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Posesión de tu nombre, sola que tú permites, felicidad, alma sin cuerpo. Dentro de mí te llevo porque digo tu nombre, felicidad, dentro del pecho. «Ven»: y tú llegas quedo; «vete»: y rápida huyes. Tu presencia y tu ausencia sombra son una de otra, sombras me dan y quitan. (¡Y mis brazos abiertos!) Pero tu cuerpo nunca, pero tus labios nunca, felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura. Pedro Salinas UNDERWOOD GIRLS Quietas, dormidas están, las treinta, redondas, blancas. Entre todas sostienen el mundo. Míralas, aquí en su sueño, como nubes, redondas, blancas, y dentro destinos de trueno y rayo, destinos de lluvia lenta, de nieve, de viento, signos. Despiértalas, con contactos saltarines de dedos rápidos, leves, como a músicas antiguas. Ellas suenan otra música: fantasías de metal valses duros, al dictado. Que se alcen desde siglos todas iguales, distintas como las olas del mar y una gran alma secreta. Que se crean que es la carta, la fórmula, como siempre. Tú alócate bien los dedos, y las raptas y las lanzas, a las treinta, eternas ninfas contra el gran mundo vacío, blanco a blanco. Por fin a la hazaña pura, sin palabras, sin sentido, ese, zeda, jota, i... Pedro Salinas

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Posesin de tu nombre, sola que t permites, felicidad, alma sin cuerpo. Dentro de m te llevo porque digo tu nombre, felicidad, dentro del pecho. Ven: y t llegas quedo; vete: y rpida huyes. Tu presencia y tu ausencia sombra son una de otra, sombras me dan y quitan. (Y mis brazos abiertos!) Pero tu cuerpo nunca, pero tus labios nunca, felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura. Pedro Salinas

UNDERWOOD GIRLS

Quietas, dormidas estn, las treinta, redondas, blancas. Entre todas sostienen el mundo. Mralas, aqu en su sueo, como nubes, redondas, blancas, y dentro destinos de trueno y rayo, destinos de lluvia lenta, de nieve, de viento, signos. Despirtalas, con contactos saltarines de dedos rpidos, leves, como a msicas antiguas. Ellas suenan otra msica: fantasas de metal valses duros, al dictado. Que se alcen desde siglos todas iguales, distintas como las olas del mar y una gran alma secreta. Que se crean que es la carta, la frmula, como siempre. T alcate bien los dedos, y las raptas y las lanzas, a las treinta, eternas ninfas contra el gran mundo vaco, blanco a blanco. Por fin a la hazaa pura, sin palabras, sin sentido, ese, zeda, jota, i... Pedro Salinas

LA VOZ A TI DEBIDA"TARDE MAYOR" de Jorge Guilln

Libre nac y en libertad me fundo.

CERVANTES

Tostada cima de una madurez,Esplendiendo la tarde con su esprituVisible nos envuelve en mocedad.

As te yergues t, para mis ojosForma en sosiego de ese resplandor,Trasluz seguro de la luz verstil.

Si aquellas nubes tiemblan a merced,Un da, de un estrpito enemigo,Mescolanza de sbito voraz,

Oscurecidos y desordenadosPenaremos tambin. Y no habr aludQue nos alcance en la ternura nuestra.

Esos rboles prceres se ahncanDedicando sus troncos al cnit,A un cielo sin crepsculos de crimen.

Si tal fronda perece fulminada,Rumoroso otra vez igual verdorSe alzar en el olvido del tirano.

Y pasar el camin de los feroces.Castaos sin Historia arrojarnSu florecilla al suelo blanquecino.

Un mbito de tarde en perfeccinTan desarmada humildemente opone,Por fin venciendo, su fragilidad

A ese desbarajuste slo humanoQue a golpes lucha contra el mismo azulImpasible, feroz tambin, profundo.

Fugaz la Historia, vano el destructor.Resplandece la tarde. Yo contigo.Eterna al sol la brisa juvenil.

Poema Salvacion De La Primavera de Jorge GuillenAjustada a la soladesnudez de tu cuerpo,entre el aire y la luzeres puro elemento.Eres! Y tan desnuda,tan continua, tan simpleque el mundo vuelve a serfbula irresistible.Mi atencin, ampliada,columbra. Por tu carnela atmsfera renetrminos. Hay paisaje.Esos blancos tan rubiosque sobre tu tersurala mejor claridadprimaveral sitan.Es tuyo el resplandorde una tarde perpetua.Qu cerrado equilibriodorado, qu alameda!)

