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  • SECCION DOCUMENTOS

    Pontificia Comisin Bblica "Biblia y Cristologa"

    (Texto Oficial)

    Traduccin por Jos Mara Gallego, S.J.

    PRESENTACION

    Dentro de nuestra seccin "DOCUMENTOS" hemos decidido publicar el emanado de la Pontiticia Comisin Bblica, en abril de 1983 y publicado en doble versin, latina y francesa por ''Les Editions du Cerr: Pars, 1984. Esta decisin la hemos tomado, pues dentro de nuestro medio tal Documento, al igual que los emanados de la Comisin Teolgica Internacional, no han tenido una suficiente difusin.

    Con esto queremos apoyar a la misma Pontiticia Comisin Blblica la cual expresa en su presentacin, el inters que tiene de ayudar a los pasores y a los fieles preocupados por la variedad de enfoques y aproximaciones exegticas que se dan hoy en la presentacin de Jesucristo a comprender en su glbbalidad los nuevos aportes e interrogantes que se estn planteando como el tener presente los riesgos que interpretaciones parciales conlle-van en la captacin del misterio de su persona y de su accin (l) en sus perspectivas salvficas y ontolgico mesinicas.

    La Comisin asociada a la Congregacin para la Doctrina de la Fe por Pablo VI en 1971, en el momento de la votacin de este Documento estaba integrada as: Cardenal Joseph Ratzinger, quien la preside, Jos Alonso Daz, S.J. (Espaa), Jean Dominique Barthelemy O.P. (Francia/Suiza), Pierre Benoit O.P. (Francialsrael), Henri Cazelles, S.J. (Francia), Guy Cou

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  • Como lo anota Joseph A Fitzmyer en su "comentario" (2) al Documen to los pun tos capitales del mismo estn: 1 f/ Insistir en la visin total de la imagen de Cristo presentada por la Escritura la cual no ha sido respetada por algunos enfoques (cfr. Secc 3 Parte 1). 2f/ Lo que es an de mayor-importancia, son los comen-tarios desparramados, aqu y all a lo largo de todo el Docu-men to, sobre la metodologa en la interpretacin de la Escritura. El Documento evita toda armonizacin o concordismo de los datos bblicos e insiste en el reconocimiento de los vacos cristo-lgicos, tanto de cada uno de los Evangelios como de otros escritos bblicos (cfr. 1.2.7.2 y 1.2.10), aunque la Comisin no habla explcitamente en ninguna parte del Documento del mtodo de interpretacin histrico crtico, sin embargo de hecho en sus in terpretaciones del A. T. Y del N. T. est de acuerdo con los principios de esa metodologa. No es que la Comisin haga de este mtodo un m exclusivo sino que lo utiliza como un medio para llegar a la "Cristologa Integral'~

    Reseamos a continuacin los cinco puntos que la Comisin destaca:

    a. El deseo que los estudios bblicos se lleven a cabo con la ayuda de los mtodos exegticos actuales y que cada vez se perfeccionen en sus investigaciones ~ estado actual (1.3.3.).

    b. Apela por una apertura a los. puntos crticos en exegsis (1.2.1.2.) Y que la historicidad de los Evangelios no ha de ser tomada en sus "detalles mnimos"tanto ms cuanto muchos elementos han sido aportados por un inters teolgico.

    twier C.S.C. (Canad), Alfonso Deissler (Alemania), Mons. Albert Decamps (~lgica), Jacques Dupont, O.S.B. (Blgica), Joachim Gnilka (Alemania), Jhon Greehy (Irlanda), Pierre Grelot (Francia), Augustyn Jankowski (Polo-nia), Cardo Cario Mara Martini, S.J. (Italia), Antonio Moreno CasamitJana Chile), Laurent Nav (Alto Volta), Angelo Peuna (Italia), Ignacio de la

    Potterie, S.J. (Blgica - Italia), Jerome D. Quinn (Estados Unidos de Am-rica), Matthew Vellanickal (India), Benjamn Wanbaq O. Puermost (Bl-gica). Su secretario era Marino Maccarelli O.S.M. Para consultar la historia de su creacin y reconstitucin ver "Sedula Cura" AAS 63 (1971) 665-69 como a Joseph A. Fitzmyer, Catecismo Cristolgico, 103-149.

    2. "Theological Studles" Sept. (1985) 443-479 tanto ms vlidos en cuanto que el autor fue hecho miembro de tal Comisin.

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  • c. Insiste en que el Jess de la historia debe ser admitido como "el origen de la Cristologa" (1.2.8.1). La Cristologa no naci unicamen te del Kerigma Pascual. Hay que otorgar unajusta valoracin a los textos ms tardos y no considerarlos como tergiversaciones de los datos originales del Jess Histrico (1.2.7.3) Y aunque se utilice un lenguaje simblico no se ha de identificar sin ms con algo mitolgico.

    d. Se acepta abiertamente el que la Resurreccin "no puede probarse de manera emprica'~ Por ella Jess fue introdu-cido en "el mundo que viene" (1.2.6.2).

    e. Conviene establecer una ms adecuada relacin entre los elemen tos preparatorios del A. T. Y la llegada de la plenitud de la revelacin en Jesucristo en el N.T. mediante estudios exegticos ms precisos y definidos (1.2.10).

    f. Se pide el valorar adecuadamente el lenguaje en la elabora-cin cristolgica de las demiciones conciliares como len-guaje "auxiliar" el cual reformul conceptualmente el len-guaje bsico y "referencial" de los escritos inspirados, que si bien son ms imprecisos en trminos, sin embargo han de tener la primaca por ser la fuen te de la revelacin (1.2.2.1).

    El Padre Jos Mara Gallego, autor de la traduccin, ha sido Profesor de las Facultades Eclesisticas de la Pontificia Univer-sidad Javeriana en donde tuvo a su cargo las ctedras de Cosmo-loga y Etica. Actualmente es el Director de la Biblioteca.

    *

    SILVIO CAJIAO, S.J.

    Doctor en Teologa, Universidad Gregoriana, Roma. Decano del Medio Universitario de la Facultad de Teologa, Universidad Javeriana; Profesor de Cristologa.

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  • "Biblia y Cristologa" (Texto Oficial)

    Muchos hombres de nuestra poca, sobre todo en Occidente, se dicen con gusto agnsticos o incre-yen tes. Pero se desinteresan por eso de Jesucristo y de su misin en el mundo? Los estudios y publicaciones que aparecen muestran que no, aun-que haya variado la manera de abor-dar esta cuestin. Sin embargo, algu-nos cristianos se sienten pertur-bados por la variedad de maneras de tratar el problema y de las afIrma-ciones que se hacen.

    La Pontificia Comisin Bblica quiere ayudar sobre este punto a los pastores y a los fieles.

    1. Presentndoles un breve cuadro de esos trabajos, de su inters, y de los peligros que llevan consigo;

    JOSE MARIA GALLEGO. S.J.

    2. Recordando brevemente el con-junto de los testimonios conser-vados en la Sagrada Escritura sobre la espera de la Salvacin y del Mesas, para situar exacta-mente el Evangelio sobre ese trasfondo, mostrando despus cmo hace falta entender el cumplimiento en Jesucristo de esa espera y de las promesas que la fundan.

    PRIMERA PARTE

    'Perspectivas actuales en la manera de tratar sobre Jesucristo

    Seccin l. Breve inventario de los intentos

    No se trata aqu de presentar una historia completa de los estudios

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  • sobre Jesucristo; se anota simple-mente que en nuestros das se ha intentado hacerlo de diversas mane-ras. Las resumiremos segn una cla-sificacin aproximada que no in-tenta ser ni lgica, ni cronolgica, indicando algunos nombres repre-sentativos para algunas de ellas.

    1.1.1 Intentos teolgicos de estilo "clsico"

    1.1.1.1. Este intento es el de los tra-tados dogmticos de tendencia espe-culativa, que presentan una elabora-cin sistemtica de la doctrina par-tiendo de las definiciones conciliares y de las obras de los Padres: tratado De Verbo Incarnato (Cfr. Concilio de Nicea, 325; de Calcedonia, 452; de Constantinopla 11 y m, 533 y 681) Y tratado De redemptione (Cfr. Conci-lios de Orange, 529; de Trento, sesiq-nes 5 y 6, 1546 Y 1547).

    1.1.1.2. Los trabajos concebidos as aprovechan muchos enriquecimien-tos modernos.

    a. Utilizan generalmente la crtica bblica, distinguiendo mejor el aporte propio de cada libro o grupo de libros: as la exgesis teolgica queda fundada ms slidamente: (v.g. J. Galot, etc.).

    b. La influencia lateral de una teo-loga centrada sobre la "historia de la salvacin" (Heilsgeschichte, vase ms abajo 1.1.6) permite situar con mayor firmeza la per-sona de Jess en lo que los Padres

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    llaman la "economa (dispensa-tio) de la salvacin n.

    c. Teniendo en cuenta puntos de vista modernos, ciertas cuestio-nes tratadas en la Edad Media son renovadas en parte: as la "ciencia" de Cristo y el desarrollo de su personalidad (v.g.J. Mari-tain, etc.).

    1.1.2 Mtodos especulativos de tipo crtico

    1.1.2.1. Un cierto nmero de telo-gos especulativos estiman necesario aplicar, no solamente a los telogos patrsticos y medioevales, sino tam-bin a las definiciones conciliares, una forma de lectura crtica que ha dado resultados positivos en el estu-dio de los textos bblicos: conviene interpretar esas defmiciones en fun-cin de los cuadros culturales e his-tricos en que han sido ela-boradas.

    1.1.2.2. El estudio histrico de los Concilios muestra en efecto que sus definiciones se han esforzado por superar disputas de escuelas o dife-rencias de puntos de vista y de len-guaje que dividan a los telogos, aunque afirmando la fe proveniente del Nuevo Testamento. A pesar de ese esfuerzo, no siempre se han superado con plenitud las oposiciones. Exami-nando crticamente el contexto cul-tural y el lenguaje de las formulacio-nes adoptadas, por ejemplo, en el Concilio de Calcedonia (451), se dis-tinguen mejor el objeto de la defini-cin y las enunciaciones empleadas

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • para formularlo rectamente. Si el contexto cultural cambia, las formu-laciones pueden perder su eficacia en un cuadro lingstico en que las mis-mas palabras no se emplearan con el mismo sentido.

    1.1.2.3. Hace falta pues confrontar de nuevo esas enunciaciones con las fuentes fundamentales de la Reve-lacin, volviendo con una atencin ms sostenida al Nuevo Testamento mismo. El estudio del "Jess hist-rico" lleva entonces a ciertos telogos (v.g. P. Schoonenberg) a hablar de su "persona humana"; pero no sera mejor decir su "personalidad hu-mana", en el sentido en que la Esco-lstica hablaba de "humanidad indi-vidual" y "singular"?

    1.1.3 Cristologa e investigacin histrica

    Otros caminos provienen ms de los mtodos de la historia cientfica. Estos mtodos que han dado prueba de su eficacia en el estudio de los textos del pasado, era natural que se les empleara con los textos del Nuevo Testamento.

    1.1.3.1 De hecho, desde el princi-pio del siglo XIX, se ha concentrado la atencin sobre la reconstitucin histrica de la vida de Jess, tal como aparecio a sus contemporneos, y sobre la conciencia que pudo tener de s mismo. Este desinters de los dogmas cristo lgicos era obvio en autores racionalistas como Reima-rus, Paulus, Strauss, Renan, etc. As

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    se le adopt en el protestantismo llamado "liberal": Se quera sustituir una teologa "bblica", establecida crticamente, a una teologa "dogm-tica" que pareca excluir toda inves-tigacin positiva (Cfr. A. Harnack, Das Wesen des Cristentums). Estas investigaciones sobre el "Jess de la historia" terminaron con resultados tan contradictorios, que la "inves-tigacin sobre la vida de Jess" (Leben Jesu-Forschung) vino a ser considerada como una empresa sin esperanzas (A. Schweitzar, 2a. ed., 1913). De la parte catlica, aunque M. J. Lagrange haya puesto firmemente el principio del "mtodo histrico" para el estudio de los Evangelios (La Mthode historique, 3a. ed., 1907), no se escapaba prcticamente a las dificultades precedentes sino postu-lando la historicidad integral de todos los detalles de los textos evanglicos (as: Didon, Le Cam us; ms matizado, Lebreton; el mismo Lagrange, Fer-nndez, Prat, Ricciotti, etc.) El es-fuerzo de R. Bultman (vase ms adelante 1.1.8) tendr como punto de partida esta dificultad de la investigacin sobre la ''vida de Jess".

