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DEFINICION POSCONFLICTO COLOMBIA Período de tiempo que sigue a la superación total o parcial de los conflictos armados. Puede entenderse como un concepto de un único atributo: la reducción del número de homicidios relacionados con el conflicto por debajo de un umbral determinado, que le otorga o le niega el estatus de conflicto activo. Construcción de Paz Fortalecimiento y la solidificación de la paz para evitar una recaída en el conflicto. Es un concepto inferior en extensión a “postconflicto” y abarca un mayor número de atributos, tales como el DDR (procesos de desarme, desmovilización y reintegración de excombatientes), la reconciliación, la atención a población vulnerable, la construcción de memoria y verdad, la justicia transicional y la reparación, la prevención de la violencia y el crimen, la reforma de las Fuerzas Armadas y de Policía, la reconstrucción y el desarrollo económico, la estabilización política y la participación del sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional en todos ellos (Galtung 1975; Boutros-Ghali 1992; Chetail 2009; Rettberg 2003 y 2012). No puede haber construcción de paz en medio del cruce del fuego entre actores. Pero sí podría hablarse de construcción de paz en zonas y espacios que no estén en medio de las hostilidades. Es decir, cuando existen ventanas de postconflicto (Ugarriza 2013). La Ley 1448 de 2011 http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp? i=43043 LEY DE VICTIMAS Creó en Colombia un completo sistema para proteger, asistir, atender y reparar integralmente a las víctimas del conflicto en el país.

Pos Conflicto

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Período de tiempo que sigue a la superación total o parcial de los conflictos armados. Puede entenderse como un concepto de un único atributo: la reducción del número de homicidios relacionados con el conflicto por debajo de un umbral determinado, que le otorga o le niega el estatus de conflicto activo.

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DEFINICIONPOSCONFLICTO

COLOMBIA Período de tiempo que sigue a la superación total o parcial de los

conflictos armados. Puede entenderse como un concepto de un único atributo: la reducción del número de homicidios relacionados con el

conflicto por debajo de un umbral determinado, que le otorga o le niega el estatus de conflicto activo.

Construcción de PazFortalecimiento y la solidificación de la paz para evitar una recaída en el conflicto. Es un concepto inferior en extensión a “postconflicto” y abarca un mayor número de atributos, tales como el DDR (procesos de desarme, desmovilización y reintegración de excombatientes), la reconciliación, la atención a población vulnerable, la construcción de memoria y verdad, la justicia transicional y la reparación, la prevención de la violencia y el crimen, la reforma de las Fuerzas Armadas y de Policía, la reconstrucción y el desarrollo económico, la estabilización política y la participación del sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional en todos ellos (Galtung 1975; Boutros-Ghali 1992; Chetail 2009; Rettberg 2003 y 2012).

No puede haber construcción de paz en medio del cruce del fuego entre actores. Pero sí podría hablarse de construcción de paz en zonas y espacios que no estén en medio de las hostilidades. Es decir, cuando existen ventanas de postconflicto (Ugarriza 2013).

La Ley 1448 de 2011http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?

i=43043LEY DE VICTIMASCreó en Colombia un completo sistema para proteger, asistir, atender y reparar integralmente a las víctimas del conflicto en el país.Como nunca antes en la historia del país, todas las instituciones del país se han puesto en marcha para ayudarles a sanar las heridas que les han dejado varias décadas de conflicto armado.ARTÍCULO  3°. VÍCTIMAS. Se consideran víctimas, para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985 , como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno.

También son víctimas el cónyuge, compañero o compañera permanente, parejas del mismo sexo y familiar en primer grado de

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consanguinidad, primero civil de la víctima directa, cuando a esta se le hubiere dado muerte o estuviere desaparecida. A falta de estas, lo serán los que se encuentren en el segundo grado de consanguinidad ascendente.De la misma forma, se consideran víctimas las personas que hayan sufrido un daño al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización.La condición de víctima se adquiere con independencia de que se individualice, aprehenda, procese o condene al autor de la conducta punible y de la relación familiar que pueda existir entre el autor y la víctima.Parágrafo 1°. Cuando los miembros de la Fuerza Pública sean víctimas en los términos del presente artículo, su reparación económica corresponderá por todo concepto a la que tengan derecho de acuerdo al régimen especial que les sea aplicable. De la misma forma, tendrán derecho a las medidas de satisfacción y garantías de no repetición señaladas en la presente ley.Parágrafo 2°. Los miembros de los grupos armados organizados al margen de la ley no serán considerados víctimas, salvo en los casos en los que los niños, niñas o adolescentes hubieren sido desvinculados del grupo armado organizado al margen de la ley siendo menores de edad.Para los efectos de la presente ley, el o la cónyuge, compañero o compañera permanente, o los parientes de los miembros de grupos armados organizados al margen de la ley serán considerados como víctimas directas por el daño sufrido en sus derechos en los términos del presente artículo, pero no como víctimas indirectas por el daño sufrido por los miembros de dichos grupos.Parágrafo 3°. Para los efectos de la definición contenida en el presente artículo, no serán considerados como víctimas quienes hayan sufrido un daño en sus derechos como consecuencia de actos de delincuencia común.

Parágrafo 4º. Las personas que hayan sido víctimas por hechos ocurridos antes del 1° de enero de 1985 tienen derecho a la verdad, medidas de reparaciónsimbólica  y a las garantías de no repetición previstas en la presente ley, como parte del conglomerado social y sin necesidad de que sean individualizadas .

Parágrafo 5º. La definición de víctima contemplada en el presente artículo, en ningún caso podrá interpretarse o presumir reconocimiento alguno de carácter político sobre los grupos terroristas y/o armados ilegales, que hayan ocasionado el daño al que se refiere como hecho victimizante la presente ley, en el marco del Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos, de manera particular de lo establecido por el artículo tercero (3º) común a los Convenios de Ginebra de 1949. El ejercicio de las competencias y funciones que le

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corresponden en virtud de la Constitución, la ley y los reglamentos a las Fuerzas Armadas de combatir otros actores criminales, no se afectará en absoluto por las disposiciones contenidas en la presente ley.La reparación integral a las víctimas implica no sólo una indemnización monetaria o la restitución de unos bienes, sino un acompañamiento del Estado en materia de educación, salud, vivienda, programas de empleo y generación de ingresos, entre otros, así como acciones para devolverles su dignidad, su memoria, recuperar la verdad y crear las condiciones para que hechos como los que sufrieron no vuelvan a repetirse.

