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PLUTARCO, TRADUCTOR DEL LATÍN AL GRIEGO F. Moya del Baño - L. Carrasco Reija Universidad de Murcia - UNED Madrid En gran parte de los estudios sobre Plutarco se ha convertido en lugar común la referencia a su conocimiento del latín, limitándose la mayoría a ofrecer lo dicho por el propio Plutarco sobre esta cuestión. En este traba- jo nos acercaremos a algunos textos, comparando los griegos con los lati- nos, que le sirvieron de fuente e intentaremos sacar alguna conclusión. El término «traductor» contiene, como es sabido, los valores implíci- tos en el verbo traducere, «pasar de un lugar a otro», «dar versión de un escrito en otra lengua», «interpretan), «divulgan) o «dar publicidad», y todos ellos pueden ser aplicables a la labor de «traducción» llevada a ca- bo por Plutarco. Una obra como la suya, en especial sus Vidas paralelas, al incidir so- bre personajes y hechos romanos que habían sido objeto de tratamiento literario en latín, debía basarse necesariamente en fuentes latinas, cuyo contenido divulga, traduce, poniéndolo al alcance de quienes no cono- cían la lengua del Lacio. Estas fuentes, por lo demás fácilmente adivinables, son citadas en muchas ocasiones por Plutarco, aunque a veces se limita a mencionar al autor. Las ediciones, traducciones o comentarios de las obras de Plutarco suelen, como es habitual, proporcionar la locálización de la fuente e, in- cluso, en ocasiones, reproducirla; hemos tenido en cuenta estas aporta- ciones, aunque el trabajo que nos ha servido de punto de partida ha sido el de W.C. Helmbold-E.N. O'Neil, Plutarch's Quotations, que ofrece un listado muy completo de citas de autores latinos y griegos, pese a que su exhaustividad no es total, al limitarse a la «cita»; en ocasiones no lleva más que a un «nombre»; en otros casos, por el contrario, se omite una fuente por no estar citada explícitamente. Entre los autores latinos citados por Plutarco sobresale por el número de veces que aparece Cicerón, seguido de Varrón Sila, Antípatro, Livio, César, Valerio Ancias, C. Nepote, Bruto, Lutacio Cátulo, Asinio Pollón,

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PLUTARCO, TRADUCTOR DEL LATÍN AL GRIEGO

F. Moya del Baño - L. Carrasco Reija Universidad de Murcia - UNED Madrid

En gran parte de los estudios sobre Plutarco se ha convertido en lugar común la referencia a su conocimiento del latín, limitándose la mayoría a ofrecer lo dicho por el propio Plutarco sobre esta cuestión. En este traba­jo nos acercaremos a algunos textos, comparando los griegos con los lati­nos, que le sirvieron de fuente e intentaremos sacar alguna conclusión.

El término «traductor» contiene, como es sabido, los valores implíci­tos en el verbo traducere, «pasar de un lugar a otro», «dar versión de un escrito en otra lengua», «interpretan), «divulgan) o «dar publicidad», y todos ellos pueden ser aplicables a la labor de «traducción» llevada a ca­bo por Plutarco.

Una obra como la suya, en especial sus Vidas paralelas, al incidir so­bre personajes y hechos romanos que habían sido objeto de tratamiento literario en latín, debía basarse necesariamente en fuentes latinas, cuyo contenido divulga, traduce, poniéndolo al alcance de quienes no cono­cían la lengua del Lacio.

Estas fuentes, por lo demás fácilmente adivinables, son citadas en muchas ocasiones por Plutarco, aunque a veces se limita a mencionar al autor.

Las ediciones, traducciones o comentarios de las obras de Plutarco suelen, como es habitual, proporcionar la locálización de la fuente e, in­cluso, en ocasiones, reproducirla; hemos tenido en cuenta estas aporta­ciones, aunque el trabajo que nos ha servido de punto de partida ha sido el de W.C. Helmbold-E.N. O'Neil, Plutarch's Quotations, que ofrece un listado muy completo de citas de autores latinos y griegos, pese a que su exhaustividad no es total, al limitarse a la «cita»; en ocasiones no lleva más que a un «nombre»; en otros casos, por el contrario, se omite una fuente por no estar citada explícitamente.