    1.1.3.2. Desde entonces, el "mtodo histrico" ha recibido complementos importantes, porque los historiadores mismos han puesto en cuestin la concepcin "positivista" de la obje-tividad en historia.

    a. Esta objetividad no es la de las ciencias naturales; se refiere a experiencias humanas (sociales, psicolgicas, culturales, etc.), ocurridas una sola vez en el

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  • pasado, que no se pueden re-construir plenamente tales como fueron. Si se quiere descubrir su ''verdad'', hay que partir de los vestigios que han dejado y de los testimonios (monumentos y do-cumentos) e intentarlo en lo posible; pero no se llega a su comprensin sino en la medida en que se los entiende "desde su interior".

    b. Un esfuerzo tal hace intervenir necesariamente las subjetivida-des humanas en las investiga-ciones del historiador: ste ad-vierte su presencia en todos los textos que refieren los sucesos y evocan sus personajes, sin pre-juzgar la calidad de los testi-monios as conservados.

    La subjetividad del historiador mismo interviene en todas las etapas de su trabajo, en su inves-tigacin de la ''verdad'' en historia, (Cfr. H.G. Gadamer). Aborda los temas que estudia en funcin de sus propios centros de inters, con una "comprensin previa" (Vorverstandnis) que debe ajustar poco a poco en el contacto de los testimonios estudiados. Aun si se critica a s mismo en el curso de esta confrontacin, es raro que la exposicin de los resultados obtenidos no est condicionada por su propia con-cepcin de la existencia humana (Cfr. X. Leon-Dufour).

    1.1.3.3. El estudio histrico de Jess es el caso ms tpico de esta

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    situacin. Nunca es "neutra". En efecto, la persona de Jess concierne a todo hombre, y as tambin, al historiador mismo: por el sentido de su vida y de su muerte, por el alcance humano de su mensaje, poda inter-pretacin de que dan testimonio los diferentes libros del Nuevo Tes-tamento. Las condiciones en que se emprende toda investigacin sobre este punto explican la gran diver-sidad de los resultados obtenidos, sea por los historiadores, sea por los telogos; porque nadie puede estu-diar y presentar de una manera puramente "objetiva" la humanidad de Jess, el drama de su vida que corona la Cruz, el mensaje que ha dejado a los hombres por sus pa-labras, por sus hechos y por su existencia misma. Esto no impide que esta investigacin histrica sea indispensable, si se quieren evitar dos peligros: o bien que se conciba a Jess como un hroe mitolgico simple-mente, o bien que su reconocimiento como Mesas e Hijo de Dios sea abandonado a un fidesmo irracional.

    1.1.4 Cristologa y ciencia de las religiones

    1.1.4.1 Un dato ms se ofrece a la investigacin para completar la base de las investigaciones histricas: la de la "ciencia de las religiones", con las interferencias que se pueden observar entre stas. En esta pers-pectiva es en la que hay que colocarse, por ejemplo, para explicar el paso del Evangelio del Reino de Dios, tal como Jess lo anunci segn los textos

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • evanglicos, al Evangelio de Jess Mesas e Htjo de Dios, tal como se lo encuentra en los textos que presen-tan diversamente la fe de la Iglesia primitiva.

    1.1.4.2 Desde el siglo XIX, la his-toria comparada de las religiones ha conocido un auge que renov, sobre este punto, intentos ms antiguos. Dos clases de materiales permitieron tal avance: en primer lugar la re-cuperacin de las antiguas literaturas orientales gracias al desciframiento de las escrituras egipcias y cunei-forme (Champollion, Grotefend, etc.); en segundo lugar, las inves-tigaciones etnolgicas sobre las poblaciones llamadas "primitivas". El fenmeno religioso apareci entonces a la vez como irreductible a los dems) Cfr. Otto, Das Heilige, 1916) y como muy variado en el campo de las creencias y de los ritos.

    1.1.4.3 En esta perspectiva, al principio del siglo XX, la "Escuela de la historia de la religin" (Religion-geschicht1iche Schule) ha intentado aplicar bajo una forma gentica y evolutiva, por una parte, los orgenes y la evolucin de la religin de Israel, por otra parte, el surgir de la religin cristiana a partir del Judo Jess, en un mundo helenizado, marcado pro-fundamente por el sincretismo y el gnosticismo. R. Bultmann (Cfr. ms adelante 1.1.8) ha aceptado este principio sin reticencia para explicar la formacin del lenguaje cristolgico en el Nuevo Testamento. El mismo principio queda corrientemente admitido entre quienes no comparten

    JOSE MARIA GALLEGO. S.J.

    la fe cristiana. La cristologa pierde entonces todo contenido realista. pero es posible conservar este ltimo sin dejar de reconocer derecho a lo que exige la "ciencia de las religiones".

    1.1.5 Aproximaciones a Jess partiendo del judasmo

    1.1.5.1 La religin juda es evi-dentemente la primera que hay que estudiar para comprender la per-sonalidad de Jess. Los evangelios lo muestran profundamente arraigado en su tierra y en la tradicin de su pueblo. Desde principio del siglo, investigadores cristianos han en-contrado numerosos paralelismos entre el Nuevo Testamento y la literatura juda (Cfr. Strack-Biller-beck, J. Bonsirven, etc.) Ms recien-temente, los descubrimientos de Qumram y la recuperacin del antiguo Targum palestino del Penta-teuco han renovado las cuestiones y estimulado su estudio. Al principio hubo alguna vez, detrs de esta investigacin, una preocupacin por subrayar la historicidad de los materiales evanglicos sobre el trasfondo del judasmo antiguo. Actualmente se procura preferen-temente comprender mejor las races judas del cristianismo para medir

    ~xactamente la originalidad de ste sin perder de vista el tronco sobre el cual se injert.

    1.1.5.2 Despus de la Primera Guerra mundial, historiadores ju-dos, superando una animosidad secular que haba tenido paralelo en

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  • los predicadores cristianos, se han interesado directamente por la per-sonalidad de Jess y por los orgenes cristianos (J. Klausner, M. Buber, J.G. Montefiore, etc.). Cuidan de subrayar la judaicidad de Jess (por ejemplo, P. Lapide), las relaciones de su en-seanza con la de las tradiciones rabnicas, la originalidad proftica o sapiencial de un mensaje ntima-mente ligado a la vida religiosa de las sinagogas y del Templo. Se han buscado filiaciones, ya por el lado de Qumram, por historiadores judos (Y. Yadin, etc.) o desprovistos de toda fe cristiana (J. Allegro), ya por el lado de parfrasis litrgicas de la Es-critura, por autores judos (v. g. E. 1. Kutscher, etc.) y cristianos (R. Le Daut, M. McNamara, etc.).

    1.1.5.3 Historiadores judos, inte-resados por "el hermano Jess" (Sch. Ben Chorin), han puesto de relieve ciertos aspectos de su fisonoma, para encontrar en l un doctor prximo al fariseismo antiguo (D. Flusser) o un taumaturgo anlogo a aquellos cuyo recuerdo ha conser-vado la tradicin juda (G. Yermes). 'AJgunoshan aceptado establecer relacin entre los relatos de 'la Pasin y el Siervo paciente del libro de Isaas (M. Buber). Los telogos cristianos deben tomar en serio tales esfuerzos en el estudio de la cristologa.

    1.1.5.4 Los autores judos (v.g. S. Sandmel, etc.) tienen tendencia sin embargo, a achacar a Saulo de Tarso la atribucin de aspectos trascen-dentes de su fisonoma, especial-mente su filiacin divina. Esta

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    manera de ver, prxima a la de los historiadores provenientes de la Reli-giongeschichtlicheSchule, no siempre descuida la profunda judaicidad del mismo Pablo. En todo caso, es claro que el estudio del judasmo contem-porneo de Jess en toda su comple-jidad es una etapa previa necesaria para comprender la personalidad de este ltimo, y el papel que el cris-tianismo primitivo le ha atribuido en la "economa de la salvacin". Ade-ms, sobre una base tal, un dilogo fecundo, sin intenciones apolog-ticas, puede entablarse entre judos y cristianos.

    1.1.6 Cristologa e "Historia de la Salvacin"

    1.1.6.1 En el siglo XIX, como reaCClOn contra el "historicismo" liberal (Cfr. 1.1.3.1.) y contra el monismo idealista de Hegel que ejer-ca entonces una profunda influencia, telogos protestantes alemanes (v. g. J.T. Beck, J. Chr. K. von Hofmann), reasumieron por su cuenta la nocin de "historia de la salvacin" (Heil-sgeschichte), bastante prxima de lo que los Padres y los telogos me-dioevales llamaban "economa de la salvacin". Recibiendo el Evangelio en la perspectiva abierta por la fe, se esfuerzan por encontrar'en la historia humana ''los acaecimientos significa-tivos" en que Dios ha dejado, por decirlo as, la traza de su intervencin, y por medio de los cuales El lleva esta historia hacia su "cumplimiento". Estos acaecimientos constituyen la trama misma de la Biblia, y el "fin" de

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • la historia as concebido recibe el nombre de escatologa.

    1.1.6.2 En la perspectiva de la historia de la salvacin, la cristologa se despliega de varias maneras, segn el punto de partida elegido para construirla.

    a. Paralelamente a las obras sobre los ttulos de Cristo en el Nuevo Testamento (Cfr. F. Hahn, V. Taylor, L. Sabourin, etc.) o sobre el Cristo "Sabidura de Dios" (A. Fe u illet, etc.) O. Cullmann cons-truye sobre la misma base una cristologa esencialmente "fun-cionar' que se preserva de los anlisis metafsicos de estilo "ontolgico". Los ttulos en cues-tin son tanto los que Jess se ha dado a s mismo, en relacin estrecha con sus actos y su conducta, como los que los pre-dicadores del Evangelio le han atribuido en el Nuevo Testa-mento. Se refieren a la obra realizada por El durante su vida terrestre, su obra presente en la Iglesia, la obra final (o escato-lgica) hacia la cual la Iglesia dirige su esperanza, pero tambin su preexistencia (P. Benoit). Desde entonces, la soteriologa (o teologa de la redencin) est incorporada a la cristologa, en lugar de estar separada de ella como en los tratados clsicos.

    b. W. Pannenberg parte en su reflexin del hecho de la re-surreccin de Jess, anticipacin ( o prolepsis) del fin de la historia

    JOSE MARIA GALLEGO. s.J.

    entera. Estimando que se puede establecer su verdad por el ca-mino de la investigacin histrica (Historie), piensa que al mismo tiempo queda firmemente esta-blecida la divinidad de Jess. Partiendo de ah, hace la relec-tura de su viday de su ministerio: su predicacin ha inaugurado el Reino de Dios entre los hombres; su muerte ha realizado la sal-vacin de ellos; por la resurrec-cin, Dios ha confirmado su misin.

    c. J. Moltmann se coloca desde el principio en una perspectiva escatolgica: La entera historia humana aparece como polariza-da por una promesa, y quienes la abordan con fe descubren all la fuente de una esperanza orien-tada hacia la "salvacin por Dios". Este era efectivamente el caso en las promesas del Primer Testa-mento. Ahora bien, el Evangelio perfecciona esas promesas por el anuncio de la muerte y la re-surreccin de Jesucristo. En la Cruz, Dios ha asumido en su Hijo la pena y la muerte humanas para hacer paradjicamente de ellas el medio de la salvacin. Por amor, Jess se ha hecho efecti-vamente solidario de la huma-nidad pecadora y sufriente, a fin de asegurarle una liberacin que le alcance en todo su ser, tanto en el- orden de sus relaciones con Dios, como en el plano psicolgico (antropologa) yen el de la vida social (sociologa y poltica). La teologa de la redencin desem-

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  • boca as en un programa de accin. Se encuentra una preo-cupacin semejante en la "ex-gesis social" (Cfr. G. Theissen, E.A. Judge, A. J. Malherbe, etc.).

