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Perderme en ti Lali & Pitt Mais020291 Laliter


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Peter y Lali se odian,

pero se aman mucho

más que eso


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Ser hija de una madre que acaba de enviudar no es tarea fácil, y menos cuando esa chica soy yo. Eso

quiere decir, una persona rebelde, con ganas de ser libre, que dice las cosas directas a la cara y que

se defiende a costa de todo. Claro, no me defino por completo de ese modo, pero eso ya lo verán en

el transcurso de la historia.

Me llamo Lali y estoy demasiado enojada con mi vida; mi madre, por mi mal comportamiento (según

sus palabras), ha decidido cambiarme de colegio…uno más estricto y que mejorará mi actitud.

Detesto seguir sus reglas, pero finalmente ella es la que decide sobre mí. Mi novio, Pablo, es unos

años mayor que yo….pero aquello no nos afecta. Más bien nos afectará la separación; mi nuevo

colegio queda en otro estado, algo lejos de dónde vivo.

Llega el primer día y desde el instante en que me levanto, decido que no se la haré tan fácil a mi

madre. Me pongo el uniforme a regañadientes, con la blusa desabotonada y la falda más arriba de lo

permitido; sin embargo ella no sabe que en mi mochila llevo ropa casual. El colegio es bastante

grande y está repleto de niños, hay más de ellos que gente de secundaria. Mi madre me acompaña a

la dirección, para registrar mis datos y que me “paseen” por el colegio; aunque aquello no es

necesario, mi mirada furiosa sobre el director dijo todo: que estaba loco si pensaba “pasear”.

Me dan mi horario de clases y me informan que la primera ya comenzó…historia. Genial. Haciendo

una mueca hago como que me dirijo a la clase, pero me desvío hacia el baño, lugar en el que me

pongo mi “ropa casual”. Decido quedarme con la falda del uniforme pero me pongo un polo negro

con unas letras que dicen: “No me mires las tetas”. Salgo del baño riendo y sin vergüenza abro la

puerta de la clase e ingreso.

- ¿Esta es la clase de Historia de décimo? - pregunto

- Sí, pero la clase ha empezado hace media hora – dice el profesor

- Entonces mejor me voy – digo, cerrando la puerta

- ¡Ey! – el profesor alza la voz – pasa, pasa – dice, intentando ser amable – y siéntate

Lo hago y me siento en una de las carpetas vacías. El profesor frunce el ceño al tiempo que mira mi

polo.

- ¿Y eso qué significa? – dice señalando

- Significa que me estás mirando las tetas

La clase ríe.

- Muy bueno el chiste, ¿te funciona siempre? – pero el profe no se deja intimidar

- No. Sólo en este tipo de colegio – digo seria

- Bueno, en este tipo de colegio – dice el profesor, sin rendirse – hay unas reglas y éstas se respetan.

Una de ellas es el uso correcto del uniforme. Así que no puedes usar ese polo


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- Bueno…entonces

La gente no me conoce y éste profesor mucho menos. Manteniendo mi rostro serio y resistiendo las

ganas de reír, me quito el polo. La clase ríe de nuevo.

- ¿Sabes? – el profesor sigue sin rendirse – lo que haces lo encuentro bastante humillante, pero para

ti, para mí no

Esta vez no me salí con la mía, pero ya lo haré en otra ocasión. No me queda otra más que volverme

a poner el polo y salir al baño a ponerme la blusa del uniforme. En las demás clases, ya no hago el

mismo jueguito, pero soy rebelde con alguno de los profesores, especialmente con ellos que creen

que pueden dominar al resto.

- Hola. ¿Eres Lali, verdad?

Un chico de cabello rubio y ojos claros, bastante guapo, se me acerca a la hora del almuerzo. Es de mi

promoción, lo sé porque está en varias de mis clases. Acabo de ingresar a la cafetería para comerme

aquel pan con pollo que me envió mi madre, cuando él se acerca. Me dan ganas de responderle

oscamente, pero se nota que sólo quiere conversar.

- Sí. ¿Tú?

- Gastón – dice sonriendo y ya me cae bien - ¿me puedo sentar?

- Sí, claro – gente, soy amable cuando quiero – así me cuentas los chismes y anécdotas de este

colegio

Me doy cuenta que Gastón es bastante dulce, parece tímido pero en el fondo no lo es, solo le falta

soltarse un poco. Nos insertamos en una conversación tranquila y divertida sobre el colegio, sus

inicios y ahora, sobre los profes y las clases. Gastón me cuenta que estudia aquí desde que tiene uso

de razón y que no cambiaría este lugar por nada. Me permito hablar un poco de mí y le cuento que

vengo de otra ciudad, que mi padre falleció en un accidente de auto y que mi madre quiere mejorar

mi conducta. Eso lo hace reír.

- Gas, ¡ey! te estábamos buscando

Un grupo de chicos y chicas se acerca a la mesa, ellos también están en mi promoción. La que habla

es Euge, una rubia de ojos claros y cuerpo delgado. Junto a ella, hay dos chicos y una chica más. La

chica es rubia también, de cabello largo y ondulado; el primer chico es uno de cabello rubio (que

parece teñido) y con rulos (parece el club de los rubios, donde desentono). Y, el segundo…el

segundo es el morocho del grupo. Cabello corto y ojos grises y verdes a la vez, que me mira con

curiosidad, así como yo lo miro a él.

- Perdón, tenía hambre – se excusa el aludido

- Y, ¿ella es? – pregunta el morocho, claramente pregunta por mi nombre porque ya me conoció en

las clases


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- Perdón – se excusa Gas – ella es Lali. Lali ellos son Euge, Rochi, Nico y Peter

Todos me saludan menos el morocho que se limita a sonreír. Yo los saludo de vuelta…empiezo a

sentirme a gusto, ni los conozco, pero me transmiten paz. Todos se sientan en la misma mesa y

conversan conmigo; me caen bien, menos Peter que se dedica a pasear por toda la cafetería para

molestar a las chicas y a los chicos “nerds” según él. Se nota que es de esos que tienen mucho dinero,

que sus padres le dan todo lo que quiere y él se siente el dueño del mundo.

Noto también que Euge y Peter ni se miran a los ojos cada vez que él regresa a la mesa para decir

cualquier tontería. La curiosidad me puede y cuando Euge se retira para ir al baño, Peter sigue

molestando a los demás, y Nico y Rochi se insertan en una conversación, decido interrogar.

- ¿Qué le pasa a Peter? – le pregunto a Gas

- ¿Por qué? – pregunta confundido

- Ni se miran con Euge

- Es que han terminado – no necesita decírmelo para entender que eran novios

- ¿Y por qué? – la curiosidad me mata

- Parece que a Euge le está gustando Nico

Más tarde, después de dos clases aburridas (una de literatura y otra de psicología) tenemos un

receso de 20 minutos donde hablo a solas con Peter. Me voy al patio y me siento en una de las

bancas, mientras le envío un mensaje de texto a Pablo, diciéndole que extraño nuestros momentos

de pasión. Peter aparece a los cinco minutos, y observo que mira a lo lejos a una pareja que

conversa: Nico y Euge.

- Todavía te duele, ¿verdad? -le pregunto

No se había dado cuenta de mi presencia, así que se voltea para enfrentarme.

- ¿Qué cosa? – pregunta confundido

- El que hayas terminado con Euge

- ¿Y a ti que te importa lo que yo sienta? – dice a la defensiva

- No me importa, pero sé lo que es estar mal, que algo te moleste y nadie te crea

- ¿Y ahora es cuando me cuentas cuando eras pequeña, te caíste de la bicicleta y nadie te creyó? – él

también es peleador

- Te muestras duro con los demás y les haces creer que nunca puedes estar deprimido o mal – se lo

digo directa

- ¿Lo sabes por experiencia? – sigue a la defensiva


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- Bueno si - sonrío - igual soy tu última opción en caso quieras desahogarte – ríe sarcástico

- Hay muchas personas con las que hablaría antes que contigo. Estoy seguro – me dice, mirándome

desafiante

- Claro. ¿Y, con quien vas a hablar de esto? ¿Con Euge? Ah no, con Nico, su nuevo novio – digo

sarcástica y él me mira serio – a menos que después vayas a llorarle a Rochi, contándole tus penas –

sonríe apenas

- O sea que….solamente me quedas tú – hago una mueca con la boca - ¡qué consuelo!

Nos miramos a los ojos y escondemos las sonrisas.

- Mira, lo único que te digo es que si me necesitas para algo, silba – sonrío y él se contagia - ¿sabes

silbar, no? – me mira perplejo, claramente sorprendido por mi conversación

-Eh… - es lo único que pronuncia

Satisfecha, le sonrío una vez más y me alejo, dejándolo aún sorprendido.


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Durante estas dos semanas he intentado ser más que rebelde, pero los profesores saben controlar a

los alumnos y no se dejan vencer. Eso me exaspera. Igual intento no hacer mucho caso a lo que

dicen, pero me doy cuenta de que no estoy llegando a ningún lugar y que quizás…solo quizás …

debería de cambiar un poco mi comportamiento.

Mientras tanto, Peter y Nico ya no están tan distanciados. Según me contó Gas, porque todo me lo

cuenta él, Nico ha preferido la amistad de Peter antes que el amor por Euge. Cuando me lo contó me

pareció un acto más que valiente, además de tierno. De todos los chicos, Gastón es el que más me

habla, el que siempre me pasa la voz para almorzar juntos y sentarnos en clase…creo que le gusto,

pero no puedo saberlo a ciencia cierta.

-Ya no sé qué hacer, le está costando mucho aceptar que nuestros padres han muerto – comenta

Nico

El rubio tiene una hermana pequeña, y tal como dice él y me comentó Gas, los padres de Nico

fallecieron en un accidente hace unos meses. Desde entonces, él y su hermanita viven con sus tíos y

les está costando acostumbrarse a esta nueva vida.

-Eso es algo que tarda mucho en aceptarse – digo, recordando cuando mi padre murió

-¿Eso lo has pensado solita o te lo ha contado el fantasma de tu padre? – dice Peter y todos lo miran

indignados

No sé por qué me odia, no le he hecho nada. En realidad, nos hemos estado peleando por simples

tonterías…sobre todo durante clases. Tenemos personalidades parecidas y eso hace que choquemos.

Yo no dejo que me deje con la palabra en la boca y él tampoco. Pero igual, no tiene derecho a

tratarme como lo hace.

-Lo digo porque perdí a mi padre, imbécil – respondo, algo enojada y dolida

-Ah…entonces, te ha contado lo lindo que es el cielo, los angelitos, las palomas y todo, ¿no? –

continúa y siento un nudo en la garganta

-Déjala en paz – dice Gas, mirándolo desafiante

-Cállate – responde Peter

-¡Peter! – grita Rochi – deja de ser tan estúpido

El aludido me mira y hace una mueca, yo simplemente contengo las lágrimas. Parece que ese día se

basa en peleas con Peter, aunque esta semana ha sido básicamente de esa manera; tengo ganas de

hablar con él de buena forma pero él no deja que lo traten, es demasiado duro.

-No te duermas Gas – le susurro a mi amigo cuando estamos en clase de Inglés, después del

almuerzo

-Es que este profe es muy lento – se queja y sonrío


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-¡Ey! Sal de aquí

Peter aparece de la nada, aprovechando que el profe está explicando, mirando a la pizarra. A veces

tiene cada chispa extraña, ahora quiere sacar a Gas del asiento y sentarse a mi lado. Gas lo mira sin

entender y no le queda de otra más que cambiar de asiento.

-Mira…creo que lo mejor va a ser que nos dejemos de hablar – dice

-Sí, yo también creo eso – concuerdo – pero deberías ser menos grosero, te lo digo como consejo

-Mira, chiquita, a mí no me vas a venir a dar ningún consejito

-Entonces quién, ¿Euge?

-Imbécil – casi grita

-¡Ey! Señor Lanzani – el profe se voltea – tranquilícese

-Eres un imbécil – susurro – sólo quería ser amable – bueno, cuando quiero puedo ser hipócrita

también

-Cállate – dice algo fuerte, acercándose a mi rostro

-Ya, ¡suficiente! – el profe vuelve a voltearse – Lanzani, ya que tiene tantas ganas de hablar, traduzca

esta frase – señala la pizarra

-Ahí dice que el inglés es un idioma de mierda – dice enojado y la clase ríe

-Bueno, ya que está aburrido – dice el profesor, serio – seguro se va a divertir más con el castigo que

le pondrá el director

Intento no reír. Se lo merece, por ser tan hiriente sin tener ninguna razón específica para atacarme.

Peter se levanta de la carpeta enojado y yo aprovecho para golpearlo apenas con mi pie. Se voltea y

me mira enojado.

-Jódete – susurro

Pero mi “susurro” no es lo suficientemente bajo porque el profesor me escucha.

-¿Qué ha dicho? – se dirige a mí

-Nada – mierda, tampoco me quería meter en problemas con este profe. Este da miedo

-Repítelo – dice el profe, desafiante

Nunca me desafíen, los profesores no lo entienden hasta ahora.

-Le he dicho que se joda – digo, enojada


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No tiene sentido decir a dónde me envió el profesor. Salgo detrás de Peter, ante la mirada de los

chicos de la clase.

-¡Eres un imbécil! – le grito a Peter cuando estamos afuera – por tu culpa nos van a castigar

-Te lo buscaste. Aparte a ti te gusta que te castiguen

Me mira en silencio y se dirige hacia el baño.

-¡Ey! ¿A dónde vas? La dirección es para el otro lado – lo regaño

-Anda yendo, después voy yo –claramente está bromeando

Cuando está cerrando la puerta, la empujo y me inserto con él en el baño de hombres. Los dos nos

quedamos frente al espejo, mirándonos sin saber qué hacer o qué decir. Tengo ganas de insultarlo y

mandarlo al más allá y seguramente él también.

-Podríamos hacer algo mejor, ¿no? – propongo cuando me quedo mirando al espejo y él entra a uno

de los inodoros

Siento que está fumando por el olor que emana de adentro. Es una de las acciones totalmente

prohibidas del colegio y si te llegan a encontrar, pueden hasta expulsarte. Aunque no sé si a Peter le

podría ocurrir eso, su padre tiene demasiado dinero.

-¿Algo mejor? Si la estoy pasando increíble – dice irónico

Le saco el dedo medio, furiosa y me recuesto contra la puerta de su inodoro. Si él no va a la

dirección, yo tampoco. Apenas nos quedamos unos segundos así porque inmediatamente ingresa un

profesor y Peter abre la puerta para jalarme hacia adentro, escondiéndonos. No sólo estamos

violando la regla del cigarro sino la de estar ambos en el mismo baño cuando deberíamos estar en la

dirección. Mientras tanto, Peter me tiene pegada contra su cuerpo, con el cigarro colgando de su

boca y una mano contra mi boca, para que no suelte ninguna palabra. Escuchamos al profesor

lavarse la cara y cuando termina y se va del baño, ambos nos relajamos; Peter más que yo.

El problema surge cuando él suelta su mano de mi boca y ésta “accidentalmente” cae en uno de mis

pechos. Se siente tan raro el contacto, especialmente porque viene de él. Ambos agachamos nuestra

cabeza hacia el lugar y cuando volvemos a subirla, nuestras miradas se encuentran. Trago fuerte, no

me había dado cuenta de lo lindo que eran sus ojos, de la forma en que brillan cuando están a la luz.

No me había dado cuenta de sus labios delgados y de su lunar en la mejilla…lo hace ver…sexy. Su

mano sigue recorriendo mi pecho y después desciende a mi trasero.

Nuestras respiraciones se tornan más densas y siento una oleada de placer. No dejo de mirarlo a los

ojos y no dejo de pensar en lo hermosos que son. ¡Maldita sea! Estoy con Pablo. Y, éste no es él, este

es Peter, el morocho que odio a toda costa, el que me dijo cosas horribles.

-Saca la mano – digo


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Pero, en el fondo sé que no quiero que la retire, porque ni intento alejarme. Sigo enfocada en sus

ojos…tan verdes…

-No – susurra, sin dejar de mirarme

Desvío apenas mi mirada y ya no me enfoco en sus ojos, sino en sus labios. Me imagino besándolo y

lo que sentiría al hacerlo. Peter comprende lo que siento y no espera más. Se lanza a mi boca y yo

acepto.


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El beso se rompe cuando escuchamos nuestros nombres por el altavoz. Me aparto de él, bastante

confundida con lo que he hecho; él parece no estarlo porque no deja de sonreír como el estúpido

que es.

-Peter Lanzani y Lali Espósito, vengan de inmediato a la oficina del director – se escucha por el

altavoz- repito, Peter Lanzani y Lali Espósito, acérquense de inmediato a la oficina del director

Ambos nos miramos a los ojos. Luego él sonríe y se enfoca en mi cuello.

-¿Qué?

-¿Esto…no es un chupetón? – dice, tocando mi cuello

Lo miro asustada y tocándome el cuello. Claramente no quiero que todo el mundo sepa que he

estado haciendo algo….”extraño”. Pero, Peter ríe y ya sé que me está molestando. Cuando estoy a

punto de mandarlo a la mismísima, un profesor entra al baño y nos abre la puerta.

-Dios mío, ustedes sí que están en problemas – es el de historia – directo a la dirección

Está de más decir que nos escolta a los dos. Peter sigue sonriendo y yo no hago más que enojarme

con él. Claramente nos castigan: toda una semana hasta las cinco de la tarde limpiando los baños “ya

que tanto nos gustan”, según palabras textuales del director.

-¿Qué pasó? – pregunta Gas cuando nos encuentra saliendo de la dirección

-Me castigaron por haberme escondido en el baño – dice Peter y Gas enarca una ceja

-Qué habrán estado haciendo – dice Rochi que aparece de pronto

-Nada… – digo dubitativa

Soy nueva todavía y por más que este grupo de chicos se está convirtiendo en mis amigos, no da que

ya me esté involucrando con uno de ellos, siendo su ex una integrante del grupo.

-¿A ti también te castigaron? – me pregunta Gas aunque es bastante obvia la respuesta

-No. A ella le regalaron un pasaje a Brasil para que baile con los morenos – bromea Peter y no puedo

evitar reírme

Nos quedamos un rato conversando hasta que Gas jala a Peter hacia un lado. No quiero ser

chismosa, pero la curiosidad me puede más y me acerco apenas para poder oír. Rochi aprovecha

para ir al baño…esperemos que no la castiguen a ella también.

-Supongo que este castigo te va a ayudar a llevarte mejor con Lali – dice Gas

-¿Qué? – yo también me pregunto lo mismo

-Te cuento que me gusta Lali y en lugar de ayudar y llevarte bien con ella, todo el día te paras

peleando. La tratas mal y la andas molestando – así que mis sospechas eran ciertas.


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Mierda. Gas me gusta, pero como amigo. Es lindo y tierno, pero no me veo con él como algo más.

-Bueno es que Gas…Lali no es fácil. Tiene un carácter de mierda. ¿Sí o no?

-Sí, sí. Tiene un carácter de mierda, está bien. Pero…tiene una boquita – dice Gas y sonríe

Peter se queda helado tanto como yo. Puedo mentirle a Pablo, besarme con Peter mientras él no

esté…total sabíamos que lo nuestro no iba a funcionar y al paso que íbamos…pero, besarte con la

chica que le gusta a tu mejor amigo es otro tema. Es ahí cuando dejo de escuchar porque Rochi

regresa y atrae mi atención. Estoy enojada, enojada conmigo misma por haberme dejado llevar con

Peter…yo lo odio y él me odia, nada tiene que pasar entre nosotros, lo del beso fue un simple saque,

momento donde estábamos con las ganas contenidas.

