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EN LA PRESENCIA DE DIOS recursos que brinda nuestro sumo sacerdote celestial para correr la carrera cristiana y la gozosa esperanza de participar con él en la perfección del mundo por venir. 242 CAPÍTULO NUEVE La adoración en la revelación a Juan Lo que sucede a su alrededor, en la vida política y social de sus propias ciudades es parte de un conflicto de proporciones cósmicas: la guerra escatológica del bien y el mal, el conflicto por la soberanía entre Dios y el diablo, en el que estén llamados a tomar partido, a adoptar una postura firme y, mediante el testimonio fiel a la verdad, cumplir su papel de hacerfrente al estado y a la sociedad paganas. 1 Sin duda, el Apocalipsis de Juan es esencial para el tema de la adoración en el Nuevo Testamento. Las visiones del reino celestial retratan en forma recurrente la ofrenda de adoración y alabanza a Dios y al Cordero, y el lenguaje de adoración inunda todo el documento. Aun más significativo es el hecho de que el término de adoración proskynein se utilice veinticuatro veces en formas que indican el carácter central de este tema en el mensaje del autor. En la mayoría de los pasajes, esta palabra describe alguna forma de homenaje al Dios vivo y verdadero por parte de los seres celestiales o bien de los redimidos de la tierra (Apocalipsis 4:10; 5:14; 7:11; 11:1,16; 14:7; 15:4; 19:4,10; 22:9). Este homenaje se ofrece mediante gestos y palabras de aclamación y alabanza. A pesar de este interés en la adoración presentada por las huestes celestiales, el Apocalipsis de Juan se concentra también en el escenario 243

PETERSON, David- Adoración en Apocalipsis

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Teologia de Adoración

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  • EN LA PRESENCIA DE DIOS

    recursos que brinda nuestro sumo sacerdote celestial para correr la carrera cristiana y la gozosa esperanza de participar con l en la perfeccin del mundo por venir.

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    CAPTULO NUEVE

    La adoracin en la revelacin a Juan

    Lo que sucede a su alrededor, en la vida poltica y social de sus propias ciudades es parte de un conflicto de proporciones csmicas: la guerra escatolgica del bien y el mal, el conflicto por la soberana entre Dios y el diablo, en el que estn llamados a tomar partido, a adoptar una postura firme y, mediante el testimonio fiel a la verdad, cumplir su papel de hacer frente al estado y a la sociedad paganas.1

    Sin duda, el Apocalipsis de Juan es esencial para el tema de la adoracin en el Nuevo Testamento. Las visiones del reino celestial retratan en forma recurrente la ofrenda de adoracin y alabanza a Dios y al Cordero, y el lenguaje de adoracin inunda todo el documento. Aun ms significativo es el hecho de que el trmino de adoracin proskynein se utilice veinticuatro veces en formas que indican el carcter central de este tema en el mensaje del autor. En la mayora de los pasajes, esta palabra describe alguna forma de homenaje al Dios vivo y verdadero por parte de los seres celestiales o bien de los redimidos de la tierra (Apocalipsis 4:10; 5:14; 7:11; 11:1,16; 14:7; 15:4; 19:4,10; 22:9). Este homenaje se ofrece mediante gestos y palabras de aclamacin y alabanza.

    A pesar de este inters en la adoracin presentada por las huestes celestiales, el Apocalipsis de Juan se concentra tambin en el escenario

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    terrenal. Se describen distintas formas de idolatra (9:20; 13:4,8,12) adems de profecas sobre el terrible juicio sobre quienes se inclinan ante dioses falsos y rehusan reconocer al Dios vivo y verdadero. Sorprendentemente, la terminologa de adoracin no se utiliza directamente para describir la respuesta de los cristianos en la tierra a Dios y al Cordero.

    Por todo lo anterior, es posible construir una teologa de la adoracin a partir de lo que indica el libro acerca del papel de los cris-tianos en su discipulado diario. Juan se preocupa de mostrar que el compromiso cristiano tiene consecuencias polticas, sociales y econ-micas. La adoracin aceptable implica servir fielmente a Dios de cara a cualquier lealtad contraria. No se menciona especficamente nada acerca de la funcin y el propsito de las reuniones cristianas; pero, nueva-mente, pueden extraerse conclusiones lgicas de varias de las pers-pectivas de Juan.

    El poder seductor de la falsa religin

    El Apocalipsis de Juan se ha caracterizado como un escrito apoca-lptico en forma de narracin con un objetivo proftico y escatolgico y un rasgo pastoral presentado en forma de carta.2 Confronta una situacin histrica y social muy particular del siglo I d.C, brinda aliento y presenta un desafo a los grupos de cristianos de Asia Menor. El problema esencial, tal como se destaca por primera vez en las cartas a las siete iglesias, es el conflicto con los ideales culturales y religiosos que predominaban en el mundo grecorromano. Juan advierte sobre el peligro de transigir con la sociedad pagana o asimilarla. La falsa enseanza en el interior de las iglesias parece ser una seal de que ya se ha cedido en algunas de las ciudades de destino.3

