa manera de ser hizo que no sepudiera apartar de algunas personas que, desgraciadamente, lo procuraban conla intención de promoverse, de sacar provecho de su persona y de su prestigio.

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No se preocupaban por disfrutar de su sabiduría o de la amistad verdadera queél ofrecía gratuitamente, con amor. Digo pocas personas porque la gran mayoríaentendió su grandeza, su entereza y su capacidad de ser gente de verdad.

En ese sentido, algunas veces le advertí que era necesario establecer límites alaceptar esos y otros comportamientos y cosas que yo juzgaba inadmisibles, peroél siempre respondía a mis señales de advertencia con la misma argumentación:“Mujer, acepta más las fragilidades humanas…”. Paulo nunca decía que unapersona era frágil, débil, que cometía pecados, que mentía, que era incapaz de serleal, de cumplir algún compromiso… decía: “Es una persona que tiene másfragilidades que cualidades éticas…”.

No tengo certeza de que en los últimos días de su vida él no hubiera pensadomejor esa postura. Algunas personas fueron más allá de lo que él imaginaba ypodía soportar. No se culpó, no se martirizó, no se lamentó, pero en cambio sísufrió y se espantó. Así, esa cualidad de ser tolerante en extremo, contradictoria-mente, expuso una fragilidad de Paulo: la dificultad de marcar, con más ahínco,los límites. Se dejó, por desgracia, ser explotado algunas veces y corrió el riesgode que su imagen fuera vilipendiada. Es por ello que, tristemente, algunas perso-nas “confundieron” la extrema generosidad de Paulo con la fragilidad.

Sobre la cuestión del pecado, tan utilizado en la Iglesia católica como unatáctica para prohibir e impedir la autonomía personal de cada uno de los sereshumanos, Paulo afirmaba que esa era una de las debilidades de la Iglesia. “Peca-do no es robar cuando se tiene hambre, hacer el amor cuando las parejas noestán casadas, prevenirse para no tener enfermedades sexualmente transmisi-bles… Pecado es hacer fraudes, explotar y oprimir al dominado: al pobre, aldesarrapado, al desesperanzado, al huérfano, a la viuda…”.

Paulo, a mi parecer, más que cuidadoso fue extremadamente celoso.21 Expe-rimenté en mi vida con él esa difícil ambigüedad de sentimientos al principio denuestra vida de casados. Para mí sus celos eran, por un lado, una actitud lisonjeray, por otro, una actitud posesiva y agresiva a mi persona, a mi privacidad, a mipostura de seriedad ante el hombre escogido, porque lo quería, lo amaba y lorespetaba. Nosotros dialogamos mucho sobre eso, pero sé, sin embargo, que nofue fácil que él controlara sus impulsos (como yo los controlé),22 que sabía racio-

21 Véase “Ojos verdes”. En: Nita y Paulo: crónicas de amor, pp. 58-60.22 Durante los trabajos del I Congreso de Alfabetizados de la Ciudad de São Paulo, el 16 de diciembre

de 1990, recibí el siguiente recado anónimo, de buena caligrafía, entre otros muchos que le declara-ban amor a Paulo y que me causaban celos: “Tengo envidia de ti por estar siempre junto a nuestromaestro, Paulo Freire, pero de todo corazón pido que ustedes sean muy felices.” En otra ocasión, enel hall de un teatro en São Paulo en un espectáculo que Antônio Fagundes dedicó a las y losprofesores de la Red Municipal, Itamar Mendes, un ex-alumno, me preguntó: “Ana, ¿no tienes celosde esa fila de mujeres tocando y mirando fijamente al profesor?” Le respondí: “En cuanto fuere unafila, todo está bien. Pero, si alguna se para más –más– más… yo ‘la quito’… sin más trámite.”

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nalmente que tendría que inhibirlos porque no los quería sentir, por lo menos deesa manera tan intensa.

A partir de su aprendizaje con las feministas del mundo, sobre todo con lasnorteamericanas, él admitió sin miedo y sin subestimación su parte femenina, yciertamente por eso ejerció con ética, sensibilidad, virilidad, pasión y sensualidadsu masculinidad. Así, para él era fácil decirme tanto lo que fantaseaba en privadocomo lo que soñaba políticamente.

