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Puedes adquirir en AMAZON la edición convencional para libro electrónico o descargar libremente la ¨ediacción¨ transmedia e hipertextual en PDF desde www.noticiadeunamanecerfugaz.es

PÁGINA DE INICIO -  · 2017-01-08 · ingeniería política y social, del tipo del que da noticia esta e.novela de texto, no tardará en generar empoderamiento ecociudadano e inducir

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www.noticiadeunamanecerfugaz.es

ALGUNOS COMENTARIOS DE LOS LECTORES “Magnífico libro de Luis de la Rasilla, en el que resalta de forma autobiográfica lo esencial en lo que nuestro tiempo no ha sido capaz de mejorar. Un libro para pensar”

Francisco José Martínez López. Catedrático y ex-Rector de la Universidad de Huelva.

“Tu novela me pareció fascinante, pero en este caso yo no soy un lector objetivo. Vi un viaje por el mundo físico y de los sentimientos muy moderno…”

Vicente Granados Palomares. Profesor titular de Literatura Española en la UNED.

“Ya he leído con muchísimo interés un buen trozo de tu novela. Me encantan: 1) sus novedades formales, en perfecta sintonía con la intertextualidad digital actual, que yo mismo practico; 2) la autenticidad de sus personajes, particularmente los feme-ninos, autenticidad que provoca la identificación de tus lectores con ellas y con ellos; 3) la pertinencia y extrema actualidad de los problemas vitales tratados; 4) la dia-fanidad del punto de vista del narrador principal; 5) la belleza de la lengua que em-pleas, en la cual cabe destacar la elegancia de tu sintaxis; 6) Etc. Gracias, querido Luis, por este excelente regalo”.

Salvador García Bardón. Profesor emérito de la Universidad de Lovaina. Especialista en Semántica y Lexicología.

“Se lee bien porque está bien escrita y porque lo que cuentas tiene interés. Proyecta una mirada audaz, original y rabiosamente crítica de nuestra sociedad bajo la polié-drica luz de un ramillete de experiencias vitales, necesariamente único e irrepetible”.

César E. Díaz-Carrera. Profesor titular de Ciencia Política. Universidad Complutense.

MÁS QUE UNA NOVELA… ¡UN RETO! UNA e.NOVELA DE TEXTO TRANSMEDIA E HIPERTEXTUAL

QUE ANUNCIA LA EDIACCIÓN

NOTICIA DE UN AMANECER FUGAZ, primera parte de la tri-logía homónima que preparo, anuncia una apuesta original que continuará en QUIEBRA EL ALBOR (2017) y en DESPIER-TA LA LIBÉLULA (2018). ¿Cuál? La inexorable transición de los modos de edición tradicional y digital hacia la ediacción. ¿Ediacción? Sí, con dos ces, una modalidad inédita de la ec-dótica (ya sabes, la disciplina que estudia los fines y los me-dios de la edición de textos) que conlleva el tránsito de la escritura a la actoescritura y, por ende, de la lectura a la actolectura. Otro reto, ¿subversivo?, del homo creator que, al incorporar en el texto recursos insólitos que brindan oportunidades de participación en los asuntos públicos, hará actolector al homo ociosus del futuro. Homo ociosus, que provisto de tan formidable herramienta para un auto-adiestramiento cabal en el ejercicio de su nueva ecociu-dadanía o ciudadanía global, podrá prescindir de los disfun-cionales partidos políticos y, ni siquiera, necesitará votar. Y es que tan sugestivo modo de leer actuando o de actuar leyendo, asociado a adelantos por venir en el ámbito de la ingeniería política y social, del tipo del que da noticia esta e.novela de texto, no tardará en generar empoderamiento ecociudadano e inducir inusitadas prácticas en red que tor-

narán obsoleta toda democracia conocida.

Registro General de la Propiedad Intelectual: Asiento núm. 16/2015/7266. Esta obra puede reproducirse si se realiza sin ánimo de lucro y sin modificación alguna,

incluida la portada y los símbolos que incorporan los enlaces.

Edición que incorpora recursos para la acción que brindan oportunidades de autoaprendizaje

y participación en los asuntos públicos.

