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Poema al tomate: Ay! ¡Qué disparate! ¡Se mató un tomate! ¿Quieren que les cuente? Se arrojó en la fuente sobre la ensalada recién preparada Su estido rojo" todo descosido" cayó #aciendo arru$as al mar de lec#u$as Su ami$o el %apallo corrió como un rayo pidiendo de ur$encia por una asistencia &ino el doctor Ajo y remedios trajo 'lamó a la carrera a Sal" la enfermera (espués de secarlo quisieron sal arlo" pero no #ubo caso: ¡estaba en peda%os! Preparó el entierro la a$encia )'os Puerros* y fue muc#a $ente ¿quieren que les cuente? 'le$ó muy doliente Papa" el presidente del club de &erduras" para dar lectura de un ) erso al tomate* +otro disparate, mientras" de per-l el $ran perejil #ablaba bajito con un rabanito .ambién el laurel

Poema Al Tomate

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Poema al tomate:

Ay! Qu disparate! Se mat un tomate! Quieren que les cuente?

Se arroj en la fuente sobre la ensalada recin preparada.

Su vestido rojo, todo descosido, cay haciendo arrugas al mar de lechugas.

Su amigo el zapallo corri como un rayo pidiendo de urgencia por una asistencia

Vino el doctor Ajo y remedios trajo. Llam a la carrera a Sal, la enfermera.

Despus de secarlo quisieron salvarlo, pero no hubo caso: estaba en pedazos!

Prepar el entierro la agencia Los Puerros. y fue mucha gente... quieren que les cuente?

Lleg muy doliente Papa, el presidente del club de Verduras, para dar lectura de un verso al tomate (otro disparate) mientras, de perfil el gran perejil hablaba bajito con un rabanito.

Tambin el laurel (de luna de miel con doa nabiza) regres de prisa en su nuevo yate por ver al tomate.

Acaba la historia: ocho zanahorias y un alcaucil viejo forman el cortejo con diez berenjenas de verdes melenas sobre una carroza bordada de rosas.

Choclos musiqueros con negros sombreros tocaban violines, quenas y flautines, y dos ajes sordos y esprragos gordos con negras camisas cantaron la misa.

El diario ESPINACA la noticia saca. HOY, QU DISPARATE! SE MAT UN TOMATE!

Al leer, la cebolla llora en su olla. Una remolacha se puso borracha. Me importa un comino! dijo don Pepino... y no habl la acelga (estaba de huelga).

Poema de Elsa Bornemann