32
Personalidad científica del P. Crisógono en sus estudios sanjuanistas y espirituales FEDERICO RUIZ (Roma) E. P. Crisógono se presenta como figura destacada en el ámbito de los estudios sanjuanistas durante la primera mitad del siglo xx. Su actividad científica se desarrolla entre dos celebraciones centenarias de San Juan de la Cruz. Abarca desde el II Centenario de la canonización, que coincide con el nuevo título de Doctor de la Iglesia (1926), hasta el IV Cente- nario del nacimiento (1942). Su mejor estudio doctrinal lo prepara con ocasión de la primera fecha, para publicarlo tres años después, en 1929; otro tanto sucede con su última obra, la Vida, escrita para el Centenario del nacimiento, y publicada igualmente tres años más tarde (1945). Merece atención especial por su dedicación, sus numerosas aportaciones, la variedad de temas y recursos, su capacidad de síntesis, el estilo, con que ha hecho a San Juan de la Cruz accesible a un gran número de lectores. Tiene preparación cultural en varios otros campos y también escribe ocasional- mente sobre temas de actualidad social. Sin embargo, Crisó- gono ha centrado su labor científica en dos sectores preferidos: San Juan de la Cruz y la espiritualidad. En ellos despliega sus mejores dotes de pensador y escritor; y es donde ha conseguido mayor renombre y estima. Esos dos campos de interés forman en realidad una sola cantera, dado que en uno y otro adopta REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 50 (1991), 587-618

Personalidad científica del P. Crisógono en sus estudios ...Personalidad científica del P. Crisógono en sus estudios sanjuanistas y espirituales FEDERICO RUIZ (Roma) E. P. Crisógono

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • Personalidad científica del P. Crisógono en sus estudios sanjuanistas y espirituales

    FEDERICO RUIZ

    (Roma)

    E. P. Crisógono se presenta como figura destacada en el ámbito de los estudios sanjuanistas durante la primera mitad del siglo xx. Su actividad científica se desarrolla entre dos celebraciones centenarias de San Juan de la Cruz. Abarca desde el II Centenario de la canonización, que coincide con el nuevo título de Doctor de la Iglesia (1926), hasta el IV Cente-nario del nacimiento (1942). Su mejor estudio doctrinal lo prepara con ocasión de la primera fecha, para publicarlo tres años después, en 1929; otro tanto sucede con su última obra, la Vida, escrita para el Centenario del nacimiento, y publicada igualmente tres años más tarde (1945).

    Merece atención especial por su dedicación, sus numerosas aportaciones, la variedad de temas y recursos, su capacidad de síntesis, el estilo, con que ha hecho a San Juan de la Cruz accesible a un gran número de lectores. Tiene preparación cultural en varios otros campos y también escribe ocasional-mente sobre temas de actualidad social. Sin embargo, Crisó-gono ha centrado su labor científica en dos sectores preferidos: San Juan de la Cruz y la espiritualidad. En ellos despliega sus mejores dotes de pensador y escritor; y es donde ha conseguido mayor renombre y estima. Esos dos campos de interés forman en realidad una sola cantera, dado que en uno y otro adopta

    REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 50 (1991), 587-618

  • 588 FEDERICO RUIZ

    argumentos y posturas similares. Predomina el de San Juan de la Cruz, pero se mantienen íntimamente unidos '.

    A partir de ese doble foco, es posible formarse una idea de la obra científica del P. Crisógono y de su intensa actividad literaria. Se trata de esbozar a grandes rasgos su personalidad científica. Para hacerlo de manera viva y concreta, lo mejor es releer hoy sus obras y observar en ellas no solamente las grandes ideas permanentes, sino también sus inquietudes y polémicas, su estilo de trabajo, la coherencia de sus esquemas mentales, la curiosidad científica e informativa; y también sus límites, el cansancio y la dispersión. Resulta más atrayente y personalizado este modo de presentación, que el organizar la exposición por temas. Citaré frecuentemente sus palabras, de manera que él mismo se ponga en contacto directo con el lector.

    Al presentar su obra intensa y precoz, me veo obligado a hacer directa o indirectamente una valoración de la misma. El balance general, tal como podemos apreciarlo hoya la distan-cia de más de medio siglo, es marcadamente positivo. Alguna vez quedarán al descubierto también sus límites. Hay límites insalvables que le impone la época; a éstos añade él mismo otros personales, debidos a la dureza de ciertas posturas doc-trinales y a la escasa continuidad que muestra en su trabajo de verdadera investigación. Unos y otros humanizan y engrande-cen su figura, dotándola de realismo y concreción.

    I. UNA VlDA y UNA OBRA

    Hoy Crisógono es conocido sobre todo por su Vida de San Juan de la Cruz, publicada en la BAC en 1945, que ha alcan-zado ya la l2. a edición y ha sido traducida a muchas lenguas. La Vida es el último de sus libros, que además salió a la luz un

    I "Hay que señalar en su pensamiento una modalidad que le viene de la intercomunicación de los dos campos de su preferencia y del método usado por los autores contemporáneos: de San Juan de la Cruz desarrolla los aspec-tos que más afectan a las discusiones del momento en teología espiritual, y de ésta destaca más aquello que tiene resonancia en el Santo". M. DIEGO SAN-CHEZ, Crisógono de Jesús Sacramentado, OCD (1904-1945). Bibliografía de su actividad científica, en: "Ephemerides Carmeliticae", 31 (1980), p. 610.

    I I

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 589

    año después de la muerte del autor. Este "glorioso" final bio-gráfico ha revestido de un aura de celebridad discreta toda la anterior producción doctrinal de Crisógono, que por lo gene-ral no alcanza la madurez cultural y estilística de la última obra.

    En vida, fue ya muy conocido y respetado como escritor y especialista en el campo de los estudios sobre San Juan de la Cruz. Esa fama era debida a libros que no alcanzan la noto-riedad de la Vida, pero que reflejan mejor que ésta la talla intelectual de Crisógono y su capacidad científica. De esos estudios doctrinales me ocuparé a continuación, dejando de lado sus capacidades de biógrafo. Anticipo el título de los cinco libros que serán el objeto y la fuente de estas reflexiones:

    - San Juan de la Cruz. Su obra científica y su obra li-teraria. I-I1 vals. Madrid-Avila, 1929, 500 páginas y 476 pá-gmas.

    - La Escuela mística carmelitana. Madrid-A vila, 1930, 460 páginas.

    - San Juan de la Cruz. El hombre -el doctor- el poeta. Barcelona, 1935,234 páginas.

    - Compendio de Ascética y Mística. Madrid-Avila, 390 páginas.

    Autor polifacético

    El primer rasgo que llama la atención en la actividad san-juanista de Crisógono es su amplitud de horizontes. Tiene conciencia viva de la complejidad y de la unidad que caracte-riza la persona y los escritos de San Juan de la Cruz. Esta convicción no queda en idea, sino que le lleva a cultivar con ahínco los varios campos que juzga necesarios para la com-prensión adecuada de esa unidad compleja. Sus publicaciones reflejan ese afán de alcanzar la totalidad. Los aspectos o sec-tores más cultivados son:

    Doctrinal: teológico, místico, filosófico. Literario: poesía y prosa. Histórico: fuentes e influencias. Biográfico.

  • 590 FEDERICO RUIZ

    Tiene plena conciencia de ello. Afirma y demuestra la po-livalencia de los escritos sanjuanistas: "San Juan de la Cruz lo tiene todo. El es filósofo y poeta, teólogo y literato, místico experimentado y doctrinal"2. Pasa de las afirmaciones a los hechos, investigando con detenimiento cada una de esas ver-tientes. Es el primer representante de esa "lectura integrada" de San Juan de la Cruz que hoy intentamos a nuevos niveles de especialización.

    En su tiempo y aún después, pocos investigadores pueden comparársele en amplitud de horizontes. El aspecto literario se dejaba en manos de los "literatos"; mientras el pensamiento estaba reservado a teólogos y filósofos; la biografía, para his-toriadores ... Investigadores del pensamiento que cuiden al mis-mo tiempo el lenguaje, la historia, la biografía, no son fáciles de encontrar. El único sector que no ha cultivado profesional-mente es el de la crítica textual. Tenía a disposición la edición crítica del P. Gerardo, que ofrece suficientes garantías.

    Precocidad tanto más de admirar, si se tiene en cuenta la variedad de aspectos de que se ocupa el autor. El es induda-blemente el primero que ha afirmado y demostrado con detalle la polivalencia de los escritos sanjuanistas.

