RODRIGO TARSITANO

porqueestabaenamorado

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porque estaba enamorado

RODRIGO TARSITANO

milena caserola

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Tarsitano, Rodrigo Porque estaba enamorado. - 1a ed. – Milena Caserola; 2015. 52 p.; 16x11 cm. ISBN 978-987-1583-84-3 1. Poesía Argentina. I. Título CDD A861

Contacto con el autor: rntarsitano@gmail.com

Ilustraciones: Karen Fernandez Fotografías y texto de contratapa: Florencia Strambini Dirección editorial: Matías Reck Edición: Nahuel Ortega

Todos los izquierdos están reservados, sino remítanse a la lista de libros censurados en las distintas dictaduras y democracias. Por lo

que privar a alguien de quemar un libro a la luz de una fotocopiadora, es promover la desaparición de lectores.

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Hice todo lo que no, lo que no tenía que hacer

y fui a donde no, donde no tenía que ir.

But, baby, al fin, quizá sea así.

Vivar, Fun People

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Rock & Roll

Anoche salí. Conocí a tres Patti Smiths sin un pelo en la concha, me crucé con al menos siete Bukowskis y todos escribieron cerveza con ese.

Le da todo igual a esta gente. Te digo, esta es la tribu más fácil de manipular. Se creen cualquier cosa, la repiten y promueven más obedientemente que nadie.

La estúpida que quisiera acostarse con el baterista, el baterista que está celoso del cantante y el cantante que cree estar en los años 70.

Una rebeldía confusa, no se entiende, pero se puede fotografiar. ¿En qué se convierte esa rebeldía cuando nadie está mirando?

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Fuman marihuana para escribir canciones sobre fumar marihuana. ¡Se publican artículos y hasta se escriben libros de historia sobre eso!

¿Soy el único que se llevó un desencanto al traducir las letras de Led Zeppelin o AC/DC?

He visto a oficinistas apagar el despertador con más Rock & Roll.

El Rock poco tiene que ver con un tatuaje, con no usar corpiño, con tomar alcohol o falopa y morirse cuanto antes.

Oigan: ¡Cuando uno es idiota, lo es también de noche!

Un rockero tiene motivos. Rock es cantar y mirar fijo a los ojos; es darse cuenta.

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Escuchar o conseguir una guitarra, pero sabiendo decir no. El Rock es también de día.

Estamos confundidos hace décadas.

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Corazón de semen

Así que corro algunos muebles y cierro las cortinas. Elijo el asiento más cómodo y mi mejor recuerdo. Aunque cualquier cosa de este lugar me estimula.

Mi pene está erguido ya. Me bajo el pantalón y lo empuño. Subo y bajo, lentamente. Cuando subo, aprieto más. Más rápido también. Me paro, y así bombeo durante un rato.

Arriba y abajo. Arriba y abajo. Arriba y abajo.

Me duele un poco (hoy me masturbé dos veces). Tengo calor, transpiro por la frente y la nuca.

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Me sudan los párpados. Lloro, al fin. Quiero gritar, pero me sale una mezcla de ronquido con hipo. Entonces lloro más fuerte. Acabo.

Creo no haber ensuciado nada. Miro al piso: una pequeña mancha de semen con forma de corazón.

Con el mismo papel higiénico, me seco los ojos y el pene.

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Guiso

Tengo ganas de agarrarme a las piñas con alguien que esté muy triste o abrazarme a las piernas de mujeres putas. Hice un guiso con el sudor de mis manos, caspa de mi cabeza y uñas de mis pies.

Vengo recalentándolo durante los últimos cuatro meses.

Nadie entiende bien nada de lo que digo. Entran tontos y salen igual, tontos.

Voy a romperle la cara a ese tristecito y que él se termine mi guiso.

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Los dientes de azúcar ¡Qué dientes feos que tenés!

No son feos, están derechos, pasa que son pocos y están rotos.

Eso es porque no te cepillabas.

No, es que tuve un problema de salud apenas nací y no pude tomar leche durante toda mi infancia, entonces tengo los dientes débiles, como de azúcar son.

