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El “deprimido” Farré ya ha sido detenido. / EFE Bautista no controlaba los gastos de sus íntimos. / EFE El autor británico de ‘Retorno a Brideshead’. Farré pagó hasta 9.500 euros en una sola noche de alcohol y “sexo de autor” Evelyn Waugh, el testimonio de un converso inglés en Tierra Santa El ex jefe de gabinete de Teddy Bautista imputaba los gastos a su tarjeta de la SGAE Alega que estaba “deprimido” La actual directiva de la entidad felicita a Intereconomía por su exclusiva Pág. 43 LA GACETA adelanta la publicación de ‘Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares’ (Elba), un texto inédito en español Pronóstico “muy reservado” para Padilla, que sufre parálisis facial irreversible Pierde asimismo la visión del ojo izquierdo Su apoderado, Diego Robles, relata en exclusiva su llegada al quirófano Pág. 45 I. P. Madrid Al narrar su experiencia en Tierra Santa, Evelyn Waugh pasó de la “desa- zón inicial” a “la venera- ción subyugada y diáfana”, según Valentí Puig, autor del magnífico prólogo que encabeza Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares, un recopilatorio de textos inéditos del autor británi- co –y católico converso– que ahora publica la edito- rial Elba y anticipa este diario. Pág. 42 La Gaceta. Domingo, 9 de octubre de 2011. Número 6.957 CULTURA

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Page 1: Pág. 45 CULTURA

El “deprimido” Farré ya ha sido detenido. / EFEBautista no controlaba los gastos de sus íntimos. / EFE

El autor británico de ‘Retorno a Brideshead’.

Farré pagó hasta 9.500 euros en una sola noche de alcohol y “sexo de autor”

Evelyn Waugh, el testimonio de un converso inglés en Tierra Santa

El ex jefe de gabinete de Teddy Bautista imputaba los gastos a su tarjeta de la SGAE ● Alega que estaba “deprimido” ● La actual directiva de la entidad felicita a Intereconomía por su exclusiva Pág. 43

LA GACETA adelanta la publicación de ‘Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares’ (Elba), un texto inédito en español

Pronóstico “muy reservado” para Padilla, que sufre parálisis facial irreversiblePierde asimismo la visión del ojo izquierdo ● Su apoderado, Diego Robles, relata en exclusiva su llegada al quirófano Pág. 45

I. P. MadridAl narrar su experiencia en Tierra Santa, Evelyn Waugh pasó de la “desa-

zón inicial” a “la venera-ción subyugada y diáfana”, según Valentí Puig, autor del magnífico prólogo que

encabeza Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares, un recopilatorio de textos inéditos del autor británi-

co –y católico converso– que ahora publica la edito-rial Elba y anticipa este diario. Pág. 42

La Gaceta. Domingo, 9 de octubre de 2011. Número 6.957

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42 LA GACETA Domingo, 9 de octubre de 2011

Cultura_ PREPUBLICACIONES

Evelyn Waugh, un peregrino británico en Tierra Santa

“El viaje a Tierra Santa es prácticamente un género en la literatura occidental”, apunta el escritor Valentí Puig en su magistral prólo-go a Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares, un inédito de Evelyn Waugh que mañana pone a la venta la editorial Elba en toda España. Para Puig, Waugh pasa en Tierra Santa, como tantos peregrinos occiden-tales, “de la desazón inicial a la veneración subyugada y diáfana”. El escritor inglés, autor de Retorno a Brideshead, y en quien “el conservadurismo católico tuvo una gran prueba de rigor”, aporta en este volu-men el testimonio de sus dos viajes a Jerusalén, el primero de ellos con poco más de treinta años, y el segundo por encargo de la revista Life, nada más decretarse la fundación del Estado de Israel.

En el SepulcroAsí describe Evelyn Waugh los ofi cios que se celebran en el Santo Sepulcro: “Un poco antes de las 11 de la noche, comienzan a apare-cer y a moverse luces en pasillos y rendijas insospe-chadas. Se oyen resoplidos, pies que se arrastran y, desde sus diversos cubiles –el griego desde una balco-nada sobre la roca del Cal-vario, el franciscano desde un túnel escarbado en el muro por debajo de la capi-lla católica, el armenio desde una salida de incen-dios metálica justo por encima del lugar del Stabat Mater–, tres barbudos sacristanes aparecen y

