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La sociedad de gananciales (II)
Unidad 9 (PRIMERA PARTE)
CONCEPCIÓN SÁIZ GARCÍA 31/08/2015
Este texto está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-‐NoComercial-‐SinObraDerivada 4.0 Internacional.
They may be copied, distributed and broadcast provided that the author andthat publishes them are cited. Commercial use and derivative works are not permitted. The full licence can be consulted on Creative Commons
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La sociedad de gananciales (II) Unidad 9 (PRIMERA PARTE)
SUMARIO: I. Pasivo de la sociedad de gananciales. A. Concepto. B. Pasivo definitivo de la sociedad de gananciales. C. Pasivo Provisional de la sociedad de gananciales. a. Criterio subjetivo. b. Criterio material. c. Criterio temporal. d. Consecuencias. D. Responsabilidad ganancial por deudas privativas. II.Disolución y liquidación de la sociedad de gananciales. A. Concepto. B. El inventario. C. Clases de liquidación. a. Liquidación convencional. b. Liquidación judicial. D. El avalúo. E. La liquidación del pasivo. F. Formación del haber líquido y adjudicación de los bienes. G. Liquidación simultánea de dos o más sociedades.
I. Pasivo de la sociedad de gananciales
A. Concepto
Con el término “pasivo ganancial” se hace referencia a las deudas que los cónyuges hubieren contraído, durante la vigencia del régimen económico matrimonial de gananciales, para satisfacer necesidades de la sociedad. Ésta carece de personalidad jurídica, por lo que las deudas no puede contraerlas ella stricto sensu sino los cónyuges.
Dentro del pasivo, regulado en los arts. 1362 a 1374 CC, hemos de distinguir entre “cargas” o “gastos” de la sociedad –pasivo� definitivo� ganancial– y “deudas” o “responsabilidad externa dela sociedad” –pasivo� provisional� ganancial–. Las primeras son las deudas que deberá asumir definitivamente, tras la liquidación del régimen, el patrimonio ganancial aunque se hubieran satisfecho con bienes privativos. Las segundas son deudas cuya satisfacción puede hacerse, si no lo son voluntariamente por el cónyuge deudor, agrediendo bienes gananciales, aunque definitivamente debiera asumirlas –fueran de cargo– de uno de los patrimonios privativos.
B. Pasivo definitivo de la sociedad de gananciales
Son responsabilidad definitiva de la sociedad de gananciales y, si durante la vigencia hubieran sido satisfechos con bienes privativos de alguno de los cónyuges generarán un derecho de reembolso a favor del mismo, los siguientes gastos:
En esta lección se ofrecen ideas básicas sobre la materia. Puede profundizar en la misma en el “Itinerario práctico”.
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1. Los originados por “el sostenimiento de la familia, la alimentación y la educación de los hijos comunes y las atenciones de previsión acomodadas a los usos y las circunstancias de la familia” (art. 1362.1 CC)
Cuando los hijos de uno solo de los cónyuges no convivan en el hogar familiar, los gastos por su educación y alimentación los sufragará la sociedad de gananciales pero dará lugar a un reintegro en el momento de la liquidación, pues deberán ser soportados por el patrimonio del progenitor. No son, pues, pasivo definitivo ganancial.
Los gastos de sostenimiento de la familia suelen interpretarse en sentido amplio, incluyendo más conceptos que los previstos en la obligación legal de alimentos del art. 142 CC. De este modo, abarca el precepto cualesquiera gastos ocasionados por el normal funcionamiento de la familia aunque no resulten imprescindibles o necesarios para la subsistencia (ocio, regalos, servicios domésticos, seguro, etc), con dos límites: los usos y las circunstancias de la familia.
1. La adquisición, tenencia y disfrute de los bienes comunes: Se refiere a todos los gastos que generen los bienes comunes, desde los gastos de adquisición, hasta los de puro ornato (reformas de inmuebles, conservación, mejoras, etc)
2. La administración ordinaria de bienes privativos de cualquiera de los cónyuges: Es la lógica contrapartida del carácter ganancial de los frutos de los bienes privativos. Con carácter mucho más restringido que el supuesto anterior, son de cargo de la sociedad los gastos derivados de la administración ordinaria exclusivamente, por ejemplo, los gastos de comunidad del piso privativo.