    A partir del 9:20-21 queda en claro que una gran proporcin de la humanidad adora demonios, y a las imgenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni or, ni andar. Los cultos del paganismo van asociados a homicidios, hechiceras, inmora-lidad y robos, como expresin de la rebelin de la humanidad contra el

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    L \ ADORACIN EN \A KI-VHLACIN A JUAN

    gobierno de Dios el Creador. Tan poderosas son las fuerzas de la religin natural, que las personas no abandonan sus valores y prcticas ni siquiera de cara a los terribles juicios de Dios. No obstante, el resto del Apocalipsis se centra especficamente en el culto de la bestia y el terrible juicio que viene sobre quienes se inclinan ante su autoridad (13:4,8,12,15; 14:9,11; 16:2; 19:20; 20:4). La mayora de los comentaristas estn de acuerdo en que la principal referencia en este contexto es al agresivo programa de adoracin imperial impuesto sobre la poblacin del Imperio Romano en la ltima parte del siglo I.

    El problema de la adoracin al emperador A partir de Julio Cesar, los emperadores romanos se acostumbraron

    a ser objeto de honores divinos expresados en sacrificios, ofrendas de incienso, procesiones, sacerdocios, himnos y aclamaciones. Comnmente se les consideraba apartados del comn de los mortales y se pensaba que gozaban de una relacin especial con los dioses de las distintas comunidades que haban conquistado. En el mundo grecorromano se pensaba que todas las funciones y esferas importantes de la vida eran activadas por los dioses. El objeto de la religin era garantizar su buena voluntad al ejecutar fielmente el ritual prescrito. Debido a que se pensaba que el gobernante del Imperio Romano era elegido por los dioses y que manifestaba el poder de estos para el beneficio de todos era imposible pensar en los dioses sin una referencia al emperador, as como traer a la memoria al emperador era traer los dioses.4

    No existe evidencia que sugiera que el ciudadano romano promedio pensara que el emperador posea poderes sobrenaturales o pudiera or y responder oraciones. El emperador como dios se asociaba con todos los dioses tradicionales de sus templos, pero nunca los reemplazaba. El culto imperial era smbolo de la unidad del imperio: la lealtad de los ciudadanos era fomentada mediante ceremonias tomadas de la religin y centradas en el emperador.5 De este modo se asociaban las realidades polticas, sociales y econmicas. La participacin en el culto imperial ayudaba al pueblo a afirmar los valores de su sociedad y a expresar su propio inters en la preservacin del mundo en que vivan.^

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    El centro ms activo de culto imperial desde los tiempos de Augusto se ubicaba en Asia Menor, donde se encontraban las siete iglesias. De hecho existan templos imperiales en cada una de las ciudades a las que se dirigi Juan.7 En tiempos de Domiciano (81-96 DC), la adoracin al emperador haba llegado a ser la nica religin de obligacin universal en el Asia.91 Fue el emperador Domiciano quien insisti en el uso de la designacin dominus et deus (Seor y Dios). Fue en su poca cuando pas a ser una ofensa poltica penable el no honrar al emperador como dios.

    Desde el punto de vista de Juan, participar en el culto al emperador es adorar a la bestia que viene del mar (13:1). Adems, adorar a esta bestia es declarar fidelidad al dragn, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satans, el cual engaa al mundo entero (12:9). Ello sucede debido a que la bestia recibe su autoridad de Satans (13:4). En realidad, el dragn y la bestia son un do diablico que funciona como falsa contraparte de Dios y el Cordero? Juan ve tambin una segunda bestia que suba de la tierra y que ejerca toda la autoridad de la primera bestia en nombre suyo, cuya tarea es hacer que la tierra y sus habitantes adoren la primera bestia (13:11-12). Su uso de grandes seales para engaar a la gente indica que esta bestia representa el papel de la falsa religin de lograr la capitulacin de la humanidad producida al adorar el poder secular.10 Quienes no adoran la imagen de la primera bestia deben ser eliminados (13:15). Slo aquellos que adoran a la primera bestia reciben la marca en la mano derecha o en la frente, lo que les permite comprar y vender en el comercio del imperio. Claramente, la privacin econmica o bien la muerte esperan a aquellos que rehusan participar en el culto al emperador.11

    Dos categoras de adoradores Un importante tema de este libro es la distincin entre la verdadera

    adoracin y la idolatra. Juan divide la humanidad en dos categoras: los adoradores del dragn y la bestia y los de Dios y el Cordero. El contraste entre ambos grupos de adoradores llega a un climax en dos visiones al final del libro. La visin de la cada de Babilonia (17:1-19:10) representa

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    LA ADORACIN I;N IA KI.VI.I ACIN A JUAN

    el juicio que viene sobre la sociedad humana que se rebela ante Dios: la prostituta que seduce a las personas para que se alejen de la adoracin al Creador mediante prcticas corruptas. La visin de Jerusaln (21:9-22:9) retrata el futuro de los fieles en trminos de una ciudad donde Dios mismo mora (21:22) y donde sus siervos lo adoran sin cesar (22:3). El mensaje de ambas visiones culminantes es resaltado mediante conclu-siones paralelas (19:9-10; 22:8-9), que le permiten a Juan finalizar ambas con el mandato Adora a Dios. El que el ngel rehuse ser adorado refuerza este punto: No adores a la bestia, ni siquiera adores a los siervos de Dios, a los ngeles, adora a Dios!.n