Hay muchos otros alimentos que tienen calcio…

Supongo que mis padres no lo sabían, pero, ¿no me vas a besar por eso?

No, sí.

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Me duelen las piernas

Me duelen las piernas. Por atrás, y desde los muslos a los tobillos. Hace más de un año que tengo esta molestia, no había tratado de resolverlo antes.

Creí que era porque no tenía suficiente lugar en la cama y estaba incómodo. Pero ahora me duelen más. A veces las apoyo en el respaldo de la cama para que circule mejor la sangre, pero se me duermen y las tengo que bajar. No puedo dormir más de cinco horas sin que me despierte el dolor de piernas.

También me pasa en el trabajo. Los pantalones chupín que uso me aprietan y las piernas como que se calientan. Es una sensación rara. Pareciera que solo se va a calmar si corro un rato, o lloro, o devuelvo. O todo al mismo tiempo.

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Me da la impresión de que me voy a morir, a veces.

Rarísimo.

Las medias y los borcegos me molestan también.

Ahora me duelen los brazos además.

Trato de manifestarlo poco porque mis amigos dicen que me quejo demasiado, o que siempre estoy enfermo.

No sé qué es. No entiendo.

Fui a ver un traumatólogo y me mandó a hacer radiografías de las caderas. Me demoré y las órdenes se vencieron. Ahora tengo que volver a sacar turno con el médico y esperar, luego sacar turno para las radiografías y volver a esperar. Mierda. Me duele cada vez más.

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No quiero trabajar nunca más en mi vida

No quiero trabajar nunca más en mi vida. Quiero hacer lo que quiera todo el tiempo. Se están llevando el ochenta por ciento de mi existencia estos hijos de puta.

Toda la gente que veo por ahí está yendo o viniendo del trabajo, o trabajando. No hacen mucho más que eso. Por eso los domingos no hay casi nadie en la calle.

¿Quién fue el idiota que inventó todo esto? ¿Cómo pueden acostumbrarse? Creen que es la única manera.

Sin esta mierda, otras mierdas tampoco existirían: La comida rápida, las amas de casa, los analgésicos, los fines de semana, las universidades, las guerras, la cocaína, los shoppings…

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He hecho un esfuerzo enorme por aceptar, pero no puedo. Creí que iba a poder. Lo pienso una y otra vez. No puedo.

Cuando lo digo, me miran raro, algunos se ríen y hasta se enojan. Me pongo gente en mi contra, no me entienden. No me prestan atención siquiera.

No tengo aliados, ni uno.

A veces creo que me voy a volver loco.

Bastantes huevos tengo, otro que ve lo que yo veo y está tan solo, termina tomando cianuro, si antes no se hace alcohólico, drogadicto o se enferma de algo. ¡Estoy tan harto! Pero esto no va a quedar así.

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Laura Dos gramos de Ergotamina de un tirón, es demasiado. Es un montón. Pero yo me conozco (la conozco), sé lo que se viene, no me deja muchas opciones.

Ya ni me acuerdo cuándo fue la primera vez, pero tiene cosas de una mujer que conocí bastante luego. Sobre todo en eso de no pedir permiso, de patear puertas para abrirlas; pero también en la ceguera que dan, y en que ambas me mandaron finalmente a la cama.

Recuerdo infinitas tardes con mi cabeza en el regazo de mamá, acariciándome el pelo, relajándome, una vez que Laura se iba. Era un niño, no había derecho.

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Hoy mismo, retirarme de una fiesta recién habiendo llegado. Histérico, avergonzado, vencido. A encerrarme en mi cuarto, apagar la luz, un paño frío. A ser violado.

Porque ahí me espera la otra fiesta, ahí adentro sí pasa de todo. Me gritan al oído, me aprietan la cabeza, me queman los ojos, me pisan el cuello… De todo. Y este tormento dura horas. Después empiezo a caminar por el techo y las paredes.

Por último, y con mucha suerte, vomito.

Pienso, con lo que me queda de fuerzas

y ganas:

Laura es lo más miserable que he conocido.

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Nadie, nadie la merece. ¿Hasta cuándo su víspera perversa, su tortura en cada visita?

