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DOSSIER p a z OCTAVIO 2

Paz Octavio - Dossier 2

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DOSSIER

pazOC

TAVIO

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OCTAVIO PAZ

DOSSIER II

Octavio PazDossier II

Ilustración de la portada, dibujo de Vasco.

Editado y publicado por Ediciones del Sur. Córdoba. Argentina.Abril de 2004.

Distribución gratuita.

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ÍNDICE

ARTÍCULOS ....................................................................... 7«Ya lo sabes: eres hueco y búsqueda» ........................ 8Octavio Paz y los partidos .......................................... 12Octavio Paz sobre liberalismo y romanticismo ........ 17El consejero .................................................................. 21Para qué sirve la poesía: El concepto de poesía en

Octavio Paz .............................................................. 25El perfil intelectual de Octavio Paz ......................... 30Entre la poesía, la vida y la muerte de Octavio Paz 37El laberinto vital de Octavio Paz ............................... 48Octavio Paz, un mexicano con visión universal ........ 53Octavio Paz: «Sonreír es aprender a ser libres» ....... 63

ENTREVISTAS .................................................................... 67Resolver lo económico y lo político para arribar al

siglo XXI con más seguridad .................................... 68El periodismo es literatura a alta velocidad ............ 75México ha pasado momentos peores; se impondrá

la voluntad de ser.................................................... 81

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Toledo, artista de extrema modernidad y deextrema antigüedad ................................................ 84

Usen el adjetivo o etiqueta que quieran, pero no«conservador» .......................................................... 89

ÍNDICE DE PINTURAS .......................................................... 109

ÍNDICE VOLUMEN III .............................................................. 115ÍNDICE VOLUMEN I ............................................................. 110

Palabras como semillas ............................................... 94

ArtículosArtículosArtículosArtículosArtículos

«YA LO SABES: ERES HUECO Y BÚSQUEDA»

EL MARTES de la semana pasada Octavio Paz cumplió 84años; eso me inspira. Escribo acerca de él disfrutandosu esfuerzo intelectual y su poesía, leyendo su búsquedaque es la de todos y honrando su pensamiento, que estambién el nuestro.

Disfrutando, dije. Y en efecto, es así porque el itine-rario del poeta condensa la persecución más sistemáti-ca del ser humano, el placer de la imaginación, la verda-dera, ésa nacida después de la crítica, que como él hadicho sin descanso «no es una fuga de la realidad sinoun enfrentarse a ella».

Las ideas son el resultado del ejercicio intelectualdel hombre y aunque precisas —siempre en un relativocaso, porque ayer pudieron parecer razonables y hoyabominables— llegan a ser huecas si la pasión no las moti-va. A eso le llamamos inspiración. La inspiración es elconducto del pensamiento, porque la razón no existe sinocomo búsqueda.

por Marco Levario Turcott*

*Marco Levario Turcott es subdirector de etcétera.Fuente: etcetera.com.mx 1998

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Mencioné las palabras imaginación, crítica y pasión.Ninguna le es prescindible al pensamiento; Octavio Pazcondensa esa tríada fundamental: el hombre que inda-ga siempre, inconforme con las certezas cuya utilidadsólo tienen sentido si son cuestionadas para desvane-cerlas o moldearlas con el fin de proyectar el futuro de-seable y posible. La pasión intelectual de Paz está moti-vada por la duda, la imaginación ha sido su instrumentopara buscar y la crítica su espejo, en su doble vertiente:como crítica y autocrítica. Por eso aducía que la palabrapromete y compromete; también libera. Dicha o escritaes siempre el resultado de la moral y la sapiencia, de lalectura y el diálogo.

Torrente de sugerencias, evocaciones, invocaciones,juicios y prejuicios, su obra es interminable, en el senti-do en que él fijó sus derroteros, ofreciendo un testimo-nio de búsqueda intelectual, no un sistema de pensamien-to. Hueco y búsqueda, la de él y la nuestra, de aquellosque se rebelan frente al momento de opacidad intelec-tual y moral que vive el mundo y se atreven a mirarapostando a los hombres. Ésta es una de las preocupa-ciones que más le obsesionan, por eso Octavio Paz haenfatizado que hace falta una nueva filosofía políticapara cambiar las atrocidades del libre mercado. Así lodijo hace poco:

«Ante el panorama contemporáneo siento la mismainsatisfacción que experimenté en mi juventud, ante elmundo moderno. Creo como antes, que debemos cam-biarlo aunque ya no tenga ni fuerzas ni edad para inten-tarlo. Tampoco sé cómo podría hacerlo. Nadie lo sabe.»

Esa orfandad, sin embargo, ha sido la principal ri-queza en la historia del pensamiento; también el escollomás importante. Hace todavía muy poco algunos creye-ron haber encontrado una finalidad a la historia; cuan-

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do el muro de la utopía fue derrumbado, otros más tar-de decretaron su fin.

Los primeros pudieron cristalizar sus pretensiones,dieron forma a un experimento pavoroso en el orientedel planeta y le llamaron socialismo real. Estaban sinte-tizando a la sazón el malogrado intento europeo del si-glo pasado de orientar la vida de los hombres medianteformas que cercenaron el espíritu y la razón. Siendo larevolución hija de la crítica, la ausencia de ésta terminópor matar a la revolución.

Los segundos vieron el fin de la historia en el des-vanecimiento de los sueños totalizadores; sintieron en-contrar un atajo a las complicaciones del hombre en so-ciedad, reflejaron un estado de ánimo revestido de ela-boraciones analíticas: el hastío de esta nuestra búsque-da milenaria.

No sabemos adónde vamos y, en consecuencia, tam-poco cómo iremos. De esta manera lo dijo el poeta: «Lahistoria es el dominio de lo imprevisible. Todo dependede la cordura y la sabiduría moral de los contendientes...y de la fortuna. Esta última es el coeficiente inconmen-surable de toda operación histórica».

Así, la orfandad intelectual ha ido poniendo diquesa las aspiraciones, modulando excesos y despertando nue-vas expectativas. La historia es la concatenación de fi-nes multiformes, nacionales, y en esa compleja interac-ción universal se han ido abriendo paso incólumes valo-res; uno de ellos es la democracia. Es posible que la mo-dernidad llegue a honrar sus más altos principios. Perotodo a condición de que los hombres sigan su búsqueda.Aunque la travesía sea irresoluble, es la que emprendenaquellos convencidos de que este nuestro tiempo, comoPaz ha dicho, no es irreverente sino indiferente y se mues-tran insatisfechos frente a la pasividad y la conformidad

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que conviven con el individuo más despiadado y el indi-vidualismo más obtuso. He aquí la motivación intelec-tual: vivimos sólo un momento difícil pero que puede serremontado. La condición es tomar en cuenta esas otrastres palabras dichas, como el piso fundamental de nues-tras elucubraciones: universalidad, modernidad y de-mocracia.

La globalidad no lesiona de por sí a las identidadesnacionales, expresa la modernidad que ahora tiene sen-tido si concatena a los hombres para construir un civi-lizado encuentro en el marco del libre mercado y el in-tercambio de las culturas, entre otros rejuegos de la di-námica mundial. La democracia es también inherente ala aspiración modernizadora y el juicio fundamentalpara que una nación sea sólida en este nuevo contextode fin de siglo.

Ahora, no nos queda sino la desnudez o la mentira,dijo alguna vez el poeta, «no se levantan ya nuevos o vie-jos sistemas intelectuales, capaces de albergar nuestraangustia y tranquilizar nuestro desconcierto; frente anosotros no hay nada. Estamos al fin solos. Como todoslos hombres. Como ellos, vivimos el mundo de la violen-cia, de la simulación y del ninguneo: el de la soledad ce-rrada, que si nos defiende nos oprime y que al ocultar-nos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas más-caras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empe-zaremos a vivir y a pensar de verdad. Nos aguardan unadesnudez y un desamparo».

OCTAVIO PAZ Y LOS PARTIDOS*

EN DICIEMBRE de 1977, en entrevista con Julio Scherer,Octavio Paz se hacía la pregunta que no se hacían los poli-tólogos: «¿por qué no hay partidos políticos en México?»De esa ausencia nacía la reforma de Reyes Heroles, unintento por inventarlos. Una y otra vez el poeta volveríaal tema de los partidos políticos mexicanos. Sabía quede ellos dependía la suerte política de México, enten-día que la democracia no podría implantarse sólidamen-te en el país mientras no se formaran partidos serios,nutridos de ideas y dispuestos a la deliberación cons-tructiva. Hoy lo podemos corroborar: la miseria de nues-tros partidos es la miseria de nuestra democracia.

Paz no fue, por supuesto, un escritor político. Fueun poeta. Nunca pretendió construir una teoría de la jus-ticia o un tratado de la democracia. Prefiero hablar deMarcel Duchamp que de John Locke, dijo en alguna oca-sión. Pero no rehuyó a la política. La defensa de la poe-sía, su verdadero amor, suponía una defensa de la liber-

por Jesús Silva-Herzog Márquez

* Tomado del periódico Reforma.

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tad, es decir, una postura frente a las amenazas del Es-tado. De ahí su frecuente visita a los territorios de lasoberanía: el despotismo totalitario, la tradición liberal,el fenómeno de la burocracia, los vicios del mercado, labúsqueda de la fraternidad. La riqueza de las reflexio-nes políticas del poeta puede constatarse en el primervolumen que se dedica a compendiar su pensamiento polí-tico. Se trata de Sueño en libertad, una buena antologíapreparada cuidadosamente por el académico canadien-se Yvon Grenier que ha sido publicada recientemente porSeix Barral.

Yvon Grenier describe a Octavio Paz como un libe-ral romántico. Liberal porque defendió la autonomía dela persona, se opuso a los despotismos, buscó un podercontrolado. Romántico porque no creía en el progreso,porque fue ajeno al individualismo materialista, porquetemía al mercado, al que describió como pesadilla circu-lar. En donde no fue romántico fue en su concepción delos partidos políticos y en su idea de la mecánica del ré-gimen democrático. No creyó en una democracia román-tica: silvestre, exuberante y natural. Una democraciaespontánea que se crea siempre a sí misma y que tienecomo motor único la voluntad omnipotente del Pueblo.Paz estuvo muy lejos de la moda del socialcivilismo. Dis-tante de estas idolatrías, Paz entendió las exigenciasingenieriles del artefacto democrático. Para que el apa-rato funcione debe asegurarse el principio de ciudada-nía, deben cumplirse las reglas que controlan y espar-cen el poder y debe asegurarse una atmósfera de diálo-go y tolerancia. Modesta a fin de cuentas, la concepciónpaciana de la democracia: «no es un absoluto ni un pro-yecto sobre el futuro: es un método de convivencia civi-lizada. No se propone cambiarnos ni llevarnos a ningu-na parte; pide que cada uno sea capaz de convivir con

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su vecino, que la minoría acepte la voluntad de la mayo-ría, que la mayoría respete a la minoría y que todos pre-serven y defiendan los derechos de los individuos».

¿Cómo veía Paz a nuestros partidos? Primero hable-mos de su visión del PRI. La cuestión del PRI fue para éluna preocupación permanente. El instituto revoluciona-rio fue el fenómeno político del siglo XX mexicano y erafácil caer en la tentación de dibujarlo como gemelo delos partidos comunistas. Pero era un bicho muy distin-to. Fue producto de una crisis, no de un cálculo. Hijo desus circunstancias, tuvo como tarea inicial apaciguar auna nación en guerra, resolver una emergencia. Dos co-sas llaman la atención de Paz: el vasallaje del partido«todopoderoso» y su pragmatismo. En todo su reinado,el PRI no aportó una sola idea. Todas las iniciativas ve-nían de arriba, más bien de fuera: de la Presidencia. EnPosdata exclama: «¡Ninguna idea y ningún programa enlos cuarenta años que lleva de vida!» El partido es un or-ganismo burocrático cuya misión es la dominación polí-tica por vía de la manipulación de los grupos populares.Es así, un aparato subordinado a los intereses y los cál-culos del Ejecutivo. En el PRI radicaba el primer círculode la veneración presidencial. De ahí que las cámarasdel Congreso sean «dos cuerpos parlanchines y adulado-res». El PRI fue un coro de alabanzas. Pero no fue una igle-sia. El partido del gobierno se amoldaba a los humorespresidenciales, no tuvo nunca un texto sagrado para lasexcomuniones. «Eso nos ha salvado del terror de un Es-tado burocrático e inquisidor, como en los países comu-nistas». Cierto. También es cierto que hoy, fuera del po-der, ese pragmatismo que evitó el dogmatismo, hace delPRI una piel sin cuerpo. En algún momento pensó queMéxico podría democratizarse con una democratizacióndel PRI. Pronto se dio cuenta de que eso era imposible: la

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democratización suponía, no la extinción del PRI, pero sísu transformación en un partido auténtico: un trozo delpaís político que compite por el poder político en igual-dad de condiciones.

Nunca le gustó el PAN. Lo respetaba como un partidoque había sido capaz de ser autocrítico, pero afirmabasiempre sus distancias con los panistas. Recordaba conmucha frecuencia sus inicios como una formación reac-cionaria que defendió el franquismo. «El primer grupodirigente del PAN era muy brillante pero demasiado liga-do al pensamiento conservador europeo», escribe en «Horacumplida». Exageraba, por supuesto, cuando lo descri-bía como descendiente de Joseph de Maistre, el ferozreaccionario savoyano. Pero no estaba lejos de la verdadcuando detectaba los extendidos vacíos intelectuales deeste partido «provinciano». Según Paz, al PAN, como parti-do de la derecha, no le interesaban las ideas y los deba-tes le producían dolor de cabeza. Sus credenciales demo-cráticas son intachables, está ganando votos, pero no hamodernizado su programa. No tiene ideas sobre el ma-nejo de la economía, su propuesta social es frívola, suvisión del problema demográfico es ultraconservadora.Necesitamos un partido conservador que renueve la tra-dición fundada por Lucas Alamán, decía. El problemaera que el PAN no se había puesto al día. Constatar el des-precio que por la cultura y la cuestión social tienen lospanistas a partir de las decisiones y nombramientos delgobierno foxista sirve para recordar las advertencias dePaz.

Mucha menor simpatía sintió por el PRD. Vio su na-cimiento como el producto de las dos tradiciones más au-toritarias de nuestro siglo XX: la priista y la comunista.No era un movimiento moderno porque, independiente-mente de que levantara la bandera de la democracia y

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diera cauce a descontento social, revivía la demagogia yel populismo de épocas pasadas. Los neocardenistas, es-cribió, «proclaman ardientes convicciones democráticas.Lo menos que se puede decir de ellas es que, si son sin-ceras, son muy recientes». Adoradores del Estado, hansido incapaces de asumirse como una constructiva oposi-ción parlamentaria. México necesita una izquierda mo-derna y democrática. Pero, a los ojos de Paz, el PRD esta-ba muy lejos de ser esa opción.

Hoy, a diferencia de lo que sucedía en 1977, pode-mos decir que ya hay partidos políticos en México. Nolos que nos hacen falta.

OCTAVIO PAZ SOBRE LIBERALISMO Y ROMANTICISMO

A LA VISTA de los muchos fracasos asociados al neolibera-lismo en el Tercer Mundo, parece promisorio exploraralgunas posibilidades de mitigar los excesos de esta doc-trina en la realidad. Un gran liberal, como fue sin dudaOctavio Paz, mantuvo hasta su muerte la convicción deque la democracia pluralista, la opción por el individua-lismo y el régimen de libertades públicas representa-rían la herencia más noble y rescatable de la moderni-dad occidental. El liberalismo en la praxis política es —odebería ser— el civilizado reconocimiento de los otros.Una porción central de este legado está encarnada enlas concepciones liberales de la política y la economía,sobre todo en la vigencia irrestricta de los derechos hu-manos y en el respeto a los individuos de parte del Es-tado. La moderna democracia liberal se distingue por elvalor atribuido a la esfera privada: no debería haber unaparticipación forzosa y manipulada en los asuntos polí-ticos.

Pero la libertad no es la única aspiración humana, diceOctavio Paz; de igual rango son la fraternidad, la justi-

por H.C.F. Mansilla

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cia, la igualdad y la seguridad. El mérito del romanti-cismo histórico es haber llamado tempranamente la aten-ción sobre estos temas. La mutilación y parcelación delser humano, la carencia de solidaridad y la falta de lazosemotivos, que también son características del mundo mo-derno y de la democracia liberal, conducen a que los se-res humanos estén aislados, angustiados y siempre des-contentos: la libertad se revela como una pesada carga.La sociedad contemporánea arranca al individuo de sucomunidad orgánica y de sus lealtades primarias. El li-beralismo extremo y doctrinario rompe con las atadu-ras religiosas y entrega a los ciudadanos al mero azar yal mercado. Así, paradójicamente, esta corriente prepa-ra el camino para los diferentes totalitarismos, pues és-tos prometen esa fraternidad, ese calor humano y esacomunión con los otros que el gélido ámbito del consumis-mo a ultranza, del “todo vale” y de la perfección técnicano puede brindar.

Pero este análisis no significa un retorno al socialis-mo. La crítica de Octavio Paz a la Unión Soviética y alexperimento cubano resultaron clarividentes. La natu-raleza de esos regímenes fue descrita tempranamentepor Paz como la combinación de la opresión y la violen-cia, la atrocidad y el cinismo. Estos “monumentos a laesquizofrenia” no tenían nada de libertarios; eran “es-tados kafkianos” en la vida cotidiana, que en sus momen-tos más terribles degeneraron en “paranoias sanguina-rias”. El escritor mexicano supuso que estos modelos te-nían mucho de una pseudorreligión totalitaria y muy pocode las tradiciones utópicas del marxismo original. Crea-ron nuevos cultos de lo absoluto: la sabiduría infalibledel partido y del jefe, la divinización de las metas histó-ricas, la justificación de cualesquiera medios a causa dela pretendida superioridad de los fines, los individuos

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reales al servicio de una abstracción ideológica. En suma:una nueva iglesia totalitaria. En la antigua Unión So-viética, Paz percibió la tradición zarista, autocrática yarcaica, apenas encubierta por las máscaras del socialis-mo igualitario, la industrialización forzada y la moder-nidad técnica.

Cuando el sistema socialista se derrumbó en 1989/1991, Paz acentuó su crítica a la horrible combinaciónde globalización totalizada y capitalismo salvaje que des-de entonces se ha apoderado del planeta. El colapso delsocialismo ocurrió casi simultáneamente con la expan-sión del consumismo a escala mundial y de la economíade libre mercado. A comienzos del siglo XXI podemos afir-mar que esta evolución no ha producido ni la felicidadde los pueblos, ni la instauración de regímenes más ra-zonables que los anteriores, ni menos todavía un autén-tico renacimiento cultural. La actual democracia demasas está unida inextricablemente a la manipulaciónde los votantes por medio de la llamada industria de laconsciencia. Por otra parte, el mercado desregulado hadestruido en amplias zonas del planeta la agriculturade subsistencia, que estaba bien adaptada a entornosecológicamente precarios. Es decir: el progreso tecnoló-gico ha aniquilado un saber milenario basado en conoci-mientos particulares. La “antigua” comprensión de losecosistemas naturales ha sido reemplazada por la utili-zación indiscriminada de productos industriales “mo-dernos”, cuya bondad a largo plazo es más que dudosa.Paz creyó que estos aspectos de la globalización liberaleran deplorables y perniciosos.

Octavio Paz creyó que el liberalismo era aceptableen cuanto instrumento y no como meta normativa. Lle-gó a la sabia conclusión de que los mecanismos de la eco-nomía liberal y las instituciones de la democracia mo-

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derna constituyen sólo instrumentos y caminos al ser-vicio de fines morales. A la sociedad liberal contempo-ránea Paz dedicó esta severa crítica: “La marca del con-formismo es la sonrisa impersonal que sella todos losrostros. [...] La publicidad destruye la pluralidad no sóloporque hace intercambiables los valores sino porque lesaplica el común denominador del precio. En esta des-valorización consiste, esencialmente, el complacientenihilismo de las sociedades contemporáneas. [...] Nadamenos democrático y nada más infiel al proyecto origi-nal del liberalismo que la ovejuna igualdad de gustos,aficiones, antipatías, ideas y prejuicios de las masas con-temporáneas”.

