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Persas, Siete Contra Tebas, Suplicantes, Prometeo Encadenado

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Esquilo

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  • 90

    Persas.SietecontraTeb

    as.

    Suplicantes.Prometeo

    encadenado

    Esq

    uilo

    Esquilo (Eleusis ca. 525 a.C.-Gela [Sicilia] 456/455a.C.) encabeza la trada de grandes poetas trgicos, ya l se debe la configuracin de la tragedia tal comoha llegado hasta nosotros. En su dimensin marcadamenteteolgica, Esquilo hace de la justicia divina el ncleo de supensamiento y es ese carcter tico de las relaciones entre losseres humanos, o entre stos y la divinidad, el que exponemagistralmente en las tragedias recogidas en el presentevolumen: Persas se estructura alrededor del castigo infligidopor la divinidad a Jerjes; en Siete contra Tebas se dirime tantoel castigo divino como la culpa individual que causa la per-dicin de quien la comete; a travs de la evitacin de unincesto se desarrolla en Suplicantes el tema de la obedienciadebida; finalmente, Prometeo encadenado nos habla de la rebe-lin contra un poder injusto y excesivamente severo, repre-sentado por Zeus.

    Josep A. Cla Serena ejerce desde 2008 en la Universidad de Lleida,acreditado por la ANECA como catedrtico de universidad en Filologagriega (2011). Sus investigaciones abarcan la literatura helenstica, la tra-gedia griega, la tradicin clsica, la crtica textual, la mitologa y la his-toria del humanismo.

    Rubn J. Montas Gmez es profesor en el rea de Filologa Griegade la Universitat Jaume I, en Castell de la Plana. Su investigacin se hadirigido hacia diversos gneros literarios griegos, tanto de la Antigedadcomo medievales, modernos y actuales.

    AKAL/CLSICA

    EsquiloPersas

    Siete contra TebasSuplicantes

    Prometeo encadenadoEdicin de

    Josep A. Cla Serena y Rubn J. Montas Gmez

    ISBN 978-84-460-1808-7

    9 7 8 8 4 4 6 0 1 8 0 8 7

    www.akal.com

    Este libro ha sido impreso en papel ecolgico, cuya materia primaproviene de una gestin forestal sostenible.

    3803 Persas, Siete contra Tebas:Maquetacin Akal Clsica 25/6/12 16:40 Pgina 1

  • AKAL/CLSICA 90Clsicos griegos

    Director: Manuel Garca Teijeiro

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  • Diseo interior y cubierta: RAG

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Cdigo Penal, podrn ser castigados con penas

    de multa y privacin de libertad quienes sin la preceptiva autorizacin reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen pblicamente,

    en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, fijada en cualquier tipo de soporte.

    Ediciones Akal, S. A., 2013

    Sector Foresta, 128760 Tres CantosMadrid - Espaa

    Tel.: 918 061 996Fax: 918 044 028

    www.akal.com

    ISBN: 978-84-460-1808-7Depsito legal: M-171-2013

    Impreso en Fernndez Ciudad, S. L.Pinto (Madrid)

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  • Esquilo

    PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO ENCADENADO

    Edicin de Josep A. Cla Serena y Rubn J. Montas Gmez

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  • A M. Montserrat Jufresa y Jaume Almirall, amigos helenistas y modelos de

    safhvneia kai; ajkrivbeia filolgicas.A los colegas helenistas y latinistas de la Universidad

    de Extremadura, de la Universitat de Barcelona, de la Universitat de Lleida, de la Universitat de Valncia

    y de la Universitat Jaume I.

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  • ndice

    Nota preliminar ................................................................ 9Introduccin ..................................................................... 11

    Datos biogrficos y breve semblanza intelectual de Esquilo ........................................................................ 11Los tres dramas esquleos de cronologa temprana y Prometeo encadenado ................................................ 13Persas ......................................................................... 14Siete contra Tebas ....................................................... 20Suplicantes ................................................................. 27Prometeo encadenado ................................................ 33

    Ediciones y traducciones .................................................. 41Bibliografa ...................................................................... 43

    Persas ............................................................................... 51Siete contra Tebas ............................................................ 87Suplicantes ....................................................................... 123Prometeo encadenado ...................................................... 161

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  • Nota preliminar

    En nuestra traduccin1 de los dramas esquleos, sin duda complejos y enrevesados a nivel lingstico, hemos seguido la edicin de Martin L. West (Aeschyli Tragoediae, cum incerti poetae Prometeo, Teubner-Stutgart, 1990), una de las ms re-cientes y escrupulosas a nivel filolgico.

    Por lo dems, cabe aadir que, si se maneja la edicin preparada en 1972 por Page para la Oxford Classical Texts, al punto se comprobar cmo la cautela unida a un cierto pesi-mismo ha sembrado el texto de cruces respecto a la de Mu-rray, edicin que vena a sustituir a las de Wilamowitz, Weil, Mazon y Fraenkel, entre otras.

    Hemos de sealar que la Coleccin de clsicos griegos de la editorial Akal ya cuenta con un primer volumen sobre Es-quilo (La Orestea. Agamenn, Coforos, Eumnides, J. L. de Miguel Jover [ed.], Madrid, Akal, 1998) con introduccin ge-neral al autor, por lo que nuestra introduccin aborda slo aspectos relativos a las cuatro tragedias objeto de nuestra tra-duccin.

    1 Persas y Siete contra Tebas han sido traducidos por J. A.Cla, mientras que Suplicantes y Prometeo encadenado, lo han sido por R. J. Montas. Esta edicin la introduccin y especialmente la traduccin se ha beneficia-do de un proyecto de investigacin dirigido por el prof. Carles Miralles Sol (UB): FF12009-10286, titulado Usos y construccin de la tragedia griega y de lo trgico (2010-2012).

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  • 10 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    Hemos incorporado Prometeo encadenado en la presen-te traduccin, conscientes de los riesgos que comporta la aceptacin de su autenticidad y de la que trataremos en la introduccin. A la hora de aceptarla podemos constatar tal reparo al leer el ttulo con el que el mismo Martin L. West inicia su edicin, refierindose a dicha obra cum incerti poe-tae Prometeo2.

    2 Para nuestra traduccin no hemos tenido en cuenta la obra de R. D. Dawe, The Collation and Investigation of Manuscrypts of Aeschylus, Cam-bridge, 1964, ni su Repertory of Conjectures on Aeschylus, Leiden, 1965, sino que nos basamos en la citada edicin de M. L. West.

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  • Introduccin

    DATOS BIOGRFICOS Y BREVE SEMBLANZA INTELECTUAL DE ESQUILO

    Esquilo, primer poeta de Occidente en cuya obra adquiere forma la tragedia, habra nacido en Eleusis y fue hijo de Eu-forin, ciudadano ateniense del mencionado demo, si hace-mos caso del ingente cmulo de informaciones y fuentes di-versas, as como de las didascalias atenienses, los argumenta o hypothseis que acompaaban algunas piezas trgicas. Sa-bemos con casi total seguridad que intervino en las batallas de Maratn y Salamina contra los persas.

    Contamos con tres fuentes para datar la fecha del naci-miento de Esquilo y para tener noticias fiables acerca de su vida: la Vita annima del poeta, que conservamos en el anti-guo manuscrito denominado Mediceo, el Marmor Parium y el lxico Suda (siglo x). Segn la primera fuente, Esquilo era contemporneo de Pndaro y, aunque se han propuesto los aos 528 o 524 a.C. como fecha de su nacimiento, el Marmor Parium habla del 525 a.C. (quiz la fecha ms aceptada). Fi-nalmente, Suda, sin duda la fuente ms imprecisa, lo sita en los aos 500-497 a.C.

    Siendo muy joven, particip en los concursos de los poe-tas trgicos y en trece fue vencedor. Nos consta que en su madurez se traslad a Sicilia a la corte del tirano Hiern, lle-vado por la abundancia de artistas que all se reunan o, tal

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  • 12 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    vez, si seguimos la Vita, por la tristeza que le caus al poeta haber sido derrotado por Simnides en un concurso de elegas sobre la batalla de Maratn. Con todo, la tradicin nos refiere la existencia de enfrentamientos entre Esquilo y el joven S-focles, a quien el pblico prefiri. Asimismo, Suda, para ex-plicar su partida a Sicilia, nos cuenta un incidente escnico en la representacin de Eumnides, tragedia llevada a escena por primera vez en el ao 458 a.C.

    En Sicilia seguramente represent por segunda vez Per-sas, obra con la que obtuvo el triunfo en Atenas. Poco des-pus regres a dicha ciudad y no sabemos por qu volvi nue-vamente a Sicilia, aunque cierto pasaje de Aristfanes (Ranas 765 ss.) alude a la decepcin que experiment con el pblico ateniense, de lo cual se deduce que la relacin entre este y el autor no siempre fue buena. Fue aqu, en Sicilia, donde Es-quilo represent la pieza Mujeres de Etna para conmemorar la fundacin de la ciudad de Etna por Hiern. Muri en Gela en 456/455 a.C. y su tumba se convirti en santuario visitado por todos los trgicos del momento.

    Por lo dems, Esquilo fue el primer autor de tragedias que introdujo el segundo actor y redujo el papel del coro. Conserva-mos siete tragedias esquleas de las noventa que escribi, segn Suda: tres de esas siete forman una triloga denominada Oresta (458 a.C.), compuesta por las obras Agamenn, Coforos y Eu-mnides. Aparte de estos tres ttulos, conservamos tambin: 1. Persas (472 a.C.); 2. Siete contra Tebas (467 a.C.); 3. Suplican-tes (463 a.C.); 4. Prometeo encadenado (de fecha incierta).