3. Los gastos derivados de la explotación regular de los negocios o el desempeño de la profesión, arte u oficio de cada cónyuge. Como en el caso anterior, la asunción de estos gastos por el patrimonio ganancial es lógica en la medida que también tienen carácter ganancial las ganancias obtenidas con ellos. Pero dichos gastos deben ser “ordinarios” quedándose fuera, por tanto, los extraordinarios, aspecto que deberá relacionarse directamente con el tipo de profesión, arte y oficio en cada caso.
4. Las cantidades donadas o prometidas por ambos cónyuges de común acuerdo, cuando no hubiesen pactado que hayan de satisfacerse con los bienes privativos de uno de ellos en todo o en parte (art. 1363 CC).
5. También son de cargo de la sociedad (también responsabilidad) las obligaciones extracontractuales de un cónyuge, consecuencia de su actuación en beneficio de la sociedad conyugal o en el ámbito de la administración de los bienes, salvo
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si fuesen debidas a dolo o culpa grave del cónyuge deudor (art. 1366 CC). Señala la doctrina y el TS que, aunque en principio cabe pensar en las obligaciones derivadas de la responsabilidad civil extracontractual, se incluyen aquí todo tipo de obligaciones que no tengan su origen en un contrato.
6. Finalmente, las deudas moderadas – según los usos y las circunstancias de la familia– de juego que hubiese contraído y pagado alguno de los cónyuges durante la vigencia del régimen de gananciales. Es decir, que si se había pagado con gananciales, en la liquidación no se generará un derecho de reembolso a favor de la sociedad de gananciales (arts. 1371 y 1372)
C. Pasivo provisional de la sociedad de gananciales
No todas las deudas cuya satisfacción puede hacerse efectiva sobre los bienes gananciales son de cargo del patrimonio ganancial. Nuestro legislador utiliza principalmente dos criterios: uno subjetivo y otro objetivo. Según el primero, el consentimiento de ambos cónyuges en la contracción de la deuda determina la responsabilidad externa de los bienes gananciales. Su presencia hará innecesaria la indagación de la concurrencia del segundo, el material, esto es, ver si la deuda es subsumible dentro de alguno de los preceptos que establecen expresamente esta responsabilidad externa del patrimonio ganancial (arts. 1365, 1366,1368, 1371 y 1372 CC).
a. Criterio subjetivo
El art. 1367 establece la responsabilidad ganancial por las deudas contraídas por ambos cónyuges conjuntamente o por uno con el consentimiento del otro. En ambos casos responderá el patrimonio ganancial, independientemente de que en la liquidación deba asumirlas este patrimonio u otro privativo. La diferencia entre que sean ambos cónyuges quienes contraigan la deuda, o uno solo con el consentimiento del otro radica, no en la afectación del patrimonio ganancial sino en la de los privativos. En el primer caso, responden igualmente junto con el patrimonio ganancial los patrimonios privativos de ambos cónyuges (ex art. 1911 CC, pues ambos son deudores); mientras que en el segundo responden los gananciales junto con el patrimonio del cónyuge deudor (art. 1369 CC), quedando a salvo el patrimonio privativo del otro.
b. Criterio material
Cuando sólo actúa un cónyuge individualmente responderá directamente el patrimonio ganancial si la deuda es, además, “deuda de la sociedad” (art. 1369 CC). Y son deudas de la sociedad las mencionadas en los arts. 1365, 1366, 1368 CC y las deudas de juego moderadas:
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1. Las contraídas en el ejercicio de la potestad doméstica. Se trata de las deudas que se contraen para satisfacer las necesidades ordinarias de la familia encomendadas a su cuidado (art. 1319 CC). De las mismas, responde, no sólo el patrimonio ganancial junto con el privativo del cónyuge deudor sino que, además, responde subsidiariamente el patrimonio privativo del cónyuge no deudor.
2. Las contraídas en el ejercicio de la gestión o disposición de gananciales que por ley o por capítulos le corresponda. Remisión a las normas de gestión.
3. Las contraídas en el ejercicio ordinario de la profesión arte u oficio o en la administración ordinaria de los propios bienes. Se trata de un ejercicio “ordinario” que deberá valorarse en función del tipo de profesión de que se trate. Lo mismo sucede con la administración de los bienes privativos.