-¿Estás bien? – me pregunta Rochi cuando me pierdo en mis pensamientos

-Sí, sí – digo, sonriendo falsamente – ¿vamos a la clase?

-¿Estás con fiebre? – bromea la rubia, ella sabe que odio las clases

-Es que quiero ser responsable – reímos porque es imposible creernos eso

De las chicas, Rochi es con la que mejor me llevo y es que Euge está un poco distanciada del grupo

por el temita de Nico y Peter. Aunque nos está costando un poco integrarnos entre todos, creo que

con el paso de los días, la situación va mejorando. Llevo poco tiempo aquí y ya los siento como un

abrazo acogedor, es lo único que evita que me escape de este horrible colegio.

Después de nuestra bella clase de una hora de Biología, finalizamos el día con Educación Física. Creo

que es el curso que más me gusta porque hacemos ejercicio, nos relajamos y no tenemos que estar

escribiendo en nuestros cuadernos. Nos ponen en pareja y “afortunadamente” me toca con Peter. El

profesor parece no darse cuenta de nada porque junta a Nico con Euge y a Gas con Rochi, aunque

quizás…solo quizás cree que así deberían ser las cosas.

-Lo de antes no va a volver a pasar. Lo sabes, ¿no? – dice Peter mientras estiramos los brazos

-Claro que no, ni en tus mejores sueños

***

No sabía que limpiar baños era tan horrible. Realmente mi semana ha sido espantosa, entre el beso

con Peter, el castigo del director y la limpieza de baños, he terminado realmente asqueada. Aunque

no puedo dejar de pensar en el beso que me di con Peter en el baño, el movimiento de sus labios y su

forma de mirarme. Mientras tanto nos hemos mantenido lo más alejado posible, solo nos limitamos

a intercambiar palabras clásicas como “hola” y “chau”. Durante el almuerzo, converso bastante con

Rochi y empiezo a conocer a Euge, una chica bastante alegre y segura de sí misma…aunque en el

amor todavía no lo sea. Se nota que ama a Nico pero la culpabilidad la carcome, al igual que al

rubio…al fin y al cabo, todos son amigos.


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Aquel martes, una semana después de la famosa limpieza de baños, me encuentro recostada en el

sillón de la sala de Gas, mientras él va trayendo los libros para estudiar. Rochi me acompaña, ella

está en el otro sillón, intentando no quedarse dormida mientras escuchamos música. Nos han

comentado que la práctica de Física del día siguiente no va a estar nada fácil.

-Me acaba de llamar Euge – dice Gas cuando regresa – dice que no va a poder venir, que Nico se ha

puesto muy mal por lo de su mamá, hoy se cumple un mes más de su muerte –no tiene que aclararlo,

se entiende que ha ido a su casa

-Pobre Nico, ¿cuándo será que deje de sufrir? – se cuestiona Rochi, suspirando. Creo que yo ya sé la

respuesta

-Euge debe de estar fatal. Se nota que se muere por Nico – digo

Hay un silencio.

-¿Ustedes creen que Peter ya superó lo de Euge o sigue enamorado de ella? - pregunto

-No tengo ni idea – dice Gas y Rochi se encoge de hombros – porque cómo es él de frío nunca sabes

lo que piensa

Sin duda, opino lo mismo. Por primera vez realmente estudio, Gas y Rochi saben bastante del tema y

cuando se ponen a discutir acerca de los problemas, sonrío. En este poco tiempo he llegado a

quererlos mucho. Nos insertamos física a la “vena” y para las nueve de la noche ya nos

consideramos unos expertos en el tema. Y, no nos equivocamos. En el examen nos falta tiempo para

gritar de alegría, nos ha ido más que bien; es la primera vez que un profesor me felicita y me sonríe.

Mi fama de rebelde y gruñona se ha extendido por el colegio.

-¡Perdón! – me excuso

Creo que me debería llamar “Chica de la mala suerte”. Me he chocado con nada más y nada menos

que Peter en medio del pasillo, mientras llevaba un vaso con agua en la mano. El agua ha caído

encima de su ropa, especialmente en su pantalón.

-Fíjate por dónde caminas – dice enojado

-Y, tú, ¿por qué no te fijas también? – devuelvo

-Es que me pones tan nervioso que… - dice, a modo de broma

-Tranquilo, que entre nosotros no va a pasar nada más. Ya me quedó claro

-Me alegro porque no quiero que te hagas ilusiones

Intento no reír, su expresión de “soy fuerte” no me convence.

-Sé lo que te pasa – digo, bajando la voz

-¿Ah sí? Seguro es una idea brillante, pero – sonríe y pasa a mi lado – no tengo tiempo


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-Te sientes culpable – digo de espaldas a él – sé que le gusto a Gas – digo volteándome y él también

lo hace – y tú te sientes mal por haberte besado conmigo – me mira serio, haciéndose el tranquilo

cuando sé que todo esto lo mueve

-No tienes ni idea, no sabes nada – sonríe tontamente y se voltea de nuevo

-Sé que te gusto – digo, sonriendo y casi riendo

Él se voltea y nos miramos a los ojos

-Estás loca. Ahora entiendo porque nadie te aguanta

-Anda a limpiarte – digo, haciéndome la que no escuchó lo último que me dijo – que parece que te

hubieras echo pis encima


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Las cosas van mejorando. Al menos en lo que respecta al grupo. Peter ha hablado con Euge y han

decidido dejar las cosas claras: ella siente cosas por Nico y él lo acepta…la quiere mucho, pero como

amiga. Rochi y Gas se encargan de llenar mis mañanas y tardes de colores, contándome ciertos

chistes y anécdotas, además de crear charlas acerca de cualquier tema. Realmente las paso bien con

ellos y me hacen olvidar de mi rebeldía, de mi madre intentando cuidarme como una niña, de Pablo

que hace mucho que no hablo con él, pero sobre todo de mi padre, aquel que hace ya un tiempo se

ha ido. Aunque Peter no duda en recordármelo.

-Bueno chicos, gracias. Nos vemos la próxima clase – dice Manuela, nuestra profesora de Geografía –

hasta luego

Se despide y todos empiezan a organizar sus cosas, listos para descansar antes del siguiente

periodo.

-Me da una flojera – le comento a Gas mientras ordenamos nuestras cosas - la geografía es

importante, ¡pero no puedo aprenderme cada uno de los cien mil ríos que hay en el mundo! – me

quejo

-Bueno, al menos así puedes parecer inteligente frente a un chico guapo y recitarle un poema con los

ríos más grandes – bromea Gas y ambos reímos

-Gas – nos interrumpe Peter – préstame tu celular que no tengo crédito

-¿Para qué? – pregunta el aludido

-Nada…quiero llamar

-¿Vas a llamar a la radio para que te den consejos de cómo ser mejor persona? – sin aguantarme,

bromeo

-No. Voy a llamar a tu padre – ¿por qué tiene que ser tan idiota? – ah no, perdón, está muerto –

sonríe estúpidamente y se va del salón

-Ey, no le hagas caso – dice Gas cuando me ve mal

-Es que estoy harta de él, estoy harta

Salgo enojada del salón, detrás de Peter. Mi enojo es tanto que me provoca lanzarle un puñete. Hay

muchas clases de bromas y bromear acerca de mi padre que ha fallecido, no es una bonita. Sé que yo

la empecé, pero no tiene por qué contestar de esa forma.

-¡Eres un imbécil! – grito, cuando lo veo en el pasillo – crees que porque te has besado con una chica

tienes todo el derecho a humillarla – en este entonces él ya se ha volteado y me mira algo enojado

-No sabía que para aprobar el curso tenías que coquetear con Gas – dice y se acerca a mi rostro

-Así que es eso

-¿Qué?


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-Estás celoso – ríe

-¿Yo de ti? – se aleja – pero, ¿quién crees que eres? ¿Megan Fox?

-No – niego con la cabeza - pero te gusto y eso te jode – ríe sarcástico – pero me da igual. Cómo te

vuelvas a meter con mi padre…

-¿Qué? – dice desafiante, acercándose de nuevo

-Te parto la boca – susurro

-¿Con qué mano? – la continúa

-Con esta

Sin poder aguantarme más, le lanzo una bofetada, furiosa. Está bien aguantarlo un rato, pero que

siempre me joda y con mi padre, no me deja mucha paciencia. Peter voltea su rostro, indignado y me

mira a los ojos, acercándose aún más a mi cuerpo.

-Eres una estúpida – dice

-Y tú un imbécil

Nos miramos a los ojos intensamente, enojados. Pero, en lugar de aumentar mi furia, esta se

ablanda. Maldita sea, no puede ser tan lindo, no puede tener aquellos ojos verdes tan brillantes, y

esa boca tan delgada. Lo odio pero lo deseo al mismo tiempo. Miramos nuestros labios como la vez

que nos besamos por primera vez. Sin poder contenernos más, nos volvemos a besar con el deseo

contenido. Caminamos apenas unos pasos, entre besos, hasta que llegamos al baño. Parece un deja

vu: volvemos a terminar dentro de una de las puertas, besándonos por doquier y con nuestras

manos recorriendo el cuerpo del otro en un momento frenético.

Es tan sencillo odiarnos y besarnos que me vuelve loca. Por un lado me da pena Gas y Pablo, y por el

otro, cuando ya estoy con Peter, todo me da igual. Es algo que…no puedo controlar. Lo único que me

enoja es que esté tan pendiente de él, que me importe lo que piense de mí y que me afecte sus

estúpidos comentarios.

***

Este es un día bastante triste. Triste porque, por alguna razón recuerdo más que nunca a mi padre.

Puedo mostrarme bastante dura y difícil, pero en el fondo tengo mi corazón, aquel que contiene

varios sentimientos escondidos. Rochi es la más preocupada por mi ánimo, siempre suelo hacer

bromas o reír, pero hoy día me mantengo seria e intento parecer normal; pero Rochi ha llegado a

conocerme y sabe que algo no anda bien.

-Vamos La, levanta el ánimo. ¿No me digas que es por Peter? Ya te dije que no le hagas caso…

-No Ro, no es por él – suspiro – es mi padre


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Ambas estamos en el receso, sentadas en una de las bancas del jardín. Rochi me abraza por los

hombros y atrae mi cuerpo hacia ella, consolándome. Detesto mostrarme frágil, pero no puedo

evitarlo.

-Lo extraño mucho, ¿sabes? Extraño los momentos en que íbamos al cine y nos reíamos de los

actores, criticando cada uno de sus aspectos. Extraño los almuerzos familiares, lleno de risas y

sonrisas. Extraño su voz, su forma de acariciarme, de siempre estar pendiente de mí… - se me forma

un nudo en la garganta

-Lo siento mucho Lali, debe ser difícil

-Y no te imaginas cuanto – susurro

-¡Ey! Por ahí me ha contado un pajarito que extrañan tu sonrisa – dice Gas, apareciendo de pronto

Le sonrío.

-Pero si estoy sonriendo – intento bromear

-No estés más triste que si no me pongo triste yo también – dice Gas como un niño

-Dile algo más reconfortante – dice Rochi, burlándose. Gas le saca la lengua

-Vamos La. Vamos a que te distraigas un poco – dice Gas

-¿A dónde? – pregunto curiosa

Gas me guiña el ojo y mira de reojo a Rochi, ya han conversado sobre algún plan. Ambos me llevan a

la cafetería, donde me espera una torta de chocolate, mi favorita. El gesto se ve bastante tonto, pero

me saca una sonrisa enorme. Hay cosas tan pequeñas y simples, pero que te llenan el alma. Que me

mimen y se preocupen por mí me produce escalofríos…pero de los buenos.

Sin embargo, la felicidad dura un instante. La profesora de Psicología no ayuda. Hoy ha decidido dar

un discurso acerca de la relación padre/hijo y eso no ha hecho más que volver a traer los

recuerdos…es algo inevitable. Y, por más que Gas intenta calmarme con una caricia en la mano, no

puedo evitar sentir de nuevo un nudo en la garganta. Pido permiso para ir al baño y me refugio en el

mismo, soltando lágrimas y descargándome…algo que no hago hace mucho.

-¿Lali, estás ahí?

Me sorprendo. Sí, me sorprendo. Peter aparece en el baño, puedo reconocer su voz a kilómetros. Por

suerte estoy dentro de una de las puertas, con esta cerrada…

-Vete – susurro

-Sé lo que sientes. Hablé con Gas

-No tienes ni idea de cómo me siento


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-Sí, Lali. Mi madre también murió

Eso no lo sabía. Su dolor me hace sentir pena por él…algo. Así que me tranquilizo apenas y abro la

puerta. Detesto verme frágil, pero en estos momentos ya no me importa. Me recuesto contra la

puerta y él contra el mármol de los lavatorios.

-¿Qué pasó con ella? – susurro

Me mira unos segundos, seguramente intentando recordar sin que le duela. Cosa imposible.

-La encontraron muerta en la bañera de mi casa, apenas tenía 6 años. Nunca encontraron al asesino.

Hay un silencio. No sé que es peor: que tu padre muera en un accidente o que tu madre haya sido

asesinada.

-Lo siento – digo

Hay otro silencio donde nuestras miradas vuelven a encontrarse.

-¿Sabes? Mi padre nunca ha comprendido por qué extraño tanto a mamá. Él ya lo superó, de hecho

cada cierto tiempo tiene una nueva novia; parece como si nunca le importó que mi madre falleciera

– suspira – parece que yo tampoco le importo

-No digas eso. Él te debe de querer mucho – tengo la idea que los padres siempre quieren a sus hijos,

de diferentes maneras

-No lo creo – hace una pausa – él me pega desde que tengo uso de razón. Ahora lo hace con menos

frecuencia porque soy mayor y me defiendo – se le quiebra apenas la voz – no sé qué quiere de mí, la

verdad

Es ahora cuando lo entiendo. Entiendo por qué es tan duro, tan frío. Por qué le afecta que extrañe a

mi padre, por qué lo menciona tanto…siente envidia, una envidia sana…porque él hubiera deseado

tener un padre más comprensivo. Desea que su madre esté viva, para consolarlo y defenderlo.

Sostengo su mano entre la mía y él me devuelve la caricia….nos volvemos a mirar a los ojos, pero

esta vez con una intención distinta. El beso que sigue, no es para nada frenético…es suave, lento,

tierno, es un modo de decir: “Te entiendo y estoy contigo”.


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A partir del último beso, las cosas mejoran entre Peter y yo. Claro, seguimos teniendo nuestras

peleas, pero intentamos llevarnos bien…y eso hace que Gas está feliz, le gusta que me lleve bien con

Peter…ya tengo claro de por qué y eso me atormenta. Quiero muchísimo a Gas y no lo quiero

lastimar, pero no sé cómo darle la indirecta…espero él se dé cuenta.

-Reconozco que estuve mal, pero creo que deberíamos calmarnos un poco. Ambos

Encuentro a Peter en la sala de Informática. Acabamos de tener una pelea a raíz de que Nico

comentó acerca de su hermanita. Fue una pelea bastante estúpida: Nico decía que su hermana le

estaba comentando que le gustaba un chico de su clase. Peter bromeó diciendo que era una rapidita,

y por más que el rubio rió y lo golpeó suavemente en el hombro, yo no pude evitar estallar. Estaba

enojada por otra cosa, por una mala nota en Literatura, y me la descargué con él…diciéndole que no

podía hablar de esa manera y que era un estúpido. Me descargué trayendo consigo todos los

momentos en los que me hizo daño.

Sí, me pasé. El problema fue que él me respondió insultándome y criticándome y eso llevo a un mar

de peleas. Contienda que Euge tuvo que parar, dando un grito sin importarle la mirada atenta de los

demás.

-Pero, tú la empezaste

-Lo sé, pero es que estoy harta que me trates mal – me mira unos instantes, luego desvía la mirada

-No me molestes Lali que tengo bastantes problemas

-Problemas tenemos todos, Peter – digo, haciendo una mueca

-Sí – es lo único que dice antes de suspirar fuerte

Me acerco un poco más a él y curioseo lo que está mirando en la computadora. Tiene una página de

una farmacéutica abierta.

-¿Y, eso qué es? – pregunto

-Resulta que mi padre es accionista de esa empresa. Una que trafica medicamentos y roba dinero.

¿Genial no?

No digo nada.

-Mira – dice leyendo un apartado – “La empresa cuenta con 20 mil acciones valoradas en 140

dólares cada una” – lee textualmente – y eso da un valor de….2 millones 800 mil dólares – ríe burlón

– eso es lo que valgo para mi padre

-Bueno, no está mal. Yo no pagaría tanto – bromeo

Sin mirarnos, ambos reímos y siento que algo recorre mi cuerpo. ¿Felicidad? ¿Emoción?

¿Electricidad?

-¿A ver, cuánto hubieras pagado tú? – dice, apenas tierno


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Dudo, nerviosa por el sentimiento, y él me mira.

-Hay cosas que ni se compran ni se venden – respondo sincera

De nuevo aquella mirada entre los dos…esa que dice más que mil palabras. Dejándolo que piense, e

intentado apartar apenas el sentimiento, recojo mis cosas y me retiro del salón. Me parece ver que

sonríe y esta vez la felicidad llega a sus ojos.

***

Es la salida del colegio. Normalmente mi madre me recoge y si no lo hace me regreso con Gas o

Rochi. Pero, hoy parece que las cosas están en mi contra, porque mi madre tiene que trabajar hasta

tarde y Gas y Rochi deben hacer un trabajo de Literatura, juntos, en casa de otra de mis compañeras

de clase. Así que debo regresarme en bus. Mientras camino hacia la parada, me coloco los audífonos

y empiezo a tararear una de mis canciones favoritas: Highway to Hell de ACDC. Es entonces, cuando

no siento que alguien camina detrás de mí. Cuando volteo, ya es muy tarde.

Un chico, más o menos de mi edad, intenta jalar mi mochila; claramente queriendo robarme.

Forcejeo con él. Lo hago porque noto que no lleva ningún arma y porque se nota que es primerizo en

esto…sino, ya estaría dando de alaridos.

-¡Suéltala! – grita alguien de pronto

Por alguna razón, Peter está a unos pasos de nosotros. Está algo agitado y nervioso…quizás

preocupado. Peter se acerca a nosotros y el ladrón no duda ni un segundo en salir corriendo. Estoy

asustada pero al mismo tiempo siento pena por aquellas personas que hacen lo que sea por

sobrevivir.

-¿Estás bien? – susurra

La forma de su mirada, el dejo de preocupación en su rostro, la seriedad del mismo, hace que mi

corazón de un vuelco. Realmente está preocupado por mí y eso me vuelve loca.

-Te estaba siguiendo para decirte que te podía llevar a casa cuando me encontré con la escena –

explica

No puede estar más nervioso y preocupado. Sonrío.

-No me digas que estás preocupado por mí – suelto, sin dejar de sonreír

Traga fuerte y se pone aún más nervioso. Ya respondió mi pregunta. Río.

-No – suspira fuerte – no, no – dice al tiempo que niega con la cabeza

-Qué lindo – digo y me alejo de él

Duda un segundo y me sostiene por el brazo, haciendo que me dé la vuelta y me enfrente a él.

