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.' "". Pere Gimferrer Cine y literatura Edici6n revisada y ampliada J I q 4

Pere Gimferrer - Cine y Literatura

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.' "".

Pere Gimferrer Cine y literatura

Edici6n revisada y ampliada J Iq~ 4

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Son rarisimos los casos de peliculas de ficci6n que se

han rodado sin un gui6n previo, por somero que sea; y, de

las peliculas argumentales rodadas sobre un gui6n -es

decir, de la mayor parte de la producci6n mundial de to­

dos los tiempos-, una porci6n fiUy considerable provie­

nede un material literario (novela 0 pieza teatral) anterior

al gui6n mismo. No nos ocupara ahora la relaci6n, que

como lenguajes, tienen el literario y el filmico -hecho

que ya se ha examinado-s-, sino algunos problemas gene­

rales de la adaptaci6n de un material novelesco a la panta­

lla: que gana, que pierde acaso, en que se transforma un

relato literario al pasar a ser una historia puesta en ima­

genes.

Existe una cuesti6n previa. Tal como han ido las cosas

en el cine desde la irrupci6n de Griffith, segun se ha visto

hasta ahora, cualquier relato, para ser narrado en forma de

film, ha debido estructurarse siguiendo el patr6n de la no­

vela decimon6nica, s610 esporadica y tardiamente sustitui­

do por otros patrones mas recientes (nouveau roman fran­

ces, tecnica del monologo interior, etc.). Ahora bien, con

ser ella cierto s610 concierne a la estructura drarnatica del

relato y al desmenuzamiento de los hechos mediante la

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planificaci6n y el montaje; pero la materia esencial sobre

la que operan aquella estructura y aquel desmenuzamien­

to es desde luego distinta en la novela y en el film: el ma­

terial de una novela son las palabras, el material de una

pelicula son las imageries. Una cosa es la ordenaci6n de di­

cho material -y,como se ha visto, esta ordenaci6n ha es­

tablecido el mencionado paralelo con la novela decimon6­

nica- y otra cosa muy distinta es el material mismo. Se

puede plantear ahora, sentada esta evidencia -que no por

serlo debia dejar de subrayarse-, una pregunta funda­

mental: puesto que ellenguaje de la narraci6n literaria y el

de la narraci6n filmica emplean recursos paralelos u ho­

m6logos, pero el material de que se sirven es tan distinto,

tquees 10 que realmente .se.adapta.al llevar unanovela al

cine? tEn que medida se puede hablar de adaptaci6n y no

de creaci6n nueva y aut6noma?

Se podra convenir que, en SI mismo, el argumento de

Crimen y castigo 0 el de La Regenta carecen de importan­

cia. Y se citan adrede obras en las que existen sucesos ex­

teriores llamativos: un asesinato, un adulterio, un duelo.

Pero esta claro que estos sucesos, como tales, no podrian

interesar mas -ni menos- que cualquier hecho leido en

la cr6nica negra de los peri6dicos 0 cualquierchismorreo

de vecindario sobre la vida privada de algun conocido. Un

interes moderado, distraido, y que, en definitiva, en nin­

gun caso iria mas alla de la consideraci6n particular de los

hechos en cuesti6n como caso concreto. Lo importante del

asesinato cometido por Raskolnikov no es 10 que dice

acerca de Raskolnikov como individuo, ni siquiera --esta

segunda dimensi6n es mas amplia, pero sigue estando al

alcance de la cr6nica de sucesos- 10 que dice acerca de la

categoria social a que pertenecia Raskolnikov (estudiante

nihilista en Rusia hacia 1865 con dificultades econ6micas),

del mismo modo que el adulterio de la protagonista de La Regenta no importa solo en cuanto manifestaci6n de una

psicologia individual concreta, ni siquiera en cuanto epife­

n6meno de la organizaci6n social espanola en una ciudad

de provincias en el ultimo tercio del siglo XIX, aun cuando

uno y otro extremo entraran en los prop6sitos del autor y

se hallen minuciosamente documentados en el libro. El

psicologismo 0 la documentaci6n social fueron reales con­

quistas de la novela, pero nunca su fin ultimo; no le son

indispensables. La sustanciade 'unanovelano es su ·asun­

to 0 su soporte social, sino su caracterde organizaci6n

verbal de la realidad .en secuencias narrativas. Exactamen­

te del mismo modo que la novela organiza la realidad ver­

bal, el cineorganiza la realidad visual. Lo cual no significa

que una novela sea s6lo palabras (hay novelas que en cier­

to modo si son solo palabras, como las de la primera eta­

pa de Philippe Sollers, pero quienes las leen no las leen

como novelas, sino como textos, casi al modo de la poe­

sia) ni tampoco que una simple sucesi6n de imagenes (un

documental abstracto de Walter Rutmman, por ejemplo)

constituya una narraci6n cinematografica, Con s6lo ima­

genes se hace una pelicula, pero no un relato filmico; con

s6lo palabras se escribe un texto, pero no una novela en el

sentido corriente. Pero tanto como el hecho de relatar -y

aun este hecho es muy cambiante, puede ser un mero fluir

de escenas sin progresi6n dramatica-s- cuentan la palabra,

para la novela, la imagen, para el cine: este es el unico ele­

mento constitutivamente imprescindible para la existencia

de la obra.

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Griffith admiraba a Dickens, y se sirvi6 de sus patro­

nes para relatar; pero lque se adapta, en el cine, cuando es

llevada a cabo una adaptaci6n de Dickens, es decir, cuan­

do no simplemente se narra a la manera de Dickens, como

hacen Griffith y sus sucesores, sino que ademas se elige

narrar 10 mismo que habla narrado Dickens, esta 0 aque­

lla obra concreta del autor britanicoi lEn que consiste

adaptar a Cervantes? lHay adaptaci6n posible y verdadera

de unas obras literarias cuyaexistencia consiste, no en el·

argumento, sino en la escritura? Porque, en S1 mismo,

un argumento no esuna obra: no es 10 mismo el Fausto de

Marlowe que el de Goethe, ni ninguno de los dos equiva­

le al Fausto cinernatografico de Murnau.

Los problemas de adaptaci6n pueden ser fundamen­

talmente de dos 6rdenes; problemas de equivalenciade

lenguaje y problemas de equivalencia del resultado esteti­

co obtenido mediante ellenguaje. Los problemas de equi­

valencia dellenguaje s6lo se plantean, de hecho, en los ca­

sos de narraci6n que no coincidacon el esquema del rela­

to decimon6nico adoptado por Griffith y seguido, como

ya se vio, en formas diversamente evolucionadas, por la

mayor parte de la cinematografia posterior. Este esquema,

por otra parte, no representa sino el ultimo avatar del re­

lato tradicional: es el heredero del poema epico, de la na­

rrativa medieval, y de la novela del Renacimiento. Cierto

que varia la distribuci6n interna de los materiales, la for­

ma de presentaci6n de los sucesos, su gradaci6n; pero, en

definitiva, el esquema griffithiano puede ser capaz de aco­

ger, no s6lo un relato al modo del siglo XIX, sino cualquier

forma de relato anterior a esta epoca, El problema, por 10 tanto, s6lo se presentara -como se ha sefialado a prop6­

sito de la adaptaci6n del Ulises de Joyce debida a Joseph

Striek- cuando exista, desde el comienzo, un lenguaje li- '

terario.que.carezca.de .correlaciorr cinematografica estable­

cida yesta deba; porconsiguiente.unventarse- desde cero.

Hay que decir que tales casos no son abundantes, y que,

como se indic6 ya, el cine ni suele plantearse ni, cuando

esporadicarnente 10 hace, ha sabido hasta ahora las mas

de las veces resolver de modo satisfactorio el problema de

una forma de narraci6n no tradicional que sea algo mas

que una pura y simple narraci6n tradicional bajo una apa­

riencia remozada. Los unicos intentos verdaderamente se­

rios y respetables en este sentido proceden del cine de van­

guardia y son rarezas 0 islotes que no modifican el rumbo

de la producci6n corriente ni alcanzan siquiera a consti­

tuir una corriente paralela a ella. De hecho, existe cierta ti­

midez, no ya de la industria, sino diriase incluso que de

los propios realizadores, ante este genero de problemas.