Paralelamente a su defensa del liberalismo, OctavioPaz trató de rescatar elementos fundamentales de la tra-dición romántica, es decir de aquello que queda más alláde la razón instrumental y de su geometría: la fraterni-dad y unidad entre los mortales, las vivencias del amor,los paraísos vislumbrados en el éxtasis utópico, la inte-gridad del ser humano y la experiencia religiosa. Se tra-ta de valores que poseen una dignidad superior: son fi-nes en sí mismos. Paz se opuso a la aceleración de la his-toria, y en su obra poética se empeñó en detener, al me-nos por un instante, la marcha perversa del tiempo. ParaOctavio Paz la salvación genuina —si es que la hay— estáfuera del tiempo, de los afanes políticos y de los aspec-tos cuantitativos del mercado: en el amor, la poesía y lareligiosidad.

EL CONSEJERO*

¿POR QUÉ razón un gran poeta y ensayista como OctavioPaz, que en buena parte de su obra denunció al sistemamexicano, terminó en la parte final de su vida sirviendoa ese poder?

La muerte de Octavio Paz (19 de abril) ha suscitadouna cascada de textos de elogio de muy escasa calidadpero muy pocas reflexiones, y una central tiene que sersin duda la de preguntarse una vez más cuál fue la ra-zón por la que un escritor que pudo ser independienteno lo fue.

¿Por qué razón Paz no terminó sus relaciones con elrégimen luego de 1968, cuando pidió «ser puesto en dis-ponibilidad’’ por la Secretaría de Relaciones Exteriores,o en 1974, cuando junto con otros hombres de pensamien-to se planteó la necesidad de constituir un nuevo parti-do en México?

El hombre está marcado sin duda por su experien-cia y la de Paz parece haber sido siempre la de aconse-

por Luis Javier Garrido

*La Jornada, 24 de enero de 1998.

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jar al poder. La reciente publicación de parte de la co-rrespondencia de Paz como embajador en India con elcanciller Antonio Carrillo Flores (Vuelta 256) apunta unaprimera explicación a este problema, pues muestra quea lo largo de la mayor parte de su vida, como un hombrededicado a la función pública, Octavio Paz fue un hom-bre dedicado a aconsejar al poder y que creyó firmemen-te en los hombres del régimen.

La obra de un autor es indisociable de sus propiascontradicciones que, a pesar suyo, la marcan de maneradeterminante. En un ensayo escrito a fines del sexeniode López Portillo, titulado «Quevedo, Heráclito y algu-nos sonetos’’, recogido en Sombras de Obras (Seix Ba-rral, 1983), sin darse cuenta Paz describió su principalcontradicción y, al hablar de Francisco de Quevedo, elgran poeta conceptual del Siglo de Oro, trazó tambiénsu propio retrato. Paz reconoció en ese texto haber per-dido la admiración que profesara a Quevedo en su juven-tud luego de leer los estudios de Raimundo Lida, y dar-se cuenta que había sido un hombre sin escrúpulos queal anteponer los intereses del poder a sus ideas falló mo-ral e intelectualmente.

Octavio Paz se asumió a lo largo de esos años comoun pensador crítico, aunque no lo fue ante la realidadde su propio país. Paz no pudo ocupar el lugar que tu-vieron Sartre o Foucault en Francia o Chomsky en Es-tados Unidos, pues en vez de ser la voz crítica que re-quería la sociedad, en muy poco tiempo asumió el papelde propagandista de las políticas oficiales y lejos de serun escritor independiente se fue haciendo un puntualdel «sistema’’. A lo largo de los últimos 15 años de su vida,Paz fue un habitual de Los Pinos que servía a los presi-dentes: fungía en privado como su consejero y en públi-co como un defensor de sus políticas.

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La claudicación pública de Octavio Paz de todo cuan-to había escrito en materia política se produjo a media-dos de 1988, un mes después del 6 de julio y de «la caí-da del sistema’’ electoral. En el momento en que milesde mexicanos exigían que se abrieran los paquetes elec-torales y se contaran los votos para constatar quién ha-bía ganado, Paz avaló el fraude, sostuvo que el triunfode Salinas era claro y vituperó a Cárdenas («Ante un pre-sente incierto’’, (10-12 de agosto de 1988) y a quienes nopensaban como él, y semanas después estuvo presentejunto a varios dictadores latinoamericanos en la cere-monia de imposición de Carlos Salinas en la Presiden-cia de México.

El Octavio Paz del sexenio de Carlos Salinas se olvi-dó de cuanto había escrito sobre el poder y puso su pres-tigio al servicio de un sistema en descomposición y dequien lo encabezaba. Los exegetas de Paz le rendiríanun servicio al país si recopilaran sus artículos y sus dece-nas de declaraciones convalidando a un gobierno que lle-gó a todos los excesos de corrupción y cometió todo gé-nero de crímenes, y ello a cambio de tener un poder de-terminante en las políticas culturales del Estado y deganar popularidad. Cuando le llegó el Premio Nobel en1990, Paz era el escritor mimado de la oligarquía mexi-cana que lo conocía a través de Televisa y compraba suslibros, pero no lo leía.

Los compromisos de Paz con el «sistema’’ le impidie-ron entender al final de su vida el proceso de México yen especial el levantamiento en Chiapas, que según élse debía a que las comunidades indígenas habían sido«engañadas por un grupo de irresponsables demagogos’’(La Jornada, 5 de enero de 1994). Mucho le agraviaronentonces algunas críticas, como la del novelista españolManuel Vicent, quien le preguntó si para eso se era poe-

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ta, pero no varió su posición. Y no pudo saber dos añosdespués, cuando intentó matizar algunos de sus juicios(Vuelta 231), que para muchos mexicanos no tenía cre-dibilidad.

¿Puede sorprender por todo ello que el escritor hayasido homenajeado a su muerte, más que por sus lecto-res, por el régimen al que terminó sirviendo?

La figura de Octavio Paz es fundamental en la vidaintelectual de México en el siglo XX, pero no podrá en-tenderse si se insiste en mitificarlo y no se analizan susrelaciones con el régimen. Hacerlo ayudará sin duda aentender los mecanismos del poder y a discernir lo queél, en su vanidad de escritor, no supo comprender: quelos hombres de pensamiento le han fallado a México.

PARA QUÉ SIRVE LA POESÍA:EL CONCEPTO DE POESÍA EN OCTAVIO PAZ

DICEN que la poesía es un trabajo estéril y no sirve paranada. Es una pérdida de tiempo en este mundo globali-zante y amorfo, un desperdicio del intelecto, una ente-lequia espiritual mal retribuida.

La poesía se emplea para aplacar las tormentas delalma, redimir a una mujer o un hombre o llenar el cora-zón de ese sentimiento llamado amor. Puede, en dosisbien servidas, alimentar el espíritu, asustar una sole-dad y alejar una tristeza. Sirve también para reflexio-nar acerca de si las piedras hablan o si la luna es medi-cina para el mal de amores.

Por medio de la poesía podemos hacer hablar las flo-res y voltear el cielo de cabeza, cambiar la tarde de lu-gar. Es un buen recurso para transgredir la monotoníay curar el insomnio.

Un simple verso trastoca el sentido de una palabra,de un enunciado. El verso es una trasgresión del senti-do común, un ahogado del poeta, un halo místico que im-pulsa los dedos, un flagelo al silencio.

por Prócoro Hernández Oropeza

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A través del verso el poeta reflexiona acerca de lavida de una mariposa, de la muerte de un minuto en lasmanos del tiempo. Por medio del trabajo refinado de lapalabra se desdibuja el rostro de un recuerdo, la des-ventura de un te quiero en la boca del blasfemo.

En fin, la poesía es útil de muchas maneras, pero so-bre todo es instrumento para observarnos a nosotros mis-mos, como expresa el poeta y pintor chino Xingjian. Por-que cuando se concentra la atención internamente sur-ge la poesía y empieza la aventura emocional de la pa-labra.

Octavio Paz afirma que la poesía no es una actividadmágica ni religiosa, no obstante el espíritu que la expre-sa, los medios de que se vale, su origen y su fin, muy bienpueden ser mágicos o religiosos. Mientras que en la re-ligión lo sagrado cristaliza en el ruego, en la oración, enel éxtasis místico, en un diálogo o relación amorosa conel creador, el poeta lírico entabla un diálogo con el mun-do; en ese diálogo hay dos situaciones extremas: una desoledad y otra de comunión.

¿Qué pretende el poeta cuando expresa su experien-cia? Paz contesta: “La poesía ha dicho Rimbaud, quierecambiar la vida. No piensa embellecerla como piensanlos estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena,como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, me-diante la expresión de su experiencia, procura hacer sa-grado al mundo; con la palabra consagra la experienciade los hombres y las relaciones entre el hombre y el mun-do, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su pro-pia conciencia. No pretende hermosear, santificar o idea-lizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no esmoral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, her-mosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de co-munión. Porque la poesía que es un testimonio del éxta-

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sis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación.Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”.

El poeta, agrega Paz, tiende a participar en lo abso-luto, como el místico, y tiende a expresarlo, como la li-turgia y la fiesta religiosa. Esta pretensión lo convierteen un ser peligroso, pues su actividad no beneficia a lasociedad; verdadero parásito, en lugar de atraer paraellas las fuerzas desconocidas que la religión organiza yreparte, las dispersa en una empresa estéril y antiso-cial. En la comunión el poeta descubre la fuerza secretadel mundo, esa fuerza que la religión intenta canalizary utilizar, a través de la burocracia eclesiástica. Y el poe-ta no sólo la descubre y se hunde en ella: la muestra entoda su aterradora y violenta desnudez al resto de loshombres, latiendo en su palabra viva en ese extraño me-canismo de encantamiento que es la poesía.

La poesía es la revelación de la inocencia que alien-ta en cada hombre en cada mujer y que todos podemosrecobrar apenas el amor ilumina nuestros ojos y nos de-vuelve el asombro y la fertilidad. Su testimonio es la re-velación de una experiencia en la que participan todoslos hombres, oculta por la rutina y la diaria amargura.Los poetas han sido los primeros que han revelado quela eternidad y lo absoluto no están más allá de nuestrossentidos, sino en ellos mismos. Esta eternidad y esta re-conciliación con el mundo se producen en el tiempo ydentro del tiempo, en nuestra vida mortal, porque la poe-sía y el amor no nos ofrecen la inmortalidad ni la salva-ción. Nietzche decía: “No la vida eterna, sino la eternavivacidad: eso es lo que importa”.

Luego entonces la función de la poesía, en un mun-do vacío pero computarizado sirve de mucho y aunqueno alivia, ni corrompe, purifica. No tiene más ideologíaque un alma y un espíritu en confrontación con todo lo

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que le rodea. El periodista Braulio Peralta, en el prólo-go a una larga y de las últimas entrevistas a Octavio Pazsentencia: “Heraldos de sí mismos, los poetas viven unmundo aparte: mensajeros del destino, en los tiemposmodernos, pocos, muy pocos los escuchan, los leen yatienden. Vivimos con los ojos abiertos pero ciegos antelas premoniciones que nos anuncian. ¿De qué sirve pen-sar y sentir si todo ello no ayuda a vivir más y mejor? Elser y la nada nos arrojan al vértigo de la ignorancia. Ten-drá el poeta que gritar sus versos por teléfono, enviar-los por fax, a través de Internet, o leerlos por televisión?Hasta eso, en los tiempos actuales, le está vedado; na-die quiere oír verdades a fin de siglo. Eliot seguirá vivopara los mass media.

En tono de queja Peralta señala: “La poesía —la pa-labra del poeta— ha sido menospreciada en este siglo.Pero no ha muerto. Dicen que cada 50 años nace un poe-ta —poeta mayor, con ideas— en cualquier país. Poetasque defienden la poesía, porque los versos son insepara-bles de la defensa de la libertad. Sí: la poesía no se leeen los estadios. Pero no agoniza. En medio de la turbu-lencia del fin de siglo, algo queda: un puñado de hom-bres que describen el mundo con versos y prosa poética.

Y para concluir, que mejor que esta definición de poe-sía, vertida por David Huerta:

Sharp as a razor blade Los poetas suelen declarar, En algún momento exaltado y profuso, Que la poesía es O debería ser, para ellos, tal o cual otra cosa.Yo no querría asumir el estilo de mi declaración Al de aquellas. Básteme pedirleAl curioso lector

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Que traduzca y entienda (“filo Para cortar el tiempo en dos pedazos De espejo, de sílaba o fuego, de ropajeCaliente o de hospitalaria desnudez”)La breve frase en inglés Que encabeza estas líneas.

Mayo 12, 2002.

EL PERFIL INTELECTUAL DE OCTAVIO PAZ

EL RECIENTE deceso del escritor mexicano Octavio Paz haprovocado una reacción unánime de pesar y exaltaciónde su trascendencia como literato y hombre de ideas. De-jando de lado cuestiones que pertenecen al fuero perso-nal, considero oportuno destacar dos aspectos notablesde la figura de Octavio Paz: en primer lugar, su obra,rica, compleja, diversa; en segundo lugar, su conductaintelectual.

De la poesía lírica de Paz se ha dicho bastante. Es unode los principales poetas latinoamericanos y esta facetade su obra dará sin duda mucho que hablar y discutir ageneraciones venideras de estudiosos. El autor se defi-

por Ricardo Roque Baldovinos*

* Ricardo Roque Baldovinos nació en San Salvador (El Salvador)en 1961. Doctor en literatura por la Universidad de Minnesota.

Ejerce con acierto y profundidad la crítica literaria y por ello for-ma parte de la nueva generación de intelectuales salvadoreños quecon su labor contribuyen a un mejor discernimiento del país. RicardoRoque Baldovinos es autor de El Salvador: Cuentos escogidos (1998), ycoordinador de los dos volúmenes de la Enciclopedia de El Salvador.

Fuente: Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas». ElSalvador.

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nía personalmente como poeta y ésta era la vertiente desu obra que tenía en mayor estima y consideración. Sinrestarle su debido valor, sospecho que su contribuciónmás duradera debemos buscarla en su extensa obra en-sayística. Su aporte no radica únicamente en la peculiartextura de su prosa, acertadamente descrita por MiguelGarcía-Posada como «resultado de una magistral sim-plificación de la sintaxis, que se traduce en fulgurantesyuxtaposiciones y en la acelerada velocidad de los enla-ces. El discurso avanza como una proa sobre un mardomesticado». Pero el valor de los ensayos de Paz estáen la originalidad de sus ideas, que para elaborarlas escapaz de hacer concurrir una amplia variedad de ámbi-tos de conocimiento en los que se desenvuelve con envi-diable autoridad y soltura. La calidad literaria del ensa-yo de Paz consiste, pues, en aunar los hallazgos forma-les y de fondo, cualidad poco común hoy en día dondetiende a instituirse una escisión entre la escritura «pro-saica» de los especialistas y la prosa «ensayística» deciertos literatos, cuyo don principal consiste en la her-mosa ornamentación de lugares comunes.

No alcanzaría el espacio en este comentario para ha-cer un inventario completo de la impresionante obra en-sayística de Paz. Tal vez baste enumerar algunos ejem-plos donde queda patente su contribución al pensamien-to latinoamericano. El Laberinto de la soledad es unáni-memente celebrado como el documento por excelenciade la «mexicanidad». Menos unánime ha sido caer en lacuenta de que Paz explora la «mexicanidad» de manerabastante audaz y sin paralelos en las ciencias de la cultu-ra. En dicho ensayo se combina un estudio heterodoxode la decantación del proceso histórico en el registro po-pular del lenguaje para proponer un modelo de la psico-logía colectiva del sujeto nacional mexicano. Paz evita

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salidas fáciles como el determinismo racial biologista alestilo de Carl Jung y se acerca sorprendentemente a unapropuesta que, varias décadas después, elabora el bri-llante sociólogo alemán Norbert Elias. Este pensadorpropone el estudio de un «habitus nacional» en las prác-ticas simbólicas en una serie de ensayos sobre la géne-sis del nazismo.

Es importante aclarar, sin embargo, que Paz nuncapretendió sociología ni hablar como hombre de ciencia oconocimiento. Hábilmente escamoteó los límites del ri-gor científico asumiendo la posición de hombre de le-tras, que podía hacer uso libre e imaginativo de ideasprestadas de la filosofía, la historia y la ciencia social,ámbitos del conocimiento que —a diferencia de ciertosliteratos puros de hoy— nunca despreció sino que leyócon la curiosidad y clarividencia propios de una inteli-gencia renuente a dejarse encerrar entre linderos disci-plinarios.

En El laberinto de la soledad, encontramos algunosensayos que han merecido menor atención por parte dela crítica pero que también aportan ideas sugerentes ynovedosas. Al hacer su propio balance de la RevoluciónMexicana, Paz la compara con la Revolución Bolchevi-que y la Revolución China, y nota afinidades entre todosesos procesos en cuanto constituyen manifestacionesinequívocas de la irrupción de países periféricos al prota-gonismo de la historia moderna de Occidente. Esta in-tuición ha sido trabajada después por historiadores pro-fesionales que casi seguramente desconocían la obra dePaz.

El extenso volumen Sor Juana Inés de la Cruz o lastrampas de la fe, además de ser un estudio imprescindi-ble para la vida y la obra de esa gran escritora, tiene unasección introductoria que es uno de los estudios más es-

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clarecedores sobre la vida en el Virreinato de la NuevaEspaña y la América colonial. Allí se pone de manifies-to el esfuerzo de Paz por tratar de comprender el enre-dado proceso histórico de su país desde su propia espe-cificidad, y no desde cómodas etiquetas prestadas de ésteo aquel manual de historia.

Lugar central dentro de la producción ensayísticade Paz ocupa la obra dedicada a pensar su gran pasiónvital: la poesía. Destacaré dos vertientes. La primerade ellas está dedicada a explicar el ser de la poesía y suubicación compleja y contradictoria dentro de la culturade la modernidad. Aquí encontramos la espléndida trilo-gía compuesta por El Arco y la lira, Los hijos del limo —obra derivada de la serie de conferencias dictadas en lacátedra de poesía Charles Eliot Norton de la Universi-dad de Harvard— y La otra voz. A Paz debemos la bri-llante fórmula para definir la lógica de la evolución dellenguaje poético luego de la revolución romántica, «latradición de la ruptura», una paradoja que sintetiza elcomplejo dinamismo de tradición e innovación que subyaceal cambio literario. La otra vertiente de ensayo poéticoes la explicación de la obra de otros poetas y artistas,donde Paz hace gala de la riqueza de su cultura litera-ria y de la facilidad para comunicar al lector promediolos intrincados mecanismos de esta producción artísti-ca. Esta obra ocupa varios abultados volúmenes de suObra Completa, pero destaca entre ellas como ejemplode amenidad, claridad y lucidez Cuadrivio, dedicado aexplicar la poesía de Rubén Darío, Fernando Pessoa, LuisCernuda y Ramón López Velarde.

También dedicó Paz una parte considerable de su obraensayística al esclarecimiento de cuestiones políticasde trascendencia para su país y la humanidad contem-poránea. Allí encontramos la parte más polémica de su

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pensamiento. Ferviente admirador de los movimientosrevolucionarios de izquierda en su juventud —no debe-mos olvidar su decidida participación en pro de la cau-sa de la República Española y su fallido intento de in-corporarse a las filas de sus combatientes—, se consti-tuyó en uno de los críticos más acerbos e inclaudicablesdel socialismo real. Décadas antes de que el antimarxismose pusiera de moda en los círculos intelectuales —modaa la que Paz y su trabajo de promotor cultural induda-blemente contribuyeron—, denunció los peligros de unavisión de la sociedad que fácilmente inmolaba la liber-tad en aras de una igualdad en gran medida productode una ilusión ideológica.