    Precocidad

    Esos cinco libros voluminosos son lo mejor de su produc-ción intelectual. Observando las fechas de publicación, nota-mos una extraordinaria precocidad. Todos ellos pertenecen a un período de tiempo muy reducido y a una edad muy juvenil. Se publican entre los años 1929-1935, período que se reduce ulteriormente, teniendo en cuenta que la última obra, El hom-bre, el doctor, el poeta, resume sin mucha novedad las dos primeras; con lo cual limitamos a cinco años el período de creación doctrinal. Aún hay que reducir ulteriormente los lí-mites, si atendemos a la creatividad en el campo sanjuanista, que se lleva a cabo en los tres primeros volúmenes, publicados en 1929-1930. Es decir, en dos años, a sus 25-26 de edad,

    2 Su obra científica, p. 71. Lo recalca con mayor fuerza y detalle en el prólogo a su libro posterior San Juan de la Cruz. El hombre, el doctor y el poeta, pp. 5-6.

  • PERSONALIDAD DEL p, CRISOGONO 591

    publica tres volúmenes de 500 páginas cada uno, que estable-cen ya los moldes y la talla del pensamiento de Crisógono J.

    ¿Cómo es posible llevar a cabo una empresa de esa enver-gadura en tan poco tiempo y a esa edad? El fenómeno llama la atención. Además de voluminosos, los tres libros funda-mentales comportan mucha información histórica, análisis de textos, reflexión. El autor posee abundante información his-tórica sobre autores espirituales de varias corrientes y escuelas, conocimiento directo de las grandes obras de la escuela car-melitana. Está familiarizado con la teología y la filosofía esco-lástica, y utiliza con soltura su terminología y esquemas. Tra-baja sobre el texto sanjuanista con datos concretos y en dela-!le. En sus razonamientos más de una vez Crisógono señala en cifras las veces que San Juan de la Cruz utiliza alguna palabra como: noche, aspiración del Espíritu Santo, etc. 4.

    Si edita los tres libros más exigentes y científicos a sus veinticinco años, quiere decir que los ha ido preparando y escribiendo en el período de sus primeros estudios teológicos. En los ambientes carmelitanos, era notorio que Crisógono estaba preparando estudios de relieve. De hecho, antes de publicarlos, Crisógono es ya conocido como "sanjuanista" y requerido para trabajos de responsabilidad en el sector. En las celebraciones del Doctorado (1926) es nombrado "secretario" y participa activamente en toda clase de actividades. Otro tanto sucede en el Congreso Sanjuanista de Madrid (1928).

    Todo contribuye a poner de manifiesto la precocidad. La mayor y mejor parte de su creación sanjuanista Crisógono la ha llevado a cabo en años juveniles y atareados del período estudiantil, que concluye en 1927, un año y medio antes de sus grandes publicaciones. Parece increíble que el autor haya po-

    ] Para hacerse una idea de las publicaciones del P. Crisógono en toda su variedad de campos, temas, a niveles científicos y populares, se puede consul-tar la bibliografía orgánica y razonada de M. DIEGO SANCHEZ, Crisógono de Jesús Sacramentado, OCD (1904-1945). Bibliografía de su actividad científica, en: "Ephemerides Carmeliticae", 31 (1980), pp. 605-641.

    4 Hoy tenemos que corregir muchos de sus cómputos. Esta mejora no implica superioridad de parte nuestra, que puede hacerse sin ningún esfuerzo con sólo mirar a las recientes Concordancias de los escritos de San Juan de la Cruz, Teresianum, Roma, 1990. En la situación de Crisógono, suponía un esfuerzo enorme de fichaje y atención.

  • 592 FEDERICO RUlZ

    dido realizar semejante esfuerzo a esa edad y en tales condi-ciones. A los resultados que hoy admiramos sólo ha podido llegar contando con el talento, el gusto y el esfuerzo denodado. Favorecido por una serie de estímulos ambientales; en primer lugar, por la necesidad de crear algo digno para el Centenario y el Doctorado; y también por el afán de defender a la escuela carmelitana frente a los ataques y reproches de que era objeto.

    Para comprender hasta dónde ha llegado hay que tener en cuenta el punto de partida. Como base textual, dispone de una edición suficientemente sólida y crítica, como es la del P. Gerardo (1912-1914); aunque no ofrece mucho apoyo de variantes y de documentación. Para la preparación de sus trabajos fundamentales, no tiene a disposición unas "'Concor-dancias". Debe trabajar directa y exclusivamente sobre el texto y con los textos.

    Es consciente él mismo del carácter prematuro de su obra. Lo confiesa explícitamente al principio y al final de su primera gran obra dedicada a San Juan de la Cruz. Pide disculpas al público y luces al santo doctor 5.

    Por otra parte, la obra científica de Crisógono nos da la impresión, no solamente de precoz, sino de anticipada, preci-pitada, prematura. N o ha tenido tiempo, o no ha sabido uti-lizarlo. Tras un arranque deslumbrante, Crisógono pierde rá-pidamente ese nivel de genial "promesa". Después de una primera fase creativa, se dispersa en una gran variedad de temas y actividades, conferencias, publicaciones, articuli11os, etcétera. N o vuelve a recuperar el gusto y el tiempo para el ejercicio intelectual prolongado. Urgencias inmediatas de ca-rácter pastoral o de docencia han ocupado su atención.

    Activo y polémico

    Los dos campos preferidos de nuestro autor estaban siendo objeto de investigación intensa y acalorada en esos mismos

    5 "Sólo me resta reclamar para mí los privilegios de menor de edad, porque nadie los necesita tanto como yo y esta obra escrita en plena juventud, ,en medio de mis ocios escolares" (Su obra científica, pról. p. 9). "Y tú, extático Padre, recibe estos primeros balbuceos, de mi lengua, que a ti te he dedicado

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 593

    años. Es un período de intensa producción y de constante polémica, como se puede ver por otros estudios de esta misma publicación. Me permito aludir a dos rasgos generales, que enmarcan y afectan vivamente al pensamiento y al estilo de Crisógono. Son la creatividad y la polémica.

    Comoquiera que interpretemos la producción espiritual de las primeras décadas del siglo xx, de nuevos horizontes o de simple restauración, lo cierto es que se trabaja intensamente en algunos temas fundamentales de espiritualidad. La temática preferida gira en torno al llamado "problema místico" con sus varias ramificaciones: naturaleza de la perfección cristiana, llamada universal a la mística, contemplación adquirida ...

    El ambiente influye sensiblemente en la temática y en los planteamientos de Crisógono, tanto en espiritualidad como en los estudios sanjuanistas. Deja hablar o hace hablar a San Juan de la Cruz en conformidad con los temas y problemas que inquietan en ese ambiente.

    Crisógono entró, tenía que entrar, en el torbellino. Por la sencilla razón de que los temas conflictivos eran objeto de su especial interés y cultivo. Y también porque la mayoría de los autores había vinculado la doctrina y la autoridad de San Juan de la Cruz a los problemas más debatidos en espiritua-lidad y en mística. Los antagonistas de uno y otro lado trata-ban de asegurarse, cada uno a su manera, el apoyo del doctor místico, improvisando alguna interpretación favorable.

    También nuestro autor opera esa misma transferencia de campos. Basta confrontar Su obra científica con el Compen-dio de ascética y mística. Exactamente las mismas opiniones en una y otra obra: frecuentemente en la segunda remite a posturas o demostraciones que se encuentran en la primera. Es normal que esto suceda, dada la autoridad unánimemente reconocida de San Juan de la Cruz, que es tenido por la má-xima autoridad en la materia, y con mayor razón aún cuando acaba de ser declarado por esos mismos años (1926) "Doctor de la Iglesia" 6.

    y envíame un rayo de esa tu lumbre, que es luz y es amor; descienda un poco de ella sobre este hijo, que vive en una noche, que no es la que tú cantaste" (Su obra literaria, epílogo, p. 371).

    6 En el fondo, esta postura obedece a una convicción motivada y formu-

    6

  • 594 FEDERICO RUIZ

    Los problemas le alcanzaron de lleno por los dos costados: el de la mística y el de San Juan de la Cruz. Como él mismo confiesa, no quiso entrar directamente en la polémica, enfren-tándose con autores u obras. Pero tomó decididamente posi-ción por una de las tendencias en todos los problemas más candentes de la discusión. Los tres puntos salientes del celebé-rrimo "problema místico" encontraban materia abundante para su planteamiento y solución en los escritos de San Juan de la Cruz, y en otros muchos autores de la escuela carmeli-tana.

    II. OBRA CIENTÍFICA

    Para formarse una idea sumaria de la obra científica de Crisógono, lo mejor es hacer un breve recorrido por los cinco libros que he señalado como representativos de su mejor pro-ducción doctrinal. Ahí nos es dado contemplar al autor en sus razonamientos y opiniones, en sus preferencias y repugnan-cias. A propósito de cada uno de ellos, iré anotando las ideas preferidas, las novedades, los límites, la polémica.

