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Portada del programa de feria del año 1956. · estratégicos de la villa de Tarifa. Pero no fue hasta mitad del siguiente mes en que Tarifa fue finalmente desocupada por su anterior

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Portada del programa de feria del año 1956.

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ALJARANDA

Año XVI. Número 62 - 3º TrimestreSeptiembre 2006

Revista de Estudios TarifeñosEdita:

Servicio de PublicacionesExcmo. Ayuntamiento de Tarifa

Delegación de CulturaDirector:

Jesús Terán GílConsejo de Redacción:Miguel Manella GuerreroJavier Mohedano Ruano

Manuel Liaño RiveraJosé Araújo Balongo

Manuel Reiné JiménezWenceslao Segura González

Rafael Sánchez RuizJuan Navarro CortecejoJuan A. Patrón Sandoval

Fotografía:Manuel Rojas Peinado

Diseño y Maquetación:Media Factoring, S.L.

Distribución:Delegación de Cultura

Dirección:ALJARANDA

Casa de la CulturaAmor de Dios, s/n

11380 TARIFACorreo electrónico:

[email protected]ágina web:

www.tarifaweb.com/aljaranda.phpImprime:

Tipografía La Nueva, S.C.Arapiles, 11. TarifaDepósito Legal:

CA-157/91ISSN:

1130-7986

ALJARANDA sólo se haceresponsable de los trabajos sin origen

expresamente indicado.ALJARANDA no comparte

necesariamente las opinionesexpuestas en los artículos por ella

publicados, no manteniendocorrespondencia sobre los trabajos

que nos envían.

SUMARIOLa fecha de la conquista de Tarifa porSancho IV el BravoWenceslao Segura González

Tarifa, de Provincia a Distrito Marítimo (I):Importancia de la Matrícula Naval en laProvincia Marítima de TarifaManuel Quero Oliván

1836: La defensa de Tarifa durante laincursión carlista de Gómez en elCampo de GibraltarJuan A. Patrón Sandoval

La epidemia de cólera asiático de1886Jesús Terán Gíl

Presentación de libro

Presentación de libro

Documento

Tarifeños de ayer y hoy:Carlos Romero Romero

Quinta del cincuenta y siete (XV)José Araújo Balongo

Hace doscientos años

Cierros y Balcones de Tarifa:Sancho IV el Bravo, nº 22

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Nuestra Portada:Manuel Reiné nos trae en esta ocasiónuna antigua vista parcial de La Calza-da desde la calle San Francisco.

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HISTORIA ALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

Wenceslao Segura González

La fecha de la conquista de Tarifapor Sancho IV el Bravo

n el año 1292 las tropas cristianas al mandodel rey Sancho IV conquistaron la plaza de

Tarifa, entonces bajo dominación norteafricana. Esteacontecimiento militar fue el más importante del rei-nado del rey Bravo y uno de los de mayor trascen-dencia de la Reconquista. El problema se nos plan-tea cuando se examina la documentación de la épo-ca y las crónicas cristianas y musulmanas. Para unos,Tarifa es conquistada el 21 de septiembre, mientrasque para otros lo es en torno al 13 de octubre. Trasanalizar meticulosamente la información disponible,llegamos a la conclusión de que el 21 de septiembrede 1292 se produjo la firma de las capitulaciones,acompañada de la ocupación cristiana de los puntosestratégicos de la villa de Tarifa. Pero no fue hastamitad del siguiente mes en que Tarifa fue finalmentedesocupada por su anterior población musulmana, pro-duciéndose la entrada triunfal de Sancho IV el día 14de octubre de 1292.

LAS CRÓNICAS CRISTIANASLa Crónica del rey Sancho IV, aunque escrita

cincuenta años después de los sucesos que narra,es un documento muy fiable, ya que su redactor tuvoa su disposición la documentación de la cancilleríacastellana y trató de plasmar con objetividad los su-cesos acontecidos durante el reinado de aquel rey.Por esta razón la narración de la conquista de Tarifaque hace la Crónica debe de considerarse como ve-raz. La parte de interés para nuestro análisis es lasiguiente: "[…] é el Rey punó de se ir, é llegó á Sevi-lla en el mes de Mayo, víspera de cincuesma [24 demayo]. É dende á cuatro dias que y [allí] llegó,encaesció [parió] la reina de un fijo varon, que dijeronel infante don Felipe, é atendió y toda hueste é tobo yel dia de Sant Juan. É desque las gentes fueron yllegadas, é la flota que en Castiella é en Asturias é enGalicia armáran, en que iban once engeños quemandára él facer, llegó a Tarifa. [….] É el Rey acogiesea este consejo, é mandó armar los engeños é comba-tirla muy fuerte por mar é por tierra por muchas ve-ces fasta que la ovo de entrar por fuerza, é tomóla en

el mes de Setiembre, el día de Sant Mateo apóstol éevangelista, é el Rey tomó y tan grand afan é tantalaceria, que fue comienzo de la dolencia que él ovodespués, de que ovo de morir" (1) (2).

La Crónica nos viene a decir que el sitio deTarifa debió comenzar a principios del mes de julio ycomo confirman otras crónicas, la conquista de tanestratégica plaza fue dificultosa y exigió el máximoempuje de los cristianos, que en esta operación esta-ban coaligados con el rey granadino. La narración dela Crónica nos habla de forma imprecisa que a Tarifase entró "por fuerza" y parece excluir la posibilidadde capitulación.

Otra antigua crónica cristiana que da informa-ción complementaria a la crónica real es la de Jofréde Loaysa, que recoge la conquista de Tarifa, confir-mando la fecha de la Crónica: "Después de esto elnoble rey Sancho, habiendo reunido su ejército, mar-chó a poner sitio a Tarifa y entonces mandó ante elilustre rey de Francia al reverendo padre don Gonza-lo, el arzobispo antes citado que luego fue cardenal,y al maestro Nicolás su médico y a Parcasio Martínezjuez de su curia para tratar y ordenar algunas cosasque entre dichos reyes quedaron pendientes. Y cuan-do esos nuncios lo habían resuelto todo felizmenteconforme al deseo del rey Sancho y volvían a sulado, se encontraron con que, haciéndolo Dios,había tomado Tarifa, entrando en ella el día del bien-aventurado Mateo apóstol y evangelista, en la erade 1330" (3).

Ortiz y Zúñiga, en su bien documentada histo-ria de la ciudad de Sevilla, recoge la conquista deTarifa, habida cuenta de la importante y decisiva par-ticipación sevillana en esta empresa: "Juntó [SanchoIV] al exército que se prevenia para oponerse á AbenJacob [sultán benimerín], e trató de emplearlo en al-guna empresa, y se resolvió la de Tarifa: aunque seamagó a la de Algecira, contra que se publicó la mar-cha, cuyo asedio duró seis meses, porfiado en com-bates y peleas, y al fin fue expugnada por fueza á 20de Setiembre, víspera de San Mateo, con tanto tra-bajo personal del Rey, que enfermó luego del acci-

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dente que le acabó la vida, cuya gallardía de ánimoen todo se empeñaba el primero. Había pareceres dedesmantelarla, pero ofrecióse a tenerla un año elMaestre de Calatraba Don Rui Perez Ponce de Leon,hermano de Don Fernan Perez Ponce [muerto en Ta-rifa según Ortiz y Zúñiga], y quedó con ella con doscuentos [dos millones] de acostamiento, bendiciendosus Mezquitas el Arzobispo [de Sevilla] Don Garcíaque se halló presente como los de su Diócesis: ha-bían acudido á esta guerra muchos Prelados de lasIglesias; vino entre ellos Don Fr. Rodrigo, Arzobispode Santiago [...] Volvió el Rey con el exército vence-dor a Sevilla, y estaba aquí á 21 de noviembre queconfirmó un privilegio de su padre para la poblaciónde la Puebla de Coria [el 8 de noviembre ya confirmóprivilegios en Sevilla][…]" (4).

La tradición local tarifeña también debe ser te-nida en cuenta con las debidas cautelas. San Mateoapóstol es de tiempo inmemorial patrón de Tarifa ydesde el siglo XVI la iglesia mayor de la ciudad tienela advocación del santo evangelista. A mitad del si-glo XIX en el camerín de la iglesia de Santiago, quelinda con la muralla por el flanco este, había un letre-ro que decía: "En 21 de setiembre de 1292, reinandoD. Sancho IV el Bravo se ganó esta ciudad a los mo-ros por el postigo de Santiago que está tapiado" (5).

No sólo la tradición nos da la misma fechaque la Crónica, sino que es aún más explí-cita al señalarnos la zona por donde entra-ron los cristianos, que corresponde a la lógi-ca militar, por encontrarse la muralla adya-cente a la iglesia de Santiago rodeada depeligrosos padrastros que debieron ser utili-zados por los numerosos ingenios con losque contaban los sitiadores cristianos.

Los Annali Ianuenses indican que ha-bía en Tarifa en el momento de la conquistamás de tres mil combatientes y una pobla-ción "entre hombres, mujeres y niños" de8.664 personas. También afirma que el arra-bal cayó en poder de los cristianos el día 20de agosto, lo que significaría el principio dela derrota de Tarifa (6) (7). Esta interesantecrónica genovesa nos da como fecha de laconquista de Tarifa el 14 de octubre, lo quesucedió a pesar de estar la villa "perfecta-mente fortificada" (8).

LAS CRÓNICAS MUSULMANASLas crónicas musulmanas medievales

son poco propicias para relatar los aconte-cimientos militares que les fueron desfavo-rables. Aún así, algunas referencias se en-

cuentran a la toma de Tarifa. La crónica al-Qartis es-crita en la época que comentamos detalla las circuns-tancias de la pérdida musulmana de Tarifa: "[…]Ibnal-Ahmar [rey de Granada] se alió con Alfonso [esdecir Sancho IV] y concertó con él que sitiaría a Tari-fa, hasta tomarla para cortar el paso de al-Andalus alemir Abu Ya’qub [sultán benimerín]. Se comprometióIbn al-Ahmar a sufragar los gastos de su ejército,mientras durase el cerco. Acampó sobre ella Alfonsoel 1 de djumada segunda [aproximadamente el 20 demayo]; la atacó por mar y tierra, noche y día, y levan-tó máquinas para batirla. Ibn al-Ahmar le enviaba pro-visiones, pertrechos, flechas y todo lo que necesita-ba hasta que se le rindió por capitulación, y entró enella el último día de shawwal del 691 [año 1292 de laera cristiana]" (9).

La fecha islámica del "último día de shawwal"corresponde aproximadamente al 13 de octubre. Nose puede conocer la fecha juliana exacta correspon-diente, ni siquiera podemos saber si ese día fue el 29ó 30 de aquel mes. La razón se encuentra en que elcalendario islámico es observacional y nocomputacional y depende de la visión del primer cre-ciente lunar, que depende de muchos factores, entreotros la agudeza visual del observador y la transpa-rencia del cielo. De tal forma que el calendario que

Imagen 1. Reproducción de un trabuco o trabuquete que lanzaba piedrasredondas o bolaños a gran distancia y con buena precisión. Máquinas o"ingenios" de este tipo fueron utilizadas para la conquista de Tarifa. Fue-ron construidas en el norte de la Península y traídas a Tarifa por mar. Aeste tipo de ingenios donde el contrapeso (encerrado en un cajón a laderecha de la fotografía) se mueve a través de un eje lo llamaron losromanos bifas. (EGIDIO ROMANO: Glosa Castellana al "Regimiento de Prínci-pes", edición, estudio preliminar y notas de Juan Beneyto Pérez, Centrode Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 1042-1044).

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realmente usaban los musulmanes se podía des-plazar varios días del calendario islámico aritméti-co, que es el utilizado para efectos cronológicos.En todo caso, la crónica de al-Qirtas nos da unafecha desplazada unos 20 días de la dada por lascrónicas cristianas.

Ibn Jaldún que escribió su historia de losberéberes en el siglo XIV también nos relata la pérdi-da de Tarifa: "Durante cuatro meses la guarnición deTarifa resistió vigorosamente, pero al fin agotada porel hambre y por las pérdidas que había sufrido, con-sintió en evacuar la fortaleza. El rey cristiano acordóuna capitulación que fue cumplida en todas sus con-diciones. Fue el año 691 en que Tarifa sucumbió" (10).

El sitio debió empezar cuando Sancho IV llegóa Tarifa, que como hemos dicho fue a principios dejulio, lo que también viene confirmado por el itinerariodel rey cristiano. Si nos fiamos de Ibn Jaldún habráque suponer que la toma de Tarifa pudo ser a finalesdel mes de octubre, o sea cuatro meses después. Aligual que al-Qirtas, Ibn Jaldún habla claramente deque hubo una capitulación, como tantas veces ocu-rría en las plazas sitiadas tanto por cristianos comopor musulmanes. Esto significa que los musulmanespudieron salir con vida, llevándose algunos de susbienes y bajo otras condiciones pactadas en las ca-pitulaciones.

José Antonio Conde en su monografía sobre

las crónicas árabes recoge la conquista de Tarifa enestos términos: "[…] Poco después el Rey Sanchode Castilla fue á poner cerco á Tarifa y la puso engrande aprieto, combatióla con muchas máquinas éingenios por mar y por tierra, y aunque los de la ciu-dad se defendían bien, al final la entró por fuerza dearmas y causó gran matanza en la ciudad: puso enella un noble Alcalde llamado don Guzman, que erade los mas esforzados caballeros de su hueste" (11).

LAS CARTAS DE JAIME II DE ARAGÓNLa diferencia entre las fechas dadas por las

crónicas cristianas y musulmanas podría ser inter-pretada como uno de los muchos errores que la im-precisión de los cronistas cometían con frecuencia.Pero otros documentos, que ahora analizamos, con-firman esta disparidad de fechas.

El rey de Aragón, Jaime II, mantenía frecuen-te correspondencia con el rey Sancho IV. Ademástenía especial interés en lo que sucedía en Tarifa,puesto que ayudaba con diez galeras al sitio de laplaza. Por tanto, le debieron comunicar con inmedia-tez la conquista de Tarifa, de la que debió tener cono-cimiento en torno a una semana después, tiempo su-ficiente para que la noticia llegara hasta Barcelonadonde por entonces se encontraba el rey aragonés.

Los días 2, 7 y 23 de octubre expidió cartasJaime II con destino a Sancho IV y en ninguna de

ellas refiere que conociera la conquista deTarifa, a pesar de que dos de estas cartascorrespondían a peticiones que el rey cas-tellano le hizo por mediación de manda-deros. El día 23 de octubre Jaime II infor-maba al rey castellano del envío de lassoldadas para la flota del Estrecho:"Fazemos vos saber que reçibiemos la car-ta vra. [vuestra] que agora nos embiastescon el alfaquim [médico], e entendidoaquello que en la dita carta vra. era conte-nido gradecemos vos muyto de lo que enla dita carta vra. nos embiastes decir; esepades Rey, que nos luego en fuemos ve-nidos de Mayorques faziemos armar ungaleot en Barcelona, en el qual vos envia-mos la paga por a las nras. [nuestras] galeaspor dos meses con Fransec del Pin,escrivano de casa nra" (12) (13).

Puede interpretarse que el alfaquín dela mandadería fuese el tal Nicolás al que serefiere Jofré de Loaysa y que por tanto lle-gase a la corte aragonesa, no directamentede Tarifa, sino desde Francia y que por ellodesconociese la conquista de Tarifa, por lo

Imagen 2. Ingenio que los romanos llamaban catapulta y en la Edad Mediafue conocida como tripancio. Lanzaban bolaños más pequeños que lostrabucos, pero tenían la virtud de que podían cargarse con más rapidez,lo que aumentaba su frecuencia de disparo. De ellas se dijo que "noexiste arma de artillería más implacable". (FLAVIO VEGECIO RENATO: Compendiode técnica militar, Cátedra, Madrid, 2006, p. 347). Algunos de los onceingenios que trajo Sancho IV a Tarifa debieron ser de este tipo.

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que no pudo comunicársela a Jaime II.El día 24 de octubre vuelve Jaime II a escribir

a Sancho IV: "E rey fazemos vos saber que des-pués de las ditas letras nos enviamos [la del díaanterior] sabiemos que aviedes presa Tarifa la qualcosa nos plaze muy de coraçon e end avemos muygran alegria. Et loado sea dios de la honra que eneste feyto voz fizo por que Rey nos vemos e cono-cemos que dios faze por vos e quiere exaltar elvuestro estado" (14).

O sea, que el aragonés conoció la noticia de laconquista de Tarifa ese mismo día 24 de octubre y nopor comunicación de Sancho IV sino por sus propioscorreos.

No nos debe extrañar que Sancho IV tardaratiempo en comunicar a Jaime II tan extraordinarianoticia como fue la conquista de Tarifa, que debíaesperar con el máximo interés el rey de Aragón. Añosdespués, con motivo de la batalla del Salado ocurrióuna circunstancia similar. La batalla ocurrió con se-guridad el día 30 de octubre de 1340, según nos loconfirman numerosos documentos, pero no fue has-

ta el día 8 de diciembre que Pedro IV el Ce-remonioso, rey de Aragón, felicitó al caste-llano Alfonso XI y esto a consecuencia dela llegada a la corte aragonesa de una misi-va del rey de Castilla: "[…] Rey fazemosvos saber en como recibiemos una letrasen las quales nos faziades saber la victoriaet la honor et la gloria que nuestro seynorDios vos havia querido dar del enemigo malode la nuestra fe católica et de la cruz denuestro senyor Jesucristo et de las sus gen-tes perfidas et malvadas: de la qual cosasomos seydo nos et todas nuestras gentesmuy alegres et pagados et facemos por endea nuestro senyor Dios lohor et gracias delbien et la merce que vos ha querido fazer endarvos la su ayuda et la su victoria […]" (15).

Esta carta despistó a los historiado-res, hasta el extremo de que algunos con-cluyeron que la batalla del Salado tuvo lugarel lunes 28 de noviembre, ya que sólo asíse interpretaría que Pedro IV felicitara a Al-fonso XI más de un mes después de la ba-talla, cuando con seguridad los correos ara-goneses debían haber llevado mucho antesla noticia al rey, dada la importante partici-pación aragonesa en aquella decisiva bata-lla (16).

LA INTERPRETACIÓN DE LA DOCUMEN-TACIÓN

Mercedes Gaibrois en su insuperable obra so-bre la conquista de Tarifa trató de resolver la proble-mática originada por esta diversa información. Supu-so que el día 21 de septiembre se dio una batalladecisiva, tal vez con motivo de una salida de los si-tiados, lo que significó que se negociara la capitula-ción, que tuvo como resultado la ocupación de Tarifapor Sancho IV el Bravo el 13 de octubre (17).