La Ley ampara no sólo a quienes sufrieron desplazamiento forzado, despojo o abandono forzado de tierras sino también homicidio, secuestro, tortura, desaparición forzada, reclutamiento de menores, minas antipersona y delitos contra la libertad sexual.Así mismo, tiene en cuenta un enfoque diferencial pues reconoce que las personas que, por su edad, género, grupo étnico, o situación de discapacidad han sufrido con mayor rigor los efectos del conflicto, deben recibir igualmente un tratamiento especial en materia de atención, asistencia y reparación.

En este espacio podrá encontrar un resumen de los principales aspectos contemplados por la ley para que las víctimas puedan ejercer sus derechos.

ARTÍCULO  1°. OBJETO. La presente ley tiene por objeto establecer un conjunto de medidas judiciales, administrativas, sociales y económicas, individuales y colectivas, en beneficio de las víctimas de las violaciones contempladas en el artículo 3º de la presente ley, dentro de un marco de justicia transicional, que posibiliten hacer efectivo el goce de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación con garantía de no repetición, de modo que se reconozca su condición de víctimas y se dignifique a través de la materialización de sus derechos constitucionales.

ARTÍCULO 9°. CARÁCTER DE LAS MEDIDAS TRANSICIONALES. El Estado reconoce que todo individuo que sea considerado víctima en los términos en la presente ley, tiene derecho a la verdad, justicia, reparación y a que las violaciones de que trata el artículo 3º de la presente ley, no se vuelvan a repetir, con independencia de quién sea el responsable de los delitos.

Las medidas de atención, asistencia y reparación adoptadas por el Estado, tendrán la finalidad de contribuir a que las víctimas sobrelleven su sufrimiento y, en la medida de lo posible, al restablecimiento de los

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derechos que les han sido vulnerados. Estas medidas se entenderán como herramientas transicionales para responder y superar las violaciones contempladas en el artículo 3° de la presente Ley.

Por lo tanto, las medidas de atención, asistencia y reparación contenidas en la presente ley, así como todas aquellas que han sido o que serán implementadas por el Estado con el objetivo de reconocer los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación, no implican reconocimiento ni podrán presumirse o interpretarse como reconocimiento de la responsabilidad del Estado, derivada del daño antijurídico imputable a este en los términos del artículo 90 de la Constitución Nacional, como tampoco ningún otro tipo de responsabilidad para el Estado o sus agentes.

El hecho que el Estado reconozca la calidad de víctima en los términos de la presente ley, no podrá ser tenido en cuenta por ninguna autoridad judicial o disciplinaria como prueba de la responsabilidad del Estado o de sus agentes. Tal reconocimiento no revivirá los términos de caducidad de la acción de reparación directa.

En el marco de la justicia transicional las autoridades judiciales y administrativas competentes deberán ajustar sus actuaciones al objetivo primordial de conseguir la reconciliación y la paz duradera y estable. Para estos efectos se deberá tener en cuenta la sostenibilidad fiscal, la magnitud de las consecuencias de las violaciones de que trata el artículo 3° de la presente Ley, y la naturaleza de las mismas.http://www.esglobal.org/desplazados-en-colombia-la-tragedia-que-no-cesa/

Panorama global

Sociedades postconflicto10 julio 2013 Pablo DíezCategoría: América Latina Asia Conflictos y seguridad Derechos humanos Europa Lista esglobal Norte de África PostconflictoGuerras civiles, limpiezas étnicas y genocidios lastran la reconciliación en los países que los sufrieron. A continuación, se detallan algunos ejemplos de guerras civiles ya concluidas, excepto la de Darfur que se halla en un status de postconflicto mediático, mostrando en qué sociedades es más difícil curar las heridas después de los intentos llevados a cabo para aniquilar o socavar a algunos de sus grupos étnicos, religiosos o socioeconómicos. Sri Lanka

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AFP/Getty ImagesEl largo conflicto de Sri Lanka terminó en 2009 con la derrota de la insurgencia separatista de los Tigres Tamiles. Tras dejar alrededor de 100.000 muertos durante un periodo de 26 años, la guerra se saldó con una rotunda victoria militar de la oficialidad (budista y de etnia cingalesa), que ha prorrogado y ahondado la discriminación y escasa representatividad política de los tamiles (mayoritariamente hindúes).

Después de doblegar a los rebeldes, y empujado por la presión internacional, el Gobierno de Sri Lanka inició un bosquejo de reconciliación. Una de sus principales hitos fue la creación de la Comisión para las Lecciones Aprendidas y la Reconciliación, que ha sido criticada, entre otras cosas, por negar adecuada protección a los testigos. Además, la administración singalesa no ha realizado investigaciones creíbles sobre las violaciones de derechos humanos perpetradas por las fuerzas oficiales durante el conflicto. Imbuido por un discurso victorioso, el Gobierno se niega a conceder mayor autonomía a los territorios tamiles en el este y el norte, ha oprimido las protestas pacíficas de esta minoría y hostigado a sus líderes políticos. Mientras emergen nuevas pruebas sobre ejecuciones sumarias y matanzas indiscriminadas de civiles perpetrados por las fuerzas cingalesas, defensores del pueblo tamil están luchando para que la comunidad internacional defina como genocidio lo ocurrido en Sri Lanka.

