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Peronismo y populismo. Una nueva propuesta de interpretación Emilio de IPOLA Universidad Nacional de Buenos Aires Working Paper n.35 Barcelona 1991

Peronismo y Populismo. Una Nva. Propuesta de Interpretacion

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Revision y analisis de las interpretaciones del peronismo en la decada del 90

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  • Peronismo y populismo.Una nueva propuesta de interpretacin

    Emilio de IPOLA

    Universidad Nacional de Buenos Aires

    Working Paper n.35Barcelona 1991

  • Este texto es en buena medida el producto de la convergencia de tresfactores: i) un primer examen, no exhaustivo sino razonablemente amplio, delas principales interpretaciones del peronismo (1); ii) interior a ese examen, unarelectura especficamente centrada en los trabajos de Ernesto Laclau sobre elpopulismo, relectura motivada por la conviccin de que dichos trabajos inicianun tipo de reflexin a mi parecer muy sugerente, ms all de desacuerdospuntuales con algunas de sus tesis; iii) en tercer y ltimo lugar, la vivencia,obviamente incompleta pero ya significativa, de un hecho mucho menosacadmico que los precedentes: la gestin del actual gobierno peronistapresidido por Carlos Sal Menem.

    El balance de las interpretaciones del peronismo antes mencionadoanalizaba un conjunto de teoras acerca de ese fenmeno, conjunto que,aunque parcial, pretenda no ser arbitrario, en la medida en que comprenda:

    a) interpretaciones globales del peronismo -y no intentos de aclararaspectos parciales del mismo;

    b) interpretaciones que haban tenido amplio eco y suscitadocomentarios (no necesariamente positivos) entre los cientistas sociales, y, demanera directa o indirecta, los polticos mismos;

    c) en fin, punto ste cuya relevancia espero poder mostrar msadelante, interpretaciones que enfatizaban desde el punto de vista descriptivo oexplicativo una determinada dimensin, diferente en cada caso, del fenmenoperonista.

    Ahora bien, en el momento de intentar ese balance, mi preocupacinprincipal podra ser resumida con aceptable fidelidad como la discusin deldilema -referido al peroismo- "ruptura versus continuidad", dilema que, por lodems, tambin interesaba a los autores escogidos (2). Anticipo lasconclusiones a las cuales llegu y que, someramente expuestas, se reducen ados tesis:

    1) por una parte, las interpretaciones guardan entre ellas relacionesde discontinuidad ("ruptura") que se manifiestan en los marcos tericosutilizados por cada una, en las tesis principales que sostienen y tambin en elrecorte que hacen del objeto peronismo.

    2) por otra parte, esa discontinuidad terica entre dichos enfoquestiende a estar acompaada por un sesgo interpretativo que acuerda crecientevigor a tesis que afirman la existencia de lazos de continuidad histrica entre elperonismo y la etapa que precedi a su surgimiento. Correlativamente seredimensiona, por as decir, la tesis opuesta segn la cual el peronismorepresentara una ruptura profunda en la historia social y poltica argentina.

    Con modalidades y matices diferentes, y optando siempre por otorgarpreeminencia a un aspecto del fenmeno peronista (lo poltico, en el caso deRamos y de Germani; lo social, en el de Murmis y Portantiero; lo ideolgico, enel de Laclau), las interpretaciones de referencia convergen, ms all de sus

  • desacuerdos casi siempre profundos (3), en afirmar la presencia de rasgosanticipatorios de lo que seria luego el peronismo en regmenes que loprecedieron y en destacar, ya los aspectos populistas de los liderazgospolticos en zonas rurales y, en general del interior del pas (de donde provinolo esencial de las capas obreras que adhirieron ms tempranamente alperonismo); ya la antigua predisposicin de los sindicatos a negociar con elestado y los partidos polticos una forma de gobierno que satisficiera, anparcialmente, sus intereses; ya, por ltimo, las modalidades bajo las cuales elrgimen peronista logr articular con xito elementos ideolgicos dispersos,pero, por la misma razn, preexistentes en la cultura poltica argentina. Ensuma, se trataba en todas esas teorizaciones -a veces, con especial nfasis-de sealar rasgos de identidad, all donde desde siempre se haba credocomprobar una diferencia.

