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8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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Polticas pblicas activas para el equilibrio anivel territorial, sectorial, regional, mundial envista de la produccin y de la distribucin de
la riqueza1
Eminencias,
Distinguidos participantes,
Agradezco la oportunidad que se me ofrece de participar en este
Congreso en el L aniversario de la encclica Mater et Magistra, cuya
oportunidad e importancia difcilmente podra ser mayor. El tema que
se me ha pedido abordar es fundamental para comprender elpresente y el futuro de amplios sectores de Amrica Latina, frica y
Asia aunque, por mi experiencia, me centrar en el caso de algunas
polticas de alcance global, regional, nacional y/o local aplicadas en
Latinoamrica.
La presentacin abordar en un primer momento el tema de
qu tanto sabemos acerca de las polticas que permiten detonar la
produccin y mejorar la distribucin de la riqueza. En un segundo
momento, se abordar el problema de los obstculos de los que
debemos estar conscientes cuando se trata de analizar las polticas
pblicas que puedan favorecer la produccin y la distribucin de la
riqueza. En tercer lugar, se consideran algunas experiencias positivas
en los distintos niveles o planos considerados en la pregunta que
motiva esta intervencin. Finalmente, se ofrecen algunas ideas
acerca de las posibles rutas que, desde la perspectiva de la doctrina
social cristiana, deberan seguir las polticas para la produccin y la
distribucin de la riqueza.
Qu tanto sabemos?
Lo primero que es necesario destacar es que vivimos en materia de
polticas pblicas en materia de produccin y distribucin de la1 Ponencia presentada porManuel Gmez Granados en el Encuentro con motivo del L aniversario de la
encclica Mater et Magistra. Ciudad del Vaticano, mayo 17 de 2011.
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riqueza una paradoja: aparentemente sabemos mucho y, sin
embargo, sabemos poco acerca de la manera de producir riqueza y
distribuirla de manera eficaz. As, an cuando es cierto que nunca en
la historia de la humanidad habamos logrado acumular tanto
conocimiento, tanta experiencia y tantos recursos de distinta
naturaleza para comprender los ciclos econmicos y la manera en
que se pueden sostener, as como la manera en que podemos lograr
mejoras en la distribucin de los ingresos, tambin es cierto que
sabemos poco acerca de esos procesos.
Y no es un problema que se limite a Amrica Latina o a casos
nacionales, como podra ser el de Mxico y la difcil crisis que
tratamos de superar ahora mismo. Es un problema ms grave, que
tiene que ver con el hecho que, a escala global, existen importantes
incgnitas acerca de los factores que dan forma a los intercambios
econmicos, incluso en el plano de la microeconoma. Esto puede
comprobarse fcilmente al observar las tendencias ms recientes en
la asignacin del premio Nbel de economa que, lejos de premiar el
conocimiento en reas relativamente estables, le ha apostadoms
biena fortalecer el desarrollo de reas de conocimiento novedosas,
que lejos de cerrar preguntas, tratan de reconocer la existencia de
reas grises. As, hemos visto cmo se premia la obra de autores que
dan cuenta del papel de la cooperacin al construir mercados
estables, as como las que tratan de explorar las relaciones entre
psicologa y economa.2
Este hecho, sumado a cualquier anlisis, as sea somero, de los
ndices de algunas de las publicaciones ms importantes en materia2 En 2010, por ejemplo, el Nbel de economa se entreg a Peter A. Diamond, DaleT. Mortensen y Christopher A. Pissarides, por trabajos dedicados a analizar losefectos que tiene la falta de informacin en los mercados. En 2009, se entreg aElinor Ostrom y Oliver E. Williamson por sus trabajos para dar cuenta de lascondiciones psicolgicas y simblicas que hacen posible la gestin de bienescomunes, como lagos o bosques, por medio de mecanismos de cooperacin y losque permiten que las empresas se regulen a s mismas. En 2008, se entreg a PaulKrugman por contribuir a mejorar la comprensin de los patrones de comerciointernacional. En 2006, Edmund S. Phelps lo recibi por su anlisis de la prdida deinformacin en el diseo de la poltica macroeconmica. En 2005, Robert J. Aumanny Thomas C. Schelling lo compartieron por su trabajo para comprender las
dinmicas de conflicto y cooperacin desde una perspectiva econmica. En 2004,Finn E. Kydland y Edward C. Prescott lo compartieron por su trabajo para explicar elfactor tiempo en el anlisis de la poltica econmica y los ciclos de negocios.
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econmica o la investigacin financiada por el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y algunos bancos centrales, deja ver
que sabemos poco acerca de los ciclos econmicos de largo plazo y,
en consecuencia, sabemos poco tambin acerca de los ciclos de corto
plazo, pues son ms sensibles a las variaciones estacionales o de otra
naturaleza en los mercados.
Este reconocimiento podra formularse a priori, como lo
demuestra la severidad de la crisis de 2006-9 y las respuestas que se
dieron a ese evento. Se necesita, en consecuencia, mayor
precisin acerca de la manera en que la economa mide en
general y ms y mejores series de informacin, pues en muchas
de las ms antiguas a nuestro alcance es posible advertir fuertes
sesgos. Por una parte, estn los intereses mismos de quienes
recopilaban esa informacin (los antiguos imperios coloniales
europeos, Inglaterra y Francia, o las potencias industriales de finales
del XIX y el XX, Estados Unidos, Alemania y Japn). No slo eso.
Incluso esa informacin acumulada est sesgada por problemas de
origen, pues muchas de esas series de datos no consideran los costos
o efectos que tuvieron prcticas como la explotacin minera a cielo
abierto, la devastacin de bosques, el uso del carbnmineral o
vegetalcomo combustible, la contaminacin de mantos freticos, la
erradicacin de especies animales o vegetales, e incluso la esclavitud
o la semiesclavitud de personas que, por medio de estructuras de
produccin como la hacienda en Mxico o la plantacin en Amrica
Central, el Caribe, Brasil y otras naciones, sostuvieron los ciclos de
expansin econmica del XIX y XX.
A pesar de todo, algo se ha avanzado y, gracias a ello, las ms
importantes agencias de desarrollo tanto en el mbito mundial,
regional, nacional o local, hablan de la necesidad de que los procesos
de desarrollo sean sustentables.3 Lo mismo puede decirse del
abandono, aunque sea parcial, de ndices como el Producto Interno
Bruto per cpita y su sustitucin por el Purchasing Power Parity, o
3 En algunos pases de habla espaola se prefiere decir desarrollo sostenible. Eneste caso se consideran sinnimos sustentable y sostenible.
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Paridad del Poder de Compra, e incluso de ndices que han ganado
legitimidad en los ltimos veinte aos a escala global, como el ndice
de Desarrollo Humano desarrollado por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo. De hecho, el movimiento acadmico e
intelectual detrs de la sustitucin del PIB per cpita por el PPP es un
reflejo fiel del agotamiento de una cierta manera de comprender la
manera en que se genera la informacin econmica, y de la
necesidad de desarrollar nuevos y ms precisos indicadores que den
cuenta de los problemas a los que nos enfrentamos.
El problema de la falta de informacin de calidad, por
cierto, no slo afecta a naciones subdesarrolladas o
sometidas a regmenes autoritarios. Las crisis ms recientes
en EU y Europa demostraron varias cosas. La ms importante,
quizs, es que result suicida que las agencias reguladoras
renunciaran, como lo hicieron, por decisiones polticas que las
rebasaron, a la posibilidad de usar los instrumentos legales y
de acopio, produccin y aprovechamiento del conocimiento,
previamente acumulado y a su alcance, para evitar nuevas
crisis.
La hiptesis de la oleada des-reguladora de finales de los 1990,
cuyo propsito era justamente dar pie a modelos de creacin y
distribucin de la riqueza ms estables y de larga duracin fue que,
sin importar lo que haba ocurrido ya antes, en la depresin de 1929-
1936, un hecho que en s mismo requiere ser analizado con mayor
detalle y otros momentos difciles en la historia econmica, los
mercados y las empresas haban logrado un grado de madurez tal
que eran capaces de regularse por s mismos. Ello implic presentar a
los gobiernos y las agencias reguladoras como obstculos y no como
facilitadores de los procesos de creacin y distribucin de la riqueza.
Se asumi, con mucha ingenuidad podramos decir ahora a toro
pasado, que los mercados eran capaces de autorregularse sin la
intervencin de las autoridades o de agencias reguladoras o
certificadoras de buenas prcticas. La idea, se nos deca, era dejar
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atrs las fricciones propias de mercados imperfectos y avanzar en la
ruta de la construccin de mercados ms transparentes, ms
eficaces.
Tanto en Estados Unidos como en Irlanda, Espaa, Islandia,
Grecia, Portugal e Italia, entre otros pases de la Unin Europea,
apostaron a un modelo de creacin y distribucin de la riqueza
centrado en las posibilidadesaparentemente infinitasde complejas
interacciones entre el mercado inmobiliario, los mercados burstiles y
los fondos de inversiones o hedge funds.
La crisis demostr, a ambos lados del Atlntico, que la teora y
los perfectos modelos construidos a partir de sta eran tan frgiles,
voltiles y engaosos, como muchos de los supuestos que haban
dado forma, por ejemplo, a la llamada burbuja de Internet de 2001.