-No vuelvas a caminar sola por aquí – dice, serio


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De nuevo aquella mirada que parece haberse vuelto un cliché entre nosotros. Sé perfectamente que

los escalofríos que empiezan a recorrer mi cuerpo, no tienen nada que ver con el frío ni con los

nervios. Me estoy enamorando de Peter y siento que él también. Nuestras miradas siguen fijas

cuando él me jala hacia su cuerpo y choca su boca contra la mía. Nuestro beso es algo frenético pero

a la vez dulce y tierno. Nos dejamos llevar por el momento y nuestros besos se tornan más

profundos, más pasionales.

Apenas unos segundos después, nuestras manos ya recorren el cuerpo desnudo del otro, y sin

importar que estemos a pocos metros del colegio, nos recostamos entre los arbustos,

acariciándonos sin dejar de besarnos y explorarnos. Nos hacemos uno en apenas un instante y

siento cómo una oleada de placer recorre mi cuerpo.


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Aquellos dos días que transcurren después de nuestro momento íntimo, Peter y yo hacemos como si

nada hubiese sucedido. Nos miramos de reojo cada vez que podemos, intentamos no sonreír en

momentos en los que no podemos evitar sentirnos atraídos, pero por lo pronto mostramos

frialdad…no queremos tener problemas con Gas, sentimos cierta culpabilidad. Y aunque Rochi ya

sabe de lo nuestro – se ha vuelto mi confidente – ella ha prometido mantener la boca cerrada. Por lo

pronto, cada vez hablo menos con Pablo, casi ni respondo sus mensajes y espero que él entienda la

indirecta de que lo nuestro ya no va más. Soy cobarde para algunas cosas.

Pero, Pablo decide aparecer. Estamos en clase de educación física, cada uno estirando las

extremidades para prepararnos y hacer carreras. Justo me estoy riendo acerca de un chiste que hizo

Nico cuando Pablo aparece. Está igual que siempre, con su cabello marrón y algo largo, su camiseta

gris de manga larga y su jean azul; se ha acercado al profesor, seguramente para pedirle permiso

para hablar conmigo.

Nerviosa, miro de reojo a Peter y a los chicos y me dirijo hacia él. Lo saludo con un beso en la mejilla

y lo aparto de la multitud, para conversar a un lado. Apenas nos alejamos, él coloca una mano en mi

mejilla, acariciándola. Incómoda, me aparto apenas y él me mira extrañado.

-¿Qué haces aquí?

-¿No te sorprende mi visita? Quería verte – dice, intentando ser dulce

-Pablo…yo…

-Lali, te extraño mucho – es dulce, pero ya no me genera nada

-Pablo, han pasado cosas… - me mira y creo que comprende por dónde va la conversación

-Lali… - insiste

-Me tengo que ir Pablo – no puedo creer que haya sido mi novio y ahora me sea indiferente

-Lali, hablemos. Por favor. Me quedaré dos días aquí. Salgamos esta noche, conversemos

-Pablo…

-Dame una oportunidad – susurra – esta noche en tu casa…tu madre ya me dio la dirección

Lo miro a los ojos y noto que aún me quiere…pero yo ya no siento lo mismo. Sin responderle, me

doy la vuelta y me alejo hacia mi clase. Siento pena por él, pero nosotros hablamos antes de venirme

para acá, quedamos en que lo nuestro quedaría como relación abierta y que no tendríamos ningún

compromiso con el otro. Parece que él si se enamoró de mí.

-¿Y, ése quién era? – pregunta Peter

-Mi ex

-Ah. Anda diciéndole que no se interrumpen las clases


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A veces puede ser tan pesado. Sin hacerle más caso, me uno a la clase para empezar a correr.

-¿Podemos hablar? – le pregunto a Peter cuando termina la clase

-Bueno, eso no es lo mejor que sabes hacer…pero bueno – ríe burlón y lo fulmino con la mirada –

está bien

-Mi ex quiere verme esta noche – digo, luego de un silencio

-Bueno…ponte guapa para la cita – dice, sonriendo sarcásticamente

-No es una cita

-¿Ah no? Qué bien

-No. Sólo vamos a hablar. Quiere que vuelva con él – no dice nada – que volvamos a intentarlo – se

rasca la nuca y puedo asegurar que está nervioso - ¿no dices nada?

-¿Quieres saber qué pienso? Que tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de él

-Si eso es lo que piensas. Perfecto – digo enojada – has ayudado a que aclare mis pensamientos

Increíble, pero esperaba otra reacción de su parte. Claro, tampoco quería que se arrodille a mis pies

y me pida que no vaya…yo nunca haría eso. Pero, quería que mostrase un poco de importancia, de

celos. En el fondo, quiero que él se preocupe por mí y que me pelee.

-¿Qué, te hiciste ilusiones conmigo? – pregunta, cuando empiezo a alejarme de él

-No – le digo dolida – intento no hacérmelas. Total, no estás a mi altura

Lloré, después de mucho lloré por un chico. Pablo vino a casa, le puse las cosas en claro, que lo

nuestro ya no daba y el estar a la distancia empeoraba las cosas. Por suerte, él comprendió y me

besó por última vez, deseándome (sinceramente) lo mejor. Pero, no lloré por él, sino por Peter.

Porque le había importado una mierda el que me encontrase con mi ex y eso me dolía y mucho. Sin

poder aguantarme más, llamé a Gas…necesitaba alguien con quién descargarme. Por supuesto que

no le contaría el verdadero motivo por el que andaba mal, sólo necesitaba que alguien me escuche.

Pero, no contestaba su celular. Muchas llamadas y ninguna respuesta. Me recosté en la cama,

tratando de respirar profundo y olvidarme de Peter…pero eso fue más complicado cuando entró un

mensaje de voz a mi celular.

-Para este entonces, seguramente ella ya está con su ex. Y a ti te da igual

Era la voz de Gas. Seguramente había dejado el mensaje de voz prendido sin darse cuenta.

Claramente estaba hablando de mí y podía imaginar con quién.

-Bueno…a mí me da igual para que sepas

No me equivoqué. Era la voz de Peter.


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-¿Pero eres tonto o qué? Vas a perder a Lali y vas a seguir fingiendo que no te importa

¿Qué? ¿Así que Gas sabía todo lo que había pasado? Pero…

-A ver…está bien que te encante Lali…pero yo me metí con ella porque está caliente y tiene un culooo

No sé que me sorprendió más, el saber que Gas sabía todo o que Peter hablara así de mí. Aunque

algo en el fondo me decía que Peter no hacía más que negar lo que sentía por mí.

-Estás loco por ella

-Cállate Gas, no sabes nada

-Si sigues así, lo único que vas a conseguir es perderla, ¿acaso no lo ves?

Hay un silencio.

-Pero, ¿sabes qué? – continúa Gas – me alegro, porque se merece a alguien mejor que tú

Ahí termina la conversación. Y me pregunto por qué es que no me enamoré de Gas…tan lindo,

sencillo y cariñoso…en cambio tengo que sentir cosas por el imbécil de Peter. Maldita sea. Apenas

tengo unos minutos para pensar porque inmediatamente tocan el timbre de mi casa. Mi madre se

está bañando así que no me queda otra que abrir la puerta. Con mi pijama a rayas, que tiene una

calavera en el medio de la parte de arriba, abro la puerta. Mierda.

-¿Ya volviste con Pablo?

Es Peter. Detrás de él está Gas que mira algo incómodo la escena. Ahora entiendo por qué no

contestaba, seguramente quería que esto fuese una sorpresa…no sé, es lo único que se me ocurre.

-¿Qué hablas? – pregunto confusa

-¿El imbécil ese ya se fue o ya te convenció que eres lo mejor para él?

-¿Y a ti que te importa? – es lo único que me nace decir

-Mucho me importa. ¿Puedo?

Antes que pueda responder y entender, se lanza a mi boca. Mantengo los ojos abiertos unos

instantes porque me siento aturdida. Pero cuando Gas sonríe apenas, como dando el visto bueno,

cierro los ojos y le devuelvo el beso. No he sentido momento más dulce que este.


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La vida puede ser de colores cuando uno se lo propone. Y, los besos que nos damos con Peter, sin

duda tiñen el mundo con los colores del arcoíris.

-Dentro de una semana esto se habrá acabado – susurro

Estamos en mi habitación, recostados en la cama. No hemos dejado de besarnos desde un buen rato,

así que me alejo apenas para poder respirar. Llevamos un mes juntos, y desde entonces, nuestra

relación se está fortaleciendo. Cada vez nos preocupamos más por el otro, nos enamoramos,

dándole menos importancia a la atracción física.

-Sí. Hace mucho que necesito vacaciones – dice, enrollando mi cabello detrás de mi oreja

-No me refería a eso, sino a esto – digo, acariciando su cabello

Él comprende y nos volvemos a besar tiernamente, deseando no dejar atrás todo esto.

-¿A dónde vas a ir en estas vacaciones? - pregunta

-No sé, seguro a algún lado con mi padre – suspira - ¿y, tú?

-No sé…porque mi madre no me aguanta – me encojo de hombros – prefiero no pensarlo

-Oye…no sé pero…

No termina la frase porque su celular suena. Es un mensaje de texto.

-Ay, esta pesada – se queja Peter

-¿De quién es? – pregunto algo celosa, intentado ver su celular

-La chica esa rara que se pinta de negro. La que es un año menor que nosotros. Siempre me manda

mensajitos – arqueo una ceja

-Peter…

-¡Ey! No he hecho nada, lo siento si soy muy guapo – dice, riendo y lo golpeo suave en su pecho –

boba – agrega y me regala un beso

-A ver que dice… - digo y le quito el celular – “Mi mundo es oscuro pero con tu amor puedo darle luz.

Quiero estar siempre contigo y patinar sobre tu corazón”

Ambos reímos, sí que sabe escribir poemas. Sigo con algo de celos, pero sé que Peter no le da ni

bola…ya la he visto persiguiéndolo.

La semana se sigue tiñendo de colores cuando al día siguiente, Peter decide silbarme. Aquel silbido

que le dije que hiciera cuando me necesite, cuando recién nos conocimos. El recuerdo me trae una

sonrisa y el que haya decidido hacerlo, aún más. Estamos en medio del pasillo del colegio, y entre la

multitud de gente, él silba y me hace una seña para que me acerque.


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-Y, ¿tú qué quieres? – digo, cuando me acerco - ¿crees que soy tu perrito o qué? – pregunto,

cruzándome de brazos. Me encanta molestarlo

-Bueno…cuando llamo a mi perrito mueve la cola y tú tienes una cara de asco…

-La cara de asco no era por tu silbido – digo, sonriendo – he tenido una pesadilla esta noche

-Mira chiquita, cuando cierres los ojos, sólo piensa en mí – dice dulce y burlón

-Por eso – suspiro – por eso he tenido pesadillas – bromeo y él ríe

Pero, a veces, dentro de ese mundo de colores también se pueden presentar momentos oscuros,

tristes que presentan situaciones difíciles. Al pedir permiso para ir al baño en la clase de Geografía,

vi que el papá de Peter estaba hablando con el director, mencionaron a Peter así que no dudé ni un

segundo en esconderme para poder escuchar la conversación. Por suerte, ambos estaban hablando

fuera de la oficina, así que eso me facilitó la escucha.

-Hemos hablado con su hijo y creo que debería poner un límite señor Lanzani – dice el director

Peter me había contado que había hablado con el psicólogo del colegio acerca de la relación con su

padre. Comentó que él de vez en cuando lo golpeaba, porque en otras se defendía. Yo le di las

fuerzas y el apoyo para que hable con un experto, eso le estaba haciendo mucho daño.

-Ya le dije que mi hijo está mintiendo. Sí, puede ser que le haya pegado en algún momento, pero

nada exagerado – he visto los moretones de Peter y sí es exagerado

-Señor, aquí no se va a permitir que nadie le pegue a su hijo. Podemos…

-Podemos nada, mandaré a mi abogado

Y, con eso, se retiró. Sin dudar, lo seguí a escondidas hasta la salida del colegio, donde estaba

estacionado su auto. Lo seguí porque observé que llamaba a alguien por teléfono, quería saber si era

su abogado y qué diablos le decía. Lo que no esperaba era escuchar otra cosa completamente

distinta.

-¡Ya te dije que ese problema lo tengo resuelto! – grita él – eso pasó hace mucho y nadie tiene por

qué saber lo que realmente sucedió.

¿De qué estaba hablando?

-El caso se cerró hace mucho y el que yo haya matado a mi esposa no tiene por qué estar relacionado

a mi hijo

¿Ma…tar? Sí…eso escuché. Aturdida, tuve que quedarme unos minutos de pie, escondida entre los

arbustos porque mis piernas estaban demasiado duras.


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Luego de escuchar aquella confesión del papá de Peter, no pude regresar al salón, más bien, me

refugié en el baño. Peter notó mi desaparición de más de la cuenta y me fue a buscar; él sabía dónde

encontrarme, aquel lugar tan concurrido en momentos de tristeza o de descarga emocional.

-Ya me estaba hartando de la clase, encima sin ti, un momento horrible – dice él, recostándose

contra la puerta del baño

-Más horrible que lo que me pasó no creo – susurro y le abro la puerta

-¿Qué te ha pasado? – dice, prendiendo un cigarro

-No sé por dónde empezar – dudo, nerviosa y preocupada

Peter se acerca a mí, y cierra la puerta del baño. Me refugia en sus brazos, cuando debería ser yo la

que lo haga.

-¿Me has puesto los cuernos, es eso? – bromea y ríe apenas

Suspiro y lo miro fijamente a los ojos. Él se da cuenta que no estoy bromeando.

-He seguido a tu padre hasta fuera del colegio, estaba hablando con el director – Peter me mira,

expectante al tiempo que le da una pitada a su cigarro – sobre la acusación que hiciste, y luego

cuando salió…

-Seguramente llamó a su abogado para que haga lo que sea para no quedar mal

-Bueno sí…pero…hablaron de algo más

-¿De qué? – me mira ansioso

-Escuché que tu padre decía que había asesinado a tu madre

Hay un silencio en el que no dejo de mirarlo a los ojos y él tampoco. Su cigarro yace en su mano,

consumiéndose de a pocos, pero a él parece no importarle.

-Lo siento mucho Peter…yo… – continúo cuando él no dice nada

-¿Pero, estás loca o qué? – grita apenas - ¿piensas que te voy a creer algo así?

-Mira, yo tampoco lo creía, pero lo he escuchado

-¡Estás loca! – grita apenas y se aleja de mí, abriendo la puerta

-¡No estoy loca! Eso es lo que he escuchado, y no tengo dudas de ello. Sé que puede ser difícil pero…

-Soy un idiota – se lamenta, alejándose aún más – ¡por meterme con una persona tan loca como tú!

-¡Peter! – lo llamo desesperada cuando abre la puerta - ¡tienes que creerme!

-¡Cállate! – grita


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-¡Sabes que es lo peor! – sigo, cuando está a punto de desaparecer – que me crees y que digo la

verdad

Después de eso, desaparece. Me recuesto contra la puerta y coloco mis manos en mi rostro,

intentando calmarme.

Cuando regreso al salón, Peter no ha regresado. Ingreso ante la mirada curiosa del profesor que

sabe que no sólo fui al baño, y ésta en todo lo cierto. Me siento en la carpeta, al lado de Gas, quién me

mira curioso y sabe que algo ha pasado.

-¿Todo bien? – me lanza un papelito con una nota

-Me peleé con Peter – le respondo

-Como si fuera novedad, seguro después de la clase van a estar a los besos de nuevo – responde de

vuelta

Quiero creerle, pero no estoy del todo segura si eso sucederá.

***

Al día siguiente, las cosas con Peter siguen igual. No nos dirigimos palabra alguna, y aunque Rochi y

Gas insisten en que es una más de nuestras peleas, no estoy del todo segura. Después de todo, ellos

no saben el verdadero motivo por el que hemos discutido. Las cosas empeoran cuando me dirijo

hacia el jardín, a la hora de receso, en busca de Rochi. Me escondo apenas al escuchar a Nico y Peter

hablando; han mencionado mi nombre, y me quedo a escuchar.

-¿Qué es lo que ha pasado con Lali, Peter? Se los veía muy bien juntos – dice Nico

-Nada…

-Peter te conozco como la palma de mi mano y sé que sí ha pasado…y algo grueso. Ustedes pueden

pelearse siempre, pero en el fondo se quieren y mucho…se nota que están sufriendo por esto

-No ha pasado nada Nico – insiste Peter – es sólo que Lali es una loca y siempre se inventa cosas.

Estoy harta de ella

Y, con eso, rompe cualquier esperanza que tenía de arreglar las cosas. Lo peor es que él hace como si

nada hubiese sucedido, porque nos encontramos más tarde en el pasillo, después del almuerzo.

Ambos estamos solos así que él aprovecha para hablar.

-Así que estoy loca, ¿no? Me encanta que le vayas diciendo a nuestros amigos que hablo cualquier

cosa – digo y se me quiebra apenas la voz

-¿De qué estás hablando?

-Te escuché hablando con Nico… – él comprende y me mira serio, las lágrimas empiezan a caer

-Lali…


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-¿Eso es lo que piensas, verdad? Entonces, déjame en paz de una vez – coloca una mano en mi

mejilla, acariciándola. Me permito ese contacto

-Lali… – repite

-Olvídame – digo, antes de desaparecer


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Los días pasan tristes y las vacaciones también. Aquellas que quería pasar junto a Peter, se van al

tacho de basura. No tengo ganas de dirigirle la palabra y por más que él intenta hacerlo, es muy

cobarde para pedirme perdón. Sí, perdón. Y, es que lo que le dije era cierto. Encontraron las

evidencias necesarias para encerrar a su padre en la cárcel por maltrato y asesinato. Según me contó

Gas, Peter vive ahora con sus tíos.

Peter intentó visitarme y hablar conmigo muchas veces y una sola vez logró su cometido.

Increíblemente, me pidió perdón, algo que pensé que jamás saldría de su boca; pero, no se la quise

ni se la quiero dejar tan fácil, así que veremos qué sucede con el inicio de clases.

Las vacaciones de invierno las paso en casa. La relación con mi madre ha mejorado bastante y en eso

me ha ayudado Rochi. Ella es de las personas más calmadas y “paz y amor” del mundo; así que me ha

estado ayudando a mejorar mi temperamento y entender que lo único que mi madre quiere es

verme feliz. Me ha costado aceptarlo, pero finalmente lo estoy haciendo. De vez en cuando he estado

saliendo con los chicos, sin Peter claro está. Más que todo con Rochi y Gas, aunque con Euge

también, que se ha vuelto más mi amiga.

Y, así, regresan las clases…las que aún considero apestosas.

-Se me hace que Peter se atoró en el baño – me comenta Rochi en clase de Historia

-Lo más probable es que se esté fumando un cigarro, como siempre

-A menos que esté chapando con alguna rubia por ahí – comenta Nico y ríe

-Señor Riera, o se calla o va a tener una amonestación – le llama la atención el profesor

-¿Tú crees que esté con una rubia? – me pregunta Rochi y noto que quiere ponerme celosa

-No sé

Me encojo de hombros, intentando demostrar que no me importa, pero en el fondo muero de celos.

¿Quién se ha creído? ¿Tan rápido me ha olvidado? Durante cinco minutos estoy impaciente e intento

convencerme que no me importa en lo más mínimo lo que está haciendo; pero, la ansiedad me gana

y antes de poder darme cuenta de lo que estoy haciendo, le pido permiso al profesor para ir al baño.

Salgo bajo la risita de mis amigos, que me conocen más que yo a mí misma.

