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POBREZA Y
PODER SOCIAL DE BASE
INCIDE
Autoría Colectica
Solamente tenemos Esperanza
cuando luchamos organizadamente
por lo que anhelamos
Dirección: Calle Bolívar, Parcelamiento Hospital,
Quinta Ninoska, al lado del Jardín de Infancia "Angelitos Negros",
Cumaná, Estado Sucre, Venezuela.
email: [email protected] - [email protected]
http://derechoshumanosincide.blogspot.com/
Telefax: (0293)4317909
Rif Nº: j-30305623-7
POBREZA Y PODER SOCIAL DE BASE
Entendemos la pobreza de las mayorías de nuestras poblaciones - más que como una carencia, que
es un efecto – como una situación estructural de debilitamiento de capacidades y de ausencia de
oportunidades, de exclusión de los espacios públicos donde se deciden políticas y distribuyen presupuestos,
de expropiación de las cuotas de poder de soberanía que por derecho pertenece a todos y que sólo algunos
han concentrado. Es una resultante de un proceso de depauperación histórica, estructural y deshumanizante
de las capacidades de las mayorías venezolanas y de la privación de oportunidades de acceder a una vida
digna, a consecuencia de decisiones políticas dirigidas a fortalecer el poder de las élites y mermar el poder
de los pobres.
Los pobres son pobres no porque tienen muchas carencias, sino porque tienen menos posibilidades de
ejercer poder. Esta situación de impotencia facilita que se mantengan los indicadores o efectos de la pobreza
y la vulneración estructural de sus derechos humanos.
Psicológicamente la pobreza se experimenta como un sentido de impotencia, de falta de poder, de
posición marginal y periférica social poco favorable estratégicamente para ser considerados y tomados en
cuenta con seriedad por los gobiernos y para incidir en las políticas públicas.
La mayoría población de pobres que vive en Venezuela puede ser descrita con algunos rasgos de los
que, en psicología social, se denomina cultura de la pobreza (económica, política, social, cultural,
psicológica de los grupos y de las personas), que es caracterizada por:
la carencia de poder,
la falta de posesión del control sobre su existencia, comportamiento y recursos ambientales,
la presencia de actitudes de resignación y pasividad unido a un sentido paternalista y beneficiario de
vida,
bajo nivel de aspiraciones, carencia de motivación al logro,
inconstancia para persistir en el logro de metas que exigen esfuerzos sostenidos o cuya recompensa se
visualiza a largo plazo,
aspiración, bastante generalizada, a llegar al poder para beneficio individual.
Estos rasgos descriptivos no los interpretamos como deficiencias psicosociales de los pobres, lo que
sería convertirlos además de víctimas en culpables, sino como productos de largos años de injusta
dominación, olvido, marginación, privación y exclusión.
Creemos que bajo estos rasgos característicos impuestos desde fuera y con frecuencia asumidos desde
dentro, existen posibilidades, espacios, capacidades para la liberación, la iniciativa, la creatividad, la
resistencia, la reversión de la situación de dependencia hacia la liberación. Esta es una de las razones por las
que, junto con nuestra comprensión de la persona como sujeto de derecho a la participación, apostamos por el
protagonismo y participación de los pobres en el camino de su propia emancipación.
El camino de la emancipación de los pobres sólo es posible con la apropiación de una conciencia de
poder y con el ejercicio de poder de base popular de los pobres.
Entendemos por poder una fuerza capaz de incidir en las instituciones públicas, consiguiendo
decisiones favorables para su propia causa de emancipación y liberación. Por eso hemos afirmado
anteriormente (véase el apartado 3.4 del segundo taller) que poder no es sinónimo de manejo de dinero
público; es mucho más que eso y es antes que eso: poder para decidir en asuntos públicos de manera que
haya políticas, medidas, distribuciones presupuestarias que sean no sólo justas (equilibrio en la balanza: a
todos se les da las mismas oportunidades) sino también equitativas (desequilibrio en la balanza, no trato igual
a los desiguales: mayores oportunidades a quienes más se les han negado históricamente).
Una apropiación y ejercicio del poder por las bases populares sólo es posible cuando la población:
adquiere conciencia de pueblo y de ciudadanía, con un alto sentido de pertenencia a pueblo
concretizado en su espacio poblacional básico;
se introduce en una dinámica de ejercicio de ciudadanía: exigibilidad de derechos y cumplimiento de
responsabilidades;
expresa la ciudadanía en una organización de base protagónica, soberana, participativa, que en los
EPB se concreta en las asambleas comunitarias, como sujeto de análisis, propuestas, iniciativas,
decisiones y como fuerza para hacerlas vinculantes;
tiene claridad conceptual y práctica que les permite distinguir que:
el poder del pueblo es soberano y el papel de los poderes públicos es delegado: el primero es
originario, el segundo es derivado. El primero es el poder mandatario; el segundo sirve al
primero obedeciendo;
en una comunidad organizada en asamblea comunitaria, la autoridad que analiza, propone,
define y decide es la asamblea comunal, no el consejo comunal. La asamblea es el poder
primero, la autoridad, el poder mandatario; los consejos comunales son la representación o
vocería autorizada de la asamblea
se establecen redes o articulaciones o movimientos de bases organizadas en ejercicio de ciudadanía
para producir sinergia (suma de fuerzas) para generar opinión y producir presión que conduzca a
logros en la acción de exigibilidad de derechos, de incidir en la elaboración de leyes, políticas y
medidas favorables a las mayorías empobrecidas.