    Lo dicho hasta ahora concierne a las interpretaciones en su conjunto,sin hacer mayores distinciones formales entre ellas. Es tiempo ya de justificar elinters privilegiado que conced al comienzo de este trabajo a las tesis deErnesto Laclau. Ese inters no radica sino secundariamente en sucaracterizacin de los populismos -y por ende del peronista- como unfenmeno de naturaleza ideolgica, aun si esta circunstancia no carece designificacin con respecto al problema al cual intento aqu aproximarme. Radicaprincipalmente en el hecho de que Laclau es quien lleva ms lejos, con mayorcoherencia y mejores argumentos, un tipo de enfoque con arreglo al cual setorna cada vez ms dificultoso, hasta rozar la imposibilidad, definir al peronismo-y, en general, a los populismos- en trminos de contenidos positivos queharan, o bien a sus bases sociales, o bien a sus orientaciones polticas, o bienal nivel de desarrollo econmico alcanzado por el pas donde una experienciapopulista tiene lugar. Al "confinarlo" al plano estricto de lo ideolgico, Laclauconsuma una doble operacin: i) rescata una cierta especificidad que serainherente a los populismos, pero al precio de reducirla a la dimensinhistricamente ms maleable de los movimientos polticos de Occidente (4),esto es, la ideolgica; ii) reforzando lo anterior, esa misma dimensinideolgica es definida de tal modo que no compromete a ningn contenidodiferenciado e identificable: en lo ideolgico populista se trata pura ysimplemente de la mise en scne de un antagonismo que opone de manerairreductible las interpelaciones popular-democrticas a la ideologa"dominante ".

    Abandonemos sin embargo el terreno terico, para abordar otro que,si no ms real que aqul, es sin duda ms cercano: me refiero al peronismo dehoy, encarnado eminentemente en el gobierno del doctor Menem (5). Gobiernoque, habiendo asumido hace menos de un ao, ha dado pruebas, en loinmediato, de una notable audacia sobre la que, siguiendo la lnea del temaque estoy procurando ceir, vale la pena interrogarse. En efecto, en un lapsode diez meses, Menem:

    Ignor sin contemplaciones y con admirable aplomo cada una de las(pocas) promesas explcitas y de las (muchas y ms significativas) promesasimplcitas que, en su papel de candidato, haba formulado o encarnado durantela campaa electoral. Habla prometido explcitamente un fuerte y rpido

  • aumento del salario real y un no menos vigoroso y urgente incremento de laproduccin industrial -y, en general, de la actividad econmica-. Al asumir elgobierno "prometi", en cambio, un "ajuste dursimo", que se tradujorpidamente en una brusca cada de los salarios, en una inflacin que superen varias ocasiones el 50% mensual, y lleg en marzo de 1990 a la cifra del95% y en un cuadro recesivo indito.

    Por otra parte, es sabido que todo partido poltico con una prolongaday definida tradicin expresa, l quiera o no -sobre todo en la lucha electoral-,ciertas promesas implcitas, connotadas por su actuacin histrica, susconstantes doctrinarias o, al menos, sus smbolos de reconocimiento msreiterados y notorios. Me refiero en este caso especialmente a las expectativasdistribucionistas generadas por el simple hecho de que el peronismo clsico -elde Pern-, no menos que el no tan clsico de su esposa, Mara EstelaMartnez, ha sido sistemticamente asociado, en lo imaginario popular, apolticas que llevaban ese signo (6). Lo dicho acerca de la tasa mensual deinflacin, a lo que hay que agregar la orientacin que ha asumido, desde suscomienzos, la gestin de Menem, me exime de comentarios sobre el destino deestas promesas implcitas.

    . En segundo lugar, y no sin relacin con lo anterior, entre los hechosque la imaginacin popular poda esperar que ocurrieran, uno parecadescartable por principio: la coalicin poltica e ideolgica con elneoconservadurismo autodenominado "liberal". Sin embargo, esainsospechada alternativa fue la escogida 'por Menem. La sociedad argentinaobserv al comienzo con extraeza, poco ms tarde con asombro y luego conalarma, las muchas novedades que tal alianza conllev en lo inmediato. Uno delos principales colaboradores de Menem, el hasta hoy Ministro de TrabajoJorge Triaca, declar desde el comienzo de la nueva administracin, que elobjetivo a alcanzar era "la reconstruccin del capitalismo argentino" y que estafaena sera llevada a cabo "por un nuevo bloque de poder social, poltico,econmico y tal vez hasta militar que est naciendo".