    Su obra científica

    Lleva precisamente ese título el estudio más valioso y cien-tífico de Crisógono sobre San Juan de la Cruz. De manera que coinciden bajo un mismo título la obra científica de Cri-sógono y la del santo. Es también el primer trabajo de inves-tigación que le dedica. Vamos a examinarlo brevemente en su esquema y estructura. Este mismo esquema lo repite sustan-cialmente en otros libros.

    lada por el autor con mucha solemnidad: San Juan de la Cruz es el único Doctor de la Iglesia a quien "nadie ha negado un punto de su doctrina. Se le habrán dado diversas y hasta contradictorias interpretaciones, para apoyar con su autoridad sistemas distintos y opiniones contrarias; pero negar o contradecir algo que en sus obras aparezca evidente o que el que lo contradice lo tenga por tal, no conocemos ni un caso". El hombre, el doctor, el poeta, pp. 188-189.

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 595

    Tiene 22 capítulos, además d,e una larga introducción sobre fuentes y bibliografía. Los dos últimos, de carácter histórico, los dedica a comprobar la influencia de San Juan de la Cruz dentro y fuera del Carmelo en los siglos posteriores. Quedan 20 capítulos, que el autor no agrupa en partes o secciones. Los podemos organizar en cuatro grandes bloques:

    A) Principios y premisas: Caps. 1-3. Planteamientos del problema místico, principios filosóficos

    y teológicos. B) Relaciones con el mundo, las ideas: Caps. 4-7. Son los grandes temas doctrinales en la Subida, que co-

    rresponden sustancialmente al desarrollo "activo" de la vida espiritual: Relaciones con el mundo sensible, con las ideas, con el mundo sobrenatural; meditación y contemplación ad-quirida.

    C) La mística: nociones y primeras experiencias: Caps. 8-14.

    Empieza por la noche pasiva del sentido (c. 8) y se cierra con la noche pasiva del espíritu (c. 14). Incluye varios capítu-los doctrinales sobre la naturaleza de la mística y sus relaciones con la ascética, la contemplación infusa, la pasividad, el éx-tasis ...

    D) La unión en plenitud: Caps. 15-20. Las virtudes teologales como medios próximos de unión

    (caps. 15-16); aspectos místicos, teológicos y filosóficos de la unión de amor.

    Es una división bien estructurada, que sigue el ritmo de la experiencia espiritual, el orden de los escritos sanjuanistas y la lógica de las ideas. En el esquema y en el tratamiento de los temas, se revela de una vez lo que será en adelante la temá-tica y el estilo de Crisógono. Hay estructuras que se manten-drán casi idénticas en todos sus estudios posteriores. Por ejem-plo, el estilo de empezar por las fuentes y concluir con las in-fluencias.

    Otro rasgo muy destacado y que seguirá reforzándose en libros sucesivos es la acentuación insistente del carácter cien-tífico de la obra sanjuanista. Vuelve una y otra vez sobre el tema. Insistencia que resalta aún más, por el estilo que tiene el

  • 596 FEDERICO RUIZ

    autor de afirmarla en comparación y contraste con otros auto-res teólogos o místicos que no han llegado a tratar el tema con esa misma plenitud. Los místicos alemanes, por demasiado doctrinales, Santa Teresa por demasiado descriptiva: nadie ha sabido conjugar en una sola persona todos los requisitos: ex-periencia directa, esquemas técnicos, elaboración filosófica y teológica.

    "Con tales condiciones e! catolicismo no tiene más que un místico: San Juan de la Cruz. El carácter íntimo de su obra no es puramente expansivo, llana manifestación de propias y ajenas experiencias; es además científico en la más estrecha acepción del vocablo. Escrita su obra a base de una cumplida formación filosófica y teológica, el autor supo dar a su doctrina la firmeza de un sistema, que descan-sa en eternos principios de verdad" 7.

    La exaltación del doctor místico frecuentemente se lleva a cabo a expensas de Santa Teresa, que casi siempre figura a contraluz y en condiciones de inferioridad. Según el autor, entre estas dos figuras máximas de la mística cristiana, que son a la vez los fundadores de la escuela carmelitana, median relaciones de varia tonalidad, que se pueden definir en tres términos: convergencia fundamental, complementariedad, y cierta jerarquía de superioridad por parte del Santo.

    "Santa Teresa nos refiere e! hecho; afirma la existencia del fenómeno y no pasa de ahí... Lo que no hay es ese conocimiento de los principios universales, que sirven para explicar los efectos por sus causas, y que dan a la doctrina y a la descripción esa unidad, que tiene en la naturaleza.

    Esto estaba reservado a San Juan de la Cruz. La mística, que es eminentemente descriptiva en Santa Teresa, adquiere en él toda la luz y la firmeza de una demostración racional. No es que el Doctor extático prescinda de ese método llano de exposición; es que con él va ese otro método científico en el rigor del vocablo y cuya ventaja está en que con la des-cripción del hecho nos da la razón de! mismo ... En resumen: el autor de la Subida nos presenta e! misticismo con esa

    7 Su obra científica, p. 63. Desarrolla ulteriormente la idea (ibidem pp. 70-72), Y con mayor fuerza aún en obras posteriores, como veremos a conti-nuación.

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 597

    trabazón y esa firmeza, que tiene una ciencia medio racio-nal, medio empírica. San Juan de la Cruz fue verdadera-mente el que con su filosofía dio forma científica a nuestra escuela.

    Si el Carmelo no hubiese tenido más que a Santa Teresa, la escuela mística carmelitana resultaría deficientísima por la ausencia de ese elemento científico, que se busca en toda escuela ... Así se complentan los dos sublimes Reformado-res. Santa Teresa narra el hecho y San Juan de la Cruz pone a su lado la causa y la razón del mismo. La autora de las Moradas describe; el autor de la Subida demuestra. Por eso son ambos los dos Maestros de nuestra escuela, que jamás podrá prescindir de ellos, y, menos que de Santa Teresa, podrá prescindir de San Juan de la Cruz. Sin Santa Teresa quizá pudiese subsistir la escuela; sin San Juan de la Cruz, no. Porque hay en la escuela un elemento -el cien-tífico- que no está en Santa Teresa; pero no hay ninguno que no esté en San Juan de la Cruz" 8.

    Su obra científica tiene capítulos de gran valor y precisión en el análisis textual. Especialmente los que dedica al estudio de nociones y términos místicos: contemplación, pasivo, infu-so, etc. Conoce y aprovecha la escolástica, en este caso con buen criterio, para explicar las afirmaciones del doctor mís-tico.

    El tema de las virtudes teologales es uno de los barruntos de Crisógono. Más de una vez, en este libro y en los sucesivos, vislumbra la importancia primordial de la terna en la expe-riencia y el sistema sanjuanista 9. Pero no acertó con el plan-teamiento y la explicación. Buen ejemplo lo tenemos en este mismo libro. Por considerarlas "medios próximos de unión", las ha desplazado y relegado a la última etapa del camino

    8 La escuela mística carmelitana, pp. 78-82. De manera parecida simplifica las relaciones de influencia mutua que median entre los dos santos: "Deshecha así la proclamada influencia de Santa Teresa en las obras de San Juan de la Cruz, procuremos defender la inversa: la influencia de San Juan de la Cruz en las obras de Santa Teresa. Los fundamentos históricos son bien recios ... ". Su obra científica, p. 437; con todo el discurso que precede y sigue.

    9 "De San Juan de la Cruz tenemos más rasgos fisonómicos: El reducir toda la vida de perfección al ejercicio de las virtudes teologales, como a nervio y sustancia del misticismo", en: La escuela, p. 83. Y más nítidamente en la síntesis El hombre, el doctor, el poeta, p. 186.

  • 598 FEDERICO RUIZ

    espiritual y al último sector de la obra (caps. 15-16), en que habla de la unión transformante. Como consecuencia, ha de-jado fuera del esquema teologal los grandes temas de Subida y Noche, y todo el planteamiento de la experiencia mística. Un desenfoque con graves consecuencias para la explicación doctrinal.

    No ha podido menos de tomar posiciones en los varios temas entonces discutidos acaloradamente: a favor de la con-templación adquirida, contra la llamada universal a la mística, etcétera. N o eran convincentes los argumentos de los contra-rios. Pero tampoco Crisógono acertó con la solución. Aquí tuvo problemas a lo largo de toda su vida y obra. Las circuns-tancias le obligaron a pronunciarse y a caer en ciertas incohe-rencias, por la postura incómoda en que se había colocado en el debate. Por un lado, no quiere reconocer a la mística la coherencia y continuidad interna de verdadero "estado", que la haría autosuficiente. Por otra parte, le conviene que el desarrollo místico goce de cierta autonomía, con la preocupa-ción de salvar amplios espacios a la santificación por "vía ascética". He aquí dos textos contrastantes:

    "El Santo Doctor la concibe [la mística] como un con-junto de fenómenos sin razón ninguna intrínseca ni siquiera extrínseca que les dé unidad de vida o de estado verdadero" (Su obra científica, p. 216). Ahí mismo explica ulterior-mente la idea de si es o no es verdadero estado.