    Esquilo tom parte en la batalla de Maratn (490 a.C.), en lo que se vienen denominando guerras mdicas (499-479 a.C). Su consecuencia ms inmediata fue la aparicin y desarrollo paulatino del sistema democrtico y de la paulatina hegemona ateniense sobre la Hlade, en todos los aspectos. Esto influy notablemente en sus composiciones: en todas las obras de Es-quilo se respira un aire de libertad y democracia fruto, como decimos, del esplendor de Atenas tras la derrota de los persas.

    Esquilo har de la justicia divina el ncleo de su pensamien-to teolgico. En sus dramas, son parte importante las ideas mo-rales y religiosas. As, en sus textos, los designios de los dioses

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  • INTRODUCCIN 13

    se cumplen inexorablemente y los hombres aprenden a travs del sufrimiento. En las piezas de Esquilo, la presencia y la inter-vencin de los dioses es directa y se establece una relacin casi personal entre hombres y dioses, que acaban interesndose, es-tos, por las acciones humanas. Finalmente, recordemos que en Esquilo el coro canta informando y subrayando viejos hechos de antiguas familias, de hroes de antao, en torno al altar de Dioniso3, el dios de la alteridad y la transformacin4.

    LOS TRES DRAMAS ESQULEOS DE CRONOLOGA TEMPRANA Y PROMETEO ENCADENADO

    Tanto Persas, como Siete contra Tebas y Suplicantes de-jando de lado Prometeo encadenado, cuya datacin, como veremos, es problemtica son dramas que conforman un conjunto de obras tempranas; quiz Suplicantes aparece como bisagra entre las tragedias arcaicas de Esquilo y la Oresta, el verdadero culmen de sus dramas. Por lo dems, durante el breve espacio de nueve aos se estrenaron desde Persas (en 472 a.C.) y Siete contra Tebas (cinco aos despus), hasta Suplicantes (hacia el 463 a.C.). En las tres primeras tragedias esquleas, los estudiosos han hallado problemas dramticos similares.

    Como seala M. Librn5,

    Persas, Siete contra Tebas y Suplicantes estn muy desaten-didas en los estudios actuales sobre la tragedia griega, cen-

    3 Cfr. C. Miralles, La creazione di uno spazio: la parola nellambito del dio dellalterit, Dioniso 59, 2 (1989), pp. 23 ss.

    4 Cfr. J.-P. Vernant y P. Vidal-Naquet, Mythe et tragdie II, Pars, La D-couverte, 1986, pp. 37 ss., 244 ss., etctera.

    5 La excelente tesis doctoral publicada de M. Librn Moreno, Lonjas del banquete de Homero. Convenciones dramticas en la tragedia temprana de Esquilo, Huelva, Publicaciones de la Universidad de Huelva, 2005, constitu-ye un intento serio y relativamente reciente de estudio de la tcnica dramtica de estas tragedias tempranas.

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  • 14 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    trados casi unnimemente en la Oresta con exclusin prc-tica del resto de los dramas esquleos. Como muestra, baste asomarse al ndice analtico del Cambridge Companion to Greek Tragedy editado por Mrs. Easterling (1997): la Ores-ta recibe ciento siete menciones frente a veintiuna de Per-sas, nueve de Siete contra Tebas y trece de Suplicantes.

    PERSAS

    Ubicacin en la obra de Esquilo

    La triloga de Esquilo que con Pericles, que an no tena veinte aos, como corego obtuvo el segundo premio en el festival dramtico de las Dionisias6 Urbanas, celebrado en Atenas el 472 a.C., estaba formada por las tragedias Fineo, Persas y Glauco; completaba esta triloga, segn lo acostum-brado, el drama satrico Prometeo encendedor del fuego.

    A diferencia de la Oresta, donde la figura de Orestes constituye un claro hilo conductor entre las tragedias que la forman, la unidad temtica es aqu bastante menos evidente, hasta el punto de que se ha puesto en duda esta agrupacin en triloga; podemos considerar, sin embargo, que el elemento que las relaciona es el castigo divino. Aunque slo Persas se ha conservado de las restantes obras quedan exiguos frag-mentos, los ttulos permiten deducir los temas de las dems tragedias. Fineo, que daba nombre a la pieza, fue un rey de Tracia, ciego, que dio hospitalidad a Eneas, por lo que Hera y Posidn lo castigaron: cada vez que iba a comer, las Harpas le quitaban la comida o se la contaminaban con excrementos, hasta que dos de los Argonautas, Cetes y Calais, las pusieron en fuga. En agradecimiento, Fineo aconsej a Jasn sobre el paso de las Simplgades: una paloma deba preceder a la nave7.

    6 Nombre dado en la Atenas clsica a los festivales en honor de Dioniso, que incluan representaciones dramticas.

    7 Apolodoro, I 9, 21 (cfr. III 15, 3) y Ovidio, Metamorfosis VI 424-674.

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  • INTRODUCCIN 15

    En cuanto a Glauco, contaba la historia del personaje ho-mnimo. Aunque en la tradicin mtica encontramos a diver-sos protagonistas con ese mismo nombre, el ms adecuado a un tratamiento trgico parece ser el del hijo de Ssifo, rey de fira, que ms tarde se convertira en Corinto; tom parte en los juegos funerarios en honor de Pelias, donde se enfrent a Yolao. Glauco fue devorado por sus yeguas, enloquecidas, se-gn una versin, al beber agua de una fuente encantada, e instigadas, segn otra, por Afrodita que se haba ofendido porque su dueo no les permita aparearse, con el fin de que pudieran correr ms8. Respecto a Prometeo, remitimos al prlogo de Prometeo encadenado.

    Dejando aparte el hecho inusual de que ni los personajes ni los acontecimientos que dan lugar a la accin pertenecen a la tradicin mtica, sino que son histricos y pertenecen ade-ms a un pasado reciente, Persas se estructura alrededor del castigo infligido por la divinidad a Jerjes. Este haba incurrido en la ira divina al lanzar su expedicin contra la Hlade en el 480/479 a.C.; y muy especialmente por haber cometido h-bris al haber represaliado al Helesponto cuando una tempes-tad destruy las pasarelas construidas para atravesarlo: lo haba hecho azotar, aherrojar y marcar a fuego entre impreca-ciones9. No obstante, Persas se focaliza en la derrota de estos en Salamina, batalla en la que, como se ha dicho, tom parte Esquilo, casi con total seguridad; asimismo se alude en la obra a la derrota de Jerjes en Platea, en el 479 a.C., aunque en estilo un tanto enigmtico10.

    En efecto, Persas es un canto de triunfo de los griegos, una demostracin de hbris y te. Pero hay ms. Como sea-la E. Garca Novo11,

    8 Apolodoro, II 3, 1; Pausanias, VI 20, 19. 9 Herdoto, VII 35. Al parecer, Jerjes hizo fustigar el mar de los Darda-

    nelos, al tomar como ofensa personal la destruccin del puente de barcas que el rey persa haba ocasionado en el estrecho para que lo atravesara su ejrcito.

    10 A. F. Garvie, Aeschylus: Persae, Oxford/Nueva York, Oxford Univer-sity Press, 2009, pp. xl-xlvi.

    11 E. Garca Novo, Las dos caras del protagonista en Persas de Esqui-lo, CFC (G) 15 (2005), pp. 49-62 (esp. 61).

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  • 16 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    Esquilo, al presentar a los persas, ha buscado la manera de mostrarlos a los ojos del pblico con rasgos heroicos, para convertirlos en rivales dignos de los griegos. No era suficien-te que el enemigo fuera poderoso; tena que ser tambin justo y consciente de sus lmites. Slo as su derrota engrandecera a los vencedores. Para ello el poeta desdobla en dos al rey de los persas. Daro, ya muerto, se nos muestra dibujado como un hroe e invocado como un dios: practicaba la sophrosyne, respetaba a los dioses y no cometi falta alguna. Jerjes, por el contrario, ha incurrido en hybris, confiado en su capacidad, y ha provocado la catstrofe total de su pueblo.

    Argumento, personajes y escenariosEn coherencia con la realidad histrica, la accin transcurre en

    Susa actual Sush, en Irn, capital a la sazn del Imperio persa, primero en el palacio real y despus ante la tumba de Daro, padre de Jerjes. La obra se inicia con la intervencin del coro, formado por ancianos notables; he aqu un rasgo de arcasmo, pues en las tragedias posteriores tambin en las de Esquilo, habitualmente el coro no hace su aparicin en escena marcando as el final del llamado prlogos hasta que ha intervenido, de forma ms o me-nos extensa, un personaje menor, que a menudo pone al auditorio en antecedentes para la comprensin del argumento. Aqu, este coro de ancianos se manifiesta ansioso de noticias sobre la campa-a de Jerjes, configurando un ambiente tenso: el aire parece lleno de presagios funestos, a los que se suma Atosa, madre de Jerjes y viuda de Daro, quien narra un sueo que ha tenido al respecto. Esto puede parecer, desde nuestra ptica actual, un recurso mani-do; sin embargo, tal vez sea la primera vez que lo utiliz el teatro occidental12, y supone, pues, una innovacin por parte de Esquilo.