Modo de escritura en la que, tras ciertos térmi-nos, frases o contextos, el actoescritor sitúa de-terminados signos que propician la actolectura.

Modalidad de lectura que potencia el apren-dizaje y posibilita que el actolector intervenga con criterio en los asuntos públicos.

Signo/enlace, compuesto con la letra alfa y la punta de una flecha, que permite al actolector acceder a una agenda global para la acción eco-ciudadana.

Contracción de oportunidad de participación fraccionada. Signo/enlace que permite al acto-lector compartir en Internet sus propias propues-tas de acción.

El autor

LUIS DE LA RASILLA Sevilla, 1948.

Doctor en Ciencia Política www.proyectointersur.org

[email protected] https://www.facebook.com/luisdelarasillasanchezarjona

(0034)649640770 - 642739340

wikiaccion.org LA AGENDA GLOBAL PARA LA ACCIÓN

ACTÚA

LEYENDO, LEE

ACTUANDO

AULA LIBRE de

ACTOESCRITURA

SINOPSIS

En 2012, entre la radiante primavera de Sevilla —cuando el azar de azahar que revoloteaba el campus se posó inopinadamente en ella— y el fascinante otoño de Nueva Inglaterra —de cielos con nimbos de tormenta—, se suceden un conjunto de lances al socaire del hechizo romántico que atrapa a un viejo profesor y a una joven y encantadora periodista. Él, Álvaro —un francoti-rador que, metamorfoseado en impetuoso y solitario gladiador, ya se embos-ca tras la gigantesca ceiba, ya salta a pecho descubierto a la arena—, más atento al futuro que al pasado; ella —de cautivadora sonrisa y fino deje sevi-llano—, a ambos. Él, obsesionado con el incierto porvenir de la democracia directa y del federalismo global, se aventura con un grupo de universitarios en los Andes, la Amazonía y el Pacífico para debatir con ellos sus ideas; ella —Tere para todos, para él Teresa—, alborozada en el enigma, se empeña en hurgar en las nuevas heridas infligidas, en la década de los ochenta, a un pue-blo pluriétnico —ahora señor, por supuesto, mas esclavo de la geografía artificial y dispersa de los que antaño fuesen territorios españoles del Golfo de Guinea— sometido a una tensión inaudita entre la golosina y los ances-tros. Una crónica a dos voces que arranca con el sacrificio de una misionera española —universitaria inteligente y honesta, asesinada ante la indiferen-cia del Gobierno y de las Cortes, por haberse atrevido a vencer la complicidad del silencio— y la desaparición de la niña testigo. Discurre entre las reflexio-nes —bajo la carpa blanca, apostada frente a la inmensidad del Atlántico, de los Cursos de Verano de Doñana, a bordo del “Isla de Corisco”, en los salones del Continental de Tánger, a la vera de los bellos fiordos de Noruega, ante las inquietantes fauces del Tungurahua y del Cotopaxi, en el silencio del Sahara, los misterios de la Amazonía o el portentoso y amenazante susurro nocturno de la selva africana— en torno a una nueva ciudadanía global —la ecociuda-danía—, el inaplazable fin de la universidad que conocemos, las vicisitudes de los refugiados, el horizonte energético, el surgimiento del homo ociosus o la irrupción de los nuevos instrumentos políticos que ni se imaginan los más bienintencionados e ilusos miembros del mismísimo 15M o de Podemos. Y concluye presentando la primera parte de esta trilogía —en realidad, el primer manuscrito de la historia que da noticia de una insólita modalidad de la ecdótica: la ediacción—a un prestigioso premio literario. Y lo hace en busca de la visibilidad que se requiere para que sus lectores, llegados a esa última página impresa en la que desembarcan los sueños de todos los fabuladores, puedan continuar a bordo de este ingenio literario para enriquecer y vocear la noticia de un amanecer fugaz antes, mucho antes, de que despunte el alba.

DÉJAME QUE TE CUENTE…

"Educar es amar al prójimo como a sí mismo. Es carecer de dobleces. Durante toda la vida, educar es estar de servicio permanente"

León Tolstoi (La escuela de Yasmaia Poliena).