Nos parece a nosotros que lo ocurrido el día21 de septiembre debió ser más decisivo y sobre todomás concluyente. Pudo ocurrir que en ese día fuesenfirmadas las capitulaciones, lo que vino a significar laocupación inmediata por los cristianos de los puntosestratégicos de la plaza tarifeña: sus principales to-rres, sus puertas y el castillo. Y que a partir de enton-ces se desarrollaría lo acordado en la capitulación,entre lo que se encontraría la entrega de las armas yla entrega de víveres a los sitiados.

No es extraño que la evacuación musulmanade Tarifa se prolongara por unos veinte días. La cróni-ca genovesa nos dice que había entonces en Tarifa8.664 personas, dato que viene a apoyar que hubo

Imagen 3. Asalto a una fortaleza medieval. Aunque se representa la caba-llería entre los sitiadores, el peso de las operaciones del cerco recaía en lainfantería. La defensa de la plaza se hacía, como debío ocurrir en Tarifa en1292, desde las torres y la muralla.

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capitulación, ya que un censo tan preciso sólo setendría si hubo que contar a la población, ya fuesepara conocer su destino o para el pago de algún im-puesto que se le impusiera.

La salida de tan numerosa población de Tarifadebió exigir negociaciones con Algeciras (entoncesocupada por los benimerines africanos) y con Grana-da, adonde serían enviados muchos de los tarifeños(18). Otros, en especial los defensores militares, de-bieron ser trasladados a Marruecos. En cualquier caso,la salida debió ser ordenada y los cristianos debieronde tener seguridad de que tan numerosa poblaciónllegara a sus lugares de destino, quizás con muchosde sus bienes muebles, lo que habría hecho penosoel viaje a Algeciras y a Gibraltar.

Debió ser el 13 de octubre, poco más o me-nos, cuando la plaza de Tarifa quedó vacía de mu-sulmanes, lo que permitió la entrada triunfal deSancho IV el Bravo, acompañado del arzobispo deSantiago y el de Sevilla, que de inmediato bendijolas varias mezquitas de la ciudad, con lo que se po-día dar por finalizada la conquista de Tarifa. Este de-bió ser el momento que esperara el rey castellanopara comunicar a su aliado Jaime II la conquista deTarifa. Es lógico que siendo el día 21 de septiembreel de la rendición de la plaza, fuese tomada por loscristianos como la fecha de la conquista y que a suvez los musulmanes tomaran el día de la conquistaaquel en que se produjo la salida de la poblaciónmusulmana.

REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA(1) Crónica del Rey Don Sancho el Bravo, Biblioteca deAutores Españoles, Madrid, 1934, p.86.(2) Creemos que han sido mal interpretadas las razonespor las que Sancho IV se inclinó a sitiar Tarifa en vez deAlgeciras. La cita textual dice: "consejaronle que cercaseá Tarifa, por razon que era la mar más estrecha alli, é queavian allí mejor salida para los caballos cuando los mo-ros pasasen aquende que en otro lugar ninguno". Segúnnuestro parecer la elección de sitiar Tarifa en vez deAlgeciras fue por su cercanía a la costa africana y por lafacilidad que el ejército desembarcado tendría para se-guir su ruta hacia tierras cristianas. El historiador Ibn Jaldúnafirma que fueron otras las razones para sitiar Tarifa. Se-gún este historiador, en la reunión que mantuvieron elrey de Granada Ibn al-Ahmar y Sancho IV estuvieron deacuerdo en que "de todas estas plazas fuertes, Tarifa erala más importante y que si lograban conquistarla, les ser-viría de vigía para dominar el Estrecho y de estación parauna flota capaz de luchar con todos los navíos que lospuertos del Magreb podrían poner en el mar", IBN KHALDOUN:Histoire des Berbères et dynasties musulmanes del’Afrique septientrionale, traducción del árabe por el Ba-rón de Slane, Paul Gauthner, París, 1978, tomo IV, pp.

131-132.(3) JOFRÉ DE LOAYSA: Crónica de los Reyes de Castilla, Aca-demia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1982, p.86.(4) ORTIZ Y ZÚÑIGA, Diego: Anales eclesiásticos y secularesde la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Madrid,1795, tomo I, pp. 389-390.(5) MONTERO, F. M.: Historia de Gibraltar y su campo, Cádiz,1860, pp. 112-113.(6) LADERO QUESADA, M. A.:"Castilla y la Batalla del Estrechoen torno a 1292: la toma de Tarifa", Almoraima 9 (1993)15-24.(7) GAIBROIS BALLESTEROS, Mercedes: Historia del reinado deSancho IV, Madrid, 1928, p. 181. Entendemos que el arra-bal que fue conquistado el 20 de agosto fue la aljaranda,no el arrabal norte. Sólo así se comprendería que pudie-ran permanecer en Tarifa cerca de nueve mil personas

Imagen 4. Sancho IV el Bravo, dibujo del año 1594 tomadodel Libro de retratos de reyes. El mayor éxito militar de esterey castellano-leonés fue la conquista de Tarifa, que repre-sentó el inicio de la batalla del Estrecho, un conjunto deoperaciones militares y diplomáticas que concluyeron conla conquista de Algeciras en 1344 y el pleno control delEstrecho de Gibraltar por las fuerzas cristianas.

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durante un mes más de sitio. Aunque no existen datossobre la población de Tarifa al poco de ser conquistada,si estamos en condiciones de afirmar que fue numerosa.Varios datos hablan a favor de nuestra hipótesis. Entreellos está que Sancho IV no concedió a Tarifa una cartapuebla o privilegio de fundación. Al contrario, cuandoSancho IV otorgó su privilegio a Tarifa en 1295 ya existíaun concejo formado, con un incipiente comercio que lamerced real trataba de incentivar (SEGURA GONZÁLEZ,Wenceslao: Los Privilegios de Tarifa, Acento 2000, Tarifa,2002). La toponimia del municipio tarifeño, al poco de laconquista de la plaza, tenía muchos nombres propiosque debieron ser de los primeros ocupantes del alfoztarifeño, por lo que esta zona no debió quedar despobla-da como algunos piensan. Al poco de la conquista exis-tían varias alquerías en uso en el término, probablemen-te heredadas de los musulmanes (ALFONSO XI: Libro de laMontería, estudio y edición crítica por María IsabelMontoya Ramírez, Universidad de Granada, Granada1992, pp. 694-710). La importancia demográfica de Tarifadebió ser determinante, pues en el año 1351, Pedro Iconvocó a los representantes de la villa a acudir a lasCortes de Valladolid.(8) Agradecemos a María José García la traducción deltexto latino.(9) IBN ABI ZAR’: Rawd al-Qirtas, traducido por AmbrosioHuici Miranda, Valencia, 1964, volumen II, p. 696.(10) Ibn Khaldoun, ob. cit., p. 132.(11) CONDE, José Antonio: Historia de la dominación delos árabes en España, Madrid, 1874, p. 279.(12) GAIBROIS BALLESTEROS, Mercedes: Sancho IV de Castilla,Madrid, 1928, tomo III, p. 293.(13) El idioma llamado en España castellano, y más acer-tadamente español en el resto del mundo, era utilizadocon frecuencia en la cancillería catalano-aragonesa. Lasrelaciones epistolares con Castilla se hacían en castella-no, así como las internacionales, e incluso las comunica-ciones internas se hacían ocasionalmente por medio delmismo idioma, o bien una mezcla entre castellano y cata-lán, que algunos llaman idioma aragonés. El latín eratambién muy utilizado por la cancillería aragonesa en laépoca que comentamos. Este idioma dejó de usarse enCastilla en tiempos de Alfonso X, que lo redujo a la co-rrespondencia con el Papa.(14) MASIÁ DE ROS, Ángeles: Relación castellano-aragone-sa desde Jaime II a Pedro el Ceremonioso, Consejo Su-perior de Investigaciones Científicas, Barcelona, 1994,volumen II, pp. 9-10.(15) BOFARULL Y MASCARÓ, Próspero: Procesos de las anti-guas Cortes y Parlamentos de Cataluña, Aragón y Valen-cia, Barcelona, 1881, p. 142(16) GIMÉNEZ SOLER, Andrés: La corona de Aragón y Grana-da. Historia de las relaciones entre ambos reinos, 1908,pp. 270-271.(17) GAIBROIS BALLESTEROS, Mercedes: Tarifa y la política deSancho IV el Bravo, Real Academia de la Historia, Ma-drid, 1920, pp. 27-28.(18) La crónica de Fernando IV nos informa de que hubotarifeños evacuados a Gibraltar. Al conquistar el rey cas-

Imagen 5. Estatua de Sancho IV el Bravo, obra esculpida enpiedra blanca por Francisco de Vôgue entre 1750 y 1753 yexpuesta en el Parque del Buen Retiro de Madrid. (Foto-grafía de Pablo Alberto Salguero Quiles). La conquista deTarifa por Sancho IV en el año 1292 representó un colosalesfuerzo diplomático y económico, habida cuenta de laparticipación, por acción u omisión, de varios reinos medi-terráneos.

tellano esta plaza se le acercó un moro anciano que ape-sadumbrado le habló así al rey: "Señor, ¿qué oviste con-migo en me echar de aquí?, ca tu bisabuelo el rey donFernando cuando tomó a Sevilla me echó de ende, evine a morar a Xerez, e después el rey don Alfonso, tuabuelo, cuando tomó a Xerez echome de ende, e yo vinea morar a Tarifa, e echome de ende, e yo vine a moraraquí a Gibraltar, teniendo que en ningund lugar non estariatan a salvo en toda la tierra de los moros de aquende lamar como aquí, e pues veo que en ningund lugar deestos non puede fincar yo iré allende la mar e me pornéen lugar do viva en salvo e acabe mis dias". Crónica delRey Don Fernando Cuarto, Biblioteca de Autores Espa-ñoles, Madrid, 1934, p.163. Esta noticia que nos da laCrónica también nos explica la numerosa población quellegó a alcanzar la Tarifa musulmana, a la que debieronllegar muchos de los expulsados por las conquistas cris-tianas. También llegaron tarifeños musulmanes a Ceuta,tal es el caso del de Ibrahim al-Tanuji, TORREMOCHA SILVA,Antonio: "Tarifa Islámica", en Tarifa en la Edad Media,Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento deTarifa, 2005, pp. 17-35.

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HISTORIA NAVAL ALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

Tarifa, de Provincia aDistrito Marítimo (I)

Importancia de la Matrícula Navalen la Provincia Marítima de Tarifa

Manuel Quero Oliván

C uando algunos estudiosos y amantes de la his-toria tarifeña me pidieron que plasmase en es-

tas páginas algo de cuanto conozco de su historiamarítima, no pude por menos que echarme a temblar.Conocedor (hasta cierto punto) del tema marítimosabía a lo que me enfrentaba. La documentaciónmarítima, a diferencia de otras, presenta unas carac-terísticas especiales, a saber: es dispersa por locosmopolita y usa de varias jergas o modos lingüísticossegún especializaciones e incluso localización geográ-fica. Además, no hay una "marina" sino varias y muyentrelazadas. Tenemos, por ejemplo: marina científica(descubrimientos, estudios, proyectos, etc.); comercial(pesca, transporte, industrias, etc.); militar (ataques,defensas, tratados, armas, etc.). Todas y cada una deellas han tenido una herramienta común: los barcos oembarcaciones, los cuales, debido a la antes citadaespecialización, también tienen sus diferenciacionesa estudiar dentro de la llamada arquitectura naval.

A lo anterior hay que añadir otra complejidad:las leyes marítimas por las cuales se regían cadauno de los pueblos, pues, hasta la agrupación de unaserie de leyes marítimas en el libro conocido como:Código de las Costumbres Marítimas vulgarmente lla-mado "Libro del Consulado" (1), los españoles no te-níamos un código legal de comercio y navegación.En él se recogían, entre otras, las Ordenanzas de losantiguos Consulados de Barcelona, Burgos y Sevilla;el por aquel entonces (1791) moderno código de Viz-caya; la Ley V de la Partida II, que trataba de naos ymercaderes; las leyes del título XXIV de la mismaPartida; la llamada Curia Filípica y, además, algunaspragmáticas, órdenes, cédulas y algunos autos de ex-pedientes puntuales que antes estaban muy dispersos.

Son muy interesantes de consultar las leyes yordenanzas por las cuales se regían los marinos ensiglos pasados. En su mayoría se referían a las posi-bles responsabilidades en cuanto a la pérdida de

mercancías en los siempre arriesgados viajes maríti-mos, por lo que eran de una precisión más que escru-pulosa. Se tienen en cuenta tantas circunstanciasque, anecdóticamente, se pueden ver artículos refe-rentes al deterioro de la mercancía por no llevar ungato a bordo. En el libro titulado Código de las Cos-tumbres Marítimas (2) en el apartado "Antiguas cos-tumbres del mar", en el capítulo 66 titulado: "De mer-cadería que se deteriora por ratones…" dice: "Losefectos que en la nave maltratasen los ratones, porcausa de no haber gato á bordo, deberá el patrón re-sarcirlo: y todos los puestos ya en la nave, y escritosen manual, si se pierden estando embarcados; debe-rá el patrón satisfacerlos".

Hasta bien entrado el siglo XVII, cada puerto ofondeadero donde se realizaban operaciones comer-ciales marítimas, se gobernaba por las prácticas lo-cales y las costumbres generales del comercio. Noobstante, esto daba lugar a unos embrollos y conflic-tos impresionantes, pues los jueces "de tierra" no es-pecializados en estos asuntos debían resolver sobrealgo que no conocían bien, lo cual no hacía sino ge-nerar más desconfianzas en los litigantes.

En la zona marítima tarifeña son muchos losindicios que nos dicen que eran las leyes y costum-bres venidas del levante español las que predomina-ban, y no las del oeste como es el caso del arcogeográfico comprendido entre Cádiz y el Cabo deSanta María en Faro (Portugal) donde estas costum-bres se encontraban ligadas con otras del tipo nórdi-co por influencias de la poderosa "Liga Hanseática".

Tanta es la influencia levantina en Tarifa que,como un pequeño ejemplo valga el que aún conser-vemos raíces lingüísticas tales como la de llamar"Levante" al viento del este y "Poniente" al del oeste.En un antiguo documento (3) podemos ver cómo seles denominaba a los vientos en distintos lugares yque es como sigue:

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Como podemos ver, para el viento del este y elviento del oeste, es la acepción levantina la que hallegado casi intacta hasta nuestros días en su deno-minación popular. Pero no es éste el único ejemplo, através de diversos artículos ya iré indicando las mu-chísimas similitudes con la parte levantina y orientalque tienen todas las cosas de la mar en la zona tarifeña.

LÍMITES GEOGRÁFICOS MARÍTIMOS Y SU RELA-CIÓN CON LA MATRÍCULA DE MAR

El asunto de los límites de un territorio es decrucial importancia para poder entender el teatro his-tórico en que se desenvuelve un suceso, lo cual, enel caso de Tarifa, es particularmente interesante, yaque ha cambiado sustancialmente a través de los añosy, además, no coincide con los términos municipalesen lo más mínimo.

El definir los límites marítimos tarifeños a par-tir de la batalla del Salado es hasta cierto punto rela-tivamente sencillo, dado que su estratégica posiciónen las mismísimas puertas del Estrecho le daban porsí el título de ser la "Llave del Estrecho"; llaves que,alegóricamente y en número de tres lucemerecidamente el escudo de armas de la ciudad (4).Así pues, tomaré los límites definidos dentro de loque eran las Reales Ordenanzas para la Marina y,más concretamente, aquellas que administrativamentecorrespondían a las llamadas "Matrículas de Mar",que, para la Provincia Marítima de Tarifa era la franjacostera comprendida desde torre Bermeja (algo másal sur de Santi-Petri) pero ya en los términos de Conilde la Frontera hasta la desembocadura del ríoGuadiaro (demarcación de San Roque), según sepuede apreciar en la imagen 1, la cual es una tomaparcial del mapa o carta levantada en el año 1765 porel capitán del cuerpo de Ingenieros D. Joseph Anto-nio Espelius (5). En dicha carta o mapa aparece elDepartamento Marítimo de Cádiz, el cual, compren-

de las provincias de: Ayamonte, Sevilla, San Lucar,Cádiz, Tarifa, Málaga, Motril, Segura y Almería.

Si importante son los límites geográficos, másimportante aún son las gentes. El año pasado se con-memoró el bicentenario de la batalla de Trafalgar. Puesbien, oportunistamente, se escribieron tantas y tandisparatadas cosas que creo no estaría de más ha-cer algunas aclaraciones sobre el tema marítimo, puessiempre es muy tentador para cualquier escritor de-magogo el aprovecharse de la parte sentimental deltema y cargar todas las tintas a favor del práctico yeficaz inglés, eso sí, hundiendo en una especie demísero lodazal al mal adiestrado, mal pagado y peortratado marinero español; claro está, olvidándose decitar quiénes eran en realidad los verdaderos culpa-bles de que la marinería (y sus jefes) estuviesen comoestaban. Actualmente, los políticos profesionales (lalepra de la política), abusando de esa figura lingüísti-ca llamada eufemismo, evitarán decir que había unalegión de políticos (alcaldes) y jueces (justicias)corruptos; así, cambiando estos términos por el de"funcionarios" eludirán el espinoso trance de que al-guien descubra su verdadero y macabro juego, ya queson los políticos (con o sin uniforme) los responsa-bles (cuando no los instigadores) de todas las guerras.

También habrá quien, en el colmo de la dema-gogia, meta en el mismo saco al marinero proceden-te de la leva honrada con aquel otro capturado por lajusticia o procedente de la leva de forzados. Puesbien, aclaremos conceptos.

La leva honrada fue, en su origen, una especiede contrata que el rey hacía con un jefe militar paralevantar una unidad de nueva creación, completar uni-dades o para una campaña inminente. Así fue comose le denominó hasta 1761, pasando a llamárseleposteriormente: quinta (6).

La aportación de personas a la Marina por par-te de la justicia o leva de forzados servía, según sedecía en aquel entonces, para "evitar que haya ocio-sos voluntarios en el Reyno: expuestos a serdelinqüentes, y perjudiciales a la sociedad" (7).