    Aparece entonces un mensajero que, en el lmite de sus fuer-zas, comunica a Atosa y al coro la derrota de Salamina y sus te-rribles consecuencias: hace una viva y pormenorizada descrip-

    12 O. Taxidou, Tragedy, Modernity and Mourning, Edimburgo, Edin-burgh University Press, 2004, p. 99.

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  • INTRODUCCIN 17

    cin de las embarcaciones que han tomado parte en esta batalla naval hasta el punto de que se la ha comparado al Catlogo de las naves del canto II de la Ilada, narra sus fases, enumera los persas ilustres que han perdido en ella la vida, se hace eco de la combatividad y buen nimo de los griegos, que luchan por su supervivencia como pueblo; hace saber, en fin, que Jerjes se ha salvado y ha emprendido, a la fuga, el regreso hacia Susa.

    Abrumada por tan malas nuevas, Atosa pide al coro, ante la tumba de Daro, que invoque al espectro de este para pedir-le opinin y consejo. El fantasma de Daro, en realidad, no aporta al trance ningn alivio: condena la soberbia que ha mostrado su hijo al invadir Grecia y sobre todo al puentear el Helesponto y maltratarlo ignominiosamente, como se ha di-cho, pues esos actos de hbris han sido la causa del fracaso; y en diccin oracular anuncia, antes de desvanecerse, el nuevo descalabro que los persas sufrirn en Platea.

    Llega, finalmente, Jerjes, vestido de harapos en su condi-cin de fugitivo y anonadado por su derrota; la obra, a partir de su aparicin, se resuelve en un dilogo lrico entre Jerjes y el coro, en desconsolado lamento por el irreversible desastre.

    En conjunto, la estructura es simple, tanto que Wilamowitz dudaba de la unidad de la obra, que descompona en tres actos sin prcticamente ligazn entre ellos. Bien es verdad que en esta tra-gedia hay muy poca accin, todo bascula alrededor de remisiones al pasado: bien a modo de informe por el mensajero, de culpa-bilizador reproche el espectro de Daro o de acerba lamenta-cin Jerjes. Puede entenderse, no obstante, que esa es, precisa-mente, la ligazn; la exposicin y anlisis del pasado reciente.

    Particularidades y tradicin

    Analicemos ciertas caractersticas particulares de esta tra-gedia, por otra parte la ms antigua que se ha conservado com-pleta y de posible construccin defectuosa13, habida cuenta de

    13 Cfr. M. Patin, tudes sur les tragiques grecs. Eschyle, Pars, Hachette, 1871, p. 239.

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  • 18 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    la poca conexin entre s de los tres actos que la componen, o de la ausencia de un punto focal en la accin de la misma, con testimonios externos de la existencia de una posible doble re-daccin.

    As, podemos considerar como rasgos arcaicos la inexis-tencia de prlogos, al iniciarse la representacin con el coro, aunque a su vez esto evidencia la mayor importancia que este ha cobrado, as como el reducido nmero de personajes. Como es sabido, Esquilo introdujo el deuteragonistes o se-gundo actor. Pensemos que en el momento en que la tragedia Persas subi a escena, las representaciones dramticas ms o menos institucionalizadas y reglamentadas contaban, aproxi-madamente, con sesenta aos de historia.

    No obstante, la caracterstica fundamental de esta tragedia es su argumento basado en acontecimientos histricos y cohe-rente con estos. La batalla de Salamina haba tenido lugar tan slo ocho aos antes de su representacin, de manera que entre el pblico abundaran sin ninguna duda los veteranos que ha-ban participado en tan sealada victoria griega, y sobre todo ateniense. La tradicin recogida por la annima Vita de Sfo-cles, recurdese, sealaba que Esquilo haba combatido en Sa-lamina; Sfocles haba figurado en los coros de efebos que festejaron el triunfo, y Eurpides haba nacido el mismo da.

    El sentido ms inmediato que puede encontrarse en Per-sas es, por tanto, que se trata de una explcita celebracin ideolgica de la victoria griega: la plis democrtica, Atenas, vence a un rey desptico y soberbio, dominado por la hbris. Sin embargo, el hecho de que la tragedia se desarrolle desde la perspectiva de los vencidos lo cual, en mayor o menor medida, permite identificarse con estos ha sugerido que, en clave aristotlica, es precisamente ese el sentido de la obra: la contemplacin de una amarga derrota provoca la piedad del espectador, en este caso el vencedor. Aun siendo posible, y pudindose ajustar, como se ha dicho, a los presupuestos so-bre la tragedia desarrollados por Aristteles en la Potica, esta interpretacin resulta bastante inverosmil: ni con la me-jor intencin del mundo podra suponerse en los veteranos de Salamina, abundantes entre el pblico y sin duda representa-

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  • INTRODUCCIN 19

    tivos de este, la piedad por quien fue su agresor, y menos an en un contexto cultural tan agonal como el ateniense: el ven-cedor se regocija con el dolor del vencido14, que adems es el brbaro por excelencia.

    Abona esta interpretacin, por otra parte, el pasaje de Ra-nas de Aristfanes representada en el 405 a.C. donde apare-ce el propio Esquilo diciendo con Persas, mi obra maestra, os inspir un ardiente deseo de vencer siempre a los enemigos (1026-1027). Cierto que se trata de una comedia y que es Aris-tfanes quien habla por boca de Esquilo; pero sin duda recoge el sentir popular setenta aos despus de la representacin de Persas. Mucho ms intenso sera ese sentir ocho aos despus de la batalla de Salamina. Ms an si se tiene en cuenta que en el 475 a.C. Cimn haba tomado Eion, en la desembocadura del Estrimn, en Tracia, ltima posesin prsica en territorio europeo; Atenas, punta de lanza de Grecia, pasaba a la ofensi-va, y Persas vena a recordar la relativamente reciente victoria de Salamina y a enaltecer el patriotismo ateniense.

    En cualquier caso, por mucho que la historicidad del tema y de los personajes individualice esta tragedia, Esquilo no fue ni el nico ni el primero en hacer uso de ella. Frnico escribi dos tragedias histricas: El saqueo de Mileto, en el 493 a.C., y Fenicias, en el 476 a.C. Si esta, cuyo corego fue Te-mstocles, trataba del mismo tema que Persas formaban el coro las esposas y madres de los fenicios que componan el grueso de la marina persa, aquella escenificaba la destruc-cin por los persas de las ciudades griegas de Asia Menor, pero pona de manifiesto que Atenas las haba abandonado a su suerte; por ello fue sancionado, y se promulg una ley para que la obra no fuese representada de nuevo15. Esquilo era muy consciente de partir, en cierto modo, de Frnico, como lo pone de manifiesto que el primer verso de Persas se corresponda, modificado pero evidente, con el primero de Fenicias; pero desarroll el tema a su particular manera.

    14 E. Hall, Inventing the Barbarian: Greek Self-definition through Tra-gedy, Oxford Classical Monographs, Oxford, Clarendon Press, 1991.

    15 Herdoto, VI 21.

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  • 20 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    Segn nos muestra el mencionado pasaje de Ranas que es, en suma, una exposicin a comico de teora literaria, Per-sas era considerada la obra cumbre de Esquilo y, segn un escolio a dicha comedia (v. 1028), ya Hiern de Siracusa le invit a acudir a Sicilia para ponerla all en escena; la Vita Aeschyli asegura que la obra fue all muy bien acogida.

    Su gran predicamento se mantuvo durante toda la Anti-gedad: permita a los romanos verse como herederos directos de los atenienses, vencedores de los persas, cuyos descendien-tes, los partos, fueron el eterno enemigo oriental de Roma; para el Imperio romano de Oriente ms conocido, aunque no demasiado correctamente, como Imperio bizantino con-serv este mismo carcter simblico, que la Grecia moder-na, para quien los turcos de hoy son los persas de ayer, ha recogido.

    SIETE CONTRA TEBAS

    Ubicacin en la obra de Esquilo

    Siete contra Tebas es la nica tragedia conservada de la triloga con la que concurri Esquilo al certamen dramtico de las Grandes Dionisias del ao 467 a.C., junto con Layo y Edipo; ocupaba el tercer lugar. El drama satrico que comple-taba la triloga era Esfinge, tambin perdido. As como Persas constituye una excepcin, por no tomar su tema, argumento y personajes de la tradicin mtica, en Siete contra Tebas nos encontramos con que trata de la ltima parte del llamado ci-clo tebano, o, si se prefiere, de las desventuras del linaje de los Labdcidas. No procede, por tanto, extendernos en consi-deraciones sobre el tema y argumento de Layo y Edipo, que desarrollaban lo acaecido a los personajes homnimos; pero tampoco debemos suponer que ello se corresponda en todos los aspectos con el conocido Edipo rey de Sfocles. De la misma manera, el drama satrico Esfinge presentaba una ver-sin bufa del enigma propuesto por dicho monstruo a Edipo, as como de su resolucin.

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  • INTRODUCCIN 21

    Asunto distinto es dirimir la ligazn trgica, es decir, la cuestin moral comn a las tres tragedias, aparte del hecho de encuadrarse en un ciclo mtico bien conocido. Tanto puede tratarse como se vio en Persas del castigo divino que, a consecuencia de una culpa y de la maldicin subsiguiente, no slo afecta al culpable inmediato sino tambin a sus descen-dientes, generacin tras generacin, como de la culpa indivi-dual que causa la perdicin de quien la comete. Si se tratara de esto ltimo, en Siete contra Tebas apenas se hace referen-cia explcita a dicha culpa: ni a la de Polinices, que es en realidad un referente ausente, ni a la de Eteocles. Tambin aqu la comparacin con Sfocles es inevitable: cul era la culpa de Edipo?

    En todo caso, no fue la nica triloga que Esquilo dedic al ciclo tebano: tenemos noticia de otra, formada por las tra-gedias Los argivos, Los eleusinos y Los epgonos. No se ha conservado ninguna pieza de esta triloga.