¡Muera Laura!

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Sin título #3

Le pedí un favor, que no hiciera ruido.

Pero ella, que se empeña inconscientemente en no parecerse a mí, se rió tan fuerte.

Apagamos la luz y no me dejó dormir. Nunca me dejó.

Amaneció. La miré (nunca antes había mirado algo durante tanto tiempo).

Los ojos.

No prometí nada, pero tuve un trueno en la garganta. Le dije algo que quería escuchar, con la boca entrecerrada, tarde, mientras guardaba sus discos y dibujos en la cartera.

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Se enojó. 0

Y yo pienso en el Big Bang, en fumar tabaco armado, en que no conozco a nadie que haya visto tocar en vivo a los Beatles. Y cierro el cajón.

Me mira, porque sí.

Se da vuelta y se va despacio, dándome tiempo para tomarla de la mano y volverla para siempre.

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El amor Descubrí que las mujeres que amé se parecían entre sí. Luego, que todas se parecían a la primera. Finalmente, que la primera se parecía a mi madre.

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Una novia de El Palomar

Me late el párpado derecho, estoy volviendo a casa en un vagón del San Martín.

Estoy triste, pero toda esta gente está más triste, también está cansada y sucia. Yo me estoy cagando, además. Todos tenemos mucho calor.

Ahora estoy esperando el 326 en la estación de El Palomar. Es de noche, es domingo a la noche. Casi no hay luz en esta calle. Quisiera tener una novia de El Palomar.

Eso de que cuando pasa un colectivo que va, está por pasar el que viene (el que te lleva a tu casa), es mentira.

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Borracha a las 7 a.m.

No está haciendo absolutamente nada con su vida, como casi todas las personas que él conoce.

Se ha empeñado en mostrarle nuevos caminos, pero a ella no le interesan.

No escucha.

No piensa.

Va a seguir haciendo las mismas cosas y a tropezar siempre, en el mismo lugar y con la misma piedra. Va a vivir perpetua en ese mundo pequeño en el que quiere que también él viva. Y va a seguir volviendo borracha a las 7 am.

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Hija de puta Hija de puta, imbécil de por vida. Vos tenés la culpa de que un hombre lleno de ilusiones despierte muerto de frío y odiando cada cosa con la que se cruza. Cada frase, cada gesto, la humedad y su pelo.

Haber soñado con vos.

Tratar mal a gente que amo porque debería tratarte mal a vos y no estás al lado mío.

Escoria, no tenés intelecto ni para ser mala.

Y no está del todo bien echarte culpas, sé que sos el resultado de gente que te hizo durante mucho tiempo lo que vos me hiciste a mí. Pero no voy a culparme a mí tampoco.

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Yo soy una persona sincera, que sabe pensar y hablar. No hice nada malo, tarada.

Fue la mentira, es decir, tu incapacidad de mantener una postura por más de 24 horas, lo que hizo que te mire de otra manera, que te trate con cuidado, que te trate mal, que te ame con cuidado, que me ame.

Pedazo de mierda, ignorante.

Yo, tratando de ponerme en tu lugar. ¿Por qué debería yo hacer algo así? Si no vas a aprender jamás, ni aunque te cague a patadas, ni aunque te llene de abrazos.

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Siempre enojada Enojada ¿Con quién, esta vez? Siempre enojada. Dando empujones, tirando patadas, trompadas. Mordiendo, jurando. Te he visto llorar por enojo con uno de mis ojos, con una, con cualquiera que pasaba. Aprendí nuevas puteadas. Busquemos enemigos, mi amor, para que sigas enojada, cualquier persona es apropiada. Tu gracia es ebullir, no importa con qué fuego, ni en qué pava. Enojada. ¿Por qué, mi amor, tan enojada?

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Noventa besos en la cara

Le dio como noventa besos en la cara, sin exagerar. Recién despiertos, ella, en realidad, no él. No decía nada, cerró los ojos y parecía contenta. También parecía que era la primera vez, o por ahí era pura actuación. Ahora me da un poco de vergüenza, quizás no decía nada para no hacerlo sentir incómodo.

Igual, con besos y todo, el amor se fue a la mierda.