    1.1.7 Cristologa y antropologa

    Se agrupan bajo este ttulo diversos mtodos que tienen en comn buscar su punto de partida en diversos aspectos sociales de la experiencia humana y de la antropologa. Estos' caminos reasumen a su manera los debates, corrientes en el siglo XIX y en la primera parte del presente, sobre los "signos de credibilidad" que conducen a la fe. Los ensayos de esta clase tomaban como punto de par-tida, ya sea el examen de los signos

    _externos (apologtica clsica), o ya la experiencia religiosa considerada en su universalidad (tentativa "mo-dernista"), o las exigencias intrn-secas de "la accin humana" (M. Blondel). Desde entonces estos pro-blemas se han transformado, pero su transformacin ha tenido repercu-siones en el campo de la cristologa.

    1.1.7.1 P. Teilhard de Chardin ha presentado al hombre como el "brote terminal" de la evolucin del universo. Cristo, el Hijo de Dios encarnado, es considerado as como el principio unificador de la historia de la huma-nidadydel universo, desde su origen. Por el nacimiento y la resurreccin de Jess, se manifiesta as a los creyentes el sentido coherente del "fenmeno humano" entero.

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    1.1.7.2 Para K. Rahner, el punto de partida de la reflexin se busca en la existencia humana, analizada de un modo que l llama "trascendental": es fundamentalmente conocimiento, amor y libertad. Ahora bien, estas dimensiones de la existencia se ac-tualizan totalmente en la persona de Jesls durante su vida aqu abajo. Por su resurreccin, su vida en la Iglesia y el don de la fe que el Espritu Santo hace a los creyentes, rinde posible a todos la realizacin del proyecto hu-mano, que sin El, terminara en un fracaso.

    1.1.7.3 H. Kung, preocupado por el encuentro entre el cristianismo, las religiones mundiales y los humanis-mos modernos, se inclina sobre la existencia histrica del Judo Jess. Examina la manera como Jess tom en su mano la causa de Dios y la de los hombres, el drama que lo condujo a la muerte, en fm, el modo de vida cuyo animador e iniciador fue, y que el Espritu contina haciendo brotar en la Iglesia. El obrar cristiano apa-rece as como un "humanismo radi-cal" que da al hombre su autntica libertad.

    1.1.7.4 Estudiando la experiencia personal de Jess intenta E. Schille-beeckx poner un puente entre sta y la experiencia humana comn, sobre todo, la de quienes fueron los pri-meros compaeros de la vida de Jess. La muerte que Jess sufri en cuanto "profeta escatolgico" no puso fin a la fe de esos primeros compa-eros en El. El anuncio de su re-surreccin, entendida como ratifi-

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • cacin divina de su vida, mostr que haban reconocido en Ella victoria de Dios sobre la muerte y la promesa de salvacin para todos los que mar-charan tras El en su Iglesia.

    1.1.8 La interpretacin "existencial" de Jesucristo

    Una aproximacin a Jess de tipo antropolgico se encuentra tambin en la interpretacin "existencial" de los evangelios propuesta por R. Bultmann, a la vez, exegeta y telogo.

    1.1.8.1 En exgesis, Bultmann toma en cuenta los resultados ne-gativos en que terminaban las in-vestigaciones sobre la "vida de Jess" en el protestantismo liberal. De todos modos, esas investigaciones no pueden, segn l, servir de base a la teologa. Con la Religiongeschichtli-che Schule, admite que las creencias del cristianismo primitivo fueron el resultado de un sincretismo entre elementosjudos, venidos en particu-lar de los medios apocalpticos, y de los elementos paganos, venidos de la religiosidad helenista. As el "Jess de la historia" es separado ms que nunca del "Cristo de la fe" (segn el principio puesto al fm del siglo XIX por M. Kahler).

    1.1.8.2 Bultmann quiere, sin embargo, permanecer un cristiano creyente que realiza una obra teo-lgica. Pero para salvar el valor del "Kerygma" evanglico, que haba precedido a la actitud de Jess ante Dios, acab por reducirlo a la pro-clamacin del perdn concedido por

    JOS E MARIA GALLEGO, S.J.

    Dios a los pecadores: este anuncio est significado por la "Cruz de Jess", verdadera "palabra" de Dios inscrita en un suceso histrico. Tal es a sus ojos el contenido del mensaje pascual, que pide una "decisin de fe" (Cfr. S. Kierkegaard), que es la nica que asegura al hombre la entrad en una existencia nueva, plenamente "autn-tica". Esta fe no tiene, como tal, contenido doctrinal: es de orden "existencial", como compromiso de la libertad que pone al hombre en las manos de Dios.

    1.1.8.3 Las formulaciones de la cristologa y de la soteriologa que figuran en el Nuevo Testamento han sido hechas, segn Bultmann, en el lenguaje "mitolgico" de la poca. Este lenguaje debe pues ser des-mitologizado, es decir, interpretado teniendo en cuenta las leyes del lenguaje mitolgico, para formar objeto de una interpretacin "exis-tencial". Esta no tiene solamente por fin mostrar las consecuencias prc-ticas del mensaje evanglico; tiende a poner en evidencia las "categoras" que estructuran la existencia huma-na "salvada". Sobre este punto, la reflexin de Bultmann depende fuer-temente de la fIlosofa de M. Heidegger en Sein und Zeit.

    1.1.8.4 En su trabajo exegtico, Bultmann ha sobrepasado, como sus contemporneos M. Dibelius y K. L. Schmidt, la crtica literaria clsica para recurrir a la crtica de las "formas" literarias que han concurri-do a la "formacin" de los textos (Formgeschichte). Se trata menos de

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  • extraer de los textos evanglicos un contenido histrico relativo a Jess, que de establecer la relacin de estos textos con la vida concreta de la "comunidad primitiva" determinando el puesto que han ocupado all y la funcin que all han llenado (8itz im Leben), a fin de percibir sobre lo vivo los diversos aspectos de su fe. Sin abandonar sobre este punto las exi-gencias de Bultmann, sus propios discpulos (E. Kasemann, etc.) han experimentado la necesidad de reen-con trar a Jess mismo en los orgenes de la Cristologa.

    1.1.9 Cristologa y preocupaciones sociales.

    1.1.9.1 Estando condicionada la vida del hombre por su vida en sociedad, la atencin a los problemas prcticos planteados por la vida social dominan la reflexin de un cierto nmero de "lectores", telogos o no, que han dirigido su mirada hacia Jess. Observando y experi-mentando los vicios de las sociedades humanas, se vuelven hacia la "praxis" de Jess para buscar all un modelo aplicable a nuestro tiempo. Desde el siglo XIX, los socialismos utpicos (Cfr. Proudhon) se interesaban en los aspectos del Evangelio. Marx mismo, aunque rechazando un bloque reli-gioso, sufra la influencia lateral del mesianismo bblico, y F. Engels in-terpretaba en funcin de su teora de la "lucha de clases" la esperanza del cristianismo primitivo, tal como se presenta, por ejemplo, en el Apo-calipsis.

    248

    1.1.9.2 En nuestros das, las teo-logas de la liberacin, elaboradas sobre todo en Amrica Latina, buscan en el "Cristo libertador", que algunos han presentado como opositor po-ltico del poder romano (Cfr. S.G.F. Brandon), el fundamento de una "praxis" y de una esperanza. Para dar a los hombres una liberacin social y poltica no ha tomado Jess partido por la causa de los pobres, y no se ha opuesto a los excesos de los poderes opresores en los campos econmico, poltico, ideolgico y aun religioso? Los telogos de que tratamos tienen sin embargo formas mltiples. Los unos subrayan el carcter global de la liberacin necesaria, incluyendo la relacin fundamental del hombre a Dios (v.g. G. Gutirrez, L. Boff, etc.). Otros insisten principalmente en las relaciones sociales de los hombres entre s (v.g. J. Sobrino).

    1.1.9.3 De hecho, un cierto nmero de marxistas ateos, en bsqueda de un "principio-esperanza" (E. Bloch), ven en la praxis de Jess, fundada sobre el amor fraterno, un camino abierto para hacer emerger en la historia la humanidad nueva, en que se realizar el ideal del "comu-nismo" integral (v. g. M. Machovec).

    1.1.9.4 Algunos lectores de los evangelios, aceptando por principio la interpretacin de los fenmenos sociales y de la historia humana propuesta por algunas corrientes de los marxistas contemporneos, apli-can sus mtodos de anlisis a los textos del Nuevo Testamento y proponen de ste una lectura

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • materialista. Extraen as de los textos los principios de una praxis libera-dora, independiente, segn ellos, de toda "ideologa eclesistica", para fundar sus propias actividades so-ciales ev. g. F. Belo). Grupos de trabajo en que pueden figurar cristianos sin-ceros adoptan este mtodo que quiere juntar la teora con la accin, sin coincidir necesariamente con los fines tericos del "materialismo dialctico".

    l.l.9.5 Todas estas "lecturas" concentran su atencin sobre el "Jess de la historia". Segn su punto de vista, el hombre Jess fue el iniciador de una "praxis" liberadora cuya accin debe ser reasumida en el mundo moderno con medios nuevos. Bajo un cierto ngulo, los proyectos que se despliegan en esta direccin toman el lugar que ocupan, en la teologa clsica, la doctrina de la redencin y la tica social.

    l.1.9.6 En una perspectiva sensi-blemente diferente, aparecen inves-tigaciones que tienden a establecer una teologa prctica que, abor-dando los problemas del campo socio-poltico, ofrecera a los hombres, y sobre todo a las clases pobres y flpri-midas una esperanza efectiva "Ji/ reali-zable: por la Cruz de Cristo, Dicjs se ha hecho solidario de la humanJ,dad que sufre para efectuar su liberacin e Cfre. J.B. Metz). Se desemboca as en el campo de la tica.

    1.1.10 Estudios sistemticos de nuevo estilo

    l.l.10.1 Se agrupan bajo este ttulo dos sntesis en que la cristologa

    JaSE MARIA GALLEGO. S.J.

    se concibe como una revelacin teo-lgica de Dios mismo. Son las de K. Barth y H. U. von Balthasar. No se ignoran los resultados de la crtica bblica; pero el recurso de la Sagrada Escritura toda entera es lo que per-mite construir una sntesis sistem-tica. Jess de Nazareth y el Cristo de la fe son dos "tomas de vista" que se unen profundamente para construir la autorrevelacin de Dios en la historia humana. Evidentemente, esta revelacin no se descubre sino en la fe (K. Barth). Para H. U. von Balthasar, la "kenosis" de Cristo, manifestada por su obediencia radi-cal al Padre hasta la muerte en la Cruz, manifiesta un aspecto esencial de la vida trinitaria misma, al mismo tiempo que obra la salvacin de la humanidad pecadora asumiendo su experiencia de la muerte.

