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LAS IDEOLOGÍAS: UN LEGADO AMBIVALENTE DE LA ILUSTRACIÓN Krzysztof POMIAN CNRS La palabra idéologie apareció por primera vez en francés hace dos siglos: en 1796. En aquel tiempo hacía referencia a un estudio científico de las ideas que se creía que llevaría a la ciencia de la mente humana. Desde finales del siglo XVIII, quienes estaban implicados en tal estudio recibían el apelativo de idéologues; de entre ellos, Cabanis, Destutt de Tracy y Volney son los más conocidos. En varios libros importantes y en un influyente estudio, La Décade philosophique, profesaron una filoso- fía que era, en términos generales, determinista, sensualista y materia- lista, que buscaba inspiración en d’Alembert, Helvetius y Condillac y era semejante a la de los radicales filosóficos ingleses del mismo período, como Bentham y James Mill. Desde una perspectiva política, los idéo- logues deseaban mantener el legado de la Revolución Francesa, aunque excluyendo el período del Terror, y se declaraban opuestos a Napoleón. Por ello, no sorprende que fuera Napoleón quien, al parecer, creara el adjetivo idéologique (1801), al que dio un significado peyorativo. 1. EL TOTALITARISMO: ¿UN DESCENDIENTE DE LA ILUSTRACIÓN? El origen mismo de la palabra idéologie y de sus derivados señala una conexión entre las ideologías y la Ilustración francesa por un lado

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Artigo de Pomian sobre ideologia. Pomian é um dos principais colaboradores da revista Le Débat, em parceria com Pierre Nora e Marcel Gauchet.

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  • LAS IDEOLOGAS: UN LEGADO AMBIVALENTEDE LA ILUSTRACIN

    Krzysztof POMIANCNRS

    La palabra idologie apareci por primera vez en francs hace dossiglos: en 1796. En aquel tiempo haca referencia a un estudio cientficode las ideas que se crea que llevara a la ciencia de la mente humana.Desde finales del siglo XVIII, quienes estaban implicados en tal estudioreciban el apelativo de idologues; de entre ellos, Cabanis, Destutt deTracy y Volney son los ms conocidos. En varios libros importantes y enun influyente estudio, La Dcade philosophique, profesaron una filoso-fa que era, en trminos generales, determinista, sensualista y materia-lista, que buscaba inspiracin en dAlembert, Helvetius y Condillac y erasemejante a la de los radicales filosficos ingleses del mismo perodo,como Bentham y James Mill. Desde una perspectiva poltica, los ido-logues deseaban mantener el legado de la Revolucin Francesa, aunqueexcluyendo el perodo del Terror, y se declaraban opuestos a Napolen.Por ello, no sorprende que fuera Napolen quien, al parecer, creara eladjetivo idologique (1801), al que dio un significado peyorativo.

    1. EL TOTALITARISMO: UN DESCENDIENTE DE LA ILUSTRACIN?

    El origen mismo de la palabra idologie y de sus derivados sealauna conexin entre las ideologas y la Ilustracin francesa por un lado

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    y con la Revolucin Francesa por otro. Y esta conexin parece quedarconfirmada por el hecho de que realmente surgieron distintas ideologasa raz de ambas. Las fechas en las que sus nombres hicieron acto de pre-sencia en la lengua francesa son bastante elocuentes al respecto: nacio-nalisme (1798), radicalisme (1820), libralisme (1821), socialisme(1831), comunisme (1840), progressisme (1845), collectivisme (1849),galitarisme (1870). Adems, estas ideologas afirman descender de laIlustracin y, en el caso de algunas, tambin de la Revolucin Francesa.De hecho, los liberales consideran como sus antepasados a personajescomo Locke, Montesquieu y Adam Smith, los progresistas a Turgot yCondorcet, los demcratas apelan a Rousseau, algunos nacionalistas, denuevo, a Rousseau y a Herder, los radicales elogian el librepensamientode Voltaire y el republicanismo de Rousseau, los socialistas y comunis-tas incluyen en su genealoga el materialismo de Holbach y Diderot, lasexploraciones utpicas de, entre muchos otros, Meslier y Morelly, lasactividades revolucionarias de Danton y los Girondinos y/o de Robes-pierre y los sans-culottes.

    Sin embargo, sera un error creer que la ideologa est exclusiva-mente relacionada con la Ilustracin y la Revolucin Francesa. Por unaparte, el significado actual de la palabra ideologa es contrario al quetena en sus orgenes. Se han propuesto numerosas definiciones durantelos ltimos ciento cincuenta aos, desde que Marx y Engels escribieronsu Deutsche Ideologie (1846), publicada por primera vez en 1932. Peroninguna de estas nuevas definiciones identifica a la ideologa con el estu-dio cientfico de las ideas. Por el contrario, lo que sorprende de stas esel lugar que conceden a los juicios de valor y la oposicin que la mayo-ra intenta establecer entre ideologa y ciencia, asocindose la primeracon una falsa conciencia, a un misterio propio o un autoengao que des-conoce su verdadera naturaleza y dependiente del grupo social al que elindividuo pertenece. En la actualidad, en lugar de una ciencia, la pala-bra ideologa frecuentemente denota algn tipo de opinin y en lugar deun valor positivo se le confiere uno negativo. La nica excepcin de rele-vancia en esta tendencia dominante fue el intento marxista-leninistasovitico de introducir el concepto de la ideologa cientfica de la queel nico supuesto ejemplo sera el mismo marxismo-leninismo. En vistadel cambio radical en el significado de la palabra ideologa, tenemosrealmente derecho a establecer una conexin entre ideologa y la Ilus-tracin?

    Adems, existen varias ideologas que no solamente rechazan serherederas de la Ilustracin y de la Revolucin Francesa sino que luchanabierta y violentamente contra el legado de stas y que, cuando estn enel poder, intentan cancelar, cuando no erradicar completamente, las ins-

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    tituciones, tradiciones e ideas que consideran, con ms o menos razn,que llevan la impronta de un origen ilustrado o revolucionario. ste esel caso del conservadurismo y el tradicionalismo (ambos nombres entra-ron en el diccionario de la lengua francesa en 1851), del autoritarismo(1870), del antisemitismo (1894) y, de forma ms general, de todas lasvariantes del racismo (1930), adems de las versiones monrquicas ycatlicas del nacionalismo Action Franaise en Francia, la Falange enEspaa y, por supuesto, el fascismo (1921-22) en Italia y el nacio-nalsocialismo (1921) en Alemania. Aun as, estaban estas ideologasrelacionadas de algn modo con la Ilustracin, a pesar del firme rechazopor parte de sus defensores de todo lo que pudiera servir para preservarsu espritu?