Apenas me acerco al baño de hombres, espero a que salga un alumno antes de entrar. No quiero que

también me conozcan como la pervertida del colegio. Ingreso y siento el olor a cigarro, Peter está

fumando sin duda alguna dentro de una de las puertas. Sonrío ante el pensamiento que se me cruza.

-¡Mierda! – grita

Le he abierto la puerta de pronto, asustándolo para que piense que era un profesor. Evidentemente

estaba fumando, el cigarro ya lo botó al inodoro.

-No me digas que te asusté – juego sin poder evitarlo


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Increíble que nos hemos estado evitando, en realidad yo a él, durante todo este tiempo, y ahora que

lo vuelvo a ver, se me hace demasiado fácil conversarle, como al principio.

-Era mi último cigarro – se queja

-Uy, por mi culpa lo has tirado – sigo bromeando, sólo para enojarlo

-¿Por qué no te vas? – dice y sé que en el fondo quiere que me quede

-¿Por qué no te vas tú? – retruco

-Porque no me dan ganas de ir a clase

Oímos un sonido, de alguien que está entrando al baño. Inmediatamente, Peter me jala dentro y

cierra la puerta. Me sostiene por la cintura y coloca una mano en mi boca. Maldita sea, por qué tiene

que ser tan lindo.

-Nos van a encontrar – susurro cuando aparta apenas su mano

-Shhh – susurra de vuelta

Pasan unos segundos y la persona que ha entrado sigue haciendo bulla. Al parecer se está lavando

las manos.

-¿Te recuerda? – Peter dice de pronto, mirándome a los ojos

-¿A qué? – finjo, sé perfectamente a qué me recuerda

-A ver si con esto – empieza a decir mientras coloca una mano en mi trasero

-¿Qué haces?

-Lo que me da la gana – susurra contra mis labios

-Suéltame – susurro, ansiando que no lo haga

-No - susurra

Los recuerdos vienen a la mente, aquella primera vez, nuestro primer beso. Aquí mismo, en el baño,

justo después que entrara alguien. Lo vuelvo a mirar fijamente a los ojos y él a mí, observo sus ojos

verdes, su boca delgada, su orgullo, sus piropos, su amor. Y, ya estoy en problemas. Su boca choca

contra la mía como aquella vez, sólo que este beso es suave, lento y tierno, de aquellos que nos

damos cuando estamos demasiado conectados. Lo perdono ahí mismo y me olvido del daño que me

ha hecho.

Es tan fácil odiar, y tan fácil perdonar.


41

***

Hay algo que no he mencionado hasta ahora, algo sobre mí. No lo mencioné porque no me pareció

interesante, ni mucho menos algo de lo que esté orgullosa o de lo que quizás les pueda interesar.

Pero, sufro de asma y constantemente (una vez al día) debo utilizar mi inhalador. Desde que nací

que tengo ese problema, creo que es algo hereditario porque mi padre también sufría de lo mismo.

Se supone que lo debo usar todas las mañanas, antes de ir al colegio por si ahí me olvido. Pero igual,

siempre lo llevo conmigo, en mi cartera o mochila, por si sucede algún episodio en el que lo deba

utilizar. Por eso, en el almuerzo, mientras estoy en una de las mesas de la cafetería, esperando a que

vengan los chicos, lo busco como loca en mi mochila: me he olvidado de inhalar antes de salir de

casa y recién (muchas horas después) me acuerdo de ello. Pero, no lo encuentro y siempre lo tengo

conmigo.

-¡Ey! – alguien me toca el hombro - ¿buscabas esto? – es Peter, mostrándome mi inhalador

-¡Mierda! Pensé que lo había perdido – digo, poniéndome de pie - ¡dámelo! – estoy estresada y

enojada

-No – niega con la cabeza – ¿la quieres? Entonces tendrás que darme algo a cambio – sonríe apenas

-¿Ah sí? ¿Y si no, qué vas a hacer? – entro en su juego, relajándome un poco - ¿dejarme morir? – ríe

-Ven aquí – dice, aún jugando

-No – respondo seria

-Ven – repite

-Peter, no estoy jugando. No me siento bien, dámela – vuelvo a decir, seria

-Ven – repite una vez más y me jala fuera de la cafetería, hacia el baño, nuestro lugar favorito

-Peter, no me estoy sintiendo bien. ¡Dámela! – me quedo sin aire y empiezo a respirar rápido

-Bueno…lo siento – sigue bromeando y se voltea para alejarse

En ese instante, me desmayo. La verdad es que todo forma parte de un juego, pero eso Peter no lo

sabe. Inmediatamente él regresa y se arrodilla ante mi cuerpo.

-¡Lali! ¡Lali! – me llama con urgencia, respirando desesperadamente - ¡aguanta!

Me levanta apenas y me intenta abrir la boca para insertar el nebulizador. Sigue respirando fuerte y

es ahí cuando abro los ojos y sonrío. Me levanto del suelo, aún sonriendo ante su mirada de no

entender nada. Me mira indignado mientras sigo sonriendo.

-Te dije que esto no era un juego – digo al tiempo que utilizo el inhalador

-Vete a la mierda – dice enojado y a la vez preocupado - ¿qué? – continúa cuando no le hago caso


42

-Si fue súper bonito – digo dulcemente al tiempo que coloco mis manos en las caderas

-¡Ja! – se burla

-Te has asustado, ¿no? – sigo con el juego y me acerco a su cuerpo

-Tampoco tanto – me esquiva

-A ver – coloco una mano en su pecho y él suspira – Peter – susurro y abro los ojos exageradamente

– te late el corazón muy rápido

-Porque me pones de mal humor – se queja, enojado

-No – sonrío – eso es porque te vuelvo loco – y todo lo digo señalándolo con el dedo y sonriendo –

reconócelo

Sonríe apenas y duda. Espera unos segundos y se acerca a mi cuerpo. Pero no se lo voy a dejar tan

fácil así que lo detengo con una mano en su pecho.

-¡Peter! Reconócelo

-Lo siento, pero tenemos que –mira su reloj – ir a almorzar

Se voltea, alejándose hacia la puerta. Me enojo y me frustro porque hasta ahora no reconoce ni

admite que se muere por mí, a pesar de que lo he perdonado y todo. Me cruzo de brazos y me

recuesto de perfil contra el lavatorio. Pero no escucho ni siento que haya salido del baño así que

justo cuando me estoy volteando él aparece por detrás y me voltea, capturándome entre sus brazos.

-Te quiero – susurra

Sonrío satisfecha y me pierdo en sus labios.


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-Peter, deberíamos llamar a un médico

Estoy en casa de mi novio, él se encuentra recostado en la cama, volando en fiebre. Su terquedad lo

gana y no quiere llamar a nadie porque según él es muy fuerte como para que le pase algo. Nuestros

amigos están en la habitación también. Todos opinan igual que yo, pero Peter es testarudo y nadie lo

puede convencer.

-Ya les dije que no chicos – dice como puede – estoy bien

-No te hagas el fuerte – dice Nico – y ahora que tus tíos están de viaje, tenemos que cuidarte más que

nunca

-No me gusta que me cuiden – susurra Peter

-Bueno, pues te aguantas – declara Euge – porque no nos vamos a mover de aquí

-Peter, por favor – suplico y sostengo su mano entre la mía – esto puede ser peligroso. La fiebre te

baja cuando tomas la pastilla y luego vuelve a subir inmediatamente

-Sí Peter, en serio, deberíamos llamar a un médico – dice Gas

-No quiero a nadie – dice terco – aparte ya tengo a mi enfermera personal – me guiña el ojo y lo

fulmino con la mirada

-No es momento de bromas – me enojo

-Dame un beso

-Uy, estos ya se pusieron calentones – bromea Nico

-No jodas Peter – susurro

-Así me siento mejor – me hace ojitos

-No le des nada Lali, hasta que se mejore – propone Rochi

-Shhh – declara el enfermo – un besito – me susurra, mirándome fijamente

-Peter…te puedes morir – digo seria, realmente pensando en esa posibilidad quizás algo exagerada

-Imposible…no podría perderme de tu amor

-Creo que mejor los dejamos solos – dice Gas

-Peter… - susurro

-Uno y llamamos al médico

El amor te vuelve loca, tonta, y también completamente dependiente del otro. Eso me pasa a mí.

Genial. Sí, genial, porque me encanta estar así.


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Luego de llamar al médico, y que le inserte una aguja con un remedio especial para bajar la fiebre y

controlarla, los chicos se quedaron más tranquilos y nos dejaron solos. Aproveché para recostarme

en la cama y abrazarlo, acurrucándome en su cuerpo. Él se dedicó a acariciar mi cabello y a besar mi

mano reiteradas veces.

-¿Cómo te sientes? – le pregunto de pronto

-Mejor – susurra pero por ahí no va mi pregunta

-Me refiero a tu vida…

Desde que me enteré lo de su madre y desde que su padre fue a la cárcel, no hemos hablado sobre

ello.

-Jodido estoy – susurra

-Debe ser difícil

-Sí, lo es – confiesa y me sorprende – el no tener una mamá fue bastante complicado pero el

enterarte que tu padre es un asesino es aún peor. Al menos ya no me siento amenazado

-Lo siento Pitt – me acurruco más en su pecho

-Gracias – susurra contra mis labios y me besa tiernamente

Hay un silencio en el que simplemente nos dedicamos a relajarnos.

-Bueno – digo de nuevo – ¿a dónde te irías si pudieras escapar de esta vida? – suspira

-A Australia, lo más lejos de aquí

-Bueno, entonces tendríamos que robar un banco para poder irnos hasta ahí – digo, sonriendo

Me sonríe de vuelta y me mira fijamente.

-O sea que te vendrías conmigo… - vuelvo a sonreír

-Si quedamos en repartirnos el dinero del banco a la mitad – bromeo y resisto la risa – puede que sí

Ambos reímos y él roza su nariz contra la mía.

-Trato hecho –dice, aún sonriendo

***

La bomba cae unas semanas después. El papá de Peter es liberado de la cárcel. Motivo: movimiento

de dinero. La gente está preocupada y sólo se habla de aquello, qué bajo cae la justicia. Peter está

raro, muy pensativo y adolorido por todo el tema; y también está furioso, muy furioso.

-Ey Gas, ¿has visto a Peter? Lo estoy buscando por todo el colegio – pregunto


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-No….seguro que se ha ido a casa…la gente está hablando mucho del tema de su padre – dice Gas,

algo nervioso

-No creo que se haya ido, me hubiese avisado

-La última vez que lo vi, fue hace diez minutos – dice Rochi – creo que saliendo del colegio

-A mi me dijo que tenía un permiso de la enfermería, creo que se sentía mal – agrega Nico

-Qué raro – digo – él siempre avisa

Sí, todo es muy raro. Sobre todo porque Gas está más nervioso que nunca. Durante la clase, evita mi

mirada y cuando empiezo a entablar cualquier conversación con él, intenta terminarla lo antes

posible. Así que decido encararlo.

-Gas, ¿me vas a decir qué te pasa o vas a seguir evadiéndome? – susurro en la clase, mientras la

profe está explicando

-¿De qué estás hablando?

-Gas, no soy tonta. Y, lo sabes. ¿Dónde está Peter? – es obvio que él sabe algo y lo está ocultando

-No sé…por lo que dicen los chicos…

-Gas – lo interrumpo, seria

Me mira fijamente a los ojos durante un instante, y duda.

-Ha ido a buscar a su padre para enfrentarlo – dice, cerrando los ojos

Mi corazón se detiene por un instante. ¿Enfrentar a su padre? ¿Está loco? Las cosas no se arreglan a

los golpes. Inmediatamente me levanto, sin que me importe el llamado de Gas y su insistencia

porque me quede. Pido permiso para ir al baño y compruebo que tengo algo de dinero en el bolsillo.

Sin pensar ni un minuto más, empiezo a llamar histérica al celular de Peter, pero claramente no

contesta. Mientras tanto, logro escaparme del colegio y tomo un taxi hacia la ex casa de Peter. Él ya

tiene que estar ahí, porque han pasado más de treinta minutos.

Lo encuentro acurrucado en lo que era su habitación. Todas las cosas que quedaron están tiradas

por el suelo; el cuarto de su padre es un desastre total. Me parece que está llorando, pero me

equivoco, es muy orgulloso. Me acurruco a su lado y lo abrazo, pero inmediatamente él se aparta de

mí y se levanta.

-Tengo que encontrarlo – dice furioso

-Peter, cálmate, no es lo mejor. Tú no eres como él, no todo se soluciona a golpes– intento acercarme

pero él se vuelve a alejar

-No sabes lo que hablas, Lali. Tengo que encontrarlo y golpearlo como él siempre lo ha hecho…que

tenga su merecido


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Sale de la habitación hecho una furia y yo detrás de él. Lo agarro del brazo para frenarlo.

-¡Suéltame! – grita - ¡déjame en paz!

Se vuelve a apartar de mí. Lo persigo hasta dónde puedo, porque empieza a correr…parece como si

lo hiciera sin rumbo, con ganas de simplemente desaparecer. Sin pensarlo dos veces, llamo a los

chicos, pidiendo ayuda. Ellos me cuentan, una hora después, que han logrado detenerlo, pero que

sigue furioso, como nunca antes.


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-¿Cómo se te ocurre intentar golpear a tu padre? – Rochi resondra a Peter

Estamos en casa de Euge, aprovechando que no hay nadie y que no nos pueden decir nada por

habernos escapado del colegio, aunque seguramente más tarde llamarán a nuestros padres para

avisar…el castigo vendrá después.

-Te pasaste, Peter – agrega Nico

-Las cosas no se solucionan de esa manera – vuelve a resondrarlo Rochi

-Bueno, ya basta – digo, comprendiendo que se debe de sentir fatal

-Cállate la boca – Peter habla por primera vez y me sorprendo – si quieres defender a alguien, busca

a otra persona

Lo miro y no entiendo, ¿qué hice?

-¿Y a ti qué te pasa imbécil? – pregunto, sin poder contenerme

-Nada, nada – dice – es sólo que ya no confío en la gente que me traiciona

-Pero yo….

Empieza a decir Gas pero nunca termina la oración porque llegan nuestros papás o tutores,

preocupados por nosotros. Nos terminamos dispersando y yendo cada uno a casa, completamente

castigados por una semana. Genial. Sin televisor y sin salidas los fines de semana. ¡Qué asco!

***

Otro día de clases. Clase interesantísima de Literatura. Me tengo que sentar al lado de Peter porque

hoy la profesora ha decidido nuestros asientos y ha tenido la genial idea de ponernos juntos en una

sola carpeta grande.

-Peter – susurro, porque detesto que no me hable

Pero él sigue mirando su libro y pasando las páginas. Necesito que me explique su estúpida

reacción. Como sigue sin hacerme caso y ni me mira, lo golpeo en la pierna por debajo de la carpeta.

Euge voltea y no entiende nada, al menos es la única que se da cuenta.

-¿Qué te pasa? – vuelvo a susurrar y finalmente me mira

-La próxima vez que quieras ayudar a alguien, te apuntas a una ONG para salvar a las ballenas –

susurra de vuelta – pero a mí me dejas en paz

-¿Se puede saber qué tienes? – vuelvo a susurrar

-Que nadie te pidió tu ayuda – dice más alto

-Chicos, si molesto avísenme y me callo. Tal vez estoy interrumpiendo su conversación – dice la

profesora


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Nos quedamos en silencio y la profesora vuelve a la pizarra para continuar explicando.

-Lo hice por ti – digo, sin susurrar

-Vete a la mierda – vuelve a decir alto

-¡Basta! – dice la profe – los dos afuera de la clase

Peter sale furioso y lanza unas disculpas a la profesora; yo salgo detrás de él, también furiosa pero

sin decir nada.

-¿Por qué te metes? – pregunta Peter, una vez que estamos afuera

-Para evitar que cometas una estupidez. Para que no seas igual que tu padre, por ejemplo. ¿Te

parece poco eso?

-¿Quién te crees para tomar esa decisión? – me mira a los ojos

Mierda, eso dolió.

-¿Tu enamorada? – pregunto, indignada

-Mi enamorada – se burla – tú y yo sólo hemos estado jugando, eso no te da derecho a nada y menos

a decidir por mí. ¿Te queda claro?

-Claro, pero tú si puedes decidir la vida de los demás, ¿no? – digo dolida, sintiendo las lágrimas

-Sí, lo vas entendiendo. Cualquier cosa menos meterte en mi vida

Me tomo unos segundos para intentar recomponerme. Empiezo a sentir el nudo en la garganta y

estoy resistiendo las lágrimas como puedo. Lo odio, maldita sea.

-Muy bien…así mucho mejor – sus ojos se ablandan – tranquilo que la próxima ya no me equivoco

Y con eso, me alejo. Aunque logro escuchar lo último que grita.

-¡Genial! ¡De puta madre!

***

Estamos en la biblioteca, supuestamente investigando acerca de la segunda guerra mundial. Estoy

en la misma mesa que Rochi, Gas y Nico. Euge está utilizando una de las computadoras. Peter

ingresa, luego de haberse ido a hablar con el profesor, y cuando pasa a mi lado, nos miramos unos

instantes antes de seguir con lo nuestro. Se sienta al lado de Euge, en la otra computadora. Están

demasiado cerca así que es fácil escuchar de lo que hablan, aunque intenten susurrar.

-¿Estás bien? – pregunta Peter cuando ve a Euge sonriendo


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-Me estaba acordando de la nota que me escribiste cuando teníamos seis años, la de ¿Quieres ser mi

novia? – dice, sonriendo aún más y Peter se contagia – y cuando te fui a decir que sí, me jalaste el

pelo

-Y, ¿a qué viene eso ahora?

-Que a los seis años daba risa, pero ahora estás igual. Sigues haciendo lo mismo – le dice seria

-Si esto es por Lali, la que ha malogrado todo ha sido ella por evitar que haga lo que tenía que hacer

con mi padre

-Peter, si lo ha hecho es porque te quiere – jamás pensé que Euge haría algo así por mí – no sé como

haces, pero cuánto más te quiere alguien, peor lo tratas

-Quizás es porque la gente que me ha dicho que me quiere es la que más me ha hecho daño –

confiesa y siento ganas de abrazarlo a pesar que siento rabia – como tú, ¿no te acuerdas que me

dejaste para estar con Nico? – le da vuelta a la tortilla

-Y, lo siento. Yo no quería hacerte daño – hay un silencio – Peter tú no sabes lo que es estar con una

persona que un día está dispuesto a poner el mundo a tus pies y al otro día no quiere ni mirarte a la

cara – es en ese instante en que la admiro, la admiro muchísimo – deberías de darte una

oportunidad, no todo el mundo te va a fallar

A pesar de que en ese instante Peter no reacciona, cuando termina la clase me acerco dónde Euge.

-Gracias por lo de antes – le digo y ella entiende a que me refiero

-De nada Lali. Peter es difícil a veces, pero en el fondo tiene un gran corazón

-Lo sé – confieso

-Sólo hay que recordarle su lugar – sonríe y yo también

-Gracias en serio – me animo a abrazarla y a sonreír - ¿y, cómo te va con Nico? – pregunto cuándo

soltamos el abrazo

-Todavía se siente un poco culpable, pero nos estamos dando la oportunidad de intentarlo una vez

más – dice y sonríe

-Me alegro – y lo digo en serio


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Es al día siguiente cuando me viene la angustia y la tristeza por mi relación con Peter. Me da rabia

que no podamos estar juntos y que él no comprenda lo mucho que significa para mí…Así que lloro,

sin importar que mi orgullo esté siendo herido. Y, cuando él llama a la puerta de mi casa y le abro

con los ojos rojos, ya no me importa ocultar que he llorado por él.