Hay que decir, en descargo de las acusaciones de «re-accionario» y «neoliberal» que Octavio Paz recibió peren-nemente de sus detractores, que su posición —al menosvista a la luz de sus argumentos— distó de ser dogmá-tica y carente de matices. En Itinerario —lo más próxi-mo dentro de su obra a una autobiografía intelectual—insiste en que el capitalismo, lejos de ser una panaceapara la salvación de la humanidad, padece de males in-herentes ante los que la democracia liberal no es con-trapeso suficiente. Admite que si bien el mercado es unmecanismo más eficiente para organizar la producciónque la planificación estatal centralizada, no por ello debeignorarse su potencial destructivo. Por esta razón, Pazprefiere definirse como un crítico de la modernidad quecomo un defensor a ultranza de Occidente o un adver-sario del socialismo real. Y en este sentido, reivindicala tradición crítica que la modernidad inaugura. Así, ubi-ca esta tradición tanto en lo que denomina ‘tradición dela ruptura’, es decir, la cultura literaria moderna, comoen la vocación hacia la disidencia inserta en las institu-ciones y cultura de la democracia liberal. Éste es el le-

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gado más valioso del que dispone la humanidad contem-poránea, y es lo que Paz trató de defender frente a quie-nes se alinearon con el totalitarismo soviético.

Lejos de ser un celebrador dogmático de la idolatríadel mercado, Paz reclama como tarea urgente propiciarun diálogo entre las dos tradiciones de pensamiento po-lítico más importantes de Occidente: el liberalismo y elsocialismo. Frente a quienes celebran la muerte del so-cialismo y el fin de la Historia, Paz declara que tantosocialismo como liberalismo «han sido los grandes interlo-cutores de los siglos XIX y XX y tal vez ha llegado la horade una síntesis. Ambos son irrenunciables, están pre-sentes en el nacimiento de la Edad Moderna: uno encar-na la aspiración hacia la libertad y el otro hacia la igual-dad. El puente entre ellas es la fraternidad, herencia cris-tiana, al menos para nosotros, hijos de Occidente. Untercer elemento: la herencia de nuestros grandes poetasy novelistas».

Para concluir habría que señalar algunos aspectosde la conducta intelectual de Octavio Paz. Con él mue-re uno de los últimos representantes de una singulargeneración de intelectuales-literatos poseedora de unaamplia cultura universal. Propio de esta generación estambién resistir la tentación de la torre de marfil y notemer a ensuciarse las manos con los asuntos munda-nos. Paz no sólo produjo una obra literaria considerablepor su extensión y calidad. Fue un claro protagonista enla vida de su país. Y lo fue tanto en el ámbito literariocomo en el político; aunque en este último terreno no eli-gió la vía de la política partidaria sino la del activismocultural y la intervención libre en el debate público. Ysus posiciones no tienen por qué gustarnos. En particu-lar, no debemos olvidar que Paz insistentemente tendió

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a disminuir el peso de justicia de muchos de los recla-mos enunciados desde los movimientos de izquierda.

Pero lo último no es suficiente motivo para negar aOctavio Paz un doble mérito: en primer lugar, emplearun singular talento literario para contribuir a esclare-cer los problemas más urgentes de la existencia huma-na en su compleja diversidad; en segundo lugar, la lu-cha por asegurar al intelectual una posición indepen-diente y crítica frente a los poderes establecidos. Y enesta última lucha la libró no sólo ante los poderes eco-nómicos y políticos, sino ante las sutiles modalidadesde coerción implícitas en los hábitos de pensamientoinstitucionalizados.

ENTRE LA POESÍA, LA VIDA Y LA MUERTE DE OCTAVIO PAZ

FUE UN 19 de abril de 1998 a las 10:35 de la noche cuan-do el poeta Octavio Paz había muerto, la noticia no lasupe sino hasta el día siguiente, los encabezados de losperiódicos sólo hablaban del Nobel de Literatura, susplanas se tapizaban de innumerables esquelas mortuo-rias. La noticia también era la de ocho para la radio. Unacontecimiento desafiante de los límites nacionales, elsuceso corría por todo el mundo y a cada paso anuncia-ba la pérdida mundial.

Lo primero que hice en cuanto salí de casa fue com-prar el periódico, enterarme al menos a qué hora habíasido el deceso, no fue por morbo, no, era la necesidad queuno siente cuando tiene sed de información acerca dealguien a quien se admira y respeta profundamente. Losdiarios decían que México estaba de luto, sólo palabrasque no se acercaban ni a la más mínima distancia del dolorque sufría su viuda, Marie-José, o del sentimiento de-solador que a sus lectores nos embargaba, ya no habríamás escritos de él, sólo los que plasmó en vida, ya nohabría más Paz y tendríamos que conformarnos con las

por Mónica Gómez Salazar (México, UAM)

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afortunadas Obras Completas editadas por el Fondo deCultura Económica consagradas antes de su muerte. Re-cuerdo ese día que siguió a la muerte de Paz, yo estabade luto pero no vestí de negro, el luto que llevaba no erael de mi corazón —nunca tuve la fortuna de conocerloen persona— sino el de mi mente y mi espíritu que leíansu poesía y su obra. Vienen a mi memoria palabras quecitó durante el encuentro internacional sobre Breton en1996: «las teorías políticas y estéticas pasan, quedan lasobras, y en el caso de André Bretón, queda, además, lapersona, porque él fue autor de varios libros, que no seríaexagerado llamar de eléctricos, porque han tatuado nues-tro siglo». Octavio Paz ha tatuado nuestro siglo. Su ta-tuaje es profundo, sobre todo tratándose de los mexica-nos, de quienes habló en importantes obras de remarcadatrascendencia como el caso de El laberinto de la soledad,obras de tal vitalidad que hablan solas, critican solas yresponden por sí mismas recordando las palabras de supadre cuando encaran la tensión propia de la polémica.

«Hay que arriesgarse a ser impopular…No quise ha-cer una carrera literaria: quise ser fiel a mí mismo.»

Su poesía, fue más que su musa, fue la hija de su Dio-sa: La Libertad. La Libertad y la Vida, dan a su poesíaposibilidad de sembrar en ella y cosechar después un co-nocimiento que acaso su creador dejara en semilla parafinalmente nosotros recibir el fruto de su sensibilidad.

Libertad bajo palabra…Inútiles los memoriales, los ayes y los alegatos. In-

útil cerrar los ojos o volver entre los hombres: esta lucidezya no me abandona. Romperé los espejos, haré trizas miimagen que cada mañana rehace piadosamente mi cómpli-ce, mi delator. La soledad de la conciencia y la conciencia dela soledad, el día pan y agua, la noche sin agua. Sequía,campo arrasado por un sol sin párpados, ojo atroz, oh con-ciencia, presente puro donde pasado y porvenir arden sin

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fulgor ni esperanza. Todo desemboca en esta eternidad queno desemboca.

Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silen-cio, invento la desesperación, la mente que me concibe, lamano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigoque me inventa, mi semejante; y a la mujer, mi contrario:torre que corono de banderas, muralla que escalan mis es-pumas, ciudad devastada que renace lentamente bajo ladominación de mis ojos.

Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, liber-tad que se inventa y me inventa cada día.

Sensibilidad escuchada y acogida en su poesía eró-tica y en ensayos como La llama doble en los que su vozatiende al discreto murmullo de nuestra lectura crítica.Para descubrir la voz de Paz primero se le habla y si sele habla se le observa, se le estudia, se le examina, se lesepara, se le descompone, se le distingue…

Las palabrasDales la vuelta, cógelas del rabo (chillen, putas)azótalas,dales azúcar en la boca a las rejegas,ínflalas, globos, pínchalas,sórbeles la sangre y tuétanos,sécalas,cápalas,písalas, gallo galantetuérceles el gaznate, cocinero,desplúmalas,destrípalas, toro,buey, arrástralas,hazlas, poetahaz que se traguen todas las palabras. Después su palabra habla y la semilla germina.

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Decir: hacerLa poesía se dice pero ¿qué es decir?Decir: hacer1Entre lo que veo y digo,entre lo que digo y callo,entre lo que callo y sueño,entre lo que sueño y olvido,la poesía.Se deslizaentre el sí y el no:dicelo que callo,callalo que digo,sueñalo que olvido. No es un decir:es un hacer.Es un hacerque es un decir.La poesíase dice y se oye:es real.Y apenas digoes real,se disipa.¿Así es más real? 2Idea palpable,palabraimpalpable:

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la poesíava y vieneentre lo que esy lo que no es.Teje reflejosy los desteje.La poesíasiembra ojos en la página,siembra palabras en los ojos.Los ojos hablan,las palabras miran,las miradas piensan.Oírlos pensamientos,verlo que decimos,tocarel cuerpo de la idea.los ojosse cierran,las palabras se abren. La poesía, lenguaje de la palabra que ha sido eximi-

da de su rumbo diario y persuadida para transmutar ametáfora, «el erotismo es sexualidad transfigurada: me-táfora».

Hace no muchos años leí El arco y la lira, un libro enel que se vuelve inevitable reconocer la experiencia poé-tica «irreductible a la palabra y, no obstante, expresadasólo por ella». Aquel niño nacido un 31 de marzo de 1914,en la calle de Venecia, reinventó la palabra, la hizo suyay la deconstruyó; la aprendió y la desaprendió.

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Aprendizajes y desaprendizajescircunavegaciones y circunvalaciones,circunvuelos en Asia, Europa y América,la exploración del túnel de las correspondenciasla excavación de la noche del lenguajela perforación de la rocala búsqueda del comienzola búsqueda del agua. Hace ya un año que el poeta Gonzalo Rojas recorda-

ba palabras de quien consideraba su hermano mayor: «Oc-tavio mismo dijo que él era un aprendiz». Rojas continúa:«Todos somos aprendices, no hay originalidad, somos uncoro, y el coro es estricto y es muy minoritario el númerode los exponentes…La palabra va a persistir «. Hoy, adoce meses de su muerte, en el Palacio de Bellas Artesse reúnen escritores de la talla del español Jorge Sem-prún y de la sudafricana Nadine Gordimer, Premio Nobelde Literatura 1991, ella recuerda a Paz como el autorimpecable que «cada tema que tocaba brillaba con luznueva» .

El pequeño que nació entre libros y cuyo mayor pla-cer era el de hojear, con su primo, los gruesos volúme-nes de historia de su abuelo sin apresurar la contempla-ción de sus estampas, era el hombre considerado a sí mis-mo sólo como poeta.

La poesía (fragmento)Llegas, silenciosa, secreta,Y despiertas los furores, los goces,Y esta angustiaQue enciende lo que tocaY engendra en cada cosaUna avidez sombría.

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Hombre y poeta del amor, la vida y la muerte.

Por ser tiempo y estar hecho de tiempo, el amor es, si-multáneamente, conciencia de la muerte y tentativa porhacer del instante una eternidad. Todos los amores son des-dichados porque todos están hechos de tiempo, todos son elnudo frágil de dos criaturas temporales y que saben quevan a morir; en todos los amores, aun en los más trágicos,hay un instante de dicha que no es exagerado llamar sobre-humana: es una victoria contra el tiempo, un vislumbrar elotro lado, ese allá que es un aquí, en donde nada cambia ytodo lo que es, realmente es.

El amor no vence a la muerte: es una apuesta contrael tiempo y sus accidentes. Por el amor vislumbramos, enesta vida, a la otra vida. No a la vida eterna sino a la viva-cidad pura.

Vivacidad sentida cada mañana por el poeta para vi-vir el día que emanaba. Vida compartida con la muerte;muerte, consumación de la vida «mitades de la mismaesfera».

Elegía interrumpidaHoy recuerdo a los muertos de mi casa.Al primer muerto nunca lo olvidamos,aunque muera de rayo, tan aprisaque no alcance la cama ni los óleos.Oigo el bastón que duda en un peldaño,el cuerpo que se afianza en un suspiro,la puerta que se abre, el muerto que entra.De una puerta a morir hay poco espacioy apenas queda tiempo de sentarse,alzar la cara, ver la horay enterarse: las ocho y cuarto. Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.La que murió noche tras noche

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y era una larga despedida,un tren que nunca parte, su agonía.Codicia de la bocaal hilo de un suspiro suspendida,ojos que no se cierran y hacen señasy vagan de la lámpara a mis ojos,fija mirada que se abraza a otra,ajena, que se asfixia en el abrazoy al fin se escapa y ve desde la orillacómo se hunde y pierde cuerpo el almay no encuentra unos ojos a que asirse…¿Y me invitó a morir esa mirada?Quizá morimos sólo porque nadieQuiere morirse con nosotros, nadieQuiere mirarnos a los ojos.Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.Al que se fue por unas horasy nadie sabe en qué silencio entró.De sobremesa, cada noche,la pausa sin color que da al vacíoo la frase sin fin que cuelga a mediasdel hilo de la araña del silencioabren un corredor para el que vuelve:suenan sus pasos, sube, se detiene…Y alguien entre nosotros se levantaY cierra bien la puerta.Pero él, allá del otro lado, insiste.Acecha en cada hueco, en los repliegues,vaga entre los bostezos, las afueras.Aunque cerremos puertas, él insiste.Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.Rostros perdidos en mi frente, rostrossin ojos, ojos fijos, vaciados,¿busco en ellos acaso mi secreto,

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el dios de sangre que mi sangre mueve,el dios de yelo, el dios que me devora?Su silencio es espejo de mi vida,en mi vida su muerte se prolonga:soy el error final de sus errores.Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.El pensamiento disipado, el actodisipado, los nombres esparcidos(lagunas, zonas nulas, hoyosque escarba terca la memoria),la dispersión de los encuentros,el yo, su guiño abstracto, compartidosiempre por otro (el mismo) yo, las iras,el deseo y sus máscaras, la víboraenterrada, las lentas erosiones,la espera, el miedo, el actoy su reverso: en mí se obstinan,piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,beber el agua que les fue negada.Pero no hay agua ya, todo está seco,no sabe el pan, la fruta amarga,amor domesticado, masticado,en jaulas de barrotes invisiblesmono onanista y perra amaestrada,lo que devoras te devora,tu víctima también es tu verdugo.Montón de días muertos, arrugadosperiódicos, y noches descorchadasy en el amanecer de párpados hinchadosel gesto con que deshacemosel nudo corredizo, la corbata,y ya apagan las luces en la calle—saluda al sol, araña, no seas rencorosa—y más muertos que vivos entramos en la cama.

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Es un desierto circular el mundo,el cielo está cerrado y el infierno vacío. El poeta fue también un ser humano, otra faceta. Un

ser que confiesa a su amigo epistolar sus miedos, su sen-tir, su ser. Durante tres décadas Octavio Paz y el poetacatalán Pere Gimferrer dialogaron —desde 1966 hasta1997— haciendo de su relato una relación intelectual ver-tida en amistad. Enlace de dos amigos que, por corres-pondencia, desnudaron sus almas.

Posdata de la carta de Octavio Paz a Pere Gimferrerescrita el 12 de julio de 1988.

P.D. Ya terminada esta carta y antes de echarla al co-rreo, vuelvo al primer párrafo. Perdóname el pequeño des-ahogo que vas a leer. Como si no fuese bastante con el des-ajuste íntimo que experimento apenas regreso a México,debo ahora enfrentarme al pequeño escándalo provocado porel ensayo de Enrique Krauze sobre (contra) Carlos Fuen-tes. Yo hubiera preferido no publicar ese texto en Vuelta.No pude. Lo siento de verdad. Tú me conoces y sabes que loque digo es cierto. Y no hubiera querido publicar ese escritoapasionado, por dos motivos. El primero: la vieja y sinceraamistad que me une (o unía, no sé) a Fuentes. Una amis-tad desde hace años resignada a sus intermitencias y a susdesapariciones súbitas seguidas por sus apariciones no me-nos súbitas. El segundo, porque soy enemigo de las quere-llas personalistas.

Mis polémicas y batallas han sido siempre (o casi siem-pre) intelectuales o ideológicas. Pero, ¿cómo hubiera podidoyo, que tantas veces he defendido la libertad de opinión,negar las páginas de la revista a un escritor mexicano,aparte de que ese escritor es, nada menos, el subdirector deVuelta? La reacción, previsible, no se hizo esperar: variosartículos de desagravio a Fuentes y otros de crítica acerbaen contra de Krauze. Naturalmente, no han faltado los re-nacuajos que dicen —uno ya lo escribió— que se trata deuna maniobra inspirada por mí para desacreditar a un ri-

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val aspirante al premio Nobel. ¡Qué infames! Jamás he ambi-cionado ese malhadado premio —es otra mi idea de la glo-ria— y nunca he movido ni moveré un dedo para tenerlo.Pero este incidente ha hecho más amargo mi regreso. Nosolamente he perdido a un amigo (inconstante y escurridi-zo, es cierto, pero también inteligente, generoso y cálido)sino que debo soportar callado las calumnias…Para colmo,regresé en el momento de las elecciones. La incompetenciade los del Gobierno —deberían haber aceptado la derrotadel PRI hace dos años, en Chihuahua y en Sinaloa: eso leshabría dado autoridad moral y credibilidad, y la antidemo-crática intolerancia de los dos partidos de oposición me ha-cen temer lo peor. Ojalá no perdamos en estos meses próxi-mos los pocos espacios democráticos que habíamos ganadoen los últimos años. Y aquí, ahora sí, termino con otro abra-zo, Octavio.

Muerte del hombre, vida de la palabra.Completud de su vida,voz asentada.

Su alma perdió su cuerpo, y mientras el tiempo con-serva su paso, la voz que le escucho decir en cada líneade cada libro «es un comienzo y un fin. Es un eterno co-mienzo y recomienzo».

Fuentes:Periódico Reforma (México) Abril y mayo 1998. Abril 1999.Periódico El Universal (México) Abril 1998.Radio Red (Radiodifusora mexicana) Programa Monitor de la ma-

ñana. 19 y 20 abril 1998.Paz, Octavio. Obra Poética I. Círculo de Lectores, Fondo de Cul-

tura Económica.____ . Travesías: tres lecturas. Mi casa, mi gente, mi tierra. De-

cir: hacer. Eros. Biblioteca Sonora de la Literatura. Escrito-res en su voz. Documentos.

____ . El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica.____ . La llama doble. Seix Barral, Biblioteca Breve. Notimex.

(Abril 1998)

EL LABERINTO VITAL DE OCTAVIO PAZ

Todos los hombres, en algún momento de su vida, se sienten solos.

OCTAVIO PAZ El laberinto de la soledad

OCTAVIO PAZ, uno de los intelectuales latinoamericanosmás influyentes en la cultura occidental de este siglo,dejó de existir el 19 de abril de 1998, a sus ochenta y cua-tro años, después de padecer durante varios meses deuna severa afección en su organismo, a causa del cáncery la flebitis que padecía. Su desaparición no ha hechootra cosa, sin embargo, que confirmar que los grandeshombres no mueren, en tanto que permanecen activosen la memoria del mundo.

por Jorge Gómez Jiménez*

*Jorge Gómez Jiménez, escritor venezolano nacido y residente enCagua, Aragua, Venezuela. Editor de las revistas electrónicas Letraliay Lenguaje Binario.

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Fue el presidente de México, Ernesto Zedillo, quiencargó la responsabilidad de dar la noticia al mundo, du-rante su regreso a México, proveniente de Santiago deChile, donde participó en la Segunda Cumbre de las Amé-ricas. En su declaración, Zedillo se lamentó pues México«ha perdido a su más grande pensador y poeta. Es unapérdida irreparable para el pensamiento y la cultura con-temporánea, no sólo de América Latina, sino de todo elmundo».