    Aclaro inmediatamente, haciendo a la vez una breve digresin, queesta declaracin no me parece en s misma ni muy inquietante ni muynovedosa. Por otra parte, no es un secreto que el tema de la reconversin delcapitalismo ha sido explcitamente planteado sobre la mesa del debateacadmico y en la arena del debate poltico argentino y latinoamericano de losltimos aos (7). Lo que llamar, sin entrar en detalles, la izquierdademocrtica de esos pases se ha abocado desde ya tiempo a un reexamende las formas perversas bajo las cuales se plante histricamente en AmricaLatina (y, agrego, particularmente en Argentina) la relacin entre capitalismo yestado en las ltimas dcadas. Hoy en da, sanear el estado y tambin elcapital privado prebendalista, eliminar el dficit fiscal, llevar a cabo unareforma tributaria profunda y eficaz en sus resultados, privatizar lo que pueda ydeba ser privatizado, son medidas de elemental sentido comn que nadiediscute (8). Pero igualmente, nadie discute que la recomposicin delcapitalismo a que se aspira conlleva una cierta y determinada concepcin delos acuerdos entre poder poltico y, digamos, poderes econmicos y sociales,ni tampoco que ambos (reconstruccin del capitalismo y fuerzas que lo

  • impulsan) implican un no menos cierto y determinado proyecto de sociedad, elcual, obviamente, puede ser objeto de controversia. Una cosa es reconocerciertos hechos "duros", de carcter estructural, relativos a la crisis econmica,actualizar nuestra visin acerca de la manera de si no resolver, al menos "irsaliendo" de la crisis, resituar a nuestros pases con relacin a un mundodesarrollado que, hasta en sus expresiones ms modestas, se alejavertiginosamente de nosotros. Otra cosa es concluir apresurada einapeablemente que hay una sola ciruga practicable y un solo mdico paracurar o mejorar al enfermo y que todo eso pasa por allanarse a todas y cadauna de las demandas de los grandes grupos econmicos y entregar laconduccin econmica -que nunca es slo econmica- del pas a los llama dos"capitanes de la industria", los "formadores de precios", o como quierallamarse a quienes en el fondo slo suean con construir un capitalismo a laPinochet (e incluso, si es necesario, con una versin autctona de Pinochet enel timn de la cosa pblica). As, de la crnica del ajuste anunciado quedara,a suponer que tenga xito en el mediano o largo plazo, un pas exportador,con tasas de inflacin sudamericanamente tolerables, pero con altadesocupacin y subocupacin y bajos salarios; un mercado interno "libre", conuna extrema polarizacin social, simblicamente compensado por unasistencialismo filantrpico, versin daguerrotpica de las primerasmanifestaciones del Welfare State.

    Sin embargo dicho esto, nada ms lejos de mi intencin quededicarme, en este texto, a enjuiciar la gestin de Menem. Si esta ltimadespierta mi inters, ello obedece al hecho de que lleva hasta extremosinditos, en el terreno poltico, la difuminacin del peronismo a la que, ms bieninvoluntariamente, contribuyeron, en el terreno terico, los especialistas sobreel tema a que hice antes referencia.

