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LEER POR LEER: UN PORVENIR PARA LA LECTURA* n porvenir para la lectura, entendida como una actividad cultural 0 deleite para el hombre alfabetizado, esta asegurado, en la medida que es cierto que en el futuro pr6ximo continuara la otra actividad municativa fundamental, propia de las sociedades alfabetizadas: la la escritura. Hasta que dure la actividad de producir textos a traves de escritura (en cualquiera de sus formas), seguira existiendo la actividad leerlos, al menos en alguna proporci6n (sea maxima 0 minima) de la blaci6n mundial. Por otra parte, no parece que puedan surgir serias dudas sobre la con- ·linuidad en un futuro mas 0 menos cercano de la producci6n de la escri- tura por parte de las clases culturales de la sociedad humana. Nuestro :mundo produce actualmente, con funciones muy diferentes, una canti- dad de escritos mucho mayor de cuanto se producia a priucipios 0 a me- diados de este siglo y de cuanto se haya producido nunca en los siglos pa- sados; en la mayoria, si no en la totalidad de los casos, se trata de escritura destinada a cualquier actividad de lectura inmediata 0 distanciada en el tiempo, limitada 0 difundida socialmente. No vemos de que modo 0 por que esta actividad esencial para el desarrollo de importantes funciones burocraticas, informativas y productivas, podria 0 deberia dejar de existir. En definitiva, los hombres (0 algunos de ellos) continuaran leyendo mientras haya hombres (los mismos u otros) que sigan escribiendo para * «Lire pour lire. La lecture litteraire» es el tItulo (tornado de un fragmento de Georges Perec) del n." 7 (1990) de Textuel, peri6dico de la Universidad de Paris VII;coordinado por B. Sarrazin y R. Sctrick, que contiene una serie de estudios sobre la lectura personal y literaria, y sobre la acadernica. Para cornprender este capitulo conviene recordar que fue escrito en la decada de los ochenta. {N. delE.].

Petrucci

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LEER POR LEER: UN PORVENIRPARA LA LECTURA*

n porvenir para la lectura, entendida como una actividad cultural 0

deleite para el hombre alfabetizado, esta asegurado, en la medidaque es cierto que en el futuro pr6ximo continuara la otra actividad

municativa fundamental, propia de las sociedades alfabetizadas: lala escritura. Hasta que dure la actividad de producir textos a traves de

escritura (en cualquiera de sus formas), seguira existiendo la actividadleerlos, al menos en alguna proporci6n (sea maxima 0 minima) de lablaci6n mundial.Por otra parte, no parece que puedan surgir serias dudas sobre la con-

·linuidad en un futuro mas 0 menos cercano de la producci6n de la escri-tura por parte de las clases culturales de la sociedad humana. Nuestro

:mundo produce actualmente, con funciones muy diferentes, una canti-dad de escritos mucho mayor de cuanto se producia a priucipios 0 a me-diados de este siglo y de cuanto se haya producido nunca en los siglos pa-sados; en la mayoria, si no en la totalidad de los casos, se trata de escrituradestinada a cualquier actividad de lectura inmediata 0 distanciada en eltiempo, limitada 0 difundida socialmente. No vemos de que modo 0 porque esta actividad esencial para el desarrollo de importantes funcionesburocraticas, informativas y productivas, podria 0 deberia dejar de existir.En definitiva, los hombres (0 algunos de ellos) continuaran leyendomientras haya hombres (los mismos u otros) que sigan escribiendo para

* «Lire pour lire. La lecture litteraire» es el tItulo (tornado de un fragmento de GeorgesPerec) del n." 7 (1990) de Textuel, peri6dico de la Universidad de Paris VII;coordinado por B.Sarrazin y R. Sctrick, que contiene una serie de estudios sobre la lectura personal y literaria, ysobre la acadernica.

Para cornprender este capitulo conviene recordar que fue escrito en la decada de losochenta. {N. delE.].

que cuanto escriban sea leido por alguien; y todo ello nos hace pensar queesta situacion continuara existiendo al men os durante alglin tiempo.

Seglin Robert Pattison, «la literacy de la epoca de los faraones en ade-lante no ha padecido estragos, sino solamente cambios»l; y podemospresuponer que seguini cambiando sin desaparecer.