Estan lejanos los tiempos en que ellos ocupaban el centro

de la atenci6n de los autores mas inquietos. Y, sin embar­

go, estos tiempos tan distantes, diriase que tan inaccesibles

hoy, no pertenecen a la prehistoria del cine, no se hallan

-si s6lo se mira el calendario- en un pasado rernotisi­

mo: en los afios treinta, Eisenstein sofiaba en la empresa

exaltante y grandiosa de filmar £1 capital de Marx -un li­

bro que ni siquiera tiene argumento, claro esta, y por 10 tanto no es una novela, pero que tampoco es una simple

sucesi6n de datos documentales, sino mas bien una suce­

si6n de ideas-; en los afios cuarenta, Orson Welles se

planteaba la posibilidad de adaptar £1 corazon de las tinie­

blas de Conrad narrando enteramente la historia por el

procedimiento de camara subjetiva, es decir, de modo que

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la camara se identificase con la mirada del narrador, tra­

duccion visual de una forma bastante usual de relato lite­

rario -la narracion en primera persona- a traves de un

recurso cuyo principal antecedente en el cine sonoro esta

en el inicio de El hombre y el monstruo (1932) de Rouben

.. Mamoulian y en la secuencia del entierro de Vampyr

(1932) de Dreyer y que fue explorado de forma sistemati­

ca en una cinta interesante pero no excepcional, La dama

del lago (1947) , de Robert Montgomery, y tambien en

otras obras de cine negro tales como La senda tenebrosa (1947) de Delmer Daves, en su primer tercio, 0 Historia de

un detective (1945) de Edward Dmytryk, adaptacion de

una novela policial de Raymond Chandler, donde la ca­

mara desempefiaba el papel de la mirada de Philip Marlo­

we, el detective, y el principio era aplicado con tan estric­

ta fidelidad a sus premisas que desembocaba en el absur­

do de convertirse en una limitaci6n.

Es significativo que ni el proyecto de Eisenstein ni el de

Welles llegaran a materializarse, porque son muy caracteris­

ticos de la raza espiritual a que pertenecen estos cineastas,

para quienes el cine no es algo que existe ya y puede em­

plearse de uno u otro modo, sino algo que ellos deben in­

ventar en cada nueva obra, es decir, exactamente 10 mismo

que fue para los grandes pioneros del cine primitivo, y par­

ticularmente para Griffith. Distanciarse e independizarse de

la actitud griffithiana ante el relato filmico es el gran reto

que tiene pendiente el cine moderno; pero s6lo seria posi­

ble asumirlo si se partiera precisamente --como hacen

Eisenstein y Welles--- de una posici6n previa analoga a la de

Griffith: todo esta por inventar. Asi actua, por ejemplo, Ma­

noel de Oliveira en A divina comedia [1991], que es, en el

fondo, una inteligente, liberrima y estilizadlsima adaptaci6n

de Crimen y castigo, escenificada por los reclusos de un ma­

nicomio y tambien en El valle Abraham (Val Abriio, 1993)

que se inspira en Madame Bovary, pero retiene de ella s6lo

los nombres de pila de los protagonistas, alguna situaci6n y

-a modo de contrasefia- hace aparecer en la pantalla a la

heroina leyendo ellibro de Flaubert en una secuencia. Sin

partir de tal actitud, la unica meta a que resulta posible as­

pirar es -tras los afios de oscilaci6n pendular entre con­

formismo y experimentaci6n, una dicotomia cuyos ultimos

coletazos fueron la irrupci6n de Welles en los afios cuaren­

ta y la nouvelle vague francesa a fines de los cincuenta y co­

mienzos de los sesenta y que, en la actualidad, perdura solo

en los continuadores de aquel movimiento, el principal de

los cuales es Aki Kaurismaki, particularmente en Leningrad Cow Boys go America (1989)-la consolidaci6n de un cla­

sicismo filrnico, tan uniforme -yen algunas obras tan so­

lido- como el de la narrativa del siglo XIX, un clasicismo

que tiende cada vez mas -par encima del sustrato ideolo­

gico- a una confluencia de c6digos expresivos de origen

diverso, segun se advierte en obras tan antag6nicas en su in­

tenci6n como el mencionado Novecento de Bertolucci y El cazador (1978), de Michael Cimino, por ejemplo.

Preciso es reconocer que el progreso de la tecnica y la

para lela evoluci6n dellenguaje cinematografico propician

particularmente esta situaci6n. Durante casi toda su histo­

ria --qu e es, no se olvide, muy breve- el cine ha tenido

que luchar con la tremenda dificultad de ser un medio de

expresi6n balbuciente e imperfecto en una epoca cultural­

mente avanzada. Una dificultad doble: el cine debia des­

cubrir y hacer evolucionar a ritmo acelerado su propio

Page 7: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

lenguaje -para tratar de ponerse en pie de igualdad con

las dernas artes narrativas 0 representativas- y, adernas, el

cine debia llevar a cabo descubrimientos estrictamente

tecnicos equivalentes a 10 que para la pintura habian su­

puesto la perspectiva 0 el claroscuro, 0 para la poesia el so­

neto y luego el verso libre, 0 para la novela el transite de

la narrativa medieval y renacentista:a la narrativa moder­

na, desde Cervantes a Balzac. Y todo esto, ademas, debia

ser hecho por el cine a toda prisa, quemando etapas, por­

que, por mucho que adelantase, siempre iria rezagado:

cuando Griffith llegaba a Dickens, Dickens estaba .a punto

de ceder el puesto a Joyce. Y algo mas grave aun: no habia

solo un problema de consolidacion de un lenguaje, sino

un problema, adernas, de pura y simple posibilidad de ex­

presion. Primero faltaba sonido, luego era dificil rodar

planos largos, desplazar la carnara, usarla profundidad de

campo, emplear escenarios naturales en vez de decorados,

rodar con la camara en la mano, trabajar con sonido di­

recto, resolver tecnicamente ciertos trucajes, prescindir de

las transparencias, obtener mayor nitidez en la imagen.

Cada una de estas conquistas ha sido trabajosamente ob ­

tenida, a costa de esfuerzo y perfeccionamiento tecnico,

No es de extrafiar que, en epoca aun reciente, poder rodar

una obra que en su estructura responde a un modelo lite­

rario bastante tradicional, como es el caso de Novecento,

pueda haber tentado a un realizador como Bertolucci,

que, caso de relatar la misma historia en forma de novela,

habria utilizado con toda probabilidad m6dulos narrati­

vos mucho mas distorsionados y posjoyceanos. Es una

verdad general que en el arte no hay progreso, y que en

este sentido Picasso no es ni superior ni inferior a quienes

pintaron las cuevas de Altamira, ni Dante es superior ni

inferior a Homero, sino que un os y otros representan,

simplemente, momentos distintos de la historia espiritual

de la humanidad; pero, con todo, debe hacerse aqui una

salvedad importante por 10 que respecta al cine. Es verdad

que un fotograma de una pelicula muda de Griffith 0

Murnau no solo no es inferior, sino que posiblemente sea , .

superior en validez estetica y capacidad de expresi6n a un

fotograma de cualquier pelicula actual en color y panavi­

sion; en este sentido, tambien se puede decir que en el cine

no hay progreso. Pero, en cambio, en la medida en que la

finalidad, esencia y fundamento del cine es la reproduc­

cion de la realidad visible a traves de la filmaci6n, se pue­

de decir que una pelicula actual en color y en panavisi6n

supone, no un progreso estetico, pero si un progreso en

posibilidades expresivas reales, como punto de partida,

respecto a la mas exce1sa pelicula muda. Un director actual

carente de talento gastara en vano metros y metros de pe­

licula sin obtener la expresividad de una imagen de

Eisenstein; pero resulta evidente que, con los medios tee­

nicos de hoy, Eisenstein habria concebido de manera muy

diferente la secuencia de las escaleras de El acorazado Po­

temkin (1926), puesto que no habria tenido necesidad de

suplir mediante el montaje 10 que la situaci6n de la tecni­

ca en 1926 no le permitia reproducir sino s6lo sugerir y la

estetica del futurismo, vigente entonces, le impelia ademas

a metaforizar. No por ella los resultados de hoy serian es­

teticamente superiores, aunque tampoco es forzoso imagi­

nar que debieran ser inferiores de necesidad; pero el hecho

es que cuanto cine -yes, aun entre el intelectual, la ma­

yoria- se concibe hoy desde un punto de vista griffithia­

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no 0 posgriffithiano, en un lenguaje narrativo clasico, su­

