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1 POEMAS PARA NIÑOS VALIENTES …y algunos escondites para exploradores.

POEMAS PARA NIÑOS VALIENTES

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Page 1: POEMAS PARA NIÑOS VALIENTES

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POEMAS PARA NIÑOS VALIENTES

…y algunos escondites para exploradores.

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La selección, la edición, las notas muy poco prácticas y el

prólogo vano de esta antología fueron realizados por Andrea

González Cruz. La ilustración de la portada es de Amanda

Visell y las demás ilustraciones fueron tomadas de los

amables ilustradores que suben sus maravillas gráficas a

Tumblr, por lo que se les agradece, excepto a Tim Burton,

quien ilustra personalmente todos sus textos y por lo que no

debemos darle las gracias.

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Hete aquí que has llegado hasta el portal de los sueños,

donde todos tus miedos pueden alcanzarte pero ninguno puede hacerte daño. Eso que los adultos llaman literatura no es más que un invento para justificar el miedo que les produce la oscuridad de las palabras sobre el papel. Pero tú, que no eres así, está dispuesto a embarcarte como de antaño hacían los hombres en un viaje por las inmediaciones de lo cáustico. Te escribo desde la penumbra para hacerte ver que no estás solo, y que eres especial, porque no cualquiera da un paso adelante para estrechar la mano de los poetas que encontrarás en esta antología. Esta antología es un primer paso para aproximarte al mundo de lo imposible, un mundo que conoces tan bien como nosotros, los villanos, los que siempre perdemos pero… ¿perdimos? Sírvete pues de entrar y tomar todas las maravillas que sólo un niño valiente es capaz de encontrar en la oscuridad. No te asustes: puedes cerrar cuando quieras los ojos y al abrirlos todo lo que te parece una amenaza te sonreirá con amabilidad y hará malabares para que rías, o puedes hacernos cerrar los ojos con el brillo de tu espada matando uno por uno a los dragones que aquí te ofrecemos. Entra, te espera la frescura de la esperanza oculta en la sombra.

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EL CUERVO

EDGAR ALLAN POE

Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,

cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran,

tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante

tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo

de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas

reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros

dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única,

virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante

de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores

jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón,

vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto

queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar.

Eso es todo, y nada más.”

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Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos:

“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro,

mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente,

tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto,

que apenas pude creer que os oía.” Y entonces abrí de par en par la puerta:

Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso,

dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar.

Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida

era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco

lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,

toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.

“Ciertamente —me dije—, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana.

Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio.

Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.”

¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró

un majestuoso cuervo

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de los santos días idos. Sin asomos de reverencia,

ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama

fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta.

Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa

con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía.

“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, no serás un cobarde,

hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna.

¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado

pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos

sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro

posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido

de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto,

las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras.

Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma.

Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes;

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mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio

tan idóneas palabras, “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice

es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío

persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,

hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica

de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa;

acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta;

y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra,

pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido,

flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,

quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba,

con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín

acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta

acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

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Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado

por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.

“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua,

tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente

y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado

por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada,

a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?

¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,

ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén

tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora,

tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!”

Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.

¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira

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que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta.

Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón

y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado

en el pálido busto de Palas en el dintel de la puerta de mi cuarto.

Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando.

Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,

del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,

no podrá liberarse. ¡Nunca más!

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PAÍS DE HADAS Edgar Allan Poe

Valles de sombra y aguas apagadas

y bosques como nubes, que ocultan su contorno en un fluir de lágrimas.

Allí crecen y menguan unas enormes lunas, una vez y otra vez, a cada instante,

en canto que la noche se desliza, y avanzan siempre, inquietas,

y apagan el temblor de los luceros con el aliento de su rostro blanco.