-¿Qué quieres? – susurro

-Creo que deberíamos de hacer las paces – dice nervioso – lo siento por haberte gritado y dicho

cosas que no debía….

-Me da igual – digo, rendida

-¿Qué es lo que te da igual? – pregunta confundido

-Me da igual que me grites – y vuelven las lágrimas – que me insultes. Me da igual todo lo que hagas

o no hagas Peter

-A mí no – dice y se acerca – te estoy pidiendo perdón – agrega y acaricia mi mejilla

Nos miramos por un instante y pienso en lo mucho que lo quiero, pero en lo que le falta darse

cuenta de las cosas.

-Sé que actuaste de esa manera no por molestarme sino porque me quieres – continúa – y aunque a

veces no lo parezca, yo también te quiero mucho

Vuelve a acariciar mi mejilla y deja un beso, pero yo me alejo. Suspiro reiteradas veces mientras él

se queda mirándome. Intento buscar las palabras y que éstas no se atraganten.

-Si me quisieras no me tratarías así. Yo también puedo hacer daño, pero mandar a la mierda, en eso

no hay quién te gane – trago fuerte y él también – pero, para quererme, de eso no tienes ni idea. Así

que por favor olvídate de mí

Creo que es lo mejor, alejarnos, dejarnos de hacer daño…intentar seguir sin el otro, como era antes.

Sorprendido ante mis palabras me mira fijamente y yo retiro la mirada para dejar caer unas cuantas

lágrimas más. Al cabo de unos segundos, él retrocede apenas y yo me acerco a la manija de la puerta,

para ir cerrándola de a poco, sin poder mirarlo a los ojos.

-¿Arreglaron las cosas con Peter? – me pregunta Euge por teléfono, luego que Peter se ha ido

-Le dije que lo mejor era separarnos

-Lo siento Lali. Ustedes están destinados a estar juntos, pero…

-No lo sé Euge, lo único que sé es que Peter no sabe querer y hasta que no aprenda lo nuestro no va

a funcionar

Determinada a ello, Peter y yo volvemos a lo mismo de siempre: nuestras peleas constantes. Los

chicos ya no discuten con nosotros porque saben que es imposible, así que nos dejan lanzarlos cosas

hasta que creen es suficiente y nos detienen. Parece que jamás vamos a poder estar bien. Nos


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estábamos sentando juntos en clase, pero dado que es evidente que ya no da, me siento con Gas. Así

que hoy, en clase de Matemática, Peter se sienta detrás de mí, solo, seguramente esperando a Rochi

que aún no llega; Euge junto a Nico y yo me quedo sola porque Gas se tuvo que ir temprano. Pero,

Maxi, un chico de mi promoción que ha estado conversando conmigo últimamente, termina

sentándose junto a mí.

-Ese es mi sitio – dice Maxi, cuando entra y ve a Peter

-¿En serio? No veo que en ningún lugar diga tu nombre, Cara de Culo

-¿Sabes qué? Tienes razón, puedes quedarte ahí hasta cuando quieras. Teniendo en cuenta – sigue, al

tiempo que se sienta a mi lado – que en esta clase hay un 56% de alumnos y un 44% de alumnas, la

probabilidad de sentarme junto a la chica más guapa del colegio está entre 1 y 154 por ciento. Así

que estoy de suerte – termina, sonriendo

-¿Por qué no calculas la probabilidad de que te lance un puñete antes de que empiece la clase? –

pregunta Peter, enojado. Han herido su orgullo

-Cállate – digo y aprovecho para voltearme

Peter obedece y se nos queda mirando unos instantes antes de que Rochi llegue, comprenda que

sucede algo y se siente al lado de Peter. Durante la clase me la paso conversando con Maxi más que

atendiendo y me doy cuenta que es bueno contando chistes.

-Ey – me llama Peter a la media hora de clase – uno está en clase para atender no para hablar

-¿Y, qué estás haciendo tú ahora? – lo retruco

-A ver chicos, una más y se van al pasillo – dice la profesora

-¿Ah sí? – desafía Peter – ¿entonces para qué esperar? Si seguro después igual me bota – se levanta

de la carpeta y se va del salón

-¿Ven? Este es un ejemplo de lo que les hablaba. Al final siempre sucede lo más probable

Por suerte ésa es la última clase del día así que aprovecho para ordenar mis cosas rápido para llegar

a casa. Es un día gris, así que prefiero estar metida en mi cama y pensar en las cosas, en mi vida,

simplemente dejarme llevar por los pensamientos. Mi objetivo no dura mucho tiempo porque

apenas me meto a la cama y me tapo con las sábanas, Gas me llama al celular.

-¡Gas! ¿Cómo te fue en el dentista? ¿Te dejaron sin dientes? – intento bromear

-Siempre tan graciosa. Todo bien, me hicieron limpieza bucal

-¡Qué rico! – ironizo – ahora sí podrás besar a Rochi sin que te huela la boca – río

-¡Ey! Rochi y yo somos amigos

-Sí claro…


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-En serio, no cómo tú y Peter…¿estás muy enamorada de él, verdad? – pregunta, al cabo de unos

segundos, cuando no respondo

-Nada que ver… – susurro, pero ni yo misma creo en mis palabras

-Cuánto más idiotas son el uno con el otro, más se nota

-Te equivocas. Peter me odia

-Peter no te odia, Lali. Él sabe perfectamente que hiciste lo correcto, lo que pasa es que es un

orgulloso, aunque tú tampoco te quedas atrás

-¡Ey! – lo resondro – y, ¿tú qué eres? ¿el más listo?

-No. Yo soy el más rubio – río – y me parece que haces mejor pareja con Peter que con Maxi

-Bueno, te cuento que él y yo tenemos varias cosas en común…

-¿Cómo qué? ¿Hacerle la vida imposible a Peter? Que se anda peleando con él cada vez que lo ve

-Idiota. Simplemente tenemos cosas en común y listo – la verdad es que no he pensado en qué cosas

tenemos igual

-Qué va. Vas a ver que Peter y tú van a terminar juntos

-Entonces tú con Rochi también

-Quizás…. – confiesa


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-A ver chicos, que les dice esta imagen

El profesor de historia pregunta en clase, pero Maxi y yo estamos más interesados en dibujar

cualquier cosa en el cuaderno que atender. Llevamos una semana de la misma forma y puedo notar

cómo Peter hierve al vernos juntos…a decir verdad, me encanta.

-No es tan difícil – repite el profesor cuando nadie responde

El profesor se rinde y empieza a explicar su gráfico y cómo se relaciona con la revolución francesa.

De pronto, mientras Maxi y yo reímos del dibujo en la pizarra, Peter, quién está detrás de nosotros,

le toca el hombro a mi compañero de asiento.

-¿Así que andas diciendo cosas de mí? – lo desafía Peter

-No sé de que hablas – se defiende Maxi

-Vas a saber de qué hablar cuando te dé el puñetazo que te mereces, Cara de Culo

-Peter, ya basta – susurro

-Tú te callas la boca – me dice, señalándome con el dedo - ¿qué cosas estás diciendo de nosotros por

ahí? – Peter le repite la pregunta a Maxi

-No entiendo cómo puedes aguantar a este payaso más de cinco minutos – se queja Maxi,

volteándose – tranquilízate – agrega, volteándose para mirar a Peter de nuevo – y supéralo

Es ahí cuando Peter pierde la paciencia y golpea a Maxi en el hombro. Lo jala de la silla y ambos

empiezan a pelearse. El profesor, escandalizado, los separa y los manda afuera, a Maxi a la

enfermería porque Peter le sacó sangre, y al aludido a cualquier sitio, con tal que se tranquilice.

Cuando termina la clase y salgo, lo encuentro recostado contra una pared, fuera de la clase; está

quejándose e insultando en susurros a Maxi.

-¿Te duele? – le pregunto – pues me alegro. Porque todo eso de que eres un hombrecito es patético

Peter – río – y no entiendo, si quieres volver conmigo y decirme las cosas claras, no sé porque no me

lo dices como las personas normales

Es un círculo vicioso, creo que nunca admitiremos lo que verdaderamente sentimos por el otro; al

menos yo no lo haré hasta que él lo confiese.

-¿Volver contigo? – ríe – tendría que estar loco después de los comentarios que oí en el baño

-Y, ¿esas cosas las está diciendo Maxi? – voy atando cabos

-El imbécil del Cara de Culo – me requinta – está diciendo por todos lados que hace contigo lo que

quiere – río porque es imposible - ¿de qué te ríes? – pregunta confundido

-Porque no sé cómo eres capaz de inventarte todas esas cosas. Y de que estás cayendo bajísimo

Peter


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-¿Y, tú? ¿Con el payaso ese, qué? – vuelve a requintar

-Es que no lo sé – digo sarcástica – si es que me dan a elegir entre él y un tarado como tú…pues no

está difícil la elección

-Anda a que te estreche con sus bíceps – grita – ¿qué haces aquí? – vuelve a gritar - ¡vamos, anda!

Tal como me dice, lo hago. Me alejo de él furiosa e indignada y busco a Maxi. Lo encuentro en la

enfermería, le han puesto una crema en el labio y un parche en la frente.

-¿Te duele mucho? – le pregunto, por sus heridas

-¿Esto? No, no mucho – dice, sonriendo

-Lo siento

-Bueno, da igual. Lo entiendo – dice, bajándose de la camilla y acercándose a mi cuerpo – cada vez

que se te acerca un chico también me dan ganas de golpearlo – me coquetea y sonrío, avergonzada

Se acerca un poco más, aprovechando que no hay nadie en la enfermería. Ríe nervioso y me

contagio. Pero unos segundos después, incómoda, me alejo apenas de él.

-Bueno…creo que ya debería ir para la clase – digo

-Lali, mira yo no soy como Peter – dice, cogiendo un poco de mi pelo – yo no dejaría de decirte nunca

lo preciosa que eres – se vuelve a acercar – porque eres la chica más bonita que he visto en mi vida

Corta la distancia entre los dos y acerca sus labios a los míos. Los roza y es ahí cuando mi mente

hace un click. No puedo besarme con Maxi, no lo quiero, y sólo estoy con él por despecho, por más

feo que suene.

-Lo siento – susurro cuando me alejo – es que…no quiero jugar contigo – confieso – lo siento –

vuelvo a repetir antes de alejarme por completo

En lugar de irme a clase, me voy a mi refugio: el baño. Necesito desahogarme, soltar estos

sentimientos que me están haciendo daño, el querer y no querer estar con Peter al mismo tiempo. El

odio, la rabia que le tengo pero el amor y las ganas de abrazarlo que tengo. Aprovecho para llorar y

desatar el nudo en la garganta. A los cinco minutos, Rochi ingresa al baño y me encuentra recostada

contra la pared, en el suelo; inmediatamente se acerca a mí y me rodea con sus brazos.

-¿Qué ha pasado? – susurra Rochi

-Peter – susurro de vuelta – todo el tiempo me jode

-Ay La…

-Me dan ganas de matarlo cuando se pone en plan machito – digo, sollozando

-La, piensa que lo han tratado a golpes y por eso le cuesta abrirse y expresar sus sentimientos


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-¿Y nunca lo va a superar?

-Claro que va a cambiar. De hecho ya lo está haciendo

-Pero, me exaspera

-Mira La – dice Rochi, estrechándome aún más – yo lo que veo es que te quiere y te extraña. Pero

creo que eso ya lo sabes

Por la tarde las cosas empeoran. Empiezo con un ataque leve de estornudos y luego me cuesta

respirar. Estoy en medio del pasillo del colegio, a punto de salir de clases para irme a casa cuando

me da el ataque de asma. Utilizo mi inhalador pero no surte efecto, los alumnos son tan imbéciles,

que al pasar a mi lado no se dan cuenta de lo que me sucede. No es hasta que Peter me encuentra

que alguien hace algo.

-Lali, tranquila – susurra, porque sabe que así puedo controlarme – respira hondo. ¡Nico! – llama al

aludido que acaba de acercase – avísale al director, hay que llamar a la ambulancia

Ya no sé qué sucede después porque inmediatamente me desmayo, sin poder encontrar más aire e

insertarlo en mis pulmones.


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Cuando despierto estoy en una camilla de hospital, claramente es una porque todo alrededor es

blanco y tengo en mi boca un respirador. Por suerte estoy con mi ropa y ningún cable adicional, eso

quiere decir que no pasé a mayores. Sólo están intentando que recupere aire y color, como hicieron

muchas veces cuando era niña. Pero, noto algo más. Están las mochilas de mis amigos en un sillón de

la habitación en la que me encuentro, mi madre está al costado de las mismas, durmiendo

pacíficamente. Y, a mi lado, recostado como yo en la camilla y sosteniendo mi mano, está Peter.

-Hola – susurra cuando nota que me he despertado - ¿cómo te sientes?

-Desorientada, pero bien – confieso después de quitarme el respirador

-El doctor dijo que no era grave, que te había vuelto a dar un ataque de asma como los que has

tenido antes, pero que se debe a mucha ansiedad y preocupación. ¿Has estado preocupada? – arquea

una ceja

-Sí, con Maxi… – digo algo enojada y Peter me fulmina con la mirada - ¿qué? Eso es lo que andabas

diciendo, ¿o no?

-Lo siento – vuelve a susurrar y coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja – te amo y me

desesperé al ver que podías morirte – confiesa y yo me derrito – no te mueras nunca, ¿está bien?

-Haré el intento – digo y ya estoy sonriendo – espera – agrega, cuando está a punto de besarme

-Lo siento por todo La – intuye lo que pienso y continúa – nunca debí tratarte mal, pasa que eres

muy orgullosa y terca – arqueo la ceja – bueno, bueno, yo también, y a veces me salta la chispa y

cuando me doy cuenta ya es muy tarde. Pero prometo comportarme bien – sonríe de lado

Así, rápidamente, se curan las heridas. Así es el amor. Me besa con dulzura y acaricia mi rostro. El

beso dura apenas unos segundos, porque mi madre se despierta y empieza a toser incómoda,

marcando su presencia.

-Peter, deja que mi hija se ponga el respirador, con tus besos acaparadores se va a volver a ahogar –

bromea mi madre al tiempo que se acerca a la camilla

-Ma… - la requinto, avergonzándome apenas

-Buenas, buenas – Nico ingresa cantarín a la habitación – veo que ya estás mejor

-Están mejor, dirás – agrega Gas, guiñándome el ojo y yo me dedico a sacarle la lengua

-A ustedes también los veo mejorcito – molesto, señalando a Gas y Rochi – cuidado con esa manito

Gas – lo jodo cuando noto su mano en el brazo de Rochi

-¿Qué mano? – Rochi se hace la loca

Ambos se sonrojan y reímos todos. Incluyendo mi madre, quién no deja de mirarme y sonreír.

-Ah, Peter, esto me dieron en la recepción para ti – dice Euge y le entrega una carta


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-¿De quién es? – pregunta y yo me pregunto lo mismo

-No sé – la rubia se encoge de hombros

Peter abre la carta y la lee en su cabeza, no en voz alta.

-¿Qué pasa? – susurro cuando noto tristeza en su mirada

Sin decirme nada, recuesta de nuevo su cabeza en la almohada y me entrega la carta. Los chicos se

miran entre ellos sin entender y mi madre me mira a mí, preocupada.

Ten cuidado con lo que se te ocurre hacer, es mejor mantenerte alejado del peligro, si no quieres que

las personas que más amas estén en peligro. Me iré del país, ya no hay nada que me importe aquí;

intenté mantener una buena relación contigo, pero nunca cooperaste. Espero tengas un lindo futuro.

Tu padre

Sin tener que decir nada más o pedir explicaciones, enredo mis brazos en el cuello de Peter quién ya

tiene los ojos brillosos. Acaricio su pelo y su espalda, intentándole dar un soporte. Rochi tiene razón,

Peter ha vivido su vida a golpes, por eso es tan fuerte consigo mismo, por eso no se deja conocer, por

eso mantiene aquel caparazón. Pero, poco a poco, se está dejando llevar, rompiendo de a poquitos

esa armadura que lo envuelve. Y yo me encargaré de que se termine de romper por completo.

***

Caminar por los pasillos, junto a Rochi, Nico, Euge o Gas, o simplemente caminar sola al terminar el

día de colegio y que alguien (ese alguien llamado Peter) me jale de pronto hacia uno de los depósitos

del colegio, se ha hecho costumbre en las últimas semanas. Besarnos hasta quedarnos sin aire en

aquel cuarto pequeño, con todas las herramientas y elementos que guardan ahí, encontrando

cualquier espacio para saborear la boca del otro y amarnos un poquito más.

-¿Qué pasa? – pregunta con urgencia cuando empieza a besarme y lo alejo

-Basta, basta, basta – empiezo a requintar, riendo apenas, porque sus besos me hacen cosquillas en

el cuello

-¿Qué? – repite, alejándose apenas

-¿Y, esto? – pregunto porque el depósito está arreglado como nunca

-Es que lo he alquilado a un precio increíble y lo han arreglado – se burla

Vuelve a besarme y lo alejo de nuevo, pero él insiste dándome besos en la mejilla.

-Bueno, podrías haber gastado un poco más de dinero y alquilarme una bañera con velas, en vez del

cuarto de herramientas

-Ay, pero si te encanta – se acerca de nuevo y vuelve a besarme


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-Bueno – lo alejo una vez más – está bien hacerlo de vez en cuando, pero…tal vez, podrías intentar

saludarme antes de meter la mano – lo jodo

Suspira, sonríe y se vuelve a acercar.

-Hola, ¿qué tal? – intento no reír, se ve tan imbécil

-Bien, bien…¿y, tú? – le sigo el juego

-Calientito, ¿ya te puedo levantar la falda?

Atrapa mi cuello con su boca y empieza a besarme de nuevo, pero no se la voy a dejar tan fácil.

-¡Peter! – lo empujo – te tienes que comportar – le digo seria – no sé, para empezar podrías

acariciarme la cara – sonrío, algo avergonzada y él hace lo que le digo – colocarme el pelo detrás de

la oreja – se acerca más y me obedece, moviendo su mano lentamente – decirme algo bonito al oído

– susurro contra sus labios

-Eres la más hermosa – susurra contra mi oído – y si no te apuras, te violo aquí mismo – bromea y

me carcajeo

-Eres un idiota – digo, alejándolo y ambos sonreímos

-Pero, ¿funciona o no funciona? – me cuestiona

-Sólo si ahora…. – lo atraigo hacia mí, colocando mis manos en su cuello – ahora quiero que me

beses despacito – susurro y él obedece – y quiero que te vayas a llenar la bañera de tu casa –

continúo cuando rompo el contacto – y a encender las velas

Sonrío avergonzada y me acomodo el uniforme, mientras él me mira, con sus ojos brillantes.

-¿No me irás a dejar así, verdad? – se cuestiona

Yo sólo río y asiento con la cabeza.

