!Pobres Jesuitas! - Fernando Garrido Tortosa

7/26/2019 !Pobres Jesuitas! - Fernando Garrido Tortosa

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Ttulo original: Pobres Jesuitas! Origen, doctrinas,mximas, privilegios y vicisitudes de la Compaade Jess desde su fundacin hasta nuestros dasFernando Garrido Tortosa, 1881

Diseo de cubierta: RLullIlustracin de portada:Jesuitas en el Cuzco, Seriedel Corpus, pintura barroca colonial del siglo XVII

Editor digital: RLullePub base r1.2


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Al lector

Agotada la primera edicin de POBREESUITAS! en pocas semanas, damos a luz legunda, convencidos de que no ser la ltima. S

este favor del pblico no aprueba el mrititerario de la obra, explica al menos l

oportunidad, y tambin la imparcialidad con quest escrita.

La invasin teocrtica, frailuna y jesutica, qudescendiendo del Pirineo se extiende sobre lnfeliz Espaa, cual bandada de cuervos sobr

extenuada caravana, necesitaba que diera la voz dalerta avanzada centinela, llamando enrgicamenta atencin de la tribu amenazada sobre l

nminencia del peligro y el autor de POBREESUITAS! lo hace, por patritico sentimientnspirado.

POBRES JESUITAS! ha titulado este libro, e


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el que, demostrndose con toda clase de datos documentos lo inmoral y peligroso de estenebrosa institucin llamada Compaa de Jess

condenada por todos los poderes civiles eclesisticos; compadecindose de los individuoque la componen; pero acaso y sin acaso debierlamar pobre nacin! a la que en su seno recibe os POBRES JESUITAS!

Espaa es hoy su asilo, su ltimo refugio eEuropa; pero o mucho nos engaamos, o loesuitas que son tan avisados, que sienten crecer l

hierba, deben apercibirse de las trepidacionevolcnicas del suelo que pisan, y de las que puedconsiderarse como sntoma el xito de la obra cuya segunda edicin sirven de prefacio estaneas.

Quin sabe en qu forma realizar el pueblespaol lo que con los jesuitas hizo Carlos III hacms de un siglo?


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Introduccin

No calumniemos a los jesuitasVoltair

La lucha secular sostenida contra el progreso y l

ciencia por la Iglesia romana, y la influencia qua Compaa de Jess ejerci y ejerce sobre e

clero catlico, y en la poltica de la cortPontificia, dan a su historia extraordinario inters

La historia de esa Compaa, est tantimamente ligada a la del mundo civilizado

desde hace trescientos cuarenta aos, que de todoos hechos resulta, a pesar de su ttulo, por ciert

pretencioso, de Compaeros de Jess, que loesuitas se ocuparon siempre ms de las cosas d

este mundo que de las del otro, que es para ellocuando ms, una pantalla o un reclamo, par

educir incautos.


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Verdad es que esto nada tiene de extrao, pueen definitiva, a toda corporacin teocrtica, el otrmundo sirvi de pretexto, de reclamo, par

apropiarse los bienes de ste, e imperar en emporal y espiritualmente.Pero esta famosa Compaa, Sociedad, Orde

o Instituto, que con todos estos nombres se lconoce, ofrece el fenmeno sorprendente, nico dhaberse fundado, progresado y desenvuelto en emundo, a pesar de las persecuciones mviolentas, destierros, procesos, asesinatouplicios, proscripciones en masa, y anatemas d

os mismos Papas, que en el ltimo siglconcluyeron por suprimirla.

Estas persecuciones tuvieron lugar, en lopases brbaros como en los civilizados, en la

monarquas como en las repblicas, por los reyems catlicos como por los ms herticopudiendo decirse que la Compaa de Jess hcrecido a fuerza de maldiciones, sobrenadando e

medio de las ms terribles tempestades contra ell


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desencadenadas, o reapareciendo tras cadnaufragio, ms vigorosa y emprendedora, al mismiempo que ms cauta e hipcrita.

A la hora en que escribimos, algunos miles desuitas, vestidos de negro, con apariencianofensivas, y hasta humildes, de aspecteservado, cauteloso siempre, con frecuenci

entrometidos, insinuantes, en las cinco partes demundo, procuran, por todos los mediomaginables, el restablecimiento del podeemporal y espiritual de los Pontfices romanos, a

mismo tiempo que la posesin de la mayor sumde riquezas y bienes mundanos, y por medio dunos y otros el dominio universal. Y, cosa everdad sorprendente, estas negras legioneaparentemente desarmadas, desafan y tienen eaque a los gobiernos ms poderosos, que les so

abiertamente hostiles, se imponen, y dominan coneores, a pueblos que los aborrecen, y no ocultaus propsitos y esperanza de destruir l

civilizacin moderna, sometiendo la Sociedad a


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Syllabus, que es su obra, su programa y sbandera.

Qu Institucin, de entre las muchas abortada

por las extraas de la Iglesia romana, ha hechhablar ms de ella que la Compaa de Jess, eos tres siglos y medio que cuenta de existencia?

Ninguna. Desde su origen se vio perseguidpor grandes y pequeos; pero hasta de lapersecuciones supo sacar partido parengrandecerse, representando el papel de mrtir de vctima, cual actor consumado.

Precisamente en las naciones de donde fue un

muchas veces expulsada, por considerarla lopoderes pblicos incompatible con sndependencia, la Compaa de Jessha mostrad

empeo ms tenaz en volver a introducirse, par

establecer su influencia, aunque haya tenido quocultarse bajo todo gnero de disfraces, y quecurrir a los medios ms falsos, ilegale

criminales, y tenebrosos.

Los jesuitas fueron mal recibidos en todos lo


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pases, sin excluir los ms catlicos. Fueron dodos expulsados, incluso de la misma Roma dos Papas; pero a todos volvieron, entrando por e

ejado si hallaron cerrada la puerta; realizando lfbula de los espritus invisibles, pues para estonegros vampiros no hay puerta cerrada.

Ellos mismos han dicho en ocasioneolemnes: Entramos como corderos; nos echa

como a lobos; pero volvemos como leones.Son como las araas, que se est seguro de ve

eaparecer, recomenzando su tela, en toda casa quno se barre bien todos los das, y no se deshollin

al menos todos los sbados.Jesuitas y jesuitismo han llegado a ser, en lo

diomas de todos los pases, sinnimos dhipocresa, falsedad, disimulo y ambicin, qu

procura satisfacerse por medios bajos, rastreroolapados, y hasta criminales.

En todas partes se considera insultado ehombre a quien dicen: Es V. un jesuita!.

El misterio en que siempre se envolvi l


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Compaa de Jess, para realizar sus designiono ha contribuido poco al acrecentamiento de snfluencia, porque todo lo misterioso ejerce sobr

as imaginaciones exaltadas accin poderosa. Ecambio, por la misma razn, siempre han sidospechosos, y mirados con desconfianza por la

gentes sensatas y se sano criterio, que no puedecomprender que las ideas justas y los propsitohonrados se oculten en las sombras, y busquemedios que no pueden mostrarse a la luz del dapara llegar a la realizacin de sus fines, sobrodo, cuando nada se opone a su manifestacin

Por esto la Compaa de Jess, no ha sido, ni epopular en ningn pas. Aparte de su propsitous medios repugnan a la conciencia pblica.

Los libros y escritos de todos los gneroclases y formas, publicados en todas las lenguaen contra de los jesuitas, son innumerables; ladefensas y apologas de su Institucin, publicadapor los jesuitas de capa larga o corta, no lo so

menos; y, sin embargo, an se est lejos se habe


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dicho sobre la Compaa, la ltima palabra.La bibliografa anti jesutica no est, a pesa

de todo, bastante generalizada, para que l

generacin contempornea pueda darse cuenta dodo el mal que esta Compaahizo, hace y harpor desgracia, todava, a la causa del progreso de la humana moral.

Leyendo la historia, y las obras mmportantes, escritas tanto en pro como en contr

de los jesuitas, nos ha sorprendido el hechoverdaderamente extrao, que les es especialsimode la universidad de las persecuciones que ha

ufrido, y de su inutilidad para librar de ellos a lanaciones. Podra decirse que es una sectndestructible, a pesar de que no puede oponer os poderes constituidos la ms peque

esistencia material. Si, como ahora en Francia, lechan por la puerta, tenemos la seguridad de quentrar por la ventana. Cuntas veces la arrojaropor sta y volvi a entrar por la puerta? De cas

odas las naciones civilizadas o brbaras est ho


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egalmente expulsada la Compaa de Jess; y pesar de las leyes y de la opinin pblica, existen todas ellas: y puesto que los medios empleado

contra ella no dieron los resultados que sus autoree proponan, parcenos objeto digno de llamar latencin de los hombres pensadores, lnvestigacin de las causas de esta impotencia dos poderes pblicos y de las leyes, para librar la

naciones de esta secta, por ellos calificada dplaga social, y por la pblica opinin de cncepoco menos que incurable.

La Compaa de Jess naci en la poca deenacimiento, en la que la Iglesia romana se veatacada por toda suerte de enemigos, protestantemusulmanes y filsofos, y cuando, como nunca, evirus de la corrupcin corra sus entraas.

En medio de aquella terrible tempestad dguerras religiosas, provocada por la polticmundana y personalsima de los Papas, un vascespaol, hombre oscuro y desprovisto d

nstruccin, concibi la idea de crear una nueva


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corporacin catlica, destinada a sostener lupremaca del papado contra sus enemigos, y

extender sus dominios por medios diferentes d

os empleados hasta entonces por el clero seculapor las rdenes monsticas, y por la Inquisicin; preciso es convenir en que, no por ms modestos menos brillantes, estos medios jesuticos, hadejado de producir su efecto, siquiera nmpidieran la progresiva decadencia de l

autoridad pontificia, ni que media Europabandonara el catolicismo.