    El Apocalipsis de Juan ensea que el conflicto entre Dios y Satans adquiere forma histrica en el conflicto de las fidelidades humanas manifiestas en la adoracin.^ Satans obra por medio de las estructuras comunes de la sociedad, como tambin por medio de los engaos de la falsa religin, para captar la fidelidad de la gente y alejarla del servicio a Dios. Juan dirige a sus lectores originales a reconocer la dimensin religiosa de su participacin en el mundo grecorromano. Si bien algunos escritores del Nuevo Testamento destacan la importancia de honrar y obedecer a las autoridades del gobierno (ej.: Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17), Juan ve la necesidad de advertir a los cristianos acerca de darle a Dios lo que es de Dios (cf. Marcos 12:17). Participar en el culto al emperador era respaldar creencias ajenas al evangelio y rendirse al control de Satans. Su relacin con Dios exiga tener una postura firme contra cualquier presin que los instara a transigir. Frente a estas visiones del mundo en conflicto, no podan simplemente adorar a Dios en privado, sino que deban considerar las consecuencias sociales de su compromiso cristiano.

    Si bien la situacin a la que se hace referencia en el Apocalipsis es bastante especfica, se han producido varios paralelos en la experiencia del pueblo de Dios desde entonces. As como con la profeca del Antiguo Testamento, es posible distinguir distintos niveles de cumplimiento para las predicciones de Juan. Siempre que el estado se opone al cristianismo con su propia ideologa y poder, el dragn se muestra obrando ms obviamente en la arena poltica. Los cristianos de cada poca y cultura

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    necesitan discernir cmo se manifiesta este conflicto entre Dios y Satans en su contexto particular. La adoracin agradable a Dios implica reconocer y aceptar su exigencia de una adoracin y lealtad exclusivas que rechazan cualquier otra opcin. En el mercado, la poltica, el campo de la educacin o de las artes, el cristiano se ve desafiado constantemente a optar decisivamente por Dios tal como lo hiciera Jess cuando fue tentado tan persuasivamente en el desierto (cf. Mateo 4:8-10).

    El llamado a adorar al verdadero Dios

    La temible profeca de persecucin para los cristianos que rehusan adorar a la bestia y llevar su marca (13:1-18) va seguida de una visin del Cordero en pie sobre el monte de Sin, y con l ciento cuarenta y cuatro mil, que tenan el nombre de l y el de su Padre escrito en la frente (14:1-5). Las breves visiones del completo estado de bendicin final del pueblo de Dios se intercalan en este libro entre las visiones de juicio para animar a los lectores a una paciente perseverancia y fidelidad en el presente. Aquellos redimidos de entre los de la tierra (14:3) participan en la adoracin del cielo, cantan un nuevo cntico ante el trono, ante las criaturas vivientes y los ancianos, y siguen al Cordero por dondequiera que va(l4:4). La implicacin es clara: slo quienes se abstengan de adorar a la bestia en la tierra compartirn, por la gracia de Dios, la adoracin en el cielo. Juan procede a entregar el mensaje de tres ngeles, cada uno de los cuales se relaciona con el conflicto de adoracin destacado en Apocalipsis 13.

    El evangelio eterno El primer ngel llama a gente de cada tribu y lengua: Temed a Dios

    (phobthte ton theon), y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad (proskynsate) a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas (14:6-7). Este evangelio eterno llama a toda la creacin a reconocer a Dios como creador, Seor de la historia y

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    LA ADORACIN EN IA KI.VI.lA.K >N A J l l A N

    juez de todo. Evoca la visin de Apocalipsis 4 y la afirmacin de las huestes celestiales de que slo l es digno de recibir la gloria y la honra y el poder (4:11) de todo lo que ha creado. Sin perjuicio del mensaje de la gracia redentora de Dios en Cristo, tan prominente en este libro, se menciona la doctrina de la creacin como razn fundamental para honrar a Dios como tal o adorarle. Asociada con esta doctrina va la afirmacin de que cada ser humano es responsable ante Dios (cf. Romanos 1:18-25; Hechos 14:15-17; 17:22-31). De la mano de otros pasajes del Nuevo Testamento, Apocalipsis 14:6-7 sugiere que la evangelizacin puede ser vista como una llamada a adorar apropiadamente a Dios.

    El segundo ngel refuerza la proclamacin de que la hora de su juicio ha llegado al anunciar la cada de Babilonia, la gran ciudad (14:8). El tercer ngel trae una proclamacin que recuerda el decreto de que quienes no adoren a la bestia y su imagen o reciban su marca deben ser perseguidos y muertos (13:15,17). Ahora se revela que quienes adoren a la bestia y lleven su marca sufrirn un destino mucho peor en manos de Dios (14:9-11). Cuando la terrible furia de Dios es derramada sobre ellos no tienen reposo de da ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre (14:11). Posterior-mente se describe la ira de Dios contra los adoradores de la bestia (16:2) y se registra el castigo de la bestia y del falso profeta que haba inducido a la gente a adorar a la bestia (19:20).