De modo que no es esta la cuestion que puede interesar al historia-dor profeta 0 al analista de los comportamientos socioculturales demasa. La pregunta que nos interesa es mas suti!: ~cual sera en el futuroproximo la actividad de lectura de los hombres?, ~cuanto se extenderasocialmente y sobre que tratara?, ~que importancia y que junciones tendraen la sociedad?, ~lademanda de lectura crecera0 disminuira?Y ~como secomportaran con respecto a esto las diversas ,areas socioculturales delplaneta? Ypor ultimo, ~esverdad 10 que se ha afirmado recientemente,es decir, que «la actividad de leer se retrae en la misma medida en que laoperaci6nde leer se universaliza?,,2.

Los historiadores nunca han sido buenos profetas; ellos tienen, comosabemos, numerosas dificultades para investigar e interpretar el pasadoy tienen aun mas para adivinar el futuro; asi pues, nadie puede pedirlesque se transformen en videntes.

A pesar de ella, si es licito aventurar algunas previsiones sobre losmecanismos del comportamiento humano en un sector complejocomo el de la culturizacion, es posibe hacerlo solo partiendo del amili-sis de los datos relativos a la situacion de la alfabetizacion, de la produc-cion y de la demanda de textos, y de la circulacion de publicaciones enel mundo en la ultima decada.

Debemos ac1arar en primer lugar que un problema Como el quehemos expuesto al principio -y que es el nuc1eo de este trabajo- nopuede afrontarse desde una optica limitada a los paises desarrolladosde Europa y de America, sino con una perspectiva a nivel mundial;bien porque el porvenir de la lectura esta enjuego no donde esta esuna practica habitual y consolidada, sino alli donde no 10 es, bien por-que las novedades de la demanda, de la oferta, de los usos y practicasde la lectura solo pueden proceder de las situaciones de frontera, alIidonde la lectura, de la mayoria y de la elite, ahora se esta formando ydifundiendo, en situaciones socioculturales absolutamentenuevas

respecto al pasado y respecto a los paises de antigua alfabetizacion. Yen el fonda, 0 sobre todo, tambien porque, como ha escrito reciente-mente un historiador de la literatura con resuelta sinceridad:

De ahora en adelante a los intelectuales mas rigurosos 0 solo mas ho-nestos no les sera suficiente dar cuenta del privilegio occidental: debe-ran medirse con el otro, con alguien diferenteal que no siempre sera posi-hIe exorcizar invocando la locura y la barbarie del atras03•

Los datos de los que disponemos, y que provienen de las investigacio-nes de la Unesco, presentan un cuadro que esta modificandose rapida-mente yque esta muy diversificado en las diferentes areas del globo, delcual resulta 10 siguiente:

a) EI proceso de alfabetizacion esta en lento crecimiento en termi-nos de porcent.ye, pero el numero de los analfabetos es cada vez mayoren terminos numericos y ya ha superado los mil millones. En 1980 ha-bia una tasa de analfabetismo del 28,6 por ciento, correspondiente a824 millones de individuos; en 1985 el porcentaje habia descendido li-geramente al 28 por ciento, pero el numero totalllego a 889 millones.Las areas en las cuales el analfabetismo estaba mas difundido estan 10-calizadas sobre todo en Africa (en algunos paises arabes y en otros deeconomia fundamentalmente rural), en America Latina (Guatemala,Ecuador, Peru, Haiti y Bolivia), en Asia, sobre todo entre los paises mu-sulmanes (Pakistan, Mganisttin y Arabia Saudi). Aparte de estos casosextremos, un problema de analfabetismo extendido esta presente encasi todos los paises african os, en gran parte de los latinoamericanos yen numerosos paises asiaticos. Ademas, tambien en muchos de los pai-ses llamados desarrollados estin presentes altos porcentajes de analfa-betismo de regreso y de analfabetismo primario de origen exterior, si-tuado especialmente en las grandes areas urbanas. Aparte, tenemos elcaso de Estados Unidos, donde la difusion social del analfabetismo en-tre negros, latinoamericanos y empleados urbanos es muy importante yha dado lugar en las dos ultimas decadas a encuestas y a campaiias dealfabetizacion, que practicamente no han obtenido resultados.