    "Aunque la mística está constituida por fenómenos, no basta cualquier fenómeno místico para afirmar que el alma, que le recibe, camina por esta vía. Es necesario que esos fenómenos, además de ser numerosos, tengan relación entre sí, obedezcan a una idea común a todos ellos y sigan el movimiento progresivo propio de todo desarrollo. Fenó-menos místicos aislados, por muy elevados que sean, no constituyen la vía mística" (La escuela mística, p. 157).

    Confrontando entre sí estos dos textos, resultan contradic-torios. Las afirmaciones del primero no tienen fundamento en la doctrina de San Juan de la Cruz. Mil veces repetirá el mismo Crisógono que San Juan de la Cruz es teólogo y filó-sofo de la mística porque ha encontrado la vinculación intrín-

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 599

    seca y extrínseca que existe entre las varias experiencias de la vida mística. Pero tenía que salvar su opinión en otros proble-mas. De ahí que se vea obligado de vez en cuando a semejante balanceo.

    Su obra literaria

    Para el tiempo en que Crisógono escribe, supone una no-vedad meritoria y sorprendente dedicar un volumen de esas proporciones y profundidad al estudio del lenguaje. Resulta difícil comprender la iniciativa y más aún los resultados. Exis-tían muy pocos estudios, fragmentarios y dispersos, sobre el tema, y lo hace notar en la introducción. El autor es consciente de la novedad:

    "Si lo escrito sobre su obra científica nos pareció poco, con haberse escrito mucho más que de esta otra, bien pu-diera decirse que esta parte de los escritos de San Juan de la Cruz es campo virgen todavía. La fama literaria del autor del Cántico espiritual estriba solamente en artículos de re-vistas y en alguna que otra página de libros de carácter general. Estudio directo y reflexivo de las bellezas de sus libros no existe en castellano ni en lengua alguna: por eso al trazar nosotros este ensayo quisiéramos llenar ese vaCÍo inmenso en nuestra crítica literaria" (Obra literaria, p. 16).

    Se trata de un estudio amplio, bien estructurado y muy documentado. La fuerza de esta obra no está solamente en su novedad y en la abundancia de datos que ofrece sobre el lenguaje sanjuanista en poesía y en prosa, en la cantidad de recursos de que se sirve para el análisis. Lo más interesante e innovador es la idea que tiene de "obra literaria" y el modo en que la elabora. Le da un sentido mucho más profundo y adherente al texto sanjuanista de lo que ordinariamente se hace. Incluye el estudio de la belleza como experiencia original y originante, su concepto filosófico y teológico, su prolonga-ción en las ideas estéticas, etc. Los estudios posteriores han enriquecido incomparablemente los aspectos lingüísticos y es-trictamente literarios, la fuerza del símbolo, pero ninguno le alcanza a Crisógono en la comprensión integral del lenguaje.

  • 600 FEDERICO RUIZ

    El libro consta de 18 capítulos, que podemos organizar en torno a algunos temas centrales:

    A) Mística y belleza: Caps. 1-2. En general y luego más concretamente en el sistema de

    Juan de la Cruz. B) San Juan de la Cruz y la belleza: Caps. 3-5. La belleza natural y la belleza artística. C) Carácter literario de sus obras: Cap. 6. Síntesis y armonía de estilos tradicionales y modernos. D) La prosa: Caps. 7-9. El lenguaje, la idea y el sentimiento, el estilo. E) La poesía: CapE>. 10··13. F) Comparaciones, metáforas y alegorías: Caps. 14-16. Tomadas de la sociedad, de la naturaleza, de la Biblia.

    Como de costumbre, antepone una larga introducción so-bre fuentes y concluye con una reflexión sobre las "ideas esté-ticas" del Santo y la influencia escasa que ha tenido en la creación poética posterior.

    Estudio meritorio por el enfoque amplio y profundo que da de los aspectos "literarios", tomándolo no reducido al sig-nificado lingüístico, sino con todas sus resonancias en otros niveles y perspectivas. Conoce las fuentes religiosas y profanas. N o tiene ningún reparo en reconocer el influjo de las églogas "profanas" de Garcilaso. Conoce igualmente las adaptaciones y el influjo de Sebastián de Córdoba, etc. Ha analizado con detención el vocabulario original del Santo, la novedad de sus expresiones, la configuración peculiar del lenguaje por la fuer-za de la experiencia. Obra meritoria por sus contenidos y por su considerable anticipación. Nadie podía pedirle en esos mo-mentos análisis de precisión sobre la naturaleza del símbolo, la distinción de plano sensible y religioso en sus poemas.

    La Escuela mística carmelitana

    Crisógono se presenta como defensor de la escuela carme-litana de espiritualidad, con sus grandes maestros y varios siglos de tradición. Rica de experiencias y doctrinas eminentes,

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 601

    no había recibido una formulación sintética de carácter histó-rico y doctrinal. Tiene razón el autor al afirmar que "muchos habían deseado, hace tiempo, un estudio sobre la escuela mís-tica carmelitana, pero ciertamente no era posible escribirlo antes" (p. 14).

    Teniendo siempre en cuenta la edad del autor (la publica en 1930, a sus veintiséis años), y los pocos datos organizados a disposición, se comprende el esfuerzo que comportaba el ponerse directamente en contacto con tantos autores y obras, trazar influencias, valorar sentencias y explicaciones. Es una labor que lleva a cabo al mismo tiempo que escribe los dos grandes volúmenes de tema sanjuanista: obra científica y lite-raria. Aun hoy, sesenta años después, no hay un estudio de conjunto que supla a La escuela mística, de Crisógono.

    La temática de La escuela le obliga a entrar de lleno en los terrenos más controvertidos del momento: la interpretación de los fundadores de la escuela, las innovaciones y la fidelidad de los primeros discípulos en puntos clave, la continuidad de los modernos representantes. Todo había sido atacado o pues-to en tela de juicio. Es normal que nuestro autor se sienta obligado a defenderlos. Y es también normal que, en la pre-sentación de autores y doctrinas anteriores, seleccione los pun-tos que mejor sirven para corroborar la postura de los carme-litas del siglo xx en su polémica con otros autores.

    Se da cuenta de que el terreno es escabroso. No obstante, se arriesga. Esa historia hay que escribirla. Y piensa que puede ser él la persona en mejores condiciones para hacerlo con objetividad, por haberse mantenido neutral en las polémicas recientes.

    "Habiendo de historiar necesariamente las últimas con-troversias místicas, sin las cuales no tiene explicación el último período de nuestra escuela, este libro debía escribirlo quien, como nosotros, hubiese permanecido ajeno a ellas. Hemos asistido a la disputa y observado con atención a los combatientes, pero jamás hemos hablado una palabra. Veíamos el apasionamiento de unos y otros; lamentába-mos el gasto, inútil con frecuencia, que se hacía de energías y de tiempo, por no precisar bien el sentido de las cuestio-nes; cómo se repetían hasta el fastidio por una y otra parte

  • 602 FEDERICO RUIZ

    los mismos argumentos; cómo se interpretaban a veces ar-bitrariamente los textos de los antiguos ... Pero veíamos también que muchas doctrinas se aclaraban" (La escuela, pp. 14-15).

    Amigo de estructuras y visiones de conjunto, Crisógono presenta ya en la introducción una clasificación en cinco pe-ríodos, que le sirve para organizar la temática y los autores (pp. 13-14). Los distingue por algún rasgo o función que los caracterice y que sirva al mismo tiempo como juicio de valor: preparación, fundación y formación, florecimiento, clasifica-ción, apologética o de defensa. Ese esquema forma la espina dorsal del libro, dividido en 17 capítulos. La distribución en bloques se la añadimos nosotros.

    A) Período de preparación, ss. XII-XVI: Caps. 1-3. Características y antecedentes históricos de la escuela. B) Fundación y formación, ss. XVI: Caps. 4-6. Santa Teresa, San Juan de la Cruz y los primeros discí-

    pulos. C) Florecimiento y pleno desarrollo, s. XVII: Caps. 7-8. Es la época de los grandes tratados. D) Codificación de la doctrina, s. XVIII: Cap. 9. Prosigue la labor ya iniciada con la aplicación del método

    escolástico. E) Apologética o defensa, s. XX: Caps. 10-15.