    La adoracin de la bestia, la cual es en efecto la adoracin de Satans, implica literalmente rendir homenaje a una imagen en Apoca-lipsis 13, pero en un sentido ms profundo, dar al estado la clase de fidelidad que pertenece a Dios. Ello implica tanto una orientacin de la vida como la participacin en el culto al emperador. Cul es entonces la naturaleza de la adoracin cristiana en la esfera terrenal, de acuerdo con el vidente Juan?

    El servicio sacerdotal del pueblo de Dios El llamamiento anglico a adorar nicamente a Dios (14:6-7; 19:10;

    22:8-9), invita en general a la sumisin y la fidelidad exclusiva al Creador. No obstante, fuera de este contexto, proskynein no se aplica

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  • EN LA PRESENCIA DE DIOS

    especficamente a lo que los cristianos hacen en la actualidad, si bien se utiliza ampliamente en las visiones del cielo. Por otro lado, encontramos una alusin en una afirmacin esquemtica que resume mucha de la enseanza del resto del Apocalipsis:

    Al que nos am, y nos lav de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para (servir a) Dios, su Padre; a l sea la gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amn (Apocalipsis l:5b-6).

    Algunas versiones han agregado servir en la traduccin al ingls para expresar mejor la idea de que el servicio sacerdotal del pueblo de Dios es el punto de destino de la obra redentora de Cristo.14 Lo prometido a Israel en el Sina (y vosotros me seris un reino de sacerdotes, y gente santa, xodo 19:6) se ha cumplido para una gran multitud de creyentes en la asamblea celestial o escatolgica del pueblo de Dios (de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, Apocalipsis 7:9-15). En virtud de su sacrificio, Cristo ha comprado un pueblo para Dios de entre las naciones y los ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes (5:10, cf. 20:6).15 Como en el Antiguo Testamento, la redencin tiene lugar con el propsito de una adoracin o servicio a Dios.

    1 Pedro es el nico otro documento que seala explcitamente el papel sacerdotal del pueblo de Cristo. Quienes vienen a Jess son edificados para ser una casa espiritual, sacerdocio santo (1 Pedro 2:5).l6 Funcionan colectivamente como sacerdotes al ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. El contexto ms amplio de esta carta sugerira que dichos sacrificios espirituales son las buenas obras realizadas de los cristianos en la vida diaria, en obediencia agradecida a Dios por todas sus misericordias en Cristo (cf. Romanos 12:1).

    Pedro procede a explicar en forma ms precisa cmo los creyentes judos y gentiles en Cristo deben cumplir el papel y la funcin de Israel bajo el antiguo pacto. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nacin santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciis las virtudes

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    LA ADORACIN I:N IA REVELACIN A JUAN

    de aquel que os llam de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). El sacerdocio aqu considerado no es el ministerio en la iglesia de ciertos individuos seleccionados para beneficio de otros, de acuerdo con el patrn del sacerdocio levtico en Israel. Tal como Dios escogi a Israel entre las naciones para dar testimonio de su carcter y voluntad (cf. xodo 19:6), el pueblo del nuevo pacto debe servir a las naciones manteniendo su carcter singular de gente santa (cf. 1 Pedro 1:15-16), al reflejar el carcter de Dios en todas sus relaciones (cf. 2:11-12).

    Otra dimensin del llamamiento sacerdotal del pueblo de Dios en 1 Pedro 2:9 es el mandato de anunciar las virtudes (tas are tas exangeilte) de Dios. Esta adaptacin de Isaas 43:21 hace uso del lenguaje de los Salmos (ej.: Salmo 9:14 [LXX, 9:151; 71:15 [LXX, 70:151; 107:22 [106:22]), lo que indica que la referencia es a las obras de Dios dignas de alabanza anunciadas en la reunin de su pueblo. El contexto ms amplio, sin embargo, indica asimismo que los creyentes cumplen este papel sacerdotal al explicar el evangelio a los no creyentes siempre que surge la oportunidad (cf. 1 Pedro 3:15).17 En pocas palabras, los cristianos deben transmitir el carcter y los propsitos de Dios para el mundo mediante palabras y obras.

    La idea del servicio sacerdotal en el Apocalipsis est ligada singularmente a la del reinado venidero de Cristo en la tierra (5:10; 20:6), cuando todas las tentaciones de ceder y todo pecado sean eliminados.18 Las visiones del reino celestial indican que, como en 1 Pedro, el servicio a Dios implica glorificar a Dios en palabra y obra, siguiendo al Cordero por dondequiera que va (Apocalipsis 14:4). El pueblo de Dios le sirve o le rinde homenaje actualmente en forma anticipada, mientras espera la perfeccin de un cielo nuevo y una tierra nueva (21:1).

    Si bien no se le llama adoracin como tal, existe una clara alternativa para los cristianos a adorar a la bestia. Despus de la descripcin del juicio de Dios sobre todos los idlatras, el llamado de Juan es a Impaciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jess (14:12; cf. 13:10). En su contexto, estos versculos cumplen la funcin de definir la adoracin cristiana como fe en las promesas de Dios cumplidas en la obediencia de la vida diaria. El objetivo del escritor

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    no es simplemente advertir a los cristianos de la persecucin que deben soportar o del peligro de ceder ante las demandas de Satans y de ser un apstata. Escribe en trminos positivos para estimular a sus lectores a perseverar en la obediencia al Creador, a continuar confiando en Jess y su obra salvadora y a aferrarse al testimonio sobre el futuro que el Cristo resucitado les ha brindado (cf. 22:16-20).