    1.1.10.2 Para Barth, la existencia entera de Cristo no adquiere su sentido sino en cuanto Palabra suprema del Padre. Comunicando esta Palabra por su Espritu en su Iglesia, Dios abre el camino a una tica que exige de los creyentes un interesarse por el mundo temporal: la vida poltica no queda excluida de eso. En Balthasar, que opera una contemplacin de Dios por el camino de la "esttica", la reflexin racional, las investigaciones histricas y la actuacin de la libertad humana en el amor estn integradas en el mis-terio mismo de la Pascua. As se esboza una teologa de la historia que se libra de las reducciones idealistas y materialistas.

    249

  • 1.1.11 Cristologas desde lo alto y cristologas desde

    abajo.

    1.1.11.1 Entre las investigaciones cristo lgicas que acabamos de re-sear, las que parten del "Jess histrico" se presentan, de alguna manera, como "cristologas desde abajo". Por el contrario, las que ponen el acento sobre la relacin filial de Jess con Dios Padre pueden llamar-se "cristologas desde lo alto". Muchos ensayos contemporneos se esfuer-zan por combinar ambos puntos de vista, mostrando, a partir del estudio crtico de los textos, que la cristologa implicada en las palabras y la ex-periencia humana de Jess presenta una continuidad profunda con las cristologas explcitas que se en-cuentran en el Nuevo Testamento. Se busca esta combinacin por caminos muy diversos (v.g. L. Nouyer, R. Fuller, C.F.D. Moule, I.H. Marshall, B. Rey, Chr. Duquoc, W. Kasper, M. Hengel, J.D.G. Dunn, etc.).

    1.1.11.2 Las orientaciones y las conclusiones de todos estos autores estn lejos de coincidir plenamente, pero coinciden en dos puntos princi-pales:

    a. Se debe distinguir la manera como Jess se present y pudo ser comprendido por sus con-temporneos (familia, adversa-rios, discpulos) y de otra parte, la comprensin que sus manifes-taciones ya resucitado han dado de su vida y de su persona a quienes creyeron en El. No hay

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    corte entre estos dos tiempos: pero se observa una transforma-cin considerable que es cons-titutiva de la cristologa misma. Esta debe reconocer los lmites de "Jess de Nazareth", aunque sabiendo reconocer en l al "Cristo de la fe", plenamente revelado por su resurreccin en la luz del Espritu Santo.

    b. Hace falta constatar tambin que los libros del Nuevo Testamento reflejan de diversas maneras la comprensin del misterio de Cristo. Pero lo hacen refirindose siempre al lenguaje de las Es-crituras: stas se han "realizado" en Jess, Salvador del mundo. Su cumplimiento supone un "creci-mien to de sen tido '; ya se trate del sentido que tenan primitiva-mente los textos bblicos, o del que el judasmo les atribua releyndolos en el tiempo de Jess. Este enriquecimiento de sentido no es el efecto de una simple especulacin teolgica: tiene su origen en la persona del mismo Jess, cuyos rasgos espe-cficos permite poner mejor en evidencia.

    1.1.11.3 En esta perspectiva los exegetas y los telogos abordan la cuestin de la personalidad indivi-dual de Jess.

    a. Esa personalidad ha sido mode-lada por una educacin juda cuyos valores Jess asumi ple-namente. Pero fue dotada tam-bin de una conciencia de s

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • original, tanto para su relacin de Dios como para la misin que tena que cumplir entre los hom-bres. Los textos (v. g. Luc. 2,40. 52) obligan a considerar un desarrollo de esta conciencia.

    b. Pero los exegetas y los telogos se resisten a emprender una "psico-loga" de Jess, tanto por causa de las dificultades crticas unidas a los textos,. como por razn del peligro de especulaciones abusi-vas, ya sean maximizantes o mi-nimizantes. Respetan el misterio de una personalidad que Jess no se preocup de definir expre-samente, aunque dejaba entrever algo de sus secretos ntimos con palabras o con hechos (H. Schr-mann). Las diversas cristologas del Nuevo Testamento, igual que las definiciones conciliares que han repetido su contenido recu-rriendo a "lenguajes auxiliares", han indicado la direccin en que puede emprenderse la reflexin sin circunscribir exactamente el misterio mismo.

    1.1.11.4 En su reflexin sobre Jesucristo, exegetas y telogos estn igualmente de acuerdo en no separar la cristologa de la soteriologa. El Verbo de Dios se ha hecho carne (Jn 1,14) para desempear una funcin mediadora entre Dios y los hombres. Ha podido ser el hombre "plenamente libre" y "el hombre para los dems" porque esta libertad y este don de s tenan su origen en la intimidad con Dios, a quien poda dirigirse como a

    JaSE MARIA GALLEGO. S.J.

    su Padre, en sentido particular y completamente nico. Las cuestiones de la ciencia y de la preexistencia de Cristo se presentan inevitablemente; pero provienen de una fase ulterior de la investigacin en cristologa.

    Seccin 11. Peligros y lmites de estos diversos mtodos.

    Cada uno de estos mtodos que acabamos de presentar tiene sus puntos fuertes, su arraigamiento en los textos bblicos, su riqueza y su fecundidad propias. Pero muchos entre ellos, si se les emplea sepa-radamente, corren peligro de no explicitar la totalidad del mensaje bblico, o aun de propagar de Jesucristo una imagen truncada. Es preciso pues medir con precisin los lmites de varios entre ellos.

    1.2.1 Los mtodos teolgicos de estilo clsico estn expuestos a dos escollos.

    1.2.1.1 Las formulac'iones de las tesis cristolgicas dependen ms del lenguaje de los telogos patrsticos o medioevales que del lenguaje del Nuevo Testamento mismo, como si esta fuente ltima de la revelacin fuera, en s misma, demasiado poco precisa para dar a la doctrina una formulacin bien definida.

    1.2.1.2 El recurso al Nuevo Testa-mento, marcado por el cuidado de defender o de fundar la doctrina llamada "tradicional" en su presen-tacin "clsica", peligra ser dema-siado poco abierta a ciertos pro-

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  • blemas crticos que la exgesis no puede evadir. Por ejemplo, se llegar a admitir demasiado fcilmente la historicidad de todos los detalles en ciertos relatos evanglicos, cuando pueden tener una funcin teolgica segn las convenciones literarias de la poca, o la autenticidad verbal de ciertas. palabras que los evangelios ponen en la boca de Jess, aun cuando se refieren de diversa manera en estos evangelios. Se descuidan as ciertas cuestiones que plantean leg-timamente nuestros contempor-neos, y se corre el peligro de hacer depender afirmaciones doctrinales de soluciones crticas de tipo "con-servador" que son discutidas.

    1.2.2 El esfuerzo de reflexin teo-lgica unido a la crtica del lenguaje empleado por los telogos y los concilios se basa sobre una intuicin justificada. Pero es preciso, para no traicionar el testimonio de la Sagrada Escritura, observar dos condiciones esenciales:

    1.2.2.1 Los lenguajes "auxiliares" utilizados en el curso de la historia de la Iglesia no tienen para la fe un valor idntico al del lenguaje referencial utilizado por los autores inspirados: el del Nuevo Testamento que hunde sus races en el Primero. Para percibir "el Absoluto de la revelacin" en la relatividad del lenguaje respetando la continuidad entre la experiencia fundadora de la Iglesia apostlica y la experiencia eclesial que la ha seguido, las distinciones y anlisis necesarios no pueden sacrificar las

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    afirmaciones formales de la Es-critura.

    1.2.2.2 En este trabajo se corre el peligro de dar un valor absoluto a las categoras de pensamiento y al len-guaje propios de nuestro tiempo, de tal manera que la comprensin de Cristo que brota de los textos bblicos podra quedar puesta en cuestin. Es lo que se producira si los textos del Nuevo Testamento se hicieran objeto de una seleccin o de una inter-pretacin estructurada con sistemas fllosficos. Ahora bien, la cristologa no puede ser elaborada sino guar-dando el equilibrio resultante del conjunto de la Escritura y asumiendo la variedad de los lenguajes que sta utiliza.

    1.2.3 Las investigaciones histricas que han demostrado su valor para la inteligencia de los personajes y de los acaecimientos del pasado, se impo-nen naturalmente en el caso de Jess de Nazareth. Evidentemente, no se puede descuidar ninguno de los datos histricos relativos al medio en que estos testimonios han sido recibidos y transmitidos.

    1.2.3.1 Sin embargo, no bastan los simples anlisis de los textos. En efecto, esos textos han sido redac-tados y recibidos en una comunidad que no viva de ideas abstractas, sino de la fe naciente y progresivamente profundizada, en la resurreccin de Jess, acaecimiento de salvacin insertado en la experiencia de co-munidades judas diversas.

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • 1.2.3.2 Como hay sobre este punto una derencia capital entre la fe de las comunidades judas y la de la Iglesia cristiana, se podra sentir la tentacin de olvidar la continuidad histrica entre la fe primera de los apstoles, estructurada por la Ley de Moiss, los Profetas y los Salmos" (Luc. 24,44) Y la que ellos adquieren por su relacin con Cristo resucitado. Ahora bien, esta continuidad es tambin un dato histrico: hubo una continuidad en su actitud religiosa hacia el Dios de Abrahn y de Moiss antes como despus del suceso pas-cual. Ha vivido con el "Jess de la historia" antes de vivir con el "Cristo de la fe". Sean cualesquiera las dis-posiciones subjetivas de los investi-gadores modernos, les hace falta volver a encontrar as lo que cons-tituye la unidad profunda de la cristol~a del Nuevo Testamento en el interior mismo de su desarrollo.

    1.2.4 Por necesario que sea el recurso a la ciencia comparada de las religiones para estudiar los orgenes cristianos ella implica dos peligros.

    1.2.4.1 Esa ciencia comparada puede estar dominada por un juicio preconcebido: que la religin cristiana debe explicarse como todos los casos anlogos, por la fusin sincretista de elementos preexistentes en el medio en que naci: elementos judos y elementos venidos de los paganismos contemporneos, pues habra resul-tado de la confrontacin entre un grupo creyente de origen judo y un medio helenstico al que ese grupo debi tomar prestado. De hecho,

    JOS E MARIA GALLEGO, S.J.

    desde el siglo III anterior a nuestra era, eljudasmo se haba enfrentado ya con el helenismo, sea para recha-zar los elementos que se oponan a su tradicin propia, sea para asimilar los valores que podan enriquecerlo: legando a los siglos siguientes una Biblia traducida al griego, haba ya manifestado el logro de su incultu-racin. El cristianismo naciente, heredero de esa Biblia, se meti por un camino semejante.

    1.2.4.2 Igualmente, se corre el pe-ligro de atribuir a las comunidades cristianas primitivas una facultad creativa desprovista de toda regu-lacin interna, como si las Iglesias no hubieran tenido ni encuadramiento, ni tradicin slida. En el lmite, al-gunos historiadores no veran en Jesucristo ms que un "mito" des-provisto de toda historicidad. Se evita lo ms frecuentemente esta conjetura paradjica. Pero un cierto nmero de historiadores incrdulos estiman que las comunidades del cristianismo helenista han hecho del "Salvador" de la tradicin juda el "hroe" central de una "religin de salvacin" paralela a los "cultos de misterios". La ciencia de las religiones no exige en manera alguna el postulado evolucionista que determina estas maneras de ver. Se esfuerza por descubrir "constantes", pero no nivela las creencias hasta el punto de falsearlas. Como para todas las religiones, debe detectar la especificidad de la religin de Cristo, ligada a la originalidad del "Evan-gelio". As, por la desviacin de la fenomenologa, puede abrir el camino a la cristologa misma.

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  • 1.2.5 El estudio profundo del medio judo es esencial para com-prender la persona de Jess y la vida de la Iglesia cristiana con su fe originaria.

    1.2.5.1 El estudio de Jess, llevado exclusivamente en esta perspectiva, pondra en peligro de mutilar su personalidad, en el momento mismo en que pondra en evidencia su judaicidad. No sera Jess ms que un doctor entre los otros, aunque fuera el ms fiel a la tradicin del Torah y de los Profetas? un tauma-turgo anlogo a algunos otros de que la literatura juda ha conservado el recuerdo? o un agitador poltico, vctima finalmente del poder romano con la complicidad del alto sacerdo-cio que no lo habra comprendido?