    Concluye con la síntesis doctrinal de la escuela, realizada por duplicado y en diferentes planos. Primeramente en forma sistemática, distribuyendo el tema en dos capítulos según la opinión irrenunciable de Crisógono: la vía ascética y la vía mística (caps. 16-17). Repite la síntesis nuevamente, esta vez recogiendo las conclusiones de dos recientes congresos cele-brados en Madrid: el de Santa Teresa en 1923, y el de San Juan de la Cruz en 1928. El autor les reconoce una autoridad claramente excesiva. Realizar una "construcción doctrinal del gran sistema místico carmelitano ... , que hubiera sido en otro tiempo punto menos que imposible, no lo es tanto a la vista de las precisas conclusiones de los congresos teresiano y sanjua-nista, que acabamos de historiar; conclusiones, que son los

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 603

    cánones de nuestra escuela. Fundado en ellos y en el estudio directo de todos nuestros autores, desde los primeros días de la Reforma hasta la hora en que escribo, intentaré una expo-sición sintética ... " (pp. 341-342).

    Nuevamente comprobamos el esfuerzo y el mérito de Cri-sógono, que se lanza. al "estudio directo" de todos los autores de la escuela, con cuatro siglos de historia apretada; y de las fuentes, resonancias e influencias que han tenido dentro y fuera del Carmelo. Algunos de los autores han dejado Cursos de muchos volúmenes, Sumas o Catenas. Logra conjuntar ideas y rasgos, que elevan su exposición histórica a presenta-ción también sistemática de esa espiritualidad. Pone al alcance del lector una serie de autores, obras, hechos, ignorados o conocidos solamente en informaciones desconectadas. Con-viene recordar que La escuela es uno de los libros que perte-necen a la primera hornada, la de sus 25-26 años.

    Entre sus ideas predilectas, figura ese tipo peculiar de re-laciones "unilaterales" que Crisógono establece entre Santa Teresa y San Juan de la Cruz. La superioridad de San Juan de la Cruz le parece indiscutible:

    "San Juan de la Cruz fue verdaderamente el que con su filosofía dio forma científica a nuestra escuela. Si el Carme-lo no hubiese tenido más que a Santa Teresa, la escuela mística carmelitana resultaría deficientísima por la ausencia de ese elemento científico, que se busca en toda escuela ... Son ambos los dos Maestros de nuestra escuela, que jamás podrá prescindir de ellos, y, menos que de Santa Teresa, podrá prescindir de San Juan de la Cruz. Sin Santa Teresa quizá pudiese subsistir la escuela; sin San Juan de la Cruz, no" (La escuela, pp. 81-82).

    No obstante la neutralidad que promete en el prólogo, todo el libro se halla envuelto en la polémica ambiental. La selección de temas, el tratamiento de los autores y de sus doctrinas, desde los primeros siglos, llevan la intención apo-logética de atacar o defenderse contra alguien. Esto se hace más sensible en los capítulos que relatan el último período (caps. 10-15), donde se ocupa directamente de obras, autores y problemas contemporáneos.

  • 604 FEDERICO RUIZ

    Al resumir los debates de aquellos años apasionados, Cri-sógono escoge con frecuencia los párrafos más acalorados de cada autor. N o entra, dice él, en el detalle de los contrastes, pero sí hace resaltar los aspectos más polémicos de la polémi-ca: insultos, desprecios, juegos de prestigio, descortesías, des-ahogos pasionales. Puede verse como ejemplo el capítulo "En lo recio de la disputa" (pp. 295 Y ss.). Precisamente lo que menos contribuía a esclarecer los temas en cuestión. Como es normal, aparte de posibles razones objetivas, presenta las co-sas en favor propio. Son sus hermanos de Orden y hábito. Lo mismo que estaban haciendo sus contrarios. Cruzadas, falan-ges, bandos, desertores, etc. era el lenguaje familiar en aquellas circunstancias l0.

    A pesar de tantos elogios como dedica a los representantes de la escuela mística carmelitana en el siglo xx, el papel que les asigna es muy pobre: defender, conservar, repetir la excel-sa tradición carmelitana. Ya no hay nada que crear o repen-sar. Está todo dicho por los dos grandes Maestros, y explica-do en los monumentales Cursos de teología mística de los si-glos XVII-XVIII. Repite una y otra vez esta misma idea: actual-mente a los discípulos les queda la tarea de vivir, repetir, defender. Ese modo de razonar responde a acusaciones con-cretas que en el ambiente se dirigían contra la escuela carme-litana. Mejor que nadie, con los hechos de su propia vida y actividad, Crisógono demostraba la fecundidad permanente de la escuela, desmentía la supuesta esterilidad moderna de que algunos la acusaban. Pero en la formulación no estuvo acertado. Es un error clasificar y calificar el último período de la escuela como "apologético y de defensa". Y lo agrava ulte-riormente con algunas páginas realmente poco acertadas. Cito una de ellas, tal vez la menos afortunada, por su extremado estaticismo:

    10 Da un poco la idea de esos tonos este párrafo sintético: "En resumen: fue un resurgir glorioso de la ciencia carmelitana al sentir el ataque de enemi-gos más o menos encubiertos ... Del Carmelo salieron los adalides y campeones de esa gloriosísima cruzada. Pero no lucharon sólo los nuestros. A su lado se pusieron otros, cuyos nombres recoge con cariño nuestra historia, así como tiene que consignar con pena cómo algunos de los nuestros se pasaron al otro bando" (La escuela mística, p. 308).

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 605

    "Con éste [José del Espíritu Santo, el andaluz, + 1736] puede decirse que se acabaron los grandes discípulos de San Juan de la Cruz. Con esta obra [la del andaluz] parece que la Orden quedó satisfecha y se reclinó a descansar sobre sus laureles. Después del Cursus parecía imposible decir nada nuevo sobre la materia; el Carmelo vio en él la plena manifestación escrita de su vida íntima y ya no se cuidó sino de vivirla en el silencio de sus claustros.

    y ciertamente todo estaba dicho. Cuando los carmelitas han vuelto a tomar la pluma para explicar o defender a San Juan de la Cruz mal entendido en estos últimos tiempos, no han tenido más que recordar y repetir lo escrito por sus hermanos en tiempos anteriores. Por eso el carácter de este último período de la mística carmelitana es más de defensa que de creación.

    El Cm'melo no necesita ya crear; le basta conservar la rica tradición científica de sus mayores, de la cual vive él y vienen nutriéndose todos los místicos y escuelas aun aque-llas que más ajenas son al hábito y profesión del carmelita. Por eso no ha producido el Carmelo en estos últimos tiem-pos ningún tratado de mística teología, con haber salido tantos de todas las órdenes y del clero. ¿Para qué escribir más si no lo necesita, y si todas las obras que los extraños publican están formadas de despojos de nuestros autores?

    En cambio los carmelitas han sabido responder a todas las objeciones y resolver todas las dudas que en torno a la doctrina de San Juan de la Cruz y de sus discípulos se han levantado en estos tiempos ... Y mientras haya dudas que resolver y objeciones que desatar acerca de la doctrina de San Juan de la Cruz, no faltarán discípulos que lo hagan, y que después de hacerlo se tornarán al silencio de su retiro a vivir esa doctrina" (La Escuela, pp. 466-467).

    SJC: El hombre-el doctor-el poeta

    Este libro intenta ser una síntesis completa y breve de la vida y obra de San Juan de la Cruz. Sólo una visión de conjunto puede desvelar al menos parcialmente el secreto de su personalidad. Las dos páginas del prólogo insisten en la misma y única idea: un hombre sólo puede ser entendido en sus varias actividades a partir del conocimiento de "la perso-

  • 606 FEDERICO RUIZ

    nalidad única que las produjo". Esto se verifica con mayor evidencia en el caso de personalidades complejas como la de San Juan de la Cruz. "Para conocerle hay que estudiarle de una manera integral, sin dislocar ninguna de sus actividades. El hombre y el reformador; el asceta y el místico; el sabio y el poeta: todo lo abarcaremos en este libro, que, sin más preten-siones que las de un ensayo, intentará ofrecer una síntesis a grandes líneas de la personalidad del sublime reformador del Carmelo" (p. 6).

    Es también compendio de lo que el mismo autor había escrito en publicaciones anteriores más voluminosas sobre la obra científica y la obra literaria del doctor místico. Desarrolla los mismos temas, frecuentemente con las mismas palabras. Tiene tres partes, que son otros tantos aspectos de la síntesis integral:

    1. El hombre y el reformador: hace un breve esbozo bio-gráfico en 50 páginas, que no encontramos en sus obras ante-nares.

    n. El doctor: es la más amplia y lograda. Comparándola con los capítulos de "Su obra científica" que ya conocemos, se notan estas variantes:

    ~ Elimina los capítulos sobre principios filosóficos y teo-lógicos. ~ Mantiene exactamente los cuatro capítulos referentes a

    Subida. ~ Reduce considerablemente el espacio dedicado a místi-

    ca ya noche. ~ Especifica mejor el contenido y gradualidad de la

    unión.

    In. Prosista clásico y poeta. Resume los temas y las ideas de "Su obra literaria", en cuatro capítulos: amigo de la her-mosura, el lenguaje, el estilo de la prosa, poeta del misticismo.