La Medalla al Mérito Ciudadano le fue otorgada pós-tumamente por la Asamblea Legislativa de la Ciudad deMéxico. Al acto asistieron Cuauhtémoc Cárdenas, jefedel gobierno de la capital; José Luis Martínez, presiden-te de la Academia Mexicana de la Lengua; Eduardo Eli-zalde, poeta y escritor que recibió la medalla de partede la viuda de Paz, Marie-José.

Su muerte, sin ser sorpresiva —pues hacía algún tiem-po que su estado había agravado—, hirió profundamen-te el corazón de la literatura latinoamericana. En 1988,Octavio Paz y Carlos Fuentes protagonizaron una polé-mica que los distanció. Al morir Paz, Fuentes dedicó unextenso artículo a quien definió como «su amigo»: «El granacierto de Paz fue darle pensamiento a la poesía y poe-sía al pensamiento. Contagió su prosa de relámpagosmetafóricos y su poesía de lucidez discursiva».

Paz había nacido en Mixcoac, México, el 31 de marzode 1914, y fue llevado a los seis años de edad a Los Án-geles. Con este viaje, la familia se ponía a buen resguar-do después de que el revolucionario Emiliano Zapata fue-ra hecho muerto, pues el padre de Paz, Octavio Paz Solór-zano, un abogado —hijo, a su vez, de un político, intelec-tual y periodista— se convirtió en partidario del revolu-cionario.

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Al regresar a México, Paz se involucra en el movi-miento estudiantil por la autonomía de la universidad,actividad rebelde que coincidió con sus primeros pasosen la literatura. Barandal y Cuadernos del Valle de Mé-xico fueron las primeras publicaciones que acogieron lostextos del bisoño escritor. Los únicos siete números deBarandal circularon entre 1931 y 1932, y en ellos Pazpublicó los poemas «Preludio viajero», «Orilla», «Noctur-no de la ciudad abandonada», «Ética del artista» y «Poe-ma del retorno». En Cuadernos del Valle de México, quecirculó entre 1933 y 1934, publicó el poema «Desde elprincipio».

En 1933 publicó Luna silvestre, su primer libro de poe-mas. Habría de esperar hasta 1941 para volver a publi-car un libro, que fue Entre la piedra y la flor. Ya habíaestado en Madrid, a donde fue en 1937, durante la Gue-rra Civil. Había regresado a México en 1938, participan-do en la fundación del diario El Popular, donde fungióde redactor en 1939.

Había creado en 1938 la revista Taller, junto conEfraín Huerta. La publicación sobreviviría hasta 1941 ypublicaba material de poesía y crítica literaria, consti-tuyéndose, según palabras del mismo Paz, en «el lugardonde se construye el mexicano, y se le rescata de la in-justicia, la incultura, la frivolidad y la muerte». Tallerrepresentó el estandarte de la renovación literaria enMéxico.

En 1943 funda la revista El Hijo Pródigo, que seríapublicada hasta 1946. Le acompañaron en este proyectoXavier Villaurrutia, Alí Chumacero y otros escritores.Ese mismo año debe partir a Estados Unidos, enviadopor el gobierno mexicano en representación diplomáti-ca. Recibe en 1945 una beca de la Fundación Guggen-heim y, ya establecido en el Servicio Exterior, llega a Pa-

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rís en 1946. Residirá allí hasta 1952, período en el queentra en contacto con el movimiento surrealista.

En 1950, Cuadernos Americanos publica la primeraedición de su libro El laberinto de la soledad: nueve en-sayos sobre disyuntivas urgentes del ser mexicano con-forman este libro mayúsculo de la ensayística hispano-americana. En él, proclama Paz: «Todos los hombres, enalgún momento de su vida, se sienten solos; y más: todoslos hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fui-mos para internarnos en el que vamos a ser, futuro ex-traño siempre. La soledad es el fondo último de la con-dición humana».

En 1952 encontramos a Paz en la India y el Japón. Senutre de las experiencias orientales. De vuelta a Méxi-co, funda en 1955 el grupo «Poesía en Voz Alta», con Leo-nora Carrington, Juan Soriano y Juan José Arreola. Endiversas publicaciones establecerá su posición acercadel arte contemporáneo y defenderá las nuevas tenden-cias artísticas.

A finales de los cincuenta y principios de los sesen-ta viaja a Europa y vuelve a India como embajador. Re-nunciará en 1968 como protesta por la «Matanza de Tla-telolco», una sangrienta jornada de represión contra unamanifestación estudiantil en México.

Dirige, hasta agosto de 1976, la revista Plural. Esemismo año funda la revista Vuelta, que dirigirá hasta sumuerte, afianzándola como una de las revistas literariasmás importantes de Hispanoamérica.

En 1982 recibió el premio Miguel de Cervantes, má-ximo galardón de la literatura en castellano. En 1987 reci-be el Premio de Poesía T.S. Eliot, en Chicago, y finalmen-te recibe la mayor distinción literaria existente, el pre-mio Nobel de Literatura, en 1990.

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Cuando a finales de 1996 un incendió destruyó suapartamento —perdiendo la mayoría de sus libros y obrasde arte—, Octavio Paz empezó a padecer gravementede varias dolencias relacionadas con el corazón y el cán-cer.

Octavio Paz se destacó como excelente poeta y agu-do ensayista. Sus poemarios más importantes son Lunasilvestre (1933), Entre la piedra y la flor (1941), A la orilladel mundo (1942), Libertad bajo palabra (1949), ¿Águilao sol? (1951), Semillas para un himno (1954), Piedra desol (1957), La estación violenta (1958), Salamandra (1962),Viento entero (1965), Blanco (1967) y Ladera Este (1969).En lo que respecta al ensayo, sus obras capitales fueronla mencionada El laberinto de la soledad, El arco y la lira(1956), Cuadrivio (1965), Los signos en rotación (1965),Corriente alterna (1967), Conjunciones y disyunciones(1969), Posdata (1970), Los hijos del limo (1974), Las tram-pas de la fe (1983) y Tiempo nublado (1983).

OCTAVIO PAZ, UN MEXICANO CON VISIÓN UNIVERSAL

OCTAVIO PAZ fue, sin lugar a duda, uno de esos espíritusinquietos, buscador de verdades, desafiador de prejui-cios, rara especie solitaria en esta jungla que se llama así misma civilizada y moderna, pero que aún no encuen-tra la forma de garantizar la convivencia y la toleranciasocial y de evitar los peligros del fundamentalismo inte-lectual y del racismo irracional.

Hace ya un año que Octavio Paz es mito y leyenda.Su cuerpo ahora forma parte de los árboles y las flores,del aire y de nosotros mismos. Su imagen, sus pensa-mientos y sus palabras quedaron almacenadas en formade partículas de carbón depositadas en blanca celulosa,en cintas magnéticas y en discos y memorias digitales.También quedaron en nuestro cerebro como moléculasproteicas y destellos neuronales. Vuelven a la vida cadavez que afloran a nuestra conciencia y se hacen parte denuestros pensamientos. Existencia virtual, si se quiere,pero no por ello menos importante para los que habrán

por Pablo Rudomín*

*Presidente en turno de El Colegio Nacional, el 26 de Mayo de 1999.

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que sucedernos, que reciben a Octavio Paz como heren-cia, al igual que han recibido a José Clemente Orozco,Diego Rivera, Alfonso Reyes y a muchos otros miembrosde este Colegio Nacional que nos precedieron en este via-je con destino desconocido y a quienes hoy también re-vivimos en nuestra memoria.

Me corresponde como Presidente en turno de El Co-legio Nacional recibirlos en esta su casa para recordar aun gran poeta, a un gran hombre, a un gran mexicano enocasión del primer aniversario de su fallecimiento.

Misión ingrata, porque me hubiera gustado que estafuese una ocasión festiva, una oportunidad para celebraral colega y amigo y no una ceremonia luctuosa.

Nunca en la vida termina uno por decir todo lo quepudo haber dicho, ni de hacer todo lo que pudo haber he-cho. Los espíritus creativos viven con la angustia del tiem-po perdido, continuamente insatisfechos por no haberpodido entender, con mayor profundidad, los laberintosdel mundo que les tocó vivir.

No soy yo el más adecuado para hablar de la obra poé-tica y literaria de Octavio Paz, aspecto que seguramen-te será tratado por Ramón Xirau. Pero sí quisiera refe-rirme, en forma breve, a un aspecto menos conocido delpensamiento de Octavio Paz: su preocupación por la re-lación entre la ciencia y la filosofía. Esta preocupaciónse refleja en varios de sus escritos, muy especialmenteen el libro aparecido con el título de La llama doble. Amory erotismo, publicado en 1993. En este texto, y a raíz devarias conversaciones que tuve el privilegio de tener conOctavio Paz, algunas en el seno de este Colegio, he en-contrado una inquietud suya que comparto a mi mane-ra: él desde una perspectiva más bien humanista, perocon un cuestionamiento agudo sobre las implicacionesfilosóficas de los descubrimientos científicos, y yo desde

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la posición del científico que siente el interés de asomar-se a la filosofía, como parte de una necesidad existen-cial de entender el mundo que nos rodea, incluyéndo-nos a nosotros mismos.

En el capítulo titulado «Rodeos hacia una conclusión»,Paz comenta, y me gustaría decirlo con sus palabras: «...ensu origen, en la antigua Grecia, las fronteras entre laciencia y la filosofía eran indiscernibles. La separaciónentre una y otra se consumó con Sócrates que desplazósu atención hacia el hombre interior». «Con el fin del mun-do antiguo se precipitó la separación entre ciencia y fi-losofía y sólo fue hasta el Renacimiento cuando comen-zó de nuevo, la unión entre el saber científico y la espe-culación filosófica. Sin embargo, esta alianza fue transi-toria. Las ciencias se hicieron autónomas y cada una seconstituyó en un saber separado. La filosofía se trans-formó en un discurso teórico general, sin bases empíri-cas, desdeñoso de los saberes particulares y alejado delas ciencias». «El discurso filosófico se volvió en un finen sí mismo y los espacios que la filosofía abandonabaiban siendo ocupados por la ciencia: del espacio cósmicoal espacio interior, de los átomos y los astros a las célu-las y de éstas a las pasiones, las voliciones y el pensa-miento».

Hoy, con la estructuración de las ciencias en disci-plinas altamente especializadas, presenciamos, a partirde sus propios cuestionamientos, la necesidad de la in-terdisciplinariedad y de unir nuevamente ciencia y filo-sofía. Octavio Paz toma conciencia de esta necesidad ypropone extender esa interdisciplinariedad a regionesdel pensamiento que se apoya en ordenamientos de índo-le diversa, pero que por lo mismo reclaman una perspec-tiva de conjunto que no deje cabos sueltos para la re-flexión, sea filosófica, científica o política.

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En esta empresa, Octavio Paz analiza la intersecciónactual de la ciencia más moderna y de la más antigua fi-losofía. Señala textualmente que «las preguntas que hoyse hacen los científicos, se las hicieron, hace dos mil qui-nientos años, los filósofos jónicos fundadores del pensa-miento occidental. Sometidas a la rigurosa crítica de laciencia estas preguntas que hoy regresan son tan actua-les como en los albores de la civilización. Empero, si laspreguntas que hoy se hacen los cosmólogos son las mis-mas del principio: ¿lo son sus respuestas?».

En este sentido Paz indaga. No se conforma con in-formación proporcionada por terceros, sino que se re-fiere a fuentes tales como. The first three minutes de SteveWeinberg, que es un relato de los tres minutos que suce-dieron al big-bang. Al respecto, comenta «si todo lo queha pasado en el cosmos desde hace millones de millonesde años es una consecuencia de este fiat-lux instantá-neo, ¿qué pasó o qué había antes?», y con ello se adentraen especulaciones filosóficas que lo llevan al análisis delpensamiento religioso.

En su búsqueda de una explicación científica al ori-gen del universo, Paz examina las propuestas de Hawking(op. cit. p. 177) quien piensa que, probablemente, antesdel big-bang, lo que sería después el universo, era una«singularidad cósmica», una suerte de «agujero negro»primordial. Las singularidades de Hawking recuerdana Octavio Paz las reflexiones del caos original de losneoplatónicos y escribe: «La gran lección filosófica de laciencia contemporánea consiste, precisamente, en ha-bernos mostrado que las preguntas que la filosofía hacesado de hacerse hace dos siglos —las preguntas sobreel origen y el fin— son las que en verdad cuentan. Lasciencias, gracias a su prodigioso desarrollo, tenían queenfrentarse a estos temas en algún momento; ha sido

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una bendición para nosotros que en ese momento hayasido nuestro tiempo. Es una de las pocas cosas, en estecrepuscular fin de siglo, que enciende en nuestro ánimouna pequeña luz de esperanza».

Más adelante, cuando aborda el tema del origen dela vida desde el punto de vista de la biología, medita so-bre los descubrimientos de la estructura molecular delADN, relatados en el libro de Crick: Life itself, its Originsand Nature.

El señalamiento de Crick en que «es casi imposibleque la vida sea oriunda de nuestro planeta: hay que bus-car fuera su origen» no convence a Octavio Paz, quiendiscute esta aseveración, que le recuerda la vieja teoríade la panspermia de Arrhenius, y concluye que esto noes más que un intento de trasladar el problema del ori-gen de la vida a otros sitios en el Universo y que la pre-gunta del origen sigue siendo válida.

Aquí una pequeña digresión. El descubrimiento dela estructura del ADN y el haber encontrado que esta es-tructura básica se repite en todos los seres vivos de esteplaneta tiene, a mi juicio, profundas implicaciones éti-cas y filosóficas que Paz no discute, o al menos no men-ciona en forma explícita en los textos que he consulta-do, y que creo constituyen uno de los aspectos más dis-tintivos de este siglo que termina. El saber que no so-mos tan únicos y especiales como hemos pensado por mi-lenios, sino el producto de un proceso evolutivo iniciadoa partir de una molécula primordial que adquirió, a tra-vés de millones de años, la capacidad de darse cuentade su propia existencia y con ello la necesidad de sabery conocer, y de buscar la libertad. A mi juicio, ello noshace responsables no sólo de nuestro propio destino, sinotambién del de los otros seres vivos que nos acompañanen esta nave espacial que es la Tierra.

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El pisar territorios ajenos, en la dimensión de cono-cimiento técnico especializado, no espanta el espírituinquisitivo de Paz. También toca el tema del «azar» enlos procesos biológicos, que es el fundamento mismo laevolución y la selección natural (op. cit. p. 182). En estecontexto, le preocupa que la aparición de la inteligenciahumana en el planeta pueda deberse a un accidente yque seamos como lo dice, «Hijos del azar», a la vez queseñala «...estamos ante la traducción, en términos deciencia e historia, de un misterio religioso...»

Ello lo lleva a considerar el surgimiento del pensa-miento y la conciencia como consecuencia de la evolu-ción y la selección natural. Cuestiona, en primer, lugar,algunas de las tesis de Mervin Minsky presentadas ensu libro The Society of Mind (1985) cuando éste aseguraque será posible, en el futuro, construir máquinas pen-santes. Al respecto Paz señala que, «incluso si la máqui-na pensante fuese el duplicado de la mente humana, ha-bría de todas formas una diferencia inmensa: la mentehumana, no sabe qué es realmente una máquina ni tie-ne conciencia de serlo. La mente cree en una ilusión, suYo, su conciencia». También se pregunta: «...¿qué clasede conciencia podría tener una máquina fabricada porun ingeniero? Y agrega: «La máquina pensante de Minskyno tiene preocupaciones morales ni religiosas: eliminael Yo por ser innecesario».

Esto es desde luego materia de discusión. Yo creoque no podemos negar a priori la posibilidad de cons-truir algún día máquinas conscientes y pensantes. Con-sidero, al igual que Gerald Edelman, que la concienciaes un fenómeno emergente, que pude surgir como con-secuencia de una serie de condiciones básicas que inclu-yen cuando menos la posibilidad de recibir, procesar yreaccionar a la información proveniente del mundo ex-

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terno, el poseer una gran capacidad de memoria, el po-der generar conceptos abstractos y un lenguaje que per-mita comunicarse con otras máquinas. Creo también queexisten niveles de conciencia, desde una conciencia am-bigua y difusa como el niño recién nacido, hasta una máscompleja y elaborada como en el humano adulto. Creotambién que existen distintos niveles de conciencia nosólo a lo largo del desarrollo individual, sino a lo largode la escala filogenética, por lo menos en los mamíferos,desde los más primitivos como los roedores hasta losmás evolucionados como los antropoides y los humanos.

Como quiera que sea, Paz se pregunta si «...para elhombre, el Yo es realmente innecesario...» y si «...¿pode-mos vivir sin el Yo?» Esta preocupación lo lleva a tratarde entender el origen y sentido de la conciencia, ese dar-nos cuenta de lo que hacemos y pensamos. La lectura deBright Air, Brigth Fire. On the Matter of the Mind, deGerald M. Edelman, y del artículo sobre el mismo temade Oliver Sacks «Making up the mind», publicado en TheNew York Review of Books lo lleva a concluir, aspectocon el que concuerdo totalmente, que «si queremos te-ner una teoría de la mente tal y como opera realmenteen los seres vivientes, tiene que ser radicalmente dis-tinta a cualquier teoría inspirada en la computadora. Tie-ne que fundarse en el sistema nervioso, en la vida inte-rior de la criatura viva...» y también que «...el modelo debeser el hombre mismo, ese animal que piensa, habla, in-venta y vive en sociedades...», lo que por cierto me re-cuerda un dicho de Arturo Rosenblueth, que tambiénfue miembro del Colegio Nacional: «el mejor modelo deun gato es otro gato, y de ser posible, el mismo gato».

Otro concepto que le llamó la atención a Octavio Pazy que es en la actualidad uno de los grandes problemasde las neurociencias es el de «propósito e intención». Al

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respecto comenta «...si nuestras acciones requieren deun plan» «¿Quién hace el plan de la orquesta neurológi-ca?» (op. cit. p. 194), o «¿El Yo es una construcción quedepende de la interacción de las neuronas?» Octavio Paztambién se pregunta: «...¿Existe conciencia y voluntaden las neuronas? ¿Las neuronas se han puesto previa-mente de acuerdo? O ¿acaso hay un orden preestableci-do que rige las llamadas y respuestas de las neuronas?Todos los planes requieren un planificador. ¿Quién haceel plan de la orquesta neurológica?»

Hace algunos años estas preguntas y comentarios se-rían terreno exclusivo de la filosofía y de la metafísica.Ahora son dominio de la ciencia y algunas de ellas pue-den contestarse, o por lo menos abordarse en forma ex-perimental, sobre todo gracias a técnicas y metodologíasno invasivas desarrolladas en los últimos años...

La propuesta que la conciencia es una construcciónque depende de la interacción entre las neuronas gene-ró muchas inquietudes en Octavio Paz, ya que según él«...esta posibilidad afecta no sólo al organismo indivi-dual, a cada hombre, sino a la colectividad entera. Nues-tras instituciones, leyes, ideas, artes y, en fin, nuestracivilización entera están fundadas en la noción de liber-tad...» Según Paz, «la libertad exige, como la orquestaneurológica, un sujeto, un Yo. Sin Yo, no hay libertad dedecisión; sin libertad dentro de ciertos límites, no haypersona humana». Ciertamente ésta es una cuestión queha preocupado al ser humano desde hace ya muchos si-glos y que seguirá siendo motivo de preocupación pormuchos más, por ser la base de la estructura social.

En esta breve reseña de algunas de las inquietudesfilosófico-científicas de Octavio Paz, he querido reforzarel vigor de su demanda para que las ciencias se haganciertas preguntas filosóficas y hasta metafísicas. Todo

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esto me lleva a insistir, como lo ha hecho Octavio Paz,acerca de la necesidad de incorporar un mínimo de cien-cia en nuestra cultura nacional. Como hacedores de cien-cia y de reflexión crítica, es claro que ello debe incluirno sólo los aspectos fundamentales del conocimiento cien-tífico, sino también la búsqueda de las vías y los conduc-tos para propiciar y promover el diálogo. Tal como loescribe Octavio Paz: «El diálogo entre la ciencia, la filo-sofía y la poesía podría ser el preludio de la reconstitu-ción de la unidad de la cultura. El preludio también dela resurrección de la persona humana, que ha sido la pie-dra de fundación y manantial de nuestra civilización».