Todas estas cinco implicaciones son necesarias para la apropiación y ejercicio del poder de base
popular. Si falta o falla uno de ellos, se desmorona y el poder popular no se concreta.
Pero no pueden ser concebidos como factores aislados, sino interrelacionados, ensamblados en un
sistema orgánico que les dé consistencia y contundencia. Sistema orgánico que debe estar jurídicamente
sustentado, reconocido y aceptado. En Venezuela ya está sustentado en la Constitución, pero disminuido y
desdibujado en las leyes posteriores, no todavía suficientemente reglamentado y, menos aún, admitido en la
práctica por quienes ocupan responsabilidades en los poderes públicos ni apropiado ni ejercitado por el
poder popular.
La apropiación y ejercicio del poder por las bases populares es el camino hacia la democratización del
poder, hacia la equidad en la distribución presupuestaria, hacia la reversión de las situaciones desfavorables
en que yacen las mayorías empobrecidas y hacia su ubicación en una posición estratégicamente favorable
para incidir en políticas públicas, sin asumir el poder público ni las cargas administrativas de quienes por
iniciativa propia se postulan a cargos públicos y reciben el respaldo del pueblo con el voto mayoritario.
SIN INVOLUCRAMIENTO DE LA POBLACIÓN NO HAY PODER DE PUEBLO
Sin involucración activa de la población no es posible el Poder Social de Base de la Ciudadanía. El
pueblo, lo acabamos de decir, no sólo tiene el derecho a involucrarse, sino que también en su seno las
capacidades para:
hacer que los gobernantes, también y sobre todo los que se dicen revolucionarios y bolivarianos,
comprendan que son mandados y no mandatarios ni dueños del poder y cedan y se desprendan de los
atributos que por costumbre le han sido conferidas a las autoridades constituidas en un modelo de
democracia representativa.
activar dentro del mismo pueblo la ruptura de los hábitos propios de la democracia representativa
(actitudes de pasividad y conformismo), la apropiación de conocimientos, actitudes y herramientas
para el ejercicio de prácticas protagónicas de exigibilidad, decisión y control social
Razón por la cual es necesario, a la vez, que en la dinámica de apropiación y ejercicio del poder por
parte de las bases populares, se implementen, a la vez, dos líneas de acción:
Una, dirigida, por un lado, a atacar y destruir, mediante variados mecanismos, la visión y práctica de
gobernantes que no creen en la práctica – independientemente del discurso – en el protagonismo del
pueblo; por otro lado, a generar proclividad hacia la incorporación, protagónica, participativa,
soberana de la población en la formación, ejecución y control de la gestión pública (art. 62 CB),
hasta que se institucionalice un modo democrático y participativo de distribución del poder.
Otra, dirigida a provocar, propiciar, facilitar, promover la participación directa y organizada de la
población en los asuntos públicos (art. 62 CB) hasta que se consoliden experiencias referenciales
exitosas que se irradien por sí mismas.
SIN ACTIVACIÓN NO HAY INVOLUCRAMIENTO
En Venezuela, tanto la Constitución como la nueva legislación que de la Constitución se deriva,
postulan y norman la participación de las bases organizadas.
La sola existencia de leyes que propician y permiten la participación no es suficiente. Son una
oportunidad. Pero no son garantía de participación.
Las reformas legales no reforman a los gobernantes, ni a los funcionarios públicos, ni a la población.
Si los gobernantes no están convencidos de que la participación es condición de la
democracia, reducirán la participación a consulta o colaboración o buscarán subterfugios para
respetar la formalidad de la ley sin propiciar una auténtica participación.
Si las mayorías empobrecidas no participan de manera comprometida, los grupos de poder se
apoderarán del espacio abierto por las leyes e incidirán, con piso legal, en la formulación de
leyes, en la distribución presupuestaria, a favor de sus intereses y, una vez más, de manera
inequitativa.
En consecuencia, dejar de lado actitudes de pasividad y conformismo e involucrarse en procesos de
participación es una necesidad. No vale la excusa de que la gente tiene resistencia o no sabe cómo
participar. La resistencia se rompe comenzando a participar; a participar se aprende participando.
Estamos convencidos de que la involucración de la gente en procesos que conduzcan a una
organización participativa, protagónica y soberana no surge por generación espontánea. Debe ser inducida,
provocada, facilitada, promovida. En otras palabras, es necesaria la activación