A pesar de ello, los gobiernos, los administradores de la banca de
inversin, la banca global y los hedge funds apostaron a un modelo
de creciente autonomizacin del sistema econmico, no slo respecto
de los sistemas de gobierno de derecho, sino tambin respecto de la
tica y la moral. Creancomo aquellos que construyeron la Torre de
Babelque el modelo era perfecto y era capaz de garantizar por s
mismo su propia viabilidad: la eliminacin a las restricciones en el
manejo de informacin entre los bancos de inversin, la banca
comercial y los administradores de fondos de inversin lejos de
facilitar hechos de corrupcin, permitira una mayor transparencia, un
mejor conocimiento de las condiciones del mercado. Esto, a su vez,
sera el combustible perfecto para financiar la expansin del mercado
inmobiliario, alimentada por crditos baratos procedentes de Europa,
China y Corea del Sur, que gracias a complejas ecuaciones para
analizar y reducir el riesgo, permitiran garantizar la viabilidad
del modelo.4. El boom de la industria de la construccin, dada su
capacidad como multiplicadora de la demanda y el crecimiento
4 En la base del modelo se encontraba la idea de que era mejor fraccionar o
pulverizar la propiedad de los crditos del mercado inmobiliario, porque de esamanera se protega al sistema financiero global de un posible contagio. Lo queocurri fue exactamente lo contrario.
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movimiento del puente y el andar de los peatones, las fuerzas lateralespueden aumentar dramticamente y el puente puede agitarse de maneraviolenta. Los ingenieros que investigaron este hecho llamaron al procesoexcitacin lateral sincrnica y desarrollaron una frmula matemtica paradescribirla.
Qu tiene que ver todo esto con los mercados financieros? Mucho, como loseal el economista Hyun Song Shin, de la Universidad de Princeton, en untexto de 2005 que result premonitorio. La mayor parte del tiempo, losmercados financieros estn en calma, el intercambio es ordenado, y losparticipantes pueden vender y comprar en grandes cantidades. En elmomento en que ocurre una crisis, los agentes ms grandeslos bancos, labanca y los fondos de inversinse apresuran a reducir sus riesgos y loscompradores desaparecen y la liquidez se agota. Mientras que antes habadistintos puntos de vista, la crisis trae unanimidad: todos se mueven a pasoredoblado: los peatones en el puente son como bancos que ajustan susposiciones y los movimientos en el puente son como cambios en losprecios, escribi Shin. Y el proceso se refuerza a s mismo: una vez que la
liquidez cae por debajo de cierto umbral, todos los elementos que dieronforma a un cierto crculo virtuoso para promover la estabilidad, conspirarnahora para socavarla. Los mercados financieros pueden ser muy inestables.Esto fue, en esencia, lo que ocurri en los meses previos al Great Crunch,como algunos llaman a la crisis de 2006-8. El detonador fue, desde luego, elmercado de los bonos de hipotecas de baja calidad (subprime-mortagebonds), que estaban respaldados por los pagos mensuales de fondos deprstamos que se haban integrado para atender a compradores de casaspobres y de clases medias. En agosto de 2007, con los precios del sectorinmobiliario a la baja y con cada vez ms retrasos en los pagos de hipotecas,el mercado de los bonos de baja calidad (subprime securities) se congel. En
s mismo esto no tendra que haber provocado demasiados problemas. Elinventario total de hipotecas de baja calidad era de un billn de dlares,5unacifra insignificante para el total de cerca de 12 billones de dlares dehipotecas, sin olvidar el valor total de los mercados burstiles de 18 billonesde dlares. Pero en ese momento, los bancos que no podan estimar qu tanexpuestas estaban otras firmas a posibles prdidas empezaron a vender suslneas de crdito y a agrupar su capital, y lo hicieron de manera masiva, loque confirma el punto de Shin acerca de la manera en que el mercadoimpone uniformidad. Se evit un inmediato colapso total cuando el BancoCentral Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos anunciaron queinyectaran ms dinero al sistema financiero. A pesar de ello, la crisiseconmica global no amain hasta principios de 2009 y, ya para entonces,
los gobiernos haban comprometido un estimado de nueve billones dedlares para refaccionar al sistema.6
Hay, y es necesario reconocerlo ahora, vacos, errores,
problemas en nuestro conocimiento. Es falso que la ciencia
sea capaz de garantizar algo que no sea la propia integridad
5 Un billn, es decir, un milln de millones de dlares.6 Cassidy, John (2009) Rational irrationality. The reason why capitalism is prone tocrisis The New Yorker, 5 de octubre. Se encuentra en en
http://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLh
7
http://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLh8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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de sus ejercicios. Hay problemas con la calidad de la
informacin con la que se operamos hasta ahora al detonar
procesos de produccin y distribucin de la riqueza y hay,
sobre todo, la tentacincomo aquella de los constructores
de la Torre de Babela confiar demasiado en nuestros
propios instrumentos y a pensar que podemos, de manera
autnoma y sin reconocer reglas ticas y morales, tocar el
cielo.
Qu es lo que sabemos?
A este problema de origen es necesario agregar otros problemas
relacionados con la manera en que los Estados latinoamericanos han
definido a lo largo de los ltimos 150 aos los trminos de su
incorporacin en los mercados globales que es, por ejemplo, lo que
distingue a Costa Rica de Nicaragua o de Honduras. Las economas de
las tres naciones centroamericanas dependen en gran medida de la
exportacin de bienes del sector primario. Sin embargo, Costa Rica ha
sostenido desde principios del siglo XX un modelo de desarrollo ms
incluyente y democrtico. El diseo de este modelo, sin embargo, no
dependi slo de la dotacin originaria del pas,7 o de su cultura, pues
ambas, dotacin original y cultura son prcticamente iguales en
Centroamrica y Amrica Latina. Dependi de decisiones polticas,
como eliminar las Fuerzas Armadas e impedir la formacin de
regmenes oligrquicos (Honduras) o sultanticos (Nicaragua).
Sabemos, entonces, que las decisiones polticas que las
naciones toman de manera soberana cuentan, y cuentan
mucho. Pueden representar la diferencia entre un pas como
Costa Rica y otro como Honduras.
Otro hecho es que contar con informacin confiable en materia
econmica, demogrfica, de salud o de educacin. La disposicin de
los gobiernos a invertir en la construccin de sistemas confiables de
informacin estadstica es fundamental para detonar el crecimiento
7 Se llama dotacin originaria al conjunto de recursos naturales con los quenaciones cuentan al momento de su integracin como tales.
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econmico y para distribuir los beneficios de estos procesos.
Tristemente, en este punto ser o no democrtico no es la clave. Cuba
no es una nacin democrtica y, sin embargo, dadas las
caractersticas mismas del rgimen, cuenta con detalladas series de
informacin, aunque no sea del dominio pblico.
Algo parecido podra decirse de la manera en que la dictadura
militar de Csar Augusto Pinochet actu en Chile, especialmente
cuando se compara el proceder de esa experiencia autoritaria con la
de otras dictaduras militares en Amrica Latina, como las que
existieron casi al mismo tiempo en Ecuador, Bolivia, Paraguay,
Guatemala y Honduras. Mientras que la dictadura chilena form y
acept la participacin de una generacin de jvenes economistas
que, entre otras cosas, mantuvieron y mejoraron un robusto sistema
de informacin, otras dictaduras militares, e las democracias de la
regin en esa poca no siempre lo hicieron. As, incluso cuando se
comparan dictaduras militares entre s, hay diferencias importantes
por las decisiones tomadas por los responsables. Sabemos,
entonces que las decisiones que los individuos toman en el
ejercicio del poder son importantes. Que no hay reglas que
obliguen a todos los actores a actuar de tal o cual manera.
Las decisiones individuales y colectivas, as como los criterios
que se siguen a la hora de construir esas decisiones son
importantes.
Esto no obsta para sealar que, al menos en teora, las
democracias deberan tender a generar mejores y ms abiertos
sistemas de informacin econmica y de otro tipo que los regmenes
autoritarios, las juntas militares o los regmenes totalitarios. En este
sentido, y dado que desde hace treinta aos la mayor parte de la
regin es democrtica, es importante considerar cmo han construido
(o no) las democracias latinoamericanas sus sistemas de informacin.
Luego de aos en los que la responsabilidad en la construccin de
estos sistemas de informacin recay en manos del gobierno
nacional, surgi en los 1970 y de manera ms clara a partir de los
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1980, una tendencia a reconocer autonoma de gestin, organizacin
y operacin a las instituciones que generan informacin, datos y
estadsticas. Al menos en teora, las instituciones autnomas deberan
ser ms transparentes y responder de manera ms gil a las
necesidades de los pases. Sin embargo, la experiencia en la regin
en los ltimos 30 aos deja ver que, las diferencias en la gestin de
los asuntos pblicos, en la gobernacin y en el diseo e
instrumentacin de las polticas, tienen un peso fundamental para dar
cuenta de las diferencias en la capacidad para generar y gestionar
sistemas eficaces de produccin y aprovechamiento de informacin
sobre cada uno de los pases.
Estas ideas adelantan ya la que ser una conclusin clave de
esta intervencin: es necesario reconocer la primaca de la tica
y la poltica por sobre las ideas dominantes acerca del
conocimiento en materia econmica, la actividad en los
mercados y los intereses que dan forma a los mercados. Antes
de llegar a esa conclusin, sin embargo, es necesario insistir en el
valor de la informacin confiable. Sin informacin, clara,
suficientemente sistematizada y confiable, por ejemplo, acerca de la
inflacin, todas las decisiones que se puedan tomar (o no) acerca de
la inversin de recursos pblicos o privados adolecer de un
problema de origen difcil de soslayar.