    Argumento, personajes y escenariosEl ciclo mtico de cuya ltima parte trata la tragedia que

    nos ocupa, aparte de la tradicin popular, era conocido funda-mentalmente por dos poemas picos hoy perdidos: la Edipo-dia que narraba fundamentalmente el episodio de Edipo y la Esfinge y la Tebaida dedicada al enfrentamiento entre los hijos de Edipo, es decir, precisamente la materia de Siete con-tra Tebas, pero dejaba un gran margen a la creatividad parti-cular de los tragedigrafos en realidad, a su desarrollo lite-rario global.

    En cuanto al origen del ciclo en general y de este episo-dio en particular, no parece prudente aventurar posibilida-des. Todo parece indicar que pertenece, o es anterior, a la Edad del Bronce; y que el elemento inicial no es la ciudad de Tebas, sino el nmero siete. Ya Wilamowitz entenda que si el mito le sealaba a Tebas siete puertas, era slo para adecuarlas al nmero de atacantes. Por otra parte, el lis-tado de estos es variable, y algunos como el adivino Anfia-

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  • 22 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    rao16 tienen entidad propia y aparecen en otros episodios del mito, en tanto que otros aparecen exclusivamente en este, y no estn caracterizados. Como origen del ncleo le-gendario inicial se han sealado los siete demonios, per-sonificaciones de la violencia, que aparecen en la Epopeya de Erra, el dios-plaga de la literatura acadia17.

    El linaje de los reyes de Tebas, los Labdcidas, o ms con-cretamente Layo, hijo de Lbdaco, haba sido objeto de la maldicin de Plope, rey del Peloponeso, en cuya corte en-contr asilo cuando Zeto y Anfin lo destronaron y tuvo que huir de Tebas. Layo se enamor de Crisipo, hijo de Plope, y lo rapt por este motivo, era considerado el prtos heuretes o inventor de la paiderasta; Crisipo se suicid al no po-der resistir tal vergenza, y su padre maldijo a Layo y a sus descendientes. Cuando ms adelante Layo y su esposa Yocas-ta no podan tener descendencia, Layo fue a Delfos a consul-tar el orculo. Segn este, tendra un hijo, a manos del cual morira, por designio de Zeus que haba accedido a las impre-caciones de Plope.

    Layo se abstena de trato carnal con su esposa para no dar pie al cumplimiento del orculo, pero una noche, en estado de embriaguez, engendr a Edipo. De acuerdo con la versin que nos ofrecen las tragedias Edipo rey y Edipo en Colono de Sfocles, Layo orden que el recin nacido fuera abandonado en el Citern, para ser pasto de alimaas con los tobillos perforados y atravesados por una correa, lo que explicara su nombre, Oidpous, de pies inflamados, pero unos pastores

    16 Cfr. P. Sineux, Amphiaraos. Guerrier, devin et gurisseur, Pars, Les Belles Lettres, 2007, en donde se analiza su doble vertiente como guerrero argivo y adivino, miembro de la expedicin de los Siete contra Tebas, que fracas en su intento de restituir a Polinices al trono de Tebas. El autor enfa-tiza su carcter de divinidad oracular en los alrededores de Tebas, en donde se instala, al final del siglo v a.C., y se destaca su santuario de Oropo, en las puertas del tica.

    17 W. Burkert, Die orientalisierende Epoche in der griechischen Religion und Literatur, Heidelberg, 1984 = The Orientalizing Revolution: Near Eas-tern Influences on Greek Culture in the Early Archaic Age, Cambridge, Har-vard University Press, 1992, pp. 108 ss.

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  • INTRODUCCIN 23

    de Corinto lo recogieron y lo entregaron a su rey, que no tena hijos y cri a Edipo como tal.

    Al llegar a su edad adulta, Edipo tuvo conocimiento por un orculo de que estaba predestinado a matar a su padre, y creyndose hijo del rey de Corinto, para evitarlo march ha-cia Tebas. Durante el camino, dio muerte a Layo por la prefe-rencia de paso en una encrucijada; en las cercanas de Tebas se encontr con la Esfinge, monstruo alado con rostro de mu-jer, pecho, patas y cola de len, que Hera haba enviado con-tra la ciudad para castigar a Layo; planteaba a los viajeros enigmas y los devoraba cuando no podan responderlos. Edi-po respondi correctamente a la pregunta de Cul es el ser que anda con dos, tres o cuatro patas, y es ms dbil cuantas ms patas tiene?, es decir, el hombre; la Esfinge, despecha-da, se quit la vida.

    Edipo recibi en premio la mano de la reina viuda su ma-dre, Yocasta, con la cual engendr dos hijos, Eteocles y Polini-ces, y dos hijas, Antgona e Ismene y el trono de Tebas; mas cuando la ciudad recibi el castigo divino de la esterilidad en virtud de la maldicin de Layo, Edipo, intentando resolver di-cha plaga, inici una serie de consultas oraculares e investiga-ciones que acabaron poniendo al descubierto su verdadero ori-gen y sus involuntarios crmenes. Yocasta se suicid, y l, horrorizado, se sac los ojos y parti voluntariamente a un des-tierro errante, hasta su muerte en la ciudad de Colono18.

    Los hijos varones de Edipo, Eteocles y Polinices quienes, en algunas versiones del mito en que su padre Edipo no se exi-lia, han sido maldecidos por este, al que vilipendian y someten a vejaciones hasta su muerte, resuelven ocupar el trono por turnos anuales; pero Eteocles, al acabar su primer mandato, se niega a ceder el poder a su hermano, y Polinices marcha a Ar-gos; all se casa con Arga, la hija de Adrasto, rey de esta ciu-dad, quien promete ayudar a recuperar el trono de Tebas a su yerno. Polinices rene un ejrcito junto con otros seis caudillos

    18 Adems de las mencionadas tragedias de Sfocles, que nos proporcio-nan la versin ms conocida de la historia de Edipo, vanse Hesodo (Teogo-na 326-332) y Apolodoro (III 5-8).

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  • 24 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    y marcha contra su propia patria. Se inician aqu los aconteci-mientos puestos en escena en Siete contra Tebas.

    En realidad, en esta tragedia hay poca accin; podramos definirla como una serie de rhseis de mensajero que dan lu-gar a elaborados dilogos, a travs de los cuales se nos narra lo que est sucediendo y se pone de manifiesto el carcter de la figura central, Eteocles. La obra comienza con una inter-vencin suya intentando levantar los nimos de la poblacin de Tebas, temerosa por la inminente llegada del ejrcito de Polinices, y representada por el coro de jvenes tebanas.

    Aparece entonces un primer mensajero, que informa que el enemigo ha llegado y cada uno de sus caudillos ha asumido el asedio de una de las puertas de la ciudad; recurdese que el ep-teto homrico ms conocido de esta es Thbai heptpylos, Tebas de siete puertas19; Eteocles deber, pues, encargar la defensa a otros tantos guerreros. El coro manifiesta entonces su miedo, pero Eteocles lo reprende severamente.

    Llega de nuevo el mensajero, anunciando que el enemigo ya ha decidido por sorteo qu puerta ha de atacar cada uno de los siete caudillos. Empieza entonces un extenso pasaje de ca-rcter catalgico: el mensajero rinde informe del nombre, procedencia y carcter de cada uno de dichos atacantes, y Eteocles adjudica en consecuencia un defensor a cada puerta. La distribucin es la siguiente: a Tideo se opondr Melanipo, en la puerta de Preto; a Capaneo, Polifonte en la puerta Elec-tra; a Eteoclo, Megareo en la puerta Nueva; a Hipomedonte, Hiperbio en la puerta de Atenea Onca; a Partenopeo, Actor en la puerta Norte; a Anfiarao, Lstenes en la puerta Homoloide; la puerta Sptima ser atacada por el propio Polinices. Eteocles comprende entonces que deber ser l en persona quien la defienda, y que ninguno de los dos saldr vivo del combate; rememora la existencia de la maldicin de un padre sin explicitar que se refiere a la que pesa sobre el linaje; lo acla-rar poco despus el coro (vv. 742 ss.) y, decidido, abandona la escena.

    19 Odisea XI 263, etctera.

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  • INTRODUCCIN 25

    Tras una intervencin del coro, que manifiesta su temor por el resultado de la batalla, entra por tercera vez el mensa-jero, quien proclama que Tebas ha resistido el ataque, pero que Eteocles y Polinices se han dado muerte el uno al otro. No hay, pues, celebraciones de victoria, sino que se llevan a escena los cadveres de los dos hermanos, y el coro entona un lamento por su desgracia (vv. 820-960).

    Particularidades y tradicin

    Siete contra Tebas ofrece un ejemplo inmejorable del con-texto agonal en el que era compuesta la poesa dramtica tica siempre para concurrir a un certamen, es decir, entrando siem-pre en competencia con otros autores y de la influencia mutua de sus xitos o fracasos... incluso despus de su muerte.

    En efecto, parece unnimemente aceptado que esta trage-dia de Esquilo acababa donde se ha indicado, en el verso 960, con el lamento del coro. Sin embargo, la notoriedad alcanza-da por Sfocles con la triloga que formaban Edipo rey, Edipo en Colono y Antgona, representada en el 429 a.C. como fecha ms probable consagr para la posteridad su versin de la historia y personajes del ciclo tebano. Alguien crey entonces necesario acentuar la coherencia de dicha versin, y en especial de Antgona, con la obra de Esquilo, que por otra parte continuaba siendo el gran nombre de la tradicin trgi-ca, y as escribi, aproximadamente cincuenta aos despus de su muerte, la escena final que recogen las ediciones actua-les (vv. 961-1078). En dicha escena aparecen Antgona e Is-mene, las hijas de Edipo hermanas, por tanto, de Eteocles y Polinices y un mensajero, que proclama la prohibicin de dar sepultura a Polinices decretada por Creonte, que se ha hecho cargo del poder. De esta manera, Antgona puede afir-mar que har caso omiso de tal decreto, y la tragedia de Es-quilo queda as enlazada con la de Sfocles.