comienzan a rellenar y arreglar las lamparillas. Al poco, se oyen golpes en la puerta, nudillos, aldabas de madera, un timbrazo eléctrico en alguna parte, un bostezo, un murmullo, una tos, un crujido. A las once y media, comienza a sonar algo parecido a un tambor de guerra. Son los griegos. Después, un ruidoso e irre-gular entrechocar de tablas. Son los armenios. Después, dos turiferarios

silentes aparecen y van avanzando en sentido con-trario alrededor de todo el edifi cio, incensando cada altar con un tintineo de latón y nubes de humo aro-mático. Luego, comienzan a encenderse pequeñas bombillas eléctricas de luz cruda. Los monjes y los frailes se reúnen en sus coros y, justo antes de la med ia noche , comienzan los ofi-cios nocturnos, con la severa monotonía de los católicos for-mando un contraste con el regocijo exuberante de los armenios, que quedan fuera del alcance de la vista, por encima de su escalera metálica, en su propia cripta res-plandeciente, y cuya música suena como

“Uno ha estado en el corazón de su religión. Todo está ahí”

Elba publica ‘Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares’ ● LA GACETA ofrece en exclusiva un adelanto del inédito, prologado por Valentí Puig y traducido por Ignacio Peyró

Jerusalén. Viaje a los Santos Lugares.

De Evelyn Waugh. Con prólogo de Valentí Puig (“Ante el Santo Sepulcro”). Traducción de Ignacio Peyró. El volumen sale a la venta mañana lunes, 10 de octubre. Contiene los textos “La emperatriz Santa Helena” y “La defensa de los Santos Lugares”, inéditos en español.

los tres distintos ritos dicen su misa en la tumba (...). La misa griega es la pri-mera, y le sigue la armenia. Sólo hay espacio para un sacerdote y un acólito en la cámara interior del Sepul-cro. Otros dos o tres se arro-dillan en el cuarto exterior. El resto del coro, de pie, se queda fuera. Mientras se

el convento griego al Norte del patio, y se la entrega al representante de la familia Musedi. Un monje abre la trampilla y saca fuera la escalera. Con un chirrido metálico se da la vuelta a los cierres y la puerta se abre. Los monjes y los por-teros se dicen salaam y los porteros se arrastran de nuevo hacia la cama. A las cuatro y media se dice la misa católica en el Sepulcro, a la que siguen otras a lo largo de las pri-meras horas de la mañana en el Calvario, en la Capilla de los Francos y en la Capi-lla Latina. Y al amanecer, cuando uno sale al patio tras la vigilia, se encuentra con el grito del muecín desde el minarete de la ora-ción de Omar, proclaman-do que no hay otro Dios sino Alá y Mahoma es su profeta. Uno ha estado en el corazón de su religión. Todo está ahí, con todos sus defectos humanos y sus triunfos sobrehuma-nos, y uno se da completa-mente cuenta, quizá por primera vez, de que el cris-

tianismo no echó sus primeras raíces en

Roma, ni en Can-terbury, Ginebra o Maynooth, sino aquí en el Oriente, donde todo está

inseparablemente mezclado y nada se

absorbe. En el Oriente opera una alquimia que es todo lo contrario del mel-ting pot americano. Dife-rentes razas y credos se embisten entre sí durante siglos y eso sólo acentúa su diversidad. La civilización en que nació Nuestro Señor estaba fuertemente dividida, y así ha continua-do. Pero nuestra esperan-za debe ser siempre la uni-dad, y mientras la Iglesia del Sepulcro siga siendo una única casa, por dividi-da que esté, seguirá siendo un recordatorio de esa

esperanza esencial”.

“Los tres distintos ritos dicen su misa en la tumba”

celebra la misa armenia, puede oírse no lejos a los católicos en su capilla, ento-nando otro ofi cio. A las tres y media de la madrugada, los armenios despejan el edículo y el sacristán fran-ciscano se apresura a dispo-ner el altar portátil y los ornamentos de la misa occidental. A las cuatro se abren las puertas. Un sir-

viente de la familia Juded acerca la

llave, que por comodidad se conserva en

un remoto festival de pue-blo de bailes populares y baladas campesinas. El oficio católico es el más breve. Los frailes salen en fila. Los griegos y los armenios siguen cantando. Y entonces algo nuevo, inesperado y no poco deli-cioso agita los sentidos medio dormidos: el olor dulce, inconfundible, del pan recién horneado. Son los cristianos orientales, que cocinan las for-ma s pa r a su s misas. Cada día,