Si el cónyuge es comerciante, se aplica teóricamente el régimen especial del art. 6 C de C que establece que “quedarán obligados a resultas del mismo los bienes propios del cónyuge que lo ejerza y los adquiridos con esas resultas”. Para que respondan los demás bienes comunes se requiere el consentimiento el otro cónyuge, que se presume si el comercio lo ejerciera con su conocimiento y sin que se haya opuesto a ello en la hoja de comerciante (art. 8 C de C).
4. Las contraídas en caso de separación de hecho para atender los gastos de sostenimiento, previsión y educación de los hijos que estén a cargo de la sociedad de gananciales. Como la separación de hecho no disuelve el régimen económico de gananciales el precepto sirve para extender la responsabilidad ganancial frente a terceros por las deudas contraídas por un cónyuge para atención de la familia.
5. Una lectura coordinada de los arts. 1371 y 1372 CC exige concluir una responsabilidad directa ganancial por aquellas deudas de juego moderadas con arreglo al uso y las circunstancias de la familia.
c. Criterio temporal
A los dos criterios anteriores ase acumula un criterio temporal, según el cual solamente habrá responsabilidad externa ganancial si la deuda efectivamente se contrajo durante la vigencia del régimen económico. El derecho del acreedor debe haberse adquirido antes de que se produzca la disolución del régimen, independientemente de que su vencimiento acontezca en un momento posterior.
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d. Consecuencias
El art. 451.2 LEC impone al acreedor la prueba del carácter ganancial de su crédito. Ante la oposición planteada por el cónyuge no deudor frente al embargo de bienes gananciales, el acreedor tendrá que demostrar la concurrencia de los requisitos anteriores si quiere que éstos se ejecuten. Sólo así se evita que el cónyuge no deudor pueda paralizar la ejecución con base en que la deuda la contrajo su consorte individualmente. La responsabilidad externa ganancial por este tipo de deudas es directa y abarca toda la masa configuradora del patrimonio ganancial. En todos los demás casos, cuando el supuesto no es subsumible dentro de los comentados, o cuando el acreedor no lograra probar dicho extremo (art. 541. 2 y 3 LEC), la responsabilidad de los gananciales es subsidiaria y limitada a la porción que al cónyuge deudor correspondiera en la sociedad.
D. Responsabilidad ganancial por deudas privativas
La responsabilidad del patrimonio ganancial por las deudas que no sean subsumibles en los supuestos anteriores ni se produce con la misma intensidad ni con la misma extensión que para el otro tipo de deudas. El art. 1373 CC dispone que se trata de una responsabilidad subsidiaria, puesto que parte de la insuficiencia de los bienes privativos del cónyuge deudor para pagar la deuda, y, además, admite tres distintos grados de afección ganancial en función de la postura que adopte el cónyuge no deudor una vez le ha sido notificado el embargo de bienes gananciales.
1º Es de grado máximo cuando el cónyuge no se opone al embargo de los bienes gananciales, esto es, adopta una postura totalmente pasiva frente al mismo, permitiendo así el pago íntegro de una deuda privativa con los bienes gananciales, incluso más allá de la porción que de los mismos le correspondería al cónyuge deudor. En estos casos, luego se genera un derecho de reintegro a favor de la sociedad por el valor de aquéllos (art. 1373.2)
2º Es de grado medio cuando el cónyuge no deudor plantea oposición al embargo y solicita que en la traba se sustituyan los bienes gananciales por la parte que ostenta el cónyuge deudor en la sociedad. El ejercicio de tal facultad genera la disolución y subsiguiente liquidación del régimen económico. La afectación de los bienes gananciales se produce en este caso en la medida que éste configura junto con su patrimonio privativo su patrimonio propio (art. 1911 CC).
3º Finalmente, el cónyuge no deudor puede solicitar que en la traba se sustituyan los bienes gananciales por otros de carácter privativo de su consorte una vez se le hubiera notificado el embargo. Lógicamente, el ejercicio de esta facultad dependerá de que existan bienes privativos suficientes del cónyuge deudor para que su acreedor privativo pueda satisfacer su crédito. En este último caso la afección ganancial es nula.