    El contraste de esta ltima escena con el resto de la trage-dia evidencia los cambios que en esos hipotticos cincuenta aos se haban introducido en el gnero: en la parte esqulea,

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  • 26 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    como ya se ha dicho, la accin es relativamente poca y tan slo hay dos personajes, Eteocles y el mensajero; los dilogos entre estos y con la corifeo, y la narracin y descripciones en ellos contenidos, vienen a suplir la escasa accin.

    Por otra parte, la personalidad de Eteocles se situa as ne-cesariamente en un plano superior y diferenciado; es el nico personaje con entidad, el nico que posee, en realidad, ca-rcter, con sus cualidades y sus altibajos. Hasta cierto punto, esto nos permite compararlo con el Edipo sofocleo: al princi-pio de la obra es el buen rey, preocupado por su pueblo y en buena sintona con este, al que trata de tranquilizar; sin em-bargo, a partir del momento en que decide su enfrentamiento con Polinices e intuye que ninguno de los dos sobrevivir, su tono es progresivamente airado, y es el coro el que le reco-mienda cordura. De modo semejante a los accesos de clera de Edipo al avanzar en sus investigaciones; sirva de ejemplo concreto el interrogatorio de Tiresias.

    Por lo dems, se han criticado ciertas inconsistencias tem-porales de la obra. As, por ejemplo, en los vv. 78-368 se pue-de deducir que la primera fase del ataque del ejrcito argivo ya ha comenzado y las aterrorizadas vrgenes corren sobresal-tadas ante el ataque del ejrcito; pero, a partir del v. 375, el poeta deja claro que el ataque ni siquiera ha empezado y que la urgencia de la situacin, contradiciendo al coro que anda asustado, no es extrema. Es como si el tiempo se congelara (vv. 375-685) para dar a Eteocles oportunidad y el tiempo suficiente para preparar la defensa verbal de la ciudad. Pero luego el tiempo retoma su marcha y los tebanos luchan y ga-nan la batalla en apenas setenta versos (720-791). Estamos, pues, ante una dilatacin del tiempo dramtico durante 310 versos y una aceleracin posterior que ha propiciado que al-gunos acusen a Esquilo de descuido en el manejo temporal, aunque se puedan aducir ejemplos razonables de reglas seme-jantes de composicin en la pica20.

    20 Cfr. M. Librn, Lonjas..., pp. 248-255, que concluye con dicha opi-nin sobre el parangn con la tcnica de la pica, que compartimos en su totalidad.

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  • INTRODUCCIN 27

    SUPLICANTES

    Ubicacin en la obra de Esquilo

    La tragedia Suplicantes se represent por vez primera en las Dionisias, en fecha no anterior al 468 a.C., siendo la del 464/463 a.C. la ms probable. Ocupaba el primer lugar en una triloga junto con Egipcios e Hijas de Dnao, mientras que el drama satrico Amimone21 completaba el elenco. Ninguna de estas otras obras se ha conservado. Sin embargo, por los ttu-los, y partiendo del argumento desarrollado por Suplicantes, puede inferirse que las dos tragedias perdidas se mantenan en el ciclo mtico de Dnao, que era, en realidad, un episodio del ciclo argivo.

    No es tan fcil precisar el tema trgico que daba unidad a la triloga, pero posiblemente se debatiera en ellas la obedien-cia debida, hasta llegar a un punto muerto que resolva Afro-dita, aparecida ex machina. Respecto a Amimone, al hablar del argumento y personajes nos referiremos a ella.

    Argumento, personajes y escenariosEl episodio de Dnao y sus hijas, perteneciente al ciclo

    argivo tal vez el ms antiguo de los ciclos mticos griegos quedaba recogido en la Danaida, poema pico de uno de los llamados poetas cclicos, supuestamente contemporneos de Homero. No se conservan ni el poema ni el nombre de su autor, pero constituy sin duda la fuente principal de esta tri-loga de Esquilo.

    De la primera parte del episodio en realidad, se trata de un mito de refundacin de Argos nos informa la propia tra-

    21 El Papiro de Oxirrinco, 2256 fr. 3 (E. Lobel, E. P. Wegener, C. H. Ro-berts, The Oxyrhynchus Papyri, vol. XX, Londres, Egypt Exploration Society, 1952, pp. 30 ss.) vino a confirmar la existencia de la triloga y su datacin, aunque esta no queda totalmente resuelta. Para el estado de la cuestin, vase A. Sommerstein, Aeschylean Tragedy, Bari, Levante, 1996, pp. 141-152.

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  • 28 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    gedia Suplicantes. En efecto, Dnao y Egipto son dos herma-nos gemelos que ostentan conjuntamente el poder en el reino de Egipto; aquel tiene cincuenta hijas las Danaides o hijas de Dnao, mientras que este cincuenta hijos. Cuando Egipto intenta imponer a las Danaides el matrimonio con sus primos, estas, junto con su padre, huyen a Argos. Es en este punto donde da comienzo la accin dramtica. Apenas desembarcadas las Danaides que forman el coro que aparece sollozando en sus cantos22 y del que toma su nombre la tragedia Dnao las exhorta a acercarse al recinto sagrado de las divinidades de la ciudad, por considerarlo refugio inviolable, pese a en-contrarse fuera del recinto amurallado.

    Aparece entonces Pelasgo, rey de Argos. Las Danaides le piden proteccin y asilo23, reivindicando su origen argivo, pues su padre Dnao es hijo de Belo, nieto por tanto de Posi-dn y de la ninfa Libia, hija a su vez de pafo, fruto del en-cuentro amoroso entre Zeus e o, hija de naco, rey de Argos. Convertida en ternera por Hera y perseguida por un tbano, o habra recuperado su forma humana en las tierras del Nilo. Pelasgo duda: proteger a sus consanguneas provocar una guerra con Egipto. Tras otro ruego insistente del coro, se com-promete a llevar la cuestin a la asamblea de los ciudadanos de Argos y a intervenir en su favor. Dnao parte a depositar ramos de suplicante en todos los altares de la ciudad y, des-pus de un breve dilogo con el coro, tambin marcha Pelas-go a convocar la asamblea y a aconsejar a Dnao sobre lo que ante ella deber decir.

    El coro entona un canto de splica a Zeus y al concluirlo aparece Dnao con buenas noticias: la asamblea ha decidido darles plena proteccin y asilo. El coro lo celebra y eleva aho-ra un canto de agradecimiento en el que se hacen votos por el bienestar y la prosperidad de los argivos. Mas, apenas acaba-

    22 Cfr. C. Miralles, Gli anapesti della parodo delle Supplici di Eschilo: una lettura, Bollettino dei classici (Accademia dei Lincei) 28 (2007), pp. 29-51.

    23 Cfr. J. Prtulas, Miasma in Eraclito e in Eschilo, Lexis 24 (2006), pp. 23-29.

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  • INTRODUCCIN 29

    do este, Dnao, que ha estado avizorando el mar, comunica a sus hijas que una flota egipcia se aproxima a la costa. El coro muestra ahora su miedo y su desesperacin, mientras Dnao marcha de nuevo a pedir ayuda a la ciudad.

    Desembarcan entonces los egipcios, capitaneados por un heraldo, e intentan capturar mediante la violencia a las Danai-des. Estas, maldiciendo a sus raptores, pretenden hacer valer el carcter inviolable del santuario donde se han refugiado, pero el heraldo desprecia explcitamente a las divinidades ar-givas. Llega entonces Pelasgo con su escolta armada y tiene lugar un tenso dilogo entre este y el heraldo, quien finalmen-te se retira junto con su destacamento, diciendo que el com-portamiento del rey ser, sin duda, causa de una guerra con los egipcios. Pelasgo exhorta a las Danaides a entrar en la ciudad, donde tienen diversas posibilidades de residencia. Llega Dnao, tambin con escolta, y las insta a guardar en todo momento un comportamiento adecuado y respetuoso con quienes las acogen. Se forma el cortejo para entrar en la ciu-dad, entre un alegre canto del coro. El final de la tragedia es, sin embargo, un dilogo del coro con los argivos, que mani-fiestan un cierto pesimismo sobre el futuro, y les aconsejan no exaltar en exceso los actos de los dioses.

    Hasta aqu, lo que de Esquilo se ha conservado. Por lo que sabemos de los argumentos de las otras dos tragedias de la triloga, concretamente en Egipcios, Pelasgo mora en la gue-rra que se pronosticaba en la parte final de Suplicantes, mien-tras que Dnao tomaba el poder en Argos pero se vea obliga-do a dar a sus hijas en matrimonio a los hijos de Egipto. Con todo, las instrua para que cada una matase a su marido duran-te la noche de bodas, y todas cumplan fielmente sus instruc-ciones, excepto Hipermnestra, quien, enamorada de su mari-do Linceo, le ayudaba a huir. Por su desobediencia, Dnao la encarcelaba e intentaba darle muerte; pero era l quien mora a manos de Linceo, que regresaba y devena nuevo rey de Argos.