Para conservar, como para extender s

dominio, los Papas, cual Mahoma, habaempleado, segn las circunstancias, la atraccin el terror, la predicacin humilde y la fuerza brutaLa Compaa de Jess, sin renunciar a esto

medios, comunes a todas las organizacioneeocrticas, los subordin a los que le era

peculiares; la astucia, la falsedad, la supercherael desprecio ms profundo de la conciencia y de l

moral, y por lo tanto el crimen, proclamand


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altamente que: el fin justifica los medios, y quos inferiores deben obedecer ciegamente la

rdenes de sus jefes, creyndolas buenas, aunqu

odo mundo las tenga por detestables.La Inquisicin desapareci del mundo llamadcristiano: las rdenes monsticas, que fuerondurante siglos, la inmensa democracia militantdel Papado, desaparecieron por completo dmuchas naciones, sin excluir las catlicas, y slquedan en otras, cual tristes restos de pocapasadas, de ignorancia y fanatismo, incompatiblecon el estado social contemporneo; pero l

Compaa de Jess ha sobrevivido y aumenta eugar de disminuir, hasta el punto de haber llegad

a ser el elemento preponderante, el alma, podecirlo, as, del catolicismo moderno.

Esta Compaa, creada para ser milicia de loPapas, ha concluido por infiltrarse de tal modo ea organizacin eclesistica, que al fin le hnfluido su espritu, absorbiendo el catolicism

omano, y devolvindole la unidad de objeto y d


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accin, que el Galicanismo en Francia, y eRegalismo en Espaa, en Portugal, y en otranaciones, le haban echo perder en los ltimo

iglos.Los mismos Papas se han visto convertidos enstrumentos de los jesuitas; pero, bajo snfluencia, el Pontificado ha perdido su carcter

esplendor de otros tiempos, hasta reducirse efatura de una secta, por muchos considerad

empresa industrial, explotadora de la necedad dunos y de la bellaquera de otros, que no respondeni a las necesidades ni a los sentimientos y grande

aspiraciones de la humanidad en nuestros das.La astucia, la doblez, con sus medios innoble

mezquinos, puedan a veces producir xitomomentneos, ms o menos inesperados, pero n

pueden nunca producirlos slidos y permanenteporque son impropios para apoderarse deentimiento pblico.

La intriga fue siempre medio de accin d

minoras impotentes, instrumento de oligarquas


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de intereses antisociales; mas por la misma causepugna a los pueblos, para los cuales la verdad a justicia, o lo que por tales han tomado de buen

fe, deben mostrarse altamente, a la luz del dapara ser por todos aceptadas y aclamadas. Esto eprecisamente, a parte de otras causas que le songnitas, el lado flaco, por no decir repugnante

del catolicismo romano, desde que cay bajo epoder de los hijos de San Ignacio.

A pesar de que la Compaa de Jesprodujera hombres notables, historiadore

egisladores, oradores, apstoles, capitanes estadistas, y de haberse consagrado a lnstruccin de la juventud, en parte alguna de la

en que estableci sus reales, pudo destruir lepulsin instintiva que inspira a los pueblos todo que lleva el sello del jesuitismo. Las cualidade

personales de sus miembros ms distinguidos, nbastaron a salvar la institucin jesutica de estantipata que ha inspirado siempre.

Los mismos jesuitas lo han reconocido as,


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han escrito muchos libros para hacer la defensa a apologa de su Compaa.

El padre Bartol, por ejemplo, escribi l

iguiente: No slo entre los herejes, tambientre los catlicos, hay quien con sus palabras escritos se empea en hacer caer sobre lCompaa el odio y el desprecio del mundoresentndola perturbadora, peligrosa

dominadora y degenerada.

Hombre del siglo XIX, amante de la humanida de sus derechos, es evidente que yo no pued

menos de desear la ms completa disolucin deste Instituto, tristemente clebre, por ver en l uenemigo irreconciliable, una negacin viva activa del humano progreso; pero adversario leaal escribir estos apuntes sobre la Compaa dess, cmpleme manifestar que, lejos de odiar us miembros, los compadezco, por habe

abdicado su personalidad, sometindose comdciles instrumentos a un jefe supremo, al Genera

de la Orden, en el que ven nada menos que u


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epresentante de Dios: mi antipata es para lnstitucin, no para sus miembros. Por eso repetir

con Voltaire: No calumniemos a los jesuitas!.

Por eso aado: Pobres jesuitas!


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Captulo primero

Ignacio de Loyola; aventuras de su juventud yorigen de su fanatismo. Sus ejercicios msticos

sus viajes y sus persecuciones. Sus primeroscompaeros. Fundacin de la Compaa.

Prerrogativas de los generales jesuitas. Debere

de los inferiores y voto de obediencia pasiva. Relaciones de la Compaacon el Papa. Traje

de los jesuitas. Diversas categoras de susmiembros. Constitucin de la Compaa.

Misterios de que se rodea.

I

aci San Ignacio a fines del siglo XVen Loyolaaldea de Guipzcoa, de familia noble; adolescente an, fue paje de Fernando el CatlicoMs tarde tom parte en la defensa de Pamplon


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contra los franceses, que lo hirieronestropendole una pierna, que le qued imperfectaAquella desgracia decidi de su porvenir. E

disgusto que le caus la cojera fue tal, quensimismndose se dio a la lectura de libros ddevocin, acabando por renunciar a casarse con lmujer que amaba.

Misterios del humano destino! La balfrancesa que hiri a Ignacio en Pamplona, priv u patria de un defensor, y acaso de un buen padr

de familia, de un til ciudadano, y dio a la Iglesiomana su ms ardiente campen, el fundador de l

ms persistente, de las ms activa de sunstituciones, y hasta pudiera decirse, de la qu

ejerce ms influencia en los destinos decatolicismo.

Ignacio arroj el mosquete, empu el bculdel peregrino, y se fue a deponer su espada a lopies del altar de la Virgen de Montserrat, haciendvoto de consagrarse al servicio de la religi

catlica y del pontificado, en el que, segn


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crea, se personifica aquella.

IIEscribi entonces sus clebres ejerciciodestinados a preparar las almas, turbadas por lduda o la indiferencia, a consagrarse al bien

enunciando, no solo a los bienes del mundo, sina todas las afecciones humanas. Cmo si el biepudiera existir fuera de esas afecciones!

Esta obra fue el fundamento de toda la doctrin

de la Compaa de Jess.Qu ms se necesita para calificar la ta

doctrina de aberracin del entendimiento, quconduce fatalmente a la perversin del sentid

moral, a la condenacin de los sentimientos mgenerosos, nobles y humanos, que al mismo tiempon condicin indispensable del desenvolvimient

de la humanidad sobre la tierra?

Qu tiene, pues, de extrao, que, apena


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publicados los ejercicios se produjera contra elloerrible tempestad, hasta en el seno mismo de l

Universidad y de la Iglesia? En 1535 fuero

condenados en Pars por la Sorbona, no solo comospechosos, sino por contrarios al dogmcatlico; y las autoridades eclesisticas dPortugal declararon que el autor de aquel libro, se dejaban, acabara por volver loco al mundo.

El Papa no lo trat mejor.Diez aos pasaron desde su publicacin ante

que Pablo III, cediendo a las instancias reiteradade las que luego fue San Francisco de Borja, s

decidiera a dar su sancin a Los ejercicios.Desde entonces sirvi esta primera obra d

San Ignacio, de base al edificio teocrtico poltico, de lo que pudiera llamarse el nuev

catolicismo.

III


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Supnese que Ignacio hizo una peregrinacin Tierra Santa, antes de fundar su Sociedad, pero lque est fuera de duda es que fue a Alcal dHenares, donde empezaron para l lapersecuciones. Cuarenta das le tuvieron en lcrcel, porque unas seoras de calidaabandonaron por l su domicilio. Al cabo ellas s

presentaron a la justicia, declarando que habaabandonado espontneamente a su familia, parhacer no sabemos qu piadosa peregrinacin

Pusironle en libertad el 1. de Junio de 1527

ibre de la acusacin del rapto de aquellaespetables y piadosas damiselas. Mas no por est

escap ileso de las garras de la justicia, pues lcondenaron a no usar ms la sotana, que se hab

endosado, a pesar de no haber recibido lardenes; intimndole que no se ocupara en pblicde teologa bajo pena de excomunin expulsndole del reino, por aadidura.

El futuro santo no tuvo ms en cuenta aquella


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prescripciones y sentencias, que despus suproslitos las de los tribunales, y las leyes de lopases en que han vivido. Mas comprendiendo qu

con las catlicas autoridades de Alcal no cabaubterfugios ni distingos, se march; pero no aextranjero, como se lo haban mandado, sino Salamanca. No sabemos lo que all hizo, pero sque la justicia le encerr en un calabozo, cargadde cadenas, y que permaneci en l algunaemanas.

La catlica Espaa no poda sufrir al hombreque ms tarde haba de venerar en sus altares!

Ignacio huy de su patria, buscando al otrado de los Pirineos espritus menos refractarios us propsitos; y pidiendo limosna recorri

Francia, Holanda e Inglaterra.

En Pars encontr sus primeros adeptos, y comedia docena de amigos dio principio a lorganizacin de la Compaa.

Este primer ncleo era pura y simplemente un

Sociedad ilegal y secreta; mas para l, y segn su


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principios, el fin justifica los medios, y no creydignas de ser tenidas en cuenta las leyes y laautoridades del pas en que haba recibid

hospitalidad.De los seis primeros compaeros de Ignaciocinco eran espaoles, y el otro francs. Este slamaba Pierre Lefevre, y los otros Sim

Rodrguez, Nicols Bobadilla, Alfonso SalmernSantiago Lainez, y Francisco Javier.

IV

El 15 de Agosto de 1534 inauguraron su Sociedaeunindose en la capilla de la iglesia de la Virge

de Montmartre, en la que, 328 aos despus, baj

a proteccin de Napolen el Pequeo, hacomenzado la construccin de una gran baslicos sucesores de aquel primer grupo de jesuitas, e

conmemoracin sin duda de la constitucin de l

Compaaen aquel sitio; pero el ayuntamiento d


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Pars se opone a su terminacin, y no ser fcque los jesuitas salgan adelante con su empresa.

En aquella primera sesin hicieron votos d

castidad, de contentarse con lo estrictamentnecesario, de ir en peregrinacin a Jerusaln, y dconsagrarse al servicio de pontificado romano.