    La misma pregunta se puede plantear con respecto al bolchevismo oal marxismo-leninismo, dos trminos que nosotros consideraremos sin-nimos. Es cierto que, a diferencia de todas las ideologas de derechasque acabamos de mencionar, el bolchevismo se presentaba a s mismocomo la ideologa quintaesencial de la izquierda, como el nico sucesorlegtimo de la Revolucin Francesa, en concreto del jacobinismo, y tam-bin de la Ilustracin. No obstante, en la prctica poltica, el bolche-vismo renunci a todos los principios y valores por los que abogaba laIlustracin: los derechos humanos, la tolerancia y la libertad, la legali-dad, la responsabilidad del gobierno ante la opinin pblica, la perfec-tibilidad de la humanidad bajo la influencia de la educacin y de lamejora de las condiciones de vida, y los sustituy a todos ellos medianteuna violenta ruptura con el pasado y la idea de un lder infalible perte-neciente a un partido infalible que implant su visin del futuro a travsdel terror. Por ello, si analizamos el rgimen poltico que cre y man-tuvo el rgimen bolchevique durante ms de setenta aos en la UninSovitica y de cuarenta y cinco en distintos pases de la Europa Centraly Oriental, tendremos derecho preguntarnos si realmente tena algunarelacin con la Ilustracin y, en caso afirmativo, de qu tipo era.

    Evidentemente, se trata de preguntas importantes y difciles de con-testar. Y esto es as porque equivalen a preguntar sobre las posibles racesilustradas del totalitarismo siempre que asumamos, como es mi caso,que el concepto de totalitarismo es legtimo y til, y que es valioso ymuy vlido para calificar como totalitarias las ideologas fascista y nazi,por un lado, y la bolchevique, por el otro. Horkheimer y Adorno ya plan-tearon estas preguntas hace aos en relacin con el fascismo (que, en sucaso, haca referencia tanto al fascismo italiano como al nazismo alemn)y Jacob L. Talmon hizo lo propio con respecto al bolchevismo. Msrecientemente los volvi a exponer en trminos ms generales el ante-rior Papa, Juan Pablo II, para quien el totalitarismo del siglo XX no era

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    ms que un ejemplo extremo de la moderna civilizacin de la muerte,siendo sta un producto ineludible de la marginalizacin de la religiny, por consiguiente, de la Ilustracin, tomada como el primer y ms eficazintento de secularizacin. Por lo tanto, el totalitarismo es, desde la pers-pectiva del Papa, un descendiente de la Ilustracin.

    En este caso, la respuesta es sencilla. Si dicha afirmacin fueracorrecta, las ideologas totalitarias habran triunfado y los regmenestotalitarios se habran establecido en primer lugar y preferentemente enlos pases en los que la Ilustracin ejerci una influencia especialmenteprofunda y duradera, que seran los tres siguientes: Gran Bretaa, Esta-dos Unidos y Francia. Todos ellos deben su forma poltica actual a unarevolucin, si bien todas ellas fueron muy distintas entre s, y los tresincorporaron varias ideas caractersticas de la Ilustracin en sus consti-tuciones e instituciones. Sin embargo, stos son precisamente los pasesen los que nunca logr imponerse el totalitarismo. En Gran Bretaa yEstados Unidos los partidos polticos totalitarios fueron siempre insig-nificantes. En Francia, donde s tuvieron una audiencia masiva, no fuenunca lo suficientemente grande para que alcanzaran el poder a travsde unas elecciones; el rgimen de Vichy, que en realidad no era totali-tario, fue el resultado de un golpe de Estado posterior a una derrota mili-tar. Sin embargo, los regmenes totalitarios endgenos s surgieron enRusia, Italia y Alemania, y ms tarde en China, pases donde la influen-cia de la Ilustracin fue claramente menos marcada que en Gran Bre-taa, Estados Unidos y Francia, sin importar qu criterio utilicemos paracuantificarla. Por ello podemos decir que una afirmacin del tipo: eltotalitarismo desciende de la Ilustracin es claramente falsa. Pero lacuestin sigue abierta en lo que toca a la relacin entre la Ilustracin yel totalitarismo, en particular, aunque no exclusivamente, en su versinbolchevique.

    Estos comentarios muestran, en mi opinin, que la conexin entreIlustracin e ideologa es mucho ms problemtica de lo que parece aprimera vista. Una vez dicho esto, no podemos estar siquiera seguros deque entre una y otra exista conexin alguna. Por ello, tendremos queempezar nuestra investigacin de nuevo, ahora con la intencin de des-cribir los rasgos especficos de las ideologas.

    2. RELIGIN E IDEOLOGA: DOS CLASES DE CREENCIASCOLECTIVAS

    Al nivel de percepcin en que se presentan como entidades visiblesy audibles, todas las ideologas forman parte del mundo del discurso: delas disertaciones y de los textos escritos, a veces tambin de canciones,

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    unidos por un vocabulario comn, una sintaxis similar y la repeticin defrmulas manidas; todo esto confiere a cada ideologa su estilo espec-fico. Como norma general, se completan con gestos y smbolos (bande-ras, emblemas, eslganes, y, con menos frecuencia, uniformes) particu-lares de cada ideologa y que sirven a sus partidarios como seales decohesin. Tanto es as, que la imagen de un mitin electoral o de unamanifestacin callejera vara en funcin de la ideologa de sus organi-zadores y participantes.

    Cuando pasamos de la apariencia externa a los contenidos y signifi-cados, lo primero que notamos es el hecho evidente de que las ideolo-gas presentan discrepancias entre s, cuando no estn abiertamenteenfrentadas unas con otras. Las de izquierdas se oponen a las de dere-chas, las progresistas a las conservadoras o reaccionarias, las liberalesy demcratas a las autoritarias o totalitarias, etc. No obstante, todas lasideologas tienen en comn una afinidad por la poltica. Cada una deellas se encarna en una organizacin de naturaleza poltica, en la mayo-ra de los casos un partido poltico, que intenta obrar de acuerdo con susmandatos y llevar a la prctica sus propuestas. De ah se desprende quelas ideologas son mucho ms que simples discursos: se trata de siste-mas de convicciones internalizados por numerosos individuos que guansu conducta pblica en una misma direccin e influyen, hasta ciertopunto, en su vida privada, lo que los convierte en una comunidad unifi-cada por unas creencias y objetivos comunes, y con una forma comnde expresar las primeras e intentar alcanzar los segundos.