pone, en gran medida, la «puesta en practica» de una ac­

ci6n correctora respecto al cine clasico ya existente. Berto­

lucci vuelve a rodar, a la manera de Dovjenko, 10 que Dov­

jenko no pudo rodar mas que con los recursos tecnicos de

que disponia el cine en su tiernpo, cosa que en gran medi­

da habia hecho.ya la viuda de Dovjenko, Yulia Solntseva,

en la trilogia postuma de guiones de su marido a la que

me referire mas adelante (y de modo particular en EI Des­na encantado, dado el empleo del kinopanorama, equiva­

lente sovietico del cinerama); Visconti, en EI inocente

(1975) -por ejemplo- vuelve a rodar alguno de los vie­

jos melodramas dannunzianos de Pina Menichelli que se

exhiben, borrosos, abocetados y grises, en la penumbra de

caverna de las cinematecas. Tal es, en el cine, la seducci6n

del clasicismo. Si un dramaturgo escribe una nueva ver­

si6n de Fedra 0 de Antigona, no es con la intencion de ha­

cer 10 mismo que Euripides 0 S6focles beneficiandose de

un inexistente progreso que le aporte recursos de los que

los griegos caredan; si Joyce adapta al Dublin de comien­

zos de siglo el periplo de Ulises, no es con la idea de me­

jorar en ningun sentido el relato de Homero, aportandole

procedimientos expresivos mas perfeccionados: nadie, ni

siquiera los neoclasicos de los siglos XVII y XVIII, creeria

sensato tomar tal actitud ante las obras de ayer. Pero, en

cambio, es legitime proceder con semejante espiritu en el

cine -independientemente de cual sea luego el logro

efectivo-s-, porque es un hecho que, a diferencia de la pa­

labra, la tecnica de filmaci6n y los accesorios de rodaje si

consienten un progreso real. La permanencia considera­

blemente estable del relato cinernatografico clasico es la

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venganza, en el cine de hoy, de las limitaciones tecnicas del

cine de ayer; acaso la historia se repita y arnplie manana.

Lo expuesto hasta aqul hace retornar, en cierto modo,

al punto de partida: puesto que en la mayoria de los casos

el lenguaje narrativo empleado en el cine no rebasara el

~re~.de las posibilidades latentes en Griffith, es decir, pues­

. to que su~~~str?-_po!~n~lal _~.~.. re~~~2 L~~!:.~.~~~.~~!~ . I?~5~0 menos complejo y vario--9,ue las posibilidades de

. .!ecni9.1 del relato que ofrece la historia de la literatura, la_~

~~lacio_n~s .en_tre ~!?ve~aJ.3daptaci6n filmica deberan~_­

b_a!!~se .P!.~~ipalm_ent~L!!9~!l..d.J.erreno deJa~q.uiv:~J~n­

cias de lenguaje empleado, sino en el de las equivalencies

en cuanto al resultado estetico ob~~nido. Cada lenguaje es

10 que es y ni aun en el mas 6ptimo de los supuestos el

lenguaje visual podra obtener equivalencias plenas de re­

cursos que son propios unicamente del lenguaje literario,

como es el caso del monologo interior empleado por

Faulkner y Joyce 0 la tecnica del punto de vista desarrolla­

da por Henry James. Pero, por otro lado, el hecho de que

los esquemas narrativos del cine apenas se muevan de una

zona equivalente a la cubierta por un periodo muy con ­

creto de la historia de la novela no debe impedir ver que

una cosa es la organizaci6n de las imagenes y otra las ima­

genes mismas. Es verdad que el argumento de Novecento y

la forma de desglosarlo en secuencias y, dentro de cada se­

cuencia, en planos, as! como los movimientos de camara y

los angulos, no llegan masalla del repertorio de solucio­

nes con que contaban la novela naturalista de Zola 0 la

novela verista de Giovanni Verga. Pero ni una novela es

s6lo la mera distribucion abstracta de los hechos que rela­

ta ni una pelicula consiste unicamente en su planificaci6n

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y decoupage. Zola no se agota en la econornia que impri­

me a su relato: es tributario de una vasta herencia, la que

late en ellenguaje. La narrativa de Zola no es s610 la orga­

nizaci6n de una historia, sino un momenta de la prosa li­

teraria francesa. Del mismo modo, el clasicismo, la simpli ­

cidad casi esquernatica y la notable tradicionalidad de No­

vecento, en el terreno de las estructuras narrativas, no im­

piden que, en el terreno mas intrinsecamente propio del

cine - la imagen que aparece en el encuadre- el traba­

jo de Bertolucci sea extremadamente elaborado: la suce­

sion de imagenes respeta basicamente el modelo griffithia­

no, pero cada imagen individual contiene una compleja

trama de referencias iconograficas al propio cine (alusio­

nes visuales a Eisenstein, a Dovjenko, al neorrealismo ita­

liano, a los melodramas epicos de Hollywood) y a datos

exteriores a el (imagineria popular, referencias a descrip­

ciones literarias, correlaci6n entre los datos visuales y la

informaci6n argumental que exponen, como en el caso de

las cuidadas equivalencias entre las cuatro estaciones del

afio y las cuatro fases de la historia contemporanea italia­

na expuestas en el film). Todos estos elementos pertenecen

exclusivamente a la imagen, y no pueden traducirse a otro

medio expresivo: no existen en la lectura del gui6n ni si­

quiera en la novelizaci6n -que efectivamente se ha lleva­

do a cabo- de la pelicula. Son elementos no trasvasables,

que afectan a la materia misma del cine,no a su estructu­

raci6n; equivalen, en suma, al papel que en cualquier libro

-de Zola 0 de Balzac, de Verga 0 de Proust, poco impor­

ta- desempefian todos aquellos elementos que pertene­

cen exclusivamente a la palabra, al lenguaje literario, a la

escritura, y no pueden ser sustituidos sin que desaparezca,

no ya la raz6n de ser de la obra, sino incluso la obra mis­

rna, ni tampoco desplazados al pasar a otro medio de ex­

presi6n. Y es en el terreno de estos elementos -10 mas

propio del cine, es decir, la imagen; 10 mas propio de la li­

teratura, es decir, la palabra- donde se plantea el verda­

dero problema de la adaptaci6n de una novela al cine.

Porque cuando se habla de obtener una equivalencia en el

resultado estetico respectivo -esto es, en Ultima instancia,

en eI efecto producido en quien recibe laobra, ya como

lector, ya como espectador filmico-- nos estamos refirien­

do, precisamente, al hecho de que una adaptaci6n genui­

na debe consistir en que, por los medios que Ie son pro­

pios -la imagen- el cine llegue a producir en el especta­

dor un efecto analogo al que .mediante el material verbal

-la palabra- produce la novela enel lector, No reprodu­

cir o .mimetizar los recursos literarios, sino alcanzar, me­

diante .recursos filmicos, un resultado analogo -ya que

no siempre identico-s-, al obtenido precisamente en eI li­

bra por aquellos.