No es posible extenderse demasiado en la reflexin acerca del
papel que desempea la informacin, los datos, en los procesos de
planeacin y gestin econmica, en los sectores pblico o privado.
Baste con sealar que toda la estructura de las modernas economas
de mercado est basada, al menos de manera parcial, en la
posibilidad de calcular de manera racional las expectativas de lucro,
el retorno o rendimiento que se obtendr sobre la inversin de
capital. Este clculo requiere de tres factores clave: leyes que
permitan predecir posibles rutas de accin; burocracias profesionales
que ejecuten las rutas de accin previstas en la ley, y datos,
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informacin, sobre los condiciones en las que los distintos agentes
econmicos actan.
En este sentido, sabemostristementeque los esfuerzos de
los gobiernos y los organismos internacionales son desiguales. En lo
que hace a los organismos internacionales, ya desde los 1950 la
Comisin Econmica Para Amrica Latina y el Caribe, CEPAL, de la
Organizacin de Naciones Unidas, desarroll una serie de iniciativas
para integrar series de informacin sobre la actividad econmica en
la regin, a las que tendran que agregarse las que desarrollan otros
organismos del sistema ONU como el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo, PNUD; la Organizacin Internacional del Trabajo,
OIT; la Mundial del Comercio, OMC; la de la Educacin, la Ciencia y la
Cultura, UNESCO; la de la Salud, OMS-OPS; as comoen menor
medidala Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo
Econmicos, OCDE.8
El PNUD, el ms ambicioso proyecto de Naciones Unidas para
aprovechar la informacin estadstica disponible a escala global, slo
cuentasin embargocon informacin para temas tan importantes
como los ndices de pobreza para 72 de 140 pases miembros, es
decir, poco ms de la mitad. Adems, en la mayora de los casos, la
informacin estadstica disponible en materia econmica slo existe,
de manera sistemtica y relativamente confiable, para entre 90 y 100
pases miembros del sistema ONU. Esto plantea, ya desde el inicio de
cualquier investigacin seria, problemas que pueden ser difciles de
resolver.
En lo que hace a los pases individuales de Amrica Latina,
mientras que Chile, Brasil, Mxico, Uruguay y Costa Rica han
desarrollado a lo largo de los ltimos 100 aos sistemas de
informacin ms o menos confiables, en pases como Honduras, Hait,
Guatemala y El Salvador la informacin es escasa, de dudosa calidad
o no ha sido compilada durante un nmero suficiente de aos para
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Esto se debe al hecho que el nico miembro latinoamericano de pleno derecho enla OCDE es Mxico, aunque la organizacin ha aplicado algunos de sus estudios enotros pases de la regin como Argentina, Costa Rica y Chile.
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lograr una comprensin cabal del comportamiento de los mercados y
los agentes que operan en ellos. En este sentido, las polticas que se
disean en algunos de los pases ms pobres de la regin, se
construyen e instrumentan sobre bases frgiles.
De igual modo, de manera ms preocupante, existen pases
como Argentina y Venezuela, donde hubo esfuerzos serios en aos
previos para construir sistemas de informacin suficientemente
confiables y robustos, que ahora enfrentan problemas serios por la
incertidumbre y las dudas que generan decisiones poltico-electorales
de los gobiernos de esos pases que, lejos de fortalecer la
transparencia en los procesos de clculo y acopio de la informacin
necesaria para construir indicadores econmicos o de otro tipo, la
pone en duda.
El caso ms lamentable es el del Instituto Nacional de
Estadsticas y Censos de la Repblica Argentina, INDEC, que
evidencia la manera en que una nacin aparentemente democrtica,
recurre a trampas para construir los datos a partir de los cuales los
agentes econmicos, los actores polticos y sociales se desempean
en sus respectivas posiciones. En este sentido, es posible deducir que
una de las condiciones clave que las democracias
latinoamericanas deben satisfacer para disear e
instrumentar polticas de creacin y distribucin de la riqueza
es que existan sistemas pblicos de informacin,
suficientemente transparentes y profesionales que garanticen
la condicin bsica de cualquier teora econmica para
detonar procesos de crecimiento y distribucin de la riqueza.
Si la produccin de los datos, de la informacin en materia
econmica, se convierte en una extensin de los conflictos en el
mbito de la poltica y los datos, lejos de ser construidos de manera
que reflejen de manera fiel la realidad, se convertirnms bienen
elementos de las estrategias de propaganda y publicidad de los
gobiernos y, de manera ms especfica, de los polticos que buscan
reelegirse o favorecer la eleccin de algn cercano. No slo eso. El
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dato mismo en lugar de inducir, de generar, confianza, provocar lo
opuesto: desconfianza, incertidumbre, desazn y conflicto.
Las dudas sobre la calidad de los datos que generan las
instituciones de gobierno en temas tan importantes como los niveles
de inflacin,9 o los niveles de empleo-desempleo no son exclusivas de
Argentina. De hecho, en el caso de los ndices de empleo-desempleo
u ocupacin, las diferencias en la calidad de la informacin generada
por cada uno de los pases han motivado intentos muy valiosos de las
organizaciones Internacional del Trabajo y para la Cooperacin y el
Desarrollo Econmico para unificar los criterios para la construccin
del ndice de ocupacin, de manera que las cifras puedan ser
comparadas.
Sin embargo, la debilidad de las instituciones pblicas en
Amrica Latina, as como las marcadas diferencias en la manera en
que estn estructurados los mercados, hace que sea muy difcil lograr
una cabal comparacin pues, por ejemplo, mientras que en Estados
Unidos, Canad y la mayora de los pases europeos existen
instituciones como el seguro de desempleo, que permiten
comprender mejor cmo opera el mercado laboral, en Amrica Latina
no existen esas instituciones o, en su defecto, son tan dbiles, por el
peso de la economa informal, entre otros factores, que las
comparaciones con Europa o Estados Unidos son difciles de validar.
Sabemos, en este sentido, que es necesario mejorar la calidad
tanto de los sistemas que generan la informacin, como
asegurar la confiabilidad de los sistemas y procesos que
generan informacin, datos, estadsticas, as como la
investigacin bsica de esa informacin.
Una posible ruta de solucin a este tipo de problemas ha sido la
autonomizacin y/o ciudadanizacin de los rganos responsables de
generar esta informacin. La idea subyacente es que dejen de ser
rganos de gobierno, sometidos a los vaivenes polticos de los
9 En casi todos los pases de la regin se prefiere hablar de variaciones en losndices de precios al consumidor, pero esas mediciones se toman como unproxy, ovalor aproximado, del comportamiento de la inflacin.
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gobiernos y los partidos, para convertirse en rganos del Estado, y de
esa forma se les asle de las pugnas poltico-electorales que, en las
democracias latinoamericanas, son una constante de la vida pblica.
Sin embargo, experiencias como la mexicana con varios rganos
autnomos prueban que autonomizar los rganos del gobierno no
resuelve automticamente estos problemas.
Todo lo contrario. Mxico, lo mismo que otros pases, ha
apostado en los ltimos 20 aos mucha de la viabilidad de las
instituciones democrticas a autonomizar rganos del Estado. La idea
detrs de estas medidas es que entes pblicos clave queden
blindados de posibles interferencias poltico-electorales. La realidad,
sin embargo, es que el saldo de estas medidas es mixto. En el caso
del Banco de Mxico, el banco central, los resultados tienden a ser
positivos, e incluso se advierte una cierta tendencia a hacer ms
transparentes los mecanismos y los procesos de toma de decisiones.
Sin embargo, en los casos del Instituto Federal Electoral, y del
Instituto Federal de Acceso a la Informacin, IFAI, los resultados no
son del todo claros. En primer lugar, las interferencias poltico-
electorales continan presentes. En segundo lugar, no se ha podido
evitar que los cambios, en lugar de facilitar el acceso a la
informacin, terminen por opacar ms los procesos de gestin. Esta
opacidad es producto de las pugnas polticas que priman en la
actividad de estos entes, y del hecho que, paradjicamente, los
esfuerzos para transparentar la gestin de los procesos de
administracin pblica agregan una capa o serie de capas ms a
cualquier intento para conocer el destino de los recursos pblicos.10
En este sentido, sabemos ya que no existen polticas de
gobierno o pblicas unitalla, que sirvan a todas las naciones.
La autonomizacin puede ser la va para garantizar la calidad
de la informacin econmica, pero no siempre es as.
10 Obviamente, la intencin no es la de agregar esa capa o serie de capasadicionales, sino ms bien la de obligar a que las autoridades cumplan con sus
obligaciones de rendir informacin sobre sus actos, peroen los hechoss seagrega esa capa o serie de capas a la estructura del Estado y, en consecuencia, acualquier intento del ciudadano para acceder a la informacin.
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Pobreza o desigualdad?
La situacin en Amrica Latina es ms grave porque el problema de la
regin, como lo demuestra el desempeo de la mayora de sus
economas, no es propiamente de falta de recursos, sino de la manera
desigual en que esos recursos se redistribuyen como resultado tanto
de la mala administracin de los recursos naturales, la mala
administracin de los ingresos fiscales y la muy mala distribucin del
ingreso.