Era displicente tomando medicamentos en público, casi siempre aspirinas, yen su vestir y calzar, pero después de casados lo incentivé a preocuparse de suapariencia. Dejó el hábito de medicarse cuando daba un discurso. Cambió suropa y los tenis por saco y corbata. Dejó crecer sus cabellos y creo que de unacierta manera se volvió vanidoso… Aprendió a “vestirse y calzar sin lujo perocon un estilo que lo convertía en lo que él era íntimamente: un apasionado por laestética”.23 A él le gustaba que yo me vistiera con saco y blusa o vestido conmedias transparentes. Decía que si las mujeres supieran lo poco femeninos queson los pantalones no los usarían. Me pedía que usara labial y en una ocasión metrajo de Europa dos de carmín.

En el verano europeo de 1994 Paulo y yo hicimos un largo viaje de trabajo,intercalado con momentos de placer y descanso. Colocamos en el itinerario laRepública Checa; yo tenía el sueño de conocer Praga, más que de conversar conel notable pensador marxista Karel Kosik. Paulo priorizaba más su deseo deencontrarse con el filósofo que de ver la ciudad. Amigos alemanes localizaron alcheco y consiguieron una cita para que Paulo dialogara con él. Llegamos a sucasa, en una plaza cerca del Castillo de Praga, en una tarde caliente de agosto. Undepartamento europeo, típico de filósofo de izquierda, de un hombre en ciertamanera solitario; con libros y escritos por todos lados. De las pequeñas ventanasdel último piso del lugar donde vivía se veía el más bello paisaje de aquellaciudad donde destacaban las innumerables y ricas iglesias católicas, las laderas deSmetna, del Río Moldavia y su puente Charles, los palacios, el cementerio judíoy sus sinagogas.

Paulo, como tantas veces en su vida, antes del viaje se comportaba como unniño que iría a conocer a un hombre importante. Ansioso, iba con una bolsarepleta de sus libros editados en inglés, los llevaba de Brasil especialmente paraKosik. Su pequeña “bolsa de mano”, muchas veces olvidada en lugares muypoco propicios, acabó dejándola en un taxi que habíamos tomado en la callefrente al hotel, para que nos llevara a la casa del filósofo de la Dialéctica de loconcreto. Después de horas de intercambios de ideas y de encuentro el anfitrión

23 Cfr. En Nita y Paulo: crónicas de amor, p. 42.

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nos invitó a cenar con su mujer en un restaurante que ofrecía “verdadera comidacheca” que los turistas todavía no habían descubierto. Fue hasta entonces quePaulo se dio cuenta que había perdido su bolsa. Para no interrumpirlo en suconversación, fui en un taxi de un amigo de Kosik a verificar si la bolsa se habíaquedado en el hotel, pero no la encontré. Cuando regresé le conté a Paulo quehabía tomado algunas providencias para cancelar la tarjeta de crédito. Paulo seenojó consigo mismo por su poco cuidado… pero esa rabia le duró sólo algu-nos segundos. La plática se prolongó hasta altas horas de la noche. Hablamos delfútbol brasileño, que Karel tanto admiraba; de las dificultades que se generaronen esos tiempos por la nueva ideología de la entonces Checoslovaquia, antes ydespués de la Primavera de Praga; de la posibilidad de su venida a São Paulo; decosas simples de la vida siempre permeadas por las más serias para la construc-ción de una sociedad para el socialismo, la justicia social y la Paz.

A nuestro regreso, Paulo le escribió esta carta:

Querido profesor Karel Kosik:Mis primeras palabras son para, en mi nombre y en el de Nita, agradecer a ti y tu esposa,la cortesía con que nos recibieron. Muchas gracias también por la cena que nos ofrecieronen que el gusto excelente de la comida checa estuvo a la altura del calor humano que enningún momento faltó.Al llegar al hotel aquella noche, nos dijeron que un taxista había telefoneado a la recep-ción diciendo que, al día siguiente, a las 6 de la mañana, llevaría mi bolsa que habíaencontrado en su carro. Le dije al taxista que no tenía ninguna intención de pagar por suseriedad pero me sentía feliz de ofrecerle un regalo, le di 400 francos suizos de los 700que tenía en la bolsa.No tenemos por qué no creer en el mundo.De regreso a São Paulo hablé en la reunión del Departamento de Teoría del Currículo dela visita que te hicimos. Fue unánime el entusiasmo del Departamento cuando dije queestudiarías la posibilidad de venir aquí el próximo año.El director del Departamento24 estuvo al día siguiente en una reunión con los directoresde sectores de posgrado del país. Comentó la posibilidad de tu venida a Brasil y 15universidades solicitaron tu presencia.Él te escribirá para ponerse de acuerdo contigo.Recibe nuestro abrazo fraterno que hacemos extensivo a tu esposa.