A veces, un encuentro fortuito tiene el mismo efecto que el abati-miento y la deriva sobre un barco. Es como si un imperceptible golpe de timón al monótono rumbo de la vida inaugurase una inadvertida derrota de la que sólo se es consciente cuando en el ignoto destino nada coincide con las previsiones trazadas en la carta.

—Fíjate, trataba de ultimar el relato del que procede esta e. novela de texto…

―¿e.novela de texto? ―Eso mismo le pregunté a bordo del Isla de Corisco. —¿A quién? —A Teresa. —¿Y qué te respondió? —Alborozada en el enigma comenzó a cantar La flor de la canela. Ya

sabes: Déjame que te cuente limeño, déjame que te diga la gloria del en-sueño que evoca la memoria del viejo puente del río y la alameda. Déjame que te cuente limeño ahora que aún perdura el recuerdo, ahora que aún se mecen en un sueño… Luego, apartó la guitarra, fisgoneó en su pequeño cuaderno de notas y, con su cautivadora sonrisa y su fino deje sevillano, me explicó que era la deliberada fusión gráfica y conceptual de dos voca-blos bien conocidos: el que el Diccionario de la lengua española, antes de su vigésima tercera edición, definía como obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances in-teresantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres; y el que califica al libro que sirve en las aulas para que estudien por él los escolares.

—¿Y la e? —De electrónico. En alusión, aclaró, a la modalidad de soporte que

requiere para poder desplegar todos sus recursos. ―Eso se advierte. —Si es lo que te propones, sugerí, habría que emitir un aviso a nave-

gantes. —¿Y?

—Ya tienen la página electrónica. Además, si se enrolan y disfru-

tan de la aventura, añadió sabedora de que donde hay patrón no manda marinero, les invitaremos a revivir las experiencias que aquí se narran.

—Ya veo que no estás al mando. —Es lo que trataba de explicarte. Cuando me afanaba en ultimar El

francotirador la realidad y la ficción brotaban tan entreveradas y confusas que estuve a un tris de arrojar el manuscrito por la borda. Y entonces, una tarde de abril, apareció ella… Te lo acabo de decir, hay encuentros que tienen eso.

—¿No te habrá engatusado tu musa para que transformes tu novela en una de esas aventuras colaborativas en las que se invita al lector a in-fluir en su desarrollo?

—¡Qué va! Si recurrimos a las nuevas tecnologías del procesamiento de textos es con miras bien distintas.

—¡Uf! —¿No añorarás lo analógico? —¿Yo, un nativo digital que lleva en la sangre bits rojos y blancos? —Lo celebro, pues necesitarás un comunicador inteligente conectado

a Internet si quieres sacar provecho de esta primera ediacción PF de una e.novela de texto.

—¿Ediacción PF? —Dani te lo explicará en su momento. —¿Y quién es Dani? —Un tipo ocurrente donde los haya y listo como el hambre. A mí sólo

me atañe advertirte que ya no trata sólo, como pretendía inicialmente, de la paciente forja de un francotirador que, metamorfoseado en impetuoso y solitario gladiador, ya se embosca tras la gigantesca ceiba, ya salta a pe-cho descubierto a la arena. Ni de la inquebrantable rebeldía con causa que, atónita ante los insólitos disfraces de la farsa, apunta a una cualquier-ra de las mil dianas del poder y, por su cuenta y riesgo, sin observar disci-plina alguna, a cuerpo descubierto, diríase que por puro instinto, ataca y contrataca. Ni de la excitante peripecia personal de pretender enarbolar y transmitir, a toda costa y durante todo el tiempo, una cierta idea de la fra-ternidad, la libertad y la justicia. Ni de los lances de una dilatada carrera de fondo que arrancó una noche estrellada de invierno a la vera de una plaza de toros y de la más bella y esbelta de las giraldas; en la milenaria Sevi-lla, cuando las aguas del Guadalquivir aún discurrían hacia el Atlántico bajo los bellos arcos de hierro forjado del Puente de Triana. —¿Y de qué va entonces? —Tendrás que descubrirlo por ti mismo.