La noche anterior habían fumado marihuana y cogieron hasta morirse. Ella no es de nadie, se decía,

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y está bien, así debe ser, se decía después. No hay nada para comer, así que uno de ellos va a los chinos, el otro se queda y tiene ganas de revisarle el celular. Empiezan a desayunar y algo los apura; ella se pone triste y él, de mal humor. Otras veces, al revés.

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Sin título #2

Hay algo entre el azar y el destino que solo puedo entender si pienso en vos: En vos peinándote al lado de la cama. En vos lloriqueando. En vos inventando palabras. En vos escuchando la mitad de lo que digo, en vos no entendiendo nada de lo que dije. En vos haciéndote una cola de caballo, toda transpirada. En tu shortcito rosa de jean. En tus calzas con barquitos. En tus dientes crujiendo a la madrugada. En vos colgada de mí como un mono. En vos chupándomela y mirándome a los ojos. En vos caminando adelante mío. En vos enojada con tu madre. En vos apretando el puño y amenazándome. En vos extrañando a tu padre, en vos extrañándome. En vos diciendo la verdad. En vos sabiendo quién sos.

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En vos haciendo la cena con el uniforme del trabajo. En tu mirada que eran todas las miradas. En tu risa escandalosa. En vos, por fin, dormida. En tu piel té con leche. En tu peinado de Frida Kahlo. En vos hablándome en voz baja. En vos vestida de futbolista, de puta. En vos, pero adentro de esta casa. En vos poniendo el agua un poco más caliente. En vos fumándome los cigarrillos. En vos cepillándote los dientes, a lo bestia. En tus tangas colgadas en la canilla. En vos acariciándome el pelo, rascándome la espalda. En vos dándome una paliza. En vos diciéndome te amo. En vos yéndote una mañana con los párpados hinchados. En vos. Y en mí entendiendo todo.

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Es olvidar

Sí que es olvidar. Hace unos meses podía dibujarla. ¡Y dibujaba igual de mal que hoy!

Ya entendí la lógica de los recuerdos.

Como la forma en que me duermo aunque esté la canilla goteando y goteando y goteando; como la forma en que no encuentro algo que no uso tanto; como la forma de una nube que cambia lentamente, lentamente separo la paz de la quietud y olvido.

Yo también estoy siendo olvidado por alguien ahora mismo.

Por ella, también. Claro.

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Una rubia (las tonterías caras)

Y justo ahora, que empezaba a empujarse, aparecen los ojos verdes.

Aprende a decir adiós y bienvenida en una tarde.

Tenía en mente dedicarse a perder sus pertenencias y comprender obsesiones.

Probablemente tire este poema, pero reclasifique sus pensamientos, con una tontería que le va a salir tan cara como las anteriores.

Le manda un beso, porque la verdad es que no tiene idea de lo que está haciendo, no sabe si abrazar o irse.

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Ella está tratando de hacer tampoco sé bien qué cosa, pero es bellísima. Otra, una rubia, para no olvidar nunca.

Solo alguien puede detenerlos, y son ellos mismos. Pero es posible que aún haya, por decirlo de un modo, quienes amen pagar las tonterías caras.

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Sin título #1 Claro que sé lo que quiero, quiero ser libre. Siendo libre podría ser lo que quisiera, en verdad.

Sucede que me llevó años saber que no estaba equivocado. Me llevó años descruzar los brazos, soltar el maxilar, dejar de mirarme los pies, salir del armario, enamorarme otra vez.

Es decir, pagar al fin la última cuota de lo que me convencieron comprar, para un día darme cuenta que no le di ningún uso. Fue la regla disfrazada de consejo.

Lo hago por los que se quedaron afónicos, por los que se enmiendan la ropa, por los que pegan stickers en las bananas, por los que perdieron las piernas en un partido de ajedrez, por los que van y vuelven en La Costera,

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por los que se observan todo el día en el espejo y no se ven. Lo hago por mis hijos, por mi abuela.

Pero más lo hago por los que no pueden dormir a causa del ruido que hacen los cabezazos de quienes se agachan a juntar del piso la misma cosa vieja, lo que se le cayó a alguien más. O peor aún, lo que alguno dejó ahí tirado a propósito.