Quisieron despus que el Papa legalizaran sSociedad, pero los cardenales se opusierodurante mucho tiempo, creyndola inconveniente perjudicial a la Iglesia, hasta que al fin Pablo III lautoriz, por una Bula especial, publicada e

540.

Tales fueron los orgenes de esta clebrCompaa de Jess, que no tard en extenderspor el mundo, y que desde entonces lo ha tradevuelto, haciendo hablar de ella, excitando la

ms violentas antipatas, y luchando contra grandepequeos, infatigable y con persistencia digna d

mejor causa.


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Captulo II

Despotismo del general de la Compaa. Susatribuciones absolutas. El disimulo y la falseda

erigidos en regla de conducta, en deberesineludibles para sus miembros por la Compaa

de Jess. Defensa de tal inmoral procedimiento

por sus mismos escritores

I

Dirijamos ahora una mirada a las instituciones da Compaa, porque su conocimiento es necesari

para comprender, as su fuerza resistente, como la

persecuciones que ha sufrido, y la generaanimadversin que sobre ella pesa.No es tan fcil como pudiera creerse e

conocimiento y definicin de las constituciones da Compaa. Su gobierno es monrquic


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ndependiente, puesto que depende de la voluntade su General, a pesar de estar subordinado a loPontfices romanos.

Pretendi, sin embargo, San Ignacio, que sSociedado Compaa, fuese una monarqua mixtapuesto que reserv a la congregacin, o juntgeneral de los hermanos profesos, la eleccin deGeneral; repartiendo adems entre ste y la juntgeneral el poder legislativo, y reservando tambia sta el derecho de deponer en ciertos casos aGeneral; pero de qu serva este derecho a lcongregacin?

Como en las monarquas mixtas constitucionales, esta participacin del pueblo eel poder es ilusoria, porque el General es quienicamente tiene facultades para reunir a sus ma

lamados socios o profesos, que tienen derecho omar parte en la junta; y como son hechuras suyade l lo esperan todo, porque el General, comos reyes en las monarquas, concede los empleo

distribuye las funciones, est seguro de que har


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cuanto a l se le antoje.La soberana de la Sociedad, es por tanto, un

lusin; y Lainez, que sucedi a San Ignacio en e

generalato, propuso, e hizo aceptar, en la primerunta o congregacin por l convocada, queslo eGeneral tena derecho para establecer reglanuevas.

El General asume, por lo tanto, los podereejecutivos y legislativo, ni ms ni menos que uey absoluto.

Veamos ahora cules son sus prerrogativas.

II

l administra la Sociedad, y ejerce jurisdicci

obre todos sus miembros. De l emana toda lautoridad de los provinciales y dems superioreeservndose la facultad de distribuir a cada uno

de retirarle el poder que le concedi, cuando l

parece necesario. Debe velar por la observanci


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de las instituciones, pero puede dispersarse dello.

Ningn misionero puede, sin permiso de

General, aceptar dignidades fuera de la Sociedadcuando las acepte, autorizado por l, aunque seun puesto de los primeros de la Iglesia o deEstado, siempre est sometido a las reglas dCompaa, debiendo or los consejos de sGeneral en el desempeo de su cargo, sea estcivil o eclesistico.

El General est vinculado para hacer regladar ordenanzas y declaraciones sobre l

Constitucin de la Compaa. Las bulas de 154043 y 71, le autorizan para hacer todas laConstituciones particulares que crea necesaria abien de la Sociedad; con facultad de cambiarla

modificarlas o abolirlas, y de reemplazarlas pootras cuando lo crea conveniente.

Sobre cuanto se refiere a la Compaa, eGeneral puede mandar a todos los miembros d

ella, aunque haya transmitido parte de sus podere


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a algunos de sus inferiores; anular lo que stohagan, o modificarlo, como mejor le parezca, sique por esta contradiccin exima a su

ubordinados de la obediencia pasiva que ldeben, como a representante de Jesucristo.Slo l tiene plenos poderes para hacer tod

clase de contratos.Sin duda, para engaar incautos, hay en la

constituciones una disposicin que autoriza a lcongregacin a deponer al General, en caso dmalversacin de caudales; y otras, en la que sestablece, que los asuntos graves, debe tratarlo

delante de sus asistentes; pero todo esto ecompletamente nulo, porque l slo determina lque son asuntos graves, porque sus asistentes niene ni voz ni voto, y porque l puede expulsar d

a Sociedad a quien le parezca, y admitir conceder grados y oficios, sin dar a nadie cuentde ello, debiendo obedecerle todos los individuoque forman parte de la Compaa, bajo pena d

pecado mortal. Las tales cortapisas son ridcula


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rrisorias.Quin ha de atreverse con una autoridad qu

puede establecer misiones en todas las partes de

mundo, cambiar los misioneros, y revocar lamisiones ordenadas, mandando a los miembros da Compaa a donde quiera, incluso a pases dnfieles y de brbaros?

l slo tiene facultad para conmutar loegados que se hagan a la Sociedad, revisar

corregir los libros de sta, distribuir, por s o podelegados, las gracias concedidas por los Papas a Sociedad: conceder indulgencias a la

congregaciones y a los seminaristas agregados a lde Roma, y en todo sitio y lugar a lacongregaciones de hombres y mujeres dirigidapor jesuitas. En virtud de la suprema autoridad qu

ejerce sobre la Orden, puede hacer partcipes das buenas obras, plegarias y sufragios, a lo

protectores, bienhechores y adeptos de lCompaa.

El General debe conocer a fondo la concienci


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de todos sus subordinados, especialmente la de louperiores.

Todo lo que l ha concedido y dispuesto, deb

cumplirse, mientras no lo revoque su sucesor.Los provinciales tienen obligacin de darlcuenta todos los meses del estado de suprovincias, y al mismo tiempo deben hacerlo loconsultores, especie de contralores, que sentienden directamente con el General. Louperiores tienen que mandarle todos los aoistas, conteniendo, una, los nombres de todos lo

hermanos de sus respectivos colegio

especificando su edad, patria, tiempo que estn ea Sociedad, estudios que han hecho y ejercicio

que practicaron, sus grados en ciencias, etc.; y otrista especificando las cualidades y talento d

cada hermano; su genio, juicio y prudencia, sexperiencia en los negocios, su temperamento, y lopinin de su director respecto al empleo para que crea ms apto.

Qu puede ser la Compaa de Jess


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ometida a un General, armado de tales y taextraordinarios atributos, preeminencias privilegios, ms que dcil instrumento pasivo d

este?

III

Como si no fueran suficientes tantos poderes atribuciones, reunidos en un solo hombre, cuandienen los jesuitas que escribirse cosas que exigeecreto, deben hacerlo de manera que slo l

entienda la persona a quien va dirigida la carta, cuyo efecto el General da las claves.

Estaban obligados los jesuitas, por las bulade Pablo III, de 1540 y 1543, a ejecutar cuanto lo

Papas les ordenasen, referente a la salvacin das almas, y a la propagacin de la fe, aunque fueren tierra de turcos y gentiles; pero la autoridad dePapa sobre esto se ha restringido posteriormente

as misiones en pases extranjeros, reservndose a


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General la facultad de llamar a s a los jesuitaque el Papa mande a las misiones, sin haber fijadel tiempo que deben durar.

No pueden los jesuitas apelar al Papa de lardenes de su General, a menos que el Papa no leconceda especial permiso; mas para desligarlos dus votos basta la autoridad del General, y en l

que respecto a ellos pueden hacer lo mismo eSumo Pontfice y el General, les est encomendadque se dirijan al segundo y no al primero.

El General de los jesuitas es, como vemos, uverdadero soberano absoluto, cuyos Estados est

ncrustados en todos los reyes, y su poder es tantms grande, cuanto que no representa fuerzaparente, pues como vamos a ver, les mandan sueglas conformarse en lo posible, hasta en el traje

con los usos y costumbres de cada pas, a fin de nchocar con ellos y evitar persecuciones.

Hallamos a este propsito, las siguientegrficas frase en la historia de la Compaa

escrita por jesuita Bartol, antes citado: No tien


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a Compaa ningn vestido particular, y dondhay razn para ello, o la costumbre del lugar leclama, podemos cambiar el que usemo

Habiendo excitado los nuevos herejes, en el nortde Europa, antipatas haca el hbito religioso, sconsider prudente que los miembros de lCompaa usaran trajes que no les impidieravivir familiarmente con los que deban convertiPor esta misma razn nuestros misioneros en lChina y en la India, se visten de Mandarines y dBrahmanes, que son los ms respetables eaquellos pases; y en las naciones herticas lo

ransformamos en mercaderes, mdicos y artista hasta en criados, para poder desempea

nuestras misiones sin despertar sospechas.

En confirmacin de lo que dice el padrBartol sobre las mudanzas de traje y disfraces dos jesuitas, podramos aadir, que en estoiempos no han abandonado su tctica, pues as ses ha reconocido disfrazados de miliciano

nacionales, como de voluntarios realistas, bajo l


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blusa de los internacionalistas, como cubiertos coa boina de los facciosos.

Esta sujecin de los medios al fin, ha podid

er til a los intereses de la Compaa; pero, ecambio, le ha impedido adquirir respetabilidadnfluyendo no poco en la desconfianza que po

doquiera ha inspirado, y en las persecuciones quha sufrido.

Slo la carencia de sentido moral, el desprecide s propio y de los otros hombres, al mismiempo que el imperio en las almas del ms cieg

fanatismo, pueden explicar el que los jesuita

hayan practicado como sistema el engao de lodisfraces, y que en sus obras hagan alarde de ellcomo de la cosa ms natural.