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24 Este cargo en la época era ocupado por el Prof. Dr. Alípio Casali.

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Bien… el caso del taxista checo… Cuando regresamos al hotel, la joven de larecepción nos avisó que un hombre había telefoneado diciendo que había en-contrado la bolsa de Paulo y vendría al día siguiente a las seis de la mañana pararegresarla.

Paulo entonces le pidió un favor: sacar todo el dinero de la bolsa y donárseloal hombre. Ella pensó que era una exageración y yo comenté: “¿Y nosotros,Paulo, nos quedaremos sólo con la tarjeta de crédito?”. Él nos dio la razón.Entonces le dijo a la joven recepcionista: “retire, por favor, 400 francos suizos yse los da”. Así lo hizo. A las 12 horas, cuando salimos a tomar el tren que nosllevaría a Viena, el chofer estaba ahí en el zaguán del hotel. No hubo palabras…apenas un gran apretón de manos y miradas que nos decían lo que él queríahacer: ¡llevarnos hasta la estación del tren en señal de agradecimiento! Y decir conese acto muchas gracias, pues en aquellos tiempos todavía tan difíciles delpostcomunismo para los checos la donación de Paulo había sido extremada-mente generosa. Este es uno de los ejemplos, entre muchos otros, de la genero-sidad de Paulo, de querer dar todo lo que tenía sin preocuparse de acumularpara sí. Me acuerdo que me dijo un día que, en los años 50, ya con hijas, iba avender la casa donde vivían para darle el dinero a un primo suyo que no tenía losrecursos para que le hicieran una operación médica delicada y rara en la época.Cuando me contó esa historia le pregunté: “¿Paulo, tú, Elza y las hijas se queda-rían sin casa para vivir, sin su único patrimonio de la familia?”. Me dio comorespuesta la de siempre, que no dejaba dudas de su grande, tal vez “excesivo”espíritu de generosidad: “Nita, nací desnudo y tengo todo lo que tengo…”.

Paulo fue muy tímido de adolescente, por eso le pidió a su madre que lehiciera pantalones largos cuando comenzó a frecuentar el colegio de mis padres.Tenía vergüenza de sus piernas delgadas, de su cuerpo delgado y anguloso. Consacrificios, ella le hizo uno para usarlo toda la semana y lavarlo el domingo.Desde entonces tuvo mucho cuidado con esa prenda. Todas las noches lo saca-ba, alisaba el doblez y lo colgaba cuidadosamente en el gancho. Le pregunté elporqué y él entonces me contó esa historia que había marcado su historia de niñopobre. Hasta que fue adulto joven, ya famoso en Recife, es que enfrentó sutimidez y entró en el Teatro Santa Isabel –teatro municipal de Recife– cuando elMCP hacía allá sus encuentros memorables.

Estoy contenta por haber introducido a Paulo al mundo del entretenimiento.Conmigo fue a bares, a teatros y a bailes de danza clásica, además de los cinemasque desde niño frecuentaba… Se maravilló con la casa de tablados de danzasflamencas.

Paulo profesó una enorme gratitud hacia mis padres, a los cuales nunca dejóde visitar, de marcar su presencia amorosa en la vida de ellos. Todos los sábadoslos visitaba acompañado de Elza. Muchas veces después del horario del SESI iba

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hasta allá a “tomar una sopita” antes de ir a dar clases en la Facultad de Filosofíao un café, en el “camino para casa”, hecho por mi “negrita Maria”, que tanto legustaba.