b) Las causas de la permanencia del analfabetismo en grandes areasdel mundo no dependen solo del bajo nivel economico, sino tambiende razones polfticas e ideologicas. Existen regimenes que no han acogi-do de buen grado el desarrollo de la educacion de masas (por ejemplo,Haiti y Peru), y otros, comolos musulmanes, donde la educacion de la

mujer esta bloqueada; efectivamente, una de las consecuencias delanalfabetismo femenino, caracteristico de los paises que viven con unafuerte ideologia religiosa, es un desarrollo demografico incontrolado,que asu vez contribuye a mantener altas las tasas de analfabetismo ge-neral. Las unicas campaiias logradas de alfabetizacion social son las dealgunos paises (como Cuba, Vietnam y la Nicaragua sandinista) que,con el modelo sovietico, han implicado alas mujeres en el proceso edu-cacional y han apoyado campaiias de control de natalidad.

c) La produccion de libros crecio vertiginosamente en todo el mundoen los ochenta, tanto en los dos paises gigantes, Estados Unidos y laUnion Sovietica, como en Europa, como en los paises pertenecientes aotras areas (pero solo a partir de la ultima decada). En 1975 fueronproducidos en el mundo 572.000 titulos; en 1980, 715.000; en 1983,772.000. A principios de los ochenta, Europa, con un 15 por ciento de lapoblacion, producia aun e145,6 por ciento de los libros; la Union Sovie-tica, con e18,1 por ciento de la poblacion, el14,2 por ciento, y EstadosUnidos, con el 7,5 por ciento de la poblacion, el 15,4 por ciento. Estecuadro esta destinado a cambiar en el futuro, pero no de un modo radi-cal, ni excesivamente rapido.

d) Por 10que respecta a la prensa, en 1982 se producian en todo elmundo 8.220 periodicos, 4.560 en los paises desarrollados (en EstadosUnidos, 1.815). Era muy abundante la circulacion de ejemplares enpaises con una antigua tradition de lectura y de informacion: en GranBretaiia se contaban 690 ejemplares por cada mil habitantes; enJapon,751; en Suecia yen Alemania del Este, 496; y en Francia, 205.

e) Los prestamos de libros efectuados en las bibliotecas publicasproporcionan datos analogos. SegUn el computo de 1980, Estados Uni-dos esta en cabeza con 986 millones de vohimenes, seguido de la UnionSovietica, con 665 millones, y por Gran Bretaiia, con 637; 10que quieredecir que, dado el porcentaje de poblacion, este ultimo es el pais en elque la circulacion librera por la via del prestamo es la mas alta del mun-do. Le siguen Francia con 89 millones, Dinamarca con 79 y Suecia con77; pero para estos dos ultimos paises valen las mismas consideracionesque hemos planteado para Gran Bretaiia.

Aparte de fenomenos recientes, relacionados sobre todo con positi-vas evoluciones politicas de areas 0 paises de America Latina, en Africa 0en Asia, es, pues, evidente que la mayor produccion y la mas difundidacirculacion de libros y de periodicos se situan en los paises mas alfabeti-zados y los mas poderosos economicamente; y, en particular, en algunos

paises europeos con una tradicion cultural antigua. Las areas en las quela circulacion de textos escritos es menor 0 infima son aquellas no solodebiles economicamente, sino tambien donde la presion demografica esmas fuerte y se mantiene ala mujer al margen del proceso educaciona14•