Entre los autores latinos citados por Plutarco sobresale por el número de veces que aparece Cicerón, seguido de Varrón Sila, Antípatro, Livio, César, Valerio Ancias, C. Nepote, Bruto, Lutacio Cátulo, Asinio Pollón,

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y sólo una vez, Acilio, Antistio Labeón, Calpurnio Bibáculo, Carvilio Espurio, Apio Claudio, Claudio Quadrigario, Paulo Clodio, Cluvio Ru­fo, Fabio Pictor, Fannio Fenestela, Mésala, Munacio Rufo, Nigidio Fí-gulo, Opio, V. Máximo, Tiro, Tuditano, Volumnio y Horacio.

Algunas de las citas plutarqueas, en concreto las de autores que men­ciona una sola vez o algunas de Nepote, no cuentan con el original lati­no, por lo que su testimonio es de incalculable valor, sobre todo si le asignamos fiabilidad; ésta dependerá en gran medida del juicio que ten­gamos de él como transmisor, «traductor» de textos latinos, que sólo con la comparación con el original podrá alcanzarse.

Aunque no todos están de acuerdo en qué latín sabría Plutarco, sin embargo, un argumento casi de fuerza para defender que lo debía cono­cer suficientemente deriva del hecho de haberse decidido a abordar los temas que elige en sus Vidas; parece ilógico que sin saber el necesario latín lo hubiese intentado.

Ahora bien, Plutarco también reconoce en la Vida de Demóstenes (846 d-e) que no tuvo mucho tiempo para dedicarse a la lengua latina, confesión que hay que entender dentro de contexto y en todo su alcance. Es cierto que cuando estuvo en Roma, dice, no tuvo el placer de aplicar­se a aprender esta lengua a causa de sus ocupaciones, por lo que tardía­mente y avanzado en años comenzó a leer obras escritas en latín.

Por tanto Plutarco admite que puede leer latín; acudiendo, probablemente, al tópico de la «falsa modestia», dice que no puede per­cibir la belleza de la elocuencia latina, su concisión, las figuras de estilo, el ritmo y otros ornamentos, lo que considera un placer lleno de encan­to, pero sólo fácil de alcanzar por los que tienen más tiempo Ubre o una edad que les permita ambiciones tales.

Sin embargo en otro lugar (Vida de Catón el Viejo 340a) al hablar de la elocuencia del romano se extraña de que algunos digan que es pareci­da a la de Lisias (así lo decía Cicerón en Brutus 26,63), añadiendo, em­pero, a continuación que dejaba este punto para que lo juzgaran los que fueran más capaces que él de percibir (αισθάνομαι) los rasgos de la elo­cuencia romana.

Así pues, hay que aceptar que Plutarco conocía el latín. Pero también es evidente que sus obras no son traducciones de otras latinas; éstas le sirven de base, de fuente, pues su fin es recoger información, resumir, to­mar de aquí y de allá, también de la información oral, puesto que el pue­blo, pensaba, conserva detalles que han escapado a los escritores y al permanecer en su memoria tienen manifiesta autoridad (así lo dice en 846d).

PAISAJE Y NATURALEZA 289

Precisamente es en los detalles, en las anécdotas o datos curiosos en los que suele citar y seguir cerca a los autores latinos. Así pues este gusto personal, esta característica de su obra es la que proporciona elementos de comparación, no siempre igual de valiosos, a partir de los cuales po­dremos juzgar su papel de traductor.

Vayamos pues a los textos. Los hemos seleccionado de características diferentes, en los que con mayor o menor precisión se incluyen traduc­ciones. En ellos estableceremos en cada caso las relaciones pertinentes; las conclusiones derivarán de ello.

1.- En la vida de Cicerón (872e) después de insistir Plutarco en que el romano se prodigaba incesantes e inmodestos elogios, reconoce que no le alcanzaba la envidia y dedicaba alabanzas a otros y no sólo a los que ya habían muerto. Lo ejemplifica con el juicio ciceroniano sobre Aristó­teles, Platón y Teofrasto, comparando a Aristóteles con un río que arrastra en su corriente oro, diciendo que Júpiter, si necesidad hubiere, hablaría como Platón en sus diálogos o juzgando a Teofrasto su «delicia personal». Leemos así:

Πολλά δ' αύτου καΐ άπομνημονεύουσιν, οίον περί 'Αριστοτέλους, δτι χρυσού ποταμός εΐη ρέοντος, καΐ περί των Πλάτωνος διαλόγων, ως του Διός, el λόγω χρήσθαι πέφυκβν, οϋτω διαλεγομένου. Τον δέ θεόφραστον ekú6ei τρυφήν Ιδίαν άποκαλεΐν.