    La batalla decisiva de la guerra santa escatolgica en contra de todo mal, incluido el poder de Roma, ya ha sido ganada por medio del fiel testimonio y sacrificio de muerte de Jess. Los cristianos estn llamados a participar en su guerra y su victoria, pero por medio de los mismos medios que l empleara: llevando el testimonio de Jess hasta el punto del martirio?^

    En el contexto de la tentacin y del juicio, Dios puede ser glorificado y servido mediante una postura firme ante el paganismo en todas sus formas y al dar fiel testimonio de la verdad del evangelio. La adoracin de los cristianos en la tierra es exactamente lo opuesto de la adoracin a la bestia e implica brindar una fidelidad apropiada a Dios y el Cordero en toda circunstancia de la vida. En 22:6-15, la adoracin a Dios se asocia estrechamente con guardar las palabras del libro proftico de Juan y con vivir de forma santa en espera de la consumacin de la historia.

    La adoracin en el reino celestial

    Ya hemos sealado que las visiones de la adoracin celestial se dan para animar a los cristianos a permanecer fieles a Jess y no desechar el gozo de servir a Dios y al Cordero en la nueva Jerusaln. En estas visiones, la corte celestial rinde homenaje regularmente a Dios mediante un acto fsico de reverencia u homenaje en su presencia. Ello es sugerido por el uso regular de proskynein en compaa del verbo piptein, postrarse (4:10; 5:14; 7:11; 11:16; 19:4) o por medio de la expresin adorar ante ti

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    LA ADORACIN FN IA KI;VELACIN A JUAN

    (proskynesousin enpion sou, 15:4) con respecto a Dios. No obstante, la adoracin contemplada no es simplemente un acto de reverencia fsica, sino un reconocimiento del carcter y los propsitos de Dios, segn se revela en sus actos justos.

    La alabanza a Dios el creador En puntos estratgicos del Apocalipsis, la hueste celestial se postra

    y adora a Dios y al Cordero, asignndoles ciertas caractersticas y grandes obras. En este contexto es relevante advertir que los verbos para decir y cantar van acompaados regularmente de proskynein. De este modo, por ejemplo, las cuatro criaturas vivientes no cesaban da y noche de atribuir santidad a Dios como creador (4:8-10). Cuando ello ocurre, los veinticuatro ancianos se postran ante el trono de Dios y le adoran diciendo:

    Seor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque t creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11; cf. 7:11-12).20

    Esta atribucin es fundamental dentro de la enseanza del libro, puesto que establece la soberana absoluta de Dios por encima de su creacin y el hecho de que toda la vida existe con el fin de reflejar su gloria, honor y poder. La honra rendida a Dios en el reino celestial contrasta dramticamente con la situacin en la tierra, donde son pocos los que se aferran a sus palabras y le sirven fielmente. El nexo entre alabanza y homenaje en Apocalipsis evoca el patrn observado en algunos contextos clticos del Antiguo Testamento (ej.: 1 Crnicas 29:20-21; 2 Crnicas 7:3-4; 29:28-30; Nehemas 8:6).

    La idea de que el cielo es la morada de Dios es bien conocida gracias al Antiguo Testamento (ej.: 1 Reyes 8:30; Salmo 103:19; Isaas 66:1). En ocasiones, su morada es descrita como un templo celestial (ej.: Isaas 6:1-8; Habacuc 2:20), en otras como un trono o corte celestial (ej.: 1 Reyes 22:19-22; Daniel 7:9-10; Zacaras 3:1-7), y a veces como ambas cosas (ej.: Salmo 11:4). En el perodo intertestamentario hubo un inters

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    creciente en el templo celestial y se identific en cierta medida con la enseanza sobre el establecimiento de un nuevo templo en los tiempos postreros. Los escritores judos hablaron incluso del templo celestial descendiendo a la tierra para reemplazar al templo de Jerusaln (Apocalipsis 21:2-4).21 La descripcin de Juan del reino celestial y su relacin con la vida en la tierra muestra muchos nexos obvios con la enseanza bblica y postbblica. Su descripcin de la ceremonia del trono celestial, sin embargo, muestra tambin una sorprendente semejanza con el ceremonial de la corte imperial romana del siglo I.22

    Personas de distintas regiones y condicin social ofrecan himnos y aclamaciones a los emperadores y gobernadores romanos como expresin de aceptacin de su gobierno, alabanza por sus logros y esperanza de continuidad de su reino. Los himnos y aclamaciones en el contexto del trono celestial sealan la mayor y ms poderosa majestad de Dios. Reconocen los magnficos beneficios de su gobierno y esperan su consumacin al ser derribados todos sus enemigos. El resultado es que la soberana de Dios y del Cordero ha sido elevada ms alta que todas las pretensiones y exigencias de los gobernantes terrenales a estas; al compararlas, pasan a ser slo imitaciones plidas, incluso diablicas, de la majestad trascendente del Rey de reyes y Seor de seores.2^ El mensaje para quienes estn en la tierra es que reconocer pblicamente la majestad de Dios o el testimonio de Cristo en calidad de Seor tiene implicaciones polticas y sociales de gran alcance (cf. Hechos 17:6-9).