Promover el diálogo y el entendimiento entre losmexicanos es en estos momentos crucial para la vida delpaís. Es por ello que me gustaría terminar leyendo unaslíneas escritas por Octavio Paz en 1978 publicadas en elensayo titulado «El Ogro Filantrópico».

Paz nos dice: «Creo, que, como los otros países de laAmérica Latina, México debe encontrar su propia mo-dernidad. En cierto sentido debe inventarla. Pero inven-tarla a partir de las formas de vivir y morir, producir ygastar, trabajar y gozar que ha creado nuestro pueblo.Es una tarea que exige, aparte de circunstancias históri-cas y sociales favorables, un extraordinario realismo yuna imaginación no menos extraordinaria. No necesitorecordar que el renacimiento de la imaginación, lo mis-mo que en el dominio en el arte que en el de la política(y la ciencia diría yo) siempre ha sido preparado y prece-dido por el análisis y la crítica. Creo que a nuestra ge-neración y a la que sigue les ha tocado ese quehacer. Peroantes de emprender la crítica de nuestras sociedadesde su historia y de su presente, los escritores hispano-americanos (y todos los demás agregaría yo) debemosempezar por la crítica de nosotros mismos. Lo primero

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es curarnos de la intoxicación de las ideologías simplis-tas y simplificadoras».

Concluyo esta presentación señalando que la histo-ria nos ha mostrado, una y otra vez, que la ciencia y lacultura no son compatibles con los fundamentalismosideológicos. El mejor homenaje que podemos hacer a estegran mexicano universal que fue Octavio Paz es esfor-zarnos en construir un país más democrático y más jus-to, en donde el diálogo y el entendimiento sean una ac-titud permanente en todos los ámbitos de nuestra acti-vidad y en donde la búsqueda de libertad se traduzca enmayores oportunidades para entender y disfrutar, sindestruir, esta tierra generosa que el destino nos ha de-parado.

OCTAVIO PAZ: «SONREÍR ES APRENDER A SER LIBRES»*

PAZ FUE ciertamente un faro de nuestro tiempo. Una voznecesaria. Alguien, como dice Vargas Llosa, de quien nopuede hablarse sin decir que el suyo fue el lenguaje dela pasión. De la pasión por la libertad.

Recorriendo con Germán Yanke hace unos años unaexposición de documentos de y sobre Unamuno, en la Bi-blioteca Bidebarieta, en Bilbao, estuve leyendo unos ma-nuscritos del gran escritor vasco. En una de sus cartasdecía Unamuno que, para hablar de algunos hombresnumerosos, sobresalientes, bastaba con seguir algunas desus múltiples facetas, ya que ellas iluminaban, aunque enescorzo, el continente. Pensé que Unamuno estaba ha-blando de sí mismo, mientras escribía aquella carta queestaba destinada a Paul Grussac, quien se encontraba enBuenos Aires. Mi ambición es, hoy, hablar de Octavio Paz,de cuya muerte se acaban de cumplir (el pasado 19 deabril) cinco años, y buscaré seguir aquel consejo.

por Rubén Loza Aguerrebere

* La Revista Libertad Digital, 23-abril-2003.

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Paz fue ciertamente un faro de nuestro tiempo. Unavoz necesaria. Alguien, como dice Vargas Llosa, de quienno puede hablarse sin decir que el suyo fue el lenguajede la pasión. De la pasión por la libertad. Octavio Paz,más que un escritor fue, acaso, un continente. Sus poe-mas, que cobijan su gloria, al igual que sus ensayos so-bre literatura, sobre pintura, sobre la cultura de ayer yde hoy, sobre temas históricos, sociales y políticos, es-tán ahí para demostrarlo. Porque Paz fue, como todo ver-dadero escritor, un hombre de su tiempo, un vasallo desu tiempo; estuvo adherido a él en cuerpo y alma. Aque-llo que lo distingue es, justamente, su carácter de inte-lectual representativo de su época, con una sed de uni-versalidad que no se deja intimidar y que no prescindede nada, y nada pasa por alto. Ése es uno de los rasgosde su modernidad.

Cierta vez Octavio Paz se preguntó por qué y paraquiénes escribía sus libros. Recuerdo que me dijo (lo se-ñalé en una ya lejana y extensa entrevista) que escribires un oficio que luego se convierte en vocación y acabaconvirtiéndose en un destino. ¿Dónde hallaba la respues-ta para aquellas preguntas? Decía que, en su caso, podíaencontrarlas, primero, en su infancia, y luego en las épo-cas turbulentas que le tocó vivir, y que padeció con des-amparo. Su vida se halla entre guerra y guerra, porqueeran la cara más fuerte del asombro. Era, para decirlocon palabras de Malraux, “el tiempo del desprecio”. Enotras épocas, el asombro era un espejo del que suele ha-blarse a gusto, calmamente. Pero luego, aquel liso estan-que fue destrozado en varias oportunidades, y ya no re-flejaba una sola, sino muchas imágenes, que eran una ci-fra de la tensión que vivimos.

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En 1937 Octavio Paz fue partidario de los republica-nos; estuvo en España por primera vez. Golpeado por la“guerra incivil”, como dice Fernando Díaz-Plaja, ello per-turbó su sistema ideológico. Y, al terminar 1945, se es-tableció en París, que dejó indeleble huella en su vida.Octavio Paz seguía con los ojos abiertos los debates en-tre los filósofos y los políticos, y fue allí donde sintió queestaba verdaderamente en su patria intelectual. Y en elverano de 1949 comenzó a escribir, estimulado por el en-tusiasmo y el deseo de saber dónde iba a llegar, su famo-so libro El laberinto de la soledad. Mientras, lee con en-tusiasmo a Gide, a Válery y a Malraux. Por esos mismostiempos, Stalin, al decir de Paz, “consolidó su tiranía enel exterior y en el interior se tragó a media Europa”.

La amistad entre Paz y Albert Camus, que fue estre-cha, se sustentaba en la defensa de la mesura en un mun-do de desmesuras, así como en la defensa la duda. Pro-ponerla, como respuesta, revelaba una extraordinariaindependencia de espíritu. “Aprender a dudar es apren-der a pensar”, decía Paz; y también, “aprender a sonreíres aprender a ser libres”. En México fundaría dos famo-sas revistas, Plural y Vuelta, atentas a “los problemasde la vida y la cultura de nuestros días, sin excluir a losasuntos públicos”. Andando el tiempo, fue tildado de“derechista” y de “conservador”, adjetivos ciertamenteanticuados, y más aún aplicados a quien, adelantándosea casi todos, percibió en la “perestroika” un camino delibertad. Ya en 1980 vio la crisis soviética. Escribió lue-go, tras la rápida implosión de la URSS: “La conciencia dela ilegitimidad de su poder debe haber sido abrumadoraen los últimos tiempos”.

Obtuvo el Premio Cervantes en 1981, y en 1990 el Pre-mio Nobel. Los galardones hacían justicia con un poeta

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mayor y una mente poderosa, libre y en acción. Nacidoen 1914, fallecido hace cinco años, le adivinamos hoy unancho porvenir abierto, ajeno al tiempo de los relojes,porque es dueño de su inmortalidad.

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RESOLVER LO ECONÓMICO Y LO POLÍTICO PARA ARRIBARAL SIGLO XXI CON MÁS SEGURIDAD*

OCTAVIO PAZ ha hecho más que cualquiera en el siglo XX

para definir al pueblo de México. Ha delineado sus ras-gos a lo largo de más de 50 años de poesía. Ha celebra-do a Rufino Tamayo y sus demás pintores modernos, eiluminado los rincones largos y oscuros del México colo-nial. Y en el ensayo del tamaño de un libro, El laberintode la soledad, creó la piedra de toque mediante la cualtanto mexicanos como extranjeros valoran al México mo-derno.

A finales del invierno, poco antes del cumpleaños 81de Paz, nos trasladamos a la Ciudad de México para char-lar con él. Queríamos ver el México confuso a través desus ojos. Y queríamos saber cómo estaba. Sabíamos que

por Anthony Day y Sergio Muñoz

*La Jornada, 12 de mayo de 1995.Traducción: Merry Mac MastersNota: Entrevista publicada en su versión original en el suple-

mento Los Ángeles Times Magazine del periódico Los Ángeles Timesel pasado 30 de abril, quien autoriza su publicación en La Jornada.

(Ellos publicaron la entrevista con el título de «Conversación conel alma de México’’).

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había sufrido problemas cardiacos que lo obligaron a unaoperación by-pass cuádruple o quíntuple (sólo su doctory su esposa saben cuántos) en Houston. (El alto costo delcuidado médico en Estados Unidos «casi me arruinó»,dice Paz). Cuando uno de nosotros lo vimos casi un añoantes, se veía cansado a causa de sus problemas cardiacos,y algunos mexicanos nos habían dicho que ahora se veíatodavía peor, una condición difícil de imaginar en un es-critor tan lleno de pasión y fuerza durante tantos años.

Lo encontramos en su condominio de tres niveles enun edificio tranquilo de la década de los cincuenta a unlado del ruidoso y grandioso Paseo de la Reforma. Suesposa por 31 años, Marie-José, nos recibió en la puerta.Nos condujo abajo por una escalera y hacia una sala de-corada con esculturas de la India y africanas, a travésde un patio frondoso y abierto al cielo, y en dirección dela biblioteca amplia y llena de libros que ella misma man-dó construir para su marido.

Fue con alivio y placer que encontramos al hombrecálido, sonriente y de ojos resplandecientes que ambosrecordábamos de años anteriores —un poco encorvado,sí, pero no menos alerta, no menos interesado en hablarde historia y política, amor y erotismo y (sus dos gran-des temas): la poesía y México.

Eran las seis de la tarde; Marie-José había colocadosobre la mesa del centro una botella de Oporto, algo dewhiskey, pequeños emparedados y galletas. Se retiró paradejarnos hablar.

Tanto en México, como en Latinoamérica y España,un escritor goza de una posición como comentarista pú-blico, inconcebible en la vida moderna de Estados Uni-dos. Allí, un hombre de letras —y Paz, con todos sus inte-reses, es evidentemente eso— es también un hombre deasuntos públicos. Le preguntamos por México, la recien-

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te conmoción política, la crisis financiera. El peso quehabía estado deslizándose diariamente.

«La política es un arte, no es una ciencia... la historiaestá sujeta al accidente», dijo Paz, al modo de un avisooblicuo, con una crítica suave a los jóvenes tecnócratasgobernando México y a los forasteros inversionistas —am-bos grupos empeñados en arrancarlo de sus capas his-tóricas y moldearlo en un estado capitalista moderno yeficiente—. «Estamos pasando por un periodo muy difí-cil, pero no es el más peligroso, como algunos periodis-tas han dicho». Lo suficientemente viejo para recordaruna niñez en el exilio debido a las actividades revolu-cionarias de su padre, Paz echa muy atrás su mirada, re-montándose décadas, incluso siglos.

«El proceso de gestación ha sido largo y complicado,con conexiones entre problemas políticos y problemaseconómicos. A corto plazo, la situación se ve mal. Si noresolvemos el problema financiero, entonces se puedeconvertir en una gran crisis económica que podrá crearinestabilidad social. Pienso que si podemos resolver par-te del problema económico y parte del problema políti-co, podemos llegar al siglo XXI con mayor seguridad».

Paz habló de las complejidades de la historia de Mé-xico con el fin de iluminar las dificultades de moderni-zar su país. Aunque su cara fuerte y bien parecida se hasuavizado con el tiempo, su voz y actitudes reflejaronpasión al hablar de su país. «México tuvo una civiliza-ción antes de la llegada de los españoles. Los indígenasmexicanos fueron constructores de grandes ciudades;tuvieron religiones y una moral muy complejas. Ese mun-do fue destruido en aquel gran encuentro entre dos ci-vilizaciones, y la civilización occidental destruyó la civi-lización indígena. Pero hay muchos recuerdos, muchoselementos sobrevivientes —desde la cocina hasta el idio-

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ma y las ideas acerca de la familia. Estos elementos hansido muy persistentes, y tenemos algunos grupos que nohan sido totalmente incorporados al México moderno,como es el caso de Chiapas».

El que los norteamericanos no entiendan a Méxicosólo complica la situación, dice Paz. «Este nuevo ataquea México coincide con los triunfos electorales de los gru-pos populares de derecha. Este nuevo grupo está revi-viendo el viejo nacionalismo norteamericano que es ra-cista y aislacionista y muy peligroso. Es peligroso no sólopara México, sino para el mundo entero y para EstadosUnidos. Los norteamericanos no deberían enojarse tan-to con México, porque estamos condenados a vivir ladoa lado».

La tarea por adelante no es fácil, dijo, porque nadagarantiza que las cosas mejorarán. «El sistema de libremercado produce injusticia. Es un mecanismo, y comotodos los mecanismos, con eficiencia produce bienes ytambién ‘con eficiencia’ produce pobreza, desempleo ydesigualdad social. Este ha sido el gran problema del si-glo XX. Debemos encontrar otra manera de resolver esacontradicción entre el mercado mercantil y la justiciasocial».

Los puntos de vista de Paz son de sobra conocidospara los mexicanos, quienes lo describen entre pedante,lúcido, impaciente, autoritario, colérico, democrático yconservador. Reconocimiento internacional —incluidoun Premio Nobel— por su obra literaria le ha dado acce-so a un gran público doméstico que, a lo largo de los úl-timos 50 años, ha seguido sus comentarios culturales ypolíticos en periódicos, sus propias revistas, y en la te-levisión. Patriarca indiscutible de las letras mexicanas,tiene en su poder el hacer la carrera de un joven escri-tor, o cambiar el tono de las discusiones políticas del país.

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Y al trabajar la tensión entre la política y la literatura,amplía el alcance de ambas, aun a expensas de contra-decirse. «Espero que todavía haya una contradicción en-tre mis ideas políticas y estéticas», dijo, con risa ahoga-da, «porque si no hay contradicción, no hay vida, ¿ver-dad?».

Habíamos ido a ver al escritor mexicano y eruditoCarlos Monsiváis, llamado por algunos como la concien-cia del país —el I.F. Stone de México—. Más a la izquier-da que el centralista Paz, Monsiváis ha escrito extensa-mente tanto de la cultura popular como de la poesía mexi-cana. «Paz —dijo Monsiváis— es un gran poeta porqueva desde la retórica elevada de los poemas tempranosal esplendor autobiográfico de Piedra de sol y Pasado enclaro». Pero —agregó— «la visión de México que Paz ofre-ce en El laberinto de la soledad no tiene paralelo en suagudeza y profundidad».

El libro encierra a la vez una visión devastadoramentecrítica de los compatriotas de Paz, un análisis lúcido dela historia de México y una búsqueda autobiográfica deun autor al encuentro de su camino a partir de una sen-sación de soledad hasta aquel momento de comuniónperfecta llamada amor.

Paz publicó El laberinto de la soledad en 1950, mien-tras vivía en Francia, y su examen de los mexicanos ysu historia creó una manera de ver y pensar acerca deMéxico marcada en la sensibilidad mexicana. Sus dis-cernimientos se han vuelto clichés. En México al estu-diante principiante se le dice que de poder leer un sololibro acerca de México, sería ése.

¿Qué dice? Dice que los mexicanos viven detrás deuna máscara de su propia creación y están, al final, siem-pre solos. Dice que para los mexicanos, hay dos tipos demujeres: la Virgen de Guadalupe, la madre de todo y la

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protectora de los pobres e indefensos, y la seductora/puta, la chingada. Dice que para todos los compatriotas,hay un solo tipo de hombre, el macho, quien tiene quesalirse con la suya. Y dice que en los mitos y fiestas, enel arte, en el amor, en la poesía, en el teatro y en las epo-peyas, existe, tanto para el mexicano como para toda lagente, aunque por corto tiempo, el escape de la soledad.

El párrafo que abre el segundo capítulo del libro, «Más-caras mexicanas», ofrece una buena muestra de su estilode prosa elegante y vívido: «Viejo o adolescente, criolloo mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano seme aparece como un ser que se encierra y se preserva:máscara el rostro y máscara la sonrisa. Plantado en suarisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo lesirve para defenderse: el silencio y la palabra, la corte-sía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celosode su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve arozar con los ojos al vecino: una mirada puede desenca-denar la cólera de esas almas cargadas de electricidad.Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle,palabras y sospecha de palabras. Su lenguaje está llenode reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspen-sivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarro-nes, arcos iris súbitos, amenazas indescifrables. Aun enla disputa prefiere la expresión velada a la injuria: ‘albuen entendedor pocas palabras’. En suma, entre la rea-lidad y su persona establece una muralla, no por invisi-ble menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. Elmexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de losdemás. Lejos, también, de sí mismo».

«El objeto de nuestra reflexión —escribió Paz en Ellaberinto— no es diverso al que desvela a otros hombresy a otros pueblos: ¿cómo crear una sociedad, una cultu-

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ra, que no niegue nuestra humanidad pero tampoco laconvierta en una vana abstracción?».

Así, «la soledad, el sentirse y el saberse solo, despren-dido del mundo y ajeno a sí mismo, separado de sí, no escaracterística exclusiva del mexicano. Todos los hom-bres, en algún momento de su vida, se sienten solos».

Casi medio siglo después de haber escrito estas pala-bras, Paz cree que ellas «siguen siendo verdaderas. Noson ni pesimistas ni positivas, términos que no me gus-ta emplear’’. Agrega, sin embargo: «Creo que México porfin se está sobreponiendo a la gran crisis iniciada en elsiglo XIX. Se está volviendo un país verdaderamente mo-derno. Veremos si lo logramos o no. Ésta es la gran pre-gunta para Latinoamérica».

EL PERIODISMO ES LITERATURA A ALTA VELOCIDAD*

EL DRAMATURGO Hugo Hiriart, quien con frecuencia hablacon Paz sobre temas tal como la naturaleza de los sueñosy el dominio de la imaginación, habló con nosotros en suconfortable casa en el sector colonial de San Ángel.

Cuando Paz «era adolescente», dijo Hiriart, «decidióque sería uno de los grandes poetas del mundo. Así quese fue de México, se mezcló con las mejores figuras lite-rarias en Europa y Estados Unidos y se volvió el poetamejor conocido de México». Las vidas, como la historia,están sujetas al accidente y lo inesperado, pero cierta-mente, muy pocos poetas norteamericanos forjaron suarte y sus carreras tan deliberadamente como Paz. Demanera que encauzamos la conversación hacia la poesía.

Habíamos supuesto que la obra de Paz, al igual queel pensamiento de tantos compatriotas suyos, estaba in-fluenciada en su mayor parte por Francia y lo francés.Eso es cierto, con particular influencia del poeta Gui-llaume Apollinaire y de André Breton y los surrealistas.

por Anthony Day y Sergio Muñoz

*Traducción: Merry Mac Masters.

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«Yo acostumbraba reunirme en el café con Breton, MaxErnst, Joan Miró y muchos otros jóvenes poetas y escri-tores», dijo Paz. «Yo no creía mucho en la poética de lossurrealistas ni en la ‘escritura automática’, pero desea-ba unir la poesía y la revolución, y eso era, junto con susideas acerca de la libertad, lo que me atraía de ellos, aun-que siempre tuve mis reservas. No tanto acerca de lamoralidad o la política, sino en cuanto a la estética».

No sabíamos del profundo cariño que Paz guardabahacia los poetas norteamericanos modernos, o lo muchoque le había impresionado de joven The Wasteland (Tie-rra baldía), de T.S. Eliot. Se inclinó hacia adelante y de-positó su taza de té en la mesa. Sus ojos se animaron ylas palabras empezaron a brotar rápidamente.