Cuando el reloj lunar señala medianoche, una luna más fina y transparente

desciende, poco a poco, con el centro en la cumbre

de una sierra elevada, y de su vasto disco

se deslizan los velos dulcemente sobre aldeas y estancias,

por doquier; sobre extrañas florestas, sobre el mar

y sobre los espíritus que vuelan y las cosas dormidas:

y todo lo sepultan en un gran laberinto luminoso. ¡Ah, entonces! ¡Qué profunda

es la pasión que ponen en su sueño! Despiertan con el día, y sus lienzos de luna

se ciernen ya en el cielo,

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con inquietas borrascas, y a todo se parecen: más que nada

semejan un albatros amarillo. Y aquella luna no les sirve nunca

para lo mismo: en tienda se trocará otra vez, extravagante. Pero ya sus pedazos pequeñitos

se tornan leve lluvia, y aquellas mariposas de la Tierra que vuelan, afanosas del celaje,

y bajan nuevamente, sin contentarse nunca, nos traen una muestra,

prendida de sus alas temblorosas.

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El Viajero del Tiempo cuenta la leyenda del Prisionero del Segundo, atorado en un instante oscuro de una madrugada de 1903 por desobedecer a sus padres.

Alberto Chimal

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SUEÑO

Emiliano González

Hay una ciudad en el fondo de la noche

Hay una calle en el fondo de la ciudad

Hay una casa en el fondo de la calle

Hay una alcoba en el fondo de la casa

Hay un espejo en el fondo de la alcoba

Hay un jardín en el fondo del espejo

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MANUSCRITO ALLADO EN UNA BOTELLA

Emiliano González

Los grandes pulpos hablan

De la noche.

Satán, el aburrido, se adormece

Mirándolos hablar

De su silencio.

Circulan mantas, oros, aceitunas.

De pronto, con un gesto que anonada,

Sus ojos, peces verdes, resucitan.

El mar es un planeta que se incendia.

Cuidado con las letras pequeñas: aquí, por ejemplo, dice que Emiliano González es un escritor

maldito mexicano que vivía en un castillo y que nunca se volvió a editar el libro más importante que escribió: Los sueños de la bella durmiente.

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LOS OSCUROS

Andrea González

La acuarela nocturna nos dibuja,

sonámbulos corremos laberintos,

tejemos telarañas sin aguja.

Los niños que nos sueñan lanzan gritos.

Somos bestias oscuras y letales,

monstruosos paquidermos de los mitos.

Nos vemos reflejados en metales,

no somos más que negros forajidos,

tememos a las luces matinales.

Vivimos en la muerte, aborrecidos.

Sepulcros silenciosos nos aguardan.

Eternamente somos maldecidos.

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Me quedé dormido. Cuando abrí los ojos el coche en que iba ya estaba en otro sitio. Brevísimamente fui el Viajero del Tiempo.

Alberto Chimal

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DOS DE CONEJOS (Fragmentos de Caza de conejos de Mario

Levrero)

XLII La fuerza de los conejos radica en que todo el mundo cree en su existencia.

LX

Poniendo un conejo contra el oído, se oye el ruido

del mar.

Mario Levrero escribe más de cien minificciones sobre conejos. Y luego desapareció.

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OSCURIDAD

Lord Byron

Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.

El brillante sol se apagaba, y los astros

vagaban diluyéndose en el espacio eterno,

sin rayos, sin senderos, y la helada tierra

oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin

luna;

la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo

consigo el día,

Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el

terror

de esta desolación; y todos los corazones

se helaron en una plegaria egoísta por luz;

y vivieron junto a hogueras - y los tronos,

los palacios de los reyes coronados - las chozas,

los hogares de todas las cosas que habitaban,

fueron quemadas en las fogatas; las ciudades se

consumieron,

Y los hombres se reunieron en torno

a sus ardientes refugios

para verse nuevamente las caras unos a otros;

Felices eran aquellos que vivían dentro del ojo

de los volcanes, y su antorcha montañosa:

Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo

contenía;

Se encendió fuego a los bosques - pero hora tras

hora

Fueron cayendo y apagándose - y los crujientes

troncos

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se extinguieron con un estrépito -

y todo fue negro.

Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza,

tenían un aspecto no terreno, cuando de pronto

los haces caían sobre ellos; algunos se tendían

y escondían sus ojos y lloraban; otros

descansaban

sus barbillas en sus manos apretadas, y sonreían;

y otros iban rápido de aquí para allá, y

alimentaban

sus pilas funerarias con combustible,

y miraban hacia arriba

con loca inquietud al sordo cielo,

El sudario de un mundo pasado; y entonces otra

vez

con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,

y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves

silvestres chillaban,

y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo,

y agitaban sus inútiles alas; los brutos más

salvajes

venían dóciles y trémulos; y las víboras se

arrastraron

y se enroscaron entre la multitud,

siseando, pero sin picar - y fueron muertas para

ser alimento:

y la Guerra, que por un momento se había ido,

se sació otra vez; - una comida se compraba

con sangre, y cada uno se hartó, resentido y solo

atiborrándose en la penumbra: no quedaba amor;

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toda la tierra era un solo pensamiento -

y ese era la muerte,

Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo

del hambre se instaló en todas las entrañas -

hombres

morían, y sus huesos no tenían tumba,

y tampoco su carne;

el magro por el magro fue devorado,

y aún los perros asaltaron a sus amos,

todos salvo uno,

Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo

a raya a las aves y las bestias y los débiles

hombres,

hasta que el hambre se apoderó de ellos, o los

muertos que caían

tentaron sus delgadas quijadas; él no se

buscó comida,

Sino que con un gemido piadoso y perpetuo

y un corto grito desolado, lamiendo la mano

que no respondió con una caricia - murió.

De a poco la multitud fue muriendo de hambre;

pero dos

de una ciudad enorme sobrevivieron,

y eran enemigos; se encontraron junto

a las agonizantes brasas de un altar

donde se había apilado una masa de cosas santas

para un fin impío; hurgaron,

y temblando revolvieron con sus manos delgadas

y esqueléticas

en las débiles cenizas, y sus débiles alientos

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soplaron por un poco de vida, e hicieron una llama

que era una burla; entonces levantaron

sus ojos al verla palidecer, y observaron

el aspecto del otro - miraron, y gritaron, y

murieron -

De su propio espanto mutuo murieron,

sin saber quién era aquel sobre cuya frente

la hambruna había escrito Enemigo.

El mundo estaba vacío,

lo populoso y lo poderoso - era una masa,

sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin

hombres, sin vida -

una masa de muerte - un caos de dura arcilla.

Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,

y nada se movía en sus silenciosos abismos;

las naves sin marinos yacían pudriéndose en el

mar,

y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían

dormían en el abismo sin un vaivén -

Las olas estaban muertas; las mareas estaban en

sus tumbas,

Antes ya había expirado su señora la luna;

Los vientos se marchitaron en el aire estancado,

Y las nubes perecieron; la Oscuridad no

necesitaba

De su ayuda - Ella era el universo.

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EL VAMPIRO

Rudyard Kipling

Un idiota había que rezaba (igual que tú y yo)

a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo (le llamábamos la mujer despreocupada)

pero el idiota te llamaba su dama perfecta- (igual que tú y yo)

Oh, los años perdidos, las lágrimas perdidas y el trabajo de nuestra cabeza y mano

pertenece a la mujer que no sabía (ahora sabemos que no podía nunca saber)

y no comprendíamos.

Un idiota había que sus bienes gastaba (igual que tú y yo)

honor, fe, una tentativa segura (y no sólo era eso lo que la señora quería decir) pero un idiota debe seguir su instinto natural

(igual que tú y yo)

Oh, el trabajo perdido, los tesoros perdidos y las mejores cosas planeadas

pertenecen a la mujer que no sabía por qué (ahora sabemos que no sabía nunca por qué)

y no comprendíamos.

El idiota reducido fue a su pellejo idiota (igual que tú y yo)

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lo que puede ella haber visto que le dejó de lado- (pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó) así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto

(igual que tú y yo)

Y no es la vergüenza ni la culpa que hiere como un tizón al rojo-

se llega a saber que ella nunca supo por qué (viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)

y nunca pudimos comprender.