    Al tratarse de sistemas de creencias y programas colectivos de accio-nes, las ideologas pueden compararse con las religiones, en particularcon las grandes religiones monotestas (Judasmo, Cristianismo e Islam),que tambin tienen una clara afinidad por la poltica, en la medida enque intentan implantar instituciones y conductas que se suponen requi-sitos previos y necesarios para alcanzar la salvacin. Pese a que algu-nos autores importantes afirman precisamente lo contrario, esto no sig-nifica que las ideologas no sean ms que religiones secularizadas olaicas. Las ideologas y las religiones manifiestan, como veremos, cier-tas similitudes formales, pero representan dos tipos marcadamente dife-rentes histrica y estructuralmente de creencias colectivas tan contrariasentre s que sera bastante correcto decir que las ideologas (todas ellas,incluso las que manifiestan el respeto ms profundo por la religin) sonfundamentalmente antirreligiosas. Analicemos esta idea con mayor aten-cin.

    Tanto las religiones como las ideologas asumen la divisin del seren dos esferas diferentes: la visible y la invisible, pero su contenido yrelaciones estn concebidos en ambos casos de una forma radicalmente

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    distinta. Las religiones identifican a la primera con este mundo y a lasegunda con el otro. La diferencia entre los dos es primero espacial; setrata de dos reas coexistentes separadas por una frontera: la tierra y elcielo, el interior y el exterior, lo inmanente y lo trascendente. Tambines ontolgica: el cuerpo y el espritu, lo finito y lo infinito, la ubicaciny la ubicuidad, el tiempo y la eternidad. Es jerrquica: este mundo ytodo lo que contiene se origina en el otro, que adems es su destino final.Es ms, la mismsima existencia de este mundo y el que ocurran todoslos sucesos de los que ste es el escenario dependen, aunque slo sea enparte, del otro mundo o, ms bien, de sus habitantes. Esto significa quetodo lo que se haga aqu debe realizarse de acuerdo con los manda-mientos de all, siendo ste el nico modo posible para pasar de una vidamortal a una infinita y eterna. De ah el honor que se atribuye al pasadoms distante, al tiempo de la creacin, cuando este mundo estaba mscerca del otro y se establecieron los modelos y normas que debemosimitar y seguir. Tambin se desprende de ah la importancia del futuroextratemporal, del perodo que sigue a la muerte del individuo o el findel ser visible como tal, que corresponder al da de juicio de los sereshumanos por el gobernante del mundo invisible al que accedern trashaber abandonado el visible.

    Para las ideologas, la divisin del ser entre visible e invisible per-tenece a este mundo y al tiempo humano. Es espacial en el sentido deque se opone a todo lo que puede aprehenderse aqu y ahora por la vistay, hablando en trminos ms generales, por todos los sentidos, a todo loque se necesita conseguir para poder convertirse en un objeto de cogni-cin, ya sea mediante un viaje o por el uso de un instrumento de obser-vacin adecuado o, como ocurre en el caso del pasado, mediante el estu-dio de sus restos. Pero para las ideologas, la divisin del ser entre lovisible y lo invisible es en primer lugar temporal: opone el presente y elpasado al futuro.

    Similar en este respecto a las religiones, las ideologas asumen quelo invisible es superior a lo visible. No obstante, para ellas esto signi-fica que, en nuestras acciones colectivas, debemos subordinar el pre-sente y el pasado al futuro... un futuro inmanente situado en nuestrotiempo y en este mundo. Ahora, a diferencia del presente y el pasado,que estn aqu, el futuro an no es una realidad, no es ms que una idea,una imagen, una visin, un proyecto, un programa. No es algo que vengadado, sino que debe crearse. De hecho, la definicin del futuro y de surelacin con el presente y el pasado es el problema central de cualquierideologa. Pero lo que todas tienen en comn es la conviccin de quepodemos conseguir el futuro que consideramos el mejor para la huma-nidad, para nuestra nacin, nuestra clase social o grupo religioso, y que,

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    en este sentido, somos los seores de nuestro futuro, y, por consiguiente,de la historia.

    Tal futurocentrismo, que separa claramente las ideologas de las reli-giones, queda manifiesto en el socialismo y el comunismo, pero tam-bin est implcito en el requisito liberal de poner fin a la intervencindel Estado y dejar va libre a una mano invisible que se supone tienela capacidad de devolver el equilibrio al mercado y, de este modo, eli-minar las contiendas entre compradores y vendedores a las que, supues-tamente, se reducen todos los conflictos sociales. Este aspecto apareceincluso en los programas ms reaccionarios, que afirman querer movi-lizar al pueblo exclusivamente para restaurar el pasado, en ocasiones unpasado muy remoto, pero que, en realidad, est intentando crear un futuroconforme a la idea de lo que debe haber sido el pasado. En todos loscasos, el futurocentrismo se basa en el convencimiento de que el futuropuede ser mejor que el presente en algunos aspectos al menos, cuandono en todos, y que si tenemos la oportunidad de mejorar total o par-cialmente las condiciones vitales de la humanidad, tenemos la obliga-cin de hacerlo. Las ideologas exigen una actividad. A diferencia de lasfilosofas, que tienen como fin explicar el mundo, stas desean cam-biarlo.

    El futurocentrismo de las ideologas no excluye que se puedan pro-ducir alianzas entre algunas de ellas y las religiones. Las ideologasregresivas o reaccionarias, como ocurri con las de Franco en Espaa ode Salazar en Portugal, intentaron utilizar la religin como una herra-mienta en su lucha por mantener unas relaciones sociales que supuesta-mente tenan sus races en el pasado, o, como en el caso de Vichy enFrancia, para imponer un modelo que presuntamente se originaba en elpasado en una sociedad que ya haba avanzado demasiado para que estofuera posible. Pero tambin han intentado utilizar a la religin algunasideologas progresivas, e incluso revolucionarias, aunque stas lo hayanhecho para derrocar el orden social establecido en el nombre de unonuevo que se presentaba como que cumpla, en franco contraste con supredecesor, con los mandamientos de la caridad y la justicia. Ejemplosde esto pueden verse en Latinoamrica y Filipinas.

    Por su lado, las religiones intentan aprovecharse de las ideologaspara sus propios fines cuando luchan por conservar o reconquistar suposicin dominante en la sociedad. Un excelente ejemplo reciente deesto es la explotacin del nacionalismo iran por parte del clero chiitadurante la revolucin y la guerra con Irak. En Europa, y de un modoms claro todava en Estados Unidos, los nuevos cristianos mezclan deforma indisoluble sus creencias religiosas con unas convicciones ideo-lgicas reaccionarias y actan a la vez como una secta y como un par-

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    tido poltico para dar fuerza de ley especialmente a sus opiniones sobrelas medidas anticonceptivas y el aborto.