En este punto, a pesar de que como en otros temas en materia
econmica, no existe en la actualidad un consenso absoluto acerca
de cmo medir la pobreza y, en ese sentido, cualquier decisin de los
gobiernos de la regin acerca de cmo contar a sus pobres queda
abierta a la crtica y la interpretacin,11sabemos que el problema
de Amrica Latina, salvo la notable excepcin de Hait y, en
menor medida, El Salvador, Honduras, Nicaragua y
Guatemala, no es propiamente la pobreza, sino la distribucin
de la riqueza generada.
Diez de los quince pases con los mayores ndices de
desigualdad en todo el mundo pertenecen a Amrica Latina,
es decir, la mitad de los pases de nuestra regin. No slo eso.
Como lo ha demostrado el reciente boom de la explotacin y
exportacin de distintas materias primas mineras y productos
agrcolas y ganaderos, que tiene como uno de sus ms importantes
protagonistas a China y, en menor medida, a India, es relativamente
simple generar riqueza en Amrica Latina. Sea la explotacin
ganadera en Argentina, la produccin agrcola en Paraguay, la
produccin minera en Chile o Bolivia, e incluso la produccin
industrial en Mxico y Brasil, es fcil inducir ciclos de expansin
econmica en la regin. El problema es qu ocurre una vez que la
riqueza ha sido generada.
11
Vase, a propsito de estos debates sobre la manera de medir la pobreza, el textode Pogge, Thomas y Reddy, Sanjay G., (2005) How Not to Count the Poor. Octubre.Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=893159
15
http://ssrn.com/abstract=893159http://ssrn.com/abstract=893159http://ssrn.com/abstract=8931598/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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De hecho, al comparar los datos disponibles en materia de
pobreza extrema, Amrica Latina era ya desde los 1980, una regin,
comparada con otras regiones del planeta, con pocas personas con
ingresos menores a un dlar de EU diario, es decir, con pocas
personas en situacin de pobreza extrema e incluso esas cifras bajas
han sido reducidas todava ms en los ltimos aos. La tabla 1,
presenta la informacin disponible para los aos 1981, 1993 y 2005
de la poblacin que vive en condiciones de pobreza extrema, es decir,
personas que viven con menos de un dlar de EU al da.
Tabla 1. Porcentaje de la poblacin con ingresos menores a un dlar diario.Pases subdesarrollados
Regiones / Aos demedicin 1981 1993 2005
Asia oriental y Pacfico 66.8 35.4 9.3Europa del Este y Asia Central 0.7 2.1 2.2Latinoamrica y Caribe 7.7 6.0 5.6Medio Oriente y Norte de frica 3.3 1.5 1.6Asia sur 41.9 29.3 23.7frica Subsahariana 42.6 46.4 39.9
Totales 41.4 27.0 16.1Fuente: Shaohua, Chen y Martin Ravallion (2008) The Developing World is Poorer than we
Thought, but no Less Successful in the Fight Against Poverty Policy Research Working Paper4703, World Bank, Washington DC. Disponible en: http://econ.worldbank.org/docsearch
Como puede apreciarse, el problema de la pobreza extrema enAmrica Latina no es similar ni cercano al de frica Subsahariana,
donde casi el 40 por ciento de la poblacin vive con menos de un
dlar al da.
La tabla 2 presenta la informacin disponible para las naciones
latinoamericanas de un ndice similar. En lugar de la poblacin con
ingresos menores a un dlar de EU, se considera a la poblacin con
ingresos menores a 1.25 dlares de EU, medidos con el criterio delParity Purchasing Power. Lo que se puede observar, es que a
mediados de la primera dcada de este siglo ocurri una importante
transicin que permiti que, en prcticamente toda la regin con la
excepcin (entre los pases en la tabla 2), de Bolivia, Colombia,
Guatemala, Honduras y Nicaragua, se redujera la proporcin de
personas en situacin de pobreza extrema a menos del diez por
ciento de la poblacin.
16
http://econ.worldbank.org/docsearchhttp://econ.worldbank.org/docsearch8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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Tabla 2. Porcentaje de la poblacin con ingreso menor a 1.25 dlares PPPdiarios. Amrica Latina
Pas/Aos de medicin1990
2000
2005
2006
2007
2008
Argentina 4.5 3.39
Bolivia 19.62 11.86
Brasil15.4
9 7.76 7.36 5.21Chile 4.37
Colombia 16.716.0
1Costa Rica 9.16 4.41 2.37Ecuador 9.78 4.69
El Salvador12.7
710.9
7 6.43
Guatemala 13.06 11.7
Honduras 43.522.1
9 18.9Mxico 4.82 3.95Nicaragua 15.8
1Panam 11.5 9.48Paraguay 5.85 9.3 6.45Per 8.18 7.94 7.69Repblica Dominicana 4.41 4.98 3.96 4.42
UruguayVenezuela 9.98 3.53
Fuente: Base de datos del PNUD. Disponible en:http://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.html
Conviene apuntar tambin que en esta tabla no estn
representados, por falta de informacin, Hait y Cuba, as como el
hecho que la situacin de Panam es engaosa, pues se encontraba,
por as decirlo, en la frontera de este criterio, al haber logrado reducir
a 9.48 su proporcin de personas en situacin de pobreza extrema.Es importante destacar que las reducciones registradas
en Amrica Latina en este periodo en la proporcin de
personas en pobreza extrema se han logrado gracias a
programas que implican transferencias directas, casi siempre
financiadas con recursos fiscales procedentes de elevados
impuestos a la venta de materias primas12 y en menor medida
12Es el caso de Venezuela, Ecuador y Mxico con el petrleo. De Bolivia con el gasnatural y otros minerales.
17
http://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.htmlhttp://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.html8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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con la colaboracin de los sectores privado y social, pero que
no implican cambios de fondo en la estructura de distribucin
del ingreso, es decir, del ndice GINI. No slo eso. Este cambio no
ha trado consigo modificaciones importantes en la estructura
econmica de las naciones y, casi siempre, se han logrado por medio
de transferencias directas que tienen un alto potencial de
manipulacin poltica y/o poltico-electoral. En este sentido,
sabemos que el problema de Amrica Latina es que las
polticas para detonar el crecimiento no han sido
complementadas en todos los pases con polticas
suficientemente robustas de distribucin y redistribucin del
ingreso.13
Algo que tambin es importante destacar de la experiencia
latinoamericana en materia de combate a la pobreza y la
desigualdad, es que la desigualdad afecta de manera preponderante
a ciertos grupos de nuestras poblaciones. En primer trmino a las
mujeres y, en segundo lugar, a las poblaciones de
descendientes de los pueblos originarios y de
afrolatinoamericanos. Esta discriminacin inicia ya desde la
cuna, con la calidad de la alimentacin y los cuidados de salud
y educacin a los que tienen alcance los nios indgenas y
negros de la regin y continuar a lo largo de todas sus vidas,
como una especia de condena, pues enfrentan innumerables
obstculos para integrarse a los sistemas de salud y
educacin y, eventualmente, para participar en los mercados
laborales que, incluso sin considerar a esas poblaciones,
discriminan a amplios sectores de la poblacin.
13 Algunas excepciones se encuentran en los casos de Chile, Argentina y Per queen los ltimos 10 aos han desarrollado esquemas de recaudacin ms eficaces,con un mayor nfasis en la recaudacin por medio de impuestos al consumo, comoel Impuesto al Valor Agregado. Tambin se han introducido impuestos a lasoperaciones burstiles o se han redefinido las bases a partir de las cuales se
calculan los impuestos a la propiedad. Un caso ms atpico, lamentablemente, es elde Chile, que fue capaz de incluir en su reforma fiscal un impuesto a las herenciasque, en trminos generales, no existe en la regin.
18
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Estos problemas se agravan en la medida que predomina en la
regin, a pesar de algunos cambios recientes, una visin de muy
corto plazo en materia de desarrollo, que no apuesta a un desarrollo
armnico, equilibrado, de las economas de cada uno de los pases o
de los bloques comerciales o aduaneros que actualmente existen en
la regin.14 Las experiencias son muy conocidas y explican tanto las
tragedias y conflictos que vivimos con la explotacin minera en
distintos pases de la regin, que son tan graves que el CELAM
celebrar prximamente una reunin especficamente dedicada al
problema de la minera en Amrica Latina, como los riesgos que
corren algunos pases con la explotacin de monocultivos como fue la
caa de azcar en el siglo XIX o la soya en el siglo XXI. Son patrones
de explotacin relativamente rpida de las riquezas naturales, que se
desarrollaron originalmente durante los siglos XV y XVI, en los
imperios espaol, portugus y francs y que prevalecen como modelo
de creacin de la riqueza a pesar de los muchos cambios en materia
poltica y econmica.
No est por dems recordar, por ejemplo, que Francia prefiri
perder los vastos territorios de la Louisiana y la Nueva Francia, en el
marco de los conflictos pan-europeos del siglo XVIII a cambio de
conservar la prspera colonia caribea de Sainte-Domingue, el actual
Hait, que era capaz de compensar con su produccin de azcar y ron
lo que Quebec ofreca en pieles, maderas y otras materias primas.