Aún así, lo anterior tiene antecedentes y raí-ces medievales en lo que por aquel entonces se co-nocía como galeote, el cual, era un forzado que bo-gaba en la galera y, por lo tanto, pertenecía a lo quese conocía como "la chusma". La chusma a su vezse dividía, según su procedencia, en buenas boyas,que eran de recluta voluntaria; forzados, en virtud decondena expresa; y los esclavos, por lo general tur-cos, berberiscos o piratas de cualquier nación.

Aún siendo voluntarios, los remeros de buenaboya a veces dieron peor resultado, pues algunos deellos, perros viejos en el oficio, estaban siempre dis-

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puestos a engañar en el juego, o con mil y unamarrullerías, al infeliz desgraciado que careciese deexperiencia entre aquellos desdichados.

Hasta que se suprimió la pena de galeras en lalegislación española en el año 1803, tal castigo eramuy frecuente y, curiosamente, las últimas galerasse dieron de baja en el mismo año que la batalla deTrafalgar (1805). Se aplicaba la pena de galeote porlos más variados motivos. Así, por ejemplo, al pirataapresado y habiendo sido la primera vez que salía ala mar, sin carácter de jefe, ni infundir sospecha dehaber quitado la vida a nadie, le libraban de la penade muerte pero le imponían el castigo de ir a bogar aperpetuidad. La condena en otros casos era por untiempo determinado y no fue hasta 1813 cuando losúltimos forzados fueron puestos en libertad, desapa-reciendo así también los últimos empleos de las ga-leras (los llamados capataces de forzados).

Pantero-Pantera, que fue capitán de galeras,en su obra L’Armata navale, dice: "El mejor mediopara procurarse las chusmas necesarias es prescri-bir a los jueces la mayor rapidez en las causas crimi-nales y en la conmutación de penas corporales, tantoen la pena de muerte como la mutilación de un miem-bro, como hasta las mismas multas, por un ciertotiempo en galeras, naturalmente proporcionado a lagravedad del delito. Los condenados a la pena demuerte serán enviados a galeras a perpetuidad; losque deban pagar una suma de dinero y que, bien porla nobleza de su sangre o por su incapacidad física,

no sean aptos para el servicio del remo, quedaránobligados a comprar esclavos que los sustituyan o apagar buenas boyas durante el tiempo de su conde-na. El príncipe expedirá también órdenes a todos susdominios para que en corto plazo los abandonen losvagabundos que en ellos se encuentren, bajo penasde galeras y, expirado el mismo, enviará hombres decarácter que inflexiblemente ordenarán la detención detodos aquellos que no justifiquen sus medios de vida;a los vagos, jugadores, blasfemadores, insolentes,que no llevan espada más que para molestar injuriar yamenazar a las gentes pacíficas, sin perder tiempo enun proceso, los pondrán incontinenti a la cadena. Conestas medidas, el príncipe obtendrá una doble venta-ja: adquirirá buenos galeotes y hará a sus estados unseñalado favor al limpiarlos de estas inmundicias...".

Hasta la implantación generalizada de las Ma-trículas de Mar (e incluso durante), los abusos porparte de aquellos que regían las villas y ciudadeseran muchos y, desgraciadamente, poco se ha escri-to sobre ello. Don Miguel de Cervantes Saavedra dauna ligera pincelada en su famosa novela El ingenio-so hidalgo don Quijote de la Mancha cuando en elcapítulo XXII titulado "De la libertad que dio Don Qui-jote a muchos desdichados que, mal de su grado, losllevaban donde no querían ir", trata sobre cómo liberaa un grupo de condenados a galeras y de sus desva-ríos y excusas para ponerlos libres, eso sí, paradóji-camente, después es apaleado por ellos. Dicho capí-tulo es muy jugoso, ya que hay que tener en cuenta

que Miguel de Cervantes sirvió como solda-do en una galera en la famosa batalla deLepanto (1571) donde, a resultas de recibirun arcabuzazo perdió la mano izquierda; eincluso, llegó a sufrir cinco años de cautive-rio en Argel. Tras una detenida lectura de di-cha novela y un relativamente adecuado co-nocimiento histórico de la época se intuyeque encierra una sutil crítica (como en todala novela) para, así, poder pasar la rigurosacensura de aquel entonces.

Lo anterior no quita para que, el mis-mo Cervantes, calificara a los marineroscomo "gente gentil e inurbana, que no sabeotro lenguaje que el que se usa en los na-víos; en la bonanza son diligentes; en laborrasca perezosos, en la tormenta mandanmuchos y obedecen pocos; su Dios es suarca, y su rancho y su pasatiempo ver ma-reados a los pasajeros". No ocurre otro tan-to con los soldados, de cuyo arrojo y valen-tía Cervantes dice maravillas. Por otra par-te, uno de sus allegados, Don García de

Imagen 1. Provincia Marítima de Tarifa según plano de Joseph AntonioEspelius. (Año 1765). Biblioteca Nacional.

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Toledo, le solía decir al monarca, sin embargo, que"el marinero cuando es menester, sirve de soldado yel soldado no sabe en ninguna ocasión servir de ma-rinero". Cuestión de opiniones.

Pues bien, para poder poner cada cosa en susitio empezaré por tratar de explicar qué eran en rea-lidad las llamadas Matrículas de Mar.

La Matrícula de Mar era, entre otras cuestio-nes, el procedimiento administrativo mediante el cualse proveía de personal de marinería la Real Armada.

El almirante Brochero (8), ya muchos añosatrás le expuso al rey con toda crudeza el estado enque estaba la marinería y, además, le proponía unareforma de la Marina y le exponía claramente los malesque de su abandono habían de resultar al país y lospuntos falsos en que se apoyaba el sistema seguidohasta entonces.

Entre otras cosas le decía al rey que: "Se en-contraba mal servido por no existir escuela de mari-nería y porque los marineros existentes no tienen pun-donor ni honra, siendo la gente de menos estimaciónque hay en España […] que son mandados por susoficiales a palos […] que los ingleses daban muchaestimación a su gente de mar […] que en España esmucha la estimación que se da al soldado y ningunaal marinero, siendo que el marinero aventura más suvida y la arriesga más que el soldado […] le recuerdala petición que hizo sobre aumento de sueldos paralas tripulaciones y, ventajas para la gente de mar […]motivo este por el que: es de excusar los hurtos quehace la gente de mar en el galeón, como son basti-mentos, clavazón, jarcia, roldanas, poleas, perneríaque llevan a vender á tierra por ser gente de la cali-dad que digo […] acometen cosas y hurtos tan infa-mes que muy de ordinario la gente de tierra les da depalos por eso […] agora, de 180 personas de mar quelleva un galeón mas de las dos tercias partes no sonmarineros ni soldados, sino gente inútil mareada, quecon codicia de las cinco pagas que se le dan, y lafalta que hay de la gente de mar asientan por marine-ros: los que van a levantar (enrolar mediante leva)son muchos que en su vida entraron en la mar y ensaliendo a navegar se marean de manera que no sonde provecho para marineros ni para pelear […] Sacanlos marineros las estopas por dentro de la proa e in-cluso hacen barrenos por hacer creer que los galeoneshacen agua y así no salir a la mar […] Desertan entomando la ración y no vuelven hasta la hora derepartirse al otro día, repitiendo la misma huida desus bordas […] ".

El rey le contestó que " […] no podía accederpor no acrecentar los gastos".

No obstante, producto de estas y otras pareci-

das quejas surgieron las primeras "Ordenanzas paralas armadas del Mar Océano y flotas de Indias", de1606 y, posteriormente, la real orden de 5 de octubrede 1607 donde se estableció por primera vez la obli-gación de matricularse (inscribirse) para todos los in-dividuos que quisieran dedicarse a las industrias ma-rítimas. Su aplicación tuvo muchos problemas por lacantidad de exenciones que se hicieron (sobre todo enlas provincias vascongadas de Guipúzcoa y Vizcaya).

La decadencia de los Austrias y su trágico fi-nal (guerra de Sucesión), hacen que se colapse elpoder marítimo español. Después, serán los Borboneslos que acometan la creación de una Armada Realpromulgando una nueva matrícula naval en 1717 re-dactada por Antonio de Gaztañeta (9).

Hasta la publicación de la Ordenanza de Matri-cula el 18 de octubre de 1737 no se logra realmenteponer en vigor y con carácter general la matrículanaval. En esta ordenanza (denominada del InfanteAlmirante, hijo de Felipe V), se confirma la exenciónde quintas, exención de cargas concejiles, les confir-ma bajo la jurisdicción y tutela del almirantazgo yadmite al real servicio en los bajeles a los extranjeroscatólicos, se prevé jubilaciones y recompensas así

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Imagen 2.- Escudo alegórico del gremio de pescadores.Siglo XVIII.

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como pagas anticipadas y dietas de tránsito y baga-je; en cambio, a los no matriculados se les veda elacceso a las industrias marítimas y a los convoyesde Indias, se le prohíbe ejercer labores de pesca di-rectas e indirectas y cualquier otra actividad relacio-nada con la navegación o sus industrias afines. Enrealidad, una ordenanza ambiciosa y moderna.

Pero el Rey propone y los pícaros disponen.Así pues, los alcaldes y otros próceres acataban…pero no cumplían. Esto pasaba en los lugares fre-cuentados por muchos vagabundos y gentes de malvivir, tal era el caso de la Provincia Marítima de Tarifacon sus afamadas almadrabas, donde sus adminis-tradores se proveían de una mano de obra muy bara-ta y asequible burlando la ley real. El rey, sabedor deello, mandaba hacer redadas en las mismas (inclusoen los pueblos y villas aledañas, casa por casa) ycapturaba a los que no eran matriculados y... el líoestaba servido.

El carácter dado a la Matrícula en esta Orde-nanza se mantuvo en las de 1748 y título adicionalde 1751. La jurisdicción sobre ella correspondió al lla-mado "Cuerpo del Ministerio de Marina"; para ello, secrearon jueces o comisarios de Matrícula en las vi-llas y lugares y los libros de las cofradías en los quese alistaban todos los marineros servían para dar aestos las certificaciones que, con el visto bueno delMinistro de Marina de la Provincia, les permitía a losmatriculados gozar de un privilegiado estatus comotales trabajadores del mar.

Se establecieron también unas revistas anua-les para poder determinar el número de marineros quese destinarían a la Armada, correspondiendo a losIntendentes (generales) de los Departamentos la for-mación de las relaciones de los que debían servir enla Armada, a partir de las listas que les habían remi-tido los comisarios de los pueblos y villas.

Como puede verse en la tabla que se acompa-ña como Imagen 3 correspondiente a la revista pasa-da a la Provincia Marítima de Tarifa en el año 1755,todo estaba meridianamente claro, por lo que dejo ajuicio de lectores y estudiosos el poder hacer un aná-lisis comparativo sobre la importancia de cada unade las poblaciones que conformaban la ProvinciaMarítima de Tarifa.

FUENTES DOCUMENTALES CONSULTADAS- Del Archivo General de la Marina "Álvaro de Bazán". (ElViso del Marqués Ciudad Real). (AGMAB):

- Sección Matrículas y Pesca, legajo 1953.- Sección Matrículas, legajo 1873.- Sección Matrículas y Pesca., legajo 1883.- Sección Matrículas y Pesca, legajo 1952.

- De las Publicaciones de la Biblioteca del Real Instituto

y Observatorio de Marina en San Fernando (Cádiz) (ROA):- "Historia de la Matrícula de Mar y exámen de varios

sistemas de Reclutamiento Marítimo", C.F. Don Fran-cisco Javier de Salas y González. Madrid 1870.

- "Theatro naval hydrográphico", Francisco de Seixasy Lovera (Madrid 1688).

- Diccionario Histórico de los Artes de la Pesca Nacio-nal, Antonio Sañez Reguart, Madrid 1791.

OTRA BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA- La Armada de los Austrias, Magdalena de Pazzis PiCorrales, Real Sociedad Económica de Amigos del País,Valencia 2001.- Enciclopedia General del Mar, Ediciones Garriga, S.A.Barcelona 1957.- Código de las Costumbres Marítimas también llamado"libro del Consulado", traducido al castellano por Anto-nio de Capmany y de Monpalau, Madrid 1791.- Guía del Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán, Viso delMarqués, 1985.

REFERENCIAS(1) Es una recopilación de Leyes Marítimas, escrito por D.Antonio de Capmany y de Mompalau, Secretario perpe-tuo de la Real Academia de la Historia, Madrid 1791.(2) El mismo citado en la referencia 1.(3) Theatro naval hydrográphico…/compuesto por Fran-cisco de Seixas y Lovera (Madrid 1688).(4) "Algunas consideraciones para la correcta rehabilita-ción del escudo heráldico de Tarifa". Juan A. PatrónSandoval. Revista ALJARANDA nº 56.(5) Mapa que comprende todas las Provincias de Mari-na, que componen el Departamento de Cádiz (práctica-mente toda Andalucía). Original en la Biblioteca Nacional.(6) Quinta fue el nombre que recibió la leva en 1762 paraindicar que los ayuntamientos debían seleccionar el cupoasignado precisamente por sorteo entre los mozos alis-tados. Tal denominación se ha mantenido intacta hastanuestros días.(7) Ordenanza de S.M. en que se previene y establece elrecogimiento de Vagos y Mal-entretenidos (maleantes),por medio de levas anuales (Ordenanza de 7 de mayode 1775). Exposición de motivos. Biblioteca Nacional,Servicio de Manuscritos, VE-484/34.(8) Diego Brochero de la Paz y Anaya: Almirante español.Fue miembro del Consejo de Guerra de S.M., superin-tendente de las armadas reales y gran prior de Castilla.Pertenecía a la Orden de Malta y era embajador de éstaen España. En 1570, navegando en las galeras de Maltafue apresado por Uluch Alí y fue condenado a remo du-rante mucho tiempo. Tras ser rescatado, hizo el corso conun galeón de su propiedad armado con la ayuda delgran maestre de Malta.(9) Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga (1656-1728). Al-mirante español, más famoso como ingeniero naval quecomo marino. Fue autor de los planos de numerosos bu-ques, secundó la labor de Patiño y redactó un reglamen-to de levas de marinería.

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Imagen 3.- Resumen de la Revista de la Matrícula de la Provincia Marítima de Tarifa.

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1836: La defensa de Tarifa durante laincursión carlista de Gómez en el

Campo de Gibraltar

Juan Antonio Patrón Sandoval

na de las empresas más relevantes cumplidaspor las tropas carlistas en el curso de la Pri-

mera Guerra Carlista fue la expedición que en la pri-mavera de 1836 entró en tierras dominadas por loscristinos al mando del mariscal Miguel Gómez "elZumalacárregui del Sur". El objetivo inicial de la ex-pedición fue la ayuda a aquellos territorios en los quese suponía la existencia de una opinión adicta al pre-tendiente el infante don Carlos María Isidro de Borbóny en los que la falta de recursos o de dirigentes impe-día el progreso de la guerra. Así, el 26 de junio de1836, una columna de 2700 infantes y 2 escuadronesde caballería (180 hombres), con un obús y un cañónde montaña, partió de la villa alavesa de Amurrio conla intención de recorrer el territorio del cantábrico ygallego, dominados por el gobierno oficial y minar asíla moral de los cristinos. La acaudillaba el mariscalde campo andaluz, natural de Torredonjimeno (Jaén),Miguel Sancho Gómez y Damas, al frente de la 3ªdivisión de operaciones del ejército carlista y ex-jefedel Estado Mayor del difunto general TomásZumalacárregui (1).

Después de que el mariscal de campo del ban-do cristino Baldomero Espartero iniciara en Asturiasla persecución de la columna carlista con la 3ª Divi-sión del Ejército del Norte, Gómez se vio obligado adejar el Principado y a dirigirse a Galicia, entrando enjulio en Santiago de Compostela. Pese a que en esemomento Gómez disponía ya de 3600 infantes y 200de caballería, ante la llegada de Espartero con lasfuerzas de su división, muy superiores todavía a lasde la Expedición, Gómez optó por abandonar Galiciapor la provincia de León con la intención de volver aAsturias. Sin embargo, Espartero logró entablar bata-lla a los carlistas en las inmediaciones del puerto deTarna el 8 de agosto, a raíz de la cual la Expediciónsufrió un severo correctivo y se tornó imposible vol-ver a Asturias. En una reunión con sus jefes y oficia-les Gómez decidió internarse en Castilla, extralimi-tándose en las órdenes que le habían sido conferidas

e iniciando a partir de entonces un largo periplo quetendría su etapa extrema en el lado opuesto de laPenínsula, hasta Algeciras. Desde tierras leonesas,el 20 de agosto la Expedición llegó a Palencia y el 22entró en Valladolid, donde continuó reuniendo volun-tarios a sus filas y resistiendo camino de Segovia losataques de las tropas cristinas que le seguían a lazaga. Los carlistas no entraron en Aragón directamen-te, sino que se desviaron a Cuenca para evitar el en-cuentro con la columna liberal del capitán general in-terino de Aragón, Evaristo San Miguel. El 7 de sep-tiembre Gómez se reunió con el también carlista ge-neral Ramón Cabrera, apodado "el Tigre delMaestrazgo", y formando dos divisiones, una con sustropas y otra con las tropas que incorporó Cabrera,pasaron por Utiel y Requena en dirección a Albacete.En Villarobledo, el 20 de septiembre, los expediciona-rios fueron sorprendidos por la 3ª División del Ejércitodel Norte al mando ahora del brigadier cristino IsidroAlaix, quien había sustituido al mariscal Esparteropor hallarse enfermo. Sufrieron los carlistas un durodescalabro, después del cual se retiraron rápidamen-te en dirección a Andalucía (2).

El 26 de septiembre se recibía en Tarifa la no-ticia de que Gómez amenazaba con invadir tambiénnuestra región. Aquel día interrumpió el cabildo unode los porteros de la plaza y entregó un pliego con lacláusula de "urgentísimo" en el sobre. Suspendidainmediatamente la continuación de los demás asun-tos ordinarios y abierto el sobre se leyó un escrito deljefe superior político de la provincia informando alcabildo tarifeño que Andalucía se hallaba amenaza-da de ser invadida por la facción de Gómez, por loque mandaba que se pusieran inmediatamente enmarcha para la capital de la provincia los milicianosnacionales movilizados en Tarifa, quienes deberíanhallarse en Cádiz el día 28 (3). Un día más tarde, bajola presidencia interina del alcalde 2º FranciscoAldayturiaga (4), se vio en el cabildo tarifeño un nue-vo oficio, esta vez del alcalde 1º constitucional de

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Algeciras, quien insertaba el mismo edicto que habíarecibido por extraordinario del jefe superior político dela provincia con la comunicación que el 24 de sep-tiembre había hecho el capitán general de Andalucíaal comandante general de Cádiz, participándole lacompleta derrota del rebelde Gómez en Villarobledoal tiempo que le avisaba de que unos 3000 hombresdel mismo se dirigían a las provincias de Andalucía.De paso, daba traslado a las mismas instruccionespor las que, en virtud del decreto de 20 de agosto, eljefe superior político había mandado que los Ayunta-mientos y demás autoridades de los pueblos envia-sen inmediatamente a la capital de la provincia todoslos movilizados de la Milicia Nacional (5).