Lacomprension -intuitiva 0 razonada- deeste he­

cho esta en la base de las adaptaciones filmicas acertadas,

y, 10 que es mas, eI grado en que el realizador .ha procedi­

do asi determina, no s610 -la validez de la cinta como adap­

taci6n y como obra filmica aut6noma, sino incluso la po­

sibilidad de que un materialliterario mediocre pueda dar

una pelicula notable y un materialliterario de primer or­

den produzca resultados filmicos insignificantes. No siem­

pre la mejor adaptaci6n es la mas fiel. Los cuatro episodios

de la enorme adaptaci6n sovietica de Guerra y paz (1963­

1965), dirigida por Sergei Bondartchuck y estrenada en

cuatro partes (Austerlitz, Natacha, La batalla de Borodino y

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El incendio de Mosca), dada su duraci6n contienen indu­

dablemente masinformacion acerca de 10relatado en elli­

bro que la version italoestadounidense, mas reducida, de

la misma novela de Tolstoi dirigida por King Vidor en

1956, y, por supuesto, mayor propiedad hist6rica y topo­

grafica: pero, a fin de cuentas, el nivel estetico alcanzado

no difiere mucho, ya que en ambos casos se trata de co­

rrectos trabajos artesanales de -divulgacion (Bondartchuk

no posee talento para rebasar este nivel y Vidor, en decli­

ve de facultades y atenazado acaso por los condiciona­

mientos de una gran produccion, s610 en algunas secuen­

cias acert6 a rebasarlo); 10 que es mas, incluso se puede

afirmar que el mayor rigor hist6rico de Bondartchuk que­

da descompensado en ocasiones por unestilo visual ba­

rroco muy alejado del espiritu de Tolstoi, a quien convie­

ne mejor la serenidad y desnudez contemplativa del len­

guaje empleado por Vidor. Pero una adaptacion respetuo­

sa no necesariamente es sinonimo de falta deempuje e

inventiva: en Dias tranquilos en Clichy (1970), el danes

J. Thorsen adapta con gran fidelidad el libro hom6nimo

de Henry Miller, teniendo incluso cuidado de buscar un

actor que recuerde fisicamente a Miller y de mantener el

caracter de relato en primera persona mediante el empleo

de la voz en off; que lee largos pasajes del libro, y, precisa­

mente, empieza a hacerse oir, al principio del .film, sobre

la imagen de la maquina de escribir con la cual el prota­

gonista relatara en su libro 10 que el espectador le esta

viendo vivir. Dias tranquilos en Clichy es un caso poco frecuente de

adaptaci6n fiel y respetuosa que no cae en el servilismo ni

queda maniatada cinematograficamente por su fidelidad a

la letra y el espiritu del texto. Pero tales casos no son nu­

merosos, y la historia de las adaptaciones cinematograficas

de novelas famosas ofrece un elocuente muestrario de fi­

delidades esteriles y de infidelidades -y aun traiciones­

fecundas. Se impone un repaso a algunos ejemplos signi­

ficativos; pero antes de entrar en el, quiza no este de mas

hacer notar un extremo que tiene su interes: una gran par­

te de la historia del cine, y no siempre, ni con mucho, en

sus titulos menores, esta formada por adaptaciones de

obras de muy escaso valor literario, 0 por adaptaciones

de obras de calidad que han sido objeto, en el guion, de un

tratamiento que las degrada al nivel de aquellas; que tales

hechos no tengan nada que ver en ningun sentido con el

logro filmico de la obra es un dato evidente y por todos

sabido, que corrobora la primacia del material visual sobre

el material literario y aun sobre la estructura dramatica en

cualquier pelicula, Ninguna persona dotada de un mini­

mo gusto literario soporta la lectura de las novelas en que

se basan peliculas como Confidencias de mujer (1962), de

George Cukor, Un extrafio en mi vida (1960), de Richard

Quine 0 Una mujer en la luna (1928), de Fritz Lang, a las

que casi ningun cinefilo regateara meritos; inversamente,

cualquier cinefilo, por cultivado que sea en el terreno lite­

rario -y casi puede afirmarse que tanto mas cuanto mas

entienda de literatura- huira ante laadaptacion de El rui­do y lafuria (1958) , de Faulkner, firmada por Martin Ritt,

y preferira, entre las adaptaciones de Cumbres borrascosas,

de Emily Bronte, la rodada en Mexico por Luis Bufiuel con

el titulo de Abismos de pasi6n -interpretada por actores _

en general malos e inadecuados a sus papeles, que con­

vierten en.grotescos no pocos episodios, y con el aiiadido

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de una secuencia final que no figura en ellibro-- a la nor­

teamericana de William Wyler -correcta, y con un ajus­

tado reparto que encabeza Laurence Olivier-, porque en

Bunuel se manifiesta el esplritu violentamente subversivo

y poetico de la autora, ausente por completo de la come­

dida adaptaci6n wyleriana. N6tese, con todo, que 10 que

en fin de cuentas aflora en la versi6n de Bunuel es s6lo

una de las posibles lecturas de la obra: la mas acorde con

la sensibilidad actual, pero no necesariamente la unica va­

lida. De hecho, cuanto mayor es la riqueza de un texto li­

terario, mayor es tambien su potencial de adaptaciones

posibles, porque cada adaptaci6n respondera a un punto

de mira distinto. Ello se aprecia particularmente en las

grandes obras caracterizadas por la pluralidad de niveles

de lectura, por una ambiguedad que, lejos de reducir su

poder de sugerencia, 10 expande y amplia casi. ilimitada­

mente. Uno de los casos mas claros es el Quijote: si sedeja

de lado la versi6n de Orson Welles-que ha quedado ina ­

cabada, y no pudo ser montada por su autor- no existe

ninguna adaptaci6n verdaderamente satisfactoria de la

obra principal de Cervantes, y las dos unicas que poseen

cierto nivel de dignidad - la sovietica, de 1957, dirigida

por Gregori Kozintsev, y la francesa, de 1934, dirigida por

el germano Pabst- no son mas que dos hermosos albu ­

mes de imageries, muy cuidados plasticamente, pero que

restituyen s6lo algo delclima de la epoca, visto con ojos

actuales, sin entrar ni en las implicaciones sociales y mo­

rales del relate ni mucho menos en 10 que constituye, qui ­

za, su principal micleo de interes para la critica reciente: la

riqueza y multiplicidad de puntos de vista narrativos a tra­

yes del juego entre el narrador, Cervantes, y Cide Hamete

Benengeli, y, en la segunda parte de la obra, de las alusio-.

nes a pasajes de la primera y del Quijote ap6crifo de Ave­

llaneda.

De hecho, Gregori Kozintsev declaraba a prop6sito de

su pelicula: «Para Don Quijote, necesitaba un espacio de co­

,", lor anaranjado devorado por el sol... Daumier y el Gre­

co me han influido mucho en la recreaci6n de los interio­

res palaciegos.» En efecto, aparte de la interpretacion de

Nikolai Cherkassov, en el papel de hidalgo, el principal va­

lor de la pelicula de Kozintsev reside en el tratamiento co­

loristico -que obtiene un partido magnifico e innovador

de las posibilidades, y aun de las limitaciones, del Sovco­

lor de la epoca, sistema procedente del Agfacolor de la

Alemania hitleriana y menos perfeccionado que el Techni­

color americano 0 el Daieicolor japones, pero muy apto

para las tonalidades ocres- y en toda la ambientaci6n de

escenografia y figurines, para lacual se cont6 con la cola­

boraci6n del destacado escultor comunista espafiol Alber­

to Sanchez, exiliado en la Uni6n Sovietica desde el fin de , J, la guerra civil y que, durante la era staliniana, abandon6

casi por completo la escultura -salvo unas pocas obras

realizadas de modo privado y casi clandestino con mate­

< riales muy endebles- a causa de la rigidez de las directri­

ces esteticas oficiales, para dedicarse a la pintura y a tareas

de encargo que abord6 con suma dignidad. Pero la re­

creaci6n cuidada de una epoca, incluso atendiendo a mo­

delos pict6ricos ilustres, garantizara el acierto visual del

film, mas no su restitucion del espiritu Ultimo de la obra

original . Jorge Luis Borges ha escrito con suma propiedad:

«Para Cervantes son antinomias 10 real y 10 poetico. A las

vastas y vagas geografias del Amadis opone los polvorien­

Page 12: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

tos caminos y los s6rdidos mesones de Castilla; imagine­

mos a un novelista de nuestro tiempo que destacara con

sentido par6dico las estaciones de aprovisionamiento de

nafta. Cervantes ha creado para nosotros la poesia de la

Espana del siglo XVII, pero ni aquel siglo ni aquella Espana

eran poeticas para el.;.» Se toea aqui el meollo del pro­

blema: Kozintsev ha adaptado, ciertamente, aspectos del

Quijote que importan mucho a un lector actual, pero que

no formaban parte en modo alguno del proyecto estetico

de Cervantes y que en ningun caso -ni siquiera conce­

diendo primacia a la perspectiva de ahora- pueden cons­

tituir el sentido capital de la novela.