—Pero es un tocho de seiscientas páginas. —Que no hay que leer necesariamente de modo convencional. —¿Qué quieres decir? —Que puedes acortar la lectura atajo o alargarla. lee+ Incluso, si sólo te interesase alguno de los temas intercalados en la trama, puedes acceder a las recopilaciones preparadas por Dani. —Por ejemplo… —Guinea Ecuatorial, Gibraltar, la participación fraccionada, la de-mocracia ciudadana, el federalismo global o el modelo de inter-universidad que discutimos a la vera de los bellos fiordos de Noruega… Y, si te animas, siempre te quedará la posibilidad de retomar el hilo central y adentrarte en las crónicas… —¿Crónicas? —Sí, de peripecias entrelazadas acaecidas en estos años mozos de la de-mocracia en España, cuando en el siempre obsceno desfile de la vida, casi sin poder evitarlo, las firmes convicciones, los más nobles ideales y los cándi-dos sueños se alborotan y rebelan al alternar con las humanas miserias de siempre. —¿Fabulación? —Realidad. —¿Novelada? —Digamos que trufada de ficción artificiosa que asiste a un relato que, más allá del deleite, apuesta por balizar una nueva ruta hacia el cambio. —¿De qué? —De la política. Ideas y propuestas transformadoras al hilo de episodios dispares que pueden acaecerle a cualquiera. No te extrañes si, en algún momento, crees haber tenido noticia de lo referido; ni si en la tramoya re-viven personajes con nombres y apellidos que conoces o te suenan. —¿Y si así ocurriese? —No dudes: son ellos y ellas. Ora, ensalzados; ora, despojados en plena farsa de sus caretas de cartón o porcelana. —¿Políticos? —¿Acaso tienes algo contra ellos? ¿Los consideras incompetentes? ¿Opor-tunistas? ¿Tramposos? ¿Corruptos? —Tú lo dices todo. —No haber sacado el tema. —¿Yo? —¿Eres del 15M? —Solía reunirme con ellos.

—¿Y cómo os va ahora? —Han perdido fuerza y… —¿El poder les está desactivando? —Son tantas las cosas a cambiar que… —¿Pasando mucho? —No he dicho eso. —¿Ah, no? —Yo estoy por el cambio. —Pues sube a bordo y navega con nosotros contra… —¿El viento? —Contra el tiempo, que es aún más fascinante que navegar ciñendo. El que nos queda para concebir y poner a punto los pertrechos que necesi-tará el hombre del mañana para transitar por la senda de la ecociu-dadanía. —¿Ecologista, eh? —Ecociudadano. —¿No es lo mismo? —No. —¿Y esos signos desparramados por el texto? —¿Las alfaflechas y las opeefes? Ya te he dicho que se trata de una ediacción PF. Te fascinarán cuando aprendas a activarlos. —¿De qué van? —De un imaginativo y solidario esfuerzo colectivo. —Aclárate. —Digamos que de una apuesta por la creatividad. —Crear es sacar algo de la nada, ya me entiendes, un privilegio reservado a los dioses. —O aplicarse a construir el futuro para acercar al presente la utopía. Y es que la creatividad, al igual que la ignición nocturna del combustible que impulsa al transbordador espacial, puede llegar a anticipar el lúcido e in-sospechado espectáculo de un amanecer fugaz antes de que despunte el alba. Y ahora aguza tu imaginación, échale una ojeada al derrotero y em-barca.

A bordo de mí mismo,* en el inicio de un nuevo milenio.

Dr. Álvaro Díaz-Cueto y Cayón Inventor y politólogo

* Cuatro años a bordo de mí mismo: una poética de los cinco sentidos es el título de una obra del escritor colombiano Eduardo Jaramillo Zuluaga.