    En la tercera tragedia, Hijas de Dnao es decir: Danai-des se planteaba el dilema moral de Linceo, quien deba cas-tigar a las cuarenta y nueve hermanas de su esposa Hiperm-

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    nestra, por haber asesinado a sus cuarenta y nueve hermanos. El final feliz era posible mediante la aparicin ex machina de Afrodita, quien absolva a las hijas de Dnao, porque al fin y al cabo slo haban obedecido las rdenes paternas, y las convenca para que se casaran con otros tantos cuarenta y nueve varones argivos; conclua as la refundacin de Argos.

    En cuanto al drama satrico Amimone que significa irre-prochable, sin duda explotaba las posibilidades cmicas del episodio protagonizado por esta hija de Dnao. Bien po-dra ser un sobrenombre de Hipermnestra, pero en el catlogo de las Danaides aparecen ambas. Posidn haba castigado a Argos con una sequa, por haber preferido a Hera. A su vez, Dnao, que gobernaba en dicha ciudad, envi a sus hijas por agua, pero Amimone, cansada por el largo camino, se ech a dormir. Un stiro intent entonces violarla, y fue salvada por Posidn. Segn una versin, este dios hizo brotar tres fuentes de una roca, golpendola con su tridente; segn otra, explic a Amimone dnde se encontraba la fuente de Lerna. De la unin de Posidn con Amimone naci Nauplio, hroe epni-mo de la ciudad portuaria de Argos24.

    No es fcil discernir en qu medida Esquilo se apart en su triloga de la tradicin mtica existente, sobre todo porque l mismo constituye una de las principales fuentes al respecto. La mayor divergencia parece encontrarse, precisamente, en Supli-cantes, que presenta una integracin pacfica de Dnao y sus hijas en el elemento autctono argivo. La muerte de Pelasgo en Egipcios consumara la toma del poder por Dnao, y adems reforzara la identidad argiva frente a los brbaros. En otras versiones, el rey de Argos ceda el trono a Dnao, sin especifi-carse razones para ello. Y en otras, Dnao y el rey presentaban ante el pueblo sus respectivos argumentos para ocupar el poder. Al no llegarse a ninguna conclusin, se interrumpi la disputa hasta el da siguiente, y al amanecer un lobo abati a un toro, a las puertas de la ciudad, y los argivos entendieron que el lobo se asemejaba a Dnao, porque uno y otro vivan en soledad, de

    24 Cfr. Apolodoro, II 1, 4, y Pausanias, II 15, 4.

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  • INTRODUCCIN 31

    manera que le entregaron el trono, y l, en agradecimiento, fun-d el santuario de Apolo Liceo25.

    Particularidades y tradicin

    La principal caracterstica de Suplicantes es el extenso pa-pel del coro y su protagonismo, propio de la tragedia arcaica. Hasta la publicacin, en 1952, del citado Papiro de Oxirrinco, 2256 fr. 3, que recordemos confirmaba la existencia de la triloga y su datacin, fue considerada la obra ms antigua conservada de Esquilo, en lugar de Persas. En realidad, la probable datacin de su representacin en el 464/463 a.C. no es incompatible con la hiptesis de que la obra fuera escrita bastante antes alrededor del 490 a.C., pero no se hubiese representado entonces por razones de oportunidad poltica. En efecto, Esparta siempre haba pretendido dominar Argos, y en 494 a.C. su rey Clemenes I haba dirigido contra esta un ataque en el que haba aniquilado al ejrcito argivo, pero ha-ba fracasado en el intento de tomar la ciudad, defendida, se-gn la leyenda, por la poetisa Telesila, al frente de una men-guada tropa formada casi ntegramente por esclavos, que despus instauraron un rgimen democrtico26. Sin embargo, durante ese periodo, a Atenas le interesaba evitar todo motivo de descontento de Esparta que pudiera poner en peligro su alianza contra los persas. Por tanto, no era aconsejable la re-presentacin de una tragedia cuya accin transcurra en Argos y cuyo tema era susceptible de interpretaciones poco halage-as para los lacedemonios.

    Aparte del rasgo arcaico que constituye ese extenso y pro-tagnico papel del coro, el nucleo argumental de Suplicantes y por ende su tema ha planteado, y continua hacindolo, no

    25 Es decir, Apolo de los lobos. Para estas dos versiones, vanse respec-tivamente Pausanias, II 19, 4 y Apolodoro, II 4. En ambas, al rey de Argos se le llama Gelnor; Pelasgo parece ser una denominacin creada por Esquilo.

    26 Herdoto, VI 76-83; no se refiere al episodio de Telesila, que s recoge Pausanias, II 20, 8-10.

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    pocas dudas. En especial, resulta sorprendente, por no decir in-verosmil, la insumisin de las hijas de Dnao contra el ma-trimonio con los hijos de Egipto. Pudiera entenderse que se trata del rechazo de una boda obligada, pero esta interpretacin pecara de absoluto anacronismo, y ms concretamente si se tiene en cuenta el medio cultural y jurdico en que se movi Esquilo. Lo habitual era que el matrimonio fuera acordado por los padres o tutores legales de los contrayentes, segn criterios econmicos y sin ninguna consideracin por su voluntad, y menos an por la de la mujer.

    Asimismo, se ha argumentado que repugna a las Danaides una boda incestuosa con sus primos. Pues bien, a este argu-mento cabe oponer que el propio derecho sucesorio ateniense obligaba a que una epkleros o heredera es decir, que trans-mita la herencia, por no tener hermanos varones contrajera matrimonio con su pariente ms cercano, con objeto de que la familia no perdiese el patrimonio. Ms an: si estaba casada, siempre y cuando an no tuviera hijos, la ley permita a su pariente ms cercano ejercer la apharesis o derecho a la anu-lacin del matrimonio, en nombre del padre difunto, para poder contraerlo a su vez con la heredera, proceso judicial denomi-nado diadikasa27. Por tanto, muy poco importara el paren-tesco de las Danaides con los hijos de Egipto para que contra-jeran nupcias.

    Los motivos de las Danaides para intentar huir de sus colec-tivas bodas, en ltimo extremo, pueden carecer de importancia incluso si en ms de un pasaje de la tragedia su aversin ha-cia sus primos parece extenderse a todo el gnero masculino y no ser sino un pretexto para el desarrollo del tema trgico de la obediencia debida, motivo que no se pondra de manifiesto en Suplicantes, sino en las otras dos tragedias hoy perdidas. Por lo

    27 E. Cantarella, Lambiguo malanno. Condizione e immagine della don-na nell antichit greca e romana, Roma, Editori Riuniti, 1981 = La calami-dad ambigua. Condicin e imagen de la mujer en la Antigedad griega y romana, Madrid, Ed. Clsicas, 1991, pp. 76 s.; J. Prez Asensio, El motiu del divorci en la comdia grega, Miscellnia en honor a Joan F. Mira, Castell de la Plana, Univ. Jaume I, 2008, pp. 241-255 y 242-243.

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  • INTRODUCCIN 33

    dems, a dicho tema podra aadirse la evolucin de los perso-najes: las hijas de Dnao, dbiles fugitivas y fciles presas del miedo, se tornaran homicidas despiadadas, aunque este anli-sis de la transformacin, como tema trgico, ms parecera pro-pio de Eurpides que de Esquilo.

    Es interesante destacar, por ltimo, el abundante lxico jurdico de la obra28, que ofrece valiosa informacin sobre el reconocimiento de derechos a los extranjeros (xnoi) residen-tes en la Atenas de la poca. Por lo dems, los protagonistas dirigen sus splicas a Zeus, reintegrador de suplicantes, guardin de la justicia y enemigo de toda desmesura. El dra-ma fue representado cuando la proteccin del suplicante esta-ba ya bajo el control pblico ateniense.

    PROMETEO ENCADENADO

    Ubicacin en la obra de Esquilo

    Aunque convencionalmente esta tragedia se mantiene en el corpus esquleo, su atribucin a este autor es incierta, por los motivos que despus se expondrn. Asimismo se duda de la fecha de su representacin; tambin convencionalmente se aceptaba que esta tuvo lugar alrededor del 460 a.C., pero no debe descartarse la hiptesis de que fuera escrita por otro au-tor ms tardo, alrededor del 415 a.C.

    Asimismo, si bien parece claro que formaba parte de una triloga junto con Prometeo liberado y Prometeo portador del fuego, se desconoce el orden que ocupaba en ella. Siguiendo el mito, Prometeo portador del fuego debera ser la primera, Pro-meteo encadenado la segunda y Prometeo liberado la tercera. Este orden natural permitira resolver el antagonismo trgico centrado en las figuras de Prometeo y Zeus con una solucin

    28 R. A. Santiago, Acogida y proteccin de mujeres extranjeras: el tes-timonio de Suplicantes de Esquilo, en J. M. Nieto (coord.), Estudios sobre la mujer en la cultura griega y latina, Len, Universidad de Len, 2005, pp. 143-176.

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  • 34 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    de compromiso semejante a la de Eumnides, lo que lo hace ms verosmilmente esquleo; pero tambin permite una analo-ga con la Oresta la posibilidad de que Prometeo portador del fuego fuera la ltima tragedia de la triloga y estuviese dedicada a la institucin de las fiestas en honor a Prometeo en Atenas.

    Se ignora cul era el drama satrico que completaba la triloga. No obstante, conviene recordar que Esquilo ya haba utilizado el personaje y episodio mtico de Prometeo para el drama satrico que cerraba la triloga a la que perteneca Persas, intitulado Prome-teo encendedor del fuego, en griego Promethes Pyrkaes, que no debe confundirse por su similar ttulo con la tragedia Pro-meteo portador del fuego, en griego Promethes Pyrphros.