Este hecho deja ver cmo, ya desde hace tres siglos, la corona
francesa tena claro que la generacin de riqueza era un asunto
relativamente fcil de resolver en un territorio con las caractersticas
del pequeo Hait. Tristemente, deja ver tambin otros problemas. En
un sentido, deja ver cmo las actuales condiciones que padece Hait,
graves incluso antes del devastador sismo de principios de 2010, no
son el resultado de la fatalidad o de algn designio divino, o resultado
14 El ms importante y mejor logrado es el MERCOSUR, seguido por los acuerdoscomerciales que ha logrado firmar Mxico luego de que se ratific el Tratado de
Libre Comercio de Amrica del Norte, que permiti a Mxico firmas acuerdoscomerciales bi- o multilaterales con Chile, Amrica Central (el Plan Puebla-Panam),el MERCOSUR, la Unin Europea, entre otros.
19
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del progreso, de la modernizacin, del sistema, o de la
globalizacin. Sabemos, pues, que las condiciones que
enfrentamos en la regin son resultado de de decisiones
humanas o, mejor dicho, de malas decisiones humanas que
permiten aprovechar de manera relativamente fcil (o barata)
las condiciones naturales de los territorios, a costa de
generar psimos patrones de distribucin del ingreso, es
decir, a cambio de concentrar en muy pocas manos el ingreso
de esas naciones., as como de devastar esos territorios con
la sobreexplotacin de recursos naturales con el modelo de
monocultivo.
No slo eso. Demuestra tambin que la llamada economa de
enclave ha generado modelos perversos de explotacin de recursos,
que fueron ampliamente analizados en los 1960 y 1970, en el marco
de los estudios de las relaciones centro-periferia, y que poseen una
resistencia asombrosa, pues han influido de manera perversa en los
distintos intentos de construccin de regmenes democrticos en la
regin, as como en los intentos de estructurar economas integradas
de manera ms armnica y que no dependan, por ejemplo, del
monocultivo (como con la caa de azcar o la soya) o la explotacin
de una o varias materias primas, como en el caso del petrleo.
Es importante tener en cuenta que estos modelos de creacin
de la riqueza, basados en la extraccin de recursos naturales, se
repliquen y profundicen a s mismos. No es de sorprender, en este
sentido, que Amrica Latina sea la regin ms desigual del
planeta pues mucha de la riqueza de la regin se crea gracias
a polticas que bsicamente extraen recursos naturales,
materias primas, productos agropecuarios o productos
industriales que se aprovechan de manera plena en las
naciones ms desarrolladas o para beneficio de las naciones
ms desarrolladas, pues la desigualdad prevalente en la
regin hace ms difcil crecer de manera sostenida, constante
y sustentable.
20
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Conviene tener en cuenta, en este sentido, el debate que
recientemente ha impulsado Joseph Stiglitz, exfuncionario del Banco
Mundial y crtico preeminente de la globalizacin c, acerca de la
relacin perversa entre la desigualdad y las dificultades para lograr
modelos de crecimiento econmico armnicos y sustentables. Stiglitz,
argumenta que la alta concentracin del ingreso en EU, donde el uno
por ciento de la poblacin controla el 40 por ciento del ingreso, tiene
tres efectos graves:
En primer trmino, la creciente desigualdad es el otro lado de la moneda dela reduccin de las oportunidades. Siempre que decrece la igualdad deoportunidades, significa que no usamos uno de nuestros ms valiososactivosnuestra gentede la manera ms productiva. En segundo lugar,
muchas de las distorsiones que llevan a la desigualdadcomo las asociadascon el poder los monopolios y el trato fiscal preferencial para algunossocavan la eficiencia de los mercados. Esta nueva desigualdad crea nuevasdistorsiones, que socavan la eficiencia de los mercados todava ms. Paradar un ejemplo, muchos de nuestros jvenes ms talentosos han optado porcarreras en finanzas que por carreras que podran haber creado unaeconoma ms sana y ms productiva.En tercer lugar, y quizs ms importante, una economa moderna requierede accin colectiva, es decir, necesita que el gobierno invierta eninfraestructura, educacin y tecnologa. Los Estados Unidos y el mundo sehan beneficiado grandemente de la investigacin patrocinada por el
gobierno que llev a la integracin de la Internet, a avances en la saludpblica y en otros mbitos. Sin embargo, Estados Unidos padece desde hacetiempo de una falta de inversin en infraestructura, en investigacin bsica,y en educacin en todos los niveles. Y ms recortes en estas reas podranocurrir en el futuro.15
La tesis de Stiglitz es que la desigualdad entrampa a las
naciones, pues hace ms difcil instaurar modelos de crecimiento
econmico sustentables en el largo plazo. Stiglitz y otros economistas
han adelantado ya desde mediados de la dcada pasada una crtica al
modelo de desarrollo fundado en la teora de la productividad
marginal16 que, en resumen, dice que los altos ndices de
15 Stiglitz, Joseph (2011) Of the 1% to the 1%, for the 1% en Vanity Fair, mayo. Seencuentra en http://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=all16 El supuesto de base de la teora de la productividad marginal es que el ingreso sedistribuye de acuerdo con la contribucin de cada persona a la produccin total. Enconsecuencia, se argumenta, quien arriesga ms tendra derecho a un mayoringreso respecto del conjunto. El problema es que, de entrada, los recursosproductivos estn distribuidos de manera desigual, la propiedad de los medios de
produccin es desigual, existen distintas formas de discriminacin o accesodesigual a los mercados, existen monopolios, duopolios, oligopolios que tienen lacapacidad para impedir el acceso de otros a los mercados y el supuesto del acceso
21
http://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=all8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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De hecho, Amrica Latina es el mejor ejemplo para probar las
fallas en la teora de la productividad marginal y de polticas
asociadas a ella como el Desarrollo Estabilizador en Mxico.
Y no es slo cuando se compara a la regin en su conjunto con
otras regiones a escala global, como lo demuestra el grfico 1.
Tambin cuando se analizan los pases latinoamericanos en
particular, la tesis de la teora de la productividad marginal se prueba
falsa. En este sentido, el grfico 2 presenta la informacin del ndice
GINI para la regin en los aos 2005 o 2006 y, para propsitos de
comparacin, como una lnea constante, el promedio para los pases
desarrollados del mismo ndice para 2004.
Grfico 2.Valor del coeficiente GINI para Amrica Latina (2005-6) y Pases
Panam,0
.549
Colombia
,0.585
Brasil,
0.558
Bolivia*,0
.582
Venezuela,0.434
Uruguay,0
.462
Repblica
Dominicana,
0.519
Per,0
.496
Paraguay*
,0.539
Nicaragua*,0
.523
Mxico,0
.481
Honduras,0.553
Guatemala,0
.537
ElSalvador*,0
.497
Ecuador*,0
.537
Argentina
,0.488
CostaR
ica*,0
.472
Chile,0.52
Promedio de pdesarrollado
0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
0.7
Pases(El asterisco indica que el valor corresp
VariacindelGINI
Fuente: Elaboracin propia a partir de datos del Banco Mundial. Descargados del sitio Webdel Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en
http://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.html
En el grfico 2, puede apreciarse que las dos naciones con las
peores distribuciones del ingreso son Colombia y Bolivia, que estn
muy lejos de ser las ms industrializadas o las ms desarrolladas de
la regin. Todo lo contrario. Colombia y Bolivia han vivido sus 200
aos como naciones independientes de la explotacin de materias
primas o productos agropecuarios exportados casi sin valor agregado
alguno. Y no es slo el caso de la minera o la agricultura. Incluso enlos mercados informales, como el de la hoja de coca, la materia prima
23
http://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.htmlhttp://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.html8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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para producir la cocana, Colombia y Bolivia han terminado por
ocupar una posicin subordinada frente a Mxico y EU.
En este sentido, sabemos que la teora de la
productividad marginal no slo es incapaz de explicar o de
justificar la posicin de Amrica Latina como una regin
subdesarrollada pero con los ms altos ndices de
concentracin del ingreso. Tambin es incapaz de justificar
los niveles, ms elevados, de concentracin del ingreso en
pases como Bolivia, Colombia, Paraguay, Honduras o
Nicaragua.
A pesar de ello, es importante destacar que Uruguay y Costa
Rica, la segunda y tercera naciones con la mejor distribucin del
ingreso, no son tampoco potencias industriales. Uruguay es,
bsicamente, una nacin exportadora de productos agropecuarios
con algn valor agregado y, an cuando Costa Rica ha hecho
esfuerzos importantes para industrializarse en fechas recientes, sus
ventajas se encuentran en el sector primario, los productos
agropecuarios, y el sector servicios con el turismo como una de sus
industrias bandera. Esto demuestra que tampoco es necesario
comprometer a las naciones con costosos y riesgosos
programas de industrializacin para mejorar los patrones de
distribucin del ingreso y, una vez ms, que son ms
importantes los acuerdos polticos que hacen viable a los
estados nacionales como tales, que polticas que traten de
instrumentar procesos de industrializacin ambiciosos.17
Tambin sabemos, a propsito de los efectos perversos de la
concentracin del ingreso que ms all de las razones ticas o
morales para combatirla hay razones econmicas para hacerlo. Desde
una perspectiva macroeconmica hay suficiente evidencia para
asegurar que a mayor desigualdad, menores incentivos para
desarrollar polticas pblicas eficientes. Esto es as porque la
17 El caso de Venezuela, la nacin de Amrica Latina con la mejor distribucin del
ingreso es sumamente complejo por los cambios trados luego del desplome de laRepblica de Punto Fijo. Por ello, exigira de un anlisis ms detallado que no sepuede ofrecer ahora, por lo que no se aborda en este documento.
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concentracin del ingreso tiene un efecto devastador en el consumo.