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II. Disolución y liquidación de la sociedad de gananciales
La sociedad de gananciales puede extinguirse por voluntad concorde de los cónyuges manifestada en capitulaciones matrimoniales; automáticamente como consecuencia de vicisitudes que afectan al matrimonio; o por declaración judicial a instancia de uno de los cónyuges en los casos admitidos por la Ley (art. 1396 CC).
El patrimonio común formado durante la vigencia del régimen económico matrimonial de gananciales debe liquidarse una vez disuelto el mismo (art. 1396 CC). La liquidación se producirá con mayor o menor dilación según la causa disolutoria (arts. 1392 y 1393). Por ejemplo, si la causa disolutoria es la muerte de uno de los cónyuges, es fácil que la liquidación no se resuelva hasta el fallecimiento del cónyuge supérstite. Sin embargo, cuando la causa consiste en una crisis conyugal –sobre todo divorcio– lo normal es que ambos cónyuges quieran resolver también la liquidación del patrimonio ganancial lo antes posible.
La liquidación comprende el conjunto de operaciones que son necesarias para determinar el haber partible entre los cónyuges finalizado el régimen económico matrimonial (art. 1404 CC). Entre ellas constituye la pieza central el inventario. Siguen después otras operaciones entre las que cabe destacar el avalúo y tasación de los bienes; la determinación del pasivo de la sociedad y la fijación del remanente activo para su posterior distribución. Finalizado dicho procedimiento los bienes cambiarán su carácter ganancial por el de propios del cónyuge atributario de los mismos y se inscribirán, si es que fueran inscribibles, a su nombre.
Todas estas operaciones pueden realizarse de mutuo acuerdo entre los partícipes y, por tanto, sin que sea necesaria la apertura de un proceso judicial. Ahora bien, si ello no fuera posible, la liquidación se realizará judicialmente, siguiendo el procedimiento especial previsto en los arts. 806 a 811 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que se aplica a todos los regímenes económicos cuya vigencia determine la existencia de una masa común de bienes y derechos sujeta a determinadas cargas y obligaciones. Ya sea de una u otra forma se realizará la liquidación puesto que no cabe renunciar a la misma, toda vez que, aunque aquélla afecte principalmente a los cónyuges, también sus acreedores están interesados en que dicho procedimiento se inicie y concluya correctamente. Lo que sí puede hacerse es renunciar a los bienes concretos que les hayan sido adjudicados a los cónyuges una vez practicada la liquidación (SAP Zaragoza de 23 de octubre de 1994 –AC/1994,1790–).
Además de las normas de la Ley de Enjuiciamiento Civil se aplican a la liquidación del régimen económico matrimonial de gananciales los arts. 1396 a 1410 del Código Civil y las normas sobre partición de herencias que sean compatibles con ellas, incluyéndose así también algunos preceptos del procedimiento especial de división de herencias previsto en la LEC.
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En todos estos preceptos se ofrece un orden liquidatorio que, en todo caso, no es obligatorio. En este ámbito existe una amplia libertad cuando se actúa dentro de la legalidad (STS 23 diciembre 1998 –RJ 1998, 9758–). Sobre todo cuando existe activo suficiente, el orden establecido en los arts. 1399 y ss. CC es simplemente orientativo y deseable para pagar todas las deudas que figuren en las diferentes partidas del inventario, pero no posee carácter imperativo.
A. El inventario
Durante la vigencia del régimen económico los cónyuges contraen deudas. En ocasiones lo hacen conjuntamente respondiendo del cumplimiento de las mismas tanto sus patrimonios privativos cuanto el ganancial. En otras, intervienen de manera individual, distinguiendo el legislador en los arts. 1365, 1366 y 1368 CC aquéllas de cuyo cumplimiento responderán, además de los bienes privativos del cónyuge deudor, todos los bienes gananciales, denominándose tanto las primeras como las segundas deudas gananciales y sus acreedores, acreedores de la sociedad. Fuera de dichos casos los cónyuges responden como cualquier otro deudor no casado o no casado bajo dicho régimen económico, es decir, con todos sus bienes presentes y futuros ex art. 1911 CC y, por tanto, responderán de las mismas no sólo su bienes privativos sino también la parte que le correspondiera de la sociedad de gananciales una vez liquidada. Estas deudas se denominan “deudas privativas” y sus acreedores, “acreedores privativos”.