Versos 494 a 521

Para vivir no quiero islas, palacios, torres. Qu alegra ms alta: vivir en los pronombres!

Qutate ya los trajes, las seas, los retratos; yo no te quiero as, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: t. S que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, slo t sers t. Y cuando me preguntes quin es el que te llama, el que te quiere suya, enterrar los nombres, los rtulos, la historia. Ir rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al annimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te dir: Yo te quiero, soy yo. Pedro SalinasEl engao de los ojosCon qu nobleza se revuelvenTodos juntos esos muchachosY claman por una justiciaPerturbando, vociferando,Tan inocentes los carrillos,Tan fieros el porte y los pasos,Con la mirada en direccinDe un porvenir extraordinario,Pero a la vista ahora, ahora,Presente ya sobre el asfaltoDe las calles estimuladasPor los rumores calculadosDe esa tan filial muchedumbre,Coro de gargantas y brazos,Crdulamente fiel y dcil-Candor por alud- al dictadoDe los mayores en edad,En crueldad y en aparato,Aun carceleros de una crcelDonde todo queda murado,Sin salida a ningn futuro:Ni a ese que van anhelandoLos que, por fin, desfilan jvenes,Magnficos frente al tirano.

Jorge Guilln

Me he asomado al balcn

En un pauelo amortajado Llevaban a enterrar el ltimo adis

Los verbos irregularesbrincan como alegres escolares

Por el termmetro trepa la emocin

En una sonata blindada me embarqu con la brjula imantada

Las campanas vuelan en mi cabellera

La novia que me espera se ha amputado las alas

Voy midiendo las millas con mis rimas

A la hora del t los abanicos bailan un minu

Para apagar mi sedfum todas las islasLa lmpara del esto abri su sombrilla

Y un hlito de playaatraviesa la lona de campaa

De tienda a tiendael oasis cuelga sus hamacas

Todos los astros corren en las regatasElla ondea en la meta con la copa en la manoEl lecho del esto est lleno de nufragos

En el hall del hotel

las playas pelotaris jugaban al tenis

Un da al despertarme sent acariciado de campanas pascuales

Con la capucha descubiertapasaron en procesin las catedrales

Los pilluelos jugaban a los dados con ojos de mujer

Galanes apasionados rasgueaban las rejas

Sin saber cmo me hall a las puertas del aerdromo

Como un gorrin herido cojeaba el aeroplano

GESTA de Gerardo Diego A Vicente Huidobro

Por vez primera entre la lluvia muertacantaban los tranvas zozobrantes

Y en la sala del piano un esqueletojugaba al ajedrez con guantes negros

Golondrinas precoces recitaban sus versos

La abuela junto al tiempo rezaba su rosario de nietos

Y el rumor de las sombras en la estanciaencenda romanzas sin palabras

A la luz pensativa de mis manos todo lo voy contemplando

Los balcones en foliominiados de pases musicalesy de los que pendan como sellos lgrimas verticales

La retreta de sueos y papeles pintadosdesfilando a comps sobre los puentes del ocaso

Y un da la cometa que desat en mi regazoy ancl desorientada en el pasado

En la ciudad dormida salan retozando de la escuela los signos ortogrficos

Y los ngeles de la guarda en el pico traan las estampas

Para los meses muertos no siembran atades los sepultureros

Venid que os embalsame

Sobre vuestros disfraces arrugados yo nevar mis versos

Aquel corro de nias Para la primaveralos besos maduros caern de sus trenzas

Por entonces Mambr volver de la guerra

En las revistas ilustradaslas efemrides se han convertido en alas disecadas

Y el lpiz que plantalumbra la calle como un farol

Entre mis dedos re el mundo transparente

El aeroplano viejo posado en el destierro no puede alzar la vista agonizante

En la hoguera

sin

lumbre

voy quemando uno a uno los instantes

Sembrando mis imgenesme hallaris olvidado entre la nieve

La mujer paisajedesnuda como un circo canta tardes antiguasen las trmulas gargantas del ramaje

En las aguas del pianose ha ahogado aquel recuerdosin dejar rastro ni de sus cabellos