En el ultimo siglo casi todas la~ campaiias de alfabetizacion de masas,conducidas en los niveles nacionales 0 mundiales (por ejemplo desdela Unesco), en paises avanzados 0 en antiguas colonias, han incididofundamentalmente en potenciar y difundir la capacidad de leer, no lacapacidad de escribir5• Tal eleccion ha sido, evidentemente, el fruto deun planteamiento consciente de caracter pedagogico de las institucio-nes que en todo el mundo han elaborado diversas ideologfas y metodo-logfas del aprendizaje: la escuela de los Estados burgueses y la Iglesia(los cuales, a pesar de la competencia existente entre enos, estan deacuerdo sobre este punto); el aparato bibliotecario (en especial el delos paises anglosajones), elaborador de la ideologia democnitica de lalectura publica; la industria editorial, interesada en la creacion de unpublico cada vez mas amplio de personas que lean, no que escriban. Enrealidad en la base de esta eleccion universal, comun a todos los Go-biernos y a todos los poderes, hubo algo mas: la consciencia de que lalectura era, antes de la llegada de la television, el medio mas adecuadopara determinar la difusion de valores e ideologfas y ademas, el quemas facilmente se podia regular una vez que se hubieran llegado a con-trolar los procesos de produccion y sobre todo los de distribucion y deconservacion de los textos; mientras que la escritura es una capacidadindividual y totalmente libre, que se puede ejercitar de cualquier modoyen cualquier lugar, y con la que se puede producir 10que se quiera, almargen de todo control eincluso de toda censura.

Es derto que se puede controlar incluso la produccion de la escritura,en los niveles altos y de la cultura oficial, y se puede hacer del modo masbrutal 0 del mas suave;Michel Foucault 10ilustro muy bien en un texto demilagrosa claridad hace algo mas de cuarenta aiios6. Sin embargo, en com-paracion, el control de la lectura parece mas directo y mas simple y,natu-ralmente, menos doloroso. Para que fundone es necesario solo que laslecturas del publico que hay que alfabetizar y educar (y,por tanto, adoctri-nar) esten orientadas hacia un determinado corpus de obras y no hacia

otras, hacia un canon fijo que puede ser mas 0 menos amplio, mas liberalo mas restrictivo, pero que se impone exactamente como un canon, es de-dr, como un valor indiscutible que hay que asumir en cuanto tal.

SegUn las definiciones corrientes el «canon» es un «elenco de obraso de autores propuesto como norma y como modelo»7; cada culturaescrita ha tenido uno 0 mas canones validos absolutamente 0 en ambi-tos concretos (religioso, literario, etc.). Asimismo, nuestra tradici6n li-teraria occidental ha elaborado uno, suficientemente amplio para satis-facer las necesidades de la industria editorial, pero tambien 10bastanterigido para reproducir los valores ideo16gicos, culturales y politicosque estin en la base de la visi6n del mundo occidental desde hace dossiglos hasta este momento y que incluye autores y obras desde Romeroa los maitres a penserdel College de France.

~C6mo ha sido elaborado? Para entenderlo es necesario recurrir alya mencionado ensayo de Foucault y al elenco que el elabora de los fac-tores y, utilizando sus palabras, de los procedimientos que determinanen la vida de nuestra cultura «l 'ordre du discours», partiendo de la hip6te-sis de que en cualquier sociedad la producci6n del discurso es a la vezcontrolada, seleccionada, organizada y distribuida por medio de uncierto numero de procedimientos que tienen la funci6n de conjurarlos poderes y los peligros, de gobernar el evento aleatorio y de esquivarla pesada y temible materialidadB•

Estos procedimientos son: la interdicci6n, la marginaci6n, la volun-tad de verdad, el comentario, la disciplina, los rituales socioculturales,las doctrinas reconocidas y los sistemas educativos. El analisis de Foucaultse refiere a la producci6n del texto; pero todo cuanto ha escrito puedeser aplicado al uso del texto, es deeir, a la lectura, que en una culturaescrita organizada esta sometida a procedimientos de interdicci6n y decontrol analogos, si no identicos, a los que esta expuesta la producci6nde textos. El propio Foucault observaba que en la variada riqueza deproducci6n de textos se puede identificar un aspecto positivo de infini-ta fecundidad, y concluia:

Es posible, pero de todos modos, se trata de principios coercitivos; y esprobable que no nos podamos dar cuenta de su papel positivo y multi-plicador, si no se considera la funci6n restrictiva yvinculante9•

En los arros treinta y cuarenta en Estados Unidos, en consonancia conel New Deal rooseveltiano, se consolid6 y se difundi6 posteriormente la

ideologia tipicamente anglosajona de la public library como instrumen-to fundamental de la democracia. En guias para bibliotecarios y enobras de investigation sociologica sobre la educacion basica y sobre lalectura se afirmaba que el repertorio valido para una lectura positivayabsolutamente utH para los individuos y para las comunidades era elque se fundaba sobre los estandares aprobados por generaciones deintelectuales autorizados y referido a un sistema mas elevado de valo-res. Aunque hoy dfa resulta algo embarazosa, la lectura de este tipo deproduccion, ampliamente difundida y muy influyente a muchos nive-les, crea la impresion de que en la ideologfa del progresismo democra-tico americano era conscientemente entendida como instrumento deformacion y de control socialjustamente porque se limitabaa un «ca-non» reconocido y homogeneo de autores y de obras fundado en laautoridad de la tradicion.