Si el consumo decae, no hay incentivos para mejorar el
funcionamiento de los mercados. No slo eso, a mayor desigualdad
existen mayores presiones de los agentes econmicos para que los
gobiernos implanten polticas que garanticen rentas fijas, adems de
que se deben destinar ms recursos a gastos de seguridad y de
resolucin de conflictos, pues la desigualdad tambin tiende a
aumentar la incidencia de conflictos.
Relacin democracia-desarrollo econmico
En este punto, es necesario introducir otro dato fundamental para
comprender algunos de los retos que enfrenta Amrica Latina en
materia de creacin y distribucin de la riqueza. Tiene que ver con la
expectativa que se tuvo durante los 1980 y buena parte de las dos
dcadas siguientes, los 1990 y los 2000, acerca de la capacidad que
tendra la democratizacin para complementar, de manera armnica
y natural, modelos de desarrollo econmico ms amigable, ms
armnico, e incluso ms sustentable.
De mucho que se escribi entre 1985 y 2000 acerca de la
supuesta relacin de mutua complementariedad entre democracia y
reformas de mercado, no existe evidencia emprica que lo sustente.
Toda la evidencia disponible, como lo demuestran los trabajos de
Landmann sugiere lo opuesto.18 Landmann de hecho enfatiza los
riesgos que la democracia enfronta en economas subdesarrolladas o
que no son capaces de tener un desempeo ptimo en materia, por
ejemplo, de distribucin del ingreso, pues los mercados enfrentan
mayores riesgos cuando ocurren procesos de cambio poltico y
econmico simultneo y que la democracia muchas veces genera
condiciones poco propicias para la consolidacin de las reformas de
mercados.
18
Ver Landmann, Todd (1999) Economic Development and Democracy: The ViewFrom Latin America en Political Studies, no. 47, 607-26
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Como evidencia adicional que confirma lo dicho por Landmann
es posible ver en AL que muchos de los retos a la democracia
provienen, precisamente, de la creciente insatisfaccin asociada con
las consecuencias inesperadas de los procesos de ajuste estructural,
que son ms difciles de controlar o de ocultar para un rgimen
democrtico que para uno autoritario, totalitario o desptico.
Esto es importante pues buena parte de los argumentos de
quienes promovan la democratizacin de la regin se basaban en el
supuesto de la existencia de una relacin virtuosa y mutuamente
complementaria entre la democracia y el desarrollo econmico o la
democratizacin y las reformas de mercado, fundada en una larga
tradicin de acadmica y del discurso poltico que vincula a la
democracia y el desarrollo econmico. Por ello, Landmann busc
probar si efectivamente existe una relacin positiva y estable entre
desarrollo socio-econmico y democracia (p. 607). Sus hallazgos
refutan esa posibilidad:
[E]l hallazgo ms importante que se desprende del anlisis de los
datos es que para estos datos, esta regin, periodo y diferentes
formas funcionales, la hiptesis segn la cual hay una relacin
positive entre el desarrollo econmico y la democracia no se puede
corroborar. En otras palabras, en Amrica Latina no es posible
encontrar una relacin directa entre grado de desarrollo econmico
y democracia.
Ms an, al tanto del tipo de presiones que una nueva
democracia enfrenta en Amrica Latina y en otras partes del mundo,
Landmann (p. 626) advierte acerca de las expectativas asociadas con
la democratizacin:
[L]a relacin entre desarrollo econmico y democracia puede crear
expectativas crecientes entre los ciudadanos de los pases en
desarrollo basadas en una equivalencia falsa entre libertad
econmica y libertad poltica. Una vez que la democracia ha sido
establecida, crecen las expectativas de una distribucin ms justa
de los beneficios del desarrollo econmico. El vnculo causal simple
entre desarrollo econmico y democracia, que ignora los complejos
factores polticos que intervienen, pueden poner en peligro, en
ltima instancia, el proceso de consolidacin democrtica si los
ciudadanos esperan demasiado de la nueva democracia. Ms an, el
pobre desempeo de la economa en un nuevo periodo democrtico,
puede alentar una cierta nostalgia de periodos previos deprosperidad econmica en condiciones de gobernabilidad no
26
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democrtica.
En este sentido, sabemos que nos enfrentamos a un reto
monumental, pues si no logramos instrumentaral mismo
tiempomodelos de creamiento econmico sostenido,
capaces de distribuir de manera equitativa los frutos de ese
crecimiento y una gobernacin democrtica, las democracias
de Amrica Latina enfrentarn crecientes presiones que,
como ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina,
entre otros, podran dar vida a respuestas autoritarias,
populistas y de alto riesgo para la estabilidad poltica de la
regin en su conjunto.
Por ello, es necesario desarrollar tambin anlisis ms
complejos y matizados de las realidades polticas y econmicas de
sus pases y de la regin. Al hacerlo, es necesario evitar que se
asuma que necesariamente existe una relacin de mutuo apoyo entre
las reformas polticas y las reformas en materia econmica y aceptar
que se trata de procesos distintos entre s, que generan resultados
contradictorios y que necesitan tambin de distintos tipos depolticas.
Sabemos que las naciones de la regin que han logrado
desarrollar una relacin de mutua complementariedad entre
ambos procesos, Chile y Uruguay, lo han logrado a costa de
muchos esfuerzos, esfuerzos conscientes, activos, decididos
de sus polticos para atenuar los efectos ms dolorosos de las
reformas de mercado, que inevitablemente provocan
tensiones y conflictos, y los procesos de democratizacin. En
el caso de Chile, mucho ayud el que la Concertacin, que grupa a la
Democracia Cristiana y al Partido Socialista, entre otras agrupaciones,
de ese pas, haya sido capaz de mantener la precaria unidad que les
permiti, a finales de los ochenta, derrotar a Csar Augusto Pinochet
en el refrendo que el dictador convoc para mantenerse en el poder.
Sin esos acuerdos polticos y las medidas que, desde el poder,
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tomaron los presidentes y legisladores demcratacristianos y
socialistas, la actual historia de xito de Chile podra ser muy distinta.
Algo parecido ha ocurrido en Uruguay a partir de una serie de
acuerdos que les han permitido evitar la excesiva polarizacin
econmica de sus vecinos al norte, Brasil, y la extrema atomizacin
poltica de sus vecinos al sur, Argentina. La otra historia de xito de la
regin, Costa Rica, era ya una democracia estable y slida en los
1980 por lo que las reformas de mercado han sido impulsadas desde
una slida tradicin democrtica y, gracias a los acuerdos polticos
entre los partidos dominantes, han logrado ser lo que son: una feliz
anomala en el Istmo centroamericano.
Otro caso digno de destacar es el de Brasil, que tambin ha
logrado construir coaliciones polticas amplias que han hecho viables
a los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso, Lus Inazio Lula y,
ms recientemente, la seora Dilma Roussef. Colombia ha tomado
nota de esta dinmica y ha tratado de seguirla, aunque debe hacerlo
en la condicin atpica que impone la decisin de combatir como lo
hacen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y a los
grupos de narcotraficantes que operan ah.
En las antpodas del caso brasileo se encuentran Mxico, Per,
Ecuador, Bolivia, Paraguay y la mayora de las naciones de Amrica
Central. Estos pases reflejan algunas de las dificultades para
construir acuerdos polticos que permitan compensar las debilidades
de los regmenes presidenciales y su propensin a generar, como
ocurre en Mxico y Paraguay en la actualidad el fenmeno del
gobierno dividido; es decir, una situacin en la que la presidencia
de la Repblica est en manos de un partido y el control de una o
ambas cmaras del Congreso se encuentra en manos de otro u otros
partidos.
Hasta ahora hemos revisado qu sabemos en materia polticas
de creacin de la riqueza en Amrica Latina. De igual modo, hemos
considerado algunos de los retos ms importantes para las polticas
de distribucin equitativa de esa riqueza. A continuacin
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consideraremos, con mayor detalle, qu sabemos acerca de las
polticas de distribucin de la riqueza en la regin.
Qu ms sabemos?
Al hacer un anlisis ms preciso, ms especfico de las polticas
orientadas a distribuir o redistribuir el ingreso es posible encontrar
desarrollos positivos, dignos de consideracin pues han sido tiles
para reconfigurar el mapa del combate a la pobreza y la mitigacin de
la desigualdad.
En este sentido, sabemos que las polticas que tradicionalmente
beneficiaban, por medio de esquemas de seguridad social, a quienes
ya contaban con un empleo formal son de alcance limitado y llegan a
tener efectos regresivos, pues se limitan a quienes ya cuentan con un
empleo formal, lo que en muchos pases de la regin implica dejar
fuera de cualquier cobertura a ms del 50 por ciento de la poblacin.
Eso hizo necesario desarrollar modelos ms flexibles que permitieran
atender las necesidades de las personas, pero que no generaran los
ciclos de dependencia de las ayudas pblicas documentadas en los
1970 y 1980 en Europa.
Fue as que se delinearon las polticas de transferencia
condicionada, que parten del supuesto de generar esquemas de
corresponsabilidad entre las autoridades y los beneficiarios de estas
polticas. Dada la informalidad en la que se encuentran amplios
sectores de las sociedades latinoamericanas, no era posible que estas
polticas tuvieran como base las contribuciones o cotizaciones a la
Hacienda pblica. De igual modo, era necesario que no dependieran
de la situacin laboral de los beneficiarios potenciales y que
rompieran los ciclos de transmisin intergeneracional de la pobreza.