    En cuanto al tema trgico, no es arriesgado establecer que se trata de la rebelin contra un poder injusto y, sobre todo, excesivamente severo, representado por Zeus, con algunos as-pectos sorprendentes a los que ms adelante nos referiremos.

    Argumento, personajes y escenariosPrometeo y su mito aparecen documentados por primera

    vez en Hesodo: es un titn, hijo de Jpeto y la ocenide Cl-mene, y hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio. Supera a todos en astucia, que utiliza como valedor del gnero huma-no: en Mecona, donde disputaban divinidades y mortales, en-ga al mismo Zeus presentndole de forma fraudulenta un buey sacrificado. Encolerizado Zeus, priv a los hombres del fuego que ya posean, pero Prometeo se lo restituy, prendido en el interior de una caaheja: esta es su principal gesta. La venganza de Zeus fue terrible: hizo que Hefesto modelara a la primera mujer y la envi entre los hombres, como el ms te-mible mal, y Epimeteo, hermano de Prometeo, la tom pese a las advertencias de este. En cuanto a Prometeo, Zeus orden que fuera encadenado a una pea, donde un guila devoraba cada da su hgado, que volva a crecer durante la noche29.

    29 Hesodo, Teogona 507-616 y Trabajos y das 42-105.

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  • INTRODUCCIN 35

    Es en este punto donde se sita Prometeo encadenado. La tragedia, en conjunto, contiene poca accin dramtica dif-cilmente podra contenerla, pues se inicia con el encadena-miento de Prometeo a un peasco en la frontera esctica, [...] este lugar desierto no hollado por seres humanos, donde per-manece ya aherrojado hasta el final y s abunda, por el con-trario, en personajes y en los dilogos que estos entablan con el protagonista, as como en sus discursos.

    Debe destacarse que esta tragedia constituye una dignifi-cacin de la figura de Prometeo y un enriquecimiento de su mito respecto a la tradicin anterior, al menos la representada por Hesodo, de quien por otra parte es clara deudora. En el poeta beocio, Prometeo es poco ms que un bribn decidido a llevar la contraria a Zeus, un personaje sin duda ms ade-cuado para el drama satrico; aqu se le confiere dignidad tr-gica por diversos procedimientos, y no es la omisin el menos importante: apenas hay una vaga referencia a Pandora (v. 252), y no se menciona en absoluto el falaz sacrificio a Zeus que Hesodo, segn hemos visto, recoge. Pero sobre todo, des-de el primer instante, cuando Prometeo aparece en escena escoltado por Fuerza y Violencia dos interesantes personifi-caciones de conceptos abstractos y por Hefesto encargado de ajustarle las cadenas, se refuerza su proximidad a los Olmpicos, en su dimensin ms primigenia, que se manten-dr a lo largo de toda la obra: ante el titn encadenado desfilan Ocano y las Ocenides, o pretexto un tanto forzado para que Prometeo muestre su poder adivinatorio y augure el fin del poder de Zeus, que le llegar del hijo que tendr con Te-tis30 y, finalmente, Hermes, a quien trata desdeosamente. La tragedia acaba cuando el mensajero de los dioses, sin ha-ber conseguido que Prometeo le revelara los pormenores de esa hipottica cada de Zeus, sale de la escena mientras la tierra empieza a temblar y se escucha el retumbar del trueno.

    En suma, se presenta a Prometeo en tono moralmente po-sitivo: no sufre el castigo de Zeus por haber restituido el fue-

    30 Sobre variantes de ese aspecto del mito, cfr. Apolodoro, III 13, 5.

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  • 36 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    go a los mortales, o al menos no slo por ello, sino por haber-se opuesto al plan de Zeus de aniquilar la estirpe humana. De la misma manera se acumulan sus mritos, siempre en bene-ficio de esta: adems de la restitucin del fuego, Prometeo reivindica para s haber entregado a los mortales los conoci-mientos de astronoma necesarios para prever las estaciones y por tanto las labores que en cada una se realizan, el clcu-lo, la escritura, la agricultura y las aplicaciones a esta de la ganadera, la navegacin, los remedios para las enfermeda-des, el uso de los minerales y, por encima de todo, las diversas tcnicas para efectuar adivinaciones y augurios.

    La transmisin de este saber se corresponde con la falsa etimologa que explicaba el nombre Promethes derivndolo de pr-manthno, es decir, aquel que sabe de antemano31, y oponindolo a su hermano Epimethes, que sera, por tanto, aquel que se entera despus, o lo que es lo mismo, aquel que no prev un peligro, sin duda en alusin a su matrimonio con Pandora32. En realidad, es ms interesante su autntico origen, que sin duda corresponde a la raz snscrita para-math, mover con violencia y de ah robar, y debe relacionarse con pramantha, que designa, junto con el arani, a uno de los palos utilizados antiguamente por los brahmanes para encender el fuego, y cuyo significado mstico es la voluntad humana, incesantemente activa33. Prometeo, pues, significara, precisa-mente, el ladrn del fuego; en el hinduismo, Matarisvan constituye una figura y mito equivalentes34.

    31 Servio, Comentario a Virgilio, glogas VI 42.32 Adems de los citados pasajes de Hesodo, cfr. Apolodoro, I 2, 3 y 7, 2.33 Carol Dougherty, Prometheus, Nueva York, Routledge, 2006, p. 4;

    Benjamin Fortson, Indo-European Language and Culture: An Introduction, Oxford, Blackwell, 2004, p. 27.

    34 Rig-veda III 5, 9-11. Entre los estudios ya clsicos sobre el mito de Prometeo deben destacarse: L. Schan, Le mythe de Promthe, Pars, PUF, 1951; C. Kernyi, Prometheus. Das griechische Mythologem von der mens-chlichen Existenz, Zrich, Rhein-Verlag, 1946; Prometheus: Archetypal Image of Human Existence, Princenton, New Jersey, 1997; J. Duchemin, Promthe. Histoire du mythe, Pars, Belles lettres, 1974; G. Charachidz, Promthe ou le Caucase, Pars, Droz, 1986; R. Trousson, Le thme de Promthe dans la littrature europenne, Ginebra, Droz, 32001.

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  • INTRODUCCIN 37

    Particularidades y tradicin

    La particularidad esencial de Prometeo encadenado radi-ca, precisamente, en las dudas sobre su autora. Esta no fue puesta jams en entredicho por la filologa alejandrina; como otras cuestiones de tal ndole, fue planteada por el criticismo filolgico del s. xix35, y se sustenta, fundamentalmente, en el carcter de Zeus el gran ausente en esta tragedia, o por me-jor decir, en la diferencia entre este Zeus un autcrata desp-tico y el que aparece mencionado en otras tragedias de Es-quilo, como Suplicantes y Agamenn. Tratndose de un autor conservador como l, difcilmente la profunda piedad mani-festada en estas hacia Zeus, identificado como la suprema justicia, se avendra al tono crtico, transgresor en s mismo, con el que aqu se refieren a Zeus tanto Prometeo como otros personajes positivos, identificndolo con un poder, si no radicalmente injusto, s a todas luces desmedido.

    Este argumento ideolgico, en cualquier caso, no puede ser ni rebatido ni refrendado con certeza. Resulta incontesta-ble dentro de los lmites de la presente tragedia, pero no olvi-demos que el contexto argumental no era por fuerza tan redu-cido, sino que poda extenderse a la triloga entera, como por los ttulos parece que aqu ocurra. Independientemente de los problemas suscitados por el orden de las tragedias en la trilo-ga que antes hemos mencionado, es perfectamente posible que a lo largo de las dos obras no conservadas se produjera un acercamiento entre Prometeo y Zeus, una evolucin de este ltimo, de manera semejante a como las Erinias evolucionan a lo largo de la Oresta36.

    Dejando, pues, aparte este criterio, la autora se ha discu-tido modernamente por argumentos formales, mtricos y esti-lsticos, entre los que cabe sealar el color sofstico hablar

    35 Entre otros, por A. E. Haigh, The Tragic Drama of the Greeks, Oxford, Clarendon Press, 1896, pp. 109-114.

    36 Sobre estas y otras posibilidades en cuanto al carcter de Zeus, cfr. D. J. Conacher, Aeschylus Prometheus Bound: a Literary Commentary, Toron-to, University of Toronto Press, 1980.

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  • 38 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    de influencia resulta arriesgado de la obra en conjunto, con su sucesin de discursos y el peso en ella de la retrica, que corresponderan a un periodo posterior a la muerte de Esquilo, aunque se haya teorizado sobre la idea del progreso en Prometeo encadenado, como conquista de la civilizacin, prxima al pensamiento de Anaxgoras y de Protgoras, una creencia optimista en las posibilidades del hombre a nivel cientfico o cultural37. Actualmente, si bien no hay unanimi-dad al respecto, predomina la opinin de que no fue escrita por Esquilo38 y de que la datacin ms probable es la ya men-cionada del ca. 415 a.C. Debe destacarse la hiptesis de West segn la cual el autor no fue otro sino Euforin39, uno de los hijos de Esquilo, junto con Even Bin segn otras fuen-tes, que fueron tambin poetas trgicos, as como su sobrino Filocles. En cualquier caso, como los mismos defensores de una u otra postura admiten, jams podr llegarse a una con-clusin demostrable.

    Una derivada del problema de la atribucin, y por tanto de la cronologa de esta tragedia, es la popularidad de que goz

    37 Cfr. O. Longo, Il significato politico del Prometeo di Eschilo, Atti Ist. Veneto 120 (1961-1962), pp. 249-252. Sobre el papel de Esquilo en la nocin de progreso, G. Thomson, Aeschylus and Athens, Londres, Lawrence & Wish-art, 1946, o E. R. Dodds, The Ancient Concept of Progress and other Essays on Greek Literature and Belief, Oxford, Clarendon Press, 1973 [reimp. 1985]. No obstante, desmentira dicho color sofstico el hecho de que, en realidad, a lo largo de la tragedia slo se expone el punto de vista de Prometeo.