    La alabanza a Cristo el redentor En Apocalipsis 5, la misma multitud celestial canta un nuevo cntico

    a Cristo como Cordero. Se postran sobre sus rostros ante l, al ser revelado como el nico digno de abrir el rollo y sus siete sellos, iniciando as los eventos finales de la historia humana. Su calidad de digno se relaciona con su obra redentora, lo cual se relata brevemente en forma de credo dirigido directamente al Seor resucitado y ascendido:

    Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque t fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para

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    LA ADORACIN EN IA UHVHIACIN A JUAN

    Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nacin; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apocalipsis 5:9-10).

    Sigue otra dedicacin de alabanza al Cristo exaltado, la cual se hace eco en cierta medida del lenguaje del A-Al: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabidura, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza (5:12). Por cierto, los paralelos entre el 4:9-11 y 5:8-12 dejan en claro que Cristo es adorado en trminos absoluta-mente equivalentes a Dios el Creador.24 Jesucristo no es un objeto de adoracin alternativo en este libro, sino que comparte la gloria debida a Dios. Su lugar est junto a Dios, al tiempo que los ngeles son consi-derados consiervos junto a todos los que perseveran en el testimonio de Jess (19:10; 22:8-9). La prohibicin de adorar a los ngeles no incluye la prohibicin de adorar a Jess.25

    Apocalipsis 5 concluye con la respuesta de todo lo creado, que se une en alabanza a Dios y al Cordero como un acto nico de alabanza u homenaje: Al que est sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (5:13; cf. 7:9-10). Al recordar que Juan presenta un desafo fundamental a los que moran en la tierra a adorar a Dios como creador y juez (14:6-7), parece a partir de la secuencia de visiones de Apocalipsis 4-5 que slo aquellos rescatados por la sangre del Cordero pueden participar en la adoracin que Dios merece por parte de su creacin.

    Alabanza por el completo cumplimiento de los propsitos de Dios

    Cuando el Cordero abre los sellos para inaugurar una serie de juicios sobre la tierra (6:1-17), se seala que los redimidos de las naciones estn en presencia de Dios y del Cordero, clamando a gran voz: la salvacin pertenece a nuestro Dios que est sentado en el trono, y al Cordero (7:9-10), mientras que los ngeles, los ancianos y los cuatro seres vivientes se postran y adoran a Dios con otro himno de alabanza (7:11-12). Este pasaje indica que no corresponde hacer hincapi en diferencias

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    de postura (como si la multitud celestial honrara a Dios ms eficazmente al postrarse que de pie). El captulo concluye con una identificacin de los redimidos como quienes han salido de la gran tribulacin, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero (7:14). La victoria de Cristo en su muerte y resurreccin ha llegado a ser la de ellos, y ahora se encuentran delante del trono de Dios, y le sirven day noche en su templo (7':15)-26

    Con el toque de la sptima trompeta, grandes voces en el cielo proclaman que los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Seor y de su Cristo; y l reinar por los siglos de los siglos (11:15). Esto hace que los veinticuatro ancianos, que estn sentados en sus tronos ante Dios, se postren sobre su rostro y rindan homenaje a Dios irrumpiendo en accin de gracias:

    Te damos gracias, Seor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardn a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeos y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra (Apocalipsis 11:17-18).

    El cortejo celestial est agradecido porque Dios ha ejercido su poderoso dominio sobre los hombres y mujeres rebeldes al inaugurar el juicio final. La respuesta al derramamiento de la ira de Dios en el 16:5-7 muestra un sentir similar.

    Alabanza por el cumplimiento de las esperanzas y promesas del Antiguo Testamento

    Son muchas las formas en que la alabanza de la multitud celestial del Apocalipsis proclama el cumplimiento de las esperanzas y promesas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, la expectativa de que las naciones se uniran en alabanza al Dios de Israel demuestra haberse cumplido en

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    LA ADORACIN I:N I A RK VELACIN A JUAN

    las visiones de la Jerusaln celestial (ej.: 7:1-17; 22:1-5) y se proclama en el cntico de los redimidos:

    Grandes y maravillosas son tus obras, Seor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. Quin no te temer, oh Seor, y glorificar tu nombre? pues slo t eres santo; por lo cual todas las naciones vendrn y te adorarn, porque tus juicios se han manifestado (Apocalipsis 15:3-4).

    Nuevamente, la destruccin de Babilonia la grande, tal como es descrita en Apocalipsis 17-18, representa el juicio de todas las fuerzas opuestas al pueblo de Dios a lo largo de su historia (cf. Isaas 13-24). Una gran voz de alabanza sube de la gran multitud en el cielo y glorifica a Dios por sus juicios, los cuales son verdaderos y justos, y se regocija porque ha llegado la salvacin final (19:1-3). Los veinticuatro ancianos y las cuatro seres vivientes imitan esta alabanza con gritos de Amn! Aleluya! (19:4). Luego una voz del trono llama a todos los siervos de Dios a alabarle y la multitud responde con un grito:

    Aleluya, porque el Seor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocmonosy alegrmonos y dmosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Ya ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos (Apocalipsis 19:6-8).