-Bueno…cuando esté el agua calientita…me llamas – digo, antes de salir del depósito


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“Si quieres ver a Peter Lanzani con vida no digas nada y anda al laboratorio de química

inmediatamente”

Leo aquella carta que han dejado dentro de mi cuaderno y está hecha con letras de diferentes

artículos de revistas. Mi corazón empieza a latir desaforado; estoy en clase de Literatura y no sé

dónde está Peter, no ha venido al colegio. Gas, que está sentado a mi lado, me mira preocupado y me

susurra un “¿Qué te pasa?”, pero estoy tan conmocionada que no digo nada. Inmediatamente, pido

permiso para ir al baño y voy corriendo hacia el laboratorio de química. Me aseguro que no haya

nadie en los pasillos e ingreso al mismo. El laboratorio está lleno de velas encendidas y por lo visto

no hay nadie.

-¿Hola? – pregunto, asustada

De pronto, alguien me agarra la cintura por detrás y salto muerta del susto. Es Peter.

-¡Mierda! – grito – ¡qué susto!

-¿Qué pasa? ¿No te gusta mi sorpresa? – pregunta

Mi corazón sigue latiendo a cien e intento tranquilizarme.

-Para que no digas que no me importa – se acerca e intenta besarme, pero me alejo

-¡Me has asustado! – me quejo – podrías haberte ahorrado el anónimo

-¿Qué sería de esta vida sin un poquito de emoción? – se burla

Sonrío y él se contagia. Luego, suspira y coge un ramo de flores que yace escondido en una de las

sillas y se sitúa en frente de mí, con el ramo entre las manos.

-¿Son para mí? – pregunto, sintiendo mariposas

-No, son para Micaela que me mata de amor – dice, refiriéndose a la cocinera del colegio, una viejita

Carcajeo y sonrío, dándome cuenta de lo dulcemente idiota que es.

-Bueno…creo que le van a gustar mucho – digo, seria – son muy bonitas – él asiente y se muerde el

labio inferior, aquel gesto tan sexy

-Y…. – dice, poniendo las flores a un lado y quitándose la camisa – esto, ¿tú crees que también le va a

gustar?

-Mmmm… - digo, conteniendo las ganas de comérmelo a besos – lo que creo es que como stripper no

tienes mucho futuro….yo…. – agrego, acercándome – si quieres puedo darte unas clases – continúo,

pícaramente – personales – termino, colocando una mano en su cuello y dejando que me bese -

¿mmm? ¿quieres? – pregunto, contra sus labios

-Sí, sí – dice como puede, apoderándose de mis labios de nuevo


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-¿Sí? Bueno, entonces – me alejo de su boca – la primera lección es… - suspira cuando no dejo que

me vuelva a besar – tener paciencia e ir muy despacio – susurro, al tiempo que voy

desabotonándome la blusa. Está claro que el laboratorio tiene llave – muy despacio – sigo

susurrando

-Más rápido mejor – me urge, ayudándome a desabotonarme y río

El despacio se queda suspendido en ese instante porque inmediatamente iniciamos un mar de besos

que termina con ambos haciendo el amor lenta y dulcemente, con aquellas caricias que Peter

“aprendió” de mí.

-¿A ti no te pasa que a veces estás viviendo un momento en tu vida que es…que es tan…especial que

sabes que no lo vas a olvidar nunca?

Susurro aquello cuando nuestras respiraciones vuelven a la normalidad. Sabemos que el laboratorio

de química no lo usan en todo el día de hoy, así que estamos a salvo de ser encontrados con “las

manos en la masa”. Peter besa mi nariz y acaricia mi mentón.

-Me está pasando lo mismo contigo – sonrío y él deja un beso suave en mis labios

Mientras acomoda aquellas mantas que trajo para recostarnos en el suelo, siento que es momento

de dar un paso más. Acariciando la medalla con una cruz que llevo colgada en el cuello, pienso que

estoy segura. Me la quito y estiro la palma de su mano para dársela.

-¿Y, esto? – me pregunta

-Me la regaló mi padre – me encojo de hombros – y ahora yo te la regalo a ti

-Qué linda – susurra antes de robarme un beso – ahora sí que voy a cuidarte toda mi vida, Laura –

sonrío porque sé que se equivocó de nombre a propósito – ay, perdón te dije… -al tiempo que río

suave, lo golpeo en el brazo – espera, ¿cómo era? – actúa – ¿cómo te llamabas? … ah…ya…Lali –

bromea

-Ah sí, ¿no? Lali, Lali – me burlo antes de que me calle la boca con un beso

El nidito de amor dura poco porque está claro que en algún momento nos van a buscar y caerán en

el laboratorio y encontrarnos en aquella forma no es nada grato. Así que nos vestimos y hacemos

como si nada hubiese pasado ahí, sonriendo al salir. Al regresar a las clases, ya hemos perdido dos

de ellas, así que aprovechamos para entrar al inicio de Psicología; nos sentamos ante la mirada de

los chicos, que esconden las risas.

-Tuvimos que decirle a la profesora que estaban haciendo un mandado del director – dice Rochi

-Sí…ni modo le íbamos a decir que estaban jugando a los doctores – dice Nico, riendo

-¡Ey! – me quejo y me sonrojo

-¿O me van a decir que sólo estaban conversando…? - dice Euge


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-Bueno, la intimidad se respeta – bromea Peter – envidiosos – reímos todos

-Te dije que te quería y te extrañaba – me susurra Rochi


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Al día siguiente, por la tarde, luego de haber salido de clases, Peter, Maxi, Gas y yo, nos dirigimos a la

casa de Peter para hacer un trabajo. Lamentablemente – para Peter – la profesora ha asignado los

grupos y nos ha tocado con Maxi, persona que mi morocho aún odia. Mientras mi novio se baña, los

dos chicos restantes y yo, aprovechamos para empezar a preparar algo para poder disfrutar

mientras hacemos trabajar nuestras mentes.

Luego, Gas y yo nos quedamos en la cocina mientras Maxi va limpiando la mesa de la sala comedor

para poder explayar nuestras laptops y libros. Cuando terminamos de preparar unos brownies que

dejamos cocinándose en el horno, escuchamos ruidos en la sala. Genial, Peter y Maxi se están

peleando.

-¿Qué me vas a pegar? – lo reta Maxi

-Ganas no me faltan – dice Peter, agarrando a Maxi por el cuello de la camisa

-Tranquilo, tranquilo, no se te vaya a caer la toallita

Peter está con la toalla atada a su cintura, dejando su pecho desnudo. Gas y yo nos encargamos de

separar a los dos chicos, evitando que se lancen golpes.

-¿Estás loco? – lo reto a Peter – y tú – digo dirigiéndome hacia Maxi – deja de provocar pelea – un

santito no es, claramente

Peter aprovecha para lanzarle una mirada fulminante a Maxi y robarme un beso en los labios.

-No hace falta – le digo

Me sonríe satisfecho cuando Maxi se sienta enojado en el sillón, mientras Gas, él y yo vamos al

cuarto.

-¿Qué haces aquí? – le pregunta mi novio a Gas

-Necesito que me prestes tu laptop antigua, me olvidé la mía – dice mi amigo, mientras va buscando

por el cuarto

-¿Crees que me gusta cuando te haces el machito? – le pregunto a Peter, acercándome a él

-Ay, por favor, si te encanta – susurra, jalándome hacia su cuerpo

-Ay – me quejo, intentando alejarme – eres un pesado

-Si me amas, muñequita – devuelve, de nuevo volviéndome en sus brazos y pegándome a su cuerpo

-Consíganse un hotel – bromea Gas

-Ay, como se pone – me susurra Peter contra mis labios antes de darme un beso

-¿Qué pasa? – le pregunto, cuando no deja de mirar algo por la ventana

-Eso – dice, señalando, algo a lo lejos – eso que brilla, ¿lo ves?


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Me volteo y empiezo a buscar lo que dice, hasta que lo encuentro. Una pequeña luz, entre los

árboles.

-Parece un reflejo, seguro es algo que brilla en el bosque

Para ese entonces, su boca ya está pegada contra mi cuello, sus manos han abierto la toalla y su

cuerpo está pegado contra el mío.

-De brillar, brilla – juega conmigo

Me volteo, riendo, pensando en el pobre Gas que se está comiendo la escenita. Enredo mis brazos en

su cuello y beso tiernamente sus labios.

-Sí que brilla – susurro, riendo

-Oye, Gas, ¿por qué no te vas a ver eso que brilla? Que tengo que comentarle un par de cositas a la

nena – dice Peter, antes de besarme

-Tenemos que hacer un trabajo, Peter – resisto la risa, Gas acaba de arruinarle el plan, y es que

realmente necesitamos sacarnos buena nota para pasar el curso

-Sí, Peter, Gas tiene razón. Así que es mejor que te apures para empezar – dejo un beso en su mejilla

y salgo de la habitación

-¡Por tu culpa me he quedado sin mañanero! – grita Peter

No puedo evitar carcajearme.

***

-Buenos días a todos, por favor, siéntense – dice Micaela, la cocinera viejita del colegio

-Eh, Micaela – empieza Peter, mientras todos van sentándose – esto es una clase, no una cocina –

bromea

-Rebeca no puede venir, así que hagan un resumen del tema. ¿Cuál están viendo?

-La Edad Media – dice Maxi - ¿te acuerdas de cuando eras joven? – bromea

-Pues sí, me acuerdo – responde Micaela – qué tiempos aquellos

-Siempre molestando a los demás – me susurra Peter, en la carpeta

-¿Y, qué piensas hacer? ¿Pegarle otra vez? – le pregunto

Me fulmina con la mirada, pero sé que quiere sonreír.

-¿Qué te pasa? – le digo, sonriendo y acariciando su cuello – te veo un poco tenso

-Es que ayer alguien me dejo en pleno show – se queja


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-¿Y fue mi culpa? Habla con Gas

-¿Gas? – ríe – él no puede hacer nada para arreglarlo – dice, acercándose

-¿Y, yo sí? – pregunto pícaramente, mordiéndome el labio inferior

-Al próximo que hable le corto la lengua con las tijeras de podar – aclama Micaela y todos se callan –

cositas que aprendí en la Inquisición – bromea y todos ríen

Siguiendo las reglas, dejo de hablar con Peter, pero corto un pedazo de hoja de mi cuaderno para

escribirle. Le paso mi notita secreta sonriendo y él me devuelve la sonrisa, sin dejar de mirarme a

los ojos.

Esta noche en mi casa. Mi mamá se queda hasta tarde en el trabajo.


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-¿Vienes o qué? – pregunto, cuando esa noche escucho pasos en la habitación

Le he dejado la llave de mi casa a Peter, aprovechando que mi madre no está. Estoy en la bañera de

mi madre, llena de espuma y agua caliente, mientras espero a que Peter llegue para darle esta

sorpresa.

-Me está empezando a dar frío – digo, coquetamente – es mejor que te apures

Alguien abre la puerta y empiezo a sonreír, con ganas de ver a Peter. Pero, no es él quién entra, sino

…¡mi mamá!

-¡Ay! – grito

-Menos mal que no me quité la ropa… - dice mi madre, con sus brazos cruzados contra el pecho

-Ma… - digo avergonzada

-¿Se puede saber qué estabas haciendo? – pregunta, con la ceja alzada – y, ¿por qué Peter iba a

venir?

-Eh… - empiezo

-No, no – niega con la cabeza – no me digas nada, prefiero no saber – trago fuerte – Dios mío,

¿cuántas veces más habrás hecho esto? – dice, alterada

-Te juro que…

-Te juro nada – dice, algo enojada – que sea la última vez, Lali. Está bien que tengas tu novio y que se

quieran mucho. Pero, el sexo no es algo que se toma a la ligera, ya te lo he dicho – sí que me lo dijo,

su conversación extensa y vergonzosa de hace dos años no fue muy grata

-Lo siento… - digo, sin saber qué más decir – pero yo puedo hacer lo que se me plazca con mi novio –

suelto

-Bueno, cuando salgas embarazada, no vengas a llorar tus penas

***

-En serio te encontró tu mamá en la bañera desnuda – ríe Euge cuando le cuento en el colegio

-No se rían, que si les hubiera pasado a ustedes no sería tan divertido

-No, no – niega Rochi con la cabeza, escondiendo la sonrisa

Las tres estallamos en carcajadas, después de todo, es gracioso.

-Aparte, es la primera vez que se me ocurre hacer algo así. Con velitas y todo – digo

-Bueno…para la próxima asegúrate bien que tu mamá va a regresar del trabajo – bromea Euge


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Las risitas se terminan, en realidad sólo la mía, cuando me encuentro con Peter en el pasillo. Euge y

Rochi nos dejan solos, aún riéndose.

-Me dejas plantada y no me dices nada – lo requinto – he estado una hora esperándote desnuda –

continúo enojada

-Mira Lali, si tú me esperas desnuda, me subo al Everest si hace falta

-Bueno, entonces, ¿por qué no aprendes a leer y a entender mis notitas? – me quejo y él me mira

extrañado

-¿Qué notitas? No me has dado ninguna notita

-Te la di yo misma ayer en clase – es increíble que lo niegue – imbécil

-¿A mí?

-Sí

-No me has dado nada – dice él, serio

-¿No?

-No – río, porque es imposible

¡Qué frustración! Es horrible cuando alguien te deja plantada y encima que ese chico sea tu novio y

lo estés esperando desnuda, para poder tener un momento íntimo con él y que encima tu mamá te

encuentre….¡qué vergüenza!

-Anoche soñé que me perdonabas – me dice Peter al día siguiente, tempranito por la mañana

-¿Y qué hacías para que te perdonara? – lo cuestiono, aún dolida

-Nada – dice sincero

-Bueno…qué pena que sólo haya sido un sueño

-Está bien, lo siento. Lo siento, me olvidé – lo miro, frunciendo las cejas

Hay un silencio, en el que ninguno dice nada.

-Es que eres tan imbécil… - me quejo - ¿qué vas a hacer cuando me cansé de ti? – lo cuestiono

-Eso no va a pasar nunca – dice serio, mirándome fijamente – te gusto demasiado – sonríe y me

contagio

Al menos se esmeró y me pidió perdón, algo raro en él. Eso provoca que acepte el beso que viene

después. Uno lento y dulce.


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-Si ves a Peter, dile que me busque en la biblioteca, por fa – más tarde le digo a Nico, cuando no

encuentro a mi novio

-¿Ya se han reconciliado?

-Sí – digo sonriendo

-Cada vez duran menos sus peleas – dice Nico, sonriendo

-Si me pidió perdón

-¿Peter te ha pedido perdón? – pregunta, sin creerlo

-Sip

-¿Cómo has conseguido domar a la fiera? – ríe

-Bueno…básicamente, mezclando mi látigo con la galletita de la suerte – bromeo

-Me alegro que estén bien, Lali – dice, sincero – me recuerda a mis momentos con Euge – se sonroja

apenas

-¿Al fin estás dejando la culpabilidad de lado? – pregunto, curiosa

-Sí – sonríe ampliamente – ya lo hablé con Peter y estoy decidido a estar con Euge

-Es la mejor decisión que puedes tomar – digo, sonriendo


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Peter anda raro. Muy tenso, ansioso, nervioso y preocupado. Y, cómo es de esas personas que se

guardan todo y no cuentan nada, claramente no sé qué le sucede. Ni Gas sabe nada, ya lo he

intentado averiguar. Así que voy a casa de mi novio a darle una visita e intentar averiguar qué es lo

que lo trae tan distraído.

-Wow, tranquilo con el ejercicio – digo

Me abre la puerta y está completamente sudado, ha estado haciendo abdominales, aquellos que hace

todos los días. Pero, parece que hoy día ha hecho más de la cuenta. Me hace pasar y nos sentamos en

el sillón de su sala.

-Necesitaba desahogarme – confiesa, con la respiración cansada – es que, últimamente ando poco

con mi novia

-¿Ah sí? – arqueo las cejas – seguramente, porque me han dicho que se pasó una hora dentro de una

bañera esperándote

-Sí – sonríe apenas – pero ya me ha perdonado

-¿Ah sí? – juego

-Sí, lo que pasa es que no hemos celebrado bien nuestra reconciliación – se acerca a mi boca

-¿No?

-No – dice y niega con la cabeza

Me roba un beso y sonrío satisfecha.

-Tranquilo, que no pasa de esta noche – susurro en su oído

-Es que no sé si voy a poder aguantar hasta esta noche – susurra de vuelta

-Ay, seguro que puedes. Ya verás – bromeo, palmeando su pecho

-No queda de otra, claro – dice y ambos reímos apenas

-Oye, ¿y el colgante que te regalé? – pregunto, cuando no lo veo colgando de su pecho, como siempre

-Está aquí – dice, empezando a tocarse el cuello pero no hay nada

-¿Te lo quitaste? – pregunto seria

Me mira, muy serio, esta vez no está bromeando. Está preocupado, se nota.

-Tal vez me lo quité para hacer pesas. Pero debe de estar aquí – dice y empieza a buscar en su ropa

Al no encontrar nada, nos vamos a su habitación y ahí sigue buscando, pero no hay nada. Está

realmente preocupado y eso me preocupa más.


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-A ver, piensa. ¿No te acuerdas en dónde lo has dejado? – pregunto

-Sí, sí. Claro que me acuerdo en dónde lo he dejado. Está aquí – responde, antes de seguir buscando

Pero ya estoy enojada…lo ha perdido, algo tan importante.

-Peter, ¿puedes hacerme el favor de pensar en dónde lo has dejado?

-Está bien. Pero, no me presiones – me dice, mirándome con su rostro preocupado – lo estoy

haciendo

Sigue buscando y es obvio lo que ha sucedido.

-¿Lo has perdido, no? – pregunto, sin poder mirarlo a los ojos – no tienes ni idea de que has hecho

con él

Lanza con fuerza una ropa que tenía en sus manos, furioso.

-¡Pues sí! – grita - ¡lo he perdido! He perdido el estúpido colgante

-¡Pero qué te pasa! – estallo – ¡además de amnésico te has vuelto estúpido!

-¡No me jodas, que es una mierda de colgante!

-Me lo regaló mi padre, imbécil

Nos miramos a los ojos por un instante y sé que está arrepentido, pero ya no hay marcha atrás. Sin

dejar que diga nada más, me voy de la habitación y de su casa, resistiendo las lágrimas.

***

-Si has venido a gritarme ya te puedes ir por dónde has venido – digo, cuando abro la puerta de mi

casa y es Peter - ¿tanto te cuesta reconocer que has perdido el colgante que te regalé? – pregunto

enojada

Por unos segundos no dice nada.

-Pues no. Lo reconozco, lo he perdido

Me quedo en silencio e ingreso a la casa, él me sigue por detrás, cerrando la puerta.

-¿Lo has perdido porque te parece muy cursi, no? – pregunto, indignada y él no responde - porque te

parecía una mierda que te lo regalara

-Pues sí – responde, sin emoción – la verdad es que me importa una mierda tu regalo, No quiero

nada tuyo

¿Qué le pasa? ¿Está loco o qué? Hace unas horas todo era de colores y ahora…ahora no sé qué

mierda está diciendo.


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-¿Y, esto a que viene? – es todo lo que me sale preguntar

-Esto viene a que se acabó – dice, sin emoción – no quiero seguir contigo, Lali

Siento un dolor en el pecho, muy fuerte. Siento un pequeño mareo y mi cabeza confundida.

-¿Este es otro de tus numeritos, no?

-No, ¿no lo entiendes? Se acabó – repite – esta vez es de verdad – se acerca a mi cuerpo – esto no se

va a solucionar besándonos como antes

Trago fuerte. No lo entiendo, ni lo quiero entender. Siento como ese dolor en el pecho va

aumentando.