A MODO DE DERROTERO Para que te hagas una idea de por dónde vamos a… navegar

Me senté con ellos al sol en la terraza del Pub All's Well y no tardó en sur-

gir la llamada “cuestión de Gibraltar”. Todos parecían coincidir en el ca-rácter de injusticia histórica que sólo cabía saldar con la plena recupera-ción de la Roca, pero él metió baza: la provocación era su fuerte. Me sor-prendió que fuese tan radical, pero no me apeteció opinar. Y eso que el asunto me interesaba mucho y lo había seguido con cierto detalle desde que, en diciembre de 2006, publiqué mi crónica del primer vuelo entre Madrid y Gibraltar: “Hoy, con algunas nubes y un ligero viento del noreste, el Ciudad de Baeza, un Airbus 319, procedente de Madrid, con capacidad para 141 personas, pilotado por el comandante Quintanilla, aterrizó a las 12.55 ho-ras en el aeródromo que los británicos comenzaron a construir en 1938…” (Gibraltar)…

Acababa de aparecer en diminuto traje de baño y observó complacido el

rostro, atónito y pronto turbado, de la desprevenida monja. Aunque su largo cabello y su barba poblada peinaban canas no era ni mucho menos el viejo anunciado por el boy. Era alto, corpulento y bien parecido. Nada que ver con Klapp, el emperador de Xulan, de La mujer de agua, de Carmen Ri-galt, que "al erguirse, mostraba el peso del tiempo en sus espaldas”. Más bien se podría afirmar, parafraseando a Emily Brontë en Cumbres borras-cosas, que era como el Sr. Heathcliff “algo descuidado en su aliño, pero su natural descuido no le sentaba mal porque su figura es erguida y resulta ele-gante, pese a la impresión de aspereza que da”. No había duda que aquel hombre, de tez curtida y minúsculos ojos azules, estaba convencido del efecto que su puesta en escena en tan original salón producía inevitable-mente en cualquier mujer. (Mansión de Egombegombe, Libreville, Gabón)…

¡Sería el fin de la universidad! fue el rotundo y escueto comentario del rec-

tor de una universidad de mi país cuando conoció el contenido de la ponen-cia que mi colega y yo nos disponemos a presentarles. Les avanzo que se trata de un ataque frontal al modelo docente de una institución caduca. El quebranto de un privilegio ancestral. Un corte limpio de cizalla en la cade-na monopolística que sustenta todo sistema universitario conocido: el dere-cho exclusivo a enseñar, evaluar y acreditar para el ejercicio profesional. Y es que los ciudadanos que, con independencia de nuestra nacionalidad, as-

piramos a intervenir lo más directamente posible en una gobernanza global sostenible, debemos plantarnos ante una institución corroída y abusada por sus docentes en la que aspiran a labrar su futuro millones y millones de estudiantes en todo el mundo. (Facultad de Derecho, Bergen, Noruega,)…

Quiso revivir un viejo recuerdo y la citó en Bilindo. Aparcó en La Palmera,

se adentró en la Plaza de América y compró un cucurucho de arvejones. La vio llegar y le hizo señas para que se acercase. Ella caminó a su encuentro entre las decenas de niños y niñas que admiraban el incesante y confuso re-voloteo de las palomas. Él le dio un beso, uno sólo y cariñoso como siempre, mientras las aves de los primeros recuerdos de cuantos hemos disfrutado de ese parque en la infancia pugnaban por arrebatarles de las manos las bolitas de almorta. (Parque de María Luisa, Sevilla, España)…

Uno de los cafés de la amplia Plaza Mulay Hassan fue el lugar elegido para

cambiar impresiones sobre los preparativos de la expedición a los Andes, la Amazonía y el Pacífico y tratar de la sustitución de la antropóloga. Días an-tes, la joven doctora acababa de saber que un paciente aguardaba su dona-ción de médula ósea. Ella, como la esposa de Manuel, el médico de la fin-ca Sampaka, de Palmeras en la Nieve, de Luz Gabás, “no era una belleza. Nada destacaba en su rostro, pero el conjunto resultaba hermoso por su frescura continuamente renovada por una amplia y franca sonrisa”. Máxime en esos días en los que disfrutaba serena de la satisfacción de sentirse verda-deramente útil por primera vez en su vida. (Essaouira, Marruecos)…