'de la lectura», sino que ni siquiera han adquirido el respeto, tradicionalen el lector de libros, por el orden del texto, que tiene un principio yun final y que se lee seglin una secuencia establecida por otros; por otraparte, estos lectores son tambien capaces de seguir una larguisima seriede acontecimientos, con tal de que contenga las caracteristicas del hi-perrealismo mitico, que son propias de la ficci6n narrativa de tipo «po-pular».

El orden tradicional de la lectura consistia (y consiste) no s610 en unrepertorio unico y jerarquizado de textos legibles y «leyendas», sinotambien en determinadas liturgias del comportamiento de los lectoresy del uso de los libros, que necesitan ambientes convenientemente pre-parados e instrumentos y equipos especiales. En la milenaria historiade la lectura siempre se han contrapuesto las pcicticas de utilizaci6ndel libro rigidas, profesionales y organizadas con las pcicticas libres,independientes y no reglamentadas. En Europa, durante los siglos XIII

YXIV, por ejemplo, la lectura de los profesionales de la cultura escrita,rodeados de libros, atriles y otros instrumentos, se oponia a las libresexperiencias de lectura del mundo cortes y a las que carecian de disci-plina y de reglas del «pueblo» burgues de lengua vulgar.

Mientras ha durado, el orden de la lectura imperante dictaba inclu-so a la civilizaci6n contemponinea algunas reglas sobre los modos enque debia realizarse la operaci6n de la lectura y los comportamientosde los lectores; esas reglas descienden directamente de las pcicticas di-dacticas de la pedagogia moderna y han encontrado una puntual apli-caci6n en la escuela burguesa, institucionalizada entre los siglos XIX YXX. Segun tales reglas, se debe leer sentado manteniendo la espaldarecta, con los brazos apoyados en la mesa, con ellibro delante, etc.;ademas, hay que leer con la maxima concentraci6n, sin realizar movi-miento ni ruido alguno, sin molestar a los demas y sin ocupar un espa-cio excesivo; asimismo, se debe leer de un modo ordenado respetandola estructura de las diferentes partes del texto y pasando las paginas cui-dadosamente, sin doblar ellibro, deteriorarlo ni maltratarlo. Sobre labase de estos principios se proyectaron las salas de lectura de las publiclibraries anglosajonas, lugares sagrados para la lectura «de todos», y queen consecuencia resultan practicamente identicas a las salas de lectura

tradicionales de las bibliotecas dedicadas al estudio, al trabajo y a la in""'vestigacion.

La lectura, teniendo como base estos principios y estos modelos, esuna actividad seria y disciplinada, que exige esfuerzo y atencion, que serealiza con frecuencia en comun, siempre en silencio, seglin unas rigi-das normas del comportamiento; los demas modos de leer, cuando 10hacemos a solas, en algun lugar de nuestra casa, en total libertad, sonconocidos y admitidos como modos secundarios, se toleran de malagana y se eonsideran potencialmente subversivos, ya que comportan ac-titudes de eseaso respeto hacia los textos que forman parte del «canon»y que, por tanto, son dignos de veneracion.