En efecto, el problema dela adaptaci6n no reside s6lo ~l,r::principalmente en el ' Ienguaje ,narrativo' que seelige

\~ para adaptar, ni aun .en .la calidad del resultadoobtenido: " este Ultimo factor es.elque.ouenta.por supuesto.ala hora

de dilucidarel valor de una pellcula, pero de unapelicula

comoobraen si, no del valor quetenga como adaptacion,

Si se pregunta a un lector corriente que le atrae en la no­

vela del pasado -y las ediciones anotadas de clasicos, asi

como laensenanza universitaria, refuerzan esta tenden­

cia- es probable que cite casi en primer lugar cosas que

para el autor 0 no entraron en el area de las intenciones

conscientes 0 se daban por supuestas y no podian ni su­

mar ni restar valores a la obra: cosas tales como el lexica

de la epoca, los escenarios, la descripci6n de vestidos de

los personajes, etc. El lexica no puede incorporarse a los

dialogos filrnicos -que, en principio, deben trasponerse a

lenguaje actual si no se quiere caer en el enfasis 0 el ri­diculo- pero, en cambio, los trajes, las calles, las casas, los

carruajes, los locales publicos, todo aquello que para un

escritor forma parte con entera naturalidad de 10 que esta

viendo y contando, todo aquello que, para el escritor, ca­

rece en si mismo de poesia, se convierte al correr del tiem­

po en poetico y precisamente es 10 mas facil de adaptaral

cine. EI cineasta podra ceder a la tentaci6n de creer que ha

adaptado la obra solo con adaptar 10 que a la mayoria de

los lectores seduce hoy mas a primera vista en ella.

Es cierto que el papel de ;tales 'e1ementos ·no tiene la

misma importanciaen losdiversosnovelistas. En.Ia.nove­

la anterior,alRenacimiento,0 no haydescripcioneso son

funcionales -salvo algunas que tienen el caracter degala

retorica y se resuelven mediante cliches literarios conve­

nidos-; los torneos y armaduras que atraen al lector en

un libro decaballerias como Tirant 10 Blanc de Ioanot

Martorell eran para Martorell cosa tan corriente como

para ellector actualla descripci6n de los uniformes, equi ­

po belico y peripecias de cualquier episodio de la segun­

da guerra mundial. Incluso a partir del Renacirniento, las

mas de las veces tales facto res no son esenciales en la

novela: las lujosas adaptaciones de Fielding debidas a

Tony Richardson -Tom Jones (1963) Y Joseph Andrews

(1976)- son, 0 pueden ser, un espectaculo visualmente

atractivo, pero confieren un papel preponderante a ele­

mentos que en Fielding eran simples toques de ambienta­

ci6n sin mayor relieve en si mismos. Otro tanto cabria de­

cir de las novelas de Sade 0 Diderot, y es significativo que

la unica -aunque muy libre- adaptaci6n filmica acep­

table de Sade, el SaM 0 los 120 dias de Sodoma (1975), de

Pasolini, inspirado en Los 120 dias de Sodoma, prescinda

totalmente del clima de la epoca y traslade la acci6n a los

ultimos dias del fascismo en Italia: 10 esencial en Sade es

Page 13: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

el mundo moral y la combinatoria de acciones corporales,

no el clima dieciochesco.

Esta situaci6n varia desde comienzos del siglo XIX.

Para unos escritorese--Balzac y mas tardeZola---losesce,.

narios tienen elcaracterde metaforas-de laaccion.que se

desarrollaen ellos; son, no-meres datos referenciales. isino

elementos a los queen si misinosse confiere valorexpre- "

sivo, un personaje.rnas -y a veces incluso el personaje

principal, el protagonista-> delaobra. Perootros novelis­

tas ----como Stendhal 0, mas acentuadamente todavia,

Dostoievski- se interesan de .modo preferente en la psi­

cologia de los personajes, verdadero centro de la obra, que

se dibuja sobre un fondo de escenarios casi neutros 0 muy

estrictamente funcionales. Ocurre, empero, que un lector

actual dificilmente diferenciara sin mas estas dos clases de

escritores; y ocurre, por afiadidura, que el director cine­

matografico, por la misma naturaleza realista del cine, po­

dra moverse a sus anchas adaptando la estetica de un Bal­

zac -se ha visto la confesada influencia que este ha ten i­

do en la evoluci6n de un Visconti hacia una importancia

cada vez mayor del decorado en el encuadre- pero, en

cambio, dificilmente podra proceder a la manera de un

Dostoievski, porque a la narraci6n litera ria le esta perrni­

tido escamotear 0 dar ,por supuestas 0 despachar en una

pincelada sumaria cosas que en la pantalla deben por fuer­

za saltar literalmente a la vista. Ellector de EI idiota se in­

teresara mucho por los ojos de Nastasia Filippovna, por

ejemplo; pero, salvo en unos pocos momentos excepcio­

nales -el viaje en tren del primer capitulo, el ataque epi­

leptico en la enorme, lujosa y sombria escalera del hotel­

apenas prestara atenci6n a los escenarios en que transcu­

rren las extensas secuencias de denso contenido dramatico

que constituyen la progresi6n de la novela; mas aun, pres­

tara atenci6n, por ejemplo, a la distribuci6n de habitacio­

nes y dependencias en la casa de Yepanchin la primera vez

que le es descrita, porque en aquel momenta conviene a

los prop6sitos de Dostoievski que as! sea, pero en cambio

podra olvidarse de ella cada vez que vuelva a ocurrir algo

en aquella casa si el escritor no necesita recordarselo. Por

la misma raz6n, Dostoievski podra ser muy minucioso en

unas descripciones y muy somero en otras, 0 incluso re­

gularmente minucioso, pero como por tramite y sin que

ella penetre de modo profundo en la atenci6n del lector,

cuando en buena logica debe describir algo que sin em­

bargo no hace falta para la finalidad de la eficacia dra­matica,

Ellenguaje visual, aunque a cambio tenga ventajas de

las que carece el litera rio, no dispone de esta clase de pri­

vilegios. Todavia en la epoca muda -segun se ha visto en

el tratamiento fragmentario del gabinete del Fausto de

Murnau- el estado incipiente de la tecnica le permitia es­

currir el bulto, con resultados hornologos a los que en el

mismo terreno obtiene la literatura: la topografia de la

fonda donde es manteado Sancho Panza en la novela de

Cervanteses tan imposible de reconstruir, con los datos

que da el escritor, como el gabinete del doctor Fausto en

la pelicula germana. Pero, en la situaci6n actual del cine,

no es posible en buena ley escamotear nada, a menos que

se quiera correr el riesgo de destruir elasentimiento a la

complicidad en la ilusi6n realista en que se basa la actitud

receptiva del espectador cinematografico, Si un cineasta

filma las habitaciones de la casa de Yepanchin una vez, no

Page 14: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

podra evitar filmarlas de nuevo integramente -aun cuan­

do no les confie~a relieve dramatico alguno- cada vez

que alguna secuencia transcurra en ellas; si desea realzar

unos escenarios y dejar otros en penumbra, tendra que re­

currir a pIanos pr6ximos de rostros 0 bien a recursos de

iluminaci6n, 0 incluso dar un tratamiento anodino a unos

decorados y trabajar mucho visualmente otros. La oculta­

ci6n de unos aspectos de la realidad relatada 0 simple­

mente su omisi6n forman parte de laesencia dellenguaje

literario, que es un lenguaje sucesivo y no puede abarcar

de una vez todos los aspectos de la realidad que designa:

inversamente, ellenguaje filmico se caracteriza porque, en

el terreno visual, es un lenguaje no sucesivo, sino simulta­

neo, ya que puede mostrar de una sola vez en el encuadre

aspectos de una realidad unica que el relato literario debe­

ra mostrar unos tras otros.