Los lugares que Plutarco debió tener en cuenta son los siguientes: a) Cic. Acad. 12,38,19: Flumen oratíonis aweum fundens Aristóteles. (Cf. flumen I ποταμός; aureum /χρυσού; fundens I ρέοντος). Al paralelismo de vocabulario debemos añadir el de la construcción

de participio. b) Cic. Brutus 121: Quis enim uberiorin dicendo Platone?Iovem sic

aiuntphilosophi, si Graece loquatur toqui. (Cf. Iovem /Διός; si graece loquatur I el-λόγω χρήσθαι; sic...toqui I

ούτω διαλεγομένου). En este texto el autor latino explícita el término graece, precisión que

se vuelve innecesaria en su traducción al griego. c) Cic. Brutus 121: Quis... Theophrasto dulcior? (Cf. dulcior I τρυφήν Ιδίαν). La comparación, pues, de textos revela

que, aunque no se trata de traducción literal (el caso más claro lo repre­senta dulcior I τρυφήν Ιδίαν, delicia privatim) el de Queronea ha conec­tado con Cicerón, ha sabido «traducir» sus juicios.

2.- Mayores semejanzas se observan en los textos siguientes. Dice Plu­tarco en 867d (también en la vida de Cicerón) que mientras Catilina y los suyos hacían planes para matar al orador, la divinidad parecía presa-

290 ESTUDIOS SOBRE PLUTARCO:

giar lo que tramaban por medio de terremotos, caídas de rayos y apari­ciones.

Έδόκει δέ και τό δαιμόνων προσημαίνειν τα πρασσόμενα σει,σμοΐς καΐ κεραυνοΐς και φάσμασιν.

El propio Cicerón en Catilinaria III 18 aludía a ello: uisas nocturno tempore ab occidente faces ardoremque caeli ut fulminum iactus, terrae motus.

Cf. σει,σμοΐς/ terrae motus; κεραυνοίς / fulminum iactus. 3.- En Cicerón 867e recoge Plutarco de qué manera contestó Catilina,

convocado por Cicerón, ante el Senado, pensando que muchos senado­res deseaban una revolución; decía que no había nada de extraordinario en querer proporcionar una cabeza a un cuerpo vigoroso y fuerte, pero acéfalo, toda vez que el otro, que poseía cabeza, estaba delgado y consu­mido.

Tí γαρ, εφη, πράττω δεινόν, el, δυοΐν σωμάτων όντων, του μέν ΙσχνοΟ καΐ κατεφθι,νηκότος, έχοντος δέ κεφαλήν, του δ' ακέφαλου μεν, ισχυρού δε καΐ μεγάλου, τούτω κεφαλήν αυτός έπι/τί,θημι.

Cicerón Pro Murena 51 dice así: Tum enim dixit dúo corpora esse rei publicae, unum debile infirmo

capite, alterum fírmum sine capite; huic siita de se merítum esset, caput se uiuo non defuturum.

(Cf. δυοΐν σωμάτων όντων / dúo corpora esse; του μέν Ισχνού κα! κα-τεφθινεκότος/ unum debile, έχοντος δέ κεφαλήν / infirmo capite; του δέ Ισχυρού δέ καΐ μεγάλου / alterum fírmum, ακέφαλου / sine capite; τούτω / huic; κεφαλήν / caput; έττιτί-θημι, / non defuturum).

Las semejanzas observadas no quedan desmerecidas por la diferencia sintáctica; Cicerón introducía las palabras de Catilina con dixit, mien­tras que Plutarco elige el estilo directo. Mantiene el uso del verbo «sen>, aunque al traducir lo construya en genitivo absoluto y, con ello, arrastre a los adjetivos siguientes a este caso. A su vez se observa el gusto del bió­grafo por la amplifícatio.