Imaginmonos, en efecto, un sacerdote, u

apstol de la religin cristiana, vestido dmandarn chino, para predicar el Evangelio, qucondena el engao, y se comprender, que lodisfraces que emplean los jesuitas deben ser caus

de la repulsin y de las persecuciones de qu


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antas veces fueron vctimas.Para comprender todo lo odioso de esta

eglas de conducta de los jesuitas, y su carencia d

derecho para quejarse de las persecuciones que ellas han debido, bstanos ver lo que leucedera, y el juicio que formaramos dacerdotes indios o chinos, que vinieran a nuestro

pases cristianos a inducir a los creyentes en eabandono de la religin de sus padres; y que parasegurarse la impunidad, dejando sus hbitoacerdotales, se vistieran las togas de nuestro

magistrados, y los uniformas de nuestro

generales. No es cierto que a los misionerogentiles hubiera sucedido en tierra de cristianos lque en sus orientales regiones suceda a lomisioneros jesuitas, disfrazados de mandarines

La fantica plebe los habra apedreado; y la si laautoridades lograban sacarlos vivos del tumultpopular, dando con ellos en la crcel, loprocesaran por usar uniformes y trajes a que n

enan derecho, aplicndoles todo el rigor de la


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eyes, por ver en ellos enemigos declarados de leligin de Estado, y acaso de la independenci

nacional.

Agrguese a lo dicho que, casi siempre, a lamisiones jesuticas acompa o sigui de cerca lguerra de conquista, y se comprender, que lapersecuciones contra estos sectarios, eraconsecuencia de su conducta; conducta que hperjudicado pucho ms que servido a la religicatlica, en cuyo beneficio se empleaba.

IV

La Compaa encontr siempre grandedificultades para determinar cules son lo

artculos esenciales de su Instituto, no siendo cosara que las provincias en que est divididpidieran esa determinacin de una manera clara definitiva; pero como de hacerlo as, el poder d

os Generales quedara limitado, stos se ha


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guardado bien de dar ese gusto a las demandaprovinciales.

En la quinta congregacin o asamblea, tenid

en 1593, la mayora pidi que se fijaran los puntoesenciales del Instituto, declarndose, en efectoque stos eran los contenidos en la frmulpropuesta a Julio III, confirmada por suucesores; y los puntos que en esta frmula sefieren a las instituciones, en forma d

declaracin, deban considerarse como esencialedel Instituto, aunque hubiese otros que tambifueran esenciales, si bien entonces no er

necesario ocuparse de ellos. Algunos encontraroesto demasiado oscuro; y para contentarlos, saadi, que tambin deban considerarsesenciales los que eran necesarios, para qu

pudiesen subsistir los puntos de Bula presentada ulio III.

Para que el lector pueda formar aproximaddea de la importancia que para el absolutismo de

General tenan los puntos llamados necesarios


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esenciales en la citada Bula, reproducimos algunoa continuacin:

1. Crear impedimentos que inhabiliten ciertas personas para entrar en la Sociedad.

2. Que el general no debe emplearmulas judiciales para expulsar a lo

miembros.

3. Que es indispensable la rendicin dcuentas al superior.

4. Que todos los miembros deben consentique se revele a los superiores cuanto digan

hagan, y cuanto ellos se observe.5. Que todos los miembros deben esta

rontos a denunciarse mutua y caritativamente.

V

Por si todo este sistema de facultadediscrecionales atribuidas al General, y d


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anulacin de la personalidad de los miembros, nbastara a la autoridad desptica de aqul, edecreto conclua diciendo: Y otras cosa

emejantes, que la congregacin no cree debedefinir ahora, dejando su declaracin al GeneralEn 1615, la sptima congregacin, discuti d

nuevo los puntos esenciales del Instituto; pero sdecidi que quedaran las cosas como estabanecurriendo en caso de duda al General, co

obligacin de atenerse a lo que l dijera; y mayor abundamiento prohibieron a lacongregaciones provinciales tratar de este asunto.

El resultado a sido que los Generales hayaaumentado o disminuido, segn les a parecidconveniente, el Cdigo fundamental de lCompaa, que ha concluido por contene

prescripciones y mximas contradictorias atisfaccin de todos los gustos.

VI


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Establecen las constituciones cuatro clases dmiembros. Los profesos, que hacen unas veceres, otras cuatro votos; los coadjutores, lo

estudiantes, y los novicios.Pero hay otra quinta clase, segn vemos en e

captulo primero del Examen, compuesta de lapersonas admitidas a la solemne profesin de lo

votos de castidad, de pobreza y de obedienciaegn la Bula del Papa Julio III. Los miembros desta quinta clase no son profesos, coadjutoreestudiantes ni novicios.

Hay tambin, segn dicha Bula, personas quviven sometidas al General, gozando exencionepoderes y facultades, que parecen sustraerlas a sautoridad, y sobre las cuales declara Pablo III, quel General conservar plena jurisdiccin.

Quines son esas personas? Son esoesuitas desconocidos, que no llevan sotanaesuitas de capa corta, como el vulgo los llama

Son afiliados y afiliadas, que forman en torno d

a Compaa una especie de crculo invisible


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odos y brazos ocultos, que oyen y obran por scuenta, facilitando su obra de dominacin pomedios secretos, que slo por los efectos s

conocen?Si pudiera darse respuesta afirmativa a esapreguntas, desaparecera el misterio. No obstanta historia de los jesuitas, y sus instituciones, no

muestran que la existencia de la quinta categoresponde a la ndole de la institucin, y e

necesaria a su accin y desenvolvimiento, comrmino medio entre la Compaa y la Sociedad

en cuyo seno debe realizar sus fines.


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Captulo III

Consideraciones sobre el primitivo carcter de laCompaa, y tendencias del fundador. Creacinde las misiones religioso polticas. Privilegiosalcanzados por los Generales que siguieron a San

Ignacio. Autoridad de los Papas.

I

Hablando de San Ignacio, dice uno de los rectomagistrados, que contribuyeron a expulsar a loesuitas en el pasado siglo: El fundador de l

Compaa de Jess fue un fantico entusiasta

convencido de que se puede predicar y ensear leligin sin haberla estudiado; y que se proponconvertir a los judos, griegos e infieles de todaas naciones, sin saber ms lengua que la suya

Crease dispensado del trabajo a que s


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ometieron las grandes lumbreras de la Iglesiaantes de ejercer un ministerio que exige ciencia capacidad. Esta fue la causa de sus prisiones

disgustos, antes de fundar su Compaa, y destudiar teologa en Alcal, Salamanca y ParMas debe hacrsele la justicia de creer, que si lectura de leyendas le dio nociones poco exacta

no tuvo otro mvil que la salvacin de las almaLlev a su Instituto las ideas en su tiempdominantes respecto al poder absoluto de loPapas; pero no dedujo las terribles consecuenciaque otros sacaron despus.

Lainez, que sucedi a San Ignacio, y Aquavivaque despus de Everard, reemplaz a SaFrancisco de Borja, cambiaron, o por mejor decicorrompieron las tendencias de la Compaa, d

a cual, tal como ha exigido y existe en nuestrodas, deben considerarse fundadores ms que emismo San Ignacio.

Fue Lainez un religioso cortesano, Genera

por la intriga, y semipelagiano por principios.


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Perteneca Aquaviva a una familia de lnobleza napolitana, y educado, como Lainez, en lgrandeza de la corte pontificia, no se sinti

dispuesto a imitar la sencillez de San Ignacio.Estos Generales formaron y establecieron eplan del imperio de la Compaa, tomando pomodelo el de la Iglesia romana, que tenan a lvista, creando as una Iglesia dentro de otra, quarde o temprano deba inspirar celos nquietudes a su modelo.

Vean un imperio medio teocrtico, medipoltico; una corte, con sus cortesanos y s

hacienda; y la reunin de dos autoridades, en lque consideraban a un monarca del mundoejerciendo el poder espiritual, por s mismo y pomedio de sacerdotes, en quienes delega parte d

l; y el poder temporal por seglares, que le sirvede sostn, y cuyo poder se reserva el derecho duprimir, deponiendo soberanos, y erigiendeores, relevando de la obligacin de l

obediencia a los vasallos de los que no se somete


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a la autoridad pontificia.Sobre el modelo de este imperio temporal d

a Iglesia romana, hicieron calcar, Lainez

Aquaviva, el Instituto de la Compaa, creyendque deban aumentar su autoridad en lo temporal en lo espiritual, su consideracin, su crdito y suiquezas. De esta manera constituyeron su poltic

mundana, segn la cual la Compaa, hgobernado desde entonces sus establecimientocolegios, seminarios, y su misma direccin.

San Francisco de Borja, que sucedi Lainez, ya lo observ en 1569, trece aos apena

ranscurridos desde la muerte de San Ignacio, conden la ambicin, el orgullo y amor a laiquezas, que en su tiempo reinaban en l

Compaa, y cuyas funestas consecuencias tema

en carta dirigida a los jesuitas de Aquitaniampresa de Iprs en 1611.

Tambin el historiador Mariana, que puedconsiderase lumbrera de la Compaa, a la qu

perteneca desde 1554, siendo General Sa


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gnacio, y que conoci cinco de sus sucesoredeca, en su libro titulado DE LOS DEFECTOE LA SOCIEDAD DE JESS, captulo 3., qu

San Ignacio y los primeros Generales, ngobernaban tan despticamente como Aquaviva, que no era sorprendente que su despotismenajenara las voluntades. Y en el captulo 1asegura, que las leyes y, sobre todo, las reglas da Compaa, se cambiaron con frecuencia, d

manera que la Corporacin ha llegado a seenteramente contraria al plan del fundador.

La lgica consecuencia del principio de l

obediencia pasiva, establecido y enaltecido poSan Ignacio, como fundamento de su Sociedad, npoda menos de dar los frutos de que se quejabaSan Francisco de Borja y el padre Mariana. Laine

Aquaviva no hicieron ms que servirse denstrumento que San Ignacio haba creado, par

engrandecer la Sociedad de que eran alma cabeza.

El Papa Pablo IV encontr peligrosa para l


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autoridad pontificia la perpetuidad del generalato como as lo manifestara, Lainez hizo que l

congregacin que le dio el cargo, declarase, qu

estando as determinado en sus constitucioneera siempre electivo y vitalicio el cargo dGeneral.