Asi, 10 que es en el fondo la esenciade cada uno de los

dos lenguajes contemplados ahora --el cinematografico y

elliterario-- constituye a la vez la principalcualidady la

principallimitaci6ndecada uno de ellos, yel terreno mas

resbaladizo yconflictivo decuantos puedan ser transita­

dos, en la zona fronteriza entre ambos, al adapter una no­

vela al cine. Es sumamente dificil que el cine pueda pres­

cindir del peso visual que el entomo ajeno a los persona­

jes -las calles, los interiores de las casas, el paisaje, los

vestidos- posee, por su simple existencia en la pantalla,

ante los ojos e incluso ante el animo del lector. Tal posibi­

lidad s610 esta al alcance 0 bien de los realizadores que ni­

velan y alisan al maximo, hasta neutralizarlo totalmente,

10 que estan filmando -como es el caso, para hablar s610

de adaptaciones, de un Robert Bresson en Les Dames du

Bois de Boulogne (1945), filmaci6n, con dialogos de Coc­

teau, de un argumento de Diderot, protagonizada por Ma­

ria Casares, en la que la mirada impasible y la extrema

desnudez expresiva del cineasta llegan a triturar la entidad

propia de la actriz y el esplendor verbal de los dialogos en

beneficio de un clima transparente y glacial- 0 bien de

los grandes directores de actores, que explotan a fondo

las posibilidades del cine como arte de observacion del

comportamiento humano. Este ultimo es el caso de Carl

Theodor Dreyer en su etapa de madurez, y particularmen­

te en Ordet (1955) y Gertrud (1964) 0 de Ingmar Bergman

en El silencio (1963), Persona (1966) 0 Secretos de un ma­

trimonio (1974). En todas estas obras -aunque los deco­

rados de las dos peliculas de Dreyer y de El silencio de

Bergman esten muy trabajados y desempefien sin duda un

importante papel dramatico, mientras que en Persona y

mas acentuadamente en Secretos de un matrimonio tende­

ran a perder relieve y a convertirse en un simple tel6n de

fondo- la simple presencia fisica de los acto res, dirigidos

ferreamente en pIanos que, por su cercania y larga dura­

cion, tienden a anular la distancia entre actor y personaje,

establecera con el espectador una comunicaci6n tan inten­

sa y de una naturaleza tan peculiar que se podra producir

una efectiva vaporizaci6n, una especie de escamoteo, del

entorno en que los actores evolucionan. No es que este en­

tomo deje de existir, y por 10tanto de ser registrado por la

camara, y por 10 tanto de ser visto por el espectador, sino

que --como ocurre con las descripciones que Dostoievski

no puede dejar de hacer de pasada, pero que no poseen

funci6n dramatica en su obra-, dado que 10 que esta en

primer tetmino (en e1 sentido literal y en e1 figurado) es

Page 15: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

otra cosa, la atenci6n del espectador se concentrara exclu­

sivamente en elia. En casos como estos el cine suspende

provisionalmente su caracter de lenguaje simultaneo que

muestra varias cosas a la vez, para convertirse en lenguaje

sucesivo, que s610 muestra una cosa -los actores-. El re­

sultado es, naturalmente, un aumento excepcional de la

intensidad enaquello que se ha convertido en el unico ob­

jeto efectivo de la filmacion, ya que la atencion que nor­

malmente se dispensa a los diversos y muy varios elemen­

tos que aparecen en la pantalia queda fijada ahora en uno

solo de elios, y precisamente ademas en el unico suscepti­

ble de una identificaci6n 0 transferencia inmediata por

parte del espectador, que ve asi crecer extraordinariamen­

te su potencial comunicativo. Una operaci6n de esta indo­

le no es, ciertamente, muy distinta de la manera de proce­

der de un Dostoievski, que prolonga y ramifica de modo

inextricable, contra todas las leyes de la convenci6n nove­

lesca, y aun a veces contra toda verosimilitud, los dialogos,

constantemente cambiantes en su planteamiento, entre los

personajes, hasta liegar a sumergir al lector en un clima

obsesivo, casi irrespirable, donde no cuenta nada mas que

el debate entre los mundos interiores que se enfrentan a

traves de cada ser que aparece en el reparto.

Nos hallamos, con Bergman y con Dreyer, en el polo

opuesto al que se contemplaba en el caso de la estimable

pero insuficiente adaptacion del Quijote por Kozintsev: de

un mundo casi exclusivamente exterior ---<iecorados, ves­

tidos, tratamiento cromatico-s-, se ha pasado a un mundo

casi exclusivamente interior, habitado s610 por la humani­

dad de los actores. Pero no deja de ser significativo que ni

las peliculas de Dreyer -basadas en sendas obras drama-

ticas- ni las de Bergman -basadas en guiones propios­

sean adaptaciones de novelas. De hecho, si la linea de

Kozintsev, por un lado, y la de Dreyer 0 Bergman, por

otro, marcan las fronteras extremas en las que puede si­

tuarse, en los aspectos que ahora se estudian, el trata­

miento filmico de una historia, es aleccionador observar

que en ninguna de estas zonas, ni en las diversas regiones

intermedias que pueden situarse entre ellas, se ha produ­

cido la conjunci6n de una gran novelay una gran pellcu­

lao ~inguno de los grandes clasicos de la novela ha llegado

a ser un gran clasico del cine, y un hecho d'eestanatli~a­

leza no puede considerarse casual, sino indicativo de los li­

mites de la adap~a_~~?n. Acaso el fen6meno no siempre

haya sido advertido; bastara con que el lector invierta los

terminos de la proposici6n para que resalte con particular

elocuencia: un repaso a los grandes titulos del cine revela­

ra, en efecto, que casi ninguno de elios corresponde a una

adaptaci6n de un titulo de importancia parecida en la his­toria de la novela.

Pueden, sin mas, pasarse por alto en esta considera­

ci6n los fracasos notorios, las insuficiencias sin paliativos:

por ejemplo, la adaptaci6n de Crimen y castigo (1935) por

un director tan respetable en todos los sentidos como Jo­

sef von Sternberg, en cuyo descargo hay que decir que

acept6 realizar el film por simple profesionalidad como un

servicio para su habitual productora, la Paramount; redu­

cida a una trama trivial, la pelicula s610 constituia un pre­

texto para la interpretacion de Peter Lorre, a quien se as­

piraba a lanzar en America tras su gran triunfo europeo en

M., el vampiro de Dusseldorf (1931), de Fritz Lang, y ni

siquiera en este aspecto fue un exito, ya que Lorre s610 se

Page 16: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

impuso como un excelente actor de repertorio, pero no

como una estrella de cabecera de cartel, a causa de la pe­

culiaridad de su fisico y del genero de personajes a que

este Ie condicionaba. Pero el problema no reside s610 en

los fracasos sin paliativos, ni siquiera reside principalmen­

te en elIos, ya que en fin de cuentas un fracaso claro no

deja de ser un asunto -un mal asunto-- claro. Mas enig­

matico e inquietante resulta comprobar que las grandes

novelas pueden dar buenas peliculas pero diflcilmente

grandes peliculas; se vio asi en el caso de las dos versiones

de Guerra y paz, y 10 confirman ejemplos tan elocuentes

como el de Madame Bovary, lIevada al cine en Francia por

Jean Renoir (1933) yen Hollywood por Vincente Minnelli

para la Metro Goldwyn Mayer (1949) y nuevamente en

Francia por Claude Chabrol (1991): las tres versiones,

dentro de su muy diverso enfoque estetico e industrial,

son muy estimables, pero ninguna de elIas puede, no ya

parangonar su importancia filmica con la importancia li­

teraria del original, sino ni siquiera contarse entre las

obras mayores de los respectivos realizadores (Si se cuenta

entre elIos, en cambio, la muy libre variaci6n bovaryana

de Manoel de Oliveira El valle Abraham, pero, como ya vi­

mos, no se trata de una adaptaci6n en el sentido usual.)

Otro tanto cabrta decir de la adaptaci6n de David Copper­field de Dickens producida por David O. Selznick y dirigi­

da, en 1935, por George Cukor: es en verdad una excelen­

te pelicula, realzada por una cuidadisima fotografia y una

admirable direcci6n de actores (W. C. Fields lograba una

creaci6n inigualable), pero no rebasa el nivel de una com­

petente version divulgativa lIevada a cabo con talento y

6ptima profesionalidad, que en modo alguno posee en la

obra de Cukor de la misma epoca el relieve de una obra

maestra como La gran aventura de Silvia (1935).