4.- En Catón el Viejo {Cato maior 348c) refiere Plutarco que este per­sonaje hablaba delante de su hijo con un pudor propio de las Vestales, añadiendo que no se bañó jamás con él. Lo justifica, refiriendo que pare­ce haber sido costumbre generalizada entre los romanos; los suegros, en efecto evitaban bañarse con sus yernos; desnudarse ante ellos, añade, les hubiese enrojecido.

Kai τούτο κοινόν £οικε 'Ρωμαίων ε'θος εΐναΓ καΐ γαρ πενθεροί γαμβροΐς έφυλάττοντο συλλούεσθαι δυσωπούμενοι τήν άποκάλυψιν καΐ γύμνωσιν. Είτα μέντοι παρ" Ελλήνων τό γυμνούσθαι μαθό ντε ς αυτοί

291 ESTUDIOS SOBRE PLUTARCO:

πάλιν του καΐ μετά γυναικών τοΟτο πράσσειν άναπεπλήκασι τους "Ελληνας.

Ya Cicerón en De oíñccis I 35,129 al hablar de la verecundia afirma­ba que ésta se mantenía incluso en la escena, añadiendo que era costum­bre de ellos, romana, el que los hijos púberes no se lavasen con los pa­dres, ni los yernos con los suegros:

ut in scaenam sine subligaculo prodeat nenio; verentur enim ne, si quo casu evenerít ut corporís partes quaedam aperíantur, aspiciantur non decore. Nostro quidem more cum parentibus púberes fílii, cum so-cerís generí non la van tur.

(Cf. £θος / more; πενθεροί/ cum socerís; γαμβροΐς/ generí; έφυλάττον-To συλλούεσθαι / non lavantur; frente a nostro de Cicerón, Plutarco ha­blará, naturalmente, de κοινόν ' Ρωμαίων.

Plutarco cambia sujeto y complemento y frente al simple verbo acude a una perífrasis (evitan bañarse).

5.- En C. Graco 835c recoge Plutarco una anécdota, transmitida por autores latinos; se decía de este Gayo que era un demagogo y que busca­ba la popularidad con más ardor que su hermano Tiberio, ya muerto; sin embargo Plutarco consideraba falsa esta noticia admitiendo que no se dedicó a la política por una elección deliberada, para justificar lo cual acude a lo dicho por Cicerón: contaba éste que a Gayo se le apareció en sueños su hermano instándole a participar en la vida pública.

' Ιστορεί δέ καΐ Κικέρων ό ρήτωρ ώς άρα φεύγοντι πασαν αρχήν τω Γαίω καΐ μεθ' ησυχίας ήρημένω ζην ό αδελφός δναρ φανείς και προ-σαγορεύσας ΤΙ δήτα, "φαίη", Γάιε, βραδύνεις; Οΰκ ^OTLV άπόδρασις, άλλ' είς μεν ήμΐν άμφοτέροις βίος, εις δέ θάνατος υπέρ του δήμου πο-λιτευομενοις πεπρωται.

Cicerón ciertamente en De divinatione 1,26,56 decía Gaius vero Graccbus multis dixit ut scríptum apud eundem Coelium

est, sibiin somnis quaesturam petere dubitanti Tiberíum fratrem visum esse dicere, quam vellet cunctaretur, tamen eodem sibileto, quoipsein-terisset, esse pereundum.

La noticia que Cicerón recogía de Celio Antípatro la transmite Plutar­co, sin mencionarlo. Para darle mayor vida, acude de nuevo al estilo di­recto; no sigue literalmente al latino, pero traduce, «transmite» acertada­mente lo fundamental. Compárese por ejemplo φεύγοντι πάσαν αρχήν / quaesturam petere dubitanti; amplifica diciendo que deseaba una vida tranquila (μεθ' ησυχίας ήρημένω ζην; ό αδελφός / fratrem, δναρ / insom-nis; φανείς / visum esse; προσαγορεύσας / dicere; βραδύνεις / cunctare­tur; nada dice de la misma vida (εΐς ... βίος) Cicerón, por lo que es más

292 ESTUDIOS SOBRE PLUTARCO:

enfático el griego utilizando un paralelismo: θάνατος se corresponde a Jeto y εις a eodem.

