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Sin mapas Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Sin mapas Mié, 06/12/2013 - 16:53 -- Anfigorey La diferencia entre dejar de hacer aquello que hacemos habitualmente y empezar a hacer algo que no habíamos hecho nunca antes es extremadamente pequeña. Un paso, apenas una separación que se derriba de un soplo. Pero no resulta en absoluto sencillo. Esta mañana hablando por teléfono recordé una escena de L'an 01, una película de 1973, realizada por Jacques Doillon, Gébé, Alain Resnais y Jean Rouch. En ella, un hombre llega a su casa y antes de introducir la llave en la cerradura, levanta la vista hacia la puerta de al lado, de la que apenas hay un metro de distancia, marca el paso exacto y llama a la puerta: --Hola, soy su vecino. --Ah, sí. --Nunca me he atrevido a hablar con usted y bien... he pensado que podía comenzar hoy. Verá... resulta tan estúpido que usted y yo vivamos en el mismo edificio, que seamos vecinos y no nos conozcamos todavía... --Pase, será un placer. Adelante. Al otro lado del teléfono, mi interlocutora se ríe. Si haces eso aquí, una señora te cerraría la puerta pensando que estás loca o quieres venderle algo, le diría a sus amigas que tiene una vecina rara, se reirían. Sonreí imaginando la posible escena. Había un poco de amargura en esa sonrisa. En la película todo el mundo deja de trabajar y decide empezar de nuevo. Algo diferente. Llevo tiempo preguntándome cuáles son nuestras armas. Siempre hemos escuchado decir que la huelga es la única arma que tenemos los trabajadores. Planteada habitualmente como una jornada de 24 horas sin acudir al centro de trabajo, es un arma, sin duda lo es, pero quizás en un momento Página 1 de 2

Periodico Diagonal - Sin Mapas - 2013-06-12

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Sin mapas, entrada blog Invitados Sospechosos, Noelia Pena, El agua que falta

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    Sin mapas

    Mi, 06/12/2013 - 16:53 -- Anfigorey

    La diferencia entre dejar de hacer aquello que hacemos habitualmente y empezar a hacer algo queno habamos hecho nunca antes es extremadamente pequea. Un paso, apenas una separacin quese derriba de un soplo. Pero no resulta en absoluto sencillo. Esta maana hablando por telfonorecord una escena de L'an 01, una pelcula de 1973, realizada por Jacques Doillon, Gb, AlainResnais y Jean Rouch. En ella, un hombre llega a su casa y antes de introducir la llave en lacerradura, levanta la vista hacia la puerta de al lado, de la que apenas hay un metro de distancia,marca el paso exacto y llama a la puerta:

    --Hola, soy su vecino.--Ah, s.--Nunca me he atrevido a hablar con usted y bien... he pensado que poda comenzar hoy. Ver...resulta tan estpido que usted y yo vivamos en el mismo edificio, que seamos vecinos y no nosconozcamos todava...--Pase, ser un placer. Adelante.

    Al otro lado del telfono, mi interlocutora se re. Si haces eso aqu, una seora te cerrara la puertapensando que ests loca o quieres venderle algo, le dira a sus amigas que tiene una vecina rara, sereiran. Sonre imaginando la posible escena. Haba un poco de amargura en esa sonrisa. En lapelcula todo el mundo deja de trabajar y decide empezar de nuevo. Algo diferente.

    Llevo tiempo preguntndome cules son nuestras armas. Siempre hemos escuchado decir que lahuelga es la nica arma que tenemos los trabajadores. Planteada habitualmente como una jornadade 24 horas sin acudir al centro de trabajo, es un arma, sin duda lo es, pero quizs en un momento