Se hallaba todo dispuesto en Tarifa para cum-plir las disposiciones cuando se dio cuenta el 29 de

septiembre de un oficio del gobernador militar de laplaza, el coronel de Infantería Jaime Ruiz y Abreu,quien insertaba la comunicación del comandante ge-neral del Campo de Gibraltar con referencia al despa-cho recibido del comandante general de Cádiz, por elque se daban órdenes para que momentáneamentese reunieran en Algeciras todos los movilizados de laMilicia Nacional, tanto los de esa ciudad como los deTarifa, San Roque, Los Barrios y Castellar. La reunióndebería verificarse en 48 horas y desde Algecirasmarcharían hacia Jerez de la Frontera a esperar órde-nes. De acuerdo con el comandante del escuadrónde la Milicia Nacional de caballería de Tarifa, JoséMaría de los Santos, se publicó el bando convocan-do a todos los milicianos tarifeños para que se pre-sentaran el día 30 a dicho comandante. El ayunta-miento acordó, no obstante, que se oficiase al gober-nador de la plaza para que participase a su vez alcomandante general del Campo el estado en que que-daría la plaza y su numeroso Presidio con la salidade la Milicia Nacional, haciendo igual comunicaciónal Jefe Superior Político para evitar cualquier respon-sabilidad posterior (6).

Declarado el estado de guerra en el Campo deGibraltar, el 2 de octubre se dio cuenta de un nuevooficio del gobernador Ruiz y Abreu manifestando quede orden del comandante general del Campo y envirtud de las facultades que había reasumido por es-tar declarado el estado de guerra en el distrito, se lepasase inmediatamente noticia de los fondos que bajocualquier denominación existían en el Ayuntamientode Tarifa. Enterado de ello, al tiempo que contestabaal gobernador que carecía de fondo alguno (7), el ca-bildo se dirigía el día 3 a la Junta de Armamento yDefensa de Cádiz informándole de las perentorias no-ticias que sobre las contribuciones y fondos disponi-bles le exigía el gobernador militar amparado en ladeclaración del estado de guerra decretado por elcapitán general de la provincia.

La Junta de Armamento, en contra de lo quecabía esperar por el gobernador, acordó en la nochedel día 5 que la reasunción de mando de los jefesmilitares por estar declarado el estado de guerra noles permitía a éstos entrometerse en las operacionesy autoridades constituidas en los Ayuntamientos nitampoco a disponer de fondo alguno que no fuera li-brado previamente por la Intendencia, según la auto-rización que la misma Junta de Armamento, presidi-da por el comandante general de la provincia, habíadado al intendente y como exigían las atenciones dela Provincia en general. Tal fue la respuesta que seremitió a la Corporación municipal tarifeña en oficiodel día 6 que firmaba, por ausencia del presidente,

Imagen 1. Retrato del mariscal carlista Miguel Gómez yDamas, por M. Isidore Magués. Grabado de Lafosse para laobra en francés: "Don Carlos et ses défenseurs, collectionde vingtportraits originaux, avec une introduction et unenotice biographique sur chacun des personnages indiquéspar le dessin", París, 1837. Museo Zumalakarregi Museoa.

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Mariano de Villalpando (8).Mientras tanto, el 1 de octubre la ex-

pedición carlista había tomado la ciudad deCórdoba consiguiendo el alzamiento de par-te de la provincia a favor del pretendienteabsolutista. Tras derrotar el día 5 a una co-lumna liberal que venía de Málaga al mandode Escalante en dirección a Córdoba, lasfuerzas de Gómez y Cabrera se retirarontambién de esta ciudad en dirección a Ca-bra, donde el 11 derrotaron a un escuadrónde carabineros y el 25 tomaron Almadén,en la provincia de Ciudad Real. De Madridse acercaba la columna liberal del mariscalde campo Felipe Rivero a la que se habíaunido el propio ministro de la Guerra, JoséRamón Rodil, para detener a las fuerzasexpedicionarias carlistas, sin conseguirlo,pues Gómez se zafó una y otra vez de loscristinos dirigiéndose hacia Extremadura. Alllegar las tropas carlistas a Cáceres lasdisensiones entre Gómez y Cabrera se pu-sieron de manifiesto, consiguiendo el primeroque el general Cabrera abandonara la expe-dición con parte de la caballería y se volvie-ra al Maestrazgo (9).

Alejado el peligro momentáneamen-te de las provincias andaluzas, se levantóel estado de guerra en la de Cádiz. De loque dio cuenta al cabildo de Tarifa el gober-nador militar de la plaza Jaime Ruiz y Abreu el 8 denoviembre. En su oficio, el gobernador manifestó alos munícipes tarifeños que habiendo cesado losmotivos que habían obligado a declarar la provinciaen estado de sitio, lo daba por levantado, pero que apesar de ello la Milicia Nacional de la plaza debíacontinuar sobre las armas para ayudar a la guarnicióna hacer el servicio de la misma. Sin embargo, levan-tado el estado de sitio, el Ayuntamiento no consideróautorizado al gobernador para ordenar que losmilicianos continuaran sobre las armas, por lo queantes de permitirlo informaría al jefe superior políticopor si procedía acatar la orden (10).

Mientras esto ocurría, la expedición carlistavolvía a penetrar en tierras andaluzas. Así, tras salirde Extremadura el 4 de noviembre, Gómez llegaba aGuadalcanal, en la provincia de Sevilla, el mismo día8 en que se levantaba el estado de guerra en Tarifa.En Guadalcanal descansó y supo que sus persegui-dores, desorientados de su paradero, se habían retra-sado deteniéndose hasta saber sus intenciones, quelo mismo podían ser ir sobre Sevilla o de nuevo sobreCórdoba. Aprovechando esta indecisión, Gómez de-

cidió encaminarse hacia la Serranía de Ronda, regióndonde creía encontrar antiguos partidarios y que, alofrecer ventajas naturales por lo accidentado del te-rreno, pensaba que podría asentarse la guerra si lo-graba fortificar allí algunos puntos. Con ese nuevoobjetivo, la columna de Gómez comenzó su movi-miento y el día 9 fue por Alanís a Constantina y Pal-ma del Río, pasando el día 10 el Guadalquivir.

Como consecuencia, poco duró la suspensióndel estado de guerra en nuestro Distrito, pues el 11de octubre se dio cuenta al cabildo de Tarifa de lacircular de la Junta de Armamento y Defensa de laProvincia de Cádiz mandando que se enviasen inme-diatamente a Jerez de la Frontera a todos losmilicianos nacionales solteros y viudos sin hijos queno lo hubieran hecho ya por falta de armamento. Paraentonces, los munícipes tarifeños hicieron ver quehallándose el Campo de Gibraltar en estado de gue-rra se hallaba la milicia de todas las armas dandoservicio en la misma plaza de Tarifa, cuya guarniciónhabía quedado reducida a una tercera parte de la do-tación que le correspondía (11).

Después de varias escaramuzas, Gómez lle-

Imagen 2. Caballería carlista en 1836. Litografía. NYPL, Signatura: 8-MMEH(Colección Vinkhuijzen), vol. 726.

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gó a Ecija, descansando en esta ciudad el día 12 ysiguiendo el 13 a Osuna y, por Marchena y Olvera, endirección a Ronda, donde llegó el día 16 de noviem-bre con el propósito de descansar después de quehubiera sido evacuada por el brigadier cristino Anto-nio Ordoñez, a cuyo cargo estaba el cuidado de laSerranía y quien se retiró con su columna, formadapor 1500 hombres entre tropa y guardias nacionales,a Casares (12).

Desde la capital de la Serranía el coronel car-lista Francisco Fulgosio, al frente de dos batallonesde la columna expedicionaria, salió hacia Gaucín conel objeto de observar al brigadier Ordóñez en Casa-res. Llegado a Gaucín, halló todavía defendido el cas-tillo del Águila por dos compañías cristinas. El co-mandante de la fortaleza mandó entonces a un parla-mentario indicándole que no les hostilizarían en laocupación del pueblo, situado bajo tiro de fusil, si porsu parte les respetaba, a lo que accedió Fulgosio alo-jándose en Gaucín, desierto casi completamente.

El grueso de los carlistas permanecieron enRonda los días 17 y 18, en los que Gómez reorganizóel ejército expedicionario formando dos divisiones ydurante los que se presentaron algunas personas afec-tas y con influjo en la Serranía ofreciendo sus servi-cios. Autorizados formalmente para levantar partidas,se les distribuyeron 2000 fusiles y municiones, nom-brándose un comandante general de la Serranía parala unidad de las operaciones. Pese a que Gómez noencontró a nadie con suficiente entidad para ofrecer-le garantías, por lo que se avino a hacer concesionesy prometer grandes ganancias a cambio, la mayorparte de las veces dejándose llevar por el triunfalis-mo, sí dejó numerosas partidas de guerrilleros carlis-tas en la Serranía de Ronda, entre los más destaca-dos se encontraban "el Cura de Olvera", "don Anto-nio", José Ignacio Garmendía, Antonio Díaz "elMorito", Miguel Borjes, "Duarte", "Borre", "Santalla",Isidoro Ruiz "Jamilla", etc... (13). Por su parte, el his-toriador Antonio Pirala cita también, aunque sin darsu nombre, a otros como "el de Tarifa", "el de Alcalá","el Piquete", "el de Medina", "el Cojo", otro de su mis-ma clase con su panza, etc...(14).

Mientras irrumpía la expedición carlista en laSerranía, en el Distrito del Campo de Gibraltar volvíaa declararse el estado de guerra, del que dio cuentaal cabildo tarifeño el coronel Ruiz y Abreu. En efecto,recibida la orden del comandante general del Campode Gibraltar del 18 de noviembre declarando de nue-vo el Distrito en estado de guerra, el gobernador mili-tar de Tarifa la hizo publicar en la tarde del mismo día,acompañándola de un bando, acomodado a las cir-cunstancias de la plaza y previniendo entre otras co-

sas que se proveyesen sus vecinos de víveres porquince días (15). Al tiempo, se hallaba esa mismatarde el Ayuntamiento celebrando el juicio de excep-ciones de la quinta de 50.000 hombres decretada porel Gobierno el 9 de septiembre, cuando se recibió enel cabildo un oficio del gobernador Ruiz y Abreu por elque prevenía a los munícipes que suspendieran di-cho acto y que le proveyesen de sacos o lienzos pararecomponer el parapeto de la batería de Flores. Elcabildo, presidido por el alcalde 2º Aldayturiaga, acordóque aunque deseaba prestar cuantos auxilios estu-vieran a su alcance, carecía de fondos disponiblespara hacer la compra de los sacos o lienzos y queaún cuando los tuviese no podría disponer de ningu-na cantidad en virtud de la comunicación que la Jun-ta de Armamento y Defensa de la provincia le habíaremitido el pasado 6 de octubre. No obstante, paraque el cabildo pudiera arreglar su proceder en lo su-cesivo, dadas las circunstancias lo pondría todo porextraordinario en conocimiento de la misma Junta parasu resolución (16).

En aquel momento se encontraban en Algecirasel comandante de Artillería de Tarifa y también el deIngenieros del Campo de Gibraltar, llamados por elcomandante general, razón por la que habían queda-do sin concluir las reparaciones de las puertas y delos principales flancos de la plaza tarifeña, que sólocontaba para guarnecerla con 50 hombres escasosde los movilizados de Algeciras y 80 milicianos na-cionales tarifeños entre Infantería y Artillería (17).

Las personas de más influencia y decisión lle-garon a manifestar su resolución de abandonar si noveían más recursos para una defensa fructuosa. Sinembargo, decidido el gobernador Ruiz y Abreu a re-sistir bajo los débiles muros de la plaza antes quepermitir entrar por ellos a las tropas carlistas, les ani-mó esperanzándolos en los refuerzos que el coman-dante general del Campo le había prometido. Aún así,Ruiz y Abreu ofició también al comandante generalde Cádiz y a la Junta de Armamento y Defensa de laProvincia pidiendo socorros de gente y fondos enmetálico. El comandante de Artillería de la plaza, elsubteniente Antonio Bros regresó de Algeciras aque-lla misma tarde (18) y llegada la noche hizo su entra-da una compañía completa del Batallón de la MiliciaProvincial de Jerez, con 120 hombres y mandada porsu capitán Benito Gallard, lo que avivó algo el espíri-tu de los tarifeños, aunque no tanto como el goberna-dor esperaba, pues al día siguiente llegarían proce-dentes de Algeciras a Tarifa más de 100 nuevos pre-sos y entre ellos 34 de gran consideración a los queera preciso custodiar (19).

Crecieron desde aquel momento los cuidados

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del gobernador pero también su resolución. Ruiz yAbreu mandó entonces cerrar todas las puertas, ex-cepto la del Mar, asegurándolas por el interior conpuntales y gruesos espaldones de piedras, hizo conti-nuar el parapeto de la batería de Flores, el punto másaccesible de la plaza. Excavó un foso al pie de lasmurallas y ordenó al comandante de Artillería quecondujese inmediatamente desde los almacenes dela Isla al pequeño repuesto de la plaza 6000 cartu-chos de fusil y 100 granadas de mano para reforzar laguarnición en caso necesario y que entregase dospiezas de a 4 y un obús de a 7 para artillar los puntosconvenientes de la muralla (20). El 19, después de lanegativa de los munícipes tarifeños del día anterior,diciendo que carecían de todo, el coronel Ruiz y Abreuofició exponiéndole su apurada situación al goberna-dor de Ceuta, antiguo compañero suyo en el regimientode Guardias Españolas. También acudió al coman-dante general del Campo, a quien reclamó refuerzosy la autorización necesaria para forzar a la Deposita-ría de Rentas o al propio Ayuntamiento de Tarifa paraque, sin excusa ni pretexto alguno, pero con las debi-das garantías con las que pudieran satisfacer a susjefes inmediatos, librase los fondos necesarios paraatender a la fortificación de la plaza, en particularvarias reparaciones muy urgentes en la muralla y elpago de los efectos de Artillería junto a otras muchasatenciones, de las que no podía prescindir por haberconsumido sus propios fondos en los primeros traba-jos de defensa. Para reforzar la guarnición, el gober-nador suplicó al comandante general que ordenara eltraslado a Tarifa de aquellas fuerzas que se fueranreplegando sobre el Campo y el de la compañía decarabineros de Hacienda, cuya mayor parte estabaya en la Línea de Gibraltar donde pensaba que nopodrían ser ya muy útiles (21).

En esto, la columna de Gómez abandonabaprecipitadamente Ronda el mismo día 19 a las cuatrode la tarde con dirección a Atajate, donde se alojaronaquella noche el cuartel general y algunos cuerpos,haciéndolo el resto en los pueblos inmediatos. Paraentonces el mariscal cristino Felipe Rivero había lle-gado cerca de Ronda procedente de Marchena, ha-bía contactado con el brigadier Alaix, que se hallabaen Antequera y con el también brigadier Ramón MªNarváez que estaba en Posadas, escribiendo al Go-bierno pidiendo instrucciones para atacar. Al no reci-bir contestación, Rivero decidió comunicar a los dosbrigadieres cuál debía ser el plan de ataque, indicán-doles que sería conveniente enviar comisionados ala Serranía para que reanimasen el abatido espíritudel país. Rivero sospechaba que Gómez intentabahacer la guerra en aquel territorio, aprovechando su

aspereza y dificultades y el espíritu de gran parte desus habitantes, por lo que decidió aguardar para ma-niobrar a que Narváez llegase con su división a laaltura conveniente, esperando a que Alaix por su par-te presionase por la izquierda.

A la vista de ello, Gómez decidió, según sucostumbre, no enfrentarse abiertamente con el ene-migo. Para distraer a Rivero, simuló una salida haciael Campo de Gibraltar, contramarchando sobre la de-recha a buscar la salida por Arcos, mientras él, des-de Atajate, continuaba hacia Algeciras. Siguiendo esteplan, Gómez salió de Atajate el día 20 hacia Gaucín.Aquí se incorporó con los batallones del coronelFulgosio y, tratando de aprovechar el repliegue que elbrigadier Ordóñez acababa de verificar con sus tro-pas sobre San Roque abandonando la villa de Casa-res, Gómez destacó a esa villa un batallón con losprisioneros, la brigada y el hospital, acompañada delcomandante de ingenieros, con el fin de acabar lasfortificaciones en aquel castillo, en las que calculóinvertiría de cinco o seis días para dejarlo en estadode defensa. Se encontraba ejecutando los trabajosde fortificación y saneamiento, desaguando las cis-ternas emporcadas de pólvora por los constituciona-les al dejarlas y comenzaba el acopio de víveres,cuando las tropas cristinas del mariscal Rivero caye-ron repentinamente sobre Gaucín a los dos días. Así,los carlistas se vieron obligados a abandonar tantoGaucín como Casares, dando orden de proseguir lamarcha con grave pesar de Gómez, pues en pocosdías podría haber formalizado la anhelada subleva-ción general de la Serranía, en la que se creía capazde sostenerse en el invierno (22). Hasta tal punto eraasí, que al parecer Gómez llegó a ofrecer a lostarifeños que "para Nochebuena les daría un abrazoen aquellas inmediaciones y comerían juntos las po-leadas" (23).

El mariscal Rivero, creyendo que sus despa-chos ya habrían llegado a los brigadieres Alaix yNarváez, dispuso la marcha al día siguiente sobreGaucín, avisando a los dos brigadieres y marchandoal amanecer. Sabía que los carlistas tenían descu-biertas de caballería en el camino que iba directa-mente a Gaucín, por lo que tomó uno extraviado, an-dando todo el día y llegando al anochecer. Los carlistasno tuvieron noticias de esta jornada del mariscalRivero, hasta el extremo de que éste habría sorpren-dido a un batallón carlista que se encontraba aún enGaucín si la casualidad no hubiese hecho que trespaisanos avisaran de la aproximación de las tropascristinas, con lo cual tuvieron tiempo de comenzar asalir. Sin embargo, las compañías de cazadores de lacolumna de Rivero se echaron encima, batieron a las

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que se opusieron, cortaron a una que se dispersó porlos montes, mataron a 11 carlistas y cogieron algu-nos prisioneros. También se apoderaron de algunoscarlistas los milicianos nacionales de los pueblos,alentados con la presencia del ejército cristino. Detodas formas, los ásperos y estrechos desfiladerosque tuvo que atravesar todo el día la división deRivero, no permitieron llegar a la retaguardia hasta lamedianoche (24).