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El Viajero del Tiempo colecciona demostraciones de imposibilidad (p. e. del vuelo de los abejorros, la felicidad o el viaje por el tiempo).

Alberto Chimal

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TRES GREGUERÍAS DE RAMÓN GÓMEZ

DE LA SERNA

Búho: gato emplumado.

El murciélago vuela con la capa puesta.

La niebla acaba en andrajos.

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A LA ESTRELLA NOCTURNA William Blake

¡Tú, ángel rubio de la noche,

ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende

tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno!

Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado

sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma

en el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,

te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.

La lana de nuestras majadas se cubre con tu sacro rocío; protégelas con tu favor.

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En la pesadilla, el Viajero del Tiempo sólo podía trasladarse a las mismas dos horas de aquel examen de sexto de primaria.

Alberto Chimal

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POEMA EN HONOR DE UN NO INVENTOR

Michael Ende

Habló Hopfer, doctor y profesor:

“Descubre poco a poco claramente el pensador

Los límites del progreso

Pues los productos de la ciencia

Dudosos son en grado extremo”.

Y sacó las consecuencias.

Ni esfuerzos ni burlas temió,

Y aunque peligros hubiese

Y sus bienes se perdiesen,

Ni de día ni de noche

En otra cosa pensaba.

Que fue: en no inventar nada

Tras muchos años de duras fatigas,

La ansiada recompensa coronó

Todos sus experimentos.

Lo que aquí sigue no lo inventó

Por más que (según informes de su sección)

Hubiese podido hacerlo:

Un perro con enchufe, que ladra automáticamente

Y que se pone como despertador, eléctricamente

Una píldora que suple por completo el descansar

Y el perder el tiempo durmiendo y soñando.

Un aparato que escribe poesías y libros

Y quer también los lee al momento y los aprende.

Un instrumento que ahorra las estaciones del año

Y polvos que reducen la mala conciencia.

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Bebés que no necesitan padres

Y todo lo saben y fuman tabaco.

Un avión que vuela raudo como el pensamiento

Produciendo un ruido que hace doblarse el hierro.

Alimentos que se inyectan en la sangre:

Y ya no hay que comer para vivir, un año entero.

Enfemedades que se envían por correo

(quien las recibe enloquece al momento).

Una cosa que a la gente ahorra

El esfuerzo y la manera de quererse mutuamente.

Una máquina grande que atonta (se conduce),

Que le quta a la gente las ganas de pensar.

Una bomba gigante que hace, al explotar,

A todo el globo terrestre por el aire saltar…

Muchas otras cosas se podrían mencionar,

Pero esto basta para reconocer al genio.

Fue enorme, como vemos, lo que hizo

En todos los campos de la ciencia.

El mundo así puede sanar.

Es un modelo, sublime y venerable;

Apenas hay nadie que, cual él,

haya dejado tantas cosas de inventar.

Feliz ha hecho, al reprimirlas

A la entera humanidad.

Y por su gran sacrificio

Le van a conceder (eso dicen)

El próximo año el Premo Nobel

¡Viva Pipin Hopfer!

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Cuatro MOMENTOS DEL EQUINOCCIO DE

FRANCISCO TARIO

-El Alma humana es simple.

De acuerdo.

Comerse un elote de dientes postizos.

El ave fénix y la loca de la casa.

Vivir – germinar, florecer, exhalar un

olor y abrirse como un cohete.

Francisco Tario fue un escritor mexicano conocido por ser un

sujeto extraño. Era realmente extraño.

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Un siglo antes, al Viajero del Tiempo lo barrió otra ola, que lo saludó con su voz de agua. -Ya habías estado aquí dentro de un siglo –le dijo.

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A PAN H. P. Lovecraft

Sentado en una cañada entre bosques

A orillas de un arroyo bordeado de juncos Meditaba yo un día, cuando adormeciéndome

Me vi sumido en un sueño.