Cuando mi hermano Paulo de Tarso, oficial de la Fuerza Aérea Brasileña, enesa época situada en el Campo de los Alfonsos, en Río de Janeiro, falleció vícti-ma de un tiro dentro en un restaurante de Fortaleza, Paulo se solidarizó de ma-nera impar. Mi hermano acababa de regresar, después de casi dos años de acti-vidad como oficial de las Fuerzas de Pacificación de la ONU en el Congo Belga,cuando fuimos sorprendidos por su estúpida e injusta muerte. Paulo visitó dia-riamente a mis padres desde el fatídico día 30 de noviembre de 1962 hasta quepasó un año de esa tragedia. Conseguí viajar para ir al entierro de mi hermano,en Recife, y Paulo me acompañó al Aeropuerto Guararapes para tratar de con-fortarme por aquella pérdida irreparable.

Esa antigua relación de solidaridad de Paulo para conmigo lo llevó a ser lapersona que abogó por mí ante la autoridad de tránsito de Recife para que yopudiese manejar automóviles a los 17 años de edad. Felizmente nunca di oportu-nidad de que él se hubiese arrepentido de ese acto de confianza en mí.

Paulo “adoraba” el fútbol e iba a los campos de juego cuando vivía en Recife.En su retorno del exilio raramente vivió la emoción de vibrar apoyando a unode los clubes populares –Santa Cruz, de Recife, y Corinthians, de São Paulo–pues nunca se sintió dentro de los que tenían tradiciones elitistas. Apoyaba comoniño, callado, pero le daba mucha rabia cuando alguno de los equipos popularesbrasileños o la selección brasileña perdía un juego. Uno de los raros momentosque Paulo “perdía completamente la razón” y se dejaba llevar por la pura emo-ción era viendo por televisión uno de esos juegos. Si es verdad que el fútbol vinode Inglaterra, como era allá uno de los deportes de la elite, aquí fue tomando loscolores nacionales. Pasó a ser, sobre todo, diversión y pasión de las clases popu-lares e intelectuales, y más recientemente de la clase media y media-alta. Losjugadores no son ya los doctores e hijos de ricos blancos, son negros que vienende las clases subalternas. Creo que esa identidad inconsciente de Paulo con elfútbol se explica por su asociación con los secularmente ofendidos que hoyjuegan y se enriquecen en Brasil y en el mundo reuniendo en los estadios a millo-nes de aficionados.

Cuando Paulo vivía en el exilio, muchos brasileños lo llamaban por teléfonopidiendo –con tono autoritario– que no asistiera a los juegos de la Copa delMundo de Fútbol que se realizarían en México, en 1970. La disculpa era que siBrasil ganaba la Copa Jules Rimet los militares en el poder traerían para sí lasventajas de la victoria para beneficiarse ideológicamente –y para torturar sin serpercibidos–, pues el país hacía feriado el día que jugaba Brasil y casi toda supoblación estaba frente a la televisión. Así, los militares que facilitaban las emi-

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siones a color y en vivo, usarían todavía más a la población aprovechando elclima de euforia y la alegría auténtica por los resultados de nuestro fútbol, asípodrían imponer como verdad la visión nacionalista elitista que sintetizaban en eleslogan “Nadie detiene a este País”. Los que “estaban en contra de ver los juegosde Brasil” alegaban que el régimen militar confirmaría, con la victoria en loscampos, la idea de la soberanía nacional proclamada por ellos –pero que en elfondo contradecía a la Ideología de la Seguridad Nacional–. Frente al argumen-to de que irreversiblemente se impediría el regreso al estado de derecho comoconsecuencia de una mayor alineación política, en caso que Brasil fuese tricampeónde fútbol, Paulo respondía:25

Revolución que, bajo pretexto de servir al pueblo, le quita el derecho de lo que le gusta,de apoyar, de entusiasmarse con el fútbol, no es digna de él. El fútbol es el “deporte delas multitudes”, del pueblo que se alegra y lucha por él, apoyando o jugando. La contra-dictadura se hace en el combate en varios frentes de lucha y no secuestrando el derechode tener (y ver) el fútbol. Es derecho, es gusto, tiene que ver con nuestra cultura, connuestro ritmo: las fintas son la mañana de nuestro pueblo vivida en los cuerpos de losque juegan. Vean cómo el pueblo delira de alegría con los dribles. Son lindos, maravillo-sos, los cuerpos en movimiento.