«Leer Tierra baldía fue una especie de revelación.Era muy joven, y de alguna manera (Eliot) expresaba loque yo sentía acerca de la civilización moderna. Yo erabastante izquierdista, y él fue un hombre religioso y muyconservador. Sin embargo, yo aprobaba su repugnanciapor la vida moderna, la degradación de la humanidad através de la homogenización del alma. De alguna mane-ra, coincidió con mis propias ideas acerca de los tiem-pos. Él fue un poeta que introdujo la historia en la poe-sía. Yo fui educado en la tradición simbolista y surrea-lista, donde el poema era algo muy subjetivo, algo quele sucede al poeta... para mí, la gran novedad, primeroen Eliot y luego en otros poetas norteamericanos (EzraPound, William Carlos Williams), fue la introducción dela realidad histórica de nuestro tiempo.... con la historiade la civilización occidental... Y eso, para mí, fue el grandescubrimiento de la poesía norteamericana... no sólotratar con cosas subjetivas, sino temas universales».

La técnica empleada por Eliot también era intere-sante, explicó Paz. Modelado en parte después de Apolli-

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naire, quien a su vez tuvo como inspiración los pintorescubistas, «Eliot presentaba simultáneamente diferentesaspectos de la vida en la ciudad moderna». Ésta es unatécnica que el mismo Paz utilizó con grandes resultadosen sus cuatro largos y poderosos poemas, escritos entre1969 y 1976 y reunidos en Vuelta, 1976. En el poema prin-cipal, también llamado «Vuelta», Paz escribe, con ecos deEliot:

Camino sin avanzar estoy rodeado de ciudadMe falta aire me falta cuerpo

Paz no escribe en la tranquilidad de su biblioteca,que prefiere utilizarla como un lugar para recibir a losamigos y conducir negocios. «Escribo en un pequeño cuar-to cerca de la recámara», dijo, mezclando palabras en in-glés, francés y español, sacudiendo su cabeza negativa-mente cuando pedimos verlo. Obviamente celoso de suintimidad, no quiso llevarnos allí, porque eso hubierasignificado ver su recámara. Sin embargo, nos confió queescribe con una pluma y papel: —No se puede escribirpoesía en una computadora.

Escribe, entrega su trabajo a una secretaria, quien lomecanografía; escribe a mano sus correcciones y le re-gresa las hojas para mecanografiar de nuevo.

No tiene un horario fijo, dijo. Piensa en una idea du-rante mucho tiempo; luego, «una vez que me siento a es-cribir, lo hago muy rápido».

No fue ningún accidente que, de joven, este escritormexicano fuera atraído por poetas quienes se ocuparonno sólo de temas personales y subjetivos, sino tambiénuniversales.

Octavio Paz nació en la Ciudad de México en 1914.Su abuelo fue un intelectual/periodista/político. Su pa-

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dre, Octavio Paz Solórzano, un abogado, se metió a la polí-tica y se convirtió en un partidario del revolucionarioEmiliano Zapata. Su madre, Josefina Lozano, fue hija deinmigrantes españoles. En 1920, después de que el go-bierno mexicano mató a Zapata y persiguieron a sus se-guidores con una determinación sangrienta, la familiade Paz se trasladó a Estados Unidos, estableciéndoseen Los Ángeles, donde el padre de Octavio había traba-jado como el representante del líder revolucionario.

En Estados Unidos, el joven Octavio tuvo una de lasexperiencias determinantes de su infancia, a los seis años,en el jardín de niños. Su inglés no era fluido. Su maes-tro se fijó que no estaba comiendo su lunch. Le preguntópor qué. «Cuchara, cuchara», dijo, repitiendo la palabraen español. No sabía decirlo en inglés. «¡Cuchara! ¡Cu-chara!», molestaron los niños norteamericanos. Y acabópeleándose. Ésta fue una de las tres veces en su infan-cia —escribió en su esbozo autobiográfico Itinerario—cuando se sintió totalmente solo, abandonado. «Tal vez»,escribió, «todo lo que he escrito sobre mi país no ha sidootra cosa sino una reacción a tres experiencias de des-amparo infantil».

Otra de las experiencias: de regreso a México, Pazse sintió, de nuevo, fuera de lugar; solo. Y fue molesta-do, esta vez —con su conocimiento del inglés, sus ojosazules, piel blanca y pelo castaño claro— por ser un«gringo».

Sin embargo, su experiencia más temprana de aban-dono, y la más extraña, vino, dice, cuando tenía tres ocuatro años. «Yo me percibo, tal vez debo decir que veouna figura borrosa, un bulto pueril, perdido en mediode un enorme sofá circular, tapizado en seda gastada, jus-to en medio del cuarto... hay una fiesta en la casa peroel pequeño bulto llora y nadie viene. El bulto llora. Ha

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estado llorando durante siglos, pero nadie lo oye. Estáperdido en un mundo que es, al mismo tiempo, familiary distante, íntimo e indiferente.... no recuerdo nada más».

«Lo más probable es que mi madre haya acudido a con-solarme: las mujeres son la puerta hacia la reconcilia-ción con el mundo».

Paz habló con suavidad en inglés, el cual es fluido,sólo vacila de vez en cuando. Ha enseñado en Harvard,la Universidad de Texas y la Universidad de Cambrid-ge, Inglaterra. De vez en cuando, los ocho gatos de Pazmaullaron y maullaron en el patio. «Imagínense’» Ma-rie-José había proclamado, «ocho gatos, cada uno connueve vidas!».

A partir de aquella visita infantil a Los Ángeles, Pazpasó mucho tiempo en Estados Unidos. Llegó a ese paísen 1944 con una Beca Guggenheim y se quedó dos años,trabajando en el periodismo, enseñando en MiddleburyCollege, en Vermont, y trabajando de repente aquí y allá.

El periodismo «fue una buena preparación para mí»,dijo, «porque el periodismo es literatura a alta veloci-dad».

Otro ejercicio comprendió el doblaje al español depelículas de los estudios MGM (en Nueva York). «Fue in-teresante, porque intenté muchos experimentos al se-guir el movimiento de los labios y encontrando palabrasque sincronizaban. Siendo un poeta, pude encontrar al-gunos ritmos y hacer las frases más lacónicas».

De aquellos años Paz dijo: «Históricamente ese fueun gran momento para Estados Unidos. Era el final dela guerra, y encontré a la gente llena de energía, tam-bién había algunos puntos negativos, había discrimina-ción. Pero la cultura era muy vigorosa, e inauguraba unanueva era en la historia universal». Encontró a los norte-americanos «tan directos y abiertos, es es un gran mérito

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de los norteamericanos... pero a veces es muy difícil ha-blar con ellos porque sus orígenes son muy diferentes alos nuestros. Nuestros antecedentes intelectuales y exis-tenciales son muy diferentes. Pero, de superar ese cho-que inicial, puede ser maravilloso».

En Los Ángeles, conoció a los «pachucos», los ZootSuiters, y escribió sobre ellos. Su imagen del pachucono gustó a los chicanos, quienes la encontraron condes-cendiente y francamente insultante. Le preguntamos alrespecto; dijo haber oído de las quejas, pero no las justi-ficaba. «Sentí atracción por este grupo de gente jovenque estaba en rebelión. Su rebelión no fue ideológica nipolítica. Era una rebelión de cómo comportarse y ves-tirse. De alguna manera, para mí, era una rebelión mo-ral y estética. La estética es una de las armas de aque-lla gente que ha sido derrotada. Yo era mexicano y teníalas mismas raíces. Para mí, eran víctimas».

MÉXICO HA PASADO MOMENTOS PEORES;SE IMPONDRÁ LA VOLUNTAD DE SER

EN DOS noches seguidas que encabezó para comentar lostomos VII y VIII de sus Obras Completas, Octavio Paz sehizo al propósito de no emitir palabra alguna. Sin em-bargo, al término de la presentación ayer de su libro so-bre historia y política, El peregrino en su patria, no re-sistió la tentación de hablar sobre México y los momen-tos «difíciles» de hoy: «Hemos pasado momentos peoresy creo que al final está la persistencia de los mexicanos,esta voluntad de ser se impone. Lo que me conmueve demi país es su voluntad de permanecer. Los mexicanosno debemos preocuparnos por saber el misterio de nues-tra historia. Lo que debemos hacer es conservar esta vo-luntad, esta perseverancia y, claro, nuestra capacidadpara inventar otro México».

El poeta acudió a la Casa de los Azulejos, para escu-char desde la primera fila los comentarios de EnriqueKrauze, Rafael Segovia y Fernando Pérez Correa sobreeste libro que compila los escritos a lo largo de medio

por Angélica Abelleyra

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siglo de Paz sobre el México de la antropología, la histo-ria, la moral y la política.

«Cuando uno escribe no se da cuenta exactamente delo que está haciendo. Aquellos autores que digan que sonlos dueños de lo que escriben, tienen ilusiones excesi-vas acerca de los poderes misteriosos de la palabra. Lapalabra siempre va más allá de las intenciones del au-tor, sobre todo si ese escritor es un literato y quiere serun poeta. En el caso de los historiadores y sociólogos(como los aquí reunidos) es más fácil para ellos contro-larse. Yo no puedo. Escribí El laberinto de la soledad enmomentos de soledad también, con un plan vago que fi-nalmente no cumplí en totalidad, en una situación aními-ca y emocional muy intensa. después, todo lo que he es-crito ha sido una reflexión sobre mis circunstancias. Paramí la poesía ha sido siempre la respuesta a las circuns-tancias y he hecho mía la fórmula de Goethe, de que nohay más poesía que la de circunstancias», comentó elNobel de Literatura, ante un auditorio acalorado en unsaloncito que a todos parece decorado como un pastel.

Esa condición circunstancial, Paz la traslada tam-bién a sus ensayos.

Mis escritos, delineó, son circunstanciales, críticos,apasionados. «Tratan de develar, descifrar una realidad,sobre todo descifrarme a mí mismo. No es obra científi-ca, es obra de escritor que quiere conocer el mundo quelo rodea para conocerse a sí mismo y poder dialogar conese mundo».

El cierre de Paz tuvo como respuesta los aplausos.Antes, el historiador Enrique Krauze ofreció una es-

pecie de biografía política del escritor de 81 años, «másvigoroso que su abuelo, tan rebelde y revoltoso como supadre, que sigue en la trinchera con un siglo de expe-riencia y ve a México en un mirador patriarcal», leyó para

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continuar: «Sus contemporáneos se han ido, sólo quedaél. Pero no está solo. Su vida ha sido una metáfora de latradición. Su obra es un milagro. En ella comulgan lasgeneraciones de México».

El autor de Biografías del poder había hecho unaemotiva disertación sobre un autor que con 35 años eraya «un buzo en las aguas subterráneas y superficiales deMéxico» y «un alquimista en busca de la sustancia» delpaís, a través de ese «libro revelador» y «autobiografíatácita» que es El laberinto de la soledad.

Habló del abuelo Irineo y del padre don Octavio; elprimero, un liberal que siempre tuvo como temas la li-bertad y el poder; el segundo, un revolucionario detrásde la justicia y la igualdad. Sobre el poeta presente enSanborn’s de Madero, dijo que «será siempre un hijo dela revolución Mexicana» que ha ido hacia ese movimien-to a través del acto poético.

Más adelante, Krauze descifró las actuaciones de Pazcomo diplomático, las cartas que envió a Carrillo Flores(inéditas) para reprobar la política mexicana respectoal movimiento estudiantil del 68, y las críticas e «incom-prensión’’ de la izquierda mexicana ante su postura con-tra el «mito sangriento de la revolución comunista».

En la lectura lo antecedió el escritor Fernando PérezCorrea, quien advirtió algunos puntos nodales en la re-flexión de Paz: la democracia es el medio para echar aandar a la Nación, para devolverle s libertad de acción».

Después, Rafael Segovia hablaría del «misterio» queotorga toda su fuerza a El laberinto de la soledad, «unlibro paradigma» en el que circulan la inteligencia y lalibertad.

TOLEDO, ARTISTA DE EXTREMA MODERNIDADY DE EXTREMA ANTIGÜEDAD

DICE Octavio Paz que todavía espera «la media hora fa-vorable», el momento propicio de inspiración para es-cribir sobre Francisco Toledo, Vicente Rojo y de otrospintores ausentes en su vasto ejercicio literario sobre elarte contemporáneo.

Sin embargo, antenoche habló con La Jornada en tor-no del creador juchiteco: «En París me entusiasmó su apa-rición. Tuvo algo de milagroso en el mundo de aquellosaños. Su pintura me gusta mucho. ¿Cómo definirlo? Di-ría una banalidad. Preferiría escribir algo, que decir opi-niones de tipo periodístico. ¿Compararlo con (Rufino)Tamayo o cosas así? No. Es un temperamento de una granoriginalidad».

«Estábamos hablando de las relaciones del mundo an-tiguo, del mundo precolombino con ciertos artistas mexi-canos, no con todos.

»Yo creo que los muralistas, sobre todo (Diego) Rive-ra, tenían una comprensión intelectual, pero no profun-da y emocional como la que tuvo Tamayo. En el caso de

por Angélica Abelleyra y Braulio Peralta

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Toledo son más visibles la extrema modernidad de Tole-do y la extrema antigüedad de Toledo; además él se mez-cla con su interés por los artes primitivos de otras cultu-ras, no sólo de la mexicana».

Aunque de manera escueta, esta es la primera vezque el Nobel de Literatura se refiere públicamente a Fran-cisco Toledo.

En su volumen Los privilegios de la vista II —que com-pila 50 años dedicados a escribir sobre pintura, escultu-ra, arquitectura y las formas y estilos que han marcadoel arte mexicano desde la antigüedad y hasta nuestrosdías— la de Toledo es una de las omisiones más nota-bles en su ejercicio crítico.

En la restaurada Casa de los Azulejos, durante la pre-sentación del tomo VII de las Obras Completas del poeta,publicadas por el Fondo de Cultura Económica (FCE), lahistoriadora Teresa del Conde y el pintor Miguel Cer-vantes coincidieron en lamentar la ausencia de varioscreadores mexicanos en Los privilegios de la vista. En-tre ellos, Francisco Toledo.

Poco después, ante el micrófono, Octavio Paz respon-dería: «Lamento muchísimo no haber hablado como de-bería de haber hablado de Toledo, de Vicente Rojo y devarios pintores. No he tenido esa media hora de inspi-ración para escribir sobre ellos. Para mí —agregó— elejercicio de la crítica nace del entusiasmo. Pero ese en-tusiasmo tiene que coincidir con ciertos momentos pro-picios. La palabra inspiración está quizá demasiado gas-tada, pero tiene que ver con eso».

Apenas una semana antes (jueves 4 de mayo), en unsuplemento alrededor de Francisco Toledo publicado eneste diario, el artista oaxaqueño recordaba el apoyo queOctavio Paz y Rufino Tamayo le habían brindado duran-te su estancia en París en los años 60. Dijo: «En París

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conocía Tamayo y a Octavio Paz. Los dos fueron muy im-portantes y bondadosos porque me apoyaron para que-darme [...] Recién llegado, gracias a Octavio Paz entré ala Casa de México. además, frecuentaba su casa adondenos juntábamos con Nieto (Rodolfo); hablábamos del amory la nostalgia. Me acuerdo más o menos que Paz me dijouna vez: ‘Toledo ¿y si por valija diplomática mandamosa traer una iguana estará usted más contento?’. Eso eraun chiste pero, lo cierto, es que estar lejos a veces resul-ta pesado».

Con la presencia del poeta Aurelio Asiain, del mo-derador Danubio Torres Fierro, de Teresa del Conde yMiguel Cervantes, transcurrió la noche del jueves paracomentar Los privilegios de la vista II, título del volumenque enmarcaba la mesa del estrado, entre logotipos delFondo de Cultura Económica y Sanborn’s.

La acalorada sala, con sillas en extremo juntas, nun-ca llegó a verse colmada al tope, como sucede en cadapresentación pública de Octavio Paz, quien esta vez secolocó en primera fila, al lado de su esposa Marie-Joséy de Miguel de la Madrid Hurtado, director del Fondo.

A sugerencia del moderador (que no lo fue tanto), Oc-tavio Paz accedió a decir unas palabras al final de la se-sión.

«Agradezco mucho la invitación pero realmente nohabía preparado nada. Quizás pudiera referirme a lasomisiones que han señalado. En efecto, la más impor-tante es la de la pintura novohispana. La verdad es queme siento muy distante de esta pintura. En cambio, lededico unas páginas entusiastas tanto a la arquitecturadel siglo XVI como a la del XVII y XVIII», puntualizó paraluego hablar de las ausencias de Toledo y Rojo, comen-tadas al inicio de la nota.

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Para finalizar, el ensayista abundó sobre el tema cen-tral de Los privilegios de la vista: la tradición de la mo-dernidad, la conquista de la modernidad que es la con-quista de la libertad, tema que había punteado Asiainen su texto.

Y añadió Paz sobre el asunto: «La historia del artede México es parte de la historia de las tradiciones, re-creaciones, respuestas polémicas que hemos hecho losmexicanos hacia el mundo exterior y a las artes de fue-ra. Ésta creo que es la historia del arte mexicano y proba-blemente del arte de todo el continente americano sinexcluir a Estados Unidos que, entre paréntesis, al prin-cipio y muy iniciado el siglo XX, fue mucho más débil quenosotros y no pudo oponer a la fascinación europea sinouna imitación. En cambio, México ha establecido un diá-logo polémico con el arte europeo».

Antes del comentario y del cóctel con canapés, muymexicanos, se habían sucedido los comentarios de Mi-guel Cervantes, Teresa del Conde y Aurelio Asiain, dequienes Paz destacó la «penetración», «ironía» y «espíri-tu luminoso», respectivamente.

En primer término, Cervantes dijo que la publica-ción está ajena al ánimo enciclopédico. «Es un libro delgozo de ver, del gozo del lenguaje y la reflexión», pun-tualizó al referirse a los supuestos de Paz en relación alarte precolombino y a los pintores Hermenegildo Bus-tos, José María Velasco y José Clemente Orozco, entreotros.

En segundo término, vino la improvisada participa-ción de Teresa del Conde al destacar que en todos loslibros de arte contemporáneo en el mundo «no cesa lamención de Octavio Paz», y aplaudió la «disposición» delNobel a abordar a algunos artistas eludidos hasta el mo-mento, como Toledo.

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Para cerrar, Aurelio Asiain apuntó que el volumenno surge del azar sino de la voluntad de la forma, por loque se constituye en un libro alrededor del «enigma decómo es México y sus formas», y en cuyo texto, dijo, hayun poema inédito dedicado a Marie-José.

USEN EL ADJETIVO O ETIQUETA QUE QUIERAN,PERO NO «CONSERVADOR»*

HABLAMOS primero con Octavio Paz un viernes. Ese mis-mo fin de semana nos quedamos en una vieja haciendaazucarera del Valle de Morelos, al otro lado de las mon-tañas de la ciudad de México, y más allá de Cuernavaca.Allí nos dijeron que hasta un portero anciano hablaba deirse a California. No había oído de la Propuesta 187, peroal enterarse dijo que no le importaba. «Justo hace unasemana —comentó— cien hombres de Tetecala (un pue-blecito cercano) se fueron a buscar trabajo en el norte».

El peso se deslizó un poco más el día que regresamosa la ciudad.

Paz dijo: «Es injusto, aunque natural y humano» loque se ha hecho del ex presidente Carlos Salinas de Gor-tari: un «chivo expiatorio» de la presente crisis financie-ra. «Salinas fue un hombre muy valiente en cuestionesde economía. Hizo lo correcto al liberar la economía delcontrol estatal». En el México colonial, la riqueza del país

por Anthony Day y Sergio Muñoz

*Traducción: Merry Mac Masters.

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era propiedad del Estado. A partir de su independen-cia en 1821, la economía vino a depender más y más delEstado, y todavía mucho más a raíz de la revolución de1910-1921. «Por último, la influencia marxista hizo al Esta-do más y más poderoso. Salinas rompió esta tradiciónde una vez por todas» mientras intentaba modernizar elpaís.