II

Aquaviva fue ms aprisa que lo que lacircunstancias permitan, y tuvo que habrsela

con la Inquisicin de Espaa, y con muchos de loprimeros jesuitas espaoles; pero en cambiobtuvo de Gregorio XIII permiso para comerciaen las Indias, so pretexto del bien de las misione

un privilegio exclusivo para mandar misiones aapn. l fue quien fund las misiones polticreligiosas del Paraguay, origen deengrandecimiento temporal de la Compaa, y d

a corrupcin de las miras espirituales de


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fundador, ya muy falseadas por Lainez.Los hechos han demostrado, que el esprit

cristiano, sirvi desde entonces de medio a

espritu mercantil y poltico, empleando aquecomo instrumento para satisfaccin de estopudiendo decirse, que sin abandonar su muestra, lCompaa de Jess, ha sido y sigue siendCompaa de Mercurio.

La poltica de la Compaaconsisti en entraezando por salir mandando; y pueden aplicars

aquellos versos de nuestro poeta, que dicen:

Vironse estos traidoresFingirse amigos para ser seores,Y el comercio afectando.

Entrar vendiendo por salir mandando.

En efecto, los jesuitas llevan a sus misiones lvara de medir tras el Cristo; y los fardos dmedallas benditas, escapularios y rosariomgenes y bulas, revueltos con los barriles d


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aguardiente, plvora y armas, los venden a lonfieles que catequizan.

Para ellos todo es mercanca. Ah; si Jes

volviera! No es verdad que empezara por arrojadel templo a estos mercachifles, que usurpan enombre de cristianos, llamndose nada menos quCompaa de Jess?

Verdad es que esta poltica mercantil, qucaracteriza a la negra Compaa, no fue invenciuya; tiempo haca ya que los Papas habantroducido en la Iglesia catlica el esprit

mercantil, llevndolo hasta vender, no sol

eliquias falsas o verdaderas, sino las indulgencia perdones por toda clase de pecados, y dervicios espirituales prestados a los fiele

Aquaviva no hizo ms que seguir las tendencias

a poltica dominantes en la Iglesia, explotndolaen provecho de la Compaa, de que era director.

Pero dejemos ahora esto del industrialismesutico, que no tardaremos en ver a los jesuita

ante los tribunales por bancarrota.


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III

Es de notar, que las constituciones de la Compade Jess, no se parece a las ninguna de lordenes religiosas, fundadas antes o despus de luya, y pueden resumirse en esta frase:

Someter el fanatismo ms exaltado a sistema, mtodos y reglas de conducta, poniendo suarranques, habitualmente desordenados e inciertobajo una severa frula, al servicio de un grapoder, a un tiempo religioso y poltico.

En la Bula de 1540, en la que autoriza lfundacin de la Compaa, San Ignacio, y sucompaeros, declaran que slo obedecern aPapa, y que le obedecern sin reserva; y en laconstituciones se dice, que se le debe obedececomo si fuera Jesucristo, despojndose de todpensamiento propio, y persuadindose de que eusto cuando manda, debiendo estarles sometido

os mismos reyes.


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Sobre esto, no solo estn de acuerdo laconstituciones, sino todos los escritores jesuitaUn rey, [dice Salmern, compaero de Sa

gnacio], al recibir el bautismo y renunciar Satans, se somete tcitamente a no abusar spoder contra la Iglesia, y se entiende que consienten ser destronado si as no lo hiciera. Es dderecho divino, que los cristianos no pueden elegey que no sea cristiano Cmo un Soberan

espiritual ser menor en la Iglesia, que fue en lSinagoga, y no podr hacer un rey, como lconvenga y sea su gusto?

El poder que los sacerdotes tenan slfigurado en la antigua ley, lo tienen mucho mamplio en el Nuevo Testamento, sobre el cuerpde los reyes y sobre sus bienes El obispo d

Roma, sucesor de San Pedro, puede, por el bien du rebao, arrebatar con la palabra la vid

corporal, y hacer la guerra a los herejes cismticos, y exterminarlos, sirvindose al efect

de los prncipes catlicos; porque Jesucristo


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mandndole apacentar sus ovejas, le ha autorizada arrojar los lobos y matarlos, si perjudican aebao. Y lo que es ms, si el cabestro o morruec

que va a la cabeza del rebao, perjudica a laovejas, sea con un mal contagioso acometindolas a cornadas, podr el pastodeponerlo de su principado y direccin deebao.

En los casos temporales, no ha dado Dios San Pedro y sus sucesores ms que el dominindirecto sobre todos los imperios y reinos de

mundo, en virtud del cual puede, si la utilidad d

a Iglesia lo exige, cambiarlos, transferirlos hacerlos pasar de una a otra mano.

Esto dice el jesuita Salmern.

Oigamos ahora al jesuita BellarminoSostenemos, [dice], que el Papa tiene poder pardisponer de todos los bienes temporales de todoos cristianos. El poder espiritual no se mezcla e

os asuntos temporales, con tal de que n


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erjudiquen a los espirituales, o que no seanecesarios para llegar a perjudicarles; si estucede, el poder espiritual puede y debe detene

al temporal, por todos los medios que creconvenientes. El Papa puede, por tanto, cambiaos imperios, quitar la corona al uno par

drsela al otro, como prncipe soberanespiritual, si lo juzga necesario para la salvacide las almas.

Si los cristianos no depusieron a Nern y Diocleciano, a Juliano el apstata y Valente, quera arriano, no era por falta de derecho sino d

fuerza.Y aade Bellarmino, hablando en nombre de

Papa. Si la obediencia a tu rey compromete talvacin, entonces yo soy superior a tu rey, hast

en las cosas temporales Vosotros sois las oveja los reyes los moruecos; permito que o

conduzcan y os gobiernen; pero si se convierteen lobos, debo consentirles que guen las oveja

de mi Seor?.


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La doctrina catlica romana hace de lopueblos libres rebaos, de que los Papas sopastores, y moruecos los reyes. La misin que

stos atribuye el catolicismo es guiarlos al son dus cencerros: la de los pastores es conocidarasquilarlos, ordearlos, y por ltimo

comrselos. Pero continuemos citando a loautores jesuitas.

IV

Y contina diciendo el mismo historiadoVosotros no reconoceris, por tanto, como rey aque quiera separaros del buen camino, ni al que yarrojare de la sociedad de los justos, privndol

de su reino, sino que prestaris al que leemplace legtimamente, la obediencia civdebida al rey.

Segn el jesuita Molina: el poder espiritua


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del Papa lleva, como dependiente, el ms amplipoder temporal, y jurisdiccin sobre los prncipe sobre todos los fieles de la Iglesia; de maner

que, si el fin de la vida eterna lo requiere, puede ePapa deponer a los reyes, y privarles de su reinouprimir sus leyes y edictos, no solo con censuraino obligndoles con penas exteriores y a fuerz

de armas, sirvindose al efecto de otros prncipeometidos a su autoridad; pues para esto, Soberan

Pontfice resume en su persona el supremo podeemporal y espiritual.

Jesucristo no hubiera provedo a la

necesidades de su Iglesia, sino hiciera vasallos dePapa a todos los prncipes temporaleatribuyndole plensimo poder paras obligarles conducirles, segn su cargo, a lo que cre

necesario para los fines sobrenaturales.El Papa puede deponer a los reyes, si l

conservacin de la fe en la Iglesia, o la del biecomn espiritual lo exigen.

Si un prncipe se hace hereje o cismtico, e


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Papa puede usar contra l de su poder temporadeponindole y hacindole arrojar de su reino.

Adems, si los reyes cristianos se hacen l

guerra por causas temporales, cualesquiera quean, y pudiesen de ella resultar perjuicios a lglesia, el Papa podr dirimir la querella, aun

pesar de ellos, y estarn obligados a atenerse auicio. Y si no lo hace, es porque teme que subleven contra la Sede Apostlica, o suceda

otros inconveniente ms grandes.Segn la doctrina catlica, sustentada con l

vehemencia por los jesuitas, el Papa es rey d

eyes, y puede, no solo destronarlos, sino quitarlea vida. Sin embargo, los jesuitas no reconocen e

l el derecho de deponer a su general, ni el ddarles otro, ni siquiera el de disolver l

Compaa, pues cuando un Pontfice romano satrevi a disolverla, ellos no la dieron podisuelta, sino que, contra la expresa orden dePapa, se congregaron en un pas cismtico

nombraron nuevo General, y no tuvieron ms e


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cuenta la voluntad del Papa, que las nubes dantao. Qu significa, pues, el propsito de LCompaa de Jess, de defender la supremaca de

Sumo Pontfice, y la extincin de sus dominios? Upretexto, por no decir una alcahuetera.


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Captulo IV

Teora del regicidio segn los jesuitas, loscatlicos y los protestantes, eclesisticos y

seglares

I

Veamos ahora la teora del regicidio expuesta poos jesuitas, y por los autores catlico

Bellarmino tiene la palabra: Demostraremos eel libro III, captulo XXIII, que el Papa est en sderecho obligando a los reyes con penaemporales, y privndoles de sus reinos; y m

an, que este poder es ms necesario a la Iglesiaespecto a los reyes, que a los vasallos de estos.No pertenece al pastor el castigo de la

ovejas que se extravan, sino arrojar los lobodefendiendo al rebao, para que no lo saquen de


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edil.Por tanto, el Papa, como soberano pasto

puede privar a prncipes de su dominio,

arrojarlos de l, para que no perjudiquen a suvasallos; puede desligar a stos del juramento dfidelidad y anularlo y para esto puede servirsde las armas de los otros prncipes fieles, dmanera que siempre lo secular est sometido a lespiritual.

Permitido es a un particular matar a un tiranoa ttulo de derecho de propia defensa: porquaunque la repblica no lo manda as, s

obreentiende que quiera ser siempre defendidpor cada uno de sus ciudadanos en particular, hasta por los extranjeros; por consiguiente, si npuede defenderse ms que con la muerte del tirano

a cualquiera le est permitido matarleDesde que un rey ha sido depuesto por e

Papa, deja de ser rey legtimo, y desde entonces ne corresponde otro ttulo que el de tirano

como a tal, cualquiera podr matarle.