Desde que la expedición de Gómez entró porsegunda vez en Andalucía, a medida que se aproxi-maba a Algeciras, la inquietud se fue apoderando delánimo de los campogibraltareños que, hasta enton-ces, habían vivido la guerra como un conflicto muylejano. Para entonces, el cabildo algecireño ya no al-bergaba duda de que su ciudad sería el siguiente ob-jetivo de Gómez. Los cristinos habían propagado quelos carlistas eran guerreros feroces y despiadados,por lo que los munícipes de Algeciras pusieron a sal-vo el Archivo Municipal, el pendón y el retrato de lareina, que fueron trasladados a bordo de un buquesurto en la bahía, al que también se llevó el arma-mento entregado por el vecindario. Además, se saca-ron de la población las yeguas y caballos domados yse ordenó que los mozos sorteados de la quinta quese refugiasen en lugares determinados. A continua-ción dieron la orden de ¡Sálvese quien pue-da! (25). En Tarifa, por su parte, ningunamedida hacía pensar en abandonar la plazasi los carlistas se dirigían también hacia ellacomo habían anunciado; por el contrario, sugobernador militar Jaime Ruiz y Abreu to-maba las disposiciones necesarias para sudefensa hasta las últimas consecuencias.

Entretanto, el 19 se había presenta-do en la isla de Tarifa un buque de la Hacien-da Nacional, conduciendo dos piezas de ar-tillería de bronce del calibre de a 12, unacureña de a 24, treinta y siete quintales depólvora en sus barriles, y diecinueve empa-ques de cartuchería de fusil, todo proceden-te de la plaza de Algeciras. Para verificar sudesembarque fue necesario un lanchón ymarineros matriculados, auxiliados por par-te de los presidiarios confinados en Tarifa ypor el destacamento de Artillería, todos loscuales fueron igualmente empleados en tras-ladar las piezas, cureñas, pólvora y muni-ciones, desde la playa a la Isla, donde fue-ron puestas como un depósito por no venircon guía ni documento alguno (26). Aquellamisma noche del 19 regresó también deAlgeciras el comandante de ingenieros del

Campo. A su llegada acordó con el gobernador Ruiz yAbreu lo más urgente y posible que cabía hacer en elrecinto amurallado de la plaza y en la Isla, dedicán-dose a partir de entonces con todo afán y sin des-canso a la construcción de las nuevas defensas con-venidas (27). Con todo, el mismo comandante de In-genieros junto al de Artillería manifestaron inmedia-tamente la necesidad de que se facilitasen los fon-dos para pagar los trabajos de fortificación. Afortuna-damente, el gobernador de Tarifa recibía a tiempo lacontestación por parte de la Junta de Armamento yDefensa de Cádiz y también la autorización del co-mandante general de la provincia para tomar de laDepositaría de Rentas de la plaza cuanto necesitasepara la conservación y defensa de la ciudad, queambas autoridades consideraban como muy impor-tante. Sin pérdida de tiempo Ruiz y Abreu ordenó loconveniente a los jefes de Rentas locales con copiade su autorización, pero fue en vano, pues se nega-ron a darle el menor auxilio mientras no se lo ordena-se el Intendente de la provincia. Lejos de conformar-se, excediéndose de los poderes que le confería elestado de sitio, el gobernador se vio obligado a recu-rrir a la fuerza y a que el ayudante de la plaza consoldados se presentase e hiciese abrir las cajas ydar 4000 reales a Ingenieros y 2000 a Artillería, bajo

Imagen 3. Infantería carlista en 1836. Litografía. NYPL, Signatura: 8-MMEH(Colección Vinkhuijzen), vol. 726.

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sus correspondientes recibos en forma y con cargo asus respectivas dependencias.

Así, el 20 por la mañana se había ya reforzadola batería de la Isla que defendía el camino de esco-llera que la unía a tierra firme con dos piezas de bata-lla del calibre de a 4. Sin embargo, considerando queeran más necesarias en la plaza, las mismas piezasfueron trasladadas a la ciudad aquella misma tardejunto con un obús de a 7 pulgadas, todas con susprecisos montajes. Careciendo el recinto amuralladode terraplén y aún de rampas para montar artillería ensus torres, fue preciso subir las piezas por fuera,maniobra arriesgada y que hubo de ser llevaba a cabonuevamente por la marinería, por carecer de útiles apropósito la Artillería que, no obstante, auxilió en lostrabajos junto al presidio. Ya de noche y a fuerza debrazos quedó colocada una de las piezas de a 4 consu precisa dotación en la batería nombrada de Flo-res, quedando defendida la puerta del Retiro ante unposible golpe de mano del enemigo (28).

Al día siguiente, 21 de noviembre, se subió ala torre de San Sebastián de la plaza, con aparejosformados por los marineros matriculados, el otro ca-ñón de a 4 y, con la misma operación y gente: mari-neros, presidiarios y artilleros, se colocó en la torredel Corchuelo el obús de a 7 pulgadas, haciéndolo eniguales términos con sus montajes y siempre por la

parte exterior de las murallas de la plaza, debido a laimposibilidad de hacerse ya por las puertas del recin-to, ni tampoco permitirlo las contiguas casas adosadasa la muralla. Después de un inmenso trabajo y granexposición de los operarios quedaron montadas to-das las piezas y con sus dotaciones correspondien-tes. En el mismo día se construyeron doscientosochenta cartuchos de papel de a 4 y obús de a 7, secargaron catorce granadas de a 7 pulgadas, cien demano, preparándose durante parte de la noche del 21otros ciento ochenta y seis cartuchos de los mencio-nados calibres. Todos estos trabajos fueron realiza-dos por los artilleros y conducidos desde la Isla alrepuesto preparado al efecto de la puerta de Jerez enel frente norte de la muralla (29).

Mientras esto ocurría, aquel mismo día 21 laexpedición de Gómez había dejado Gaucín en direc-ción a San Roque, no sin dejar allí al segundo bata-llón de la brigada valenciana, a las órdenes del coro-nel Llorens de Villarreal. El grueso de la Expedicióncarlista cruzó el Guadiaro por un puente improvisadoy, sin encontrar resistencia, entró en San Roque aque-lla misma tarde, después de que este pueblo fueratambién abandonado por las tropas cristinas del bri-gadier Antonio Ordóñez que se replegó ahora so-bre la Línea fronteriza buscando el amparo de loscañones de Gibraltar (30). Mientras tanto, la briga-

da valenciana permanecía aúnbloqueando el castillo deGaucín sin hacerle fuego, has-ta que llegando Rivero el día22, sostuvo su retirada, comose le había prevenido, desdela cuatro de la tarde hasta lasonce de la noche, protegiendode esta manera la retaguardiade la columna carlista hasta in-corporarse al resto de la expe-dición, en cuyo tiempo sufriótambién, ahora sí, el fuego delcastillo del Águila, ocupado to-davía por las dos compañíasque dejara allí el brigadierOrdóñez (31).

Al parecer, Gómez teníala intención de abastecer a sushombres de víveres y zapatosen Gibraltar, pero el goberna-dor inglés Sir AlexanderWoodford le hizo llegar un men-saje contundente advirtiéndo-le que abriría fuego si se acer-caba más de la cuenta. Así, la

Imagen 4. Milicias Provinciales en 1830. Marqués de Zambrano, "Colección de Unifor-mes del Ejército Español dedicada al Rey N.S. por su Secretario de Estado y del Despa-cho de la Guerra", 1830.

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expedición llegó a la Línea fronteriza sin entrar enGibraltar ante la advertencia del gobernador de lacolonia y en la madrugada del día 22 se encaminóhacia Algeciras, caminando en parte por la playa parahacerse visible a los habitantes del Peñón, como sifuera una marcha triunfal. Camino de Algeciras, ladivisión de Castilla vadeó el río Guadarranque sinnovedad pero, tras cruzar el Palmones por el puentede Los Barrios y el vado de las Cigüeñas, se acercóa la playa y sufrió el intenso bombardeo de una flotillamandada por el bergantín inglés "Chasseur", la cor-beta portuguesa "Elisa" y los guardacostas españo-les "Fandango" y "Limeño". La fortuna acompañó alos carlistas, ya que sólo sufrieron una baja (32). Mien-tras tanto, la segunda división de Gómez había que-dado en San Roque, cubriendo el servicio de la Líneafronteriza de Gibraltar y en observación del brigadierOrdóñez, que con sus tropas continuaba acantonadobajo la protección de los cañones del Peñón (33).

La columna carlista ocupó Algeciras el 22 sinencontrar resistencia y, contrariamente a lo presagia-do por los miembros del cabildo algecireño, su estan-cia en la ciudad no supuso el clima de violaciones yrobos anunciado por la propaganda oficial. Gómez selimitó a gestionar del cónsul de Francia el asilo políti-co en Gibraltar para los componentes de la junta re-volucionaria carlista nombrada en Córdoba, formadapor personas de edad y que, desde aquella ciudad,venían viajando con Gómez y sufriendo las incomo-didades del camino y las penalidades de la lucha (34).

Mientras tanto en Tarifa, donde se esperabaque los carlistas extendieran sus correrías a las in-mediaciones de la plaza interceptando las comunica-ciones, continuaban los trabajos de defensa. El mis-mo día que era ocupada Algeciras se reforzó en laisla tarifeña la batería que defendía el camino de esco-llera con una pieza de bronce de a 16. Dicha piezatuvo que ser arrastrada a brazo por no contarsetampoco con los útiles necesarios para su trans-porte desde el Parque, donde se hallaba sobrepolines, hasta la batería donde fue colocada por elPresidio y artilleros, dejándola montada y con susfuegos de armas y municiones. También se giró lapieza de a 24 de la batería de Poniente para que ba-tiera toda la playa del barrio extramuros y se colocóotra de a 12 en el ángulo derecho de la cortina deLevante de la Isla para defender el tambor de la mis-ma, pues su correspondiente pieza estaba cubriendootro punto. Por último, se cargaron ocho granadas dea 7 pulgadas que fueron trasladadas al repuesto de lapuerta de Jerez y además se cargaron sesenta car-tuchos de a 24. Ya de noche, se colocó el asta bande-ra en la torre del Corchuelo donde se encontraba

montado el obús de a 7 (35).Artilladas las baterías de la Isla y las torres

del Corchuelo, al noreste, y la de San Sebastián, alnoroeste, quedaba defendida la principal avenida deAlgeciras y la puerta de Jerez, mientras que la delRetiro era cubierta por el cañón de a 4 colocado en labatería de Flores, reconstruida de nuevo. Sin embar-go, todavía restaba, para enlazar las defensas de laplaza con las de la Isla, colocar dos piezas más en elreducto de Santa Catalina, a medio camino de la pla-za a aquélla, pero faltaban montajes para esas pie-zas de corto calibre y también para un obús de a 7que era de gran utilidad en la Isla (36).

Por cuanto se refiere a la guarnición disponi-ble, para entonces ya se habían sumado a la de Tari-fa el comandante del Batallón de Voluntarios de An-dalucía con 4 oficiales y 91 hombres de tropa, desdesargento a corneta, y también 27 milicianos naciona-les de caballería que entre otros varios procedentesde Ronda y Algeciras quisieron quedarse a seguir lasuerte de la plaza, haciendo en ella su servicio. Contodo, para que las tropas presentes colaborasen a ladecidida defensa de la plaza a que estaba resueltosu gobernador y habiendo vuelto desde el día 18 alimportante mando de la Isla el teniente coronel Igna-cio de Arcos Carrasco, el coronel Ruiz y Abreu nom-bró por jefes de cada una de las tres puertas y tramode muralla inmediato a ellas a los tres oficiales máscaracterizados: de la puerta del Mar, al coronel MatíasCantero; de la de Jerez, al comandante del batallónde Voluntarios de Andalucía, Joaquín Dieste; y de ladel Retiro, al teniente coronel y capitán retirado JoséPacheco Robles.

También se distribuyeron entre estos tres pun-tos y bajo las respectivas órdenes de los menciona-dos jefes a todos los oficiales retirados y residentesen la plaza que, invitados por el gobernador desde elmismo día 18, se presentaron gustosos a cuanto seles mandó y cubrieron diariamente el servicio de ron-das y vigilancia, a pesar del gran atraso de cincomeses en el percibo de sus haberes. Consciente deello y de su consiguiente indigencia, que les imposi-bilitaba cumplir con lo prevenido sobre el depósito dequince días de víveres que había decretado el 18,Ruiz y Abreu mandó se les diese a todas las clasesmilitares, una mesada con cargo a sus haberes y quea todos los destacamentos de los diversos cuerposque daban servicio en ella se les asistiese igualmen-te hasta fin del mes, sacándose bajo los recibos co-rrespondientes las cantidades necesarias de la De-positaría de Rentas de Tarifa. De nuevo fue indispen-sable servirse de la fuerza para el apronto de esteauxilio, haciendo alarde de su tenacidad el contador

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interino Antonio Lara, quien se oponía a ello.Asimismo, consciente igualmente de que des-

de últimos del mes de septiembre venía dando servi-cio en Tarifa la Milicia Nacional, pobres jornaleros ylabradores y artesanos en gran número, y que en esoscríticos días estuvo casi siempre sobre las armas,previno el gobernador oficiando al Ayuntamiento elmismo día 22 para que considerase movilizados alos milicianos y les facilitase sus haberes y racionescorrespondientes según los estados que los respec-tivos comandantes presentasen visados por el Ma-yor Ayudante de la plaza. Además, Ruiz y Abreu dis-puso que igualmente estuviesen prontas desde esamisma noche 400 raciones de carnes y vino para laguarnición. A saber, ocho onzas de carne fresca ymedio cuartillo de vino diario por plaza, sin distinciónde clases, pues amenazando el enemigo desdeAlgeciras a la plaza de Tarifa y siendo el servicio enella muy activo y de casi ningún descanso, conside-raba necesario dar este refresco a las tropas ya queéste siempre podría cargarse a sus haberes y con élsus fuerzas estarían más vigorizadas para cualquierocurrencia (37). También mandó que se suministra-sen raciones de paja y cebada a los miembros delescuadrón de la Milicia Nacional local que se halla-ban haciendo el servicio, incluso las de la misma Armade la ciudad de Ronda que estaban agregadas a di-cho escuadrón, así como a las de Algeciras. Por últi-mo, requirió del Consistorio que se faciliten junto alas puertas de la plaza dos cubetas grandes para lle-narlas de agua y que se reuniera el mayor número desacos para llenarlos de tierra (38).

Para asegurarse el cumplimiento de sus dis-posiciones el gobernador Ruiz y Abreu adjuntó a suoficio copia de la orden de la Diputación Provincialfechada el 19 de noviembre, por la que se facultabaal Ayuntamiento para que facilitase, echando manode los fondos que estaban a disposición de la Corpo-ración, cualquier petición que se hiciera por el gober-nador militar de la plaza. Los munícipes tarifeños,reunidos en cabildo extraordinario presidido por el al-calde 2º Francisco Aldayturriaga, acordaron aquelmismo día acceder con la mayor prontitud y celo acuanto se pedía. Pese a ello, para atender inmediata-mente a los gastos y atenciones del suministro debe-rían hacer uso de los 1980 reales que se hallaban enpoder del depositario del Pósito, Sebastián de Arcos,y que procedían de la venta de las sesenta fanegasde trigo que se había hecho para el empréstito dedicho establecimiento, sin perjuicio de que luego sedeberían reintegrar de los fondos de la contribuciónde paja y utensilios que eran de los que se habíaacordado hacer uso para los suministros al goberna-

dor por ser los más disponibles (39).En esto, en la madrugada del día 23 llegaba a

Tarifa el jabeque "San Francisco de Paula" desdeCeuta, que desembarcó en Tarifa a 92 hombres pro-cedentes de la plaza española del norte de África,entre ellos 12 artilleros remitidos por aquel goberna-dor en respuesta a las repetidas instancias enviadaspor Jaime Ruiz y Abreu, la última del 22. Éste apro-vechó el mismo jabeque para comunicarse nueva-mente con su homólogo ceutí y pedirle que le fran-queara los montajes para los dos piezas de cortocalibre destinadas a la batería de Santa Catalina ytambién la cureña para el obús de a 7 de la Isla (40).

Cuando todo hacía pensar que la columna car-lista se dirigiría contra Tarifa, a las 2 de la tarde deaquel mismo día 23, clarines y timbales tocaron agenerala en el arco de la bahía y todas las unidadescarlistas se pusieron en marcha, pero tomando la di-rección de Alcalá de los Gazules por el camino deLos Barrios hacia Arcos de la Frontera. La columnacarlista reemprendía así la marcha de regreso haciael norte sin acercarse siquiera a Tarifa, que veía ale-jarse el peligro de ser atacada por la columna deGómez. La Expedición rebelde pernoctó en las Ca-sas del Castaño y a la mañana siguiente del 24 llega-ban a Alcalá. En aquellos momentos estaban prácti-camente rodeados por los enemigos y muy lejos dela plaza tarifeña.

En efecto, a las 8 de la tarde del 23 de noviem-bre el mariscal Rivero con 7500 infantes y 800 ji-netes cristinos procedentes de Jimena había en-trado ya en San Roque en su persecución del es-curridizo Gómez. Desde allí continuó hacia Los Ba-rrios y subió a la Venta del Castaño en la noche del24, un día después de que la hubieran pisado los car-listas. Mientras tanto, el brigadier Alaix, que estabaen Manilva y había recibido la orden de perseguir alos carlistas que permanecían en Casares, cuandoéstos huyeron hacia San Roque marchó a Ronda ypor Ardales, Atajate y Ubrique, donde llegó el día 25,continuó el cerco de Gómez. También el brigadierNarváez, por su parte, desde Posadas se había des-colgado por Osuna, Morón, Montellano y Bornos, don-de llegó el día 24, para salir el 25 hacia Arcos de laFrontera (41).