SegUn una investigacion llevada a cabo por Piero Innocenti sobre ungrupo de lectores italianos completamente aleatorio, todos eUosde cul-tura media-alta, los habitos de lectura de los italianos, al menos en nive-les de edad y clase social documentados, son mas bien tradicionales. So-bre ochenta entrevistados, solo algunos desean leer al aire libre; doce deel105seiialan que prefieren leer sentados ante una mesa 0 un escritorio;y cuatro indican tambien la biblioteca como lugar de lectura. De todosmod05, el espacio favorito es la casa y dentro de eUa su habitacion (elque]a tiene), mientras que la forma de leer varia entre la cama y el si-llon; ]a mayona considera el tren como un optimo lugar para la leetura,practicamente equivalente al sillon easero. Sustancialmente se trata derespuestas que remiten aun codigo del comportamiento que aun estavigente desde los siglos XIX Y XX, vinculado a unas costumbres (con ex-cepcion del tren) que se establecieron hace algunos siglos en la Europamodema y que basicamente carece de novedades relevantes24•

El convencionalismo y el tradicionalismo de los habitos de lecturade 105entrevistados de esta investigacion proceden tanto del elevadogrado de cultura, como de la clase social, la edad y del hecho de que setrata de europeos culturizados. En este sentido, no es casual que la uni-cajoven del gropo de menos de veinte alios de edad y que solo teniaestudios primarios ha mostrado preferencias y habitos claramenteopuestos a los de los demas, y entre las maneras de'leer ha selialadotambien la de tumbarse en el suelo sobre una alfombra25•

Ya se ha apuntado el hecho de que los jovenes de menos de veintealios de edad representan potencialmente a un publico que rechazaeualquier clase de canon y que prefiere elegir amirquicamente. En rea-lidad, reehazan tambien las reglas de comportamiento que todo canonincluye. Como se ha escrito recientemente, «losjovenes afirman que

leen de todo, siempre y en cualquier lugar. El tebeo tiene esta caracte-ristica, que se adapta a todos los ambientes ...»26.

La impresi6n que se tiene cuando se frecuentan los lugares de estu-dios superiores en Estados Unidos y en especial algunas hihliotecas uni-versitarias (si es que una experieneia personal y casual puede asumir unsignificado general) es que losjovenes lectores estan camhiando. comoen todos los paises, las reglas del comportamiento de la lectura que hastaahora han condicionado rigidamente este habito. Yesto se advierte enlas bibliotecas, 10 cual es aun mas importante para el ohserYador euro-peo, porque significa que el modelo tradieional ya no tiene validez ni si~quiera en ellugar de su consagraeion, que en otros tiempos fue triunfal.

(Como se configura el nuevo modus legendi que representan 10s j6ve-nes lectores?

Este comporta, sobre todo, una disposici6n del cuelpO totalmentelibre e individual, se puede leer tumbado en el suelo. apoyado en unapared~ sentado debajo de la mesa de estudio, poniendo 105 pies encimade la mesa (este es el estereotipo mas antiguo y conocido). etc. En se-gundo lugar, los «nuevos lectores» rechazan casi en su totalidad 0 lostitilizan de manera poco comun 0 imprevista los soportes habituales dela operaeion de la lectura: la mesa, el asiento y el escritorio. Pues ellosraramente apoyan en el mueble ellibro abierto, sino que m3s hien tien-den a usar estos soportes como apoyo para el cuerpo. Ias piemas y losbrazos, con un infinito repertorio de interpretaciones diferentes de lassituaciones ffsicas de la lectura. Asf pues, el nuevo modus Iegmdi com-prende asimismo una relaei6n ffsica con ellibro intensa y directa. mu-cho mas que en los rriodos tradicionales, El libro esta enormementemanipulado, 10 doblan, 10 retuercen, 10 transportan de un lado a otro,10 hacen suyo por medio de un uso frecuente, prolongado y violento,tipico de una relaci6n con ellibro que no es de lectum yaprendizaje,sino de consulIlo.

El nueVo modo de leer influye en el papel social y en la presencia dellibro en la sociedad contemporanea, contribuyendo a modificarlo conrespecto al pasado mas proximo, como es faeil constatar si examinamoslas modalidades de conservacion. SegUn las reglas de comportamientotradicionales, ellibro debia ~y deberia- ser conservado en un lugaradecuado, como Ia biblioteca, 0 dentro de ambientes privados en mue-hIes espedficos, como librerfas, estanterfas, armarios, etc. Sin embar-go, actualmente eIIibro en una casa (incluso ahora tambien en las bi-bliotecas en donde Ios materiaies de consulta ya no son s6lo los libros)

eonvive eon un gran numero de objetos diferentes de informacion y deformacion eleetronieos y eon los abundantes gadgets teenologieos 0 pu-ramente simbolieos que deeoran los ambientes juveniles y que earaete- I