    1.2.5.2 Es exacto que las tensiones que han opuesto a Jess con la corriente pietista de los fariseos se parecen a las disputas entre herma-nosque participan de la misma herencia. Pero la vitalidad ulterior de la corriente brotada de El, despus de su rechazo por los jefes religiosos de su nacin, muestra que el disentimiento fundamental entre El y aquellos tena un principio ms profundo, aunque se admita que los relatos evanglicos hayan podido endurecer sobre este punto la si-tuacin original: se refera a un modo de relacin con Dios y de "cumpli-miento de las Escrituras" que Jess aportaba a sus contemporneos por su Evangelio del Reino de Dios. Un estudio profundo de lajudaicidad de Jess no puede olvidar este punto.

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    1.2.6 La manera de acercarse a Jesucristo partiendo de la nocin de la historia de la salvacin ha produ-cido resultados importantes, aunque la expresin Heilsgeschichte quede demasiado vaga. Las cuestiones que deja ambiguas varan segn los auto-res 'que siguen este mtodo.

    1.2.6.1 La palabra "historia", al menos en las lenguas modernas de origen latino, y en ingls, no tiene el mismo sentido cuando se habla de Jess como personaje "histrico" y cuando se habla de "historia" de la salvacin. El alemn puede introducir alguna distincin entre Historie y Geschichte, pero la terminologa que se haya de emplear,plantea una cues-tin difcil. La historia de Jess, en efecto, entra en el campo del dominio emprico accesible mediante el estu-dio de los documentos, mientras que la historia de la salvacin no encaja all. Incluye la experiencia comn, pero supone su comprensin a la cual no se llega ms que por la inteligencia de la fe. Es preciso tener en cuenta esta distincin para colo-car la cristologa en su verdadero terreno. Lo cual supone, tanto en el historiador como en el telogo, una apertura a lavida de fe y a la "decisin de fe" que a ella da acceso.

    1.2.6.2 Esta observacin se aplica particularmente a la resurreccin de Cristo, que por su misma ndole escapa a una constatacin pura-mente emprica, pues en efecto, in-troduce a Jess en el "mundo que viene". Su realidad puede ser inferida de las manifestaciones de Cristo en

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • gloria a testigos privilegiados, y es corroborada por el hecho de la tumba abierta y vaca. Pero no hay que simplificar esta cuestin suponiendo que todo historiador, con los solos recursos de su investigacin cientfica, pudiera demostrarla como un hecho accesible a cualquier observador: tambin aqu, la "decisin de fe", o mejor, la "apertura del corazn", determina la posicin tomada.

    1.2.6.3 En cuanto a los ttulos de Cristo, no basta distinguir los que El se ha dado durante su vida, y los que le han dado los telogos de la poca apostlica. Ms bien conviene distin-guir los ttulos funcionales que definen su papel en la realizacin de la salvacin de los hombres, y los ttulos relacionales, que se refieren a sus relaciones con Dios, de quien es el Hijo y el Verbo. En el estudio de esta cuestin, el examen de sus compor-tamientos y de sus actos no tiene importancia menor que el examen de sus ttulos, porque los actos manifies-tan lo que hay de ms profundo en la persona.

    1.2.6.4 La tensin ~trelahistoria de la .svacin y la escatologa y la esperanza que sta excita tienen consecuencias importantes para la "praxis" cristiana en el seno de las sociedades humanas. Pero la palabra "escatologa" es por s misma ambi-gua. Los "ltimos tiempos" estn ms all de la experiencia histrica? Ha anunciado Jess el fm de "este mundo" antes del paso de la gene-racin en que viva? O bien abri as una nueva perspectiva sobre la con-

    JOSE MARIA GALLEGO. S.J.

    dicin en que la historia misma se desarrollara? No se trataba de la ltima etapa de "la economa de la salvacin" inaugurada por el anuncio del Evangelio del Reino de Dios, pero todava no consumada, coextensiva a toda la duracin de la historia de la Iglesia? Una cristologa autntica debe precisar todas estas cuestiones.

    1.2.7 El peligro de ciertos mtodos antropolgicos, que reagrupan mo-dos de reflexin muy diversificados, es minimizar ciertos componentes de ese ser complejo que es el hombre en su existencia y en su historia; de donde viene eventualmente una cris-tologa truncada.

    1.2.7.1 En la observacin del "fe-nmeno humano", el aspecto religioso de ste, o su despliegue histrico, es estudiado siempre bastante cerca, para que la persona de Jess y la fundacin de la Iglesia en el seno del judasmo queden situados con preci-sin en el curso de la evolucin universal? Una visin 'optimista de sta en la direccin del "punto Ome-ga" deja espacio suficiente al pro-blema del Mal y a la funcin de la muerte de Jess, aun..que, por lo dems, se tengan en cuenta las crisis que la evolucin humana debe atra-vesar? El estudio de Jess y de las cristologas del Nuevo Testamento dar aqu los complementos ne-cesarios.

    1.2.7.2 Los ensayos especulativos sobre un anlisis filosfico de la existencia humana peligran de ser rechazados por quienes rehusan esas

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  • bases. Ciertamente, los datos bblicos no se descuidan; pero a menudo deben tomarse en cuenta con mayor consideracin de las exigencias de la crtica y de la pluralidad de las cristologas en el interior del Nuevo Testamento. Solamente entonces puede confrontarse la antropologa filosfi~a, de una parte, con la exis-tencia personal de Jess aqu abajo, y de otra parte, con el papel de Cristo glorificado en la existencia cristiana.

    1.2.7.3 Esjusto tomar como punto de partida un acercamien to histrico al hombre-Jess: su vida dejudo, sus comportamientos, su predicacin, su conciencia de s mismo y la manera como ha presentado su misin, la perspectiva de su muerte y el sentido que le pudo dar, los orgenes de la fe en su resurreccin y las interpreta-ciones de su muerte en la Iglesia primitiva, la elaboracin de la cris-tologa y de la soteriologa en el Nuevo Testamerl'to. Pero se corre el peligro de hacer depender los resultados obtenidos en el plano doctrinal de las hiptesis crticas previamente adop-tadas. Si por mtodo no se retuviera sino las ms restrictivas, podra quedar vaciada la cristologa de una parte de su contenido. Se lo advierte sobre todo si los textos estimados "los ms antiguos" se consideran como los nicos que verdaderamente den autoridad, y si los ms recientes se consideran como especulaciones se-cundarias que habran modificado sustancialmente los datos "originales" atribuibles al "Jess histrico". No han tenido esos textos por funcin, en su poca, explicitar, gracias a una

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    meditacin sobre el Antiguo Testa-mento y a una reflexin ms profun-da sobre las palabras y los hechos de Jess, la comprensin creyente de Cristo tenida global y virtualmente desde los orgenes? El papel devuelto al Primer Testamento, cuya autori-dad no ha sido discutida ni por Jess ni por sus discpulos, peligra ser descuidado aqu demasiadamente, lo cual falseara la interpretacin del mismo Nuevo Testamento.

    1.2.7.4 Es perfectamente legtimo tratar de establecer una continuidad entre la experiencia de Jess y la experiencia cristiana. Queda enton-ces por establecer, sin ligarse a las hiptesis minimizan tes, cmo y en qu sentido Jess, "profeta escato-lgico", ha sido reconocido en la fe como Hijo de Dios; cmo la fe y la esperanza incoativas de sus disC-pulos han podido mudarse en certeza de su victoria sobre la muerte; cmo, en medio de los conflictos que han atormentado a las Iglesias de los tiempos apostlicos, se ha podido reconocer la verdadera praxis queri-da por Cristo, la que fundaba el seguimiento, la secuela autntica de Jess; cmo las interpretaciones di-versas de su persona y de su funcin mediadora, tales como se encuentran en el Nuevo Testamento, pueden mirarse como la expresin verdadera de lo que El fue realmente y de la revelacin venida en El y por El. Teniendo en cuenta estas condiciones es como se puede evitar lo vaporoso en la presentacin de la cristologa?

    1.2.8 El mtodo fundado sobre el anlisis existencial con su insistencia

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • sobre la adhesin personal del cre-yente hacia Dios, conformemente a la obediencia practicada por el mismo Jess, subraya fuertemente el vnculo entre la exgesis, la reflexin teolgica y la fe viviente. Practicando una crtica rigurosa de los textos, llega frecuentemente a hacer brillar sus funciones en las comunidades cristianas para las cuales fueron compuestos, y por consiguiente, en la Iglesia de hoy. Pero muchos exegetas y telogos, cualesquiera que sean las confesiones a que pertenezcan, han mostrado sus lmites y sus eventuales lagunas.

    1.2.8.1 El radicalismo crtico reduce el resultado del estudio de los evangelios a un ncleo muy tenue, tanto ms cuanto que el conocimien-to de Jess como personaje de la historia lo considera como despro-visto d inters para la fe. As Jess no est verdaderamente en los orge-nes de la cristologa: sta habra nacido del kerygma pascual, y no de su existencia de judo que realice en su persona la Ley (Torah) bajo la cual vivi. Si esta Ley no tiene por papel ms que mostrar por su fracaso la impotencia de los hombres para sal-varse por s mismos no desaparece a su vez la teologa del Primer Tes-tamento?

    1.2.8.2 El lenguaje simblico em-pleado en el Nuevo Testamento para traducir el kerygma pascual diciendo lo que es Cristo y cul sea su funcin, es atribuido aqu al solo sector "mito-lgico": la relacin entre los dos Testamentos queda entonces redu-

    JaSE MARIA GALLEGO. S.J.

    cida al extremo. Finalmente, la in-terpretacin existencial propuesta para interpretar el lenguaje "mitolgico" no peligra de concluir lgicamente en una red uccin an tropolgica de la cristologa?

    1.2.8.3 Si la resurreccin de Jess y su exaltacin no son ms que traducciones mitolgicas del kerygma pascual, no se comprende ya cmo la fe cristiana ha podido nacer de la Cruz. Si Jess no es "Hijo" de Dios en un sentido nico, no se ve ya porqu Dios no habra dicho en El su "ltima palabra" por la mediacin de esa Cruz. En fin, si para apartar una concepcin racionalista de las "pruebas" de la fe, se suprime la nocin de los "signos" que la fundan no se desemboca en una invitacin al fidesmo?

    1.2.8.4 En la medida en que este modo de acercamiento a Jess est concentrado exclusivamente sobre la decisin personal de fe, no se dejan aparte los aspectos sociales de la existencia humana? Tanto ms, cuanto que se opone radicalmente una "moral del amor" muy poco defi-nida, a una "moral de la ley", que incluira las exigencias positivas de la justicia. Por todas estas razones, los discpulos de Bultmann han empren-dido la tarea de reintroducir a Jess en los orgenes de la cristologa, aunque reconociendo el derecho al proyecto global de reflexin fundado sobre la analtica existencial.

    1.2.9 Las ''teologas de la libera-cin"han recordado tilmente que la

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  • salvacin aportada por Cristo no se sita en el dominio de algo "espiritual" desencarnado; debe liberar a los hom-bres, por la gracia de Dios, de todas las tiranas que pesan sobre su con-dicin presente. Pero hay peligros posibles en las consecuencias que se sacan de ese principio general, sobre todo, si la doctrina de la redencin no se articula claramente sobre una tica que respete plenamente los datos del Nuevo Testamento.

    1.2.9.1 Ciertos marxistas miran lateralmente hacia el Evangelio de Jess para buscar all el ideal de una vida social verdaderamente fraterna. Pero eso deja intacto su mtodo de anlisis de los hechos sociales en los planos econmico y poltico, vincu-lado a una antropologa filosfica que, en su teora, incluye un atesmo fundamental. Adoptando sin crtica este mtodo de anlisis y la "praxis" consiguiente para hacer del Dios de la Biblia el artfice de una "liberacin" as concebida, se corre el gran peligro de falsear la naturaleza misma de Dios, la interpretacin correcta de Cristo, y finalmente, la comprensin del hombre mismo.

