4
20 6toros6 / nº 924 / 13 de marzo de 2012 E ste periodista, después de cientos de tentade- ros, de decenas de mi- les de vacas, afirma que nunca ha visto na- da igual. Me temo que su banderillero y su mozo de espadas sí, atendiendo a la tran- quilidad con la que presenciaban el suce- so. O sea, que Talavante ya ha hecho es- to antes. El trazo es enorme y el tacto, primoroso. La hondura, con un toreo muy en redondo, arrebata, y la expresión es tan fuerte que el cuerpo se descoyunta a veces. Y lo de sus muñecas, también descoyuntadas, es ya un escándalo. Que- dé asombrado también con la bravura y fuerza de las vacas, con la movilidad as- fixiante que mostraban, casi orgullosas de su poderío, y con la manera de buscar los vuelos de capotes y muletas, siempre por abajo. Empujando hasta el final. Es- tigmatizado por el “terrible” hecho de que los mejores toreros quieran sus to- ros, el ganadero de Garcigrande es va- puleado por la facción torista (que como la Bolsa, no descansa) de este mundillo, pero resulta que el tío es un auténtico re- volucionario. Pero de este Justo Hernández al que no conocí hasta la semana pasada, ha- blaré otro día. Hoy querría comentar que Alejandro, en una de las vacas, se enredó en una vertiginosa sucesión de pases utilizando todas las partes de la muleta, haciendo describir al animal to- das las parábolas posibles, cambiándo- le la dirección de la embestida en el úl- timo segundo, y así durante no menos de cinco minutos ante la estupefacción de un servidor. Parecía un malabarista con cien bolos por el aire. Había un solo Talavante en el centro de la escena, pe- ro del tronco le salían catorce brazos y catorce manos, catorce muñecas y ca- torce muletas. Un enredo como el de Laocoonte devorando a sus hijos, más o menos. Luego hablé con él, a ver si era capaz de explicar lo perpetrado en la plaza cubierta de Garcigrande. Obvia- mente, no supo. E NTREVISTA POR ÁLVARO ACEVEDO / FOTOS: FRAN JIMÉNEZ Si es verdad que el invierno da señales de lo que sucederá en cada temporada, podemos firmar donde sea preciso que la de Alejandro Talavante será de locura. Una jornada completa en casa de Justo Hernández dio de sobra para contemplar lo nunca visto. Un toreo doliente y hondo, inverosí- mil, apoteósico, laberíntico, desde el primer pase hasta el último, desde la primera vaca hasta la séptima. Un toreo al filo de lo imposible.

POR ÁLVARO ACEVEDO / FOTOS: FRAN JIMÉNEZ ... - alejandrotalavante.es · cima del resto de profesionales, y no es así. Escuchar a los ganaderos y, por su-puesto, a tus compañeros,

Embed Size (px)

Citation preview

20 6toros6 / nº 924 / 13 de marzo de 2012

Este periodista, despuésde cientos de tentade-ros, de decenas de mi-les de vacas, afirmaque nunca ha visto na-da igual. Me temo quesu banderillero y su

mozo de espadas sí, atendiendo a la tran-quilidad con la que presenciaban el suce-so. O sea, que Talavante ya ha hecho es-to antes. El trazo es enorme y el tacto,primoroso. La hondura, con un toreo

muy en redondo, arrebata, y la expresiónes tan fuerte que el cuerpo se descoyuntaa veces. Y lo de sus muñecas, tambiéndescoyuntadas, es ya un escándalo. Que-dé asombrado también con la bravura yfuerza de las vacas, con la movilidad as-fixiante que mostraban, casi orgullosasde su poderío, y con la manera de buscarlos vuelos de capotes y muletas, siemprepor abajo. Empujando hasta el final. Es-tigmatizado por el “terrible” hecho deque los mejores toreros quieran sus to-

ros, el ganadero de Garcigrande es va-puleado por la facción torista (que comola Bolsa, no descansa) de este mundillo,pero resulta que el tío es un auténtico re-volucionario. Pero de este Justo Hernández al que

no conocí hasta la semana pasada, ha-blaré otro día. Hoy querría comentarque Alejandro, en una de las vacas, seenredó en una vertiginosa sucesión depases utilizando todas las partes de lamuleta, haciendo describir al animal to-das las parábolas posibles, cambiándo-le la dirección de la embestida en el úl-timo segundo, y así durante no menosde cinco minutos ante la estupefacciónde un servidor. Parecía un malabaristacon cien bolos por el aire. Había un soloTalavante en el centro de la escena, pe-ro del tronco le salían catorce brazos ycatorce manos, catorce muñecas y ca-torce muletas. Un enredo como el deLaocoonte devorando a sus hijos, más omenos. Luego hablé con él, a ver si eracapaz de explicar lo perpetrado en laplaza cubierta de Garcigrande. Obvia-mente, no supo.