Representantes del Gobierno afirman haber dado grandes pasos en diversas facetas de la reconciliación, como el reasentamiento de las personas desplazadas o la rehabilitación de los excombatientes. Pero la opinión generalizada en la comunidad internacional es que la victoria militar sobre los sangrientos Tigres Tamiles ha dado carta blanca al Gobierno para envolverse en una retórica incendiaria y estrechar el

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cerco sobre las minorías. Los tamiles (y también los musulmanes) siguen discriminados, por lo que los agravios aún están vivos. Darfur (Sudán)La guerra civil que sufre Darfur desde 2003 no ha concluido. La violencia sigue, aunque la falta de atención convierta a esta región sudanesa en una zona de postconflicto mediático. La consecuencia más fatídica de la guerra entre los grupos rebeldes de Darfur y el gobierno es el asesinato sistemático de campesinos negros a manos de las milicias árabes Janjaweed, respaldadas por Jartum. Estos jinetes son el brazo ejecutor del primer genocido del siglo XXI, en el que más de 400.000 personas han sido masacradas y alrededor de 2,7 millones han tenido que hacinarse en campos de refugiados.El Gobierno sudanés no acepta nada de lo que se le imputa. Dice no dar apoyo a los Janjaweed y considera que las cifras de muertos del conflicto están infladas. En 2010 el presidente sudanés, Omar al Bashir, fue declarado culpable de orquestar el genocidio de Darfur por la Corte Penal Internacional. Sin embargo, Al Bashir disfruta del apoyo explícito de los principales organismos regionales, como la Unión Africana y la Liga Árabe, que han desacreditado la sentencia. El apoyo regional (y también de potencias como Rusia y China, que han bloqueado resoluciones de Naciones Unidas contra Jartum) se basa parcialmente en críticas de injerencia e incluso colonialismo hacia la Corte.

Hoy el conflicto y la limpieza étnica siguen dejando muertos, sin que la operación híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (UNAMID) haya podido evitarlo. Ese genocidio a cámara lenta se enmarca en un contexto de anquilosadas negociaciones de paz para dotar de una nueva autoridad a la región y compensar a las víctimas de las atrocidades. Pero los progresos son lentos, los campos de refugiados cada vez están más llenos y el Gobierno sudanés está más ocupado en los conflictos petroleros con Sudán del Sur y en burlar la justicia internacional, que en detener los crímenes y proporcionar resarcimiento.

Guatemala

El llamado genocidio maya fue un monstruoso episodio del largo conflicto armado de Guatemala. La mayoría del alrededor de 200.000 personas que murieron pertenecían a la etnia maya, protagonista de una sublevación guerrillera, y su eliminación

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sistematizada fue acometida fundamentalmente por las Fuerzas Armadas. Tras el acuerdo de paz de 1996, casi todos los asesinatos y desapariciones han quedado impunes, según los distintos informes elaborados por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala. Se desconoce el paradero de cerca de 40.000 personas que fueron víctimas de desapariciones forzadas, y no se ha establecido una comisión independiente para localizarlas. Tras el fin del conflicto se promulgó la Ley de Reconciliación Nacional, pero su aplicación se considera insuficiente: Naciones Unidas ha pedido al Gobierno guatemalteco que la aplique plenamente para que no se amnistíe a los perpetradores y para asegurar una reparación adecuada a las víctimas.

La actualidad no brinda indicadores esperanzadores para el resarcimiento. Efraín Ríos Montt, que presidió el país a principios de los 80, durante el periodo álgido de las masacres, fue condenado en mayo por genocidio y crímenes de guerra contra miles de indígenas; la sentencia, sin embargo, fue revocada días después. Está previsto que se celebre un nuevo juicio el año que viene, pero los defensores de los derechos humanos consideran que ya se ha perdido una oportunidad histórica de ponerlo entre rejas. A su vez, una sombra de duda mancha al actual presidente, Otto Pérez Molina, por su supuesto involucramiento en actos de tortura y de genocidio. Esto complica aún más la reconciliación en uno de los países más violentos del mundo, entrampado en la criminalidad de poderosas bandas juveniles lubricadas por el narcotráfico. Antigua YugoslaviaEl desmembramiento de la Antigua Yugoslavia y las guerras que lo balizaron entre 1991 y 1999 fueron un abyecto escaparate de violaciones de los derechos humanos, crímenes de guerra e intentos genocidas, saldado con al menos 130.000 muertos. Varios años después, la convivencia ha sido parcialmente restaurada, las heridas comienzan a cicatrizar y algunos de los criminales de guerra más buscados, como Radovan Karadzic o Ratko Mladic, han sido capturados. Ellos y otros de los principales responsables de las masacres han sido juzgados por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), establecido en 1993.

Sin embargo, el Consejo de Europa recuerda que la vuelta a la normalidad está plagada de obstáculos, la impunidad es muy elevada y no existe una comisión regional para examinar las múltiples violaciones de los derechos humanos perpetradas. A su vez, sigue sin averiguarse el paradero de más de 13.000 personas desaparecidas durante los conflictos, y unos 400.000 refugiados llevan desde los 90 a la espera de ser reasentados. Tampoco ayuda a la convivencia el hecho de que algunos conocidos criminales de guerra hayan sido absueltos por el TPIY.

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La integración europea, con la interrelación de intereses que propicia y la obligatoria adhesión a legislaciones comunes, ofrece el mejor camino para afianzar la convivencia. Croacia acaba de ingresar en la UE después de haber entregado a la justicia internacional a sus criminales de guerra más conocidos; su ejemplo puede servir de esperanza y acicate reformista a otros Estados balcánicos, como Bosnia Herzegovina, cuyo proceso de adhesión está en punto muerto. Serbia, que con la captura de Karadzic o Mladic ha visto allanado su camino hacia la Unión, iniciará el año que viene las negociaciones para su adhesión europea, a pesar de la situación en Kosovo, ecosistema en miniatura de todo lo que aún puede ir mal en los Balcanes. La región no podrá respirar plenamente tranquila hasta que sus Estados se vean uncidos al proyecto común europeo. 

RuandaLa masacre étnica que sufrió Ruanda en 1994 se saldó con más de 800.000 tutsis y hutus moderados asesinados durante la campaña de exterminio llevada a cabo por radicales hutus. El proceso de reconciliación iniciado desde el fin de las matanzas se basa parcialmente en erradicar las diferencias entre dos grupos étnicos enfrentados y en reconstruir una identidad ruandesa unificada. Para lograr ese objetivo, en 1999 se estableció la Comisión para la Unidad Nacional y la Reconciliación, que incluye programas de promoción de los valores comunes ruandeses.