    Volviendo a los temas doctrinales de la n parte, que es la más desarrollada y novedosa, notamos que ha hecho desapa-recer varios capítulos de relieve, de los que se encuentran en "Su obra científica". Son los que tenían por objeto la exposi-ción de principios filosóficos y teológicos, seguramente por

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 607

    creerlos excesivamente especulativos. Ha reducido igualmente o eliminado capítulos valiosos de análisis sobre la mística y su terminología de infuso, pasivo, etc. También han desaparecido los dos capítulos dedicados a las virtudes teologales. En cam-bio, ha mejorado la distribución de los temas y capítulos que se refieren a la unión, dejando de lado la problemática filosó-fica.

    Reafirma, en cambio, y refuerza algunos temas que ya han aparecido anteriormente. No podia faltar el capítulo sobre el "carácter científico" de la obra sanjuanista, mejor formulado que en sus estudios anteriores; y como siempre, a expensas de Santa Teresa, que vuelve a figurar desventajosamente como punto de comparación (pp. 5ó y ss.). Insiste de nuevo sobre las relaciones que median entre ascética y mística, en su línea acostumbrada de separación (pp. 120 y ss.). Así va sintetizan-do, repitiendo o renovando su pensamiento de obras prece-dentes.

    U na novedad significativa en este libro es la afirmación explícita que hace de las virtudes teologales como eje del sis-tema sanjuanista en todas sus dimensiones. Tiene una página muy valiosa en este sentido. Recapitulando en las últimas páginas las aportaciones más sólidas y duraderas del doctor místico a la espiritualidad cristiana, escribe:

    "Quizá no se ha hecho tan universal el segundo punto indicado: la doctrina sobre las virtudes teologales como medios inmediatos de la unión divina. Pero su importancia es, en cierto modo, superior a la de la Noche, por lo mismo que ésta se refiere, después de todo, a un período de tran-sición, mientras que aquélla, la de las virtudes teologales, es el nervio de toda la parte positiva de su sistema ... Ella es uno de los grandes principios de su sistema y que no se pierden de vista desde la primera hasta la última página de sus libros" (p. 186).

    La última parte, sobre el lenguaje y estilo, es la más breve. Resume en cuatro capítulos el esquema y la doctrina de Su obra literaria. De ella toma también, a veces literalmente, pá-rrafos enteros. En la brevedad del esquema, ha logrado salvar los aspectos esenciales de su pensamiento, como ya queda indicado.

  • 608 FEDERICO RUIZ

    En resumen, los rasgos de este nuevo libro de Crisógono son: amplitud de horizonte abierto a las varias facetas de la personalidad integral, concentración en lo esencial, estilo sen-cillo y elegante, ausencia de referencias culturales, mejor acen-tuación de los puntos neurálgicos. En cambio, no tiene la profundidad de pensamiento ni el valor de análisis que se ponen de manifiesto en los libros anteriores.

    El propósito de unidad y síntesis reaparece nuevamente en la última página. La unidad se refiere a la personalidad del Santo. La síntesis a la presentación del autor 11.

    Compendio de Ascética y Mística

    Al presentar la segunda edición de este libro en 1946, un año después de la muerte del P. Crisógono, escribe el editor: "Entre todas sus obras, tuvo siempre especial cariño por este Compendio de Ascética y Mística, que ha merecido la acogida más favorable de la crítica, la traducción al latín y al inglés y que haya sido adoptado como libro de texto en la Universidad Pontificia de Comillas así como en numerosos Seminarios y Colegios Mayores de Religiosos."

    De entrada ya en el prólogo el autor declara su postura doctrinal y metodológica. En cuanto a método y estilo, éstos son los valores y criterios por los que se quiere guiar:

    ción.

    tales.

    Aprovechar los manuales prestigiosos ya en circula-

    Dar una visión sintética y esencial de conjunto. Dejar de lado cuestiones y temas de moral. Evitar divisiones y subdivisiones, detalles ornamen-

    11 "Tal es, a grandes rasgos, la personalidad de San Juan de la Cruz. Genio de múltiples actividades, aunque complementarias las unas de las otras, vemos a través de todas ellas la unidad de un espíritu y de un carácter, que va matizando cuanto toca, sin perder nunca su personalidad, antes acusando su presencia lo mismo en los hechos de su vida que en la redacción de sus libros. Es inconfundible como santo, como escritor y como poeta ... Todo eso lo es San Juan de la Cruz en una pieza. Cualquiera de esos elementos que se suprima, quedan truncadas su personalidad y su obra". El hombre, el doctor, p. 231.

    T I

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO

    Acentuar los principios filosóficos y teológicos. Mezclar el método descriptivo con el especulativo.

    609

    Como esquema general del libro, establece una división sencilla y clara, que favorece la función pedagógica del ma-nual. Consta de cuatro partes, con una extensión aproximada de 100 páginas cada parte, a excepción de la primera que resulta más breve:

    I. Principios de la vida sobrenatural: gracia, virtudes, perfección.

    n. La Ascética: período purificativo, iluminativo, UnI-tivo.

    lB. La Mística: período purificativo, iluminativo, Ulll-tivo.

    IV. Resumen histórico: edad antigua, media, moderna; desviaciones.

    Hay pensamiento estructurado, y no solamente preocupa-ción pedagógica, en esa división. Así la justifica y explica el autor:

    "La división adoptada es la exigida por la misma natu-raleza de las cosas: primero, los principios generales de la vida sobrenatural: gracia, virtudes, dones, su desarrollo y su término, que es la perfección. Determinada la naturaleza de ésta y la obligación de tender a ella, hay que fijar los caminos que existen para llegar a la perfección. N os encon-tramos con dos: la ascética y la mística. Y es preciso reco-rrerles con el alma. A recorrer el primero está dedicada la segunda parte: a recorrer el segundo, es decir, la mística, está dedicada la tercera ... Va, en cuarto lugar, un resumen histórico de ascética y mística, que puede servir de guión para una historia más amplia que esperamos escribir algún día" (pp. 6-7).

    El valor y el éxito relativo de este compendio estriban en su brevedad y claridad. Sigue un método de exposición muy pedagógico. En primer lugar, definición de términos y del tema. Definición del tema al principio. Divisiones claras y proporcionadas, que resalten en los títulos, subtítulos y nume-raciones. Temática esencial y completa de un tratado. Fuentes y autoridades de garantía: Santo Tomás, San Juan de la Cruz,

  • 610 FEDERICO RUIZ

    Santa Teresa, en especial. Eliminación de cuestiones secunda-rias y ausencia de tonos polémicos. Ahí estuvo el acierto doc-trinal y pedagógico.

    Hoy, en cambio, somos menos entusiastas en la valoración del Compendio. Y esto juzgándolo a la luz de los estudios de espiritualidad de su tiempo, sin adelantarnos con las perspec-tivas de hoy. El autor se muestra menos informado que en sus estudios de tema sanjuanista. No encontramos en el libro re-sonancia de los temas básicos que se discutían entonces sobre el método y la estructura de la teología espiritual. Por esos años, ya se hablaba de "teología espiritual", intentando supe-rar las escisión de ascética y mística. En 1931 había aparecido el libro de 1. Heerinckx, Introductio in theologiam spiritualem asceticam el myslicam, con tantísimos elementos nuevos e interesantes sobre el tema. Se estaban haciendo esfuerzos por definir el lugar de la espiritualidad frente a la teología dogmá-tica y la moral... Y tantos otros temas y problemas ya entonces fundamentales para un tratado de espiritualidad. Ninguno de ellos encuentra resonancia en la obra de Crisógono.

    ¿Desinformación, afán de simplificación, rechazo de toda esa temática nueva ... ? Por evitar la problemática, se priva de profundizar siquiera medianamente en esos mismos temas, que eran referencia obligatoria para un manual destinado a la enseñanza en Facultades y Seminarios. La claridad y sencillez en ciertos casos se obtienen cediendo a una cierta superficia-lidad. Resulta extraño que un "manual" de espiritualidad em-piece bruscamente con el tema clásico del "Organismo sobre-natural". Sin anteponer una sola página sobre la definición, la terminología, las nociones, el método, las fuentes de la espiri-tualidad.

    El Compendio toma como base de estructura y de pensa-miento el esquema de las "dos vías". Es una opinión difundida y discutida entonces, que Crisógono repite y defiende incansa-blemente en todos sus libros.

    Se trata de "dos caminos específicamente distintos, que, anticipando nombres y nociones, hemos llamado ascética y mística" (p. 46). "La ascética se caracteriza y especifica por el desarrollo normal de la gracia y de las virtudes, desarrollo ordinario, que se realiza por operaciones al modo humano ...

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 611

    El otro camino -la vía mÍstica- se especifica por el des-arrollo de la gracia y de las virtudes realizado por operacio-nes al modo sobrehumano" (p. 47). "¿Están estos dos cami-nos a disposición de todas las almas? El primero, sí; el segundo, no" (p. 50).