Digamos por último que la «traducción» de Plutarco viene en apoyo —creemos muy justo— de la lección dubitantipetere en vez de peten tí, que prefieren algunas ediciones.

6.- En Tito Flaminino 380 e, al hablar de la derrota de Aníbal cuenta Plutarco, siguiendo a Livio, su muerte y nos deja oir sus últimas pala­bras:

Λίβιος δέ φησι φάρμακον έχοντα κεράσαι καΐ τήν κύλικα δεξάμε-νον εΙπεΐν " ' Αναπαύσωμεν ήδη ποτέ τήν πολλή ν φροντίδα' Ρωμαίων, οι μακρόν ήγήσαντο καΐ βαρύ μισούμε νου γέροντος άναμεΐναι θάνα­τον. Ού μήν ουδέ Τίτος άςΊο£ήλωτον άποίσεται νίκην ουδέ των προ­γόνων άξίαν, ο'ϊ Πύρρω πολεμουντι και κρατούντι τήν μέλλουσαν ύπο-πέμψαντες κατεμήνυσαν φαρμακείαν".

Livio cuenta que tomando un veneno lo disolvió en el agua y cogien­do la copa dijo: «libremos de su gran preocupación a los romanos, que han considerado largo y pesado esperar la muerte de un viejo detesta­do». Pero Tito no alcanzará una victoria envidiable ni digna de sus ante­pasados, que mandaron aviso a Pirro, su enemigo y vencedor, del enve­nenamiento que le amenazaba.

T. Livio 39,51, 8-11: Liberemus, inquit, diuturna cura populum romanum, guando mor-

tem senis expectare longum censet nec magnam nec memorabilem ex inermiproditioque Flamininus victoriam feret mores quidem populi ro-mani quantum mutaverunt, velhic dies argumentum erit, horum paires Pyrrho regí, hosti armato exercitum in Italia habenti, ut a veneno ca veré praedixerunt.

«Libremos, dijo, de una muy duradera preocupación al pueblo roma­no, cuando piensa esperar la muerte de un anciano y no va a conseguir Flaminino de un inerme y traicionado una victoria memorable ni gran­de. Este día será un ejemplo de cuánto han cambiado las costumbres de los romanos; sus antecesores anunciaron al rey Pirro, armado y teniendo un ejército en Italia, que se guardase de un envenenamiento.».

Estos textos muestran semejanzas notables como veremos a continua­ción: αναπαύσωμεν / liberemus; τήν πολλήν φροντίδα / diuturna curar,

' Ρωμαίων / populum romanum; μακρόν ήγήσαντο καΐ βαρύ / longum cen­set (obsérvese que añade βαρύ); άναμεΐναι/ expectare; μισουμένου γέρον­τος... θάνατον / mortem senis (añade «odioso» μισουμένου); Τίτος... ά-ποίσεται / feret Flamininus; άςΊο£ήλωτον νίκην / victoriam necmagnam nec memorabilem, Πύρρω / Pyrrho regí; πολεμουντι καΐ κρατούντι / hosti

PAISAJE Y NATURALEZA 293

armato exercitum...habenti \ ύποπέμψαντες / praedixerunt; κατεμήνιτ σαν φάρμακαίαν I a veneno cavereL

La primera oración muestra una traducción literal, si exceptuamos la acostumbrada «amplificatio» (a un adjetivo en Livio corresponden dos en Plutarco). El historiador latino enfatizaba que Aníbal estaba inermis y que había sido traicionado, proditus, aspecto que omite Plutarco; la referencia al cambio de las costumbres en Roma no están en boca del cartaginés, pero sí en lo que sirve de marco a sus palabras.

Así, pues, aparte de la correspondencia léxica la hay también sintáctica: una oración principal y una subordinada de infinitivo en ambos casos.

7.- Gran cercanía observamos en los pasajes siguientes, que apoyan no sólo el papel de traductor de Plutarco, sino también otros hechos, por ejemplo, la importancia que daba a las cartas en su obra, lo que casa bien con su interés por la anécdota y el valor que atribuye a noticias no propiamente literarias, entre las que destacaba la muy importante para él «información oral».