    La esperanza de Israel de festejar juntos en la presencia del Seor (ej.: Isaas 25:6-8) se cumple en la nueva Jerusaln para quienes son desposados con el Cordero. l es quien purifica y viste a su novia, hacindola digna de participar en este glorioso evento. Esta imagen del banquete mesinico es otra forma de describir el gozo de la nueva creacin, tal como se detalla en Apocalipsis 21-22.

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  • EN LA PRESENCIA DE DIOS

    Es claro entonces que regocijarse en Dios, darle la gloria y alabarle son todos diferentes aspectos del homenaje o la adoracin que le debemos. La adoracin y alabanza tienen lugar en el libro de Apocalipsis al desarrollarse o anticiparse los eventos de los tiempos postreros. La adoracin y la alabanza tambin tienen como funcin evocar la obra salvadora de Dios en Cristo y describir sus beneficios.

    El vnculo entre cielo y tierra

    Las doxologas, aclamaciones e himnos de alabanza en el Apocalipsis de Juan se han abierto camino en muchos cnticos y liturgias cristianas a lo largo de los siglos. Ello se debe tanto a la forma como al contenido de estos pasajes. Pueden ser adaptados al uso congregacional con mucha facilidad. Al observar esto, algunos estudiosos han sugerido que Juan debe de haber empleado oraciones y frases tomadas de fuentes litrgicas preexistentes en el siglo I.27 Otros han argumentado que Apocalipsis refleja todo un patrn de adoracin congregacional en las iglesias destinatarias, bajo la influencia mayoritaria de prcticas judas contemporneas del templo y la sinagoga, o bien de dichos servicios en conjunto con ciertos aspectos de los cultos helensticos dedicados al gobernante.28 Sin embargo, no es posible asumir, simplemente sobre la base de un uso litrgico posterior del material hmnico de este libro, que Apocalipsis refleja el uso litrgico cristiano del siglo primero.29 Si bien pueden haberse entretejido elementos de los servicios cristianos y judos en la descripcin de la adoracin celestial, hoy resulta imposible separar los detalles y distinguir los rasgos fundamentales del servicio cristiano primitivo.

    Afirmar la victoria de Dios Los elementos de adoracin celestial cumplen una funcin especial

    propia en la estructura de este libro: interpretan los eventos apocalpticos, cuyo singular mensaje no estara completamente claro sin dicha interpretacin. Por esta razn, estn ligados ntimamente, al menos en lo que respecta a su contenido, con las visiones del futuro} Juan ha

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    LA ADORACIN I:N LA REVELACIN A JUAN

    hecho que el drama escatolgico se desarrolle en un escenario celestial cltico. La liturgia celestial proclama regularmente las realidades de los tiempos postreros anteriores a su presentacin en formato narrativo (ej.: 15:1-4), o bien responde a las acciones de Dios en la historia, al ser estas presentadas en una visin (ej.: 19:1-8). Puesto que Juan estaba escribiendo un libro de profecas, estructur el material hmnico de modo que cumpliera una funcin proftica, como lo haca en la vida de la comunidad?1

    Es importante advertir en particular que el material hmnico destaca la victoria ya lograda de Jess por medio de su muerte y exaltacin celestial. Lo que resta por suceder histricamente es el desarrollo de las implicaciones definitivas de esta victoria. Las escenas de adoracin celestial expresan verdades teolgicas fundamentales representadas en otros libros del Nuevo Testamento en trminos distintos. Por medio de ellas, Juan no deja en sus lectores duda alguna de que el fin ha llegado con los eventos histricos de Jess de Nazaret,32 y sobre esa base los insta a llevar vidas santas, fieles y pacientes.

    Es posible que las visiones de las escenas escatolgicas vinieran a Juan al reunirse con otros cristianos en el da del Seor{d. 1:10, Yo estaba en el Espritu en el da del Seor). Ciertamente las redact de modo que pudieran ser ledas en ese contexto (cf. 1:3; 22:18-19). Si su objetivo era animar a los cristianos a mantener su fe en Cristo, y resistir cualquier tentacin de idolatra o apostasa, el material hmnico, con su enfoque en la soberana de Dios y en la victoria del Cordero, debe haber brindado a los destinatarios originales todo el aliento necesario para hacer eso precisamente. Por deduccin surge en este contexto una teologa de la reunin cristiana.

    La participacin en la adoracin del cielo He aqu, vengo pronto!, dice el Cristo resucitado. Bienaventurado

    el que guarda las palabras de la profeca de este libro (22:7). Reunirse para escuchar cmo las palabras de la profeca de este libro (22:18) eran ledas y discutidas habra sido una actividad particularmente alentadora para los destinatarios originales. La respuesta natural al escuchar esta

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  • EN LA. PRESENCIA DE DIOS

    profeca en la congregacin habra sido el reconocimiento de las verdades que expresa con aclamaciones y cnticos. Juan no lo indica, pero dichas afirmaciones de confianza y esperanza en Dios seguramente son una forma de que los creyentes de la tierra participen de forma colectiva en la adoracin del cielo y anticipen el servicio sin obstculos del reino venidero de Cristo.