    1.2.9.2 Ciertos "telogos de la libe-racin" retienen firmemente al "Cristo de la fe" como principio ltimo de esperanza. Pero sucede tambin que se mira exclusivamente hacia la "praxis" del "Jess de la historia, reconstruida ms o menos arbitra-riamente con la ayuda de un mtodo de lectura que la falsea en parte, de modo que el "Cristo de la fe" no es considerado ya ms que como una

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    interpretacin "ideolgica" o aun una "mitologizacin" de su figura hist-rica. Entonces, la nocin de "poder" en las comunidades cristianas some-tidas a la potencia imperial de Roma y a las administraciones locales no constituyen ya objeto de ningn an-lisis preciso, y se corre gran peligro de interpretar la nocin misma de ese "poder" segn criterios marxistas.

    1.2.9.3 En consecuencia, no se toma en consideracin la accin li-beradora de Cristo operando en su Iglesia por el Espritu Santo; Jess queda como un simple "modelo" his-trico cuya accin debera ser pro-seguida por otros ms modernos y eficaces. Se peligra ~ de terminar en una completa reduccin antropol-gica de la cristologa.

    1.2.10 Los estudios de teologa especulativa sobre Cristo rehusan por principio -no sin razn- colo-carse en posicin de dependencia con relacin a hiptesis crticas que estn siempre sujetas a revisin. Pero el peligro sera que, por un cuidado excesivo de sntesis, la variedad de las cristologas del Nuevo Testamento quedara difuminada, siendo as que constituye una riqueza cierta; o tam-bin, que las preparaciones del An-tiguo Testamento, sean omitidas o minimizadas, privando as al Nuevo de sus races. Hay que desear que los trabajos exegticos encuentren un lugar determinado y muy preciso en el estudio de la revelacin que, desde sus orgenes histricos y en su de-sarrollo tiende a su perfecciona-miento en la totalidad del misterio de

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • Cristo. Hay ah, en un sentido distinto del sealado por San Pablo (Cfr. Gal 3, 24), una "pedagoga" divina que conduce a los hombres hacia Cristo.

    1.2.11 Todas las tentativas hechas para unir la "cristologa desde lo alto" con la "cristologa desde abajo" mues-tran la direccin que ciertamente hay que tomar. Pueden dejar en sus-penso cuestiones particulares que resolver.

    1.2.11.1 Las cuestiones crticas relativas a los evangelios, a la puesta en forma de las palabras de Jess que all figuran, a la historicidad ms o menos densa de los relatos que le conciernen, a la fecha y al autor de cada libro, a las modalidades y a las etapas de su composicin, al desa-rrollo doctrinal de la cristologa, quedan abiertas en el cuadro de los estudios exegticas. Hay all un cam-po de investigacin que no slo es legtimo, sino necesario y fructuoso para la cristologa sistemtica misma.

    1.2.11.2 Para percibir el valor nico de Cristo en la historicidad del mundo, no se puede prescindir de una investigacin sobre el lugar que ocupa la Biblia en el desarrollo de las culturas. Como ha aparecido ah en un tiempo relativamente tardo, no se puede omitir el estudio de la manera como ha tomado algunos de sus elementos para ponerlos al ser-vicio de la revelacin. Insertada en las culturas, lajudaicidad de Jess es portadora de su total humanidad. Este camino para llegar a Jess, es-timulado por los descubrimientos

    JaSE MARIA GALLEGO. S.J.

    arqueolgicos y etnolgicos de los dos ltimos siglos, apenas est en sus comienzos. En cambio, para descubrir cmo Jess es el salvador de todos los hombres en todos los tiempos, importa reflexionar sobre la cuestin de su preexistencia reco-nociendo en Ella Sabidura de Dios y su Palabra (Cfr. el Prlogo de Juan), artesano y modelo de la creacin entera, poder actuante en toda la historia.

    1.2.11.3 Para comprender cmo Cristo glorificado contina actuando eficazmente en este mundo para efectuar su obra de redencin, es necesario proseguir un estudio bblico ms preciso con respecto a las rela-ciones entre la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo dirigido por el Espritu Santo, y las sociedades en el seno de las cuales la Iglesia se . desarrolla. Bajo este respecto, la ecJesiologa constituye un aspecto esencial de la cristologa, en el momento mismo en qu~ ella se ofrece a las investigaciones de los socilogos.

    Seccin 111; Cmo hacer frente a estos peligros, a estos lmites, a estas incertidumbres?

    La experiencia evocada antes muestra que no se har frente a todos estos peligros enunciando al-gunas frmulas terminantes que representen la "verdad" definitiva, o elaborando exposiciones sistemti-cas que englobaran todas las cuestiones y las resolveran inme-diatamente.

    259

  • 1.3.1 La comunin de fe con el conjunto de la tradicin eclesial, que remite siempre al telogo a la Tra-dicin fundadora de los tiempos apostlicos (en el sentido amplio de la palabra que incluye todo el Nuevo Testamento) no dispensa de las in-vestigaciones que deben alcanzar el conjunto de la Escritura, sobre su lugar en Israel, sobre la nueva rama que se ha injertado en ella a partir de Jess en los escritos del Nuevo Tes-tamento hasta el cierre de su lista "cannica" es decir, "reguladora" de la fe y de la vida prctica. Sobre este ltimo punto existe una divergencia fundamental entre los judos y los cristianos; pero el principio de la "canonicidad" es admitido por unos y otros.

    1.3.2 El desarrollo literario de la Biblia refleja el desarrollo del don de Dios que lleva a los hombres su reve-lacin y su salvacin. Para los cris-tianos, este don culmina en el de su Hijo, "nacido de la Virgen Mara". La unidad de las Escrituras se realiza as alrededor de las promesas recibidas por los patriarcas y ampliadas por los profetas, despus, alrededor de la espera del Reino de Dios y del Mesas anunciado. Ahora bien, estas prome-sas y esta espera son las que encuen-tran su cumplimiento en Jess, Mesas e Hijo de Dios. El recurso a la Biblia en cristologa est sometido a este principio de totalidad que no haban olvidado los Padres ni los telogos medioevales, cuando re-curran a los mtodos ofrecidos por su cultura para leer e interpretar los textos bblicos. Nuestra cultura nos

    260

    ofrece otros medios, pero la orien-tacin con que hace falta practicarlos permanece la misma.

    1.3.3 Para que el lector creyente pueda fcilmente discernir en la Biblia esta cristologia integral, sera deseable que la ciencia bblica, cul-tivada con la ayuda de los mtodos exegticos de nuestro tiempo, estu-viera ms avanzada de lo que est en el estado actual de la investigacin y de la reflexin. En efecto, muchos puntos quedan oscuros en el proceso de composicin que ha terminado en la presentacin actual de los libros santos por los autores inspirados. Quienes para prescindir de las inves-tigaciones de este gnero, se atu-vieran a una lectura superficial que creeran "teolgica", emprenderan un camino engaoso: las soluciones simplistas no pueden en manera al-guna servir de fundamento slido a la reflexin teolgica efectuada con una fe plena. Pero la Pontificia Comisin Bblica estima que, prescindiendo de discusiones de detalle, los trabajos estn bastante avanzados para que todo lector creyente encuentre un apoyo rrme en ciertos resultados suyos para su investigacin sobre Jesucristo.

    Esto es lo que expondrn las dos secciones siguientes:

    1. Las promesas y la espera de sal-vacin y del Salvador en el Primer Testamento.

    2. El cumplimiento de esas prome-sas y de esa espera en la persona de Jess de Nazareth.

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • SEGUNDA PARTE

    EL TESTIMONIO GLOBAL DE LA SAGRADA ESCRITURA SOBRE CRISTO

    Seccin l. Las acciones salvadoras de Dios y la esperanza mesinica de Israel

    Se sabe que Jess y la primera comunidad cristiana reconocan la autoridad divina de las Escrituras que nosotros llamamos Antiguo Testamento. En efecto, sobre el tes-timonio de los autores sagrados, Israel pudo creer en la voluntad de salvacin de su Dios y conocer sus caminos. Esta primera experiencia de las relaciones entre Dios y su pueblo tiene pues su propia consis-tencia y merece por lo mismo que se la evale debidamente.

    Se pueden tambin examinar en estos escritos tres tipos de realidades cuyo perfecto cumplimiento encon-trarn los cristianos en Jesucristo: a) el conocimiento del verdadero Dios que se distingue de las otras divini-dades y funda la esperanza de Israel; b) la experiencia que Israel ha hecho de las voluntades de salvacin de su Dios, en el curso de su historia en medio de los otros pueblos; c) las diferentes mediaciones que promo-vieron constantemente la realizacin de la alianza y de la comunin entre Dios y los hombres. No se trata aqu de retrasar las diferentes etapas de la revelacin de Dios a Israel, sino de evocar los principales testigos de este "Primer Testamento" que la comu-

    JOSE MARIA GALLEGO, S.J.

    nidad cristiana primitiva entendi y comprendi a la luz de Cristo, llegado ya.

    2.1.1 Dios y la revelacin en el Antiguo Testamento

    2.1.1.1 Todos los pueblos del An-tiguo Oriente buscaban a Dios pero como "por tanteos" (Ac 17,27); segn el libro de la Sabidura, se han extra-viado en esa bsqueda, cuando encantados por la belleza de las cosas, tomaron por dioses las Potencias de este mundo, sin saber cun sl,lperior es su dueo (Sab 13, 3). Ahora bien, Dios se presenta a Israel como bus-cando El mismo a los hombres: llama a Abrahn (Gen 12, 1-3) y le cons-tituye una descendencia que llegar a ser su pueblo particular entre todos los pueblos de la tierra (Ex 19, 5-6; Dt 7,6) por pura gratitud (Dt 7,8). En Abrahn y su posteridad las naciones recibirn la bendicin (Gen 12,3; 22, 18; 26, 4); nicamente en este Dios ellas encontrarn la salvacin (ls 45, 22-25), yen El deben buscar el objeto de su esperanza (ls 51, 4-5).

    2.1.1.2 Dios, Creador del universo (Gen 1,1 - 2,4) se manifiesta a Israel sobre todo como Seor y Dueo de la historia (Aro 1,3 - 2,16; Is 1!! 5 ss.); El es el "Primero y el Ultimo", y fuera de El no hay otro Dios que pueda operar como El (ls 44, 6; 45,5-6); no hay Dios sino en Israel (ls 45, 14) y El es el solo (ls 45,5).

    Se presenta a los hombres nota-blemente como Rey:ya se ha revelado esta realeza por su fuerza de creacin

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  • (Sal 93, 1-2; 95, 3-5), Y la manifiesta todava ms por tomar a su cargo el destino de Israel (Ex 15, 18;Is52,7)y por su reino venidero (Sal 98).

    As esta misma realeza estar en el centro mismo del culto que se le rendir en Jerusaln (ls 6, 1-5; Sal 122). Cuando Israel se da jefes segn su eleccin (1 S 8, 1-9) sufre bajo el yugo de esos reyes (l S 8, 10-20) y as descubrir en su Dios al Buen Pastor (Sal 23; Ex 34), porque El es siempre "fiel... justo y recto" (Dt 32,4), "mise-ricordioso, compasivo ... abundante en ternura y veraz" (Ex 34,6).

    Un Dios cercano a los hombres constituye pues el corazn mismo de la fe de Israel; su nombre propio, dado por el tetragrama YHWH, quiere ser la confesin de una tal fe (Cfr. Ex 12-15), y define por lo mismo el tipo de relacin que pretende establecer con su pueblo, llamando a ste a la fidelidad.