AFP/Getty ImagesSin embargo, la justicia ha sido el elemento clave que ha posibilitado la restauración de la convivencia en el país. El principal instrumento judicial para llevar a los perpetradores a la justicia vio la luz en

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noviembre de 1994, cuando se creó el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR). En total, el TIPR ha arrestado a 93 responsables de la masacre, y sólo quedan nueve que han logrado burlar la justicia. Ante la imposibilidad para absorber la inmensa cantidad de casos, en 2005 el Gobierno decidió restaurar los tribunales tradicionales o gacaca, clausurados en mayo del año pasado después de juzgar a más de dos millones de sospechosos de menor rango.

Ruanda ha dejado atrás ese periodo oscuro, la economía del país es una de las más prometedoras de África, y es probable que la prosperidad apuntale esa reciente estabilidad. Sin embargo, muchos críticos denuncian que el actual presidente, Paul Kagame, discrimina deliberadamente a los hutus, que constituyen la mayoría de la población, negándoles puestos relevantes dentro de la administración. Además, la enemistad entre hutus y tutsis, relativamente mitigada en Ruanda a pesar de la alienación de los primeros, continúa reverberando con fuerza en países vecinos como la República Democrática del Congo. Así, la relativa estabilidad nacional podría verse amenazada por las rencillas interétnicas regionales, azuzadas por las autoridades ruandesas mediante el apoyo a grupos insurgentes como el M23 congoleño. 

CamboyaEl país asiático se lame aún las heridas de un pasado algo más lejano, pero especialmente traumático. Tras la Guerra Civil y la toma del poder por los Jemeres Rojos encabezados por Pol Pot, casi dos millones de personas murieron durante la implantación del sueño comunista de la Kampuchea Democrática entre 1975 y 1979, cebándose especialmente sobre las personas urbanas y con educación. Hasta 2006 no se creó el Tribunal para el genocidio camboyano, tarde para gran parte de las víctimas, y además con un mandato muy limitado: sólo se juzgaría a los cinco máximos responsables de esa descomunal sangría. Todos ellos han pasado ya por el banquillo del Tribunal, incluido Kang Kech Ieu, alias Duch, director del centro de torturas y ejecuciones más conocido del país.

Han transcurrido decenios, y algunos de los perpetradores juzgados han pedido perdón por las atrocidades cometidas. Sin embargo, el resarcimiento de las víctimas es una realidad lejana, y la voluntad de las autoridades por mostrarse beligerantes ante lo sucedido se centra a veces más en la retórica que en lo esencial, por ejemplo al promulgar en junio una ley que prohíbe negar públicamente la existencia del genocidio de los Jemeres Rojos.

La cifra de víctimas y verdugos es tan inmensa que es imposible depurar todas las responsabilidades, por lo que el énfasis debería centrarse en

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restañar las heridas. Sin embargo, a Camboya se le resisten los pasos necesarios para hacerlo: no existe una comisión de la verdad, ni compensación económica planificada para las víctimas ni sus familias, ni una infraestructura sanitaria capaz de curar los traumas físicos y psicológicos legados por el genocidio. Además, las deficiencias educativas y la juventud de la población (gran parte de los camboyanos ni siquiera habían nacido cuando tuvo lugar la masacre) amenazan con sumir al país en la amnesia colectiva respecto a lo ocurrido.

Colombia, luz verde a la paz21 junio 2014 Guillermo Pérez FlórezCategoría: América Latina Artículos Conflictos y seguridad

AFP/Getty ImagesEl país latinoamericano se perfila cada vez más como un Estado pluralista, moderno y democrático.Colombia ha autorizado a Juan Manuel Santos para seguir en el Gobierno y continuar con las negociaciones de paz, pero ello no significa que le haya extendido un cheque en blanco. Las urnas han dicho también que su margen de maniobra es limitado, y así lo reconoció él mismo en el discurso de victoria, en el cual afirmó que corregiría todo lo que tuviera que corregir y ajustaría todo lo que tuviera que ajustar. Un giño, sin duda, a la ex candidata Martha Lucía Ramírez y al ex presidente Andrés Pastrana (1998-02), e inclusive al mismo candidato Oscar Iván Zuluaga, quien, a diferencia de su mentor, el ex presidente Álvaro Uribe (2002-10), aceptó la derrota sin intentar, como éste, deslegitimar el triunfo con acusaciones fraude y corrupción.

Esta campaña electoral se enmarcó en dos plebiscitos paralelos. Uno en torno a la paz, esbozado por el presidente Santos en el dilema de escoger entre el fin de la guerra y la guerra sin fin. Y otro sobre el

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regreso deluribismo al poder. Decidir si Colombia se matriculaba en una era post Uribe, que tiene una honda significación política e incluso cultural. Al ex presidente, tirios y troyanos le reconocen que durante sus ocho años de “Seguridad Democrática” logró alterar la correlación militar de fuerzas en favor del Estado. Pero ese reconocimiento no supone aprobación de sus métodos ni mucho menos de su mentalidad política tribal, que induce a estar de acuerdo solo con quienes piensan igual, en una estrecha visión de que quien no está con él está contra él.

Fue precisamente ese marco lo que permitió gestar -tras la primera vuelta- una amplia coalición política y social en favor de la paz, con participación de sectores socialdemócratas, de liberales conservadores (Antanas Mockus), de progresistas (Gustavo Petro), de izquierda y oposición (Clara López, Aida Avella y Piedad Córdoba), de líderes de la Alianza Verde (Antonio Navarro y Claudia López) y de las principales centrales sindicales y de víctimas del conflicto (Íngrid Betancourt). Coalición que recibió la bendición de empresarios importantes como Luis Carlos Sarmiento (dueño de una tercera parte de la banca) o Nicanor Restrepo, ex presidente de uno de los conglomerados económicos más grandes. Esta amplia y diversa alianza le dio un nuevo aire a Santos, que con la Unidad Nacional (coalición de gobierno) fue incapaz de transmitir durante la primera vuelta el mensaje gubernamental y de movilizar un electorado apático y escéptico frente a la paz.