Por ello desarrollan un modelo que, sin condicionar la prestacin del
servicio, construye una relacin similar a la de un contrato con los
beneficiarios. As, aunque cualquier persona puede inscribirse en los
programas, no basta con que una persona se inscriba; es necesario,
por ejemplo, que cumpla con obligaciones como sostener a sus hijos
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en la escuela o hacer que sus hijos cumplan con el ciclo de vacunas o
visitas al mdico. En trminos generales estas polticas:
Son instrumentos de redistribucin de ingreso para combatir lapobreza extrema.
Tratan de romper el ciclo de transmisin intergeneracional de lapobreza y, por ello, se centran en los menores de familias ensituacin de pobreza extrema.
Transfieren los recursos directamente a cambio de que lospadres enven y mantengan a sus hijos en la escuela y cumplancon controles de salud.
Gracias a la evidencia acumulada luego de muchos aos deestudios, casi siempre se seala a las mujeres, las madres defamilia, como titulares del beneficio.
Identifican a los beneficiarios potenciales a partir del uso de
ndices de vulnerabilidad y otros indicadores de situacin depobreza, de manera que no son universales Disponen, en su mayora, de sistemas rigurosos de monitoreo y
evaluacin. Los pagos casi siempre se hacen con transferencias directas a
los beneficiarios, por medio de bancos, lo que facilita a suintegracin a la economa formal.
Corren el riesgo de generar situaciones de dependencia, defavorecer el asistencialismo y de que, en trminos generales,los programas se conviertan en apndices las estrategiaselectorales de los gobiernos.
Otro problema con estas polticas es que son eficaces parasacar a las personas de la pobreza extrema, pero difcilmentepueden ir ms all de ese umbral.
Adems, son polticas que generan nuevas demandas a lasinstituciones de gobierno. Por ejemplo, qu sucede con losnios que se mantuvieron en la escuela primaria? Est elEstado en condiciones de ofrecer que continen con otros ciclosde la educacin? En qu condiciones?
Estas son las polticas, por cierto que han utilizado en Amrica
Latina en los ltimos 10 aos para cumplir con la meta de reducir el
nmero de personas en situacin de pobreza extrema en los
Objetivos de Desarrollo del Milenio
(http://www.undp.org/spanish/mdg/) iniciativa promovida por el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo desde finales del
siglo XX como una va para fijar, con mayor claridad, ciertas metas
que permitieran avanzar en la solucin de algunos de los problemas
comunes a las naciones en desarrollo y han sido utilizadas
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http://www.undp.org/spanish/mdg/http://www.undp.org/spanish/mdg/8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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ampliamente en casi toda Amrica. Es el caso de Oportunidades en
Mxico; Bolsa Familia en Brasil; Chile Solidario y Programa Puente de
Chile; Familias en Accin de Colombia; Bono de Desarrollo Humano de
Ecuador; PATH de Jamaica y Red de Proteccin Social de Nicaragua,
entre otros.
Es necesario reconocer, como lo hacen De la Brire y Rawlings
(2006 23) que estos programas no son una panacea para la
exclusin social y se deben reconocer sus limitaciones y atacar, con
polticas sociales mejor integradas que busquen reformas y que no se
limiten a estos programas. Se necesita de programas ms amplios de
sistemas de proteccin social para atacar problemas ms importantes
en la mayora de los pases de ingresos medios y las polticas de
transferencia condicionada podran no ser la mejor respuesta en
todos los casos.
Dado que las polticas de transferencia condicionada
tienen un horizonte ms bien limitado, ha sido necesario desarrollar
polticas orientadas a facilitar la incorporacin de las personas a los
mercados laborales o de produccin, trata de las llamadas polticas
de apoyo a la capacidad productiva. En trminos generales estas
polticas se orientan a:
Estimular la capacidad para generar riqueza en los mbitoslocales por medio de apoyos a las micro y pequeas empresas(MYPES).
Las MYPES son de inters pues tienden a ser las que generanms empleos, adems de que son las ms flexibles pararesponder a las necesidades de los mercados, pues su inversinde capital tiende a ser baja.
Es importante destacar, sin embargo, que es menor el gradoque consenso que existe respecto de la efectividad estaspolticas de apoyo a la capacidad productiva.
Ello se debe, entre otras razones, a que existe menorconocimiento acerca de su capacidad para modificar lospatrones de concentracin del ingreso.
Para que las polticas de apoyo a la capacidad productivasean eficaces es necesario que los gobiernos recuperen lavocacin de disear e impulsar polticas industriales quefaciliten el trabajo de las MYPES.
Dejadas a su suerte, como ocurri en las dcadas los 1980 y1990, las MYPES no tienen la capacidad para responder a las
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necesidades de los mercados laborales o lo harn encondiciones de alta informalidad.19
Esta poltica industrial orientada a MYPES necesita tanto definanciamiento, como de estmulos fiscales para que estasunidades productivas, que frecuentemente operan en el sector
informal, se formalicen y estn en condiciones, por ejemplo, decumplir con requisitos en materia de seguridad social.
Necesita de un trato regulatorio distinto que les permita sercompetitivas con otras empresas de mayor tamao en susmismos ramos de actividad.
Un problema que enfrenta la industrializacin dirigida por lasMYPES es la de qu tan diferente puede ser el tratamiento fiscalo en materia ecolgica, sin que eso se traduzca en conflictoscon empresas que han cubierto antes requisitos fiscales, deseguridad social, proteccin civil o proteccin del ambiente
De igual modo, es necesario establecer plazos y reglas claraspara llevar a las MYPES a la formalidad plena.
Sabemos que este tipo de polticas han sido exitosas en Chile,
es lo que explica muchas de los aciertos que se anotaron los
gobiernos de la Concertacin y explica tambin algunos de los
aciertos logrados por Costa Rica. Mxico y otras naciones de la regin
han aplicado con menor xito programas de este tipo, entre otras
razones porque el nfasis ha sido puesto en la produccin para laexportacin al mercado de Estados Unidos y en momentos como los
actuales, en los que la economa de EU ha perdido el dinamismo de
otras pocas, resulta muy difcil que las MYPES, e incluso empresas
con mayor capacidad estn en condiciones de vender sus productos
en EU.
Otra posibilidad, que compete ms a las autoridades locales
(municipios, intendencias, etc.), es la de utilizar el enfoque de
reordenamiento del uso del suelo o reordenamiento territorial
para avanzar en la ruta de la mejora de la distribucin de la riqueza.
El hecho que sean enfoques y no polticas propiamente deja ver una
limitacin. Es posible disear distintas posibles soluciones a los
problemas e incluso ser creativo en la definicin del tipo de bienes
pblicos que se producen, pero tambin hay muchas ms reas
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Esto explica, por ejemplo, lo que explica muchos de los problemas de la mineraen la regin, pues las grandes empresas frecuentemente subcontratan MYPES paraejecutar trabajo y evadir impuestos
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grises, aspectos de la intervencin que no estn definidos con el
detalle con el que se definen las polticas previas.
La idea subyacente en el enfoque de reordenamiento
territorial es que es al reordernar la manera en que se usa el suelo,
es posible generar bienes pblicos, que pueden ir desde la vivienda
para personas de bajos ingresos hasta la construccin de espacios
pblicos como parques y jardines, recuperarpor ejemploespacios
como barrancas o caadas usadas por viviendas precarias y/o
irregulares para, de esa manera, recuperar los cauces de ros,
adems del enfoque ms tradicional de construir edificios de uso
pblico como escuelas, hospitales o centros de desarrollo
comunitario, entre otros.
Este enfoque, necesita de un alto grado de coordinacin entre
las autoridades en los tres rdenes de gobierno: nacionales,
provinciales y municipales. Adems de que se enfrentan a las
presiones de las empresas inmobiliarias y de construccin que, casi
siempre, apuestan por formas de uso del espacio que privilegian el
lucro por sobre otros posibles usos. No slo eso. Por lo regular la
urbanizacin y las polticas urbanas se elaboraban a partir de criterios
que dejaban poco espacio para la participacin de los gobiernos
locales y las comunidades. A pesar de ello, el enfoque de
reordenamiento territorial ha ganado credibilidad por los efectos que
algunos patrones de uso del suelo tienen sobre el medio y sobre
recursos naturales como el aire y el agua.
Como con las polticas de transferencia condicionada, las
polticas inspiradas por el enfoque de reordenamiento territorial
son exitosas en la medida que incorporan a las personas que tratan
de servir en el diseo de las soluciones a los problemas. La mayor
cercana a las necesidades de las personas en el diseo de las
respuestas a los problemas, adems, abate los costos de las obras y,
de manera muy importante, fortalece o crea lazos e identidades
comunitarias.
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Uno de los supuestos de este enfoque de reordenamiento
territorial es el de reducir el impacto que tienen ciertos usos del
suelo, casi todos ellos asociados con la urbanizacin informal. Sin
embargo, es importante destacar que la urbanizacin informal es la
otra cara de la moneda de la prevalencia del empleo informal. Pensar
que se puede eliminar la primera sin atacar su raz, que se encuentra
en el empleo informal, puede conducir a nuevas y ms graves
tensiones como las que ocurren en muchos desarrollos inmobiliarios
en las ciudades de Amrica Latina.