Independientemente del tipo de liquidación de que se trate, la correcta elaboración del inventario constituye el presupuesto indispensable para que la responsabilidad personal del cónyuge no deudor se ciña exclusivamente a los bienes gananciales que, como consecuencia de la liquidación, le sean adjudicados. De lo contrario, si la liquidación parte de un inventario incompleto o incorrectamente realizado, el cónyuge no deudor –el que no hubiera sido parte contratante en los supuestos del arts. 1365, 1366 y 1368 Cc-‐ responderá de las deudas gananciales todavía pendientes –pues no todas las deudas están vencidas y son exigibles al tiempo de hacerse la liquidación– con todos sus bienes y no sólo con los que le hubieran resultado atribuidos tras la liquidación (responsabilidad ultra��� res), art. 1401 Cc.
El inventario debidamente realizado es aquél que refleja fiel y exactamente la situación del patrimonio ganancial, su pasivo (las deudas, las cargas todavía pendientes) y su activo (bienes y derechos de que son titulares los cónyuges) al tiempo de la disolución (SAP Islas Baleares de 24 abril 2003 –JUR 2003/228596–). Son los arts. 1397 y 1398 CC los que indican las partidas que deben incluirse y hacer constar tanto en uno cuanto en otro apartados. Es indiferente que el inventario sea producto del acuerdo de los partícipes o que resulte de una liquidación contenciosa, pues, en cualquiera de los casos la inobservancia en la inclusión de tales elementos activos y pasivos supondrá un inventario incorrecto y la consecuente responsabilidad ultra vires del cónyuge no deudor. En este sentido, ni la aprobación de la liquidación contenida en convenio regulador por la autoridad judicial competente, ni el laudo arbitral, ni al aprobación judicial de la practicada por
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contador-‐partidor dativo, pueden purgar las eventuales deficiencias que el inventario o las ulteriores operaciones liquidatorias pudieran contener. En este sentido, los derechos de los acreedores consorciales quedan protegidos, no sólo por el principio de inoponibilidad contenido en el art. 1317 CC, sino también por el art. 1401 CC, sin perjuicio, además, de las eventuales responsabilidades penales que de tales actuaciones pudieran derivarse.
El art. 1397 CC detalla las partidas que deben incluirse en el activo de la sociedad. El precepto se refiere, en primer lugar, a los bienes gananciales existentes en el momento de la disolución. A partir de ese momento y hasta que concluya la liquidación, existe lo que se denomina comunidad postganancial, a la que ya no se aplican las reglas de la sociedad vigente, sino que, ante la falta de régimen legal específico, pues sólo se refiere a ella el art. 1408 Cc, se aplican las de la comunidad ordinaria (STS 10 junio 2005). En esta partida también se incluyen los frutos y rendimientos de dichos bienes desde que se disolvió la sociedad (STS 29 junio 2000). Pero también se refiere a otras partidas, créditos de la sociedad contra terceros en determinadas situaciones y los reintegros.
Las partidas que se incluirán en el apartado del pasivo vienen relacionadas en el art. 1398 CC Entre las deudas pendientes a cargo de la sociedad no se contemplan las deudas privativas de cada cónyuge. Éstas deberán pagarse con los bienes privativos del deudor y si no hubiere, sus acreedores deberán esperarse a que la liquidación concluya y le sea adjudicado al su deudor los bienes que correspondiere. Al igual que en el activo, aquí también han de incluirse una serie de deudas así como los reintegros, que son los créditos de los cónyuges contra la sociedad.
B. Clases de liquidación
Existen principalmente dos tipos de liquidación: una convencional, esto es, por acuerdo de los cónyuges –en caso de disolución por causa de muerte o declaración de fallecimiento, el acuerdo debe alcanzarse entre el cónyuge supérstite y los herederos del causante así como los legatarios de parte alícuota en su caso– y, a falta de acuerdo, una liquidación judicial. En consecuencia puede decirse que esta segunda tiene carácter subsidiario respecto de la primera.
a. Liquidación convencional
El ordenamiento jurídico es flexible con la manera en que los cónyuges liquiden la sociedad, de modo que son libres para liquidar el régimen económico de la forma que tengan por conveniente. Ni siquiera les obliga a liquidarlo por entero, ni a satisfacer a todos los acreedores, siendo también válida la liquidación hecha de esta manera. Sin embargo, si el inventario no fuera un reflejo real y exacto del activo y pasivo consorciales, el cónyuge no deudor respondería con sus bienes privativos de las deudas aún no satisfechas.