La sirena alla como un perro lejano

Los aos venideros se han extraviado all por los senderos

Todo lo voy contemplando

a la luz soadora de mis manos

Mi gesta encadenada

se alzar arco tras arco

como el gran acueducto de los siglos

Y all Tras las murallas

Anclada en el silencio La biblioteca

El tiempo sabe a cloroformo

A la luz de mis dedos que arden como cirios lo veo

Todos los paraguas acuden a mi entierro

Y doncellas sin novio me esposan las manos con un rosario pstumo de versos

El buen veterinario condolido le llev a la barraca

Una noche en un globo vino a m el bulevar

La trenza enroscada al cuello no le dejaba hablar

Yo le fui desnudando beso a beso sin notar que se apagaba entre mis brazos

Sobre la acera mortuoria con el paraguas estilogrfico le escrib el epitafio

Y a mi alborotado ruiseorlo encerr en la jaulay oprim el botn del ascensor

Las manos en los bolsillos me alej por los aos entoldados de pltanos

Salamancas difanas quemaban los domingos en las plazas

Y las romeras mrtires hilaban en sus torres danzas giles

Las coplas enlazadas cieron un collar a mi garganta

Como pndulos lentos del ocaso los pueblos olvidados tocaban a muerto

Y en la estacin del alba ahorcaron el reloj y la campana

En los sepulcros prolongadosa lo largo de las fiestas dorman los itinerarios

Y mi hijo an no nacidolloraba entre las hojas de mi libro

Mariposas efmeras Los besos malogradosvolaban de mi pipa desfilaban por mis prpados

Al remover el lbum los tirabuzones me tendieron sus brazos

Y las recin nacidas vacacionesen sus axilas tibias en vez de libros de texto traen nidos de vencejos

Una mano inocente

INSOMNIO de Dmaso Alonso

Madrid es una ciudad de ms de un milln de cadveres(segn las ltimas estadsticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en estenicho en el que hace 45 aos que me pudro,y paso largas horas oyendo gemir al huracn, o ladrar losperros, o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracn, ladrando comoun perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubrecaliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntndole a Dios, preguntndole porqu se pudre lentamente mi alma,por qu se pudren ms de un milln de cadveres en estaciudad de Madrid,por qu mil millones de cadveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, qu huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?Temes que se te sequen los grandes rosales del da,las tristes azucenas letales de tus noches?CMO ERA? de Dmaso Alonso

La puerta, franca. Vino queda y suave.Ni materia ni espritu. Traauna ligera inclinacin de navey una luz matinal de claro da. No era de ritmo, no era de armonani de color. El corazn la sabe,pero decir cmo era no podraporque no es forma ni en la forma cabe.

Lengua, barro mortal, cincel inepto,deja la flor intacta del conceptoen esta clara noche de mi boda,

Y canta mansamente, humildemente,la sensacin, la sombra, el accidente,mientras ella me llena el alma toda!

EL CIPRS DE SILOS de Gerardo Diego

A ngel del Ro

Enhiesto surtidor de sombra y sueo que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a s mismo en loco empeo.

Mstil de soledad, prodigio isleo, flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy lleg a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueo.

Cuando te vi seero, dulce, firme, qu ansiedades sent de diluirme y ascender como t, vuelto en cristales,

como t, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verticales, mudo ciprs en el fervor de Silos.

ROMANCE SONMBULO de Federico Garca Lorcaalrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, dejadme subir, dejadme, hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua.

*

Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lgrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, heran la madrugada.

*

Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento, dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. Compadre! Dnde est, dime? Dnde est mi nia amarga? Cuntas veces te esper! Cuntas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda!

*

Sobre el rostro del aljibe se meca la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fra plata. Un carmbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche su puso ntima como una pequea plaza. Guardias civiles borrachos, en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaa.

A Gloria Ginery a Fernando de los Ros

Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaa. Con la sombra en la cintura ella suea en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fra plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas le estn mirando y ella no puede mirarlas.

*

Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduo, eriza sus pitas agrias. Pero quin vendr? Y por dnde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soando en la mar amarga.