rizan su estilo de vida. Entre estos objetos ellibro es el menos caro, elmas manipulable (podemos escribir en el, ilustrarlo, etc.) yel que masse puede deteriorar. Las modalidades de su conservacion estan en es-trecha relacion con las de su utilizaci6n: si estas son casuales, origin alesy libres, ellibro carecera de un lugar establecido y de una colocaci6nsegura. Mientras que los libros sean conservados, se encontraran entrelos demas objetos y con los otros elementos de un tipo de mobiliariomuy variado y seguiran su misma suerte que es, en gran medida, inexo-rablemente efimera.

Todo ello termina por tener a su vez algUn reflejo en los habitos deleetura, en el sentido de que la breve eonservaeion y la ausencia de unacolocacion eonereta y,por tanto, de una loealizacion segura, hacen difi-eil, incluso imposible una operaeion que se repetia en el pasado: la dela relectura de una obra ya leida, y que derivabaestrechamente de unaconcepcion dellibro como un texto para reflexionar, aprender, respe-tar y recordar; muy diferente al concepto actual dellibro como puro ysimple objeto de uso instantaneo, para consumir, perder 0 inclusive ti-rar en cuanto se ha leido.

Hace ya algun tiempo Hans Magnus Enzensberger, despues de ha-ber afirmado perentoriamente que «la leetura es un acto anarquico»,reivindicaba la absoluta libertad del lector, contra el autoritarismo de latradicion critico-interpretativa:

Elleetor tiene siempre razon y nadie Ie puede arrebatar la libertad dehaeer de un texto el uso que quiera.

Forma parte de esta libertad hojear ellibro por eualquier parte, saltarsepasajes completos, leer las frases al reves, alterarlas, reelaborarlas, con-tinuar entrelazandolas y mejorandolas con todas las posibles asociacio-nes, reeavar del texto eonclusiones que' el texto ignora, enfadarse y ale-grarse con el, olvidarlo, plagiarlo, y,en un momenta dado, tirar ellibroen eualquier rincon27•

La situaci6n en la que nosencontramos actualmente parece, pues,quese caracteriza por fuertes sintomas de disoluci6n del «orden de la lectu-ra» propio de la cultura escrita occidental, tanto en 10concerniente alrepertorio como en 10que se refiere a los habitos de utilizaci6n y deconservaci6n. A ello contribuye intensamente un sistema productivoque se comporta de un modo irracional, que tiende a recoger el maxi-mo provecho en el minimo tiempo, sinprestar atenci6n a las perspecti-vas futuras; mientras que la coexistencia de los libros (yotros materialeseditados) con los elementos audiovisuales margina a los primeros, quese debilitan por su sustancial incapacidad de adaptaci6n a los nuevostiempos y a los habitos de utilizaci6n, y los metodos de aprendizaje cadavez tienden mas a prescindir del escrito tradicional. Un aspecto com-plementario de este fen6meno es el nacimiento de esas nuevas practi-cas de lectura que ya se han analizado y que se encarnan en la figura del<<lectoramirquico», hasta ahora representado sobre todo por 10sj6ve-nes, pero que esta destinado a multiplicarse y, probablemente, a llegara ser el modelo prevalente del futuro pr6ximo.

A este nuevo lector y a sus innovadoras practicas de lectura corres-ponde de alguna forma, en el ambito del ciclo productivo del libro,otra figuraan6mala y potencialmente «anarquica>,: la del escritor deconsum?, que escribe textos de seudoliteratura, que reescribe textosde otros autores, que redacta novelas rosas 0 novelas negras, 0 recoge ytranscribe noticias de peri6dicos; con frecuencia esta clase de escritoresta condenado al anonimato y excluido de las redacciones de los pe-ri6dicos. Se trata de un fen6meno que no es nuevo en la larga historiade la cultura escrita occidental, que ha aparecido en todos los momen-tos de crisis de la producci6n, de elevado crecimiento de publico y devariedad en la demanda del producto, como por ejemplo en la Franciade la segunda mitad del siglo XVIII, en visperas de la Revoluci6n28. Enlas distintas fases de su historia esta ambigua figura ha asumido con fre-cuencia un papel activo de pro testa contra el sistema .cultural (y politi-co) vigente, del mismo modo en que pod ria suceder, y en parte ha suce-dido, con su analogo: ellector «anarquico».