La curiosidad de Paulo, que nació con él mismo y que fue creciendo con sumadurez de intelectual, se puede constatar por un hecho simple que hoy no tienesentido ante la rapidez de las “comunicaciones”, pero que en los años 40 y 50,cuando el mundo ensayaba los primeros pasos en la construcción de una redmás efectiva para decir al otro, del otro lado del planeta Tierra, lo que hacía y loque pensaba, fue todo un acontecimiento.

Abrir las enormes cajas de madera que traían los libros europeos y norteame-ricanos para Recife era motivo de reunión de los intelectuales pernambucanos,que Paulo experimentó con curiosidad y alegría de niño, como quien se iniciabaen el mundo del saber conociendo a quien había alcanzado primero el conoci-miento científico. Él mismo habla de esos momentos:

Había también, en lo más profundo de la casa, un espacio en que se abrían las grandescajas de embalaje, donde traían los libros importados. Siento todavía hoy, en mi cuerpo,el gozo con que asistía, por invitación de Aluízio, a la Editorial Nacional, de Melkezedec,en la Emperatriz, a la apertura de las cajas. Y la emoción con que iba hojeando uno a unolos libros que se iban liberando antes de ser expuestos en los estantes junto a otrascuriosidades (Cartas a Cristina, 2a. ed., p. 111).

25 Cfr. En Nita y Paulo: crónicas de amor, pp. 110-112.

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Pero en los años 90 la comunicación, el libro, la invitación y la respuesta comen-zaron a llegarnos por fax. Eso dejaba a Paulo impactado y maravillado: “Miletra está llegando a Japón y a Suiza a la misma hora que mandamos un papelescrito por teléfono… ¡eso es increíble! ¿Cómo puede el teléfono llevar nuestrapropia letra a cualquier parte del mundo?”, decía seriamente espantado con laevolución de la tecnología en menos de medio siglo: “Abrir una caja a finales delos años 40 y 50 que venía del Norte con viajes de más de un mes en sótanos delos navíos era un asombro para nosotros en Recife… saber lo que pensaba unalemán… lo que decían los franceses… ahora viene todo en pocos segundos…¡por teléfono!”.

Paulo fue un hombre a quien la seriedad de su postura ética y política no lequitó el buen humor y las ganas de reír. Cuando regresó del exilio quería conocerBrasil en todos sus aspectos: leía los escritos en las defensas de los camiones, losescritos de los baños públicos, las inscripciones en los muros de las calles de laciudad. Quería también reiniciarse en el gusto por los chistes brasileños que demanera general se referían al sexo y a nuestros hermanos portugueses. Paulo reíade ello con un gusto muy especial, sin faltar al respeto y a la dignidad de los“protagonistas”.

Luego que nos casamos me comentó algo que lo intrigaba: “¡Nita, las perso-nas no me cuentan chistes! ¿Por qué? No soy tan juicioso… ¿o sí lo soy?”. “Paulo,tengo un amigo que se sabe un montón. Voy a pedirle a Marco Antonio quevenga a contarte algunos”. Pocos días después invité a Marco y Cándida, suesposa y una de mis mejores amigas, a mi casa de campo y ahí él nos brindó unasesión de espléndidos chistes, picantes e irreverentes, ninguno de los cuales des-acreditaba a las mujeres. Nada de prejuicios en cuanto a la cuestión de raza oreligión. De esos decididamente a Paulo no le gustaban. Paulo rió mucho esa yotras mañanas con los chistes de Marco Antonio. Se deleitaba con esa capacidadde los brasileños de reír de nuestros propios defectos y debilidades… y de losde los portugueses también… al fin que ellos fueron nuestros colonizadores…

El carácter travieso de Paulo lo hizo guardar en su bolsa un billete de cincocruzeiros que recibió pocos días después de su regreso a Brasil porque en élhabía una “trampa” de gusto absolutamente popular. En él estaba escrito, conletra de quien poco había estado en la escuela: “En caso de emergencia volteeeste billete”. Curioso, queriendo saber lo que estaría escrito al reverso, Pauloobedeció la instrucción, lo volteó y leyó a continuación lo escrito: “En caso deemergencia hija de puta…”.