ENTREVISTAPOR ÁLVARO ACEVEDO / FOTOS: FRAN JIMÉNEZ

Si es verdad que el invierno da señales de lo quesucederá en cada temporada, podemos firmardonde sea preciso que la de Alejandro Talavanteserá de locura. Una jornada completa en casa deJusto Hernández dio de sobra para contemplar lonunca visto. Un toreo doliente y hondo, inverosí-mil, apoteósico, laberíntico, desde el primer pasehasta el último, desde la primera vaca hasta laséptima. Un toreo al filo de lo imposible.

TALAVANTE_Maquetación 1 09/03/12 12:39 Página 20

216toros6 / nº 924 / 13 de marzo de 2012

AENTREVIST

AL FILO DE LOIMPOSIBLE

AL FILO DE LOIMPOSIBLE

TALAVANTE_Maquetación 1 09/03/12 12:40 Página 21

22 6toros6 / nº 924 / 13 de marzo de 2012

ENTREVISTA

—El año pasado, en invierno, teveía hacer muchas cosas que luegorepetiste frente al toro, pero no lle-gaste hasta estos límites. ¿Le has da-do dos o tres vueltas más a tu tauro-maquia?—Sí, y además eso de estar continua-

mente creando me ilusiona mucho. Elaño pasado en invierno me viste en elnivel que estaba, creo que un nivel bas-tante bueno, y se intuía lo que podríasuceder en la temporada, pero lo de esteaño es tremendo. Estoy contentísimoporque estoy disfrutando mucho del to-reo, y estoy disfrutando porque lo co-nozco mucho más que antes. —¿Entonces, esto es técnica o in-

tuición?—Yo creo que el conocimiento de la

técnica es fundamental para luego po-der olvidarte de ella. Es lo que estoy ha-ciendo: torear conociendo la técnica,teniéndola siempre en el subconsciente,pero apartándome casi totalmente deella. —¿Tú eres autodidacta o todo esto

te lo ha enseñado alguien?—Yo luego desarrollo a base de pen-

sar continuamente en el toreo y de torearmuchísimo de salón, pero yo me fijobastante en los demás. En El Juli, en

Morante, en José Tomás, en Manza-nares padre… Además, hablar con losganaderos para mí ha sido fundamental.A veces nos podemos creer que, por po-nernos delante del toro, estamos por en-cima del resto de profesionales, y no esasí. Escuchar a los ganaderos y, por su-puesto, a tus compañeros, es esencial. —¿Y esto se le puede hacer a un to-

ro?—Sí claro… Toda esta historia de las

arrucinas y de esos muletazos en losque parece que no hay espacio para quepase el animal comencé a practicarlosaquí (en Garcigrande) hace dos años, yempezamos con unas añojitas. Luegome propuse hacérselo a los toros y, has-ta ahora, todo lo que he intentado lo heconseguido. Al toro se le hace igual defácil que a las becerras. —Pero lo de hoy no puede ser posi-

ble…—Es posible, de verdad. Lo primero

es tenerlo en la mente, buscar ese sitio amedida que avanza la faena. Pero unavez que llegas a ese terreno lo principales la entrega. Si tú te entregas, si lo ha-ces convencido, el toro parece que locapta y hace lo que tú le ordenas con lamuleta. Como no lo tengas clarísimo esimposible lograrlo.