Arrinconado por fuertes columnas enemigas,Gómez forzó el cerco el mismo 25 de noviembre enuna ágil maniobra. Se desplazó de Arcos a Villamartíny pudo esquivar a Narváez (42), no sin antes salirleéste al encuentro cerca del río Majaceite, donde loscarlistas sufrieron un grave revés en el que murieronmás de 100 carlistas, 115 fueron hechos prisionerosy se produjo su dispersión y el comienzo del fin de la

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expedición, que se batió desde entonces en continuaretirada cruzando toda España de sur a norte perse-guido siempre por los cristinos (43).

No obstante, la falta de noticias e incluso delcomandante general del Campo, del que no se sabíanada desde la noche del 19, hizo que Tarifa todavíapermaneciera en estado de defensa y aguardando aúnla llegada de la columna de Gómez. Así, durante losdías 23 y 24 se esperaron a los enemigos y estuvie-ron de día y de noche encendidas las mechas en laplaza y en la Isla, permaneciendo los artilleros enuno y otro punto en sus respectivos puestos al pie desus cañones (44).

En esto, a las siete de la tarde del día 24, alverse desde la torre del Corchuelo que la avanzadade caballería de la Milicia Nacional situada en el ca-mino de Algeciras se retiraba gritando ¡ahí vienen losfacciosos! hubo una alarma general en Tarifa y todosacudieron a la muralla y puntos que de antemano seles tenia señalado, quedando todos cubiertos y dis-puestos a la defensa en el corto espacio de cinco aseis minutos. A la prontitud militar de la guarniciónse unió la decisión del vecindario que pedía al go-bernador armas para reforzar la tropa, incluso ani-mando las mujeres a la defensa en vez deintimidarse. Descubierta la falsa alarma, ocasionadapor una confusión de un centinela poco práctico en elterreno y por la inexperiencia del joven comandantede la avanzada, volvió la caballería a situarse donde

debía y las tropas a sus cuar-teles y retenes.

Por fin, enterados enTarifa por personas de confian-za de que los carlistas se ha-bían retirado de Algeciras endirección a Alcalá, el goberna-dor Ruiz y Abreu hizo salir enla madrugada del 25 al coman-dante del escuadrón de caba-llería de la Milicia Nacional con40 caballos a recorrer el térmi-no por los confines de Alcalá yLos Barrios, extralimitándoseen caso necesario con direc-ción a estos puntos, ya fueratanto para recoger cualesquierdispersos que pudiesen encon-trar como para perseguir a loscarlistas rezagados y adquirirnoticias verdaderas sobre lamarcha de la columna del car-lista Gómez (45).

Todavía el mismo 25se presentó en la Isla el falucho de Juan Villalba pro-cedente de Ceuta, que traía a bordo las dos piezasde bronce de a 4 con sus cureñas de plaza del mis-mo calibre y la cureña para el obús de a 7, todas consus juegos de armas y efectos para su servicio, con-forme había pedido el gobernador de Tarifa al de laplaza ceutí dos días antes. Después de desembar-carlas en la playa, los dos cañones se trasladaron ala batería de Santa Catalina junto al camino de esco-llera, siendo necesario emplear nuevamente en los tra-bajos a marineros matriculados, presidiarios y artille-ros, quienes subieron los tubos a brazo por no permitirla situación de la batería, en lo alto de un cerro, verifi-carlo de otro modo. Lo mismo hicieron con sus cureñasy el arcón de municiones, después de lo cual los doscañones de corto calibre quedaron montados y dota-dos para su servicio. Por último, montado también elobús de a 7 en la cureña del mismo calibre que aca-baba de llegar de Ceuta, se situó en la azotea delcuartel de la Casamata en la Isla, quedando igual-mente con su dotación correspondiente (46).

Durante este tiempo, como quiera que no lle-gaban los socorros de granos y utensilios que habíaanunciado el comandante general del Campo en lanoche del 19, el gobernador Ruiz y Abreu se habíavisto en la necesidad de conceder licencia para traerde Gibraltar comestibles y principalmente harinas, su-jetándolo todo a los derechos de arancel (47). Por fin,el 24 habían llegado los socorros del comandante

Imagen 5. Mapa de España con el itinerario seguido por la Expedición de Gómez en1836.

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general y dos días más tarde, en la mañana del 26,las primeras noticias que se tenían de éste desde lanoche del 19.

Por último, dos días después de su marcha, el27 regresaba el escuadrón de caballería sin la menornovedad por su parte, por lo que al día siguiente susmilicianos pidieron marcharse a Ronda, lo que lesconcedió el gobernador Ruiz y Abreu, asegurándolesde su satisfacción y gratitud por su conducta en ladefensa de la plaza de Tarifa. Alejado definitivamenteel peligro, también se retiraran a sus cortijos y labo-res agrícolas la mayor parte de los milicianos tarifeñosy algecireños del arma de Caballería, quienes lo aban-donaron todo al primer llamamiento pese a ser la es-tación más ocupada del año para ellos.

Mientras tanto, la Milicia Nacional de Tarifa con-tinuaba movilizada y percibiendo sus haberes desdeel día 23 hasta el 30 inclusive, tal y como había de-cretado el gobernador militar el día 18. Durante estetiempo la Corporación municipal suministró diariamen-te, conforme a la disposición del gobernador del día22, las ocho onzas de carne fresca y medio cuartillode vino por plaza. No obstante, como quiera que con-tinuaba todavía vigente el estado de guerra en losprimeros días de diciembre y, por tanto, las tropaspermanecían aún movilizadas en Tarifa, se necesita-ron de nuevos socorros para sus ranchos y aunque elgobernador militar mandó a las oficinas de Rentas loconveniente al efecto, hubo de servirse nuevamentede la fuerza para lograrlo y aún de poner centinelasde vista al Administrador y Contador hasta que le die-ron el estado de fondos a lo que se negaban. A juiciodel gobernador Ruiz y Abreu, estas autoridades y prin-cipalmente el contador interino Antonio Lara, fueronlas únicas que procuraron entorpecer las disposicio-nes hechas para la defensa, aunque tal vez lo hicie-ron influidas por personas que no gozaban de la me-jor opinión. Todas las demás y el mismo vecindariodieron pruebas de su decisión por sostener sus liber-tades y el trono legítimo de la reina Isabel II, ayudán-dole a cumplir con su deber de defender a todo trancela plaza de Tarifa.

Con todo, en su parte al comandante generaldel Campo de Gibraltar, fechado el día 8 de diciem-bre, el gobernador Ruiz y Abreu se vio obligado areseñar que: "No es posible dejar de mencionar laactividad y presteza con que al primer momento de laalarma cerró el postigo, único de comunicación, de laMar el sargento 2º de Voluntarios de Andalucía BlasBenegas, encargado de las funciones de capitán dellaves y cuya fidelidad a S.M. y celo ha acreditado enlos tres meses de su encargo y muy particularmenteen estas críticas circunstancias. Tampoco puedo en

justicia callar el sobresaliente ejemplo de decisión ydisciplina militar que dio en semejante movimiento elExcmo. Sr. teniente general D. Ramón de Villalba,presentándoseme para que le designase punto, a pe-sar de sus ochenta años, habiéndome auxiliado consus luces y consejos en toda esta época. En ella mehan sido de suma utilidad para la causa nacional, elpatriotismo ardiente y generosa probidad del capitánde fragata retirado D. Manuel Abreu, quien no obstan-te sus largos e intensos achaques, no sólo se haprestado a cuanto he necesitado, sino que animandosiempre el espíritu público con su influencia y rela-ciones fue de los primeros a presentarse en las mu-rallas en dicha noche, y a vitorear a nuestra legítimareina y libertades patrias" (48).

Como conclusión, no sería hasta el 10 de di-ciembre cuando el comandante general del Campocomunicaba al cabildo de Algeciras que en ese díase ponía fin al estado de guerra en el distrito (49). EnTarifa fue seis días más tarde cuando, en un cabildopresidido interinamente por el regidor Rosendo Mora-les, se diera cuenta del oficio del gobernador Ruiz yAbreu manifestando que según comunicación hechapor el capitán general de Andalucía al comandantegeneral del Campo de Gibraltar el primero había de-terminado el cese el estado de guerra en que estabadeclarado el Distrito (50).

Por entonces los carlistas ya estaban cercade su casa, la expedición de Gómez llegaría a Orduña(Vizcaya) el día 20, después de recorrer toda Espa-ña, ahora de sur a norte, en tan sólo 26 días.

REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA(1) Por cuanto se refiere a la expedición del generalGómez, véase principalmente: DELGADO, José Mª: Relatooficial de la meritísima expedición carlista dirigida por elgeneral andaluz don Miguel Gómez, Madrid, 1914; BULLÓN

DE MENDOZA, Alfonso: La Expedición del General Gómez,Madrid, Editora Nacional, cop. 1984 y La Primera guerracarlista, Madrid, Actas, 1992; PIRALA, Antonio: Historia dela Guerra Civil y de los partidos liberal y Carlista, Tomo III:Año 1836, Ed. Turner, Madrid, 1984; DEL BURGO, Jaime:Para la historia de la primera guerra carlista: comentariosy acotaciones a un manuscrito de la época 1834-1839,Pamplona, Institución Príncipe de Viana, Diputación Foralde Navarra, 1981; EVANS, Luis: Memorias sobre la guerrade Navarra, las provincias y la expedición de Gómez.Libro Primero, Imprenta de Francisco Oliva, 1837; LAVAUR,Luis: "Ocupación carlista del Campo de Gibraltar", Carteya2 (1979), pp. 20-23.(2) LAGO: "1836: La Expedición de Gómez en Jadraque".Revista cultural Ildara, Asociación Reconquista,Jadraque, Enero-Febrero-Marzo 2006, p.15.(3) Archivo Municipal de Tarifa (AMT). Actas de Cabildo,26 de septiembre de 1836, p. 278.

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(4) El presidente electo del Ayuntamiento Constitucionalde Tarifa era Joaquín Abreu, quien en ningún momentopudo ejercer su cargo al frente de la Corporación Munici-pal por enfermedad.(5) AMT, Actas de Cabildo, 27 de septiembre de 1836, pp.280-281.(6) Ibídem, 29 de septiembre de 1836, pp.283-284.(7) Ibídem, 2 de octubre de 1836, p. 288 vto.(8) Archivo Histórico Nacional (AHN). Sección: Diversos,Legajo 129. "Expediente sobre fortificaciones de 1836:Informe del gobernador Jaime Ruiz y Abreu al comandan-te general del Campo", Tarifa 8 de diciembre de 1836. s/f.(9) LAGO: ob cit., p.15.(10) AMT, Actas de Cabildo, 8 de noviembre de 1836,p.310 vto.(11) Ibídem, 11 de octubre de 1836, p. 292 vto.(12) MARTÍN DE MOLINA, Salvador: "El general Gómez y lasguerras carlistas en Gaucín", en http://w w w. s a l va d o r. m a r t i n . n a m e / l a g u e r ra c a r l i s t a /laguerracarlista.htm(13) "Los guerrilleros carlistas andaluces", en http://www.andalucia.cc/adn/0798doc.htm. Recopilación hechapor MORENO ALONSO, Manuel: Historia de Andalucía. Ed.Cajasur, Murcia 1995. Citando a GARCÍA VILLARRUBIA, Fer-nando: Aproximación al carlismo andaluz en la guerra delos Siete Años (1833-1840), Ed. EASA, Madrid, 1979.(14) PIRALA, A.: ob. cit.(15) AHN, Diversos, Legajo 129, "Informe del goberna-dor…", ob. cit.(16) AMT, Actas de Cabildo, 16 de noviembre de 1836,pp.312 vto-313 y AHN Diversos. Legajo 129. "Expedientesobre fortificaciones de 1836: Oficio del gobernador Ruizy Abreu al comandante general del Campo", Tarifa 19 denoviembre de 1836. s/f. En el oficio del gobernador, fe-chado el 19 de diciembre, se inserta copia de la respues-ta del Ayuntamiento, dada al parecer el mismo día enque se recibió la orden para la suspensión del juicio y enel que se publicó el bando, su fecha el 18 de noviembre.Coincide el 18 con la secuencia de acontecimientos re-latada por el mismo gobernador en su informe del 8 dediciembre, pero no con la fecha de celebración del cabil-do que aparece en las actas municipales, el 16 de no-viembre. Hemos dado por buena la fecha del 18.(17) AHN. Diversos. Legajo 129. "Informe del goberna-dor…", ob. cit.(18) Ibídem. "Relación de los trabajos de Artillería he-chos por el comandante de Artillería Antonio Bros", Tarifa4 de diciembre de 1836. s/f.

(19) Ibídem. "Informe del gobernador…", ob. cit.(20) Ídem.(21) Ibídem. "Oficio del gobernador…", ob. cit.(22) MARTÍN DE MOLINA, S.: ob. cit.(23) CORZO SÁNCHEZ, Ramón y otros: Tarifa, Historia de losPueblos de la Provincia de Cádiz, Diputación Provincialde Cádiz, 1984, p. 95.(24) MARTÍN DE MOLINA, S.: ob. cit.(25) OCAÑA TORRES, Mario y otros: Historia de Algeciras,Tomo 2: Moderna y Contemporánea. Parte Segunda. Di-putación de Cádiz, 2001, p. 226.(26) Ibídem. "Relación de los trabajos de Artillería…",ob. cit.(27) RUIZ Y ABREU, Jaime. ob. cit.(28) Ibídem. "Relación de los trabajos de Artillería…",ob. cit.(29) Ídem.(30) POSAC MON, Carlos: "Repercusiones de la primeraguerra carlista en Gibraltar y el Campo de Gibraltar", VIJornadas de Historia del Campo de Gibraltar, Almoraima25 (2001), pp. 365-367.(31) MARTÍN DE MOLINA, S.: ob. cit.(32) OCAÑA TORRES, M.: ob. cit., p. 226.(33) POSAC MON, C.: ob. cit. p. y OCAÑA TORRES, M.:ob. cit., p. 226.(34) OCAÑA TORRES, M. ob. cit., p. 226.(35) AHN, Diversos. Legajo 129. "Relación de los traba-jos de Artillería…", ob. cit.(36) Ibídem. "Informe del gobernador…", ob. cit.(37) Ídem.(38) AMT, Actas de Cabildo, 22 de noviembre de 1836, p.314.(39) Ídem.(40) A.H.N. Diversos. Legajo 129. "Informe del goberna-dor…", ob. cit.(41) MARTÍN DE MOLINA, S.: ob. cit.(42) OCAÑA TORRES, M.: ob. cit., p. 226.(43) MARTÍN DE MOLINA, S.: ob. cit.(44) AHN, Diversos. Legajo 129. "Relación de los traba-jos de Artillería…", ob. cit.(45) Ibídem. "Informe del gobernador…", ob. cit.(46) Ibídem. "Relación de los trabajos de Artillería…",ob. cit.(47) Ibídem. "Informe del gobernador…", ob. cit.(48) Ídem.(49) OCAÑA TORRES, M.: ob. cit., p. 226.(50) AMT, Actas de Cabildo, 16 de diciembre de 1836, pp.326 y 327.

En la dirección http://www.tarifaweb.com pueden consultar todos losejemplares hasta ahora publicados de ALJARANDA, además de

encontrar, entre otras, una sección referida a la Delegación de Culturadel Ayuntamiento de Tarifa.

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La epidemia de cólera asiáticode 1886

Jesús Terán Gíl

e han cumplido a principios de este 2006, dos-cientos veinte años que asoló a estas tierras

ese azote de origen asiático como era el cólera. Trasdeclararse oficialmente la existencia de la enferme-dad en la vecina ciudad de Algeciras, a los pocosdías, el 11 de enero de 1886, se da el primer caso ennuestra ciudad, dejando a todos convencidos de queteníamos por huésped al viajero del Gánjes.

Con anterioridad, Tarifa había sufrido otras epi-demias similares en distintos años, como eran la pesteen los años 1582, 1600 y 1800; el cólera morbo en1834 y el tifus abdominal en 1872.

Nuestra ciudad tenía un grave problema desalud pública en el arroyo de papel que atravesaba lapoblación por donde hoy está la Calzada, arroyo ésteque al agotarse completamente, se convertía en unfoco de infección. Parece ser que desde hacía algúntiempo se había presentado un expediente de des-viación del arroyo; pero este expediente no se termi-naba de resolver (pasaría un año para que empeza-sen las obras del túnel que desviaría este arroyo).

Todos los tarifeños a la vez, se encomendarony miraron hacia la Casa de la Virgen en la dehesa deLas Caheruelas, y la Patrona, la Virgen de la Luz nosvisitó para consuelo de todos.

En nuestra ciudad permaneció sólo una terce-ra parte de la población, cuatro mil personas, pues lamayoría había huido a otros lugares como Vejer de laFrontera ó Medina Sidonia.

Como es natural, la zona más afectada, dondela epidemia ocasionó más victimas, fue en el barriode extramuros, sumamente mísero. De los 518 afec-tados, 148 murieron.

El jueves 28 de enero del citado 1886, a lasdos de la tarde, llegó a Tarifa el obispo de Cádiz, Vi-cente Calvo y Valero, acompañado del doctoral FélixSoto y un familiar. En unión de las autoridades y pú-blico que lo esperaba, se dirigieron a la parroquiamayor de San Mateo Apóstol, donde, en sentida plá-tica, el Prelado ofreció al Señor su vida en beneficiode los hijos de Tarifa.

El alcalde de aquellos años, Luis Bermúdez

Sánchez, convocó enseguida una Junta de Sanidadque presidió el obispo, donde éste abrió una suscrip-ción aportando 500 reales semanales, a la que sesumaron los médicos de la antes dicha Junta, llegán-dose a recaudar la suma de dos mil reales, a estohay que añadir lo que aportaron algunos propietariosde la campiña, como igualmente lo recogido por elreverendo Pablo Duarte, producto de una positivadestinada a un colegio; pero que él había ofrecidoentregar si la epidemia llegaba a la ciudad. En estamisma Junta se acuerda la instalación de una cáma-ra de fumigación en la Calzada, en el local que hastahace poco ocupó la librería de Ruffo. Y en la Plaza delPan, junto a lo que fue Farmacia Central, el comer-ciante don Francisco Díaz Nuti convirtió su estable-cimiento en una cocina económica, dando por su cuen-ta diariamente raciones de comidas a los más nece-sitados, que en aquellas fechas eran muchísimos.Asimismo, el matrimonio formado por Domingo Derquiy señora instalaron igualmente otra cocina económi-ca en su domicilio de la Plaza de Santa Maria, repar-tiendo por su cuenta diariamente hasta cuatrocientasraciones de comida.