A él le gustaba mostrar ese billete a los amigos, pero cuando lo sacaba de labolsa lo agarraba firmemente porque él mismo quería leer esas escrituras con unacento bien enfático y característicamente popular. Reía, reía mucho todas las

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veces que “enseñaba” esa broma muy al gusto del pueblo brasileño. “Es unadelicia”, repetía siempre que leía ese “mensaje”. ¡Es una delicia!26

En mi participación en Paulo Freire, el niño que leía el mundo, de CarlosRodrigues Brandão, también hablé del comportamiento infantil de Paulo, por-que ese libro tiene como objetivo “presentar a Paulo Freire” a los niños deBrasil:

Las idas al cine del barrio de Casa Forte eran parte esencial de los recuerdos de Paulo.Sobre todo las películas de Tom Mix, su héroe predilecto, con un sombrero grande,montado en un caballo blanco. Fiel amigo, el animal cabalgaba conforme la necesidaddel dueño. Tom Mix era un cowboy encima de cualquier sospecha, salvando jovencitasindefensas, hombres humillados, listo para actuar en cualquier situación de injusticia.Cuando Paulo ya era un hombre famoso, conocido en tantas partes del mundo, habíaescrito en un libro que el caballo de Tom Mix era blanco y que sus películas eran largas.Después volvió a ver una de esas películas y quedó… perplejo. Fue un duro golpe darsecuenta de que el caballo no era blanco. ¡Blanco era sólo el enorme sombrero del héroe! Sulado de niño que nunca perdió, quedó inconforme. Y concluyó: “Nita, prefiero conti-nuar con el Tom Mix de mi infancia montado en el bello y elegante caballo blanco.”Es muy bonito, muy agradable que un pensador no quiera dejar a la razón sus emocio-nes de niño.Después de casados vi cómo a Paulo le gustaba preparar eso de ser niño. Adoraba loschistes bien ingenuos del tipo que a la gente grande no le gustan: reía mucho con Didi,Dedé, Muçum y Zacaria, ¿lo pueden creer?”.27

Paulo guardó pacientemente un secreto casi 70 años, hasta la navidad de 1995,cuando yo descubrí que uno de sus deseos más recónditos era que le regalaranun balón de fútbol original, de cuero, que sus padres nunca le pudieron dar. Sealegró porque adiviné su deseo que guardaba desde su pobre niñez que no lepermitía tener más que las pelotas que él y sus amigos hacían con calcetines viejosy rotos para jugar fútbol en los campos de Jaboatão. Al leer mi libro Nita yPaulo: crónicas de amor –que escribí no sólo para recordar a Paulo y “matar”melancolías sino para mostrar a los lectores toda la grandeza y entereza que éltenía ante las cosas más simples de su vida privada– el gran escritor uruguayoEduardo Galeano recreó esa linda crónica sobre la relación de Paulo con TomMix y sobre su deseo de tener un balón de fútbol:

26 El buen humor de Paulo no ofendía, no faltaba al respeto. Sobre su capacidad de reír de las cosassimples de la vida dediqué el capítulo “Bromas”, pp. 44-45, en el libro sobre mi vida cotidiana conél: Nita y Paulo: crónicas de amor.

27 Cfr. Carlos Rodrigues Brandão, Paulo Freire, el niño que leía el mundo, p. 44.

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Tarde tras tarde Paulo Freire iba al cinema del barrio de Casa Forte, en Recife, y sinpestañear veía y volvía a ver los filmes de Tom Mix. Las aventuras del cowboy desombrero de alas anchas, que rescataba a las doncellas indefensas de las manos de losmalvados, le parecían muy entretenidas, pero lo que realmente disfrutaba más era elveloz galope de su caballo. De tanto verlo y admirarlo se hizo su amigo, y el caballo deTom Mix lo acompañó desde entonces, para toda la vida. Aquel caballo del color de laluz galopaba en su memoria y en sus sueños, sin descanso, mientras Paulo andaba porlos caminos del mundo.Paulo pasó años y años buscando esas películas de su infancia.—¿Tom qué?Nadie tenía la menor idea.Hasta que por fin, a los 74 años de edad encontró las películas en algún lugar de NuevaYork. Y volvió a verlas. Fue algo increíble: el caballo luminoso, su amigo de siempre, nose parecía en nada, ni un poquito se parecía al caballo de Tom Mix.Paulo sufrió esta revelación a finales de 1995. Se sorprendió y cabizbajo murmuraba:—No tiene importancia.Pero la tenía.En esa Navidad, Nita, su mujer, le regaló un balón. Paulo había recibido treinta y seisdoctorados honoris causa de universidades de muchos países, pero nunca en la vida lehabían regalado un balón de fútbol.El balón brillaba y volaba por los aires, casi tanto como el caballo perdido.Para Nita, con un abrazo,E. Galeano.28