*

Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los montes de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sbanas de holanda. No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele

ROMANCE DE LA GUARDIA CIVIL ESPAOLA de Federico Garca LorcaA Juan Guerrero,Cnsul general de la Poesa

Los caballos negros son.Las herraduras son negras.Sobre las capas relucenmanchas de tinta y de cera.Tienen, por eso no lloran,de plomo las calaveras.Con el alma de charolvienen por la carretera.Jorobados y nocturnos,por donde animan ordenansilencios de goma oscuray miedos de fina arena.Pasan, si quieren pasar,y ocultan en la cabezauna vaga astronomade pistolas inconcretas.Oh ciudad de los gitanos!En las esquinas banderas.La luna y la calabazacon las guindas en conserva.Oh ciudad de los gitanos!Quin te vi y no te recuerda?Ciudad de dolor y almizcle,con las torres de canela.Cuando llegaba la noche,noche que noche nochera,los gitanos en sus fraguasforjaban soles y flechas.Un caballo malherido,llamaba a todas las puertas.Gallos de vidrio cantabanpor Jerez de la Frontera.El viento, vuelve desnudola esquina de la sorpresa,en la noche platinochenoche, que noche nochera.La Virgen y San Josperdieron sus castauelas,y buscan a los gitanospara ver si las encuentran.La Virgen viene vestidacon un traje de alcaldesa,de papel de chocolatecon los collares de almendras.San Jos mueve los brazosbajo una capa de seda.Detrs va Pedro Domecqcon tres sultanes de Persia.La media luna, soabaun xtasis de cigea.Estandartes y farolesinvaden las azoteas.Por los espejos sollozanbailarinas sin caderas.Agua y sombra, sombra y aguapor Jerez de la Frontera. Oh ciudad de los gitanos!En las esquinas banderas.Apaga tus verdes lucesque viene la benemrita.Oh ciudad de los gitanos!Quin te vio y no te recuerda?Dejadla lejos del mar,sin peines para sus crenchas. Avanzan de dos en fondoa la ciudad de la fiesta.Un rumor de siemprevivasinvade las cartucheras.Avanzan de dos en fondo.Doble nocturno de tela.El cielo, se les antoja,una vitrina de espuelas.La ciudad libre de miedo,multiplicaba sus puertas.Cuarenta guardias civilesentran a saco por ellas.Los relojes se pararon,y el coac de las botellasse disfraz de noviembrepara no infundir sospechas.Un vuelo de gritos largosse levant en las veletas.Los sables cortan las brisasque los cascos atropellan.Por las calles de penumbrahuyen las gitanas viejascon los caballos dormidosy las orzas de monedas.Por las calles empinadassuben las capas siniestras,dejando detrs fugacesremolinos de tijeras.En el portal de Belnlos gitanos se congregan.San Jos, lleno de heridas,amortaja a una doncella.Tercos fusiles agudospor toda la noche suenan.La Virgen cura a los nioscon salivilla de estrella.Pero la Guardia Civilavanza sembrando hogueras,donde joven y desnudala imaginacin se quema.Rosa la de los Camborios,gime sentada en su puertacon sus dos pechos cortadospuestos en una bandeja.Y otras muchachas corranperseguidas por sus trenzas,en un aire donde estallanrosas de plvora negra.Cuando todos los tejadoseran surcos en la tierra,el alba meci sus hombrosen largo perfil de piedra.Oh, ciudad de los gitanos!La Guardia Civil se alejapor un tnel de silenciomientras las llamas te cercan.Oh, ciudad de los gitanos!Quin te vio y no te recuerda?Que te busquen en mi frente.juego de luna y arena.