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  • Sin mapasPublicado en Peridico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

    de escandaloso aumento del nmero de desempleados, no de las ms efectivas. No la nica almenos. Hace unos das las medidas de presin planteadas por el sindicato mdico CESM en lacomunidad de Murcia llev a los facultativos a guiarse por una interpretacin estricta de la praxismdica, esto es, anteponer siempre el estricto criterio mdico y sin tener en cuenta variableseconmicas. El colapso de varios hospitales no se hizo esperar. La solicitud de ms pruebasmdicas; el ingreso hospitalario de pacientes que habitualmente son enviados a casa; el aumento detiempo de atencin por paciente; y la prescripcin de medicamentos ms caros, fueron algunas deestas medidas. La presin ha surtido efecto, por lo pronto la aplicacin inmediata de la rebajasalarial parece haber quedado en suspenso. En las mismas fechas, en Grecia, otro pas en el campode tiro de la Troika, fue aprobada en el parlamento una orden de movilizacin forzosa, de obligacinde trabajo, que llevara, leamos hace unos das, a penas de crcel de un mnimo de tres meses y asanciones disciplinarias que pueden conllevar el despido a los docentes que secundasen una huelgaque haba sido convocada para tan slo unos das ms tarde. Casi nos habamos convencido de quelas huelgas en contadas ocasiones servan para algo. Quizs, a medida que avance su prohibicin ose extiendan las medidas disciplinarias para impedirlas, tendremos que volver a repensar no slo enqu pueda consistir una huelga, sino preguntarnos una vez ms cules son, cules podran sernuestras verdaderas armas hoy.

    En Para una crtica de la violencia, ensayo publicado en 1921, el filsofo alemn Walter Benjaminretoma la distincin de George Sorel entre la huelga general poltica y la huelga general proletaria.La primera consiste en una paralizacin de la actividad productiva con la intencin de conseguirciertas modificaciones en las condiciones de trabajo (mejoras salariales, organizativas, etc). A lo queBenjamin apunta no es a una interrupcin temporal de la actividad como antesala de unanegociacin, sino a la supresin misma del sistema que sustenta las condiciones de explotacin, esdecir, en la huelga general proletaria la paralizacin de toda actividad sera ya tiemporevolucionario, tiempo en el que no se pretende retomar el trabajo anterior, sino slo reanudar untrabajo completamente modificado y no forzado por el Estado, escribe el autor. Qu podra quererdecir esto? Una pregunta as slo podra obtener respuesta despus, nunca antes. Me imagino deuna forma muy vaga que tendra que ver con dejar de ser lo que somos, dejar de pensar comopensamos. Si bien resulta difcil de imaginar, nos pone delante de un hecho que no deberamospasar por alto: en qu medida nuestras acciones, individuales o colectivas, cuestionan realmentelas bases del sistema econmico actual? Es ms, cmo cuestionar hoy una realidad, la capitalista,que anida en nosotros mismos, que ha conseguido impregnarlo todo, inmiscuirse incluso en unosafectos que creamos tener a salvo? Hoy todos somos empresarios de nosotros mismos, gestores deun currculum, de nuestro aspecto, de una vida que debemos hacer no slo productiva, sinoatractiva y maleable bajo cualquier circunstancia.

    A falta de sujetos polticos tradicionales, desarticulada la clase trabajadora en la suerte del juego dela negociacin y las sucesivas concesiones al sistema que deba ser combatido, es an posiblepensar algo que pueda llegar a subvertir el orden de cosas actual, algo diferente?

    Convendra desaflojar algunos de los corss que nos han orientado a pensar de cierta manera lasociedad y a nosotros mismos. Una vuelta de tuerca. Decidirnos a hacer un cambio para que puedaser pensado el cambio, aunque nos parezca del todo contraintuitivo. Nos parece contraintuitivo enparte porque hemos interiorizado un modo de comprender la realidad semejante al de un arquitectoque no puede prescindir de disear un plano (teora) antes de llevarlo a cabo (praxis). Y si hubiesellegado el momento de dejar de aceptar esta secuencia de los acontecimientos? Podramos haceralgo an a riesgo de equivocarnos, pensar an a riesgo de no saber con exactitud cul sera elresultado? Sera deseable un mundo sin mapas o el temor a perdernos nos sigue anclando a laorilla?

    Y si no se trata de lanzarnos a un ro, sino de inventarnos el agua que falta?

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