En Q'cerón 879b, después de relatar Plutarco que éste hizo la guerra y venció en Amano y que fue proclamado αυτοκράτωρ (imperator) por sus soldados (de ello da noticia amplia Cicerón en una carta Adfam. II10), añade la siguiente anécdota:

Καιλίου δέ του ρήτορος δβομ ν̂ου παρδάλεις αΰτφ προς τίνα βέαν ele' Ρώμην έκ Κιλικίας άποστεΐλαι, καλλωπιζόμβνος επί τοις πβπραγ-μ^νοις γράφει προς αυτόν ούκ είναι παρδάλεις έν Κιλικία* πεφβυγ -̂ναι γάρ είς Καρίαν άγανακτουσας δτι μόναι πολεμούνται, πάντων είρήνην εχόντων.

«Pidiéndole el orador Celio que le enviase de Cilicia a Roma panteras para un espectáculo, presumiendo de cómo ejercía su cargo, le comunica que gracias a él no hay panteras en Cilicia; que han huido a Caria, indigna­das de que, teniendo todos paz, solo ellas están en guerra.».

Plutarco nos da detalles, que no se explicitan en la carta enviada a Ce­lio por Cicerón (Ad familiares II 11), porque el remitente y destinatario no necesitaban precisar lo que conocían bien.

De pantheris per eos, qui venan solent, agitur mandatu meo diligen-ter, sed mera paucitas est, eteas, quaesunt, valde aiunt querí quod nihil cuiqam insidiarum in mea provincia nisi sibiñat. /taque constituisse di-cunturin Caríam exnostra provincia decedere.

«Sobre las panteras se ocupan con gran interés por mandato mío quienes suelen cazarlas, pero su escasez es extremada y se dice que las que hay se quejan de que en mi provincia no haya para nadie asechanzas

294 ESTUDIOS SOBRE PLUTARCO:

excepto para ellas. Así se cuenta que han decidido marcharse de nuestra provincia a Caria.».

(Cf. ούκ είναι παρδάλεις / depantherís... merapaucitasest; πεφευγέ-ναι / decedere; είς Kap'iav / in Caríam; άγανακτουσας/ queri; óTL / quod; μόναι / nihilcuiquam insidiarum nisi sibi fíat).

Si nos detenemos en el léxico observaremos que el griego escoge términos que enfatizan la expresividad de los utilizados por Cicerón: a la escasez de animales corresponde un «no hay»; al «marcharse», «huir», a «quejarse», «indignarse», «nadie sufre asechanzas», «todos disfrutan de la paz». No se debe olvidar que Plutarco insiste en que Cicerón «presumía».

Cicerón hablaba de mea y nostra provincia, sin nombrar cual era y, por su parte, Plutarco, como es lógico, ofrece el nombre geográfico. En el párrafo siguiente hablará de la provincia (επαρχία). Omite por las ra­zones expuestas (tanto Cicerón como su amigo sabían de qué hablaban) la referencia al espectáculo (θέα) que Celio quería dar.

8.- Algunos textos más breves suponen también el conocimiento, muy posiblemente directo, aunque en estas cuestiones es arriesgado ser con­tundente, de obras ciceronianas. Por ejemplo Cato maior 337c; allí nos dice Plutarco que Catón estudió el griego tarde y que era de edad avan­zada cuando tomó en sus manos libros griegos, de los que sacó algún provecho para perfeccionar su talento oratorio. De hecho, sus escritos contienen máximas e historias extraídas de los griegos y se encuentran muchas traducciones del griego en sus' Αποφθέγματα y Sentencias.

"Αλλως δέ παιδείας 'Ελληνικής όψιμαθης γενέσθαι λέγεται καΐ πόρρω παντάπασιν ηλικίας έληλακώς'Ελλενικά Βιβλία λαβών είς χείρας βραχέα μέν από θουκυδίδου, πλείονα δ' από Δημοσθένους είς τό ρητορικόν ώφεληθηναι. Τα μέντοι συγγράμματα καΐ δόγμασιν Έ* λληνικοΐς καΐ Ιστορίαις επιεικώς διαπεποίκιλται• καΐ μεθηρμηνευμέ-να πολλά κατά λέςϊν έν τοις άποφθέγμασι καΐ ταΐς γνωμολογίαις τέ" τακται.