    Sin embargo, como norma general todas estas alianzas entre las reli-giones y las ideologas son temporales y forzadas. Ms tarde o ms tem-prano terminan por producirse claras divergencias sobre el objetivo finaly lo que no es ms que un medio para alcanzarlo o, dicho de otro modo,sobre quin debe subordinarse a quin: la religin a la ideologa o vice-versa. Estos desacuerdos no son ms que el resultado evidente de la opuestaorientacin temporal de ambas, que permite acuerdos locales, pero pocoms. Dado que para las ideologas la divisin del ser en dos esferas dife-rentes es principalmente temporal, les parece irrelevante, aunque a veceslo defiendan de palabra, la oposicin existente entre ste y el otro mundo,que parece formar parte integrante, si no de todas, de al menos las tresprincipales religiones monotestas. stas la sustituyen con la oposicinentre el presente, que incluye al pasado, y el futuro, que es, segn ellas,intratemporal. Por ello cancelan tambin los privilegios de un pasado dis-tante que no puede seguir considerndose como una fuente de modelos ynormas, y cambian la perspectiva ontolgica por una histrica. Por con-siguiente, prescriben a sus fieles un sistema de creencias opuesto a eincompatible con el de la religin, con la que con frecuencia llegan a entraren conflictos, a veces hasta violentos. sta es la razn por la que, en lugarde recibir la consideracin de versiones laicas o secularizadas de la reli-gin, las ideologas tienden a ser tratadas como antirreligiones.

    3. DE LA RELIGIN A LA IDEOLOGA

    Tras esta aclaracin conceptual, regresemos a la historia, para la quetiene algunas consecuencias importantes. Si finalmente caracterizamosa la ideologa como un sistema colectivo de creencias orientadas al futuro,nos veremos obligados a aceptar que este fenmeno era totalmente des-conocido en la Europa antigua, medieval y la primera etapa de la eramoderna, aunque sta es una opinin que no comparten muchos histo-riadores. Aun as, estoy convencido de que de otro modo perderamosde vista la especificidad de las ideologas en relacin con otras clasesde creencias colectivas, en particular en lo que respecta a la religin. Asu vez, esto nos impedira captar un proceso importante: la progresivasustitucin de la religin por la ideologa en su funcin como sistemadominante de creencias colectivas y, como consecuencia de ello, la mar-ginalizacin de las actitudes centradas en el pasado y en el otro mundobajo la presin de las orientadas al futuro y al mundo interior.

    El primer paso en este sentido fue la aparicin a principios del siglo XVIde un nuevo gnero literario creado por Toms Moro, a saber, la utopa,

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    que se convirti en el medio por el que se podan plantear nuevos pen-samientos sobre los problemas de la sociedad e imaginar soluciones paraellos. Durante los siglos XVII y XVIII fue hacindose cada vez ms popu-lar y su prestigio sigui creciendo dentro de la Repblica de las Letras.A diferencia de la religin, la utopa no sita a la sociedad ideal en unmundo externo ontolgicamente diferente del nuestro. La ubica en islaso continentes lejanos, en un espacio al que pueden acceder nuestrosbarcos y cuyos habitantes son tambin humanos, aunque mucho mssabios que nosotros. En la utopa, la solucin de los problemas socialesno requiere la intervencin divina o sobrenatural sino que la aportan loshombres, y ms concretamente algn individuo profundamente religiosodotado de una capacidad intelectual y moral superior, que desempea ensu sociedad el papel del legislador. Por consiguiente, el pensamiento ut-pico es mayormente laico, aunque todava no concibe una sociedad enla que la religin deje de ser la base de la cohesin social, y se muevenicamente en el espacio, no en el tiempo. Queda completamente fuerade la historia.

    El descubrimiento de la historia ocurri durante el transcurso delsiglo XVIII. Se manifest con la aparicin de un nuevo tipo de actividadintelectual al que Voltaire denomin philosophie de lhistoire. Las dis-tintas filosofas de la historia, que proliferaron durante la segunda mitaddel siglo XVIII, parecan estar obsesionadas con el pasado, aunque, dehecho, su principal preocupacin era el futuro. Su meta era conseguirconocimientos sobre el futuro apoyndose en el conocimiento del pasadoy de las regularidades que descubran al estudiarlo. En este sentido, lasfilosofas de la historia estaban intentando dominar el futuro. Pero elcontrol al que aspiraban era puramente intelectual, conseguido por lamente de un individuo, y en cuanto a esto se asemejaba al que adquiereel astrnomo cuando descubre las leyes del movimiento de los cuerposcelestes. Del mismo modo que la utopa fue la mayor innovacin delRenacimiento, la filosofa de la historia fue la principal innovacin inte-lectual de la Ilustracin.

    Pero las filosofas de la historia no son ideologas. Se dirigen al indi-viduo, no al grupo; se presentan como descriptivas, no como normati-vas; intentan predecir el futuro, no programarlo; y no pretendan guiara nadie a emprender una accin colectiva para implantar visin algunadel futuro; su nica ambicin era hacer que la historia resultara com-prensible. En resumen, las filosofas de la historia pertenecen al campodel pensamiento, no al de las creencias colectivas. Las ideologas apa-recieron en la estela de la Revolucin Francesa, dentro de la nueva esferapoltica que sta ayud en gran parte a modelar, y en un contexto socialen vas de ser alterado drsticamente por el progreso y el avance de la

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    industria. Cada ideologa propona su propia idea del futuro que debaponerse en prctica y de la accin colectiva que habra de llevarse a cabopara que tal futuro se convirtiera en una realidad. Siendo lo ms esque-mticos posible, podemos distinguir tres grupos principales de solucio-nes para el problema de las relaciones entre el presente y el pasado porun lado y del futuro por otro.

    El centro del espectro ideolgico estaba ocupado por ideologas evo-lutivas o reformistas que opinaban que la relacin entre el presente y elpasado y entre el futuro y el presente debe ser una de continuidad. Ypara poder construir un futuro mejor sin destruir la continuidad se tienenque introducir mejoras de forma paulatina, prestando una atencin espe-cial a la educacin de la opinin para evitar que se rechacen las refor-mas. Los partidarios de estas ideologas no se ponan de acuerdo conrespecto a cul sera la proporcin adecuada de conservacin e innova-cin en la organizacin futura de la sociedad.

    Las ideologas revolucionarias exigan una ruptura con el presentepara construir un futuro sin precedentes y que incluso, para las posturasms extremas, no conservara nada del presente y del pasado. Por ello,durante la Revolucin Francesa nos encontramos que hay quienes inten-tan crear instituciones radicalmente nuevas e introducir nuevas divisio-nes administrativas dentro del territorio nacional, nuevos nombres, unnuevo calendario, una cronologa tambin nueva, al igual que pesos ymedidas. De ah tambin la iconoclasia: es otro intento de implantar laidea de una completa eliminacin del pasado.

    En el lado opuesto se encuentran las ideologas contrarrevoluciona-rias o reaccionarias, que apoyan la restauracin del pasado e incluso, ensus formas ms extremas, la de un pasado remoto. Para alcanzar esteobjetivo sera imprescindible una ruptura con el presente posrevolucio-nario y, en particular, el rechazo de todas las innovaciones del perodorevolucionario o hasta de las dcadas anteriores a ste. En la medida enque apelaron por destruir la continuidad con el presente, su estructuratemporal no se distingue de las ideologas revolucionarias contra las queestaban luchando con todas sus fuerzas.