Y se constituyeron las rondas de vecinos quevigilaban los alrededores de la población, donde tan-to el obispo y sacerdotes acuden diariamente a cui-dar a los coléricos. En sus visitas coincide con lasautoridades, comandante general del Campo de Gi-braltar, José Gamir, y el delegado enviado por del Go-bierno, Manuel Bernal. El gobernador civil de la pro-vincia visitó la ciudad en dos ocasiones, permane-ciendo entre nosotros varios días en cada visita. Igual-mente enviados por el Gobierno de la Nación llegaronlos médicos señores Alcázar y Pérez García que vi-nieron como caídos del Cielo para echar una mano alos doctores locales Pablo Gómez Moure, FernandoLlanos León, Juan García de Celis y José PeláezDerqui. Igualmente llegaron seis personas de nacio-nalidad china, que se encargaron de conducir y ente-rrar a los muertos, ya que los chinos eran inmunes aesta enfermedad.

Tanto los doctores enviados por el Gobierno

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como los locales tuvieron que multiplicarse para aten-der a los numerosísimos afectados por esta graveenfermedad, sobre todo en el sitio conocido por Ca-sas de Porro donde la epidemia había hecho verda-dero estrago.

Calvo y Valero estuvo visitando este hospitalde la Misericordia en unión del alcalde y varias auto-ridades y señores del pueblo, entonces vieron queaquello no estaba en condiciones para poder atendera nadie ya que casi carecía de puertas y las camas(unos camastros de madera comidos por la polilla)eran insuficientes para los enfermos que allí había.Incluso se habla que el obispo y el alcalde tuvieronunas palabras en tono subido, ya que el señorBermúdez dijo que arreglando algunas puertas y co-locando unas camas más, podría servir perfectamentede hospital, a lo que Calvo y Valero no estaba dis-puesto, y hasta se atrevió a decirle al alcalde que siél dejaría a un familiar suyo en aquellos camastros,el alcalde le contestó que ese no era el tema y que noestaba dispuesto a discutir sobre asuntos familiares.Total, parece ser que estuvieron un buen rato discu-tiendo, tanto es así que los vecinos que le acompa-ñaban intervinieron en el asunto e hicieron ver a am-bos, obispo y alcalde, que con esa actitud poco sepodría resolver y que lo que corría prisa era atender alos enfermos. Entonces Juan Alba para que termina-se la discusión dijo que él ponía a disposición delpueblo una casa que poseía en el Reñidero de Ga-llos, hoy día calle San Isidro.

Enseguida el señor Bermúdez recapacitó y ledio las gracias al señor Alba y la razón al obispo,quien con espíritu activo y organizador enseguida sepuso a disponer cuanto creía conveniente en la casacedida por Juan Alba. Allí instaló un hospital, puescomo hemos comentado el de la Misericordia o deSan Bartolomé (actual Residencia de San José) lodesecharon de momento ya que se hacía imposiblela hospitalización en él. La dirección de este hospitalen el Reñidero de Gallos se la encargó al doctor PérezGarcía.

Las autoridades no se durmieron, celebrándo-se mucho la labor del Ayuntamiento, pero sobre tododestacó el obispo Calvo y Valero, quien, dada susdotes de organización, era quien llevaba la voz can-tante. Se dio el caso, triste caso, de cuatro niños queperdieron a la vez a sus padres, y el obispo los aco-gió y bajo su custodia eran cuidados. Y se dice queen más de una ocasión se vio al Prelado dando elbiberón al más pequeño. No obstante, Calvo y Valeroconsideró la necesidad del hospital de la Misericordiay que el edificio merecía su restauración, se realiza-ron algunas obras de mejoras provisionales, dejando

para un futuro su definitiva restauración.El lugar que hoy ocupa las RR.MM. de la

Inmaculada Concepción, era el antes mencionadoHospital de San Bartolomé o de La Misericordia yestuvo regido hace más de un siglo por la VenerableHermandad de Caridad. No se sabe a ciencia ciertadesde cuando data, pero refiriéndome a su antigüe-dad queda sobradamente acreditada al señalar algu-nas mandas a favor del mismo en los años 1568 y1584. Asimismo, en el libro de protocolo de lasremembranzas de los señores curas, existe la obli-gación del ensamblador Antón Sánchez a favor delmayordomo y hermano mayor Pedro de Rivera, condestino al retablo que había de antiguo en la capilla yconstruido en el año 1616.

Como es natural también existíanenterramientos en esta capilla, entre los muchos quehabía se puede citar en 27 de noviembre de 1733, elde Bernardo de Narias y Morando, comendador de laorden de Calatrava, Gobernador de lo Político y loMilitar de esta Ciudad, o lo que era lo mismo, Corregi-dor, que llevó acompañamiento de la comunidad dela Trinidad.

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Imagen 1. Cuadro del obispo Calvo y Valero en el SeminarioGaditano. (Foto: Archivo Jesús Terán).

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Se sabe que el hospital fue fundado por lospropios vecinos y siempre funcionó muy precariamen-te, si bien, como se podrá suponer, en un edificiomucho más reducido. Se nutría de las limosnas y delas exiguas rentas de algunas fincas que le habíansido donadas. Se trataba de fincas urbanas y rústi-cas. En tocante a las primeras, las urbanas, se con-taban 28 fincas; bueno, si finca se le puede llamar aun sobrado o una accesoria.

En total, la renta de todas ellas se reducía a896 reales (224 pesetas) o lo que hoy día sería 1,35euros. Por lo visto, la mejor casa de esta índole queposeía era una vivienda en la Calzada de San Mateo,colindante con la Casa Capitular entonces, y que ha-bitaba el Gobernador de la Plaza. También tenía unmolino harinero, así como algunas parcelas de tierrasen la Costa y en el Almarchal.

En el año 1800 amenazando ruina, se proce-dió a su reedificación, incorporándose al edificio al-gunas casas colindantes adquiridas al efecto. Dichasobras se importaron 215.000 reales, cantidad que serecogió de limosna entre los vecinos.

En el año 1828 se arrendó al Ejército la partealta para los soldados de guarnición, quedando lo quepudiéramos llamar Hospital Civil en la planta baja. Elalquiler era de 200 reales, bastante barato si se tieneen cuenta que era la mejor planta del edificio Peromás barato resultaba aún, por cuanto en el año 1829,estos mismos alquileres, de mas de un año, no cesa-ban de ser reclamados por cuanto no lo pagaban.

Asimismo, se llegó a arrendar en cien reales men-suales una de sus salas, la de Jesús, para almacénde granos. E incluso se arrendó a veces para dar es-pectáculos, con la Tía Norica y el célebre Cristobalitocon su perra.

Con fecha 13 de febrero de 1886 en el BoletínEclesiástico de la Diócesis de Cádiz, aparece ampliainformación sobre este tema, como por ejemplo loque envía el corresponsal en Tarifa al obispado, delos que copio literalmente algunos trozos de esta in-formación:

"He tenido la honra de acompañar al Sr. Obis-po en una visita a aquella Santa Casa, y presenciéescenas que jamás se borrarán de mi memoria. ¡Quéfigura tan interesante me pareció la del Prelado cuan-do arrodillado al pie de la cama de un colérico,prestábale los oficios del más humilde de los enfer-meros! ¡Creía ver a San Juan de Dios! El Sr. Doctorales un verdadero héroe: edifica con su caritativo pro-ceder; lo he visto empleado en los más bajos oficios,haciendo camas, desnudando enfermos y colocán-dolos en el lecho. No se comprende que puedan ha-cerse ciertas obras sin que en ellas esté muy acen-tuado el valor que solamente sugiere el Señor".

"Los médicos todos han correspondido a sunoble misión. Sus servicios se han extendido a cuan-tos en el extenso campo de este término han sidoheridos de la epidemia. Recuerdo que a altas horasde la noche salió el doctor Pérez García haciaGuadalmesí a visitar a la Sra. Del Teniente de Carabi-

neros. Hace cuatro noches es-tuvo a despedirse del Sr. Obis-po el alumno de esa FacultadD. Antonio Sánchez Enciso quemarchaba al campo, a prestaren él sus servicios, llevandolos correspondientes recursosy un completo botiquín. Es unexcelente joven. ¿Y que decirdel Sr. Bernal? Incansable enel trabajo, ha sido un gran auxi-lio para el Obispo. A falta demédico, él mismo se brindó avisitar los coléricos del campoen Casas de Porro".

Nuestro Ayuntamientoen agradecimiento a la laborrealizada por Calvo y Valeroenvía la siguiente comunica-ción al Prelado:

"Alcaldía Constitucionalde Tarifa.- Excmo. Señor.-Cuando la epidemia colérica

Imagen 2. Antiguo Hospital de la Misericordia, hoy residencia de Ancianos San José.(Foto: Archivo Jesús Terán).

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HISTORIAALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

producía sus funestos efectos en mayor escala so-bre esta afligida Ciudad, cuando el pánico adquiríaproporciones aterradoras, haciendo emigrar a granparte de la población: acude V. E., lleno de abnega-ción y de caridad evangélica a compartir con su atri-bulada grey los peligros que le amenazan, y cual án-gel de paz, restituye la perdida calma, reanima elabatido espíritu, y multiplicando su sagrada persona,no deja enfermo sin amparo, viuda sin consuelo nihuérfano sin protección: V.E., siempre incansable ysolícito en bien de estos vecinos en las presentes ytristes circunstancias, unas veces por su iniciativa yotras con sus consejos, ha conseguido montar losasilos benéficos y ordenar los socorros de la caridad

en términos, que ha hecho desaparecer las nece-sidades públicas, y con ello ahuyentar la calami-dad, que Dios piadoso, por intercesión de V.E. pa-rece retirar, dando por terminada su divina justi-cia.- Por eso la M.N. y M.L. Ciudad de Tarifa, dequien soy fiel intérprete en la presente ocasión,altamente agradecida a los merecimientos de V.E.,le da el más sincero voto de gracias por conductode esta Alcaldía: sin perjuicio de lo que se sirvaacordar el Excmo. Ayuntamiento para hacer máseficaz la expresión de su reconocimiento y cariño-so respeto hacia V.E., a quien Dios premiará consu recta equidad.- Dios guarde a V.E.I. Muchosaños.- Tarifa 17 de febrero de 1886.- LuisBermúdez.- Excmo. e Iltmo. Sr. Obispo de la Dió-cesis de Cádiz".

El jueves 18 de febrero, ya la epidemia ha-bía empezado a decrecer y el obispo marchó endirección a Cádiz; le acompañó numeroso público,que, a uno y otro lado de la carretera, saludaron alseñor Obispo hasta las afueras de la ciudad, de-rramando lágrimas de gratitud; el Ayuntamiento, Cle-ro, Gobernador Militar de la plaza y su ayudante,Juez Municipal, señor Bernal delegado facultativo;

director del hospital de colérico señor García Pérez;Junta de Sanidad y de defensa. Marcharon con elPrelado, acompañándole hasta la aldea de Facinas,los señores Arcipreste, Alcalde, secretario del Ayun-tamiento y recaudador de contribuciones.

El martes 23 de febrero el Ayuntamientotarifeño en sesión extraordinaria acordó poner el nom-bre de Obispo Calvo y Valero a una de sus calles,concretamente a la llamada Calle del Privilegio, hoydía Coronel Moscardó, pero con el paso del tiempose perdió el nombre del obispo, aunque después sepasó a la llamada De los Azogues, y justo debajo delrotulo de esta calle, figura una pequeña loseta dondeaparece el nombre del Obispo Calvo y Valero.

A LOS COLABORADORES DE ALJARANDARogamos a aquellas personas que nos envíen trabajos para su inserción en

ALJARANDA, nos manden sus trabajos en Word al correo electrónico:[email protected],

incluyendo las imágenes en blanco y negro con una resolución mínima de 300 K.o bien nos los envíen en Cd-Rom a la siguiente dirección:

ALJARANDAC/ Amor de Dios, 3

11380 Tarifa (Cádiz)

Imagen 3. Escudo episcopal de don Vicente Calvo y Valero.

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PRESENTACIÓN DE LIBRO ALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

Tarifa en la Edad MediaActas del I Congreso de Historia de Tarifa

Wenceslao Segura González

urante el mes de diciembre del año 2004 secelebró el I Congreso de Historia de Tarifa, or-

ganizado por la Delegación de Cultura del Ayuntamien-to de Tarifa. Se dedicó este primer congreso a Tarifaen la Edad Media, periodo histórico donde nuestraciudad conoció un gran protagonismo a consecuen-cia de su estratégica posición geográfica.

Dirigió el Congreso el catedrático de HistoriaMedieval de la Universidad de Sevilla ManuelGonzález Jiménez, que conocedor de este tipode eventos, logró reunir en Tarifa a eminentesinvestigadores de diversas universidades espa-ñolas.

Los ponentes vinieron de las universidadesde Cádiz, Huelva, Sevilla y de la Complutense deMadrid, a los que se unieron investigadores loca-les y de otros puntos de la comarca. Todos ellosexpertos conocedores de la Edad Media y en es-pecial de la historia de Tarifa durante ese periodo.

Se trataron temas variados, como la Tarifaislámica, la arquitectura defensiva, la conquista yrepoblación, el papel de Tarifa durante la batalladel Estrecho, su posición en la frontera granadinao el paso de realengo a señorío.

Este primer Congreso desarrolló sus acti-vidades en la Iglesia de Santa María y nació conel propósito de permanecer, si bien con otros te-mas monográficos.

Resultado de este I Congreso de Historiade Tarifa es la publicación de las actas, que con elnombre de Tarifa en la Edad Media, recoge en de-talle las distintas ponencias presentadas. ManuelGonzález ha sido el editor de estas actas, publi-cadas por el Servicio de Publicaciones del Ayun-tamiento de Tarifa.

Las actas tienen el típico formato de libro yestán pulcramente editadas, como corresponde ala categoría del Congreso y de los ponentes. Lalectura de las casi trescientas páginas de las ac-tas, le dará al lector indicación del protagonismode Tarifa en la Edad Media y lo que ha avanzadola investigación de este periodo histórico. Pero a

la vez muestran que hay mucho más campo parainvestigaciones futuras.

El libro Tarifa en la Edad Media es distribuidopor el Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayunta-miento de Tarifa, dependiente de la Concejalía deCultura, a donde se pueden dirigir los interesados enadquirirlo.

Imagen 1. Portada del libro Tarifa en la Edad Media editado por elServicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Tarifa.

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PRESENTACIÓN DE LIBROALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

La cocina marinera del EstrechoRecetas tradicionales de pescador

ocas veces se ha escrito sobre la gas-tronomía tarifeña, por esto se agra-

dece especialmente el libro que con el títuloLa Cocina Marinera del Estrecho acaba depublicar Mariluz Muñoz Ruiz y editado porla Junta de Andalucía.

La edición del libro se encuadra comoparte de las actividades del proyecto"MARIMED: La pesca como factor de desa-rrollo del turismo sostenible", que cuenta conla participación de la Consejería de Culturade la Junta de Andalucía.

Nos encontramos ante un recetario decocina, que de forma clara y simple nos guíaen la preparación de 77 platos, donde se en-cuentran entremeses, ensaladas, guisos, so-pas, potajes y segundos platos.

Se trata de recetas tradicionales dela cocina tarifeña, por ello los ingredientespara su preparación son fáciles de conse-guir. Los utensilios son los habituales, aun-que en algunos platos se recomienda cocinar en ca-zuela de barro. Como indica el subtítulo del libro, Re-cetas Tradicionales del Pescador, el protagonismo lo

Imagen 1. Portada del libro La Cocina Marinera del Estrecho, de MariluzMuñoz Ruiz.

Imagen 2. Uno de los dibujos de Katarzyna Magdalena Sierszenka queilustran el libro.

tiene el pescado de nuestras costas.Las recetas que nos aconseja Mariluz Muñoz

van desde las papas "aliñás", a fideos con pescadillay almejas, al arroz guisado con pescado, o alas varias formas que existen en Tarifa paracocinar el atún.

El libro La cocina marinera del Estrechocomienza con una introducción sobre la pes-ca en Tarifa y otros lugares cercanos, recor-dándonos algunas artes de pesca ya desapa-recidas. Concluye el libro con un breve glosa-rio de términos.

Es meritorio el trabajo de edición, don-de destaca como segunda autora de la obraKatarzyna Magdalena Sierszenka autora delos numerosísimos dibujos que en color ilus-tran el libro.

Acertadamente el libro está encuader-nado con anillas, lo que permite que se puedadejar abierto por la hoja que interese mientrasque se está cocinando. También es adecuadoque se haya impreso apaisado, ya que mejo-ra el manejo del libro.

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DOCUMENTO ALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

(Archivo General de Simancas. PATRONATO REAL ,CAJA 87, DOC. 230)

El Reyno dise que entendido que el duque de Alcalapretende tomar asiento con V. Magd. Para bolver a supoder la villa de Tarifa estando ya adjudicada a Vra.Realisima y poseyendola V. Magd. Siete años porsentencia de vista y rebista en posesion y con pro-piedad de la Chancillería de Granada y porque estapor ambas partes ynterpuesta segunda duplicacióncon la pena de las mil y quinientas doblas ofrece cier-ta suma socolor de transación y concierto para locual se ha despachado por el Consejo de HaciendaCédula de diligencias dirigida a Bernabé de Pedrosa(1) y si esto tuviese efecto vendría muy gran perjui-cio a la Real Corona y patrimonio de S. Magd. Espe-cialmente porque la dicha villa es marítima y fronteraen distancia de dos leguas y media de Africa y seríade muy dañosa consecuencia porque muchas ciuda-des, villas y lugares de estos Reynos que tratan plei-tos en las Chancillerías de Medina y Granada y otrostribunales pretendiendo ser restituidos a vuestra RealCorona los dejarían y nadie intentaría otros de nuevopor entender que después de gastados sus vidas yhaciendas en seguirlos se han de ver frustrados desus intentos demás de que haber semejante enaje-nación es contra leyes de estos Reynos y contra elsolemne juramento que V. Magd. Fue servido haceren las últimas Cortes por lo cual y por lo que convie-ne al servicio de V. Magd. y bien y beneficio publico

de estos Reunos y a su seguridad y defensa = supli-ca humildemente a V. Magd. sea servido de mandardenegar al duque lo que pretende y que no se innovecosa alguna ni el Consejo de la Hacienda trate masde ello en que se recibirá muy gran merced con justi-cia = por acuerdo del reyno = don Fco de Senestrosa.=a 19 de marzo de 1604 = El Reyno.

a qta. = [rúbrica ilegible]

que su Magd. queda advertido de lo que aquí se dicey mandará que se mire lo que convenga a su realservicio y bien del Reino = [rúbrica ilegible] = por qta.de 26 marzo de 1604.