Santos ha cosechado casi cinco millones de votos más que en la primera vuelta, 900.000 más que Zuluaga, los suficientes para proseguir las conversaciones de paz con las FARC (que ahora se amplían a la segunda guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional, ELN) y frenar el regreso al poder del uribismo. El pleito político, sin embargo, no ha concluido. Santos tiene grandes desafíos. El primero, y quizás el más trascendente, llegar al cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, antes de que termine este año. La paciencia del país tiene límites. Bajo la égida de Álvaro Uribe hablar de paz era políticamente incorrecto, con este resultado se invierte la ecuación, no obstante, el país  demanda resultados concretos y no se conformacon declaraciones o ceses unilateral de fuego de una o dos semanas, como los decretados por las FARC durante las elecciones.  Otro desafío es mantener y ampliar la coalición de apoyo a la paz –que es frágil y podría tornarse volátil–, pues los acuerdos a los que llegue con las guerrillas tendrán que ser refrendados popularmente.

Hasta el pasado 15 de junio las conversaciones de paz tenían más respaldo externo que interno. El gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU, la OEA, UNASUR, la Alianza del Pacífico y todo el vecindario las apoyan. Esto ha mejorado, pero falta un respaldo interno más sólido. Santos creyó que la campaña electoral sería fácil, jugó a

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adormecerla y se equivocó. Ese error le ha obligado a hacer de la necesidad virtud y salir a conseguir el apoyo de más sectores a las negociaciones. Ahora tendrá que transformar la paz en política de Estado, y compartir la bandera de la paz con muchas otras manos, para hacerle saber a las guerrillas que están negociando no con un Ejecutivo sino con todo un país y acelerar las negociaciones.

Con el resultado electoral del pasado domingo, Colombia comienza a diseñarse un perfil más pluralista, moderno y democrático del que tenía. El ejercicio de diálogo político interno que acaba de hacer Santos es positivo, y contribuirá, inclusive, a reforzar su política exterior, de respeto y no injerencia enasuntos internos de otros países (léase Venezuela y Ecuador). En concordancia con el mandato político recibido, y con ese nuevo perfil, Colombia podría pasar de ser país problema (como se proyectó hace unos años) a país solución. Ayudar, por ejemplo, a normalizar las relaciones entre Washington y La Habana, darle un enfoque más integrador a UNASUR o solucionar, mediante la diplomacia, la divergencia que aún mantiene con Nicaragua tras el fallo del Tribunal de Justicia de La Haya, o mediar, si se lo piden las partes, en la crisis venezolana.

No cabe duda de que estas elecciones le han permitido a la democracia colombiana un salto de calidad que oxigena a Santos. Ya nadie podrá acusarle de haber traicionado el mandato de las urnas, como sucedió tras abrir las negociaciones con las FARC. Seguramente también, tendrá que hacer un gobierno menos ideológico, acentuar en lo social y modular sus políticas neoliberales, algo que ofreció hacer Zuluaga, quien prometió no celebrar más tratados de libre comercio durante cuatro años. Con razón o sin ella, los agricultores adjudican su quiebra a las políticas de apertura y al libre comercio. Santos se ha comprometido con los trabajadoresa devolverles a las horas extras nocturnas y dominicales que la primera administración de Uribe les quitó.

Adicionalmente, el reelegido presidente colombiano tendrá que resolver un problema que no es de poca monta: de dónde saldrán los recursos para financiar la paz y el postconflicto. Se necesitará una nueva reforma tributaria. ¿Quién va a pagar la factura? Ampliar la base tributaria sería excesivamente impopular, pero aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas podría desestimular la inversión privada y extranjera, y desatar una fuga de capitales. En cualquier caso, la política es el arte de hacer posible lo imposible, y Juan Manuel Santos, con su segunda elección a la que se presenta en su vida, ha demostrado que es, ante todo, un buen político.

Blindaje internacional del proceso de paz, con resolución de la ONU

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Se incluiría acuerdo en resolución que el Consejo de Seguridad aprobó para verificar cese del fuego.Por:  JUSTICIA |  12:14 a.m. | 13 de mayo de 2016

Además de la seguridad jurídica que se dará a los acuerdos de paz con las Farc a nivel interno, a través del Congreso y la Corte Constitucional y mediante una ley ordinaria y un acto legislativo que incorpore el acuerdo final a la Carta Política como un artículo transitorio, este se blindará también internacionalmente.

Como lo adelantó EL TIEMPO el pasado domingo, la propuesta que estaba sobre la mesa era la de hacerlo mediante una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tal como se hizo el año pasado con el acuerdo de paz entre el gobierno de Malí y la guerrilla.

La solicitud a la ONU debe hacerla directamente el presidente Juan Manuel Santos, cuando se haya firmado el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. 

Y así quedó explícito en el anuncio que las partes hicieron este jueves desde La Habana. “Una vez aprobado el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, se efectuará una declaración presidencial con forma de declaración unilateral del Estado colombiano ante el Secretario General de las Naciones Unidas”.

En esa declaración el presidente Santos pedirá a Ban Ki-moon que “dé la bienvenida” al acuerdo final de paz con las Farc y lo incorpore a la resolución del Consejo de Seguridad que el 25 de enero aprobó la misión de verificación del cese bilateral y definitivo del fuego con esta guerrilla.

Así se dará el primer el paso para buscar el blindaje de los acuerdos ante cortes internacionales, pero probablemente no será el único.

Precisamente, el profesor de derecho internacional de la Universidad del Rosario Raúl Eduardo Sánchez cree que, jurídicamente, esto no es suficiente. Habría que buscar la seguridad del acuerdo final de paz ante una eventual intervención de la Corte Penal Internacional (CPI).

El hecho es que llevar lo pactado con las Farc ante la ONU también implica un compromiso para el cumplimiento de los acuerdos de parte del Gobierno.