    Pero las ideologas son mucho ms que una simple estructura tem-poral formal. Tambin incluyen ejemplos, imgenes, proyectos, deseos,referencias, razonamientos, historias y cosas semejantes. Las ideologasrevolucionarias y progresistas, como no poda ser de otro modo, toma-ron prestados estos elementos de la literatura, la filosofa, la historio-grafa y la esttica de la Ilustracin o se inspiraron en ellas. Quienes cre-cieron rodeados por el entorno intelectual de la Ilustracin y cuya memoriarebosaba de citas de sus autores favoritos emplearon las herramientas

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    que tenan a su disposicin y esto se aplica, hasta cierto punto, a losdefensores de las ideologas reaccionarias. stos se apoyaron en granmedida en la tradicin religiosa, incluso la de naturaleza hermtica, ademsdel pensamiento monrquico y aristocrtico. Pero en su lucha contra laRevolucin, se vieron obligados a utilizar contra todo ello el lenguaje yalgunos de los razonamientos de la Ilustracin. Por consiguiente, se puedeafirmar que existe una cierta conexin probada histricamente entre lasideologas y la Ilustracin, aunque se trate de una puramente factual,debida nicamente a que una apareci antes que las otras.

    S existe, no obstante, otra conexin con la Ilustracin, incrustadaen el mismo seno de las ideologas. En su etapa ms temprana, algunasseguan el modelo de las utopas, y posteriormente todas ellas derivabande filosofas de la historia, en su mayora progresistas y con menor fre-cuencia convencidas de que el presente daba paso a un perodo de deca-dencia. Las ideologas progresistas buscaban la aceleracin de los avan-ces y/o su orientacin en la direccin que sus autores consideraban lanica correcta. Las ideologas conservadoras, por el contrario, deseabanque redujeran su marcha o que se detuviera. Y, por ltimo, las ideolo-gas reaccionarias llamaban a la accin para restablecer el pasado, queera mejor que el presente. En todos estos casos, el esquema conceptualera el correspondiente a las filosofas de la historia y, por ello, se puededecir que las ideologas son la aplicacin de stas. En este sentido, sepuede afirmar que existe una fuerte conexin entre las ideologas y laIlustracin al haber creado esta ltima las condiciones necesarias parala aparicin de las otras.

    Una vez dicho esto, debemos aadir inmediatamente que los auto-res de las ideologas emplearon esquemas conceptuales heredados de laIlustracin, pero que los modificaron, como ya hemos enfatizado, alpasar del mbito del pensamiento individual al de las creencias colecti-vas, y dicho cambio fue posible en este momento, siendo totalmenteinconcebible antes, porque la aparicin de las ideologas se vio separadade la Ilustracin por una doble discontinuidad: la de la Revolucin Fran-cesa y la de la Revolucin Industrial. Las ideologas son productos deun mundo que ya no era el de la Ilustracin, a pesar de que todava vivanalgunas personas que haban estado activas durante ese tiempo o quehaban recibido su influencia.

    4. LAS IDEOLOGAS Y LA ILUSTRACIN

    No obstante, podemos ir an ms all y asumir que existe otra cone-xin entre las ideologas y la Ilustracin porque ambas manifiestan loque yo suelo denominar el vaivn del tiempo: un cambio en su centro

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    de gravedad del pasado al futuro. Esta frmula tan general intenta cap-turar el carcter global del cambio de rumbo en la orientacin tempo-ral, que es en s el resultado de un proceso multisecular con altibajosdesde el siglo XII. Por razones obvias no podemos describirlo aqu, peroalgunos de sus episodios son tan importantes para comprender la cone-xin entre las ideologas y la Ilustracin que debemos mencionarlos aqu,aunque slo sea como ejemplos.

    El crecimiento de los Estados nacionales como aparatos burocrti-cos y organizaciones militares llev de forma imperceptible a sus fun-cionarios a extender cada vez ms el horizonte temporal de su pensa-miento sobre poltica interior y exterior. Para garantizar que se iba apoder contar con los materiales de construccin y la mano de obra nece-sarios para la edificacin de fortalezas, la madera necesaria para losbarcos, el cobre y la plvora para los caones, un nmero necesario desoldados y de caballos, personal militar con la formacin adecuada, etc.,deban tomarse diversas decisiones con antelacin sobre las necesidadesfuturas del Estado en cada uno de estos campos. De manera similar, lacreciente sofisticacin de la economa de mercado ocurrida como con-secuencia del desarrollo de la banca, de las bolsas y de los seguros obli-garon a quienes estaban implicados en estas actividades a predecir losavances futuros para poder conseguir ganancias. Las inversiones en laindustria, la minera, la construccin de carreteras, canales y puertos,adems del comercio con otros pases y continentes exiga por su partela capacidad de evaluar los riesgos y prever las demandas futuras debienes producidos o importados. Y el hecho de que los relojes se hicie-ran cada vez ms comunes inculc el hbito de tratar al tiempo comoun marco cuantitativo uniforme y neutro en el que el futuro del Estado,la economa, la sociedad y de cada individuo o empresa quedaba prin-cipalmente, cuando no exclusivamente, determinado por las actividadeshumanas del momento.

    Esto no significa que todos los intentos por dominar el futuro tuvie-ran xito. Con frecuencia terminaban en fracasos, tal como demuestrala Burbuja de los Mares del Sur en Inglaterra o la quiebra del systmede John Law en Francia o incluso, aunque a otro nivel, las frecuentesbancarrotas de banqueros, industriales y mercaderes que marcaron lahistoria econmica de los siglos XVIII y XIX. Esto demuestra que impor-tantes grupos sociales estaban intentando aprender, con distinta suerte,a dominar el futuro, ya fuera el de las finanzas nacionales, el de unaempresa concreta o de la economa domstica. Una prueba de esto ltimola aporta el uso de distintas medidas anticonceptivas incluso entre loscampesinos, al menos en Francia. Pero el grado de inters en este apren-dizaje era diferente para cada estrato de la sociedad durante el siglo XVIII.

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    Para sobrevivir, los burcratas del Estado, fabricantes, mercaderes,banqueros, financieros y dems tenan que mejorar progresivamente suconocimiento de cualesquier factores que pudieran modificar el cursode los acontecimientos; adems, tenan que repetir los intentos de crearsituaciones que pudieran crear las condiciones necesarias para que fueranms regulares y predecibles. Al mismo tiempo, los monarcas y noblesmuy a menudo no podan adaptarse a las nuevas necesidades, incluso aveces se negaban a ello y oponan su tica de gasto sin control y de incu-rrir en deudas a la tica burguesa de que la bancarrota era el mayor detodos los pecados, si no de todos los crmenes. En el extremo contrariode la jerarqua social, las masas de habitantes pobres del campo y lasciudades seguan viviendo en un mundo en el que dominar el futuropropio no era ni siquiera imaginable.