¿Se supone que debo sentirme avergonzado, no? ¿Debería estar conforme, agradecido? Sí, soy un renegado, pero me quejo mucho menos que ustedes.

Y por supuesto que no soy libre, soy un esclavo. La diferencia es que yo lo sé y ustedes no. El primer paso para ser libres es saber que nunca lo habíamos sido.

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Cantan, pero no vuelan

¡Qué duro ha sido todo este tiempo! ¿Cuánto puede soportar el corazón de un artista? ¿Cuánto, su cuerpo?

Han estado llevándose mal durante siglos y nunca tuvimos la culpa de nada, queríamos (queremos) tiempo.

Como algunas aves que vuelan día tras día, todo el día, y cantan y alegran. Somos de las que enjaularon, cantan, pero no vuelan. Alegran, pero no vuelan.

Apenas encuentran la diferencia entre lo verdadero y lo bello.

Entonces aparecen las ganas de matar, de romper, de gritar.

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De tirarse por el balcón a la cama. Pero no están tristes, están enojados. Y por eso serían capaces de agarrar cualquier libro grande de la biblioteca y golpear una cabeza hasta explotarla, o lo mismo, pero con una trompeta o una cámara de fotos, o hacer tragar pintura a la fuerza y sacar un globo ocular con una espátula, o sencillamente pisar un torso y tironear del brazo hasta arrancarlo, amasijar un cuerpo hasta que quede marchito y arrebujado en la esquina de una sala blanca enorme, con buena iluminación y aire acondicionado. Creo que es bastante posible.

A ver si así entienden algo y no se paran a mirar como bobos, o siguen de largo.

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Tres vientos

Siempre me habían hablado sobre el peligro de andar cerca de las autopistas.

Volé medio rengueando, como lo hacemos los mosquitos. De un momento a otro, algo pasó muy rápido.

Un auto.

El viento me embolsó y me empujó adentro. Permanecí tirado, inconsciente, en un rincón. Cuando desperté, traté de incorporarme. Tenía un ala dormida. Esperé un rato. Estaba muy mareado y aturdido.

Otro viento, que no sé ni de dónde salió, volvió a sacudirme.

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Perdí por completo el equilibrio y no tuve el control de nada de lo que hacía. No podía diferenciar arriba de abajo, derecha de izquierda. Tampoco pude discernir cuánto tiempo había pasado. Me golpeé infinidad de veces contra el cristal del parabrisas, creyendo que por fin había salido. Inútil. La mano del conductor tratando de derribarme, aplastarme. Constantemente. Luego la del acompañante. Ya había perdido las esperanzas. Pensaba en quién me había mandado a alejarme del agua estancada y las bolsas de basura.

El tercer viento me arrancó al exterior con violencia.

Estaba otra vez afuera, en otro lugar. Y del otro lado de la autopista.

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A modo de agradecimiento:

El amor no se agradece, así que solo voy a nombrarlos:

Nahuel Ortega, Florencia Strambini y Karen Fernandez.

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Índice

Rock & Roll /7

Corazón de semen /10

Guiso /12

Los dientes de azúcar /13

Me duelen las piernas /15

No quiero trabajar nunca más en mi vida /18

Laura /20

Sin título #3 /23

El amor /25

Una novia de El Palomar /26

Borracha a las 7 a.m. /27

Hija de puta /29

Siempre enojada /31

Noventa besos en la cara /32

50

Sin título #2 /35

Es olvidar /37

Una rubia (las tonterías caras) /38

Sin título #1 /40

Cantan, pero no vuelan /43

Tres vientos /45

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Este libro se terminó de imprimir en Buenos Aires, otoño 2015.

milena caserola

*

Hablo de lo humano. Hablo, también, de lo monstruoso. Mi cuerpo es un signo vivo, aturdido por la expansión. Ésta es mi punta de flecha, el final de la fiesta del mundo. ¿Cuánto puede soportar el corazón de un artista? Lo mismo que soporta un mosquito al costado de una autopista.

Florencia Strambini