Del riachuelo surgió una figura Medio hombre y medio cabrio; Tenía pezuñas en vez de pies

Y una barba adornaba su garganta.

Con un rústico caramillo de caña Tocaba dulcemente aquel ser híbrido,

Y yo olvidé todo cuidado terreno Pues sabía que era Pan.

Ninfas y sátiros se congregaron Para gozar del alegre sonido,

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Demasiado pronto desperté con pesar y volví a las moradas de los hombres,

Pero en valles campestres yo querría vivir Y escuchar de nuevo la flauta de Pan.

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OCEANUS H. P. Lovecraft

A veces me detengo en la orilla

Donde las penas vierten sus flujos, Y las aguas turbulentas suspiran y se quejan

De secretos que no se atreven a contar. Desde las simas profundas de valles sin nombres,

Y desde colinas y llanuras que ningún mortal conoce, La mística marejada y el hosco oleaje Sugieren como taumaturgos malditos

Un millar de horrores, henchidos por el temor Que ya contemplaron épocas hace tiempo olvidadas.

¡Oh vientos salados que tristemente barréis Las desnudas regiones abisales;

Oh pálidas olas salvajes, que recordáis El caos que la Tierra ha dejado tras de sí;

Una sola cosa os pido: Guardad por siempre oculto vuestro antiguo saber!

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El Viajero insistía: había habido un error: criaturas como él, y no los hornos de microondas, habían sido la especie dominante de la Tierra.

Alberto Chimal

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HAIKÚS DE JOSÉ JUAN TABLADA, SÓLO TRES

Luciérnagas

La luz

de las

Luciérnagas

es un

blando suspiro

Alternado

con pausas de

oscuridad

Pensamientos

sombríos que se disuelven

en gotas

instantáneas de

claridad.

Mariposa nocturna

Devuelve a la desnuda rama,

mariposa nocturna,

las hojas secas de tus alas.

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La araña

Recorriendo su tela

esta luna clarísima

tiene a la araña en vela.

La luna

Es mar la noche negra;

la nube es una concha;

la luna es una perla...

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LA COPA DE LAS HADAS

Rubén Darío.

¿Fue en las islas de las rosas,

en el país de los sueños,

en donde hay niños risueños

y enjambre de mariposas?

Quizá.

En sus grutas doradas,

con sus diademas de oro,

allí estaban, como un coro

de reinas, todas las hadas.

Las que tienen prisioneros

a los silfos de la luz,

las que andan con un capuz

salpicado de luceros.

Las que mantos de escarlata

lucen con regio donaire,

y las que hienden el aire

con su varita de plata.

¿Era día o noche?

El astro

de la niebla sobre el tul,

florecía en campo azul

como un lirio de alabastro.

Su peplo de oro la incierta

alba ya había tendido.

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Era la hora en que en su nido

toda alondra se despierta.

Temblaba el limpio cristal

del rocío de la noche,

y estaba entreabierto el broche

de la flor primaveral.

Y en aquella región que era

de la luz y la fortuna,

cantaban un himno, a una,

ave, aurora y primavera.

Las hadas -aquella tropa

brillante-, Delia, que he dicho,

por un extraño capricho

fabricaron una copa.

Rara, bella, sin igual,

y tan pura como bella,

pues aún no ha bebido en ella

ninguna boca mortal.

De una azucena gentil

hicieron el cáliz leve,

que era de polvo de nieve

y palidez de marfil.

Y la base fue formada

con un trémulo suspiro,

de reflejos de zafiro

y de luz cristalizada.

Page 42: POEMAS PARA NIÑOS VALIENTES

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La copa hecha se pensó

en qué se pondría en ella

(que es el todo, niña bella,

de lo que te cuento yo).

Una dijo: La ilusión;

otra dijo: La belleza;

otra dijo: La riqueza;

y otra más: El corazón.

La Reina Mab, que es discreta,

dijo a la espléndida tropa:

"Que se ponga en esa copa

la felicidad completa".