-¿Pero, por qué? – pregunto, sin entender nada – Peter, si es por lo del colgante, me da igual. No

tiene importancia… - me rebajo, como nunca

-No es por el colgante, mierda – me interrumpe, sin mirarme a los ojos

-Peter…yo sólo quiero estar contigo – susurro, sintiendo un nudo en la garganta

-Pero, yo no quiero – dice, mirándome a los ojos – se acabó – repite una vez más. No quiero tus

regalos, ni tus citas románticas, ni el estúpido colgante de tu padre – lo miro, sin poder creerlo,

resistiendo las lágrimas – ¡no quiero más de ti! – alza la voz - ¡nada!

-Pero, Peter, estábamos mejor que nunca – digo acercándome, con las lágrimas ya en los ojos

-Mejor que nunca estabas tú – dice, alejándose – ese es el problema, que cada día tú estás más

enamorada y yo no siento nada – agrega, sin mirarme a la cara

-Eso no es verdad – susurro, con el nudo en la garganta y las lágrimas empezando a caer

-No me conoces, no soy como tú crees. Estoy harto de fingir que estoy enamorado para tener sexo

Duele y mucho. Pero, no pienso rendirme.

-No te creo. Mírame – digo, sosteniendo su rostro entre mis manos – Peter, mírame. Mírame y dime

que no me quieres – sollozo

-No te quiero – siento como si mi corazón empezase a romperse – así es como son las cosas. Me

cansé de ti, cuánto antes lo sepas, mejor

Me alejo de él, completamente indignada y con miles de lágrimas cayendo por mis mejillas.

-Esto no te lo voy a perdonar en tu vida – susurro como puedo – nunca. No vuelvas a hablarme

jamás, nunca – alzo la voz

Sin decir nada, me mira una última vez y se aleja, yéndose de la casa. Sólo me queda llorar sin parar.


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POV Peter

Sin duda, terminar con Lali fue lo mejor que pude hacer….no hay otra solución…no cuando se trata

de esto, de esta mierda que está pasando. Sí, me dolió, me dolió como nunca antes haberle dicho

todo lo que le dije, todas esas mentiras. La amo y demasiado; jamás pensé que podía enamorarme

así de alguien. Comenzó como un juego, y terminó como algo lindo, terminó conmigo hecho un

imbécil y jugándome por amor. Eso es lo que estoy haciendo ahora. Aunque suene contradictorio,

terminé con ella por amor.

Teniendo ganas de ser masoquista y con ganas también de recordar el amor que existe entre los dos,

empiezo a ver los videos grabados en mi celular. Mi cama me sirve de asiento y la almohada mi

respaldo para controlar mis emociones.

Lali está echada en mi cama, durmiendo o haciéndose la dormida. Está boca abajo, mostrando su

espalda desnuda, acabamos de hacer el amor. Mientras tanto, yo me encargo de filmarla mientras

acaricio su rostro, su pelo, aquel que contiene ese aroma tan dulce.

-¿Estás grabando? – susurra, cuando se despierta – sácala – intenta quitarme el celular, pero no puede

-Sí, estoy grabando. Para subirla a Youtube y que vean nuestras cochinadas – bromeo

Ella ríe, ríe mucho…esa risa tan sincera. Me río también.

-Deja de grabar – me pide, levantándose apenas – Peter, deja de grabar – insiste

-No te preocupes, que esto no sale de mi celular. A ver, dime algo con amor – la incito mientras ella se

tapa con la sábana y se coloca de costado apoyándose en su codo, mirándome

Hay un silencio en el que piensa y sonríe.

-Amor…fo – dice

Río, río nervioso porque me encanta cómo suenan esas primeras letras en su boca. Ella ríe también,

avergonzada, escondiendo por un momento su rostro.

-Te quiero – dice, de verdad

-Yo también te quiero – respondo

Y, cuánto lo hago. Ahí termina el video y sonrío por un instante, antes de borrar el video. Es lo mejor,

borrar los recuerdos. Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas y no hago nada para quitarlas

de mi rostro, dejo que caigan, como va cayendo mi corazón.

***

Las cosas entre Lali y yo regresan como al principio, aunque aún peor. Ahora, ni nos hablamos y le

doy la razón de estar enojada conmigo después de lo que hice. Nos cruzamos en los pasillos,

mirándonos y sin decir nada y el remordimiento me carcome, pero sigo pensando que es lo mejor. A

la hora del almuerzo, evitamos mirarnos y ella prefiere conversar con Gas y Rochi, evitando tener


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que mantener otro contacto conmigo. Nadie sabe el por qué terminé con Lali, ni siquiera Nico. Él me

ha estado preguntando acerca del tema, pero prefiero dejarlo de lado…a veces, es mejor sufrir solo.

Y, no quiero que nadie se esté lamentando conmigo. No quiero que sientan pena por mí.

-Explícamelo – me urge Lali en el colegio, cuando nos encontramos en el pasillo

-¿Explicarte qué? – me hago el duro

-Todo. ¿Por qué me dejaste así? ¿Por qué me dijiste todo eso? – se queja, enojada

-Fui bastante claro, ¿o no? No hay nada que explicar. Nada

Me alejo de ella, sin poder contener más la conversación; pero Lali viene detrás de mí y me detiene,

agarrando mi brazo y volteándome para enfrentarla.

-A ti te pasa algo – cómo me conoce

-Lali…

Sostiene mi mano y la coloca en su cintura, acercándome a su cuerpo. Sería tan fácil acercarme

apenas y rozar mis labios con los suyos…pero…

-Peter, no me hagas esto, por favor. Mira, si estás preocupado por algo…o si te pasa algo…sea lo que

sea – empieza a rogar

Sé que si no lo detengo ahora, no podré hacerlo más adelante. La amo, no puedo hacerle

esto…simplemente, tengo que alejarla de mí.

-¡No me pasa nada! – alzo la voz

-No entiendo que ha pasado – dice, resistiendo las lágrimas

-Es que no hay nada que entender. Se acabó y punto. Y, así es la vida. No te pongas melodramática

que no te va - mientras más duro sea con ella más rápido se va a rendir

-¿Cómo puedes ser…..? – niega con la cabeza – no me lo merezco

Las lágrimas se asoman por sus ojos y resisto las ganas de abrazarla y pedirle perdón.

-Después de todo lo que hemos tenido…no me lo merezco – continúa

Y, con eso, se aleja. La veo irse por el pasillo y resisto…resisto las ganas de salir corriendo a su

encuentro.

-Peter, ¿estás bien? – me pregunta Gas cuando me encuentra estático en el pasillo, mirando a la nada

-Sí – respondo, monótono

-A ver, ¿qué ha pasado con Lali?


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-No ha pasado nada – digo, evitando su mirada

-¿Cómo que nada? ¿Han terminado?

-Sí – susurro

-Otra vez. ¿Cuántas van?

-Otra vez, no. Esta es la última. Se terminó

-¿Qué pasa, han discutido? ¿Te ha hecho algo…?

-No, mierda, no – lo interrumpo – no. Simplemente me aburrí de ella

-Qué pena que eso no te lo creas ni…

-Suficiente, ¿no? – lo vuelvo a interrumpir

No tengo ganas de que me diga que está todo mal, no cuando es lo mejor que puedo hacer.


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POV Peter

Una semana de peleas y miradas asesinas y de dolor entre Lali y yo. No hemos hecho más que volver

al inicio de nuestra relación, cuando todo se basaba en odiarnos. Pero, no puedo evitarlo, tiene que

ser así. He tenido que contarle a Gas la verdad. Me costó, pero finalmente lo hice; él sabía que algo

iba mal y no pude contener más el nudo en el estómago....y se lo conté. También le hice prometer

que no le diría a nadie y mucho menos a Lali. Estoy confiando en su palabra.

Así que aprovecho mi baja emoción y que es fin de semana, para recostarme en mi cama y volver a

los recuerdos de mi celular.

-Peter, estás muy pesado con el celular. De verdad

-Vamos, di algo bonito para nuestros hijos

Lali está sentada en la cama, con una camiseta encima. Recuerdo que estuvimos toda la noche

besándonos y sonriéndonos uno al otro.

-¿Vamos a tener hijos? – pregunta

-Claro. Siete

-¿Cómo que siete? ¿Pero, los voy a parir yo todos o…?

-No, no, no. Mitad y mitad

-Ah ya…entonces está bien

Sonrío ante el recuerdo, puede ser tan linda cuando quiere.

-Bueno, entonces, ¿qué quieres que le diga a nuestros hijos?

-¿Qué les vas a decir? Lo geniales que son sus padres. Miren, chicos, esta señorita tan guapa de ahí –

digo, mientras Lali saluda con la mano y sonríe – es su madre – que es guapísima e inteligentísima

-Sí – susurra

-Claro, por eso está conmigo

-Bueno,,, - dice, y ríe

-Y, tiene unos pechos preciosos

-Peter, por favor – dice, avergonzada, tapándose

Me quita el celular y me empieza a filmar.

-Este idiota de aquí – ríe – es su padre. Se hace el duro y el machito, pero en el fondo es un tierno


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Me alejo de la cámara y me acomodo a su lado, donde el celular nos apunta a los dos. Recuesto mi

cabeza en su cuello y ella se encarga de abrazarme y dejarme un beso en mi frente.

-Pero, lo mejor de su padre es…

La batería del celular se termina. Genial. Empiezo a buscar el cargador, deseoso de seguir viendo la

continuación; pero, cuando lo prendo, me pide el código PIN. ¡Maldita sea! No me lo acuerdo y lo

peor de todo es que soy tan terco que no lo apunté en ningún lado. Durante cinco minutos intento

desbloquearlo, pero es imposible.

***

-¿Y, ahora qué quieres? No, mejor ni te molestes en hablar

Me aparezco en casa de Lali con una propuesta. Temo que ella no lo acepte, pero no quiero dejar de

intentarlo.

-Es que quiero hablar contigo – digo

-Seguro estás aburrido, ¿no? – dice, enojada

-No, no es eso – suspiro – sé que he ido muy lejos contigo y lo siento. Lo siento – repito, sincero -

después de todo lo que hemos vivido juntos, podríamos intentar…no sé, al menos ser amigos

-¿Amigos? ¿En serio?

-Sí, podemos intentarlo – digo, algo esperanzado

-Entonces, a partir de ahora yo te cuento con quién me beso y tú me cuentas acerca de la chica que

te gusta y hasta te ayudo a que la conquistes. Y, nos pasamos todo el día juntos, pero sin tocarnos,

¿no? Como amigos – alza la voz, enojada

-Ya sé que no es fácil, pero es mejor que estar todo el día insultándonos, ¿no?

-Peter. Tú y yo nunca hemos sido amigos y nunca podremos serlo. Porque cuando te miro y pienso

que no estamos juntos – se le empieza a quebrar la voz – me duele, así que no me pidas que intente

ser tu amiga, porque yo no puedo. No puedo – repite

POV Lali

Encuentro a Peter en el baño del colegio, la curiosidad pudo más cuando salió de clase y no volvió

más. Pero, esta vez no está fumando, tan sólo está sentado en uno de los inodoros, con su cabeza

entre sus manos.

-¿Te encuentras bien? – no puedo evitar preguntar

-Sí… – se levanta y ambos quedamos bastante cerca – qué raro que te preocupes…como me odias


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-Yo no he dicho que te odio, aunque me dan ganas de pegarte a veces. Pero no te odio y tampoco

quiero ser tu amiga

-Lo sé

-Es que hace un rato no pude evitar acordarme de…cosas, de nosotros dos

-Es difícil – susurra, acercándose aún más – sobre todo estando tan cerca

Roza sus labios contra mis mejillas, contra mi frente, contra mi pelo. ¡Maldita sea! Por qué me

tortura.

-Hueles tan bien – susurra

Acaricia mis mejillas con sus labios de nuevo y luego coloca sus manos en mi rostro, con sus ojos

cerrados, roza su nariz contra la mía.

-Eres tan suave….

Es ahí cuando acerca sus labios a los míos, primero con un roce apenas y luego me besa lentamente,

como deseando que nunca se termine.

-¿Te acuerdas? – susurro, cuando aleja apenas sus labios – así fue nuestra primera vez, nuestro

primer beso - ¿te acuerdas? – repito, colocando su mano en mi trasero y volviéndolo a besar

dulcemente

Pero, de pronto, él se aleja, con la cabeza gacha. Sale de la puerta y empieza a respirar agitado.

-Peter, ¿qué pasa? ¿Dije algo? Peter, ¿qué pasa?

-Tenías razón, ya no podemos estar juntos – dice, sin emoción – no podemos ser amigos, ni nada.

Olvídame, Lali. Por favor


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Odio cuando los recuerdos vienen a la mente, especialmente cuando no tengo ganas de recordar.

Estoy con Rochi y Euge en el jardín de la última, un trabajo de Psicología nos espera para mañana.

Ambas están discutiendo acerca de qué teoría es la mejor, cuando mi mente se aleja de ellas y se

pierde en los recuerdos. Aquel día en que Peter y yo nos pusimos calentones y volvimos a ser uno en

el laboratorio de química.

-Esto es hacer verdadero ejercicio – bromea él

-Bueno, también está el gimnasio – digo y río

-Me quedaría así toda la vida – dice, acariciando mi espalda desnuda

-¿Tú crees que vamos a estar así siempre?

-¿Así cómo, desnudos? – bromea

Río, burlona y él se contagia.

-¿Qué harías si no te quedara mucho tiempo de vida? – pregunto, de pronto

-Mm…no sé, pero no me quedaría llorando por las esquinas

-Entonces, ¿qué harías?

-¿Tú qué crees?

-No sé – me encojo de hombros

Hay un silencio en el que nos miramos a los ojos y sonreímos.

-Si me quedara poco tiempo, lo que haría sería pasar el mayor tiempo posible contigo – dice tierno –

me bastaría con estar así – sonrío antes de que me llene de besos

-Bueno, vamos – digo, levantándome luego de un mar de besos – nos van a empezar a buscar

-Sí, sí – suspira, antes de levantarse

-¿Dónde está mi blusa? – pregunto

-¿Qué blusa?

-¿Cuál va a ser? La del uniforme

-Pero, ¿acaso no has entrado desnuda? – bromea

-Peter…dame mi blusa. Vamos…dame mi blusa – insisto cuando no deja de cambiarse – nos tenemos

que ir

-No sé dónde está tu blusa – insiste - ¿para qué quiero yo tu blusa?

-No sé…tal vez para mostrarla en todo el colegio y decir que estás conmigo


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-No necesito hacer eso – dice, acercándose y reímos – igual…la quiero para ponerla debajo de la

almohada – agrega, colocando sus manos en mi cintura y atrayéndome hacia él – así cuando estoy solo

en la cama, la oleré y pensaré en ti – recuesto mi cabeza en su cuello – y será como si estuvieras ahí

conmigo, así no te extrañaré tanto – susurra

Hay un silencio, en el que él no deja de sonreír y yo me dedico a mirarlo a los ojos, rendida.

-¿Así que me vas a dejar ir desnuda por todo el colegio?

-Sí – asiente – yo lo haría cuánto antes, aprovechando que los profes están en clase – agrega, satisfecho

y sonriendo

Cuando vuelvo a la realidad, Rochi y Euge han dejado de discutir y me están mirando fijamente, sin

entender a dónde me fui…aunque algo intuyen.

-¿Lali? – pregunta Rochi, preocupada - ¿estás bien?

-¿Qué es lo que le pasa a Peter? – es lo único que puedo preguntar

***

-¿Por qué crees que Peter se puso así con lo de su laptop? – le pregunto a Euge

Hace unos instantes, Euge y yo quisimos utilizar la laptop de Peter para hacer un trabajo ya que

ninguna de las dos había traído la suya. Por supuesto que Euge se la pidió, yo ni lo miré. Pero, él no

quiso y cuando Euge le preguntó por qué, Peter se volvió loco y empezó a gritar que simplemente no

quería, comportamiento muy extraño.

-No sé – dice Euge – para mí que tiene porno – bromea y ambas reímos

-¿Y, si es otra cosa?

-Porno gay – vuelve a bromear y reímos - ¿te imaginas?

-Es que está tan raro….

-Deberías de hablar con él

-Ya no puedo Euge, me ha hecho demasiado daño – digo, con la tristeza llenándome – si le pasa algo,

ya es su problema, yo sólo quiero olvidarme de él. Es un idiota – continúo, dolida

-Lali….Peter es complicado – dice Euge, acariciando mi mano

-No, no es complicado. Es cruel y me ha hecho sentir como la peor mierda del mundo

A veces el destino es simplemente eso, aquel que decide que sucedan las cosas. Peter deja olvidada

su laptop al finalizar las clases. Por un instante pienso en ir a devolvérsela pero hay dos motivos

para no hacerlo: uno, ya se ha ido del colegio; y, dos, es el momento de averiguar qué es lo que

esconde que no quiere que veamos. Así que apenas llego a casa, abro su laptop. Por suerte la había


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dejado prendida así que no me pide ninguna clave. Hay varias carpetas en el escritorio, pero una me

llama la atención: “Cuadernitos de viejo”, dentro hay varios videos. Presiono el primero.

-Me llamo Peter Lanzani y tengo diecisiete años. Mi madre se llamaba María y mi padre…mi padre,

bueno. Mi padre es un hijo de puta. Mi mejor amigo es Nico y antes de serlo, nos peleábamos todo el

tiempo. Ahora, haría cualquier cosa por él. El educado de Gas, es como mi hermano. Rochi, ella

también es de toda la vida. Y, Euge…Euge fue mi novia, pero ahora somos mejores amigos. Mi novia

es Lali y está loca – ríe apenas – y, ya no le digo nada porque tiene un carácter que es imposible

contradecirla – sonríe y me contagio – eso sí…es preciosa. Lo mejor que me ha pasado en la vida –

vuelve a sonreír – la quiero como nunca pensé que podía querer a otra persona – se me forma un

nudo en la garganta mientras él suspira en el video – pero ahora se ha ido todo a la mierda….todo –

se detiene unos instantes – me han detectado Alzheimer….parece que la familia de mi madre lo

padeció y de alguna manera es hereditario….tengo miedo, tengo miedo de olvidarme de mi nombre

– dice con tristeza – o lo que es peor, del suyo – suspira fuerte – aquí viene

Termina el video y entiendo, sintiendo un nudo tanto en la garganta como en el estómago. ¿Por qué?

¿Por qué él? ¿Por qué decide afrontarlo solo? ¿Por qué decide olvidarme? Decido presionar otro

video, queriendo entenderlo, pero me cuesta.

-Hola, me llamo Peter Lanzani y tengo diecisiete años. Mi madre se llamaba María – suspira largo y

tendido y se queda mirando a la cámara, sin decir nada. Sus ojos están brillando y sé que está

resistiendo las lágrimas – hoy terminé con Lali – se me retuerce el estómago y el nudo me produce

dolor….

El video finaliza ahí, con un Peter mirando a la nada por unos segundos antes de cortarlo. Voy por

otro, sintiendo las lágrimas queriendo salir de mis ojos.

- Me llamo Peter Lanzani y tengo diecisiete años. Mi madre se llamaba María y…ya no puedo más

Cuando traga fuerte y agacha su cabeza, empiezo a sentir su dolor…me dan esas ganas de querer

abrazarlo y no soltarlo más.

-Ayer terminé con Lali, sé que es lo que tenía que hacer pero…fue horrible. Sé que hice bien…pero

creo que me pasé – las lágrimas ya caen por mis mejillas – ahora me odia, pero igual es mejor así –

suspira – le dije que no la quiero, que nunca la he querido. Le he dicho de todo y todo es mentira.