    Los escritores, filsofos, cientficos, historiadores, anticuarios, artis-tas, en resumen, todos los intelectuales, usando este trmino tan cmodoaunque sea anacrnico, estaban entre los muchos para los que el pro-blema del dominio del futuro era el ms importante de sus vidas prc-ticas. Adems, se vean directamente implicados en actividades que losobligaban a enfrentarse a este problema. Algunos eran funcionarios pbli-cos, otros tenan que invertir su dinero, otros participaban en grandesempresas editoriales y los que no contaban con una buena posicin eintentaban ganarse la vida escribiendo y vendiendo sus obras, pasabanmucho tiempo buscando dinero de forma incesante o intentando conse-guir una cierta estabilidad por otros medios para poder dejar atrs susituacin de dependencia. Por lo tanto, para todos ellos la capacidadhumana de dominar de forma eficaz su propio futuro y los medios queles permitieran conseguirlo era su problema ms acuciante tanto a nivelintelectual como existencial.

    No sorprende entonces que fuera tambin la cuestin que ms pre-ocupara durante la Ilustracin. Tanto es as que podemos identificar estaetapa histrica con una sucesin de intentos de encontrar la solucin aeste problema. Al decir esto no estamos haciendo otra cosa que expre-sar con otras palabras la idea que Kant ya haba enunciado con su famosoWas ist Aufklrung? abierto con la afirmacin en este sentido de que,para el hombre, la Ilustracin es una salida de una minora de la que lmismo era responsable. De hecho, alcanzar la edad adulta no es otra cosaque convertirse en el dueo de uno mismo, adquirir el derecho a deci-dir sobre el derrotero de su propia vida, es decir, sobre su propio futuro.

    Tampoco sorprende que la posibilidad de que los hombres dominensu futuro y el grado hasta el que pueden conseguirlo sea el centro de lasdisputas entre los portavoces de la Ilustracin y sus detractores. De hecho,se era el tema del debate teolgico entre los creyentes en un Dios tra-

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    dicional e impredecible, por un lado, y, por otro, los destas y cristianosilustrados cuyo Dios les garantiza la estabilidad del universo en generaly de cada una de las entidades del mismo en particular. Y lo mismo seaplica al debate metafsico sobre el determinismo y al debate sobre mons-truos con la previsibilidad de su naturaleza y su sumisin a leyes que noadmiten excepciones en juego. Y se sigue aplicando tambin, en la teoradel conocimiento, a debates sobre el problema de la induccin y sobreel concepto de la probabilidad. Las filosofas de la historia intentaron,como ya hemos mencionado, predecir el futuro de la humanidad y deeste modo conseguir un dominio intelectual sobre ste. Las teoras lega-les intentaron descubrir los medios segn los cuales fuera posible pre-decir la conducta distintos Estados en sus relaciones con los dems entiempos de paz e incluso de guerra. El pensamiento poltico buscaba cmoeliminar la arbitrariedad de las relaciones entre los Estados y sus sbdi-tos. Y no podemos decir que este listado est completo en absoluto.

    La intensidad de estos debates y lo radical de las posiciones toma-das sobre estos asuntos presentaban marcadas diferencias en los distin-tos pases. Tanto es as que sera ms cercano a lo que en realidad encon-tramos en nuestros documentos si utilizramos el trmino Ilustracin noen singular sino en plural o si especificramos en cada caso, cuando seuse en singular, qu clase de Ilustracin tenemos en mente. Evidente-mente, aqu se hace referencia en primer lugar a la Ilustracin Francesa,pero, en mi opinin, todos los textos representativos de la Ilustracin,sin importar su pas de procedencia, expresan, si bien es cierto que condistinta intensidad, un deseo de que el hombre pueda dominar la histo-ria humana y la esperanza de que se puedan encontrar los medios inte-lectuales e institucionales que permitan a la gente conseguir tal domi-nio. Un deseo que no desapareci ni siquiera tras la Revolucin Francesay las guerras europeas que fueron su consecuencia ltima.

    Y eso es lo que afirmaban traer las ideologas que entraron en escenadurante las primeras dcadas del siglo XIX. Todas y cada una de ellasafirman poseer la respuesta a la cuestin de cmo conseguir dominar elfuturo y, por lo tanto, la historia en conjunto, un asunto que, como yahemos visto, era fundamental para la Ilustracin. As pues, su relacines ms que nicamente factual. Tambin lo es psicolgica y lgica: fuela Ilustracin la que hizo posible la aparicin de las ideologas y la que,en gran parte, hizo que resultaran convincentes, en la medida en que pre-par las mentes de las personas para que las adoptaran. Pero fue nica-mente la unin de los efectos de la Revolucin Francesa con los de laRevolucin Industrial la que cre las condiciones favorables para elcambio definitivo de rumbo en la orientacin temporal de las creenciascolectivas del pasado al futuro.

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    5. DE LA REVOLUCIN FRANCESA A LA CRISIS DEL FUTURO

    La historia de las ideologas entre la Revolucin Francesa y la dcadade 1970 se caracteriza en primer lugar por conseguir la autonoma delos smbolos, rituales y lenguaje religiosos. Al principio, ni siquiera losautores de las ideologas se dieron cuenta claramente de la novedad delas ideologas como sistemas colectivos de creencias y de su originali-dad radical con respecto a la religin. Por ello, a menudo se adornaroncomo profetas, redentores y dispensadores de revelaciones o fundado-res de sectas religiosas. Esto puede discernirse con claridad en los albo-res del socialismo. El nacionalismo tambin hizo una profusa utiliza-cin de referencias tomadas prestadas del lenguaje de la Iglesia. Esto esmenos cierto en el caso del liberalismo, cuyos portavoces buscaron ellxico necesario para formular su programa o bien para la historia o parauna nueva ciencia de la economa poltica. En su intento por transfor-mar el socialismo de una utopa a una ciencia, Marx sigui su ejem-plo. Pero la idea de que la ideologa socialista poda y deba ser unaciencia no se perciba como incompatible con el empeo en que su origense encontrara en los imperativos ticos, que no eran sino una versinlaica de los mandamientos religiosos. No obstante, durante la segundamitad del siglo XIX, la mayora de las ideologas pretendan basarse endatos y razonamientos cientficos y no tener nada en comn con la reli-gin; el darwinismo social es una muestra de esto. Solamente al finaldel siglo algunos autores, como Sorel, intentaron sacar a relucir la espe-cificidad de la ideologa frente a la religin y la ciencia.