Como dijo el jefe de los negociadores oficiales, Humberto de la Calle, el acuerdo firmado este jueves “tiene como objetivo brindar seguridad y

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estabilidad jurídica al acuerdo final, asegurar su introducción al ordenamiento jurídico colombiano y dar garantías de cumplimiento” de lo pactado.

Y agregó: “Lo hemos conseguido utilizando herramientas de derecho internacional, pero aplicando al mismo tiempo los procedimientos internos propios del Estado de derecho”.Corte tendría que declararse inhibida en mi demanda, dice exfiscal MontealegreEl exfiscal general Eduardo Montealegre afirmó que los acuerdos anunciados ayer en La Habana garantizan que en el futuro “ni el Congreso, ni ninguna entidad, ni un nuevo gobierno podrán desconocer los alcances de la negociación de paz”.

Montealegre –que antes de terminar su período como fiscal radicó una demanda contra el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto, firmado en el 2012–, dijo que el proceso quedará blindado y, de ser aprobado el proyecto anunciado ayer, la Corte Constitucional tendría que declararse inhibida para pronunciarse de fondo sobre su demanda.

En ese recurso, que ya fue aceptado en la Corte, Montealegre planteaba que la palabra ‘acuerdo’ fuera interpretada como un tratado de paz o tratado internacional con fuerza vinculante para todas las instituciones.

“La demanda pretendía que la Corte declarara que la naturaleza del acuerdo de paz tenía un estatus especial de acuerdo con el Derecho Internacional Humanitario, y que los acuerdos hacen parte del bloque de constitucionalidad. Si se aprueba el proyecto anunciado por el Gobierno, la demanda pierde su finalidad y la Corte ya no tendría que hacer un pronunciamiento de fondo”, dijo Montealegre tras señalar que la demanda ya no puede ser retirada.

El exmagistrado Alfredo Beltrán dijo que de todas formas la Corte Constitucional tendría que revisar el tema si un ciudadano demanda la ley que apruebe el Congreso.

El exmagistrado Nilson Pinilla señaló que este tipo de acuerdos no se puede celebrar con las Farc. “Eso se celebra es con otro Estado. Lo que se está haciendo no tiene ningún soporte jurídico”, dijo Pinilla. Esa posición fue respaldada por el magistrado de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández, quien sostuvo que los acuerdos de La Habana no encajan en el contexto de un acuerdo especial. “No pueden expedir normas de carácter constitucional, y deben someterse a la Constitución y a la revisión de la Corte”, dijo.

JUSTICIA

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Así será el paso a paso para el acuerdo que blinda el proceso de pazInvolucra a Congreso, Corte Constitucional, comunidad internacional y urnas. Santos destacó acuerdo.Por:  REDACCIÓN PAZ Y ELTIEMPO.COM |  9:07 a.m. | 13 de mayo de 2016El consenso logrado este jueves en La Habana entre el Gobierno y las Farc para darle “seguridad y estabilidad jurídica al acuerdo final” sobre el fin del conflicto involucra al Congreso de la República, a la Corte Constitucional, a los ciudadanos en las urnas y a la comunidad internacional.

Se trata, según las partes, de una “ruta expedita y segura” para garantizar “su introducción (del acuerdo final) al ordenamiento jurídico colombiano”, dar garantías de su cumplimiento conforme al derecho interno como al internacional y asegurarle un estatus casi ‘pétreo’. (Además:  'Al aceptar acuerdo, Farc reconocen nuestra Constitución': Santos) 

Además, reviste una importancia especial por cuanto es la primera vez que las Farc, que han combatido al Estado de derecho en Colombia durante más de 50 años, aceptan de manera expresa someterse a él, cuando reconocen la legitimidad del Congreso, para tramitarlo, y de la Corte Constitucional para darle vida jurídica a lo que se pacte en La Habana. (Lea: Oficialismo y oposición chocaron tras último anuncio de La Habana)Aunque quedan puntos de la agenda por resolver en la mesa de negociaciones, como el cese bilateral del fuego y de hostilidades, lo pactado prácticamente le pone un límite a la firma definitiva del acuerdo sobre el fin del conflicto, pues ambos hechos tendrían que ocurrir aproximadamente sobre el 20 de junio próximo.

El Congreso participaEl Congreso de la República será definitorio para poner fin al conflicto armado colombiano, pues será esa institución la que otorgue el carácter jurídico a los acuerdos de La Habana.

El primer paso del Congreso será incorporar a la Constitución colombiana –a través del acto legislativo que está a punto de aprobarse (solo faltan 2 de los 8 debates)– el acuerdo de La Habana como “Acuerdo Especial en los términos del artículo 3 común a los Convenios de Ginebra”. (Lea también: 'Estamos en la recta final del proceso de paz': Eduardo Montealegre) 

El parágrafo transitorio enunciado, que debe quedar incorporado a la Constitución colombiana a más tardar el próximo 20 de junio, establece,

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además, que “una vez sea firmado y entrado en vigor, el anterior (el acuerdo de La Habana) ingresará en estricto sentido al bloque de constitucionalidad para ser tenido en cuenta durante el periodo de implementación del mismocomo parámetro de interpretación y referendo de desarrollo y validez de las normas y leyes de implementación y desarrollo del acuerdo final”.

Es decir que tan pronto se firme el acuerdo final sobre el fin del conflicto en la capital cubana, por mandato de la Constitución (de la reforma a la Carta que está en marcha), y entre en vigor, este quedará formando parte del bloque constitucional y, por consiguiente, de la misma Carta Política colombiana.

Por otra parte, el parágrafo transitorio redactado por el Gobierno y las Farc, y que se incorporará a la Constitución ahora a través del Congreso, establece que tan pronto se firme el acuerdo final sobre el fin del conflicto el Ejecutivo debe enviarlo al Legislativo para convertirlo en ley e incorporarlo al derecho interno.