VUELTA DE PASEO de Federico Garca LorcaEste poema pertenece a la segunda etapa del escritor en Nueva York, donde su poesa cobra tintes surrealistas y rompe con el verso tradicional para convertirlo en "verso libre". Trata el tema de"la lucha entre la civilizacin y naturaleza"; dos fuerzas contrarias que se oponen. Precisamente, de esa tensin nace el poema, fruto de la decepcin Lorquiana ante las cuidades colosales emergentes cada vez ms deshumanizadas.Asesinado por el cielo.Este primer versocomienza de una manera hiperblica (visin desproporcionada de una realidad). El poeta se encuentra en Nueva York, un lugar hostil y molesto para l. Un mal comienzo: se nos habla de un asesinato.Entre las formas que van hacia la sierpey las formas que buscan el cristal,dejar crecer mis cabellos.En estos tres versos siguientes el poeta manifiesta un signo de rebelda: "dejar crecer los cabellos" entre esas formas que conducen a la sierpe (el veneno de la culebras) y ese fro "cristal", que sera un smbolo del tpico rascacielos neoyorkino. El cristal corta, al igual que los grandes edificios cortan o rompen el cielo.Esegesto o smbolo de rebelda (dejarse crecer el cabello) es un acto "natural" que contrasta con esa ciudadnaciente y antinatural. Parece que hay un atisbo de esperanza.Con el rbol de muones que no cantay el nio con el blanco rostro de huevo.El siguiente verso comienza con un "desplazamiento" : no es el rbol el que debera cantar sino los pjaros. Vemos aqu una naturaleza desvitalizada (no hay pjaros) y mutilada (rbol de muones). As pues, como vemos en el verso nmero 6, los nios tambin estn desnaturalizados ( blanco rostro de huevo).Con los animalitos de cabeza rotay el agua harapienta de los pies secos.Nos sigue hablando de esa naturaleza mutilada en los siguientes versos.Con todo lo que tiene de cansancio sordomudoy mariposa ahogada en el tintero.Aquhallamos una "personificacin", puesto que se est atribuyendo una cualidad propiamente humana o de seres vivos(sordomudo) a unsustantivo abstractocomo es el cansancio. Es en el verso que sigue donde vamos a encontrar una de las principales claves del poema: "una mariposa ahogada en el tintero" es una metfora que representa un elemento de la naturaleza, como puede ser una "mariposa", ahogada en un tintero (smbolo del capitalismo y la buracracia). Por lo tanto, estamos ante una naturaleza prcticamente extinguida, mutilada y sometida al capitalismo emergente e imperante en esos comienzos del siglo XX.Tropezando con mi rostro distinto cada da.Asesinado por el cielo!El poema tiene una clara estructura circular: empieza igual que acaba. Esto no es casual. Lorca quiere transmitirnos esa sensacin de ahogo, de estar atrapado como en un crculo donde no hay salida.Es un final totalmente negativo y desesperanzador.

Asesinado por el cielo.Entre las formas que van hacia la sierpey las formas que buscan el cristal,dejar crecer mis cabellos.Con el rbol de muones que no cantay el nio con el blanco rostro de huevo.Con los animalitos de cabeza rotay el agua harapienta de los pies secos.Con todo lo que tiene cansancio sordomudoy mariposa ahogada en el tintero.Tropezando con mi rostro distinto cada da.Asesinado por el cielo!

Grito hacia Roma de Federico Garca LorcaManzanas levemente heridas por finos espadines de plata, nubes rasgadas por una mano de coral que lleva en el dorso una almendra de fuego, Peces de arsnico como tiburones, tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud, rosas que hieren Y agujas instaladas en los caos de la sangre, mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos caern sobre ti. Caern sobre la gran cpula que untan de aceite las lenguas militares donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma y escupe carbn machacado rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparte el pan ni el vino, ni quien cultive hierbas en la boca del muerto, ni quien abra los linos del reposo, ni quien llore por las heridas de los elegantes. No hay ms que un milln de herreros forjando cadenas para los nios que han de venir. No hay ms que un milln de carpinteros que hacen atades sin cruz. No hay ms que un gento de lamentos que se abren las ropas en espera de la bala. El hombre que desprecia la paloma deba hablar, deba gritar desnudo entre las columnas, y ponerse una inyeccin para adquirir la lepra y llorar un llanto tan terrible que disolviera sus anillos y sus telfonos de diamante. Pero el hombre vestido de blanco ignora el misterio de la espiga, ignora el gemido de la parturienta, ignora que Cristo puede dar agua todava, ignora que la moneda quema el beso de prodigio y da la sangre del cordero al pico idiota del faisn.