    Digo sin embargo "lleva hasta extremos inditos" -y no inicia- paraque quede claro que, en mi opinin al menos, si la heterodoxia de Menem esgenerosa, no por ello es pionera. En efecto, si en el plano declarativo elperonismo ha tendido a autopresentarse a menudo -no siempre- y a serpercibido como un movimiento antiliberal, nacionalista, prosindicalista,distribucionista y, siquiera sea verbalmente, antioligrquico, en el de laspolticas efectivas que adopt durante los aproximadamente doce aos -sincontar a Menem en que gobern la Argentina, hizo gala de una flexibilidad talque, ya con mucha anterioridad a la actual gestin, atribuirle alguno de esoseptetos como un rasgo constitutivo de su manera de ser y/o gobernar hubierasido injusto. El antiliberalismo no fue bice para que Pern omitiera con nfasisel menor retoque a la versin cannica (=liberal) de la historia argentinaenseada en las escuelas y celebrada en los calendarios, ni para que bautizaraa los ferrocarriles sustrados, va onerosa adquisicin, al imperialismo britnico,con los ilustres nombres de los ms conspicuos prceres liberales: BartolomMitre, Julio A. Roca, Domingo F. Sarmiento. El nacionalismo no impidi ni lasconcesiones petroleras a la Standard Oil -luego anuladas por un gobierno defacto-, ni el elogio y llamado a las compaas multinacionales, ni el apoyopoltico a los Estados Unidos toda vez que fue necesario a nivel internacional;el prosindicalismo y la ideologa distribucionista tampoco pusieron coto alllamado rodrigazo ni pudieron evitar el hecho, entonces sin precedentes, de

  • que la Confederacin General del Trabajo (central nica y peronista detrabajadores) llevara a cabo en 1975 una huelga general contra la poltica de supropio gobierno; en fin, el mensaje antioligrquico nunca alcanz para lesionar,siquiera sea mnimamente, los intereses de la oligarqua (9).

    No obstante estos antecedentes, queda en pie que Menem fue, poras decir, ms lejos que ningn otro. En efecto, al margen de la flexibilidadpoltica del primer y segundo peronismo, al margen incluso de su orfandaddoctrinaria -que llev al propio Pern, a comienzos de los 50, a encomendar sufabricacin a un grupo de especialistas-, al margen en fin de sus cambiantesposiciones, justificables en parte por las tambin cambiantes coyunturashistricas, algo haba permanecido intacto hasta ahora en el peronismo. Merefiero especficamente a un conjunto no organizado, y, a la vez, ritualizado designos de identidad, de gestos de reconocimiento, de actitudes y de normasimplcitas y tambin de smbolos explcitos en los cuales, no siempreconscientemente, todo peronista se reconoca a s mismo en tanto peronista,reconoca a sus pares, a sus enemigos e incluso a alters ajenos al campo delas coincidencias y las disputas (por ejemplo, los intelectuales, los extranjeros,los militares, etc.). Podramos llamarlo, globalmente hablando, el elementoespecficamente "popular" del peronismo, elemento' a la vez indefinible yomnipresente, estilo sin reglas pero siempre reconocible, conjunto abierto deactitudes, de gestos: sentido comn.

    Importa destacar de entrada que Menem no elimina ni rompe con ese,digamos, "peronismo bsico". Simplemente, con una maniobra apenasperceptible y sutil, en la que su propia identidad aparece parcialmentecomprometida, modifica su estatuto. Dicho rpidamente, el elemento "popular"deja de ser espontneo, para tornarse objeto de clculo, pieza en un tablero,recurso siempre disponible. En Menem, como hasta cierto punto, endeterminados momentos de la vida pblica de Eva Pern, lo popular y lo"oligrquico" coadyuvan para, crear una imagen positiva de su soporte. Jugar alftbol con Maradona y compartir un cocktail con la oligarca Amalia Lacroze deFortabat (del mismo modo que dar el puntapi inicial en un campeonato juvenily asistir a las tradicionales veladas de etiqueta del Teatro Coln) son actitudesen parte diferenciables, porque Eva Pern no "jugaba" con ellas, y en parteequivalentes.

    Esta sumatoria bastante heterognea de discursos tericos y de unfenmeno poltico, de no mediar -dira- alguna reflexin suplementaria,parecera cerrarse con un extrao saldo. En efecto, las conclusiones que de laconsideracin conjunta de las interpretaciones del peronismo y del "sndromeMenem" se impondran deberan inclinarnos hacia una redefinicin del objetoinicialmente tematizado. La necesidad de tal redefinicin surgira ya delexamen de las interpretaciones y de sus consecuencias en trminos deperiodizacin: en todos los casos, para comprender al peronismo habra queinternarse diez o quince aos en el preperonismo; habra que enfocar unperodo que arrancara alrededor de 1930 y llegara, por lo menos, hasta 1945.