    La necesidad de fundamentar teológicamente la doble vía le llevó, por su lógica de pensamiento, a sostener la "doble operación" de los dones del Espíritu Santo (pp. 19-24). "La operación de los dones puede ser de dos especies: una en la cual es movida el alma por el Espíritu Santo al modo humano; otra en la cual lo es de un modo superior, angélico o divino" (p. 21); "la primera se llama operación ordinaria o a modo humano; la segunda operación extraordinaria, o a modo so-brehumano" (p. 22). Esta opinión, que además trataba de le-gitimar con la interpretación de los textos de santo Tomás, fue una de las cuestiones que le acarreó mayores contradic-ClOnes.

    Seguramente estamos hoy en mejores condiciones para interpretar el esfuerzo y las aportaciones de Crisógono en el campo de la espiritualidad. Tiene unas cuantas ideas teológicas y espirituales que configuran todo su pensamiento. La más acentuada e influyente es la doble vía, la distinción neta entre ascética y mística. Una distinción que ya por entonces algunos autores suavizaban, sin aceptar por otra parte la "llamada universal a la mística", que era lo que quería evitar nuestro autor. Intentó romper los planteamientos de la "llamada uni-versal", que le parecían infundados en la teología y en la experiencia. Para ello, propuso la "doble operación" de los dones del Espíritu Santo. Fue una salida de emergencia, que aumentó el conflicto y la confusión.

    N o había entonces presupuestos teológicos para hacer otra opción: o la llamada universal a la mística caracterizada, o la doble vía a la perfección cristiana. Hoy decimos: ni lo uno, ni lo otro. Pero Crisógono tuvo que optar, y se declaró inamo-viblemente a favor de la doble vía, como los otros se afirmaron rígidamente en la posición contraria.

    Con todo el relieve que adquieren estos problemas en la división y el desarrollo del tratado, el Compendio fue una obra bien lograda y eficaz para su propósito. Cumplió su

  • 612 FEDERICO RUIZ

    función. Tal vez el mayor defecto sea, no de la obra, sino del autor, que no se tomó el trabajo de reelaborarla diez años después.

    lII. CONCLUSIÓN y VALORACIÓN

    Al presentar la obra y las obras de Crisógono en páginas anteriores, he ido haciendo notar de paso sus ideas preferidas, sus mejores logros, su estilo científico y literario; como tam-bién algunos de sus límites. El comentario resulta más vivo y concreto, cuando se hace al ritmo y en el contexto peculiar de cada obra o de cada tema. De todos modos, es útil volver de nuevo en síntesis panorámica sobre los puntos más salientes de la exposición anterior. Para mayor sencillez y claridad, organizaré la materia bajo el título de aciertos y límites, to-mando esas calificaciones con mucha flexibilidad.

    Inevitablemente, cuando hablamos hoy de aciertos y lími-tes, leemos y valoramos desde nuestro tiempo. Conviene te-nerlo en cuenta, para no pensar que somos anacrónicos o injustos. El mismo Crisógomo, en las obras que hemos pre-sentado, menciona y valora con libertad de juicio infinidad de autores antiguos y modernos que han tratado los temas de que él se ocupa. Otro tanto podemos hacer con él. Valorar desde el futuro permite apreciar mejor los resultados durade-ros de una obra histórica. Y Crisógono es un autor que se lee hoy con utilidad y con gusto 12.

    Aciertos

    El mérito primero y principal de Crisógono es de carác-ter general y radica en que ha sabido lanzarse a la explora-ción de la obra sanjuanista en todas sus vertientes y con todos

    12 Quien desee conocer el juicio que de los escritos de Crisógono dieron sus contemporáneos, puede leer las recensiones de primera hora, señaladas en el artículo ya citado de M. DIEGO SÁNCHEZ, Crisógono de Jesús Sacramen-tado. OCD (1904-1945). Bibliografía de su actividad científica. en: "Epheme-rides Carmeliticae, 31 (1980), pp. 605-641.

    ---,. I

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 613

    los medios a su disposición. Domina el texto sanjuanista. Co-noce los estudios antiguos y modernos referentes a su inter-pretación. Ha recogido materiales de varias procedencias y los desarrolla ulteriormente con gran sentido de conjunto. En él se remansa toda la tradición de cuatro siglos, para encontrar una formulación científica y pedagógica que no había recibi-do nunca. Veamos por partes algunos de sus servicios desta-cados.

    1) Estudio polifacético. Descubre la importancia y la com-plementariedad de los varios componentes: biográfico, doctri-nal (filosófico, teológico, místico), literario. Los cultiva am-pliamente, y no solamente los nombra. Es una novedad para su tiempo el haber descubierto y desarrollado la lectura pluri-dimensional. En este sentido, se le puede considerar un pione-ro. Las lecturas diferenciadas de la obra del santo han evolu-cionado mucho desde entonces. Pero ahí estaban ya conteni-das germinalmente en su intuición.

    2) Carácter científico de la obra sanjuanista, que la con-vierte en obra cumbre de la mística cristiana. Conjugación adecuada de tres elementos: experiencia personal, esquemas de pensamiento, elaboración. Ha acentuado bien esta caracte-rística de la obra sanjuanista; exagerando un poco la "unici-dad" del doctor místico a este respecto.

    3) Esquemas y estructuras. Los libros de Crisógono están muy cuidados desde el punto de vista estructural y pedagógi-co. Marca bien el esquema general y la distribución de la ma-teria, la sucesión y la redacción de los capítulos. Logra ensam-blar la temática variada y profunda que desarrolla. En las tres primeras obras, no hay división en "partes"; pero es fácil reco-nocer los bloques unitarios, como he hecho en la exposición anterior.

    4) Información y cultura. Posee una cantidad sorpren-dente de información. Sobre todo, en el ámbito de la doctrina y de la historia de San Juan de la Cruz y de toda la escuela carmelitana. Otro tanto sucede con la historia de la espiritua-lidad antigua y reciente. Conoce las ideas y los autores de la teología y de la filosofía escolásticas. Está al corriente de los grandes autores y libros de cultura general que pueden afectar a sus campos de investigación. Esfuerzo meritorio en un escri-

  • 614 FEDERICO RUIZ

    tor de tan corta edad y con las cortapisas que le imponían el régimen de estudios y la vida conventual.

    5) Estilo preciso y elegante. Adecuado para la explica-ción técnica, resulta asequible a la lectura devocional o cultu-ral. Ya desde sus primeros libros manifiesta un estilo formado y seguro, aunque con mezcla de retórica en muchos párrafos. Se va haciendo cada vez más sobrio y exacto, para culminar en la belleza y la expresividad de la Vida.

    N o hay necesidad de repetir sus méritos en lo referente a temas concretos, que ya he puesto ampliamente de relieve en la exposición anterior. El autor tiene tendencia a repetir mu-chas veces las mismas ideas. Lo hace por voluntad de coheren-cia y por sus dotes de pedagogo y de pensador sistemático. En cambio, no suele profundizar en esos nuevos horizontes que vislumbra.

    Límites

    Por lo general, Crisógono no aprovecha a fondo sus mejo-res descubrimientos. Un autor que prepara y publica tres grue-sos volúmenes en sus años de primera formación teológica hace pensar que hubiera sido capaz de mayores creaciones. ¿Por qué no continuó revisando esquemas, completando aná-lisis, superando perspectivas polémicas ... ? Son límites que no quitan méritos a su obra, pero sí marcan los ritmos de su historia y defraudan un poco nuestras esperanzas. Más que sus errores u omisiones, nos llaman la atención aquellos temas que intuyó con novedad y luego no tuvo el tiempo o el ánimo de prolongar.

    1. Frecuentemente los límites se encuentran en el mismo terreno de sus aciertos; cuando no analiza o prolonga debida-mente algunos temas que él mismo destaca como primordiales. Caso típico es el de las virtudes teologales. Repetidamente propuestas como lo más original de la espiritualidad sanjua-nista, las deja luego relegadas en la exposición a la categoría de funciones generales, que no afectan a los grandes temas de la mística y de la espiritualidad en general.

    2. Otro límite muy visible en Crisógono, como en todos

  • PERSONALIDAD DEL p, CRISOGONO 615

    sus contemporáneos, es la escasa valoración de la "experiencia cristiana teologal", centrando todo el interés y la atención en la experiencia "mística". Esto hizo que, en las discusiones sobre la única o doble vía, no hubiera más experiencia espi-ritual ni pasividad frente al espíritu que la mística; mientras la ascética se reducía a una vía de santificación a palo seco. Dilema penoso e inextricable. O todos místicos "caracteriza-dos" con las grandes gracias místicas; o abrir otro camino de puro ascetismo, para quienes tienen que ganarse la perfección por esfuerzo propio y sin privilegios. N o se encontraron en-tonces alternativas teológicas para replantear la cuestión. Cri-sógono se sintió a disgusto y se agitó mucho, pero no encontró la solución. La "doble operación" de los dones del Espíritu Santo fue una solución oportunista con escaso horizonte.