En este proceso de darle vida jurídica al consenso alcanzado entre el Gobierno y las Farc para poner fin a la guerra, la Corte Constitucional también intervendrá para examinar su exequibilidad en varios momentos. (Lea también: Gobierno y Farc, cerca de acuerdo de fin del conflicto) 

El acto legislativo, que quedará aprobado el 20 de junio con el parágrafo transitorio que inicia el blindaje jurídico de los acuerdos de La Habana, puede ser de conocimiento de esa Corte.

Pero este mismo acto legislativo ordena que la ley mediante la cual se incorpora el ‘Acuerdo Especial’ (o acuerdo de La Habana) al ordenamiento jurídico colombiano, debe tener control constitucional automático.

Contexto internacionalEl acuerdo de La Habana, convertido en ‘Acuerdo Especial’ a la luz del derecho internacional, será entregado al Consejo Federal Suizo, en Berna, como depositario de las Convenciones de Ginebra, y a la Secretaría General de Naciones Unidas para que sea anexado a la resolución del Consejo de Seguridad que avaló el proceso. (Lea:  Blindaje internacional del proceso de paz, con resolución de la ONU)Y finalmente, como lo ha reiterado el presidente Juan Manuel Santos, en todo caso habrá un mecanismo refrendatorio en las urnas, que todavía no ha sido plenamente establecido, pero al que las Farc ya le abrieron las puertas, y que será indispensable para echar a rodar la implementación de los acuerdos.

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Santos destacó acuerdoEl presidente Juan Manuel, desde Londres, dijo que lo anunciado es un paso en “la dirección de la paz”, que brinda estabilidad y seguridad jurídica a las partes, y destacó el hecho de que, con lo alcanzado este jueves, las Farc reconozcan la democracia y la constitucionalidad del país. (Lea además:  ¿Cuál es el significado de un acuerdo especial? ) 

“Al haber aceptado estos procedimientos, las Farc por primera vez reconocen nuestra Constitución, nuestras leyes y los poderes que emanan de nuestra Constitución, por ejemplo, el procedimiento a través del cual en el Congreso se va a hacer la refrendación y la inclusión de los acuerdos como parte de nuestra Constitución”, señaló el Jefe de Estado.Además, invitó al pronto avance frente a los puntos pendientes en la agenda de paz. “Hacemos votos para que muy pronto se resuelva el punto que tiene que ver con el cese del fuego definitivo, que es seguido por la dejación de las armas, y eso querrá decir el fin de la guerra y el fin de las Farc como grupo armado”, puntualizó. 

TIEMPOOnce lecciones para el posconflictoLa política en el posconflicto generará nuevos actores, temas y más objetivos por alcanzar.

El posconflicto no es nuevo en Colombia ni en el mundo. En las tres últimas décadas, en los cinco continentes, por acuerdo de paz negociado entre gobiernos e insurgentes, por intervención de la comunidad internacional o porque una de las partes en conflicto se impuso, se dieron o están en curso procesos de posconflico en varios países. Algunos de ellos son: Angola, El Salvador, Fiyi, Filipinas, Guatemala, Irlanda, Nepal, Nicaragua, República de Macedonia, Ruanda, Sri Lanka y Sudáfrica.

Y en nuestro país, durante las administraciones Barco y Gaviria (1986- 1994), cinco grupos guerrilleros (M-19, Epl, Quintín Lame, Prt y Crs), mediante acuerdos de paz con los respectivos gobiernos, hicieron dejación de sus armas, se desmovilizaron y más de 5.000 combatientes, hombres y mujeres, se reintegraron a la vida civil y democrática del país. Desde entonces, se empezaron a aplicar distintos programas y proyectos para atender personas reintegradas a la vida civil.

Por supuesto, cada proceso de paz y posconflicto es diferente y único y tiene relación con situaciones propias e históricas de cada nación, pero lo interesante del caso colombiano es que el proceso de paz en curso con la guerrilla incorpora, además de elementos nuevos, todos o buena

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parte de los que se dieron en otros países: verdad, reparación, reconocimiento de las víctimas, justicia transicional, reformas constitucionales y políticas, proyectos y reformas económicas y sociales, dejación de armas, reintegración a la vida civil de excombatientes ilegales, cese del fuego, referendo, entre otros.

Visto en ese conjunto de naciones, el de Colombia es el más completo, ya que abarca todos los aspectos relevantes para pasar del conflicto a la reconciliación. Si se firma el acuerdo para ponerle fin a un conflicto de más de 50 años –como todos esperamos que ocurra– será reconocido como el más universal y avanzado de los procesos de paz recientes en el mundo.

¿Cuáles son esas lecciones que nos dejan los procesos de posconflicto que se han vivido en Colombia y en el mundo en los últimos años? Lecciones, por supuesto, extraídas de los éxitos y fracasos de esos procesos y aplicadas específicamente al caso de nuestro país para este momento.

1. Los acuerdos de paz son oportunidades históricas para que los países aborden y reorienten sus esfuerzos y políticas para resolver sus problemas reales. Lo que hace el conflicto, además de crear dolor e inestabilidad social y política, es que pospone la solución de los verdaderos problemas que por años se acumulan y crecen: pobreza, desigualdad, corrupción, atraso en la infraestructura.

Lo que usualmente ocurre durante un conflicto es que la atención y una parte importante de los recursos del Estado se orientan a resolver o manejar el conflicto –los temas de seguridad y criminalidad– mientras que las políticas sociales, económicas y de buen gobierno quedan relegadas a segunda prioridad. El drama es que lo urgente no da tiempo para lo importante.

2. Generalmente los acuerdos de paz crean en la población de los respectivos países unas expectativas enormes de cambio y transformación. Los ciudadanos piensan que en poco tiempo sus problemas se resolverán. Por eso, lo más importante es crear la consciencia de que la paz es una responsabilidad de todos y no solo del Gobierno y las instituciones.Solamente dentro de esta perspectiva de cooperación entre el Estado y todos los sectores de la sociedad sin distingo –empresarios, trabajadores, universidades, fundaciones, organizaciones no gubernamentales, etc– se pueden llenar buena parte de esas expectativas de cambio y transformación. Pero, sobre todo, dentro de esa perspectiva de trabajo conjunto por la paz, todos se sienten

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partícipes de la construcción del nuevo país y asumen la responsabilidad que les corresponde.Sin el aporte de todos y el sentimiento mayoritario de que se trata de una tarea colectiva, en poco tiempo la paz se convierte en una frustración.