El rnisterio -que no es tal misterio, sino un hecho

que asienta sus rakes en las diferencias especificas entre el

lenguaje literario y el filmico examinadas mas arriba- se

acentua al comprobar que cuando algun gran novelista ha

dado origen a peliculas mas valiosas ha sido en los casos

en que la adaptaci6n filmica ha atendido a obras menores

o secundarias mas que a sus titulos centrales. Las adapta­

ciones de Dostoievski son numerosisimas, y en algunos

casos de una escrupulosa fidelidad al original; pero, ex­

cepto la versi6n de El idiota ambientada en el Iapon por

Akira Kurosawa, Hakuchi (1951), Dostoievski s610 ha:

dado obras cinematograficas de primer orden cuando el

cine ha recurrido ados piezas hermosas pero relativa­

mente marginales en su producci6n: Las noches blancas

de San Petersburgo, lIevadasal cine por Luchino Visconti

-Noches blancas (1957)- Ypor Robert Bresson, con el ti­

tulo de Cuatro noches de un soitador (1971) y Dulce, adap­

tada igualmente por Bresson con el titulo de Une femme douce (1968) (es de notar que tanto las dos versiones de

Bresson como la de Visconti trasladaban la acci6n a la

epoca actual). Todavia es mas singular el caso de Balzac,

llevado muchas veces a la pantalIa, pero capaz s610 de ins­

pirar una pelicula de gran envergadura cuando Jacques Ri­

vette -en Out one: spectre (1974)- se inspira en forma li­

berrima en un texto muy secundario de la Comedia Hu­

mana, la breve y folletinesca Historia de los trece. Mas afor­

tunado, Zola da como minimo una obra maestra -la

Nana (1926), de Jean Renoir- y dos peliculas de excelen­

te categoria sobre una misma novela, La bestia humana: La

Page 17: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

betehumaine, tambien de Renoir (1938) y su remake tras­

ladado a la America contemporanea, Deseos humanos.

(1954), de Fritz Lang; pero no deja de resultar significati­

vo que, fuera de estos casos sefieros, la adaptacion mas

creativa de Zola, entre las muchas restantes, sea El pecado

del padreMouret (1970) realizada -con no muchos me­

dios y actores bastante inadecuados para los papeles prin­

cipales, pero con gran inspiraci6n poetica- por Georges

Franju sobre la base de una novela interesantisima en su

concepci6n, pero no de las mejor resueltas en conjunto del

ciclo de los Rougon-Macquart, Debe notarse, con todo, en

este y en otros casos, que a veces no hay que cargar (mica­

mente en la cuenta de las dificultades de adaptaci6n el sal­

do insatisfactorio que arroja el conjunto de la filmografia

de un escritor importante: de hecho, Josef von Sternberg

trabaj6 mucho y con gran denuedo preparando una adap­

taci6n de Germinal de Zola que finalmente no pudo reali­

zarse, y si Luchino Visconti s610 ha podido llevar al cine

una breve novela de Thomas Mann, Muerte en Venecia (1970) -y, de refil6n, inspirarse libremente en Los Bud­

denbrook para el gui6n de La caida de los dioses (1969)­

se sabe en cambio que durante los ultimos afios de su vida

acariciaba el proyecto de filmar La montana magica que

no lleg6 a materializarse a causa de problemas de produc­

cion. Mas, con todo, sigue siendo importante el numero

de grandes novelistas que han quedado mejor reflejados a

traves de sus obras menores: el caso extremoes quiza

Stendhal, hasta el Iimite.de la paradoja, ya que no haynin­

guna pelicula tan genuinamente stendhaliana como la Va­nina Vanini (1961), de Rossellini, que sin embargo cont6

con el handicap de la imposicion de una actriz inadecua­

da, Sandra Milo, para el papel principal, fue ademas gra­

visimamente mutilada por la productora -hasta el extre­

mo de que s610 muy tardiamente la Cinemateca Francesa

pudo rescatar un copi6n de trabajo, unico que contiene la

versi6n casi integra y genuina- y tropez6 en su dia con

una acogida critica muy desfavorable, que el tiempo se ha

encargado de subsanar, destino en verdad desconcertante

para una obra que, de entrada, parti6 de un texto brevisi­

mo, perdido entre las Chroniques italiennes de Stendhal, y

s610 conocido y apreciado por los incondicionales del es­critor.

Todavia algunas importantes novelas contemporaneas

han podido dar lugar a peliculas de destacadisima calidad:

tal es el caso de la adaptaci6n de La madre (1926) de Gor­

ki, debida a Pudovkin, e incluso de la nueva versi6n en co­

lor, realizada luego por Donskoi (1956),0 de la versi6n de

Las uvasde la ira (1940) de John Steinbeck que firm6 John

Ford. Pero, sea cual fuere la consideraci6n litera ria que se

otorgue a tales escritores ._ y todo pareceindicar que esta

consideraci6n esta Hamada a ser mas amplia y duradera en

el caso de Gorki- queda fuera de duda que deben ser

considerados representantes de una forma de narrativa

tradicional que no es la mas caracteristica del siglo xx, y

que sus casos no son, pues, los mas adecuados para juzgar

acercade laproblernatica de las adaptaciones de obras

contemporaneas, De hecho, la mayoria de las grandes no­

velas del siglo XX 0 bien han sido adaptadas en forma ab­

solutamente insatisfactoria y ridicula (tal es el caso del

Ulises de Joseph Strick, 0 en men or grado de la Justine, de

Durrell, que pas6 por varias manos inhabiles hasta acabar

en las de George Cukor, quien consigui6, y no fue poco,

Page 18: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

salvar de ella 10 que pudo [1969], 0 de las versiones de

Faulkner por Martin Ritt), 0 bien, en el mejor de los su­

puestos, han dado pie a aproximaciones interesantes pero

insuficientes: aun siendo la mejor adaptaci6n de Kafka

que existe, Elproceso (1962), de Orson Welles esta por de­

bajo de 10 que podria esperarse del materialliterario y del

talento del realizador, y adaptaciones tan dignas como In­

truder in the Dust (1949), de Clarence Brown, sobre la no­

vela hom6nima de Faulkner, escrita por Ben Maddow, 0 El

[oven Tarless (1966), de Volker Schlondorff, sobre la no­

vela de Robert Musil, son peliculas valiosas, pero no po­

seen la turbadora riqueza de implicaciones de los origina­

les que aspiran a ilustrar. Incluso Lolita (1962), realizada

por Stanley Kubrick sobre un gui6n inteligentisimo del

propio autor de la novela, Vladimir Nabokov, es una obra

ir6nica, habil, bien resuelta y hasta conmovedora, pero en

modo alguno posee una equivalencia de la complejidad de

texturas y matices del original literario en que se basa. Si

John Huston ha obtenido una buena pelicula en su adap­

taci6n de Reflejos en un ojo dorado (1967), de Carson

McCullers, le ha sido preciso para ella introducir unos

dialogos que no aparecian en la obra original y que reba­

jan su inigualable y opresiva arnbiguedad, perdida com­

pensada magistralmente por el realizador con la creaci6n

de un sofocante clima visual que no estaba al a1cance de la

escritora; y si Stanley Kubrick, aunque no sin ceder un

tanto al tape-a-l'oeil, ha obtenido dialogos eficaces, con­

tundentes y espectaculares en La naranja mecanica (1971),

ha sido a costa de renunciar a cualquier exploraci6n para­

lela en el terreno literariamente mas interesante de la no­

vela de Anthony Burgess, su singularlsima inventiva lin­

guistica, reducida aqui a un papel de telon de fondoex6­

tico en las intervenciones de la voz en off del narrador.