    Pero, por otra parte, si a este cambio de perspectiva temporalrequerido por la lgica de las interpretaciones le aadimos los avatares ms

  • recientes de la poltica menemista, el caso, por as decir, se agrava y da lugar aun difcil interrogante, a saber: hemos de remontarnos hacia un pasadorelativamente distante y, a la vez, examinar el presente ms cercano con elsolo resultado posible y deseable de comprender mejor el fenmeno peronista-el cual, de este modo, conservara su especificidad y su consistencia-?. O, alcontrario, esa doble convocatoria a lo anterior y a lo actual nos conduce sinquererlo, ms all de lo aparente y de nuestras propias convicciones ycreencias, a la conclusin de que es necesario construir un objeto de anlisisdiferente de aquel que habamos inicialmente interrogado, un objeto que noexplica, ni incluye en un panorama ms amplio, a aquel del cual partimos, sinoque pone al descubierto su no pertinencia, su falta de referente en lo real?. Sedeber en suma concluir increblemente que ese populismo cuya naturalezaqueramos capturar no es mucho ms que un objeto alucinatorio, una ilusin denuestra percepcin en tanto actores sociales? En la respuesta que intentardar a esa pregunta consiste la prometida hiptesis enunciada en el ttulo deeste trabajo.

    Supongamos que el peronismo haya sido (y contine siendo) undispositivo poltico, destinado a (o funcionando de tal modo) (a) ocupar"lugares" de poder preexistentes, (b) engendrar -y ocupar- otros lugares (10), sifuera necesario y, (c) si tambin lo fuera, de abolir o neutralizar otros (11). Taldispositivo no tendra otro efecto esperado o, si se quiere, otra razn de ser,que la de instaurar y consolidar una estructura muy amplia -de alcance, por lomenos, "nacional"-, slida y a la vez flexible, destinada a la adquisicin, elmantenimiento y el ejercicio del poder poltico (12). Consolidarla y perpetuarla,sin comprometerse, salvo circunstancial y pragmticamente, con ningunaestrategia poltica ni con ningn sistema ideolgico determinado (13).

    Veamos que podra falsear o deteriorar seriamente a esta hiptesis.Por mi parte, tengo la conviccin de que las principales, y ms interesantes,objeciones provienen, no de su carcter "formal" y por ello presuntamenteciego a la riqueza de contenidos del peronismo, sino ms bien de su, enprincipio, excesiva generalidad. No sera, pienso, que aprieta poco, sino queabarca mucho. Examinemos pues, ante todo, este punto.

    En tal sentido, podra sealrseme que, ya sea los grandes partidostotalitarios de extrema derecha o de izquierda (el nazi, el fascista, el comunistasovitico de Stalin o Brezhnev), ya los partidos socialdemcratas de Occidente,ya, en fin, el Partido Demcrata y el Republicano de los Estados Unidos,renen caractersticas similares. A lo que responder, breve y ordenadamente,por una parte, que lo que distingue cualitativamente al peronismo de lospartidos totalitarios es al plus de encuadramiento ideolgico y poltico quecaracteriza a los primeros y el minumum de ideologa inherente a los segundos.La caracterstica de los partidos totalitarios no es la aspiracin a conformar nimucho menos a influir a un cierto tipo de "ciudadano", sino la de crear un ciertotipo de "persona", de ser humano: un hombre nuevo. El peronismo (14) noaspira a tanto: se contenta con recoger, ampliar y consolidar adhesiones. Eltipo de funcionamiento clientelstico que lo caracteriza, y que ha heredado enlnea directa de la Unin Cvica Radical, el otro gran partido poltico argentino (yque, no por azar, es considerado afn, en muchos aspectos, al peronismo)

  • conviene admirablemente a sus objetivos. Con respecto a lassocialdemocracias europeas y a los partidos norteamericanos, por el contrario,es el hecho de conformar su funcionamiento no slo a la bsqueda del poderpoltico (y esto establecera ya distinciones "metodolgicas", dado que elperonismo no est atado por principio a las formas democrticas), sino al logroo al refuerzo de un con junto, por cierto restringido pero invariable en un plazorazonablemente largo, de determinados principios. El Partido. SocialistaFrancs, el PSOE, el P.C.I., pueden actualizar y modernizar sus ideas, suestructura y sus mecanismos de funcionamiento. No pueden renegarabsolutamente, y deben al contrario afirmar y diferenciar de manera constante,la identidad que los defini originariamente como partidos con una fisonomapropias.