    La segunda caracterstica distintiva de la historia de las ideologasposterior a la Revolucin Francesa es su radicalizacin: el comunismosigue al socialismo, el autoritarismo al conservadurismo, el bolchevismoa la democracia social, el fascismo y nazismo al nacionalismo autorita-rio. En todos los casos, una ideologa que aparece despus enfatiza conmucha ms fuerza que sus predecesoras la diferencia entre la sociedadcomo debera ser en el futuro y la que existe en el presente y por ellopropone unos medios ms violentos para reducir la distancia entre unay otra. Al mismo tiempo, las ideologas que aparecieron a principios delsiglo XIX sufren una radicalizacin similar de modo que las formas tar-das son muy distintas de las originales. Un buen ejemplo de esto lo pro-porciona la metamorfosis del nacionalismo desde sus inicios republi-canos hasta sus encarnaciones antisemitas y totalitarias de la dcadade 1930.

    La historia de las ideologas entre la Revolucin Francesa y los aos 70del siglo XX se caracteriza, adems, por su totalitarizacin. Las prime-ras ideologas (el nacionalismo, liberalismo, radicalismo...) se interesa-

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    ban nicamente en la poltica y su mximo objetivo era cambiar el Estadoy la constitucin. Ya en la dcada de 1830 aparecieron ideologas que,como en el caso del socialismo y el comunismo, se centraban en las rela-ciones entre las clases sociales y en cuestiones relacionadas con la pro-piedad, mientras que el tradicionalismo prestaba ms atencin a las cos-tumbres y creencias. A finales del siglo XIX, la cultura en casi todas susmanifestaciones (la literatura, las artes visuales y la msica) se convir-ti en el campo de batalla en el que chocaron entre s distintos nacio-nalismos y en el que todos ellos se enfrentaron al socialismo. En la ter-cera dcada del siglo XX, con el bolchevismo, el fascismo y el nazismo,aparecieron unas ideologas que, aunque mantenan su inters por la cul-tura, la economa y la sociedad, eliminaron la frontera entre la vida pri-vada y la pblica. Controlaban y programaban todo: la poltica estatal yel crecimiento de la economa, el trabajo y el ocio, las relaciones entrepatronos y empleados y entre padres e hijos. Y se encontraban presen-tes en todos los sitios: en los cuarteles y las fbricas, en las escuelas ylos jardines de infancia.

    La radicalizacin y la totalitarizacin de las ideologas, que finalmenteculmin con la aparicin de las totalitarias fue hasta cierto punto el resul-tado de su dinmica interna. De hecho, podemos analizar los dos siglos desu historia como una sucesin de intentos por parte de los autores de cadauna de ellas de superar a sus predecesores para destruir su credibilidad y,de este modo, privarles de su audiencia. Como regla general, toda ideolo-ga que vaya apareciendo adoptar una postura polmica y frecuentementehostil para con las anteriores que compartan sus ideas bsicas. Las des-precia y combate, en el mejor de los casos, catalogndolas de productosde una ilusin, en el peor como a fraudes puesto que no han podido cum-plir con sus promesas. Buenas muestras de ello son el trato que brind elsocialismo cientfico a sus antecesores utpicos o el desprecio y bru-talidad con que el bolchevismo atac a la socialdemocracia.

    Pero la dinmica interna de las ideologas no podra ser eficaz sin queaumentara su orientacin hacia el futuro de los Estados, de las econo-mas o culturas, lo que result en la importancia cada vez mayor de stasen las vidas de todo tipo de personas en todos los niveles de la jerarquasocial. La industrializacin y la urbanizacin cambiaron radicalmente larelacin entre el presente y el futuro en la vida de las clases trabajado-ras, en comparacin con la de los campesinos. El futuro, que para stosera predecible en lneas generales porque no poda separarse demasiadodel presente, al depender en gran medida de las condiciones naturales,pas a ser, en el caso de los trabajadores urbanos, algo completamentefuera de su control al depender de factores tales como su salud, las rela-ciones dentro de la empresa o la situacin econmica general.

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    En estas circunstancias, la conviccin de que cualquier ser humanotiene el derecho de controlar su futuro, que en el siglo XVIII era el pri-vilegio de una elite social muy reducida, aument con el paso de lossiglos XIX y XX entre las masas. La lucha por la igualdad de todos antela ley, por el sufragio universal, la seguridad social y el acceso a la edu-cacin que supuestamente deberan abrir las puertas a una movilidadsocial ascendente no eran ms que diferentes manifestaciones de esteimpulso esencial que tena como objetivo controlar el futuro de cada unoy que se manifestaba, en otro nivel, en la lucha por la independencia delos pueblos que formaban parte, en contra de su voluntad, de los impe-rios europeos y del resto del mundo. Todo lo anterior cre el caldo decultivo necesario para que no slo las elites sino tambin el pueblo llanofueran aceptando las ideologas que les prometan el control sobre sudestino.

    No obstante, la propagacin tan generalizada de las ideologas, juntocon su creciente radicalizacin y totalitarizacin, que se hizo evidentedurante la segunda mitad del siglo XIX y especialmente desde la dcadade 1870, ocurri en un mundo que ya contaba con suficientes conflic-tos que no se deban ni a la Ilustracin ni a las ideologas sino a trans-formaciones polticas, sociales y econmicas de la Europa posterior a laRevolucin Francesa, las guerras napolenicas, el despertar de los sen-timientos nacionales, la Revolucin Industrial, el crecimiento de las ciu-dades y la industria, la madurez alcanzada por las nuevas aspiracionespolticas de la burguesa y la lucha de la clase trabajadora por mejorarsu situacin material y conseguir el derecho de crear sindicatos y contarcon representacin parlamentaria.

    Las ideologas ya ejercan un impacto ambivalente sobre este mundo.El igualitarismo democrtico y el socialismo consiguieron movilizar efi-cientes energas como para imponer durante las ltimas dcadas del siglola ejecucin de reformas importantes: los lmites a las jornadas de tra-bajo, el desarrollo de la educacin elemental, el establecimiento de dis-tintas instituciones de seguridad social, la introduccin del sufragio uni-versal para los hombres, ms o menos restringido en funcin de cadapas, y, con todo ello, el derecho a crear sindicatos y partidos polticos,adems de la libertad de prensa. Estas ideologas contribuyeron as amejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, a reducir laviolencia en los conflictos de clases y mejorar su grado de integracinsocial. No obstante, tanto si eso era lo que queran como si no, estosefectos positivos tambin sirvieron para crear las condiciones necesa-rias para que el nacionalismo pudiera comenzar a inculcar a las masasel sentimiento de que acechaba un peligro desde fuera para su recinobtenido bienestar y a integrarlas a travs del odio del enemigo comn

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    que tena diversas identidades en cada pas, pero que se identificaba entodos los lugares principalmente con los judos.