La liquidación convencional podrá contenerse en el convenio regulador (art. 81.1 y 90 D CC), cuando la causa disolutoria la constituya una crisis matrimonial; en capitulaciones matrimoniales cuando los cónyuges voluntariamente quieran cambiar de régimen económico matrimonial; también puede practicarla un tercero,
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bien porque las partes hayan decidido someter la cuestión a arbitraje, bien porque recurran a un tercero o, cuando la causa disolutoria sea la muerte de uno de los cónyuges, puede haberse designado en su testamento un contador-‐partidor quien tiene legitimación para liquidar la sociedad antes de partir la herencia e, incluso, puede practicarla un contador-‐partidor dativo (art. 1057. 2 CC).
b. Liquidación judicial
Lo normal es que se recurra a la liquidación judicial cuando no haya sido posible alcanzar un acuerdo entre los cónyuges. Sin embargo, una aproximación a este procedimiento deja ver que la posibilidad de alcanzar un acuerdo en este sentido está prevista en todas sus fases. Tanto en la fase de elaboración de inventario cuanto en la de liquidación en sentido estricto, las partes deben acompañar la solución de una propuesta de inventario y de liquidación. Habiendo acuerdo de los cónyuges en todos los extremos, se ejecutará sin más dilación. De este modo no resulta correcto hablar en todos los casos de liquidación judicial de liquidación contenciosa. En el procedimiento se distinguen dos fases: una destinada a la formación de inventario, otra de liquidación propiamente dicha. En la primera, se prevé un momento y cauce procesal oportunos para que los interesados planteen cualesquiera cuestiones que pudieran surgir entre ellos en relación con la inclusión o exclusión de elementos patrimoniales dentro del inventario o sobre la valoración de las partidas. Una vez aprobado el inventario se pasa a la segunda fase en la que, nuevamente, a falta de acuerdo, se deberá designar un contador y, en su caso, peritos, para la práctica de las operaciones divisorias que se tramitan, por remisión legal, con arreglo a lo previsto para la división de herencia.
C. El avalúo
El avalúo o valoración de los elementos que integran cada una de las partidas, tanto del activo, cuanto del pasivo del inventario, debe tender a lograr el precio de mercado de los bienes al tiempo de la liquidación (STS 8 julio de 1995 RJ 1995/552). No es una operación propiamente liquidatoria, sino de tasación, de determinación del valor en cambio de cada uno de los elementos patrimoniales individual y no globalmente considerados. Sólo puede prescindirse de esta operación, y también de todas las operaciones del inventario, cuando no existen deudas de la sociedad y sólo hay un único bien que se adjudique por mitad y pro indiviso a los cónyuges.
Cuando se trata de una liquidación judicial, el cónyuge que inste la formación del inventario debe presentar una propuesta completa del mismo que comprenda también el avalúo, que se hará normalmente sobre dictámenes periciales.
En relación con las cantidades y créditos previstos en las partidas de los núm. 2 y 3 del art. 1397 CC solo cabrá actualizar su importe. Dentro de la relación del pasivo, las deudas y los importes actualizados de los núm. 2 y 3 del art. 1398 CC, serán idénticos pues no varían, lo que aumentará serán los intereses que habrá que calcular por medio de una simple operación aritmética.
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D. La liquidación del pasivo
Antes de proceder a la partición y adjudicación de los bienes a los cónyuges deben pagarse a los acreedores gananciales aunque, como vamos a ver, no se trata de un pago efectivo, antes bien de resolver los problemas que plantean esas relaciones obligatorias todavía pendientes respecto del patrimonio ganancial. Es decir, en este momento habrá de dejar determinadas, aunque sea de modo contable, cuáles son las deudas de la sociedad con terceros y cuales son las deudas de la sociedad con uno de los cónyuges, por tanto, determinar cuál es su importe y quiénes son sus acreedores.