NOTA(1) De Bernabé de Pedroso consta por un memorial quepresentó en 1591 que hacía veinticuatro años era pro-veedor general de la armada. En el mismo año 1591obtuvo igual empleo para las armadas de alto bordo, porpromoción de su antecesor Esteban de Ibarra a secreta-rio de Guerra. Se hallaba entonces Pedroso en Madrid yse le mandó pasar a Lisboa, adonde debía invernar laescuadra que armó la corona de Castilla. Fue nombradoconsejero de Hacienda por real título expedido en Lermaa 26 de octubre de 1602, cuya plaza no juró hasta 23 dediciembre de 1604, que lo hizo en Valladolid; y acasocontinuó todo este tiempo en Sevilla, pues aparece queestaba allí empleado en asuntos del real servicio en di-ciembre de 1602, y aún en 1603.= Cartas del Sr. Gonzálezde 3 de noviembre de 1816 y 19 de septiembre de 1819.

Memorial del Reino sobre la pretensióndel Duque de Alcalá de conseguir que

vuelva a su poder la villa de Tarifa

El Consejo de Redacción de ALJARANDA ha acordado la elaboración de un Manualde Estilo al que deberán ajustarse los trabajos que se publiquen en nuestra revista.

Los interesados pueden consultar este Manual en la página web:http://www.tarifaweb.com

o bien solicitarlo a nuestra dirección enC/ Amor de Dios, nº 311380 Tarifa (Cádiz)

Trascripción de Juan A. Patrón Sandoval

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Carlos Romero Romero

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TARIFEÑOS DE AYER Y HOYALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

a persona que traemos en esta ocasión a laspáginas de nuestra revista, es un hombre de

sobra conocido en Tarifa.Carlos Romero Romero, aunque nacido en

Guadalcanal (Sevilla) en 1923, es tarifeño de adop-ción pues no en vano lleva entre nosotros más decincuenta años. Es el tercero de una familiade cuatro hijos que formaron sus padres:Sebastián y Dolores.

A Carlos Romero, como a muchosespañoles, le tocó vivir esos desgraciadostiempos llenos de incertidumbre y zozobra,lo que se acentuó todavía mas al quedarhuérfano de padre a los 12 años.

Carlos nos cuenta que en su condi-ción de Guardia Civil, llega destinado a Tari-fa donde se le acoge con afecto y cariño.Aquí se casa con Francisca Esteban y tie-nen dos hijos, Carlos y Francisco Javier.

Nuestro personaje es un gran enamo-rado de Tarifa y desde siempre ha estadovinculado a la vida social y cultural de nues-tro pueblo a través de entidades y asocia-ciones.

Carlos Romero fue uno de los funda-dores de la actual Cofradía del Cristo deMedinaceli, presidió la Junta creada para larestauración del templete del Corpus de laiglesia de San Mateo. Ha sido autor del librolocalista Pequeños Relatos de un Pueblo,además de articulista en diferentes publica-ciones de Tarifa. Una de las cosas de la quese siente más orgulloso es el haber perte-necido a la junta directiva de la U.D. Tarifadurante 13 años y que el equipo consiguierael ascenso a 3ª división nacional.

Actualmente pertenece a la Asocia-ción Mellaria para la defensa del patrimoniocultural de Tarifa y es componente de la Coralde Tarifa. Pero su gran afición ha sido elcoleccionismo sobre todo filatélico yvitolfílico, habiendo expuesto en numerosassalas de Algeciras, La Línea, Ceuta, Sevilla Carlos Romero Romero. (Foto: Manuel Rojas)

y naturalmente Tarifa.A Carlos siempre lo hemos conocido como una

persona activa y dispuesta a colaborar en todo lo quese refiere a Tarifa.

Desde estas páginas le agradecemos el queen su día decidiera quedarse entre nosotros.

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CREACIÓN LITERARIA ALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

Quinta del cincuenta y siete (XV)José Araújo Balongo

E l destacamento de la Compañía de Mar de Me-lilla en la playa de Alhucemas estaba situado

en territorio marroquí, en plena bahía del mismo nom-bre y frente a la Isla de Alhucemas, islote de sobera-nía española distante a unos seiscientos metros dela costa. Se trata de un islote que abarca una super-ficie inferior a la hectárea y media, rocoso, protegido–es un decir– por añejas baterías y obsoleto en suvalor estratégico de antaño como enclave y fortalezamilitar. Cuando lo castiga las tormentas, una enormepiedra oscilante entra en movimiento y retumba den-tro de la llamada cueva del Cascabel. Lo ocupabaentonces un destacamento de La Legión, compuestopor treinta hombres, un soldado de Radio Permanen-te y un marinero de nuestra Compañía.

La ciudad de Al-Hoceima, antigua Villa Sanjurjode cuando el llamado Protectorado Español, se alza-ba sobre la playa a unos doscientos metros de empi-nada cuesta. Era todavía una ciudad militarizada conCuarteles, Residencias, Casino, Hospital, comercios,cines y todo lo que lleva consigo una importante pla-za militar. Todo lo transportable se quedó allí, aban-donado, cuando a finales de 1958 se retiraron las tro-pas españolas cumpliendo con el acuerdo de 1956,fecha en la que Marruecos recuperó su soberanía yagotado el plazo fijado para la definitiva retirada.

Desde mi primera visita a la ciudad se palpabaen ella la tristeza del ambiente entre el personal civil.Todo estaba en venta pero nadie compraba. Los ne-gocios, sin los militares españoles, dejaban de sertales; las viviendas tendrían que abandonarlas y bus-car nuevos horizontes donde rehacer sus vidas. ElEstado Español había prometido ayudas y compen-saciones, pero el tiempo pasaba corriendo sin quenada les llegara. Al-Hoceima agonizaba sin remedioposible de inmediato, arruinada por una situación quese veía venir y sin que ningún gobierno, ni el marro-quí ni el español, tomara medidas sobre el problemahumano que afectaba de modo similar a la poblaciónde ambas nacionalidades. Metido en este berenjenal,lejano en el tiempo pero vivo en la memoria, retomoel hilo del relato.

La misión principal de nuestro destacamento

era prestar servicio diario a la Isla de Alhucemas,adonde nos trasladábamos, no desde la playa sinodesde el puerto pesquero cercano, donde estaba fon-deado un falucho de la Compañía, de nombre"Cachavera", vieja embarcación que aún conservabalos aparejos para la navegación a vela, aunque yaentonces le habían acoplado un motor de gas-oil. Delmuelle arrancábamos sobre las diez de la mañanaportando la correspondencia y el abastecimiento ne-cesario de todo lo imprescindible para la subsisten-cia de los allí destinados. De regreso siempre traía-mos algo de la Isla a tierra, desde cartas para llevar aCorreos hasta a algún compañero que necesitara asis-tencia hospitalaria.

La tripulación de la "Cachavera" la formába-mos un sargento al mando; dos cabos, uno al timón yotro para la maniobra de atraque al embarcadero dela Isla, y seis marineros. No siempre íbamos los mis-mos; nos turnábamos todos según las circunstanciasy con la acertada intención de que todos conociéra-mos cada uno de los servicios a realizar, que no eranpocos ni sobraba gente. El destacamento estaba com-puesto de la siguiente manera: Un teniente al mando,y siguiendo según grado de mayor a menor, dos sar-gentos, cuatro cabos y catorce marineros. El tenien-te, hombre sexagenario o casi, buena persona, era elmismo que tuvimos como Jefe de Instrucción enMelilla: el teniente Bustos. Los sargentos, a los queno conocía, cuando uno estaba de semana el otroestaba de guardia, y viceversa; los cabos bien podía-mos denominarlos como de "oficios varios" y losmarineros de "chicos para todo".

Además del falucho estaba a nuestro cargo laque se conocía como "canoa del General", una lujo-sa falúa a motor, con empavesadas de terciopelo azuly flecos dorados que cubrían y adornaban los asien-tos de la popa y de la que el teniente me nombrótripulante y cuidador, de modo y manera que cada díatenía como obligación ineludible revisarla de proa apopa y de babor a estribor, manteniéndola como loschorros del oro y en disposición de servicio en elmomento que fuera requerido. El general, Comandan-te Militar de la Plaza, de cuyo nombre no me acuer-

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CREACIÓN LITERARIAALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

do, la usaba poco; si acaso una vez a lasemana se daba un paseo por la bahía o, enocasiones, salía de pesca con familiares yamigos.

También, en un chinchorro, prestába-mos servicio de bañeros, al ser verano, alos bañistas de la playa, casi todos milita-res de alta graduación acompañados de susesposas e hijos. En este servicio nos turná-bamos cada dos o tres horas desde mediamañana hasta la puesta de sol. Lo que bienpodría haber sido una misión tranquila raroera el día en el que no tuviéramos complica-ciones. El chinchorro lo tripulaba un solomarinero y teníamos orden de no dejar que nadie seadentrara en la mar más de cien metros; no podía-mos embarcar a ninguna persona, fuera quien fuera,salvo notificación expresa del sargento de semana; anosotros nos prohibían bañarnos, ni siquiera un cha-puzón de refresco; no debíamos dejar acercarse aningún marroquí a la zona donde se bañaban los mi-litares y sus allegados... En fin; todo muy especifica-do, ordenado e instruido, pero difícil de llevar a la prác-tica. Valgan algunos ejemplos de los que fui, por de-cirlo de alguna manera, protagonista.

- Señor; oiga señor, por favor, no puede nadar másadentro; ha sobrepasado los cien metros que in-dican la boya.

- Yo nado hasta donde me salen de las pelotas.- Y yo cumplo órdenes, señor; el sargento me arres-

tará si le dejo.- Vete a la mierda, marinero; tú y tu sargento.

¿Qué hacía yo? ¿Le daba un palazo en la ca-beza, lo metía a bordo y lo llevaba a tierra? El que mecontestó con tan mala educación seguro que seríaun jefe militar que trataba de humillarme abusando desu jefatura. Cuando me relevaron se lo comuniqué alsargento, que se hizo el "longui" y miró para otro lado.

Otro caso:- Marinero, por favor, ¿por qué no me das un paseíto

en el bote?- Porque no puedo, preciosa; estoy de servicio y lo

tengo prohibido.- Mi padre es comandante de La Legión y está ahí

en la orilla –aunque sonreía al decírmelo con ciertazalamería, se adivinaba la velada amenaza–. Anda,moreno; no seas antipático.

- Mira, muchacha; ve a tierra, díselo a tu padre yque él se lo diga al sargento, que está en el cuar-telillo y lo tiene a dos pasos. Si tu padre se lopide, el sargento me llamará y lo más probablees que no ponga pegas.

La vi alejarse nadando hacia la orilla, hablar en

ella con un hombre en bañador, asomarse éste a lapuerta del cuartelillo y salir el sargento, oir lo que ledijera durante unos segundos para, a continuación,dar tres pitadas con su silbato, que significaban lla-mada a tierra. Remé hasta allí y me ordenó que acce-diera a lo que la joven me pedía. "Toma castañas,dije para mis adentros; otra orden que deja sin efectola anterior".

Cuando la muchachita se acomodaba sentadaen la popa y yo empuñaba los remos para iniciar elpaseíto, el padre me dijo:

- Marinero, no te la lleves muy lejos. Y gastacuidadito con ella. Dentro de media hora me latraes aquí.

Y un último caso para terminar con lo ejem-plos:

- ¡Muchacho! –le grité a un moro que braceaba conenergía acercándose a la llamada "zona militarde baños" –. Para un momento, por favor –lo hizoy me miró desafiante–. Si no te importa, nada enotra dirección; no te acerques a esta zona.

- ¿Por qué no poder yo bañarme aquí?- Porque así me lo ordenan mis jefes militares.- Tus jefes mandan en ti, no mandan en mi. Esta

playa, esta agua, son marroquíes, yo, marroquí.¿Cómo que quieres tú echarme de mi casa, ma-rinero?

- Mira, "paisa"; a mi no me vengas con preguntasque no puedo contestarte. Yo estoy aquí obliga-do; ojalá pudiera estar en mi pueblo, con mi gnetey en mis playas. Te pido por favor que no me com-pliques la vida ni te compliques la tuya.

Aquel hombre joven, de más o menos mi edad,se acercó nadando hasta el chinchorro. Como no po-día dejarlo que se agarrase a la embarcación, le alar-gué la pala de un remo para que se agarrara y des-cansará un poco.

- Gracias –me dijo–. Marinero, tú comprenderme amí, ¿verdad?

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- Claro que te comprendo, hombre, y sé que tienesrazón, pero también tú compréndeme a mí.

- Sí, marinero, tú no tener culpa. Me voy a ir ya. Sialgún día subes a Al-hoceima y nos vemos, megustaría tomar unos tés contigo y fumarnos una"kimita".

- Ten por seguro que si nos volvemos a ver en Al-Hoceima te aceptaré la invitación.

Me sonrió, le sonreí, y se alejó de la zona conbrazadas largas. Pensé en o bien que podría irnos enla vida si las personas dirimiéramos nuestros asun-tos con la palabra. Qué razón tiene esa sentenciosafrase que dice: "Hablando se entiende la gente". Elmoro y yo, dos personas sin estudios, dialogando ysin saberlo habíamos resuelto un conflicto que, demediar la violencia, pudo haber llegado a ser inclusodiplomático y grave.

Cada mañana, después del desayuno, al mari-nero que estuviera más a mano nos mandaban almuelle pesquero a pedir algo de pescado a las traíñas,que serviría como segundo plato de nuestro almuer-zo. La primera vez que me mandaron a mí me dijeronque preguntara por el "Caballo". Al muelle se podía irnadando o en bote; yo lo hice siempre en el chincho-rro, remando, que además de ser más corta la distan-cia por mar se evitaba uno el volver cargado con lacanasta del pescado. Por el "Caballo" no tuve que

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preguntar; él mismo, al verme llegar, me dijo alzandouna mano:

- Marinero, abarlóate acá, a estribor de mi barco.Era un moro grandote como de unos cuarenta

años que derrochaba fortaleza con aquel corpachóny aquella voz impetuosa y mandona.

- ¿Qué quieres mejor –me preguntó–, jureles, sar-dinas o boquerones?

Le dije que a mí me gustaban más los boque-rones y él me dijo que estaban vivitos, cogidos en elúltimo lance de la madrugada. Me llenó la canasta yme preguntó al dármela.

- Tú eres nuevo, ¿verdad, marinero?- Sí, señor.- De dónde eres.- De Tarifa.- Ah, tarifeño; tierra de buenos marineros; yo ser

amigo de patrones de tu pueblo... "Porrita", "Ca-balla", "Niño Malo", "Curro Papá"... y muchos otrosmás.

Le dije que yo los conocía a todos y que algu-nos de sus hijos fueron compañeros míos de juegosy escuela.

Me despidió con agradable amabilidad, a la quecorrespondí de igual manera.

(continuará)

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La urgencia de edificarun nuevo Cementerio

"En la ciudad de Tarifa en veinte días del mes delmes de abril del año de mil ochocientos y seis elConsejo, Justicia y Regimiento de ella, se juntaron aCabildo según uso y costumbre a saber el Señor DonPedro Lobo, Caballero de la Real y Distinguida OrdenEspañola de Carlos Tercero, Coronel de los RealesEjércitos y Gobernador Militar y Político de esta Ciu-dad de Tarifa. Don Jerónimo Ramos, Regidor de Pre-eminencia; don Diego de Arcos, Regidor; don JuanDíaz, Regidor; don Alonso Dorado, Diputado de Abasto;don Matías Lozano, Jurado; don Joaquín Martínez, Sin-dico. Y así junto se trató y acordó lo siguiente: El Sr.Gobernador hizo presente a la Ciudad le era muy cono-cido la urgencia de edificar un Cementerio y que suretardación clara y visiblemente exponía a la salud pú-blica que con tantos afanes se había conservado enlos años anteriores epidémicos cuyos beneficios pare-cían sobrenaturales en su exposición por los estragosque causó en los pueblos que le circundan y sus térmi-nos son limítrofes y se hallan recelosos por las enfer-medades tan graves que se padecían de sanidad laque con dictamen de su facultativo acordó la inmediataejecución de un Cementerio, la prohibición absolutade continuar enterrándose en las dos Parroquias sus-tituyendo interín la ejecución de aquel, las Ermitasintra y extramuros de la Ciudad, cuya disposición pro-visional altera en poco el estado de exposición de lasalud pública por el corto número de cadáveres quedichas Ermitas son susceptibles por haber obligado

la necesidad al uno de ellas para los enterramientosde los pobres, o quedando recurso a retardar tan inte-resante obra, con presencia de dicha Junta y de to-dos los facultativos del Pueblo se pasó al señala-miento de sitio que demarcaron extramuros en el in-mediato a las tres cruces, cuya situación con res-pecto a la Ciudad es la mas ventajosa que podíadesearse mediante a la calidad de su terreno, a ladebida proximidad y a estar libre en la estación pre-sente y nunca advertidas en el Pueblos, pudieran te-ner su origen en la falta de dicho edificio, siendo indu-bitable que aunque no fuese el origen de dichas en-fermedades expuesto lo estaba en la salud publicaentran los calores por lo recargado de cadáveres sehallaban las dos ambas Parroquias insuficientes al cre-cido número de más de dos mil vecinos y de una guar-nición no conocida de cerca de tres mil personas, es-tando en el día dichas Parroquias exhalando unos va-pores tan corruptos y fétidos que privan a muchos desus feligreses el frecuentarlas por ellos, y por lo inhu-mano horrorosos aspectos que se presentan con fre-cuencia en la abertura de las sepulturas de todo lo queinstruido a su regreso a esta Plaza deseando su prontoremedio lo hizo presente en Junta extraordinaria".

(Fuente: Libro de Cabildos. Tomo 42. Años 1805/06.Folios 415, 416 y 417. Archivo Municipal de Tarifa.Trascripción de Jesús Terán Gíl, Cronista Oficial de laCiudad)

Imagen 1. Fachada principal del cementerio actual de Tarifa. (Foto: Manuel Rojas)

HACE DOSCIENTOS AÑOSALJARANDA, 62. SEPTIEMBRE 2006.

Page 40: Portada del programa de feria del año 1956. · estratégicos de la villa de Tarifa. Pero no fue hasta mitad del siguiente mes en que Tarifa fue finalmente desocupada por su anterior

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Cierros y Balcones de Tarifa

Cierro en Sancho IV el Bravo, nº 22Año 1896

(Foto: Juan A. Patrón)