Estrangulada en Guinea Ecuatorial una misionera barcelonesa. La religiosa

española —añadía el diario El País— apareció estrangulada ayer en la mi-sión, donde trabajaba desde hace cuatro años como cooperante en tareas de educación y sanidad…”. El diario ABC, por su parte, informaba que en aquella trágica madrugada sólo se encontraban en el lugar de los hechos, una vivienda situada en el recinto del instituto de primera enseñanza, la religiosa asesinada y una niña guineana. Ningún medio de comunicación aventuraba los posibles móviles, aunque todos los observadores descartaban el robo. (Ebebiyin, Guinea Ecuatorial)…

Un viento gélido del norte y no aquella suave brisa de los alisios que alejó

de mi madre en Essaouira, eso espero, el recelo de que su hija pequeña se hubiese enredado en la siempre inquietante aventura con un hombre ma-yor, nos obligó a abandonar la cubierta. Mi amiga se alejó convencida de que ambos ocultábamos celosamente una relación inconfesable. Volví con el té y el chocolate calentito que se me había antojado. Arreciaba el viento, el barco se balanceaba y los chorreones de agua salpicaban los cristales. (A bordo del “White Lady”, Osterfjord, Noruega)…

Ni el discreto maquillaje ocultaba su cansancio, ni la alegría del encuentro

con su hermana gemela el halo de aflicción que le impedía contener las lá-grimas. Sus ojos, verdes y vivaces, eran idénticos. La blusa beis y el pantalón gris marengo se ajustaban con estudiada precisión a un talle esbelto y sen-sual. Ya, porque cuando ella, obsequiosa, me tendió la mano, la fina seda desnudase el atributo turgente de uno de sus senos; ya, por el glamur del exquisito marco de aquel hotel parisino que propiciaba la súbita y rotunda ruptura del estereotipo de la religiosa imaginada, lo cierto es que la intensa ráfaga de sensualidad me turbó tanto como lo hiciera otra monja en África muchos años atrás. (Hotel de Crillon, París, Francia)…

Ante el callejón sin salida del actual modelo de democracia representativa,

que propicia una democracia exclusiva y excluyente, secuestrada y sistema-ticamente hecha el objeto de abusos deshonestos por parte de esas máqui-nas de marketing ideológico que son los partidos políticos; frente a la figura del resabiado mercachifle del pasteleo, encorbatado animal burlesco que recorre los pasillos del Parlamento haciendo de la política el desconsuelo de los justos; frente a la gélida conjura del nuevo y viejo patriciado, controla-dor absoluto del pensamiento público, persuadido de su inoponible superio-ridad ante la apatía estulta y materialista de la mayoría de los ciudadanos y frente, incluso, al despreciativo sofisma del intelectual con piel de cordero... el decano Soriano propugna una democracia protagonizada por los ciu-dadanos en la que la política no siga siendo, como decía Heidegger del Hombre, ‘un ser de lejanías’. (Cursos de Verano de Doñana, Ignacio de la Rasilla, Playa de Matalascañas, Huelva)…

No podía desaprovechar la ocasión. Era el día de fin de año y, ya de pie, en

el momento de despedirme, le planteé a bocajarro que deseaba pasar aque-lla noche con mi amigo José Luis Jones en la cárcel de Black Beach. Teodoro Obiang se quedó pensativo, entrelazó las manos haciendo crujir sus delga-dos y largos dedos y añadió un concluyente y premonitorio: “No será nece-sario”. (Palacio Presidencial, Malabo, Isla de Bioko, Guinea Ecuatorial)…

Observa cómo da la impresión de que está ausente, de que permanece aje-

no a todo lo que oye y, sin embargo, su prolongado mutismo, su casi insul-tante frialdad, rayana en la indiferencia, sólo es el pujante resorte de esa mezcla inaudita de sabiduría árabe y flema inglesa que le hacen ser tan pre-ciso, tan cabal, tan jodidamente tajante. Y es que no cesa de escucharte mientras su excepcional discernimiento sopesa vertiginosamente cuanto aprehende para gestar una conclusión que torna inapelable con su inmenso poder. (Boston, Massachusetts, EE.UU).