Quise ayudarlo en la realización de otros dos deseos profundos: andar en bici-cleta y manejar carro, pero la prudencia nos lo impidió. Paulo tenía una grandificultad para equilibrarse sobre las dos ruedas y además corría el riesgo deperderse en las ciudades. Decía: “Nací sin brújula”. Se llevó consigo para siem-pre sus deseos, como sueños de niño no realizados.29 Se llevó también consigo elenorme deseo de haber tenido conmigo un hijo o una hija, de perpetuar conmi-go y mis ganas de vivir, su vida y su nombre.

Paulo se “espantaba” de tener ya más de 70 años: “¡Soy un hombre estadís-ticamente muerto y más viejo que mi padre! ¡Qué increíble!”. Su edad superabala expectativa de vida de los brasileños hombres, que en la época no llegaba a las

28 Eduardo Galeano, escritor uruguayo, compuso en mayo de 2000 esa nueva historia, metafórica, luegodespués de haber leído mi libro Nita y Paulo: crónicas de amor, basado en dos crónicas de ese libro,básicamente sobre la historia del balón de futbol y de su ídolo infantil Tom Mix.

29 Véase en mi libro Nita y Paulo: crónicas de amor (p. 20) la crónica “Nací sin brújula”, pp. 68-69.

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siete décadas, y también le asustaba que su padre hubiera muerto a los 54 añosde edad.

Vivía su lado niño30 en la intimidad, con la misma facilidad con la que vivía sulado adulto, responsable. Le gustaba esconderse atrás de la puerta y, silbando,me llamaba para que lo encontrara. Corría de una puerta a otra en un verdaderojuego de escondidas.

En el último comicio de Lula, en la campaña de 1989, en Garanhuns, había-mos ido de São Paulo a Recife, y de allá, en carro, con un calor sofocante, al localdonde el candidato había nacido, para que Paulo diera un discurso. Puntualmen-te, todo mundo estaba en el estrado, la plaza lucía llena de gente, mientras variosoradores hablaban y hablaban. De repente Paulo me hizo una señal con su manoen mi brazo y yo entendí el significado: ¡quería irse ya! “¿Qué pasó, Paulo?”,pregunté. “Estoy nervioso… no sé hablar en comicios… siempre hablaré ensalones de clase, en círculos de cultura, en anfiteatros de universidades y de es-cuelas… De aquí, de este estrado tan alto, me siento peor… Hablé en un comi-cio de las ‘Directas ya’, pero hoy sé que no sabré hablar, creo que hasta voy aperder la voz… ¡Vamos a salir sin ser vistos!”. “Paulo, ¿cómo vamos a huir deaquí? ¿Por qué no intentas relajarte? Creo que tú sabes hablar en cualquier lugar.Siempre tienes algo adecuado e interesante qué decir.”

Cerca de nosotros vi a Aloízio Mercadante y Bruno Maranhão, y sin dudar lesdije: “Oigan, Paulo se quiere ir…” Sin haber soltado mi brazo en ningún mo-mento, Paulo me apretó con más fuerza, pero no me recriminó ni con la miradani con palabras. Los dos petistas (del Partido del Trabajo) solidarios y amigostranquilizaron a Paulo y se dispusieron a estar al lado de él a la hora de su discur-so. Al final no necesitó de ese apoyo. Pocos minutos después anunciaron quePaulo iba a dar un discurso y el pueblo comenzó a gritar con entusiasmo: ¡Minis-tro! ¡Ministro! ¡Ministro!

Dijo su discurso tranquilo y lleno de esperanzas al lado de Bruno, deMercadante, de Lula y de la multitud que lo aplaudía. Estábamos tomados de lasmanos. Sólo me las soltaba cuando las necesitaba para hablar… y luego ¡lasagarraba nuevamente!