Y cuando habló Reina tal,

produjo aplausos y asombros.

Llevaba sobre sus hombros

su soberbio manto real.

Dejó caer la divina

Reina de acento sonoro,

algo como gotas de oro

de una flauta cristalina.

Ya la Reina Mab habló;

cesó su olímpico gesto,

y las hadas tanto han puesto

que la copa se llenó.

Amor, delicia, verdad,

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dicha, esplendor y riqueza,

fe, poderío, belleza...

¡Toda la felicidad!...

Y esta copa se guardó

pura, sola, inmaculada.

¿Dónde?

En una isla ignorada.

¿De dónde?

¡Se me olvidó!...

¿Fue en las islas de las rosas,

en el país de los sueños,

en donde hay niños risueños

y enjambres de mariposas?

Esto nada importa aquí,

pues por decirte escribía

que esta copa, niña mía,

la deseo para ti.

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El Viajero del Tiempo sacó de la cárcel al Hombre Invisible, quien se sintió feliz –justificado en sus planes malévolos- hasta que el Viajero lo dejó en el País de los Ciegos.

Alberto Chimal

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LABERINTO

Jorge Luis Borges

No habrá nunca una puerta. Estás adentro

y el alcázar abarca el universo

y no tiene ni anverso ni reverso

ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino

que tercamente se bifurca en otro,

que tercamente se bifurca en otro,

tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida

del toro que es un hombre y cuya extraña

forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.

No existe. Nada esperes. Ni siquiera

en el negro crepúsculo la fiera.

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LA LUNA

Jaime Sabines

La luna se puede tomar a cucharadas

o como una cápsula cada dos horas.

Es buena como hipnótico y sedante

y también alivia

a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo

es mejor amuleto que la pata de conejo:

sirve para encontrar a quien se ama,

para ser rico sin que lo sepa nadie

y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños

cuando no se han dormido,

y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos

ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna

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debajo de tu almohada

y mirarás lo que quieras ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna

para cuando te ahogues,

y dale la llave de la luna

a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte

y para los condenados a vida

no hay mejor estimulante que la luna

en dosis precisas y controladas.

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El Viajero del Tiempo sembró la semilla de la que creció el árbol que dio la manzana de la que salió la semilla.

Alberto Chimal

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CHICO TÓXICO Tim Burton

Quienes de verdad lo amamos lo llamamos siempre Max, Chico Tóxico, en cambio,

lo apodaban los demás.

Inhalaba Chico Tóxico humo, asbestos y amoniaco.

para él era oxígeno todo lo cancerígeno.

Su juguete favorito

era un bote de aerosol que disparaba solito

todo el día, de sol a sol.

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Se levantaba aún de noche a esperar en la cochera

a que el motor se encendiera y, tras carraspear, el coche lo maquillara –muy mono-

con bióxido de carbono.

Una sola vez lloró, más no por tristeza ni odio; es que en los ojos le entró

algún cloruro de sodio.

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Por darle algo de aire cálido lo sacaron al jardín. se puso al instante pálido y tieso como espadín.

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Tieso y duro, sí, muy duro. Pues ¿quién podría colegir

Que uno pudiera morir De respirar aire puro?

Voló su alma en pos del trono

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Celestial del Señor. Pero Abriendo un gran agujero Allá en la capa de ozono.

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LA CHICA VUDÚ Tim Burton

Su piel es de cela blanca, un remiendo de recortes. Y en su corazón se ensartan alfileres de colores. Por ojos un par de discos rayados en espiral que emplea en hipnotizar a una multitud de chicos. Mantiene en trance profundo a un ejército de zombis. Entro ellos incluso hay uno que es nativo de Donosti.

Mas también sobre ella pesa

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una horrible maldición pues cuando alguien se le acerca demasiado, es un punzón cada aguja que se entierra más hondo en su corazón. Tim Burton es el creador de Beetlejuice, Jack Skillengton, El

cadáver de la novia, Jim y el durazno gigante y otras muy buenas

películas.