3. Desde muy temprano, todos los ciudadanos y sectores sociales deben entender que el posconflicto no es un proceso de años, sino de décadas. No solo que se requiere el aporte de todos, sino que en muchos casos hay que emprender reformas estructurales del Estado y cambios de actitud en la población que toman años o décadas.

4. El sistema educativo y la pedagogía son claves para la paz. Es en el colegio y en el seno de las familias donde se formarán las nuevas generaciones de colombianos con valores y cultura de paz. No es solamente dejar las armas, sino también el odio. No es solamente desmovilizar los aparatos armados ilegales, sino las cadenas de intolerancia que se han creado.Respeto a todas las diferencias de raza, genero, religión, educación, posición socioeconómica, ideologías, todas. Sin ello, la paz no es más que un discurso vacío.

5. El desafío más importante de una estrategia de comunicaciones para el posconflicto es lograr que cada persona sienta que la paz le atañe directamente. Si no hay ciudadanos que la asumen como propia, diciendo esto es conmigo, no hay paz. Habrá un proceso de fin del conflicto, pero no un escenario para la construcción de una paz sostenible.Esa actitud individual de literalmente adueñarse de la paz es indispensable. ¿Qué puedo hacer yo por la paz de Colombia? ¿Yo estudiante, ama de casa, sindicalista, dueño de empresa, campesino, chofer de bus, banquero, empleado de fábrica? Si es empresario, reinvierta las utilidades en Colombia y no las invierta en Miami; si es sindicalista, pelee por los derechos de los trabajadores sin tirar piedra; si es ama de casa, inculque a sus hijos los valores de respeto a los demás y no la violencia; si es estudiante, prepárese lo mejor que pueda y quédese a trabajar en Colombia.

Cada acto que hacemos cada día puede contribuir silenciosamente a la paz o al conflicto. Siempre es una decisión personal y es la actitud con la cual asumimos el momento histórico que vive Colombia.

6. La paz que queremos construir es para todos los habitantes de Colombia y no solo para los guerrilleros. Si la paz no significa algo concreto para cada colombiano, se convierte en un proceso sin respaldo popular mayoritario. Así, el posconflicto, o como prefiero llamarlo, la

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‘construcción de una paz sostenible’, no se puede limitar al cumplimiento de unos eventuales acuerdos suscritos entre el Gobierno y la guerrilla. Ello, por supuesto, hay que hacerlo, pero es apenas una parte del posconflicto y quizás no sea la más ambiciosa.

7. Hay que trabajar desde ya por la construcción de una paz sostenible sin esperar los resultados de los diálogos de La Habana. De hecho, cuando se revisan las cifras de Colombia de los últimos cinco años, cualquiera puede concluir que en lo económico ya estamos viviendo un proceso de posconflicto.

Lo que pasa es que esas mismas cifras macroeconómicas no muestran la inequidad que hay en el país y el empobrecimiento de campesinos y, en general, del sector rural. Además, desde hace años vivimos un proceso de paz silencioso con las más de 1.000 desmovilizaciones voluntarias que se dan cada año de hombres y mujeres, muchos de ellos menores de edad, que se entregan a las autoridades. Aún sin acuerdos con las Farc y el Eln, el Estado ya está atendiendo miles de exguerrilleros de esos grupos.

8. En el plan de posconflicto que se aplique, importa más el cómo se haga que lo que se haga. La participación de la gente y de las comunidades organizadas en las decisiones de los proyectos, iniciativas y políticas que finalmente se impulsen es determinante. Este es un camino para empoderar a la gente en los temas de paz. Así, la agenda del posconflicto o de la construcción de paz sostenible hay que construirla desde abajo hacia arriba.Desde lo regional hasta lo nacional y desde las regiones para las regiones. Los empresarios también dentro de ese enfoque de regiones pueden reorientar sus esfuerzos de responsabilidad social empresarial hacia proyectos de reconciliación en los distintos departamentos y municipios y construir sus iniciativas contando con la voz de los interesados.

9. En las elecciones regionales y locales de este año se elegirán a los alcaldes y gobernadores del posconflicto. Ojalá las campañas políticas se ocupen prioritariamente de estos temas de la paz y la reconciliación. Estos gobernantes serán, a partir de enero del 2016, la primera línea del posconflicto en Colombia. Lo que hagan o dejen de hacer por la paz hará toda la diferencia para sus regiones y para el futuro inmediato del país. No solo se trata de silenciar los fusiles y acabar la violencia, sino de construir las bases para una nueva Colombia.

10. Más allá de los temas sociales y económicos del posconflicto, y de las reformas políticas y constitucionales que serán necesarias aplicar

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como parte de los acuerdos de paz, hay dos temas que están en el centro del asunto de la paz: corrupción y protestas sociales.El primero hay que resolverlo con reformas y medidas efectivas de inmediata aplicación, y el segundo, manejarlo democráticamente. Si la guerrilla se transforma en partido político, que es uno de los objetivos centrales del actual proceso, el pulso entre Gobierno y oposición, o mejor, entre el establecimiento político y la oposición, no solo se jugará en las elecciones, sino también y quizás con mayor fuerza en las calles, carreteras y campos de Colombia, en forma de protesta legal y ciudadana. ¿Estamos preparados para ello? Será el tema de las noticias cada día.

11. Para llevar a cabo un proceso exitoso de posconflicto hay que crear consensos para la unión nacional. Que existan objetivos comunes construidos entre todos. Y que no se trate de acuerdos solamente en la cúpula de las organizaciones políticas, porque ahí no se sienten representados todos los colombianos. Es un consenso ampliado, incluyendo a las diferentes organizaciones sociales nacionales y regionales que emergerán como parte del posconflicto.La política en la era del posconflicto será muy diferente a la que estamos acostumbrados: habrá nuevos actores, nuevos temas y más ambiciosos objetivos por alcanzar como país.

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