    38 Los primeros trabajos en tal sentido fueron los de E. R. Dodds, The Prometheus Vinctus and the Progress of Scholarship, en la citada obra The Ancient Concept of Progress, pp. 37-39 y Mark Griffith, The Authenticity of the Prometheus Bound, Cambridge, Cambridge University Press, 1977. Ms recientes, por orden cronolgico, son los de M. L. West, Studies in Aeschylus, Stuttgart, B. G. Teubner, 1990; A. Sommerstein, Aeschylean Tra-gedy...; y A. J. Podlecki, Echoes of the Prometheia in Euripides Androme-da?, 2006 Annual Meeting of the American Philological Association, Mon- treal, 2006.

    39 Sin duda la correspondiente entrada de Suda ( 3800) es sugerente al respecto: Euforin: hijo del poeta trgico Esquilo, ateniense, tambin l poeta trgico; este, con obras de su padre Esquilo, con las que [este] jams se haba presentado, alcanz la victoria cuatro veces. Escribi tambin obras propias.

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  • INTRODUCCIN 39

    despus de su representacin y a la muerte de Esquilo, es de-cir, en qu medida y en qu momento se asent en la tradi-cin. Es indudable que este poeta trgico pas inmediatamen-te a la posteridad como mximo exponente de la tragedia ms conservadora en realidad, mejor sera decir ms arcaica y as lo prueba su aparicin como personaje en Ranas de Aris-tfanes, comedia que constituye un interesantsimo caso de crtica literaria como tema central: se le enfrentaba en ella a Eurpides, precisamente porque Aristfanes consideraba que este era el autor del momento que ms se apartaba del con-cepto tradicional de tragedia, y en efecto, en el dilogo entre Jantias, esclavo de Dioniso, y el esclavo de Pluto (vv. 758 y 813) se presentan los trminos del debate entre Esquilo y Eurpides que se desarrollar in extenso hasta el final de la comedia. Pero en otra comedia de Aristfanes, a saber, en Aves, aparece explcitamente Prometeo, como personaje perse-guido por Zeus, y entabla con Pistetero un dilogo que pode-mos considerar una alusin extensa al Prometeo encadenado que nos ocupa (vv. 1494-1541)40. Asimismo, pueden distin-guirse alusiones a esta tragedia en Andrmeda de Eurpides, de la que conservamos fragmentos.

    El dilema, claro est, es que si Prometeo encadenado hu-biera sido escrita realmente por Esquilo, y representada en la fecha convencional del 460 a.C., ello le supondra la vitali-dad y peso en la tradicin suficientes para poder inspirar, ms de cuarenta aos despus, las mencionadas alusiones en Aves de Aristfanes y Andrmeda de Eurpides, representa-das respectivamente en el 414 a.C. y el 412 a.C., y ms cuan-do sabemos que tanto tragedia como comedia, y en especial esta ltima, deban aludir a hechos, obras, personajes... per-fectamente comprensibles para el pblico del momento. Por el contrario, dicha importancia y consolidacin sera mucho menor y posterior si consideramos la autora y fecha alter-nativas del ca. 415 a.C.

    40 Vase Carl Anderson y Keith Dix, Prometheus and the Basileia in Aristophanes Birds, The Classical Journal 102, 4 (2007), pp. 321-328.

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  • 40 PERSAS, SIETE CONTRA TEBAS, SUPLICANTES, PROMETEO...

    Sea como fuere, Prometeo pervivi como smbolo de la re-belda, y as se vio reivindicado por el Romanticismo. Citemos casos tan conocidos como el poema Prometheus de Goethe (1772-1774), en la lnea del Sturm und Drang, al que segui-ran el poema homnimo de Lord Byron (1816) y la obra tea-tral en cuatro actos Prometheus Unbound, de Shelley (1820) sin olvidar que la novela de Mary Shelley, su segunda espo-sa, Frankenstein (1818), tan popularizada por el cine, llevaba el subttulo The Modern Prometheus. Sin duda, el fuerte simbolismo del Titn proviene de la tragedia y no del carcter que encontramos en la Teogona de Esquilo41.

    41 No slo en el Romanticismo, claro est. Vase tambin al respecto J. R. del Canto Nieto, El mito de Prometeo en la poesa y en la filosofa de Miguel de Unamuno, CFC (G) Estudios Griegos e Indoeuropeos 16 (2006), pp. 283-305 (esp. 284).

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  • Ediciones y traducciones

    Ofrecemos una bibliografa general y selectiva, sin afn de ser exhaustivos en la relacin de traducciones, ediciones o aspectos concretos de las obras algunos ya han sido tratados en las lneas precedentes, dada la ingente cantidad de obras que desde la misma Antigedad suscit ya nuestro autor, y de la importancia desigual de algunas traducciones o ediciones de las obras de Esquilo.

    EDICIONES (SELECCIN)

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  • Bibliografa

    He aqu una bibliografa selectiva acerca de Esquilo y de las obras que traducimos. Hemos mencionado otras contribu-ciones en las notas a pie de pgina.

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  • PERSAS

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  • Personajes del drama

    Coro de ancianosAtosa, la reinaUn mensajeroEl espectro o sombra de DaroJerjesla escena: La accin se desarrolla en Susa, ciudad vera-

    niega de los reyes persas. En el fondo de la escena aparece una gradera porticada y la tumba de Daro.

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  • (Los ancianos, que forman el coro, entran lentamente en la orquestra.)

    coro. Estos son los as llamados fieles1, guardianes del opulento palacio, rico en oro2, escogidos de entre los persas, que partieron a tierra griega, a quienes el mismo rey Jerjes, el prncipe, del linaje de Daro, escogi por su dignidad, para celar por esta tierra. Pero, pensando en el regreso del rey y de nuestro ejrcito, rico en hombres, ya el espritu, en mi pecho, se turba en demasa. Pues toda la asitica fuerza se ha ido y llama a gritos3 a su joven caudillo, y no hay mensajero ni jinete alguno que llegue a la capital de los persas.

    Dejaron tras de s los muros de Susa4 y los de Ecbatana5 y la antigua fortaleza de Cisia6, marchando unos a caballo,

    1 El coro lo conforman los llamados fieles ancianos, squito consultivo del rey Jerjes.

    2 Aunque la tradicin manuscrita nos ha transmitido el adjetivo rico en oro, Bothe desech dicha lectura. West, cuyo texto segui-mos para la traduccin de las tragedias esquleas, mantiene el adjetivo al igual que la conjetura de Wecklein (, rico en hombres en vez de rico en oro) del verso 9

    3 Mekler refiere una laguna de aproximadamente un verso tras el llama a gritos, grita echndole de menos (). Page aade: sc. mulier desi-derans y Lcluse traduce por rclame grands cris.

    4 Ciudad residencial y veraniega de los reyes persas, a orillas del ro Euleo.5 Ciudad capital de la Media.6 Distrito de Susa (cfr. Herdoto, v. 49).

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    otros en naves, otros como infantes, paso a paso, formando una hueste guerrera.

    As, Amistres, Artafernes7, Megabates y Astaspes8, capita-nes de los persas, soberanos vasallos del Gran Rey, se lanzan como custodios del ingente ejrcito; junto a ellos, quienes avasallan con el arco, y los jinetes, de aspecto horripilante, y temibles en la lucha, con fama de espritu valeroso.

    Tambin Artmbares, que ama los corceles, Masistres e Imeo, excelso arquero, junto a Farandaces y Sostanes, con-ductor de caballos.

    A otros mand el Nilo9 anchuroso y frtil: Susiscanes, Pe-gastagn, hijo de Egipto y el soberano de Menfis, la ciudad sagrada, Arsames el grande, y el que rige la antiqusima Tebas, Ariomardo, y los hbiles barqueros que reman en los pantanos, en copioso nmero.

    Y una multitud de lnguidos lidios10 les sigue, seores como son de todo el pueblo oriundo del continente: sus reyes-capita-nes, Metrogates y Arcteo el valiente, y Sardes, la rica en oro, impulsan a sus jinetes a montar en miles de carros de guerra, escuadrones de dos y tres timones, espectculo espantoso de ver.

    Tambin los vecinos del sagrado Tmolo11 amenazan con impo-ner a la Hlade un yugo de esclavo: Mardn y Taribis, yunques de la lanza, y los lanceros misios. Y Babilonia, la rica en oro, manda una variopinta y confusa turba, a bordo de naves y confiados audaz-mente en su manejo del arco. Y desde toda Asia, les sigue la masa de pueblos armada de espadas, bajo las temibles rdenes del rey.

    Tal flor de varones ha partido de la tierra persa, y gime con ardiente aoranza la tierra de Asia, que los criara, padres y es-posas, y se inquietan por el tiempo que pasa y que se prolonga.

    7 Nos decantamos por la lectura textual, comnmente aceptada, a saber, Artafernes.

    8 Nombres histricos, quiz deformados adrede por Esquilo, con vistas a privarles de ese grado de historicidad.

    9 Se enumeran, a continuacin, los aliados de los persas. En este elenco, se empieza por Egipto.

    10 Ya en la Antigedad corra la fama de que los lidios eran poco belicosos.11 Monte de Lidia, en el lmite entre las actuales provincias turcas de Iz-

    mir y Manisa, es decir, Esmirna y Magnesia.

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