    2.1.2 Dios y los hombres: promesa y alianza

    2.1.2.1 En virtud de una libertad inquebrantable (Jr 31, 35-37), signi-ficada por su juramento "ante s mismo" (Gn 22, 16-18), este Dios se ha comprometido con los hombres constituidos en un pueblo. Les provee dejefes responsables de la realizacin de estos designios: Abrahn (Gn 18, 19), Moiss (Ex 3, 7-'15), "Jueces" (Jc 2, 16-18) Y Reyes (2 S 7, 8-16). Me-diante ellos Dios librar a su pueblo de toda esclavitud o dominio extran-

    262

    jero (Ex 3, 8; Jos 24,10; 2 S7, 9-11), le dar el don de la tierra de las promesas (Gn 15, 18; 22, 17; Jos 24, 8-13; 2 S 7, 10), en fin, le procurar la salvacin (Ex 15, 2; Jc 2, 16-18). Tambin mediante ellos Dios trans- , mitir a este mismo pueblo sus mandamientosysusleyes(Gn 18, 19; Ex 15,25; 21,1; Dt 5, l;Jos 24, 25-27; 1 R 2, 3) cuya observancia ser' para Israel la manera de confesar a su Dios con el respeto del prjimo en su persona y en sus bienes (Ex 20, 3-17; Dt 5, 6-21; Ex 21, 2ss; Lv 19). La relacin entre el don de la tierra y la obediencia a la leyes presentada, en la Biblia, bajo el concepto jurdico de "alianza" (berit ) que define los nuevos vnculos que Dios establece entre El y los hombres.

    Ciertamente, el pueblo y sus jefes se comprometen libremente en esta alianza (Ex 24, 3-8; Dt 29, 9-14; Jos 24, 14-24). Tambin sern tentados de introducir otros dioses aliado de YHWH(Ex32, 1-16;Nm25, 1-18;Jc 2, 11-13) Y de oprimir a su prjimo con toda clase de injusticias (Am 2, 6-8; Os 4, 1-2; Is 1, 22-23; Jr 5, 1ss) rompiendo as la alianza contrada con su Dios (Dt 31, 16-20; Jr 11, 10; 32, 32; Ez 44, 7). Ciertos reyes fueron particularmente culpables en estas injusticias (Jr 22, 13-17) Y en esta ruptura de la alianza (Ez 17, 11-21). Pero la fidelidad de Dios vencer la iQfidelidad de los hombres (Os 2, 20-22) trabando con ellos una alianza nueva (Jr31, 31-34), alianza perpetua e inquebrantable (Jr 32, 40; Ez 37, 26:27). Alianza que no se extiende a la descendencia de Abrahn, marca-

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • da por el signo de la circuncisin (Gn 17,9-13) sino a la humanidad entera por el signo del arco iris (Gn 9,12-17; Cfr. Is 25, 6; 66,18).

    2.1.2.2 Si los profetas fueron los testigos escandalizados de esta rup-tura de la alianza bajo todas sus formas, que producan as la conde-nacin del pueblo elegido por YHWH (2 R 17, 7-23), son sobre todo, los testigos privilegiados de la fidelidad de ese mismo Dios por encima de las infidelidades humanas. Ese Dios transformar radicalmente el cora-zn del hombre, hacindole capaz de realizar sus compromisos por la obediencia a la ley (Jr 31, 33-34; Ez 36, 26-28). No obstante los fracasos repetidos de la alianza por parte de Israel, los profetas no dejaron de esperar la realizacin de la salvacin aportada por Dios, gracias a su amor y a su indulgencia sin lmite (Am 7, 1-6; Os 11, 1-9; Jr 31, 1-9) aun en los peores momentos de su historia (Ez 37,1-14).

    Dios, por David, haba realizado sus promesas de hacer de las tribus de Israel un pueblo libre en una tierra de su pertenencia (2 S 7, 9-11). Aunque sus descendientes no hayan marchado sobre sus huellas, los profetas aguardan siempre a aquel rey que, como David, (2 S 8,15), har reinar la justicia y el derecho, sobre todo, con respecto a los ms pobres y a los ms dbiles del reino (Is 9, 5-6; 11, 1-5; Jr 23,5-6; 33,15-16). Un rey ser la manifestacin del "celo" de Dios por su pueblo (Is 9, 6), Y la garanta de la paz prometida desde

    JOSE IItIARIA GALLEGO. s.J.

    los orgenes (Am 9, 11-12; Ez 34, 23-31; 37, 24-27).

    Los profetas anuncian tambin la purificacin y la restauracin de Jerusaln, lugar en que el Seor reside en su templo; ella llevar los nombres simblicos de "Ciudad-Justicia" (ls 1, '26), "el Seor nuestrajusticia" (Jr 33, 16), "el Seor est all" (Ez 48, 35); aun sus muros se llamarn "Salva-cin"ysus puertas, "Alabanza" (Is 60, 18). Todas las naciones participarn de la alianza eterna de David (ls 55, 3-5); sern llamadas a compartir la Salvacin del Dios de Israel en la ciudad santa restaurada (ls 62, 10-12), porque de Sin sale la ley y la justicia para alcanzar los confines de la tierra (Is 2, 1-5; Mi 4, 1-4), y slo en YHWH encontrarn la salvacin.

    2.1.3 Las mediaciones de salvacin

    2.1.3.1 Ciertamente, es Dios mismo quien salva a su pueblo y a la huma-nidad entera, pero lo hace por diver-sas mediaciones.

    a) El rey ocupa un lugar de elec-cin en este suceso de la Salvacin. Adoptndolo como su Hijo (2 S 7, 14; Sal 2,7; 110,3 LXX; 89, 27-28) Dios le confiere la fuerza de vencer a los enemigos del pueblo (2 S 7, 9-11; Sal 2, 8-9; 110, 1ss; 8~, 23-24), como lo haban hecho -antes los jueces sal-vadores (Jc 2, 16). Investido de la sabidura divina (1 R 3,4-15. 28) el rey debe ser fiel al Dios de la alianza (1 R 11, 11; 2 R 22,1...) y vigilar para que el derecho y la justicia se obser-

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  • ven a travs de todo el reino, sobre todo con respecto a los pobres, a las viudas y a los hurfanos (Is 11,3-5; J r

    ~2, 15-16; Sal 72, 1-4, 12-14). El Deuteronomio tendr pues razn para insistir sobre esta sumisin del rey a todos los deberes de la alianza (Dt 17, 16-20). Por lo dems, el rey asegur-ar a su pueblo paz y libertad mediante su fidelidad a la justicia (Sal 72, 7-11; Jr 23, 6; Is 11,5-9). Pero si el rey, como fue el caso, es hallado infiel a sus deberes con respecto a la alianza, arrastrar consigo al pueblo en su cada (Jr 12,12; 22,13-19). Las naciones mismas son invitadas por todas partes a participar de las bendiciones de un tal don que Dios hace a los hombres (Sal 72, 17).

    b) Aunque los reyes hayan ejercido funciones sacerdotales (2 S 6, 13.17-18; 1 R 8, 63 ss; etc.), el ejercicio de esas funciones corresponder a un sacerdote-levita (Dt 18, 18). Conviene subrayar que la funcin del sacerdote est definida en referencia a la Ley (Jr 18, 18); l es su guardin (Os 4,6; Dt 31, 9), l ensea las diversas clusulas que la constituyen (Dt 33, 10). Por su funcin cultual, el sacer-dote se santifica l mismo y con l, toda la comunidad de Israel (Lv 21, 8), para hacer posible la ofrenda de un sacrificio agradable a Dios (Dt 33, 10). Puesto que el culto celebraba los sucesos pasados de salvacin (Sal 132, 136 ... ) y recordaba los compro-misos de Israel hacia su Dios (Is 1, 10-20; Os 8,11-13; Am 5, 21-25; Mi 6, 6-8) el valor de la misin cultual del sacerdote, segn el testimonio no equvoco de los profetas, est con-

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    dicionado por el cumplimiento de su funcin de ministro de la Ley (Os 4, 6-10).

    c) El profeta desempe un papel importante en la experiencia que Israel hizo de la salvacin. Habitado por la "palabra" de Dios (Jr 18, 18) El est presente en todos los momentos crticos de esta historia (Jr 1, 10). Debe ante todo denunciar las infide-lidades del pueblo y de sus jef('s polticos y religiosos (l R 18): por el honor de su Dios, exige que se respete al hombre en su persona y en su bien, en virtud misma de la alianza si-natica (l R 21; Am 2, 6-8; 5, 7-13; Os 4, 1-2; Mi 3, 1-4; Jr 7, 9).

    El menosprecio de la Ley atrae sobre el pueblo pecador el juicio de Dios, que la intercesin del mismo profeta no sera capaz de apartar (Am 7, 7-9; 8, 1-3). Solamente una verdadera conversin del pueblo infiel podr permitir a Dios mani-festar de nuevo su salvacin (Am 5, 4-6; Jr4, 1-2; Ez 18,21-23; J12, 12-17). Puesto que esta conversin se ha manifestado efmera (Os 6, 4) si no imposible (Jr 13,23) Dios solo puede pues realizarla (Jr 31, 18; Ez 36, 22). Debido a esto, el profeta puede an un-ciar un porvenir mejor, aun en el momento en que los fracasos son los ms graves (Os 2, 20-25; Is46, 8-13;Jr 31, 31-34; Ez 37). Esta pedagoga prepara la victoria del amor de Dios sobre la condicin pecadora de los hombres (Os 11, 1-9; Is 54, 4-10).

    d) Al Sabio corresponde el sentido de este universo que el Creador ha

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • puesto a disposicin del hombre (Si 16,24 -- 17, 14) puesto que es a la vez el don y el reflejo de su bondad (Gn 1, 1-2,4; SaI8). Le corresponde tambin recoger y evaluar a la luz de la Reve-lacin las diversas experiencias del hombre en cuanto ser social y res-ponsable para legarlas a las gene-raciones futuras como un ideal que realizar (Pr 1 a 7), o un ministerio que respetar (Pr 30,18-19). Sin embargo, suceder que el Sabio sobreestime el valor de sus consejos (ls 5, 21; 29, 13-14) Y aun haga violencia a la Ley de YHWH por esos mismos consejos (Jr 8,8-9). Deber en fin saber medir los lmites de una tal sabidura para procurar al hombre felicidad y xito (Qo 1, 12 -- 2, 26).

    2.1.3.2 La historia ha mostrado que estas diferentes mediaciones no han logrado poner a los hombres en comunin duradera con Dios. Al trmino de constantes fracasos, Dios suscit en la conciencia religiosa de su pueblo la esperanza de mediadores nuevos, capaces de instaurar defini-tivamente su Reino.

    a) Aunque comparado a los anti-guos reyes davdicos, el rey-Mesas ser humilde, pondr fin a toda guerra y llevar la paz a las naciones todas (Za 9,9-10; Cfr. Sal 2, 10-12). La instauracin definitiva de este Reino mesinico es sin duda la obra de Dios mismo (Dn 2, 44-45), pero quiere realizarla por la mediacin de su pueblo santo (Dn 7, 27), cuando la venida de la 'justicia eterna", cuando la "uncin del Santo de los Santos" (Dn 9, 24).

    JOS E MARIA GALLEGO, S.J.

    b) El "Servidor del Seor" todava velado en su misterio profundo, se-llar la Alianza universal, revelar al mundo entero al nico verdadero Dios-Salvador, e instaurar el orden dictado por Dios (ls 42, 1-4; 49, 1-6). Solidario de los sufrimientos del pueblo errante, tomar sobre s el peso de sus pecados para justificar en seguida a las multitudes (Is 52,13 --53, 12).

    c) En fin, cuando los tiempos es-tarn cumplidos, aparecer como la figura de un Hijo de hombre (inter-pretado entonces como el "pueblo de los santos del Altsi-mo", Dn 7,18), viniendo ante Dios "con las nubes del cielo" para recibir el imperio eterno sobre todos los pueblos de la tierra, que le obedecern (Dn 7,13-14.27).