No slo eso. Dado que el modelo reconoce, al menos en
principio, el valor de la participacin social organizada, no es difcil
que ocurran tensiones y conflictos que slo podrn ser solucionados
con un trabajo poltico muy intenso para convencer a los habitantes
de las ciudades de las bondades de las polticas propuestas, adems
de que estas polticas tienen que reflejar los distintos puntos de vista
e intereses de los habitantes de la ciudad que, adems, debe contar
con la disposicin del sector privado a participar en los proyectos de
desarrollo urbano. Esto obliga a buscar equilibrios que no siempre son
fciles de lograr.
Adems, existen otros enfoques que sabemos que han sido
exitosos en distintos contextos. Entre ellos es posible destacar los
siguientes:
Educacin y salud iniciales. Este enfoque parte del mismo
principio que la mayora de los programas inspirados en las polticas
de transferencia condicionada. La idea es que la inversin que hace el
gobierno en la educacin bsica y los cuidados de salud de los
sectores marginados de la poblacin son mucho menores que los
gastos que el mismo gobierno debera hacer para atender los
problemas que generan las bajas tasas de escolaridad o las altas
tasas de incidencia de distintas enfermedades que podran
prevenirse. Es una extensin, tambin, de las polticas ms
tradicionales de educacin, seguridad social y/o salud que se aplican
en algunos pases de la regin desde los 1930. La mayor limitacin de
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este enfoque tiene que ver con la manera en que se financian este
tipo de programas, as como con la continuidad que se le puede dar al
componente educativo y a la eventual vinculacin de la poltica
educativa con la poltica laboral, es decir, que una vez que los
estudiantes se graden puedan conseguir empleo.
Enfoque de familia. Este enfoque parte del reconocimiento que la
familia es la clula bsica de la sociedad y que, por ello, merece que
las instituciones pblicas reconozcan y promuevan su centralidad. En
este sentido, la expectativa es que se desarrollen polticas pblicas
que incorporen a la familia como el criterio a partir del cual se decida
la asignacin de recursos, la medicin del cumplimiento de metas o
algn otro aspecto de los procesos de diseo, instrumentacin y/o
evaluacin de las polticas pblicas.
Perspectiva o enfoque de equidad de gnero. Este enfoque
parte del reconocimiento de que las mujeres han sido un sector de
nuestras sociedades que ha padecido de manera sistemtica los
efectos de distintas formas de discriminacin, que incluye pero no se
limita a la discriminacin en el mbito laboral, as como diferentes
formas de violencia, incluida pero no limitada a la violencia domstica
o familiar. Uno de los problemas con el enfoque de gnero es que
existen distintas teoras acerca de los orgenes y de los efectos que
tiene la discriminacin y/o la violencia contra las mujeres y, en ese
sentido, hay tambin polticas con distintos nfasis, con diferentes
acentos al atacar los problemas. El enfoque de equidad de gnero ha
influido en el desarrollo de otros enfoques. Entre los ms importantes
para la realidad latinoamericana se encuentra, desde luego, el
enfoque de equidad con las comunidades indgenas y
afrolatinoamericanas, as como el enfoque de equidad en el trato a
los menores de edad.
A pesar de lo mucho que todava no sabemos acerca del
funcionamiento de los mercados, de la creacin de la riqueza y de la
distribucin de esa riqueza, crece el consenso acerca de que el
crecimiento econmico es un factor necesario pero no suficiente para
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reducir la pobreza. Lejos de ello, lo que se necesita es un constante y
decidido esfuerzo para reducir la desigualdad, mediante polticas de
distribucin y redistribucin del ingreso y orientadas hacia el
desarrollo humano (De la Briere y Rawlings 2006),20 es decir, el
conjunto de condiciones necesarias (la salud, la nutricin, la
educacin) para lograr el pleno uso de las habilidades y capacidades
de las personas.
El desarrollo humano es nuestra nica garanta para crear
condiciones de mayor equidad en sociedades marcadas por
profundas iniquidades. En este punto es importante insistir en que la
desigualdad es una realidad econmica, poltica y social que tiene la
capacidad para autoperpetuarse por medio de decisiones de poltica
econmica. Entre ms desigual sea una distribucin inicial, ser ms
difcil que los pobres sean capaces de hacer suyos los beneficios del
crecimiento y el desarrollo. No slo eso, la desigualdad tiende a
reducir la eficacia de los programas de combate a la pobreza extrema
y a la pobreza en general. Entre ms desigual sea la distribucin del
ingreso en un pas, la reduccin de la pobreza se enfrentar a
mayores obstculos.21
Eminencias
Distinguidos participantes
Hace casi ya dos aos, Su Santidad Benedicto XVI seal en Caritas in
Veritate, con claridad difana, algunos de los ms importantes retos a
los que nos enfrentamos en materia de creacin y distribucin de la
riqueza. No slo nos hizo conscientes de las complejas y difciles
relaciones entre el desarrollo, el funcionamiento de la economa y
nuestra responsabilidad como catlicos. Nos llam a reconocer
20 De la Brire, Bndicte y Laura B. Rawlings (2006) Examining Conditional CashTransfers Programs. A role for increased social inclusin? Washington, DC, SocialProtection Discussion Paper, The World Bank, no. 63. Disponible enhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdf21
Vase Duclos, Jean-Yves y Abdelkrim Araar (2006)Poverty And Equity.Measurement, Policy, and Estimation with DAD. Springer, Ottawa
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http://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdf8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados
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nuestra responsabilidad en la construccin, en la integracin de los
mercados y a reconocer tambin que la arquitectura de la economa
internacional ya no es aquella que las naciones aliadas pactaron en
Bretton Woods, luego de la segunda Guerra Mundial, pero que
tampoco hemos dado vida a algn otro modelo de relaciones entre
las naciones y bloques comerciales existentes.
Apostarle, como hicieron los gobiernos de las naciones ms
desarrolladas del planeta a la autonomizacin de la economa y de los
intercambios en los mercados, ha probado ser uno de los errores ms
lamentables en la historia de la humanidad. Hemos pagado ya un
precio muy elevado por insistir en que la tica, la moral, la Doctrina
Social Cristiana son realidades ajenas, externas al funcionamiento de
los mercados. Lejos de ello, tendramos que reconocer que la tica, la
moral, la Doctrina Social Cristiana tienen que ser el primer cimiento
de cualquier reflexin en materia econmica.
Tendra que quedarnos claro a todos en este escenario posterior
a la disolucin de los acuerdos de Bretton Woods es que la economa
como tal no puede ser comprendida como una realidad del mundo
natural, que pudiera considerarse, por la existencia de leyes similares
a las de la fsica, exenta de la necesidad de una constante reflexin
anlisis y una, igualmente necesaria, redefinicin de los trminos de
su relacin con la tica, con la moral y, para nosotros, con la Doctrina
Social Cristiana. Tambin es necesario insistir en que la ciencia o la
tecnologa como tales tampoco van a resolver los problemas que
enfrentamos por s mismas.
Todo lo contrario. Ahora ms que nunca tenemos que hacernos
conscientes de lo importante que es asumir la responsabilidad de
nuestros actos en la estructuracin o integracin de los mercados.
Pensar que podemos dejar a los mercados a los impulsos de los
agentes que actan en ellos, abre la puerta, una vez ms a crisis
como la que vivimos en la primera dcada de este siglo que,
obviamente, golpean ms a quienes menos tienen.
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Nos debe quedar claro tambin que no hubo ni habr fin de la
historia. Ni de la historia de las ideas, de las ideologas, ni mucho
menos de las ideas acerca de cmo resolver los problemas
econmicos. Quienes, a principios de los noventa, planteaban la
llegada a una suerte de zona de confort cientfico en el que ya no
habra necesidad de investigar, analizar, recabar datos, formular y
probar hiptesis y volver a empezar, tendran que reconocer que lejos
de saber demasiado, sabemos poco y eso mismo hace necesario el
ejercicio de la humildad, y desarrollar una disposicin, una actitud del
corazn y de la mente que ponga a las personas concretas, de carne
y hueso, en el centro de nuestras preocupaciones. El crecimiento
econmico o la creacin de riqueza, no pueden ser objetivos en s
mismos. Tienen sentido, razn de ser, slo en medida que nos hacen
libres, que nos permiten acercarnos, tan imperfectos como somos, a
contemplar a Dios. En este sentido, no conviene perder de vista el
llamado que Su Santidad Juan XXIII hizo al redactar la encclica que
nos convoca hoy aqu, y recordar el llamado a desarrollar formas de
colaboracin en el plano mundial. El Papa Bueno tena razn cuando
llamaba en 1961 a reconocer la necesidad que tenemos en el mundo
de reconocer un orden moral objetivo, quedebemos admitirlo
debe ser el fundamento de una globalizacin, sensata, responsable y,
como lo pidi, Su Santidad Juan Pablo II, que no slo globalice los
intercambios econmicos, sino que globalice la solidaridad, la justicia
y, en ese sentido, reduzcapor ejemplolas diferencias abrumadoras
que existen en los niveles de consumo e ingreso entre Estados Unidos
y la Unin Europea, de una parte, y frica y Amrica Latina de la otra.
No slo eso, se necesita tambin que los gobiernos y los
dirigentes polticos de Amrica Latina reconozcan la gravedad del
problema de la altsima concentracin del ingreso que padecemos.
Negarla o aferrarse a viejas teoras que ya se han probado errneas,
es un acto de deshonestidad intelectual que en nada ayuda a la
solucin de los problemas que nos afectan y es, ciertamente, es una
f d d i l