Todo cuanto se ha expuesto hasta el momenta es valido sobre todo,si no exclusivamente, para el muno occidental avanzado, que, ademasde Europa, incluye a Estados Unidos, la Uni6n Sovietica (al menoshasta 1989) ,Jap6n y algunas otras areas diseminadas; no es valido para

otras fuertes tradiciones culturales que aun se identifican profunda-mente con sus especfficos «canones» textuales y poseen sus propias li-turgias de Iectura; en primer lugar, para el mundo islamico, que tieneun rico patrimonio de ampl4a cultura escrita al cual no parece dis-puesto a renunciar ni siquiera con vistas a un dificultoso proceso deoccidentalizacion del consumo; y tam poco para el universo chino,aun cerrado desde el punto de vista cultural con respecto a una tradi- _cion muy compacta y dogmatica, aunque riquisima en cuanto a pro--duccion escrita de desiguales niveles.

EI hecho de que el' mundo este dividido en areas culturales nota-blemente diferentes entre si, tambien en el campo de la produccion ydel uso de la cultura escrita, no es, naturalmente, una novedad, puesasi ha sido siempre y cabe decir que las diferencias entre la prdduc-cion escrita y las practicas de Iectura entre las diferentes areas eran eneI pasado mas lejano y en el proximo mucho mas pronunciadas de loque 10 son en estos momentos. Sin embargo, exactamente por esto di,

problema de un devenir univoco 0 multiple de la Iectura se plantea,con urgencia en este final de siglo en eI que en el ambito de la cultum'mediatica las tendencias a los monopolios y a la desaparicion de !asdiferencias, del mercado. y de los productos, se hacen cada vez m3ltcIaras.

En definitiva, por 10 que podemos preyer parece que, por una pte, desde una perspectiva general, eI debiIitamiento del canon oc ",dental y su mezcIa con otros repertorids, en situaciones de conflictode pluralidad de razas, y por otra parte, desde una perspectiva indio ,.dual, encontramos la consolidacion de practicas «anarquicas» quetan convirtiendo la Iectura en un fenomeno fragmentado y disemina-odo y absolutamente carente de reglas, excepto en el nivel personal 0 depequeiios grupos. Completamente opuesto, pues, a 10 que sucede conlos medios decomunicacion electronicos y en especial con la televi-sion, cuyo «canon» de programas tiende rapidamente a uniformarse anivel mundial y a homologar al publico de cualquier tradicion culturalala quepertenezca. Aunque la batalla del zapping comienza aCdnsu..tuir un factor de anarquico desorden individual dentro del ferreo «or-den del video».

Realmente puede parecer erroneo (aunque tal vez inevitable) pre-guntarse en este momento si el porvenir de la Iectura tal como la he-mos planteado aqui, hecha de practicas individuales, eIecciones per-sonales y de rechazo de reglas y jerarquias, de caos productivo y de

consumo salvaje, de metissages de repertorios diversos, de niveles deproduccion diferentes pero paralelos, puede ser considerado 0 no co-mo un fenomeno positivo. En realidad, este parece configurarsecomo un fenomeno difundido y complejo, destinado a consolidarse ya afirmarse en una 0 dos decadas, coincidiendo con el paso del segun-do al tercer milenio. Solo dentro de cincuenta 0 cien anos podremossaber adonde nos ha conducido y si 10 deseamos, emitiremos una opi-nion. Por ahora, no; es dem.asiado prematuro.

BAJO LA DIRECCION DE

GUGLIELMO CAVALLO Y ROGER CHARTIER

HISTORIA DE LA LECTURAEN EL MUNDO OCCIDENTAL

ROBERT BONFIL, GUGLIELMO CAVALLO,

ROGER CHARTIER,JEAN-FRAN<;OIS GILMONT,

ANTHONY GRAFTON, JACQUELINE HAMESSE,

DOMINIQUE JULIA, MARTYN LYONS, MALCOLM PARKES,

ARMANDO PETRUCCI, PAUL SAENGER,JESPER SVENBRO,

REINHARD WITTMANN