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Jacobo Clemente reciba con gozo las heridamortales que le hicieron en cuanto hiri al reyporque a precio de su sangre libertar a su patria

El asesinato del duque de Guisa por los secuacedel rey, fue expiado con el asesinato del rey.Jacobo Clemente hizo una accin grande

admirable y memorable, con la cual ense a loprncipes de la tierra, que sus empresas impas nquedan nunca impunes.

El mismo poder tiene todo particular, que sebastante valeroso para socorrer a la repblicadespreciando su propia vida.

Gran ventaja sera para los hombres que sencontraran muchos, que, despreciando su vidafueran capaces, por la libertad de su patria, daccin tan valerosa; pero a la mayor parte lo

detiene un amor desordenado de su propiconservacin, que los incapacita para las grandeempresas; resultando, que, de tantos tiranos come han visto, haya tan pocos que muriesen a mano

de sus vasallos.


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Sin embargo, bueno es que sepan loprncipes, que, si oprimen a sus pueblos, slviven por la falta de valor de los que tiene

derecho a matarlos, no slo con justicia, sinhaciendo una accin gloriosa y digna de alabanzaNo es dudoso que se pueda matar a un tiran

a puerta abierta, acometindole en su palacio, engandole y sorprendindole en una emboscada

Verdad es que es ms grande y generosatacar abiertamente al enemigo; pero no eprudencia menos recomendable, aprovechar algunfavorable ocasin para engaarle y sorprenderle,

fin de que la cosa produzca menos emocin peligro para el pblico y los particulares.

De estas terribles y sanguinarias mximas d

os jesuitas resultaron regicidos y tentativas dasesinato de prncipes, que no eran tiranos; antebien, como Enrique IV de Francia, populares, y lomenos malos que nos presenta la historia; mientra

que, lejos de asesinarlos, los jesuitas glorificaba


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han patrocinado siempre a los tiranos dignos deste nombre, como Luis XIV de Francia, que decel Estado soy yo, y los Borbones de Npoles, d

Parma y Mdena, y Fernando VII de Espaa. Estodspotas, protegieron a los jesuitas, se entregaroa ellos y les entregaron la educacin de supueblos. Qu tiene, pues, de extrao, que talemonstruos de tirana y de relajacin dcostumbres, fueran por ellos ensalzados cuamodelos de reyes?

II

Qu sera del mundo civilizado si las mximas da Compaa de Jess, sobre la supremaca de lo

Papas y el regicidio, que acabamos de extractahubieran prevalecido? La civilizacin, renacienten el siglo XVI, habra retrocedido, sumindose dnuevo la sociedad en la barbarie. El mund

hubiera sido un inmenso convento, gobernado


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administrado por los jesuitas, cuyo Generaugarteniente del Papa, llegara a ser el Pap

verdadero. Negro ideal, sudario bajo en la cual s

habra extinguido el espritu humano!La realizacin de este negro ideal es laspiracin constante de la Compaa de Jess; ni las persecuciones, ni los progresos, a pesauyo realizados por la humanidad, la han apartad

un solo momento de su obra, procurando ganar euna parte el terreno perdido en otra, y persistiendiempre en volver a recomenzar, all donde puebl

o poderes pblicos le obligaron a suspender s

obra inhumana.Sin duda no han sido los jesuitas los primero

que han predicado el regicidio, presentndolcomo deber de todo ciudadano; pero nadie com

ellos lo ha expuesto, con tanta insistencia ni ecuerpo de doctrina.

III


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Cuando les hacan cargos por sus predicaciones doctrinas sobre el regicidio, defendironse loesuitas diciendo, que era doctrina adoptada por l

glesia, desde tiempos antiguos, y en esto nmentan.

Decan: Santo Toms, San Buenaventura, SaAntonio, arzobispo de Florencia, San Raimundo d

Peaflor, general de los dominicos, y SaBernardo, ltimo Padre de la Iglesia, profesaron practicaron la doctrina del tiranicidio. Loomistas, en sus aulas y obras de teologa

elaboraron ampliamente esta doctrina.Santo Toms deca, hablando del tiran

usurpador: Si no puede recurrirse a autoridadque haga justicia del usurpador, el que lo matalva la patria, y merece recompensa.

Jerson, canciller de la Iglesia de Parhablando en nombre de la Universidad, defina desta manera al tirano: El prncipe es tirancuando sobrecarga de contribuciones y tributos a

pueblo, y se opone a las asociaciones y progreso


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de las letras.Luego le amenaza con que l y su raza ser

perseguidos a hierro y fuego.

Juan Mayor, doctor de la Sorbona, deca antede 1540: El rey recibe su poder del pueblo, cuando haya causa razonable, el pueblo tienderecho a quitarle la corona.

Enrique III fue asesinado por el dominicacobo Clemente, en Saint Cloud, el 1. de Agost

de 1589, y el 4 de Enero del mismo ao, lSorbona haba excomulgado a este rey tirano, y os que rezaban por l, mandando al mismo tiemp

al cardenal de Gondy, arzobispo de Pars, quexcomulgara a dicho tirano; y tres das despus, lSorbona y la Facultad de Teologa, reunidas enmero de setenta doctores, desligaban lo

vasallos del rey, del juramento de obediencia y dfidelidad.

El parlamento de Tolosa no se mostr menopartidario del regicidio que la Universidad d

Pars. El 23 de Agosto de 1589, al saber e


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asesinato de Enrique III por Jacobo Clementedecretaba lo que sigue: El Parlamento, reunido epleno, sabedor de la milagrosa, espantosa

angrienta muerte ocurrida el 1. de este mes, hexhortado y exhorta a todos los obispos y pastorea que ofrezcan gracias a Dios, en sus iglesiaespectivas, por el favor que nos ha hechoibrando a Pars y otras ciudades del reino: y h

ordenado, y ordena, que todos los aos, el 1. dAgosto, se haga una procesin y pblicaogativas, en reconocimiento del bien que Dio

nos ha hecho en dicho da.

No se qued atrs el colegio de abogados dPars; y una de sus lumbreras, Carlos Dumoulindeca: No debe tenerse relacin alguna con loiranos; y el matarlos es acto glorioso.

Juan Bodin, en su famosa obra titulada lepblica, publicada en 1576, deca: Tenemo

por cosa cierta, que a todo extranjero le epermitido matar un tirano, declarado tal por la vo

pblica, y hecho famoso por sus rapia


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asesinatos y crueldad.El famoso puritano Kenox, deca: Hubier

debido matarse a la reina Mara de Escocia, y

odos los curas y seglares que la asistan, porquntentaron oponerse al Evangelio de Jesucristo.El doctor calvinista Juan Arthentes, deca

Debe resistirse al opresor y matarle, si no haotro medio de librarse de sus violencias.

Jorge Buchanan, preceptor de Jacobo I dnglaterra, es todava ms fuerte en la expresin du doctrina. Cmo debe calificarse, dice, l

guerra contra el enemigo del gnero humano, e

decir contra un tirano? Como la ms justa de laguerras. Y aade que todos los particulareconcedan recompensas a los asesinos del tiranocomo se conceden a los que matan lobos.

El jesuita Joly, hace las citas que precedenpara atenuar la repugnancia que inspiraba la teorla prctica del regicidio por sus hermanos en Sagnacio; pero las citas que aduce son, como se ve

contraproducentes, porque los autores citado


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especifican los actos que convierten a los reyes eiranos dignos de muerte, mientras los jesuitas slienen en cuenta para calificar de tirano a un rey, e

que no se someta con humildad a la voluntad dePapa, por ms que gobierne humanamenteespentando los fueros y libertades de los pueblo

en que impera.

IV

El historiador jesuita citado, explica de l

iguiente manera, cmo entendan los jesuitas leora del regicidio: Distinguen en la escuela do

clases de tiranos, el de usurpacin y el dadministracin; el usurpador propiamente dicho,

el de soberana de derecho, que abusa de sautoridad para labrar la desgracia de su pueblo.No estando definidos todava, de una maner

precisa, los privilegios de los reyes y de lo

pueblos, se encerraban los cdigos polticos e


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compendios de teologa, y en las obras durisprudencia; pero en su origen slo fuero

escritos para servir de tema a las institucione

escolsticas. Los odios, fomentados por el vrtigde los partidos, se apoderaron de esta arma ddoble filo, y la usaron como una palanca contra lhereja; a todo precio quisieron conservar leligin catlica: y partiendo de este principio

fueron insensiblemente arrastrados a conclusionefatales.

Catorce padres de la Compaa, todo

elogos eminentes, han discutido, profundizado profesado la doctrina del regicidio, que senseaba en las escuelas, y sus nombres soManuel S, Valencia, del Ro e Huinous, Mariana

Sales, Salas, Tolet, Lescies, Tanner, CastropalaoBecan, Gretzer y Escobar.El jesuita Manuel S explica as su teora: E

que gobierna tirnicamente un domini

ustamente adquirido, no puede ser despojado si


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uicio pblico; pero desde el momento en que sronuncia la sentencia, cualquiera pued

ejecutarla. El tirano puede, pues, ser depuest

or el mismo pueblo que le prest obediencia, sestando advertido no se corrige. En cuanto aque invade tirnicamente la autoridad, puede seasesinado, si no hay otro medio, por cualquiehombre de otro pueblo, como enemigo pblico.

V

o conocemos nada ms falto de lgica que esteora del jesuita S. Cundo se ha visto que uirano pueda ser juzgado pblicamente, si antes n

fue revolucionariamente depuesto? Y si el puebl

fue bastante fuerte para destronarle, a qu mataun tirano que dej de serlo?Lo lgico sera, dentro de la teora de

iranicidio, justificar su muerte por el primero qu

uviera valor y medios para ello, partiendo de


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derecho de la propia defensa, y del bien publicoen el caso de imposibilidad de deponerlo pootros medios, para librarse de la tirana.

La otra falta de lgica del escritor jesuitaconsiste en suponer que son los hombres de otropueblos los que tienen derecho para matar airano, sobre todo si este es un usurpador. Por qu

no los oprimidos, con doble justicia, puesto que sirano tiene adems sobre s el crimen d

usurpacin? Por qu el jesuita S conceder a uextranjero, que no sufre la tirana, o que pueddejar de sufrirla, volvindose a su patria, e

derecho que niega a sus vctimas?De todos modos, lo que resulta de lo

argumentos de los jesuitas y de sus citas, es que eodos tiempos y por toda clase de gentes, el amor

a libertad, innato en el hombre, y el odio a lirana, que lleva en su nombre la justificacinnspiraron la doctrina del tiranicidio, siquier

muchas veces no se aplic a los tiranos, sino a lo

eyes menos malos.