    En oposicin a quienes han argumentado que Juan ha hecho de la adoracin celestial en cierta forma un reflejo de los sucesos en las iglesias de Asia del siglo I, es ms razonable sugerir que ocurra lo contrario. Juan escriba para animar a sus lectores a reflejar el patrn de la reunin celestial en su vida en la tierra. Ello poda tener lugar al reunirse y en las situaciones de la vida diaria, al enfrentarse a cualquier nueva seal del poder del dragn y a cualquier manifestacin de la ira de Dios. Sera simplista hablar de que la intencin de Juan era que las iglesias imitaran las acciones de la asamblea celestial o que sencillamente imitaran sus cnticos. Lo ms necesario, por encima de cualquier otra consideracin, era reflejar la misma confianza en Dios. Hecha la salvedad de que la adoracin cristiana implica ms que cantar himnos los domingos en la iglesia, es correcto afirmar que en su ms esencial significado, la adora-cin cristiana primitiva tena como objetivo ser similar a la adoracin celestial.^

    Cantar alabanzas a Dios y al Cordero es sin duda una actividad cristiana importante. Es una forma de afirmar verdades cristianas fundamentales en conjunto y de reconocer el dominio poderoso pero misericordioso de Dios sobre la naturaleza y la historia. Junto con la enseanza y varias formas de exhortacin, ello puede fortalecer a los cristianos para mantener su confianza en Dios y en el cumplimiento de sus propsitos en un mundo dedicado a la idolatra y a toda clase de actividades que rechazan a Dios. El testificar de la bondad y el poder de Dios en la congregacin de su pueblo puede ser una forma de fomentar este testimonio ante los no creyentes en la vida diaria.

    El material hmnico del libro de Apocalipsis, no obstante, debe alertarnos sobre la importancia de cantar alabanzas a Dios de una forma que realmente lo honre y sea til a su pueblo. Se centran nuestros

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    LA ADORACIN EN LA REVELACIN A JUAN

    himnos y canciones en alabar a Dios por su carcter y sus magnficos actos histricos a favor nuestro? Se centran suficientemente en las grandes verdades del evangelio? Siempre existe la tentacin de centrarse demasiado en la expresin de nuestras necesidades inmediatas. Es el lenguaje que utilizamos tan poderoso y tan simple como en el material que Juan nos entrega? Necesitamos evitar los extremos de usar expre-siones triviales y desgastadas o de cargar nuestros himnos y canciones con tantas imgenes que slo los eruditos puedan apreciarlas. Nos ayudan nuestros himnos y nuestras proclamaciones a regocijarnos en el gobierno misericordioso y poderoso de Dios, a reconocer sus bendi-ciones y a esperar su consumacin en la nueva creacin? Nos desafan a tener una postura firme ante cualquier manifestacin del poder de Satans y a llevar un testimonio fiel de la verdad del evangelio en nuestra sociedad? No basta con cantar ciertas cosas sencillamente porque hacen que la congregacin se sienta bien.

    Conclusin

    Como Hebreos, el Apocalipsis de Juan se centra en el reino celestial, donde Jess el Mesas crucificado reina en gloria. Toda la vida debe tener relacin con la nueva Jerusaln y la victoria del Cordero que fue inmolado. Desde el punto de vista de quienes an estn en la tierra, la ciudad santa debe descender un da del cielo, de Dios (21:2), pero la confianza en la obra consumada de Jess y en sus promesas sobre el futuro es la forma de tener parte incluso hoy en da en la adoracin del cielo. Quienes permanezcan fieles a Jess disfrutarn del fruto de su victoria en la realidad completa de su reino inconmovible. Incluso aquellos que se sientan abrumados por los poderes dispuestos en su contra y que sean perseguidos por su fe deben ser instados por las visiones celestiales de Juan a llevar una vida de servicio gozoso a Dios en el presente.

    La obra redentora de Cristo crea una comunidad de creyentes de cada tribu, lenguaje, pueblo y nacin. En conjunto cumple el destino de

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  • E N LA PRESENCIA DE DIOS

    Israel de ser un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarn sobre la tierra (LBA) (5:10). Las promesas del Antiguo Testamento acerca de las naciones unidas al servicio del Dios de Israel se cumplen en quienes pertenecen al Mesas. Al aguardar la consumacin de los propsitos de Dios, pueden ofrecerle la adoracin exclusiva que merece adoptando una postura firme ante el paganismo en todas sus formas y dando fiel testimonio de la verdad del evangelio en su vida diaria. El ejercicio completo de su sacerdocio real se producir en el tiempo del retorno de

    Cristo y de su triunfo definitivo. Ms que cualquier otro libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis

    de Juan destaca la importancia de la alabanza y la aclamacin como medio de honrar a Dios y de animar a su pueblo a confiar en l y obedecerle. Un aspecto clave del servicio sacerdotal de la comunidad del nuevo pacto es hacer or sus alabanzas. Ello tiene expresin en la reunin de su pueblo, y una segunda expresin en el contexto de la vida diaria y las relaciones.

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