El PRI —añadió—, creado para ser «un partido mo-deradamente autoritario, a veces me recuerda el Parti-do del Congreso de la India. Serán muy diferentes lospartidos, pero la función es la misma: mantener la cohe-sión y la unidad en países donde las fuerzas centrífugasson muy poderosas».

Querríamos hablar más con él acerca de su propiapolítica. «Hagan lo que hagan con la entrevista», nos di-ría más tarde, «no me llamen un conservador». Su peti-ción reflejaba lo que sabíamos de su historia política.

Como es costumbre en un intelectual mexicano, Oc-tavio Paz empezó como un escritor de la estética. En sujuventud, el fascismo había oscurecido Italia y se estabarevelando de manera aún más aterradora en Alemania.A muchos intelectuales de todo el mundo, el marxismolos atrajo con la embriagadora tentación del antifascismo,y Moscú era visto como un faro de justicia. En España,los fascistas, guiados por Francisco Franco, intentaban,con ayuda alemana e italiana, derrocar a la repúblicaespañola sostenida por Moscú. En 1937, cuando a los 23años ya era un poeta publicado, aceptó la invitación delchileno Pablo Neruda y del español Rafael Alberti, paraasistir a la Segunda Conferencia Internacional deAntifascistas en España.

A su regreso se ocupó de lo que describe como su «ac-tividad política más intensa». Trabajó con refugiados es-pañoles republicanos en periódicos literarios y políti-

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cos. Para ese entonces había comenzado a alejarse delcómodo izquierdismo que practicaban sus compañerosescritores de América Latina. En España «los comunis-tas habían empezado a hacerme dudar». Pero a su regre-so había cooperado con ellos: «yo todavía era un compa-ñero de viaje». Sin embargo, poco a poco, influenciadopor eventos, como el pacto soviético-nazi de no agresiónen 1939, el asesinato de León Trotsky en México orde-nado por Stalin en 1940, empezó a alejarse, y ya para1943 había renunciado al periódico izquierdista.

Paz tenía treinta y tantos años y estaba en plenasfacultades creativas. Vivió en Francia, visitó la India yJapón, luego regresó a México en 1953 después de resi-dir nueve años en el extranjero. Fue, explica, «una ver-dadera gestación, sólo que en reversa: afuera en vez deadentro de mi país de nacimiento».

Al término de aquella estancia fuera de México ha-bía separado los hilos entrelazados de la poesía y la polí-tica. «Fue antes de 1950 que yo había cambiado de idearespecto a la noción de que la poesía era un arma parala revolución. Pero también descubrí que la idea de lapoesía como la personificación de la revolución era ab-surda. En aquel entonces también llegué a la conclusiónque la revolución en la URSS había sido una gran catás-trofe».

Algo nostálgico, expresó: «estuve muy aislado en Méxi-co aunque tenía muchos amigos disidentes de la izquier-da». La ruptura de Paz con los comunistas, antes que otrosintelectuales de América Latina, no se dio sino hasta fi-nes de los años setenta. Cuando rompió, la izquierda re-accionó furiosa. «Conservador», ese adjetivo que odia,fue el más moderado de las etiquetas que le lanzaron susmiembros. Incluso, fue acusado de ser un operativo dela CIA. Y la izquierda todavía no le ha perdonado los pro-

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gramas que posteriormente hizo para la servil y progu-bernamental cadena de televisión, Televisa.

Pero, a pesar de los insultos, a menudo rasgo de laspolíticas intelectuales mexicanas, Paz nunca ha sido unhombre de derecha. después que el Ejército disparó ymató a un gran número de estudiantes que se manifes-taban en la Plaza de Tlatelolco de la ciudad de México,renunció como embajador en la India, en protesta contrael gobierno. Y en ese instante, se convirtió en un héroeen México, venerado por jóvenes y respetado por aque-llos que no sólo desaprobaban la represión militar sinoque exigían democracia.

Desde entonces, ha seguido criticando las conven-ciones políticas y artísticas de la vida mexicana. «La crí-tica —ha escrito— es lo que la imaginación ha aprendi-do en su segunda vuelta. después de haberse curado dela fantasía, es una imaginación que ha decidido enfren-tar la realidad del mundo».

En nuestra segunda y última visita a Paz, desviamosla discusión hacia su trabajo reciente.

En 1993, escribió un libro extraordinario: La llamadoble, que es un relato enciclopédico de la correlaciónentre el sexo, el erotismo y el amor en las obras de Pla-tón, los poetas medievales de Provenza y Japón, GustaveFlaubert, James Joyce, el Marqués de Sade y SigmundFreud. «Este libro sobre la India», explicó Paz en refe-rencia a Vislumbres de la India, recientemente termi-nado, «así como La llama doble, los escribí bastante tar-de en mi vida; pero ambos son libros que hubiera queri-do escribir hace muchos años. Poco a poco estoy saldan-do las deudas contraídas conmigo mismo con un retrasode por lo menos 20 años».

Querríamos saber más acerca de su larga reflexiónsobre el amor, tema siempre presente en su vida.

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«Nunca estamos solos», contestó como si diera res-puesta a las ansiedades del niño y las preguntas del hom-bre joven que alguna vez fue. «Siempre estamos con elotro, alguien que pertenece al mismo mundo pero es di-ferente, y ésa es la esencia de, quizá, el secreto de la atrac-ción...

»El amor es parte de la vida humana. En el mundoanimal existen pasiones sexuales. Pero la cultura ha invi-tado a un nuevo dominio: aquel tipo de relación que lla-mamos amor. El amor es un invento de los hombres...

»Todas las sociedades han conocido el amor, algunasincluso han reflexionado sobre el amor: la India, China,Japón. Provenza... Toda la literatura de la civilizaciónoccidental es acerca del amor o acerca del poder... Elamor pertenece al reino de la libertad, el amor es unode aquellos momentos en que los hombres pueden alcan-zar la libertad; no siempre, sino por un momento, porun instante de reciprocidad».

La entrevista llegaba a su fin. Teníamos que correral aeropuerto a tomar un avión, y Marie-José entró a labiblioteca. Quería saber cómo nos iba. Paz la miró con lamisma pasión que le ha profesado durante los últimos30 años. Mientras nos preparábamos para decir adiós,vimos su cara feliz. Nos había dicho que era un hombrefeliz, simplemente porque «Marie-José existe: eso estodo».

PALABRAS COMO SEMILLAS*

El hombre actual debe recordarque está hecho de tiempo.

OCTAVIO PAZ

—El Fondo de Cultura Económica ha empezado a pu-blicar en México sus obras completas. ¿Qué significa paraun autor la publicación de sus obras completas?

—Una pregunta difícil. En primer lugar, lo más ob-vio: es una suerte de testamento, unas obras, unos escri-tos que se dejan a un legatario no expreso, al contrario,a una comunidad dispersa; la comunidad de nuestra len-gua y de nuestra patria, pero también esta comunidades una comunidad sin rostro. Las obras completas sonun testamento dirigido a una posteridad, y ¿qué es laposteridad? La posteridad es el tiempo, de modo que lasobras son en cierto modo un desafío al tiempo, el tiem-po es en realidad como el viento, el viento que corre por

por Héctor Tajonar

* La Jornada 21 y 22 de abril de 1998.Esta conversación tuvo lugar en octubre de 1993. El texto fue revi-

sado por el poeta.

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las calles, dispersa las hojas, las revuelve, rompe mu-chas, otras las avienta, no se sabe adónde irán a parary finalmente unas pocas, muy pocas, van a dar a las ma-nos y a los ojos de un muchacho que se pone a leerlas, yese muchacho tiene de pronto una cara, es nuestro lec-tor futuro. Ese muchacho es la posteridad. No estoy pen-sando en muchos lectores, estoy pensando en unos po-cos lectores. Creo que todos los escritores hemos soñadosiempre con un lector, nuestro lector futuro, que es unpoco nuestro hijo y un poco nuestro hermano y tambiénnuestro padre, porque gracias a él vamos a volver a vi-vir. Así es que realmente publicar las obras completas,dije al principio que era como un testamento, creo queme equivoqué. Publicar unas obras completas se parecea sembrar; el sembrador va echando las semillas, cadaescritor es un sembrador, un sembrador de palabras, deideas, de imágenes; siembras en el tiempo y, claro, elcómplice es el viento, el viento que selecciona las obrasy deja, de todo lo que escribimos, unas cuantas páginas.De modo que también publicar unas obras completas noes tanto un acto de osadía, de orgullo, sino más bien dehumildad; escojan entre lo que he hecho lo que más lesguste.

—Usted no quiere que le sobrevivan el recuerdo desu persona o de toda su obra, sino solamente unos cuan-tos poemas, ¿no es así?

—Exactamente. Yo siempre he pensado en algunospoetas que han dejado tres, cuatro, un solo poema. Esoes lo que cuenta. Además, yo creo que la obra es impor-tante porque finalmente se disuelve. Uno escribe pornecesidad, para expresarse, para comunicar algo que lle-va dentro. Y también, claro, está la necesidad de expre-sarse; es una necesidad de comunión o, de un modo más

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simple, de reconocimiento. Queremos comunicar algoque creemos que es único, casi no lo es realmente, por-que queremos también que se nos reconozca. Así es quehay en este elemento de la literatura, en la acción deescribir, varios elementos: el deseo de expresarse, el de-seo de comunicarse y también la obra bien hecha. Lo queuno quisiera es tener una obra bien hecha capaz de re-sistir al tiempo, capaz de luchar un poco contra la muer-te. De modo que también en la literatura, aparte del de-seo de comunión, aparte del deseo de expresión, hay tam-bién el deseo de inmortalidad. Todos los hombres tene-mos deseo de inmortalidad. Por eso tenemos hijos, y poreso, decía Plantón, tenemos «hijos del alma». Es decir,escribimos, pintamos, descubrimos, hacemos política,en fin, una gran cantidad de actividades que los hom-bres hacemos para vencer a la muerte. Deseo de inmor-talidad: hijos de alma o hijos de carne. Claro, nada deeso va a durar eternamente. Las obras de los hombresson perecederas. Esto hay que recordárselo mucho aho-ra a los hombres, a nuestros contemporáneos, que confrecuencia olvidan esto: que están hechos de tiempo. Perono importa, yo creo que la voz de un poeta, cuando dejaun solo poema o muchos poemas, no importa cuántos,esa voz se funde en el gran río anónimo de las voces. Esla historia, es la tradición. De modo que también publi-car obras completas o un poema es, en cierto modo, de-seo de fundirse a la gran tradición humana, a los hom-bres que hemos inventado el lenguaje y que con el len-guaje nos hemos enfrentado al tiempo.

—A lo largo de toda su obra, la creación poética haestado unida a la reflexión sobre la poesía. Su más re-ciente ensayo acerca de la poesía en el mundo contem-poráneo se titula La otra voz. ¿Cuál es esa otra voz?

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—La otra voz es imposible de definir. A veces sientola tentación de decir que la otra voz es la que no le per-tenece al escritor, la que no le pertenece al poeta. Pue-de ser la voz la historia, la voz de Dios, la voz de la musa.Yo diría que es la voz de la tradición. Es el elemento aje-no que interviene en la creación literaria, es lo inespe-rado y que tiene a veces el nombre de inspiración, lasocurrencias. Uno empieza a escribir y de pronto se le ocu-rre algo que desvía completamente el plan que uno sehabía trazado al comenzar. Esta desviación, esta ocu-rrencia, la llamamos inspiración y es algo que viene defuera, no sabemos de dónde viene; viene de lo más re-moto, viene del lenguaje mismo, pero también viene delo más profundo de nosotros mismos y que tenemos, ycada mujer es muchos hombres y muchas mujeres, y dia-logar con nosotros mismos, incluso vernos en el espejo,es siempre dialogar con otra persona que es al mismotiempo nuestro yo y algo que no es nuestro y que, sin em-bargo, es nuestro. Es difícil explicarlo pero es la únicamanera que tengo de decirlo.

—Decía Baudelaire que la ruina universal no se va amanifestar en las instituciones políticas, sino en la rui-na de las almas. ¿Ha llegado ese momento? ¿Cree ustedque la poesía es un antídoto contra ello? ¿Cuál sería lafunción de la poesía en este fin de siglo?

—Yo creo que la poesía desde hace cerca de un si-glo, justamente más o menos en la época de Baudelaire,entra en las catacumbas, entra en el subsuelo. Antes lapoesía estaba en la superficie de la sociedad, de prontoentra en el subsuelo; esto que puede ser malo en apa-riencia, en realidad está bien, porque yo creo que las se-millas también entran en el subsuelo y después reapa-recen en forma de plantas, de tallos, de frutos, de trigo,

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de tantas cosas, de maíz. Así que la poesía está en el sub-suelo, es una fuerza oculta, ha desaparecido casi total-mente de la vida pública. Los editores muchas veces seresisten a publicar poemas, prefieren otras formas lite-rarias; la novela o el reportaje o los libros de viajes, to-dos géneros respetables; pero yo creo que la poesía tie-ne entre tantas limitaciones, una gran ventaja sobre lasotras formas literarias: su forma. En primer lugar la poe-sía, moderna sobre todo, es reducida; no son muchas pá-ginas, no son miles y miles de páginas. Un libro de poe-mas, por lo general es un libro pequeño formado por poe-mas y cada poema tiene una unidad; es como un frutocompleto. Aparte de esto la poesía resiste más al tiem-po. Voy a citar a un escritor que admiro muchísimo, aMarcel Proust. Es muy difícil leer dos veces en la vidaa Marcel Proust, hay que tener mucho tiempo libre paraleerlo; pero para leer un pequeño poema de Bécquer ode Baudelaire mismo, eso en un cuarto de hora se lee.De modo que lo que es importante es que en esta épocade prisa, la poesía nos enseña que andar despacio es lamejor manera de llegar a tiempo.

—¿Son muchos los lectores de poesía o le basta a us-ted con la «inmensa minoría» de Juan Ramón Jiménez?

—No sabemos exactamente. Yo creo que se lee máspoesía ahora que hace cien años porque hay más lecto-res, pero quizá la proporción sea menor. En esto de lalectura de poemas es muy paradójico que poetas que fue-ron muy populares en su época se lean muy poco ahora;en cambio, poetas minoritarios se leen mucho ahora. Vi-vimos obsesionados con la idea de la producción en masa,de las grandes ventas, el best-seller; pero el best-selleres una ilusión, estoy seguro que nadie, o muy pocos, pue-den recordar quiénes fueron los best-sellers de hace vein-

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te años o incluso del año pasado. Los best-sellers son pro-ducto de la cultura del consumo, de la civilización mo-derna y duran poco. Lo que distingue al hombre moder-no, y que yo creo que es una de las grandes fallas de nues-tra civilización de las civilizaciones antiguas, es ésta: losantiguos construían para durar, los modernos fabricanobjetos para que sean consumidos rápidamente. Mi ideade la civilización es la contraria. Creo que lo mejor escrear, como decía el utopista Fourier, objetos perdura-bles que duran mucho tiempo y que sean casi perfectos.Ésa es la aspiración de cada poeta, crear un pequeñopoema que dure mucho tiempo y que pueda pasar demano en mano, de boca en boca sin alterarse y renován-dose continuamente a través de sucesivas lecturas. Locontrario de lo que ocurre ahora.

La poesía puede ser otra vezpalabra hablada y oída, no sóloescrita.

OCTAVIO PAZ

La historia de nuestras letras es la historia de unadesmesura. Vivimos una época que es fin de la moder-nidad, decía el poeta Octavio Paz.

—En su manifiesto poético «Los signos en rotación»,dice usted que la historia de la poesía moderna es la deuna desmesura. ¿Por qué?

—Comenzó con una desmesura, comenzó con los gran-des románticos. Para mí la poesía moderna comienza aprincipios del siglo pasado; es decir que estamos al fi-nal de un movimiento poético y literario que se iniciacon el romanticismo. La empresa fue desmesurada por-que, desde la palabra misma, cuando hablamos de ro-

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manticismo, estamos expresando una actitud ante la vidaen la cual el yo es muy importante y al mismo tiempo serompe con la tradición, con la estética del pasado, de losartistas barrocos o de los artistas clásicos del renacimien-to. Esta tradición fue siempre la imitación de los anti-guos —seguían a Aristóteles—, o la imitación de la na-turaleza. Los modernos, a partir de los románticos, cree-mos que debemos romper con la tradición, comenzar algoabsolutamente nuevo. Esta sucesión de rupturas y revo-luciones empieza con los románticos y termina en nues-tro siglo. Yo creo que estamos al final de este gran pe-riodo y los escritores de mi generación, en cierto modo,somos quizá los últimos representantes de estos movi-mientos sucesivos de ruptura y de reanudación; en cier-to modo, de lazos con la tradición, de invención de nue-vas tradiciones. Por ejemplo, en el arte moderno, los poe-tas y también los pintores, los artistas, los músicos, sehan nutrido no solamente de la tradición occidental, sinode otras tradiciones ajenas a occidente: las de oriente,las de África; los cubistas que se inspiraron en el artede las máscaras, en el arte negro; los artistas mexicanosque se inspiraron en el arte precolombino. De modo queha habido una suerte de rupturas sucesivas de la tradi-ción, en ese sentido me parece que el arte moderno y lapoesía especialmente, han sido una desmesura, y que lahistoria de esta literatura nuestra es la historia de unadesmesura.

Esencial, la noción de progreso

—¿Seguimos viviendo el fin de la tradición de la rup-tura y la decadencia de la idea de arte moderno, comolo afirma en Los hijos del limo?

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—Sí, yo creo que vivimos en lo que ahora llaman, conuna expresión muy inexacta, «posmodernidad». Yo fuiuno de los primeros, y lo digo no por vanidad personalsino porque soy de lengua española, y lo que decimos losde lengua española, generalmente no es atendido por losotros. (Ortega y Gasset dijo muchas cosas importantes yque después otros repitieron, y muy pocas veces se lehizo justicia). Uno de los primeros en tratar el tema delfin del arte moderno, del fin de la tradición de la ruptu-ra, como la llaman, como la llamé alguna vez, fui yo. Vi-vimos una época que es el fin de la modernidad, no so-lamente en materia de arte, en materia de costumbres,en materia de ideas; yo creo que el fin del comunismo,el fin de la aparición del pensamiento ecológico, nosmuestra que vivimos otra época. Toda la época moder-na vivió con el espejismo del cambio y del futuro. El solde la novedad, desde el fin del siglo XVIII se llamó futurode las revoluciones, futuro de la sociedad feliz, futurode la evolución, etcétera, etcétera. En todo el pensa-miento del siglo pasado y también de este siglo, apare-ce la noción del progreso como lo esencial y cuando ha-blamos de progreso, hablamos de futuro. Ahora nos in-teresa defender la naturaleza, justamente los ataquesdel llamado progreso, nos interesa sobre todo conservarla armonía, pensamos que la perfección quizá es inalcan-zable, pero de todos modos la perfección no está en elfuturo, sino en la armonía de nosotros mismos con noso-tros mismos, con nuestros semejantes y con la naturale-za; es decir esta idea de ruptura del pasado, de avancesin cesar, hacia un futuro quimérico, vive un ocaso, y porello me parece que vivimos una época a la que es un pocosuperficial llamar posmoderna. Entramos en una nuevaépoca que no sabemos cómo se va a llamar, y no sabe-mos cómo se va a llamar porque las civilizaciones nunca

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saben cómo se llaman. Los griegos del siglo V no sabíanque eran los griegos siglo V. Cuando un caballero medie-val se despedía de su dama para ir a las Cruzadas, no ledecía: «Querida, me voy a la primera cruzada o me voy ala última cruzada». De modo que todos éstos son nom-bres que la posteridad da a las épocas históricas. Nosbautizan en el momento de nuestro entierro, por eso nosabemos nuestro nombre verdadero. Le llamamos posmo-dernidad... Es una palabra hueca.