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Tambin resulta, que los jesuitas, para quienea obediencia pasiva es un voto; que renuncian a s

personalidad, que no son ciudadanos de ningun

nacin, sino miembros de un cuerpo esparcido eodas las naciones, tienen menos derecho qunadie a condenar la tirana, siquiera lcorporacin a que pertenecen, a pesar de supretensiones de independiente y casi soberana, quen ninguna parte vive en pas propio, tenga quometerse, mal su grado, a leyes e institucionencompatibles con las suyas.

Cuando los jesuitas se quejan de la tirana d

os gobiernos, respecto a su Compaa, se fundaen que sus privilegios, autorizados por los Papaestn por encima de las leyes de las naciones, qudeben considerarse nulas, en cuanto se opongan

us privilegios e instituciones, fundadas, comhemos visto, para consolidar los podereespiritual y temporal de los Papas, extendindolopor todo el mundo. Qu nacin independiente, qu

gobierno celoso de su autoridad y de los interese


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que representa, puede reconocer los privilegios atribuciones concedidas por lo Pontfices romanoa la Compaa de Jess, ni autorizar en su

dominios una secta independiente de todautoridad, y que tiene por regla de conducta nometerse a las leyes civiles de los pases en qu

puede introducirse, ms que en cuanto a suntereses convenga?

Para comprender la exactitud de lo qudejamos expuesto, basta conocer, adems de laperniciosas doctrinas y reglas de la Compaa dess, los inauditos privilegios y prerrogativa

obre ella acumuladas; y al efecto vamos esumirlos en el prximo captulo.


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Captulo V

Privilegios concedidos por los Papas a laCompaa de Jess. Su origen.

Independencia de la Compaade las autoridadeciviles y eclesisticas. Sumisin que estas le

deben.

I

Segn las constituciones de la Compaa de Jessel Papa ha recibido de Dios poder absoluto sobro temporal y lo eterno, y este poder lo hrasmitido a la Compaa, en todo aquello qu

concierne y se refiere a su gobierno y prosperidadde tal manera, tan lata y absolutamente, que ya npuede quitrselo.

Por estas constituciones, preeminencias prerrogativas, que los Papas les han concedido


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os jesuitas se consideran independientes de todautoridad y potestad civil; y por esto la Compano ha presentado nunca a ningn gobierno, para se

egistrados, reconocidos y sancionados, sutulos, leyes, privilegios y bulas que loconfirman; partiendo del supuesto de estarleprohibido el reconocimiento de toda otra autoridaque no sea la del Papa. Los poderes pblicoestn, en cambio, obligados, segn las bulas de loPapas, a garantizarles el librrimo ejercicio de suprerrogativas y privilegios, bajo pena dexcomunin.

Abundan tanto los documentos que prueban, da manera ms irrecusable, lo que acabamos d

decir, que, faltos de espacio, nos contentaremocon citar algunos como ejemplo.

Gregorio XIV, en su bula confirmatoria denstituto de los jesuitas, dada en 1591, prohibi odas las autoridades de la Cristiandad, que s

mezclaran en lo ms mnimo, ni estorbaran en s

ejercicio los privilegios otorgados por los Papas


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a Compaa. Esta Bula fue dada a instancias degobierno del General Aquaviva.

Pablo III haba ya concedido a los jesuitas l

facultad de construir edificios, y de adquirpropiedades en todas las partes del mundo,esar de cualquier poder eclesistico o secula

declarando que la Compaa, sus miembros bienes, pertenecan al patrimonio de San Pedro, que ste depende de la exclusiva jurisdiccin de lSede Apostlica. Por lo tanto, dice la Bula, ecualquier parte del mundo en que estn, supersonas y bienes estn exentos de diezmo

contribuciones y gabelas, tallas, donativocolectas, subsidios, etc., etc., hasta para las causams favorables, necesarias y perentorias, como ldefensa de la patria; y ningn rey, prncipe n

autoridad, comunidad, ni magistrados de ciudade fortalezas, pueden atreverse a imponerles e

menor gravamen, sin considerarse rebeldes a lautoridad pontificia.


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II

o bastaba emancipar las personas y bienes de l

Compaa de toda humana jurisdiccin; precisfue crear jueces, provistos de los poderenecesarios; y al efecto, los Papas dieron a lCompaa, o lo que es lo mismo, a su General, l

facultad de nombrar sus propios jueces, en todoos pases, bajo la denominacin dconservadores, que pueden juzgar siformalidades judiciales, y los poderes civiles eclesisticos, que se opongan a su libre accinon condenados, y sus actos declarados nulos y si

efecto.Las Bulas pontificias dan a estos jueces pleno

poderes, hasta sobre lo temporal y sobre loeglares, a los que pueden imponer pena

pecuniarias, y poner en entredicho, no slo a londividuos, sino a los pueblos en que se refugieos enemigos de la Compaa.

Las citadas Bulas autorizan a los dichos juece


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a reprimir los poderes seglares o eclesisticoin excluir pontfices ni reyes, que molestan a l

Compaa en sus posesiones, privilegios

eputacin, abiertamente o en secreto, directa ndirectamente, cualquiera que sea el pretexto.Los jesuitas pueden obligar a comparecer ant

us jueces conservadores a toda clase de personaeclesisticas o civiles, cuando se trata de injuria violencias contra los bienes, privilegios nmunidades de la Compaa.

No considerando suficiente el privilegio dnombrar jueces, el Papa concedi al General l

facultad de cambiarlos cuando lo tuviera poconveniente.

En las primeras Bulas, dadas para eestablecimiento de los jueces, se dice que sto

procedern por las vas del derecho; pero en la d571, se aade, que podrn castigar por vas d

derecho.De todo lo que procede resulta, que est

nstitucin es atentatoria a la soberana y leyes d


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os Estados, puesto que establece, sin sconocimiento, jueces que proceden sin laformalidades ordinarias de la justicia, y qu

constituyen un verdadero poder secreto, courisdiccin propia sobre los ciudadanos, y sobras mismas autoridades, magistrados y podere

pblicos de las naciones que blasonan dndependientes.

Tantos privilegios no bastaban a contentar os jesuitas, quienes, partiendo de la supuestoberana pontificia sobre la cristiandad

obtuvieron autorizacin para crear escribanos, qu

entendieran en sus asuntos, dando al General de lCompaa el derecho de convertir a suubordinados en funcionarios pblicos, cuyo

actos deben producir plena fe en justicia. La fe qu

debe darse a la fe de los escribanos jesuitanombrados por su General, puede calcularseecordando la obediencia pasiva que le deben,

de la que hacen voto.


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III

Por medio de sus bulas, los Papas han dado a lo

esuitas una ley civil, respecto a laprescripciones, prorrogndolas hasta setenta aoaun para los bienes ya prescritos por perodmenos largo. Han establecido adems una form

particular de procedimientos para los asuntos de lCompaa, sometiendo a ellos a los jueceeculares, y dispensando a los jesuitas de las leyeobre la restitucin, cuando las tienen po

perjudiciales, aunque sea por culpas de suuperiores. Esta disposicin hace ilusorios lo

contratos.Slo el General tiene poderes para contrata

pero los contratos que con l se hacen debeujetarse al uso, costumbres y privilegios de l

Compaa.Y cules son estos usos, costumbres

privilegios? Pues dicen las aclaraciones de la

nstituciones de la Compaa, en varios artculo


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que la Compaaest exenta del cumplimiento dus compromisos, aunque los contratantes quedeiempre obligados con ella.

Uno de estos artculos dice, que si el Generaconcede permiso a sus subordinados parcontratar, l se reserva el derecho de anular locontratos que hagan, disponiendo lo que mejor lparezca, siempre que sea en pro de la Compaa.

Cunto habrn abusado de condicin taepugnante e inicua, en las pocas en que lo

gobiernos eran sus dciles instrumentos!

IV

En las leyes y constituciones de los jesuitas, no s

ienen ms en cuenta la jurisdiccin episcopal, loderechos de los curas prrocos y los de las otrardenes religiosas, que la jurisdiccin de lopoderes civiles.

Por la Bula que dio Pablo III en 1549, l


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Compaay sus miembros son declarados exento libres de toda superioridad, jurisdiccin

correccin de los ordinarios; ningn prelad

puede excomulgar a un jesuita, ni lanzar sobre entredicho, ni siquiera suspender el ejercicio dus funciones sacerdotales; y este privilegio s

extiende a los discpulos externos de sus colegio a los criados y obreros empleados por l

Compaa.Los jesuitas elegidos por el General, puede

predicar en todas partes, confesar a todos lofieles, y absolver los pecados ms graves, aun e

os casos reservados al Papa.Los obispos no pueden impedir a los jesuita

administrar el sacramento de la penitencia, desdel domingo de Ramos al de Cuasimodo, n

oponerse a que ejerzan esta funcin en sudicesis, general e indistintamente, sin lmites diempo, lugar ni personas.

Sin autorizacin especial del Papa no puede

os obispos poner en entredicho las casas de l


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Compaa, ni obligar a un solo jesuita a sufrnuevo examen, a menos que no sobrevenga algungrave causa, referente a la misma confesin.

A los fieles que van a misa, al sermn o vsperas, a las iglesias de los jesuitas, se leienen en cuenta, cual si hubieran cumplido con su

deberes parroquiales.Los generales de la Compaa pueden crea

congregaciones de todas las clases, as de hombrecomo de mujeres; conceder y distribundulgencias para ellas, darles estatutos,

cambiarlos segn les plazca, sin necesidad d

aprobacin de la Santa Sede, y deben seespetados cual si de esta emanaran directamente.

Segn las bulas pontificias, los prelados npueden visitar estas congregaciones jesuticas, n

mezclarse en su administracin, sino en rarsimocasos.