Los maestros ensean a los nios una luz maravillosa que viene del monte; pero lo que llega es una reunin de cloacas donde gritan las oscuras ninfas del clera. Los maestros sealan con devocin las enormes cpulas sahumadas; pero debajo de las estatuas no hay amor, no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo. El amor est en las carnes desgarradas por la sed, en la choza diminuta que lucha con la inundacin; el amor est en los fosos donde luchan las sierpes del hambre, en el triste mar que mece los cadveres de las gaviotas y en el oscursimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslucidas dir: amor, amor, amor, aclamado por millones de moribundos; dir: amor, amor, amor, entre el tis estremecido de ternura; dir: paz, paz, paz, entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita; dir: amor, amor, amor, hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ay!, mientras tanto, los negros que sacan las escupideras, los muchachos que tiemblan bajo el terror plido de los directores, las mujeres ahogadas en aceites minerales, la muchedumbre de martillo, de violn o de nube, ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro, ha de gritar frente a las cpulas, ha de gritar loca de fuego, ha de gritar loca de nieve, ha de gritar con la cabeza llena de excremento, ha de gritar como todas las noches juntas, ha de gritar con voz tan desgarrada hasta que las ciudades tiemblen como nias y rompan las prisiones del aceite y la msica, porque queremos el pan nuestro de cada da, flor de aliso y perenne ternura desgranada, porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra que da sus frutos para todos.

Danza de la muerte de Federico Garca Lorca *

Yo estaba en la terraza luchando con la luna. Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche. En mis ojos beban las dulces vacas de los cielos. Y las brisas de largos remos golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.

La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro para fingir una muerta semilla de manzana. El aire de la llanura, empujado por los pastores, temblaba con un miedo de molusco sin concha.

Pero no son los muertos los que bailan, estoy seguro. Los muertos estn embebidos, devorando sus propias manos. Son los otros los que bailan con el mascarn y su vihuela; son los otros, los borrachos de plata, los hombres fros, los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras, los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras, los que beben en el banco lgrimas de nia muerta o los que comen por las esquinas diminutas pirmides del alba.

Que no baile el Papa! No, que no baile el Papa! Ni el Rey, ni el millonario de dientes azules, ni las bailarinas secas de las catedrales, ni construcciones, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas. Slo este mascarn, este mascarn de vieja escarlatina, slo este mascarn!

Que ya las cobras silbarn por los ltimos pisos, que ya las ortigas estremecern patios y terrazas, que ya la Bolsa ser una pirmide de musgo, que ya vendrn lianas despus de los fusiles y muy pronto, muy pronto, muy pronto. Ay, Wall Street!

El mascarn. Mirad el mascarn! Cmo escupe veneno de bosque por la angustia imperfecta de Nueva York!

El Mascarn. Mirad el mascarn! Cmo viene del frica a New York!

Se fueron los rboles de la pimienta, los pequeos botones de fsforo. Se fueron los camellos de carne desgarrada y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico.

Era el momento de las cosas secas, de la espiga en el ojo y el gato laminado, del xido de hierro de los grandes puentes y el definitivo silencio del corcho.

Era la gran reunin de los animales muertos, traspasados por las espadas de la luz; la alegra eterna del hipoptamo con las pezuas de ceniza y de la gacela con una siempreviva en la garganta.

En la marchita soledad sin honda el abollado mascarn danzaba. Medio lado del mundo era de arena, mercurio y sol dormido el otro medio.

El mascarn. Mirad el mascarn! Arena, caimn y miedo sobre Nueva York!

*

Desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vaco donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano. Un cielo mondado y puro, idntico a s mismo, con el bozo y lirio agudo de sus montaas invisibles,

acab con los ms leves tallitos del canto y se fue al diluvio empaquetado de la savia, a travs del descanso de los ltimos desfiles, levantando con el rabo pedazos de espejo.

Cuando el chino lloraba en el tejado sin encontrar el desnudo de su mujer y el director del banco observaba el manmetro que mide el cruel silencio de la moneda, el mascarn llegaba al Wall Street.

No es extrao para la danza este columbario que pone los ojos amarillos. De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso que atraviesa el corazn de todos los nios pobres. El mpetu primitivo baila con el mpetu mecnico, ignorantes en su frenes de la luz original. Porque si la rueda olvida su frmula, ya puede cantar desnuda con las manadas de caballos; y si una llama quema los helados proyectos, el cielo tendr que huir ante el tumulto de las ventanas. No es extrao este sitio para la danza, yo lo digo. El mascarn bailar entre columnas de sangre y de nmeros, entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados que aullarn, noche oscura, por tu tiempo sin luces, oh salvaje Norteamrica! oh impdica! oh salvaje, tendida en la frontera de la nieve!

El mascarn. Mirad el mascarn! Qu ola de fango y lucirnaga sobre Nueva York!