Mentira – seco apenas mis ojos con el dorso de mi mano – me moría de ganas de abrazarla – suspira,

tragando fuerte y se levanta para caminar y controlar las emociones – pero, no puedo hacer otra

cosa – continúa cuando vuelve a sentarse - ella no merece a un chico que tiene que grabar videos

para acordarse de cómo se llama – en ese instante, entiendo todo y sólo me dan ganas de decirle

todo lo que lo amo – no puedo hacerla pasar por esto. No puedo. Es mejor que me odie, que nunca

sepa la verdad


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Me quedo unos instantes en frente de la pantalla, viendo su imagen congelada. Para el instante en

que decido hacer algo al respecto, alguien toca el timbre. Me siento débil y con ganas de

acurrucarme y acurrucar a Peter también, dándole las fuerzas que él necesita. Mis piernas tardan un

instante en responder y logro ponerme de pie cuando el timbre suena más de tres veces. Es Peter.

-¿Qué haces con mi laptop? – pregunta, apenas abro la puerta - ¿qué has visto? – pregunta de nuevo,

agitado

-Todo. He visto todo Peter – digo como puedo

Hay un largo silencio en el que nos dedicamos a mirarnos a los ojos.

-¿No pensabas contármelo nunca? – sollozo

-¡Pues no! – grita - ¡porque es mi vida!

-Tu vida también es mi vida – digo, llorando - ¡¿o nunca lo vas a entender!?

-Yo no quiero que sea así. ¿Te queda claro? ¿O tengo que filmarte un video?

-Peter, yo te quiero – insisto – por favor, déjame demostrártelo. Yo me voy a acordar todo por los

dos, ¿está bien? – lloro, sosteniéndolo de los hombros

-Vete – dice bajito

En estos momento no importa que realmente él no pueda botarme de mi propia casa, es el contexto.

-Vete – repite - ¡vete! – grita cuando no me muevo - ¡te he dicho que te vayas! – grita una vez más y

hago todo lo posible para no desmoronarme

Y, cuando no lo hago, cuando me quedo mirándolo a los ojos, aquellos ojos que empiezan a

empañarse de lágrimas, él decide irse. Se va y me deja completamente dolida. Dolida porque no se

deja querer, no se deja ayudar, no me deja entrar en su vida. Dolida porque va a ir perdiéndose y no

voy a poder ser su último recuerdo.

***

-¡Peter! – lo llamo cuando lo encuentro en el pasillo del colegio - ¿cuándo vas a dejar de esquivarme?

-Cuando dejes de perseguirme y de revisar mis cosas

-¿No piensas escucharme ni un minuto?

-No

Una semana desde que me enteré de la verdad, del motivo por el que Peter no quiere estar conmigo,

aquel motivo egoísta. Egoísta porque no me pregunta lo que pienso y creo yo que es mejor para los

dos. Egoísta porque quiere sufrir sólo, como si lo estuviera. Peter me ha estado esquivando toda esta


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semana y cuando llega a hablarme es para callarme la boca o insultarme de algún modo, pero no

pienso rendirme…pienso lucharla hasta el final. Hasta que entre en razón.

-¿Qué haces con la laptop de Peter? – me pregunta Gas

Aprovecho que Peter ha dejado abierta su laptop en la sala de informática. El director lo ha llamado

a su oficina, eso quiere decir que se va a demorar ahí.

-¿Me ayudas a prender la camarita web? – le pregunto a Gas – no sé cómo se hace – sí, una inútil en

tecnología

-Bueno, pero después no me metas en el problema. Ya sabes cómo es Peter con sus cosas

-No te preocupes que lo que voy a hacer es para él

En menos de un segundo, Gas aparece el botón de la cámara y me explica brevemente como grabar.

-Gas – lo llamo cuando está a punto de irse

-¿Sí?

-¿Tú sabías lo que le pasaba a Peter?

-Lo siento Lali – confiesa – pero él no quería que te enteres, no quería hacerte sufrir. Intenté hacerlo

cambiar de idea, pero tú sabes que es difícil razonar con él – asiento, totalmente de acuerdo

-¿Y, qué va a pasar con él? – pregunto, angustiada

-No lo sé – confiesa – pero Peter te necesita más que nunca, aunque no lo reconozca

-Lo sé, por eso no me voy a rendir tan fácil

Ambos sonreímos apenas.

-Gracias Gas – digo y nos abrazamos fuerte

-Suerte – susurra, antes de dejar un beso en mi frente e irse

Suspiro y me armo de valor. Prendo la camarita y empiezo.

POV Peter

No me sorprendo al ver que alguien ha usado mi laptop. No me sorprende que haya sido Lali,

seguramente rebuscando entre mis cosas. ¡Maldita sea! Cuando estoy a punto de levantarme para

regañarla, noto que hay un video nuevo en mi escritorio….sin dudarlo, hago click en él.

-Hola Peter – es Lali – sí, ya ves. No sólo curioseo en tu laptop para investigar sino también para

grabar un video – sonríe – bueno, como en persona no me quieres escuchar y antes de que empieces a

gritar y cierres la laptop – cosa que estuve a punto de hacer – me gustaría decirte que….que eres un

imbécil y un terco y que crees que siempre tienes la razón, pero no la tienes. Antes de apartarme de tu


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lado – continúa, luego de una pausa – y de intentar protegerme, me tenías que haber dejado elegir,

Peter. Porque eres un imbécil y un terco. Pero, te quiero – yo también, pienso – y te quiero más que

nada en este mundo. Te quiero con memoria o sin memoria; y, estés como estés vas a seguir siendo tú –

susurra – y sé que tú también me quieres – sonríe– y también sé que si fuera yo la que estuviera

perdiendo la memoria, tú nunca permitirías que me aleje de ti – cómo me conoce, pienso - ¿y, sabes

qué? – frunce el ceño – también soy una imbécil y terca – sonrío, enternecido – tal vez por eso hacemos

buena pareja, ¿no? – ríe apenas y me contagia – bueno…por eso y porque nos queremos. No me voy a

rendir Peter – niega con la cabeza – déjame estar contigo, por favor


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Y, cuando creo que todo está más que perdido, cuando ha pasado un día desde que le hice el video a

Peter, él aparece. Gas y Rochi se están encargando de consolarme, porque no puedo dejar de pensar

en él y en la decisión que va a tomar cuando vea el video, si es que ya lo ha visto. Pero, los rubios

están ahí, siempre a mi lado, dándome fuerzas.

-Vas a ver qué va a entrar en razón La – dice Gas

-Sí, así como lo hizo Nico con Euge - agrega Rochi

-Así como lo hice yo con mi rubia – sonríe Gas, abrazando a su ya novia

-Gracias chicos, pero….

Justo entonces, Peter nos interrumpe.

-¿Nos pueden dejar unos minutos a solas, chicos? – pregunta mi…ex

Gas y Rochi me miran, ocultando la sonrisa. Ellos siguen con la esperanza.

-Sí, claro – dicen ambos antes de irse

-Muy bonito el video, ¿qué querías, hacerme llorar? – me requinta Peter cuando los rubios ya se han

ido

No digo nada y se produce un silencio en el que me dedico a negar con la cabeza y él suspira.

-No puedo hacerte esto Lali

-¿No puedes hacerme, el qué? ¿Volver conmigo y ser feliz?

-¿Pero, cómo mierda voy a ser feliz? – alza la voz – ¿cómo? Si dentro de nada no me voy a acordar ni

de cómo me llamo, ¡mierda! – mira…yo ya no voy a poder ser feliz – dice, frunciendo las cejas – y

mucho menos hacerte feliz a ti, ¿lo entiendes? – no, definitivamente, no – te voy a olvidar Lali, ¡te

voy a olvidar! – se le quiebra la voz – ¡olvídame tú a mi también! – es ahí cuando se me ocurre algo

-Está bien, si es lo que tú quieres, está bien. Pero, te pido una última cosa

-¿Qué?

-Una hora más, juntos. Una última vez. Y luego, te dejo en paz y lo que tú quieras. ¿Está bien?

***

Peter y yo besándonos dulcemente, mientras la camarita del celular nos graba.

-A ver di hola – digo yo, cuando nos apartamos

-Hola – dice Peter, sonriendo y yo río

-¿Tú crees que vamos a estar juntos siempre?


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Me mira fijamente por unos instantes, sin responder, solo sonriendo.

-¿A ver qué harías si terminamos? – pregunto, curiosa

-Pues… - ríe apenas – me olvidaría de ti, me iría de fiesta y me conseguiría otra chica – se encoge de

hombros

-Ah, mira tú – me hago la desentendida – muy machito

-¿Tú qué harías? – pregunta, y ríe – te meterías para ser monja – bromea

-Sí – respondo el juego y río – tomaría agua todo el día y rezaría por las mañanas – bromeo

-Es que… - dice, y yo sigo riendo – las chicas de ahora no son como las de antes – dice hacia la cámara

-En serio, ¿qué harías? – vuelvo a preguntar

-Ya te dije – dice serio – me olvidaría de ti, me iría de fiesta y me conseguiría otra chica – lo fulmino

con la mirada – pero, ¿sabes qué? – continúa – que cuando nadie me viese, sufriría tanto. Te extrañaría

tanto, que haría cualquier cosa por recuperarte – me dice, sin dejar de mirarme a los ojos

La imagen se congela ahí.

Cité a Peter en su casa, con la idea de nuestro último momento, juntos. Mi idea era mostrarle

nuestros recuerdos, aquellos que llevo grabados en mi celular, pero también en mi mente y en mi

corazón.

-Este es el último – susurro, refiriéndome al video

-Es muy fuerte – dice, sin mirarme a los ojos – no me acuerdo ni de cuando grabamos ese video

-¿Entonces lo borro?

Muero porque diga que no, pero sé que va a decir que sí. Y lo hace.

-Borrado. Ya está, ¿esto es lo que querías no?

-¿Y tú, qué es lo que quieres? – pregunta, esta vez mirándome a los ojos - ¿hacerlo más difícil?

-No, Peter – sentencio, frunciendo las cejas – no – repito. Ya sabes lo que quiero. Puede que tú me

olvides, pero yo no – digo, segura – ninguno de los dos puede evitarlo, pero si olvidas nuestros

besos, ¿sabes qué? – niega con la cabeza – que siempre te puedo dar otro – susurro, acercándome a

su boca

Le robo un beso corto en sus labios y él no responde. Se queda ahí, estático.

-¿Y, qué? ¿Eh? También me voy a olvidar de eso, Lali

-Entonces te daría otro – repito la misma acción del beso – y siempre que se te olvidara, te volvería a

dar otro más


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Voltea su cara porque sabe lo que se viene, pero determinada a no rendirme, lo sostengo por la

barbilla y uno una vez más mis labios con los suyos.

-Y, así cada vez que nos acariciáramos o besáramos o hiciéramos el amor, sería como la primera vez

– susurro

-No es justo – dice, negando con la cabeza – no es justo para ti

-No. Lo que no es justo, es que tú decidas por mí – y me hace recordar a aquella pelea que tuvimos

cuando lo detuve de cometer un error

Me mira fijamente, sin decir nada, resistiendo las lágrimas. No dice nada…¿por qué tiene que ser tan

orgulloso?

-Se acabo la hora – suelto, rendida - Peter, por favor – suplico cuando me levanto de la cama en la

que estaba sentada – déjame estar contigo

Me sigue dando la espalda, sé que está controlando sus emociones, pero cuando se voltea ya no

puede resistir más.

-No puedo Lali, no puedo – dice, con la voz quebrada – no puedo, lo siento, no puedo

Sus palabras chocan contra mí y forman aquel nudo en la garganta y el retorcido en el estómago. Me

alejo hacia la puerta y voy botando esas lágrimas que ansiaban hace rato caer. Peter no quiere una

oportunidad, no me ama lo suficiente para permitirme amarlo, estar a su lado, no quiere enfrentar

esto juntos y eso me duele mucho. Pero, cuando estoy por salir, alguien grita mi nombre.

-¡Lali!

Sin poder creerlo, me volteo lentamente, y ahí está él. El amor de mi vida, a unos pasos de mí, con el

rostro bañado en lágrimas y aquellas ganas de correr hacia mí y no soltarme más. Suelto las

lágrimas que aún están guardadas y él hace lo mismo, acercándose a mi cuerpo. Cuando llega, me

abraza fuerte y luego acuna mi rostro entre sus manos para besarme después de mucho, besarme

como él solo sabe hacerlo, demostrándome que me ama demasiado.

-Perdóname, no quiero estar sin ti, nunca más. ¿Estamos? – susurra, contra mis labios, llorando –

nunca más – repite

Nos volvemos a abrazar fuerte y siento el alivio correr por mi cuerpo, pero también amor. Ese amor

por él, que va creciendo conforme pasa el tiempo. Aquel que empezó en forma de odio pero terminó

con una Lali queriendo ir hasta el final por él, sin importarle los obstáculos.

-Te amo – decimos al mismo tiempo, con nuestros rostros bañados en lágrimas y besándonos cómo

podemos


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-¡Peter! ¡Peter! – lo llamo, pero no responde

Nos hemos quedado dormidos en la cama de nuestra habitación. Luego de una noche larga en la que

nos dedicamos a conversar y a revivir nuestro amor, terminamos agotados. Soy la primera que me

despierto y lo intento despertar a él porque parece que tiene un mal sueño, lo veo moverse y

susurrar.

-¿Estás bien? – le pregunto, cuando se levanta de golpe

Suspira fuerte.

-Sí. Era una pesadilla – dice, cerrando los ojos y volviéndolos a abrir

-Mira que ya te dije que sólo puedes soñar conmigo – le digo, sonriendo

Sonríe dulcemente y se muerde el labio inferior, antes de robarme un beso tierno.

-Solo nos queda un día – suspiro

-Lo lograremos, ya lo verás

-¿Y, sí no? – pregunto, angustiada – sólo queda un día - repito

-¿Tú sabes todas las cositas que se pueden hacer en un día? – sonríe y besa tiernamente mi nariz - ¿y

en diez minutitos? – continúa, con su rostro a escasos centímetros del mío

-Te amo – susurro

-Yo también y sí se me olvida me lo recuerdas – bromea

-Siempre – sonrío apenas y le robo un beso

Luego de unos minutos en silencio, simplemente abrazados y disfrutando del otro, escuchando las

respiraciones y los latidos de corazón, Peter se levanta y trae los dos vasos con vino que habíamos

estado tomando el día anterior.

-Un brindis – dice, mientras me acomodo en la cama – porque… - empieza – vamos a seguir juntos

para siempre y vamos a darle la vuelta al mundo entero, disfrutando de nuestro amor – sonrío ante

su ternura y él también - ¿y sabes que es lo mejor? – pregunta y yo niego con la cabeza – que nos

vamos a amar como nunca se ha amado a nadie. Siempre

Me quedo sin palabras, así que simplemente alzo la copa, incitándolo a brindar. Y, después que lo

hacemos, no dudo ni un segundo en robarle más de un beso, completamente enamorada.

Peter y yo ya llevamos cinco años juntos. Terminamos el colegio junto a los chicos, aquellos grandes

amigos que nunca fallan y siempre están para darnos una mano. Ingresamos a la misma universidad,

pero a diferentes carreras. Peter se olvida de las cosas, por supuesto, su memoria disminuye

conforme pasa el tiempo, pero yo siempre estoy ahí para recordarle quién soy, quién es él, quiénes

son los demás, cuál es su propósito en esta vida; a veces son cosas pequeñas que olvida, como que


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tenía que ir a dar un examen, en otras, son más grandes, como nuestro aniversario. Él se culpa, pero

yo no. A veces la vida nos da golpes, pero lo indicado es siempre salir adelante…y eso intento que

hagamos los dos.

Y, ahora más que nunca. La vida no sólo nos trajo esta dificultad, aquella que pudimos sobrellevar

con nuestro amor, sino que ha traído la cura también. Sí, finalmente, han encontrado la cura para el

Alzheimer y mañana, Peter se hará la operación. Tenemos miedo, mucho miedo. Los riesgos son

altos, pero no podemos dejar pasar la oportunidad.

Así que es al día siguiente, cuando nos aparecemos en la clínica. A Peter lo internan desde temprano,

para colocarle todos los elementos quirúrgicos y prepararlo para la operación. Rochi, Gas, Nico y

Euge, se quedan a mi lado, todo el tiempo, como los grandes compañeros de vida que son. Ellos se

encargan de alejar los pensamientos negativos de mi mente, haciéndome reír y recordar viejas

anécdotas. Ellos se encargan de abrazarme cuando en momentos me derrumbo, de acompañarme en

la larga espera.

-Parece que ya salió – susurra Gas, levantándose de pronto de la silla de espera

-¿Cómo sabes? – pregunta Nico

-Ahí viene el doctor

-¿Cómo está? – pregunto, al borde de las lágrimas

Él sólo se limita a sonreír. No tiene que responder para saber que todo ha salido más que bien. Lo

primero que hago es abrazarme con Rochi, fuerte. Luego, cada uno de los chicos me abraza y entre

ellos también, porque Peter también es su compañero de vida. Soy la primera en entrar a la

habitación y ver al amor de mi vida recostado en la camilla, con sus ojos cerrados.

-Peter – susurro - ¡Peter! – lo llamo cuando abre los ojos y me mira

No puedo dejar de susurrar su nombre y llorar. Llorar de alegría porque está vivo, está bien, curado,

libre. Lleno su rostro de besos y él se limita a sonreír apenas. Para cuando susurra mi nombre de

vuelta, los chicos ya están dentro de la habitación. Las chicas sollozando y los chicos haciéndose los

fuertes pero emocionados.

-Lo hiciste, por la puta madre – dice Nico

-Siempre tan machito – bromea Euge, llorando

-Eso nunca se me olvidó – bromea mi novio y es imposible no reír

La celebración se realiza en nuestra casa, bueno, nuestro departamento. Desde que vivimos juntos

no paramos de celebrar, y es que siempre hay un motivo. Ahora más que nunca. Nico y Euge

aprovechan para dar el notición que se van a casar y nos hacen más que felices. Gas y Rochi siguen

juntos, con sus desequilibrios, pero finalmente enamorados.

-No sé que hubiera sido de mí si te perdía – susurro contra los labios de mi novio


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Aprovechamos un instante para nuestra intimidad, cuando Euge y Rochi se van a pedir comida y

Nico y Gas se insertan en una conversación de hombres.

-¿Qué creías, que me iba a perder el resto de mi vida contigo? ¿Eh, mi amor? – pregunta, contra mis

labios – te amo – agrega

El beso que sigue es lento pero tierno. Algunas lágrimas se nos escapan, pero de aquellas

imperceptibles, que podemos esconder antes que los chicos regresen. Y, cuando lo hacen, nos dejan

disfrutar este pequeño instante que se repetirá quinientas veces más.

-Y, pensar que se odiaban a muerte – nos recuerda Rochi

-Del odio al amor hay un solo paso… – agrega Euge, con aquella frase tan cliché

A nosotros solo nos queda sonreír y darnos cuenta lo mucho que hemos cambiado. Hemos

reemplazado parte del orgullo, la terquedad, la rebeldía y el odio por amor. Aquel que nació cuando

empezamos a conocernos y que empezó a formarse cuando nos dimos cuenta que el uno era

indispensable del otro.

Ahora solo nos queda recorrer el mundo y disfrutar de nuestro amor, perdiéndonos en el otro.

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