El art. 1400 CC permite que se hagan daciones en pago –u otros subrogados del pago– de dichas deudas siempre que sean consentidas. Y en relación con el pago efectivo dispone el art. 1399 que, terminado el inventario se pagarán, en primer lugar, las deudas de la sociedad comenzando por las alimenticias. En todo caso, si no se satisfacen dichas deudas en este momento sus acreedores siguen conservando su derecho de crédito. En segundo lugar, se pagarán las indemnizaciones y reintegros debidos a cada cónyuge hasta donde alcance el caudal inventariado, haciendo las compensaciones que procedan en caso de que el cónyuge sea a su vez deudor de la sociedad (art. 1403 CC). Finalmente podrá adjudicarse algún bien común a uno de los cónyuges en pago de su crédito contra el otro cónyuge (art. 1405 CC).
En este orden puede advertirse que el pago de las deudas gananciales es previo al de los reintegros, orden irrelevante cuando exististe caudal suficiente. Ante una situación de insuficiencia se aplican las normas sobre concurrencia y prelación de créditos como ordena el art. 1399 CC.
Finalmente hemos de recordar la falta de presencia de los acreedores privativos de los cónyuges en este trámite, toda vez que no tienen derecho alguno sobre bienes concretos del patrimonio ganancial sino sobre la cuota abstracta de la que es titular su deudor. Estos acreedores deben esperar a que concluya el proceso liquidatorio, esto es, se produzca la final adjudicación de bienes a los cónyuges para ejercitar su derecho.
E. Formación del haber líquido y adjudicación de los bienes
El haber liquido partible resulta tras haber practicado todas las deducciones anteriores. Es ese remanente lo que se dividirá por mitad entre los cónyuges (o los herederos) –art. 1404 CC– y, normalmente, vendrá representado por los bienes que no hubieran tenido que salir del mismo para pagar el pasivo. Procederá, pues, en ese momento formar lotes de equivalente valor en cuya elaboración deberá tenerse en cuenta las preferencias previstas en el art. 1406 CC. Estas atribuciones preferenciales tienen por finalidad la satisfacción de unos intereses personales que se verían injustamente perjudicados si no se tuvieran en cuenta. Así, se atribuirá a cada uno de
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los cónyuges sus bienes de uso personal que no estén incluidos en el art. 1346. 7º CC. También la explotación agrícola, comercial o industrial al cónyuge que la hubiera llevado con su trabajo. Lo mismo respecto del local donde hubiese venido ejerciendo su profesión. Y, finalmente, en caso de muerte, la vivienda donde tuviese la residencia habitual al cónyuge supérstite. Esa adjudicación se incluirá en el haber del cónyuge y se imputará a la cuota que le correspondiera. En caso de que el valor fuera superior debe abonar la diferencia en dinero al otro cónyuge.
F. Liquidación simultánea de dos o más sociedades
En los casos en que una sociedad de gananciales ha perdurado un tiempo disuelta y no liquidada, si uno de los cónyuges contrae nuevas nupcias bajo el mismo régimen económico matrimonial genera una nueva sociedad de gananciales. La situación está contemplada en el art. 1409 CC. En estos casos, la liquidación deberá practicarse de la misma manera que hemos visto en los casos anteriores, sin embargo, como consecuencia de la dificultad que puede plantear la elaboración de las partidas de los respectivos inventarios el precepto prevé la admisión de toda clase de pruebas en defecto de inventarios anteriores. Además, incluye una presunción iuris�tantum de atribución proporcional de los bienes a cada una de las sociedades con base en dos criterios: de un lado el tiempo de su duración y, de otro, los bienes e ingresos de los respectivos cónyuges.
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Bibliografía
Además de en los manuales universitarios de uso habitual, puede encontrarse información adicional en las siguientes obras:
BELTRÁN DE HEREDIA, C., La liquidación de la sociedad de gananciales, ed. Tirant lo Blanch, 2ª ed., Valencia, 2002.
MAS BADIA, Mª D., La tercería de dominio ante el embargo de bienes gananciales, Tirant lo Blanch, Valencia, 1999.
MONTERO AROCA, J., Disolución y liquidación de la sociedad de gananciales, ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2002.
SÁIZ GARCÍA, C., Acreedores de los cónyuges y régimen económico matrimonial de gananciales, Aranzadi, Navarra, 2006.