    3. Tras haber descubierto la originalidad de San Juan de la Cruz en materia de virtudes teologales, sigue repitiendo mecánicamente el razonamiento acostumbrado e indemostra-do de la teología escolástica contemporánea: con la gracia habitual y actual, las virtudes teologales y las morales, con las potencias del hombre elevadas al orden de la gracia, aún no basta ... 13. Es la clásica "introducción" demostrativa de la ne-cesidad de los dones. Semejante insistencia en el carácter hu-mano de la fe, la caridad y la esperanza, no se compagina con la enseñanza de San Juan de la Cruz. Las virtudes teologales, según el santo, actúan siempre de manera humana y de manera divina a la vez. El cambio de calidad o el paso a un estilo más arraigado y divino depende de la transformación que se opera gradualmente, especialmente en la noche del espíritu y en la nueva sensibilidad al Espíritu. Después de haberlas exaltado con tanta vehemencia, Crisógono rebaja las virtudes teologales sanjuanistas a lo que todo el mundo venía diciendo.

    4. De vez en cuando la polémica o el tono oratorio le

    13 "Las virtudes teologales no bastan para dar a las potencias del alma toda la perfección necesaria en los actos que se refieren al fin sobrenatural. Parte por la imperfección de la razón en el estado presente, parte por la excelencia de Dios, es necesaria una fuerza que supla esas deficiencias de la razón y de la parte apetitiva, que no pueden suplir las virtudes infusas. Tal es la razón de ser de los dones del Espíritu Santo" (Ascética y mística, pp. 18-19).

  • 616 FEDERICO RUIZ

    llevan a ciertas afirmaciones "desmedidas". Cito algunas que ya he hecho notar a lo largo de la exposición. San Juan de la Cruz es el único Doctor de la Iglesia a quien nadie se ha atrevido a contradecir. San Juan de la Cruz es el único místico verdaderamente completo; a él le debe Santa Teresa sus mejo-res planteamientos. La mística es una serie de fenómenos sin conexión interna o externa entre sÍ. El Carmelo ya sólo tiene que conservar y defender la herencia de sus antepasados; pue-de sentarse "sobre los laureles". Todo es oscuridad y panteís-mo en los místicos de "allende el Ganges"; y todo es agnosti-cismo en los filósofos no cristianos ...

    Tradicional

    Es una calificación, que aquí no se toma como elogio ni como reproche, sino a modo de categoría para clasificar la orientación general de su pensamiento. Parece extraño califi-car de "tradicional" a un autor tan dinámico y novedoso en el campo de los estudios sanjuanistas.

    A pesar de su dinamismo y viveza, Crisógono no es un innovador. Aprovecha al máximo los elementos heredados de la tradición, ordena, explica, aplica. Pero no crea. N o conozco sectores del pensamiento sanjuanista donde Crisógono haya inaugurado una interpretación original o abierto un horizonte nuevo o corregido una lectura tradicional estrecha o equivo-cada. Es un límite, no un demérito. Seguramente hubiera po-dido hacerlo, a juzgar por la abundancia de datos que orga-Olza.

    Esa actitud "tradicional" se prolonga en posturas conse-cuentes. Se muestra poco acogedor frente a las "nuevas" inter-pretaciones que se están abriendo paso en el campo de la espiritualidad, como ya queda señalado a propósito del Com-pendio. Es más bien duro y condenatorio frente a todo lo que se escribe sobre San Juan de la Cruz desde el campo filosófico y psicológico "no escolástico". Su reacción más frecuente es tacharlo de "agnóstico y racionalista".

    Paradigmático resulta el tratamiento que hace de la obra de J. Baruzi, Saint Jean de la Croix et le probleme de l'expé-

  • PERSONALIDAD DEL P. CRISOGONO 617

    ríence mystique, Paris, 1924. En los años 1928-1929, publica en la revista "El Mensajero de Santa Teresa" una serie de artículos sobre La filosofía de San Juan de la Cruz (título común a todos ellos). Advierte al comienzo del primero: "Es-tos artículos, escritos bajo la impresión causada por la lectura de la obra de Baruzi: Saínt Jean de la Croíx et le probleme de l'expérience mystique, pueden servir de refutación a ciertas apreciaciones del doctor racionalista, en tanto que aparezca otra más razonada y profunda" 14.

    Define ya de entrada la línea de su intervención. Hay un primer reconocimiento a la gran obra del filósofo. y luego, al declarar su proyecto de análisis de la misma, lo hace en térmi-nos de refutación:

    "Tiempo hace ya que viene San Juan de la Cruz figuran-do como filósofo entre escritores racionalistas, y mientras nosotros nos entretenemos comentando o discutiendo un texto del Doctor, ellos estudian la parte fundamental de su doctrina, y han venido a proclamarle por el más alto meta-físico de la mística cristiana. Y quien hoy quiera estudiar la parte racional del sistema místico del Doctor Carmelitano y no se sienta con fuerzas para hacerlo a base de un estudio directo de sus obras -que no es ésta labor que todos pue-den hacer-, será fuerza que lo haga a través de escritores racionalistas, porque a nosotros -por más mengua que ello sea- nos falta un estudio de este género. Porque, ¿qué son algunas obras que tienen este carácter, sino imperfectí-simos ensayos de principiantes?" 15.

    Eso es todo o casi todo lo que dice de Baruzi. Un elogio general sobre la magnitud de la obra y su originalidad en el campo de la filosofía. En los artículos sucesivos, ya no se

    14 "El Mensajero de Santa Teresa" revista editada en Madrid (1928), p. 283. Poco podía ayudarle a corregir esta visión desfavorable la apreciación "más razonada y profunda" que estaba esperando. Las reacciones del am-biente católico a la obra de Baruzi fueron por lo general duras y negativas. Se puede leer un resumen de las principales en A. RUANO, La Mística de Occi-dente, Ciudad Trujillo, 1956, pp. 129-145. Eran personas de autoridad y ve-teranos de renombre los que se pronunciaron.

    15 CRISÓGONO DE J. S., Lafilosofía de San Juan de la Cruz (título general de toda la serie de artículos), en: "El Mensajero de Santa Teresa" (1928-1929), p.283.

  • 618 FEDERICO RUIZ

    ocupa de la obra: nada dice de su esquema o sus temas, de la problemática o las novedades que aporta el filósofo. Hace por propia cuenta una síntesis elemental en tono escolástico de algunas ideas filosóficas que se hallan en los escritos sanjua-nistas. Lo más inadecuado para ayudar a comprender y valo-rar la obra de Baruzi.

    Raramente le cita en sentido positivo, para destacar algún enfoque nuevo, que ensanche los moldes de la interpretación escolástica. Esto hubiera supuesto para Crisógono una ruptura de sus esquemas mentales enteramente escolásticos. N o lo hizo. Repite las calificaciones habituales en la teología católica frente a ese tipo de obras: agnóstico, racionalista, panteísta 16.

    Cuando, al hablar de la unión, se refiere a Baruzi, cita solamente aquellas páginas en que el filósofo afirma la con-vergencia de San Juan de la Cruz con las ideas plotinianas sobre la identificación del alma con el Uno. En cambio, omite sistemáticamente todas las afirmaciones en que Baruzi (dentro de esas mismas páginas que Crisógono cita) afirma y reconoce la fe cristiana y trinitaria de San Juan de la Cruz 17. Prefiere acentuar las divergencias. Desaprovecha lo que hubiera podi-do ser un complemento fecundo para enriquecer su propia mentalidad escolástica .

    ... Siguiendo este breve recorrido panorámico, el lector ha tenido la oportunidad de formarse una idea más concreta y motivada de la personalidad científica de Crisógono. La ima-gen está hecha a base de algunos trazos generales, con carácter de ensayo. Por eso, ha quedado fuera de consideración una parte de su obra. Visto de cerca, Crisógono da la impresión de un pensador brillante y juvenil, intelectualmente sensible y curioso, rebelde yen el fondo sumiso a la mentalidad contem-poránea. Ahí está la raíz de sus méritos y también de sus lí-mites.

    16 Refiriéndose a las reservas que Baruzi hace frente al tratamiento san-juanista de la meditación en Subida, observa nuestro autor: "Pero todo esto -se ve sin esfuerzo- nace de aquel propósito de hacer de San Juan de la Cruz un panteísta idealista viendo en sus purgaciones algo así como el nihi-lismo indio". Su obra científica, p. 177.

    17 CL CRISÓGONO, Su obra científica, pp. 397-398; J. BARUZI, Saint lean de la Croix et le probleme de l'expérience mystique, Paris, 1924, pp. 675-678.