    2.1.3.3 Para representar esta accin de Dios en el mundo y en la historia, la fe israelita ha tenido recurso tambin a las figuras de cier-tas potencias que las religiones paganas consideraban algunas veces como divinidades, pero que esa fe israelita someti al Dios de Abrahn para evocar su presencia creadora y salvadora.

    a) El Espritu es una fuerza de Dios que presidi a la creacin de todas las cosas y las renueva sin cesar (Sal 104,29-30). Es sobre todo activo en la historia: en cuanto Potencia divina habilita para ciertas misiones. Se apo-dera de los Jueces para liberar a Israel (Jc 3,10; 6,34; 11,29); desciende sobre David (l S 16,13), sobre el rey ideal (Is 11,2) y sobre el Servidor (Is

    265

  • 42, 1-4) para hacerlos verdaderos mediadores del reino de Dios en el mundo. Es tambin quien produce en los profetas la inteligencia del tiempo presente (Ez 2, 1-7; Mi 3,8) Y la espe-ranza de la salvacin prxima (ls 61, 1-3). En los ltimos tiempos, este mismo Espritu crear el pueblo n ue-vo que resurgir de la muerte (Ez 37, 1-14) para guardar los preceptos de Dios (Ez 36, 26-28). Todo hombre en fm estar habitado por este Espritu, que le abrir el acceso a la salvacin (JI 3, 1-5).

    b) La Palabra de Dios no es sola-mente su mensaje dirigido a los hom-bres (Cfr. Dt 4,13 Y 10,4: las "diez Palabras"); es tambin y ante todo una potencia activa y que revela codo. Por su Palabra, "El dijo, y todo fue hecho" (Sal 33, 6-9; Cfr. Gn 1 ,3ss), y esta creacin es a la vez la obra de su Palabra y de su Espritu (Sal 33,6 ). Las palabras de Dios, puestas en la boca de los profetas (Jr 1,9) resultan para ellos ya una alegra (Jr 15,16), ya como un fuego en sus huesos (Jr 20,9; Cfr. 23,29). En fin, la Palabra, como el Espritu, es evocada, poco a poco, con trazos personales: toma lugar en la boca y en el corazn de Israel (Dt 30,14); "tiene su puesto" en los cielos (Sal 119,89); es enviada y realiza misiones (Sab 18, 15-16) de donde vuelve no sin resultado (ls 55,11). La tradicin rabnica acen-tuar fuertemente esta imagen: en-tonces la Palabra del Seor (Memra) manifestar la accin de Dios mismo en sus relaciones con el mundo.

    c) En el libro de los Proverbios, la Sabidura no es solamente un atri-

    266

    buto de los reyes o un arte del xito en la vida, sino que se presenta como Sabidura creadora divina (Pr 3,19-20; 8,22ss). Slo mediante ella los reyes pueden gobernar (8, 15-16). Invita a los hombres a seguir sus caminos; as encontrar la vida (8, 32-35). Creada antes de todas las cosas, preside a la aparicin del uni-verso, y encuentra su alegra en habi-tar entre los hombres (8, 22-31). Ms tarde se dice salida de la boca del Altsimo (Si 24,3), para identificarse en seguida con el libro de la Alianza y con la Ley de Moiss (Si 24,23; Ba 4, 1). El libro de la Sabidura de Salomn le atribuir la posesin del Espritu que lo penetra todo (Sab 7,22) yve en ella un "reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios" (7,26). 2.1.4 El balance de una

    experiencia religiosa privilegiada

    2.1.4.1 Los libros del Antiguo Tes-tamento, ledos sin cesar y constan-temente reinterpretados, quedan como testigos autorizados de las experiencias y de la esperanza que se acaba de evocar brevemente. En el tiempo de Jess, la esperanza de los judos haba tomado formas diversi-ficadas, segn las opiniones que prevalecan en las corrientes y en los partidos. Tanto como su realizacin final era mirada como cierta, tambin las modalidades de su cumplimiento quedaban indeterminadas. Por ejemplo, mientras que los fariseos crean en la venida del Mesas dav-dico, se esperaba entre los esenios, adems de este Mesas (Ungido) real

    BIBLIA Y CRISTOLOGIA

  • a quien volvera al poder poltico, un Mesas sacerdotal (Cfr. Za 4,14; Cfr. Lv 4,3) que tendra la preeminencia sobre l, y un Profeta que los pre-cedera a ambos (Cfr Dt 18,18; 1 M 4,46; 14,41).

    2.1.4.2 La espera del Reino de Dios, portador de salvacin para todos los hombres y causa de un cambio radical de la condicin hu-mana, constituye en todo caso el centro de la fe y de la esperanza de Israel. Su advenimiento, objeto de una Buena Nueva, resucitar a Je-rusaln e iluminar el mundo entero (Is 52, 7-10). Fundado sobre el de-recho y la justicia, este Reino manifestar a todos los hombres las verdaderas dimensiones de la san-tidad de Dios, que quiere la salvacin de todos (Sal 93; 96-99). Las poten-cias de este mundo han usurpado la realeza de Dios. Tambin sern ellas despojadas de sus vanas pretensiones (Dn 2, 31-45). Una de las grandes manifestaciones del Reino de Dios en medio de los hombres ser su victorIa sobre la muerte por la promesa de la resurreccin (Is 26,19; Dn 12,2-3; 2 M 7, 9-24; 12, 43-46).

    A Juan Bautista le tocar anunciar la venida inminente de este Reino definitivo que instaurar "uno ms fuerte que l" (Mt 3, 11-12 Y para-lelos). Los tiempos estn ahora cumplidos: todo hombre que se arre-pienta de sus pecados podr gozar verdaderamente de la salvacin (Mc 1,1-8; Mt 3,1-12; Lc 3,1-18).

    JOS E MARIA GALLEGO. S.J.

    Seccin 11. El cumplimiento en Jesucristo de las promesas de salvacin

    2.2.1 La persona y la misin de Jesucristo

    2.2.1.1 El testimonio evanglico

    Jess de Nazareth, "nacido de una mujer, nacido bajo la Ley" ha venido en la plenitud de los tiempos (Ga 4,4) para realizar la esperanza de Israel: Como deca El, por su predicacin del Evangelio, "el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est cerca" (Mc 1, 15). En su persona, este Reino est ya presente y operante (Cfr. Lc 17, 21 y las parbolas del Reino). Los milagros y la obra de potencia que El opera por el Espritu de Dios muestran que el Reino de Dios ha llegado (Mt 12,28). Jess viene, "no para abolir la Ley ni los Profetas, sino para darles cum-plimiento" (Mt 5,17).

    Sin embargo, este "cumplimiento" no puede ser asimiladQ a lo que los contemporneos deducan de su lec-tura de las Escrituras. Para saber cmo se diferenciaba, hace falta examinar con cuidado el testimonio de los evangelios. Estos provienen de los discpulos que han vivido la ex-periencia de sus palabras y de sus gestos (Ac 1,1), y que nos la han transmitido con la autoridad del Es-pritu Santo (2Tim 3,16; Cfr.Jn 16,3). La accin del Espritu Santo no ha consistido simplemente en asegurar una transmisin materialmente fiel;

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  • sino que ms bien ha fecundado una reflexin que ha producido, con el tiempo, una expresin cada vez ms rica, cada vez ms desarrollada, de la historia y de los hechos relativos a Jess. De ah las diferencias de tono, de concepcin, de vocabulario, que se observan, por ejemplo, entre los Sinpticos y el IV evangelio. Pero la seguridad de que esta maduracin del recuerdo y de la reflexin, en el seno de la primera comunidad cris-tiana, ha sido conocida por el Espritu de Dios, autoriza al cristiano, que recibe estas presentaciones de Jess y de su mensaje en diversos niveles de desarrollo, para acogerlos con la misma fe como autntica Palabra de Dios garantizada por la Iglesia.

    2.2.1.2 Jess y la tradicin del Antiguo Testamento

    La actitud que Jess adopta, no solamente con respecto a la Ley, sino tambin con respecto a los ttulos atribuidos por las Escrituras a los mediadores de la salvacin, depende esencialmente de la relacin que El mantiene con Dios: la del Hijo con su Padre (Cfr. ms adelante, 2.2.1.3).

    a) No es extrao verle aceptar los nombres de "maestro" (Mc 1,38 etc.) y de "profeta" (Mt 16,14; Mc 6,15; Jn 4,19), o aun atribuirse este ltimo ttulo (Mt 13,57; Lc 13,33). Aunque rehusa ser rey o mesas en un sentido puramente terrestre (Cfr. Lc 4, 5-7; Jn 6,15), no rechaza, sin embargo, el nom-bre de hijo de David (por ej. Mc

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    10,47, etc.). Ms an, se comporta como rey davdico, el da en que entra en Jerusaln bajo las acla-maciones de la multitud, "a fin de que se cumpla la Escritura" (Mt 21,1-11; Cfr. Za 9,9s). Se porta en seguida en el Templo "como te-niendo autoridad", pero no quiere decir a los sacerdotes en virtud de qu poder El hace esas cosas (Mc 11, 15-16.28). Efectivamente, en ese sitio su misin tiene un aire ms proftico que real (Cfr. Mc 11,17, donde se alegan Is 65, 7 y Jr 7, 11).

    b) Jess deja a Pedro profesar, en nombre de los doce discpulos que El es el Cristo (es decir, el Mesas); pero prohibe en seguida decir a nadie nada de eso (Mc 8,30ss), siendodado que esa pro-fesin de fe es todava imperfecta, y que Jess piensa ya El mismo en su fracaso final y en su muerte (Mc 8,31, etc.). Su concepcin del Mesas hijo de David difiere en efecto de la de los escribas; se lo ve, cuando El les muestra que segn el Salmo 110, 1, ste es el Seor de David (Mt 22, 41-47 y paralelos). En los evangelios si-npticos, cuando el gran sacer-dote le interroga para saber si El es el Cristo (el Mesas) hijo de Dios (o: del Bendito; Cfr. 2 S 7,14; Sal 2, 7) El da una respuesta cuyo tenor difiere segn los evangelios (Mc 14,62; Mt 26-34; Lc 22, 69-70, donde la pregunta est dividida en dos). Pero, en los tres casos, El profesa abiertamente que "en

    BIBLIA Y CRISTO LOGIA

  • adelante el Hijo del Hombre (Cfr. Dn 7, 13-14) estar sentado a la derecha de Dios (o: de la poten-cia)" como un rey en la gloria divina. En el evangelio segn Juan, cuando el prefecto Pilatos lo interroga para saber si El es "el rey de los judos", precisa que su realeza "no es de (ek) este mun-do" y que El la ejerce "dando testimonio de la verdad" (Jn 18, 36-37). De hecho, Jess no se comporta como Seor, sino como-servidor y aun como esclavo (Mc 10,45; Lc 22,27; Jn 13,13-16).

    c) La apelacin de "Hijo del Hom bre " que Jess slo se da a s mismo en los textos evanglicos, es de una gran importancia cuando lo de-signa como mediador de la salva-cin, segn el libro de Daniel, (Cfr. Dn 7,13). Pero hasta su Pasin, o al menos hasta su res-puesta ante Caifs, ese ttulo lleva consigo una cierta ambigedad, porque puede tratarse de una manera de hablar de s bastante corriente en arameo. En breve, Jess se comporta y habla de una manera tal, que parece que nunca revela explcitamente el secreto -o el misterio- de su persona, porque los hombres no podran comprenderlo: segn el IV evan-gelio, El slo dice lo que los dis-cpulos "pueden soportar" (Jn 16,12).

    d) Pero al mismo tiempo, El insina muchas cosas que se aclararn ms tarde en el Espritu (Jn 16,13). As en las palabras que El pron uncia sobre el cliz en el