    La propagacin, radicalizacin y totalitarizacin del nacionalismoxenfobo y antisemita es uno de los acontecimientos ms importantesde la historia de las ideologas a finales del siglo XIX. Al final de ste,la situacin hizo que empeorara en todos los pases el conflicto existenteentre el nacionalismo radical de derechas y el socialismo revoluciona-rio de izquierdas, algo que no pareci muy preocupante en ese momentopero que entrara en escena ms adelante. Y tambin exacerb conflic-tos muy profundos entre Estados, que comenzaron a percibirse y con-ceptualizarse como conflictos entre naciones. Simultneamente, el avancede las ideologas igualitarias y socialistas y la radicalizacin de las reac-cionarias agrav en Francia y Alemania el conflicto entre las tendenciasdemcratas de las instituciones representativas y las inclinaciones auto-ritarias de los aparatos del Estado, en especial del ejrcito. Una mues-tra famosa de ello fue el affaire Dreyfus.

    Si a esto aadimos que en los imperios multinacionales, de los quean existan cuatro en Europa, las ideologas nacionalistas soliviantaronel antagonismo entre pueblos dominados y pueblos dominantes, pode-mos decir que la propagacin, radicalizacin y totalitarizacin de lasideologas contribuy notablemente a aumentar la inestabilidad polticaen Europa, lo que culmin con la Primera Guerra Mundial. Con esto noestoy diciendo que las ideologas sean la causa de sta, pero s que con-tribuyeron a crear las condiciones que la hicieron posible. Es ms, lasideologas imprimieron en esta guerra algunos de sus rasgos caracters-ticos.

    Al tratarse de una guerra de naciones y no de Estados, dej de seruna guerra limitada y civilizada para especialistas, como lo fueron lasdel siglo XIX. Fue una guerra total, una primera leccin de exterminiomasivo. Al mismo tiempo, la Gran Guerra signific una ruptura con todaslas expectativas anteriores sobre el dominio del futuro. Una vez comenz,nadie saba cmo terminarla, y cuando termin, Europa estaba comple-tamente en ruinas. El derrocamiento del rgimen zarista en Rusia tras laRevolucin de Febrero dio inicio en ese pas a un perodo de inestabili-dad poltica que dur hasta comienzos de la dcada de 1920. Tras laderrota de Alemania, este pas fue vctima de una inflacin desorbitada,as como de inestabilidad poltica, al igual que ocurri, en mayor o menormedida, en prcticamente todos los pases de la Europa Central y Orien-tal. Italia termin la guerra en una situacin similar a la de Alemania. Amillones de personas les pareci como si el futuro se hubiera derrum-bado y nadie pudiera reconstruirlo, con la nica excepcin, en Rusia, deun socialismo revolucionario que cambi su nombre a comunismo y de

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    un nacionalismo radical y, posteriormente, totalitario representado enItalia por los fascistas y en Alemania por los nazis. El Crash de la Bolsade 1929 profundiz y esparci an ms entre las masas el sentimientode desamparo con respecto a la vida propia y a las perspectivas del pas,y solamente las ideologas y movimientos polticos autoritarios afirma-ron ser capaces de dar una respuesta rpida y definitiva. Hasta los aos 40,el futuro pareca pertenecerles.

    Ya sabemos lo que ocurri entonces. La gran promesa de un Reichalemn de mil aos de duracin result ser uno de los mayores genoci-dios de la historia humana. Tanto el Reich alemn como el Imperio Ita-liano, que tambin aspiraba a regir durante mil aos, fueron derrotadospor la alianza de la democracia con el totalitarismo bolchevique. Tras laguerra, este ltimo pareca, y de hecho era, ms poderoso que nunca.Pero aunque sobrevivi a la guerra, no fue capaz de subsistir tras cua-renta aos de paz, aunque, en realidad, se tratara de una guerra fra.Desde finales de los aos 70, el rgimen sovitico era un enfermo ter-minal. Por extrao que pueda parecer, en este tiempo fuimos testigos deldebilitamiento general de todas las ideologas en Occidente, con excep-cin de los liberalismos de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan. stafue una prueba sorprendentemente clara de la crisis general del futuro,es decir, de la creencia en que nosotros, los ciudadanos de los pasesdesarrollados, podemos controlar nuestro futuro y el de la humanidadno slo intelectualmente sino tambin de forma prctica, modelndolocomo consideremos mejor. Y esta crisis, diagnosticada inicialmente aprincipios de los aos 80, sigue con nosotros.

    De hecho, desde ese momento estamos viviendo en un clima de opi-nin que se va alejando cada vez ms del existente durante las primerasdcadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial: de la primaca de lacolectividad a la del individuo, de la supremaca del sacrificio a la delocio, del inters pblico a los negocios privados, del futuro al presente.Significa esto que estn desapareciendo las ideologas? Su muerte yase pronostic a fines de la dcada de 1950 pero, evidentemente, fue unanuncio prematuro, tal como muestra el carnaval ideolgico de 1968. Ytampoco creo que las ideologas estn dejndonos ahora. El liberalismogoza de muy buena salud y es una ideologa, a pesar de su afirmacinde que el dominio del futuro solamente se puede conseguir a travs dela mano invisible. Pero tampoco est solo. Los nacionalismos pros-peran en muchos pases, al igual que surge en el polo opuesto del espec-tro ideolgico la ideologa y las de los derechos humanos universales.Y por ltimo, est el islamismo: una ideologa reaccionaria que utilizael Islam como un arma en su lucha contra Occidente para restablecer elcalifato y tener al mundo entero bajo su poder.

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    Pero, aunque las ideologas siguen activas, han sufrido grandes cam-bios durante los ltimos 25 aos, aproximadamente. El bolchevismo, laltima versin de una ideologa totalitaria que se ha mantenido en elpoder, lleva marginada al menos desde los aos 90, del mismo modo quese haba marginado el fascismo y el nazismo. Y el debate ideolgico msimportante emplea en la actualidad el lenguaje de la ciencia porque enlo sucesivo sta tiene a su cargo la tarea de identificar el futuro que debe-mos evitar si queremos sobrevivir. La geofsica presenta un panoramade agotamiento de los recursos naturales, empezando por el petrleo. Laclimatologa intenta calcular el momento en el que el efecto invernaderoprovocar un desastre global. La biologa habla de una probabilidad cadavez mayor de una epidemia de gripe que acabar con la vida de dece-nas de millones de personas, y las ciencias sociales prevn una cats-trofe demogrfica y el choque de las civilizaciones. Por lo que se ve, seest sustituyendo un futuro radiante por uno sombro. En vista de esto,las ideologas progresistas y optimistas estn perdiendo credibilidad y,con ello, su lugar dominante. Estamos siendo testigos de los ltimosrayos de la Ilustracin?

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