—¿Te diviertes? Es que parecíasun malabarista…—Está feo hablar de diversión, pero

yo me divierto mucho en esa parte diga-mos… lúdica de la faena. Puede queporque dentro de mí llevo todavía unniño, me encanta tener esa habilidad. —¿Y su tú haces lo de hoy en Sevi-

lla o en Madrid, cortarás la tempo-rada?—¡Ja, ja, ja! No te creas, que lo de

Zaragoza me vino fenomenal que fueseen el último toro de la temporada… Esoque dices a veces lo pienso y me angus-tia. De todos modos las faenas pasan ysiempre quedan cosas por descubrir.Las puertas por abrir son infinitas. Sino, después de Belmonte esto se hubie-ra acabado. El toreo es un arte en conti-nua evolución. —¿Los toreros venís afinados de

México?—Sin duda, pero siempre se ha ha-

blado de que el torero viene de Méxicocon más temple, y yo creo que eso tienemucho de tópico. En realidad, lo queperfeccionas en México son la coloca-ción y el toque. Y eso sucede porque eltoro, allí, aunque sea menos regular, tie-ne más clase en líneas generales. En vezde galopar, gatea, y eso lo dota de ma-

TALAVANTE_Maquetación 1 09/03/12 12:40 Página 22

236toros6 / nº 924 / 13 de marzo de 2012

AENTREVIST

yor profundidad en la embestida, porpura lógica. —¿Y qué tiene que ver la clase del

toro con el perfeccionamiento de lacolocación y de la manera de tocar?

—Pues mucho. Allí los ganaderosson antigalope, además por la propiacondición del toro de Saltillo, propensoa gatear como ya te he explicado antes.Eso significa que las inercias no exis-ten, que tú tienes que ser el que dirija laembestida de principio a fin. Y de unacolocación y toque adecuados dependeque la embestida sea cumbre o que eltoro se te pueda meter por dentro o que-darse corto. La responsabilidad es ex-clusiva del torero. Y cuando tú consi-gues que el toro embista a la pequeñaparte de la muleta que tú quieres, eso notiene precio. —¿Y luego todo eso se aplica al to-

ro español?—Es la duda que he tenido a veces.

Me refiero a si había que cambiar lamentalidad una vez en España, pero yocreo que no. Con la técnica adecuada túle cambias el ritmo al toro, lo pones agatear aunque venga galopando, lo po-nes más flexible, le cambias la direc-ción… El toque que te enseña el toromexicano lo probé cuando vine a Espa-ña, por ejemplo con “Cervato”, el torode Madrid, o con “Esparraguero”, el deZaragoza. Eran toros con mucha fuerza,con mucho ímpetu, y me di cuenta deque con ese toque más por debajo delhocico, no tan a la altura natural de lacara, los haces gatear igual que a aque-llos. De todos modos, quizá donde sepudo ver mejor fue con el toro de Gar-cigrande de Zafra, porque ese era mássuave. La mejor faena que hice fue la de

Zaragoza, pero al que más a gusto toreéfue al de Zafra. —¿Atendiendo a cómo estás, qué

va a suceder en 2012?—No quiero pensarlo. Yo antes era

muy frágil y sensible a cualquier cosa.Me han enseñado a no imaginarme elfuturo para luego, si la realidad no separece a lo que he soñado, no afligirme.Pasará lo que tenga que pasar. —¿Cuándo te retires, cómo crees

que serás recordado?—No sé. Valor, yo creo que no ten-

go. Clase, si tengo alguna, es por laflexibilidad, que la he trabajado mu-cho. Lo del arte es tan subjetivo que yodiría que tampoco tengo… Que no soyun artista, vamos… ¿Un genio, dices?Pues tampoco creo. Hay un cierto tipode torero que, cuando se retira, deja unhalo extraño. Nadie podría clasificarlopero su huella es eterna, caso de PacoOjeda. No sabes si es arte, si es valor,

si es entrega, si es pasión… Ojeda loera todo y no era nada. Se habla del“ojedismo”. Igual también hablen undía del “talavantismo”. Pero no lo sé,la verdad…—Hoy hemos hablado muchísimo

de toros y de toreo. El otro día, en laentrevista a tu compañero MiguelÁngel Perera, casi no pude porque susituación es otra. ¿Tú cómo lo ves?

—El otro día, en Olivenza, miraba aEl Juli y a Perera y me sentía mal, conmenos categoría que ellos. Luego, laestrategia de la corrida me benefició. Seles veía con necesidad y el público,muy exigente, lo notó. Quizá conectaramás mi calma que el ansia de mis com-pañeros. Pero cuando acabó la corridame sentía orgulloso de vivir la épocaque estoy viviendo y me sentía orgullo-so de mis dos compañeros. En un futurome encantaría sentirme como se sintie-ron ellos esa tarde. �

TALAVANTE_Maquetación 1 09/03/12 12:41 Página 23