Las cualidades de Paulo eran evidentes, estaban expuestas en su corporeidad.Su cuerpo pequeño, delgado, sin asombros ni petulancia o empavonamientoirradiaba la ligereza y la pureza de alma sincera del niño que siempre fue; suinteligencia y perspicacia; su amor y paz; su serenidad y cobijo; su seriedad y

30 Paulo recibió el título de “Eterno Niño”, en Regio Emilio, Italia, en 1990.

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buen humor; su humildad y tolerancia reflejaban lo que pasaba en todo su ser. Sucuerpo “educaba”. Mostraba por entero su dignidad y sencillez de Ser con elmundo.

Nunca confundió sencillez, humildad o mansedumbre con sumisión o servi-lismo. Tenía miedo y osadía. Nunca se creyó más importante o más conocedorde las cosas que los otros, pero tenía la convicción de que sabía “algunas cosas”.Tenía un enorme respeto por las otras personas y por la naturaleza. Sus cualida-des fueron, indudablemente, frutos de su sabiduría.

Fue fumador empedernido, y sólo cuando presintió el mal que el tabaco leestaba haciendo a su salud fue que lo dejó, con rabia, como le gustaba decir.Desgraciadamente muy tarde, porque venía sufriendo secuelas que su decisiónpor no fumar no apagó de su cuerpo. El infarto de miocardio que lo arrancó dela convivencia con nosotros, en la madrugada del 2 de mayo de 1997, fue provoca-do, en gran parte, por la inclemencia con la cual el cigarro ataca a sus consumido-res. Triste, trágica contradicción de la cual Paulo fue uno entre millares y millaresde víctimas que se embriagaban con el anzuelo del humo, del olor y de los gestoscaracterísticos que adquieren los que les gusta el cigarro. Hacía 17 años que Paulohabía dejado de fumar…

Semblante tranquilo, cabellos largos y barbas blancas, estatura mediana, cuer-po delgado y levemente inclinado a la derecha, andar tranquilo, ojos color demiel y su constante disposición para intercambiar experiencias, para escuchar ypara dialogar, sobre todo cuando estaba explicando sus ideas sobre educación ypolítica, opresión y libertad, o discutiendo las ideas de los otros y de las otraspersonas, son algunas de sus características inolvidables.

La radical ética humanista de Paulo tiene su máxima en ese testimonio derespeto a la dignidad del otro y de la otra. Esa firme postura de respeto por losotros y otras y por el mundo, sobreponiendo el amor y la solidaridad para conlos justos, los oprimidos y excluidos que nació de los sentimientos y de la razónnutridos en él no como un fin en sí mismo, sino para voltear intencionalmentehacia la valorización de la vida pautada en la justicia que posibilita la Paz.

Cuando recibió, por teléfono, una invitación de universitarios brasileños quevivían y estudiaban en Israel, les respondió: “Tendré el mayor placer en ir a Israel,pero cuando haya paz con los palestinos. Será una alegría convivir con israelitas ypalestinos, juntos.”

Enfatizó también una postura intencional y eminentemente ética de perma-necer tranquilo y sereno, con dignidad y humildad en los momentos más difícilesde su vida. Jamás se lamentaba, aun cuando era injustamente incomprendido.Habló mucho y escribió sobre las injusticias que sufrió después del golpe militarde 1964, más que nada sobre el exilio y la imposibilidad de tener un pasaportepara poder venir a Brasil. De todo eso tuvo mucho coraje, pero jamás se lamen-

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tó aunque no pudo venir ni siquiera a despedirse de su madre antes de quefalleciera.

Paulo fue un hombre bueno, radicalmente bueno, nunca “buenito”, pues fuefuerte, enérgico, rebelde, osado y coherente tanto en su manera de ser como ensus decisiones y opciones.

A Paulo le hubiera gustado ser un cantante famoso o eminente profesor degramática de la lengua brasileña –se sentía frustrado por no haber sido tambiénprofesor de primaria–, pero él mismo se reservó para sí el derecho y el privile-gio de ser reconocido, además de profesor de nuestra lengua, como el mayoreducador brasileño, uno de los más importantes de la historia de la educación detodos los tiempos. Una de las mayores expresiones del pensamiento brasileño.

En suma, sus cualidades, su madurez y sabiduría, su capacidad de ser gente yde vivir apasionadamente, se cumplieron integralmente. Deseó también morirasí, y así murió: amando a los justos y a los oprimidos, trabajando indignada yapasionadamente. Amando. Sobre todo amando.

ANA MARIA ARAÚJO FREIRE