Si Plutarco afirma que hay traducciones literales (πολλά κατά λέξιν) podría repetir el juicio de otros, pero tampoco es imposible que él, com­parados los textos (por tanto estaba en condiciones de hacerlo) lo dijese por sí mismo. Ciertamente Cicerón, autor que, como vamos comproban­do, ocupa un lugar primordial entre sus fuentes, ponía en boca del mis­mo Catón en De senectute 8,26 lo siguiente:

Et ego feci, qui litteras graecas senex didici, quas quidem sic avide arripui quasi diutumam sitim explere cupiens, ut ea ipsa mihinota esset, quibusme nunc exemplis uti videtis.

PAISAJE Y NATURALEZA 295

Y en De offíciis 1,29 a propósito de la bondad de un ludus liberalis libre de obscenidad, al traer como exemplum a Catón habla de sus' Αποφθέγματα:

multaque multorum facete dicata, ut ea quae a sene Catone collecta sunt, quae vocant αποφθέγματα.

Cf. παιδείας Έλλενικης / ütteras graecas; όψιμαθής, que comienza tarde a instruirse, demasiado viejo para aprender / senex didici. El adjeti­vo griego όψιμαθής auna los valores de verbo y substantivo, síntesis que contrasta con la insistente y metafórica expresión de la avanzada edad de Catón, que menciona a continuación al referir que «tomó en sus ma­nos obras griegas, siendo muy viejo».

Aunque en estos textos las relaciones directas se limitan al litteras graecas senex didici, nos sirve de base para observar de cerca el modo de tra­bajar de Plutarco y sobre todo para deducir que entendía la lengua latina.

9.- Algo similar ocurre en Focio (742e). Refiere que, según Cicerón, Catón se comportaba como en la πολιτεία de Platón y no como en el «excremento» de Rómulo:

αλλ' ó μεν Κικέρων φησίν αυτόν ώσπερ έν τη Πλάτωνος πολιτεία καΐ ούκ έν τη 'Ρωμύλου πολιτευόμενον υποστάθμη της ύπατείας έκπε-σεΐν, έμοί δέ ταύτό δοκεΐ παθεΐν τοις μή καθ' ώραν έκφανεΐσι καρποΐς.

Cicerón en Att. 2,18 decía concretamente: dicit tanquam in Platonis πολιτεία, non tamquam in Romuli faece,

sententiam: Cf. ώσπερ / tanquam, y sobre todo υποστάθμη, que traduce el faece

ciceroniano adecuadamente, pues el término τρύξ que sirve en ocasiones para traducir a faex (o, a la inversa, faex traduce a τρύξ) designa las he­ces del vino o aceite; υποστάθμη aparte de «base», «fundamento» o «substancia» significa «excremento».

Plutarco hablaba del consulado que no alcanzó Catón porque le ocu­rrió lo que a los frutos de fuera de estación, que se les contempla con placer, se les admira, pero no se comen. Cicerón por su parte nada decía del consulado.

Llegados a este punto es hora de concluir. Omitidos otros lugares sus­ceptibles de estudio, los traídos aquí nos permiten extraer las siguientes conclusiones:

En los pasajes que traduce se percibe su gusto por la anécdota. Casi siempre menciona la fuente. No suele traducir pasajes completos, sino que selecciona algunos aspectos. Cuando traduce suele amplificar con un adjetivo e incluso con una

frase, que repite con otras palabras la idea. Acude a las perífrasis.

296 ESTUDIOS SOBRE PLUTARCO:

Cambia elementos de la frase (por ej. el sujeto pasa a complemento y a la inversa).

Utiliza un léxico ajustado aunque a veces enfatiza lo dicho en latín. Acude al estilo directo para dar viveza a lo dicho. Todo ello no cuestiona, sino todo lo contrario, su comprensión del la­

tín y el conocimiento de la lengua latina. Los fragmentos que conocemos por él merecen, por tanto, nuestro

crédito. En fin, sus traducciones no distan mucho de las que suelen o solían

hacerse de las lenguas clásicas a las modernas, en las que se prefiere la fi­delidad a la idea que la literalidad.