    La hiptesis que he enunciado admite matices y, por supuesto,discusin. De todos modos, no deja de complacerme la idea de que unmovimiento poltico que se ha caracterizado por predicar constantemente elprimado de los contenidos sobre las formas y de lo concreto sobre lo abstractoslo pueda ser definido unvocamente en trminos formales y abstractos.

  • NOTAS

    (1) DE IPOLA, Emilio: Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance de lasinterpretaciones del peronismo, en Desarrollo Econmico, vol. 29, n 115, Buenos Aires,octubre/diciembre de 1989.

    (2) Dichos autores son Jorge Abelardo Ramos, Gino Germani, Torcuato di Tella, Miguel Murmisy Juan Carlos Portantiero, adems del ya citado Ernesto Laclau.

    (3) Desacuerdos explicables por las divergentes opciones tericas de los autores, por sus nomenos divergentes posiciones polticas y tambin por el hecho de que, surgidas endiferentes momentos y coyunturas histricas, las interpretaciones en cuestin tendieron aadoptar, casi inevitablemente, una actitud polmica. Dicho rpidamente, cada una de ellasadquira sentido en la medida en que lograba distanciarse lo ms ntidamente posible de laprecedente.

    (4) Excepto en el caso del nazismo y del stalinismo, y, en menor medida de los movimientos deextrema derecha o de extrema izquierda, es decir, de fuerzas polticas sustentadas enideologas con sintaxis "fuertes".

    1(5) Preveo aqu la objecin: "el gobierno de Menem no es autnticamente peronista". En lo que

    sigue tratar de mostrar que esa objecin no es, en el sentido estricto de la palabra,errnea, sino simplemente carente de sentido.

    (6) El anuncio del "salariazo", formulado an antes del comienzo de la campaa electoral, seinscribe por cierto en esa tradici6n percibida como distribucionista, de lo que cabra concluirque se trata en este caso de una promesa explcita. Lo que importa, sin embargo, no es elhecho de que una promesa sea o no formulada, sino el de que, an sin serlo, se laconsidera como constitutiva del programa peronista y se espera que sea cumplida.

    (7) En la Argentina, ese planteamiento, a veces infructuoso, de dicho problema en la agendapblica local fue uno de los mritos del gobierno de Ral Alfonsn.

    (8) Por cierto, hay quienes se oponen a ellas con resuelta obstinacin. Por eso mismo, tampocolas discuten.

    (9) Preciso es sealar asimismo que ninguna prisin ideolgica ni compromiso poltico lofrenaron para llevar a cabo las bsicas medidas de justicia social que le otorgaron elsincero apoyo obrero y popular de que an beneficia.

    (10) Por ejemplo, la Confederacin General del Trabajo, instituida legalmente como la nicacentral de trabajadores reconocida de hecho y de derecho como tal a nivel nacional.

    (11) Como los partidos polticos, durante grandes lapsos del primer peronismo o los gruposcientfico-acadmicos.

    (12) Este adjetivo, que parece banal o -si uno lo toma en serio- complicadsimo tiene en estecaso, creo, una importancia a medio camino entre los dos extremos. En efecto, al referirmeal poder poltico, aludo a instancias altamente relevantes, pero siempre limitadas. Digamos,las estructuras institucionales del estado (gobierno, fuerzas armadas, tribunales, polica,partidos polticos, etc.), con la salvedad de que el peronismo se ha caracterizado por incluiren el estado nuevas instituciones (la Iglesia, la ya mencionada C.G.T.) y neutralizar otras(los partidos y, hasta cierto punto, las instancias jurdicas). Volver sobre este punto.

    (13) Estas circunstancias tienden naturalmente a situarlo, la mayor parte de las veces, en loque llamarla un vago e inestable "centro" ideolgico-poltico, pero se trata de una cuestinde hecho y no de una necesidad.

    (14) Con algunas adaptaciones indispensables, de orden sociolgico e histrico, la hiptesis

  • que he planteado es, en mi opinin, aplicable al conjunto de los regmenes populistas, almenos a aquellos que han tenido o tienen vigencia en Amrica Latina.