Venía y se alejaba. Una y otra vez la asía para que no me la arrebatasen las

olas. Y ella recalaba en mi abrazo sin que yo me se atreviese a anudar el lazo marinero. Y como ni el escarceo mitigaba la tiritona, ni teníamos toallas, buscamos resguardo tras las dunas. Corrí a rebozarme en la arena. Ella no, adrede para que me rindiese ante su andar cadencioso y turgente. Y se acu-rrucó a mi lado para guarecerse del viento y, enarenado hasta las cejas, opté por seguir jalando de la tanza ¿Por qué —me confesó días después— nadie le había proporcionado antes un ritual tan excitante? (Isla de Culatra, Parque Natural de Ría Formosa, Portugal)…

El imponente Rolls Phantom del príncipe se detuvo en la rue de Lausanne, a

la altura del Hotel Mon Repos. Minutos después salió de la vivienda conti-gua una espigada y elegante joven de aspecto deportivo y desenvuelto. El chofer avanzó a su encuentro y se hizo cargo del equipaje, que depositó en el amplio maletero. Y ella, como otras veces, pulsó el botón que ajustó el habitáculo del conductor a sus preferencias y condujo velozmente hacia el cercano aeropuerto de Cointrin. Ya en Caracas, subió a bordo de un Airbus de Avianca y caminó expectante hacia el azar impreso en su tarjeta de em-barque. (Ginebra, Suiza)…

La acompañó con la esperanza de que el beso de despedida delatase sus

más íntimos sentimientos. Y aunque posó sus carnosos labios mucho más cerca que nunca de los suyos, él eligió imaginar que tampoco a ella le apete-cía truncar aún el placer de la espera que sazona el delicioso juego del cor-tejo. Aguardó a que coronase la breve escalinata para captar a la luz de la lu-na un último guiño en el balcón abierto de sus ojos de gata y volvió sobre sus pasos decidido a continuar acariciando un ansia, un anhelo, una esperanza. (Centro Amazónico para la Ecociudadanía, Morona-Santiago, Ecuador)…

A finales de agosto regresamos a Madrid y pudimos contar la verdad. La

impresionante foto del barco asaltado, tomada a bordo por nuestro compañero Juan Echeverría y publicada a todo color en las páginas centra-les de Diario 16, desenmascaró la actuación irresponsable del embajador Núñez García-Sauco y posibilitó que la opinión pública, engañada por los responsables del Palacio de Santa Cruz, pudiese conocer la verdad. (Guinea Ecuatorial, Incidente del “Alyolex”, Expedición Mil Kilómetros de Amistad

)…

Una nueva herramienta política de nueva generación a la que el partido

político no se le acerca ni por asomo: induce procesos autoinstructivos efi-cientes, desborda el ámbito estatal de actuación política, autogenera condijo-nes de autonomía y pluralismo, tiene escasa o nula necesidad de instituciona-

lización, flexibiliza los procesos asociativos, dinamiza el quehacer participati-vo, prescinde de todo tipo de militancia o membrecía, socializa el liderazgo político, admite la cohabitación de enfoques y actuaciones pluridireccionales, incluso antagónicas, y transforma la inacción en activismo político. (Baños de Agua Santa, Ecuador)…

¡No, sólo el avión! ¡Puede que necesitemos urgentemente tu avión! —Y,

trastabillándose por la emoción, le puso al corriente de las gestiones inicia-das por el Dr. Isaba y de cómo el desplazamiento del prestigioso especialista norteamericano a Ecuador para evaluar su estado, algo esencial en ese mo-mento, podría verse facilitado poniendo a su disposición un transporte pri-vado. La respuesta no se hizo esperar. (Filadelfia, Pensilvania, EE.UU)…

Rehusó darle la más mínima oportunidad de deshojar la margarita. Ni con

sus constantes miradas y arrumacos, ni con el impulsivo y entregado beso que le dio al despedirse, logró que él perdonase su doble juego. Y a la maña-na siguiente recogió su orgullo herido por una estúpida niñata, tomó un taxi, se detuvo en una floristería, compró un gran ramo de flores y, ya en el aeropuerto de San Pablo, encargó al taxista que lo entregase. No volvieron a verse, pero el día de su cumpleaños, estuviese donde estuviese, siempre le llegaba un precioso ramo con una rosa más que ella le agradecía con el mis-mo mensaje de siempre: gracias, por cada flor un beso como el que te di aquella noche. (Hotel Alfonso XIII, Sevilla, España)…