La Compaano se ha quedado corta en el usde esta exorbitante prerrogativa, y hoy so

emanaciones e hijuelas suyas, la mayor parte d


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as congregaciones, asociaciones y hermandadecatlicas, con las que, cual inmensa red, hcubierto el mundo.

V

Tan inmenso cmulo de prerrogativas no bastaba

atisfacer la ambicin de la Compaa, y entre labulas otorgadas a su favor por los Papas, sencuentra una, en la pgina 285, del compendio dbulas y privilegios, que dice as: Los privilegio

concedidos a la Compaa de Jess, contrarios o dispuesto en el Concilio de Trento, subsistirn

no obstante esta contradiccin.En otra Bula se prohbe apelar al Papa, de la

ordenanzas y correcciones de la Compaa, ambin que este reciba apelaciones contra ella.Los colegios de jesuitas son considerado

como universidades, y universidad o persona que

este privilegio se oponga, perder su derecho,


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er citada ante el juez conservador, quien, segel cdigo jesutico, la excomulgar.

Los estudiantes de los colegios de jesuitas n

deben graduarse en las universidades, para nprestar a los juramentos de fidelidad a las leyes nstituciones del pas que en ellas se exigen; y lo

magistrados deben ejecutar las voluntades de loectores de los colegios de la Compaa,

proteger a sus recomendados.A pesar de que tantas ventajas y privilegio

parezcan increbles, todava han ido ms all loPapas, concediendo en el seno de la Iglesi

catlica a la Compaa de Jess, preeminenciaque la hacen independiente y hasta superior a lmisma Sede Pontificia.

En una Bula de Po V se lee lo siguienteTodos los privilegios pasados, presentes futuros, obtenidos o que obtengan otras rdeneeligiosas; cuantas prerrogativas pueda

habrseles concedido, incluso las que merece


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nota especial, todas las inmunidades, exencionefacultades, concesiones, privilegios, graciaespirituales y temporales, que puedan habers

dado o se dieren en lo futuro, a congregacioneconventos, captulos y personas de ambos sexos, us monasterios, casas, hospitales y otros lugaree entiende que son tambin concedidas, ipsacto, a los jesuitas, sin necesidad de concesi

especial.Y aade la citada Bula: Se prohbe l

derogacin de ninguno de estos privilegios; y sfueren derogados, el General de la Compaa lo

establecer en derecho de su propia autoridad.

VI

Resumen de todo lo expuesto, es, que por el votde obediencia pasiva, por la organizaciautocrtica de la Compaa, por el cmulo de su

privilegios, el General es rey absoluto de ella,


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un poder independiente, rival de los Pontficeomanos, hasta el punto de que la Iglesia catlic

haya concluido por ser absorbida por l

Compaa, que impone a los Papas su polticaElla inspir la proclamacin de la InmaculadConcepcin, el Syllabus, el Concilio que declarel Papa infalible, y, en general, la intransigencia, que debi en gran parte Po IX la prdida de suEstados, y con ellos el poder temporal, ejercidpor los Papas durante muchos cientos de aos.

Qu tiene, pues, de extraa la antipata que hnspirado e inspira la Compaa de Jess, cuand

us tendencias, su aspiracin al dominio universadentro y fuera de la Iglesia catlica, sunstituciones y privilegios inauditos, son un

amenaza y un ataque, directo e incesante, contra e

derecho comn, contra las leyes civiles, contra lndependencia de las naciones, contra lo

Cnones, contra la autoridad de los obispos y dos prrocos, contra los derechos de la

universidades y de las otras corporacione


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eligiosas, y contra todas las sociedades civileque no son hechura suya o le estn sometidas?

VII

Hemos rpidamente indicado algunos de loprivilegios concedidos por los Papas a la famos

Compaa; veamos ahora las censuras excomuniones prodigas para conservarla.

Aunque nulas y sin valor, respecto al derechcomn; a cuntas personas timoratas, fanatizada

e ignorantes, no habrn perturbado estas censuras penas eclesisticas? Qu peligro no envuelvepara la paz interior y para la independencia de loEstados, en los que an prevalece, por desgracia

a fe catlica!

Los Papas han excomulgado: A los reyeprncipes o administradores de las naciones, qumpongan contribuciones o cargas de cualquie


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especie a la Compaa de Jess, as en la personde sus miembros, como en sus bienes

A los que de cualquier manera perjudiquen a l

CompaaA los que obliguen por la fuerza a lomiembros de la Compaa, en sus iglesias o casao fuera de ellas, a conceder rdenes, a haceprocesiones, reunir Asambleas, o a asistir nodos eclesisticos o de otra clase, y a pone

guarniciones, o a servir en ellasA cuantos se atrevan a oponerse a la

concesiones que se otorguen a la Compaa

A los que no quieren aceptar el cargo de juez conservador, o que, aceptndolo, lo desempeecon negligencia

A los que ataquen las iglesias y casas de l

CompaaA los rectores de las Universidades, y

cualesquiera otros, que molesten en lo ms mnima los rectores de los colegios de los jesuitas

A los que no reconozcan la validez de lo


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grados universitarios, concedidos en los colegiode los jesuitas

A los que asistan o den asilo a los jesuitas qu

abandonen sus casas, sin permiso del GeneralA los que retengan cualquier cosperteneciente a la Compaa, a sus miembrocasas o colegios, aunque sea dinero, a menos quo devuelvan antes del tercero da

A los jesuitas que apelen al Papa, de lomandatos de sus superiores, sin permiso de sGeneral

Y no se crea que se reducen a stas laexcomuniones papales contra cuantos los jesuitaas han pedido. Slo hemos citado algunas, qu

nos parecan ms dignas de ser conocidas,

concluidos este relato con una excomunin, que see todos los aos en las casas de los jesuitas, que dice as: Estn excomulgadas todas y caduna de las personas eclesisticas o seglares, d

cualquier orden, estado, grado o preeminencia


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obispos, arzobispos, patriarcas, cardenales cuantos ejercen o disfrutan dignidad o autoridacivil, cualquiera que sea que atacaren el Instituto

constituciones, decretos y cuantos artculos a elloe refieren, aunque lo hagan so pretexto ddiscusin, para buscar la verdad, y con epropsito del mayor bien y celo, directa ndirectamente, en publico o en secreto, y todoos que quieran cambiar, alterar o dar nueva form

a dicho Instituto, constituciones y decretos, o quatenten a la reputacin de los jesuitas.

VIII

He aqu, pues, una corporacin de hombre

organizada en el seno de las sociedades humanaodas imperfectas, modificables, susceptibles ddestruccin y de perfeccionamiento, y emovimiento continuo, ya de adelanto, ya d

etroceso, declarada perfecta, inatacable


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nvariable, exenta de toda clase de cargas contribuciones, independiente, soberana y coderechos superiores a los de los mismos Estado

en cuyo seno vive y se desarrolla. Es racional, epractica, y sobre todo prudente, la existencia desta corporacin, que pretende escapar as a laeyes civiles como a las eclesisticas, y a las de l

misma naturaleza?Los Papas, que la autorizaron y acumularo

obre ella tal cmulo de preeminencias exenciones, no obraron en contra de la mismglesia catlica que representan?

Muchos prelados ilustres de todos los pases, particularmente de Espaa, en documentos qupertenecen a la historia, dijeron esto mismo. Yqu diremos de los reyes, y de los gobierno

epublicanos, que consintieron a los jesuitaestablecerse en sus dominios? Ms tarde o memprano, TODOS se arrepintieron y lo

expulsaron.

Las dinastas que, arrastradas por el fanatismo


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o engaadas por la astucia jesutica, siguieron lpoltica de la Compaa, se hicieron odiosas a supueblos, y se hundieron, perdiendo sus coronas,

algunos de sus miembros la cabeza con ellas.

IX

Hemos visto las excomuniones lanzadas contrgrandes y pequeos, sacerdotes y seglares, que satrevieron a ponerse en lo ms mnimo a lCompaa de Jess; ahora veremos a su

miembros libres de los anatemas ms generaleque la Iglesia catlica romana puede lanzar.

Los jesuitas tienen privilegio para entrar en lougares puestos en entredicho; y las excomunione

uspensin o entredicho que los ordinarios y otraautoridades eclesisticas, puedan lanzar contra loesuitas, sus casas y personas dependientes d

ellos, sin mandato especial del Sumo Pontfice

no tendrn efecto, y se tendrn por nulas.


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De manera que slo el Papa puede excomulgaa los jesuitas.

Pero qu Pontfice se atreve con est

prepotente corporacin? A los que se atrevierocon ella les cost la vida, como ms adelantveremos.


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Captulo VI

Despotismo de los Generales de la Compaa. Esclavitud de los miembros. Obligacin quetienen de delatarse unos a otros. Ejercicios

llamados espirituales

I

La vida ntima del jesuita puede resumirse en esta

palabras: Callar y obedecer.La esclavitud es un estado normal. El jesuita eanto ms esclavo individualmente, cuanto mibre es la corporacin a que pertenece.

Sin embargo, Gregorio XIV, deca en su Bulde 1591, al conceder al General de los jesuitaprerrogativas exorbitantes, que: Entre otrobienes y ventajas que resultaran a la Compaaorganizada como un gobierno monrquico, ser


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una unidad perfecta, por los sentimientos; y quus miembros, dispersos en todas las partes de

mundo, ligados a sus jefes por la obedienci

pasiva, seran ms pronta y eficazmentconducidos y obligados por el soberano Vicario desucristo en la tierra, a las diferentes funcione

que les asigne, segn el voto especial que hayahecho.

Esto deca Gregorio XIV; mas la verdad eque la autoridad del General no es monrquicaino desptica, dictatorial y tirnica, puesto que niene lmites ni cortapisas.

El despotismo y la esclavitud son trminocorrelativos, que se explican el uno por el otrocuando se sabe lo que es un esclavo, se sabe lque es un amo.

Bajo el punto de la vista material, carecer dpropiedad y de libertad individual, es ser esclavo

Bajo el punto de la vista moral e intelectual, eescl

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!Pobres Jesuitas! - Fernando Garrido Tortosa