Se ha producido el fen6meno sobre el que, para las

obras del siglo XIX, dio como primera senal de alarma

acerca de las convergencias y divergencias entre cine y lite­

ratura el hecho de que los grandes novelistas de entonces

triunfaran en el cine a traves de obras secundarias -de 10

que, en el ambito hispanico, da un ejemplo mas Gald6s,

adaptado por Bufiuel en Nazarin (1958) y Tristana (1970),

mientras que sus titulos mas famosos obtenian resultados

muy inferiores en manos de otros cineastas-; pero tal fe­

n6meno era s610 un sintorna del divorcio entre ambos

medios de expresi6n que ha ido acentuandoss a 10 largo

del presente siglo, precisamente porque el perfecciona­

miento del cine en el campo tecnico y en el del lenguaje

narrativo Ie ha permitido ir asumiendo gradualmente no

pocas de las funciones que en el pasado -para un Balzac,

para un Zola, por ejemplo-, incumbian, entre otras, a la

novela, y, paralelamente, esta se ha visto, en consecuencia,

impulsada a ahondar mas y mas en 10 que en ella es espe­

cificamente escritura. Ahora bien: en la medida en que se

acentua el papel de 10 especificamente Iiterario, en la me­

dida en que un libro es ante todo un texto y no un docu­

mento costumbrista 0 hist6rico, ni siquiera un analisis

psicol6gico, ni menos aun el relato de una trama (las no­

velas del XIX eran, por supuesto, tambien ante todo escri­

tura, pero eran escritura que involucraba e imbricaba esos

otros factores), en esta misma medida la novela contem­

poranea se aIeja cada vez mas de la posibilidad de adapta­

ci6n cinernatografica, Los dilatados esfuerzos de Harold

Pinter por comprimir en la estructura drarnatica conven­

Page 19: Pere Gimferrer - Cine y Literatura

cional de un gui6n -que tent6 alternativa 0 sucesivarnen­

te a Losey y a Visconti-la sustancia de En busca del tiem­

po perdido, de Proust, terminaron en traducirse en el re­

sultado ir6nicamente parad6jico de dar origen, no a una

pelicula, sino a un libro, es decir, a otro libro, espejo y re­

flejo del de Proust: en efecto, ya que finalmente los pro­

ductores no llevaron adelante el proyecto, Pinter opt6 por

dar a conocer el extenso gui6n fruto desu trabajo publi­

candolo en forma de libro y la unica adaptaci6n proustia­

na real 10 es de un episodio aut6nomo del ciclo: Un amor

de Swann (l984) de Volker Schlondorff, De modo pareci­

do, Baja el voklin, de Malcolm Lowry, pas6 -antes de ser

(1984) trivialmente filmado por Huston sobre un gui6n

trivial- por manos de algunos de los mas cotizados guio­

nistas del mundo, y, entre ellos,por las manos de dos

competentes especialistas que son asimismo escritores co­

nocidos: Guillermo Cabrera Infante --que, en la epoca en

que el proyecto parecia que iba a ser dirigido por Losey,

escribi6 un tratamiento completo en varios meses de in­

tensisimo trabajo- y Jorge Sernpnin. Uno de los realiza­

dores a quienes se ofreci6 dirigir la pelicula, Luis Bunuel,

comprendi6 en forma elocuente el problema basico de tal

adaptaci6n: «Es imposible adaptar esta novela. [Todo ocu ­

rre en la cabeza del protagonistal»

Joyce y Proust, en efecto, sefialan el comienzo de la

novela conternporanea en forma definitivamente cristali ­

zada, y, por 10 mismo, la aparici6n de sus novelas capita­

les marca el gozne a partir del cual, ineluctablemente, la

narrativa contemporanea ira avanzando hacia la inadapta­

bilidad filmica; 1922 es el atio de la aparici6n del Ulises y

tambien el de la muerte de Proust, los ultimos vohimenes

de cuyo ciclo narrativo apareceran p6stumamente; en

1924 muere Kafka, dejando inedita la mayor parte de su

obra, y en 1929 aparecen las primeras novelas personales

de Faulkner. La fundaci6n de la novela actual coincide,

pues, con el momenta en que el cine mudo lleva a la per­

fecci6n su lenguaje espedfico (expresionismo aleman,

vanguardia sovietica, grandes obras americanas de la ge­

neraci6n que sigue a Griffith) y se produce la irrupci6n

del sonoro, que debera ir en busca de sus propios c6digos

expresivos. Este proceso, .paraleloal de las conquistas de

perfeccionamiento tecnico, y a la relativa lentitud con que

se produce el efecto expansivo en la literatura de las nue­

vas formas narrativas, retrasara 0 disfrazara durante bas­

tante tiempo la evidencia del divorcio creciente entre no­

vela y cine; pero, a partir del fin de la segunda guerra.

mundial, el proceso ira acelerandose, porque el sonoro

consolidara cada vez mas su identidad y la novela acen­

tuara cada vez mas sus nuevos rasgos. Entre Partida de

naipes (1896), de Melies y Amanecer (1927), de Murnau 0

Los rnuelles de Nueva York (1928), de Josef von Sternberg

-es decir, entre los inicios del cine mudo y su plenitud

estetica-i- median unos treinta afios; mas 0 menos el mis­

mo tiempo que media entre las primeras peliculas que uti­

lizan el sonoro con sentido estetico valido -asi, La golfa

(1931), de Renoir, M., el vampire de Dusseldorf (1931), de

Fritz Lang 0 Scarface, el terror del hampa (1932), de Ho­

ward Hawks- y las obras en que el sonoro se despega ha­

cia una investigaci6n radical de nuevas posibilidades ex­

presivas, tales como La aventura (1960), de Antonioni, Al final de la escapada (1959), de Godard 0 El silencio (1963),

de Bergman. A mediados de los afios sesenta, los grandes

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clasicos de la primera generaci6n que conoci6 el sonoro

(un Lang, un Renoir, un King Vidor, un Dreyer, un Mizo­

guchi) han muerto 0 estan inactivos 0 estan a punto de

pasar a la inactividad voluntaria 0 forzosa. En la misma

epoca, termina el pasajero idilio entre cine y literatura que

en Francia intentan llevar a cabo guionistas procedentes

del nouveau roman, principalmente Alain Robbe-Grillet y

Marguerite Duras -ambos pasados luego a la direcci6n-,

intento que la distancia temporal revela muy afin al que en

los afios 20 protagonizaron vanguardistas como DelIuc. A

partir de este momento, las divergencias entre novela ac­

tual y cine actual no hacen mas que acentuarse. Es signifi­

cativo que la mayoria de las gran des novelas de los afios

sesenta y setenta no hayan podido llevarse al cine. No se

trata de que no haya adaptaciones satisfactorias, sino, sim­

plemente, que no hay adaptaciones de ninguna clase de la

mayoria de estas novelas. Uno de los novelistas de mayor

exito mundial en los ultimos tiempos, Gabriel Garcia

Marquez, precisamente porque tiene experiencia como

guionista de cine, se ha negado a vender a ningun pro­

ductor los derechos de adaptaci6n de Cien aitos de soledad:

s610 ha aceptado tratos respecto a episodios concretos de

la novela, pero no respecto a su totalidad, que no puede

trasvasarse integra al cine. No parece posible -para no

abandonar el ambito hispanico-e- concebir una adapta­

ci6n filmica de obras como Terra Nostra, de Carlos Fuen­

tes, Reivindicaci6n del conde don Julian, de Juan Goytisolo,

o Rayuela de Cortazar: tales obras s610 existen como tex­

tos. Lo mismo cabe decir de Paradiso, de Lezama Lima 0

-en otras areas lingiiisticas- de Ferdydurke, de Gombro­

wicz, The naked lunch, de Burroughs, Horcynus Orca, de

Stefano d'Arrigo 0 Gran Serum: Veredas, de Guimaraes

Rosa. Ciertamente existen, y es probable que sigan exis­

tiendo siempre, novelistas, 0 bien obras concretas, adapta­

bles al cine; pero en la situaci6n actual es en lineas gene­

rales la descrita; tal hecho es una posibilidad, no una nor­ma indefectible.

A ella debe afiadirse un ultimo dato: el que podria

llamarse «efecto boomerang». Las relaciones entre novela y

cine han sido, como se ve, dilatadas, multiples y comple­

jas, y en buena parte el modelo de la novela -<Ie cierta

clase concreta de novela- ha condicionado la genesis y

evoluci6n del relato cinematografico, Pero esta acci6n

tambien ha operado en sentido inverso: el cine ha conta ­

minado, influido e incluso modificado profundamente en

algunos aspectos 0 casos concretos la estructura de la na­

rraci6n literaria. Es verdad que Novecento no seria 10 que

es si, a principios de siglo, Griffith no se hubiera inspira­

do en Dickens; pero apenas puede dudarse tampoco de

que muchos recursos hoy usuales en la narrativa -desde

Robbe-Grillet hasta la vanguardia hispanica-s- no se expli­

can sin el precedente del cine. Es sumamente significativo

que uno de los escritores mas puramente literarios, quiza

el mas irreductiblemente litera rio del siglo xx, Jorge Luis

Borges, haya declarado: «Cuando vi los primeros films de

gangsters de von Sternberg, si habia en ellos cualquier cosa

epica -como gangsters de Chicago muriendo valiente­

mente-, bueno, recuerdo que los ojos se me llenaban de

lagrimas.»