Excelencia, es la primera vez en muchos decenios que las Cortes Españolas

estudian, ante la mirada atenta de los ciudadanos españoles y guineanos, las relaciones entre ambos Estados. El próximo viernes, en Madrid, puede que se encuentre ante un dilema envenenado: llegar a un acuerdo inme-diato con el Gobierno para poner sordina al escándalo que supone el gran fracaso de la cooperación o colaborar con todos los medios a su alcance pa-ra posibilitar que el Congreso de los Diputados lleve a cabo su trabajo de investigación con la máxima objetividad. Apelo al Jefe del Estado de un país hermano para que en esta ocasión histórica, alegue lo que alegue el pre-sidente del Gobierno o el mismísimo Rey de España, no dude en apostar por las Cortes, en las que reside la soberanía del pueblo español. (Hotel de Crillon, París, Francia)…

Todos iban pendientes de la tortuosa carretera ecuatoriana que une Cuen-

ca y Macas. ¡Lo tengo! —Exclamó Dani cuando el todo terreno adelantaba a un perezoso camión de zigzagueante rodadura—. Os dije que lo lograría. El campo de la ecdótica, la disciplina que estudia los fines y los medios de la edición de textos, cuenta con un nuevo vocablo: ¡Ediacción!, del latín editĭo,

-ōnis y actĭo, -ōnis, edición que incluye recursos para la acción… (Carretera del Oriente, Ecuador)…

Optó por partir cuando más parecía apremiarme a que apostase sin

aguardar a que la ruleta del destino apurase su fugaz inercia. Lo hizo con el aplomo que suscita la ilusa convicción de quienes sólo alcanzan a otear el prometedor futuro que tienen por delante y, ni por asomo, sospechan, la caducidad de la vida. Pidiéndome que la esperase había vuelto a rozar adre-de sus labios con los míos avivando en mí el ardoroso arrebato de una se-ducción imparable. Se fue exhibiendo su insultante juventud. Mostrando sin tapujos la cándida dicha de la niña que, a pie cojo, brinca de un cuadro a otro rayado con tiza en el patio del colegio; o de canto en canto, para va-dear el regato que fluye en la pradera; o de antojo en antojo, sin más… (Quito, Ecuador)...

Por cierto, ¿has reparado en el acróstico? Ya sabes, la frase formada con las iniciales de cada uno de los párrafos anteriores... Pues tenlo en cuenta y continúa leyendo.

Capítulo 1

AZAR DE AZAHAR

Se aproximó con sigilo a la única construcción que se mantenía en pie en aquel recóndito lugar, acosado por el abandono, la humedad y la selva, y maniató al guachimán procurando no lastimarle. Luego, de un golpe certe-ro, propinado con el canto romo del machete, quebró las mohosas armellas que atenazaban el viejo candado y, de dos patadas, desvencijó el carcomido portalón de tablas de calabó.

―¡Síganme! —¿Quién es usted? —preguntó la mujer de pelo corto asombrada. —Un amigo. ―¡Ah, es quien acaba de aterrizar! —exclamó la mujer de pelo largo

dándolo por hecho. —No. Se miraron atónitas y salieron tras él. ¡Qué iban a hacer! El negro for-

nido y bien entrado en la treintena que les urgía a escapar de la cochambro-sa mazmorra en la que habían padecido la noche parecía afable. Acababa de amanecer y llovía a cántaros en aquel rincón de África…

Todo había comenzado un jueves soleado de abril de 2012. En Sevilla.

Entre Semana Santa y Feria. Cuando el azar de azahar que revoloteaba el campus se posó inopinadamente en ella…

Ya sabes, puedes adquirirla en AMAZON si vas a leerla en un libro electrónico o descargar gratuitamente la ediacción PDF