—Parte esencial de nuestra época es el avance tec-nológico y parte de este avance se da en el ámbito de lacomunicación. ¿Cree usted, como McLuhan, que los me-dios electrónicos acabarán con la lectura?

—Me parece muy difícil. Me parece muy difícil por-que se acabarían más de seis mil años de civilización. Ellibro va a seguir siendo un instrumento fundamental eindispensable. Evidentemente la televisión va a tener,cada vez más, una influencia muy grande en nuestrasvidas, pero todo depende de cómo usemos la televisión.La televisión no puede ser únicamente, ni debe ser úni-camente, entretenimiento, información. Todo eso estámuy bien, pero yo creo que la televisión puede tambiéntener fines estéticos, artísticos y científicos muy distin-tos a los que ahora les damos. La falla actual no creo queesté tanto en la televisión, aunque son peligrosos algu-nos aspectos técnicos, como por ejemplo, la capacidadcon que hay que reemplazar un programa por otro. A mijuicio lo verdaderamente peligroso es el uso que hace-mos de la televisión. Hace mucho tiempo, cuando esta-ba en la India (después vine a México), pensé como Mc-Luhan, que cada civilización tiene medios de comunica-ción apropiados, pero que sin embargo no siempre las

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civilizaciones aprovechan bien sus medios de comunica-ción, como es el caso de la televisión actualmente.

La poesía es para oírla

—Usted piensa que la televisión o el cine son com-patibles con la poesía. De hecho tiene usted un proyectoaún no realizado de adaptar su poema Blanco al lengua-je audiovisual.

—Mire usted, entre los ensayos que he escrito en estelibro sobre la poesía Casa de la presencia hay algunosensayos, algunas reflexiones sobre la posibilidad de usarel cine o la televisión en materia de poesía. ¿Qué es loque distingue a la poesía de las otras artes literarias?Por ejemplo de la novela, que es la hermana de la poe-sía. Lo que distingue a la poesía de la novela es que fun-damentalmente la novela es literatura escrita. La poe-sía no hay que leerla, hay que oírla. Por eso es el artemás antiguo. Los hombres no sabían escribir pero de-cían poemas. Sabían rimar y sabían ritmar, que eso esla poesía. La aparición de estas nuevas técnicas de difu-sión de la palabra hablada, como son la radio, el cine yla televisión, implican que la poesía puede volver a suorigen, es decir, a ser palabra hablada y oída y no única-mente como ahora, palabra escrita, palabra que ustedlee. Esto es fundamental. Además, la televisión y el cinetienen una ventaja enorme, que en la imagen cinemato-gráfica o en la otra aparece en primer lugar la imagenvisual: un árbol, una nube, un triángulo, una esfera, cual-quier forma que uno ve con los ojos.

»Después, tiene sonido. Y además pueden aparecerletras sobre la pantalla y entonces tenemos la combina-ción de la imagen visual del sonido y de la palabra hablada

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y de la palabra escrita. Todo esto forma un poema. Deforma que lo que nos hace falta es un buen día decidir-nos; es un pequeño experimento, debemos empezar comosiempre, el arte por las minorías y debemos comenzar apensar en nuevas formas de uso de la poesía como pala-bra hablada y como palabra vista, como palabra conver-tida en imagen. Esto es a mi juicio una de las grandesposibilidades de la televisión que no han sido explota-das todavía.

—Recuerdo que durante su intervención en el Se-gundo Encuentro de la Comunicación, organizado porTelevisa en 1979, hablaba usted de la especialización depúblicos en la televisión. Existen ya canales de televi-sión abierta y de paga especializados en deportes, noti-cias y cultura; el videocasete, el videodisco, el video inter-activo, etc. que han confirmado su idea.

—Yo creo que más adelante, cuando sea económica-mente viable, así como tenemos ahora bibliotecas priva-das y bibliotecas públicas, tendremos bibliotecas de case-tes y de formas en las cuales podamos recoger la litera-tura escrita, y sobre todo la poesía. Yo creo que la grandiferencia entre la novela y la poesía está en eso, en lapalabra hablada, la palabra que se oye, por una parte yla palabra que se ve, que se lee. ¿Cultura del libro? Yocreo que no podemos renunciar a la cultura del libro. ¿Cul-tura de la imagen hablada? Tampoco podemos renunciara ella. Yo creo que son formas complementarias.

—Gran parte de su vida la ha pasado usted en com-pañía de los libros, han sido fuente de inspiración, dereflexión y de vida. Hay un hermoso poema de Quevedoque cita en sus obras completas:

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Retirado en la paz de estos desiertoscon pocos pero doctos libros juntosvivo en conversación con los difuntosy escucho con mis ojos a los muertos.¿Qué libros clave en su formación recuerda? En Co-

rriente alterna cita dos: Loco amor de Breton y El ma-trimonio del cielo y el infierno de Blake.

—Sí, esos son libros muy importantes que leí cuandotenía veinticinco años o veinticuatro años, son libros másbien difíciles. Los libros de la infancia y los libros de laadolescencia fueron para mí fundamentales.

—Su tía Amalia tuvo que ver en ello, ¿no?—Bueno, sí, en mi casa había una biblioteca. Por ejem-

plo a mí, entre los novelistas, Alexandre Dumas me gus-tó mucho. Leí Los tres mosqueteros y luego, Veinte añosdespués, y cuando iba acabando Veinte años después mequedé muy desconsolado, me puse a llorar, casi. Dije, «yahora que acabé esta novela, ¿qué voy a leer?». No sabíaque había unas bibliotecas inmensas y que uno nunca aca-ba de leer. Así que leí también novelas de aventuras. Ro-binson Crusoe fue un libro de cabecera y claro, Las milnoches y una noche o Las mil y una noches, como ustedquiera llamarlo. Pero esto lo leí no en las versiones eru-ditas que ahora conocemos, completas, yo lo leí en la vie-ja edición que circulaba y que era una versión para losniños, y éstas son imágenes que para mí continúan in-tactas. Aladino y su alfombra siguen flotando sobre elcielo de la Ciudad de México.

—Son los viajes a través de los libros.—Viajes inmóviles. Viajes; hay muchas maneras de

viajar. Hay los viajes que uno hace con la imaginación;son los mejores, los viajes que uno hace en su cuarto con

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los ojos cerrados o entreabiertos. Hay los viajes que unohace en avión, o en burro o a caballo. Yo hice un viaje acaballo cuando era adolescente, desde Chilpancingo has-ta Tuxtla, que fue terrible; duró horas y horas y horas.Para mí fue una experiencia realmente inolvidable, lle-gué muerto de cansancio. Y hay los viajes en las páginasde los libros, son los mejores, quizá. De pronto hay adua-nas —los idiomas— pero por fortuna si uno sabe dos otres idiomas, entonces puede uno pasar las aduanas yconocer otras comarcas. Porque no es lo mismo leer unlibro escrito en francés o en inglés en una traducción,que leerlo en lengua original. Las traducciones a vecesson excelentes, pero otras son como fotografías borro-sas.

—La traducción, otro de los temas sobre los que haescrito. Para usted la traducción es creación, el libro tra-ducido ya no es el mismo en la mayoría de los casos, ¿noes así?

—Nunca es el mismo libro. Las grandes traduccio-nes son recreaciones. Lo mejor es la recreación. Pienseusted lo que han significado los clásicos, los clásicos grie-gos y latinos para nosotros, para occidente desde hacesiglos y siglos. Muchos han sido leídos en los originales,pero también en traducciones. Cada lengua tiene tra-ducciones inolvidables de Virgilio o de Homero o de Ovi-dio y hemos vivido con esas traducciones. Lo mismo ocu-rre con los textos de la literatura oriental, esos son losclásicos que hemos descubierto después. Nuestros clási-cos primero fueron los de Grecia y Roma, pero ahora tam-bién son los de las grandes obras literarias de China,Japón y del mundo árabe y de la India.

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—Entre sus múltiples traducciones hay una célebreque quiero recordar ahora: Pessoa.

—Bueno, yo descubrí a Pessoa en París y lo descu-brí por una comida, en una cena con unos amigos en Pa-rís. Una de las personas, una amiga nuestra había he-cho un viaje a Lisboa y había descubierto a este poeta,había hecho unas traducciones que me enseñó y me pre-guntó: «¿Usted conoce a Pessoa?». Yo no lo conocía. Laignorancia a veces de algo tan cercano a nosotros comola literatura portuguesa es terrible. Le pedí a la pinto-ra Vieira Da Silva, que es una pintora admirable, los li-bros de Pessoa, y me prestó las obras completas. Empe-cé a leerlo y durante meses fue mi gran lectura. Tal fuemi fiebre, que decidí traducirlo, convertirme en uno delos heterónimos de Pessoa. No sé si usted recuerde lagran invención literaria y poética de Pessoa: crear, es-cribir, no lo que él llamaba, «con seudónimos», que escuando el autor escribe con otro nombre, sino crear hete-rónimos, cuando el autor se desdobla en otro autor dis-tinto. Yo fui un heterónimo de Pessoa. Al traducirlo, yoconvertí a Pessoa en otro poeta, en otro Pessoa, que tam-bién en cierto modo era Pessoa, otra vez el doble, diría-mos.

—Hay otra dualidad: sus traducciones casi siempreestán acompañadas de un ensayo sobre el poeta que tra-duce, como en el caso de propio Pessoa, de Basho, deJohn Donne y de tantos otros.

—En el caso de Basho viajé como decía Basho a lo-mos de otro, porque yo no sabía japonés, entonces tuveque ayudarme de un amigo, Hayashiya, que me hacía ver-siones literales del japonés al español; yo las rehacía, éllas volvía a corregir y todo esto después lo sometía a laaprobación de un amigo mío, Donald King, que es una

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gran autoridad en literatura japonesa, la gran autori-dad, yo creo en occidente, de la literatura japonesa, y élle dio al final su bendición a nuestra traducción.

—Además de los viajes a través de los libros, ustedha sido un gran viajero. Para mí hay cuatro viajes claveen su vida. El primero, a España en 1937, durante la Gue-rra Civil, cuando asistió al Congreso de Escritores Anti-fascistas. El segundo, a Estados Unidos de 1944 a 46, conla beca Guggenheim. El tercero, a París de 1943 a 52, enpleno auge del existencialismo, período durante el cualestrecha su amistad con André Breton. Y por último, elviaje a la India de 1962 a 1968.

—Bueno, se le olvidó uno, el primero y que fue paramí muy importante.

ÍNDICE DE PINTURAS

Autorretrato con gato, 1995. Temple magro(pigmento en polvo con agua, con soportede goma arábiga) y hoja de plata sobre tela ........... 7

Toro echado, 1978. Óleo y arena sobre tela .................67

Ambas pinturas pertenecen a Francisco Toledo Ju-chitán, Oaxaca, 1940.

ÍNDICE VOLUMEN I

BIO-BIBLIOGRAFÍA ............................................................. 10

POESÍA ............................................................................. 18A través .................................................................... 19Acabar con todo ....................................................... 21Adiós a la casa ......................................................... 23Agua nocturna ......................................................... 25Amor que te multiplicas ......................................... 27Antes del comienzo ................................................. 28Aquí .......................................................................... 30Árbol quieto entre nubes ........................................ 31Augurios ................................................................... 33Bajo tu clara sombra ............................................... 35Cerro de la estrella ................................................. 37Certeza ..................................................................... 39Como quien oye llover ............................................ 40Como reina de barajas ............................................ 42Contra la noche sin cuerpo .................................... 44Crepúsculos de la ciudad ....................................... 46Cuerpo a la vista ..................................................... 51

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Deja que una vez más te nombre, tierra ............... 53Destino de poeta ..................................................... 54Disparo ..................................................................... 55Dos cuerpos ............................................................. 57El ausente ................................................................ 58El cántaro roto ........................................................ 62El desconocido ......................................................... 69El mar, el mar y tú... ............................................... 72El mismo tiempo ..................................................... 73El pájaro ................................................................... 79El sediento ............................................................... 80Elegía interrumpida ............................................... 81Entre irse y quedarse ............................................. 84Envío ........................................................................ 85Epitafio para un poeta ............................................ 86Escrito con tinta verde ........................................... 87Espejo ....................................................................... 88Felicidad en Herat .................................................. 90Frente al mar ........................................................... 93Garabato................................................................... 94Hablo de la ciudad .................................................. 95Haikús ...................................................................... 101Hermandad .............................................................. 103Hermosura que vuelve ........................................... 104Himachal Pradesch (3) ........................................... 105Himno entre ruinas ................................................ 107Jardín ....................................................................... 110Junio ......................................................................... 111La caída .................................................................... 112La calle ..................................................................... 114La Dulcinea de Duchamp ....................................... 115La exclamación ........................................................ 116La hora es transparente ......................................... 117Lámpara ................................................................... 118

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La poesía .................................................................. 120La rama .................................................................... 123La sombra................................................................. 124La vida sencilla ....................................................... 126Las palabras ............................................................. 128Los novios ................................................................ 129Los viejos.................................................................. 130Madrugada ............................................................... 133Manantial ................................................................. 134Mariposa de obsidiana ............................................ 137Mar por la tarde ...................................................... 140Más allá del amor .................................................... 142Mediodía .................................................................. 144Misterio .................................................................... 145Monólogo .................................................................. 146Movimiento .............................................................. 147Ni el cielo ni la tierra ............................................. 149Niña .......................................................................... 151No es más ................................................................. 152Noche de verano ...................................................... 153Nocturno .................................................................. 155Nubes ........................................................................ 156Nuevo rostro ............................................................ 157Olvido ....................................................................... 158Oráculo ..................................................................... 160Otoño ........................................................................ 161Otro libro de amor .................................................. 163Palabra ..................................................................... 165Palpar ....................................................................... 167Pasado en claro ....................................................... 168Piedra de sol ............................................................ 181Piedra de toque ....................................................... 201Piedra nativa ........................................................... 203Primavera a la vista ................................................ 204

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Primavera y muchacha ........................................... 205Refranes ................................................................... 207Regreso..................................................................... 209Relámpago en reposo .............................................. 211Relieves .................................................................... 212Repeticiones ............................................................ 213Retórica .................................................................... 215Salamandra .............................................................. 216Salvas ....................................................................... 222Semillas para un himno .......................................... 223Silencio ..................................................................... 225Soneto I .................................................................... 226Soneto II ................................................................... 227Soneto III ................................................................. 228Tendida y desgarrada ............................................. 229Tiemble tu corazón.................................................. 231Toca mi piel ............................................................. 234Todos los días descubro... ....................................... 235Tu nombre ................................................................ 237Tus ojos..................................................................... 238Un despertar ........................................................... 239Ustica ....................................................................... 241Viento ....................................................................... 243Viento, agua, piedra ................................................ 244Visitas ...................................................................... 2451964 ........................................................................... 246

TRADUCCIONES .................................................................. 248

CUENTOS .......................................................................... 266Mi vida con la ola .................................................... 267Dama huasteca ........................................................ 272Maravillas de la voluntad....................................... 273

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ENSAYOS .......................................................................... 275Bombay ..................................................................... 276El ritmo .................................................................... 288La tradición del haikú ............................................ 311Máscaras mexicanas ............................................... 332Picasso: el cuerpo a cuerpo con la pintura ........... 350Todos Santos, Día de Muertos ............................... 361Tres momentos de la literatura japonesa ............. 381

Índice de pinturas ........................................................411

ÍNDICE VOLUMEN III

Ensayos sobre el autor y su obra ................................ 9“Adonde yo soy tú somos nosotros”, por Carlos

Monsiváis ................................................................................... 10I ................................................................................. 10II. El sentido de la historia (La obra ensayística) 26

Lo que fue Octavio Paz para nosotros ....................... 36Palabra comprometida, por José Pascual Buxó ........... 36Paz pasional, por Julio Ortega ............................................. 37El sentimiento crítico de la vida, por Josu Landa .... 39

El año 1914, por David Huerta .................................................. 42¿Cuál es el legado de Octavio Paz? ............................ 46

Jorge Fernández Granados .................................... 46María Baranda ........................................................ 48Christopher Domínguez ......................................... 49Luis Ignacio Helguera ............................................ 51Pedro Serrano ......................................................... 53José Ricardo Chaves ............................................... 54Fabio Morábito ........................................................ 55Myriam Moscona ..................................................... 56Daniel Sada .............................................................. 57

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Adolfo Castañón ...................................................... 58Coral Bracho ............................................................ 59Eduardo Hurtado .................................................... 60Manuel Ulacia ......................................................... 62Marco Antonio Campos .......................................... 63Antonio Deltoro ...................................................... 64Héctor Manjarrez .................................................... 65Alí Chumacero ......................................................... 67

Poemas .......................................................................... 69Despedida, por Carmen Boullosa ........................................ 69Con Palabras de Paz, por Juan Antonio Masoliver

Ródenas ...................................................................................... 71Presencia del agua, por Jorge Valdés Díaz-Vélez ........... 72Nacimiento, por Verónica Volkow ....................................... 72

La creación de otro tiempo, por Eduardo Milán ................ 74El hombre y su obra, por Patricio Eufraccio Solano .............. 79Octavio Paz: El último intelectual mexicano

por Soledad Loaeza .................................................................... 111El antiestatismo de Octavio Paz ........................... 115El mito del eterno retorno ..................................... 121Octavio Paz, el marginado de la intelligentsia .... 125

Réquiem por Octavio Paz, por Patricio Eufraccio ............ 129Octavio Paz: la palabra erguida, por Patricio Eufraccio

Solano ......................................................................................... 133La identidad de los contrarios ............................... 136Poesía de soledad y poesía de comunión .............. 141El arco y la lira. Una poética ensayística ............. 146Propuesta poética esencial .................................... 149

El discurso de Octavio Paz ante el EjércitoZapatista de Liberación Nacional ¿Un sujetocultural colonial?, por Luz Palomera Ugarte ................... 154

Homenaje a Octavio Paz, por Margarita Schultz ............... 169Octavio Paz, identidad y lenguaje, por Andrés Gallardo 174

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La imagen del Oriente en Octavio Paz, por Luis

Pulido Ritter ............................................................................... 199La contribución de Octavio Paz al haiku,

por Carlos Fleitas .................................................................... 219Octavio Paz en su “laberinto”: en torno a

El laberinto de la soledad medio siglo después,por Adolfo Sánchez Vázquez ..................................................... 223

El arco, la lira, la rosa. Octavio Paz y Jorge LuisBorges, por Marta Contreras ................................................. 234

Octavio Paz y el ensayo metapolítico, por Francisco Gil Villegas M. ........................................... 246

La libertad de Octavio Paz: el bosque parlante,por Miguel Ángel Rodríguez ...................................................... 256Resumen................................................................... 256Kant: libertad y ética .............................................. 264Humboldt: el hombre y el Estado .......................... 265Límites a las funciones y a los poderes delEstado: el liberalismo francés ............................... 270Montesquieu: espíritu de libertad ........................ 272Tocqueville: la profecía cumplida ......................... 274

La palabra rota: Paz y las reverberaciones poéticasdel ensayo, por Israel Arroyo ................................................ 281Resumen................................................................... 281Pensamiento analógico: Paz y Canetti .................. 287Ensayo analógico: prosa que danza ....................... 292

Política para poetas, por Medardo Maldonado Monroy ...... 299Paz y Breton, un encuentro surrealista,

por Guadalupe Nettel ..................................................... 308El vértigo de los cuerpos en los primeros poemas

de Octavio Paz, por Alberto Ruy-Sánchez ......................... 314Naturaleza de la distancia: André Breton y

Octavio Paz, por Alberto Ruy Sánchez ................................ 321Apuntes para llegar a Octavio Paz, por Gerardo Ciancio 325

El hijo del limo ........................................................ 327

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Un vestido y un fusil ............................................... 329El futbolito y la creación ........................................ 332El viento de las vírgenes ........................................ 333Un alto surtidor que el viento no arquea ............. 335